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DOS MISERABLES ® B Laestacion [INDICE PROLOGO: ¢QUE ES UN BESO? 1| EL TIO QUE DORMIA EN EL SILLON 2| LAMALLA AMARILLA. 3| SERAFINA 4| DANIELA. $| ESTEFANO 6| ‘VOS YA SURFEASTE? 7| LIMON Y CHOCOLATE 8| LAMALDICION DEL BIGAMO 9| LAS MISMAS, PERO CONTRARIAS. 10| SENOR NOVELISTA, {AHORA QUE VIENE? 11| UN HEROE SIN HEROINA 12 | QUIERO QUEDARME 13| LATIA AZUCENA 14| EL PIJAMA DEL PATO DONALD 15 | UNALLAMADA MUY URGENTE 16| LAS MUJERES LO SABEN TODO 17| DOS MISERABLES BESOS. SOUNDTRACK. on CamScanner Prélogo 2Qué es un beso? El beso tiene una historia casi tan vieja como el mundo. Hay imagenes de mas de 4500 afios, esculpidas en piedras, de personas besandose. Se besarfan como ahora los enamorados en el antiguo Egipto, en la Magna Grecia, en la Roma Imperial? ¢Cémo besaria Napoleén a Josefina, Julio César a Cleopatra, Sansén a Dalila? Dicen que la palabra “beso” proviene del latin basiare, a su vez derivada del sanscrito bhadd, que significa abrir la boca. Hay va- rias teorfas sobre su origen. Una asegura que nacié en la edad de piedra, cuando el hombre de las cavernas lamia el rostro de un fa- miliar para satisfacer su necesidad de consumir sal. Otra dice que fue en Grecia, alrededor del afio 500 antes de Cristo, cuando las esposas “besaban” a sus maridos para saber si volvian borrachos luego de salir con amigos. Otras dos aseguran que nacié cuando el hombre de la antigiiedad intentaba trasmitirle calor a su com- panera, o cuando en época de sequia la gente buscaba trasladarle a otro una reconfortante sensacién de humedad. “Beso” en inglés se dice kiss, en italiano bacio, en francés bi- sou, en portugués beijo, en aleman kiissen y en japonés kanji, aunque esto tiltimo podria no ser verdad, ya que un dicciona- rio de japonés es tan incomprensible como el japonés mismo. El beso es el simbolo maximo del amor. En el cine, en la pintura, en la literatura, el amor se representa con la imagen de dos personas que se besan. Un beso también puede significar (7] Escaneado con CamScanner despedida, compasi6n, o ser un compromiso formal y aburri- do, En Francia se saluda con cuatro besos, dos en cada mejilla (cada vez que un grupo de amigos se encuentra, les lleva media hora saludarse y otra media hora, despedirse). En los Estados Unidos no es comin besarse como saludo, en cambio los altos dirigentes rusos solfan darse un piquito en la boca. En Argenti- na, el beso paso a ser la manera mas comun de saludo, incluso entre personas que acaban de conocerse. El beso mis raro de todos es el que podriamos llamar beso de la muerte. Es un beso ritual, que funciona a manera de des- pedida cuando alguien va matar a una persona que ama o cuan- do sabe que va a ser traicionado. Es el beso que Jesiis le dio a Judas y el beso que le da Michael Corleone (personificado por Al Pacino) a su hermano Fredo (John Cazale) en la pelicula El Padrino. En lo que se refiere estrictamente al amor, el beso es mas bien un acto privado, intimo, entre dos personas que desean transmi- tirse un sentimiento profundo, fuerte, especial, inconfundible. Los dos besos que dan titulo a esta historia, a pesar de que no fueron gran cosa como besos, fueron muy importantes para aquellos que los dieron y recibieron, y lo son en la me jaen que alguien se ocupa de escribir una novela para contar cémo, por qué, cuando y quiénes vivieron la historia de los dos mise- rables besos y sus consecuencias. Esta historia de amor es también una historia de dolor. Porque elamores siempre un descubrimiento, ya veces los descubrimien- tos llevan ala decepcién, el desaliento, la pena. El desencanto liga- do al amor puede aparecer cuando amamos a quien no nos ama © somos amados por quien no amaremos. O al perder a alguien [8] Escaneado con CamScanner amado. O al dejar de amar, porque el amor, como el viento, las olas, la Iluvia, la noche, la fiebre, a veces se termina, sencillamente. Pero no hablemos ahora de amores que se terminan, por- que en esta historia el amor atin no hizo su aparicién y por lo tanto no sabemos cuanto y de qué manera va a modificar la vida de sus protagonistas, 0 sea los besados y besadores. Vamos a ellos, entonces. Escaneado con CamScanner EL TiO QUE DORMIAEN EL SILLON Los besados y besadores eran chicos que se estaban vol- viendo adultos. Y parece que eso si es un verdadero problema: no te entra el buzo que ayer te iba fenémeno; las zapatillas que te costaron una fortuna te aprietan adelante, atras y arriba; las orejas y la nariz te crecen antes que la cabeza; te salen granos en la cara y tu mami ya no te prepara el desayuno y te despierta al canto de “puuupy, mi gordito divino’, sino que te grita: —jEstéfano, levantate de una vez y desayuna, que tenés que hacer los deberes, ir a gimnasia, inglés y después tenés que or- denar tu habitacién! Estéfano tenia trece anos. En breve, mientras esta novela es leida, tendra catorce. El afio anterior habia tenido doce, y luego, ya se imaginan, quince. La edad de Estéfano tiene una horrible prensa. La mama la Ilama “la edad mas dificil”. La pro- fe: “edad complicada”. Los especialistas: “edad brava’. Su papa no opina mejor: “es la peor edad”. Hay adultos inmisericordes que la Ilaman “la edad del pavo’, pero como aca no hay ningun pavo, sino chicos ansiosos por conocer acerca del amor y de la vida misma, evitaremos esa insultante definicién. A Estéfano le costaba entender por qué, si 1 cambiaba de edad cada afio, siempre estaba en una edad dificil. Se lo preguntd a su psicélogo, que se rid y cambid de tema. El pobre hombre [1] Escaneado con CamScanner también tenfa hijos de la edad de Estéfano y sabia de todo, inclu- so hablaba aleman, pero a la hora de tratar a sus hijos de “edad dificil” se le quemaban los papeles como a cualquier padre. Para Estéfano todo seguia mas o menos igual que siempre, obviando las zapatillas que le apretaban, los pelos nuevos por todos lados, el olor mas fuerte al transpirar, ganas de romper cosas yal rato, de arreglarlas. Sin olvidar un detalle, que al fin se volvera importante, quiz el mas importante de toda la novela: desde hacia un tiempo Estéfano ya no estaba tan preocupado por la salida del tiltimo libro de Harry Potter ni por saber adén- de habia ido a parar su adorada patineta del Hombre Arana, sino mas bien por las chicas, incluso las mujeres. iQue no reine la confusion, por favor! {No llamen a la poli- cfa ni quemen el libro! Parece que es algo normal, aceptado por la ciencia médica y reconocido por padres, maestros, la ONU y la Organizacién Mundial de la Salud, sin olvidar al psicdlogo de Estéfano. Y debe ser verdad, porque no solamente le pasaba a Estéfano, sino a otros chicos de su edad, compaferos de la escuela, del barrio y del club. Incluso le pasa a Harry Potter en una de sus aventuras. Miren si sera un tema delicado que Harry no logra resolverlo ni con la varita magica. Pero nada de distraerse hablando de otros chicos, ni de hé- roes del cine, que a nosotros nos interesa Estéfano. Entonces vamos a concentrarnos en él, que es quien nos va a conducir a los otros protagonistas de esta historia tierna, triste y optimista. Dijimos que Estéfano habia comenzado a mirar chicas y mujeres. Si, ya no jugaba con la PlayStation mas que seis dias ala semana y no chateaba mas que dos horas por dia. El fitbol le importaba como siempre, pero si Boca no hacia un gol en los primeros veinte minutos del partido, se aburrfa y se iba a [12] Escaneado con CamScanner hacer otra cosa. Con el tenis le pasaba algo parecido, obviando el tema de los goles. Es que Estéfano estaba creciendo y cambiando sus gustos, sus inquietudes, sus prioridades. Y de pronto, de un dia para el otro, o quiz de una semana para la otra, comenzé a sentir una gran, enor- me, descomunal, incontenible curiosidad por el sexo opuesto, y a mirar chicas y mujeres en la calle, en las revistas, en la television, en Internet o donde estuvieran. ;Qué miraba exactamente? Bueno, eso ylo otro, lo que hace que una mujer sea atractiva. No me obli- guen a ser mas explicito, que esta novela es de amor. Mas alla de ese detalle, que no es poca cosa, todo estaba en su lugar. Mejor dicho, nada estaba en su lugar, porque el lugar de Estéfano y de su familia era la ciudad de Buenos Aires, y él y su familia estaban en Mar del Plata, de vacaciones. Y su mama gritaba otras cosas muy diferentes, pero con el mismo énfasis: —(Estéfano, levantate de una vez, que no vinimos a Mar del Plata para que tela pases durmiendo todo el dia! Y antes de bajar ala playa ordend tu habitacién, que después no encontras nada. iY no dejés tirada la patineta que alguien se puede tropezar! Varios gritos después, Estéfano se levantd, se lavé la cara y los dientes y bajé dos pisos por la escalera para buscar a Tomas eirala playa. Tomas era de Rosario, se habian conocido afios atras y se seguian viendo siempre y cuando coincidieran fecha y lugar de vacaciones. Si ambas familias iban a Mar del Plata al mismo tiempo, se alojaban en departamentos vecinos que pertenecian a sus respectivos abuelos, por lo tanto, Estéfano y Tomas pasa- ban mucho tiempo juntos. Si no se trataban por un tiempo, no se extrafiaban, pero no por eso se sentian menos amigos. Las dos ultimas vacaciones no se habian cruzado, y cuando se reen- [13] Escaneado con CamScanner contraron se vieron bastante cambiados, pero se acostumbra- ron al toque. El edificio de departamentos estaba frente a Playa Grande, y ellos iban y ven{an a su antojo, sin que los padres los vigilaran demasiado o los obligaran a transportar sombrillas, heladeras portatiles, comida, bebidas, diarios, protectores so- lares y todo lo que un turista puede llegar a cargar para estar media hora en la playa. Estéfano tocé el timbre del departamento de Tomas y espe- r6. Tomas aparecié en la puerta con mas cara de dormido que Estéfano, Le hizo sefias con la mano de que lo esperara en el pasillo y al rato salié de malla y ojotas, listo para la playa. —No te hice pasar porque habfa gente durmiendo en el sillén de la sala —le dijo Tomas a manera de disculpa, entre bostezos. Estéfano pensé que a Tomas le habfa cafdo un tio a ultimo momento, como habja sucedido otras veces. Ni por las tapas sospechaba la importancia que la persona que dormia en la sala ibaa tener en su vida. (14] Escaneado con CamScanner LAMALLA AMARILLA Era un dia espléndido, al igual que los anteriores. Era el tercero que pasaban juntos, dias soleados, no demasiado ventosos, ideales para estar en la playa de la mafiana a la noche. Fueron a la carpa que alquilaba la familia de Estéfano, dejaron las toallas y las ojotas, para salir disparados hacia el agua. Desde las carpas hasta la orilla habfa casi cincuenta metros de arena que ya comenzaba a arder. Para no quemarse los pies, y de alegres que se sentian, corrieron una carrera hasta el agua, que gané Tomas por centimetros. — Por qué no le dejaste tu cama a tu tio y dormiste vos en la sala, asi te quedabas mirando televisién hasta la madrugada? —le pregunté Estéfano. Seguramente porque Estéfano estaba agitado, Tomas