Está en la página 1de 47
Max van Manen El tono en J la ensenanza ‘ El lenguaje de la pedagogia PAIDOS EDUCADOR (L. Viniogra Veldequer - Educacin (DOS EDUCADOR og twos publicados: HA. Giroux - Placeres inguietanies Fe Castorina y otros -Paget-Vygoteky: contribueiones para replanicar el debate Pages otros La edvcaetém civiea en ec escuela HLA Giroux - Creeand limites PiMeLaren - Pedagogta efilea y cultura depredadora W. Eisner - ET oo ilusirado E Litwin: Les confiquraciones didacticas AvDing Barriga - Diddeioa y curviculus EDuch= La educacién y la ensis de la modernidad KW. comillonty atras~ Le evaluacian de los aprendizaes en el debate didéetico ‘ontemporineo SPA. Castorina y otros Pager en fa educacicn G.Hermander Roja - Paradigras en psicologia de a educacitn S'E. Canaan y D. Epstein (comps) - Una cuestin de discipling T.Beilleroty otras = Saber y relacidn con el saber Nie von Manen -£f fact o Te enseranza Mi. Siguan- La esewca y los inmigrantes Bi Aenbece » 8. Alderogut (comps) - Diddctiea de las clancias sociates 11 S.Gonadlery L. tede Marenca [comps.)-Escuchar, hablar, ery escribiren la ECB HLR. Mancuso -Aletadologia de la uvestigacin en ciencias sociales © M, Kaufman y t Fumagali (comps) « Euselarciencias naturales F Brandon’ (comp. Mediacion escolar J, Pinget Dele pedagogta 1 Gackinay Th. Elliot - Como enseiarestaregas coguitons en lt escuela DB. W. Johnson 9 otvas; ETaprendizaie cooperaiva ene ala M.van Manen y B. Levering - Los secrtos de ia infancia, B. Porro La resolcde de conflicts ene! aula i Talnyon y D, Johnson - Céino reduc a violencia en las escuela A. Candela = Ciaicia wel aula C. Lomas (comp.)=gigualeso difarentes? S.Voneche y Aftyphon (comps) -PiagerVygotsk a ginesis social del pensar IM. Souto Las formaciones prupais ex la escuela ELucareliy otros! axesor pedagogic en a uivorsided E Diaz Barriga y M, Rueda Beltein (comps) - Evaluactén de ta docencia ‘A. Baudit- Bl tatorsprocesas do tutla ire alamnnos SS! Hook John Dewey. Semblanza intelectual MoT Yurén -Fonnacion » puesta a distancia E, Willems - BT otdo musical 'S Schlemenson (comp.)- Nitos que no aprenden R. Clazman - Evalwactdn y exclusion en la ensefanea waiversbaria X Lobato- Diversidad yeducacién ILD. Das y otros -Dislesie y dificultades de fectwra C.Carridn Valores y prnaipios para evaluar la educacion erica Mi. Benlloch (comp. = La educaciit en ciencias: ideas para mejorar su pnictica TE. Willems £1 valor human de la educacion musical EC. Wragg - Bvalnacidn y aprendizaje en la escuela primaria TL Alvarez y G,Jurgenson = Como hacer investigacion cualitativa EC. Weang- Evoluacién'y aprendiznje en la escuela secundaria IM, Singuar-Jnmigracién y adolescencia M. van Manen -£1 foro ev la ensenamea Max bar Manen ra E] tono en la ensefianza - El lenguaje de la pedagogia PAIDOS ZED MONG aN iM, a Jo origin: The Tone of Teaching . tinalmente publicdo on ings, en 2002, por The Althouse Prass, Faculty of| {eation, The University of Western Ontario, Londan, Ontario, Canad \ducelon de Roe Filells vierta de Julio Vivas ho tension pois ip atric ern de es rs dpi Solero en rien reproduc tp dest ‘Sgict mess pada, oredr a wpopatcr lume arma, ‘Seu decease des medi ser pea pons ‘002 The University of Western Ontario, London, Ontario, Canada 1004 de Ia traduccion, Roe Filla 1004 de vodas las ediciones en castellano janes Paidos ries, S. A, arian Cubl, 82 - 08021 Barcefona utpynevepaidas.corn BN; 64-49315166 sito legal: 3-49.418/2003 pros en Novagrafik, SL, fald 5 08110 Monicada i Refxac (Barcelona) preso en Bspatia - Printed in Spain 234916 SUMARIO La solicitud y el tacto pedagégicos . |. Comprender el mundo de posibilidades del nitto La experiencia de la curiosidad y el asombro del nifio. 7 Ver al nifio desde una perspectiva pedagégica Todo nifio necesita quelevean ... . . La importancia del reconocimiento et La dimensién pedagégica de la ensefanza . . La importancia pedagégica de la disciplina ¢Cémo experimentan los nifios nuestra presen- SUR eee El poder de la atmésfera . Los nifios nos dan ejemplo de esperanza y acti- tud abierta Los nifios son indulgentes por naturaleza 23 31 37 43 47 63 a 81 o1 1, LA SOLICITUD Y EL TACTO PEDAGOGICOS EL EDUCADOR Al final de la jornada escolar, un profesor ve que dos nifios estan metiendo astillas de madera en la cerradura dela puerta de la escuela, quizé con la intencién de poder entrar en el centro por la noche. A la mafiana siguiente, el director se enfrenta con uno de los chicos, que se niega a dar el nombre de su compaiiero. El airado administrador Je dice al muchacho que el vandalismo es un delito y que hay que castigar a todo nifio que dafie la propiedad pi- blica e imponga una mayor carga a los contribuyentes. El chico no coopera, y se le expulsa cinco dias del colegio. Qué mas se puede hacer con un nifio de 13 afios que se niega a ser un «chivato»? gDejar que se salga con la suya? No parece razonable. Pero intentar ensefiar el va- Jor de la propiedad privada y del bien publico a un chico que se rige por otro principio completamente distinto parece que es infructuoso. Antes hay que responder a otra pregunta pedagégica: «gCuél es la situacién en la que siente que se encuentra el 10 EL TONO EN LA ENSERANZA nifio?». O, mejor atin: «¢Cémo experimenta el nifio la si- tuacién?». Por muy buenas que sean nuestras inten ciones como educadores, es posible que nuestras pala- bras y nuestros actos se dirijan a una situacién de la que el nifio no forma parte. El administrador escolar no es ni gestor ni policia ni juez. Es, ante todo, educador. Y, por lo tanto, ese administrador deberfa preguntarse: «¢Qué debe ser de este nifio? ¢Cémo incide este suceso en su vida? ¢Qué significado tiene para él? ¢Qué deberfa decir yo y cémo tendria que actuar para asegurarme de que aprende de esta experiencia? ¢Cémo puedo darle la opor- tunidad a esta persona de que viva como el joven que es? Cémo puedo educarle para que llegue a ser un adulto responsable?» Imaginemos al director sentado detras de su mesa, una situacién que siempre tiene algo de solemne. Entra un nifio, permanece de pie y espera, y el director levanta brevemente la vista y dice con el tono propio de su cargo: «¢Eres tt el que intents forzar la cerradura de la entra- da?». El muchacho, quizd con cierto aire desafianie, asiente con la cabeza —o se muestra completamente re- servado—. E] administrador vuelve a su trabajo y el chi- sigue ah{ de pie. Pasa el tiempo. Hay unos minutos para reflexionar. ¢Qué se siente al estar asf, de pie y es- perando? ¢Ser para el chico una experiencia positiva o negativa? Depende en parte de qué tipo de persona sea el lirector. ¢Es el dios de la escuela? ¢Qué se siente al estar de pie ante un dios? . <0 seria mejor que el administrador dijera: «Mira, va sé que no quieres delatar a tu amigo. Pero no puedo vermitir que las cosas se queden asi. Al fin y al cabo, se LA SOLICITUD ¥ EL TACTO PEDAGOGICOS i trata de nuestra escuela y...»? Dependera de qué signi- fique «nuestra escucla» para el chico y, ante todo, de por qué queria entrar en ella. El administrador con tacto sabe qué debe decir y qué no debe decir, qué mencionar y qué callarse. La habilidad del director escolar para en- trar en el mundo del nifio esta en la solicitud y el tacto. Ex rsicotoco, Danny se halla a 300 kilémetros de su casa de una pe- quefia ciudad minera del Norte. La habitacién de la cl nica donde le sientan a un lado de la mesa tiene mucha luz... y, a excepcién de una gran caja, esta vacfa. El psi- c6logo es un sefior enorme, que entra en la habitacién y se sienta enseguida enfrente del nifio. Una ayudante Ile- va ala madre y al abuelo a la habitacién de al lado, des- dela que, a través de un cristal disimulado, pueden ver al nifilo. Danny tiene 5 afios. Parece que se desarrolla con cierto retraso. Hoy esté a punto de realizar una serie de pruebas diagnésticas en esta clinica de la gran ciudad. En la caja de encima de la mesa hay materiales para estas pruebas. Danny no Jo sabe, pues es una caja dema- siado alta. En realidad, no muestra el mas minimo inte- rés por las cosas que el psicélogo va sacando de ella. El pequefio parece muy incémodo. Al principio loriquea un poco y luego empieza a sollozar. Es evidente que no va.a dejar de hacerlo, de modo que el psicélogo devuelve los materiales a la caja. Mientras le dice a Danny que no tiene por qué Iorar, el hombretén se pone a escribir. Al mismo tiempo, mira el reloj que tiene enfrente. Es po- sible que no haya forma de consolar a Danny, pero el psi- 12 EL TONO EN LA ENSERANZA célogo no intenta tranquilizarle. Como explicarfa des- pués, no quiere interferir en la reacci6n de Danny ante la situacién, Se limita a tomar notas sobre la duracin y la intensidad de los Horos del pequefio. La psicéloga ayudante esta con la madre y el abuelo en la habitacién desde la que observan lo que ocurre, Después de casi diez minutos de lagrimas, no puede re- sistir mas el desconsuelo de Danny, Entra en la habita- cién y lo sienta en su regazo. El nifio deja de sollozar y se tranquiliza. Qué ocurre aqui? Se podria haber actuado de otra forma. El psicélogo podria haber tomado de la mano al nifio de 5 afios y decirle: «Vamos a ver si encontramos al- gunos juguetes en esta habitacién». Podrian haber entra- do en ésta y explorarla juntos, Si hubiera sido un espacio pensado para la presencia de nifios, habrian mirado los dibujos de la pared y habrfan dedicado unos minutos a conocerse mutuamente. Una vez que se hubiesen sentido tranquilos, podrian haberse puesto a ver lo que contenia Ja caja. El psicélogo podria haber propuesto que jugaran a adivinar qué habia en esa misteriosa caja: sin duda, ju- guetes para los dos. Tal vez se hubieran sentado a jugar juntos en el suelo. : Naturalmente, habria sido atin mejor (quizds incluso vital) si algunas de las observaciones se hubiesen hecho en casa del nifio, donde el psicélogo podria «estudiar» no s6lo a éste, sino también el espacio en el que vive, el me- dio familiar, su mundo cotidiano. Muchas pruebas se pueden realizar facilmente en sitios naturales, con los pro- pios objetos y juguetes del nifio. Después, las lamadas pruebas de «diagnéstico» se convierten en simples me- LA SOLICITUD Y EL TACTO PEDAGOGICOS 43 dios interpretativos para averiguar la forma de ayudar al nifio a tener experiencias positivas en su desarrollo. Qué ocurrié en aquella gran clinica central de la gran ciudad? Aquel psicélogo estaba empapado de lite- ratura sobre el desarrollo infantil, sabfa perfectamente cémo manejar los instrumentos de diagnéstico, sabia re- dactar informes cientificos precisos: un auténtico profesio- nal. Habia diagnosticado a cientos de nifios. Y, sin embar- 20, parecfa bastante insensible a cémo experimentaba Danny la situacién: esa habitacién extrafia, el hombre grande de la caja, mama y el abuelo que le dejan solo. No , se hizo Ia que debfa ser la primera pregunta y la funda- mental: «¢Cémo experimenta el nifio esta situacién?» Ese profesional tenia muchos «conocimientos» clinicos, pero carecia de «solicitud», La solicitud es tn tipo espe- cial de conocimiento. Los PADRES «De verdad que me gustaria ofr cémo ensayas con el violin», dice la madre. Una situacién desagradable. Lo que se supone que debe ser una experiencia gratificante, incluso divertida, para la madre y para el nifio se con- vierte en pura obligacién. La voz de la madre ya suena con cierto tono de decepcién prevista. Todos los dias la misma batalla. Y la madre oye sus propios pensamien- tos: «Por qué no mostraré este nifio cierto entusiasmo y tun poco de gratitud por todos mis sacrificios?». Pero el nifio oye algo distinto. La madre quisiera que tocara el violin con entusiasmo. Pero es evidente tam- bién que en realidad no le gustan los ensayos. Para ella 14 EL TONO EN LA ENSESANZA representa también una obligacién, Bien lo demuestra el horario y el espacio que se han reservado para los ejerci- cios, como si se tratara de un trabajo cualquiera, El en- sayo con el violin es un encuentro contractual entre esa madre y su hijo, y ambos querrian que se acabara antes incluso de que empezara. Los dos afrontan el ensayo con tensi6n e incomodidad. E] nifio no tarda en decir: «Estoy cansado, mama. ¢Puedo ensayar después?». Coge el vio- Im con resignacién, y nada hay més triste que un cuerpo resignado sosteniendo un extraiio instramento musical. Los nifios son sensibles a los signos sutiles que reve- Jan el estado de dnimo, el ambiente. Es innegable que practicar juntos la musica no es una actividad divertida en esta familia. La madre dice enfadada: «Esta bien: ya no puedo més. Estoy harta de tu actitud. Quizé deberia- mos vender el violin, 0 darselo a algun nifio que sepa apreciar la musica». En otro lugar del mismo barrio, un padre saca un vio- lonchelo de su funda. Lo afina con todo carifio. En sus gestos hay cierta paciencia y disciplina. Sin prisas, Es un momento especial, una especie de interludio, que hay que disfrutar por s{ mismo. Del violonchelo sale una lan- guida