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eee Cipla cet Bk come eit Sie acca rae) Cotulla eet ie So ecco eos CCU eater rear tne cey) Teun Lecce eric auc are oct ma rreete (rery | Me ec ci acer eer Goa eee et cre rae ie cee a eee ar Peo ne Cor ot Geer ene era err te IOTECA ANAGRAMA DE: ANTROPOLOGIA aparece con le intencion de er de una. forma: sistematica.s ests demande. Su objetivo ultimo sera Gi uieeu oc so Centre treba cdl ee CRAB area ot ed) clecen eee ee erie Gree Cle omee nicer aac maa tna OR eu ue er ast ire Waterers ar an meere sehr er De a cea cer act ee eer Mae ete ie hens eter ere Berane cial arene ners erage ata ares Geiger Seni Me cure cre GCM ter Cat ety amen serene eens tt eos ae at tones : Des ate ee Bena ee ee a oboe rea a aero Ny ere a ce cee neers Cea ee teers een se meee ree eee rare Me Mera Chere cir yeprra.cet gare Seu eect ci ae Pa eat enannconii” uae ae ieee eters eeepc 7 Ree ene care arcane tamer ieee Cia ce Coir mre ape es Soest ac acc iiernantnets . Peueuecias Comeeca toe a nen Graco aaa Larrea ene Reece coos crcermar erie creat RUG aca enh ar a a ena Cem ey Cite ete Corre te Gao it Ra a cee cr tertet re BS ake co ne ars eee ne VTA SUR Co oon e Ra eee Ce aa Textos de Linton, Rohrlich-Leavitt, Sykes, MCC REE tana ah ato DRC ae Ol MeT Tice tt O'Laughlin, Sacks, y Young CEU US MCE TC por CR TSEC ey i tr SHERRY B. ORTNER GES LA MUJER CON RESPECTO AL HOMBRE LO QUE, LA NATURALEZA CON RESPECTO A LA CULTURA? * Buena parte de la creatividad de la antropologéa procede de la tensién entre dos conjuntos de exigencias: explicar los universales ‘bumanos y explicar las conereciones culturales, Segtin este canon, Ja mujer nos plantea uno de los problemas més desafiantes. El status secundario de la mujer dentro de la sociedad constituye un verdadero universal, un hecho pancultural. Sin embargo, dentro de ese hecho universal, las simbolizaciones y concepciones culturales concretas son extraordinariamente variadas e incluso contradictorias unas con otras. Ademés, la consideracién conereta de las mujeres y de su apor- tacién y poder relativos varia mucho de una cultura a otra y también entre los distintos perfodos histéricos de una misma tradicién cul- tural. Ambos aspectos —el hecho universal y las variaciones cultura- les— constituyen un problema que debe ser explicado. Desde luego, mi interés por este problema es algo més que aca- émico: deseo ver cémo se produce un cambio genuino, cémo surge un orden social y cultural en el que todo el abanico de las posibi dades humanas sea tan accesible a las mujeres como a los hombres. La universalidad dela subordinacién femenina, el hecho de que ‘ocurra dentro de todos los tipos de organizacién social y econsmica, y con independencia del grado de complejidad de las sociedades, me indica que nos enfrentamos a algo muy profundo, muy inflexible, College. Recibi ities comentarios de los shumnos y de las profesores del curso, Jean Kelly Godol, Eva Kollisch y Gerda Lerner. Un breve Fesumen se presents fn as sesiones de la American Anthropological Assciation en Toronto, no- Wiembre de 1972. Entretanto, recibi excelentes comenarios critcos de Karen Blu, Robert Paul, Michelle Rosaldo, David ‘Schneider y Terence Turner, yh presente versén el articulo, en lo gue se ha combiado sustencsimente el ‘beollo de Is argumentacién, fue escrita en respuesta a tales comentarios. Por Sapuesto, sigo siendo Ja responsable de st forma deinitiva. EL articulo esti Gedicado! a Simone de Beauvoir, cuyo libro Bl seguado sexo (188), primera feticén francesn en 169, sigue siendo’en mi opinién la mejor expliacion global fserita por una sola persona del “problema de la mer" ‘algo que no se puede extirpar mediante Ja simple reestructuracion de unas cuantas tareas y funciones dentro del sistema social, ni siquiera reordenando toda la estructura econémica. En este articulo trato de presentar Ja légica subyacente al pensamiento cultural que resupone la inferioridad de las mujeres; trato de mostrar la gran ‘capacidad persuasiva de esa légica, pues si no fuera tan convincente la gente no seguiria escribiéndola. Pero también trato de mostrar las fuentes sociales y culturales de tal Iégica, para seialar dénde radica Ja posibilidad de cambiarla. Es importante distinguir los niveles del problema. La confusién puede ser asombrosa. Asi, por ejemplo, segtin cul sea el aspecto que observemos de la cultura china, podemos extrapolar suposi- iones absolutamente distintas sobre la situacién de la mujer en ese pais. En la ideologia taoista, cl yin, el prineipio femenino, y el yang, cl principio masculino, tienen igual peso; «la oposicién, aiternancia interaccién de estas dos fuerzas da lugar a todos Jos fenémenos del universo» (Siu, 1968: 2). A partir de ahi podriamos suponer que Jo masculino y 1o femenino son valorados por igual en la ideologia general de la cultura china No obstante, al observar Ia estructura social vemos con cufnta fuerza se subraya el principio patrilineal cen Ia filiacion (descent), Ia importancia de los hijos varones y la absoluta autoridad del padre de familia, Por tanto, podriamos con- cluir que Ja sociedad china es el arquetipo de la sociedad patriarcal. Luego, observando los verdaderos roles que se desempefian, el poder y la influencia que se detentan, y las