no com- prendié lo que el otro le decfa, por eso no contesté lo que corres- pondia: que la que dormia en la sala era su hermana Daniela, que habia llegado tres dias después que el resto de la familia por mo- tivos que iremos conociendo a medida que esta historia avance. Nada mis pisar el agua, Estéfano se arrepintié. Ya no tenia ganas de bafarse. El mar parecia mas frio que de costumbre y hasta un poco mas sucio que lo deseable. En realidad, el agua estaba fria como siempre y un poco marrén porque Mar del Plata no es el Caribe, pero cambiar de opinién a cada rato era {1s} Escaneado con CamScanner otro de los sintomas de ese estado que tanta mala prensa tiene. {Como silos adultos pensaran siempre lo mismo! Toms se baiié en menos de un minuto. Salié del agua dan- do saltos para combatir el frfo y se sacudié el pelo al lado de Estéfano con la intencién de salpicarlo pero sin lograrlo. — De donde es tu tio? —le pregunté Estéfano. Y dale con el tio. En lugar de preguntar “jqué tio?”, Tomas le sefialé a dos surfistas medio chambones que se caian de sus tablas apenas se subjan. Olvidados del asunto de la persona que dormia en la sala, corrieron al bar, Esta vez llegé primero Estéfano, también por centimetros. Se sentaron en una mesa y se dispusieron a desayu- nar gaseosa y chizitos, que era lo que desayunarian cada dia de no ser por sus padres. Pero cuando se llevé el pico de la botella ala boca, Estéfano sintié ganas de tomar yogur. Para no parecer un ganso que cambia de opinién a cada rato, se tomé la gaseosa igual, y de dos largos tragos. Se quedaron en silencio un rato. Los dos surfistas se aparecieron por el bar temblando de frfo, y a pesar de que entre las olas no pegaban una, llevaban las tablas debajo del brazo con el orgullo de un cazador que hubiera cazado un rinoceronte en su primer dia. — Te gustaria surfear? —le pregunté Tomas a Estéfano, que no supo qué responder. No lo sabia, nunca se le habia pasado por la cabeza. Basté que el otro se lo preguntara para que le entrara una pasion in- gobernable por el surf. Apenas viera a su padre, le pediria que le compre una tabla. Se comprometeria a pagarla ayudandole los sdbados en jardinerfa y pintura de la casa y lavando el auto los domingos. Ya se imaginaba derrotando olas grandes, con su tabla stiper grande y su valentia extra grande. [16] Escaneado con CamScanner De tan grande que se volvié el suefio, no le entré mas en la cabeza y aproveché el grito de Tomés, “jvéley, véley!”, para abandonar el suefio del surf para siempre y dedicarse a depor- tes que ocupaban menos lugar en la imaginacién. Corrieron hasta la cancha de véley donde jugaban chicos de la edad de ellos, algunos conocidos de afios anteriores. A Estéfano el entusiasmo le duré un set, que perdieron 15-12. El segundo lo sufrié terriblemente, y su equipo perdié de ma- nera evidente por culpa de su notorio desinterés. 15-8. Era un papelén, y para colmo habfa dos chicas mirando. Estéfano se dijo que debia prestar mas atencién al juego, pero en ese mo- mento algo alteré su proyecto y su entusiasmo. Y su vida, para qué nos vamos a quedar cortos. Tanto se distrajo que se dejd meter un punto facilisimo de evitar con solo poner las manos. Las manos de Estéfano se abrieron como si estuvieran hechas de humo, y la pelota fue a dar a la arena, frente a sus pies. Se escucharon varios jbuuu...! y risas. Lo que distrajo a Estéfano fue una malla amarilla que pasé demasiado cerca de sus manos, de sus ojos, de su nariz, de su cuerpo todo. Una malla demasiado malla, demasiado amarilla, demasiado demasiado. Habria legado a olvidarse del surf, si no hubiera sido porque de ese sueno ya se habja olvidado hacia un buen rato. Abandonado el apasionante deporte del surf casi sin motivo, imaginense a qué rincén de su corazén y de su vida mand6 Estéfano el véley. Alla, de donde no se retorna. La malla amarilla, obviamente, contenfa a una chica. La chi- ca en cuestién, duefia de la malla asi como de todo lo que la malla contenja, era algo mas alta que Estéfano, de pelo oscuro y caderas anchas. No anchas hasta el punto de verse gorda ni 17] Escaneado con CamScanner desproporcionada, pero si mas anchas que cualquiera de las compaferas de la escuela de Estéfano. En realidad las caderas de la chica de malla amarilla eran adecuadas a su altura y cabian perfectamente en la malla amarilla. Y eran adecuadas a su edad, que Estéfano desconocia entonces, tema que se volveria bas- tante importante en su camino en busca del amor. En el cuerpo que contenja la malla amarilla habia tatuajes desparramados, pero Estéfano no estaba para tatuajes de tanta malla amarilla que tenia para mirar. ;Y pensar que a esa hora ha- bia gente subiéndose a una tabla de surf para intentar navegar olas que no querian ser navegadas! ;Y él pegindole a una pelo- tita, y con las manos, y para colmo para mandarla a cualquier lado menos adonde tenia que it La malla amarilla era una bikini, por lo tanto si contamos lo relativo a la parte de abajo, deberiamos contar lo de la parte de arriba. Bueno, no hay necesidad de explayarse sobre ese tema. Resumiendo, estaba a la altura —o quiza seria mejor decir an- chura u holgura o algo asi— del resto del cuerpo. Estéfano mandé la siguiente pelota directamente al agua. Como los amigos le reclamaron entusiasmo, mandé una a la zona de carpas y otra a la cara de uno de sus compaiieros de juego. Por suerte para Estéfano, el partido terminé en ese mo- mento, en parte porque él no hizo nada bien. 15-4. Un papelén mucho peor que caerse de la tabla de surf. Una de las chicas que miraba le dijo a uno de los compaieros de Estéfano, que parecia ser el novio: “Si querés ganar, no te juntes con jugado- res tan quesos’, Estéfano ni se enteré, porque sus sentidos estaban amari- Hentamente distrafdos. Sin decirle nada a Tomas, que andaba por ahi queriendo sumarse a otro equipo —légicamente sin [18] Escaneado con CamScanner contar con él—, Estéfano siguio a la chica de la malla amari- Ia, oa la malla amarilla que contenja a la chica, hasta que la vio doblar en un pasillo de carpas. Nunca supo si eligié en el pasillo equivocado, o si la chica de la malla amarilla caminaba demasiado rapido, pero lo cierto es que la perdié de vista entre las carpas. De tan atontado que estaba, pisé un pie. No habia manera de que lo evitara porque el pie estaba en el suelo y él tenia la cabeza —incluido sus ojos— en las nubes. El pie per- tenecia a una chica que estaba tomando sol de frente y con los ojos tapados con una revista Harper’s Bazaar. —Perdona —le dijo Estéfano sin prestarle demasiada aten- cién; sus ojos seguian buscando la malla amarilla en redoblado esfuerzo, uno mirando al sur y el otro, al oeste. —Bruto —le dijo la voz detras de la revista donde lucia Jen- nifer Lawrence en la tapa—. ;Por qué no mirds ad6nde vas? —Perdona —le dijo otra vez Estéfano, como si no se hu- biera ofdo ni siquiera a si mismo. ;Cémo habré estado que ni siquiera se distrajo con Jennifer Lawrence y su malla a lunares! Y siguié viaje detrs de la malla amarilla, a la que no en- contraria, al menos esa tarde. Mientras tanto, la chica que es- taba tomando sol se sacé la revista de la cara para ver quién era el salame que la habfa pisado, pero el sol le dio de lleno y la ceg6 por un instante. Estéfano ya se alejaba, sohando con que la malla amarilla hab{a rodeado las carpas y se le aparecia por detras, como queriendo darle una sorpresa, y que le tapaba los ojos para retrasar el momento de saltar a sus brazos. No era un mal suefio, porque al menos mientras sofaba no sufria la quemazon a la que sometia a sus pies en contacto con la arena ardiente. Nunca les encontré explicacién a las ampollas que le salieron al dia siguiente. [19] Escaneado con CamScanner La chica que tomaba sol recuperé la visi6n cuando Estéfano ya le haba dado la espalda. Su primera intencién fue insultarlo, pero habia gente cerca y no queria que la tomaran por una gro- sera porque eso le daba vergiienza, y la vergiienza, curiosamen- te, le hacia brotar urticaria en la espalda. Pensé en ponerse de pie y perseguirlo para obligarlo a disculparse més seriamente. Pero al fin de cuentas él le habia pedido perdén dos veces, y el pisotén no la habia lastimado, casi no habia sido un pisotén sino un tropezon. Se estaba por volver a poner la revista en la cara, pero antes miré otra vez la espalda de Estéfano, por si le volvian las ganas de insultarlo. “Me parece que a ese lo conoz- co’, se dijo sin precisiones. También la voz le habia sonado fa- miliar, “;Serd él?” Muerta de curiosidad, se levanté a perseguir a Estéfano, que caminaba tan rapido, que desaparecié antes de que ella pudiera alcanzarlo, Asi es esta historia. Todos persiguen algo que no desea de- jarse atrapar. Los surfistas, a las olas; Serafina, a Estéfano y Es- téfano, a la malla amarilla, que atin no sabemos qué perseguia, pero lo sabremos. Serafina, asi se Iamaba la chica que tomaba sol, volvié a re- costarse en su toalla luego de embadurnarse de protector solar porque, si llegaba a quemarse demasiado, le saldrian unas reac- ciones alérgicas horribles en las mejillas. Y por las dudas puso los pies lejos de donde pasaban los banistas, no sea cosa que otro salame como el que acababa de pisarla la lastimara en serio, Después de dos horas de busqueda, Estéfano dio por perdida la oportunidad de saber en qué carpa paraba la chica de la malla amarilla ni quién era. Estaba muy lejos de donde habia partido, en una playa que nunca habia pisado antes. Por un momento te- mid haber llegado a Necochea. Pegé la vuelta y se encaminé ala [20] Escaneado con CamScanner cancha de véley a buscar a Tomas. Incomprensiblemente, sintié ganas de jugar otro partido, pero a mitad camino decidié meter- se al agua, accion de la que se arrepintié apenas se mojé. Como dijo el griego Heraclito hace mas de dos mil afos: “Nadie se baiia dos veces en el mismo rio”, cosa imposible por- que el rio cambia y el que se baiia, también, y acd mucho peor, porque en lugar de rio hay mar, y el que cambia cambia tan rapido que no hay rio que lo alcance, ni con una bicicleta de seis cambios. [21] Escaneado con CamScanner SERAFINA Esa noche, Estéfano y Tomas fueron al cine del shopping a ver una de Iron Man, que era muy parecida a las anteriores, con la diferencia de que rompian autos nuevos porque los de las otras versiones habian quedado hechos un asco. El cine estaba repleto. Dos butacas adelante de ellos se senté un grupo enorme de chicas que no dejaron de hablar y de reirse todo el tiempo, para bronca de Estéfano, que cuando iba a cine queria paz, concentrarse en la pelicula y ofr el ruido de los pochoclos al ser masticados. En realidad el grupo no era enorme, era un grupo de tres chicas que hacian un ruido enorme. Una de ellas era Serafina. Estéfano dudé de que fuera la duena del pie que habia pisado esa tarde, Lo confundia que ella no tenia una revista Harper’s Bazaar en la cabeza, y ya no estaba toda embardunada de cre- ma y pegoteada de arena, sino que tenia puestos unos coquetos y enormes aros, Ilevaba el pelo atado