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POMPA OVATIO

SAGVNTINA DOMVS BAEBIA LVDI SAGVNTINI MMXXIII


LVDERE ET DISCERE
PRÓSOPON SAGVNT

POMPA LVDI SAGVNTINI


MMXXIII
OVATIO

28 DE ABRIL 2023
AD. IV KAL. MAI.
La Pompa de los Ludi Saguntini MMXXIII estará dedicada a la OVATIO, la
celebración menor de un triunfo romano.

Son muchos los autores que nos hablan de ella contrastándola con la celebración de
un triunfo mayor.

Veamos qué nos cuentan las fuentes clásicas.

INFORMACIÓN PREVIA

¿Qué es una ovatio?

La ovatio era la celebración de un triunfo menor que se otorgaba a aquel magistrado


que, tras obtener una victoria en una batalla considerada inferior, era merecedor de
ser honrado, no con una pompa triumphalis, sino con una pompa menor, menos
solemne.
Si no se podía celebrar el triumphus ni la ovatio
quedaba una pequeña celebración en el templo de
Júpiter Laciar en el monte Albano.

Si nos centramos en su etimología, el verbo ouare


significaba originariamente “lanzar gritos”,
equivaliendo al verbo griego euázein. La forma
ouatio resultaba difícil de transliterar al griego, por
lo que Dionisio de Halicarnaso, modificando
ligeramente la palabra euastés, empleó el término
ouastés.

La ovatio era decretada por el Senado, por medio de un despacho oficial.


Las ovationes junto con los triunfos se enumeran en Fasti Triumphales.
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Antes de comenzar la ceremonia, el general invicto realizaba un sacrificio lustral en el


monte Albano, con la finalidad de purificar al ejército tras la batalla. Se cree que sería
una suovetaurilia, la ofrenda de un cerdo, cordero y ternero.

¿En qué se diferencia de un triunfo mayor?

El general entra a caballo o a pie, coronado de mirto, rodeado de músicos, y se


sacrificaba una oveja. Mientras que en el triunfo el general entra en carro, coronado
de laurel, con sus tropas y se sacrificaba un buey.

DIFERENCIAS ENTRE TRIVMPHVS Y OVATIO

TRIVMPHVS OVATIO

Triunfo mayor Triunfo menor

CONDICIONES: CONDICIONES:

- Victoria total - Victoria parcial

- Ser magistrado en funciones - El general victorioso no pertenece a la


familia imperial.
- Ser general en jefe en el combate - La victoria se ha conseguido sin peligro
para el ejército o sin apenas
- No puede delegar en nadie derramamiento de sangre, es decir, sin
matar un número concreto de enemigos.
- Ser una guerra justa (ni guerra civil,
Un ejemplo de este supuesto fue la
ni contra esclavos)
ovatio en honor a Augusto tras la batalla
- Muerte de 5000 enemigos mínimo de Filipos o también tras el
enfrentamiento contra los sículos.
- Evitar un conflicto armado y las
consiguientes muertes, pese a las
tensiones entre varios estados.
- Combatir y vencer contra esclavos o
piratas no era digno de un triunfo
mayor, por lo que, para honrar la
victoria, se le concedía la ovatio. Un
ejemplo de este supuesto sería la
victoria de Licinio Craso contra
Espartaco.

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CEREMONIA: CEREMONIA:

General entra en Roma en carro conducido General entra en Roma a caballo o a pie.
por cuatro caballos blancos.
Toga praetexta, sin cetro.
Tunica palmata, toga picta y cetro de
plata.

Cara pintada de minio y corona de oro.

Entra al son de trompetas. Entra al son de flautas.

Un esclavo porta la corona que le recuerda


que es mortal.

Corona ovalis, de mirto.


Corona triumphalis, de laurel.
Sacrificio de una oveja.
Sacrificio de un buey.

CORTEJO CORTEJO

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El senado precede al general le acompañan plebeyos y caballeros

Magistrados Flautas

Trompetas botín

Carros con botín conquistado

Estandartes con los nombres de los pueblos


sometidos

Víctimas a sacrificar

Cautivos
Lictores
Lictores
General entra a pie con calzado llano o a
General victorioso en carro conducido por caballo
cuatro caballos blancos
Los soldados no solían participan en la
Los soldados participan en la pompa pompa.
esperando en la porta triumphalis

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CITAS CLÁSICAS:

Etimología y diferencias con otros triunfos:

