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¢ Dos Siglos Después ¢ Los caminos de la Revolucion Textos para el debate Grupo Los Historiadores y el Bicentenario ediciones @ prohistoria Rosario, 2010 Indice Introduccion... REVOLUCION La revoluci6n y la crisis imperial Noemi Goldman... La revolucién y la movilizacién popular Gabriel Di Meglio {Revolucién hispanica o atlintica? Gustavo Paz La Revolucién y los cambios econémicos Jorge Gelman La Revolucién: guerra y orden social Raul Fradkit La Revolucién en el interior Salta en la guerra de independencia Sara Mata... Cuyo en revolucién: politica y militarizacion en tiempos de San Martin Beatriz Bragoni..... REPUBLICA La opcién por la republica Hilda Sabato. Sufragio y reptblica Marcela Ternavasio .. Los ciudadanos y la repiblica Flavia Macias... Representaciones de la repiblica Fernando Aliata. 09 29 33 37 43 45 51 57 61 65 y democracia: la democracia como problema Repiblica Elias Palti... 69 NACION La Nacién y sus origenes Fabio Wasserman .. B La Nacin y el Federalismo Maria Gabriela Quifionez.... 79 La Nacion y la economia Julio Djenderedjian .... 33 La Nacién y el Estado Luis Alberto Romero... 87 La Nacién y la memoria hist6rica Alejandro Eujanian... 91 PUEBLOS ORIGINARIOS Los historiadores, el bicentenario y el mundo indigena Raquel Gil Monter 97 Frontera, indigenas y contactos Gielos evilly a interétnicos en pampa y Patagonia Silvia Ratto. 103 .. 107 Bibliografia general NTRODUCCION finito. Todo merece ser realizado en nombre de los doscientos afios de la Revo- lucién de Mayo: exposiciones, festivales, programas televisivos, conferencias, congresos, publicaciones de muy diverso tipo y formato, La variedad de iniciativas destinadas a conmemorar los acontecimientos de 1810 y la multiplicidad de actores que las impulsan muestran la significacién que asumen las “fechas fundacionales” para el conjunto de la poblacién. Las celebraciones realizadas durante la semana de mayo de 2010 asi lo han demostrado. Sin embargo, en el marco de este gran “festival bicentenario” es muy poco lo que se ha debatido acerca de qué es aquello que cele- bramos. Frente a la pregunta de por qué existen dos celebraciones patrias -el 25 de mayo y el 9 de julio y qué es lo que distingue a una festividad de la otra, el comin de la gente manifiesta dudas. Si bien la primera parte del interrogante es, por lo gene- ral, mas facilmente resuelto, el problema se presenta en el segundo enunciado de la pregunta. Responder cules son los significados que distinguen a ambas efemérides resulta mas dificultoso porque, en realidad, se trata de un proceso histérico muy com- plejo que atin hoy despierta debates entre especialistas del tema. En la presente publicacién y en el video que la acompafia buscamos poner en discusion la pregunta inicial ~,qué es aquello que celebramos?— y ciertos supuestos muy arraigados de nuestra “historia patria” que, por haber sido siempre parte de nues- tra formacién escolar y civica, resultan dificiles de remover y cuestionar. La iniciativa naci6 de la inquietud que desperté la celebracién del bicentenario entre un amplio y heterogéneo grupo de historiadores de todo el pais. Constituido por mas de un cen- tenar de profesionales dedicados a la investigacién, este grupo se propuso intervenir de manera auténoma en el espacio piblico con el objetivo de poner en circulacién ciertas ideas e interpretaciones sobre los dos siglos de historia transcurridos desde la Revolucién. Con tales ideas, surgidas de las investigaciones y debates desarrollados n las tiltimas tres décadas, buscamos proyectar nuestros enfoques mas alla del ambito estrictamente académico y tomar distancia de los relatos esquemiticos y simplificado- res en boga en ciertos medios de comunicacién. Los textos y el video aqui incluidos no presentan, pues, un relato cronolégico © lineal de los acontecimientos sucedidos en nuestro pais en los iltimos dos siglos sino un conjunto de reflexiones que, en gran parte, sintetizan las revisiones y aportes Inds significativos realizados sobre ese pasado. Tales aportes, que son el resultado de " muchos aiios de trabajo individual y colectivo en instituciones académicas publicas y privadas, no tienen la pretensién de erigirse en una interpretacién unica. De hecho, en el interior de este colectivo de historiadores existen divergencias y matices de in- terpretacién que a veces derivan en acaloradas polémicas. No obstante, hay un comin E: los ultimos tiempos, el término bicentenario parece multiplicarse hasta el in- 10 Dos siglos después acuerdo en revisar los tradicionales relatos omer pasado a partir de perspectivag ales y de nuevas preguntas que ponen en duda algunas certezas de antafio, Paarl tlegido —"los caminos de la Revoluci6n”~ es indicativo de esta perspec tiva plural ‘enun doble sentido. Por un lado, expresa la voluntad de mostrar que frente ala crisis del orden colonial no existio un camino tinico, prefijado en el origen, desti. nado a crear la Nacién Argentina, sino diferentes alternativas en disputa. Por el otro, deja deslizar la idea de que tampoco existe una interpretacién univoca ni pesicones ticotomicas para analizar el proceso desatado con la Revolucién, sino una mull tidad de enfogues que buscan mostrar Ia pluralidad de aspectos que se pusieron en juego a partir de ese acontecimiento fundacional. Lo que el destinatario de esta publi. cacién encontrar, entonces, es un compendio de preguntas y problemas més que un conjunto de respuestas y certezas. ‘Nuestro Propésito es reflejar los grandes temas que estin hoy en discusidn en el interior de este universo de personas dedicadas al oficio de historiador y estimular un debate piblico y amplio de tales cuestiones. Los historiadores que intervienen aqui, con sus textos y sus voces, recogen otros tantos textos y voces que no pueden estar presentes en esta oportunidad, pero que in- tentamos recuperar en la bibliografia adjunta, aunque de manera parcial dado que se- ria imposible hacer referencia a toda la produccién historiografica de los tiltimos afios. Lo que pretendemos con esta suerte de “muestra representativa” es alcanzar al piblico interesado el fruto condensado de mas de dos décadas de trabajo conjunto y estimular un debate sobre nuestro pasado, sabiendo que ese debate se inscribe ~siempre- en un ‘campo de disputas. Lo que fuimos, lo que quisimos ser, 0 lo que creemos haber sido se cruzan en el laberinto construido entre historia y memoria. En ese laberinto, el com- promiso del historiador por reconstruir e interpretar criticamente los acontecimientos del pasado se cruza con las miiltiples representaciones que las comunidades, grupos € individuos fueron elaborando acerca de ellos. eee Puesto que Dos siglos después: los caminos de la Revolucién fue pensado como un pe un disparador— para el debate en diferentes foros y escenarios, consi- pestis ee ase ald aprovechamiento es oportuno explicitar algunos de los su- paginas que siguen aa a organizamos las intervenciones. Tanto el video como las estin ordennden a Rae las a ampliar las intervenciones del formato audiovisual- hados expresan, ey Hur de tres ees: revolucién, repiblica y nacién. Los ejes seleccio- en los iltimos anos en tor medida, los t6picos mas significativos que se han debatido secuencia revolucioncre Ta al proceso desatado en 1810. E] orden establecido para la sino un mosaico de ae icacnacion no pretende exhibir una sucesién cronoldgica de las ideas como en sue es Coexistencias, variaciones y cambios tanto en el plano imensiones politica, social, econdmica y cultural. Si bien Introducciin 11 las reflexiones se concentran mas en el siglo XIX, algunas se extienden al arco de los dos siglos transcurridos desde la Revolucién hasta nuestros dias. ‘Tal como estan presentadas, las distintas intervenciones de cada eje pueden ser trabajadas y discutidas con total autonomia una de otra, mas alld de las intimas vin- culaciones que las articulan. Dado que fueron pensadas desde esta perspectiva, se podran advertir ciertas superposiciones, repeticiones e incluso” vacios” en el conjunto. Para suplir uno de los “vacfos” que advertimos en el producto final hemos decidido incluir en el formato impreso dos intervenciones que no forman parte del video pero que completan el cuadro de problemas historiogrificos que queremos presentar. Tales intervenciones estan referidas a las fronteras y la presencia indigena en el Rio de la