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= REDE ERICANO © San Joué, Costa ica {QQG_savace s ae unio W/ SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA el amor 4 fa muerte, por Alberto Gerchunoft—Recuerdogde Rubén Dario, por R. Blanco Fombona.— Vas Coneetos, por Guillermo Jiménez —Ineratitud y Adulacion, por J. Vasconcelos—Musas y Hadas, por Gaziel—Waldo Frank, por José Carlos Mariétegui.~Credo de la vida y Una pilida flor, por Carlos Luis Saenz.—LA Eno ve Oxo (con lecturas para ninos) — “Los paseos en el Guanacaste, por Manuel Segura.—Prosas breves, por Gris.—Elogio del silencio, por Alberto Masferrer.—La balada de mis hermanitos lustradores, poc A. H. Palais nun tugar_en que no ce dable, Mas, no quiero. vay manana, ovtade, — DiAlOgO SObre el AMOM esti ve disci en ex traron varias personas, si muerte ir hacia los sitios €n que St que ano sony pecs leg terest Giaidgo, Apolodoro, tsoto vaya, Ningn. eDonde. en are esto Renan, ae {Shard alegre gfeenias humans, Ninn porque ‘ql no. hay elon de Leneios, que. hizo del Gitstese "con noedtos Yio mujeres coco que hemos sido yo gue paises. del planeta pobla Serd i, Aunque usted po el.tiempo tiene una dura piraron yo" practic, con de mbes de_los Campos Apocchoner es es sombra, la vou, no. tiene felecunes. Los problomes farts y sin-formas, én el poco, Consideraba la uct Silenei) de ia eernidad. ¥ fe como una ey de tana y evocar lo que fulstels y tantemente ta humanidad Jo que hicistets,comprendo yigue no debe fig a Se porque’ mi vida tran inteligencia yo. con los mente en la superficie del Lin medida del’ hombre e obo de barror No he tpadecimieno. Vive & yas atribui importancia a las potente, y dos inquietudes que torturan al ser Exxesro Rexix.—¢Por qué hablar de lo que ha sufrido lo prolonga més sensible, al ser racional, que son el dos inquietudes? Gusta a los filéso- alld de su sepulcro. amor y’ la muerte. Qué he hecho fos clasificar y dividir lo que por lo _ Eeyesro Rexix—Lo que dice el ad hasta mi hora comin esta fiiera de lo clasificable y ilustre Apolodoro es penoso; es tam: postrera? Frecuenté las mesas ame- de lo divisible. El amor y la muerfe bién veridico. Los griegos represen- fas y a los amigos que se compla- constituyen, a mi juicio, un solo mis- taban la muerte bajo aspectos gra clan-en el examen de los conoci- teri. ciosos. Los monumentos. funerarios mientos y en la delectacién de la NivGx—Jamas he considerado el que he visto en los cementerios helé- poesia, Es un entretenimiento digno amor como un misterio 0 como un_ nicos, y en los museos de Europa no de un filésofo, pero no es suficiente drama. El amor ha sido para mi una sugierén ideas ligubres. Me acuerdo para lenar una’ vida. curiosidad sucesiva y un juego agra- de un vaso votivo que me mostraron yo desde mi moce blancos, que veir en una pinacoteca italiana: en su flan- €0, un efebo esbelto tenia los ojos cerrados yen los pliegues de_sus labios se adormecia una sonrisa. Para el griego, sutil y sensual, la muerte era el reposo en la. serenidad. Para el asidtico, que es de un sensualismo atormentadamente mistico, la muerte €s lo esencial de la vida. Es su con- tinuacién beatifica osu castigo fan- tasticamente tragico. He establecido en mis libros la diferencia de las re- ligiones. Sostuve, y creo no haberme equivocado, que la concepcién del universo, segiin el redactor monoteis- ta del Genesis, es profundamente poética, pero no épica. El politefsmo es épico. En cambio, los mitos paga- nos, como los mitos indios, no llegan a formar una religién. Forman sim- bolos aislados, que ofrecen entre si Ja vulgaridad’ y 1a ligereza de las relaciones terrestres, Carecen de inti= midad., Como las estatuas que los perpetiian, son cuerpos de_marmol Son dioses para la plaza publica. El asidtico cred el cristianismo, que se funda sobre la muerte. Su objeto no es la comunidad sino el alma del hombre. Por eso. tornd fecundo el pavor de lo desconocido. y convirtié en un martirio la delicia deseable. eQuién ignoré esa. suprema tristeza? EQuién no se sintid sumergido en la Snsiedad infinita y no ha querido morir en el instante en que la. leve caricia de una mano o el roce de un beso nos parecen tan inaleanzables ‘como los bordes de una estrella? Seauxos Mvyer—Le confieso, maes- tro, que estoy sorprendida. Le creia alejado de los tumultos horribles del corazén, que han envuelto mis dias en-un manto de légrimas. Nis6x—Soy una sombra feliz, por que fui una mujer feliz, Obtenia si esfuerzo la felicidad que daba. El destino me hizo de corazén variable y liviano. Exyesro Rexix—Me han supuesto con frecuencia un hombre de alma inerte, mestirada, sometida a las reac- ciones del pensamiento, porque me ‘ocupaba de asuntos lejanos. No es asi. He vivido en una honda so- Jedad de espiritu. Rodeado de sa- bios \y de sabiduria, me dediqué al ejercicio de la razon yal cultivo de la critica. Y es Ia investigacion de Jos sucesos del pasado lo que des- perté en mi la sed oculta del amor, Amé primero las imagenes. remotas del Evangelio, Maria de Magdala me revel6 el valor de la ternura inhalla- ble. Amé la Magdalena cual si se it- guiera, es mis desvelos eruditos, en 1 aposento humilde de mi biblioteca, con su belleza palida y_llorosa, con sus grandes trenzas y sus brazos levantarse en mis Sueflos coma un clamor slencoso. més tarde, al ascender en los aos, conoci en’una tertulia a una mujer en cuiya presencia enmudecia mi pa- Jabra. Era hermosa, El cabello oscuro, caido en dos alas cenidas, daba a su rostro una expresion de amable gra- vedad. Sus ojos me intimidaban. Sa risa me devolvia el jubilo de 1a in- fancia. ¢Para qué deciros su nombre? Ningin’ verso ha resonado en_mis ofdos con miisica tan deleitosa. Con- formabame con mirarla. Le hablaba con timidez, ¢Sabria esa criatura per- fecta, ese milagro armonioso de Dios, que su efigie no salia del fondo de mis pupilas? Si en, mis paginas hay una huella de bondad, si en lo que he escrito en las interminables. vigi- lias se advierte el calor caritativo de la esperanza, es porque ella lo puso al sonrefrme alguna vez. Pristees. Muye—No es el suyo un drama latino y mucho menos francés, Detesto el drama latino. Los dramas latinos no se diferencian de los cuen- tos de Boccacio. Son historias de alcoba. Enxesto. Rentx—Debo rectificarle. No he vivido un drama. He vivido dramaticamente un idilio mudo, dulce y triste. Secuxox Musex—gNo es acaso to mismo? El amor es un estado idilico, que teje cl drama de sus protago- nistas. ‘ Primexa Murex. —Conozco el. teatro dramatico, He procurado descubrir en las escenas culminantes la situacion fen que me encontraba. Los dramas italianos, franceses y esparioles me producen habitualmente el efecto de episodios de indole externa. Sentada en mi palco, experimentaba la sensa- ‘cin de poder modifiear con mi_vo- luntad el curso de los sticesos esce- nificados. Su economia se equilibra sobre hechos que nacen de las con- tingencias circundantes y no de los catices internos del alma, que deter- minan jneludiblemente un desarrollo fatal. Y en esas obras predomina, con una regularidad desconsoladora, la sed de conquistar, en el sentido directo y preciso, ala mujer que jrve de centro a la fabula frenética. Los ndrdicos, los rusos, los sajones, han introducido en el drama, brumoso a veces como las ciudades y los pai- sajes que son su escenario, las pa- siones. indescriptibles, los arrebatos “inmanifestables, a quietud dolorosa, €l callado roer que devora el cora- zon. éQuien puede evitar ese drama escondido que muerde dia y noche como un Acido y que no se trans- parenta en el eticadenamiento logico de los hechos que suman la actividad ordinaria y Ia aettud visible de una persona? Es lo que me ha ocurrido, Niwéx—Lo que oigo se parece a as. reflexiones lentas y nebulosas de los personajes de las mayor parte de los latinos so otro modo. Si el cristianismo no hubiese infundido el. terror orie de la muerte y el senti : del pecado, nuestros amores. serian_ semejantes a los delos griegos,alosde los pastores y de las ninfas; serian