aportaciones materiales de las ‘mujeres en la sociedad china —todo lo cual, segtin vemos, ¢s de gran importancia—, podriamos decir que las omujeres ocupan’ dentro del sistema’ una situacién de gran importancia (no explicita). Ahora bien, también podriamos centrarnos en el hecho de que una diosa, Kuan ‘Yin, sea la deidad central (la més venerada y representada) del bu ddismo chino, y en tal caso podriamos sentir la tentacién de afirmar, ‘como han hecho muchos con respecto a las culturas que adoran diosas, sea en sociedades protohistdricas o prehistérieas, que en rea. lidad China es una especie de matriarcado. En resumen, debemos tener perfectamente claro qué vamos a intentar explicar antes de explicarl, ‘Se pueden distinguir tres niveles del problema 1. EI hecho universal de que en todas las sociedades se asigna @ Ja mujer un status de segunda clase. Dos cuestiones importantes hay aqui. En primer lugar, gqué queremos decir con esto y cudles son las pruebas de que se trata de un hecho universal? Y, en segundo lugar, geomo vamos a explicar este hecho, una vez lo hayamos esta. Dlecido? 2. Las ideologias, simbolizaciones y ordenaciones socicestructu- rales contcretas relatives a la mujer, que tanto varian de una cultura 1, Desde luego. es cierto que el yin, el principio femenino, tiene una ve Jena zai, Si nbar, celta hy ue blu complemented ‘yon y el pong, un reconocimiento de que el mundo exige por igual el tay ‘ionamicnio iniersccign de ambos principios part poder sobrevvi. 110 ST 4 ote. Hn te nivel, ot eben comet an exllearcoalquns coe $iojs cata concrete funelen de los factoresexpecfions de ese Frevos en el nivel habitual del aniisis sniropligica. Re Geules Sbocrnbles eobre el exeno de las actividades, portation, poder, infucet, eer de las mijeres, que seen Yala {evacuerd cont Heo cla angue sempre costes decnco de supuetto: Se fee las moferes unen pueden sr romi Se eee es Metta que shore adoplan muchas veces ls antropélogs de orienta en fort Thate area se ocupa sobre todo del primero de los tes lve tes cl'peoloma de le desrloraacion unieral de las mujeres. No 1 pel on ands de datos caltarales espaticos, sino un andlss de la «cultura» “entendida genéricamente como una clase especial de saanipulaclon det munder El tratamiento del segundo nivel, el Srobiemd dela dversdad ntercaltural en cuanto a concepen 9° valoracién relativa de las mujeres, entrafiarfa una més extensa inves- Tpecon ntereularal y debe Doeponcree para ota ocasin, En cuanto ‘Pieter nel: mi perspective pondrd eu evidencia que considera un Sei tal orlctade contarce Unicamente en 1s podees Feales Sito cauaaimente no fecoocidos y desvloraados de Ins taueres Ear ciaiet spciedad conseta aa Haber comprendido anes Ia 000. a atnccadahe'y ton sopucnton nds protunor de fe elie, gue Sarton tes pares on ttaldades La universatidad- de ta subordinkcién femenina ' {Qué quiero deci cuando afirmo que en tolas partes, en todas tas cuttuas conbcidas, las mujeres on conlderadas de alguna Thaocra inferiores los hombres? Antes que nada, debo resatar que toy hablandy de valoracions cultuates; digo que todas fas cule fas sur manera y en sus propios ‘érmines, hacen esta valoracin. Pero zeuiles podtfan ser las rucbas de que una cultura ea concepto Considera Snferiores © las mujeres? res pos de datos bastard I) elementos de Ia ideolopia cultural y declarsconcs de los informadores que expliciamente desvaloran 4 Tas mujeres concediéndole, ela a sus fonclones, sus teas agus productos ya sus medion sociales, menos prestigo que econ fede alos hombres ya sus cortelatos masculinos; 2) art Simbolces, como el atbuircs una eualidad contaminant, que debe interpretarse con el contenido tmpliito de una afirmacion de infe HoriJad; 9 3) os ordenamientos socioestraturaes. que excluyen a ia mujer de partiipar 9 tener contacto con determinadas esferas donde se supone que residen los poleres sociales? Estos tes tpos 2. Algunos antropélogos podrian considersr que esta clase de pruebas (or denamlenios socoestroctorales que, explictamentc ode facto, excluyen a la Snujer ‘de determinados propos, roles ©, statis) constiuye wn subtipo del se fTundo tipo de pruebas (formulaciones simbdlieas de slerioridad), No diserepo m1 de datos pueden estar, desde luego, interrelacionados en cualquier sistema concreto, aunque no es necesario que lo estén, Ademés, cual- Quiera de ellos bastaria para dejar sentada la inferioridad de la mujer en una cultura concreta. Evidentemente, la exclusion de las ‘mujeres de los ritos més sagrados o del érgano politico supremo constituye una prueba de por si suficiente. Evidentemente, la ideo- Jogta cultural explicita que desvaloriza a las mujeres (Y sus tarcas, Funciones, productos, eic.) es una prueba de por si suficiente. Los indieadores simbslicos, como Ia cualidad contaminante, suclen ser suficientes, aunque en algunos pocos casos en que el hombre y la ‘mujer son igual y mutuamente contaminantes, se precise de otro in- Gicador, del cuai siempre se dispone, hasta donde he podido com- robar en mis investigaciones, Por cualquiera de estas razones, pues, afirmaria Ianamente que cencontramos a,las mujeres subordinadas a los hombres en todas las sociedades conbcidas. La bisqueda de un igualitarismo genuino, de- jjando de lado el matriarcado, ha resultado