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PRIMER CAPITULO EL ENCUADRE PSICOANALITICO SU INTERIORIZACION EN EL ANALISTA Y SU APLICACION EN LA PRACTICA Permitanme decirles cuanto aprecio el coraje y la franqueza de mis colegas canadienses1. Se atrevieron a elegir un tema, “El porvenir de una desilusion”, que pone a prueba nuestra identidad de analistas y las amenazas que pesan sobre nuestra practica, No hay que extrafiarse que suscite posturas apasionadas e intercambios vivos que dan fe de la profundidad de nuestro compromiso, cualesquiera sean nuestras divergencias. Este coloquio nos permite encuentros en condiciones particularmente favorables para un didlogo en “territorio neutro”; los habitantes de Quebec, vecinos de los americanos, mantienen por su historia relaciones con Inglaterra y Francia, y son francéfonos. Dadas las diversas influencias que han recibido, estan bien situados para jugar un rol de mediadores. Este didlogo, sin embargo, solo puede ser fecundo en la medida en que cada cual esté dispuesto a no hacer concesiones. t LA CRISIS Por primera vez, un presidente de la Asociacién psicoanalitica internacional (AP!) reconocié recientemente, en una alocucién en Barcelona, la existencia de una crisis del psicoandlisis, cuyo examen me parece indispensable. Sin embargo, no suscita mi adhesién plena la descripcién que se hace de ella en el texto de invitacién a este coloquio. He retenido algunos de sus elementos, los cuales comentaré brevemente: 1. La idea de un “cambio en la cultura’, que sugiere que la opinién hasta ahora favorable al psicoandlisis se habria inclinado recientemente, transformandose en hostilidad. 1. Cf. Supra, pég..., la nota sobre el origen de los textos. 2. La falsa “garantia de lucidez’, inherente al hecho de ser psicoanalista. (En realidad, el hecho de ser psicoanalista no otorga ninguna garantia en cuanto a fa pertinencia de un discurso que refleje las ideas de sus colegas jal contrario!) 3. La “necesidad irrenunciable de ilusién” del hombre, que explicaria la aparicién mas 0 menos tardia e ineluctable de desilusién. Para mi, esta evolucién inevitable es, en cierta forma, saludable, ya que nos obliga a interrogamos sobre nosotros mismos, sobre lo que pensamos, sobre lo que hacemos. Esto no esta exento de riesgos, evidentemente, pero abre a.una eleccién entre la muerte, o la posibilidad de un renacimiento. Destaquemos entonces: * Laimposibilidad, en psicoanalisis, de apoyarse sobre la epistemolog(a clasica, cuyas tesis resultan inapropiadas. + La singularidad de la clinica psicoanalltica, y su independencia con respecto a la medicina y la psiquiatria. Ella requiere ser precisada. No tengo la conviccién de que el documento que nos invita a debatir sefiale los verdaderos aspectos en los cuales nuestra practica se ha mostrado decadente, y se ha apartado de sus metas primeras. Por ejemplo, cuando se lee que “la palabra y el deseo ya no se ven solicitados", se intuye la fuente de una formula tal: buena parte del campo psicoanalitico esta constituido por pacientes en los cuales el valor de la palabra, o la existencia del deseo, son altamente problematicos {Puede verdaderamente hablarse de “deseo” cuando se trata de un caso limite2? {Puede atribuirsele la misma funcién y el mismo peso a la palabra, cuando se esta frente a una neurosis fobica, o a una personalidad narcisista? No podemos afirmar, tampoco, que sean los pacientes los que han cambiado, obligando a sus analistas a interesarse mas en sus necesidades que en sus deseos; tendriamos, por lo demas, que ponemos de acuerdo sobre lo que entendemos por “necesidades’. ‘Ahora voy a intentar, por mi parte, identificar los diferentes factores que contribuyen a la crisis, tanto desde el exterior como desde el interior del psicoandlisis. Tienen su raiz en las bases fragmentadas y conflictivas de la identidad del psicoandlisis, lo que me lleva a sugerir una nueva forma de abordar las preguntas fundamentales que suscita: 4Qué soy cuando me defino como psicoanalista? Qué hago cuando ejerzo la practica como psicoanalista? zY qué pienso de la teoria psicoanalitica? Un poder subversivo 2Se ha elegido esta férmula (en vez de limitrofe o la palabra en inglés borderline), para retomar la definicién clinica de Green de estos casos “en el limite de la analizabilidad”. (nota de la T.) Desde sus inicios, el psicoandlisis ha sido objeto de todo tipo de ataques; no creo, sin embargo, que haya que adoptar posturas de victima. Porque, no hay que olvidarlo: el psicoandlisis representa, a su vez, un ataque virulento contra las ciencias humanas y la concepcién del hombre de la que son portadoras. Es, precisamente, porque el psicoandlisis es subversivo que se le rechaza; cincuenta afios después de la muerte de Freud, jain no se han repuesto! Se constata todavia una gran ambivalencia con respecto a él, a pesar de las coronas que se les trenzaron a Heinz Hartmann en Estados, a Melanie Klein en Inglaterra y a Jacques Lacan en Francia; el entusiasmo no durd, por lo demas, més allé del tiempo en que los representantes de la cultura pensaron que podian sacar partido de ellos, tras lo cual rechazaron ese juguete, para elegir otro. Actualmente, las neurociencias y las ciencias cognitivas han adquirido, temporalmente, viento de popa; vendrd luego la desilusién, sin que se les pueda negar_ completamente un cierto interé: Evidentemente, la ideologia imperante se resiste a la seduccién del psicoandlisis, e intenta refutarlo de multiples formas. Tanto Ia filosofia como la moral (y la estructura misma de la sociedad) se han sentido puestas en entredicho por éste. La hipétesis del inconsciente le infringié un duro golpe al pensamiento filoséfico. Y conserva vigencia la pregunta de cémo se podria esquivar esta dificultad. En la moral, el reconocimiento de una sexualidad infantil, y en términos mas generales, el de las fuentes pulsionales del superyo, toma relevancia en toda concepcién ética. Del lado de la sociologia, la problemdtica que plantea “El Malestar en la cultura” resulta aun mas urgente hoy que en época de Freud. Los focos de la crisi gDénde nos encontramos hoy en dia? {Cudles son los focos de la crisis? La critica cientifica En el plano tedrico 0 epistemolégico, la recusacién que hace la ciencia a la existencia de un psiquismo inconsciente representa la amenaza més temible a la que debemos hacer frente. Por ejemplo, en ciertos medios psicoanaliticos — incluso en ciertas investigaciones de envergadura — ya no se habla de “aparato psiquico”, sino de “cerebro”: ello se acompajia de una negativa a admitir que existe una ideologfa de la ciencia, o que la ciencia le sirva de aval a la ideologia. La caida del humanismo En el plano moral, debemos enfrentar la caida del concepto de humanidad: el humanismo ha