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JEAN-YVES LACOSTE (Director) HISTORIA DE LA TEOLOGIA ‘Traduccién de Horacio Pons J edhasa Lagate Jan Yes ines wolgis ass 2011 | ISTIN 978-987-628-132-4 | spine Avda Digond, 517.521.0029 Bareiont aif Queda sgurament poi api in ss Indice get Palabras preliminates Fundamentos biblicos. Pierre Gibert El concepto de teologia es aplicable a la Biblia? gla Biblia, alma de la teologia? La teologia como concepto medieval anacrénico 1.a ecologta como concepto griego, contemporineo pero ajeno La experiencia de Isracl: narratividad y discursividad. De la historia y del comienzo Lay inducciones tealigicas de una historia Un Dios de las inauguraciones y fandaciones FI Dios de los proferas y fa revelacidn de los “idolos una critica teoldgica Un profetismo de experiencias existenciales Dal Dios invisible a la critica de lo sagrado 1La revelacidn biblica de la teologfa La teologta, zobra o efecto de sahiduria? Las implicaciones de la Setent equi induce el griego desde un punto de vista teoigico? Del Evangelio y de sus prolegomenos realigicos De los prélogos de Evangelios Narratividad y “discusso” paulinos Fl develamiente apocaliptico de ks historia; logos y eros Bibliografia teologia patvistica y bizantina, Patrick Descourtiens Los orfgenes 15 16 18 20 20 23 26 34 38 39 40 42 46 48 La defensa de los apologistas La primera gran sintesis. La entrada en escena de los latinos... Los grandes Naciei Fl testimonio de Roma lejandrinos Las primeras decisiones 0 Ta edad de oro en Oriers Blu Filosofia y teologis nto de la escuela de Antiog dll siglo Ml. oficiales 1c: los capadocios for de a exégesis. Ta bneslra de influencia del Concilio de Nicea Los grandes doctores de De las escuclas de teologia en Oriente Iglesia latina La posteridad de Agustin. EI medio de Lérins Pastores y oradores de las G EI monacato oriental: de La cuestién nestoriana De los papas tedlogos Oriente después de Cale Los avatates del monofisi Los avatares del nestor el segundo Concilio de Constantinopla La voluntad de Cristo y los ascetas tedlogos. el Concitio de Ffeso edonia al ter Concilio de Constantinopla Ta querella de las insigenes y el segundo Concilio de Nicea La dislocacién de la uni La querclla del Filiogue Tedlogos y flésofos.. Los latindfronos La cuestidn patarita FIC a unin con los coptos Biblingrafia lia de Florencia “Teologia medieval, Mare Ozilow y Gilles Bercville De Beda a Buenaventura: la teologia como discurso, Mare Ozilon Historia DE LA THOLOGIN 50 53 56 58 63 6A 66 69 wd 74 74 wT 80 85 88 89) 92 94 99 101 102 OS 106 109 10 Ho 120 sol 2D 124 126 128 131 131 Jean Yves Lacostt - — 9 La hereneia patristica y el “pliego de condiciones” de la teologia medieval 132 Los siglos VIII y IX: el surgimiento de la tcologia. Beda y Alewino 136 Juan Bscoto Erigena: la teologia entre dialéctica y metadiscurso ...137 Los siglos X y XI: el proceso de la dialéc 139 Lanfranco de Pavia y Ia diaétiea.. 140 Pedro Damitin y ta ret6rica del siglo XL eee ‘Anselmo: la diaéctca de los hombres y o dlogo de la oracign.. 143 El renacimiento del siglo XI 143 El papel de los cextos en el saber medieval y li claboracidn de las recopilaciones de sentencias sl 7 Los maestros de teologia 148 La ensefianza del maestro 150 Factores y actores de la renovacién teoldgica del siglo XM ssn ST Los factores de la renovacidn teolégica 151 Las escuclas de Chartres: el hombre, el mundo y Dios 152 La escuela de San Victor: la perspectiva encidopédica 153 Bernardo de Claraval: la tcologfa y la retorica de la experiencia ..158 Los actores de la renovacién teoldgiea oe 163 ‘Anselmo de Laén: las glosas y las primeras recopilaciones de sentencias teoligeas 163 Pedro Abelatdo: conflicto con los antiguos maestros y proposicién metodolégiea..... Gitberto de Poitiers: el redescubrimi y la razdn hermenéutica... 