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La TEOR{A LITERARIA HOY Conceptos, enfoques, debates José Amicola y José Luis de Diego Directores iin, igo po dhe no ta Pau a Seen 1H Amlcol, Jos, dir I. de Diego, José Luis, dr 0 de tapa: airesgraficos@gmail.com osioiOn interior: DCV Octavio Osores de la edicién: Prof. Loreley Duque ts Impreso en Argentina cho el depésito que establece Ia ley 11.723, 18 / PostesTRUCTURALISMO Isabel Alicia Quintana EsTRUCTURALISMO Y POSTESTRUCTURALISMO: CONTINUIDADES Y RUFTURAS El pensamiento tedrico de los tiltimos sesenta afios se ha visto influido de manera fun- damental por el estructuralismo y el postestructuralismo cultivados en Francia después de la Segunda Guerra Mundial (con los nombres de Claude Lévi-Strauss, Louis Althusser, Jacques Lacan, Roland Barthes, Julia Kristeva, Michel Foucault, Jacques Derrida, entre otros). Ambas corrientes se inscriben en el impulso més general del pensamiento critico modemo de fines del siglo XIX que rechaza la instrumentalizacién del lenguaje buscando una nueva concepeién en la relacién entre el sujeto_y el mundo. Para los intelectuales de ese perfodo se trataba de pensar “cémo era posible escribir en una sociedad industrial donde el discurso se habia degradado al convertirse en instrumento de la ciencia, del comercio, de la publicidad y-de la burocracias”. En el terreno del arte dicha preocupacién se traduciré en la pregunta “zcémo era posible que una obra literaria continuara siendo un artefacto estético y, a la vez, una mercancia?” (Eagleton 1983: 169). Es por ello que para el estructuralismo y el postestructuralismo dicha problemética apareceré planteada en el émbito de la historia en un rechazo a la vision “evolucionista”; es decir, de la historia concebida como un desarrollo permanente y gradual en donde cada etapa es superior a la anterior. Planteamiento que, a su vez, se expresaré en el campo de la filosofia en un des- montaje critico de los cimientos tedricos en los que ella se sustenta (el logocentrismo*, en términos de Derrida). La critica de los estructuralistas y postestructuralistas comienza con un profundo ién del sujeto cartesiano* puramente conscienté y libre de toda coercién histérica, concebido como una entidad plena y coherente sin contradic ciones. Postularé la idea de que las subjetividades son un entramado complejo de especi- ficidades culturales heterogéneas y contradictorias, generalmente no manifiestas para el individuo, cuya construccién significativa nunca es completa y acabada. En tiltima instancia, esta revisién del sujeto se sostiene en una puesta en crisis en la concepci6n filolégica del lenguaje concebido como mera representacién del uni- verso de los objetos y las ideas. La influencia de la teoria lingttistica (> Semiética) de Ferdinand de Saussure es fundamental para un cambio dréstico de perspectiva en la relacién entre el lenguaje y el mundo. En su teoria, la idea de signo lingitistico se constituye por la relacién entre el significado —el concepto— y la imagen sonora -el significante*—, apartando al signo del referente externo. La relacién entre am~ bos términos es puramente arbitraria y se establece de forma convencional 2 través PosTestRUCTURALISMO del uso. Saussure subraya que el significado se conforma a partir de las posiciones diferenciales dentro de la estructura del lenguaje. Este pensamiento, que se inscribe dentro de la légica de una concepcién estructuralista del lenguaje —un sistema de signos organizado y jerarquico-, sera a la vez el punto de partida y de ruptura del postestructuralismo con el movimiento que lo precede. Mientas el estructuralismo gestado en Francia separaba el signo del referente, el postestructuralismo separaré el significante del significado. La relacién entre significado y significante se veré modi- ficada a medida que el significante cobre mayor relieve hasta convertir al lenguaje en un sistema de puros significantes flotantes que no tendrén una relacién determinada con el referente extralingtlistico. El “postestructuralismo” (denominacién que le sera otorgada més tarde por la criti- ca) constituye una Corriente de pensamiento que aglomera a diyersos intelectuales que, aunque desarrollan perspectivas teéricas diversas, reaccionan en su conjunto contra,las pretensiones de objetividad cientifica del estructuralismo originado en Paris.