Está en la página 1de 22
Capitulo 1 La perspectiva de género como herramienta para analizar la realidad Bustos R., Olga (2005), Como incorporar la perspectiva de género en la Comunicacién. Guadalajara/ Monterrey: Instituto Jaliscience de las Mujeres! Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo Leén, 107 pags. & El sistema sexo-género La perspectiva de género # Algunas definiciones de género & @ El modelo bipolar de la masculinidad-feminidad & Androcentrismo @ @ Roles y estereotipos de género # La androginia & 1.4. El sistema sexo-género Parece ser que es la psicologia la disciplina que utiliza primero la categoria de género, en el sentido de canstruccién social de lo fernenino y lo masculine (Lamas, 1986). De hecho fue Robert Stoller quien establece ampliamente la diferencia entre sexo y géne- ro, precisamente en su libro titulado “Sexo y Género” (Sex and Gender), en 1968. Al estudiar diferentes casos donde existian problemas de identificacién del sexo biol6gi- 00, debido a alteraciones anatémicas 0 cromosmicas, este autor fue el primero en sefialar que el hecho de educar a una persona de acuerdo con el “deber ser” de uno de Jos sexos, conduciré a que tal persona adopte la identidad de género que se le asigne. Sigulendo con este andlisis, aunque sexo y género son diferentes, forman parte de Un sistema al que justamente Rubin, en un articulo publicado en 1975, denomina sistema sexo-g6nero, quien lo define como: “...el conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad en productos de actividad humena, yen la cual se satisfacen esas necesidades humanas...” (Rubin, 1986). Sin embargo, esta misma autora, en otro articulo publicado en 1984, se autocrities en relacién a su término sexo-género, al sefizlar “en contraste con mi perspectiva en ‘tréfico de mujeres’, ahora estoy argumentando que es esencial separar analiticamente sexo y géneto para refiejar mas precisamente su existencia social separada” (Rubin, 1984). El debate surgido en algunas disciplinas como la antropologia y la psicologia, desde los afios sesenta, se centrd en el hecho de si existia 0 no una relacién entre la diferencia biolégica y la diferencia sociocultural. De manera més especittica, la dis- cusién se orienté a qué tanto los papeles sexuales (de género) eran construcciones socioculturales 6 qué tanto estos papeles eran determinados biolégicamente. Pero ademas, en caso de que se tratara de lo primero, gpor qué entonces a las mujeres se les exclufa siempre del poder pUblico y se les relegaba al ambito doméstico?: y si se trataba de lo segundo .qué posibilidades habia de transformarlos? (Lamas, 1986), Ed capitute : Dentro dei debate naturaleza-cuttura, se ha llegado a Ia conclusién de que a diferen- ciacién sexual, supuestamente basada en la biologia de cada sexo, presenta caracte- risticas particulares que dependen de a cultura de que se trate (Lamas, 1986). Asi, 1 lo tipicamente femenino en un lugar, no lo es en otro. A este respecto existen muchos estudios en ef que tal cosa se demuestra, como los realizados por Mead y Murdock | (referidos por Lamas, 1986), que llegan a la conclusién de que la asignacién de ta- reas hechas a nifias y nifios es lo que explica las diferencias entre los sexos. También | se encontré que aunque Is asignacién de tareas a mujeres y hombres cambie de 4 cultura @ cultura, parece ser que lo que si se mantiene constante es el estatus mayor que se otorgs a las actividades masculinas respecto a las femeninas. ' Lo masculine y lo femienino son construcciones culturales asignadas a las personas, quienes deben aprenderlas, puesto que son los comportamientos considerados ade- cuados dentro de la sociedad, La diferencia hombre-mujer ha puesto a esta Gltima cerca de ta biologia o lo natural, por gestar a los hilos, y coloca al hombre en lo cuttural Varios autores se han abocado a estudiar la diferencia entre sexo y género (Oakley, 1972; Rubin, 1986; Bleichmar, 1985; Izquierdo, 1983) y aunque se encuentran di- { versas definiciones, una constante que se observa en el género es que éste alude a | una construccién sociocultural, mientras que el sexo se refiere a caracteristicas de- rivadas de la biologia (ouestiones anatémicas, fisiolégicas, hormonales y eromosémicas). | Asi pues, parece obvio que el Sexo es una categoria biolégica que permite clasificar a los seres humanos en dos grandes grupos, respecto a sus genitales ya su papel en la funcién reproductora. Especificamente, el sexo se refiere a los componentes bio- l6gicos, anatémicos, fisiol6gicos y hormonales que diferencia a mujeres y hombres El género es Io que cada cultura, en cada época, ha definico como “propio de hom- bres" o “propio de mujeres”. Cada cultura ha interpretado las diferencias sexuales a la luz de sus intereses y necesidades, lo que da lugar @ formas heterogéneas de articular la intervencién de hombres y mujeres en la vida social. Que el género no Tabla 4. Sistema sexo-género Concapio | _ Tipode concopto Utlidad Critere do conceptualzacion Sexo | Esunconcepto | ...que sirve para biolégico... | clasificar a os | | seres humanos | como mujeres u | hombres. en funei6n de sus genitales y su papel en Ie reproduccién. cote l il sea un hecho biolégico sino cultural, permite entender scr qué algunos pueblos establecen para mujeres y hombres funciones distintas a las que unos y otras des- empefian en Ia cultura occidental. La raz6n de ello es que han interpretado “bajo otra luz" lo que es propio de cada sexo (Garcia, 2003). Esta autora nos ofrece el esquema de la tabla 1. 