167 Las Sentencias de Pedro Lombardo: 1a reologia como teologia de las sentencias.c.s.nenennnensnn 170 Los comentarios de las Sentencias 71 Alano de Lille: el discurso teol6gico frente a la filosofia. 174 El siglo XIII y la primera escuela franciscana... 176 [Alejandro de Hales yel proyecto inconeluso de a Summa Halenss 17 Rogerio Bacon: la reforma fallida de la teologia peveeel TB Buenaventura: la teologia en busca de expresién. 4179 Fate bigica y mistica. La tcologia universicaria, Gilles Berceille 187 Urilitas la universidad medieval osnennsnennsnnnrnesne 191 Auctoritas ta Escrituta, los Santos y el Filésofo Alberto Magno, ef “Doctor universal” Tomis de Aquino: el Evangelio como “admirable alianza” de la maturaleza y Ja gracia.. os La condena de 1277: los fil6sofos en el tribunal de los redlogos Juan Duns Escoto: las sutilezas de la lbgica al servicio de Cristo y lacatidad Guillermo de Oceam: Ia defensa teoligica de fa libertad y del individuo Fl desarrollo del nominalismo y las otras eorrientes escolisticas Li Biblioge mistica en los mirgenes de Ia universidad.. Siglos XV a XVII Jease-Yoes Lacoste Keclesia neformanda, theologia reformanda. formada y sus padres 1a teologi Entie expansion y consolidacién Confesiones y catecismos Polémicas y Reforma catélica Reforma y humanismo cristiano. La continuiidad de la escobistica Reforma radical... Escepticismo y tianismo Libertad humana y causalidad divina Susrer y su tiempo... La ceologfa de los santos La teologia ortodoxa después de 1453 La tcologfa lurerana después de Melanchthon.. La teologia de los fildsofos 1 anglicanismo y sus disidentes El jansenismo El galicanismo... y Bossuet.. El calvinismo continent Teotogia moral y easufstica Agustinismo y agustinianismo Humanismo y toologia positiva —— Historia bE LA TEOLOGIA 7 204 2207 214 21 223 225 230 233 233 24 240 242 244 247 250 252 253 255 257 259 261 262 263 266 269 mn 273 275 276 278 Jean-Yves bacosig _ a Los quietismos ee ro al Siglo de las Luces. FI Dios sensible al corazn Del Renacieni Teologia natural Racionalismo contra supranaturalismo F primer Jest de ta historia “ ‘Una silcima palabra dirigida a los eonfesores Jonathan Falwards y los hermanos Wesley. Las ileimas palabras de un siglo Bibliografia Sigos XIX y XX. Jean-Yoes Lacoste TE fin de las Laces = : Los disefpulos de Hegel y el siglo de Schleiermacher De‘Tubinga a Roma: la teolagia eatoliea El filésofo y su juee Bscrituras, historia y eritica Hacia elflos) iberalismots) En ef mundo anglosajén Movimiento eslavofilo y teologia rusa Cristianismo y socialismno Criviea de la critica y retorno de Ia escatologia FI catolicismo entre estauracién y crisis modernista Ontodoxia y Occidente Pourvigre, Le Saulchoir y la “nueva teolo Después de ta teologi Los dos Liturgia y teolog ‘Otras obras y trabajos emprendidos Entse Marechal y Praywara sons Vaticano tt, concilio y teologia... Posteridades y nuevas escuelas Bibliografia Abreviaturas Bibliografla general 279 281 283 285 1.288 290 sn29L 292 293 295 297 297 02 2309 37, 319 2322 328 333 335 337 340 343 346 351 356 362 363 367 370 372 378 381 383 Este libro no es sélo una historia de la teologia, sino ademids una breve histo ria de ésta. La mejor (pero no la tinica excelente) enciclopedia teoldgica de ‘que disponemos, la Theologische Realenzyklopadie, esti compuesta de treinta y wis gruesos voltimenes, y es de sospechat que una hisioria mis o menos com pileca de la teologia tendria las mismas dimensiones. De todos modos, hay tnucho que decir en favor de una breve historia. El hecho de que sea maneja- Ie no have de ella ipso ftcto