Plata. Por otro lado, las intervenciones se organizaron a partir de interrogantes clave que intentan recoger los aspectos mas renovados de la historiografia. A partir de ellos buscamos poner en evidencia los cuestionamientos a ciertos lugares comunes muy , difundidos entre el piblico en general y subrayar las dudas e incertidumbres de los actores del pasado como también las de quienes nos dedicamos a explorar sus intrin- cados rumbos, marchas y contramarchas. A continuacién se exponen las preguntas formuladas a los participantes de cada eje para que los destinatarios tengan la opor- tunidad de organizar actividades en tomo a ellas, independientemente de nuestras repuestas y reflexiones. Revolucién 1- Preguntarse por las condiciones que hicieron posible la Revolucién de Mayo, es desandar el camino de las presuposiciones segiin las cuales en las etapas previas ya estaba inscripto su desenlace final. ,Cémo se vincula la Revolucién con la crisis de la Corona espaiiola de 1808 y previamente con las invasiones inglesas? ;Por qué hoy se afirma que fue ante todo una crisis de soberania, de legitimidad y de representacién? {Cualles fueron las distintas opciones de gobierno provisorio que se fueron presentan- do entre 1808 y 1810? {Por qué los protagonistas del proceso denominaron “revolu- cién” al cambio iniciado en mayo de 1810? 2- Es sabido que en la agitada vida politica que se inicié con la Revolucién la llamada plebe urbana jugé un rol fundamental, ,c6mo surgié este nuevo actor politico? ,Cual fue su participacién durante las invasiones inglesas? {Dénde estaba el pueblo en la semana de mayo? La plebe era el pueblo, o habia diferentes acepciones del vocablo “pueblo”? ¢Cuall fue la relacién entre la plebe y la dirigencia revolucionaria? 3+ La Revolucién de Mayo formé parte de un ciclo de revoluciones que se inicié con Ja declaracién de independencia norteamericana de 1776. Sus origenes, sin embargo, se vinculan con una crisis imperial que afecté tanto a la metrdpoli como a sus colonias americanas, ;pesé més la dimensién atléntica o la hispinica en su desarrollo? {Por 12 Dos silos después qué el Congreso Constituye de 18 16-19 no declaré la independencia de las Provincias aut io de {a Plata, sino de las Provincias Unidas de Sudamérica? ¢ vincula la Revolucién con la lucha de los grupos criollos por la jo libre para insertar los derivados vacunos en el exterior, ;Cud- .s mas importantes en el orden econémico internacional a fines de incidir en el comercio atlantico con las colonias? Cul Jites econémicas a fines del siglo XVIII, y en qué medida "2 ¢El comercio libre trajo los beneficios 4- Generalmente S¢ cobtencién del comere Ies fueron los cambio: del siglo XVIII que habrian era el negocio central de las € se puede hablar de una “expansién ganadera esperados pot los habitantes del Rio de Ia Plata? 5- La historiografia tendié a separar las guerras de la independencia de las guerras Cémo se ubican las guerras de la independencia civiles que le sucedieron en 1820 crisis de la monarquia hispanica y la Revolucién? {La en el ciclo que se abre con la Revolucién de Mayo se inicié como una guerra de independencia? ;Hubo una revolu- in artiguista diferente de la Revolucién de Mayo? 6- La revolucién en el interior tuvo sus ritmos. ;Cémo fueron recibidas en el interior Jas novedades producidas en Buenos Aires en mayo de 1810? ;Por qué Salta ocupé un lugar estratégico en la lucha por la independencia? ,De qué manera la historiografia viene rescatando del olvido la vinculacién entre la guerra de guerrillas del Alto Pert y la movilizacién producida en el norte del virreinato? {Cual fue el desafio de San Martin desde la gobernacién intendencia de Cuyo? Repiblica 7- Enel conffictivo y heterogéneo panorama politico que se abrié en Hispanoamérica luego del estallido del imperio espafiol es posible distinguir un rasgo que fue comin a casi toda la region: la opcién -mas temprano que tarde por formas republicanas de gobiemo fundadas sobre el principio de la soberania popular. En el “experimento republicano” hispanoamericano: ;Cudles fueron las nuevas bases sobre las que se fun~ daba el poder politico? {Qué cambios politicos e institucionales implic6? En el Rio de la Plata ¢qué formas fue adoptando la repiiblica, antes y después de su consagracion constitucional en 1853? ,Cudl fue la relacién entre repiblica y nacién? ee los origenes de la cuestién republicana en el Rio de la Plata? ee lieanas nO Pineipales problemas politicos que planteé la adopeién de formas represent teen a Primera mitad del sigho XIX? ;Cual fe el lugar de rrmemacin pln en ta construccién de las nuevas comunidades politicas repu- él ‘ambios se produjeron en ese sentido a Jo largo del siglo? Introduccion 13 9- En la nueva relacién entre gobernantes y gobemnados que se derivé de la adopcién de la soberania popular como fundamento del poder politico, la institucién de la ciu- dadania cumplié un rol fundamental. {Cudles fueron los principales pilares de esa ins- titucién, cuales sus aleances y sus limites? ;,Cémo se fueron transformando a lo largo del siglo? {Cul fue la relacién entre las diferentes facetas del ciudadano, en especial entre el ciudadano armado y el votante? {Qué otras formas de relacién entre pueblo y gobiemo, que escapan al marco de la ciudadania, se pueden mencionar? 10- {Cuailes fueron las representaciones de la repiiblica en la simbologia politica y patriético/nacional del siglo XIX? {Cudles sus principales rasgos y diferentes mo- mentos? 11-4Qué desafios planteé el horizonte democritico a la organizacién politica republi- cana? {Qué lugar ocuparon la “replica” y la “democracia” en los lenguajes politicos del siglo XIX2%Cémo se enfrentaron esos desafios en el Rio de la Plata en diferentes momentos del siglo? {Cuales fueron los principales cambios que se dieron a fines del XIX en ese sentido? Nacién 12- La nacién, es una invencién modema? {Cuando aparece el concepto de nacién, tal como lo entendemos actualmente, para referir a la Nacién Argentina? La Revo- lucién de Mayo, estuvo alumbrada por una toma de conciencia de la nacionalidad argentina? Nacién y nacionalidad, ¢son dos conceptos intercambiables, significan lo mismo, o aluden a dimensiones diferentes de la realidad? {Qué era la nacin en 1810? 13- Qué era la Patria, tan invocada en aquellos afios revolucionarios? ;Cudles eran las identidades predominantes? {En nombre de qué se hizo la guerra de independen- cia y cOmo se fueron redefiniendo los antagonismos e identidades a lo largo del siglo XIX? En esta direccién, gqué cambios trajo consigo el ingreso de la inmigracién ma- siva en nuestro pais? 14- Nacién y Federalismo son dos conceptos que parecen estar en tensién desde los inicios de la Revolucién hasta hoy. ,Cémo se planted esa relacién a comienzos del siglo XIX y cémo se fue transformando a lo largo de estos dos siglos? ;Cuales fueron los grandes hitos de transformacién y conflictos en la relacién nacién-provincias? 15- Es frecuente escuchar que la Revolucién de Mayo fue producto de las tensiones existentes entre un sector monopolista peninsular y grupos criollos defensores de un sistema librecambista que habrian representado una suerte de “proto-burguesia” na- clonal. (Qué hay de cierto en esta versién? {Qué papel tuvo la declaracién del libre 14 Dor sighos despues ‘os, tanto en el mediano como en el largo plazo” ,Desde cudn. comercio en aquellos a n ; ‘economia nacional? do se puede hablar de una 16- Generalmente el concepto de Nacién viene acompafado por el concepto de Estae de, json terminos intercambiables, refieren 2 Jas mismas dimensiones de la realidad? ‘Catindo el Estado se convirtié en el Estado-Nacién Argentino? ;Cuiles fueron los «andes hitos en el proceso de construccion de ese Estado? 