1.2 La perspeetiva de género La perspectiva de género es una visién cientifica sobre la sociedad, a partir de la cual es posible observar las diferencias y las semejanzas entre mujeres y hombres, asi como la desigualdad prevaleciente entre ambos (Lagarde, 2003). El anélisis de cualquier problematica social, econémica, cultural, juridica o politica cambia si en vez de suponer un homogéneo, de seres humanos idénticos, eplica- mos la perspectiva de géneto. Con ésta se evidencia que, ademas de necesidades universales, hay un conjunto de necesidades especificas de las mujeres, distintas de otras necesidades de los hombres. Se sostiene que al aplicar Ia perspectiva de género a la sociedad y al Estado, resulta claro que la sociedad no s6lo esté organizada en clases sociales, grupos de edad, étnlcos y otros, sino también en géneros. Las relaciones conyugales, de parentesco, escolares, taborales, sociales y politicas son relaciones de género, normadas como tales, y las précticas sociales de género (trabajo, creacién, politica) son asignadas de manera especifica pare la mujeres o para los hombres (Op. Cit). Dentro del feminismo se afirma que el género es una categoria fundamental en la que el significado y el valor estan asignados a cualquier cosa existente en el mundo; se trata de una forma de organizar las relaciones sociales humanas. Si considera- mos a la ciencla como una actividad social totalizadora, podriamos empezar por entender Ia diversidad de formas en que se le estructura a la ciencla a partir del concept de género. El anélisis de género es la sintesis entre Ia teoria de género y la llamada perspectiva de género derivada de la concepcién feminista del mundo y de la vida. La estructu- ra de esta perspectiva parte de fa ética y conduce @ una filosofia posthumanista, derivada de su critica a la concepcién androcéntrica de humanidad que dej6 fuera a la mitad del género humano: a las mujeres (Lagarde, 1996). La perspectiva de géne- ro reconoce la diversidad de géneros y la existencia de las mujeres y los hombres ‘como un principio esencial en la construccién de una humanidad diversa y demo- cratica. Puede afirmarse que ta perspectiva de género es Ia visién cientifica, analitica y politica creada desde el feminismo. Esto ha permitide que en la academia, en los movimientos y organizaciones feministas y ahora en los 4mbitos de les poli- ticas pubiicas, se haya desarrollado una visién critica, explicativa y elternativa a lo que acontece en el orden de géneros (Op. Cit.). Ya es ampliamente reconocido que cuando se usa el concepto perspectiva de género se hace referencia a la concepcién académica, ilustrada y cientifica, que sintetiza la teorfa y a filosoffa | liberadora, creada por las mujeres y forma parte de la cultura feminista. i “La perspectiva de género permite analizar y comprender las caracteristicas que definen las mujeres y a los hombres de manera espectfica, asi como sus semejanzas y diferencias. Esta perspectiva de género analiza las posibilida- des vitales de las mujeres y los hombres: el sentido de sus vidas, sus expecta- tivas y oportunidades, las complejas y diversas relaciones sociales que se dan entre ambos géneros, asi como los conflictos institucionales y cotidianos que deben enfrentar y las maneras en que lo hacen...” (Op.Cit,, p. 15). : Desde el paradigma feminista, lo primordial es el desarrollo de cada mujer con- cebido como la construccién de los derechos humanos de las mujeres en la vida propia. Implica continuar la més radical de las revoluciones hist6ricas: la trans- formacién compleja de la sociedad y Ia cultura para construir la convivencia de mujeres y hombres sin supremacia y sin opresi6n (Lagarde, 2000). Se trata pues, de una revolucién radical, porque su perspectiva es la de trastocar el orden del mundo patriarcal, derribar sus estructuras (el androcentrismo), desmantelar sus relaciones jerérquicas y construir un nicho social que acoja a todos los sujetos en condiciones de equiparacién. Por eso esta construccién ha llevado varios si- glos y llevaré mas tiempo atin. Los antecedentes respecto al concepto de género como categoria de andlisis en los Estudios sobre la Mujer y al interior del feminismo, pueden ubicarse desde los afios sesenta. Sin embargo, como destaca Lagarde (1996): “La reunién de las mule res para pensar el mundo, entenderlo, criticarlo e incidir en su transformecién lleva ya dos siglos”. El debate en algunas disciplinas (i. e.: antropologia, psicologie, etc.) se centro en el hecho de si existia o no una relacién entre la diferencia biolégice y la dife- rencia sociocultural. Especiticamente la discusién se orient6 en la cuestion de qué tanto los “papeles sexuales” eran construcciones socloculturales 0 qué tan- to esos papeles eran determinados biolégicamente. _ Fue justamente la feminista Evelyn Sullerot (1979), quien propuso estudiar el “hecho femnenino” desde una perspectiva que incluyera lo biol6gico, lo psicolégico y lo social. Las conclusiones derivadas de ese amplio trabajo echan abajo la argumentacién biologicista, pues aunque la autora reconoce que es perfectamente plausible que exis tan diferencias sexuales, éstas no implican superioridad de un sexo sobre el otro. Los hallazgos anteriores llevaron a un siguiente cuestionamiento. Si la hipétesis de la diferencia biolégica estaba descartada como la constante que explicaba las otras causas de la marginaci6n femenina y la dominacién politica patriarcal, entonces qué explicaci6n viable existia? Pues bien, la constante encontrada fue: divisién de la vida en esferas femenina y masculina, es decir, en géneros. En otras palabras, se hablaba ya de una divisién dei trabajo o de funciones, determinada por tactores culturales y no biol6gicos. Aste respecto Lamas (1986) menciona que a pesar de que la posicién de las mujeres, sus actividades, sus limitaciones y sus posibilidades varfan de cultura a cultura, parece ser que lo que sf se mantiene constante es la diferencia entre lo concebido como masculine o como femenino, pero de manera especial el valor 0 estatus superior que se asigna a lo primero en relacién con lo segundo. Asi pues, los Papeles 0 roles de género (femeninos 0 masculinas, como producto de una cons- ‘truccién simbélice-cultural) son asignados en funcién de la pertenencia a uno u otro ‘sexo (mas especificamente, a partir de la visualizacién de los genitales de la 0 de! recién nacido). Estariamos