el mal afamado objeto que se conoce bajo el nom. bore de “manual”, La convierte, en cambio, en dos cosas, Por un lado, en una introduccién que permitiré alos lectores mas valerosos ir mis lejos: hacia las fuentes y hacia los instrumentos de trabajo de mayor envergadura. Por otro, cn ain compendium que posibilitard a los menos valerosos (0 a quienes tengan tenor necesidad de ello) echar sobre veinte siglos de historia intelectual un mirada tpida pero, esperémoslo, que no los engafari. Ciencia obliga, el lee ‘wr euenta con bibliograffas para permitirle seguir leyendo si asi lo desea; no sn decorativas ¢ incluyen, en francés como cn otras lenguas, lo mejor de lo «que los autores conocen, No hace falta decir que esas bibliograffas ocultan mil ‘onfesiones: nosotros, los autores, hemos sido lectores, y de tal modo confe- ‘amos, por tanto, muchas pero no todas nuestras deudas: para hacerlo habria ido menester extender desmesuradamente mucstras listas Se advertiré que hablamos aqui de “teologia” a secas para designar lo que inglés, por ejemplo, denominaria “teologia cristiana’. Tenemos una buena vn para proceder as: el uso. La lengua inglesa habla de Jewish theolngy, pe +o en francés serfa extrafio hacer mencién a una “teobogia judia’, aunque Ile- titulo de esta ado ef caso se tolera una “teologéa musualmana’. En sum: cobra y la relacién del titulo con el contenido se adecuan lisa y llanamente al stado actual (y sin duda mévil) de nuestras conceptialidades 0, de manera ngs modesta, de nuesteas lenguas, Marie-Béatrice Mesnet consagré sus tiltimas fuetzas a revisar las prime- 1s priginas del capitulo 4. La revisién de todo el resto de la obra quedé en 4 — — Historta pe LA TEOLOGtA manos de Marie-Louise Auger. A una y otra, todo nuestro agradecimiento, En cuanto al director de publieacién, no diré, porque no quiere mentir, que este trabajo sélo fe ha procurado satisfueciones. Pero le ha procurado muchas. Resta, para terminar, agradecer al lector. Hace dos aos un amigo, de quien acababan de venderse dos mil ejemplares de un bello fibro sobriamente viva lado Dios, me escribfa que quedaban dos mil espafioles interesados en Dios. Quien compre o ya haya comprado el presente volumen ral vez silo se inte rese en la teologia. Pero no est tan mal JL Fundamentos biblicos Pierre Gibert JL concepto de tcologia es aplicable a la Biblia? a Biblia, alma de la teologfa? El planteo de la realidad, si no de la cuestién, de la Biblia como obertura de nna historia de la teologia tiene una legitimidad bastante reciente, En la cons tinucisn Dei Verbum del Concilio Vaticano 11 se encuentra una formula que tiene todas las caracteristicas poéticas de la evidencis: “Que el estudio de las Sgradas Eserituras sea pues, para la teologia sagrada, como su alma’ (§ 24) Mma de la teologia, la Biblia recibirfa con ello, conforme a su propia natura lez, algo as{ como el sello de su necesidad, una necesidad tinica y exclusiva wn cuanto a la animacién de lo que es o debe ser fa tsologia Pero esa consagracién de la relacién privilegiada entre una Biblia “anima \lura’ y una teologia que participaria de ella, como la vida del euerpo partici- es de af Ine de 1965. Es indudable que una formulacidn de esas caracteristieas puede pa del alm wacién reciente, en un texto fechado el 18 de noviem- reclamarse heredera de tal o cual expresisn anterior; pero también en este caso cstamos en momentos tardios, a saber, la época, en la Iglesia Catélica, de los pontificados y los textos de Lesin xtty de Benedicto Xv, 0 sea, los titimos afios lel siglo X18 y los primeros veinticinco del siglo Xx. En el marco de una histo- ria de la teologia, habré que comar en cuenta, sin duda, las implicaciones de la expresién del