%* Su critica se entronca con el clima general de ideas imperantes tanto en el campo filos6fico como politico, En mayo del 68, el movimiento estudiantil, por su lado, y el obrero, por el otro, iniciaban un proceso de lucha que sera derrotado por el gobierno de Charles de Gaulle. Dicha derrota tendré una profunda incidencia en los pensadores enrolados en la izquierda marxista. Como plantea Eagleton, el postestructuralismo es el producto de ese momento de euforia y desilusién. Frente a la derrota ante el gobierno conservador pero sobre todo frente a lo que se interpreté como una traicién de los dirigentes de izquierda que impidie- ron que el movimiento obrero se uniera al estudiantil, algunos intelectuales comienzan a revisar el campo de la teoria enfatizando la inestabilidad de todo sistema de pensamiento que reclame para si una validez universal (incluyendo al marxismo (>)). Contrariamente ala idea de que existe un poder absoluto desde donde se regula y determina el funciona- miento de la sociedad y los individuos, plantean un poder que se encuentra diseminado por todo el entramado social. Ademas, comienzan a interesarse en politicas de la diferen- cia: inmigrantes, mujeres, homosexuales, etc., hasta entonces grupos marginados también por la izquierda. La escritura, a su vez, ser para muchos escritores el tiltimo sitio de resistencia desde donde se puedan ejercitar articulaciones alternativas de las identidades (Eagleton 1983: 172). Como vemos, en el pasaje del estructuralismo al postestructuralismo se han producido una serie de desplazamientos en el campo de la teoria que, como plantea Leitch (1992), tendran incidencia no sdlo en el campo especifico de la critica literaria sino de | cultural y los Estudios Culturales y poscoloniales (> Culturas populares): —EI planteamiento de un colapso de la teoria y el borramiento de Ia frontera entre lateoria y la practica, lo cual no significa un rechazo de la teoria sino su reubicacién como una practica creadora y sin definiciones fijas. 98 Muchos publican en Ia revista Te/-Que! (nombre de un texto de Paul Valéry) fundada en los 60, en donde proponen una articulacién entre las teorias de Marx, Freud, Nietzsche y la lingtifstica de Chomsky. 234 La TEORIA LITERARIA HOY —Una interrogacién a las disciplinas establecidas y la posibilidad de establecer estu- dios interdisciplinarios; enfoques analiticos en que se utilicen diversas herramientas tedricas. —La concepcién de Ia historia y la cultura como una construccién discursiva y sitio de lucha entre intereses diversos, —E] deslizamiento del estudio de la literatura —considerada un objeto puramente es- tético, como una obra acabada a la que se debe interpretar—al andlisis de los discursos y los textos (Leitch 1992: xxiii). LENGUAJE, LITERATURA Y SUJETO: LA AGONIA DE LA REPRESENTACION Cabe aclarar que el término “postestructuralismo” comprende, en realidad, una varie~ dad de corrientes tedricas, incluyendo tanto la préctica “deconstruccionista” de Jacques Derrida y sus seguidores (especialmente los miembros de la Escuela de Yale: Paul de Man ~aunque este escritor era de origen belga desarrollé su carrera en los EE.UU--, Joseph Hillis Miller y Geoffrey Hartman), como la historia critica de Michel Foucault, los traba- jos criticos del tiltimo Roland Barthes, la vertiente psicoanalitica-semistica (>) de Julia Kristeva y los.ensayos culturales y politicos de Gilles Deleuze y Félix Guattari. Al ser heredero y, en cierta forma, continuador del impulso estetizanté de ta literatura modernista* europea, el postestructuralismo pondra su atencién especialmente en el len- guaje resaltando sus posibilidades experimentales (Callinicos 1990: 68). Esta nueva con- cepcién del lenguaje producira dentro del postestructuralismo dos corrientes claramente di- ferenciadas: la que toma al lenguaje sobre si mismo (Jacques Derrida, Paul de Man) y la que considera al lenguaje en su relaci6n con otros sistemas e instituciones (Michel Foucault). En De Ja grammatologie (1967) Derrida propone una teorfa de la escritura como di- ferencia (différance). Para ello comienza observando