11. gCémo se explica que el mito construido en tomo Ia idea de que en mayo de Ie tGnacié la Nacién Argentina haya sido ~y siga siendo- tan eficaz? {Qué hitos se- tian fundamentales en Ia construccidn de ese mito? ;Cuales fueron Jas disputas mas vsevantes en Ia construccién de la memoria historica de la Nacin? Sin dudas que ¢}listado de interrogantes podria continuar. De hecho, las preguntas, la curiosidad y Ia duda constituyen Ta base de nuestra labor como historiadores. Las fuentes y documentos sobre los cuales trabajamos cotidianamente no nos dicen nada si no los interrogamos con los instrumentos adecuados y los libros que reconstruyen ¢ interpretan los datos que proporcionan los archivos nos dicen poco si no existen bue- mas preguntas, Por eso invitamos a los interesados a continuar elaborando est listado ¥’2 imaginar los desafios que experimentaron aquellos hombres que protagonizaron la Revolucién y las convulsionadas décadas que le sucedieron para seguir haciéndole preguntas a nuestro pasado. eae Seria imposible exponer todas las vicisitudes que rodearon nuestra actividad desde el momento en que decidimos “hacer algo” para el bicentenario. Un “hacer algo” que queriamos fuera diferente a nuestras clisicas reuniones académicas y que nos deman- eee iniciativa, trabajo y dinero. En este sentido, deseamos ex eee imi m0 a todas las entidades publicas y privadas que apoyaron ee eee los directivos y miembros del Centro de Estudios Uistiicn loge Parque Espafia por haber hecho posible la realizacion de dos ee : pecan en los afios 2006 y 2008 en el Centro Cultural Parque Reece a Jos que participaron de ellas y apoyaron la ereacion de epeeaatas fe costae las actividades previstas para este bicentenario- eee ae ién a los colaboradores de dicho Centro de Estudios, Dade See ee (http:/iwww.his- re inerenc aneaae Raa donde convergen documentos de trabajo, discusiones en los dmbitos ocadén tone oo ite Varinda informacion de actividades previstas i¢0s a nivel nacional, Nuestra gratitud se hace extensiva a Ariel Introduccion 15 Denkberg, quien se encargé de leer atentamente los textos aqui publicados y de hacer- nos inteligentes sugerencias para mejorarlos. A Ios integrantes de la productora que realizé el video El Perro en la Luna— nuestro especial reconocimiento por haber logrado entender lo que desedbamos mos- trar a través de la imagen, por la paciencia que nos tuvieron para coordinar las en- trevistas, por el distendido clima que nos hicieron vivir en ellas y por su talento para comunicar en un lenguaje visual nuestras voces y reflexiones. Si bien “somos lo que somos”, como dijo una de las participantes de esta iniciativa al ver por primera vez el video, los realizadores supieron mostramnos en la cotidianeidad de nuestros talleres de historiadores y en escenarios emblematicos que colaboran a exhibir al puiblico los vestigios de nuestro pasado y la pasién que tenemos por explorarlos, Tal vez parezca banal agregar y concluir este prélogo destacando que, para todos nosotros, fue muy reconfortante hacer lo que hicimos. No s6lo porque nos enfrenté a un desafio nuevo y diferente sino por habemnos permitido vivir una experiencia muy agradable que, esperamos, se exprese en este producto. Los Historiadores y el Bicentenario Comisién organizadora: Gabriel Di Meglio, Julio Djenderendjian, Alejandro Eujanian, Carina Frid, Noemi Goldman, Flavia Macfas, Maria Lia Munilla, Hilda Sabato y Marcela Ternavasio, Auspicios: * Centro de Estudios Historicos e Informacion Parque de Espaia * Fundacién Complejo Cultural Parque de Espafia © Empresa Constructora FGM ELTIUM SRL Construcciones y Servicios Fondo de Cultura Econémica Editorial Edhasa * Siglo XX1 editores * Prohistoria ediciones La opcién por la republica HILDA Sapato | Universidad de Buenos Aires / CONICET Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr, Emilio Ravignani” n estas paginas se ensaya una reflexién sobre el cambio politico de largo plazo inaugurado por la revolucién de independencia: la experiencia republicana del siglo XIX. Como en el resto de Hispanoamérica, en el Rio de la Plata una gran conmocion politica marcé el inicio de ese siglo, cuando la invasién de Napoleén a la peninsula ibérica hizo estallar la unidad del imperio espaiiol. Se desataron entonces transfor- maciones profundas: se pusieron en marcha proyectos diversos de construccién de nuevas comunidades politicas, se disefiaron y ensayaron instituciones con suerte di- versa, se generaron practicas politicas novedosas y se realizaron —en fin miiltiples y variados intentos por alcanzar, sostener, legitimar e impugnar el orden y la autoridad. El mapa politico de la regién cambié muchas veces y solo en las iiltimas décadas del siglo XIX se definieron los estados-nacién que, con pocas variantes, han perdurado hasta nuestros dias. En este panorama heterogéneo se distingue, sin embargo, un rasgo que fue co- min a casi toda la region: la adopcién de formas republicanas de gobierno fundadas sobre el principio de la soberania popular. Este resultado no estaba inscripto en el otigen, ni implicé el transito por algin camino lineal de organizacién politica. Pero desde Nueva Espaiia hasta el Rio de la Plata, la adopcién del principio de la soberania popular para fundar y legitimar el gobierno y la autoridad fue comin a casi todos los ensayos —los duraderos asi como los més efimeros— de conformacién de nuevas comunidades politicas, pronto conocidas como ‘“naciones”. Si bien aquel principio circulaba desde hacia bastante tiempo en el mundo occidental y reconocia diferentes versiones, su aplicacién a través de las formulas republicanas ensayadas en gran ¢s- cala en Hispanoamérica fue, si no original, al menos bastante aventurada y riesgosa. Hubo, por cierto, otras opciones, la principal de las cuales fue la monarquia constitu- ional, Ese camino fue ensayado en México, con éxito efimero, y fue propuesto en el Rio de la Plata mas de una vez, incluso en el Congreso que declaré la independencia, sin que consiguiera el consenso necesario para imponerse. at Las nuevas bases de creacién y reproduccién del poder trajeron cambios decisi- Vos en las normas, las instituciones y las practicas politicas que habjan regido durante la colonia, con suertes y resultados muy diversos. Por décadas, sin embargo, mite fue sinénimo de repiiblica, aunque los significados de una y otra fueran miitip sy materia de profundas, a veces sangrientas, disputas que atravesaron buena a © todo el siglo, También, que estos procesos afectaron a todos y cada uno de los habitan 52 Das sigs después s lugares en e] mundo fueron sacudidos Por la rup. idad de la guerra y por los sucesivos ensayos de vores politicos basados en el aS Soberania Popular, ign republicana NO marco, un cal eee sttuccién el contrario, estuvo signada por una trayectoria sinuosa y or couse en la historiografia reciente, es posible traza ‘ 1s a los diferentes regimenes politicos que se ‘Sucedieron alo guias tendencias comit j la radical ruptura de la década revolucionaria: Tago del silo XD 2 Pare republicana introdujo una cesura profunda con res. En primer lars Pe difllsostener hoy una vision muy difundida hace al pecto aI ete co tuaba la perduraidn ommipresente de una herencia colonia aan aaewte El cambio ques introdujo luego de las evoluciones de independenca en los fundamentos mismos del poder politico indujo y hasta obligé alas dirigencias Ya quienes aspiaban a integrarlas a proponer nuevas normativas y crear institucio. ves a la vez qu las vias caducaban o adquirian nuevas valencias. La necesidad de tedefinir el principio de auforidad y la autoridad misma en un contexto de confictos ¥ euerras cruzadas y de una movilizacion inédita de sectores amplios de la poblacién, dio intensidad y hasta virulencia a los procesos de construccién de comunidades po- liticas fundadas sobre criteris y jerarquias diferentes a las que habian caracterizado el orden politico-social previo. Ese orden demostraria una resistencia 0, mejor dicho, una resiliencia en algunos casos notable, pero atin asi, debia funcionar superpuesto a las nuevas eategorias y jerarquias creadas por la oleada republicana. En corto tiempo, la Revolucién produjo la movilizacién y el reagrupamiento de gentes que pasaron a ocupar un lugar politico diferente del que habian tenido antes y que no necesariamente coincidia con su lugar en la estructura social, también ella en transformacién. Las dificultades para encuadrar estos cambios en un orden estable tty poco fem eve ain para quienes habian estado ala vanguarda dee Feeeccin pao i bisquds de soaciones no desembocd en un ream @ ls de la replica, De ah tas grandee yg ne ola reformulacién de los propios fervents defensres de lasoermia poral, dene es deci os pbmsons oon Tania popular, desde las juntas revolucionarias y las En sogund leradas hasta la presidencia de Roca. gundo lugar, la instauracién de formas republicanas de gobierno fue, 214 i de la nacién tal como quedé definida a partir de la americanas, Cuy0: tierras a alig tes de asters ara material tura del orden col creacién de nuevos Po La temprana opel de un orden sino que, Por turbulenta, Sin embargo, © en cuanto a su disefio y debates y tas lucha 7 > pendent pee Ae centralismo/confederacionismo/federalismo; de !