melodia. Aqui no se trata de ninguna obligacién, sino de una invitacién estimulante. Hay algo que cautiva en ese sonido que llena toda la casa. El cuerpo es recep- tivo, y sigue la musica. Michael entra en Ja habitacién y mira, escucha, son- rie, Luego, mientras suena el chelo, abre la funda de su violin y se coloca el instrumento al hombro, sujeto con Ja barbilla. Los tonos se armonizan. Es asombroso que el nifio de 5 afios sepa entrar en el momento preciso en Ja melodia que interpreta su padre. Este sonrie, sorpren- LA SOLICITUD Y EL TACTO PEDAGOGICOS is dido. Bien. Pero en cierto modo Jo esperaba; habia, ae leccionado con cuidado los acordes adecuados. Enseguida se intercambian ciertas frases tonales, se retoman y se repiten. El ofdo se deleita con su redondez, su plenited y su combinacién. «Ahora prueba asi. Si, en la cuer ach ee situacién, es diffcil distinguir la actividad de hacer musica juntos de la de ensayar y practicar. En este ensayo cabe perfectamente cualquier rutina, pero ahora se experimenta como un sano ejercicio. Bleva el espiritu. La rutina no es sélo algo voluntario y familiar, sino que también puede ofrecer algo nuevo: la armonfa y la melo- dia que alimentan el cuerpo y el alma. {Qué nos ensefian estos ejemplos sobre la pedagogia de la educacién de los nifios? Simplemente esto: la peda gogia es algo a la vez. complejo y sutil. Es la capacidad de distinguir activamente lo que es apropiado de to que es inapropiado para los nifios 0 los jévenes. Es dificil for- mular unas normas concretas, incluso unos principios generales, Parece que ciertas personas mayores saben dar e! tono adecuado en su relacién con los niftos. Otras siempre se encuentran confusas. La diferencia no esté necesariamente en que algunos adultos hayan lefdo mas que otros sobre el ejercicio de la paternidad o de la ense- fianza. La lectura de literatura educativa nos puede pro- porcionar unos importantes conocimientos, pero son unos conocimientos externos. No nos proporciona sin mds un mayor tacto ni mayor sensibilidad en nuestras relaciones de todos los dfas con los jévenes. 16 WV EL TONO EN LA ENSERANZA La practica de cultivar la solicitud y el tacto pedagé- gicos propios es la respuesta al desaffo que supone ac- tuar pensando con respeto en la diferencia en que hace hincapié la pedagogia. Los educadores con tacto han de- sarrollado la capacidad de mostrar una consideracién afectuosa hacia lo singular: la singularidad de los nifios, la singularidad de cada situacién y de las vidas indivi- duales. Todo nifio tiene un rostro tinico, del que nos pode- mos pereatar cuando vemos esa particularidad. Pero no todos se percatan de lo singular. Dos personas estan pa- seando por Ia orilla del mar cuando observan un extraiio fenémeno. Montones de estrellas de mar han sido arras- tradas por las olas hasta la playa, Muchas estan ya muer- tas, ahogadas en la arena sucia bajo un sol de justicia. Otras siguen intentando separarse con sus brazos de la abrasadora arena para posponer un tanto una muerte se- gura, «Es horrible —dice uno—, pero asf es la natura- Jeza.» Entretanto, su compafero se ha inclinado y exa- mina con detenimiento una estrella concreta y la levanta de la arena. «¢Qué haces? —pregunta el primero—. ¢No ves que con esto no puedes solucionar nada? De nada sirve que ayudes a una.» «Le sirve a ésta», se limita a decir su compatiero, y de- vuelve la estrella al mar. La solicitud, el tacto componen una cualidad peculiar que tiene que ver tanto con lo que somos como con lo que hacemos. Es un conocimiento que surge tanto del cora- 76n como de la cabeza. Podemos imaginar a la madre del ejemplo quejéndose al padre que toca el violonchelo. El LA SOLICITUD ¥ EL TACTO PEDAGOGICOS 17 padre le dice: «Por qué no cantas 0 juegas con él?», Ima- ginemos que la madre sigue el consejo. ¢Funcionara? Todo lo que podemos decir es que es posible, El éxito nunca se puede prever. No hay dos nifios iguales ni que experimenten una situacién exactamente de la misma forma. Y lo que es mas importante: gser capaz la madre de generar ese clima que invita a la mdsica que el pa- dre sabe crear? Se trata de una distincion fragil y sutil. Y lamentablemente (0 afortunadamente) no existen unas normas que garanticen que se acierta con la solicitud o el tacto. La solicit 6gica se asienta en una determina- da forma de ver, escuchar y reaccionar ante un nifio o unos nifios determinados, en esta o aquella situacién. Partiendo de esta sensibilidad, el tacto puede mejorarse en nuestras relaciones con los nifios. 2, COMPRENDER EL MUNDO DE POSIBILIDADES DEL NINO Los nifios no estan ahi principalmente para nosotros. ‘Somos nosotros quienes estamos ab principalmente ellosgY, sin embargo, nos llegan con un don: Xperimentar lo posible. Son ninos porque estén en el proceso de llegar a ser, Experimentan la vida como una , posibilidad. Los padres y los profesores acttian con sen- tido pedagégico cuando Je muestran a propésito al nifio formas posibles de ser. Pueden hacerlo si se dan cuenta de que la propia madurez nunca es un proyecto conclui- a nos_pregunt Gue hay que vivirla. «cEs esto lo que debo hacer con mi vida? ¢Es asi como debo emplear el tiempo?» Nadie pue- de recordarnos estas preguntas con mas fuerza quigtud gue un nifo. Todo lo que se requiere Fescuchar los nifios y aprender de ellos. En’ son nuestros maestros. Como profesores y padres nos abrimos sin reservas a los nifios. Esto significa que hacemos cuanto sabemos para comprender qué representa estar en el mundo como nifio, Y mas concretamente: hago cuanto sé para enten- 20 EL TONO EN LA ENSENANZA der la situacién de este nifio, Qué experiencia tiene este nifio de la vida y de sus miltiples ieee Situarme junto a mi alumno o mi hijo es algo muy personal y puede ser un acto muy delicado. Pensemos en el caso de Joey y sus abuelos. Joey tiene 4 afios y vive muy lejos de sus abuelos. Estos, evidentemente, quieren aprovechar al maximo cada una de sus salidas para ver- Ie, de modo que, cuando van a visitar a otro familiar, lle- van consigo al nifio en su impecable coche. A Joey le entusiasma. El salpicadero esta leno de botones. Hay muchos lugares que ver y muchas preguntas que hacer. «Qué es esa casa, abuela? jMira ese perro! gPara qué sirve este botén, abuelo?» Pero sus preguntas suelen quedar sin respuesta. Los abuelos siguen con su conversacién y sélo de vez en cuando se dirigen a Joey con algtin comentario o alguna pregunta, como si fueran caramelos para mantenerle ocupado y tranquil. Ni siquiera escuchan lo que Joey les dice. Quieren tenerlo con ellos, pero no le invitan a estar presente en un sentido personal. Cuando el nifio llega a casa se muestra extrafiamente callado, y sélo des- pués de pincharle un poco comenta: «No he podide ju- gar con nadie». Cuando comparto mi vida con este nifio no puedo evi- tar convertirme en un ejemplo. Como persona mayor que soy, encarno para el niflo diversas formas posibles de ser. Observo que intenta repetir mis ge: ve hacer las cosas, mis reacciones, cémo em] Stag Y cuando veo que ocurre todo'esto, me asaltan las dudas. ¢Es asf como quiero que sea y se comporte mii hijo? Y si no, ces asi como quiero ser y comportarme yo? | fos simplemente descubran la vida. Hay que dejarl COMPRENDER EL MUNDO DE POSIBILIDADES DEL NINO 21 Desde el punto de vista historico y cultural, el mundo contiene muchas posibles formas de vivir y de ser. Los nifios descubren estos mundos posibles a través de la es- cuela, los medios de comunicacién, los vecinos y nuestra intervencién. Pero deben hallar su propia singularidad e identidad a través de la exploracién, la decisién y el com- promiso personales. ¢Cémo les podemos ofrecer este tipo de alternativas? ¢Qué mundos merecen que nos esforce- mos por representarlos? No podemos esperar que los ni también que acttien, experimenten y creen. Y asi el nifio se convierte en mi maestro. Cuando ta tea sus posibilidac ilidades que atin tengo ante mi. Es esta experiencia de la posibilida: “PeNEgOEICE queer ifica que Jos nifios nos Me sen- peranza para mi propia vida. Para algunas personas, educar a los hijos se convierte enun empeiio interesado y narcisista. Hay padres (y pro- fesores) que estén presentes fisicamente, pero con el espi- ritu ausente, entregados a ansias y deseos egofstas. Tam- bién hay padres y profesores que parecen vivir la vida como una competicién o un conflicto con Ia vida y los in- tereses de sus hijos o alummos. Es triste que los mayores puedan ignorar a los pequefios, no escucharles, tenerles miedo 0 sentirse horrorizados Gorelles- olen ellos, ofenderles 0 maltratarles, repudiarles y abandonarles. Su peor casti- go quiza sea toda una vida de remordimiento, lamentar para siempre que sus preocupaciones personales les ro- baran la oportunidad de tener la experiencia de unas re- EL TONG EN LA ENSESANZA laciones estrechas con sus hijos. Es probable que éstos ne- cesiten el resto de su vida para JIegar a comprender los confusos recuerdos de su infancia, En cambio, los profesores (y los padres) solicitos ex- perimentan una esperanza personal que se deriva por la presencia del nifto. Se produce aqui una perimento la vida de este hijo como més im- € que la mia y el resultado es que ahora debo pres- tar mas atencién a mi vida. Debo cuestionarla y reconfi- gurarla, Antes de tener a este nifio me podia maltratar, si querfa, con unos malos habitos. Podia vivir la vida sin ser apenas consciente de las necesidades de los demas. Pero porque vivo con este hijo y porque le quiero, ya no puedo vivir cémodamente con mi antiguo yo. La educacién del ifio se convierte er —_—_ fay educadores que piensan que su propia educacién es completa. Probablemente procurardn imponer una se- rie de creencias y de valores que dan por supuestos. Es inevitable que esta «educacién» se convierta en una pe- dagogfa de la opresién y la manipulacién, una forma autoritaria de dominio de los adultos sobre Jos nifos. El (@Giixcadomscomplet> sucte considerar que los nifios es- t4n incompletos. Por consiguiente, no hay necesidad de escuchar a los nifios. Imposible aprender de ellos. 3. LA EXPERIENCIA DE LA CURTOSIDAD Y EL ASOMBRO DEL NINO «Qué es esto?» Cuando el nifio empieza a preguntar por el mundo, los mayores suelen interpretar mal esta pregunta, «Qué es esto?», pregunta Mark mientras se- fala un coche que pasa. El padre o la madre quizd res: pondan: «Pero Mark, ya sabes Jo que es. Un coche, claro». Coche, camién y autobtis sern de las primeras palabras que aprenda Mark. Pero es muy normal que los peque- fios dirijan su «ZQué es esto?» 2 objetos familiares que ven todos los dias. En la experiencia de nombrarlos, el nifio explora y desarrolla las relaciones con el mundo. Con los nombres, delimita el mundo y se lo apropia. Nomibrar el mundo constituye una poderosa activi- dad humana. «Qué es esto?» no sdlo pregunta’ por un nombre concreto. El nifio que Jo pregunta busca algo mds: que una persona mayor hable del mundo, «¢Qué es esto?» pide tiempo para el didlogo, tiempo para pensar, para sorprenderse, para maravillarse. Por eso, el adulté, en vez de limitarse a identificar los objetos que el nifio sefiala, deberfa detenerse en las distintas dimensiones se- ménticas de estos objetos. —_ 24 EL TONO EN LA ENSENANZA Nombrar algo, en efecto, es mas que aprender a eti- quetarlo. En el acto de nombrar alumbramos algo ante nosotros. Llamar algo por su nombre significa llegar a conocer qué es realmente, qué significa ese qué y ese esto. Al nombrar las cosas desarrollamos una nueva fa- miliaridad con ellas; empezamos a reconocer nuestros «yos» en el mundo que nos rodea. Esta esa cancién que me alegra y aquella melodia que me pone triste. Los nifios, por naturaleza, sienten curiosidad por casi todo. Los adultos que participan de la vida del nifio tie- nen que comprender el cardcter de esa curiosidad suya. ¢Qué hay que hacer con las preguntas del nifio? Se suele culpar a la escuela de reprimir la curiosidad natural, de sofocar el interés que los nifios sienten por aprender por qué las cosas son como son y de dénde salen. ¢Pero la cu- riosidad es buena? ¢Qué tipo de curiosidad hay que fo- mentar? A Ben le encantan los insectos y, a sus 5 afios, sabe bastante de ellos. El y su padre van a menudo al rio 0 al bosque a recoger insectos. Después los observan en el microscopio. El padre de Ben es cientifico, y los amigos de éste pronto se dan cuenta de que es una persona que sabe mucho de ciencias. «Si quieres saber algo sobre in- sectos, pregiintaselo a Ben.» A Christopher también le interesan los insectos y es muy amigo de Ben. Pero a veces a Chris le molesta cémo se comporta su amigo. El otro dia encontraron una oru- ga en el patio trasero y Ben la pisé y la maté. Ayer por la tarde, Chris y Ben estaban jugando en la calle cuando vieron una arafia enorme y perezosa. Ben entr6 corrien- do en casa a buscar un tubo de pegamento y vertié la cola LA EXPERIENCIA DE LA CURIOSIDAD ¥ EL ASOMBRO DEL NIRO 25 sobre el bicho. Después