muerto, su combate ideoldgico fracas6. Vivimos en una era que ya no es la de la angustia, sino la de la desesperanza, El desarrollo de las contra- culturas forma, actualmente, parte del paisaje; la nocién de mal se ha vuelto tan relativa, que ya no puede servir como referente, y cada cual se las arregla como puede, recurriendo al tabaco, al haschisch, la heroina o los tranquilizantes. Se desarrolla una verdadera cultura de la droga, para escapar de los determinismos sociales. El concepto modemo del “hombre cableado” no es, tampoco, muy favorable al desarrollo del psicoandlisis. Dado que este no tiene respuesta para todo, se lo juzga inufil; ahi donde podria aportar con respuestas, se limita su accién porque cuesta muy caro y sus resultados son inciertos. Dirijan su mirada fuera de los cuatro muros de su consulta e intenten saber lo que piensan los jévenes, lo que piensa la gente en general, lo que los afecta, qué los atrae, y verdn que sus problemas son muy reales. La situacién econémica En el plano practico, hay que preguntarse si las crisis econémicas no acabarén algin dia con el psicoandlisis. La situacién no es exactamente la misma en Francia que en Estados Unidos, puesto que en Francia los pacientes no contaron realmente nunca con el apoyo de un tercero que costeara el pago; el reembolso por parte de la seguridad social de los honorarios cancelados a los analistas fue siempre bastante limitado, y de todas formas, se le pide habitualmente al paciente una contribucién personal importante. Los europeos admitieron, mas facilmente, que el psicoandlisis no es un tratamiento médico: no se hacen reembolsar las sumas pagadas a un analista en caso de fracaso, como se lo haria, por ejemplo, con un cirujano. La situacién de crisis en el plano econémico, zimplica que en el futuro el psicoandlisis quede reservado a los pudientes? {Claro que no! Se requiere, entonces, cuestionar nuestras ambiciones financieras. Debemos acostumbraros a la idea de que nuestro estatuto econémico iré degradéndose. Formamos parte de la clase media, la cual es la mas expuesta, cualquiera sea el marco politico propuesto. Debemos considerar, asimismo, la posibilidad de trabajar como asalariados en organizaciones de salud; no creo que se pueda llegar mas alla en la supresién del psicoandlisis... ;Tal vez de esa forma pueda sobrevivir! Ello dard ocasién para distinguir entre aquellos que estén dispuestos a hacer sacrificios personales para continuar ejerciéndolo, y los que prefieran una via mas lucrativa. Fragmentacion y desorientacién del cuerpo psicoanalitico La critica cientifica y la situacién econémica constituyen, por lo tanto, las dos mayores amenazas que pesan sobre el psicoandlisis, y ello tanto mas, en cuanto la imagen que el medio psicoanalitico da de si mismo es bastante inquietante. Se presenta cada vez mas como un cuerpo dividido, vulnerable y cerrado sobre si mismo. Los psicoanalistas ya no saben qué pensar, o se convierten, de manera exclusiva, a una secta psicoanalitica (kleinianos, lacanianos, winnicottianos, etc.), lo que no hace sino aumentar los riesgos de fragmentacién. " EL ENCUADRE ANALITICO. Mi foco se orientara ahora hacia la cuestién del encuadre psicoanalitico 0, mas precisamente, sobre su interiorizacién en el analista y su aplicacién en la practica. No podemos, sin embargo, evitar un rodeo por la historia del psicoanalisis, con especial referencia a la experiencia y su teorizacién. Retorno ala experiencia Tomemos un caso tipo: un analizando joven, inteligente, sensible, curioso, que sufre de sintomas de inhibicién y angustia, o de algin otro malestar mas dificil de definir; ellos no le provocan ninguna incapacidad mayor, pero otras terapias no condujeron a ningun resultado. Consulta a un analista con buena formacién, experimentado, e irreprochable moralmente. El andlisis discurre en el encuadre tradicional; el silencio de base es entrecortado por interpretaciones y el desarrollo del proceso hace aparecer una neurosis de transferencia analizable, seguida de su resolucién, lo que conlleva una desaparicion de los sintomas y el retorno de una mayor libertad psiquica {No podria imaginarse una situacién mas engafiosa para el desarrollo del psicoandlisis! Cualquier nostalgia por el pasado es inapropiada 2Por qué? En un caso como el descrito, es en efecto dificil interrogar la naturaleza de la accién psicoanalitica, por el hecho mismo de esa evolucién natural ZQué es lo que acta? {De qué indole es esta accién? Faltos de respuesta, podemos apelar al reconocimiento del “inconsciente”, de lo “reprimido de la ‘resistencia’, de la “transferencia’, del complejo de “Edipo’, etc. Para el investigador que es también el analista, las preguntas precedentes suscitan otras preguntas que apuntan precisamente a delimitar la naturaleza de lo que ocurrié: {Qué oourrié? {La intervencién traté sobre ideas? ,Sobre imagenes? ¢Principios de funcionamiento? Fuerzas? jNo se puede decidir! Ello deja un area considerable a la especulacién, es decir a construcciones tedricas que no estan fundadas sobre experiencia alguna. Si el andlisis debe limitarse al desarrollo de un razonamiento elegante o sin fallas, solo cabe esperar un avance ‘formal’, pero ningun esclarecimiento pertinente sobre la naturaleza de lo que esté en juego. Ya no surge ningun progreso de la practica con las llamadas ‘neurosis clésicas”. El resultado de un procedimiento — donde se constata la forma en la cual un analista concibe la accidn analitica — me parece discutible: evita los obstaculos, los cuales hubieran podido obligamos a examinarlos. La mayor parte de los analistas tienen la tendencia a silenciar los fracasos que debieran poner en duda el cuerpo tedrico sobre el cual se sustentan, y prefieren elaborar una teoria fetiche, una construccién que enmascara su ignorancia. El forado de las preguntas que quedan sin respuesta y el cardcter intolerable de la ausencia de concepciones sobre la cual apoyar nuestra accién, fuerzan la eleccién de un accesorio — el fetiche tedrico = que opera por via del placer estético, en cuanto substituto de la biisqueda de verdad; este artefacto funciona como una nueva teoria sexual infantil. Lo anterior puede aplicarse a procedimientos opuestos — esquematizaciones extremas (pretendidamente cientificas) 0 construcciones especulativas audaces - todos ellos refiejo de una escisién del pensamiento, que duda entre el reconocimiento de la verdad, y el poder reasegurador de una teoria que exhibimos con orgullo como los nuevos ropajes de! emperador. Si no, solo queda el abismo de nuestra ignorancia y el caracter insoportable de ciertos conceptos que hieren nuestro narcisismo jLastima, con el correr del tiempo, nos damos cuenta que el ‘emperador esta desnudo! iNo sera mejor considerar los productos