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Dionisio de Halicarnaso, V, 47: “Al día siguiente, los


cónsules hicieron quemar a sus muertos y recoger los
despojos (se cogieron también algunas ambos cónsules
amas de hombres vivos que fueron arrojadas en la
huida). Después de esto, volvieron a casa, tras haber
obtenido una brillantísima victoria, llevando
prisioneros, que habían cogido en gran número, y
dinero, aparte del botín cogido por los soldados (de la
venta pública de este botín todos los ciudadanos
recuperaron el dinero de las contribuciones con las que
habían equipado a los soldados). El Senado honró con
triunfos a ambos cónsules, con uno mayor y más
honroso a Menenio, que hizo su entrada sobre un carro
real, a Postumio con uno inferior y de menor categoría que llaman
ovatio, alterando ligeramente el nombre griego en una forma oscura.
En efecto, primeramente se llamaba euastés por lo que en él tenía lugar,
como yo mismo he conjeturado y encontrado en muchos escritos locales. El Senado
introdujo entonces por primera vez este tipo de triunfo, según cuenta Licinio. Se
diferencia del otro, en primer lugar, en que el que consigue este triunfo hace la
entrada a pie al frente del ejército y no en carro como en el otro; en
segundo lugar, en que no viste el traje bordado de oro con el que se adorna
el otro, ni lleva la corona de oro, sino que va vestido con una toga
blanca bordeada de púrpura , vestimenta que llevan allí los cónsules y
los pretores , y ciñe una corona de laurel; y también es inferior al otro
en que no lleva cetro, pero en todo lo demás es igual. El motivo de que
Posturnio obtuviera un honor inferior, a pesar de que en la batalla había destacado
más que nadie, fue la grave y bochornosa derrota sufrida anteriormente en su
salida contra los sabinos, en la que no sólo perdió a muchos hombres de su ejército,
sino que él mismo estuvo a punto de ser hecho prisionero junto con los que
sobrevivieron a la derrota”.

Dion Casio, XLVIII, 31: “[...] Después de haberlos traído previamente de regreso a
Roma, montados en caballos a manera de triunfo, habiéndolos
adornado con la toga triunfal como los triunfantes, habiéndoles
permitido asistir a los juegos en sillas curules, [...]”

Dion Casio, XLIX, 15: “El pueblo de la capital le concedió por unanimidad votos de
alabanza, estatuas, derecho al asiento delantero, un arco coronado de
trofeos y el privilegio de entrar a la ciudad a caballo, de llevar la
corona de laurel en todas las ocasiones y de celebrando un banquete
con su esposa e hijos en el templo de Júpiter Capitolino en el
aniversario del día en que había obtenido su victoria, que iba a ser un

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día perpetuo de acción de gracias. Estos fueron los honores que le


concedieron inmediatamente después de su victoria. La victoria había sido
anunciada primero por uno de los soldados en la ciudad en ese momento que había
sido poseído por algún dios el mismo día de la victoria (pues después de decir y
hacer muchas cosas extrañas finalmente corrió hacia el templo en el Capitolio). y
puso su espada a los pies de Júpiter, para dar a entender que ya no tendría más
uso), y para lo cual por los demás que habían estado presentes en la victoria y
habían sido enviados a Roma por César. Y cuando llegó el mismo César, reunió al
pueblo según la antigua costumbre fuera del pomerium, les dio cuenta de lo que
había hecho, declinó algunos de los honores que se le habían votado, condonó el
tributo exigido en las listas inscritas y todas las demás deudas que tenía con el
Estado desde el tiempo anterior a la guerra civil, abolió ciertos impuestos y se negó
a aceptar el sacerdocio de Lépido, que se le ofreció, ya que no era lícito quitarle el
cargo a un hombre que aún vivía. Acto seguido le señalaron muchas otras
distinciones.”

Floro, Epítome, III, 19: “Apenas se había recobrado la isla, cuando en la nave
pretoriana de Servilio, el mando pasó repentinamente de manos de un sirio a
manos de un cilicio. Un pastor, Athenio, después de haber asesinado a su amo,
liberó a los esclavos de su prisión y los formó en una fuerza organizada. El
mismo vestido con un manto de púrpura, llevando un cetro de plata y
coronado como un rey, reunió un ejército tan numeroso como el de su fanático
antecesor, y con mayor energía aún, so pretexto de vengarlo, saqueando pueblos,
ciudades y fortalezas, descargó su furor con mayor violencia sobre los esclavos, que
sobre sus amos, tratándolos como renegados. Él también derrotó a los ejércitos
pretorianos y capturó los campamentos de Servilio y Lúculo. Pero Tito Aquilio,
siguiendo el ejemplo de Perperna, redujo al enemigo a extremos al cortar sus
suministros y destruyó fácilmente sus fuerzas en la batalla cuando estaban
reducidos por el hambre. Se habrían rendido si, en su miedo al castigo, no hubieran
preferido la muerte voluntaria. El castigo no pudo ser infligido a su líder, aunque

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cayó vivo en sus manos; porque, mientras la multitud se peleaba por su aprensión,
la presa fue despedazada en manos de los contendientes”