vertié pegamento sobre un esca- rabajo y algunas hormigas. Esa noche Christopher son que unas arafias y unos escarabajos pedlian ayuda, y que moria una gran cantidad de hormigas. Es evidente que Ben y Chris «conocen» los insectos de distinta forma, Lo mas notable, desde un punto de vis- ta pedagégico, es que estas diferencias se consolidan a una edad muy temprana, Para Ben, la arafia, el escara- bajo, la oruga y las hormigas no son mas que unas cria- turas que se coleccionan y se clasifican. Son interesan- tes, sin duda, pero Ben no tiene un interés profundo por elas. Sabe cudntas patas tiene la arafia, de qué se com- pone el cuerpo del escarabajo, el proceso de metamorfo- sis de las orugas y lo fuertes que son las hormigas si se tiene en cuenta su tamafio, Para Ben, el mundo esta lle- no de hechos. En cambio, para Christopher, el mundo de las pequefias criaturas est leno de fenémenos misterio- sos. La diferencia estriba en que Ben esté olvidandoalgo’ ie acompafia de forma natural a: la capaci= SSS eee le sorprenderse y sobrecogerse ante la naturaleza y de reverenciarla en todos sus aspects, === Los nifios que son curiosos no dejan de hacer pregun- tas. Preguntas increfbles. ¢Qué animal es mds grande? ¢Cual corre mas? ¢Qué ocurre si tiras de la pata de la ai ha? ¢Cudntas estrellas hay en el cielo? Como puede ser que Superman sea tan fuerte? Sin embargo, el nifio in- crefblemente curioso no es el que pregunta demasiado, iza pregunte demasiado poco. Existe un osidad precoz que es puramente incidental y que puede aportar muy poco al adecuado de- nifio. sino el g 26 EL TONO EN LA ENSERANZA Las preguntas son increfblemente curiosas (precoces) cuando empujan con demasiada prisa al nifio a captar unos fenémenos para los que éste sencillamente no esta preparado, EI nifio precoz ha aprendido demasiadas res- puestas a preguntas que, de momento, deberian quedar abiertas e indeterminadas. El nino precoz sabe mucho, 0 al menos asi lo parece. Pero en realidad s6lo sabe muchas respuestas a muchas preguntas, la mayoria de las cuales, para empezar, no eran auténticas preguntas. Muchas pre- guntas de las que hacen los nifios precoces son fugaces. No surgen de auténticas inquietudes, de un interés ge- nuino. Al contrario, no son mas que el fruto de una cu- riosidad inquieta y pasajera. Lo que tiene interés en este momento Io pierde por completo al siguiente y lo susti- tuyen otros intereses pasajeros, El nifio incretblemente curioso ya ha aprendido alo de | Jas pr eden detener con respuestas. Para este tipo de nifio, preg: Juego, el juego de encontrar respuestas que acabar con unas preguntas. Un mundo en el que, en principio al menos, toda pregunta tiene su respuesta, en el que expe- timentamos las cosas como algo profundamente asenta- do, donde toda pregunta encuentra su lugar en una sélida base de orden y certeza naturales, ofrece cierta sensacién de seguridad. Pero se trata de una seguridad falsa E] adulto, en vez de pensar que la pregunta del nitio es algo que requiere una respuesta inmediata y sencilld debe procurar ayudarle en s1 la pregunta. Me pregunto por que calienta tanto el Sol, nto cémo se hizo la Tierra. Me pregunto de dén- de vengo yo. Me pregunto por qué las hojas cambian de LA EXPERIENCIA DE LA CURIOSIDAD Y EL ASOMBRO DEL NINO 27 color y se caen de los Arboles. Cada una de estas pregun- tas merece que uno se detenga a considerarla. El aypé co asombro no significa hacer miles de preguntas, Estoy realmente asombrado cuando la pregunta que hago de algtin modo se me devuelve, o cuando persiste y se hace envolvente, con todo sosiego, con el sosiego del encandi- ] auténtico aprendizaje_a menudo empieza en el . Podemos hacer 0s hifios se asombren? ¢Puede uno incluso querer asombrarse? ¢O es que la fascinacién se parece més a una gracia que nos llega cuando estamos abiertos a ella? Algunos acontecimientos parecen prefiados de asom- bro. Una noche llevé a mis dos hijos a ese espacio mara- villoso. Habfamos estado viaiando por esas praderas va- cfas y oscuras de Canada. Luego empezamos a observar un extrafio fenémeno, Era como si la oscuridad se levan- tara del paisaje. Una mano invisible abria las cortinas del cielo. Era el espectéculo de la aurora boreal. Detuve el coche y nos apeamos. |Ahi estibamos, en aquel paraje abierto! Rodeados por la oscuridad y encima de nosotros las estrellas. Las luces de la aurora boreal ofrecfan un es- pectaculo realmente increfble en todo el negro firma- mento que nos cubria. Para mi satisfaccién, los nifios permanecieron incref- blemente callados en ese momento magico. Pensé que Jes habia proporcionado una experiencia de auténtico asombro. En momentos como éstos, cuando uno se en- cuentra rodeado por el espléndido firmamento estrella~ do, es cuando nos puede embargar un profundo senti- miento de admiracién. Una admiracién que realmente nos domina. Es evidente que en el universo que nos ro- 28 ELTONO EN LA ENSERANZA dea tiene que haber algo profundamente significativo. Al contemplar el firmamento, uno puede sentir una extrafia sensacién de que algo del més alld le contempla a su vez. Es como mirarse en el espejo. Y en tn momento de ex- trema reflexividad, el reflejo de la propia mirada se expe- rimenta como algo realmente desconcertante: gquién soy? ¢Cudl es mi sitio en todo esto? ¢Por qué estamos aqui? Pero son preguntas sin respuestas. Obligan a apar- tar la vista. Cuando después les pregunté qué les habia parecido, dijeron que «habfa estado muy bien». Pero sorprendente- mente les interesaba mucho mas hablar de otras preocu- paciones. Cosas como: gtuve miedo alli, con todo a os- curas? ¢Habria lobos donde paramos el coche? ¢Habfa ofdo cémo crujfa la hierba junto a la carretera? 2Oué po- dfa haber sido? ¢Y si algo se nos hubiera echado encima? Qué habriamos hecho? ¢¥ si hubiéramos tenido que quedarnos todo el rato alli a oscuras? Si, hablamos de muchas cosas, pero me di cuenta de que no habfa conse- guido ayudar a mis hijos a que tuvieran la experiencia de un momento de auténtico asombro ante la aurora boreal Y, sin embargo, y en esto reside la maravilla de la pe- dagogia, los nifios se habian visto sacudidos por su pro- pio sentido de la sorpresa. Pero les habfan asombradc cosas que a mi me pasaron completamente desapercibi- das, Yo habfa dirigido mi mirada hacia el cielo. Mis hi- jos, en cambio, lo habian hecho hacia el corazén de la noche. Y la noche les habia devuelto la mirada y al pare- cer habfan sentido su belleza aterradora. Tal vez el asombro sea un estado de atencién que s6lo se puede inducir de forma indirecta. El padre carifioso 0 IA EXPERIENCIA DE LA CURIOSIDAD Y EL ASOMERO DEL NIRO 29 el profesor eficiente no es necesariamente el que sabe construir o controlar toda posible experiencia del nifio. El educador solicito quiza sea el que sabe captar una prex \ gunta y profundizar en ella con gesto tranquilo. «Hablo bastante con Michael sobre cuestiones que le interesan y le preocupan —dice su maestra de preesco- lar—. Esta mafana ha preguntado: “gDe donde sale la Tierra?”. Le he dicho que hace muchisimo tiempo que las personas se hacen esta pregunta y le he hablado de al- gunas de las historias que la gente cuenta como posible respuesta. Queria dejarle abierta la pregunta, y no zan- jarla con una respuesta.» ¢Qué es una buena historia para responder a la pre- gunta de tm nifio? Una buena historia no orienta de for- ‘ma automatica al nifio hacia el orden natural de la cien- cia moderna. El nifio no pide necesariamente que le den, las explicaciones causales de los fenémenos naturales. «Por qué cambian de color las hojas?» Hay muchas res- puestas posibles: «Es la forma que tiene la naturaleza de decir que los arboles necesitan descansary. «Las hojas del otofio hacen hermoso el mundo antes de que llegue el in- vierno.» «Ffjate en lo bonito que es oler y pisar todas es- tas hojas del suelo.» Una respuesta apropiada para un nifio determinado es una historia que pertenece a ese nifig. ‘Una buena historia da una respuesta que recuerda el in- 4. VER AL NINO DESDE UNA PERSPECTIVA PEDAGOGICA él >: padre o el profesor a los nifios? ¢Hay una forma Pédagégica exclusiva de verles, distinta de como los puedan ver otras personas? Extrafia pregunta, quiza. Si ver es un acto sensorial, gno vemos todos a los nifios de la misma ‘MlAafiera? Por ejemplo, vemos la mis- ma figura, el mismo movimiento, al mismo nifio que sal- taa la cuerda o que dibuja. Pero nunca vemos nada de forma pura. que ven lacién que tengamos con él. | Veo a una nifia saltar a la comba en la calle, y me de- tengo y sonrio. Veo esos saltos juveniles, el ritmo imperio- so de Ja cuerda y, tal vez, un recuerdo. Reconozco este ritmo. Los tiempos no cambian. Cuando la nifia se detie- ne, sigo sintiendo el chasquido de Ja cuerda bajo mis pies. Me embarga la tristeza. Quisiera poder volver al vie~ jo patio de la escuela. Pero luego regreso a mi realidad. El lugar donde pasé la infancia est a miles de kiléme- tros, No es probable que Jo vea de nuevo tal como Jo co- 32 EL TONO EN LA ENSERANZA noci. Me alejo de esa nifia y sigo andando. Via una nifia, una cuerda, un juego: La vista y el sonido se unieron para hacerme sentir la cuerda que golpeaba mis pies. Luego vi el pesar, la nostalgia. Y después prosegui mi camino. El profesor ve a Diane saliando a la cuerda. Ve mucho mas de lo que verfa cualquiera que pasara por alli por- que él conoce a la nifia desde hace més de un afio. Diane sigue saltando lejos de los demas nifios y el profesor se pregunta cuanto tardard en integrarse en el grupo. En lo académico es la mejor alumna de la clase, pero sus exce- lentes resultados no son producto de una inteligencia na- tural incontenible. Diane es una alumna excelente gra- cias a un fervor denodado que entristece al profesor. La madre de la nifia es una mujer de grandes logros que pro- pone siempre unas metas ambiciosas. Pretende tener una hija superdotada, Diane obedece. Se gana el favor de su madre, pero a costa de la felicidad de la infancia, piensa el profesor. Cuando éste la ve saltar, observa su nervio- sismo y compara su situaci6n con el tranquil juego de Jos demas. Es el mismo nerviosismo que delata su ansie- dad en todos los deberes, en todos los examenes. Diaze, mas que saltar a la cuerda, desfila al ritmo que ésta le marca. El profesor ve también que Diane mira a un grupo de nifias que saltan juntas a Ja comba. Una de ellas le de- vuelve la mirada y le hace gestos para que se acerque. Diane se detiene bruscamente. La cuerda le golpea 1os pies y la nitia se dirige hacia la puerta de la escuela. Qué ve el profesor? A una nifia solitaria que, para relacionarse con sus compaiieros, siempre se tiene que medir segtin unos criterios competitivos. Si al menos su- VER AL NINO DESDE UNA PERSPECTIVA PEDAGOGICA 33 piera hacerse con cierto espacio personal, un espacio donde cultivar y desarrollar unos intereses sociales ex- clusivamente para ella, lejos de su madre. El profesor al- berga esperanzas, porque ha visto el deseo en la mira- da de Diane, el deseo de que sus compafieros la acepten por si misma, ¢Quién sabe? Un poco de «solicituds, un cierto tacto pedagégico, podria empujar a Diane un poco mas hacia ese espacio social compartido de sus posibles amigos. Estamos comparando cémo ve un transetinte a una nia que salta a la cuerda y cémo ve el profesor a Diane. Este tiene un interés pedagégico por la vida de Ia nif Le unea ella una dagégica, y no puede evitay verla como un a cortnplcre en plen proceso de crecimiento y de formacién personal. Pensar en los nifios desde una perspectiva profesional plantea un grave peligro. Los psicélogos infantiles, los pedagogos, ani an los currfculos, el personal de apoyo, los directores, los orientadores escolares, los especialistas en evaluacién y los eruditos catedraticos co- rren, todos, el peligro de pensar sobre los nifios y hablar caracterfsti bar, medir, di concebida. Una vez que digo de un nifio que sufre un «trastorno de déficit de atencién», una vez que considero que tiene un «problema de conducta» o que es «de bajo rendi- miento», o cuando digo que posee un «estilo de aprendi- igir y responder a los nifios de forma pre- 34 EL TONO EN LA ENSENANZA zajen espectfico, un modo particular de «funcionamien- to cognitivo», inmediatamente tiendo a buscar en mi ar- chivo de trucos profesionales una intervencién docente ‘“Conereta, o una terapia Conductual, o una solucién mé- Separar a los nifios mediante un lenguaje técnico, néstico o instrumental en realidad es un tipo de aba El profesor es Sen Mies Esto no signi- fica que pueda ver al Hite te», sin estar influi- do por sus ideas sobre qué supone ser humano. No se puede observar adecuadamente a los nifios sin reflexio- nar sobre la forma en que uno los mira. Todo lo que 2s- toy diciendo es que el profesor debe observar al nifio no como lo hiciera alguien que pasar su lado, un poli- cfg.o,un amigo. El profesor deb observab al nine, 10 significa ser oe BEETvador den 7 la