de algunas de nuestras teorizaciones como conceptos “transicionales”, cuya verdad 0 falsedad no tenemos la capacidad de probar, pero que adoptamos por sus posibilidades heuristicas hasta contar con mayor informacién? Se juzgard tal vez paraddjico que me apoye sobre andlisis que transcurren sin problema para denunciar las teorizaciones a las que dieron origen, dado que es a propésito de los casos dificiles que éstas parecen, habitualmente, las més conjeturales. Pero, justamente, estamos perfectamente conscientes del caracter discutible de nuestras convicciones cuando se trata de casos dificiles, mientras que omitimos cuestionamnos cuando se trata de “buenos” casos de andlisis. Ahora bien, toda la teoria analitica se articula, en Freud, en tomo a un solo y mismo objetivo, como lo afirma en “Analisis terminable e interminable”: saber por qué “no funciona’, y lo que se puede hacer o pensar para crear las condiciones més favorables para la buena marcha del analisis. Toda la historia de la técnica y la teor'a psicoanaliticas resurgen en este punto, Ciertos momentos criticos ~ que solo sefialaré al pasar —jalonan este cuestionamiento, permanente en Freud: primero, el analisis de “EI hombre de los lobos (Freud, 1918b), en tanto andlisis de una neurosis infantil (el cual anuncia la apertura sobre los casos limitrofes, e introdujo cambios revolucionarios); luego, la respuesta de Ferenczi (entre 1929 y 1933); y, finalmente, el surgimiento de esos lideres de grupo que llegaron a ser Melanie Klein, Bion, Winnicott, Hartmann, Kohut y Lacan, entre otros. eQué es analizar? Los dos postulados de Freud Después de Ia Primera Guerra mundial, la IPA se reunié nuevamente en un Congreso (Budapest, 1918), y Freud retomé asi contacto con los analistas luego de una larga separacién que dio, por cierto, ocasién para una profunda reflexién, Se dirige en esos momentos a sus colegas en estos términos: “gPor qué “analisis", que significa desintegracién, descomposicién. y sugiere una analogia con el trabajo que el quimico emprende con las sustancias que halla en la naturaleza y lleva a su laboratorio? Porque esa analogia se da de hecho en un punto importante. Los sintomas y las exteriorizaciones patolégicas del paciente son, como todas sus actividades animicas, de naturaleza en extremo compuesta; en su fundamento Ultimo, los elementos de esa composicién estén constituidos por motivos, mociones pulsionales. Ahora bien, sobre estos motivos el enfermo no sabe nada o su saber es muy insuficiente, Le damos a conocer entonces la composicién de estas formaciones animicas de elevada complejidad, reconducimos los sintomas a las mociones pulsionales que los motivan, pesquisamos dentro de los sintomas esos motivos pulsionales desconocidos hasta entonces para el enfermo, tal y como el quimico separa la substancia basica, el elemento quimico, de la sal fen que se habia vuelto irreconocible por combinacién con otros elementos. Y aun con respecto de las exteriorizaciones animicas del enfermo no consideradas patolégicas, le ‘mostramos que su motivacién le era consciente sélo de una manera incompleta, que olros motivos pulsionales, no disceridos por él, cooperaron en ellas.” (Freud, 1919 a, pag. 155 156)3 Elegi este texto por su valor provocador. Ya se ve emerger la idea del andlisis como laboratorio. Pero e! positivismo de Freud se encuentra compensado por un pensamiento especulativo, que me incita a pretender que apuntamos al mismo objetivo, aun si la técnica de Freud no es exactamente la misma que la nuestra. Al releer este texto, se aprecia que la descomposicin va unida a la composicién estructural, y se percibe que ciertos términos vuelven con alguna frecuencia bajo la pluma de Freud: “elementos", “mociones pulsionales", “motivos pulsionales” (Io que pone en movimiento), “motivaciones” (lo que moviliza). Se entiende que hay que descomponer lo que estaba previamente compuesto, segiin esta secuencia: movimiento-combinacién-movimiento-descomposicién. Se hace referencia a “fuerzas” (toda idea de movimiento implica necesariamente la de fuerzas que lo animan) que no tienden a la misma meta que aquella a la apunta la psicologia; dicho en otras palabras, que no intervienen en el plano del funcionamiento de la conciencia de la misma forma. La referencia al procedimiento de! quimico puede parecer discutible, pero no Iejano al que seguimos “genéticamente” cuando vamos, no de lo simple a lo complejo, sino de lo complejo a lo simple. La nocién de causa aparece aqui ligada ala nocién de movimiento, porque se trata de agitaciones pulsionales. Freud hacia alusién, por una parte, a la conciencia y al inconsciente, y por otra, al movimiento, a la mocién; estos dos componentes daran nacimiento a teorias psicoanaliticas diferentes: aquellas centradas sobre el inconsciente y aquellas centradas sobre las pulsiones. En otro texto, publicado en la Enciclopedia Briténica, se lee: “{EI punto de vista dindmico] reconduce todos los procesos psiquicos — prescindiendo de la recepcién de los estimulos externos — al juego de unas fuerzas que se promueven 0 inhiben unas a otras, se conectan entre si, entran en compromisos, etc. Todas esas fuerzas poseen originariamente la naturaleza de las pulsiones, vale decir, son de origen corganico, se destacan por una grandiosa capacidad somética (compulsion de repeticién) y hallan su subrogacién ps{quica en representaciones investidas psiquicamente. La doctrina de las pulsiones es para el psicoandlisis, sin duda, un émbito oscuro.” (Freud, 1926f, pag.253) En resumen: 1. Los procesos psiquicos son referidos, en cuanto a su origen, a fuerzas, y son considerados como el resultado de esas fuerzas. Este origen encuentra su fuente en el cuerpo. La nocién de delegacién psiquica — delegacién de fuerzas organicas que tiene su fuente en el cuerpo — da lugar a “representaciones investidas afectivamente”, en Freud agrega: 3. Todas las citas de Freud contenidas en el libro han sido tomadas de las Obras completas, Amorrortu Ed. IN.delaT] “El andlisis de la observacién lleva a establecer dos grupos de pulsiones: el de las llamadas funciones yoicas, cuya meta es la autoconservacién, y el de las pulsiones de ‘objeto, que tienen por contenido el vinculo can el objeto (Ibid., pag.253) A partir de estos conceptos, se articular mas tarde la teorfa de Edith Jacobson, retomada por Otto Kernberg. Hay que sefialar, sin embargo, que Freud no usa los términos “representacién del self” ni “representacién de objeto", sino el de “pulsién’. Por lo demas, en su obra es cuestién solo de representaciones de objeto. Concluye: “La especulacién tedrica permite conjeturar la existencia de dos pulsiones basicas que se ‘esconden tras las pulsiones yoicas y de objeto, manifiestas: el Eros, que quiere alcanzar una unién cada