fragiles e indcentes. Me he rage de ios terrores religiosos que me ine culeaba mi madre y me alimenté con las nociones epicireas en que me duce mi padre, que admiraba_a los fildsofos. Por eso pudo decir mi amie go Saint-Evremond: # i, ‘ Liindulgente et sage Nature 4 8 forme lame de Nino de la volupté «Epicure et de la vertu de Caton No interpreté el amor con severa_y . amarga trascendencia, No encendi mi vida en la tama ficticia de los re- mordimientos, de los odios, de los celos. Amaba con la misma Tlaneza con que razonaba con los hombres de saber, y bailaba con los oficiales de la guardia del Rey. Conoct al sefior de Coligny y después. conoci, con idéntica fruicion, a los que se detenian en mi casa'y solietaban mi ‘compania. Al conducirme de esta ma- nera, obedecia alas condiciones de mi temperamento. No he teorizado el amor. Me entregué, sin. prejuicios y sin la traba de Jos ‘yugos morales, al goce de su voluptuosidad, ¢Puede ser otra cosa el amor? ¢Por qué hhemos de cubrirlo con. los andrajos desgarrados de! misticismo, de las complicaciones romanticas, por qué hemos de mezclar a su ingenua vO lubilidad de niio loco el sabor agria de los fermentos sentimentales? El amor ha de ser un devaneo regoci= jante, Yo le creia, maestro Rendn, — tan. dispuesto a la cordura en. su ine timidad como en el desenvolvimiento. de sus escritos. Propenso a la ironia, a fa vision diversa de las cosas, m0 Jo suponia, como a un héroe_ de’ no: vela, revolviendose en el andlisis con- tinuo de lo que pasa en el interior de su alma. Es que nada pas interior de las. almas, La’ vida en la libertad de los sentidos y en los escondites del cerebro. Diran que soy. materialista, La vida mate desenvuelta con cierta belleza, en el rinedn del hogar © en el salon gal te, no es menos laudable 0 recomer dable que los prospectos de los idea- listas, “a Aro.op0x0.—La_divina Ninén_ habla razonablemente. Sin embargo, ha currido en una confusoin que es cesario precisar. Dijo que el amor ha de ser un devaneo regocijante. NC nos ha dado con eso. la defini det placer? ‘ Enyesto Rexav—La afable Nindn, al refesirse a mi, ha_esbozado el re- frato de un catedratico de espiritu yerto, contenido, reflexivo, prudente, de corazén mondtono y pausado como la méquina ‘de un reloj. No me ex- trafa. Las almas son inaccesibles a Jas almas. éQuién se animaria a decir: ‘yo conozco la conciencia de este 0 e aguel hombre, yo conozco la con- iencia de esta o de aquella mujer? Muchos han dejado escritas sus me- morias. Nadie nos ha dejado sus con- fidencias. Nadie se ha expuesto al juicio de los demas en lo que esta separado de su existencia exterior. Paunexa Muyen—Nuestra vida. pro- funda es imaginativa. Copia en sus sobresaltos vanos las angustias que forjamos en el. suefio, en el suefio ‘venenoso que nos rige mientras esta- mos despiertos. Es la aventura subli- me y pueril cuyas lineas esfumadas dibujamos con una complacencia mor- tificante, Y si no fuese asi, el hombre no hubiese Negado a las ideas y a Ja poesia. La vida es una obra’ de arte. . Pero los reyes de la democt cia se juegan la cabeza al Trono. Yo he jugado mi destino a cara o cruz. He jagado Y he perdido, Pero este cuartitot. Este cuartito, a pezuna de cerdo que usted mira sobre mi carne, la mano asesina que amorata mi cuello, son episodios de 1a lucha. He perdido: hay que pagar, en sufti= mmiento. Es0 es todo. "Si weso es todo, y nada miss. Ex de- cir, ¢s0 5 el infortunio, segin el fatalista cwervo de Poe. ‘Concluye con estas palabras impertinentes: Ya no me atrevo a repetire: «Tu serds Rey R, Buasco-Fonmonn (21 Soh, Bos, Vasco 2% serdadere interés he seauido dia a dia, ya en Ia prensa de Espana, o ya fen los diarios de esta capital, el desagr: able incidente surgido entre el licenciado José Vasconcelos y el poeta Saritos Cho- ano, incidente que, por angas o por man gas, fué una de las causas de la muerte de Edwin Elmore. Realmente, parece que el principal motivo de ta tragedia, no fue ta discusin entre ‘Chocano y Elmore sobre las ideas vertidas Por José Vasconcelos a propdsito de Tacna y Arica—mejor, mucho mejor para el publi ista mexicano — sino los agravios.hechos por el poeta de Alma America a ta memo- ria del padre de Edwin, llamindole en una abominable carta straidor a la Patrian, in- sito que como es natural, hizo hereit ta sangre fillal del joven Elmore, sangre que ahora sera como un sinapismo, o como brasa para el pecho de José Santos. No quiero ocuparme del asesinato, no ‘quiero escribir en falso asegurando si fué un asesinato proditorio y cobarde 0 perpe trado en defensa propia, allé Ia justicia pe- ruana es la que sefalaré responsabilidades, Elincidente Vasconcelos-Santos Chocano— descartando la muerte de Edwin Elmore— me ha sugerido algunas amargas acotaciones y mas de una vez he pensado en que et ex-Ministro de Edueacién debia escribir un Dello ensayo como el que escribis sobre los perfumes de Sevilla, o como El mapa esté- tico dé Europa; 0 cuando menos debia dic- tar unas pequenas notas dedicadas a todas aquellas personas que él ayudé y forms, inventandolas muchas veces; con este titulo El arte de (a adulacion y la ética de ta in- gratitud. No cabe duda, que José Vasconcelos fue tuna de las més fuertes y brillantes colum. nas del Gobierno presidido por el General Obregdn, Gobierno que dejé hondas huellas mas que por otros capitulos, por su extenso programa realizado en beneficio de Ia edu cacién de las clases populares y por su | bor y afin inconmensurable de acercamiento spiritual entre todos los pueblos de este Continente. Ideas que se cristalizaron, ideas que se cuajaron agu en forma de escuelas y de bibliotecas y en las repiblicas herma- fas con un cordial intercambio, Es imposible negar que el Ministro de Educacidn del Gabinete del General Obre- on, tuvo desaciertos incontables, producto, fal vex, de su dinamismo ly si queréis, de su vanidad—el concepto que yo tengo de la vanidad es la conciencia absoluta de las cosas bien hechas con espiritu de sinceri- dad—, pero debemos confesar todos en xin solo grito, que fueron més las virtudes de Vasconcelos, virtudes superlativas, que sus ‘Ahora que él estd lejos de la patria, ahora ‘que hace un provechoso viaje de estudio or aquellas viejas tierras civilizadas que ‘estén al otro lado del mar, se habra dado neelos estoy seguro que no se arrepentira de ellas Porque las lev a cabo con toda la fe en ‘que viene siempre envuelta una ilusién, ‘Sin embargo, José Vasconcelos, es uno de tos més altos directores.de educacion ‘que ha tendo y de que debe estar orgulloso fl pais, sin olvidar la fructitera labor de siembra, que hizo aquel otro mentor admi- rable que se llamé Justo Sierra En estos iltimos tiempos en que tanto ha sonado el nombre y que se ha discutido tanto la personalidad de Vasconcelos, lo mismo en Espana que en México, lo mismo fen el Perii que en 1a Argentina, las més veces admiréndolo y otras rodeiindolo de ofensas, me he hecho el cargo de las att bulaciones que han de acibarar Ia vida via- ‘jera del Maestro de Jes juventudes de América; pesares que no podrin borrar de su espiritu, ni sus triunfos en tierras de Cervantes, ni ls loas,desinteresadas y jus- tas y esponténeas hechas en su honor por las ms gallardas plumas espanolas; ni las arquitecturas de Persia, ni los paisajes de Italia, ni la cinta de plata del Danubio, ni Ja musica de Hungria, nila sonrisa de Paris. Pero esa tristeza no creo que sea pro: ‘ucida por la Iejania de la. Patria y mucho menos por las ofensas tabernarias que le cescribié. José Santos. No. Esa tristeza es mas honda, su pena es més fria, mas sec es porque a través de la distancia, él se hha dado cuenta de la falta de memoria de Jos que aqui en México se decian sus ami 0s, de Ios que todos los dias quemaban incienso en su honor, de los que él prote- Bi6, de los que él sacd de Ia nada, Esa su ‘melancolia es porque ha comprendide que ‘cuando fué Ministro se rodes de favoritos feumucos, que ahora son incapaces de tener tun gesto viril-cuajado de agradecimiento. ‘Vasconcelos