cémo el concepto de habla* de la lingiistica es afin conceptualmente al /ogos* de la filosofia, En dicha teoria se asume que el habla se encuentra cercana al pensamiento, emociones ¢ intenciones del hablante. La distincién entre significante y significado dentro del concepto de signo (> Semiética) se fundarfa en la idea de una mutua correspondencia, aunque arbitraria, entre ambos tér- minos. La escritura, por su lado, ha sido. considerada por la filosofia como un producto secundario del habla (“fonocentrismo”, en términos de Derrida) que se limitaria a la re- produccién grafica, una “técnica al servicio del lenguaje”(1967: 13), en donde se elimi- narian todas sus complejidades. En esta interpretacién, habla y escritura se inscriben, en definitiva, en una metafisica de la presencia en donde la realidad y la verdad le son dadas directamente al sujeto por medio del lenguaje. i Derrida abre la brecha en la distancia que separa al mundo de la escritura al retomar la sospecha de Platén sobre ella; la idea de que por mAs que se lo intente siempre habria un desplazamiento del habla a la escritura, Su teoria se finda en una “escritura de la diferen- cia”, en donde el sentido nunca est4 plenamente presente como lo esté en la filosofia y 235, Postestauctunatismo la lingitistica— sino, por el contrario, constantemente demorado (“La Différance” 1968).” Enel capitulo primero de De la grammatologie, titulado: “El fin del libro y el comienzo de la escritura”, el libro, entendido como una obra acabada cuyo sentido le preexiste se opone a la escritura como fuerza ‘“destructora” que imposibilita toda pretensién herme- néutica® (1967: 25). Ahora bien, el deconstruccionismo no se eleva como una teorfa frente a las otras, sino que se propone como una prictica puesta al servicio de una lectura de la diferen- cia de los textos. La diferencia no es, entonces, un concepto ni una identidad sino una herramienta que permite poner en movimiento los textos, desarticulando aquellas apo- rias* en los que se fundamentan: las verdades que sostienen y que estan en tensi6n 0 se contradicen en la interioridad del texto. Esta suerte de exceso sobrepasa el significado sefialando un més alla del sentido. Desde una perspectiva latinoamericana, Silviano Santiago, poeta, eritico, profesor y novelista brasilefio y difusor de la obra de Derrida en su pais, recupera fundamental- mente la nocién de diferencia para su lectura de los textos verndculos con relacién a los europeos. En su ensayo titulado “O entre-lugar do discurso Latino-americano” (1970), en donde analiza la obra de José Machado de Assis, postula cémo la tensién entre la ejemplaridad de las novelas europeas y su copia local siempre “defectuosa” lleva a un “entrelugar” —el desvio de la norma-, a una marca de la diferencia en el propio texto original que destruye su unidad y pureza. Asi, las lecturas en la periferia no serian versio- nes degradadas de modelos puros; por el contrario, las escrituras autéctonas se inscriben como lo Otro dentro de lo Uno de la cultura occidental, marcando a la vez su exterioridad y su interioridad con respecto a ella. No habria una mera recepcién pasiva, sino un trabajo de escritura en el que constantemente se violentan las formas. El deconstruccionimo, en fin, plantea la marca de lo heterogéneo en la escritura como uno de sus rasgos fundamentales. Derrida pone en evidencia tal impureza al demostrar que en el despliegue de su propio pensamiento utiliza distintas estrategias retéricas, gré~ ficas y poéticas. Para él es imposible separar de manera rigurosa la dimensién poética y la dimensién ret6rica del texto de su coritenido, lo cual conduce a una disolucién de los“ entre las distintas disciplinas; el critico no s6lo interpreta sino que = ahora ‘se con- vierte en escritor. Esta dimensién poética y ret6rica del lenguaje que propone Derrida ha sido objeto de agudas polémicas en el terreno filoséfico y, a la vez, fuente de inspiracién de muchos criticos, Paul de Man, a quien el propio Derrida le dedicé varios ensayos reunidos en Mémoires pour Paul de Man (1988), es uno de los pensadores deconstruccionistas mas 99 EI titulo glosa el neologismo que Derrida formulé al introducir una @ en la palabra différence. En