a la nuca y usaba lentes (no tan coquetos, sino mas bien gruesos y negros). Ella no se dio cuenta de que él estaba detras, a dos butacas, y jamas se dio vuelta. Estéfano aproveché para mirarla, le gustaba observar el perfil de su cara iluminada por los centelleos de la pantalla y el pelo atado que se movia al compas de sus cabezazos. Serafina fue, de las tres, la que menos hab, la que menos se rid y la que mas se aburrié con la pelicula. Tanto que, por la mitad, [23] Escaneado con CamScanner les sugirié a las amigas que se fueran a tomar un helado y a cami- nar por la peatonal. El grupo revoloteé como palomas cuando les tiran mijo y salié del cine a una velocidad superior a la de Robert Downey Jr. cuando se presentan problemas en New York. Estéfano le dijo a Tomas que iba al baio y salio de la sala por Ja otra puerta. Las chicas ya habian ganado la calle Rivadavia, y en dos parpadeos de Estéfano estaban en la vereda de enfrente. El decidié regresar a la sala, atin le quedaba tiempo para ver diez explosiones mas y una camionada de muertos. Serafina gird y lo vio. Estéfano nunca supo que ella le levanté la mano porque ahora lo hab{a reconocido, No solo reconocié al salame que la habia pisado en la playa, sino también a un antiguo ami- go llamado Estéfano, igual que él. ;Qué casualidad, el amigo de Serafina se llamaba igual que él! ;No seria él? Qué duda. Si seniores, claro que si. Era él. Al ver que Estéfano volvia al cine sin responder, Serafina pensé muchas cosas diferentes —ya iremos viendo que pen- saba mucho—. Pensé, por ejemplo, que él no la habia visto debido al reflejo del vidrio. Pensé que él no la habia querido saludar. Pensé que él no era él. Pensé que era él pero que no la habfa reconocido, Pensé que se habia vuelto timido. Y también pens6 que era un reverendo salame. Digamos algo de Serafina. Ya que no podemos hablar de sus atributos anatémicos, como hicimos con la chica de la malla amarilla, porque apenas los tiene —atin no cumplié catorce—, diremos que habia sido fea y ya no lo era. Hasta los ocho aftos, habfa ido a la escuela con Estéfano. De ahi se conocian. En esa época, ella era el centro de las bromas mds crueles de sus compaiieros de grado, Claro, jpobre santa!, tenfa lentes de culo [24] Escaneado con CamScanner de botella, ortodoncia, las orejas como radares, era alérgica a todo, le salian sarpullidos y granos en la cara y en la frente, y se ponia colorada como tomate ante cualquier cosa, de timida que era. Una vez escuché a un chico que decia: “premio para el que besa al bi- cho’, refiriéndose a ella. Esa noche habia llorado hasta caer rendi- da. Después lo hablo con su mamé, que era una mujer bellisima, y su mami se habia limitado a buscar una foto suya cuando tenia la misma edad que la horrible y timida Serafina. Su mam, de chica, era tan fea como ella. —;Y como te volviste tan linda, mama? —le pregunté Se- rafina. —Mi amor —le dijo la mama —, las mujeres hacemos esos milagros. Deja que la naturaleza se encargue, y yo te prometo que vas a ser la chica mas linda de tu escuela. Y efectivamente, la naturaleza hizo lo suyo y Serafina se volvié linda, No digamos tampoco la mas linda de la escuela, a menos que vaya a una escuela donde de casualidad se con- centren chicas feas y ella se destaque. Pero era linda, con pecas en la nariz pequena, cara de inteligente, cuello largo, manos de dedos finos. Y ya no se ruborizaba sino en ocasiones muy es- peciales. Eso si, sarpullidos de alergia tenia a cada rato y por cualquier motivo. [25] Escaneado con CamScanner | ANIELA Presentada Serafina, volvamos a nuestros héroes masculinos. A esta altura de los acontecimientos, la historia podria se- guir asi, eternamente, dando vueltas sin rambo como dan vuel- ta sin suerte nuestros protagonistas, buscdndose sin encon- trarse, evitandose sin saberlo. Pero luego de Iron Man, Tomas invité a Estéfano a ver otra pelicula en la tele y a comer pizza a su departamento. Qué pelicula era, no tiene importancia. La pizza era napolitana, con tomates naturales, orégano disecado y aceite de oliva de oferta. Eran apenas las diez y media de la noche, no habian comido mas que pochoclo, hacia calor y los padres de Tomés saldrian a cenar afuera. Asi que Estéfano acepté. Menos mal, porque si no el dia siguiente hubiera sido otro desperdicio como el de hoy, con gente dando vueltas por la playa como pajarones, pisindose en la arena y jugando al voley con la destreza que ya conocemos. Estéfano fue a su departamento a avisarles a sus padres que cenaria y miraria una pelicula en lo de Tomas y bajé saltando los escalones de a tres. Golped a la puerta siguiendo el ritmo de sus saltos. Uno, dos y tres, jtrulala!, parecian decir los golpes. Detras de la puerta se oyeron voces y luego las voces se vol- vieron gritos: “;Abri vos!’, “|No, vos!”, “jSiempre yo!”, etcétera. La puerta se abrié y aparecié Daniela, la hermana de Tomas. [27] Escaneado con CamScanner Dieciséis anitos, y bien puestos en todos los rincones que algu- nos llaman curvas. Estaba vestida apenas con una remera que le llegaba a los muslos y mordisqueaba una manzana distrafda- mente, como una Eva moderna. Al fin se supo, jno era un tio el que dormia en la sala, era Daniela! Pero para qué la describo de nuevo si ya la conoce- mos. jEra la duefia de la malla amarilla y de todo lo que la malla contenja! Estéfano hubiera podido comprobarlo con sus pro- pios ojos si no hubiera sido porque estaban otra vez un tanto estrabicos. Asi como sus golpes en la puerta cantaban jtrulala!, los de su coraz6n parecian repetir jaleluya! Pero de su boca no salié una sola palabra. La lengua se le habia anudado y, cuan- do quiso sonreir, le broté de los labios un quejidito lastimoso, mitad tos, mitad lamento, parecido a la voz del cantante de Mi- randa cuando tiene gripe. Daniela lo miré primero como si Estéfano fuera el sodero, y después levanté los brazos —lo que hizo que la remera se le subiera un poco y que el estrabismo de Estéfano empeorara— y grité: —jEstéfan! ;Mi amor! Veni para ac, preciso, cuanto tiempo sin verte. ;Mira qué grande que estas! Estés hecho un hombre... Bla, bla, bla... y lo rodeé con sus brazos, lo estreché en su pecho de mujer de dieciséis aftos, y lo besé en cada mejilla, en la frente, y en la nariz. ;Mamma mia! Sivieran ustedes la cara de salame de Estéfano. Era salame de exportacién de puro cerdo engordado con caviar. Pero, ;c6mo era posible que Estéfano no se hubiera imaginado que la que dormia en la sala era Daniela y noun tio? Aca viene la explicacién. Estéfano no se acordaba de ella porque hacia cuatro afios que no la vefa, y eso en una vida de trece es mas de un 30%. [28] Escaneado con CamScanner Cuatro afos antes, ella tenia doce y Estéfano nueve, ella co- menzaba a mirar chicos y Estéfano estaba fascinado con la bicicleta de tres cambios que le habian regalado para el cum- pleafios. Pero, ;dénde habia estado Daniela todos estos afios? Estudiando, porque Daniela tenia la costumbre de no prestar demasiada atencién durante el afio escolar y luego debia ren- dir materias o recuperarlas fuera de clases. Los padres la cas- tigaban no Ilevandola a la playa durante todas las vacaciones 0, como ese afio, haciéndolo un poco mas tarde. La dejaban con los abuelos, estudiando. Por eso, habia llegado unos dias después que Tomas. Entre los brazos de Daniela, bien estrujadito en su pecho, Estéfano, siempre con cara de salame doble pechuga, record6 que en el pasado, cuando ella era una gordita narigona y dien- tuda y chillona, habian compartido juegos de chicos, helados, playa y una noche habian dormido en su habitacién, Tomas, él y Daniela, porque los padres de Tomas habian recibido un tio —ahora si— a ultimo momento y se habfan quedado sin lugar. La naturaleza habfa hecho su trabajo no solo en Serafina, sino también en Daniela. Claro que Estéfano no podia llegar a semejante e inteligente conclusién ni evaluar la intromisién de Ja naturaleza en su vida, por un lado porque estaba muy embo- bado y por otro porque no leyé nada de todo esto. Para saberlo tendra que vivirlo. Qué podemos decir de Daniela que no sepamos ya? Era lo que los abuelos y los padres Ilaman una chica rebelde. Desde los trece en adelante habia cambiado de personalidad cada tres meses, pasando por casi todas las categorfas obvias, y otras no tanto: habia sido soft punk, alter pop, cutre folk, ghotic girl, after [29] Escaneado con CamScanner gore, ricotera, under hippie, sin olvidar sus dias de rolinga, de hipster y de muppie, y algunas otras que no vienen al caso por- que ya expiraron. No le gustaba estudiar, aunque no le faltaba inteligencia, y a los dieciséis afios, edad en la que fleché a Esté- fano, ya cargaba con tres piercings y cuatro tatuajes. Como verin, nuestros protagonistas son gente comtin, de esa que uno se encuentra en la calle de cualquier ciudad a cualquier hora. Obviamos, por razones de espacio y de tiempo, quién es quién en cuanto a padres se refiere, porque si no esta novela, que intenta ser ligera y divertida, aunque no exenta de romanticis- mo del bueno, se volveria un mamotreto digno del siglo x1x. De los padres, sabremos lo indispensable. Tampoco al pobre Tomas le prestaremos toda la atencién que se merece. Es que bastante trabajo da ocuparse de la suerte de estos enamoradizos jovenes. Daniela, después de saludar a Estéfano, desaparecié. En toda historia siempre hay un momento en que el autor dice algo asi como: “este es el momento en que todo cambis para siempre’. No- sotros no lo vamos a decir, al menos ahora, porque ese momen- to existe en esta historia tantas veces que estariamos repitiendo la misma frase a cada rato. Pero cuando Daniela volvié a los dos minutos con un jean negro que le quedaba como dedo al anillo, o anillo al dedo, o el proverbio que fuera, Estéfano supo que ya no le interesaba la malla amarilla, sino lo que la malla amarilla conte- nia. Como idea era bastante tonta, y como chiste, ni para colgar en Facebook, pero era el tipo de ideas que Estéfano podia tener en ese momento, de bobo que estaba. Para colmo, Daniela, en un arrebato de carifio, o de alguna cosa que Estéfano no se hubiera animado a mencionar porque no queria tartamudear delante de [30] Escaneado con CamScanner ella, se sent6 a su lado a mirar la pelicula y le rode6 el cuello con el brazo, apoyandole la cabeza sobre el hombro, eso ahi y lo otro alla. {Qué pelicula vieron? Estéfano nunca lo supo. Quiz El Enigma del Jean Negro o Las Aventuras de Cara de Ganso. Daniela se durmié en mitad de la pelicula sobre el hombro de Estéfano, que parecia estar posando para estatua de précer. Podia haber concursado como una de esas horribles estatuas vivientes que hay en las plazas. En la otra punta del sillén, Tomas arremetia contra la gaseosa y la pizza, sin despegar los ojos de la pantalla, ex- cepto para hacer a un lado los pies de Daniela, que le molestaban. Daniela gird y se acomodé como para dormir toda la noche. Incluso ronroneé, como hacen los gatos cuando estén cémodos. Estéfano empez6 a sofocarse, aunque afuera el frio viento marino sacudia la malla amarilla colgada del tendedero, que parecia indi- car precaucién, a la manera de las banderas de los banistas. Esta parecia decir: “;por qué no volvés a jugar con tu patineta en lugar de querer sumergirte en este mar sin saber nadar, Estéfano?”