y tiene en cuenta valencia Tote nifio que se est desarrollando. Diane se comporta de ae manera en el pa- tio, y el profesor observa en silencio y desearia poder ar- monizar mejor el esfuerzo académico y la vida personal de la nia. Piensa de qué forma concreta se podria influir en Diane. Elp omprende el desarrollo del nifio de ura foi mprometida y reservada, cercana y dis- tante, Por un lado, debe mirar y cuidar al nifio con aten- cion e interés, y de ahi surgen tanto el compromiso como VER AL NINO DESDEJINA PERSPECTIVA PEDAGOGICA 35 ln maxima subjetividads Y, por otro lado, debe conside- rar la variedad de limitaciones y posibilidades del nifto, y de aht la necesidad de ser reservado y distante. Los profesores se dirigen a los nifios de una forma es- pecial: en cierto modo no muy diferente de la de los pa- dres, pero no exactamente como lo hacen éstos. Al igual que al padre o a la madre, al profesor le preocupa el pro- ceso de maduracién, el progreso y el aprendizaje del nifio. Pero a é] le interesan de forma especial determinados as- pectos del crecimiento del nifio, sin olvidar, al mismo tiempo, que hay que tenet mnfluencia para ios a comprender mejor los que son sus ropios intereses. @ En cierto sentido, la relacién més personal entre un adulto y un nifo es la paterna. Cuando un hombre ge convierte en padre aprende a observar a sus hijos con ojos paternales, con un cuerpo paternal. ¢Alguien puede observar a un nifio exactamente como lo hace el padre? Y cémo mira la madre? gAlguien puede ver a un nifio como lo ve su madre? Solo el padre y la madre pueden contemplar y cuidar al nifio con ojos auténticamente paternales y maternales. Pero el profesor también tiene una relacién muy personal con el nifiogAF mismo tiempd) existe un distanciamiento que convierte al profesor en U ei especial. Al conocer a este nitio, S/ profesor puede tmpedir que se hagan juicios superficiales sobre él. La palabra tiene conexiones con «preservar, salvar, con- siderar, proteger». El profesor sirve al nifio cuando lo ob- serva de cerca, pero manteniendo cierta distancia. 5, TODO NINO NECESITA QUE LE VEAN Todo nifio necesita que se le observe, que se le note. Que a uno se le note significa que se le «conocen. + MicHagL. Michael corre hacia la puerta de su guarderfa, Para él, la escuela es donde mejor se esta. Su padre se encuen- tra unos pasos més atras y observa cémo Michael usa toda su fuerza para abrir la pesada puerta. La profesora estd sentada en su mesa, hablando con una madre, cuan- do el nifio entra en el aula. Michael llega enseguida a su lado, con los ojos brillantes, Ha traido algo para la clase. «Mire, profesora. Mire quién est4 aqui.» Pero ella esti muy ocupada, ajena por completo a Michael, y los demas nifios estén entrando en el aula. El padre de Michael se siente incémodo. Ha visto este incidente otras veces. Ayer, Michael tiraba de la camisa de la profesora para decirle adids, pero ésta también es- taba ocupada hablando con un padre y no hizo caso al 38 EL TONO EN LA ENSERANZA nifio. La mayoria de los otros nifios pasan junto a la pro- fesora para quitarse el abrigo y colgarlo en sus respecti- vas perchas. Algunos otros, como hace Michael, se entre- tienen alrededor de la profesora, sin que nadie les haga caso. Michael ha dejado ya de intentar llamar su aten- ci6n y se esta quitando el abrigo. «Adiés, Michael —dice su padre haciéndole un guifio—, Hasta hiego. Que tengas una buena mafiana.» Marx Mark va a otra guarderfa, También le acompafa su padre, que conoce la timidez del nifio. Pero la puerta del aula esta abierta de par en par y la profesora aguarda de pie en ella, Saluda a Mark con un carifioso apretén de ma- nos y un dulce movimiento de cabeza. «Buenos dias, Mark.» Observa que el nifio leva un libro para la clase e inmediatamente se interesa por él. Mark esta radiante de alegria y expectante. El padre de Mark observa que una madre espera detras de la profesora porque desea hablar con ella, Pero antes la profesora termina con su habitual costumbre de saludar a cada nifio que entra en el aula. Hace lo mismo al término dela jornada escolar. Todos los nifios tienen su apretén de manos y um comentario adecuado que de forma especial da sentido a la conclusién de las tareas escolares. ¢Una diferencia importante? Creo que si. ¢Una dife- rencia menor? Probablem: erfa muy duro decir que la profesora de Micha los nifios que se le confian. Sin embargo, no sélo ocurre que la profesora de TODO NIKO NECESITA QUE LE VEAN 39 jenen la completa ex- Mark ve a sus nifios, si periencia de ser vistos{S mas que sentirse reconocido. Para el nifio perimentar que es vis- to por el profesor. Significa que firma_su_existen- sa, quesesiangepersona tinica y un alumno unico. No to- las formas de vehtienen esa cualid Afortuflado es ef nino a quien se le ve de forma regular con un discernimiento pedagégico. El profesor de verdad $abe G6mo ver a los nifios: se per- cata dela timidez, de un determinado estado de dnimo, de un sentimiento o una expectativa. P: realmente de este modo, ani aum nifio con el que tengo alguna responsabilidad, le ve mi cuet, n la cualidad sensorial de mis gestos, Ta za, en determinado movi ja forma en que el nino inicia el dia y éste tiene Ta experiencia de ser visto. De final un espaci: ecificos. = SS Sere Sabe que cada jornada escolar compone un todo particular, tiene una trascendencia y un color es- pecificos para cada nifio. Ninguna se puede repetir. Dar- Te la mano al nifio dos veces al dia puede parecer un ri tual pesado, y otro profesor Jo podra sustituir por una sonrisa afable o un comentario, Pero, sea con un saludo verbal @.con un gpetsn de manos, el profesor que hace el estucl fe da alumno. iQué facil es, si no, dejar que paset dias sin estar jamas en contacto con deter- minados nifios! El nifto callado y «facil» puede quedarse sin ese contacto durante mucho tiempo. por supuesto. 40 EL TONO EN LA ENSENANZA. Adems, el mal comportamiento del nifio dificil o «pro- blematico» muchas veces guarda relacién con la necesi dad que ese nifio tiene de que se le preste atencién. Hay muchos jévenes, sobre todo en nuestros grandes centros de secundaria, que pasan de una clase a otra, de so @ otro, sin que los profesores ni siquiera les @veans, Son los nifios que ningtin profesor conoce realm& nifios de quienes los profesores no pueden hablar. Algu- nos profesores de grandes centros educativos son res- ponsables de cientos de i i In- cluso los que intentan interesarse por los alumnos y esti- mularl de descubrir cémo Un profesor asi es un sac patos son los profeso- res que entran de verdad en n anacasautBel alumno. Naturalmente, dar la bienvenida y despedirse debe ser algo mas que un mero ritual. El valor de esta costum- bre es que fija el tono de las relaciones y las situaciones interpersonales. Con el apretén de manos el profesor siente Ia forma de ser del nifio y a la vez le da forme y contenido. El buen profesor reconoce el apretén de ma- nos timido, el reticente, la mano Ilena de energia, al niio ausente, al seguro de sf mismo. Sabe cémo reaccionar con tacto a la mano que le tiende el alumno: qué decir, qué ignorar, qué observar. El momento del saludo fisico o verbal es el momento en que el profesor esta ahi para el nifio, y éste para el pro- TODO NINO NECESITA QUE LE VEAN 41 personal genuino, Cuando con las manos 0 con la sonti- sa respondemos al gesio del otro, creamos un espacio compartido. La sonrisa se experimenta como una invita- cién a la franqueza. Nuestras miradas se encuentran y, durante un instante, estamos ahi sélo el uno para el otro. Del mismo modo, en la despedida al final del dia se co- munica qué ha significado Ja jornada. Abre la oportuni- dad de un breve control y una breve reflexion sobre el dial que acaba de concluir. eet El profesor puede referirse a un momento significati vo del dfa con una sucinta mencién, PEPEEMEIS=HOy Shas ayudado mucho a Ken, Marfa». O: «Todos hemos disfrutado mucho con la historia que nos has contado, Jenny», O: «Me ha sorprendido cuanto trabajo has hecho hoy, Jason». O: «Adis, David, no olvides ensefiarnos los libros de los que has hablado». fesor. En todo verdadero encuentro hay un momento de relacién mutua en el que no se permite entrar al re: ‘n €l radica la posibilidad de un contacto inter- 6. LA IMPORTANCIA DEL RECONOCIMIENTO Tal vez no haya que extrafiarse de que muchas histo- rias que cuentan los alumnos tengan que ver con la apro- bacidn, con el hecho de sentirseobservado, de consice- rarse especial. Estimular y dar una respuesta positiva es uno de los gestos mas comunes que se espera del profe- sor en el aula. Significa que apreciamos, valoramos ¥ es- timamos a alguien por algo. Ademés, se supone que el clogio como forma de apoyo crea autoestima en los Pero, evidentemente, encomiar no esta exento dgfétiory Sfmportante que el profesor comprenda Tas conse- a énta e pudieran ser negati- ( ge del Recho Ge-elogiar al alumno. Bj elogio tiene que PSIPHINEAtivo ¥ no se debe hacerUE forma indiserimi nad@p e€ muy habitual y sin motivos suficien- tes, puede perder su trascendencia. Pero no hay duda de que muchos elumnos merecen que se les alabe por mu- Ghas razones. Y en algunos casos es posible que sélo un alumno 0 pooos de ellos destaquen por lo que han logra- do. Precisamente por esto los elogios plantean dilemas. at EL TONO EN LA ENSENANZA A Ios profesores les gustarfa mostrar su reconoci- miento a todos los alumnos, especialmente si se esfuer. zan, pero la costumbre de elogiar a todos de forma igual y en todos los casos es contraproducente. Y a veces el profesor querré aplaudir a un alumno determinado, sin darse cuenta siempre de que tal aplauso puede poner a ste en una situacién dificil. Asf describe una situacién de éstas una alumna de secundaria: El sefior Jackson exageraba su desilusi6n. No dejaba de repetir su sorpresa ante los fallos que la gente habia come- tido en el examen de Ciencias. «|Santo cielo! ¢Tan mal os expliqué todo esto? Sé que os funciona bien el cerebro. ¢Y td, Wendy...? ¢Ken...? ¢Qué ha pasado?» Era evidente que no esperaba que le contestaran. Y na- dic intenté hacerlo. La clase estaba completamente muda. Nadie se atrevia a hacer una gracia, La mayorfa de los alumnos habfa suspendido o habia estado cerca de sus pender, Slo dos o tres habian superado el 6. El sefior Jackson seguia con su enfado, mientras daba vueltas por el aula mostrando a las claras su indignacién, dejando os- tentosamente cada examen én la mesa de sui autor, como sino pudiera creer lo ocurrido, como si quisiera verificer cada caso. La mayorfa de los alummos parecian un tanto avergonzados, Temfa que legara mi turno, confundida ya como estaba. Parecia como si flotara en el aula una sense- cién de fatalidad. Procuré decirme interiormente que aquello no era el fin del mundo. La préxima vez lo haria mejor. Cuando por fin el profesor lleg6 a mi pupitre, se de- tuvo y de repente cambié el tono de voz Fue un cambio tan drastico qué estoy segura de que toda la clase se quedé aténita, Todas las miradas conver. gian en mi, Pero al profesor se le iluminé la cara y le of de- LA IMPORTANCIA DEL RECONOGIMIENTO 45 cir, con un aire de aprobacién: «Gracias a Dios que hay al- guien que ha comprendido las cosas, lo cual demuestra, que atin hay esperanza [...