Concilio Vaticano tt. Pero, con seguridad, no toca a los funda- mentos ser parte interesada en ello, y no slo porque esta expresién sea de indo reciente. El papel de la Biblia en esta historia exige ante todo el examen «le una serie de explicaciones que suponen tanto un antiguo origen como una nga duracién, pero también de concepros y pricticas que no se reducen a esa = Hisroria bi. ua trotocta 16 —————— antigiiedad ni a esa duracién. Por eso, en primerisimo lugar, nos parecié nece sario, si no fundamental, preguntamnos si el concepto mismo de teologia era plicable a la Biblia; y de manera reciproca, lo que equivale a lo mismo, sila Biblia tenia verdaderamente que ver con la teologia, habida cuenta del caréc ter tardio de los encwentros, las relaciones y las vinculaciones. Como concepto, sin duda, y sobre todo como término, la teologia pudo ser precedida por aquello que. algiin dia y de algdn modo. ella se veria en la obligacién de designar. Y més precisamente como concepto pudo abarcar re slidades que sus evoluciones y sus desplazamientos culturales ¥ especificamen. te religiosos se encargarian de distinguir en forma radical. En ese sentido, la Biblia da cestimonio de una importante cultura, lade Israel y el cristianismo naciente, tanto por la riqueza de su contenido como por la complejidad de su campo histérico, y no sélo por sus implicaciones « priori rcligiosas. En con- secuencia, no se Ja puede someter a una nocién englobadora, coagulada en tuna o varias definiciones, todas marcadas por las épocas y los medias en los cuales estin contenidas. Sin embargo, entee la creacién del término de “teo- ogia” (y la primera referencia proporcionada por Plat6n) y su apropiacién cratiana en épocaptritica ast su complsj conceptiacién mee la Biblia se mantiene en principio ajena a la cultura invent y luego a distancia de esa primera apropiacién cristiana, en razén de sus ori- genes judios, su elaboracién plurisecular y la diversidad compuesta que la constituitd como canon. Digimoslo desde ya: de manera general, no hay, ni 1 priori ni en sus origenes respectivos, consonancia inmediata entr biblico y el concepto de tcologia. Y la tesis que hace de la Biblia el el corpus “alma de la teologia’, si puede pensarse al eabo de una larga historia, solo sera en defi- nitiva admisible o legitimada a beneficio de inventario. La teologia como concepto medieval anacrénico Si bien la palabra misma “teologia’ ~como vamos a volver a verlo es parte de tuna terminologia de la Grecia antigua, tanto cn ef marco de nuestro estudio con la Edad Media y sus antecedentes mas 0 como en la tradicién cristiana menos inmediatos los que justifican el interrogante sobre su aplicacién al cor pus biblico. Fn efecto, sea cual fuere la historia de la utlizacién cristiana del tétmino en la época patristica o carofingia, en rigor es la Edad Media la que legitima la denominacién al dotarla, por asi decitlo, de un contenido excla- Ecnico, en un sentido preciso vente de otras disciplinas o artes y por ende has Yves Lacosrr a — 7 Fe cil modo, « partir del siglo Xitel concepro se fijs en este sentido tanto en 11 comicnide como en la prietica, y To hace cualesqutera que hayan sido las suluciones y demoras conducences a él. En ottas palabras, la teologia, al in i criptografia como de la puesta por escrito de aquello que, paradéjica- ‘mente, expresard mejor que nada la irracionalidad del Mal, obliga al espirieu \ superar ese eras a menudo mortifero, relativo en todo caso, para aleanzar F : wscendencia del Dios a la vez creador, amo de la historia, disper tle by Le sador productor de Ja sabidurfa, un Dios que, en definitiva, supera la misma al darle un horizonte mesiénico y apocaliptico. Solo el logos