francés cl verbo différer comprende dos significados: diferir y disentir, pero no existe ningiin sustantivo que los exprese. En la palabra différance se unirian ambos sentidos (diferimiento y disentimiento) dando cuenta conjuntamente de una configuracién espacial y temporal de la diferencia. La distincién entre différence y différance no puede ser captada por la audiencia ya que las dos palabras sucnan igual, s6lo en la eseritura la distincién emerge como tal. 236 LA TEORIA LITERARIA HOY yportantes de la academia anglodmericana. En su libro Allegories of Reading (1979), aul de Man establece que la estructura del lenguaje es retérica, ninguna lengua es “li- mente” literal. En Blindness and Insight (1971) el critico hace que dicho funciona- ento del lenguaje se extienda a otros textos, ya sean filoséficos, politicos 0 criticos. Sin bargo, las obras literarias son las que menos escamotean su sentido figurado; por el ‘ontrario, ellas mismas reconocen sus formulaciones siempre ambiguas e indetermina- las, De esta manera, la literatura se deconstruiria a s{ misma por un mecanismo autorre- rencial. El critico, entonces, asumiré una tarea de segundo orden: la de describir esos rocesos internos a los textos. ‘Asi como Paul de Man recoge y reformula la idea del cardcter retérico del lenguaje pplanteado por Derrida, también Roland Barthes, en su perfodo postestructuralista, coinci- dird con este ultimo en la nocién de texto y lector. Desde el comienzo de su obra, Barthes ‘pone atencién en el lenguaje como productor de verdades que se encuentran naturalizadas ‘en nuestra sociedad y amplia el campo de investigacién hacia otros objetos, A partir de luna perspectiva semiol6gica (> Semiética), le interesa particularmente el estudio de los mitos* (Mythologies 1957), los cuales se conforman por elementos que pueden ser hete- rogéneos entre si, y procura desfigurar su cardcter artificioso ¢ ideolégico. El mito defor- ma el sentido original y da lugar a un segundo sistema a partir del cual se generardn otros significados. La tarea de la critica consiste en hacer explicitos dichos procedimientos. En el pasaje que lleva a Barthes di ts r obra que claramente ilustra ese mom: de. inflexién: SZ. 1970). Ali analiza una no- yela corta de Honoré de Balzac, Sarrasine (1830), interpretada como una obra limite del realismo (> Realismos). A través de la formulacién de diferentes cddigos: simbélico, hermenéutico, etc., realiza una lectura crispada que desintegra los cédigos realistas un ‘ordenamiento determinado de los signos, los sexos y el dinero— sobre los que la novela se sustenta (1970: 181). Este ejercicio de lectura que realiza Barthes habrd de radicalizarse aun mas cuando, tras los hechos histéricos acontecidos en Francia en el 68, el critico avance a una “anti- teorfa” de la escritura que rechaza tado sistema conceptual de pensamiento. En Le plai- sir du texte (1973) plantea dislocar la tiran{a del significado por medio de un libre juego del lenguaje en donde el sujeto pueda liberarse de su propia identidad. Escritura y teorfa dejan de constituir dos instancias separadas de la idad humana; ambas conforman una practica en donde el deseo rige la lectura. El texto es entendido como un tejido de multiples significantes sin orden ni jerarquias en donde el sentido aparece desplazado constantemente. Lo que importa es el sujeto lector, productor de un texto infinito en donde nada se constata ni reafirma; es un acto de resistencia (Giordano 1995: 56) que lucha contra los estereotipos y su reproduccién en la cultura de masas (Barthes 1973: 68-69). En toda lectura existen a la vez fuerzas de placer conservadoras que provienen de la cultura, son los momentos de calma en los que se tejen sentidos texto legible-, y fuerzas de goce que “hacen vacilar los fundamentos, histéricos, culturales y psicolé- Bicos del lector” texto escribible— (25). El sentido, entonces, nunca esté presente en ay PostestaucrumatisMo la cadena de significantes ya que el goce no permite la clausura, es un puro derroche, perspectiva que retoma en América Latina el critico y escritor cubano Severo Sarduy, quien desarrolla una amplia literatura experimental bajo la influencia del postestructu- ralismo, buscando recuperar el