@ dictadura; del presdane gas timid de los poderes extraordinarios hasta de® "Sm0 y el parlamentarismo; de los alcances y limites de !® La opsiin por la repiblea 53 ciudadania, y otros similares referidos a las caracteristicas estuvieron en el centro de la problematica de la nacién, Los diferentes regimenes politicos ensayados a lo largo del siglo implicaron, en tercer lugar, el establecimiento de variadas y cambiantes formas de relaciénente se bermantes y gobernados. Con la instauracién del principio de la soberania popular y la pérdida de toda garantia trascendente de la autoridad, la construccién del poder legi- timo remitfa a la comunidad politica (ya instituida o que se buscaba instituir), como se definia y se materializaba esa relacién necesaria entre autoridad y comunidad? Esta pregunta abre un abanico de cuestiones y de vias para explorarlas. Elijo aqui abordar el tema tomando como foco de indagacién la institucién de la ciudadania, una institu- cién que formé parte de las preocupaciones, los lenguajes y las practicas politicas de los contempordneos. ~~ En vista de los marcos normativos e institucionales predominantes entonces, la definicién de la ciudadania se convirtié en un aspecto indisociable de la constitucién de las nuevas “repiiblicas” hispanoamericanas, entre ellas, las que se formaron en el Rio de la Plata. La adopcién de esa institucién implicé la creacién de un universo abstracto de iguales que gozaban de los mismos derechos (y obligaciones) en las nue- vas repiiblicas en formacién y un quiebre con los criterios que habian caracterizado el orden politico-social colonial. Desde muy temprano, los limites normativos de la nueva ciudadania fueron muy amplios para los patrones de la época, tanto en el plano civil como en el politico, y se mantuvieron asi a lo largo de buena parte del siglo XIX. En la medida en que el principal criterio de exclusién fue la falta de autonomia, y no el nivel de ingresos o la educacién, casi todos los hombres libres eran considerados, en principio, parte del cuerpo politico. La historia concreta de esa institucién result6 bastante mas compleja, como lo fue también la de las formas de participacién politica, que no siempre se encuadraron dentro de los limites definidos por la ciudadania. En ese punto, el panorama que surge de las investigaciones més recientes difiere de algunas de las visiones mas tradiciona- les que implicita o explicitamente entendian que la vida politica decimonénica era ba- sicamente una cuestién de elites, donde el resto de la poblacién poco y nada tenfa que hacer, salvo como comparsa 0 came de cafién. Por el contrario, el edificio politico de las repiiblicas en construccién se apoyé sobre el establecimiento de formas y canales de relacién entre gobemantes y gobemnados que generaron instancias de intervencion amplia, tanto formales, reguladas y controlables desde arriba -por ejemplo, las oe nizaciones electorales y las redes milicianas~ como més auténomas Por eleOF © 8 través de la actividad asociativa, de la prensa, de la intervenci6n en espacios ae 7 entre otras, También, que esas practicas no fueron igualitarias, sino que crt yan + ; 7 fan de la propia recreaban relaciones jerdrquicas, en las cuales las desigualdades sureiat © oe accién politica y se nutrian de ella, Esas jerarquias creadas @ Waves tn ca Politica rara vez replicaban las propias del mundo social, aunque se SOP Parcialmente con ellas, pues reconocian otros canales de gestacion Y TP que debia tener la repiblica sais depa lada sobre el principio de la igualdad genera spaciog En suma, | ia y a la voz estratificada, desieual re eer elusive Mel ae 1 n disputa. " interven sy limites estaban siempre én disp tas instancias de j sign cuyos aleance’ y acién politica generada por es ncias de ing, En efecto, la movil ios de contacto y negociacién entre los de arriba a vt ure. Y los cign desigual abrir api), pero también de colisién y conflicto, Ofc i Ore : dos en senti F i i ™ atejo a ih artculacion horizontal y Ia aceinrelativament ating ademas, un ¢ Frefnian sus propias agendas. Por cierto que Ia posibilidad de éxitgg de sectores que dependia de factores muy diversos, pero no era infrecueny ae ave a atender a lo que venia desde las bases si querian man, que las digeaci® aes campeii en las luchas por el poder (véase, en este sentido e ae Gabael D Me io incluido en este volumen). cat : es ae dirigencias fue, en cuarto lugar, un rasgo caracteristico de la vida republicana del siglo XIX. Un formidable proceso de pesca recambio y ampliacin de la elites politicas se produjo a partir de la Revolucién. En su lucha pr definir y conquistar el poder, las dirigencias que se fueron conformando dependieron en parte de las bases que pudieran atraer, reclutar 0 cooptar entre sectores amplios y diversos de la poblacién. La extension material de las redes politicas asi como sucom- plejizacién funcional abrieron el camino a la incorporacién de quienes disponian de (0 supieran desarrollar) los recursos y las destrezas para Ilevar adelante las tareas de- mandadas por la construccién republicana (tales como movilizar electores, escribir en la prensa, comandar una milicia, entre otras). Estas exigencias también favorecieron la descentralizacién regional y cierta profesionalizacién de las dirigencias politicas. Y alimentaron una competencia que conllevaba la movilizacién popular y el despliegue de dosis variables de violencia, mecanismos que a la larga serian considerados como fuentes de inestabilidad e incertidumbre por los propios protagonistas. __ Durante largas décadas, los resultados de este “experimento republicano” en sus diferentes variantes no alcanzaron para definir un orden que satisficiera las aspracio- nes de establidad de las elites, mas nuevas o mas viejas, ellas mismas creadoras Y Criaturas de ese experimento, Hasta el tiltimo tercio del siglo XIX, sin embargo, las pride crocs ence de mew gH aU! amos Dosa, Pe # anton: ‘arco de cambios decisivos en los lenguajes politicos y ra : u relacién con lo social, el les# impugnacién por parte de elites: a le arriba de la vida politica nacion®» a Argentina se orienté decididame” ‘arfan muy pronto evidentes cua” ‘ocracia se abriera paso dificultos® a vida politica fund ‘Orpora- Sostenian la necesidad de fortalecer el control desd afianzar ¢l poder central y consolidar e] estado. Li € en esa direccién, cuyas Contradicciones se hi @ principios del siglo XX la cuestia conflictivamente, ame En suma: i wee xl XOX fe ¢! Siglo de la tepiblica. Se inauguré con un gesto rad “evaldad politica entre tos integrantes de la nueva nacio La opsin por la repiblica 5 5 formacién, rompiendo asf con sus adscripciones en tificaciones previas. Ese gesto abrié paso a la movili sivo de gentes que pasaron a ocupar un lugar politico anteriormente. Se crearon asi nuevas formas y jerarqui cierta autonomia de lo social y que se alejaban decidi Antiguo réginten, Estas nuevas desigualdades no erat publicano; por el contrario, surgian de su propia ding entre la igualdad de derechos y la desigualdad de hecho alimenté tensiones en torno alos limites y los alcances de cada una, Pero generé escasos cuestionamientos a la legitimidad del sistema. Solo hacia finales del siglo, aquella distancia experimentaria impugnaciones decisivas en el contexto de transformaciones mas amplias en las rela ciones entre politica y sociedad que anunciaban una nueva €poca. n incompatibles con el orden re- mica. En ese marco, la distancia Coda para el bicentenario: a partir de estas reflexiones considero anacrénico pen- sar los regimenes politicos del siglo XIX en términos de los ideales de “gobiemo de- mocritico” propios del mundo contempordneo ya que ese horizonte adquirié vigencia Solo 4 partir de finales de ese siglo_y, sobre todo, a comienzos del siguiente. Para en- tonces también se estaba disolviendo la asociacidn entre nacién y repiblica, a medida que la primera pas6 a definirse, cada vez mas, en términos cuiturales hasta llegar a considerarse una esencia previa a toda opcién politica. De manera que si, por un lado, se generé un clima de exigencia creciente en pos de dar a la repiblica el cardcter de “democritica”, por el otro, en el imaginario colectivo la nacién se disociaba