vez mas comprensiva, y la pulsién de destruccién, que lleva a la disolucién del ser vivo." (Ibid., pag. 253) ‘Se pueden deducir dos postulados: uno relativo a fo que esta en el origen, es decir a la identificacién del material psiquico del que se ocupa el psicoandlisis (el objeto del psicoanalisis es precisamente ese material ps{quico y sus transformaciones); y aquel de la busqueda de lo que se esconde detras de las apariencias reveladas por la observacién, de lo cual podriamos discutir extensamente. Estos postulados fueron progresivamente relativizados, y luego refutados por la posteridad de Freud. Sin embargo, él, en el mismo texto, afirma: “La més importante situacién de conflicto que el nifio debe solucionar es la del vinculo con ‘sus progenitores, el complejo de Edipo (Freud, 1926f, p.255) Notemos la contradiccién; por un lado, propone una légica que se expresa en términos de fuerzas; por el otro, favorece, a propdsito del complejo de Edipo, una légica en términos de relaciones. La cuestién de lo originario después de Freud La apuesta del psicoanalisis pas6 a ser luego el cuestionamiento del esquema de Freud, partiendo por el tema de lo originario, o del origen, que sera formulado més © menos en estos términos: se trata realmente de fuerzas orgdnicas, somaticas, de un material primitivo que va a dar lugar a representaciones psiquicas? — interrogacién de fundamento biolégico - 0 de relaciones entre personas? -cuestionamiento de fundamento psicolégico — que sugiere la idea de un complejo de Edipo desde el origen (lo cual no quiso Freud). Estas preguntas solicitan respuestas, cuyas consecuencias los analistas no siempre aquilatan en el plano epistemolégico. Con el pasar del tiempo, el psicoandlisis parece haber evolucionado hacia una concepcién “psicologizante” de lo originario. Primer periodo: relativizacién de la pulsién En una primera etapa, nadie se atrevid a cuestionar la pulsion. Bastaba con relativizarla, enlazarla con un término correspondiente, un factor complementario, el que podrd tomar las formas mds variadas. Es asi como se veran emerger aisladamente la pulsion y el Yo en Hartmann, la pulsién y la relacién de objeto en Melanie Klein, la pulsion y el significante en Lacan, la pulsién y el proceso de integraci6n y de desarrollo en Winnicott. Si bien la pulsién se ve relativizada, no es sin embargo recusada. ‘Segundo periodo: mutacién, toma de distancia con respecto a la biologia. Para contrapesar la desilusién en relacién a las esperanzas que Freud habia puesto en la biologia — ninguna confirmacién biolégica vino de hecho a apoyar la hipétesis de la pulsion tal como Freud la habia descrito — se intenté redefinir el vinculo que mantiene el psicoandlisis con la biologia; algunos sugirieron volver a pensarlo segin el determinismo biolégico y modificar la teoria psicoanalitica Siguiendo esa via (se desarroll6 una corriente siguiendo esa direccién dentro de la IPA). Conscientes de que hay que poder dar cuenta de ciertos aspectos del funcionamiento psiquico, algunos analistas se desmarcaron de esta linea, proponiendo la hipétesis de componentes biolégicos que no estén circunseritos en los limites de la biologia (es lo que he denominado “metabiologia"). Tercer periodo: repudio completo de la biologia Surgié una corriente, mas reciente, siguiendo la concepcién del self de Heinz Kohut, que abrié la via al ultimo nacido de esta evolucién tedrica, la corriente intersubjetiva (ilustrada por Stolorow, Ted Jacobs, Owen Renik, etc), que corre a la par con un rechazo radical del conjunto de la construccién metapsicolégica. La cuestion de lo originario dio entonces lugar al rechazo del anclaje en lo somiatico, postulado por la teoria pulsional. Se abandond asi el enfoque de Freud, a favor de una aproximacién fundada sobre una nueva concepcién de los procesos psiquicos’, que ya no tienen nada que ver con la nocién de fuerza o la del juego de fuerzas. La corriente relacional ocupé entonces el primer plano de la escena, y se incliné ya sea por estudios sistematicos (Réné Spitz, Margaret Mahler, Adolph Stern), 0 por una reversion de la hipétesis freudiana (tomemos como ejemplo el trabajo de Laplanche, quien instala, con la teoria de la seduccién generalizada, el objeto-fuente en el lugar de la fuente organica pulsional; esta substitucién supone superar las preguntas planteadas por la teoria de Freud, aunque en realidad, se trata de una reversi6n de su hipétesis). Ya rechazada la hipétesis biologizante, el psicoandlisis no queda por ello sin fundamentos, aun cuando no se aparte siempre con claridad de un proceso “psicologizante”. Se le da una gran cabida a la psicologfa, con el preciso objetivo de hacer prevalecer la dimension del sentido surgido de la relacién. La cuestién del sujeto se inscribe en filigrana; no creo, sin embargo, que esté necesariamente ligada a la psicologia, como, por ejemplo, en las teorfas intersubjetivas. Lacan, por su parte, no fue nunca moderado en sus criticas en cuanto al advenimiento del homo psicologicus, al que consideraba incluso como una verdadera catdstrofe. Fue el primero en denunciar el error de los enfoques “psicologizantes”. *;, Cuando me mostraré alguien un significante sin significacion?” declamaba, Eso muestra que no se puede enrolar a Lacan del lado de los subjetivistas, ni del lado de quienes, por su rechazo de la hipétesis biologizante, vinieron a agregar agua al molino de la psicologia. Otras concepciones del inconsciente El enfoque desarrollista: Una corriente a la cual adhirié un gran numero de analistas aposté por un enfoque desarrollista — comin a Anna Freud y a Melanie Klein, aun cuando la teoria de la observacion de esta ultima no pueda ser mas mitolégica. A partir del momento en que Melanie Klein plantea dos grandes posiciones (esquizoparanoide y depresiva) y sugiere la posibilidad de evolucién entre una y otra — aunque apoyandose en un originario totalmente diferente — se inscribe en el marco del enfoque del desarrollo. Sin embargo, sus hipétesis me parecen interesantes, en particular, los mecanismos de defensa de la posicién esquizoparanoide (splitting, identificacion proyectiva, renegacién, idealizacién) y de la posicién depresiva (reparacién).. Siguiendo el rastro de este enfoque, hemos visto nacer movimientos fundados sobre la observacién — el método de Ester Bick entre otros ;Produce asombro ver cudn poco se interrogan los psicoanalistas a partir de sus impasses! Asi, los adeptos de la “observacién” nunca se han detenido en las diferencias entre las concepciones de Mahler, Stern, Lebovici, Bick y Winnicott, quienes practican todos ellos la observacién, cada uno a su manera. Estos métodos tienen, a la base, una hipétesis ideolégica del observador. Se constata, claramente, que el abandono de la referencia