}» ‘Agité mi examen por encima de su cabeza, como si fue- ra una estiipida bandera, antes de dejarlo en mi mano con toda solemnidad. «Muy bien, Sarah. Ni un solo error. (Un examen perfecto!» i Apenas podfa mantener la compostura. Habfa espera- do lo peor y se me premiaba con lo mejor. No necesitqba ningtin espejo para saber que estaba roja como un tomate. El grupo, sorprendentemente, segufa callado. Nadie dijo ni una palabra mientras el profesor volvia a su sitio delan- te de la clase. : Segui con la cabeza baja, mirando el examen. No podia evitar del todo una leve sonrisa. Era alivio? ¢Vanidad? {Vergitenza? No me atrevia a mirar a mis amigos. No po- dia creer lo que vefa. @or qué me sentia tan idiota cuando se suponta que debja sentirme una chica lista? Parece la historia de una humillacion (de toda la clase) y de un elogio (de una alumna en particular). El profesor Gistingue a un alumno para mostrarle su reconocimien- to, pero el alumno se siente confundido. Lo que parece tun gesto positive por parte del profesor (elogiar a un alumno por su buen trabajo) puede tener un significado ambivalente. La pregunta pedagégica es: cactud adecua- damente el profesor? zOué es la experiencia del recono- -imiento? Ser conocido, Alguien que me reconoce sabe con ello de mi existencia, de mi propio ser. No es lo mismo que,ob- SSRaP Ce pasadas es personasreon las que uno se cruza 46 EL TONO EN LA ENSENANZA enla call sta densamente entreteji- do con el rsonal. Y Ja autoidenticad es el hecho de percatarse de la tensidn que existe entre el ser del yo y el proceso de Hegar a ser del yo, entre quiénes somos y quiénes y qué podemos llegar a ser. Y por esto el reconocimiento desempefia un papel tan importante en Ja ensefianza y el aprendizaje. El reconocimiento y el sentimiento que genera —n sentido positivo del yo— son fenémenos puiblicos. Se tra- ta de algo que se despliega en el espacio de las relaciones. El profesor pl@déEncomiar a un alummo en privado, pero el elogio se siente mucho més cuando se hace en puiblico, délant@a€ otros ePor quePLos o1 © son tigos del sentimiento de orgullo que nace del encomio. Pero un problema del reconocimiento es que puede lle- var a sentimientos de desigualdad. El reconocimiento pa- rece otorgar un valor y un estatus especiales a la persona, de modo que el alumno que acepta el elogio puede pensar que pretende mostrar su superioridad. Una postura asi, Por supuesto, se podria considerar fécilmente como n signo de vanidad del que uno deberia avergonzarse. Ruborizarse es una forma de demostrar Ia vergienza, Pero al mostrarse avergonzado el alumno mitiga la desi- gualdad y los efectos del elogio y el orgullo. Y asf vemos que, en la historia anterior, la alumna tiene unos senti- mientos muy dispares y confusos. Sarah parece sentirse especial, pero también avergonzada por creer tal cosa. Los nrafesores deben comprende: a REpitEhSslo! guir aclivamente lo que es adecuado de lo que resulta me- nos adecuado en la interaccién con los nifios y los jovenes, 7. LA DIMENSION PEDAGOGICA DE LA ENSENANZA Una profesora de Lengua explica un incidente ocurri- do en su clase con un alumno polémico: Daniel tiene un forma provocadora de vesttr, al eau callejero. Posce un perfil que sorprende por su majestuesi- dad: labios sensuales, la cabeza afeitada, unos gestos frios y elegantes, y una mirada orgullosa. Daniel destaca en tuefio institute. es ‘dprimer dia de clase y explico el programa de 7 Sala de Lectura, Daniel entra tistraido en nee se sittia te a mf y exclama: «Yo no leo», ee endad? ie replico=- Entonces la Sala deLect ra deberfa ser para ti una experiencia nada habitual.» A medida que los alumnos empiezan a leer, la clase se tran- quiliza. El silencio sustituye a las charlas y las discusiones noveno curso. ae ae Daniel no tiene ningun libro. Esté sentado en su sitio, repantigado en Ja silla y golpeando la mesa con el dedo indice, Examino detenidamente la estanteria yse- lecciono unas cuantas novelas. No espero ningtn milagro. Me acerco despacio a su pupitre, me inclino y timidamen- 48 EL TONO EN LA ENSERANZA tele suswrro: «Oye, Daniel, por qué no eliges el libro que te parezca menos desagradable... y a ver si lees unas cuantas paginas antes de que acabe la clase?» Levanta sus ojos altivos y con un movimiento de la ca- beza me perdona mi intromisién, y suspira: «Ya veré», Pero yo le dejo sobre la mesa los libros que habia esco- gido con todo cuidado. Daniel sigue casi tumbado en la si- la. Separa los libros con la mano, con una aparente ind:- ferencia, Yo me vuelvo. Unos minutos después, por el rabillo del ojo, veo que Daniel ha escogido The Freak, de Carol Matas. «Si, le he enganchado.» Ahora debe ser el libro el que lz atraiga. Tengo esperanza. Es posible que Daniel se com vierta en un lector, Qué ocurre aqui? Una profesora ve a un alumno que deliberadamente acttéia para que se le reconozca como diferente, El alumno pone a prueba la autoridad de la profesora. Sin embargo, ésta se niega a recurrir a su poder. La explicacién que hace del incidente es sua- ve y con sentido del humor, pero a la vez también res- petuosa, Respeta el personaje que el alumno est4 crean- do; comprende que Daniel desea que se le reconozca. Y con este reconocimiento es como ella «aplicay el tacto. Parece que la profesora sabe exactamente hasta donde acercarse al alumno y cémo mantener la debida dis- tancia. Pero ¢cémo sabe esta profesora lo que tie! LA DIMENSION PEDAGOGIGA DE LA ENSERANZA 49 posible que la profesora practique y cultive la solicitud y el tacto. La solicitud y el tacto pedagégicos son dos conceptos que guardan una estrecha relacién. Alguien que habi- tualmente sea solicito es mas probable que demuestre ser una persona con tacto en una determinada situacién que alguien qu 7 relativamente desconsidera- do, Parece que edagégica es una capacidad reflexiva, que nace WI reflexién detenida sobre las ex- periencine paadae-Y shame le inmmediarec ae tan fas. Y ahora, en Ja inmediatez de tener jomento, el énfasis se pone en «sen- tir» qué es lo importante en esta situacién concreta. La solicitud y el tacto pedag enden de la capaci- dad cultivada de percibir yy los jovenes. Pero el tacto en la ensefianza no es una simple destreza_ Al con- i ia definir como unafepreparacion para la improvisacién»\\Con todo, no existen garantias, y la pros, lo sabe: Daniel y yo hemos establecido una buena relaci6n entre profesor y alumno. Es algo en cierto modo notable, porque el muchacho no se entendia con sus profesores de Ciencias y Matematicas por su «comportamiento dificil». Por eso, Daniel esta frecuentemente en la biblioteca haciendo los deberes de estas dos asignaturas, y oye Io que le digo a Pam, nuestra bibliotecaria, de modo que solemos incluirle en nuestras conversaciones. A veces hasta comenta lo que va bien y lo que va mal en mis clases de Lengua. Daniel aprende las cosas deprisa y bien, y no duda en insultar a aquellos compaiteros suyos que son mis lentos. De vez en cuando, en clase, suelta algtin comentario: «Yo no necesito hacer estos ejercicios. Ya sé que otros de la cla- se necesitan practicarlos». En estos casos puede llegar in- SO EL TONO EN LA ENSERANZA cluso a dejar caer con un gesto dramatico su altanera y bien cincelada cabeza sobre la mesa y dar la impresién de que est echando un suefecito. Luego hablo con él y Is digo que las personas tienen que ser consideradas, EI chico sabe que espero que haga todas las tareas y que aporte sus ideas en los debates del aula, y normalmen- te se toma en serio este trabajo. Precisamente la semana pasada me dijo antes de clase: «¢Sabe? Tuve problemas con dos de las preguntas». «No te preocupes, Daniel —le contesté—, ya lo habla- remos en clase.» Cuando empecé la clase de interpretaciéa literaria, les dije a esos alumnos de noveno: «Ya sé qu: muchas de estas preguntas son complicadas. Daniel decta hace un rato que habfa encontrado dificiles dos preguntas en particular. ¢A cudntos os ha pasado lo mismo?», Inicié el debate con entusiasmo. Al cabo de diez minutos, Daniel habia empezado a in- terrumpir y a crear un atmésfera de agitaci6n, de risas y rechiflas, burlandose de otro alumno gue se estaba sonro- jando. Esa pasién mia por lo que estaba ensefiando se des- vanecié enseguida. Detuve la clase. El ambiente estaba tenso. Miré a Da- niel y con voz decidida le dije: «{Para! No sé lo que estés haciendo, pero no me gusta. Te estas riendo de alguien» ‘Segui con la clase sin ganas. Me sent{a decepcionad, incluso traicionada. Cuando los alumnos salieron del aul Ie dije a Daniel: «No ha sido una buena clase». Elrespondié con acritud: «Pues no; ya lo sé». No fue hasta al cabo de varios dias cuando me di cuer- ta de lo que yo habia hecho. Parece banal decir que una palabra inadecuada o una observaci6n desconsiderada pueden causar que sin que- rer se malogre la calidad de la relacién que el profesor Picco to podemos hacer? ;Cémo podemos desarro- LA DIMENSION PEDAGOGICA DE LA ENSERANZA SL tiene con sus diversos alumnos y grupos. A su vez, este cambio en el clima relacional puede alterar profunda- mente la sensacién de seguridad y confianza que el pro- fesor tiene en su capacidad pedagégica y sus conoci- mientos sobre la asignatura. ‘Toda persona adulta que sea responsable de un nifio necesita desarrollar la solicitud y el tacto. Pero el tacto es ‘tifa competencia de la que se habla poco eri los libros so- bre educacién. ¢Por qué? La solicitud no se puede des- cribir de forma directa fla, pero el tact peda co se puede describir indirectamente, mediante ejemplos Yanécdotas, Esto es lo que he intentado hacer. Lo he des- Tito como una particular sensibilidad y sintonia con las situaciones, llary practicar la solicitud bemos comprender que el 6s y somos vistos. En una mi- rada, se refleja o se expresa el alma. Y de este modo nos encontramos con el alma del otro en una mirada de amor, de odio, de confianza o de miedo, en una mirada fria o cdlida, de admiraci6n o desprecio, severa o indul- gente, afectuosa o indiferente, en una mirada de espe- ranza o desesperacién, en una mirada sincera o falsa. 52 EL TONO EN LA ENSERANZA para conocer de verdad el alma del otro, debemos per- feccionar nuestra habilidad par; i y saber cémo interpretar una mirada. En nuestra relacién con los nifios, tenemos que comprender la cosas pequefias. Las grandes cosas siempre estan en las pe- saat Teteaos que saber que un guino significavo puede producir a veces mayor efecto que un exceso de palabras. E] profesor perceptivo sabe cuando debe callar, cuando conviene un pequerio gesto, cuando ignorar algo con una sonrisa comprensiva. E] silencio habla. A veces, Jos mejores momentos con un nifio son los que se pasan en la agradable compaiifa del silencio. Y luego esté la mirada de la pasion por el conoci- miento. No es fanatismo ni un falso entusiasmo, sino una mirada que revela cémo la forma personal de pensar, sentir y actuar del profesor destila conocimiento. E] ejem- plo de una mirada es importante para ilustrar que el co- nocimiento formal no puede describir adecuadamente y por completo los métodos o las técnicas de la ensefianza. Un alumno explica un incidente ocurrido en el aula: Era a principios de septiembre. Acababa de empezar el primer trimestre. Cuando el profesor dle Ciencias entré en clase, un claro rayo de sol que se reflejaba en una ventana se desplegaba en la pared de delante de la clase. El profe- sor se dio cuenta enseguida. Entré despacio en el aula, mi- rando e] rayo de sol. Se quedé de pie, cruzé los brazos v contemplé el fenémeno con una sonrisa de admiracion. La parte superior del reflejo del sol dibujaba perfectamen- LA DIMENSION PEDAGOGICA DE LA ENSENANZA 53 te un gran triéngulo, como un enorme dedo que apuntara hacia algo. El profesor empez6 la clase con una reflexi6n de la luz y los prismas. Al cabo de unos pocos minutos, el rayo desaparecié de repente, como si alguien hubiera apagado la luz. El profe- sor dijo que la préxima vez que viéramos el rayo de sol, en primavera, el curso estarfa ya en su fase final y nosotros repasariamos para el examen lo que hubiésemos aprendi- do durante el curso. «En esta clase nos guiamos por el tiempo césmico», anuncié en voz baja. Una sonrisa le jugueteaba en la co- misura de los labios y el rabillo de los ojos. Yo estaba pa ralizado. Algunos nifios se refan de manera cémplice. Yo no entendfa muy bien qué queria decir, pero parecia algo inquietante, como casi todo lo que decia y hacfa en clase. El curso avanz6 muy deprisa, Las Ciencias se convir- tieron en mi asignatura favorita. Casi todos mis compaiie- ros disfrutaban con las clases y las tareas del curso. : Un dia, al entrar en clase, nos recibi6 un rayo de sol in-" crefblemente luminoso, que bajaba como por arte de ma! gia de las pantallas de cristal de las lémparas del techo. Fue todo un impacto. Descendfa con un brillo cegador hasta el mismo sitio exacto de la pared. Me recordaba a un inmenso signo de admiracién, un signo secreto. Como si nos Hevara algun mensaje misterioso. Cuando el profesor entré en el aula, observé con una mirada enigmitica el reflejo del sol en la pizarra. No pudi- mos evitar reirnos con él. Era como si estuviéramos con- fabulados con nuestro profesor sobre el aspecto magico de esa luz. Luego él asintio despacio con la cabeza; se dirigié a su mesa y, sin decir palabra, empez6 a repartir los apun- tes para el repaso. Yo me senti un tanto triste, como cuando estas a punto de terminar un libro. 