infructuosa. A este respec- to bastard un ejemplo de sociedad que tradicionalmente se ha clasi- ficado en el debe de esta contabilidad. Entre Jos matrilineales indios ‘cuervos, como sefiala Lowie (1956), «las mujeres... ocupan puestos ‘muy honorificos en Ia Danza del Sol; pueden legar a ser directores fen la Ceremonia del Tabsco y desempefiar, incluso, un papel mas notable que los hombres; a veces hacen de huésped en el Festival de Ja Came Guisada; no tenian probibido los trabajos pesados ni efer- cer de curanderas ni recurric a visiones» (p. 61). Sin embargo, «ant guamente Jas mujeres montaban en caballos inferiores [durante Ia ‘menstruacién} y, sin duda, ésta era tenida por una fuente de conta- minacién, pues no se les permitia acercarse a los hombres heridos ni a Jos que iban a emprender una expedicién bélica. An permanece él taba a acercarse en estas épocas a los objetos sagrados» (p. 44. ‘Ademis, antes de enumerar los derechos de las mujeres a participar en os distintos ritos arriba resefiados, Lowie menciona tin envol. torio concreto, la Mufieca de la Danza del Sol, que no debia ser deshecho por mano de mujer (p. 60). Cantinuando este rastro, en- contramos: «Segiin todos los informadores de la Hierba de la Logia ¥¥ otros muchos, Ia muicca propiedad de Cararrugada no sélo tenia precedeneia sobre todas las demis muiceas, sino sobre todas las demés medicinas de los cuervos... Esta mufeca conereta no podia ser manejada por las mujeress (p. 229) En suma, que probablemente los indios cuervos son un caso muy tipico, Si, las mujeres tenian ciertos podetes.y ciertos derechos, que fen este caso concreto las situaba en una posicién muy elevada. Sin le et punto de vt, sma a mayor ested os astropslogs ditnuiian probablemente dos tipos. i Sg een 2 Mies scmot sbjto de ida clue de nurs, poisons extalar qu Low comprs eo secrto ta mute, ef objeto nit ra dl ep ‘Eig ba season, a vind de Caracas as pls pe coe rec cha "mucho mas al de os posible de Lowi) ya fn I cso or © (309. 412 embargo, en sitimo término se traza una Vinea: Ja menstruactén es fina atnenaza para la guerra, una de las instituciones més preciadas fe a tribu, una fostitucién central para su autodetiicions y el ob- eto mas sagrado de la tribu es tabi para Ja vision directa y el tacto de las mujeres 3 . ‘Los ejemplos similares podrian multiplicarse ad infinitum, pero creo que ya no estamos obligados a demostrar que la subordinacién femenina es un hecho universal; quienes deben presentar ejemplos 4 su favor son quienes defiendan lo contrario. Consideraré como un hecho dado el universal status secundario de las mujeres y partiré se ahi. 3 Naturaleea y cultiira* {Cémo vamos a explicar la desvalorizacién universal de las_mu- jeres? Desde Inezo, podriamos asentar la cuestién en el determinismo Biolsgico. El macho de las distintas especies tiene algo genéticamente inherente —como argumentaria el determinista biolégico—, que ha- ‘cen que sea de modo natural el sexo dominante; las hembras carecen de ese ealgos y, en consecuencia, las mujeres no solo estén natu ralmente subordinadas, sino en general muy satisfechas de su situa- Gién, dado que les ofrece. proteccién y 1a posibilidad de: niaximi- {Zar fos placeres matetnales, que constituyen para ellas las experien- Gas més satisfactorias de Ia vida. Sin entrar en una detallada refu- tacién de esta postura, creo que basta con decir que no se’hia con- Seguido demostrarla a’ satisfaccin de casi nadie vinculado a la an- tropologia académica, Con lo cual no se quiere decir que los, hechos Diclogicos sean irrelevantes ni que hombres y mujeres no sean dis- tintos, sind que estos hechos y diferencias sélo adoptan Ia signitica~ Gin de superior/inferior dentxo del entramado culturalmente defi- nido del sistema de valores. ‘Si nos sentimos-reacios a atribuir el problema al determinismo genético, me parece que sélo tenemos una via de proseguir, Debemos tratar de interpretar la subordinacién femenina a la luz de los demas tuniversales, los factores incorporados a la estructura de la situacion nds general en que, cualquiera que sea la,cultura, se encuentran los seres humanos. Por ejemplo, todos los seres humanos tienen un cuerpo material y Ia percepeién de un entendimiento no material, forman parte de una sociedad compuesia de otros individuos, y son hherederos de una tradicién cultural, y para sobrevivir deben mante- yner algunas relaciones, por mediatizadas que sean, con Ja «natura Teza o esfera de lo no humano. Todos los seres humanos nacen (de tuna madre) y finalmente mueren; se supone que todos tienen interés fen la supervivencia personal, y la sociedad cultura tiene un interés ( al menos tiende a tenerlo) por Ia continuidad y la supervivencia que trasciende as vidas y las muertes de los individuos coneretos. 4. Com el debido respeto a Lévi-Strauss (196, b y passim). 