a la pulsién no resolvié el problema de encontrar un sentido en comun al que pudieran adherirse los investigadores, La teoria Kleiniana descuidé, por su parte, algo importante al dar por subentendido que el motor del desarrollo es puramente negativo, puesto que consistiria en el intento de neutralizar angustias arcaicas o superar tendencias destructivas. Su dinamismo no provendria, por lo tanto, de la busqueda del placer, de las atracciones o fijaciones al objeto y, consecuentemente, ni la sexualidad ni el placer jugarian alli ya rol alguno. Ello equivale a decir que no hay motor. Y, si hay alguno, funciona sin carburante — excepto el de conjurar monstruos del pasado. Los seguidores del kleinismo pretendieron alcanzar mayor profundidad, niveles arcaicos. Si confio en mi experiencia y en la de mis colegas — después de todo, es el Unico material de observacién psicoanalltico sobre el que podemos apoyarnos = nada permite afirmar que las personas que se sometieron a un analisis kleiniano se comporten de un modo diferente al de aquellos que eligieron otra via, ni que estén mejor protegidos de comportamientos regresivos 0 patoldgicos. Nunca he considerado que den prueba de mayor lucidez con respecto a si mismos, o que sus insights parezcan mas profundos en situaciones equivalentes. Los resultados de los andlisis kleinianos no son, en ningin caso, superiores a los de las otras formas de andlisis; las descompensaciones son en ellos tan frecuentes, y sus limites tan marcados como los que podemos sefialar para cualquier otro tipo de enfoque. La inversién de la pulsién Una concepcién completamente diferente, la de Jean Laplanche, pone el acento en los vinculos interhumanos, cuya especificidad no estaria, a su parecer, lo suficientemente clara en la teoria freudiana. Para él, la comunicacién del sentido contiene siempre un relente de alienacién, El Otro — concepto de Lacan — viene a ocupar el lugar de la fuente pulsional. El Otro — es importante considerar la diferencia que instaura este concepto con respecto al concepto clasico de “objeto” = es ante todo vector de sentido enigmatico, primero para si mismo. Es el enigma el que cumple la funcién de empuje, y justifica el motor del desarrollo: lo que nos ensefia el concepto de pulsién es ignorado. Si bien se procede aqui a un enriquecimiento de la comunicacién se descarta, a cambio, la nocién de fuerza. Esta critica de la fuerza se ha generalizado, bajo pretexto de que la fuerza es un factor simplificador de la psiquis. A mi parecer, jes justo lo contrario! El enfoque abierto, no metapsicolégico Hago aqui referencia a la creacién de un estilo analitico diferente, alusivo, ligero, casi inaprehensible, que se corresponde con la imagen de un inconsciente que debe ser rozado con delicadeza puesto que es siempre huidizo y evanescente. Segun esta aproximacién, el inconsciente no seria sensible mas que a un trabajo mediante toques delicados, lo que me parece discutible, y las construcciones que ella inspira son aleatorias. El Otro o el Extranjero, es de todas formas “un” otro; no es un otro en mi, es el exacto opuesto. En realidad, estamos aqui frente a una logica del preconsciente que prescinde de la nocién de organizacién y que da lugar a la elaboracién de estructuras que corresponden mas a la novela o al relato, que a una visin metapsicolégica (J.B.Pontalis): se gira alrededor de un nucleo siempre inaccesible, y se mantiene al lector en el misterio de lo incierto, Se evita asi el error, puesto que se permanece siempre fuera Puesta a prueba de las teorias de la representacién {Por qué el andlisis de las representaciones no se bastaria a si mismo? {Qué justifica que nos aferremos a esa antigiiedad que es la pulsién? "La delegacion psiquica ha dado lugar a representaciones investidas afectivamente”, nos dice Freud 2Entonces, por qué no contentarse con elias? Por varias razones. 1. "No defiendo supuestos, escribe Freud, sino los resultados ultimos del andlisis.” Dicho de otra forma, no son posturas de partida hipotéticas (como fa funcién alfa de Bion, por ejemplo), sino mas bien lo que Freud constaté en el curso de su larga experiencia, y de las reflexiones que de ella surgieron. No hay una diferencia fundamental entre sus deducciones y las nuestras de hoy en dia. En mi opinién, uno no podria prescindir de ia nocién de fuerza: sin ella, gran parte de los conceptos psicoanallticos se volverian impensables, en particular los de fijacién, resistencia, transferencia, repeticin y compulsién de repeticién. Ninguna teoria . Desde “Duelo y melancoli fundada exclusivamente sobre representaciones, puede dar cuenta de ellos: este conjunto de conceptos no es reductible a una psicologia y apela en forma absoluta a la nocién energética y econémica de fuerza4, vectora de una potencialidad significante, cuyo poder cuantitativo y de transformacién permiten cualificar. Las teorias de la representacién elaboradas por Freud al inicio, y luego a todo Io largo del periodo que abarca la utilizacién de la primera t6pica, han sido luego puestas a prueba; los casos limites, las estructuras narcisistas, las neurosis del cardcter y las estructuras psicosomdticas suscitaron la emergencia de una nueva clinica. No pretendo que haya que pasar necesariamente por ahi — como quisieron hacérmelo decir —, pero pienso que es indispensable de ser tenido en cuenta, llegado el momento de elaborar una teoria general del psiquismo, y mas atin de la técnica psicoanalitica. Este camino hizo nacer, entre otros, el concepto de “vacio”, de “trauma por defecto” y permitié conceptualizar la investidura de lo que yo denominé “narcicismo negativo", nociones que hallan sus raices en Freud, aun si su desarrollo no estd presente en su obra. , Freud (1916-17) se pregunta sobre las investiduras de objeto, y concibe la presencia, en el duelo, de un mecanismo que no esta ligado tnicamente al destino de las representaciones. La nocién de destructividad ya no puede ser considerada como contingente o secundaria en la teoria psicoanalitica (Kemberg insiste ampliamente sobre esto). Lo que me interesa mas particularmente es el efecto de la destructividad — la que no debe ser confundida con la agresividad — sobre los procesos de pensamiento y la esfera de la representacién. Aun cuando no busquemos apoyo en el concepto de pulsién de muerte, hay que pensar la destructividad no simplemente como una manifestacién exteriorizada, sino como una destruccién de los procesos de pensamiento. Tampoco Melanie Klein aporta claridad sobre esto; hubo que esperar a Bion para sopesar todas sus consecuencias. Es en este aspecto que el psicoandlisis tuvo que evolucionar. . No podemos desinteresarnos del fenémeno de extensién del campo de experienci, constituido por lo que esta fuera del psicoandlisis. Aun