repartié. favores a diestra y stra; a su sombra dos 0 tres Hlegaron subsecretarios, otros fueron sus secreta- ios particulares, otros flamantes jefes de departamento; para todos ellos, en aquellas calendas, José Vasconcelos era el super- hombre, pero ahora, ;Dios los libre de salir su defensa! José Vasconcelos debe escribir, entre un articulo de estética y entre unos apuntes de viaje, un ensayo, 0 cuando menos unas notas sobre El arte de la adulacion y fa ica de ta ingratitud. Guuneevo Jovenez (21 Universal, México, D.F) Ingratitud y Adulacion =De Bt Unleersl, México. D. F— JE invita un amigo muy estimable a que escriba un pequeno ensayo © aunque s6lo sea unas notas sobre Ia Ingratitud y la Adulacidn, No puedo hacerlo, entre otras azones, porque no conozco ni la una ni ta otra, No he padecido de ninguna de las los enfermedades, Si alguien me adulé, en Ia época en que yo disponia del relativo poder, poder de prestado, de que en Mé ico dispone un Ministro, yo no me di cuenta de ello, pues seguramente, nadie lo hizo en mi presencia; si se decia bien de ‘mien mi oficina, seguramente esto ocurria por las afueras de mi despacho particular Yy aun alli, dudo mucho que haya quedado tiempo para gustarlo en loas, Donde tanto trabajo hubo no habia tiempo para dete- nerse, ya no digo a adular, ni siguiera par tomar respiro, La suerte de adulacién ‘con més freciencia Hegaba a mis oidos por ejemplo, saber que me Hamaban cel Techero»: porque algunas veces Megaba a Jas ocho de la manana, sina hora antes de a hora de apertura oficial y comenzaba a tocar los timbres para amar jefes, muy ‘cumplidos, pero que no siempre se presen taban antes de la hora debida. De los pin tores, por ejemplo, recuerdo quejas; quejas de algunos menores, en el sentido de que yyo los explotaba porque les exigia mucho ‘abajo y la remuneracion era escasa. Yo les respondia que trabajasen por Ia glor ya que los gastos de guerra. no nos permi- tian pagarles i lo que gana un capitan. Las quejas de mucho trabajo y pocos emo- Iumentos eran en general justas si se com- para aquel personal con el de otras Secre- tarias, Sin embargo, se ha propalado la ca- Tumaia de que alld derrochabamos et dinero Y se sigue hablando de estos derroches, no fobstante de que nadie, hasta ahora, ha sido capaz de precisar en qué consists, uno solo de aquellos supuestos despilfarros. El ‘gasto mis discutido, el de 10s. pintores, nunea excedié de un’ simple sueldo, de un sueldo de taguigrafa, 0 de escribiente, pax sgado por pinturas que dejardn huella en ta historia del arte mexicano. Sin embargo, se hha Megado a decir, como el mis grave de Jos cargos formulados en mi contra, que yo erroché millones en pinturas. Se habla tambien de que derroché dinero en editar clisicos para un pueblo que no sabe leer; ero munca se ha tomado nadie 1a pena de hacer nimeros para ver que lo gastado en elisicos es insignificante y que el nimero. mismo de los voliimenes de clsicos es pe- ‘efo si se compara con ef millin de Wbros de lectura y el millén de silabarios y pe- ‘quetos folietos y con fos cien mil 0. mis textos de Historia y algunos de Ciencia, sin contar con todo lo que qued6 pendiente de lun proyecto vasto y comprensivo, pero no ris costoso que el simple traslado de un cuerpo de ejérito, de Soxiora, por ejemplo, 4 Ia capital; qué digo un cuerpo de eiército, que el traslado de tres. batallones! Se nos ha censurado, porque algin pintor Tleg6 ganar veinticinco pesos diarios y- porque otros pintores. ganaban ocho pesos pero nadie se atreve a censurar a los REPERTORIO_AMERICAN( ‘mis industria conocida que la muy produc- tiva entre nosotros, de la politica militante y degollante. Esto es lo que a mi me famarga, amigo Jiménez, y no el recuerdo de adulaciones que, si existieron, no ad- ‘verti, ni mucho menos la sombra de ingra- titudes que no existen; no existen, primero, porque no hay lugar a gratitud, y segundo, Porque ninguna de mis amigos ba quedado fen falta conmigo. Ninguno me debe: todo lo contrario. més bien soy yo el que se siente en falta con ellos. En efecto, los in- de; obligué a muchos @ que dejaran ocu- ‘paciones Iucrativas, para venir a colaborar fen una empresa ingrata; la empresa es la ingrata; la opinién es la ingrata, mi querido Jiménez; mucho elogiar una obra, de cuya Trascendencia ai cuenta verdadera se daban y después, la mis absoluta_indiferencia para el futuro de esa obra, para la conso- Tidacion de esa obra. Debo, no obstante, a muchos y entre ellos, a algunos de los me- fores ingenios de Ia’ época, una colabora cid que no pude pagarles con dinero, pero que muy ingenwamente supuse se les recompensaria con la estimacion general Ellos, como yo, han pagado ef delito de ‘querer superar al medio, padeciendo. como yo de la calumnia vaga y lo que es peor, de la desesperanza y la injustcia, Contem far el triunfo de 1a. injusticia; eso es To [Penoso y no por nosotros mismos, sino por el mal perdurable que esto acarrea a los pueblos. No por nosotros mismos, porque i s6lo se tratase de vanidades, nada le- ‘vanta tanto el pedestal dl justo como verse rodeado de picaros con éxito. Pero no se trata de construir vidas que sean, como boellas estatuas relativamente impecables: ya era tiempo de que el esfuerzo constructor ccomenzase a volverse fecundo;ya es urgente ‘que entre nosotros la salvaciin sea colec- tiva, Yo podia haber paseado por el mundo a falsa gloriola de una labor educativa resonante; pero. como yo. mejor que nadie, ‘6 lo que hizo falta, prefiero no hablar de quella. si hablo digo que fracasamos por falta de ambiente y por falta de recursos; fracasamos, porque nuestro presupuesto, aun fen los aos de relativa abundancia, aun en el ano glorioso en nuestros anales, de mil rnovecientos veiatitrés, fue un presupuesto, ‘elativamente, muy inferior al de la Arges tina, al de Cuba, al de Colombia y al det Brasil. En materia de educacibn no hemos podido igualar ni siquera a Costa Rica; ‘cupamos, por 1o mismo, el quinto lugar del continente y somos, despues del Brasil, el pals mis populoso, més extenso més an- tiguo, més obligado a ser culto de todo el continente’espanol. Esto es lo que me due- Je, estimable Jimenez, y no. ingeatitudes Inupucstas de pobres amigos, que acaso tie- fen menos que Yo, porgue al fin y al cabo a gloriola fugaz de aquel heroico esfuerzo, ‘que ellos también pusieron alma y cora- 26n, ha seguido brillando, solo. alrededor de mi y esto me abre a mi muchas puertas, “Mientras que ellos, tal_yez silo. han here- ‘las burlas de tos menguados, Si queremos ~ que alguna vex se dere el erie en hiuestra patria, comencemos por deslindar bien claramente las. responsabilidades; tan laramente como lo permite aquella situa cidn, Yo hablaré mas concretamente, cuando rogrese a la patria; por ahora solo he que- Fido precisar un punto que mi silencio ti biera vuelto todavia més confuso, el punto relative a mis colaboradores, De ningun tengo nada que sentir y de todos o cast todos estoy orgulloso. Los que no pusieron fen aquel intento todo un gran ingenio, pus sieron por lo menos un caudal de voluntad desinteresada, No hay uno que de alld sa- liera rieo. Bien s€ que, en los tiempos que corren, esto no es mérito sino tonteria, pero {4 mino.me importan fos tiempos que corren; por es0 mismo, porque corren y con ellos pasard la basura que estorba el progreso, Por allf andan, casi todos mis mejores cola Doradores, unos en el extranjero, cuando ta patria deberia reclamarles. sus’ servicios; ‘otros en posiciones mezquinas, y todo epor ‘qué? jPor qué osaron construirt No agra: vemos, pues, la desorientacion publica exhi- bigndolos, asf en masa, como aduladores y como ingratos; ni una ni otra. cosa fueron. de que habla ef autor. En la linea 36, piigina 31% 1 columna, parrafo 3°, donde dle: «es para mis cote- rrimeos», debe leerse: «esa para mis conte- rraneoss; y on la linea 7, pdrrafo 2. 