exceso barroco para su propia escritura neobarroca (>) de goce. Segin afirma Sarduy: Ser barroco, hoy, creo, significa amenazar, jugar y parodiar la economia burguesa, ba- sada en la administracion tacafia o como se dice, “racional”, de los bienes, en el centro y fundamento mismo de esa administracién de todo su soporte: el lenguaje, espacio de los signos, cimiento simbélico de la sociedad y garantia de su funcionamiento, de su comunicacién. Malgastar, dilapidar, derrochar lenguaje tmicamente en funcién de placer (goce en Barthes), nocién capital del barroco (Fossey 1975: 16).'" Volviendo a Barthes, finalmente, la nocién de una subjetividad amenazada por la es- critura que propone es una idea cercana a la teorfa psicoanalitica (> Literatura y psi- coanilisis) de Lacan; es decir, la de un sujeto del deseo escindido, suspendido entre el orden de lo imaginario* (las pulsiones primitivas) y el orden de lo simbélico (Ja ley del Padre). En esta misma linea de pensamiento, Julia Kristeva, ensayista de origen bulgaro que difunde la teoria bajtiniana en Francia y se convierte en discipula de Barthes, propon- dra una reformulacién del modelo psicoanalitico de Lacan para su propuesta semistica del lenguaje y la literatura. Kristeva considera que toda teoria del lenguaje es tributaria de una concepcién del sujeto. En su libro La révolution du langage poétique (1974) plan- tea como punto de partida una serie de discusiones sobre la identidad y el rol del sujeto, un tema de central importancia en las teorfas politicas del feminismo (> Género) y el marxismo (>) de donde también se nutre su teoria, El sujeto se convierte en tal en la me- dida en que a través de un laborioso proceso de estructuracién y desestructuracién tiene conciencia de una significacién. Tales procesos se desarrollan a través de las “practicas significantes”, concepto capital en su teorfa y que utiliza para analizar la creacién de cualquier sistema de signos. Kristeva postula dos modalidades del lenguaje: la funcién semidtica—“lo imaginario*” en Lacan-, ambito de lo heterogéneo, y la funcisn simbélica (lugar del objeto significado y de la ley), La interaccién entre estos dos términos consti- tuye el “proceso significativo” que determina el tipo de discurso: narrativa, metalenguaje, teoria, poesia, etc. El sujeto, concebido como en un constante proceso de transformacién, es siempre semidtico y simbélico, ningin sistema significativo que él produzca puede ser exclusivamente semidtico 0 exclusivamente simbélico, y esta necesariamente marcado por su deuda con ambos. En su andlisis del lenguaje poético (de autores como Louis-Fer- dinand Céline, Lautréamont, Stéphane Mallarmé) observa los procedimientos internos y especificos del lenguaje poético que ponen en evidencia la relacién intrinseca entre la literatura y la ruptura del acuerdo social; de alli el cardcter revolucionario de este tipo de 100 Barthes cita a Cobra de Sarduy como ejemplo de escritura de goce (1973: 17-18). 238 La TEORIA LITERARIA HOY juaje. En “El sujeto en cuestion” Kristeva afirma que aunque la crisis de las institucio- jes sociales lleva a una fisura en la relacién del hombre con el sentido, el dominio de la debe mantenerse como un limite que al mismo tiempo debe removerse continuamente 977: 267). Ahora bien, los postestructuralistas que hemos visto hasta ahora enfocan su andlisis el funcionamiento del lenguaje y su relacién con una nocién de verdad, doxa* u orden jimbélico para ver cémo y dénde se produce la diferencia, el goce o el estallido semié- ico. Estos momentos de aparicion de lo heterogéneo del sentido son los momentos en Jue se desarticula cierta racionalizacién del mundo y, en cierta forma, las instituciones (> Campo literario) que la sustentan. Haciendo un recorrido que va més allé-de-este ipo de enfoque (que no se ciffe a los textos), Foucault se preguntaré en L ‘archéologie du savoir (1969b) por las condiciones de posibilidad de los enunciados; es decir, buscara lescubrir fo que en una época dada es decible, lo que est por debajo de las ciencias, lo jue antecede y, a su vez, permite su formacié queologia” de los discursos. Como Barthes, también esté interesado por las configuraciones de sentido naturalizadas en una ari tides anni ceiemiodemno anced desmontaje de esos objetos que el Saber fabrica, sino en el juego de reglas, el archivo, que determinan en una cultura su Aparicion y desaparicién. Dichas formaciones discursivas se encuentran atravesadas por contradicciones y discontinuidades que pueden originar rupturas y transformar asi sus disposiciones generales."