. Daniela comenzé a sufrir también el calor de la proximidad de los cuerpos, y giré una vez y otra vez, buscando alivio. No satisfecha, se enrollé la remera hasta dejar al descubierto parte de un tatuaje que reproducia el cuerpo de un basilisco (de su época grunge metal), que tenia a la altura de la panza. Y no solo eso, sino que mostré otra terrible realidad: tenia desabrochado el botén del jean. Incompleto, el basilisco reptaba por el ombli- go de Daniela, quizd buscando volver al libro de mitologia de donde habia escapado. Cualquier chico en el lugar de Est¢fano hubiera estirado el cuello un poco, al menos para saber de qué lado del tatuaje —y del cuerpo de Daniela, es decir: ;dentro de la remera o del pantalén desabrochado?— estaba la cola del [31] Escaneado con CamScanner basilisco y de qué lado la cabeza. Pero Estéfano no lo hizo, por- que como un caballero del tiempo del faupa cerré los ojos para no mirar, accién que sus amigos nunca comprendieron y que utilizaron para burlarse de él durante anos. iCémo terminé esto? ;En romance de verano, quiz4? ;En declaracién de amor? ;A los besos? ;Con el basilisco cobrando vida y mordiendo a Estéfano? ;En térrida pasion adolescente? No, sefiores. Soné un timbre, Daniela se desperez6, atendié el portero eléctrico, se puso las zapatillas y salié por la puerta de calle sin decir ni chau. Escaneado con CamScanner ESTEFANO Es hora de que sepamos un poco mas de Estéfano, porque a Daniela y Serafina ya las conocemos lo suficiente y lo que falta vendra en su momento. Bien, de Estéfano ya sabemos lo mucho que lo alteraban la malla amarilla o el jean negro de Daniela. En realidad, lo altera- ba Daniela, como antes otras chicas, incluso mujeres, en situa- ciones muy diferentes y diversas. No lo podia evitar. Ya dijimos que, al fin de cuentas, era natural, y que a Estéfano le faltaban dias para cumplir catorce afios, edad a la que sus propios pa- dres se habian puesto de novios. De golpe, Estéfano dejé de preocuparse por la suerte de la herofna de Creprisculo y empezé a mirar a las hermanas y mamas de sus amigos. Por si hace falta, aclaremos que las madres de sus amigos eran mujeres muy jévenes, deportistas, bronceadas y alegres. Hubo una mami, sobre todo, la mama de Ramiro, que cumplia todos los requisitos que mencionamos antes y que, de pronto, pasé de ser la buena sefiora que le preparaba la leche cuando estaba estudiando con el hijo a ser una mujer que lo alteraba cuando revoloteaba a su alrededor vestida con ropa corta, transparente y descalza, con el pelo suelto que olfa a uva. Para colmo, un dia, la mama de Ramiro, vestida como di- jimos, se interpuso entre Estéfano y la tremenda luz que en- [33] Escaneado con CamScanner traba por una ventana, perspectiva que le permitié a nuestro héroe ver el contorno e intuir el interior de una mujer como nunca antes, a la manera de esas enciclopedias con dibujos que te muestran el interior de barcos, piramides 0 teatros. Quiz el estrabismo de Estéfano comenzé alli. La fasci que sintio por Pepa, la hija de una vecina que lo ayud6 a prepa- én por la mama de Ramiro fue suplantada por la rar una materia. Aca la cosa empeord, porque Pepa tenia quince y, como sabia el efecto que causaba sobre Estéfano, le hacia una tras otra. La maxima fue cuando salié del bafio, apenas cubierta por una toalla diminuta, mientras Estéfano estaba estudiando Egipto, 0 los vertebrados... Da lo mismo, porque el presente se nublé y todo fue una sola cosa: Pepa —un vertebrado, al fin y al cabo—, semidesnuda, caminando frente a sus ojos como Anubis rediviva. Cuando flashe6 con Pepa ya tenia trece, edad a la que algu- nos amigos suyos se ponian de novios, asi que Estéfano evalué la posibilidad de decirle a Pepa que le gustaba e invitarla a sa- lir, La verdad es que, si ella le hubiera contestado que si, él no hubiera sabido qué tren tomar para huir, pero lo cierto es que pensaba que ella lo iba a mandar a freir churros. Al fin, no le dijo nada porque por esos dias Pepa se puso de novia con un pibe de diecinueve que le llevaba dos cabezas a Estéfano y era de la barrabrava de Chacarita. Aun hoy, Estéfano no sabe con certeza si Egipto queda en Egipto o en Chivilcoy. Aquella noche que Pepa se habia mostrado escasamente vestida frente a sus ojos, Estéfano habia trabado la puerta de su habitacién con una silla y se habia parado frente al espejo. Sacé misculos, hizo morisquetas, calculé su altura con una regla de la escuela, contd los pelos nuevos que tenia repartidos por el cuerpo, se imaginé a los catorce, a los quince, a los veinte. El (34] Escaneado con CamScanner balance fue bastante desalentador, sobre todo porque, a pesar de que se imaginé adulto, atin tenia trece, edad insuficiente para conquistar a Pepa. Ahora sigamos con la noche en que Estéfano y Daniela vol- vieron a encontrarse, después de cuatro afios. Daniela se fue. Tomis insistié en que se quedaran viendo televisién, pero Es- téfano decidié irse a dormir. Tenfa muchas cosas con las que sofar y preferia tener una larga noche por delante. Antes de acostarse, se volvié a parar frente al espejo, pero el espejo de su habitacién de veraneo le permitia verse solo por partes, y yano insistid, porque temia que el resultado lo entristeciera mucho. Se lavé los dientes, se puso el pijama y se acosté. No hizo otra cosa que dar vueltas en la cama durante mucho rato. Se quité el pantalén del pijama pero sintié frio. Se puso el pantalén y se quité la remera. Luego volvié a ponerse el pijama completo. Su cuerpo y su mente no se ponian de acuerdo. Se levanté y volvié a insistir con el espejo. Hizo malabarismos para verse por completo. Entonces se desnudé totalmente. Y como no nos corresponde estar espiando esto, y para no correr el riesgo de decir frases vacias y hasta tontas, y ademas por respeto a nuestro amigo, lo vamos a dejar a solas con sus cosas. + Escaneado con CamScanner tVOS YA SURFEASTE? Esa madrugada llovié y el dia amanecié frio. Estéfano durmié hasta el mediodia. A la tarde, después de un obligado viaje de com- pras al supermercado con sus padres, se subié al auto de los papas de Tomas para ir a un recital al aire libre que La Mosca daba a po- cas cuadras de alli. Se habia prometido no preguntar por Daniela y se sintié muy orgulloso de poder cumplir su promesa. Era un acto heroico, muy superior a surfear o ganar partidos de véley. Su mente estaba ocupada por otras muchas cosas, algunas muy personales, tan personales que ni nosotros las sabremos, y eso que llegaremos a saber mucho de Estéfano. La verdad es que Estéfano tenfa en la cabeza tal ensalada de preguntas sobre el amor, el cuer- po, el sexo, la pubertad, la adultez, el miedo y el futuro, que corria el riesgo de que la cara de pavo le quedara para siempre. En tanto, Tomas miraba por la ventana y parecia en otro pais. En realidad estaba pensando, peligrosamente emociona- do, en una vecina de Rosario. Hasta que Estéfano lo desperté con una pregunta, mejor serfa decir: una media pregunta. —Tomis, vos ya...? —y Estéfano no pudo seguir porque un pedazo de palabra del tamaito de un raviol se le atraganté enla glotis. — ;Yo, qué? —grité Tomés, algo distraido. A Estéfano, le parecié que el padre de Tomas los estaba [37] Escaneado con CamScanner espiando por el espejo retrovisor, haciéndose el espia ruso, asi que cambié de tema. —Si ya compraste la entrada para ir a la cancha. —No, no tengo ganas de ir a la cancha, si juegan todos su- plentes —dijo el otro, atin sin comprender. Mejor que estaba en Mar del Plata y la vecina de Rosario no lo veia asi, tan corto de entendederas, porque sino jni ahi le iba a dar bolilla! Estéfano dejé pasar un rato y, cuando estuvo seguro de que el padre de Tomis tenia todos los sentidos puestos en manejar, se acercé a su amigo y le hizo la pregunta al oido. —Si, claro —contesté Tomas, con tanta seguridad que Es- téfano se dio cuenta que mentia. —;Claro qué? —pregunté el padre, queriendo hacerse el amigote cool. —Nada —dijo Estéfano—. Le preguntaba si ya sabia surfear. — 2 vos ya surfeaste, Estéfano? —pregunté el padre. —Uff... —dijo Estéfano e hizo un gesto con la mano en el aire, como diciendo: “Un montén, no hay ola que se me resista’. Silencio. Tiempo que pasa. Autos a los costados. Bocinazos. Las preguntas se seguian agolpando, pero ahora en la cabeza de ambos. Por culpa de Estéfano, Tomas también tenfa una ensalada en la cabeza. Como el padre se dio vuelta sospechando algo raro, los dos se pusieron a hablar al mismo tiempo, pero no de los mis- mos temas: nombraron a Riquelme, a Diego Torres, a Batman y a Shakira lo mas panchos, queriendo sonar como chicos de mundo y como silos cuatro tuvieran algo en comin. Era tal la confusion, que el padre de Tomas prefirié poner la radio a pesar de que daban una mala noticia tras otra y anunciaban a todo volumen un recital de Los Sultanes frente al casino que prometia ser espantoso. [38 Escaneado con CamScanner —Yo empecé alos doce... —le dijo Tomas al ofdo, cuando el otro menos se lo esperaba porque estaba tratando de enten- der qué tenian que ver Riquelme con Gattibela—. Bueno, esta- ba por cumplir trece —aclaré. —Eso fue hace apenas un aio. Tomas hizo cuentas. Era verdad. “;Cémo pasa el tiempo!”, se dijo. —;Por qué preguntas? —quiso saber Tomas. —Por nada. Anoche me quedé viendo una pelicula donde un chico de trece se enamora de una de quince, y me atacé la curiosidad. —2Y cémo termina? —No sé, porque me dormi. Era un plomo —dijo Estéfano con aire de “uff, todo lo que decfan yo ya lo sabia de pe a pa’. —2Y vos? —pregunté Tomas al ofdo de Estéfano. —Uff, hace mucho. Yo también tenia doce, casi trece. Warning. La situacién no dejaba de ser curiosa, porque ambos estaban mintiendo y ambos sabjan que el otro mentia. Pero Estéfano no podia detenerse, sentia una gran necesidad de continuar, de ser creible. Ya no le importaba que el papa de Tomas estuviera oyendo, aunque el papa de Tomas estaba mas bien preocupado por un volcan que habia entrado en erupcion en Kimislandia, pais que nunca habia oido nombrar antes. —... una chica que conoci en una fiesta de cumpleanos —dijo para terminar. — Era linda? —Si, tipo Luisana Lopilato, pero morocha. ‘Tomas prefirié dejarlo mentir, asi iba a poder mentir él mas facilmente, y alo grande. Escaneado con CamScanner —2Qué te dejé hacer? —pregunté, més curioso por saber cémo iba a salir el otro de su cuento que por el cuento mismo. —Uff... De todo. Tomas sacudié la cabeza como hacia su abuelo cuando se referfa a Daniela y decia: “estas chicas de hoy”. Estéfano tam- bién sacudié la cabeza, pero al ritmo de una porqueria de can- cién de Los Sultanes que pasaba la radio. Cuando se dio cuen- ta, dejé de hacerlo. La ensalada en su cabeza ya estaba bien revuelta, pero no por eso él entendia mejor las cosas. —Si, a mi me pasé algo parecido —dijo Tomas, decidido a no quedarse atras. —;También era una tipo Luisana Lopilato? —No, a mi también me dejé hacer de todo. Uff... Era una piba de la escuela. Tipo tenista, gviste? Como Scarlett Johansson, pero también morocha. Y ahora fue Tomas el que se embarcé en un relato digno de Las mil y una noches y contd, con lujo de detalles, como era el cuerpo de la tipo Scarlett Johansson porque a la verdadera Scarlett Johansson se la sabia de memoria, de tanto mirar un poster que tenia en la habitacién. —... pero morocha, jviste? La verdad es que la experiencia mas sofisticada que habian tenido ambos no excedia de jugar al doctor con una prima. Y eso habia sucedido hacia mucho, mucho tiempo. Ninguno de ellos habia tenido novia y jamas una chica los habia besado en los la- bios. No porque no fueran lindos pibes. No eran unos bombo- nes, por los cuales las chicas suspiran en los rincones, pero eran bastante altos para tener trece, y si bien eran timidos, no hasta el punto de perder el habla frente a una chica de su misma edad. [40] Escaneado con CamScanner Tomas era rubio y de pelo ensortijado. Lo mejor que tenia era el pelo; lo peor: era un poco chueco y tenia voz de pito, que se le irfa al ano siguiente. Estéfano era mas alto y sufria un poco de acné juvenil, ademas de las orejas un tanto hacia fuera. Mas alla de eso, estaban en condiciones de enamorar a cual- quier chica de edad adecuada para ellos. El problema es que Esté- fano queria enamorar a una bastante mayor, jy llena de tatuajes! 