22° ‘colunina de ta misma pagina 319, en que se estampé ssarde>, Iéase «sardon, REPERTORIO AMERICANO Sexxavio de cultura hispanic. De Filosofia y Letras, Artes, Clenci ¥y Educacion, Miscelaneas ¥y Documentos. Publicado gor GARCIA-MONGE, Apartado Letra X SAN JOSE, Costs Ries, C. A. ECONOMIA DE LA REVISTA a entra Ep el conteato 2 wns de aecven a ON att 38 'N el cielo literario de las Gi lias, sus observadores con- tinian enfocando la estrella de Primera magnitud que lleva el nombre de Anatole France. Su fulgor, cada dia mas intenso, incita'a descomponerlo en fran- jas espectrales, para _averiguar a qué es debida su_misterios calidad, Ya cohoceréis, sin duda, los principales resultados de esos estudios: la reedicion del libro de Paul Gsell (Propos d’Anatole France), publicado por vez. pri- mera en vida del maestro, y los comentarios y recuerdos postu- mos de Brousson (Anatole Fran- ce en pantouftes), de Le Gott (Anatole France a la Bechelle- rie), de Ségur_ (Conversations avec Anatole France), de Cor day (Dernieres pages inédites Anatole France) y de Girard (La Jeunesse d’Anatole France), Algunos de esos andlisis. quimi- 0s incluso arrojan a existencia de escorias en el astro. obser- vado, No importa: las. manchas del Sol no hacen mas que en- carecer todavia su luminosa po- tencia. Ahora mismo acaban de pu- blicarse en Francia nuevos da- tos. Son debidos a una dama, y sus observaciones_me parecen en gene- ral muy superiores a las de los hom: bres que la precedieron. Le salon de ‘madame Armand de Caillavet, escrito por madame Jeanne Maurice-Pouquet, es el libro mas interesante y quizas €l tinico necesario de cuantos acerca de Anatole France han aparecido des- pués de su muerte. Es algo. mejor que un rosario de anécdotas, por gra- ciosas. que sean, o un manojo. de comentarios, por acertados que estén. Es la introduccién al conocimiento de tun aspecto esencial para comprender Ja obra del gran maestro: del clima fen que se produjeron sus mejores frutos y del hada amiga que los rego y cuidé con mil desvelos, con un amor casi fandtico, hasta verlos ma- duos, Esta fué madame De Cail- lavet. En su. famoso salén de gran burguesa parisiense, Anatole France encontrd, pasados ya los cuarenta afios, Ia mundana que ne- jtaba su espiritu_ inicialmente de- masiado timido, refinado y_libresco. Yen la dominadora amistad de esa mujer hallé la energéa_ para producir, casi la coaccion que su nativa indo- lencia y su incurable pereza requerian Sin ninguna exageracion puede de- cirse—en la medida en que el desa rrollo del _temperamento depende de {os estimulos exteriores—que si Ana tole France no se ataseé ni se es- tancé en plena madurez, si legs a __ "et sooner oe rapid de Belen secre Soot do REPERTORIO AMERICANO Anatole France escribir sus obras mas perfectas, fué gracias a madame de Caillavet, al hada imperiosa que le vigilaba, le impulsaba y le sostenia, De hoy en adelante, después de las observaciones de madame Jean ne Maurice-Pouquet, los astrénomos notardn para siempre en el cielo ii terario de Francia, que al lado de la estrella radiante det autor de Thais, debe tenerse en cuenta un pequefo, femenino, casi invisible, pero indis- pensable satélite. Siempre que oigo decir quello tan frecuente de que Francia ha sido la heredera directa de Grecia, y Pa la ciudad sucesora de Atenas, se me ocurre una objecién, 0 cuando menos una distincién que para mi es de primer orden: la incomparable femi- nidad de Paris y de Francia, Grecia y Atenas fueron, con todas sus gra- Gias, exclusivamente viriles. Paris _y Francia son mujer, son lo mas feme- nino que ha habido en el mundo, La feminidad francesa es algo tan im- portante, tan insustituible, que sin ella hho se concibe Francia. Si Paris es la Atenas modema, en todo caso su diosa protectora’ no nacié, como la Palas Atenea, de la cabeza de Zeus, sino del blanco seno de Afrodita, En ningdn otro pais europeo et espiritu de sociabilidad y el gusto de Ja sociedad, cualidades genuinamente femeninas, estén, desde hace, siglos, tan desarrollados como en Fran: cia. Y en ninguna otra parte ta literatura—que es el mejor es- Pejo de las ‘costumbres—ha sido Yes menos , menos in- Gividualista, porque ante todo es alli un_ producto colectivo, una expresion de la sociedad, En Francia no hay genios literarios, personalidades abruptas y casi inasequibles a la mayoria, que rompan con el medio envoivente y descuellen por encima de él con un relieve en cierto modo mons- truoso. En Francia incluso el genio esta socializado. Por esto ninguna otra literatura puede pre- senfar, como la francesa, una tan ininterrumpida y densa serie de obras maestras, perfectas, y sin embargo lianas, jamas deto- nantes ni rebosantes, siempre en- cajadas con arte exquisito en su correspondiente panorama social. La mujer ha sido la. principal obrera de esta fusién armoniosa. De ahi también la. insuperada ccontinufdad de la novela france- sa, desde el siglo xv hasta nues- tros dias, porque la novela es el género literario femenino por ex- Gelencia (un chismorreo o coma- dreria de alto estilo), y su tema capital, el amor, es el mas delicado acicate de las’ sociedades cultas. y refinadas. Cuando se coge, por ejem- plo, 1a primera, gran novela francesa moderna, La Princesse de Cleves, de madame De Lafayette (1678), asom- bra contemplar la capacidad y la ca- lidad del andlisis amoroso ‘en una obra que sélo iniciaba un género. En muchas otras fiteraturas europeas no se ha conseguido todavia, en 1926, tun refinamiento intelectual_y senti- mental comparable al que revela aque- lla obrita de una mujer francesa Wel siglo xvi. Y es que en el siglo xvi” ia'vida de sociedad habia ya alcan- zado en Francia un desarrollo y una sensibilidad que no han logrado ain, ni probablemente lo alcanzardn_ nun- ca, otros pueblos europeos. Desde madame de Lafayette hasta Marcel Proust, la viviseccién de! alma hum: na, en el terreno erético, ha cont nuado en Francia sus incesantes es- tudios. No es de extrafar que esta ciencia francesa alcance, en manos de su iltimo gran representante, profun- didades geniales y amplificaciones patolégicas que a menudo descon- iertan a los extranjeros. : Pero lo mas admirable de ta tervencion femenina en la_formacion de la sociedad y de la literatura fran- esas, es st presencia constante al Jado de los grandes escritores, no so- Dr es tres grandes Frank contem- pordneos, Ralph Waldo Frank es el mas préximo a la consciencia y a los problemas de la nueva generacién hhispano-americana. Henri Frank,el au- tor de La Danse devant (" Arche, muerto hace algunos aos, a quien todos los hombres de hoy considera- mos, sin embargo, tan niestro y tan actual, pertenece demasiado a Francia, Este escritor admirable por su espi- titty su sensibilidad, sentia la crisis humana en la crisis francesa. Leo nhard Frank, el autor de Das Menchs ist gust, escribe en un lenguaje ex- Presidnista para un mundo espiritual- mente lejano y distinto. Ralph. Waldo Frank, en cambio, es un hombre de América. Ninguno de los libros de Waldo Frank ha sido hasta ahora, que yo sepa, editado en espanol. Solo una dite’ os conoce. El piiblico hispano- americano no sabe casi nada de Waldo Frank. La Revista de Occidente ha Publicado en uno de sus tiimos ni: eros un ensayo de este gran con- tempordneo. Un afio antes Vatoracio- rnes, la excelente revista del grupo . En el discurso de sus conversaciones con sus amigos fran- ceses Waldo Frank vid que América era un concepto por crear. Waldo Frank sefala al pionnier, al puritano y al judio, como los ele- mentos primarios de ia formacién de Norte América, El pionnier, sobre todo, es el que da su totalidad’ al pueblo, a la sociedad, a la vida yanquis. El espiritu. de Estado Unidos se precisa alo largo de su historia, como un espiritu pionnier. El pionnier se asi mila al puritano. «Bajo Ia presion de las necesidades del pionnier,—escribe Frank—absor- bida toda Ia energia humana por el empirismo, la religiin se materializ6. Las palabras misticas subsistieron. Pe- ro en el hecho, la cuestién de vivir era_el mayor problema. La religion debia ayudar a resolverio». En. este terreno de Ia accién y de ia utilidad, el espiritu puritano y el espiritu judio se combinaron y se