Desde febrero del 2019, está pendiente que el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri)
regule a lo que se denomina como “cáñamo” o “hemp” en Perú, aquellos productos con menos de 1%
de delta-9-THC y que fueron declaradas como sustancias no controladas y excluidas del Reglamento
de Estupefacientes. En respuesta a una carta enviada en agosto del 2020, el Midagri respondió que
era necesaria una nueva ley para regular al cáñamo. Con la elaboración de este y otros proyectos de
ley que buscan regular al cáñamo, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (Minjusdh) ha
confirmado que el cultivo de cáñamo no es delito en nuestro país. Anteriormente, abogados
penalistas como José Ugaz, Pedro Vera, Leonardo Latinez y otros habían explicado que este tipo de
cannabis no podía ser materia de delito de tráfico ilícito de drogas porque no es una planta
psicotrópica y su consumo no pone en riesgo la salud de nadie.
En ese contexto, se presenta la iniciativa del congresista Arturo Alegría, quien propone promover la
reactivación económica a través de la regulación de las actividades con cáñamo. Tras la lectura del
Proyecto de ley 3962-2022-CR, compartimos observaciones, recomendaciones y sugerencias.
OBSERVACIONES GENERALES
Debemos trabajar en una regulación integral de la cannabis con enfoque de equidad y justicia
social tomando en cuenta que el principal problema a resolver en este sector es la criminalización
contra sus cultivadores y productores. Ninguna persona merece estar privada de su libertad por
realizar actividades económicas con una planta ancestral con diversos usos, como el medicinal e
industrial, y con efectos positivos para el medio ambiente.
Para esta regulación integral y para lograr una coherencia normativa, se deben tomar en cuenta y
respetar los contenidos de las leyes 30681, para el sector farmacéutico; y 31312, para la producción
artesanal con cultivo asociativo. Además, cabe mencionar que existen otros dos proyectos de ley
que buscan regular las actividades con cáñamo: el proyecto de Ley 2132-2021-CR de Luis Aragón
Carreño y el proyecto de ley 3938-2022-CR de Rosangella Barbarán.
Ante este escenario, proponemos que el punto de partida del proyecto de ley sea la definición de
“cáñamo” o “hemp”, contenida en el Decreto Supremo N° 005-2019-SA. Es decir, los productos con
igual o más de 1% de delta-9-THC son regulados por la legislación medicinal y aquellos que
contengan menos de 1% de este cannabinoide serían regulados con la legislación para cáñamo. En
ese sentido, se debería tomar como referencia a “los criterios y condiciones que se deberán
cumplir para el cultivo e industrialización del cáñamo” publicados en el decreto antes
mencionado, que están pendientes de publicación desde el 2019 y que están a cargo del Midagri.
Por último, debemos respetar la opinión del Minjusdh de que el cultivo de cáñamo en Perú no es
delito. En ese sentido, es necesario advertir que se debe tener cuidado con modificar el Código
Penal, ya que se podría crear un candado y aumentar la criminalización en lugar de disminuirla. Con
la experiencia en el proceso legislativo y regulatorio del cannabis para uso medicinal, pacientes y
cultivadores hemos visto como el Congreso no tomó en cuenta la opinión del Minjusdh acerca de que
autocultivo y cultivo asociativo no eran delitos, y generó la “trampa” de la ley estableciendo que
quien no tenía licencia podría ser víctima de la aplicación de la pena de tráfico de drogas.
SOBRE EL ARTÍCULO 3
Las “autorizaciones previas” no deben convertirse en trabas burocráticas. Recomendamos que se
cree un Registro de Cultivadores de Cáñamo, con datos básicos y necesarios para la fiscalización.
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Coincidimos en que lo principal es la verificación del porcentaje de delta-9-THC, por lo que la
regulación debería estar enfocada en asegurar que los productos no superen el 1%. Recomendamos
que este control se haga en dos momentos de la actividad: en la importación de semillas y antes
de la venta al público de los productos finales.
Por otro lado, surge la pregunta: ¿cuál es el sustento para establecer como condición el “área
máxima de dos hectáreas” la autorización para micro y pequeñas empresas, así como de personas
naturales? Ante ello, recomendamos que se elimine esta restricción y se respete la normativa
vigente sobre MYPE, que define a las empresas en función de las ventas anuales.
SOBRE EL ARTÍCULO 4
Las experiencias de criminalización sufridas por pacientes y cultivadores de asociaciones, así como
las denuncias por corrupción contra algunos malos elementos de la Policía Nacional del Perú (PNP)
son muestra de que la participación del Ministerio del Interior (Mininter) es perjudicial y atenta contra
el objetivo de promover las actividades económicas con cáñamo, un recurso inofensivo y que no
constituye ningún peligro para la sociedad ni para la salud pública.
Por ello, se debería excluir al Mininter de la regulación del cáñamo y descartar las visitas
inopinadas. Medidas como estas van en contra del objetivo de “disminuir el miedo” a la producción e
industrialización del cáñamo.
SOBRE EL ARTÍCULO 5
Respecto a los requisitos mínimos, tenemos las siguientes preguntas: ¿por qué imponer restricciones
especiales para las actividades con cáñamo y no darle igual trato que otros productos naturales? Se
debe tomar en cuenta que el hemp está totalmente excluido del Reglamento de Estupefacientes de
Perú y de la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961.
SOBRE EL ARTÍCULO 7
Las definiciones de los cannabinoides son materia del Reglamento de la Ley 30681 sobre cannabis
para uso medicinal. Sobre el presente proyecto de ley, la definición de “cannabinoides psicoactivos”
muestra un enfoque estigmatizante al advertir sobre sus supuestos efectos negativos sin considerar
que estas sustancias ya son consumidas en Perú por pacientes con diversas enfermedades por sus
efectos positivos, terapéuticos y medicinales.
Debemos precisar que ni el CBD, CBG ni el THCV son psicotrópicos como se menciona en este
artículo. En ese sentido, recordamos que, actualmente, la regulación del cannabis en Perú está en
función del porcentaje de delta-9-THC, y que en la regulación vigente no hay ninguna mención o
referencia a los otros cannabinoides mencionados en el presente artículo.
Llama la atención que se definan conceptos como “farmacopea china”, “ansiolíticas” y “panacea” en
una ley sobre cannabis para uso industrial. Estas definiciones son innecesarias y podrían generar un
conflicto con las leyes 30681 y 31312, así como desincentivar (aún más) las actividades con cáñamo.