113 Y¥ ast sucesivamente. En la esfera de tales universales de la condicién hnumana es donde debemos buscar una explicacién al hecho universal de la desvalorizacién de Ja mujer. ‘Traduzco el problema, con otras palabras, a la siguiente pregunta ‘simple. ¢Qué puede haber en la estructura general y en las condicio- nes de la existenicia comunes a todas las culturas que conduzca, en. ‘todas las culturas, a conceder un valor inferior a las mujeres? Con. cretamente, mi tesis es que 1a mujer ha sido identifieada con ~o, si se prefiere, parece ser el simbolo de— algo que todas las culturas desvalorizan, algo que todas las culturas entienden que pertenece ‘un orden de existencia inferior a la suya. Ahora bien, al parecer s6lo hay una cosa que corresponda a esta descripcién, y es la «natu raleza> en su sentido més general. Toda cultura o bien la «cultura», genéricamente hablando, esté empefiada en el proceso de generar y ‘mantener sistemas de formas significatiygs (simbolos, artefactos, etc) ‘mediante Jos cuales la humanidad trasciende las condiciones de 1a existencia natural, las doblega a sus propésitos y las controla de ‘acuerdo a sus intereses. Asi, pues, podemos igualar aproxiiadamente In cultura con la nocién de conciencia humana 0 con los productos de la conciencia humana (es decir, con los sistémas de pensamiento ¥ la tecnologia) mediante los cuales Ia humanidad intenta asegurarse ‘su control sobre I naturaleza. Ahora bien, las categorias de «nayursleza» y eculturas son, claro esté, categorias vonceptuales: en ¢] mundo real'no se encuentra una delimitacién entre ambos estados o esferas de existencia. Y ¢s indis. cutible que determinadas culturas articufan una oposicién mucho ‘més fuerte que otras entre estas dos categorias; incluso se ha de- fendido que los pueblos primitivos (algunos 0 todos) no ven ni in ‘tuyen ninguna distincién entre el estado de cultura humana y el es. tado de naturaleza. No obstante, yo sostendré que la universalidad de los rituales demuestra que en todas Jas culturas humanas hay una afirmation de la capacidad, especificamente humana, para actual. y Tegular, y no para ser pasivamente movida por —o moverse con Jas condiciones de la existencia natural, En el ritual a consciente manipulacién de unas formas dadas para Ia regulacién y manteni ‘miento del orden— todas las culturas afirman que las relaciones co- rrectas entre la existencia humana y las fuerzas naturales depeaden de cémo Ia cultura utilice sus poderes especiales para regular los Procesos globales del mundo y de la vids Una esfera del pensamiento cultural donde estos aspectos suclen articularse es Ia de los conceptos de pureza y corrupeién. Virtual. ‘mente, todas las culturas tienen tales creencias, lo que en buena medida (aunque, desde luego, no absolutamente) parece tener cone. xi6n con las relacions entre cultura y naturaleza (véase Ortner, 1973, 5. f). Un aspecto bien conocido de las creencias sobre pureza/corrup. cién interculturales es el del mas prosimas a 1a naturalera que los hombres. Es der, la cultura (Loda- ia equiparada ‘deforma, comparativamente poco ambigua @ Tos hombres) reconoce que las mujeres toma parte activa em sus Pro esos especiales, pero al mismo tiempo Tas ve camo ms enraizadas én ln naturalezs © teniendo una afinidad mas direcla con la natu Tet matizacién puede parecer de poca importancia o incluso tr vial, pero yo creo" que ex una version mAs exaca' de fos supuestos, Calfarales. Ademis, planteado en estos termines, el argumento tiene varias ventajas_analiticas sobre la formulactin mis simple; 14S Belante hablaré de esto. Tan solo quiero subravar aqut que laa fZumentacién matizada sigue slendo tna explicadén de la désvalor™ Fackin pancultural de las mujeres, pues, aunque no se equipara las Iujeres ala naturales, no obstante ve considers que representan Un Orden inferior de a exsnci, al aber ascend a a natraesa menos que los hombres. La siguiente tarea de este articulo, pues, Coasiste en,cxaminar por qué han podido ser consideradas de este rode. 115 @Por qué se considera a ta mujer més préxima a la naturaleza? Por supuesto, todo comienza con el cuerpo y las naturales fun- ciones procreadoras especificas de las mujeres. Podemos distinguir tres niveles en que este hecho fisiolégico absoluto tiene significacién para nuestro andlisis: 1) el cuerpo y las funciones de la mujer, im. Plicados durante més tiempo en la «vida de la especie», parecen situarla en mayor proximidad a Ia naturaleza en comparacion con a fisiologia del hombre, que 1o deja libre en mayor medida para emprender los planes de la cultura; 2) el cuerpo de la mujer y sus funciones Ja sitéan en roles sociales que a su vez se consideran situados por debajo de Ios del hombre en el proceso cultural; y 3) los roles sociales tradicionales de la mujer, impuestos como consecuem ia de su cuerpo y de sus fumefones, dan lugar a su vez a una estruc. tura psiquica diferente que, al igual que su naturaleza fisiologica ¥ sus roles sociales, se considera mis préxima a Ia naturalera. Me ‘cuparé sucesivamente de cada uno de estos puntos, demostrando. en primer lugar cémo, en cada caso, determinados factores tienden fuertemente @ alinear a la mujer junto a la naturaleza, sefialando Iuego otros factores que demuestian su absoluta alineacién junto 4 Ja cultura, factores estos que, combinados, la sittian globalmente en una problemética posicién intermedia. A lo largo del andlisis que- dara claro por qué, en comparacién, los hombres parecen menos intermedios, més puramente «culturales» que las mujeres. ¥ reitero que me muevo sélo en cl nivel de los universales culturales y huma. 10s. Estos argumentos pretenden ser aplicables a la homanidad en ‘general; surgen de Ia condicién humana, tal como Ia