hablando pues de los roles de género femeninos y mas- culinos, instalandose generalmente los primeros en cuerpo de mujer y los segundos en cuerpo de hambre. EI ejemplo que proporciona esta misma autora resulta ser muy esclarecedor, Vea- mos: si en determinada cultura el hacer canastas es un trabajo de mujeres (justifica- do por la mayor destreza manual) y en otra se considera un trabajo exclusive de varones (con la misma explicacién, es decir, mayor destreza manual], entonces re- sulta obvio que el trabajo de hacer canastas no esta determinado por lo biol6gico (el sexo}, sino por lo que culturalmente se define como “propio” para ese sexo. Esto indica que la posicién de las mujeres y los hombres no est determinada biolégica sino culturalmente (Op. Cit.) En consecuencia, la supuesta division “natural” 0 “sexual” del trabajo resulta ser completamente arbitraria (dado que las mujeres se embarazan y paren, en conse- cuencia —esta es la derivacién arbitraria~ elas deben cuidar a hijas e hijos, dar afecto y carifio, atender las labores de! hogar y todo aquello que por extensién se parezca a estas actividades). De aqui, el argumento que se trata més bien de una divisi6n del trabajo por géneros -con actividades femeninas asignades ¢ las muje- res y actividades masculinas que corresponderian a los hombres- determinada por faciores socioculturales y no biolégicos. Varias(os) autoras(es) se han abocado a estudiar diferencias entre sexo y género y aunque existen verias definiciones, una constante en cuanto al género es que éste alude @ una construccién sociocultural, mientras que el sexo se refiere a las carac- teristicas derivadas de la biologia (anat6micas y fisiol6gicas). Si bien Simone de Beauvoir se considera como pionera en este campo, quien en su brillante libro “ET Segundo Sexo" (Beauvoir, 1975), destaca “....No se nace mujer...una se vuelve mujer” (lo mismo serfa para los hombres); sin embargo, como ya se mencion6 antes, fue Robert Stoller quien aporta datos precisos dentro de esta area en su libro titula- do “Sexo y Género “ (1968). Fue a partir del anélisis de ciertos trastomos de la identidad sexual reportados en esta obra, lo que ayudé a definir con precisién la categoria de género, en el sentido de construccién social de lo femenino y fo masculino, y como algo separado de lo biol6gico. 1.3 Algunas difiniciones de género A partir del concepto base del género como una construccién sociocultural de la diferencia sexval o la simbolizaci6n cultural de la diferencia sexual, a continuacién se cita a diversas autoras que se han dado a la tarea de definirlo desde hace varias, décadas, Veamos algunas: Oakley (1972) define género como un tétmino cultural que alude a la clasificacion social entre lo masculine y lo femenino, en tanto que la palabra sexo se refiere a las, diferencias biolégicas entre mujeres y hombres: las visibles de los Srganos genitales y las relativas a la procreacién. Por su parte, Bleichmar (1985), psicoanelista feminista, explica género como la ca tegoria en la que se agrupan todos los aspectos psicol6gicos, sociales y culturales de la femineidad/masculinidad; mientras que sexo se refiere a los componentes biolégicos, anatémicos y para designer el intercambio sexual en sf mismo. Beneria y Roldan (1987) sostienen que género es la red de creencias, rasgos de personalidad, actitudes, sentimientos, valores y actividades diferenciadas entre hom- bres y mujeres, a través de un proceso de construccién social que tiene una serie de elementos distintivos. La construccién del género es un fenémeno histérico, que ocurre dentro de las esferas macro y microsociales como el Estado, el mercado de trabajo, la escuela, los medios masivos de comunicacién, las leyes, la casa-familia y ee “| las relaciones interpersonales. Involucra también el conjunto de actividades que al ser realizadas por los hombres se les otorga mayor valor y estatus. Esto conduce ala formacién de jerarquias, en las que la posici6n de la mujer aparece desvalorizada o subordinada en la mayoria de las sociedades, lo que es un complemento intrinseco de la construccién del género, De Barbieri (1990) sefiala al género como el conjunto de practicas, simbolos, re- presentaciones, normas y valores que las sociedades elaboran a partir de la diferen- cia sexual anétomo‘fisiolégica y que dan sentido en general a las relaciones entre personas sexuadas. Lagarde (1996) destaca que el género més que una clase, es una teoria amplia que barca categorias, hipétesis, interpretaciones y conocimientos relativos al conjunto de fenémenos hist6ricos construidos en torno al sexo. El género estd presente en el mundo, en las sociedades, en los sujetos sociales, en sus relaciones, en la politica yen la cultura. El género es la categoria correspondiente al orden sociocultural con- figurado sobre la base de la sexualidad: la sexualidad es a su vez definida y significa- da histéricamente por el orden genérico (p. 26). De acuerdo con Scott (1996), el género es una manera de denotar las “construccio- es culturales”, la creacién totalmente social de ideas sobre los roles apropiados ara las mujeres y los hombres. Es una forma de referirse a los orfgenes exclusiva- mente sociales de las identidades subjetivas de mujeres y hombres. En ese sentido, género es una categoria social impuesta sobre un cuerpo sexuado. Para esta autora la definicién de género tiene dos parte ) El género como un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias percibides que distinguen los sexos. Aqui a su vez, se en- cuentran cuatro elementos interrelacionados: simbolos culturales, conceptos Normativos, el sistema de parentesco y la identidad subjetiva, ) El género como una forma primaria de relaciones significantes de poder. Es decir, el campo primario dentro del cual o por medio del cual se articula el poder. En ese sentido, ef género es la dimensi6n construida socioculturalmente al tomar como referente (o como pretexto) las diferencias de sexo biolégico (en realidad, pro- piamente los genitales de la 0 del recién nacido), a partir de lo cual se asigna arbitra- riamente a cuerpos de mujeres y de hombres una serie de caracteristicas, atributos, cualidades 0 rasgos de personalidad con fuerte carga simbdlica, que derivan en la llamada femineidad (como “propia de las mujeres”) y masculinidad (como “propia de los hombres”), lo que establece los estereotipos y roles de género. Esta division con- lleva, por supuesto, a relaciones sociales de poder desiguales entre ellas y ellos, en las que el mayor prestigio, estatus y reconocimiento es dado a las actividades, accio- nes, ideas, formas de pensar, de sentir, etc., catalogadas como masculinas y que son realizadas por los hombres, en comparacién con lo femenino, asignado a las mu- jeres, que en términos generales es desvelorizado e inferiorizado (Bustos, 2003). En la categoria de género, de acuerdo @ Bleichmar (1985), y Lamas (1986), se arti- culan tres instancias: a) La asignacién, atribucisn 0 rotulacién de género. Se refiere a la “etiqueta” ‘que médicos/as, parteras y familiares asignan a la criatura al nacer. Usual- mente se realiza con base en la apariencia externa de los genitales. Existen casos en que debido 2 una apariencia poco definida de los genitales hay una atribucién “equivocada” del género y posteriormente hay que “corregir”, Algu- nos de estos casos que le tocaron a Stoller atender en su practica psicoterapéutica y como psicdlogo social, lo llevaron a confirmar lo que Simone de Beauvoir habia sostenido casi dos décadas atrés, cuya tesis queda muy bien sintetizada en su frase oélebre “No se nace mujer Una llega a serio”. b) La identidad de género*. Se establece cuando los nifios/as adquieren el len- uaje (antes de su conocimiento anatémico) correspondiendo a la experiencia de saberse nifia o nifio, a partir de la cual se estructuran sentimientos, actitu- des, comportamientos y juegos. Stoller (1986) afirma que esta identidad se desarrolla como sigue: el género se determina culturalmente a través de un proceso que se inicia con el nacimiento y forma parte de la estructuracién del yo; el papel de las Tuerzas biol6gicas es el de reforzar o perturbar Ia identidad de género estructurada por el intercambio humano; la identificacién daria cuen- ta de la organizacién de la identidad de género; la identidad de género se establece antes de la etapa falica. ©) Elrol de género. Es el conjunto de normas o prescripciones que dicta la socie- dad y la cultura sobre lo femeninc-masculino. De acuerdo @ Bleichmar (op. cit), esta tipificacién es anénima y abstracta, pero férreamente establecida y normatizada, que llega a la generacién de estereotipos. Este rol, como cual quier otro, encierra un alto grado de juicios de valor en sf mismos. El estereo- 4. Convene asiarar lo siguiente 8 identidad de género se rele al ico de aurocasicsciin como hombre © ‘mule, alco se basa en aqualls aspectas que, istricamente, an ido conformando cuturalmente al hon ‘re 2 mule, come por slomplo: las actvidacesasignadas sotielmente, os atibutes, cualdades, forma de vat arreglo parsonal et. y Que se ven refejados an ls roles lamacos“Temeninos"-Estaldetidad se aaquie- re entre 1s des y ouatvo afos de edad. Porlo que toca ala Idetidad sexual, sta hace alusién al juiio “soy hombre” "soy mujer", basado en a opi figura corpora, es decir, en los caractristcasbicigias, natmi- 98, feiokgione, come por ojompl: as genitales, la figura corpora, etc. Este tipo de cent se adquiere ose reconoce después de les sete afos de edad. tipo del rol femenino en nuestra sociedad se caracteriza porque las conducts ‘que son adecuadas a él poseen una baja estima social (pasividad, temor, de- licadeza, dependencia); en tanto que el estereotipo del rol masculino se ca- racteriza porque los atributos apropiados para él tienen una alta estima 0 estatus social (Independencia, asertividad, competencia, toma de decisiones). Estos estereotipos estén tan hondamente arraigados que se han considerado erréneamente como la expresién de los “fundamentos biolégicos” del género. En términos generales, la fuerza y la coherencia en lo que atafie a la identidad de género (Lamas, 1986), obedece a la existencia de distinciones socialmente acepta- das entre hombres y mujeres; empero, no hay que perder de vista que, el hecho de que el género sea una distincién significative en una cantidad considerable de situa- iones, es un algo social, no biol6gico. 1.4 El modelo bipolar de la masculinidad-feminidad Frente al supuesto de que Ia divisién del trabajo segtin el sexo es. “natural” 0 algo “dado” a la fisiologia de la mujer y a su papel en la reproduccién, la literatura femi- nista analiza la subordinacién de las mujeres, al subrayar que las desigualdades sociales son el resultado de factores susceptibles de cambio. Por tanto, se cuestio- naba también la division de géneros en femenino y masculino como una dimensién bipolar en la que el primero es sinénimo de mujer y el segundo de varén. Durante muchos afios la mayor parte de los instrumentos disefiados para medir rasgos de personalidad masculinos y femeninos inclufan una nocién de bipolaridad, Tal fue el caso de escalas como la de Actitudes e Intereses, de Terman y Miles, la de interés Vocacional, de Strong, la de Masculinidad-Femineidad (MMPI), de Minnesota, la Escala de Femineidad, de Gough y la de Masculinidad, de Guilford (citadas en Lara-Canti, 1993). El problema con la concepeién que Subyacia a estas esoalas era que se conceptualizaba a las personas a partir del sexo, es decir, se les reducta Gnicamente a lo biolégico. Esta bipolaridad suponia que a mayor masculinidad, menor femineidad y viceversa. 