41) Escaneado con CamScanner LIMON Y CHOCOLATE La conversacién podria haber durado horas, tantas como la capacidad de fabular de ambos, pero el papa de Tomas ya esta- ba estacionando el coche y los dos aprovecharon para dejar de hablar, y de paso dejar de mentir. El recital era frente al Torreén. Los chicos aprovecharon que atin no habia demasiada gente y se ubicaron a pocos metros del escenario. Estaban en silencio, seguramente porque habian hablado demasiado. También es posible que ambos estuvieran disgustados por haberse embarcado en mentiras inutiles. Qué tenia de malo decirle a un amigo que atin no, que ya llegaria, que no hubo en sus vidas ni una Luisana Lopilato ni una Scarlett Johansson, ni rubias ni morochas? Pero no seamos severos con ellos, que lo unico que tratan es de responder de alguna manera, aunque sea errénea, al dificil arte de soportar esa “edad dificil”. Los mtsicos de La Mosca estaban probando los instru- mentos cuando Estéfano sintié que le tiraban de la manga de la campera. No, no era una tipo Luisana Lopilato; era Serafi- na, que habia bajado de un remis y lo habia visto a Estéfano entre la gente. Ya no lo encontraba tan salame como la noche anterior. Iba acompanada de las dos amigas de siempre, de las que tampoco nos ocuparemos demasiado, aunque una de ellas seria fundamental en la resolucién de esta aventura romantica. [43] Escaneado con CamScanner Por un momento Serafina dudé en ir a saludarlo. Podia no ser el chico que ella crefa, o quiz lo era pero no se acordaria de ella. Al fin se dijo —lo que soné a excusa— que él todavia le debia una disculpa por el pisotén del dia anterior, Y para auto- convencerse, se froté el lugar donde Estéfano la habia pisado, pesar de que no le dolia nile habia quedado una marca. Serafina se acercé, le tiré de la manga de la campera y espe- ré. El primero en darse vuelta fue Tomas, que no la reconocidé porque nunca la habia visto antes. Luego se dio vuelta Estéfa- no, que tampoco la reconocié. Es que ahora la tenia a pocos centimetros de su cara, en una perspectiva nueva. Ya la habia visto de playa, con una revista en la cara, y de noche, pero de costadito. Ahora la tenia bien de frente. Y ella estaba, otra vez, algo cambiada, con el pelo suelto, diferente ropa, sin los ante- ojos de la noche anterior. — {Te acordas de mi? —pregunté Serafina ante la cara de desconcierto de él, que amenazaba con volverse retrato de un salame. —De la playa, ;no? —le contesté Estéfano, mientras trata- ba de recordar, Eso enojé a Serafina, que esperaba otro recibimiento. —jAyer me pisaste y todavia me debés una disculpa! —dijo, mientras volvia a tocarse el lugar de la pierna donde nunca tuvo una lastimadura. —Te pedi disculpas dos veces —tartamuded Estéfano; ahora si se acordaba de quién era. Mejor, porque la otra estaba engranando de tal manera, que era capaz de gritar mas fuerte que la musica que salia de los parlantes. — iY a mi qué me importa! —le dijo ella. —Bueno, no te enojes, ayer no te vi. [44] Escaneado con CamScanner —jQué me importa el pisotén! —Lo que pasa es que yo... —intenté aclarar Estéfano, cuando comprendié que ella ya habia dejado de lado el tema del pisotén, aunque no sab{a a qué se referia. —iNo te acordas de mi, salame? Dio media vuelta y se volvié con las amigas. Si hubiera te- nido una bufanda, se le habria enrollado con dos vueltas en el cuello de tan veloz que fue la media vuelta. La Mo: con otra mis facilonga, como si no supieran otra cosa. Y todo ca arrancé con una cancién facilonga y luego siguid el mundo bailaba, tarareaba, movia las manos o la cabeza, in- cluido el papa de Tomas, aunque muy descoordinado. Todos parecian contentos, pero en el recital habia dos seres incémo- dos: Estéfano y Serafina. Entonces, con la caballerosidad que le conocemos y que sus amigos nunca valoraron adecuadamente, Estéfano se dijo que no le quedaba otra opcién que ir a hablar con ella. En ese momento, La Mosca arrancé con la mas intelectual de sus canciones, la que dice “todos tenemos un amor que nos complica la vida’, y Estéfano pensé que hablaba de él. Tomas pensé lo mismo; las amigas de Serafina, también; Serafina, también, y seguramente las ochocientas personas que habia escuchando, también. Estéfano no sabia cémo acercarse, con qué cara y con qué ex- cusa. En realidad bastaba con que le dijera: “disctilpame, pero no me acuerdo de vos’, y Serafina hubiera comprendido. Pero luego del enojo de ella, no se animaba a ir asi, con las manos vacias. Asi que le compré un helado. Vean qué facil, un heladito de veinte pesos —que a decir verdad es bastante caro para una bochita mi- [45] Escaneado con CamScanner serable— de chocolate y chau enojo. Y no solo eso, sino que las amigas de Serafina, cuando lo vieron venir haciendo equilibrio con un helado en cada mano, una chorreada de chocolate y la otra, de limén, se quedaron con la boca abierta y lo compararon con Nicolas Cabré y Benjamin Vicuiia. Y todo por veinte pesos. La que tuvo que abrir la boca también, al menos para comerse el helado, fue Serafina. Y para demostrar que ya no estaba enoja- da, se comis el de chocolate, aunque le daba urticaria de la peor. Estéfano se comié el de limon sin decir que lo habia comprado para ella, que para él habia pedido chocolate. Lo que pasa es que, al ofrecerle el helado, habia estirado la mano equivocada, y cuan- do quiso corregirse, ella ya tenia el helado en la boca. Después de verla enojada, no quiso darle otro motivo para que le gritara. |Qué importaba tener que comerse un asqueroso heladito de limén! La Mosca arrancé con “Yo quemaré tus cartas...”. —No te acordas de mi, ;verdad? —le dijo ella. —Me parece —No adivines. $¢ que no te acordas de mi. Es légico, si hace como cinco afos que no nos vemos. Estéfano hizo cuentas, porque en matemiticas era bueno. Cinco aftos era mas del 33% de su vida. Las cosas que habian pasado en cinco anos. Uff... Le habian robado la bici de tres cambios, se le habia quemado el rigido de la computadora, se le habia perdido la pelota firmada por Palermo que le habia regala- do su tio, habia muerto su abuela, su prima Raquel se habia ido a vivir a Canada, se habia mudado de casa, su papé habia cambia- do de auto, su mami habia dejado el trabajo en la escuela. —Cinco afos es mucho tiempo —dijo Estéfano lengiie- teando el helado y tratando de no poner cara de asco—. ;Te gusta el chocolate? [46] Escaneado con CamScanner — Si, esta muy bueno —contesté Serafina, aunque que sen- tfa como le iban brotando granos en la cara a medida que iba comiendo. —Bueno, gme vas a decir de dénde nos conocemos? —Colegio Libertador San Martin. “Como si tuviera poco en qué pensar’, se lamenté Estéfano en silencio, con el lugar que ocupaba la imagen de Daniela de malla amarilla o de jean negro en su cabeza, todavia venia esta “Qué me importa el colegio ese, si alli nunca me gusté ir, si siempre me peleaba con todos, sila tinica amiga que tuve alli era una flaqui- ta feisima de la que todos se burlaban, y que yo defendia como si ella fuera la Cenicienta y yo el Zorro, si lo tinico que quise, gritona a obligarlo a concentrarse en cosas viejisima: después de un cambio de grado en que la flaquita no aparecid, era ir a otra escuela, y tanto les insisti a mis padres, que al ano siguiente me llevaron a la escuela donde sigo atin, porque si no hubiera sido por la flaquita feisima, de granos y lentes de culo de botella, yo hubiera ido siempre a la misma...” —jSerafina! Menos mal. Asi nos ahorramos otro dia de vueltas y de pi- sotones en la arena. —Estds muy cambiada. —Vos no tanto, mas alto, —Y, ya tengo trece, casi catorce —dijo él y la imagen del basi- lisco que Daniela tenia tatuado en una zona peligrosa del cuerpo se le aparecié con toda su prodigiosa dentadura en primer plano. —Yo también, ganso —dijo Serafina. Quiza con un helado de chocolate, Estéfano podria haber Hegado a hacer comentarios mas inteligentes, pero parece que el lim6n frio le paralizaba las neuronas. Como comprendié que Escaneado con CamScanner estaba diciendo una sarta de tonterias, hizo el silencio equiva- lente a dos lengiieteadas, tiempo que aprovecho para evocar la imagen de Serafina que guardaba en su memoria. Sabia que, a partir de ahora, la reemplazaria la imagen de la Serafina que tenfa enfrente, como cuando se actualiza un archivo, y eso le causaba una tristeza indefinida. La fea Serafina de ocho anos era uno de los recuerdos mas lindos de su corta vida. De bron- ca, mordié el cucurucho, que tenfa peor gusto que el helado. Era el sabor de la realidad. —2Y los lentes, y el aparato de los dientes? —le pregunto. A medida que Serafina hablaba, Estéfano sentia como la imagen de la otra Serafina desaparecia. Recordaba la mirada de ella, sus ojos negros y grandes como galletitas, que no habjan cambiado en nada, clavados en él. —Me sacaron los aparatos a los diez. Y uso lentes de con- tacto desde hace mucho. —No siempre, porque anoche no los tenias. —Entonces me viste en el cine. Stop, warning y tilt. Estéfano no supo qué contestar. Claro que la habia visto, pero no sabia que se trataba de su ex amiga Serafi- na. Entonces la estaba mirando por alguno de estos dos motivos: a) queria volver a pedirle disculpas del pisotdn; b) le gustaba. La confusién que lo atacé fue tan grande, que casi se compra otro helado de limén. A duras penas se respondid: a) “pero si yale ha- bia pedido disculpas dos veces”; b) “pero ami me gusta Daniela’. Y hubo incluso un c): “jatin no tuve novia y ya soy bigamo?”