de la polis y devenia en una instancia eterna, previa a toda opcién politica y a cualquier régimen ~dictatorial 0 democrético, conservador o liberal, populista o elitista~ por definicién cfimero. Se disolvié asi la equivalencia entre repiblica y nacién propia del siglo XIX. Desde el punto de vista civico, que ya no historiografico, entiendo que volver a vin- cularlas es nuestro desafio de hoy: el desafio de poder asociar estrechamente y de manera original la nacién y la repiiblica, ahora democratica. Sufragio y republica MarceLa TeRNAVASIO ; Universidad Nacional de Rosario / CONICET Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” la organizacién politica de la Reptiblica Argentina, publicada en Valparaiso en 1852, sostuvo que ya no habia lugar para una discusién sobre la forma de gobier- 1no, puesto que el republicanismo se habia impuesto en los hechos. Ese republicanismo de hecho, que no habia alcanzado estatus constitucional durante la primera mitad del siglo XIX, pese a los tres ensayos constituyentes desplegados en las dos décadas posteriores a la Revolucion de Mayo (1813-1815, 1816-1820, 1824-1827), debia tra- ducirse -segiin el autor y todos sus compaiieros de ruta de la joven generacién roman- tica—en un republicanismo de derecho. La reflexién de Alberdi buscaba demostrar que la repiiblica habia nacido muy tempranamente en el Rio de la Plata, mucho antes de que se conformara la Republica Argentina. Bajo muy diversas variantes las formas republicanas fueron sustituyendo al régimen imperante durante el periodo colonial, cuando regia el principio de la so- berania absoluta del monarca, y se fue consolidando el principio de autogobiemo de Jos pueblos en oposicién a nociones tales como despotismo o tirania. Ya en 1808, la ausencia del rey generé una situacién republicana de hecho que fue tomando distin- tos rumbos a partir de 1810. En el agitado periodo revolucionario, que se extiende hasta 1820, se sucedieron y coexistieron ensayos de tipo republicano a escala local, provineial y del gobierno central. Estos ensayos, ademas de exhibir las cambiantes fronteras de las nuevas comunidades politica, demostraron las dificultades existentes para consensuar un orden constitucional unificado. Tales dificultades derivaban de las disputas en torno a la forma de gobierno. Si tie ee hee aes plano i Api te la forma republicana frente a las posture : lems no es ra en tomo a cusin centtalista, federal o confederal debia ser el régimen resultante de esa repiblica. Us dificultades persistieron después de la caida del poder central en 1820, Ga do cada una de las provincias se organiz6 bajo reglamentos 0 constituciones de cardc~ ” paris signada por el despliegue y conso- ter republicano. La etapa iniciada en 1829 estuvo sig) a ‘de turn Manuel de lidacion de un experimento politico que, dominado por la aura ct ae Rosas, doté a las provincias rioplatenses de un orden eae tine ae peculiar. Ese orden, que en la provincia de Buenos Ales eae tégimen representativo con elecciones periddicas en ine ‘eas ss facultades €X- lista nica y la celebracién de frecuentes plebiscitos EF rie yador, logr6 extenderse traordinarias y la suma del poder publico delegadas a! E° 3 Je Bautista Alberdi, en su célebre obra titulada Bases y puntos de partida para 58 Dos silos después . La combinacién de consenso, negociacién y publicano y federal invocado por Rosas, en un adas, tal vez mas que nunca, su vocacign, gran parte del territorio rioplatens' coaccién fue Ia clave del régimen re} marco en el que las provincias vieron cercen ia y autogobiemno. oo ; “ sees Ta eatda del rosismo y la sancién de la Constitucién de 1853 se abrié una nueva etapa, marcada por el intento de plasmar oe la unidad tanto de la repiblica como de la nacién, Pero dicha unidad se aleanz6 solo en 1862, cuan- do tras una década de disputas entre la Confederacién Argentina y Buenos Aires, se inicié el controvertido proceso de construccién estatal de la ahora llamada Republica Argentina. ce . En ese contexto tan variado de “repiblicas”, existié un principio comiin a todas: Ja adopcién de la soberania popular como base de la nueva legitimidad republicana y la celebracién de elecciones periddicas para designar a las nuevas autoridades que ve- nian a reemplazar al monarca, Si bien la invocacién de la soberania popular no definia Jos mecanismos concretos a través de los cuales debia expresarse, de 1810 en adelante se pusicron en marcha procesos electorales para regular las nuevas relaciones entre gobernantes y gobernados. Gradualmente se fueron aplicando diferentes modalidades de eleccién, algunas formalizadas en reglamentos y estatutos y otras practicadas de manera informal en los espacios piblicos. Coexistieron, asi, desde la Revolucién de Mayo, formas “directas” de ejercicio de la soberania popular desplegadas en cabildos abiertos 0 asambleas populares convocadas en distintas circunstancias por diversos actores, y elecciones periédicas para designar a autoridades de diferente naturale- 2a (juntas, miembros de cabildos seculares, poderes colegiados o unipersonales de Caracter ejecutivo, congresos constituyentes, gobernadores de provincias, diputados oe de representantes, etc.). El cambio radical que significé pasar de un sistema Fain dope ata aarp sve om. ( 10 de una repiblica, cualquiera fuera su tamaiio, s6lo podia recta en distintos grados y sistemas de eleccién directa que fueron desplazando, poco a Eanes frecuentes en a dene de Tee ; is cabildos abiertos y asambleas populares, muy Ahora bien, ain modificando a lo ipo del ie Feglamentaciones y practicas electorales se fueron tanto desde el punto de vists Segoe oe C%isten dos puntos a destacar, Por un lado, que ‘iridico como de la précticas concretas, la base de sufra- antes fue siempre muy ampli, s lia. En i 1312 impose pr primera vezel sufasio uni crate de ae Ia reorma electoral de Ijeres) es slo eso, un ming yen 280 universal en Argentina (con exclusin de is hombres considerados Hen y Que no existieron restricciones legales al voto de los Ssde comienzos del XIX, salvo contadas excepcionts. Sufragio y repiiblica 59 A diferencia de lo que ocurria para esa época en casi todas ls latitudes de occidental, no se excluiaa votantes masculine por su nivel de venta ings nn dad o instruccién. La Constitucién nacional, por su parte, confirms la viedo sufragio universal masculino tanto en el orden nacional co, ae ; I como en el provincial, Desde esta perspectiva, la reforma electoral de 1912 no innov6 en esa tradicién jurdica ye consolidada, pero en cambio, al imponer el voto secreto, contribuyé a transformer notablemente las practicas electorales y, al sancionar el voto obligatorio, amplificé de manera significativa la participacién electoral. El segundo punto a destacar es que el régimen representativo pasé a ser el tinico criterio de legitimidad de la autoridad. Si bien Ia violencia no estuvo ausente en la construccién republicana desde el momento mismo de la Revolucién, su uso no fue, en realidad, contradictorio con el proceso de institucionalizacién politica, sino fun. cional a él, en la medida en que las disputas se expresaron muchas veces en nombre del derecho de resistencia a la opresién. En tal direccién, las practicas coercitivas, las revoluciones armadas, la creciente violencia electoral de la segunda mitad del XIX 0 las practicas mds sofisticadas del fraude, clasicas del periodo abierto en 1880, no ponian en cuestién la legitimidad republicana y el régimen representativo en el que se sustentaba sino que encarnaban distintas formas de disputar, controlar y administrar la gran novedad impuesta por el principio de la soberania popular. Fue recién en el siglo XX, en un contexto en el que la repiiblica comenzé a articularse con la democracia de masas, cuando los cuestionamientos a la legitimidad republicana comenzaron a emerger desde distintos sectores. El triunfo nacional del Partido Radical (en 1916), cuyas bases de apoyo reflejaban los cambios producidos en la estructura social y poli- tica del pais, sumado al nuevo clima de ideas que la primera guerra mundial colaboré a crear en el nivel internacional, abrieron un nuevo escenario de debate en tomo al futuro republicano. Un futuro que poco tiempo después mostraria sus costados més problematicos. La altemnancia entre gobiernos civiles y militares a partir de 1930 fue, sin duda, el corolario de ese nuevo clima de ideas y un punto