humanidad la ha vivido y afrontado hasta el momento presente. J. La psicologia de ta mujer parece estar mds préxima a: la naturateza. Esta parte de mi argumentacién ha sido anticipada con sutilidad, coherencia y gran cantidad de datos exactos por Simone de Beauvoir (1953). Beauvoir pasa revista a la estructura fisiologica, cl desarrollo y las funciones de la hembra humana y Ilega a la com. clusion de que «la hembra, en mayor medida que el macho, es la victima de Ia especie» (p. 60). Sefiala que muchas zonas e impor. tantes procesos del cuerpo de la mujer no tienen ninguna funcion ‘Visible para la salud y Ia estabilidad del individuo; por el contrario, aaientras realizan sus funciones orginicas especificas suelen sex fuen. te de incomodidad, dolor y peligro. Los pechos carecen de importan. ela para la salud personal; pueden ser extirpados en cualquier mo- ‘mento de la_vida de la mujer. «Muchas secreciones ovéricas operan fen beneficio del évulo, su madluracién y adaptando’ el titero 2 sus ccxigencias; con respecto al conjunto del organismo; més bien cola boran al desequilibrio que a la regulacién: la mujer se adapta a las necesidades del évulo més que a sus propias exigencias» (p. 24). La menstruacion suele ser incdmoda y a veces dolorosa; con frecuen- cia tiene correlatos emocionales negativos y en cualquier caso con eva fastidiosas tareas de limpieza y dispositive para las pérdidas; ¥ —punto que no mencioaa de Beauvoir— en muchas culturas in: 16 a ee ee segs to nf, lin un esa gu en ms meta oe e Be ey ois ba en a 2 orl otal tlarmeg phate eos res freceenFsn lis F eee eae ec fe nem Dee toe een ae eee oe! Se sg rece a ee me as ee eee ee ae es Fee eee ee ee 5 pee Se a mm, er ee Pe atop meer, Gein a Ee pt ee cepa lego iad Ses eee me ne aS aaa at ete te eae ras ae re oe Bela haere oan a ce os mas, ory da al ee ES, Sateiecrerr em ee Aopen it tn, ot Me bee orc ae ma ins ee aod a See Eee la eee ea wee ee ete buna ts Spe mln Se Gi eh ee pn ee i a ah 7 Get oe ei mai ncaa ars oma ere otras palabras, el cuerpo de Ia mujer parece eondenarla a Ya meta reprodiecion de a vdar cl macho, por el contrario al carecer Ue uncles naturales creativas, debe (0 ene 1a posibidad de) Snmar su creatiidad de modo exterior, vatfiialmenten, «través GET macas formado por la tccnologiay los sinbolos al hacerlo, che jets relataente daraere, tony recent, min oe mujer solo crea algo pertcedero, sees humatcs a5 dy formula pore al descubiero cierto nimero de percep- eines nportanies Se enit por eemple, al gran rompeabense se'por que las actividades de Ios machox que implican In desruccion $e Bevida dn carn y la guerra) susen tener mas prestigio qe Je ca scchaad den bembea pera crear vida, para reproducirs, Dentro del Eitramado de la Beauvoir, comprendemos que matar no es el as 7 occ sion rs ae gh oc ee hae Ja ‘naturaleza trascendente (social y Satvara i de eine Saez crn pra dl pn de ac Pea Hint pt ietd ind eara ee ae eect epi or ear eaaehen ok na ere accel nconscientemente) con ls cura la hom fae Sea ote ee mci Sues un ser hustano maduro'y dofase de tam ile mea a hombre en ltd dole copes ens a cuya fon se arruinarian todos los empefios Puede BRET ge ed mis peste eo ome orf ae poe tener iencia, isa y habla; genera, comunica pala sim, bos, categoria y valores, Participa en ios dalogos humana, no slo gon otras mujeres, sino también con los hombres, Como dice Lev Seuss: La mujer nunca pede converse en signa y san a, 4que incluso ‘en el mundo de los hombres sigue slendo wee, Persona, y, por lo tanto, en la medida en que extdcfinde cone signo, debe [también] ser ree tees eel sonocida como generadara de signoss En realidad et hecho de cia humana, su absoluta fs cultral do tmscender otro de Tor grandes em particlpaciin y compromiso con el proyecto 1 patralez, puede explicar roca ae oS ae resistencia, de su propia desv a raion mo si, en tanto que ser hu: Sihta: 5 cnienerd om oe eet eee poe etla ae Megado a tales conchisiones culturales ji 0 a °s. En palabras de la Beauvoir (p, 59): arin ‘hepatoma acia un fut listinto; en el ‘ed bornatn ae teks oem Se a as hombres om Is esta qe ecebran Tos extn te destinada a reproducr Ia Vida cuando, incase deade oa rplo puto de vst, I Vi no contleae en af miso ones para existir, nes que son pattie se oe oe En otras palabras, 1a conciencia de la mujer —su pertenencia, ‘como si dijéramos, a la cultura— se evidencia en el hecho de ae a 18 acepta su propia desvalorizacién y adopta el punto de vista de Ia cultura. ‘He intentado mostrar agu{ una parte de Ja légica de tal punto de vista, Ia parte que nace directamente de las diferencias fisiol6- flcas entre hombres y mujeres. Puesto que Ta mujer tiene una mayor Enplicacién corporal en las funciones naturales relacionadas con la eproducei6n, se considera que forma parte de la naturaleza en ma ‘yor medida que el hombre. Sin embargo, debido en parte a su com Zencia y a su. participacion en el didlogo social de los humanos, se e reconoce que participa en la cultura. Por eso aparece como algo fntermedio entre la cultura y la naturaleza, algo situado por debajo del hombre en la escala de la trascendencia. 