hrormite en ailtima instancia esa superacién, aun cuando en la desc slel nuevo Be y sus doce floraciones anuales vuclvan a tesonar cantos de » (Apocalipsis 22, 2), pero para desembocat en la visién de los servidores Ie Dios que “verdn su rostro y [levarén su nombre en la frente”. Y la arqui- ‘wetura de la Jerusalén celeste, que domina al mismo tiempo los avares de la naturaleza, no pucde sino dar acceso a ese discurso de razén que se expresa canno teologi HisTorIA DE LA TEOLOGEA 46 ——___ Bibliografia Beauchamp, Paul, L'Un et Hautre Tewament, vol. 1, Evais de lecture, Pais: Seuil, 1977 [erad. exp: Len profetan, sabiow: lctura sincinica del Nuevo Testamento, Madrid Cristiandad, 1977]; vol. 2, Aecomplir lex Ecritures, Paris: Seuil, 1990, Dorival, Gilles, Marguerite Harl y Olivier Munnich, La Bible grecque des Septantes dis juditsme hellénstique an ehrisianisme ancien, Pasi: CextTNRS, 1988. Eslin, Jean-Claude y Catherine Comnu (eds), Le Bible: 2.000 ans de lectures, Pais: Desclée de Brouwer, 2003, Sibert, Pierte y Daniel Marguerat (eds), Dieu: vinge-six portraits bibligues, P Bayard, 2002, Marguerat, Daniel, Le Diew des premiers chrétiens, Ginebra: Labor et Fides, 1990, Momigliano, Arnaldo, Sageses barbare: les limites de Uhellénivation, Paris: La Découverte, 1984 (trad. esp.: La sabidurta de las bérbaros: los limites de ka hele- nizacidn, México: Fondo de Cultura Econémica, (988). Paul, Andté, “Er Shore ena la Bible’ d’Hérodete & Flavius Jostphe, Pass: Bayard, 2000, La Bible of UOccident: de la bibliochdgue d’Alexandrie ta culture ewopéenne, Paris: Bayard, 2007 [erad. esp: Le Biblia y Occidente: de la biblioteca de Alejandria ala culture europea, Eset: Verlw Divino, 2008) Strecker, Georg, (ed.), Das Problem der Theolagie dev Newen Testaments, Dainstadt: Wissenschafiliche Buchgesellschaft, 1975 (diecstis articulas elisicos, desde Johann Philipp Gabler [1787] en adelante), « Teologia patristica y bizantina Patrick Descourtieux “Teologia patrstics”: la expresién designa la parte de la teologia que se ocupa «le lx doctrina de los Padtes de la Iglesia. Los “Padres” son los escritores de le Antigiiedad cristiana, papas, abispos, sacerdotes o laicos que, de san Clemente ‘le Roma (fines det siglo 1) a san Isidoro de Sevilla (560-636) en Occisente y « san Juan Damasceno (675-749) en Oriente, procuraton, segiin la bella for, inula de Fusebio de Cesarea (ca. 260-339), ser “embajadores de la palabra di vina” (Historia ecesistica, i, 1, 1), Se earacterizan por la ortodoxia de sus doc. {rinas, tal y como dice san Jerénimo, que reserva el simple nombre de “esctitor eclesidstico” a aquellos cuya ensefianza la Iglesia no ha reconocide, como parte de su patrimonio. Entre los Padres, la Iglesia latina reconoce 2 ocho como “doctores” particularmente eminentes; strata de los santos lati. nor Ambrosio (339-397), JetSnimo (ea, 347-420), Agustin (354-430) y CGeyorio Magno (540-604), asi como los santos griegos Atanasio (295.373), Basilio (329-379), Gregorio Nacianceno (ca. 329-390) y Juan Crisdstome (344-407). Los especialistas dstinguen a veces la puirologia -titulo de una obra del teslogo lutrano Johann Gethard (1582-1637) publicads luego de su muerte, en 1653- y la pacrstca: Ja primera estudia la vida y la obra de los Padres, mientras que la segunda se limita al estudio de su pensamienta y cons. ‘euye una de las partes de la tcologia. Es preciso agregar que, para algunos, el Petiodo de Tos Padres se profonga hasta san Bernardo de Clataval (1091- 1153) en Occidente y hasta la cafda de Constantinepla (1453) en Oriente {ste iltimo perfodo, desde la muerte de san Juan Damasceno (749) hasta el final del Imperio Romano de Oriente, responde mejor, a nuestio juicfo, al nombre de “teologia bizantina’, que comicnza en realidad con Biza ‘mo vetemos més adelante. 