de quiebre en la tradicién tepublicana inaugurada con la Revolucién. Los ciudadanos y la republica FLavia Macias Universidad Nacional de Tucumén / CONICET Instituto Superior de Estudios Sociales urante el proceso revolucionario de 1810, la adopcién de la repiblica y con ello la incorporacién de los principios de soberania del pueblo y de gobierno representativo Hev6 a sus protagonistas a preguntarse por un actor esencial, el ciudadano. En ese contexto, su configuracién se erigié en tarea fundamental en tanto erael nuevo y legitimo depositario de la soberanfa. El voto y la opinion puiblica emer- gieron como espacios formales de conexidn e interaccién entre el “pueblo soberano” yel gobierno, constituyéndose de esta manera la dimensién politica de la ciudadania. Sin embargo, la militarizacién derivada de la revolucién y de la guerra modificé tanto el nuevo escenario politico decimonénico como el propio concepto de ciudadania en construccién. Este ensayo reflexiona en tomo a la ciudadania en su siglo de invencién y hace especial referencia a las dimensiones de este concepto que, como hoy, respon- dieron a una coyuntura de profundos cambios politicos y sociales y de multiples y nuevas demandas. En este caso, la atencién se concentra en la dimensién militar, Si bien la misma se aleja bastante de los referentes ciudadanos actuales, se constituye en una interesante Optica de andlisis para ingresar al problema de la configuracién ciudadana decimonénica. Las tiltimas investigaciones sobre el siglo XIX evidencian resultados que nos devuelven una nocién de ciudadanfa de contornos amplios, participativa y dindmica, cuyo vinculo con el gobierno y la repuiblica se canaliz6, ademés del voto, mediante Tevoluciones, pronunciamientos, asambleas ¢ instituciones militares. De esta manera, Se demuestra que la construccién ciudadana de ese siglo se adapté a la demanda de Auevos actores que, surgidos de la revolucién y de la guerra, se sintieron protagonistas del proceso politico en ciernes: plebe urbana, ejércitos residuales, milicias y sus co- mandantes, entre otros, Ellos pugnaron por insertarse en los nuevos espacios de poder, generando canales de accién politica que modificaron la emergente esfera piblica. Por lo tanto, este convulsionado y cambiante escenario transitado por multiples y diversos actores y colectivos sociales, nos plantea la necesidad de repensar la cuestion ciudadana decimonénica a contrapelo de la historiografia tradicional y de ciertas pro- ducciones mediaticas contemporaneas. Estas conciben al ciudadano exclusivamente como un “sujeto de derecho” 0 como un “status juridico”, y entienden al Cs om el siglo del fracaso de la politica moderna. A la visién de una politica resto al acotado circulo de las elites suman la nocién de anarquia, que funciond por dé das Como categoria analitica para explicar, de manera simple y estrecha, la violet "acteristica del siglo XIX. El problema radica en que, a pesar de las reform 62 Dos siglas después actuales emanadas desde una renovada historiografia, visiones contempordneas de amplia difusién en nuestro medio elaboran sobre aquellas premisas interpretaciones. anacrénicas del siglo XIX que con frecuencia son utilizadas para justificar la corrup- cidn y las crisis politicas actuales. La militarizacién de la vida politica producto de la Revolucién, de la guerra por Ja independencia y de las guerras civiles, se expres6 en la incorporacién de practicas civico-militares que se desarrollaron durante todo el siglo XIX. Las mismas, més que expresar la corrupcién, la anarquia y los obstaculos al ingreso de la modernidad, ampliaron y complejizaron los canales participativos de la sociedad, sin por esto des- conocerse los espacios formales de accién ciudadana que se estaban disefiando en la naciente vida publica. En este contexto, las milicias desarrollaron un papel militar y politico central. Las mismas constituyeron un tipo de fuerza que por su estructura y funcionamiento se diferenciaron del servicio militar regular-profesional y del poste- rior sistema de conscripcién obligatoria implementado en el siglo XX. Las milicias funcionaron como cuerpos auxiliares del ejército, convocados y movilizados even- tualmente cuando las circunstancias asi lo demandaban. Estaban integradas exclusiva- mente por ciudadanos que mediante su enrolamiento en las mismas sellaban su com- promiso con la defensa de su patria. Inicialmente, las milicias fueron de organizacién local y esto permitié a las autoridades provinciales inmiscuirse de forma directa tanto en el enrolamiento como en la movilizacién de este tipo de fuerzas. Ciudadanos, armas y milicias: De qué manera se proyecté la militarizacién re- volucionaria a las décadas posteriores de la repiiblica? ,Cémo influyé en el proceso de construccién ciudadana? Fracasado el gobierno central revolucionario en 1820, la provincia se constituy6 en la unidad politica de referencia. El gobernador, los co- mandantes y el ejército provincial canalizaron la herencia militar revolucionaria y articularon los sistemas de lealtades politico-militares constituidos en esos aftos. La formulacién de una nocién de ciudadania amplia pero de fuerte referencia provincial se asocié con una nueva concepcién de patria anclada en paradigmas locales y perso- nales. Mas alla del voto y de los espacios de opinién, las milicias, los levantamientos y las asambleas populares se consolidaron como vias de vinculacién entre los “ciudada- nos de la provincia” y el gobierno. La firma del pacto constitutivo de 1853 marcé una nueva etapa en la politica rioplatense asi como en el proceso de construccién ciudada- na. La Constituci6n se erigié en el nuevo referente politico-institucional aglutinante que, con modificaciones, regiria de ahora en mas. La guerra acompaiié al proceso de organizacién nacional y de redefinicién de los poderes provinciales y se mostré como espacio de manifestacién y resolucién de los conflictos politicos regionales ¥ nacionales. En este contexto, el tedrico control asumido por el presidente sobre las tradicionales fuerzas militares locales (articulo 15° del Acuerdo de San Nicolas) S¢ complementé con la organizacién de un tipo de milicia cuyo objetivo fue el de otorgar al primer mandatario nacional Ia legitima posibilidad de inmiscuirse en el terreno politico-militar local: la Guardia Nacional. Los cindadanosy la rpiblica 63 __Los batallones de la Guardia debian organizarse por el gobemador en cada pro- vincia. Por su parte, la movilizacién era atribucién del presidente “salvo peligro tan inminente que no admita dilacién” (articulos 105° y 106° de la Constitucign Nacio- nal de 1853). El persistente y hasta necesario protagonismo politico-militar de los mandatarios locales; las evidentes ambigtedades constitucionales; la fuerte impronta provincial de las fuerzas militares que ahora integraban el incipiente Ejército Nacio- nal y las debilidades propias de un poder central en formacién, erigieron al terreno de las incumbencias militares en ambito de permanente debate y disputa. Alli, mas que expresarse la “anarquia” o los frenos a la organizacién nacional se manifestaron, tal como lo plantea Hilda Sabato, los debates y las tensiones en tomo a la manera de pen- sar la defensa, el uso de la fuerza y el grado de concentracién del poder de coercién en el naciente poder central, Esta situacién se proyecté por lo menos hasta 1880. El ciudadano, actor central de la repiblica, protagonizé estos debates y este proceso de construccién politico-militar. De hecho, en la Guardia Nacional debian enrolarse “todos los ciudadanos de la nacién” ya que, en tanto tales, estaban compro- metidos con la defensa de la constitucién y de la repiblica. A través de la Guardia, se realizaba un servicio de armas eventual y complementario de las fuerzas de linea, que funcionaban como fuerzas regulares y profesionales del ejército nacional en for- macién. La Guardia Nacional institucionalizé la dimensién militar de la ciudadania mediante la definicién de los atributos del ciudadano armado, quien entendia como un deber pero también como un derecho la toma de las armas frente a gobiemos despoti- cos que ultrajaran a la repuiblica y sus leyes. De esta manera, se establecié un vinculo directo entre el ciudadano y la Constitucién, que superaba el estricto referente local- provincial y que muchas veces se puso por encima de los gobiernos de tumno. Estos principios