entendieron fa- cilmente. Waldo’ Frank sigue la tra- yectoria de este acuerdo que no es a él al primero a quien se revela. ‘También en Europa se ha advertito la concomitancia de estos dos espi- is_en el desarrollo dela. ci lizacién occidental. Piensa Frank cer- teramente que en el fondo de la pro- AAesta’ religiosa del puritano se agitaba su voluntad de potencia. Un eseritor israelita italiano define en esta sola frase toda la filosofia del judaismo: Tuomo conosce Dio operando. La cooperacién del judio y del puritano en el proceso de creacion del capi- talismo y del industrialismo se explica asi perfecta y_claramente. El prag- matismo, el iutilitarismo de los gre- garios de dos. religiones, severa- Mente moralistas, lace de su_volun- “tad de accién y de potencia. El judio y el puritano, por otra parte, son in- dividualistas. Aparecen en consecuen- cia, como los naturales artiices de “una civilizacidn, cuyo pensamiento po- “litico es el il 10 y cuya praxis, econdmica es ta libertad de comercio y de industria. La tesis de Waldo Frank sobre Estados Unidos nos descubre una de las virtudes, una de las prestancias del nuevo espiritu. Frank, en el mé- todo y en el concepto, en la investi- gacién y en el resultado, se muestra a la vez muy realista y muy idealista. EI sentido de la realidad no perjudica su lirismo. Este exaltador del poder del espiritu sabe afirmar bien los pies fen Ja materia. Su obra prueba con- creta y elocuentemente la posibilidad de acordar el materialismo histérico con_un idealismo revolucionario. Wal- do Frank emplea e! método positivista, Pero, en sus manos, el método no es tun instrumento. No os sorprendais de ue en una critica del idealismo de ryan razone como un perfecto mar- xista y de que en la portada de Our America ponga estas palabras de Walt Whitman: . Estos son algunos escorzos del Pensador. La personalidad de Waldo rank apenas queda esbozada desde tun punto de vista. El critico, el- enss yista, el historiador—historiador si, ‘ungue no haya escrito lo que ordi nnariamente se llama historia—es ade mas novelista. Su novela Rahab es una de las mas exquisitas novelas que he leido el aio. iiltimo. Novela sicolégica sin la morosidad_morbosa de Proust. Novela pasionante e presionantemente humana y_postica. Y muy moderna y muy nueva, El drama de Nuestra’ América esta tegro en. su conflicto y en sus pro- tagonistas. La inspiracién religiosa, idealista, no varia. Sélo la forma de expresidn cambia. El pensador logra una obra de arte; el artista logra tina obra de pensamiento. JOM. (1 Norte, Tea. Pert Credo de la Vida Término de Ia vida no es ta muerte, no es tampoco su gran finalidad...! iVivamos nuestras horas de tal suerte que olvidando la muerte, : fexaltemos Ia vida que nos da ‘sus magnificos dones, y vivamos el amor, Ja alegria, 1a bondad, todo lo que es mas noble en nuestra vida, todo lo que sintamos ‘ser muestra inconmovible Realidad! Dr. CONSTANTINO HERDOCIA ea Facul le Medlcina de Parts MEDICO Y CIRUJANO 10.4 1130 am. y de 2 9 5,p. me Contiguo al Teatro Variedades, Teléfono mimero 1443 Los limpia-botas, duques de ta gitaneria, alegres Cortadillos,traviesos Rinconetes, merecen doce palos de la mayor cuantia, puesto que son bribones, granujas y pilletes. El sefor Monipodio, la célebre Montiela y también la Camacha,... recordando lugares ‘comunes de la parda, regociiada escuela, en las siempre vividas Novelas Ejemplares. Son estos limpia-botas muy buenos aprendices de ladrén, asi gritan, los periédicos graves; los seflores ministros oronidos y felices, hhenehidos, viento en popa, como si fuesen naves, dicen: jAst me gusta! Los buenos periodistas eben ludrar ahora, con ladridos de perro, por In sagrada causa de los capitalistas, por el dios amarillo de las cajes de hierro, JJesis habria dicho: Minimos preferidos, imildes limpia-botas, ios menores, ‘res completamente limpias, vuestros ofdos 'y mis palabras, vino de los tiempos mejores equé son, sino continuo movi Las Manos de Jesis Principe de la auroral ‘Estas si dice Pablo, reclaman interés, Ahora que recuerdo, para estos limpia-botas, Villon nos di6 sus versos, su prosa Rabel 1y Cervantes, voz llena de pintorescas notas, tun eco de pilletes y de granujas fue. y tambien 1a Camac comunes de la pards en las siempre vividas Novelas Ejemplares... ‘Skakespeare el gran maestro de poctas humanos, fen todos los aspectos ayer, manana y hoy, fen Black Friars, teatro de los «Negros Hermanos» fue jefe de pilletes Hamados Skakespeare Boys. La balada de mis hermanitos lustradores todos los Vargas Vila, de faria Volterian cescriben con pie firme, brutal de paquidermos, Incontables pilletes, hubo en las muchedumbres, que siguieron los pasos del Maestro Divino iQue broche «esmeraldas fueron sus mansedumbres, para cerrar los mantos oscuros del destino! Se afana el limpia-botas y quedardn pulidos Jos hombres, aunque sea con brillo de los pies. Es Parébola, donde claros y resumidos, ‘vemos todos los tiempos prehistéricos. Es Prehistoria, como la historia, movimiento de pies que van y vuelven. ;Que me tiendas 1a pata, uerido hermano lobo! jenclavado, sangriento, €1 Dueno de la Mano divina que rescata! EI hombre que blasfema tiene pies en Ia boc vesdnicos enfermos, ddesesperada y loca El hombre de las fauces abiertas, usurero, 1 de las dos personas, bilingte bicolor, el de vor golpeada, sin modos, altanera Yy malo siete veces, el abandonador. Y otros que yo no quiero mencionar por ahora, iento de pies? EL setor Monipodio, la célebre Montiela ‘recordando lugares Fegocijada escuela, A. HL Pautass, Pro. Lege de Nicaragua, 125, Estudios Revista bimensuat de estudios sociales Organo de 1a Secretaria de Educacion Piblica de Panemé Director Fundador: Doctor Ocravio Mexoez Pent Jefe de Redaccidn: Licenciado Maxie Rov Administradores: eno L. Roprivez y Aaustiy Feeant ‘Galea abla de la’ ee eee aes he presa en su enero, Apartado de correo, N* 320, Panamé Rica 'Su larga Namero.suelto: un colén. ‘Se aceptan suscripciones en laLibreria Aisiwa | todas sus dependencias LA COLOMBIANA Francisco A. Gomer Z. Se traslad6 frente al Pasaje Jiménez local que ocup6 «La Parra» Ofrece a sus clientes y al piiblico en general un surtido de casimires en gabardinas. Prepara tambien a ‘Cuenta con buenos operarios eee ean para la confeccién de sus trajes. Cenvezas ner y Se Rernescos Precis six comrEreNcia Valoraciones Revista de humanidades,ertica polémica Ongano de Grupo de Estudiantes sRenovacion: Calle 0 N° 682. La Plata, Rep. Argentina Cerveceria TRAUBE Cunvecert, Rermesquenis, Ha invertido una suma enorme en ENVASES, QUE PRESTA, ABSOLUTAMENTE GRATIS A SUS CLIENTES, Estrella, Lager, Selecta, Doble, Kola, Zarza, Limonada, Naranjada, CENTE y" como. reconstituyen SAN JOSE Revista de Oriente $0.10 el ejemplar. Subscripcién arwal $ 1.00 oro. Sarmiento 1266 Buenos Aires serehere auna em- Singular. en Conta ‘. ‘experiencia Ia color ca al nivel de las fabricas andlogas més adefantadas del mundo. Posee una planta completa: mis de cuatro manzanas ocupa, en las que caben Once, PLavra euscrncs, Tater neciwco, Estaso. Ginger-Ale, Crema, Granadina, Chan, Fresa, Durazno y Pera. Kola, ise ‘Sores Goma Linn, Naranja, Durazno, Men- ‘, Frambaesa, ee. 12osa de superiores condicioné& digestivas. para ising. Soca Ia Kola DOBLE, EPERVES- fe la MALTA. COSTA RICA Organo de la Asociacién Amigos de Rusia wow es recordar que toda pala- bra tiene un hoy y un manana; es decir, un valor del momento, y un alcance futuro, incalculable, Silencio es ‘recordar que el valor de la palabra que pronuncio, no tanto viene de su propia significacién ni de Ja intencidn que yo le imprimo, cudnto de la manera con que la comprende quien la. oye. Silencio es recordar que los con- flicfos se resuelven. mejor callando ue no hablando, y que el tiempo in- luye mas en ellos que las palabras. llencio es reprimir la injuria que iba a escaparsénos, y olvidar la que nos iniirieron. llencio es recordar que seria libre hoy, si no hubiese dicho la palabra de ayer, y que la palabra de hoy sera mi_cadena de manana. Silencio