2. El rol social de la mujer se considera mds préximo @ la na- turaieza, Las funciones fisiol6gicas de Ia mujer, sobre las que acabo de argimentar, pueden motivar’ de por st uia concepeién de la ‘mujer como més préxima a Ja naturaleza, una concepcién con la ue ella misma, en cuanto observadora de si y del mundo, puede far de acuerdo. La mujer crea naturalmente desde el interior de su propio ser, mientras que el hombre es libre de —o bien se ve oblt Jado a crear artificialmente, ¢s decir, por medios culturales, y de St modo que mantenga Ia cultura. Ademds, quiero ahora demostrar ‘como las funciones fisiolégicas de la mujer hen tendido, universal- Shente, a Himitar su movilidad social y a confinarla, wniversalmente, gn determinadas contextos sociales que, a sit vez, se consideran més préximog a la naturaleza, Es decir, no sé6lo los procesos corporales Fo también fa situacién social donde se localizan sus procesos corporalks pueden transportar esta significacion. Y en In medida Gn que esté constantemente asociada (a ojos de Ja cultura) a estos Ghedlog sociales, estos medios afladen peso (quizAs la parte decisiva de la carga) a la concepcién de que la mujer esté mAs préxima a la Gaturateza, Me estoy refiriendo, claro estd, al confinamiento de la mujer en el contexto de la familia doméstica, confinamiento moti ‘yado, sin duda, por sus funciones en Ja crianza. Ei cuerpo de la mujer, al igual que el de todas las hembras ma- iniferas, seurega leche durante y después de la prefiez para alimentar Bi reciéa nacide. El nifio no puede sobrevivir sin la leche de los pe- thos o alguna composicién similar en este primer estadio de la vida. Puesto que el cuerpo de la madre pasa por este proceso de crianza como consecuencia directa de la prefiez de un hijo concreto, la r- Teclon que durante la crianza se establece entre madre ¢ hijo se con- Shera un Inzo natural, consideréndose las demés formas de alimen- La teorfa semintca ilies el concepto de motivacién, del sentido, que ahaa tas distintas formas en gus puede ssignarse sentido a va, simbolo shacs eocicncla de determinadss.propiedades objctivas del simbolo, eo 10: cama, onan una asoctacion arbitraia. En este sentdo, todo este articslo ¢3 at te tigncida de In motivacin del seutido de Ia mujer en cuanto simbolo, My reese Dor qué ee orig inconscinternent 4 i ger ln signification Se Pree" Ponima. a la. patursiers, Para una. exposicion concisa de los Gisintos pos de motvacion del sentido, wéase Uiiman (193) 119 tac cot sntnaturie ysubetiasive, on bs : See eg cepts ee ee ie Dest ess neh ne tas paca paricigar on pandes trabeios aa eaters smn ‘on Indndplinados yao comprenden eawhon de Ne Tehgnae ess beeen Sine ee eee eee re eee prolengscn desu lao natural con lo nis dante Ta bets © bien debido a que tene un nucvo bebe y, de todos tao aed Seaicada a activins relativas a ln mies De ee went as Bivees octlinies erin tar eet ke hay oe tls velo da foc y hoblided Se 42 hoe ea erp dela fama Gomer we eto de ether tse TE. saaciacon dein mmnjer al chenlo domestics pace centuie aie es eats coe oe ee En primer hogar ia saniesta y Gonstantewocieon Coan ancy eine peel en oe Ooo al a ome Ine nlfos pueden cusidcrarse'a ‘sf iotos pute de eee Li nisos pequetio son completamente mensoce o's a absoluto socializados; al igual que los animales, son incapaces de Bi alt, certs ce ete? Somes ase ce Piderc Gus ihm lee nies tgs mete os SaaS Restibe one dap coor te comtenenia ene responsabilidades y costumbres sociales; su vocabulario y su campo eee ae pees Sy ae pevedaeie Wie vemisee o oe imc done cari for jp miner pete ieee ie cca eee cute ae i pottery Gera ‘objetivo consiste en trasladar al nifio de forma ritual desde el estado ties mesos cic. (otinete nse 1 coeulen soto ne ee eee eee ee ee ee ae ee ee eee ee ee ee ea oo eee Gon a eapaidad pote pare tr che es espe Dafuien:Resalis hint ds eh parte como acer te Se eine ee ee Sie ce puters tea coca ee ee pe ee ee eee Mayor parte de la sucidad de las mujeres debe proscler te taost Ei poets is ser espe freee pcm capita de erect asociacgn de in mujer con <1 contexto domésico procst Te seen fetices imei cay oan tree ee eee ee ieee oe Le ee eee 6 80 con sive usta, Site que con frecuencia sirve para hacerla ain més pared Jos 120 « cocina, en contraposicion a la sencilla y trivial co- ina cascra— los grandes chefs casi siempre son hombres. De este ‘modo, la pauta replica que, en el campo de la socializacién, las mu jeres llevan a cabo conversiones de Ia naturaleza a Ia cultura, pero ‘cuando la cultura se diferencia a un nivel superior de las mismas funciones, este nivel superior se restringe a Jos hombres. En resumen, tna vez mas encontramos los mismos origenes a la apariencia que presenta la mujer de ocupar una posicién mas inte niedia con respecto a la dicotomfa naturaleza/cultura, Su «natural» asociacién al contexto doméstico (motivado por sus funciones na- turales de amamantamiento) tiende a corroborar su potencialidad para ser vista como mas proxima ala naturaleza, debido a la natu. ralera de los nifios, similar a la de los animales, y debido a Ia con- otacién Infrasocial del grupo doméstico en cuanto contrapuesto al resto de Ia sociedad. Sin embargo, al mismo tiempo, sus funciones socializadoras y culinarias transforman constantemente los productos naturales brutos en productos culturales. Perteneciendo a la cultu- ra, pero teniendo en apariencia conexiones més fuertes y directas con la naturaleza, una vez més se la concibe situada entre ambos reinos. 