cuando no estemos alli en posicién de expertos y no tengamos, por lo tanto, respuestas, no podemos, sin embargo, abstenernos de interrogarnos sobre ello. Como lo sugiere “El Malestar en la cultura” (Freud, 1930), la pulsién se ejerce también en lo social no se puede pasar por alto este punto en la teorla psicoanalitica, aun cuando ella 44 , Parece ser que la biologia acaba de probar la existencia de una energ(a tal que opera en el “motor” celular, trate de lo intrapsiquico. Falto de tiempo, me contentaré con subrayar que esto demanda una transformacién de la teoria de la representaci6n, La aporia epistemolégica En nuestra practica, nos vemos confrontados a la temible paradoja de tener que encontrar sentido y elaborarlo a_parlir de formaciones que, aparentemente, no tienen ninguno, Este hecho se aplica, de manera general, tanto al inconsciente en sus formas mds superficiales, como a las manifestaciones patolégicas que mas resisten al andlisis, Los métodos mediante los cuales buscamos interpretar un sentido difieren de aquellos a los que recurrimos habitualmente. El psicoandlisis no podria, en efecto, fundar su practica sobre el sentido intuitivo ni sobre el sentido légico: debe romper con los modos de comprensién corrientes. importa, por lo tanto, definir los principios de un método adecuado. No basta partir con el sentido comun, someterlo a critica y desprender de él un principio racional acorde con el deseo inconsciente jHabria mucho que decir, por lo demas, sobre lo que fue admitido por el propio Freud, bajo la dictadura de la razén! Es del todo evidente que las teorias modemas de la complejidad ya no permiten pensar de esta forma. No es adecuado conformarse, por lo tanto, con seguir el sentido comin, y hacer luego un desvio. No podriamos satisfacemos con un sentido que, partiendo del emisor, llegara intacto a su destinatario, como lo presentan las teorias tradicionales de la comunicacién. Hay que encontrar la forma de quebrar esta inteligibilidad espontanea, asi como hay que tener cuidado con la parafrasis elegante del lenguaje teérico. Se impone, por lo tanto, una légica distinta zPero cémo definirla? gEstaremos en este punto confrontados a una aporia en el plano epistemolégico? El ambito que es el objeto del psicoandlisis no puede ser abordado mediante el instrumento habitual del conocimiento, es decir, por el Yo. Dado que los medios de los cuales dispone no estén adaptados para el conocimiento de este campo hipotético, este no puede sino ser dado por oposicién; por la via negativa, entonces, como lo indica Freud en sus “Nuevas conferencias de introduccién al psicoandlisis”: “L...] Lo poco que sabemos [del Ello] tiene un cardcter negativo, sélo se puede describir por ‘oposicién con respecto del yo. (Freud, 1933a, pag. 68) Se trata de pensar la impensable, de deshacerse del Yo, lo cual exige un sacrificio que dista de ser facil. He admirado siempre la lucidez de Freud: mediante formulas simples, dice verdades de gran alcance. Al escribir esta nueva conferencia, sabla muy bien que lo que iba a decir respecto de! Yo y del superyo seria recibido con mayor facilidad que lo que iba a decir del Ello. No se puede seducir con el Ello, pero se puede eludir la dificultad, o burlarla, mediante el Yo. “El Yo puede [...] observarse, criticarse, y Dios sabe cudntas otras cosas podra emprender consigo mismo” (ibid., pag. 54) El concepto de “encuadre” La mutacién que representé, en el plano tedrico, Ia referencia al concepto de “encuadre” — asociado a los nombres de José Bleger, Donald Winnicott, Jean-Luc Donnet y Willy Baranger ~ debiera poder aparecer ahora con mayor claridad; es justamente a eso a lo que quisiera llegar. La epistemologia modema nos ensefia que la definicién de un objeto depende de cémo se lo recorta. El objeto no esta nunca dado en cuanto tal; su recorte revela de qué realidad es él andlogon. Pero sino es sino una "acomodacién’, ,cémo se lo haria aparecer? El encuadre es un campo de fuerzas; {qué es lo que pone en evidencia? Permite tomar conciencia de la fuerza, que se manifiesta primero bajo la forma de transferencia, fenémeno no univoco: transferencia que refiere al pasado, que emerge del presente, hic et nunc quizds, pero transferencia que es transporte. Describi la transferencia como un acto doble, en dos batientes articuladas, que se efecttian en una sola operacién: una “transferencia sobre la palabra", y una “transferencia sobre el objeto". Mediante el acto de verbalizacién se traducen, de hecho, todos los movimientos psiquicos que portan en ellos algo que no es del orden de la palabra, pero que la infiltra y se abre camino a través de ella. El afecto encuentra aqui su lugar de expresin. La palabra, que es movimiento, se encuentra habitada por la fuerza; no puede ser, por lo tanto, reducida al sentido. Esto es, brevemente, lo que quiero dar a entender cuando hablo de transferencia sobre la palabra. En cuanto a la transferencia sobre el objeto, todos sabemos de qué se trata. No insistiré sobre ello. La posicién particular del analista en la transferencia refleja diversas contradicciones: estd y no esta ahi, a la vez presente y ausente. Se ofrece en tanto objeto paradéjico, a la vez seductor — segtin la oferta de seduccién evocada por Jean Laplanche — y retirado, rehusando asumir lo que, en parte, creé. Su rol consiste en capturar el sentido y darle forma. El encuadre ofrece un espacio, cuyas caracteristicas relativamente constantes permiten observar los efectos de este no-encuentro — es decir la inaccesibilidad del objeto de la transferencia, la imposibilidad o la prohibicién de utilizar al analista para satisfacer los deseos propios, o servir a los del analista. La meta consiste en impedir el levantamiento de fuerzas, que no tienen otro destino que el devenir “representaciones psiquicamente investidas de afecto’. Dadas las obligaciones (regla fundamental) y las prohibiciones (interdiccién de! contacto y de actuar), este juego de fuerzas concebido por Freud, se vuelve en ciertos momentos de la trasferencia perceptible para el analista, si no para los dos protagonistas; ahi deja de ser solamente una hipstesis. Puede ocurrir, sin embargo, que el analista no la reconozca si es presa de una resistencia contratransferencial, que lo aisle de su paciente, Las fuerzas que gobiernan Ia elaboracién del guién de proyecci6n tienen un poder de dramatizacién inestimable. El campo de fuerzas, que el sujeto esta autorizado @ expresar mediante la palabra pero que le esta prohibido actuar, permite evaluar sus capacidades de representacién y elaboracién a través de la verbalizacién. El encuadre permite, por lo tanto, la manifestacién de ‘la locura privada” del analizante: aclara su capacidad para poner en escena su dramaturgia personal. Mediante el