actuaron como justificativo de un sinniimero de revoluciones y pronuncia~ mientos ocurridos en estas décadas contra diferentes gobiernos. Si bien los menciona- dos levantamientos no dejaron de asociarse a conflictos politicos e inter-partidarios, se incorporaron a la vida republicana como una practica leg{tima y vinculada con los comportamientos civico-militares. Por otra parte, mediante la Guardia también se institucionaliz6 Ia intrinseca rela- cin entre las dimensiones electoral y militar de la ciudadania de esos afios. El ciuda- dano en armas era también el ciudadano elector ya que para poder ejercer su derecho a voto era requisito estar enrolado en la Guardia Nacional. Todo esto la vinculé con la Vida politica republicana, constituyéndose en espacio de politizacién, de movilizacion y aprendizaje ciudadano. . . Los cambios de la sociedad del centenario se visualizan en una serie de reformas como la ley electoral de 1912.y la ley de 1901, més conocida como “Ley Ricchieri" El nuevo concepto de defensa se materializé en el principio de conscripcién obligato- Ja ciudadania se impuso en la escena politica ria, Por su parte, la dimension civiea de f ve en articulacién con la emergencia de un terreno electoral fuertemente oar donde los partidos modemos se erigieron en actores centrales y los espacios 64 Dos sighs después nifestacién de la opinién publica se multiplicaron. Los principios de la cultura Civica se reedificaron sobre la base del voto universal masculino, Secreto y obligatorio y Jg ampliacién de la representacién politco-institucional partidaria. Emergieron nuevos espacios de participacién y accién politica ciudadana como los partidos modemos, las asociaciones y los sindicatos, En este marco, la tradicién miliciana del siglo XIX habia legado a su fin y con ella la formula de la ciudadanfa en armas. La constnuccién democratica que se inicié en la Argentina del centenario se asocié con la configura: cidn de nuevos canales de vinculacién entre “pueblo” y gobierno, reactualizandose la pregunta por la ciudadania y por la compleja relacién entre los principios de soberania + del pueblo y gobierno representativo. De cara al bicentenario, tanto en la Argentina como en el resto de las naciones occidentales, resurge la pregunta por la ciudadania, en un contexto en el que el refe- Tente simbdlico nacional no deja de diluirse y tornarse difuso en el marco de socieda- des multiculturales y diversas, donde muchos actores manifiestan de forma cotidiana necesidades insatisfechas y por lo tanto una ineludible sensaci6n de exclusién. Esto exige repensar el vinculo entre “pueblo” y gobierno en los diferentes “territorios” de accién ciudadana (el municipio, la provincia, el estado nacional) e implica reactivar 0 reinventar sus canales comunicantes. A su vez, esto requiere flexibilizar y adaptar las agendas gubernamentales a una renovada ciudadania, Representaciones de la repuiblica Fi NANDO ALIATA, ; __ Universidad Nacional de La Plata / CONICET Instituto de Historia, Teoria y Praxis de la Arquitectura y la Ciudad (HITEPAC) de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo a construccién de simbolos, arquitecturas y espacios piblicos que refiejen la nueva identidad republicana es bastante temprana en el Rio de Ja Plata. Sin ‘embargo, no necesariamente 1a materializacién de monumentos y espacios ex- presa en un primer momento un sentimiento de nacién. Se trata, mas bien, de ejerci- cios de disefio por parte de los arquitectos y artistas que siguen cdnones universalistas derivados de las varias modalidades que adopta el arqueologismo clasicista a fines del siglo XVIII. No obstante, seria demasiado simplista clasificar a estas representaciones como meras traslaciones de modelos propios de la iconografia surgida de la Revolu- cién Francesa. Si pudieron pensarse es porque existié la necesidad de materializarlos enel contexto de una identidad particular que comenzaba a manifestarse desde la elite revolucionaria. Un grupo que, necesariamente, buscé representar esta nueva realidad dentro de las modalidades estilisticas disponibles." En el ambito de la ciudad de Buenos Aires debe sefialarse, como primera ma- nifestacién de ese cambio, la transformacién de la plaza central, que luego intentard teproducirse en otras plazas de ciudades argentinas, como espacio representativo de Ia identidad republicana. Dos acciones fundamentales, que pueden sintetizarse a partir de la lectura de diversas fuentes, resumen los cambios: + El intento de eliminar de la plaza las actividades de mercado y con ella la limitacién de la presencia de los sectores populares. ; + La conversién de la plaza en un espacio equipado para la realizacién de celebracio~ nes politicas que debe demostrar la abstracta igualdad de los ciudadanos a partir de las grandes superficies capaces de contener las nuevas ceremonias revolucionarias. Esta accién implica su transmutacién en plaza seca, la colocacién de fuentes y mo- numentos conmemorativos, y la reorganizacién de las fachadas que dan sobre la plaza. 1 Burveda ha dem i i i da en base a 1 Burucéia ha demostrado que si bien Ia iconografia revolucionaria fue organizada © la que presentaba la Revelucién Francesa y decidida directamente por la intervencién de f elite, no generé rechazos por parte de la plebe, La euestién cra colmay un vac de lenguaie visual que tuvo una enorme difusién icénica. Ver: BURUCUA, Jost Emilio “Inuensia os tipos iconogrficos de la Revolucién Francesa en los paises del Plata’ en ance y recepcién de la Revolucién Francesa en la Argentina, Grupo Editor Latin« , Buenos Aires, 1990. 66 Dos sighs despues Si estas son las acciones a realizar, los proyectos de la etapa posrevolucionaria que se han conservado evocan la idea mitica de la ciudad antigua. Las arquitecturas efimeras realizadas para las Fiestas Mayas representan columnatas a la manera de las agoras de a edad clasica; al mismo tiempo, la mayoria de los monumentos proyectados para la plaza toman la tipologia de la columna que viene a reemplazar al Arbol de Ia libertad de las primeras fiestas revolucionarias.? El Neoclasicismo, con su cardcter heroico y luctuoso que evoca sobre todo el arte de Grecia antes que Roma, es el lenguaje apropiado para este arte republicano. Bajo esta advocacién, la plaza se transforma en un espacio vacio poblado de fugaces monumentos formadores de una identidad abstracta; las figuras politicas de la Revolucion, en cambio, sdlo son apreciadas como miirtires en mausoleos 0 cementerios. Por otra parte, si analizamos el conjunto de fachadas elaboradas durante el pe- riodo en el resto de la ciudad de Buenos Aires, puede concluirse en primera instan- cia que las mismas parecen guardar algin tipo de relacién de correspondencia, Una correspondencia que sin duda se establece a partir de la aplicacién de la idea clasica de “caracter” al conjunto de los edificios. Esta nocién, elaborada en el campo de la teoria arquitectdnica, nace a mediados del siglo XVIII en analogia con la caracteriza- cidn de los diversos géneros, especies o familias que organizan las ciencias naturales. Si la biologia o la zoologia han comenzado a tipificar y clasificar a los seres desde sus caracteres externos, la arquitectura intenta hacerlo, entre otras cosas, desde sus elementos ornamentales. Estos son los recursos utilizados para individualizar mor- foldgicamente las fachadas correspondientes a cada programa. De ese moda, se cree, los ciudadanos podran distinguir, segdn la decoracién utilizada, un teatro, un cemen- terio, una iglesia, guardando cada edificio una coherente correspondencia ormamental. Una correspondencia que no s6lo lo individualice, sino que le permita determinar su autonomia formal dentro de un universo ordenado. Esta serie de principios permite construir un sistema de escalas arquitecténicas de la estructura urbana que organizan ala ciudad como un continuum homogéneo, en el cual se diferencian por categorias, a partir de un lenguaje arménico, cada uno de los géneros edilicios que la componen Asi, con la utilizacién de recursos ornamentales se ira definiendo cada programa de mayor a menor segiin su importancia, desde la més decorada fachada de Ia catedral a las mas austeras de las viviendas privadas. Pero la ornamentacién debe ser contenida y sobria, correspondiente a un ima- ginario de nueva ciudad que reconozca el espiritu de los hombres virtuosos que to- davia no han sido