54 EL TONO EN LA ENSERANZA Aqui, la mirada «enigmatica» del profesor revela el enfoque que da a lamateri rans ery encia tal como lo entiende el profesor. E] alumno se reconoce en el profesor y en los contenidos de la ciencia. La mirada puede expresar la capacidad del espiritu para una relacién pedagégica. Para cultivar la solicitud y el tacto pedagégicos, uno debe saber ver esta mirada y actuar guiéndose por la interpretacién que de ella haga. En otras palabras, la solicitud y el tacto pedagogi yn una i a ‘Fiten algun taller de estudio, El conocimiento vivo de la ensefianza no es ninguna materia.sesuda que exija un ‘ida pedagogia que queramos estimular a un nifio indife- rente que necesita que se le motive. Quiz4 digamos las palabras «correctas», pero nuestra mirada desvela nues- tros auténticos sentimientos. A través de la mirada nos ituamente. Un conocimiento se puede manipular del mis- jodelar las palabras para que mo modo que se pu se ajusten a nuestros fines. La interpretacién que hacemos de una mirada tiene una consecuencia practica. Por un lado, podemos apren- der a afinar nuestra agudeza «visual». Por otro, nos de- | bemos dar cuenta de que no podemgs ocultar facilmen- - te nuestra propia mirada (sipes que la podemos ocultar | de algiin modo). Minuto tras minuto, alumnos y profe- | sores leen permanentemente en la cara del otro qué tie- | LA DIMENSION PEDAGOGICA DE LA ENSERANZA, 55 ne de inguietante, aburrido, interesante o perturbador. Los nifios comprueban autométicamente lo que deci- mos con la boca con lo que decimos con los ojos. Si una y otros se contradicen, es muy probable que los nifios opten por creer a los ojos, no a la boca. Naturalmente, la boca, y no sélo las palabras, revela la naturaleza de la mo se siente realmente y no imitarnos a escucharle. Imaginemos que acabamos de Observar una clase bu- lliciosa y desordenada. Es el clasico ejemplo de un pro- fesor que empieza y que no sabe aplicar la «disciplina» en el aula, que se enfrenta inerme a unos alumnos pro- vocadores y de mirada desafiante. Ahora observemas a otro profesor. Una mirada de amonestacién como res- puesta a algtin comentario fuera de tono de un alumne. basta para que ese profesor consiga que el mismo grupo se ponga a trabajar. ¢Cémo puede ser un profesor tah ineficaz y que otro no tenga mas que mirar a la clase para imponer su autoridad? ¢Se podria escribir algtin li- bro de «autoayuda» al respecto? No es probable. Consi- derar la mirada como una simple técnica docente es tra~ tar el conocimiento de la mirada como un conjunto de reglas rigidas. E] profesor eficiente puede serlo con una mirada porque él es la mirada. La mirada ya es la forma que el profesor tiene de vivir y comprender la situacién del aula. Es del todo posible, por supuesto, que la mirada de un profesor «eficiente» lo sea sdlo porque consigue silen- ciar a los alumnos al tener éstos miedo o sentirse ame- nazados o reprimidos. Una autoridad de este tipo no es 56 EL TONO EN LA ENSERANZA una auténtica autoridad pedagégica. Esta forma de dis- ciplina no constituye una verdadera disciplina pedagé- gica. Por Jo tanto, debemos ser conscientes de cémo nos conocen como profesores nuestros alumnos, tal como nos percil —— 8. LAIMPORTANCIA PEDAGOGICA DE LA DISCIPLINA Para cultivar la solicitud y el tacto pedag6gicos, de- bemos reflexionar sobre la importancia de la «discipli- nav. La disciplina no es sélo la medida del orden en el aula. La disciplina es Ja medida de nuestro propio senti- se orienta ésta y qué postura adopta en la vida, Las raices de la palabra «disciplina» se refieren a «seguir, aprender y ensefiar». Un discipulo es alguien que sigue a un gran maestro o un gran ejemplo. La palabra latina docere («dar lecciones», «ensefiar») también esta relacionada con la disciplina, Una persona disciplinada esta dispuesta a aprender y aque se le oriente hacia el «orden», De manera que el profesor necesita la misma disciplina que necesita el alumno. Sin disciplina, sin una disposicién para apren- der, no tiene sentido la idea ni la existencia de la escue- Ja. Crear disciplina en los alumnos, 0 en uno mismo, es crear las condiciones para el auténtico aprendizaje Por eso se dice a menudo que la verdadera disciplina 58 EL TONO EN LA ENSERANZA en el aula no se puede separar de lo que se ensefia y se aprende. El significado mas profundo de «disciplina» poco tie~ ne que ver con la aplicacién del castigo ni con el gobier- no autoritario. En The Star Thrower, el difunto Loren Eiseley, pro- fesor de Antropologia y de Historia de la Ciencia, cuen- ta una experiencia sobre la diferencia que impone la dis- ciplina, Eiseley esta paseando por la playa. Hay gente que recoge conchas y estrellas de mar que se han queda- do en la arena al bajar la marea. Al pasar junto a los cu- bos de los recogedores de conchas y de estrellas de mar, Eiseley observa una silueta solitaria a lo lejos. Un hom- bre est mirando fijamente algo que hay en la arena. Al final, se agacha y lanza un objeto més alld de donde rom- pen las olas Cuando Eiseley se acerca, ve que el hombre se agacha de nuevo. En un pequefio hoyo de arena y agua, una es- trella de mar se ha erguido sobre sus brazos para mante- ner el cuerpo alejado de ese barro abrasador. Con un mo- vimiento a la vez rapido y delicado, el hombre recoge la estrella y la arroja con fuerza mar adentro. «Es posible que viva», le dice a Eiseley. Este se siente un poco aver- gonzado, Observa que nadie se ha aventurado a aden- trarse tanto en Ja playa . «¢Es usted recogedor?» El hom- bre, mientras se ocupa de la vida amenazada que se mueve por Ia orilla, dice en voz baja: «Sdlo asi. ¥ sélo para ganarme la vida». Lo que Eiseley sefiala con esta historia es que la esen- de la disciplina de la ciencia no es simplemente reco- ger y clasificar la naturaleza para el uso prosaico de los LA IMPORTANCIA PEDAGOGICA DE LA DISCIPLINA 59 humanos. El verdadero disciplinado es el lanzador», El que salva y restaura. El que se esfuerza por comprender la naturaleza de Ja naturaleza, por ella misma y para el uso de la vida. Bl lanzador de estrellas que describe tiene una pasién: la pasién de un conocimiento que es disci- plinado, que requiere obediencia y responsabilidad. Aqui paz de escuchar alo que ha «gbedienciagSignifica ser capa s 2 bla ‘se dice. Y para saber ofr a las «estrellas», uno debe amar la naturaleza. Hasta aqui he intentado mostrar que, para cultivar la solicitud y el tacto pedagégicos, uno debe entender la na- turaleza del conocimiento y el lenguaje pedagégicos. Muchos profesores comprenden de forma intuitiva que las actividades diarias de la ensefanza y cl aprendiza- je estan condicionadas por factores como la atmésfera de la clase y la escuela, Ja calidad de las relaciones entre alumnos y profesores, y las dimensiones complejas y su- tiles de la temporalidad y el espacio vivido de los pasillos, las aulas, los despachos y los patios de la escuela. Este conocimiento no es s6lo cognitivo en el sentido habitual. Es «patico» (como en empatico). Mas que pensarse 0 ra- zonarse, es un conocimiento que se sien El conocimiento de profesor es patico en la medida en que ensefiar depende de la presencia personal del profe- sor, de su percepcién’relacional, de su tacto para saber qué decir y hacer en situaciones imprevistas, y de su ruti- na y sus costumbres solicitas. Las teorfas sobre la ense- hanza, que se ocupan sobre todo de las formas externas de conocimiento, ara Ja actuacién inmediata. Es mucho mis facil describir los aspectos cognitivas que los paticos del mundo, Las dimensiones cognitivas son 60 EL TONO EN LA ENSERANZA las caracterfsticas intelectuales, conceptuales y raciona- les de algo. Por ejemplo, podemos describir un espacio arquitecténico 0 fisico, como una escuela o una iglesia, desde el punto de vista de sus propiedades y medidas cul- turales, funcionales y dimensionales, Pero estos espacios también tienen sus aspectos ambientales, sensuales y sentidos. Ademés, estas cualidades paticas no son fijas, sino que estén sometidas a cambios, como los tonos del paisaje. En este sentido, podemos hablar de la sensibili- dad patica de una escuela, un aula 0 cualquier entorno de aprendizaje. Si deseamos estudiar y mejorar las dimensiones pati- cas de la ensefianza y de la vida educativa necesitamos un lenguaje que pueda expresar y comunicar esas inter- pretaciones. Este lenguaje debe permanecer orientado hacia la sensibilidad experiencial 0 vivida de la vida coti- diana. Por ejemplo, las historias concretas que expongan determinados momentos de la ensefianza pueden servir para reflexionar pedagégicamente sobre las acciones, las. situaciones y las relaciones de la docencia. La considera- cién practica para el profesor es que debe creer que exis- te una forma pedagégica de estar con los niftos, que fija la relaci6n entre profesor y alumno al margen de cual- quier otra conexién entre adulto y nifio. Y el profesor que asdisciplinado siempre estara dispuesto a p = no quiere decir que lo ms import: i fl 6 Si el amante se guia por el amor, si el amigo se guia por Ja amistad, el profe- LA IMPORTANCIA PEDAGOGICA DE LA DISCIPLINA 6 to, sdlo en la vida real se puede discernir el significad concreto de la pedagogta. En cierto modo, la interpreta cién que el amante hace del amor se comprueba cons tantemente en la vida real. Lo mismo ocurre con los pro fesores. E] problema es que uno normalmente no conoce de antemano esa comprobacién o esa prueba, Las prue bas que son previsibles dejan de ser pruebas, Los padres primerizos y los profesores que empiezar suelen pensar y actuar como lo haria un aficionado, Cuan. do se enfrentan a un momento importante, lo normal es que primero piensen: «¢Qué dicen los libros?». ¥ cuande pasan a la accién, muchas veces el momento importante ya se ha esfurnado, El profesional, por el contrario,“pri- jona. Puede actuar primero porgu m ara Ja atencién la solicitud. O, dicho de otra forma, los educadores sa- ben actuar pedagégicamente en momentos importantes porque ya les anima el espfritu de la pedagogia que se for- no Eine aMETOTeSTENESNES, a mujer que descubre su embarazo es otra mujer. No sdlo cambia su titero, sino también todo su cuerpo, su propio ser. Antes es posible que sintiera poco interés por los nifios, pero ahora no ve més que nifios a su alre- dedor, Algunas mujeres dicen que, para su sorpresa, sien- ten por primera vez la necesidad de coger en brazos a un nifio o de ayudar a alguno que lo necesite. En cierto modo, la futura madre se esta ejercitando, ejercita su cuerpo y éste la ejercita para la maternidad. 62 EL TONO EN LA ENSERANZA Lo mismo ocurre con los profesores. Los buenos pro- fesores ejercitan su cuerpo para la ensefianza. El profe- sor que lee un libro significative sobre nifios suele leer con ojos de profesor. De esta forma, los profesores ad- quieren unos conocimientos reflexivos de pedagogia, que les permiten actuar con tacto en los momentos impor- tantes. 9. ¢COMO EXPERIMENTAN LOS NINOS NUESTRA PRESENCIA? Es asombrosa la capacidad que tienen los jévenes de percibir las incoherencias entre lo que decimos o hace- mos y lo que somos. Del mismo mado que a un amante no le pueden engafiar durante mucho tiempo las simula- ciones de su pareja, el profesor no puede engafiar al nifio con un entusiasmo fingido ni una falsa experiencia. El profesor que no sabe de qué esta hablando (sea o no consciente de ello) pronto queda en evidencia como al- guien al que no hay que tomar muy en serio. «El profesor Fulano de tal no es un profesor de verdad», dicen los pe- queiios. El profesor joven ¢ inseguro que intenta desesperada- mente aparentar seguridad en sf mismo muy pronto des- vela su verdadera forma de ser o de sentirse. Los nifios lo notan enseguida en un gesto extrafio, una pose falsa, con una mirada a sus ojos. Gran parte de lo que ocurre entre profesores y alumnos se emite a través de los gestos, la cara y los ojos. Un profesor seguro es el que demuestra confianza con su presencia. Veamos qué significa para un nifio o un adulto estar presente como profesor. Se dice a 64 EL TONO EN LA ENSERANZA veces que a las personas se las conoce por sus hechos. Se- gin mi experiencia, es mds facil observar y describir lo que hacemos que lo que somos. ben fijarse una serie de objetivos cu- sentido més profundo no saben Silos profesores rriculares pero en adénde van; silos profesores Comentan poemas pero son incapaces de poetizar la vida; i los profesores hablan de responsabilidad pero no viven ina vida responsable; los profesores constantemente dan unas calificaciones ro no consiguen hacer de la perfeccidn el criteria de su opio esfuerzo; i los profesores ponen todo su empefio en que sus alum- nos les quieran pero luego olvidan qué cs realmente la en- sefianza; silos profesores saben muchos chistes para divertir a sus alummos pero carecen del auténtico sentido de la alegria de existir; si los profesores demuestran un perfecto dominio del len- guaje pero en sus clases no hay mas que charlas vacias; silos profesores individualizan de forma eficaz el curricu- lo pero no saben conocer de verdad a los nifios;» si los profesores dan prueba de que conocen el mundo pero no asumen con él responsabilidad alguna; {COMO EXFERIMENTAN LOS NINOS NUESTRA PRESENCIA? 