15 Androcentrismo En nuestra cultura occidental, heredera de la tradici6n griega y judeo-cristiana, la construccién de los géneros masculinas y femeninos se ha caracterizado por el pa pel hegeménico de los varones frente al secundario y auxiliar de las mujeres. El predominio del género masculina sabre el femenino (tan patente en muchas mani- festaciones culturales, entre ellas el lenguaje) no responde a un orden casual sino a una interpretacién androcéntrica del mundo, en la que “el hombre (el varén) es la medida de todas las cosas”. Esta forma univoca de entender la realidad se transmi- +e cultural y generacionalmente a través de un proceso de socializacién de género, que consiste en una paulatina interiorizacién de valores, actitudes y creencias en torno a lo que es masculino o “propio de hombres” y lo femenino o “propio de muje- res’. Se trata de un proceso continuo desde el principio de la vida del individuo hasta el fin de sus dias, en el que Ie familia, la escuela, el poder y en una sociedad como la nuestra los medios de comunicacién, contribuyen a que éste aprehenda el imaginario social de la cultura patriarcal (Garcia, 2003). El ser humano percibe la realidad a través de un filtro cultural. Uno de los filtros més catalizadores en occidente es el androcentrismo. Lo que se denomina “realidad” no es un simple dato natural: es, sobre todo, una construcci6n cultural, articulada en un conjunto de representaciones o sistema de signos, convenciones y conceptos que organizan la percepeién, la visién misma de la realidad. Es en este sentido en el que la teorfa sexo-género es una herramienta para reconstrulr el conjunto de repre- sentaciones sobre lo masculing y lo femenino heredadas a través de nuestra cultura y facilitar la creacién de representaciones libres de sesgos sexistas. El androcentrismo que caracteriza nuestra cultura se manifiesta no sélo en la ocul- tacién de las mujeres sino también en la estimacién inferior, y cuando no negativa en el conjunto de valores, tareas, responsabilidades y caracteristicas atribuidas y asignadas tredicionaimente a elias. Se trata de una infravaloracién de lo femenino y una sobrevaloraci6n de lo masculino que conduce a una distorsién del verdadero 10 y significado del concepto de igualdad. Hoy en dia, algunos medios (como la televisién, el cine, los medios impresos, la publicidad, etc.) transmiten imagenes de mujeres que ocupan y asumen roles sociaimente asignados a hombres, pero no se ofrecen imagenes ni mensajes (o aparecen de manera esporddica) relativos al pro- ceso contrario, es decir, hombres desempefiando roles asignados socialmente a mujeres, lo cual contribuye a perpetuar lo masculino como paradigmético (Op. Cit). Si se pretende avanzar hacia la equidad, es menester trabajar en la “desjerar- quizacién” de los géneros y en el fomento de los valores positives hasta ahora liama- dos “masculinos" y “femeninos”, tanto en hombres como en mujeres (es decir, sin distincién del sexo), con el fin de promover la pluralidad de opciones individuales desde la valorizacién 0 el respeto a la diversidad (Tabla 2) Sepiuios Tabla 2. Cultura y androcentrismo Cultura Cultura Familia 5 = Educacién z § Poder Persona 8 Realidad 3 Mass Media 5 & Cutura Cutura vant: Gore, M2002), 4.6 Roles y estereotipos de género La sociedad establece roles diferentes a mujeres y hombres, fo cual esté muy vincu- lado con la divisién sexual del trabajo: lo privado para las primeras y lo puiblico para los segundos. Asi, los roles asignados a elias son los de esposa-madre-ama de casa; en tanto que para ellos es primordiaimente ei de ser proveedores econdmicos y las relaciones de autoridad y de poder. Los roles de género marcan una desigual en la participacién de unas y otros a nivel familiar, econémico, politico, educativo, cultural, laboral, etc., al poner en serias des- ventajas a las muleres en comparacién con los hombres, can las consigulentes re- percusiones también a nivel de la autoestima de las mujeres. (Bustos, 1989). Lo anterior ha derivado en lo que se conoce como estereotipos de género. Los estereotipos en general son rasgos comunes atribuides a un grupo humano (Tajfel, 1978), Varios autores se han cuestionado la verdad o falsedad de éstos. Por ejemplo, Klineberg (1981) sefiala que pueden deformar (como de hecho lo hacen) considerablemente los juicios; Lindgren (1982) apunta que se desarrolian sin ningu- na base en la realidad objetiva o en la experiencia valida; Aronson (1975), por su Parte, dice que regularmente son exageraciones 0 son totalmente falsos “que se ‘apoyan en rumores o imagenes distribuidos por los medios de masas o que se gene- ran en nosotros como una manera de justificar nuestra crueldad o nuestros propios rejuicios” (p. 199). Quizés este comentario lo hace porque muchos de los estereo- tipos encierran bastante ironfa; al respecto Gémezjara y Dios (1973) destacan que son “imagenes falseadas de una realidad material 0 valorativa que en la mente popular 0 de grandes masas de poblacién se convierten en modelos de interpreta- cin o de accién...” (p. 130) Tnatftuto de tas Mujeres del Distrita Fegerst Say S65 racumentgcifn cultura Pare a ser que la falta de veracidad atribuida @ los estereotipos se desprende de Uno de los elementos que algunas definiciones contemplan: que todas las personas de una clase poseen los rasgos asignados a la misma. La verdad es que los estereotipos son producto de tradiciones histéricas, mocismos, historia cultural, marginaci6n social, crisis 0 conflictos sociales 0 de la “imagina- cidn" de quienes tienen el poder y los medios para crearlos y difundirlos. Si bien no puede negarse que muchos estereotipos tienen algo de verdad, o que lo hayan teni- do en parte en algtin momento histérico, también es cierto que exageran, magnifican y distorsionan esa parte de la realidad que desoriben. Pero tal vez lo mas serio es su cardcter filo, estatico, anquilosado y reaccionario; desconocen el caracter cambian- tey dinamico de la realidad, algo que evoluciona constantemente (Bustos, 2004). En este trabajo, nuestra posicién es que los estereotipos de género son un conjunto de creencias acerca de las cualidades, atributos y rasgos de lo que significa ser hom- bre o ser mujer. Incluyen informacién sobre: apariencia fisica, intereses, rasgos