0, co- 48 — Historia pr La teotocta Los origenes Hl ps toles", nacié de padre desconocido, Su composici6n se remonta muy proba- bblemente a la segunda mitad del siglo 1 d.C. El texto se presenta como un manual de vida eristiana que pone al hombre frente a la eleccién fundamen- tak: zquicte vivir 0 morir? La analogia del proceder con la doctrina de los dos caminos, familiar al judaismo antiguo desde el Deuteronomiv (30, 15), es realismo del aucor no lo es menos: “Si puedes cargar con todo ef el Sefior, seras perfeeto; si no, haz lo que puedas hacer” (6, 2). Se or sganiza la vida litdrgica y se especifican sus preceptos: “Bautizad en el agua vi- va si no ticnes agua viva, bautiza en otra” (7, 1). El bautismo, primero de los sacramentos, petmite participar en la eucaristia, accién de gracias “por la vi- da y el conocimiento revelados por Jestis” (9, 3), destinada a reunir a hk Ielesia “de todas las extremidades de la Tierra” (9, 4). Bl partimiento del pan debera hacctse “el dia dominical del Senor” (14, 1). Jefes, “obispos y di nos dignos del Sefior” (15, 1), dirigirin las comunidades nacientes. El texto termina con am Hamado a ta vigilancia con el fin de estimular la espera del ner texto pattistico, la Didaché ton Apostolon o “Doctrina de los Apés- retorno de Cristo al final de los tiempos. Sera menester saher redoblar los es- ferzos, pues “en los tltimos dias el amor se transformar en odio” (16, 3) Confesién trinitaria, vida moral, pric amencal, escatologta: todos Jos componentes de los tratados de teologia estin presentes en germen en es- ta obra que sigue directamente al Nuevo Testamento y lo cita con frecuencia Cortespondera a los siglos siguientes desarrollar cada uno de esos elementos pata intentar abordar el misterio de Dios y hacer en verdad teologia. En con- traste con ese anonimato, el primer nombre de autor conocido es el de un obispo de Roma, sucesor de san Pedro, el papa Clemente t (ea, 92-101). Su “Carta alos corintios", escrita para restaurar la paz en una comunidad dividi- de Dios con morada en Roma exhorta a los corintios a practicar la caridad, la penitencia, la obediencia, la picdad, la hospitalidad y la humildad; se ocupa, por lo tanto, de “todos los as- pectos que conciernen a la fe, la penitencia, Ia verdadera caridad, la continen- cia, la moderacién y la paciencia” (62, 2). Los celos, mévil de Ia accién hu- da, es un acto de toda “Ia Igle Laepistola mana desde el asesinato de Abel perpettado por Cain, deben ser proscrivos si se aspira a alcanzar la armonia querida por Dios. Si el hombre acepta obrar segiin la razén que ha recibido, la Iglesia puede convertirse en el simbolo de la presencia del Dios de paz entre los hombres: “Por que separat, por qué des- garar los miembros de Cristo, por qué causar disensién en nuestro propio Wean-Yvrs Lacoste: — Beato) expo?” (46, 7). Nunca es demasiado tarde para escuchar la vor de la Sabidria, ya que “es mejor encontrarse siendo poco con inteligencia entre los tlegidos del rebatio de Cristo que vivir en la artogancia y Ia apariencia y ser cexpulsados de Su esperanza” (57, 2). rquia ecles ica esté al servicio del crecimiento de todo el cuerpo de ahora cn mas, obispos, preshiteros y ciéconos se sucederin de tanera ininterrumpida, y de suis flasaunque no exclusivamente— saldrin los adres de la Iglesia’. Si el primer autor conocido es un papa, el segundo es tun obispo, Ignacio de Antioquia, muerto méetir en Roma, devorado por fi ras durante el reino de ‘Trajano, hacia 107. Siete carta ditigidas por él a jéve- nnes comunidades cristianas, asi como al obispo Policarpo de Esmirna (ca. 70- ea. 155), dan lad del