3. La psique femenina se considera mds préxima a la naturaleza. La idea de que la mujer no sélo tiene un cuerpo ¥ una localizacién social diferentes de la del hombre, sino también una estructura psiquica distinta, resulta de Io més discutible. Se argumentard que probablemente s{ que tiene una estructura psiquica diferente, pero yo me apoyaré extensamente en el articulo de Chodorow (incluido ‘en este volumen) para demostrar, en primer términe, que no es necesario asumir que la estructura psiquica de la mujer sea innata; ésta puede explicarse, como Chodorow muestra de forma convincen- te, por los hechos de la experiencia de la socializacién femenina, que probablemente es universal. Sin embargo, si consideramos valida la percepeiési de una «psique femenina casi universal, con determina- das caracteristicas especificas, estas caracteristicas afiadirén peso a Ja concepcidn cultural de la ‘mujer que la considera mas préxima ala naturaleza. Es importante especifiear lo que nosotros vemos como aspectos dominantes y universales de Ia psique femenina, Si postulamos 1a emocionalidad 0 la irracionalidad, nos enfrentamos a las tradiciones de distintas partes del mundo donde las mujeres son funcionalmien- te, y asf se consideran, més pricticas, pragmaticis y en este sentido mundanas que los hombres. Una dimensién importante que, alpa- recer, se puede aplicar panculturalmente es el de la relativa ‘concre- cién versus la relativa abstraccién: la personalidad femenina, tiende hhacia los sentimientos, cosas y personas concretos, mas bien hacia entidades abstractas; tiende hacia el personalismo y el particularis mo. En segundo Ingar, y estrechamente emparentada, otra dimen- sién parece ser la relatiwa subjetividad versus la relativa objetividad: 123 Chodorow cita el estudio de Carlson (1971), que concluye que «los varones representan las experiencias del yo, de los demés, del es- pacio y del tiempo en formas individualistas, objetivas y distancia. das, mientras que las hembras representan sus experiencias en tér- ‘minos relativamente interpersonales, subjetives e inmediatoss (en. este volumen, p. 56. citando a Carlson, p. 270). Aunque éste y otros studios han’ sido realizados en sociedades occidentales, Chodorow considera que sus hallazgos sobre Jas diferencias entre la persona- jidad masculina y femenina —a grandes rasgos, que los hombres son ins objetivos e inclinados a relacionarse en términos de cate- gorias relativamente abstractas, y las mujeres més subjetivas © in- clinadas a relacionarse en tétminos de fenémenos relativamente (p. 44). Chodorow sostiene que, dado que Ia madre es el primer agente socializador tanto del nitio como de la nifia, ambos desarrollan una «identificacion personal» cont ella, es decir, tuna difusa identificacién con su personalidad geneyal, sus rasgos de comportamiento, sus valores y actitudes (p. 51). Un hijo, no obs. ‘ante, en altimo término debe pasar a identifiearse con el rol mas ulino, lo que conlleva ta creacién de una identificacién con el padre, Puesto que casi siempre el padre es més remoto que la madre (rara vex participa en el cuidado del niflo y quizis trabaje lejos del hogar ‘buena parte del dia), la.creacién de la idemtificacién con el padre ssupone la «identificaciOn posicionals, es decir, la identificacién con €l rol masculino del padre en cuanto conjunto de elementos abs- tractos, en lugar de ts identificacién ‘personal con el padre como individuo real (p. 49), Ademés, conforme el muchacho entra en el mundo social mas amplio, descubre que, de hecho, esté organizado alrededor de criterios més abstractos y universales (véase Rosaldo, pp. 2829; Chodorow, p. 58), como ya he sefialado en la seccién anterior; de este modo, la primera socializacién lo prepara para —y reforzari— el futuro tipo de experiencia social adulta. Para una chica joven, en contraposicién, la identificacién perso- nal con la madre, que se creé en la primera infancia, puede perma- necer mientras penetra en el proceso de aprendizaje de Ia identidad del rol femenino. Dado que la madre es inmediata y esta presente mientras la hija aprende su rol identificador, aprender a ser mujer supone la continuidad y el desarrollo de las relaciones entre la chica y la madre, y mantiene la identificacién con ésta en cuanto individuo; 124 1no supone cl aprendizaje de las carncteristicas de un rol externa mente definido (Chodorow, p. 51). Esta pauta prepara a la chica para su posicién social, al mismo tiempo que la refuerza; legard a insta- larse en el mundo de las mujeres, que se caracteriza por Ja poca diferenciacién del rol formal (Rosaldo, p. 29) y que vuelve a presu- poner, durante la maternidad, la « con sus hijos.'Y de este modo recomienza el ciclo Chodorow demuestra satisfactoriamente, al menos para mf, que Ja personalidad femenina, caracterizada por el personalismo y el par. tictlarismo, puede explicarse como generada por ¢l ordenamiento socioestructural en lugar de por factores bioldgicos innatos. Este aspecto no precisa de mayor elaboracién, Pero, en la medida en que Ja apersonalidad femenina> ha sido un hecho’ casi universal, puede argumentarse que sus caractevisicas han aportado su granito de fagena a la concepciin de que las mujeres son menos