examen de la relacién entre las representaciones, refleja también cémo se anudan las relaciones intrapsiquicas e intersubjetivas. Por Ultimo, revela el sistema de investiduras asi como las diferentes modalidades de contrainvestidura y de desinvestidura y permite, mejor que cualquier otro medio, aproximarse a los mecanismos mas alejados del Yo — los de la “locura privada’. El encuadre representa, en cierta forma, el dispositivo — 0 el “laboratorio”, para retomar la expresion de Freud - que gracias al control que ofrece (evaluacién de la transferencia y del proceso por parte del analista en el tiempo constante y limitado de la sesién), posibilita la manifestacién transitoria de aquellos aspectos menos domefiados por el yo. Este procedimiento implica, evidentemente, un juicio sobre el valor de las representaciones: su funcién mas 0 menos comunicativa, su fuerza de impacto, su carga energética — proximas a una explosién del actuar, o de una pérdida de la prueba de realidad, cuando toman la forma del pasaje al acto, de la alucinacién, de la despersonalizacién o de la somatizaci6n. La puesta a prueba de la sesién se ve facilitada por la fiabilidad del analista (guardian del encuadre), su tolerancia con respecto a las proyecciones del analizante, su percepcién del peligro que los desencadenamientos regresivos suponen para la situacién analitica, su apreciacién del momento para la interpretacién (y de hacia qué apunta), y por Ultimo, de su forma de acoger los efectos de ésta. ‘Alo largo de todo este proceso, la fuerza oscila entre su representacion y su contrainvestidura, entre su elaboracién representativa a través del lenguaje, y su ‘capacidad para engendrar el pensamiento. Esta cognicién, que no esta nunca desconectada de sus fuentes pulsionales y afectivas, tiende hacia la “terceridad", abriéndose a la vez sobre otro tiempo y en otro lugar, desde el aqui y el ahora de la sesion. Este proceso permite concebir la situacién como un retomo sobre si mediante el desvio por el otro semejante; es un movimiento que ilustra precisamente el trayecto de la fuerza, que va trazando el surco de las representaciones. El psicoanalista deberd entonces aprehender los efectos de esta fuerza que desea tomar posesién del objeto, captar los efectos de sentido que nacen de la relacién marcada por la doble impotencia (imposibilidad e interdiccién) y, por ultimo, transformar la demanda de placer en satisfaccién de reconocer aquello que la determina y que permite conservar el objeto de otra forma. El vinculo es mantenido, y la transformacién de las relaciones con el objeto se torna posible, puesto que su “consumacién’ fue evitada. Se puede, entonces, distinguir lo que es representable de lo que permanece irrepresentable, y despejar la relacién del conocimiento y de lo incognoscible de la psiquis, a través de la relacién con el otro. Se trata de abordar las “delegaciones psfquicas”, que son las “representaciones afectivamente investidas’ , gracias a un encuadre adecuado — regla fundamental, asociacién libre y_atencidn flotante — con el fin de remontar hasta sus prototipos, para revelar aquello que una teoria del yo no sabria explicar. De ahi se entiende la necesidad de una teorfa del no-yo bajo la forma més radical, aquella que abarca las funciones del Ello por una parte y del objeto por la otra. No habria, sin embargo, que concluir que esas representaciones den cuenta solo de “otra” psicologia; intentan, mas bien, entregar una medida de los resultados Ultimos del andlisis. La experiencia nos ensefia que tres parametros mayores pueden favorecer la desregulacién de las fuerzas psiquicas: la psicosis (por la alucinacion y el afecto de fragmentacién), lo psicosomatico (por el temor a la somatizacién) y la psicopatia (por el pasaje al acto y el agieren). ‘Se puede, entonces, concluir que el encuadre brinda un modelo que revela tanto sus propiedades como sus fallas, es decir sus limites. Las psicoterapias psicoanaliticas Existen situaciones en las cuales el encuadre no puede ser usado, y hay que encontrar otras soluciones. Se recurre, por ejemplo, a las psicoterapias psicoanaliticas cuando el encuadre clasico del andlisis no se logra instalar, la libertad se encuentra mas limitada, y las condiciones de analizabilidad se ven modificadas. Si las defensas corren el riesgo de desmoronarse, el desvio por el otro torna el conflicto mas tolerable, aunque no por ello integrable, dado que el sentido no puede ser captado a través de la relacién transferencial, mediante un retomo sobre si. Falta la distancia necesaria para olvidar la presencia del otro, para poner a la persona del analista entre paréntesis, como tiene que ser para que el andlisis fluya hacia sus modelos clasicos. Nos enfrentamos aqui con una patologia del encuentro, a diferencia de una patologia donde se reproduce, sin saberlo, algo que ya tuvo lugar. En la actualidad del encuentro, se juega entonces la apuesta de la sesion de psicoterapia, y ésta deviene el ejercicio de un proceso de intemalizacién en su actualidad — 0 mejor dicho, el proceso de internalizacién que tiene lugar en la sesin — y no el trabajo sobre algo que ya esta internalizado. En los limites de lo analizable, el trabajo de psicoterapia exige que el analista haya previamente interiorizado el encuadre, con el fin de que éste Ultimo permanezca siempre presente, aun cuando no se lo pueda aplicar; operard como referencia con respecto a la cual el analista analizara lo que hace (andlisis del andlisis, y no solo de la transferencia o de la contratransferencia), Si el encuadre ha sido interiorizado, la emergencia de lo que impide el proceso de intemnalizacién — no solamente la represién o escisién, sino la destructividad — aparece con mayor evidencia. El trabajo terapéutico debe llevar al paciente a tomar consciencia de la destructividad que dirige contra su propia actividad psiquicaS. Lejos de invalidar la teoria freudiana, me parece que estas elaboraciones extienden su alcance. Cara a cara, sin sombra La imposibilidad de instalar un encuadre analitico con ciertos pacientes favorece, inevitablemente, la construccién de una teoria de la presencia, de la percepcion y del acto. La experiencia adquirida a través de la practica con “casos pesados” nos ensefia que el objeto no puede ser aprehendido sino cuando es percibido. Una presencia sin sombra del analista parece entonces necesaria. El objeto esta ahi — es él y ningun otro — no se trata de un representante, al menos en lo inmediato. La simbolizacién estd, por lo tanto, mas restringida. Sin embargo, en estos pacientes, el objeto no es nunca percibido en tanto tal, sino segtin su realidad psiquica, cuyo enraizamiento interno es poco conocido por el sujeto. La percepci6n funciona a la 5 Describimos [Green, 2010] bajo la