65 si los profesores son capaces de nombrar objetivos educa- tivos importantes pero no saben vivir un profundo sentido de esperanza sobre cada uno de los nifios; si los profesores integran su asignatura con otras pero ca- recen de una visién de conjunto; si los profesores hacen muchas preguntas a los alumnos pero no saben bien cémo abordar las que se les plantean; si los profesores acttian con autoridad, pero desconocen qué es lo que les confiere una autoridad pedagégica; si los profesores (y se podria seguir casi hasta el infinito} entonces la conducta observable del profesor, lo que ¢s- tos profesores hacen abiertamente, es una contradiccién profunda en su forma de existir en el mundo 0, desde luego, en la escuela, en el aula, con esos jévenes. O tal vez habria que decir que cuando los profesores no saben ser lo que de forma tan ostensible hacer, entonces se en- cuentran realmente ausentes y en modo alguno estén presentes para esos alumnos. Podemos estar fisicamente presentes para los nifios al tiempo que algo esencial se encuentra ausente de nuestra presencia. Asimismo, podemos estar ausentes de los ni- ios y, al mismo tiempo, en otro sentido, ellos siguen pre- senies en nuestra vida fuera de Ja escuela y nosotros se- guimos presentes en ellos. Asf le ocurre al nifio que hace los deberes y siente que el profesor le observa por encima del hombro. O al fifefesor preocupado por algo ocurrido durante el dia y que no puede dejar de pensar en un de- terminado nino. 66 EL TONO EN LA ENSESANZA Nos guste 0 no, los mayores no pueden evitar ser un itivo o negativo, para los nifios. Estos expe- los adultos como ejemplos cuando pregun- tan: «¢Por qué siempre me dice que haga esto y usted nunca lo hace?», O: «gPor qué se preocupa tanto de mis notas pero nunca le interesa lo que hago?». O: «¢Por qué tenemos dinero para un coche nuevo y no para los bi- Hetes de avién para ir a visitar a la abuela?». Cuando el o.pasa de. ser un simple ¢ od ss yrlorque predica a Tos nifios, ento abumerufia importancia pedagégica en la ‘SisehaF unas estrezas o una informacién, un héroe su- perficial de la televisin, un deportista famoso ni un pa- dre con él que uno se divierte, Esa persona se ha conver- tido en pedagogo, un auténtico ofesor o bfrecer al joven una idea sobre qué clase de vida merece la pena vivir y qué tipo de adurez merece los esfuerzos que suponga alcanzarla. En efecto, este proceso de imitacion (la mimesis) es el sentido del aprendizaje. En el inglés antiguo, el verbo aprender (learn) significaba «ensenary o «dejar apren- der», ademas de «aprender». As{ que seria correcto decir que alguien podfa «aprender» a alguien a aprender algo. En holandés, «aprender» (Jere) se sigue usando indis- tintamente para referirse a la ensefianza o al aprendi- zaje. El «profesor» es leraar; el «alumno», leerling. Etimo- logicamente, el verbo inglés learn (aprender) si «seguir el tes». En este sentido, el profesor o el padr: ==> que es capaz {COMO EXPERIMENTAN LOS NINOS NUESTRA PRESENCIA? 6) de «dejar aprender» debe ser’ el nifio al que se le «deja apres No Jo podemos ser todo para todos Jos nifios. De ma- nera que cuando me llamo profesor de Matemiticas, 0 profesor de Literatura, de Historia o de Ciencias, procla- mo que dispongo de una diversidad profesional de po- sibilidades y responsabilidades pedagégicas. Pero equé significa ensefiar historia o literatura a los nifios? Ser profesor de Historia o Literatura puede significar que sé contar muchas historias, o hablar sin parar de poesia o de la obra de los grandes poetas. Evidentemente, conocer una determinada asignatura significa que sé algo en ese dominio del conocimiento humano. Pero saber algo no significa saberlo todo sobre al; ber qué representa ese algo en la que nos habla, en como se relaciona con nosotros y como nosotros lo hacemos con ello. Conocer una asignatura no sélo significa saberla bien y saber las cuestiones fundamentales que plantea. Tam- bién significa llevar estos conocimientos de forma que demuestre que se quieren y se respetan por lo que son y por cémo dejan que se pueda llegar a saberlos. Aprende- mos Jas asignaturas que componen el curriculo escolar. ‘También es verdad que las asignaturas nos dejan apren- der algo sobre ellas. Es en este proceso de dejarnos aprender cuando la materia de la asignatura cobra autén- tica entidad: se convierte en una asignatura que hace po- sibles las relaciones. Nuestra receptividad, nuestro «es- cuchar» la asignatura, constituye la propia esencia de la relacién entre el alumno y los contenidos de aquélla. Esta receptividad atenta ante las cosas muchas veces es un acto interpretativo del significado. Y una vez que Hor atin qui ° 68 EL TONO EN LA ENSENANZA aceptamos que todo acto de interpretacién es un acto re- lacional de atencién y solicitud, admitimos una conclu- sién sorprendente: que debemos ser responsables tanto te lo que ssbemos SEES ae ae El agua (H,0) es sus P: ropiedades quimi fades quimicas y fisicas, evidentemente. Pero también es Ja lluvia refrescante (0 incémoda) que cae sobre nuestro cuerpo, el habitat de Ios peces, algo necesario para el cultivo de nuestros ali- mentos, un elemento del que obtener beneficios, un mo- tivo de guerras, una cascada de belleza, la confirmacién de la gracia religiosa. Algunas personas piensan que no importa que los profesores sepan mucho sobre las materias que ensefian. La buena ensefianza esta determinada por el cémo (el método 0 el estilo docentes) mas que por el que (los con- tenidos), 0 eso es lo que se dice. La realidad es que vernos a profesores de Educacién Fisica dando clase de Lengua y a profe que ensefian Ciencias. Y, sin @ egable en el refran que dice qu profesor de Matematicas no es alguien que ensefia mate- maticas. E] auténtico profesor de Matematicas es una persona que encarna las matematicas, que las vive, que en muchos sentidos es las mateméticas. Muchas veces se puede decir si un profesor es «auténtico» 0 «falso» por el estilo que le da a su ensefianza. As‘ es, el profesor falso es incapaz de dar un estilo si antes no encarna lo que dice o hace. Cuando alguien dice: «iste no es mi estilo», lo que significa es: «Yo no soy asi. Este no soy yo. El estilo que le dames a los contenidos de una asigne- tura refleja nuestra forma de entenderla, Podemos po- {COMO EXPERIMENTAN LOS NINOS NUESTRA PRESENCIA? 69. seer una determinada cantidad de informacién sobre li- teratura, matemidticas 0 ciencias, pero sélo los conoci- mientos que encarnamos de verdad forman parte de nuestro ser. Lo normal es que al «auténtico» profesor de Literatura no sdlo le guste leer, escribir y Hevar la poe- sia bajo el brazo mientras se toma el café de media ma- ana; el eauténtico» profesor de Literatura no puede evi- tar poetizar el mundo, es decir, pensar en la experiencia humana a través del poder encantador de las palabras. Hay mucho que aprender de lo que los alumnos di- cen sobre los buenos profesores que han tenido. O cuan- do se les oye hablar de los profesores de quienes mas aprendieron, aquellos que ellos mismos querrian ser. Em- pezaran a surgir determinados temas, unas cuestiones ocultas detras de historias y anéedotas que conducen cilmente a generalizaciones sobre esos profesores, en las que se destaca su sentido de la equidad, la paciencia, la, atencion, la capacidad de comunicacién, de mantener la buena disciplina, el sentido del humor, el interés por Jos alumnos, el hecho de que les conocfan, que sabfan qué se debia ensefiar. Pero es dificil describir con palabras las cuestiones que se esconden detras de estas generalizaciones. En un nivel mas profundo atin, la competencia de! profesor tie- ne que ver mas todavia con la solicitud pedagégica, con tener la sensibilidad para discernir qué es lo mejor para cada nifio, comprender la vida de cada uno de ellos y sus mAs recénditas preocupaciones. También inclaye saber cudles son los aspectos de los curriculos de Matematicas, Lengua, Sociales, Arte o Ciencias que se relacionan con Ja propia vida. 70 EL TONO EN LA ENSERANZA Cuando los nifios cuentan que deseaban que el profe- ‘or les creyera y confiara en ellos, tambign se refieren a ‘ste sentido més profundo de la confianza y la fe sin el cual 1 profesor deja de ser un educacor. Cuando los alumnos licen que a los profesores les debe gustar lo que ensefian y ener sentido del humor, pero que eno siempre tienen que ntentar ser divertidos ni contar chistes malos», apuntan a > que realmente significa ser lo que uno dice o hace como rofesor: tener sentido de la alegria y un profundo compro- aiso con la vida, con el mundo y con la materia que des- ierta el interés del profesor y el alumno por el mundo. uando los alumnos dicen que el profesor debe saber «co- ectar con los alumnos», piden profesores que estén pr ites para ellos como personas y que les traten como per- mas. Cuando dicen que los profesores deberian «saber 26 necesitan los alumnoss, «ayudarles con los deberes», star disponibles» y no «poner trabajo y largarse», que los vofesores deben «tener paciencia» y no «desentenderse 2 los nifios», apuntan una vez més a la esencia de la com- stencia pedagégica: el profesor que deja por imposible a 1 nifio, que no alberga ya esperanza alguna sobre ese fo, inmediatamente retrocede en su condicion de profe- x, Cuando los alumnos dicen que «los buenos profesores ben hacer que te gusten las matematicas, las ciencias.o literatura, aunque siempre las hayas odiado», se refie~ na otro aspecto esencial de la ensefianza: el buen pro- sor no se limita a enseflar matemiaticas o literatura; el sen profesor encarna las matemiticas o la literatura. »s buenos profesores son lo que ensefian. 2‘ eesaseneasceneecerearearmeieaceteet . 10. EL PODER DE LA ATMOSFERA E] padre esta trabajando con el ordenador. Esta un poco preocupado e inquieto por el trabajo y por los plazos. Mark esta jugueteando en un rincén del estudio y se golpea la cabeza. Es evidente que no se ha hecho daiio. Sin em- bargo, acude llorando a su padre. El papa de Mark es una persona carifiosa, de modo que casi de forma automatica echa hacia airs la silla y sienta a Mark en las rodillas. «Po- brecito, que se ha dado en la cabeza. Deja que te dé un abrazo. ¢Ya te sientes mejor?» Pero se trata de unos minu- tos prestados. El padre no puede evitar sentir que se le mo- lesta y se desconcentra. Se le nota en la voz y en los gestos. Asi que Mark recibe dos mensajes. Uno dice: «Ven que te cuide». El otro: «Por favor, déjame solo. Tengo mu- cho trabajo». Luego se acaba el interludio. «Por qué no vas a mama y le ensefias donde te has hecho dafio?» Mark obedece y experimenta una atmésfera de ambivalencia. Un suceso trivial y cotidiano. La vida esta Ilena de con- tradicciones. ¢Por qué nos {bamos a sorprender al descu- brir que los nifios tienen experiencia de la incertidumbre y de la inseguridad? nR EL TONO EN LA ENSENANZA Es evidente que.no se puede actuar siempre y siste- méticamente de forma petal con los nines, y no tiene sentido atormentarse con algtin sentimiento de cul- pa. Hay dias en que nos podemos sentir deprimidos, 0 simplemente no estamos de humor, y lo tiltimo que nos apetece es enfrentarnos a un grupo de alumnos. O sen- cillamente tenemos dias malos y no podemos evitar co- meter errores 0 abandonar nuestras responsabilidades pedagégicas. Otras veces pensamos que hacemos lo me- jor, y para nuestra desilusién descubrimos que, - vocamos, que estabamos en un error, que nos quedamos cartos 0 que actuamos con ignorancia. Es evidente que no podemos evitar cometer errores y equivocarnos con los nifios a los que damos clase. La ensefianza no es un hos vamos a patinar o a na- dar?», Pero la voz delata poco entusiasmo y los gestos no tienen fuerza alguna. De manera que los nifios reaccio- nan con escasa ilusién, quizas hasta con indiferencia. Lo que deberia transmitir alegria y est{mulo suena fatigoso. Los hijos han recibido mensajes ambivalentes. En cada casa, cada aula, cada escuela, hay una deter- minada atmésfera. La cuesti6n no es si debe haber un clima omnipresente en la escuela, sino qué tipo de atmés- ea a acosiaed Seti Ne cal emer nee creae Tot ja pena crear. La “Guu feiad- GOTO TRHGA Ive palabra >, como indica la misma palabra, es una esfe- ra vaporosa que lo envuelve todo. La atmésfera de una iglesia tendré una cualidad trascendente. Un cabaret des- tilara sensualidad y erotismo. Los grandes espacios ar- EL PODER DE LA ATMOSFERA 73 quitecténicos inducen al sobrecogimiento. Hasta Jas ciu- dades en su conjunto poseen un determinado humor om- nipresente, que notan de forma especial quienes viajan a elas. En casa y en el trabajo existe una «atmésfera>. Hasta Jos pequefios objetos contribuyen a crear unos senti- mientos y un estado de animo especiales. Este sillén era el del abuelo, y bajo esta lampara hacia sus labores la abuela. La lmpara y el sillén contienen la calidez y el amor de los padres por sus hijos y por los nietos, El esta do de 4nimo o la atmésfera son una parte muy impor- tante de nuestra existencia. A través de ellos conocemos el caracter del mundo que nos rodea. La atmésfera o el estado de animo son una forma de conocer el mundo. de estar en él. También las escuelas tienen su atmédsfera. Los padres sienten parte de ese clima del centro cuando se entrevis- tan con los profesores. La escuela se le puede antojar al nifio un lugar extrafio o leno de peligros, o puede crear una atmésfera en la que se sienta protegido y que le ins- pire seguridad y confianza. Pero el clima omnipresente de un lugar, su atmésfe- ra, es un fenémeno complejo. Un lugar que a un nifio le parecer amenazador y le intimidaré a otro nifio le en- cantard como algo estimulante y leno de aventuras. El clima de un lugar depende también de la disposicién 0 el estado de dnimo que le aportamos. Pero es verdad tam- bién que el clima de un paisaje, por ejemplo, 0 la belleza de la luz del atardecer nos