psicolégicos, relaciones sociales, formas de pensar y de sentir, ocupaciones, entre otras cosas. Con bese en estos estereatipos, las caracteristicas, atributos o rasgos asociados a las mujeres (representantes de lo femenino) se rofieren a que éstas son: tiernas, sensibles, duloes, honestas, inseguras, dependientes, pasivas, sumisas, ab- negadas, comprensivas, generosas, carifiosas, emotivas, afectivas, estéticas, co- ‘quetas, seductoras, observadoras, intuitivas, débiles, miedosas, indecises. En con- ‘raposicion @ esto, lo asociado con los hombres (representantes de lo masculino) se refiere a que éstos son: egresivos, violentos, dominantes, fuertes, firmes, valientes, controladores, poderosos, egoistas, ambiciosos, impetuosos, combativos, creatives, Tabla 3. Estereotipos y roles de género Ferenino Mascalino (Asignado @ mujeres) Lo afectivo Roles: espose-madre-ama de casa Tiemas, sensibles, dulces, honestas, inseguras, dependiontes, pasivas, sumisas, abnegadas, comprensivas, generosas, tolerantes, carifiosas, emotivas, afectivas, estéticas, coquetas, seductoras, observado- ras, intuitivas, débiles, miedosas, indecisas. usa Bunton, 2005, 8 (Asignado @ hombres) * Lo racional Roles: Proveedor econémico, ejrcicio del poder, contra. 7 AgFeSIvOS, Violentos, dominantes, fuertes, firmes, valientes, controladores, poderosos, ‘egoistas, ambiciosos, impetuosos, combativos, creatives, inteligentes, decididos, asertivos, activos, intrensigentes, auténomos, Independientes. inteligentes, decididos, asertivos, activos, intransigentes, auténomos, independien- tes. Todo esto se fomenta a través de distintas instituciones sociales como la familia, la escuela, los medios de comunicacién, entre otros (Bustos, 2003). Esto puede verse de manera més clara en la tabla 3 de este manual. La diferencia entre estos dos grupos de caracteristicas y atributos o rasgos de per- sonalidad, es la carga simbélica en cuanto a valor, estatus, reconocimiento y poder asignados. Asi, el modelo masculino aparece como el ideal al que cualquier persona deberia aspirar; es decir, un modelo prestigioso, prepotente y poderoso que anula, 0 al_menos subordina, al modelo femenino. El problema con las caracteristicas asociadas @ los estereotipos (como ya se men- cion6 previamente) es que se presentan como caracteristicas bipolares, binarias y Por lo tanto incompatibles; es decir, que se asume como algo inaceptable que una mujer tiena 0 carifiosa sea al mismo tiempo independiente, inteligente o tome deci- siones de manera asertiva. Igualmente, se ve como algo incompatible que un hom- bre afectuoso y comprensivo pueda ser también valiente, creativo y auténomo. Esto puede verse de manera muy clara en la tabla 4 que nos ofrece Victoria Sau (citada por Garcia, 2003). Tabla 4. Bipolaridad en los estereotipos masculino y femenine Estareotipo mascullna : Estabilidad erocional Inestabiligad emocional Autocontrol Falta de contro! ~_Dinamisma Pasividad ‘Agresividad Ternura Tendencia al domino Sumision Afirmacién de yo Dependencia Cualidaces y eptitudes intelectuales Poco desarrollo intelectual ‘Aspecto afectivo poco definido Aspecto afectivo muy marcado Racionalidad “ Irracionalidad Franqueza Frivolidad Valentia Miedo ‘Amor al riesgo Debilidad Eficiencia Incoherencia Objetividad ‘Subjetividad Espacio ptblico y profesional Espacio doméstico y familiar Fore Gres, 2008, BA eine A partir de esta formaciOn sesgada y parcial de la personalidad —que es producto de tuna construccién sociocultural Marina Subirets (1991) argumenta que lo que las muferes han perdido es conflanza en sf mismas, en sus criterios y en sus capacida- des. Pero como apunta Lucini (1994), también los hombres han perdido, por ejemplo, la riqueza y el valor de la afectividad, de la emocién, del sentimiento, de la sensibili- dad y de la ternura; capacidades que con frecuencia han sido castradas o reprimidas. En la vida cotidiana esto no necesariamente ocurre asi. Encontramos mujeres y hom- bres que comparten rasgos de ambos listados. Por lo tanto, los estereotipos no de- ben cambiar, sino que deben eliminarse. Por otra parte, hay que destacar que, si bien algunas caracteristicas de las mencio- nadas en los cuadros anteriores, no seria deseable que estuvieran ni en cuerpo de hombre ni en cuerpo de mujer como por ejemplo: dominancia, sumisién, agresién, abnegacién, egofsmo, insegurided, intransigencia, etc., hay otras muchas que se- ria altamente deseable que si estuvieran incistintamente en mujeres o en hombres, esto es, independientemente de! sexo, v. gf.: ternura, creatividad, comprensién, asertividad, honestidad, afectividad, valentia, generosidad, autonomia, sensibilidad, decisién, etc. (Bustos, 2003), 1.7 La androginia EI modelo bipolar al que se hizo alusi6n en apartados anteriores, se puso en duda al ver lo inapropiado y alejado de Ia realidad de tal enfoque, lo que trajo como conse- cuencia que los conceptos de masculinidad y femineidad se plantearan como di- mensiones ortogonales independientes (Lara~Cantd, 1993), y asf, hacer posible que una persona pudiera ser clasificada segtin su balance relativo en ambos aspectos, es decir, que pudiera presentar rasgos tanto masculinos como femeninos. Varios autores, al cuestionar el caracter dicotémico del género, defendieron como tal el concepto de androginia (Kessler y McKenna, 1978; Chodorow, 1978; Bem, 1981), La defense de este nuevo concepio fue manifestada de manera muy contun- dente y emotiva por autoras como Caroline Heilbrun quien en 1973 sefial6: “Creo que la salvacién... puede venir iinicamente de un movimiento que reniegue de la polarizacién sexual, que sepa liberarse de las cadenas del género masculino y feme- nino, y se dirija hacia un mundo en donde fos roles individuales sean elegidos libre- mente” (p. 145). Hablaba de la androginia, de la que Heilbrun estaba convencida de que deberia convertirse en el nuevo ideal que guiara a la sociedad. oe La androginia es considerada como una realidad