expresion de “interiorizacién de lo negativo", mecanismos de este tipo. imagen de la alucinacién: entre el objeto interno y el objeto externo no se advierte correspondencia alguna. Ello equivale a decir que la transferencia es, en esta situaci6n, poco interpretable. Falta una divisién adecuada entre la realidad psiquica y la realidad material. Una distincién tal exige una aceptacion y un reconocimiento del inconsciente, a saber, una cierta forma de figurabilidad en relacién al Otro, al objeto, a la pulsién, que se podria formular de este modo: desde el momento en que esto esté en mi, esto es necesariamente también yo. La presencia del objeto en el plano perceptivo, supone la posibilidad de un retorno al objeto en su realidad ~ fuera de toda proyeccién — y permite a veces un refuerzo de la desmentida de la huella, indisociable del principio de la alucinacin negativa, y quizas también del de la represidn. El fracaso de la huella marca el fracaso corolario de la realidad psiquica. El rol de la fantasia en estos pacientes parece, por otra parte, incierto; no hay interés sino por lo que es real, y la imaginacién no se activa mas que a partir de referencias “realizables”. El desvio por el otro semejante no es, por lo tanto, del orden de lo imaginario, sino que se inscribe en la confusién de una relacién entre la comunicacién con el otro, y la comunicacién consigo mismo (lo desconocido en si debe pasar por la percepcién del interlocutor, pero éste es, a menudo “objetivado” para ser neutralizado). Frente al masoquismo (infiltrado por la perversi6n, la herida narcisista y la desmentida de la realidad) que habita a estos pacientes, la cura analitica se vuelve anti-terapéutica, favoreciendo la eclosién de la reaccién terapéutica negativa. Por lo demas, la desaparicién de! objeto al término de la sesion borra sus huellas, lo que anula el efecto de insight que pudo producirse. En este caso, el sentido no basta para crear un efecto: se requieren actos. La ausencia de simbolizacién fuerza al analista a repetirse, puesto que los actos (verbales) son a veces aceptados, otras veces rechazados por el paciente, bajo una modalidad impulsiva y violenta. La obsesién por la transformacién en actos, los cuales suponen para Freud un reemplazo del recuerdo, se aciara: el “modelo del acto”, propuesto por Bion para explicar la falla del pensamiento verbal, podria reemplazarlo ventajosamente, puesto que aqui, incluso las palabras devienen actos. Siguiendo a Winnicott, creo que hay que “dejar psicoanaliticamente de ser psicoanalista” cuando las circunstancias lo exigen. Esto no es simplemente un dicho. Por el contrario, esta paradoja me parece muy importante, porque invita a renunciar a la meta directa del analisis, sin por ello dejar de mantener una relaci6n psicoanalitica, La creacién de un “drea transicional” exige que el analista pueda ser tocado por la mirada del paciente, con el fin de que éste invista lo que, en él, puede ser tocado por el analista. Hay que reconocer forzosamente que, a pesar de la presencia del objeto, el silencio corre el riesgo de provocar la desinvestidura del objeto interno. Queda por comprender lo que ocurre cuando el objeto — presente y sin embargo ausente ~ se esfuerza en favorecer la incorporacién de una presencia, de forma de ser eventualmente conservado cuando se ausente, durante o después de la sesi6n. Es la famosa “capacidad de estar solo en presencia de la madre” de Winnicott. Desde este punto de vista, la psicoterapia analitica no busca tanto el alcanzar el trauma hacia atras, como la interiorizacién hacia adelante. Resistencias del analista La fuerza de la resistencia inherente a la modificacién del yo — a la cual Freud hace referencia en “Andlisis terminable e interminable” - se revela como una resistencia a la intemalizacion. La interiorizacin del encuadre por el analista, tiene como objetivo el hacer frente a esta insuficiencia. La tarea més dificil para un paciente en la situacién analitica, es la de concebirse no Unicamente como una persona 0 un sujeto, sino como un campo de fuerzas, es decir como el punto desde el cual el sujeto va a emerger, mediante la creacién de representaciones psiquicamente investidas: ello le otorga al sentido una investidura camal, pulsional. La identidad de! analista depende de su capacidad para ir y venir entre las diversas modalidades representativas, de efectuar el pasaje entre el adentro y el afuera, lo real y lo fantaseado, para constituir lo simbélico (Lacan), Las diferentes responsabilidades de la actividad del analista, implican un ir y venir entre dos parametros: el encuadre interiorizado y la sesién de psicoterapia en cara a cara, donde se desarrolla un proceso que procede a la interiorizacién en lo actual. Propongo una altemancia entre el recentramiento (andlisis en la situacién analitica) y el descentramiento (andlisis en el contexto en que la situacién analitica no puede ser instaurada), Queda una pregunta en suspenso: gcémo interiorizar el encuadre? Esta pregunta se la hace Freud, en un fragmento un poco irénico de “Andlisis terminable e interminable": “Entonces, idénde y cémo adquiria el pobre diablo [el futuro analista] aquella actitud ideal que le hace fata en su profesién? La respuesta rezaré: en el andlisis propio, con el que comienza su preparacién para su actividad futura.” (Freud, 1937c, pag.250) Esta observacién conserva plena vigencia hoy en dia. El unico medio — para el futuro analista — mediante el cual puede interiorizar el encuadre, es el de someterse é! mismo a una andlisis muy profundo, de forma de poder apreciar sus efectos y, eventualmente — si se hace sentir la necesidad — renovar mas tarde la experiencia para ir mas lejos, 0 superar los bloqueos. Nunca se insistiré lo suficiente sobre la importancia del encuadre: es la escena que permite imaginar el juego, la relacién intersubjetiva, las fuerzas, y la produccién de los registros representatives que pertenecen al cuerpo, al lenguaje, al Otro, al trabajo del pensamiento y de la abstraccién. Para concluir: si los analistas quieren superar la crisis en la cual se encuentran inmersos, no podran lograrlo sino pasando — con toda la investidura que ello demanda — por el andlisis personal llevado lo mas lejos posible, fuera de la vida institucional, para que permanezca una aventura privada. He aqui el programa alrededor del cual debemos reflexionar. Debemos construir puentes entre el refugio del andlisis y los limites de lo analizable, forzar el pensamiento a moverse entre polaridades contradictorias, para responder a la exigencia de representarse, hoy en dia, lo que es la practica analitica asumida en toda la extensién de su campo y de las variedades ofrecidas por la experiencia.

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