culturales que IS hombres © en, ar mujeres tenerian a esabeer rlacones con ef mundo que la cultura puede considerar més «parecidas & la naturalera> —inmanentes ¢ incrustadas en las cosas tal como son Gadas— que «parecidas a la culturas, que trascende y transforma las cosas ‘mediante la imposicién de categorias abstractas y valores transpersonales. Las relaciones de las mujeres tienden a ser, como Ja naturaleza, relativamente inmediatas y més directas, mientras que Jos hombres no sélo tienden a relacionarse de forma’ més mediata, sino qué én tltimo término, en realidad, suelen tencr tmas relaciones més coherentes y fuertes con las categorias y las formas mediadoras ue con los mismos abjetos y personas. ‘ASI pues, no es diffell comprender que la personalidad femenina preste apoyo a la concepeién de las mujeres como seres «mis préximos la naturaleza> Sin embargo, al mismo tiempo. los mo. Gos de relacionarse earacteristicos de las mujeres desempean un {ndiscutible papel, poderoso importante, en el proceso cultural. Pues si bien este tipo de relacién relativamente sin mediaciones se sitia, en un cierto sentido, en cl extremo inferior del espectro de las funciones humanas espirituales, incrustado en la particulatizacion y no en Ia trascendencia y Ia sintesis, ese mismo modo de relacién, Sin embargo, aparece también en el extremo superior del expectro. Piénsese en ias relaciones madrehijo. Las madres tienden a preocu- parse de su hijo en cuanto individualidades, sin tener en cuenta el sexo, fa edad, Ia belleza, Ia filiscién al clan ni ninguna otra categoria dle que pueda participar el nifo. Ahora bien. cualquier relacién que tenga estas cualidades —no precisamente la que hay entre madre & hijo, sino cualquier clase dé compromiso muy personal y Telativa- mente sin mediaciones— puede considerarse un desafio a Ta cultura Ya ls sociedad «desde abajo», en Ia medida en que representa la Potencial fragmentacién de las lealtades individuales visdvis la so- Tidaridad del grupo. Pero también puede considerarse que leva en ‘su interior el agente sintetizador de la cultura y la sociedad ‘desde arribas, en el sentido de que representa los valores humanos geno Tales por encima y més allé de las lealtades a las eategorias sociales 125 ‘concretas. Toda sociedad debe tener categorias sociales que trascien- dan las lealtades personales, pero toda sociedad debe también ge. nerar un sentimiento de unidad moral tltima para todos sus mice bros, por encima y més alla de tales categorias sociales. Por tanto, el modelo psfquico aparentemente t{pico de Ia mujer, que tiende a ‘no tener en cuenta las categorias y a buiscar Ja «comuinién» (Chodo. tow, p. 65, a partir de Bakan, 1966) directa y personal con los otros, aque desde un punto de vista puede parecer infracultural, est4 al mismo tiempo asociado con el nivel més alto del proceso cultural. Implicaciones de ta posicién intermedia ‘Mi propésito fundamental en este articalo ha sido explicar el status secndario que universalmente tiene la mujer. Intclectual ¥ Personalmente, me siento muy-afectada por este problema; me Siento obligada a tratarlo antes de emprender un andlisis de la situacién de la mujer en cualquier sociedad concreta. Las variaciones locales, sean econémicas, ecoldgicas, histéricas, politicas o de la es. tructura social, de los valores 0 de Ta concepeién del mundo, pueden explicar las variaciones dentro de este universal, pero no explican 1 universal en si. Y si no queremos aceptar la ideologia del deter. minismd biolégico, su explicacién, me parece a mi, sélo puede rea. zarse haciendo referencia a otros universales de la situacién culta. ral humana. Por eso, los rasgos generales de este tratamiento —aun. ue no, desde Inego, Ia solucién concreta ofrecidat— fueron deter. minados por el mismo problema y no por ninguna predileccién mia or el analisis global, estructural y abstracto. He sostenido que la desvalorizacién universal de las mujeres puede explicarse afirmando que las mujeres son consideradas més préximas a la naturaleza que los hombres, considerindose que los hombres ocupan de forma mas inequivoca los niveles superiores de Ja cultura, La distincion cultura/naturaleza es, de por si, un pro. ducto de la cultura, definiéndose m{nimamente Ja cultura como el trascender, por medio de sistemas de pensamiento y tecnologia, los hechos naturales de la existencia. Se trata, por supuesta, de’ una definicién analitica, pero sostengo que en un cierto nivel toda: cul. tura incorpora esta nocién de una u otra forma, aunque sdlo sea en la celebracién de los ritos que afirman la capacidad humana para manipular lo dado. En cualquier caso, este articulo pretende funda. ‘mentalmente mostrar por qué las mujeres pueden tender a ser con. Sideradas, una y otra vez, en las mas diversas clases de concepciones del mundo y en las mas diversas culturas de todos los grados de complejidad, como més préximas que los hombres a la naturalera, La fisiologfa de la mujer, que durante la mayor parte del tiempo se ocupa de la «naturaleza de Ia vida»; Ia asociacion de la mujer al contexto doméstico, estructuralmente subordinado, encargado de Ja crucial funcién de transformar los nitios que son parecides a los animales en seres culturales; Ia

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