es recordar que si hubiese diferido una hora sola mi juicio sobre tal persona o suceso, en esa hora pudo llegar un dato nuevo, que hiciera variar aquel juicio temerario o cruel Silencio es recordar que el simple hecho de repetir lo que otros dicen, es formar la avalancha que luego arrastra la reputacién y la tranquili- dad de Jos demas. Silencio’ es no quejarse, para no aumentar las penas de los otros. Silencio es decir hice en vex de hare, Silencio es recordar que la palabra, al pronunciarse se lleva una parte de Ja energia necesaria para realizar la idea que ella encarna, Silencio es no exponer la idea o el plan a medio concebir, ni leer la ‘obra en borrador, ni dar’ como. cria- tura viviente lo ‘que es apenas un anhelo. Silencio es la semilla, y por eso germina. ©" Silencio es 1a raiz, y tiene. Silencio es la savi menta. Silencio es recordar que si para nuestras cuitas y esperanzas es nues- tro corazén un relicario, el corazon ajeno puede ser una plaza de feria y hasta un. muladar. Silencio es e1 capullo donde la oruga se cambia en mariposa, y silencio es la nube donde se forma el rayo. Silencio es concentrarse, seguir Ia propia Orbita, hacer la propia obra, cumplir el propio designio. i. Silencio es meditar, medir, pesar, aguilatar y_acrisolar. Silencio es Ia palabra justa, la in- tencién recta, la promesa clara, el en- fusiasmo refrenado, la devocion que sabe adonde va. Silencio es ser ano mismo, y no por eso sos y por eso ali- Elogio del silencio. tambor que resuene bajo los dedos de Ja. muchedumbre. « Silencio es tener un corazon de uno, un cerebro de uno, y no cam- biar de sentimiento o de opinién, por- que asi lo quieran los demas. Silencio es hablar con Dios antes que con los hombres, para no arre- pentirse, después, de haber hablado. Silencio es hablar uno calladamente ccon st propio dolor, y contenerio hasta que se convierta en sonrisa, en ple- garia o en canto. lencio es, en fin, el reposo det stiefio y el reposo de la muerte, donde todo sé purifica y restaura, donde todo se iguala y se perdona ‘Atneero Maserrens Musas y Hadas (ene de ta pagina En ninguna otra literatura occidental Ja. mujer figura tanto ni con. tanta eficacia. En Francia son innumerables los escritores de primer orden cuyos nombres, al ser pronunciados, sugie- ren en seguida, como una resonancia inevitable, otro nombre suave de mu- jer. Recordemos siquiera algunos: La Rochefoucauld-madame de Lafayette, Rousseau-madame dEpinay, Voltaire madame du-Chatelet, D’Alembert-ma- demoiselle de Lespinasse, Constant- madame de Stat, Chateaubriand-ma- dame Recamier, Renan-mademoiselle Henriette Renan... Y hasta hace poco, en nuestros mismos dias, la fecunda amistad intelectual de Anatole France con madame de Caillavet. En todas partes las mujeres son Musas. Francia es el pais en donde ‘a menudo sirven, ademas, de Hadas bienhechoras. Quizas Espana podria dar, por et contrario, el ejemplo cabal ‘de una gran literatura aparecida casi por com- pleto al margen de la feminidad, Las letras castellanas se cuentan entre las mas bellas y originales del mundo. Mas yo no ‘recuerdo en ellas ni un solo ¢aso memorable en que la obra literaria de un gran hombre haya bro- tado al calor de la. solicita inteligen- cia’ de una gran mujer, Si se hubiese dado en la literatura castellana_un problema como el que planted la pe- ligrosa madurez de Anatole France, Jo mas probable habria sido que el genio del escritor, falto del inteligente y femenino estimulo que necesitaba, Se hubiese quedado en capullo. are Asi como la_novela francesa mo- dema es el fruto de una sociedad feminizada hasta sus raices, lo mas tipico de 1a novela castellana consis- te en ser la expresion literaria de otra sociedad radicalmente distinta de aquélla y mas que viril, hombruna, En este sentido, la novela picaresca es- Pafiola podriamos decir que es un ‘género literario «sélo para hombres». Durante el siglo xix las. influencias francesas se dejaron_sentir_honda- mente en Ia literatura castellana. y por manera especial en la novela, De ahi la sensible modificacién que ésta acus6 en su manera de obser- var y reflejar las costumbres, dando cabida a los problemas sexuales y ura cierta importancia al papel de Ta mujer. Pero incluso hoy mismo—y de ello da buena prueba ta interesante y tan espafiola personalidad de Pio Baroja—tenemos magnificos ejemplos de novelistica debida a temperamen- tos racialmente miséginos, 0. que por lo menos tienden a descartar y relegar Ja feminidad a planos secundarios. La mijer espafola intesviene po- quisimo en muestra vida _espiritual. Dotada de grandes virtudes cordiales y domésticas, por lo comin carece de apetencias intelectuales y de ac- ividades piblicas. La educacion que viene recibiendo secularmente. con- fina su panorama mental mediante recias y altas vallas religiosas y fa- miliares. Todas las espanolas pueden ser ocasionalmente Musas. pasivas e inspiradoras de una obra literaria. Es asi imposible que sus gustos, su educacion y Ja rudimentaria vida de sociedad que practican les permitan ser, al propio tiempo, Hadas instig doras de una vocacién artistica” y agentes activos de su desarrollo. La separacién de los sexos, que en el terreno social estd tan marca- da en Espafia, se hace més patente todavia en el orden de {a inteligenicia. El Quijote, que encierra una imagen tan ‘profunda de la sociedad espa- lola—no s6lo de la de su tiempo, sino también de muchos aspectos de la nuestra—refleja genialmente en sus paginas esa tipica ausencia de la feminidad. En la novela mas grande que ha producido Espana la mujer, salyo su funcién tradicional de espo- sa, parienta o ama de la casa del hombre, s6lo_aparece bajo dos for- mas extrasociales: como aventura de celo vulgar, a lo Maritomnes, 0 como ensuefio fantastico, a 10 Dulcinea. Gua (21 Sot Madan ‘Suscribase al Rerexrorio AmeRicano y recomiéndelo a sus amigos, x s Ss Los paseos en © Jp gxcursion se organizé sin saber cémo ni a qué horas: alguna frase incidental, cualquier cosa, al claror © amariloso de tal cual carbura, sugirié, + Ia empresa; y el segundo sébado de este mayo, a las tres de la manana, tuna _carreta colmada de sefioritas, varios ginetes y no pocos peatones, ‘nos reuniamos ‘en la plaza_ principal de Santa Cruz, bajo el sosiego de la luna nueva, que apenas se ins nuaba como ei filo ligeramente oxi- - dado de un alfanie. Y¥. de alli, va en charla franca, par- timos hacia ‘el fresco. pueblecito. de San Juan, en donde otras personas agrandaron el grupo, mas. ginetes, ‘mas peatones; y, de este modo, mas entusiasmo. reverberante como una agua clara. Con deseos de que el sol llegase retardado, reanudamos seguidamente Ja marcha, alegres unos con el jarro de café negro, otros con el vaso de leche todavia espumosa.y quien con €l sorbo de vino reparador. De aqui en adelante fué cuando empezamos ‘a conjeturar la seriedad de nuestra excursion: pronto desaparecerian las carreteras planas, los trilitos de are- nna, los monticulos de jocoso declive, ya vendrian la pendiente, la ascen- in_alpinesca, la oxidacion de los miisculos... Nos miramos unos a los otros, cual si desedsemos dar con un rostrd_afligido de antemano; y, asi, cada uno ateniéndose a sus’ propias fuerzas, el grupo se alargé por la calle amplia, hacia la montana, en cuya cispide, a centenares de metros de altura, lucia una mata de coyol su figurilla de alfiler. Y en ese desfile de romeros devo- ~ tos de ta naturaleza, iban Evarista Pérez, Maria Alvarado, Rosario Hidal- go, Maria Gutiérrez, Natalia Romero, Hortensia Villarreal, Joaquina Arrieta, Olay Rosa Bonilla; José Maria Vega, Octavio Rodriguez, José Angu- Jo, Ignacio Barahona, Carlos y Ulises Ugalde, Justo Matarrita, Anibal Mon- tero, Antonio Carmona y el del cuento. El sol nos encontr en los prime- 108 peldaiios del promontorio. El punto de nuestras miras, en donde tendria fin nuestro paseo, se lama por antonomasia La Montana. Pertenece a una cordillera que on- dula entre Santa Cruz y Nicoya—los Cerros de San Blas— alcanzando en algunas prominencias ‘los