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Los Mercados cada vez más globalizados, donde los “valores” se mueven con objetivos que
poco se corresponden con el bien común. La tierra, el agua, la biodiversidad, los combustibles,
los minerales, las armas, los medicamentos y los alimentos parecen seguir la misma lógica.
Crece la oferta mundial de comestibles y se magnifica la especulación con los precios de venta,
mientras más de 800 millones de personas sufren hambre y desnutrición y más de dos mil
millones están malnutridos. Esta crisis alimentaria-nutricional se superpone con otras crisis -
económico-financiera, de los combustibles, del empleo y Climática Global- lo que permite
hablar de una “crisis civilizatoria” que abarca todos y cada uno de los ámbitos de la vida y la
cultura en el Planeta.
No alcanza lo que vinimos haciendo; tampoco alcanzaría educar sólo para el pensamiento
crítico y creativo, si no educamos en la responsabilidad y en el cuidado del futuro común de la
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Redacción CALISA - mayo 3
humanidad y de la Tierra. Una educación que no incluya el cuidado activo de la vida, es una
educación alienada y poco responsable.
Es necesario coraje para sostener que la civilización occidental está en declive, sin capacidades
para ofrecer una alternativa a un proceso de mundialización que nos lleva al desastre,
emergencia tras emergencia, crisis tras crisis. Coraje para asumir que los tiempos son críticos;
coraje para aceptar que en nuestros jóvenes y en las organizaciones y movimientos sociales de
nuestros países no sólo existen apremiantes necesidades, sino que en ellos crece la conciencia,
responsabilidad, solidaridad y capacidad transformadora; coraje para tender las manos y para
aferrar las manos que se nos ofrecen; coraje para superar lo burocrático o académicamente
“posible” e impulsar lo necesario, con la mirada, el corazón y el trabajo puesto en un futuro que
se nos está viniendo dramáticamente encima.
Consideramos que el horizonte debe ser la Soberanía Alimentaria, es decir el derecho de todos
los pueblos, Naciones y Estados a definir sus sistemas alimentarios y sus políticas, asegurando
a cada ser humano alimentos de calidad, adecuados, accesibles, nutritivos y culturalmente
apropiados. Ello incluye el derecho de los pueblos para definir sus formas de producción, uso
e intercambio, tanto a nivel local, como internacional, haciendo que el alimento deje de ser
mercancía e instrumento de dominación.
Construir la transición hacia la Soberanía Alimentaria es priorizar la alimentación como eje de
un desarrollo realmente sustentable, lo que implica desarrollar estrategias que promuevan la
agroecología y la economía social, solidaria y popular. Educar para la alimentación y la vida,
implica ampliar creativamente y con coraje la teoría y la práctica de la Soberanía Alimentaria,
avanzando en la democratización del Sistema Agroalimentario.
Buenos Aires, 6 de mayo de 2020