intrapsiquica, que se constituye @ partir de una permanente interaccidn de opuestos, y que trasciende la mera dualidad hacia ia uniGn de los mismos. Al traspasar las fronteras del género, el sujeto andrégi- no podria relacionarse de manera mas completa y efectiva con su medio (Sebastian y Aguifiage, 1988), Esto es, precisamente, lo que ha sucedido con las personas creativas de cierta relevancia, que han trascendido las regles sociales del género. Segtin Bem (1972), considerada como la pionera de la investigacién sobre la androginia, la masculinidad y la femineidad deberian suavizarse mutuamente e inte- grarse en una personalidad més equilibrada, mas completa, es decir, més "andrégina”, para poder obtener un funcionamiento efectivo y saludable. Las perso- nas andréginas serian aquellas que sobrepasarian las expectativas de que su con- ducta debe ajustarse a los estereotipos del rol de género, al exhibir comportamien- tos, tanto masculinos como femeninos, tanto instrumentales como expresivos, de- pendiendo de lo apropiado a la situacién. De este modo, el rol de género andrégino se caracteriza por tener mas libertad de opcién en situaciones que demandan com- Portamientos tipificados. Sin embargo, numerosas investigaciones realizadas no corroboreron muchas de las virtudes que inicialmente se les habien atribuido a las personas andréginas. Por ejemplo, dentro del campo de Ia salud mental, la hipétesis relacionada con que aguellas personas andréginas, mas que aquellas orientadas a su género, manten- drian un mejor ajuste personal y una mejor salud mental, s6lo fue probada parcial- mente. Son dos conclusiones a las que esas investigaciones arribaron en torno a la hipétesis planteada: 1) Que las personas andréginas (A) muestren mayor flexibilidad conductal y ma- yor autoestima, asf como mejor integracién y ajuste personal, que aquellos individuos orientados hacia el estereotipo de su sexo, y 2) Que las personas masculinos (M), y no las andrdginas, son las que muestran una mayor adaptacién psicosocial. “Al considerar un buen nimero de estos estudios se puede observar que, si bien las personas andréginas muestran un mejor ajuste emocional que las femeninas (F) y las indiferenciadas (I), slo en ocasiones se muestran superiores a las masculings” (Lara-Cantti, 1993). De hecho, desde su aparicién, la androginia ha recibido severas criticas y cuestionamientos @ nivel conceptual, tedrico y metodolégico. Por ejemplo, se argu- ‘menta que el concepto de androginia es teorizado en un nivel muy privado y perso- nal, desligancolo de cualquier valoracién politica. Ademés, se sostiene que Ia ellmi- Bi Capitulo 1 Be nacién de las desigualdades de género requieren de cambios institucionales (es decir, eliminar el androcentrismo) y no tinicamente cambios personales. Por lo tanto, si la androginia se centra en la persona mas que en el patriarcado, entonces no provee un analisis conceptual o politico de la desigualdad entre los géneros, lo que desvia la atencién de tal analisis (para abunder sobre este tema, véase 2 Bem, 1993). Ahora bien, es importante reconocer que las limitaciones al modelo de la androginia fueron advertidas desde los primeros afios por quienes lo propusieron. En 1977 Ber (1977) sefialaba que para convenir con més fuerza el que la masculinidad y la femi- neidad son lentes culturales que polarizan la realidad, ella habia cambiado el enfoque de su propia investigaci6n del concepto de androginia al concepto de "esquematizacién de género". Al hacer esto, lo que Bem trataba de establecer es que la masculinidad y la femineidad son, desde su punto de vista, construcciones culturales. Bem (1979, 1981), basados en la teoria del esquema de género y sus hallazgos sobre la personalidad andrégina (libre de juicios y caracteristicas tipificadas), desta- ca que quienes tienen un esquema de género rigido perciben, sienten, piensan y actian dependiendo de éste; quienes por el contrario han llegedo a trascender los roles asignados, perciben, sienten, piensan y actian con libertad. Esta independen- cia de los roles de género asignados no supone la desaparicién de este esquema, sino su limitacion a: 41) Saberse con una identidad sexual (mas que de género) y 2) Reconocer que hay roles de género socialmente establecidos (aunque no se ‘compartan o no sean aceptados, 0 se raten de trascender). En consecuencia, esta misma autora argumenta que si el nifio o nifia vivieran en una sociedad en la que los roles de género fueran abolidos, este esquema se redu- cirfa al reconocimiento de la identidad sexual (la anatomia corporal basica, especial- mente los genitales), sin que necesariamente, como podrfa suponerse en la psicolo- gia cognitiva, esta identidad “rotulara” las percenciones, sentimientos y conductas. de ellas y ellos. Para completar este capitulo, en el portafolios de trabajo (p. 1-8) se encuentran los siguientes ejercicios: ] 2Quién soy? 3 gDiferencia entre mujeres y hombres 4 ePorqué somos asi? 1 Cuestionario de creencias Estos son retomados de La perspectiva de género: una herramienta para construir equidad entre mujeres y hombres, CIF 1997, México. Capitulo i 4 Althusser, L. Ideologia y aparatos ideoldgicos del estado, Edic. Pepe, Colombia, 1978. Aronson, E. Introducci6n a la psicologia social, Alianza Editorial, Barcelona, Espana, 1975. Beauvoir, S. EI segundo sexo, Siglo XXI, Buenos Aires, Argentina, 1975. Bem, S. L. Psychology Looks at Sex Roles: ¢Where Have all the Androgynus People Gone?, UCLA Symposium on Sex Roles, Los Angeles, California, 1972. Bem, S. L. On the utility of alternative procedures for assesing psychological androgyny, in Journal of Consulting and Clinical Psychology, pp. 48, 196-205; 1977. Bem, S. L. Beyond androgyny: Some presumptuos prescriptions fora liberated sexual Identity, en J. Sherman y F. Denmark (Eds.): Psychology of Woman: Issues in Psychology, Psychological Dimensions, Nueva York, 1979. Bem, S. L. “Gender schema theory: A cognitive account of sex