setecientos “metros sobre el nivel del_mar; pero, de tan fuerte declive, que las bestias mismas se sofocan,’ sino cuando --suben, a la hora del descenso, en el cual €s dificil sostenerse. el Guanacaste La carretera que ha de tlevarlo a und, sale de la ciudad de Santa Cruz, tumbo al sur, polvorienta durante el verano _y fangosa con los inviernos inmisericordes de la provincia; atra- viésanla 10s cauces secos de los rios De en medio y San Juan, carga- dos de piedras menudas, pulidas por el agua que vierte sobre ellas. la Iuvia, en seis meses del aio, hasta desbordarla sobre el camino’ y los sembrados. Con mas de sesenta minutos _de tiempo, llégase al pueblecito de San Juan, con sus. casucas dispersas, con su plaza alrededor de la cual se con- gregan unas cuantas casas principa~ les: y sobre todo, con aquel su pa- norama, en frente, de La Montana, cuyos menores detalles dejanse ver con la transparencia de ciertas horas del crepisculo. Las diferentes alturas emocionan; y alguna reverencia des- piértase en nosotros, ante la diminuta palmera con que remata el punto mds alto, congestionado casi siempre de azulosas neblinas. Es agui donde se toman las iti mas medidas de prevencion. entre los viajeros. Gudrdanse las carretas, initi- les en las proximas veredas; los teme- oso alquilan bestias de los vecinos, las seftoritas desmontan sts poleas y los peatones se abastecen de ciga- rrillos y pasas californianas: la ale- gia nd por eso mengua; la_natur Teza, en toda sti exuberante desnude7, es algo asi como un vapor benéfico que enardece los espiritus. Siempre hacia el sur, la carretera parte de la plaza del pueblo, alegre, amplia, extensa; pensariase que la novedad en los semblantes de las visitas, vivifica en ella no sé qué frivolidad primaveral A poco, en las distancias, 1a aurora prende gasas de oro fino. El camino Se angosta y presenta los primeros. declives; el frescor se acentia. La fertilidad del terreno es otra, mas en- marafamiento, mejor promiscuidad y ‘un olor a tierra fresca que justifica Ja excursion. De cuando en cuando aparecen en algin recodo del camino grupos de montaferos, yendo para la va, cuyos zurtones muévense con lento isocro- nnismo, al paso de sus caballejos: —iBuenos dias, senores.! éCuantos metros hay sobre el nivel del mar? Encuéntrase disparidad en los datos existentes a ese respecto; nuestras geografias, deficientes en ese sentido, no dicen una palabra, La altura, quizas, no alarme a nadie; {a pendiente, si.. Pocos grados faltan * en la inclinacién del terreno para que’ sus paredes estén perpendiculares; y son, ademas, cerca de dos horas de caminata fatigosa entre la base y la cispide, dentro de una cinta. resque- brajada, al borde de profundos guin- dos, erizados de_raices, troncos viejos, ramas endurecidas, piedras de aspecto volednico, De este modo, Ia ascen- sin al Cerro Azul—nombre con que también se conoce semejante promi- nencia de los Cerros de San Blas—, se impone a cualquier tenacidad: pero necesario es subir, apoydindose en las raices, en las piedras, en los picacho- nes y no dejar que avancen los de- lanteros ni que los retrasados se acer- quen a nosotros. jY con qué afén caminan ellas, en esta dulce peniten- cia del camino, sin menoscabo de su intento, como si los invisibles dioses de la selva renovaran continuamente la energia de sus cuerpos! Cuando ya creemos. destallecer, algunos disparos nos avisan de la legada de los primeros a la altu- ra; diez minutos mds y todos, unos tras otros, congréganse de nuevo, al pie de un matapalo, a revolver com mentarios... Estamos ‘en un plano ho- rizontal del cerro: atras, 1a selva se hunde en una primorosa fertilidad Poniendo exiranas alucinaciones en el precipicio; y, en frente, més. terri- torio patrio, nuevas elevaciones del terreno, otras. prominencias, bosques y sembrados que, en ta diafanidad matutina de la distancia, supénense pulidos por esmeriles de’ alta magia. Aqui y alld, vense casitas. disemi- nadas. Hacia’ ellas se encamina el grupo en pleno regocijo, y en ellas Se le acoge con entusiasmio fratemno. Son familias de agricultores, consa- gradas a la naturaleza, la cual, diosa inagotable, vacia cornucopias ‘fecun- das’ en sus regazos, café, plitanos, hortalizas, monedas; Ia felicidad de ‘Aclao en’ estos valles arcadienses de la repiblica... En tales cumbres, Ia dicha esta mas cerca del cielo. Mas tarde subimos al pinéculo del certo, sobre el cual yérguese un coyol, visible desde todas las_planicies cine Cundantes de La Montana. El panora-_ ma que desde alli se admira subyuga en extremo: cuando el ambiente esta limpio de nublados, en uno y otro punto percibense las aguas del Golfo de Nicoya y del Océano Pacifico, dilaténdose en una densidad azul ra yana en verde; y, en el fondo, como luna gota de lacré, la isla de’ Chira emerge en la opacidad de la niebla, orfebrerias estas dentro de las cuales el valle guanacasteco se distiende hasta perderse en la bruma con que — siempre parecen herrumbrarse las va- porosas lejanias q Tal fué la excursion, Conocimos tun bello rineén de Ia patria; y en nuestros corazones sentiamos un menso fervor cuando, al mirar hacia atras el acumulamiento de tierra que dejabamos, nos parecia ser aquello locura de alguna raza antigua que la hubiese amontonado. por erigir_ una Pirdmide de gloria al dios primitivo. ‘Manvet. Szaurs Santa Cruz, Gte, mayo de 198, Prosas breves Evocacién 's tu recuerdo esenci En el ambiente quicto de la sala pasedbase en silencio el aroma de Jos iris. ‘Al aspirarlo, irguidse 1a evocacién de tu recuerdo, como estatua fina y consistente. Es tu recuerdo aroma... Si de la rosa aspiro su fragancia exquisita, ti en ella vienes como inesperada visita. Si a la violeta humilde traiciona su fragancia, ti en ella vienes, con aires de elegancia, Y en estos lirios puros ti tlegaste a mi, y tu recuerdo fué como velo sufil ‘que hubiese cubierto toda el ‘alma, quedandose alli Pas6 un Viajero. ra el alma_un desierto. El hori- zonte, amplio, vago, Arido y triste el ambiente. Pensamiento y silencio « 1a invadian, Llegaste ti, Traias un mensaje de tierras ignotas. Y Tué fertil al escu- charte, en ternuras, el alma. Era'tu voz un canto... a cuyo eélico encanto prendianse en’el alma lumi- narias extrafias. Tordse el desierto en alcézar de ensueios do el viajero vivia en ternuras. sin cuento, porque €l alma, en un éxtasis de gozo divi no, al viajero acogié como @ heraldo de’ amor. Y el viajero pasé...y en el. alma ain queda de 1a suya el sabor, fresco y dulce, tal mensaje de amor. Fué en Mayo Feet en Mayo. La tierra agradecida fa los primeros aguaceros estallo en sonoras risas/en la boca de © carmadas rosas. Aqui y alla la alegria mostrabase en multiples floreceres: hhumildes briznas, altivas flores, teme- rosos simbolos de esperanza _aso- mandose en los Arboles antes secos. Y esparciendo su. uncién sobre la ma fizada explosion de vida, 1a olegria saltadora de las aves, con aleluya. Parecia que la tierra quisiese absorber todo el calor del sol, para secar el copioso tanto. Estaba com- placiente como si fuese a celebrar sus bodas con el sol.. Fué en plena Primavera, que sobre el alma: cayé nevada inesperada. am. En todo te encuentras... Sk en todo to sul, en, todo lo que ostenta mas trazas de divino, Con voces de oro te trae la ma- anita alada. Los’ fulgores del sol aumentan tu presencia ‘Timida y fria viene la luna a traer tu recuerdo que estremece, con acti- tudes dolientes, los sitios por donde ti pasaste. Las estrellas juegan. al escondido, imitando tus gestos de nil mimado. Se engalanan de matizado lenguaje las flores para evocar la variedad policrona de tu espiritu Hay trinos nuevos—idioma de mis- terios—que tratan de imitar las pro- fundas voces de tu alma. En todo, te encuentras.. La brisa silenciosa trae tus quejas, y hay en el huracén el tono de tus arrebatos de tormenta. Hallo en la suavidad del arroyo al correr, el facil discurrir de tw pensa- miento sobre temas que amabas. La liuvia evoca Ja amargura insis- tenie que gotea sobre tu corazon, Por eso ta llamas hermanal En todo te encuentras: eres misica, eres luz, eres flor. Recuerdo Der, en a capita interior, ora el aima, y una calma_indescrip- tible toma, En la_oscuridad terrible se enciende una cinta de luz! Mi densa oscuridad se rompe cual interrumpe la solitaria roca de la montafa un chorro de aguas purisi- mas, y es un contraste encantador. Es su recuerdo que no me deja, v como nunca, vive en mi alma muerta. Es el celeste consuelo que colora mi tristeza. Gas ‘Sin José, Cost Rica Nora—Velade por el pseu denimo, otra démita ‘pide te tomo del Reeroto pare Su producciones poeticas. “Sofprenden et entastasmo, fa muscaldad y legancts con ete Gis a tormendo sus prosas reves. Con uso le decimos Gis: fPase Ui adelante! ‘Una palida flor, mi companera, lirio de amunciacion erepuscular, pone en mi ensueno la gentl quimera de lo que nunca lograré alcanzar! Exaltada en Ja fé de la postrera ‘tonal luz de mi intimo anhelar, le da a la brisa olor de primavera, ¥y oculto ruisenor rompe a cantar. 