°! " guaje que revela ademas su propia concepcién de la literatura, Este libro, declara, nacié a partir de una lectura de “El idioma analitico de John Wilkins” (Otras Inquisiciones 1952) de Borges. En ese cuento, una clasificacién heterdclita de animales provoca un Sacudimiento de “todo lo familiar al pensamiento (...) trastomando todas las superficies ordenadas”. Es decir: “qué es imposible pensar y de qué imposibilidad se trata? (1966: 1). Foucault se propone reconstruir esos érdenes silenciosos observando la sinuosa y lar- ga historia de los saberes en donde el lenguaje que los configura pierde o gana densidad. Mientras en el Renacimiento la escritura se desarrolla en tomno a la figura de la semejanza -el universo es un entretejido analégico de correspondencias-, en la Antigtledad Clasica se quiebra esa armonia cuando el lenguaje se somete al pensamiento -el signo se vuelve representacién y nace el discurso. Foucault cita a El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605 y 1615) como la primera novela modema porque en ella Cervantes dramatiza de manera compleja ese pasaje: su protagonista, que busca desesperadamente volver al mundo de las similitudes, ve constantemente frustrados sus intentos. Esa “sobe- ranfa solitaria” (Foucault 1966: 55) a la que se entrega el lenguaje al apartarse del mundo esconde un exceso, un “ser del lenguaje” que a partir del siglo XIX resurge con la poesia 101 En “{Qué es un autor?” (19692), Foucault se pregunta por la caracterizacion y funcionamiento social det categoria autor. A partir de alli subraya la emergencia de los “fundadores de discursividad” cuyas toorlit han producido la posibilidad y la regla de formacién de otros textos (Freud y Marx) (Bulletin de a Soest frangaise de philosophie, afto 63, n° 3, pp. 73-104). PosrestRUCTURALISMO simbolista de Mallarmé, como si ese “ser vivo” no pudiera ser contenido enteramente en el lenguaje, La crisis en el orden de la representacidn es parte de un proceso mas general en donde la nocién del sujeto modemo se fisura: “el punto de encuentro entre la repre- sentacin y el ser” (302), porque lo que aparece fundamentalmente es el sentimiento de finitud, La literatura experimental y vanguardista (> Vanguardias) de Antonin Artaud y Raymond Roussel y el pensamiento de Friedrich Nietzsche, George Bataille y Mauri- ce Blanchot guian en este punto las consideraciones de Foucault. El lenguaje, en tanto pura materialidad, se convierte en experiencia de la muerte la finitud, Ia repeticién y lo impensable, cercano a la locura. En estas escrituras reaparece ese exceso ineliminable del lenguaje ~y que es justamente lo que lo constituye como tal- que desarticula toda subjetividad (Foucault 1984: 329). Mas adelante, Foucault abandonard este enfoque centrado en la pregunta por el ser del lenguaje y el ser del hombre para observar cémo las pricticas discursivas y las no discursivas son formadoras de la subjetividad (Castro 2004: 194). Se amplia asi la nocién de practicas que ya no seran estrictamente formadoras de saber sino también de poder y se incluye un aspecto ético: las relaciones del sujeto consigo mismo. Estos tres aspectos se encuentran imbricados en los estudios que realiza sobre la relacién entre locura y raz6n, ley y castigo, enfermedad y salud en Surveiller et punir (1975) e Histoire de la sexualit (1976-1984). En dicha teoria son centrales dos aspectos: el poder asociado con el conoci- miento, el cuerpo castigado y la sexualidad, y el poder entendido ya no como una figura juridica filoséfica propia de la Tlustracién y representativa de la autoridad, sino como una tecnologia; es decir como el conjunto de téenicas que buscan castigar 0 disciplinar los cuerpos. El poder se encuentra disperso en toda la sociedad y produce efectos y debe ser pensando en funcién de las pricticas discursivas imperantes. Por ejemplo, la explosion de diversas