. —Mira qué curioso —fue todo lo que se ocurrié decir—, a mi me pusieron ortodoncia a los diez —y le mostré los dientes como propaganda de dentifrico. [48] Escaneado con CamScanner En tres canciones de La Mosca se pusieron més 0 menos al dia sobre lo que habia pasado en esos largos cinco afos. Entre otras cosas, Estéfano supo que Serafina habia dejado la escuela de Buenos Aires porque su papa habia conseguido un trabajo en Mar del Plata, donde vivia desde entonces. Estéfano le con- té también hechos importantes, entre ellos: que durmié con la luz encendida hasta los diez afos, que su patineta del Hombre Araiia era de un primo que se la habia olvidado en su casa, que habia sofiado una vez con ella y que siempre la habia creido tartamuda. Seria por los aparatos —se defendié Serafina. —Seguramente, porque cuando yo los tuve, me costaba hablar. —Es feo, no? —Muy feo. —Seseabas? —AI principio. —Y se burlaban de vos? Serafina dijo esto casi enojada, con cara de la misma Serafi- na que lo habia mandado a pasear cuando él no la habia reco- nocido. Estéfano comprendié que era una queja por las burlas sufridas en la escuela. —Pero yo nunca me burlé de vos. —Es verdad, pero cada vez que me acuerdo de las bromas que me hacian esos tontos me dan ganas de... —No te pongas asi. {Si vieras qué feos se volvieron los que te burlaban! Estéfano le conto el presente los que habia seguido viendo desde entonces. Uno tartamudo; el otro, orején; la otra, lena de granos; la que entonces se creia linda ahora tenia nariz de pelicano. Al ver que Serafina se refa como loca, comenzé a exagerar como [49] Escaneado con CamScanner cuando dijo haber salido con una tipo Luisana Lopilato morocha, pero ahora estaba disculpado: lo hacia por una buena causa. —Ninguna de todas las chicas de ese curso esta tan linda como vos... Stop, warning y recontrawarning. A Estéfano se le habia esca- pado una idea que ni siquiera se le habia cruzado por la cabeza. Es decir que sus neuronas pensaban sin él, sin su autorizacion. Si nunca habia pensado que ella era linda, gpor qué lo habia dicho? ;Seria el efecto del helado de limén? ;Seria que el cu- curucho estaba envenenado con el suero de la verdad? Pero no era verdad que a él le gustaba Serafina. :O si? Serafina hizo como si nada, como si lo que le habia dicho Estéfano fuera lo mas natural del mundo. La verdad es que sus padres y los tfos le decfan que era linda, pero nunca se lo habia dicho un chico asi, de frente, con tanta naturalidad. Vean qué curioso, ella pensé que Estéfano era un hombre de mundo, un tipo con calle, un aventurero, un conquistador, un galin. En parte eso la alegré, pero en parte no, porque pensd que él les andaba diciendo a todas que eran lindas. Y después se enojd mas, porque se le ocurrié que Estéfano les andaba regalando helados a todas. “Qué mujeriego”, se dijo con bronca. Claro que luego cambiaria de opinion muchas veces, ya lo veremos. Serafina, que cuando se enojaba era capaz de quedarse en si- lencio dos dias, para no decir nada de lo que pudiera arrepentit luego, se puso tararear la cancién que La Mosca estaba tocando, que se parecia mucho a la anterior, y el tarareo era igual. “Mejor”, se dijo, “porque si uno se aprende un tarareo, se los aprende todos.” Estéfano, en tanto, se chupaba el dedo gordo de la mano sucio de lim6n. El gusto del limén fue un momento de certi- dumbre ante tanta confusion. Serafina aproveché para mirarlo. [so] Escaneado con CamScanner La verdad, no era feo para nada. Esta bien que ella usaba lentes y que por esos dias ten{a los ojos un poco irritados por la arena de la playa, y que el chocolate seguramente le habia causado sarpullido en las corneas, pero aun asi, Estéfano, en los cinco anos que habjan pasado sin verse, se habia vuelto bastante lin- do. “Lastima que sea tan mujeriego’, se laments. Y eso que él no le habia contado la aventura con la tipo Luisana Lopilato. jPensarian sus amigas igual que ella? Giré como para con- sultarlas a la distancia, porque con mirarlas a la cara sabria lo que opinaban, pero las dos amigas le daban la espalda, obsesio- nadas como estaban mirando a dos surfistas que doblaban en tamano a Estéfano y tenian media docena de afos mas que ¢l, y que ademés no se chupaban el dedo. —Esta bueno La Mosca, :no? —dijo Serafina como para salir del paso, y apenas lo dijo se dio cuenta de que La Mosca no le gustaba nada. —La verdad es que no me gusta mucho... —replicé él—, pero sia vos te gust... —La verdad que no... La Mosca les empezé a sonar como un moscardén de ve- rano. Si los hubieran dejado elegir, habrian deseado escuchar alguna de esas canciones romanticas pavas que canta Luis Mi- guel, incluso uno de esos bodriazos de Arjona, que no seran mejores pero al menos son mas exigentes de tararear. Pobres amigos nuestros, no sabian como seguir, ni sabian qué decir, ni qué hacer, ni cémo moverse. No sabfan que habia un cami- no, un abismo, que debian cruzar y que no habia manera de evitarlo. Otra vez la naturaleza, sefioras y sefores, que parece encargarse de todo, tarde o temprano. Escaneado con CamScanner Pero dejemos que la historia cuente su verdad. Lo que suce- did a continuacién fue que las manos se rozaron de casualidad. Y entonces un millon de sensaciones nuevas pasaron por las cabe- zas de ambos: eran pensamientos oscuros y luminosos a la vez, bellos y escabrosos, limpios y sucios, perfectos y deformes. Era la vida que se manifestaba, desbordante de cosas que no siempre se amalgaman, como no se amalgama el limén con el chocolate. Serafina traté de reaccionar con cualquier comentario, pero no logré escapar al influjo del momento: —Anoche vila pelicula Maria Antonieta. ;Sabés que la obli- garon a casarse cuando tenia 15 anos? —Ahi —dijo él. Quiza él habia estado viendo la misma pelicula, pero sin en- terarse, de cerca que estaba Daniela con su jean negro. —Una prima mia se cas6 a los 18 —dijo, por decir algo. Otro silencio engorroso. Ambos se alejaron un paso hacia los costados para no volver a tocarse y sufrir eso que no sabian cémo controlar. Ella comenzé a sentir que la remera que habia comprado el dia anterior le quedaba dos ntimeros chica. A él le parecié que los dedos de los pies querian salirsele de las za- patillas, Ella se encontré gorda. El creyé que le habia salido un grano en la nariz. A destiempo, se tocaron los dientes por si el dentista se habia olvidado de sacarles algtin alambre. De paso, comprobaron que no tenjan mal aliento. —Bueno, me voy —dijo ella, aunque queria quedarse. —Yo también me tengo que ir, me espera Tomas —que es- taba lo mas entretenido con el recital. La Mosca, a pedido del publico, volvié a cantar: “todos te- nemos un amor que nos complica la vida...” Escaneado con CamScanner {Seri verdad? 3Es posible que una cancidn estipida diga una verdad tan profunda? ;Y si en lugar de un amor tenés dos amores, como Estéfano? | Qué lio! 33] Escaneado con CamScanner LA MALDICION DEL BiGAMO Aclaremos algo ahora: de la misma manera en que no nos ocuparemos mucho de padres y amigos, dejaremos de lado los momentos tontos e insignificantes en la ardua tarea de contar una historia tan compleja. Porque si vamos a seguir atentos a qué comieron, quién abrié la puerta, si bajaron por la escale- ra o el ascensor, si se habian puesto protector solar... vamos a estar un aio para conocer lo que aqui va a suceder. Y no debe- mos olvidar que estamos de vacaciones, y que las vacaciones se terminan. Como mucho, nos quedan diez dias de aventuras, y menos también, porque en breve va a suceder algo imprevisto que va a alterar todo. Al dia siguiente, entonces, Estéfano estaba en la playa des- de muy temprano. Sentia en su coraz6n una sensacién rara, de miedo y esperanza a la vez. En su cuerpo sentia una sola cosa, pero por dos mujeres. Y si, Estéfano comenzé su vida senti- mental siendo bigamo. Qué le vamos a hacer. Mas dificil la tie- nen Superman y Batman. Ni hablar de Tarzan. Tan en las nubes andaba Estéfano que ni habia pasado a buscar a Tomas. La playa estaba atin despoblada, culpa de un viento fresco que levantaba una molesta arena que te entraba en los ojos y las orejas. Entre las pocas personas que habia, es- taba Daniela. Daniela no tenia ese dia puesta la malla amarilla Escaneado con CamScanner sino una roja (“peligro, no te acerques, Estéfano”), tan amari- lamente linda como la otra, y también, una remera con la cara del Che Guevara. Estaba cerca del agua, sola, fumando un ci- garrillo y mirando el mar como quien busca poner su mente en blanco. A Estéfano no le gusté que fumara. Si fuera su novia, se lo prohibiria. Dos chicas de la edad de Daniela pasaron a su lado y le dije- ron algo que Estéfano no oy6. Ella contesté moviendo un bra- zo, pero sin cambiar de lugar. Apago el cigarrillo en el agua y lo enterré en la arena. Camino dos pasos adentrandose en el mar, hasta mojarse los tobillos, y alli se quedo. Al rato llegé un chico que la abraz6 por la cintura. Era mas grande que ella, quiza tenia veinte. Ella no respondis al gesto, pero no se aparté. Estéfano prefirié no seguir mirando y se fue ala carpa a ponerse la remera, porque comenzaba a molestarle la arena que volaba. Casi una hora mis tarde, pasé de nuevo por el lugar y Da- niela y el chico seguian hablando. Ahora estaban casi abraza- dos, aunque mejor seria decir que ella se dejaba abrazar. Esté- fano hubiera querido que se apartara de ahi, pero era evidente que Daniela no tenia apuro por irse ni estaba molesta. Cuando una mano del chico de veinte la roz6 por debajo de la cintura, Daniela se retiré un paso. Recién entonces miré hacia los cos- tados y vio a Estéfano. Seguramente se pregunté desde cuando estaba alli. Le sonrid, pero con algo de tristeza en el gesto. Es- téfano repitié el gesto de ella, pero acentuando la tristeza, algo que no le costé demasiado. Después se fue caminando por el borde del agua con la intencién de buscar a Tomas y planear para esa noche algo adecuado a sus edades. No habia caminado cien metros cuando el brazo de Daniela le rode6 la cintura. [s6] Escaneado con CamScanner @ —Hay chicos que, porque te hacen una vez asi, ya se creen tu novio. AY no esasi? —No. ;Vos me considers tu novia porque yo te hago asi? —No, pero yo soy muy chico para vos. —Ese que estaba hablando conmigo tiene diecinueve, y es mucho mas chico que vos, te lo aseguro. — 2Y por qué te quedaste hablando con él tanto tiempo? —No tenia otra cosa mejor que hacer. ;Por qué no te acer- caste y me invitaste a tomar un helado? —No se me ocurrié. ;De qué te gusta el helado? —No sé, chocolate. :¥ a vos? —Tambieén. —M ira vos, tenemos los mismos gustos en helados —co- menté Daniela, como si la coincidencia fuera un descubri- miento sensacional. —,¥ cuales tu color preferido? El mio es el amarillo —dijo Estéfano intentando sonar atrevido pero muy lejos de poder conmover a Daniela, que ya planeaba su quinto tatuaje. —Si, depende para qué. El amarillo cansa un poco —res- pondié ella, como si no hubiera comprendido. —Si, el rojo también es lindo. Caminaron asi un rato, sin que Estéfano notara que la arena volaba y le entraba en los