cristianismo naciente. Los habieantes de Roma lies y Esmirna reciben de Dejadme ser in encontrar a Dios” ("A los romanos", 0, Magnes nada para intentar evitarle ly muerte: ella orden de no hae: pasto de las bestias, que me permi 4, 1), Bsta confianza absoluta en la vida eterna tiene sus rafces en las prome- sas de Jesuctisto y la certeza de que el mundo visiblees la imagen y la antici- pacién del mundo invisible. Con ello, la Iglesia de ln‘Tierra es una prefigura cidn de la beatitud celestial: y es necesaria para llevar al hombre a descubrir el verdadeto sentido de la vida: "Seguid todos al obispo, como Jesuctisto si- gue a Su Padre, y al presbiterio como los apéstoles'. Por primera ver en la “Alli donde esta el Cristo tlica” ("A los esmirneanos’, 8, 2), Ia Iglesia que esti avdlica’: historia aparece la expresion “Iglesia Jestis esti la Iglesia C: “difundida por toda la tietra habitada”, como lo precisard una generacién iis adelante el texto del "Martirio de Policarpo” (8, 1). La persona del obis- po conquista su estatus definitive: [ck Quien hace algo espaldas del obispo, sirve sl diablo” (“A los esmir- nea-nos’, 9,1) Es bueno reconacer a Dios y el obispo Si los sacramentos del bautismo, la eucaristia y el orden se presentan fi memente en sus lineas generales, el de la penitencia se delinea algunos después con “EL pastor de Hermas’. Hermano del papa Pio 1 (ea: 140-155), werdote 0 laic Hermas es probablemente el primer hombre casado ~; quien se debe una contribucién seftalada a la elaboracidn del pensamicnto oligico de la Iglesia. Cinco “visiones", doce “preceptos” y diez ‘pardbolas” 0 “similitudes” componen esta obra, cuyo géneto literario se inseribe en el Apocalipsis, discurso de revelacién para un tiempo de persecucién. Y se trata cn efecto de una persecucién, en ef transcurso de la cual los hijos de Hermas denuncian a su propio padte y provocan su ruina, Sin embargo, silos hijos de so — HISTORIA DE LA TROLOGIA fa victima “hacen penitencia de todo corazdn, serin inscritos en los libros de Ja vida con los santos” (3, 2). También ahora deberin hacer uso de la taz6n: “EL arteps imiento es un acto de gran inceligencia, pues cl pecador compren= ide que ha hecho mal frente al Sefior” (30, 2). La penitencia reintegrari al pe- cadora la Iglesia, que Hermas dibuja con los rasgos de una anciana, “pues fue crcada antes que todas las demas cosas (...}; por ella se formé ef mundo” (8, 2). Obra en la que pululan intuiciones y explicacio simbélicas, plantcos originales sobre la moral conyugal y numerosas alusiones a la angelologia de {a época, hasta fines del siglo It algunos consideraron que “El pastor” compar- tia el cardicter de texto inspirado con los escritos del Nuevo 1 La defensa de los apologistas Tanto Clemente de Roma como Ignacio de Antioquia y Policarpo de Esmitna rs. EI cristianismo es percibide coma un atentado nefasto contra el politefsmio vigente, y su culto del Dios éinico como una provocacién ‘contra los emperadores, a quienes los eri inos se niegan a oftecer sactificios Varios de esos cristianos deciden exponer ante el propio emperador sus moti vos para creer, con el fin de mostrar que el Estado no tiene nada que temer de ellos; al contrario: es la era de los Padres apologistas 0 apologetas, que, con el recurso alternativo a la eazén y Ia itrision, ponen de manifiesto la superiori dad de la revelacién cristiana con respecto a los dioses del Olimpo, de Cu: drato a Aristén de Pella, pasando por Aristides, Justino, Mileiades, Teétilo de Antiogu £4 no citar sino a los mas conocidos. Un escrito andnimo, la iano, Atendgoras, Apolinar, Melitén de Sardes y Hermias, pa- pistola a Dio- gneto”, disfruta entre cllos de un brillo particular, pore sitia el