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PROYECTO: LA ASAMBLEA.

Introducción

El lenguaje define nuestra posición de sujetos, somos sujetos de palabra y el

desarrollo de la palabra implica despliegue subjetivo.

El uso del lenguaje facilita a los niños que cursan el nivel primario posibilidades

de afianzar en la escuela un lugar ante otros, pares y adultos.

El modelo de la educación de corte tradicional, que aún persiste en el sistema

educativo, precisa del alumno “silencioso”, objeto receptor de información.

La actividad de la asamblea permite el despliegue de la palabra hablada,

dimensión incluida en el diseño curricular de CABA en Prácticas del lenguaje ,

a saber los “quehaceres del hablante”.

Estos “quehaceres” en la práctica se traducen en apoyo a otras actividades,

muchas veces en el diálogo del docente previo o posterior a la presentación de

la temática.

La asamblea introduce otra dimensión, relacionada con proponer a los alumnos

“tomar la palabra”, en sintonía con los deseos, inquietudes y críticas propios del

niño que hace uso y del grupo que se propone a la escucha.

La planificación de la actividad de asamblea a lo largo del año escolar permite

al niño, sujeto del aprendizaje, y al grupo de pares tener la posibilidad de

anticipar, proyectar y planificar, al tiempo de reforzar un ámbito de pertenencia

basado en la participación plena, en el respeto y en el cuidado.

Desarrollamos en vistas de diferentes experiencias pautas de trabajo para su

puesta en forma.

Once notas para la puesta en funcionamiento de la asamblea en el aula


1.- Planteamos el proyecto de asamblea como un ámbito de construcción de

aprendizajes, con eje en el desarrollo de la palabra hablada.

Se corresponde en el diseño curricular de ciudad de Buenos Aires, con la

dimensión de los “quehaceres del hablante” en Prácticas del Lenguaje y con

“formación ética y ciudadana” en Ciencias Sociales.

2.- No hay límite de edad, en el nivel primario, para poner en práctica del

proyecto. Claro que deberán tenerse en cuenta las potencialidades de los niños

y realizar adecuaciones de tiempo cuando fuera necesario.

3.- Proponemos a la asamblea como una posibilidad de aprendizaje en sí

misma, lo que lleva a plantear la planificación del proyecto del lado de los

alumnos o participantes. Por tanto lo común es que los alumnos planteen las

temáticas a tratar. Se ha usado el dispositivo como forma de tratamiento de

conflictos escolares (agresiones físicas, insultos) , preferimos postular que un

grupo con práctica en el uso de la palabra será menos proclive a la

manifestación de este tipo de conflictos.

4.- ¿Cómo plantear el inicio? el coordinador propone a los participantes a

relatar  alguna cosa que tengan ganas de compartir con sus compañeros, que

les preocupe o que los moleste. Al mismo tiempo pone en información al grupo

de las reglas de funcionamiento de la asamblea.

5.- Las reglas de la asamblea son las siguientes:

a) Los temas deben remitirse al ámbito de lo que ocurre en la escuela o en el

grupo, quedan por fuera las consideraciones por fuera de este ámbito. Es

común que los niños relaten problemáticas de su propia familia, el coordinador

debe intervenir para invitar al niño a conversar con el docente en otro

momento, resguardando la intimidad de lo dicho.

b) Los participantes son libres de ejercer su opinión en relación a otros

miembros del grupo, con la condición que estos últimos estén presentes, lo que

da posibilidad a ejercer el derecho a réplica.


c) Debe establecerse un orden para el uso de la palabra de acuerdo a

diferentes recursos que el grupo irá construyendo: levantar la mano, lista de

oradores.

6.-El coordinador docente tiene a cargo velar por el cumplimiento de las reglas,

así como también la potestad para la apertura y cierre de la misma, por lo que

planteamos la figura del coordinador como “coordinador garante”.

7.-¿Cómo actúa el coordinador garante? Planteábamos antes que la asamblea

constituye un ámbito de adquisición de aprendizajes, pero un dispositivo que

podrá ser efectivo si el uso de la palabra se “invierte”: los alumnos pasan a ser

protagonistas y el docente coordinador se concentra en “ceder la palabra”. Si

nos preguntamos en qué sentido respondemos que debe abstenerse de:

adelantar conclusiones, de presionar con sus ideas, de cerrar debates. Invitar a

plantear nuevos temas, a pensar temas para el próximo encuentro, llamar a

participar a los que menos los hacen, o reconocer acuerdos y diferencias son

formas de intervención que permiten que se afirme la participación de los

alumnos.

8.- Es posible que la asamblea de lugar a que se produzcan manifestación de

emociones de distinto tipo, el coordinador será garante del respeto y resguardo

de este tipo de manifestaciones, y podrá dar por concluida la asamblea para

aliviar tensiones en los niños. Posterior a la actividad se conversa con los

alumnos involucrados y se plantea que la temática que dio lugar a esta

expresión de emociones puede volverse a plantear en el próximo encuentro.

9.- ¿Y los que no hablan? A esta pregunta habría que contestar: no hablan…

por ahora. Es común que algunos niños se tomen algún tiempo para participar,

de igual forma participan ya que entendemos que esta construcción de

aprendizajes es una construcción social, del grupo, que incluye las diferencias

personales.
10.- Lo escrito: toda una dimensión del proyecto aparece en torno a cómo

realizar el registro de lo que se habla, quién o quienes la realizan (muchas

veces un co-coordinador) y cuál es el objetivo del registro.

11.- El horizonte democrático: la asamblea como ámbito de decisión. Invitamos

a pensar que la asamblea puede ser una herramienta para la toma de

decisiones. ¿Decisiones acerca de qué? De la modificación de prácticas

escolares, permitir en el “gobierno de la escuela” la “voz”, las conclusiones, los

acuerdos, las propuestas, de la “asamblea” de los estudiantes.

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