pueden proporcionar un so- siego y una sensaci6n de paz que desconociamos antes. La atmésfera pertenece a todos los aspectos de la exis: 74 EL TONO EN LA ENSENANZA silla acogedora),al_ espacio (un paisaje lleno de paz, una playa agradable), 2slos.acontecimientos (la celebracién de la graduacién, un discurso solemne), al tiempo. (ina buena cosecha, un final feliz). © mejor atin, para cad objeto o cualidad especificos, la atmésfera o clima es la for ma en que los seres humanos experimentan el mundo. Por consiguiente, el reconocimiento de la idea de at- mésfera es pedagégicamente un fenémeno positivo. Los padres y los profesores deben comprender.el.poder que, tiene la atmésfera en la configuracion d ntido gene- I’ del ser y para el . El pro- fesor sensible salte crear 9 fomentar uff que sea productivo para dete! ‘de apren- der. Es posible que los profesores no se pongan de acuer- do sobre qué cualidades concretas debe poseer una es- cuela, pero ningvin profesor negaré que éeta es un lugar especial y que, por lo tanto, desde el punto de vista peda- g6gico, los nifios deben experimentar sus dimensiones corpérea, temporal y espacial de forma positiva. La mayoria de los profesores saben todo esto de for- ma intuitiva y por eso «visten» las paredes de las aulas con trabajos de mil colores y materiales interesantes. Pero aun asf, es posible gue las paredes llenas de dibujos, anuncios de reuniones obligatorias u otros materiales coloridos no hagan sino crear un clima falto de autenti- cidad, algo referido sdlo a cuestiones burocraticas o su- perficiales. Parece que algunos profesores necesitan mds impresionar a sus colegas y a los padres que perfilar las mentes de los nifios que se sientan en sus aulas durante todo el dia. Las aulas con un exceso de colores opuestos, de trabajos y materiales en realidad pueden dificultar el aprendizaje e impedir que se cree una atmésfera de tra- EL PODER DE LA ATMOSFERA 75 bajo tranquila y de atencién bien centrada. Antes de pa- sar a algo nuevo, tal vez sea mejor limpiar un poco las paredes, recoger y retirar los libros utilizados en la clase anterior. facilitamos a los nino! gio frente a las diversas realidades p no estn preparados todavia. Por otro lado, es el lugar don- de se amplia el espacio privado y personal del hogar has- ta abarcar el espacio mas amplio publico o de la cému- nidad. En este sentido, la escuela media entre el hogar y el mundo exterior. Cuando entramos en el aula, nos gusta sentir que la atmésfera, incluso el puro espacio fisico, responde a la ne- cesidad de intimidad, seguridad y refugio, y a la tenta- dora llamada de un vasto mundo de vida ptiblica y de misteriosas fuerzas impersonales. Al entrar en una clase, enseguida nos damos cuenta de qué pedagogia se em- plea en ella, La atmésfera nos dice qué i ddecuado SR eee los ninos tiene el profesor ai | 3 Sa ividodel adla-sae coal Vivido del aula, Sus CUalidades fisicas y es- pirituales, nos debe recordar para qué sirven las escue- las. La escuela es un lugar en el que los nifios exploran los aspectos del mundo de los seres humanos. Un’ aula de educacién primaria habla de cémo los nifios Jlegan a 16 EL TONO EN LA ENSERANZA conocer su: mundo: desde el punto de vista de las ma- temiticas, las ciencias sociales, la historia, la misica, la literatura, la estética, etc. Las aulas de secundaria pue- den adoptar una atmésfera adecuada para cada asigna- tura, El aula de biologia es diferente de la de arte, por ejemplo. Cuando un alumno entra en el aula de arte, su orien tacién cambia radicalmente respecto de la del aula de biologia de la que acaba de salir. En ésta el profesor ha- Dlaba de Ja estructura y la funcién de la mano. Obser- vaba las caracteristicas evolutivas de los huesos de un primate, un australopiteco y un Homo sapiens. Sefialaba que los dedos se fueron enderezando con el tiempo y que la ultima falange del dedo pulgar se ampliaba y se alar- gaba. {Cudn util era Ia posicién que habia adoptado este dedo y toda su musculatura! En cambio, cuando entra en clase de iniciacién al arte observa sobre la mesa del profesor una réplica magnifica de unas manos orantes: La Catedral, de Rodin. Algunos alumnos se rien al verla, como si la hubiesen cogido por sorpresa, Los sensibles dedos, extendidos hacia arriba en devota stiplica, trascienden de su funcién instrumental. Cuan milagrosamente queda expresada su terrenal espi- ‘itualidad! {Qué distinta es la atmésfera en esta aula! Dos mundos diferentes, cada uno con sus propios va- ores, sentimientos y creencias. No seria en modo alguno spropiado emplear expresiones como abducior del pulgar s evolucién de la tiltima falange del pulgar para referirse a as manos de Rodin. ¢Cémo puede ser que algo tan fami- iar como una mano forme parte de dos realidades tan listintas? EL PODER DE LA ATMOSFERA 7 Mientras escribo este libro me fijo en mis manos. jAlgo tan extrafio! Me remiten a un poema de Rainer Ma-, ria Rilke. Recordaba el poeta cierta ocasién en que, al mirar debajo de la mesa, vio que su mano se movia a tientas y por un momento parecié que esa «cosa» tuviera vida propia. Parecia un objeto extrafio, algo de otro mun- do que actuara por sus propios impulsos misteriosos. Evoco las imagenes de aque! sensible poeta porque deja- ron una huella indeleble en mi mente. Intento recordar Jas palabras exactas, pero mis ojos vuelven al parrafo an- terior e, inmediatamente, me encuentro de nuevo en las aulas y me maravillo una vez mas de los cambios de hu- mor que se producen cuando las manos se sittian en at- mésferas distintas. En nuestra casa, creamos una cuidada atmésfera cuando escogemos el color de las paredes, el tipo y la. disposicién de los muebles, el lugar para cada una de esas pequefias cosas a las que nos llegamos a acostum- brar tanto que a veces sdlo nos percatamos de su exis- tencia cuando no estan en su sitio. De este mismo modo, los profesores disponen con cuidado y sensibilidad sus aulas. ‘Algunos de los materiales que se exponen en las pare- des les rectierdan a los nifios el tipo de tareas propias de lal Recuerdan que la vida exige un cierto orden. fa es un lugar donde u! vivido y el tiempo del Telo, el Lempe cé Scio y ef tiempo de trabajo, el tiempo de programar y el de acabar las cosas, el tiempo personal y el colectivo, el tiempo para empezar y las ganas de ter~ Ir ° 78 EL TONO EN LA ENSERANZA Otras facetas del aula le ofrecen al alumno aspectos vividos del mundo de los que tal vez carezcan el hogar y Ja comunidad. En una escuela urbana, el aula debe re- cordar a los nifios que no todo es cemento y plastico. Existen también materiales orgénicos: lana, ropa, tierra, arcilla y plantas. De esta forma, la escuela equilibra el mundo del nifio, que, de no ser asf, quedaria muy empo- brecido. Los materiales expuestos y el mobiliario del aula tam- bign pueden servir para reinterpretar la importancia de aprendizajes anteriores, Primero Lucy estudia las arafias en clase. Luego encuentra una arafia pequefia en casa, en elrinc6n de st habitacién, Habla con su padre sobre qué debe hacer con esa pequefia criatura. ¢Soltarla por la ventana? ¢Dejarla ahf? Mejor dejarla. Al dia siguiente se ha situado cerca de la lampara del techo. Sera mejor de- jar la ventana un poco entreabierta, Io suficiente para dar oportunidad a la arafia de quedarse o irse. En la es- cuela, Lucy escudritia ahora una y otra vez los dibujos de araflas que cuelgan de la pared, porque esa amiguita de mil patas que tiene en casa le ha ensefiado a mirar los dibu- Jos con un interés renovado. Las viejas preguntas ad- quieren significados nuevos y surgen nuevas preguntas. «Qué ve la arafia?» «¢Me ve?» ¢Es nifio 0 nifia?» atmosfera es la forma en que se vive y se experi- menta el espacio. Pero también es la forma en que el pro- fesor esta presente para los nifios y aquella en que los ni- EL PODER DE LA ATMOSFERA 79 con otro clima de belleza y sensibilidad espirituales. La voz del profesor se quiebra un poco hacia el final y agu- diza la catarsis para muchos nifios. ¢Cémo se puede sa- crificar el amor de manera tan hermosa y a la vez tan triste por la pequefia golondrina? : Cuando el profesor cierra el libro despacio, hay un s lencio en el aula. Incluso los nifios que no se emociona- ron con el cuento se reprimen de hablar durante un mo- mento. Esté silencio también tiene su clima. No es sdlo ausencia de sonido o de voces. Tiene una cualidad tonal propia. En la quietud del libro que se cierra sobrevive la historia y el silencio se carga de contemplacién. Es elsi- lencio de la reflexién, del juicio. Este silencio tiene una atmésfera distinta del silencio que reina cuando todos los nifios estan trabajando individualmente en alguna re- daccion. i 11. LOS NINOS NOS DAN EJEMPLO DE ESPERANZA Y ACTITUD ABIERTA Esto es lo que dice Jan: Los mayores hacen que pensemos que no existe la es- peranza para nosotros. Por lo que a mf respecta, creo que tengo mis altibajos. Me deprimo cuando pienso en todos los problemas de! mundo: la gente sin hogar, la pobreza, las desastres ecolégicos, el fanatismo religioso, las guerras ét- nicas, las enfermedades incurables, la escasez. de energia o la falta de agua potable y aire limpio. Hasta mis profe- sores piensan que la vida que ellos tuvieron esta hoy fuera del alcance de los jévenes. Dicen: «De vosotros dependera. Sois la generacién que determinaré el destino de la huma- nidad», Pero no parece que piensen que se pueda lograr No son ellos un buen ejemplo. Parece que se limitan a es- perar. Pensar que no hay esperanza... creo, es lo mas difi cil, Hay momentos en que pienso como la mayorfa de mis amigos: que este mundo no va a durar. Pero gsabes? No se puede ser siempre negativo. Pienso a menudo en todo esto, pero en general tengo mucha esperanza. Quiero ayu- dar a los demés y vivir bien, tener una familia, hasta hijos quizas. El problema es que a veces es diffcil tener esperan- 82 EL TONO EN LA ENSENANZA za cuando ni siquiera tus propios padres te animan a tenerla. Y ésta es Kim: A veces me siento realmente deprimida, como si no tu- viera sentido alguno estudiar, porque los seres humanos estan destruyendo la Tierra. ¥ siento mucho rencor por la generacin de los mayores que nos ha dejado este desas- tre. Es posible que sus vidas acaben pronto, pero las nues- tzas no han hecho més que empezar... Quiero vivir, Quie- ro tener la oportunidad de experimentar las cosas buenas mientras soy joven. Y me parece mal que tenga que preo- cuparme por los residuos t6xicos, la contaminacién, la destruccién de las selvas tropicales, la desaparicion de las especies y las miserias que las personas se causan mutua- mente en todo el globo. La generacién de los mayores no hace sino echar sobre nosotros todas estas cosas, pero équé podemos hacer? Helen: Estoy en el tiltimo curso y no tengo ni idea de qué voy a hacer cuando lo termine. Mis padres se han divorciado. Me gustaria sentirme segura, tener un lugar mio, unos buenos amigos. Pero parece que la universidad esté des- cartada. ¢Qué puedo hacer, pues? A veces me preocupan estas cosas y hablo de ellas con los amigos. Algunos no se preocupan. Otros toman drogas, se divierten. Otros se sien- ten como yo. éQué les decimos a todos estos jévenes? Hablan de error, destruccion y desastre. A veces, ésta es la expe- iencia que tienen de nuestra época. Es dificil escuchar- LOS NINOS NOS DAN EJEMPLO DE ESPERANZA Y ACTITUD ABIERTA 83 les y no ver ni ofr nuestros propios errores. Nos dicen que les hemos impuesto el miedo a un horror definitivo y auna vida desperdiciada. Y peor atin, nos acusan de haberles cargado con la responsabilidad de transformar esta locura en algo que tenga sentido en la vida de un joven. Hay que plantear la pregunta de si tenemos derecho a pedir a los nifios que asuman una responsabilidad que no les corresponde porque es nuestra, Acuden a nosotros para que seamos ejemplo de esperanza activa para ellos y para el mundo. Pero resulta dificil no sonrefr con cinis- mo ante cualquier programa positivo a la sombra del de- sastre. Quizé sea més facil encogerse de hombros y acep- tar la fatalidad, desesperarse, suspirar que lo peor esta atin por llegar. Sin embargo, quienes vivimos con nifios no nos podemos permitir tanto nihilismo; no pode- mos abandonar el puesto pedagégico que ocupamos en Ja vida de nuestros nifios. Ellos son la esperanza. En un mundo sin esperanza no hay sitio para los ni- fos. Pero mientras haya nifios en nuestra vida, en nues- tra casa, en nuestras aulas, fijémonos bien, observemos con una mirada pedagégica. Lo que vemos es la espe- ranza. Después de haber «visto» a nuestros ninos, la es- peranza esté presente en nuestra vida. Al vivir con sus hijos, los padres primerizos muchas vec de repente de que el mundo debe seguir existiendo. Aho- ra que soy el padre de este nifio no me puedo desenten- der de las locuras politicas que amenazan a este mundo. La experiencia que tengo os.es la de una espe- e ha activado, 's Se convencen

También podría gustarte