ojos. Si hubiera volado un avién a dos metros de su cabeza, tampoco lo hubiera notado. — {De qué hablaron todo ese tiempo? Con el tipo ese, digo. —De las cosas que él supone importantes: boliches, autos, youtubers, musica. —jA vos qué miisica te gusta? —El rock nacional sobre todo. Escaneado con CamScanner —Pero en tu departamento hay discos de Arjona, Alejan- dro Sanz, Montaner y todas esas porquerias. —Tenés razén —acepté Daniela riéndose; tenia una linda risa, algo metalica, como si no abriera la boca por completo para no demostrar felicidad—. Y también hay uno de Chayanne. —Eso si que es grave —dijo Estéfano, feliz de haber encon- trado un tema de conversacién adecuado a ambos, con opinio- nes para compartir. —Son de mi mama. Cuando los pone yo me voy. Si ella quiere que me vaya, los pone y listo. Si vos querés saber sila co- municacién entre mi mama y yo esta rota, presta atencin ala musica que hay en mi casa. Si escuchds a Chayanne es porque, 0 yo no estoy, o ella quiere hacerme enojar. WY si se escucha La Beriso? —Soy yo la que quiere molestarla a ella. —2Y por qué se llevan tan mal? —A ver, dejame pensar —dijo Daniela y puso cara de estar buscando respuesta al problema del calentamiento global—. Ella quiere que yo sea otra y yo quiero que ella sea otra. — iY tu papa? —Trabaja, y luego trabaja, y luego se va al trabajo. Daniela atin caminaba rodeando la cintura de Estéfano con el brazo. —Viste, a nadie le lama la atencién que una chica de dieci- séis camine abrazada a un chico de trece. —Tengo casi catorce. —Y yo voy a tener diecisiete pronto. Quiza nos consideran hermanos. —Puedo abrazarte yo, entonces. Estéfano no esperé la respuesta y la abraz6 por la cintura. [s8] Escaneado con CamScanner Ella pas su brazo por sobre el hombro de él. Como la remera de Daniela se torcfa por la posicién de los brazos estirados, los ojos del Che Guevara lo miraban a Estéfano como iciendo: “Vos no so’ rosarino, no, entonce’ qué hacé’ aca?”. —;Cuanto mis alta que yo sos? —Cinco centimetros, quiz4 menos. —Nunea te voy a alcanzar en edad, pero si en altura —dijo Estéfano y se puso en puntas de pies. —jMe vas a invitar a tomar un helado 0 no? —Claro. ;Ahora? —No, ahora no tengo ganas. —;Entonces esta noche? —Esta noche tengo que salir con Sebastian, ese con el que ‘e hablando. —Pensé que no te gustaba. —Yo nunca dije eso. Pero mucho no me gusta. Le dio un beso en la frente y se fue. Cuando bajé los brazos, me los ojos del Che volvieron a su posicién natural, pero a Estéfano le parecié que la boca estaba torcida, como si se riera de él, aun- que en realidad era porque mordisqueaba el sempiterno habano. Ese fue un dia clave en esta historia, porque Estéfano habia despertado pensando en Serafina, de quien se olvidé apenas vio a Daniela con su malla roja. Pero Daniela se habia ido, luego de confesarle que esa noche saldria con otro que ni siquiera le gustaba. Entonces Estéfano habia vuelto a pensar en Serafina. Asi pasaba todo el tiempo. Era lo que no le gustaba de ser bi- gamo. gY si se acordaba de una cuando estaba con la otra? ;Y si se equivocaba de nombres? ;Se volveria un mentiroso? Por suerte, a las dos les gustaba el helado de chocolate, ahi no habia manera de equivocarse. [59] Escaneado con CamScanner Serafina estaba cerca de donde la habia conocido y pisado. Y vean las casualidades que teje el destino, no solamente a las dos les gustaba el helado de chocolate, sino que Serafina tam- bién tenia una malla roja, que le quedaba bien, no tan amarilla- mente bien, porque ya sabemos que Serafina tiene apenas tre- ce, pero le quedaba bien, al menos a los ojos de Estéfano, que es lo que ahora importa. En la cabeza de Estéfano, el recuerdo de Daniela se diluyé un poco, aunque atin seguia sintiendo la mirada de los ojos severos del Che. Desde donde estaba, Serafina le levanté la mano y Estéfano se acerco. —jHace mucho que llegaste? —le pregunté Serafina. Ahi no mas Estéfano se acordé de Daniela y se bajoned. Co- menzabaa sufrir la maldicién del bigamo. La proxima vez ibaa tener que ser mas vivo y buscarse una en cada ciudad; no en la misma playa y al mismo tiempo. —Hace mas de una hora —dijo con un leve dolor en el es- tomago. —;No habia mucho viento? —Si, pero me levanté con ganas de ver cémo estaban las olas. —;Te gusta surfear? ;Surfeas bien? En lugar de contestar, Estéfano la invité a caminar. —Antes vamos a la carpa donde est4 mi mama. Y Serafina lo tomé de la mano con toda naturalidad, ante la sorpresa de Estéfano. Es que Serafina habia estado pensan- do mucho desde el dia anterior y se habia dicho que no era posible que sintiera vergiienza —aunque era otra cosa, pero ella no lo sabia— de tocar a un amigo de casi toda la vida. Se habia prometido hacerlo apenas lo viera. Y lo hizo. Al aferrar la mano de él, sintié una cosquilla, pero pensé que era una [60] Escaneado con CamScanner alergia desconocida hasta ese dia. BI también sintié una cos- quilla, que combatié apretando la mano de Serafina con mas. fuerza. Llegaron a la carpa de la mano. La mam de Serafina le estiré los brazos, feliz de verlo, y Estéfano aproveché para soltar a Serafi- na porque le parecia que todos lo estaban mirando. Lo que se dije- ron fue lo habitual en estos casos, no tanto lo que pensé Estéfano: “mamma mia, qué linda es la mama de Serafina” La ensalada que tenja en la cabeza ya era una Waldorf alineada con dulce de leche, pastillas de menta y dos gotas de Chanel N.° S. Se alegré mucho cuando se dio cuenta de lo parecida que era Serafina a su mama. Era un joven con vision de futuro. Los chicos se despidieron de la mama de Serafina y salieron a caminar. Antes, Serafina se puso una remera y un panuelo en la cabeza, Otra vez su imagen habia vuelto a cambiar, y ahora lo habia hecho frente a los ojos de Estéfano. Eso lo sorprendia enormemente, Se preguntaba si era una condicién femenina 0 una caracteristica exclusiva de Serafina. Hablaron de cualquier cosa, menos de helados y de surf. Cada vez que se aproximaban a esos temas, uno de los dos cambiaba a cualquier otro. Serafi- na le conté la charla que tuvo una vez con su madre, cuando le demostré que a los ocho era tan fea como ella. —Es la naturaleza, gviste? —dijo. —Tenés una foto? —pregunté Estéfano. —;De mi mama? —No, tuya, tonta —respondié apresurado, para que no se le notara la turbacién. — ,Querés que nos saquemos una selfie? —pregunté Sera- fina, al borde de una urticaria en el alma. —No, yo quiero una foto de cuando tenias ocho. [61] Escaneado con CamScanner Ahi Serafina se fleché para todo el viaje. Le agarré en todo el cuerpo, que incluye el corazdn y el alma, un sarpullido que no se curaba ni con corticoides, ni con cremas, ni con remedios homeopaticos, ni con brujeria. Era el amor, simplemente, que también sarpulle, pero donde y cuando se le da la gana. Serafina le prometié una foto, y siguieron caminando y char- lando de cualquier cosa. Estéfano noté que las conversaciones que podia tener con ambas mujeres —sus mujeres— eran bien dife- rentes. Ya habia comprendido que lo que hablara con Daniela ibaa estar oscurecido por algo de la personalidad de ella que no lograba interpretar. De poco consuelo habria valido saber que nadie, ni sus padres, ni sus tres psicdlogos, ni sus abuelos, ni sus maestros lo ha- bian logrado. Sus amigas de la escuela literalmente le huian. Eso obligaba a Estéfano a leer todo el tiempo entre lineas. Es decir, a interpretar aquellas palabras que no se dicen 0 se di- cen por mitad, o aquellos gestos que parecen caprichosos, pero que indican algo importante. ;Qué habia significado que Da- niela lo abrazara como lo habia hecho en la playa? ;Por qué ha- bia mencionado la palabra “novio” y luego lo habia abrazado? En cambio, a Serafina lo unfan un pasado comin y una edad comun. Y si bien ya tenian sus secretos —a ella, el chocolate le daba urticaria; a él, el limén no le gustaba; él no surfeaba— tenian dudas similares. Aunque no tanto, como veremos en la pregunta que le hizo Estéfano a continuacién. — Vos creés que una chica de dieciocho puede enamorarse de un chico de quince? —Tres afos no es mucha diferencia. Mi tia le lleva cinco anos al marido y son felices. —Es mucha diferencia cuando uno tiene quince y el otro dieciocho. Es el 20% de la edad de él. [62] Escaneado con CamScanner —;¥ eso que tiene qué ver, tonto? —dijo Serafina entre ri- sas, sin dejarse impresionar por la metéfora matematica—. Cla- ro que no es comin, pero supongo que una chica de dieciocho puede enamorarse de un chico de quince. ;Es algtin amigo tuyo? —Si, de la capital. — Como se llama? En ese momento pasé el heladero y Estéfano, para no con- testar la pregunta, la invité con un helado. Por suerte para la sa- lud de ambos, el heladero tenia sdlo de vainilla, que les parecié un asco, pero igual se tomaron uno cada uno, quiza para tener las manos, las lenguas y las mentes ocupadas. Eso si, cada uno pagé el suyo. Estéfano lo laments, porque este helado era mas barato que el del recital de La Mosca, asf que hubiera quedado como un caballero con menos plata; pero Serafina no acepté, porque consideraba que la independencia de la mujer se mide también en los actos minimos, frase que le habia ofdo decir ala mami divorciada de una amiga. “Las mujeres son asi’, se dijo Estéfano sin entender como eran las mujeres, y se guard la plata. —2Y élestd enamorado? —pregunté Serafina antes de dar- le un tarascén al helado. {Qué pregunta! :Estés enamorado, Estéfano? Ni él lo sabe. Esa manana cuando Daniela lo habia abrazado de la cintura creia que si. Ahora, comiendo un horrible helado de vainilla ide Serafina. :Eran los sintomas de la bigamia? {Y si estaba enamo- rado de las dos y las dos le daban bolilla? ;Y si no le daba bolilla ninguna de las dos? ;Cuantos helados le llevaria saberlo? —No lo sé —contesté. frente a Serafina, crefa que no. Es decir, no de Daniela, qui —Y ella cémo acttia con él? [63] Escaneado con CamScanner ® —Como una amiga, pero no sé si se da cuenta de lo que siente él. —Las mujeres siempre nos damos cuenta, Estéfano. Warning again. Ahora resulta que tanto Daniela y Serafina, por ser mujeres, saben perfectamente las cosas que pasan por la cabeza del pobre Estéfano. “Espero’, se dijo avergonzado, “que eso no valga con las cosas sucias”. A Estéfano, por suerte, se le cayé el helado en la arena. Ya no lo soportaba. Serafina intenté darle un poco del suyo pero Estéfano no acepté. —No, gracias —le dijo—. Ya me tomé uno esta manana, y quiza tenga que tomar otro manana a la noche. A Serafina le soné extrafo el comentario de Estéfano, pero no le dio mayor importancia. El recordé que Daniela esa noche saldria con otro y se bajoneé de nuevo. — ;Vos tuviste alguna vez novio? —le pregunté Estéfano después de haber agotado los temas triviales; era inevitable que tarde o temprano Ilegaran a esos temas. —No — Serafina contesté mientras se ponia colorada, pero solo en las orejas, que por suerte estaban dentro del panuelo. —;Por qué? — ;Vos jugaste alguna vez al golf? —No. —;Por qué? “Otra vez a leer entre lineas’, se dijo Estéfano. jQué