'Y ya mi vida que se fuga quieta, comé corriente de aguas de violeta, se remansa y la copia en sus semblantes. Dura 1a adoracion breves instantes, pero la flor al verse asi querida, perfuma con sus pétalos mi vida Cantos Lus Stexz Sam Jose, 1 Set 1005 Altar Mensuario Director: Juuso J. Casa. Cantén Pequeno, 23. La Coruita, Espans Agencias del “Repertorio Americano” Queremos establecer Agencias del Repertorio en el exterior. A razén de 10 cts. oro americano el ejemplar, remiiremos a cualquier pais del mundo los que se nos pidan, Rogamios a nuestros numerosos a gos en el _extranjero (Cudades. de ‘Amética) qite nos recomienden pet Sons o Agencias Id6neas por su acti vided y honradez. Agencias ya establecidas: En Managua, Nicaragua: Don César Penalba En Panama, R. de P: Don Juan B. ‘Thibault, La suscricion anual, aislada y directa $6 oro americano, que pueden re mitirse en forma de giro bancario, ‘sobre Nueva York, Dirigirse al Sr. Adr. det Rerenrowio "AMERICANO Ap. Letra X San José de Costa Rica, C. Av Mercurio Peruano | Revista mensual de Ciencias j Sociales y Letras 3 Director: Vieror Asotes Baar > Niimero suetto = Un Sou Apartado N° 176. Lima, Peri, Suscribase al RerurroRo Awe “Ss a sus amigos. <) La EpabD DE ORO Lecturas para nifios (Suplemento al Repertorio Americano) El quetzal Es el quetval un pajaro verdaderamente maravi- oso. Soberbia es el ave del paraiso con sus alay de ‘cre y seda, dobladas en graciosa comba, eayendo a ambos lados de su cuerpo flexible como dos surtido- res de oro Kiquido; magnifico el faisin dorado, con su penacho heraldico, su peto que finge las cincela- daras de tina coruza principesca, sus alas policromas de mosaico pompeyano, y su actitud severa y grave de mandarin; y primorosos, en st. mintiscula. belleza, los etéreos colibries, frigmentos de iris, pedreria que vuela, Pero el quetzal, que participa de algo de cada tina de estas aves, ex superior a todas ellas. Ks, aparte fente, més original. En el gran modelado de Ia naturaleza su troquel es nico. Pequeno—su cnerpo propiamente dicho—, no mide tun espacio mayor que el que una dama abarca con su mano buseando Ia octava en el teclado de marfil. Predomina en su regio plumaje el color verde, pero no el verde regular y corriente en ln pluma, Es um vende metilico, resplandeciente, con relampaguear de gemas. El pecho, rojo, se diria que sangra como una herida rein abierta, Bajo esta cascada de pirpura, se extiende una mancha que cobjjan las alas, de un ‘aul oscuro profundo y cambiante que recuerda, su perindolo, al que ostenta en igual regién el opniento avo real, Sobre su cabeza, muy redonda, se alza una Coronita que va del pico al cuello como un diminuto eo desplegado, Pero lo que, sobre todo, es cli Sica ¢ incomparable en este prodigio de la naturaleza, es su cola, su larga y deslumbrante cola. La forma fin manojo de plumas que miden a veces casi un metro, del ancho de una espada, arqueadas con la gallarda ourvatara de un alfanje, hechas de hebras finas, movibles, ligeras, como ‘facturadas por manos milagrosas. Hay algo mis. ‘Tiene un brillo aureo todo 41, como si lo hubieran rociado de polvo de oro, o en sus exenrsiones, @ pleng luz, st ropaje se hubiera em- papado de sitomox de sol. El quetzal esti penetrade, convencido de su_be- Heza, Siente el orgullo de su majestad. Ama, sobre todo, ¥ casi en forma de un culto, su cauda primo- ‘rosa, Vela por ella y Ia cuida con la religiosidad y el fempefio con que un cantante se preocupa por su ar ganta o un hermosa por sus hechizos, Para’ man- tenerla incdlume no omite detalles, A fin de que no se fuerza, ni se despeine, ni se maltrate, coystruye su nido en forma tal que su arquitectura la proteja, Procede de una manera curiosa. Taladra con pacien- cia un grueso troneo hasta formar un timel. Entra por un extremo y sale por el otro sin que las lar gus y sedosas plumas sufran otra cosa que un ligero Tozamiento, Asi defiende hibilmente su blasén. Sus perseguidores, que son muchos, aprovechan, lad. Cuando esti’ en su asilo, tranquilamente reposando, el eazador avieso sigiloso, burlando el ofdo’ no del avey y en movi- miento ripido le cubro la abertura de salida. Hora de angustia y_ zozobra. Comprende que el enemigo feta cerea, que ha burlado su. celo. Grave peligro 10 amenaza. ¢Qué hacer? Hay an medio de salvarse, Un io en retroceso, salir por la puerta de en= jene in instante de vacilacién. Pero viene a su mente el recuerdo de la cola magnifica; puede romperse o estropearse en aquella maniobra. Vence Ia vanidad. Yano piensa en buir y espera. tranquilo, sin oponer resistencia, a que Ia mano de su astuto codieiador 10 aprisione Tndémito y salvaje, no acepta el cautiverio, quiere ucha Iuz y mucho espacio. Y no se crea que es una jaula estrecha, la que no acepta. Un lugar am plio ¥ eémodo, siendo prisién, lo rechaza lo. mismo. Se han hecho’ al efecto experiencias curiosas, todas con el mismo resultado negative. Colocada una\ pareja fn un gran patio. con fuentes de agua fresea para brevary fratas des predileceién, Tindas flores. y ‘hermosos arboles, todo tie sido imitil. Ni hunde™ sa pico en ln clara Iinfa para sorber una gota de agua ni prucba ‘nn pice de pulpa, ni se refugia en el verde follaje, Con estoeidad nipona, sin cambiar de. sitio, espera la muerte que no tarda’en Iegar acele- radu por el hambre, Ia sed y la inaccién, y mis que todo, por Ia angustia desesperada que martiriza a quel turiferario de la libertad La leyenda y Ia poesia lo han consagrado. Muchas liras, y de egregios poetas, han vibrado en su elogi José Joaquin Palma, el cantor cubano, nos lo pinta Gelicadamente en dos estrofas de una’ larga compo- sicidn que le dedica: Flor que vuelas flor agreste en tw cuello divino, vicho del verde mavino, mucho del atul celeste Forman en rare concierto de fantisticas gairnaldas, tts alas, dos esmeraldas, tu pecho, un mirice abiert, La tradicién indigena Jo recnerda en todo momen- exaltado con la originalidad de las imaginaciones ingenes. Los quichés le dan un origen ) Cuen= tan que en una fértil pradera de Petén, tierra de vegetacién privilegiada, aparecié cierto dia un enjam- bre de mariposas verdes. y azules que trazaron capri- ehosas danzas entre los rayos del. sol, al acorde de la misiea de los pijaros cantores. Fatigadas abatieron su yuelo, se posaron en el Ingar mis pintoresco y florido, y desaparecieron. Alli, en el mismo sitio, sur i un Arbol soberbio, no parecido a ningin otro, de Hi, en lo mas alto de su copa opulenta, aparecid, para coronar su esplen~ dor, el quetzal, como si fuera hecho de las alas de Jas mariposas desaparecidas ‘esti estrechamente vineulada con Jos dioses. Su nombre forma parte de una de las mis augustas divinidades aztecas: Quetzalcoatl, «Crea dos, dice Chavero, el Sol por el fuego, y la Luna por el agua, tenemos al viento personificado por Quetzal- coatl, Ya hemos visto que en la leyenda nahoa ‘To- nacatecuhtli y Tonacacihualt, el Sol y la Tierra tux Vieron por hijos a Quetzalcoat! y a Tezeatlipocs.

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