typing”. Psychological Review, pp. 88, 354-364; 1981. Bem, S. L. The Lenses of Gender. Transforming the Debate of Sexual Inequality. New Haven: Yale University, 1993. Beneria, L. y Roldan, M. The Crossroads of Class and Gender, The University of Chicago, Chicago, 1987. Bleichmar, E. EI feminismo esponténeo de Ja histeria, Adotraf, Madrid, 1985. Bruchon-Schweltzar, M. Psicologia del cuerpo, Herder, Madrid, 1992. Bustos, R. 0. Algunas consideraciones acerca de los papeles y esterectipos femeni- nos proyectados en los medios de comunicacién masivos, Revista UNIVERSI- DAD, ntim. 34/32, enero;unio de 1986. Bustos, R. 0. Socializaci6n, papeles (roles) de género e imagen de la mujer en los medios masivos: gquiénes perciben los estereotinos difundidos? En: Salles, v y Phaill, E. (compils.) serle de documentos de investigacion nimero uno, La investigaci6n sobre la mujer: informes en sus primeras versiones. México: PIEM- COLMEX, 1988. Bustos, R. 0. Hacia un Planteamiento Alternativo de la Investigaci6n Realizada so- bre la Imagen de la Mujer en’los Medios Masivos de Comunicacién. Cuader- nos de Psicologia. México: UNAM (Facultad de Psicologia), 1989. Bustos, R. 0. Contradicciones entre democracia y sexismo. Andlisis de un texto de educacién civica y cultura, La Psicologia Social en México, volumen VI, pp. 400-406; 1996. Bustos, 0. Género y Socializaci6n: Familia, Escuela y Medios de Comunicacién. En: M. A. Gonzalez y J. Mendoza. Significados Colectivos: Procesos y Reflexiones Te6ricas. México: TEC de Monterrey, 2001. Bustos, 0. Imagen Corporal, Mujeres y Medios de Comunicacién, Equidad, afio 2, nim. 3, Revista del Instituto Colimense de Mujeres, julio de 2003. Chodorow, N. The Reproduction of Mothering. Psychoanalysis and the Sociology of Gender, University of California Press, Berkeley, California,1978, Deans, J. Citado en Mc Pahil, E. “La imagen corporal zLos medios influyen en los ‘trastoros alimentarios?”, etcétera, ntimero, febrero 2002. DIF. La Perspectiva de Género: Una herramienta para construir equidad entre muje- res y hombres. México: DIF, 1997. Esteinou, J. Los medios de comunicacién y la construccién de la hegemonia. Nueva imagen, México, 1883. Gatefa, M.V. coordinador. Manual de Publicidad Administrative NO SEXISTA. Univer- sidad de Malaga, Ayuntamiento de Mélaga, 2003. Bibtlogravia Gémez Pérez-Mitré, G. “Peso real, peso imaginario y distorsién de la imagen corpo- ral". Revista Mexicana de Psicologia, p. 12 (2) 185-198; 1995. Gomezjara, F. y Dios, S. De. Sociologia del Cine. El cine como formador de estereo- tipos. SEP/setentas, México, 1973. Heilbrun, C. G. Toward a Recognition of Androgyny, Alfred A. Knopf, Nueva York, 1973. IFE, Los valores democraticos. Coleccién conociendo la democracia. Nm. uno, Ins- tituto Federal Electoral, México, 1994. Kaminsky, G. Socializacion, Trillas, México, 1981, Klineberg, G. Psicologia social, FCE, México, 1981, Kressler, S.J.y McKenna, W. Gender: An Ethnomethodological Approach, Wiley, Nueva York, 1978. Coleccién: Lagarde, M. Género y Feminismo. Desarrollo Humano y Democracia. Cuadernos inacabados, niim. 25, Horas y Horas, Madrid, 1996. Lagarde, M. Claves feministas para la autoestima de las mujeres. Coleccién: Cua- demos inacabados, ntim. 39, Horas y Horas, Madrid, 2000. Lagarde, M. Politica y Género. México: Grupo Parlamentario del PRD, Camara de Diputados, Congreso de la Uni6n, LIX Legisiatura, 2003. Lamas, M. “La Antropologie Feminista y la Categoria ‘Género"”. En Nueva Antropolo- gia, volumen VIll, nm. 39, pp. 173-198; 1986. Lara-Cantt, Inventario de Masculinidad y Feminidad, IMAFE, Manual Moderno, Méxi- co, 1993. Lindgren, H. C. Introducoién a la psicologia social,Trillas, México, 1982. Lucini, F. Temas transversales y educacién en valores. Grupo Anaya, S.A, Madrid, 1994. Mattelart, A. La comunicaci6n masiva en el proceso de liberacién. Siglo XXI, México, 1980. Mattelart, A. y Schmucler, H. “El imperialismo cultural’. Revista Comunicacién y Cul tura. ntim, 6, Nueva Imagen, México, 1979. Medina Guerra, A. Ma. Guerrero Salazar, S. y Ayala Castro, M.C. Manual del Lengua- Je Administrativo No Sexista, Universidad de Mélaga/Ayuntamiento de Mila- ga, Espajia, 2002. Nethol, A. y Piecini, M. Introducoién a fa pedagogia de la comunicacin. México: | Universidad Auténoma Metropolitana-Xochimilco. Biblioteca Universitaria, México, 1984, Oakley, A. La mujer discriminada. Biologia y sociedad, Tribuna Feminista, Debate, Madrid, 1972. Pascuali, A. Comprender la comunicacién, segunda edicién, Monte Avila, Caracas, 1980 Rubin, G. “Thinking Sex: Notes for a Radical Theory of the Politics of Sexuality”, en Carole S. Vance, Pleasure and Danger. Londond: Routledge & Kegan Paul, 1984, Rubin, G. “El tréfico de mujeres: notas sobre la economia politica del sexo", en Nue- va antropologia, volumen Vill, ntim. 30, noviembre de 1986. ‘Scott, J. “El género: una categoria Util para el analisis hist6rico”, en M. Lamas (compl.), EI género: La construcci6n cultural de la diferencia sexual, UNAM-PUEG, Méxi- co, 1996, Sebastian, J. y Aguifiaga, C. “La androginia psicol6gica: Un acercamiento definicional”, en Juan Fernandez, coordinador, Nuevas perspectivas en el desarrollo del sexo y el género, Piramide, Madrid, 1988. Stoller, R. Sex &Gender. On the Development of Masculinity & Femininity, Science House, Nueva York, 1968. Sullerot, E. E Hecho Femenino. ¢Qué es ser mujer?,Argos Vergara, Barcelona, 1979. Subirats, M., La educacién como perpetuadora de un sistema de desigualdad: La transmisién de estereotipos en el sistema escolar, Infancia y Sociedad, niim. 10, julio-egosto de 1994. Bibliogratia [i Tajfel, H. Experimentos en discriminacién intergrupos, en Psicologia Contemporé- nea, Blume, Madrid, 1980. Tejodor-Varillas, C. Estereotipos sexistas en la literatura infantil y juvenil, en Infancia y Sociedad, ntimero 10, julio-agosto de 1991. Valle, N., Hiriart, B. y Amado, A. El abe de un periodismo no sexista, Fempress, San- tiago de Chile, 1996.

También podría gustarte