trabajo da charlar con una mujer! ;Qué tiene que ver el golf con esto? Mejor no seguir la conversacién por ese lado, porque leer entre lineas es muy dificil. Pero Serafina no estaba dispuesta a abandonar el tema. — {Vos tenés novia, alla en Capital? —No. [64] Escaneado con CamScanner —jAlguna vez tuviste? “Qué de preguntas’, se dijo Estéfano. Seria mejor volver ala conversacién en la que habia que leer entre lineas, —No, nada serio. Una vez en una fiesta... —dijo y por suer- te Serafina no lo dejé continuar. El no sabia que era porque no queria ponerse celosa, y menos de algo del pasado. Ademis si se ponia celosa, se le volve ia colorada la nariz, lo que no podia ocultar asi nomas. uando lo veas, preguntale a tu amigo si esté enamorado. —En realidad lo que mi amigo quiere es “estar” —y acentud la palabra con gestos de las manos y revoleo de los ojitos— con la chica de dieciocho. No sé —Todavia no me dijiste c6mo se llama. esti enamorado. Ese es su problema. —jQué importa cémo se llama! —dijo él levantando un poquito la voz. Ella miré la arena a sus pies y él la encontré mas bella que nunca. Creyé que se iba a largar a llorar, pero Serafina miraba el suelo esperando que se le pasara la bronca, mientras se decia: “si me vuelve a levantar la voz, le rompo la nariz de un pifazo y le compro dos de esos horribles helados de vainilla y lo obligo a comérselos”. —Disculpame, no llorés. Se llama Facundo —Estéfano usé el nombre de su vecino; incluso lo describié un poco para que ella le creyera. —2Y ella? ;A ella la conocés? Entonces Estéfano se despaché. La describié con lujo de detalles. Para hablar de como la malla amarilla habia enlo- quecido a Facundo, le dijo que la conocia del club. De paso, le conté que ella tenia la costumbre de rodearle la cintura para caminar, que ademas de una malla amarilla tenia otra roja y un Escaneado con CamScanner jean negro, etcétera, etcétera. No pod{fa parar. Cuando termi- né, Serafina estaba muy seria. Tenia los ojos irritados y se los limpiaba con un pafuelito que Estéfano nunca supo de donde habia sacado. —La arena —dijo con sequedad, antes de que Estéfano lle- gara a preguntar, Hicieron silencio por un rato. Ahora Estéfano pensaba en Daniela. ;De qué marca seria el jean negro? —;Querés saber mi opinién de mujer? —pregunté Serafi- na, y siguid hablando sin esperar la respuesta—. Aconsejale a Facundo que directamente le diga que le gusta. Mejor que le diga que le gustaria “estar” con ella —imité el gesto de Estéfa- no en evidente parodia—. Si ella le tiene un poco de respeto, lo va a escuchar y le va a contestar lo que piensa. Es asi de simple. Ustedes, los hombres, dan millones de vueltas para decir una cosa simple como “me gusts”. — Y siella se burla? —Mejor. Asi Facundo —dijo Serafina acentuando el nom- bre como si quisiera decirle: “Mird si yo no voy a saber que ese Facundo sos vos, salame campeon mundial’— se la saca de la cabeza y se dedica a algo mas légico, como mirar chicas de su edad. Me parece que ese Facundo es medio ganso, jno? Estéfano ya estaba creyendo que si, qué gil este Facundo, che, cuando lo viera se lo iba a decir: “Facundo, buscate una de tu edad, no seas salame. {Mira si ese bombén te va a dar bolilla a vos!” [66] Escaneado con CamScanner LAS MISMAS, PERO CONTRARIAS Y ahora que sabemos tanto sobre Estéfano, cabe la pregunta: gqué cosas alteraban a Serafina? Las mismas, pero contrarias. Es decir, el mismo desconcierto, las mismas preguntas, la misma curiosidad —o sea, la misma ensalada que ocupaba la cabeza de Estéfano y Tomas—, pero por los chicos. Ella tenia la ventaja de que con su mami hablaban siempre de las cosas de la vida, entre ellas del sexo, y se sentia mas preparada. Al menos eso creia, hasta que comenzé a fijarse en los chicos de la calle, hermanos de los amigos, y lo que es peor, esos chicos y hermanos de las amigas se fijaban en ella. Esto coincidié con el gran cambio que ella esperaba, el que le habia vaticinado su mami, el que la iba a volver la mas linda de la escuela. Y el cambio lleg6, claro. Se le corrigieron los dientes, las ore- jas se volvieron acordes a la cabeza, cambié la voz de gallina por una de mujer; pero también comenzaron a crecerle los pe- chos y la cola no le entraba en ningiin pantalén y ella no sabia cémo llevar eso que ayer no tenia y hoy le sobresalia por todos lados. Cambié de vestuario: pantalones menos ajustados, re- meras sueltas, obligados corpiiios. Se ponia una campera, aun- que hiciera treinta grados, mas otra campera siempre atada ala cintura. Pero igual los chicos parecian adivinar que, debajo de ese disfraz, habia una chica camino a ser mujer. Seria la forma (67] Escaneado con CamScanner de caminar, 0 algo que ella no alcanzaba a identificar, pero lo cierto es que ocultarse no le sirvié de mucho. Su anécdota mas notable era que una vez, en el club, se equi- vocé de vestuario y entré en el de los hombres. Por suerte estaba casi vacio y apenas vio lo necesario para entender que la natura- leza es prodigiosa y complicada. Lo que vio fue un chico bastan- te mayor que ella caminando desnudo hacia la ducha. El chico no supo qué hacer y se quedé mirandola, sin atinar a taparse, a correr o a burlarse. Serafina se pregunté muchas veces si ese chico la desafiaba 0 estaba paralizado tanto como ella. Nunca lo sabremos. En cuanto a sus amigas, todas, pero todas, cual picho- nas de brujas, opinaron que ella se habia equivocado a propdsito. Cuando le conté a su madre la desventura que habia vivido, con voz de travesura, al borde de la risa, pero muy nerviosa, y colorada como sandia abierta en dos, se dio cuenta de que su mama tenia argumentos para muchas cosas, pero no para todas. Curiosamente, la mama intents retarla, pero ni una pala- bra le salié de la boca. Se aproximaba el momento en que Sera- fina deberfa encontrar respuestas por si misma. Pero volvamos a la playa y a sus ocupantes: Serafina y Es- téfano. Después de una charla Ilena de vacios que habia que completar leyendo entre lineas, Estéfano y Serafina se despi- dieron. Ella, mas bien enojada; él, desconcertado. Lo que mas lo desorientaba era qué tenia que ver el golf en todo eso. Ni siquiera se dijeron: “Nos vemos mafana’. Al dia siguiente y a la hora habitual, Estéfano golped a la puerta del departamento de Tomas. No sabia si queria que abriera Daniela o no. Bueno, si, queria que abriera Daniela, y de malla amarilla pero sin la remera del Che. Adentro se ofan gri- [68] Escaneado con CamScanner tos. La madre gritaba —“Igualito, igualito a mi mama’, pensé Estéfano, “aunque diga otras cosas”—, el padre gritaba. Recién después de un rato largo se oyé la voz de Daniela. Estéfano no entendié lo que decia. Se estaba yendo cuando Tomis abrié la puerta y le hizo seas de que esperara. Fueron largos minutos en los que se siguieron oyendo los gritos. Estéfano se senté en la escalera. Pasaron dos veci as y una hizo sefas a la otra con la cabeza, como diciendo: “Qué mundo loco”. Luego salié Danie- la, casi corriendo. No parecia haber estado llorando, ni siquiera enojada. No vio a Estéfano, porque bajé por el ascensor. Al instante se oyé Arjona a los alaridos, lo que es mucho decir. Y para colmo la mama de Tomas cantaba junto a Arjona, errandole a veces a la letra, otras, a las notas, lo que daba como resultado algo parecido a un camién de vacas mejicanas cami- no al matadero. Era tal el bochinche, que las dos vecinas volvieron a pasar, y una le dijo a la otra: —Este mundo no tiene arreglo. A lo que la otra contesté: —Hasta Luis Miguel desafina hoy en dia. Tomis y Estéfano bajaron por el ascensor, a pesar de que es- taba ocupado por cinco personas. Es que atin habia espacio, no para dos adultos, pero si para dos chicos. Ya lo decia el cartel: “Maximo seis pasajeros. Total 480 kilogramos’, Es decir que el ascensor soportaba seis personas de 80 kilos. El y Tomas suma- ban mis de 80 kilos, pero como en el aparato viajaban dos mu- jeres que apenas debian llegar a sesenta cada una, la estabilidad del ascensor no corria ningtin peligro. Incluso, para vergiienza de Estéfano, una de las mujeres le pasé la mano por el pelo, des- peinandolo, como se hace con los bebés. [69] Escaneado con CamScanner A Estéfano se le habian ido las ganas de conocer los motivos de la pelea, pero Tomas se los conto sin consultarlo. —Qué lio, gno? —Si, en mi casa a veces también se arma —dijo Estéfano, aunque no era del todo verdad. —Mi hermana no vino a dormir anoche. Esta manana, cuando mis viejos se levantaron y no la vieron, se pusieron como locos. Le mandaron un montén de mensajes pero no los contestaba. Llegé cuando ya estaban por llamar a la policia. —;A qué hora Ilegs? —Hace un rato. A las 9 de la mafiana. —2Y qué dijo? —Dijo que habia estado en un cumpleanos, después que se qued6 desayunando en un bar con amigos, después que era su vida, que no contestaba los mensajes porque el celular no tenia carga. Por ultimo, dijo que estaba con el novio. —2Y tus viejos no sabian que ella tenfa novio? —pregun- té Estéfano con una punzada en el costado, tanto de la panza como del orgullo. —No, y dudo que tenga. Lo debe de haber dicho para mo- lestar a mi papa. —Ayer la vi charlando con un tipo. Por ahi es ese. —Ese 0 cualquier otro, ;qué importa! Lo que le importa es molestar a mis viejos. Seguro que salié con uno anoche y ya se aburrid. —2¥ a vos qué te parece? —2Qué cosa? —Que cambie de novio asi, tan facil. —jQué me importa! [70] Escaneado con CamScanner La respuesta de Tomds parecia incluir ideas como: “Mird si me voy a preocupar por la vida de mi hermana. Bastantes pro- blemas tengo yo con la tipo Scarlett Johansson morocha, que me cela con todas”. Estéfano tendria que haberse callado, que ya bastante tenia él con la tipo Lopilato y con Serafina. Ya era bigamo, y si seguia asi, seria trigamo, o quién sabe qué asquerosidad semejante. — {Te molestaria que ella saliera con un amigo tuyo? La pregunta le quemaba en la lengua, pobre Estéfano, —Mis amigos son demasiado chicos para ella. —Pero van a crecer. —No tan rapido como mi hermana. Creeme, ella crece al doble de velocidad que el resto. No se van a pensar que esa idea era de Tomas. Se la habia aprendido de su papa, que se la habfa a su vez aprendido del psicdlogo, y la decia cada vez que tenia problemas con Daniela. —;A vos te gusta? —le pregunté Tomas, como si necesitara ratificar lo obvio. —Claro, como no me va a gustar. ;Si esta barbara! —dijo Es- téfano, medio ahogado de vergiienza, pero satisfecho de haber podido hablar claramente y sin culpar a ese pavo de Facundo, —A todos mis amigos les gusta, pero a ella solo le caés bien vos, — sY por qué? —ahora el medio ahogo fue ahogo completo y le volvié la voz del cantante de Miranda, pero con neumonia tibetana viral. —Supongo que porque te ve poco. Al resto de mis amigos los ve todo el tiempo. Si se aburre de un novio de veinte, imaginate de mis amigos de trece 0 catorce. Se aburre a la media hora. —Es decir que también se va a aburrir de mi. (71] Escaneado con CamScanner

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