lugar de los cristianas en el mundo con una felicidad sin igual: “Lo que el alma es en el enerpo", afirma, “los eristianos lo son en el mundo” (6, 1). Para llegar a esa conclusidn, ef autor recutre a un plan frecuente en las apologgas: una prime- ta parte comienza por tefutar los ertores del paganismo, pata lo cual fastiga tanto la idolatria y los sacrficios sangrientos de los paganos como el ritualis- mo de los judios, mientras que una segunda hace una exposicién positiva de lo esencial del misterio cristiano, Hacia 124-125, Aristides explica al emperador Adriano que la humani- dad esti compuesta de diferentes tipos de habitantes que se han extraviado por haber identifiaado a Dios con uno de los elementos naturales. Caldeos, Briegos y egipcios “han guiado y formado a los demas pueblos en el eulto y la Jean-Yves Lacosr:. —————______— SI venctacién de los dioses de miltiples nombres” ("Apologia’, 2, 2). La confu- sitin de la ereatura y el Creador los ha hundido en el error. La mitologia gric- rot se revela especialmente ridicula y contradictoria ~una caracteristiea a me nnudo destacada por los apologistas, criticos de la religién. popular como de lis elaboraciones cientifico-filoséficas (Hermias, “Sitira sobre los fildsofos profanos")-, mientras que los egipcios "presentaron como dioses a setes pri vados de razén, animales terrestres y marinos, asi como las plantas y sus rero- sins” ("Apologia’, 12, 1). A los judios, por su techazo del Hijo de Dios, se los sleclara “casi similares" (paromoie’) a los paganos (14, 4). Al comienzo de su obra, Aristides recuerda al emperador que “Dios es inengendrado, inereado, n principio ni fin, inmortal, perfecto ¢ inasi- ale una naturaleza constant be” CApologia’, 1,2). AL final, completa esos acriburos que ef fildsof paga- no podia admitir con una mencién de Cristo, “Hijo del Dios Al Espiritu Sante’ Santa del Evangelio” es fuente de verdad a su respecto (15, 1) Una generacién después, Justino (ce. 100-165) también se dirige al em perador, Antonino Pio, hijo adoptivo de Adriano, y2 sus hijos, Marco Aurelio y Lucio Vero, Hijo de un padre de nombre latino y nieto de un abuelo de nombre griego, ambos habitantes de una provincia de cadicidn mixta, . € indica que “la Bs Samaria, es particularmente sensible a la presencia del logos divino en la to- talidad del universo, Fildsofo de formacién, ha buscado durante mucho tiem- po la verdad, y el prilogo de su Diogo con Trifon describe las distintas eta- pas de una indagacién que lo hace pasar sucesivamente del estoicismo al uristotelismo, luego al pitagorismo, al placo mo. Converso, no reniega de sus origenes y sigue usendo el manto de los fi smo y, por iiltimo, al Issofos, lo cual traduce, en un plano personal, su reconocimiente de la uni- clad del designio de Dios sobre el universo enter. I, La Apologia de Justino obe- dlece a las reglas del género y comienza pot fefutar lis acusaciones ahora tra- Hace poco devuclta a su integridad origi Ps st dlicionales que se levantan contra los cristianos. El tecto muestra que el sim: ple nombre de éstos no basta para probar su culpabilidad; recusa su calificacién de ateos, habida cuenta de su conviccién de que Dios, creador de todas las cosas, no necesita nada y consticuye la mas ata recompensa del hom- bre virtuoso; en consecuencia, ta Apologia los declara inocentes de toda sospe- uxiliates y aliados en la tarea de pro- cha de incivismo y hace ver en ellos mover la paz” (1, 12, 1). A continuacién expone la doctrina eristiana, cuya superioridad y racionalidad destaca frente a las ideas de los paganos. Asi co- mo, contra toda expectativa, una mindiscula semilla culmina en el engendra-

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