teorias sobre la sexualidad y la actividad sexual durante las ultimas décadas ‘més que explicar determinadas practicas constituyen ellas mismas pricticas —, mas bien, tecnologias- situadas en un especifico contexto histérico (Lechte 1994: 114). Laperspectiva de Foucault nos lleva, en definitiva, a considerar nuestras propias pers- pectivas tedricas como précticas que producen derivaciones en el entretejido social. En este sentido, el psicoandlisis constituye una practica discursiva especifica que a lo largo del siglo XX generé un determinado sujeto sexuado y deseante que Deleuze y Guattari en L-Anti-Ocdipe: capitalisme et schizophrénie (1972) pretenden socavar a partir de lo que denominan un “esquizoanilisis”. El discurso analitico, segdn afirman estos autores, ata al sujeto a una historia familiar de la cual no podré luego escapar convirtiéndolo en neuré- tico: Edipo es la historia de un error que bloquea al inconsciente*. Por ello es necesario mantener al deseo siempre oscilante y abierto, apartado del discurso analitico. El arte, la literatura y el cine constituyen esos lugares: donde el sintoma desaparece a partir del flujo de fuerzas que atraviesan y desconfiguran las espacialidades jerdrquicas. En Kafka: pour une littérature mineure (1975) Deleuze y Guattari conectan Jas luchas politicas de las minorias con Jas experimentaciones formales tipicas de las vanguardias (Bogue 2005: 168). Estas escrituras producirian desplazamientos en los lugares asignados a0 La Teoria LITERARIA HOY or medio de un uso diferente de la lengua provocando una “desterritorializacin”. Re~ azando las interpretaciones psicologizantes de los textos de Kafka, Deleuze y Guattari jJantean una lectura politica de su obra. La maquina kafkiana, sostienen, tiene multiples ‘onexiones con el Ambito social y sus personajes solitarios viven en un estado intenso de seo que va mas alli del incesto 0 el deseo homosexual, categorias provenientes del psi- oandlisis. Los textos de Kafka se expanden ilimitadamente como un “tizoma” (en con- posicién a la figura del Arbol, que tiene raices y supone un orden jerdrquico y vertical) mn donde no se privilegia ninguna entrada, en un proceso de metamorfosis permanente el que se despliegan imagenes e impresiones que configuran un “hiperrealismo” que ula toda lectura alegérica. sta visién del mundo que escapa del universo de la representacién sefiala otra reali- dad que quiere ser anterior a la cultura, En este sentido, Nicolas Rosa, eritico y profesor argentino que tempranamente se encontré bajo el influjo del pensamiento postestructura- lista, plantea en sus Relatos criticos (2006) cémo la idea de un universo real de las cosas, fl que se busca constantemente representar, atraviesa nuestra cultura (6). La politica y los lazos sociales se encuentran también imbricados en esa fantasmagoria de la repre- sentacin, la idea de igualdad agrupa a los humanos en tomo a la figura del soberano, su representante, Pero, por detris de ese universo existiria un mundo animal que tiene otros mecanismos de agrupamientos donde no hay ni analogias ni semejanzas que los retina: “Deleuze desconsidera las formas de acuerdo por alianza o por pacto, alianzas siempre politicas, instituyendo las relaciones por contagio, por infeccién, por epidemia 6 por rizoma” (101). La escritura ya no representa sino que reproduce en su interior esos mecanismos de detencién y esparcimiento por medio de la produccién y reproduccién de fonemas, morfemas, sintaxis, enunciados, etc. El estilo, en definitiva, dird Rosa “es un acontecimiento que se revela en gradaciones de velocidades y lentitudes” y que se distri- buye como una desfiguracién en donde se desvanecen los centros (103). aL POsTeSTRUCTURALISMO Bibliografia citada: Barthes, Roland (1957) Mythologies, Paris, Editions du Seuil. (1970) S/Z, México, Siglo XXI, 1986. (Trad. cast. de Nicolés Rosa). (1973) El placer del texto y Leccién inaugural, México, Siglo XXI, 1998. (Trad. cast. de Nicolas Rosa para el primero y Oscar Terdn para el segundo texto). Bogue, Ronald (2005) “Minoritarian Literature”, en Adrian Parr (ed.) The Deleuze Dictionary, Nueva York, Columbia University Press, pp. 167-169. 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