corrompidos por el lujo y la ostentacién, algo que puede leerse en multiples fuentes. En efecto, los discursos de los arquitectos parecen acompailar esta particular concepeién que nace del seno de la misma elite para intentar caracterizar Ia 2 El Arbol de la libertad, donde se reunian los colonos de Boston para protestar contra injustas leyes coloniales, se transformé con el tiempo en un simbolo universal de la revolu- cion. Representaciones de la repiiblica 67 “natural” condicién republicana y democratica de los ciudai mente produce un especial tipo de imaginario urbano, Carlo Zucchi, activo arquitecto italiano autor de algunos proyectos de viviendas de Ia elite en Buenos Aires y Montevideo durante la década de 1830, aclara el espiritu que motiva sus trabajos: “A los proyectos arquitecténicos nacionales he agregado los de algunos edificios que me ha cabido la honra de componer para varios ciudadanos, destinados para utilidad publica y para uso propio, habiendo adoptado en estas com- posiciones por insinuacién de los mismos propietarios un estilo sencillo y econémico ms conveniente con las costumbres de un pueblo republicano, donde no ha penetrado el fasto destructor de la moral y de todos los principios sociales...” El mensaje de- muestra que el Neoclasicismo no sélo debe adquirir un rol celebratorio y didactico, sino que le incumbe ademas ser la demostracién més palpable de la moderacién y la virtud que deben regir a la repiiblica. Pero donde tal vez el nuevo sentimiento republicano se refleja atin mas es en el nuevo cementerio de la Recoleta. Tanto el inicial proyecto de Prospero Catelin de 1821 como el de ampliacién formulado por Carlo Zucchi en 1829, son austeras propuestas que expresan con claridad las analogias posibles entre la ciudad de los muertos y la imaginada ciudad de los vivos. Sobre todo el amanzanamiento reticular del arquitecto italiano, pensado como apéndice del cementerio existente, racionaliza en extremo el enterratorio de los ciudadanos comunes en tumbas de iguales dimensio- nes que pueden apilar hasta cinco féretros. Las salmas de la “gente decente”, fuera del “comin”, pueden ubicarse en el pértico lateral que rodea el recinto del Cementerio. Un pértico que, ademas, incluye ritmicamente capillas destinadas a los ciudadanos célebres. Mas alla de los proyectos, las tumbas realmente construidas demuestran con cla- ridad la existencia de este espiritu. Tanto el mausoleo de Dorrego, que debia ser el mas importante monumento del cementerio, como el sector de tumbas de muertos ilustres que existen en sus inmediaciones, reflejan ese caracter de austeridad y recato. El resto de la infraestructura mortuoria pensada por Zucchi tiene la misma severidad que debe expresar la ciudad, su misma monotonfa, en la cual las diferencias sociales entre los ciudadanos apenas son perceptibles. El decoro impone una absoluta homogeneidad algo muy alejado a la sumatoria de monumentos individuales que, aunque todavia con un tono mesurado, empezaba a ofrecer, ya para entonces, el cementerio realmente ome terior, cuando en apariencia se pueda construir una memoria patria, se comenzarén a erigir monumentos definitivos. En la segunda mitad del siglo XIX, i :, Lopez, padres de la un soporte histérico forjado por Bartolomé Mitre y Vicente F. L one fi historiografia argentina, definié héroes, efemérides y cultos patriéticos. Ese cambio danos, lo que necesaria- cin de los principales proyectos eompuestos por orden del superior eos § hasta 1835, Buenos Aires, 1834. gobierno de Buenos Aires desde el aito de 1824 68 Dovsighs depts ica sobre Ia pirdmide de mayo en 1856, ‘comienza conta figura de fa iertadepilica sobre tapi 7 y ‘Se aeneralia con aide dl hézoe conve forador de lanacién,y adquiere una signifi- avin defintva con la estatuaceuestre de Monumento a Belgrano erigida en la Plana de Mayo en 1873. Repiiblica y democracia: la democracia como problema Eulas Patt Universidad Nacional ée Quilmes Universidad de Buenos Aires / CONICET ‘minada forma de gobierno y cobr6, ademas, connotaciones valorativas fuer temente positivas. Pero esto no era asi en tiempos de la independencia. De hecho, la democracia era normalmente muy mal vista. Mas precisamente, lo que se observa en las fuentes es cierta ambivalenca,furiosaseriticas coexisten con las re vindicaciones de la democracia como la base misma en que se fundan los nuevos cestados nacidos de la revolucin de independencia, ;Cémo entender esta aparente paradoja? Para ello es necesario adentrarse en la historia conceptual ‘Todo el pensamiento poltico del periodo funcionaba ain sobre la base dela vieja teoria de las formas de gobiemo, la cual dstinguia tes formas bésicas (monarquia, aristocracia y democracia) y sus derivadas. El arte dela politica consista en buscar la forma adecuada a cada sociedad particular. La pregunta de fondo en tomo de la cual siraba toda esta teoria era qué parte de la sociedad debla gobemar al resto si uno, varios o muchos. El presupuesto implicto era que necesariamente unos gobernaban y otros eran gobernados. La idea de que los mismos que son sibditos sean también Soberanos parecfa, a sus ojos, algo absurdo Hacia comienzos del siglo XIX, sin embargo, esta vieja teorfa de las formas de ‘sobiemo via superponerse con otra teoria, de origen medieval, seg la Gua a sobe- L: ddemocracia en nuestros dias ha dejado de designar simplemente una deter edades, en el cut el bombre inmediatacon Dios. La democraci, entendida como fndice dela soberania popula, seria asi el contenido genérco de todo gobiemo, Como deta Juan Beutsta Alber “tn democracia reside en la soberania popula principio concliale con todas las formas de gobierno.” Pero el carcter problemitico de este concepto es que es¢ mismo cardcer ge- nérico que admitia diversas expresiones politico-insitucionales, la hacia, en dima incompatible con todas elas. Es decir, la institueign de un gobiero, cual uiera que fuere su forma, suponianecesariamente al mismo tiempo, la quiebra de «se sustato democritico, la introduccién de una escisin en la sociedad que dividers 4 gobenantes de gobemados. Como sefalara Comelio Saavedra: “En lo més absolu- 10 de aque sistema [el democritic}, hay ciudadanos, que por su conductaajustada 4 Ja moral y asus eyes, se han hecho acreedores al apecioy consderaién de sus Conciudadanos”,y,concluye, son “esta distincién, consideracionesy premios de se vicios efectivos”, sobre cuyas bases se forman los gobiemos, “los que constituyen el 70 Dos siglo después verdadero honor de los hombres sea también cual fuere el sistema que domine alas sociedades.” En fin, si la democracia es Ja esencia genérica de todo gobierno moder. no, también lo es la aristocracia, a . , Esta comprobacién acompaftar In serie de intentos por suprimir las précticas asambleistas encarnadas en los cabildos abiertos y la instauracién de un sistema de gobierno representativo. El gobierno representativo seria visto como una forma de go- biemo mixto, es decir, una combinacién de democracia y aristocracia: toda eleccién, toda representacién, supondria el establecimiento de distinciones entre sujetos origi nalmente iguales, conllevaria, por lo tanto, la cancelacién 0 suspensién transitoria de los derechos soberanos de los ciudadanos y su transferencia a Ja autoridad. Inversa- mente, cualquier intento de hacer efectivo ese derecho implicaria la vuelta aun estado previo a la institucién de todo orden. “De aqui”, afirmaba Mariano Moreno, “que, siempre que los pueblos han logrado manifestar su voluntad general, ha quedado en suspenso todos los poderes que antes los reglan”. Asi, luego de la independencia, la democracia se convertirfa en,al mismo tiempo un destino y un problema, Privados ya de una autoridad trascendente a la sociedad, todo gobierno seri necesariamente democratico, es decir, deberd fundarse en la vo- luntad de los sujetos, sin que este sustrato democratico pueda, sin embargo, encontrar nunca una expresién institucional apropiada. La pregunta que surgird de aqui, y en tomo al cual girardn todos los debates del periodo, no sera verdaderamente cémo rea- lizar ciertos supuestos ideales democriticos de la ilustracién (los mentados “ideales de Mayo”), sino uno mucho mas complejo de resolver: como Ja sociedad que recorte gobernantes de gobernados sin que ahora forma su base. producir esa particién de quebrar ese sustrato igualitario ‘

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