Descripción de una ovatio

Plutarco, Marcelo, XXII.- “Oponíanse los enemigos de Marcelo a que se le decretase


el triunfo, porque todavía se había quedado algo que hacer en Sicilia, y porque
concitaba envidia el tercer triunfo; mas convínose con ellos en que el triunfo grande
y perfecto lo tendría fuera, yendo la tropa al monte Albano, y en la ciudad tendría
el menor, al que llaman aclamación (ovatio) los Griegos y ovación los
Romanos. En éste el que triunfa no va en carroza de cuatro caballos, ni
se le corona de laurel, ni se le tañen trompas, sino que marcha a pie con
calzado llano, acompañado de flautistas en gran número y coronado de
mirto, como para mostrarse pacífico y benigno, más bien que formidable: lo que
para mí es la señal más cierta de que en lo antiguo no tanto se distinguían entre sí
ambos triunfos por la grandeza de las acciones como por su calidad; porque los que
en batalla vencían de poder a poder a los enemigos, gozaban a lo que parece de
aquel triunfo marcial, y, digámoslo así, imponedor de miedo, coronando
profusamente con laurel las armas y los soldados, como se acostumbraba en las
lustraciones de los ejércitos, y a los generales que, sin necesidad de guerra, con las
conferencias y la persuasión terminaban felizmente las contiendas, les concedía la
ley esta otra aclamación y pompa pacífica y conciliadora. Porque la flauta es
instrumento de paz, y el mirto es el árbol de Venus, la más abominadora de
la violencia y de la guerra entre todos los Dioses. La ovación no se llama así, como
muchos opinan, de la voz griega que significa feliz canto o aclamación, pues que
también el acompañamiento del otro triunfo da voces de aplauso y entona
canciones; el nombre viene de haberlo aplicado los Griegos a sus usos, creyendo
que en ello había algún particular culto a Baco, al que llamamos también Evio y
Triambo. Mas aún no es de aquí de donde en verdad se deriva, sino de que en el
triunfo grande los generales sacrificaban bueyes según el rito patrio, y en éste
sacrificaban una res lanar a la que los romanos llaman oveja, y de aquí
a este triunfo se le dijo ovación. Será bueno asimismo examinar cómo el
legislador de los Lacedemonios ordenó los sacrificios a la inversa del legislador
romano; porque en Esparta el general que con estratagemas y la persuasión logra
su intento sacrifica un buey, y el que ha tenido que venir a las manos sacrifica un
gallo; y es que con todo de ser los mayores guerreros, creen que al hombre le está
mejor alcanzar lo que se propone por medio del juicio y la prudencia que no por la
fuerza y el valor; quédese, pues, esto todavía indeciso”

Servio, in Virg. Aen. IV .543: “Propiamente la ovación es menor que el triunfo.


Quien merece una ovatio, utiliza un caballo y es acompañado de plebeyos y
caballeros romanos hasta el capitolio donde se sacrifican ovejas, de ahí

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el nombre de ovatio. Sin embargo, el que triunfa, es llevado por cuatro caballos
blancos y con el senado presente se sacrifican toros en el Capitolio”

Tito Livio, XXVI, 21: “Al finalizar aquel mismo verano regresó Marco Marcelo de la
provincia de Sicilia a Roma, y el pretor Gayo Calpurnio le concedió una audiencia
del senado junto al templo de Belona. En ella, después de hacer un relato de sus
campañas y quejarse sin acritud, más por sus hombres que por él, por el hecho de
que no se le hubiera permitido traer al ejército una vez cumplida su misión, pidió
que se le permitiera entrar en triunfo en la ciudad. No lo consiguió. Se discutió
largamente qué sería más improcedente: negarle el triunfo ahora que estaba
presente a un hombre en cuyo nombre se había decretado una acción de gracias
cuando estaba ausente y se había honrado a los dioses inmortales por los éxitos
conseguidos bajo su mando, o que un general a quien se había dado orden de
entregar el ejército a su sucesor—cosa que sólo se decretaba cuando una provincia
continuaba en guerra— celebrase el triunfo como si la guerra hubiera concluido y
sin contar con la presencia del ejército que podía atestiguar si el triunfo era
merecido o no. Se optó por una salida intermedia: que entrase en Roma con los
honores de la ovación. Los tribunos de la plebe, con la autorización del senado,
presentaron al pueblo la propuesta de que Marco Marcelo se invistiese del poder
supremo el día que entrase en la ciudad recibiendo la ovación. La víspera
de su entrada en Roma celebró el triunfo en el monte Albano. Después, durante la
ovación, entró en la ciudad precedido por un botín considerable. Junto
con una representación de la toma de Siracusa, con catapultas, ballestas y
todas las restantes máquinas de guerra, iban los objetos con que una realeza
opulenta había decorado una larga paz, gran cantidad de bronce y plata
labrada y otros objetos y telas preciosas, así como muchas estatuas
famosas con las que se había engalanado Siracusa como las principales ciudades
de Grecia. También, como expresión de la victoria sobre los cartagineses,
desfilaron ocho elefantes, y no fue menos digno de ver el espectáculo de Sosis el
siracusano y Mérico el hispano, que iban delante con coronas de oro; el primero de
ellos había dirigido la entrada nocturna en Siracusa, y el segundo había entregado
Naso y su guarnición. A estos dos se les concedió la ciudadanía y quinientas
yugadas de tierra a cada uno, [...]”

Tito Livio, III, 10: “Lucrecio regresó con un botín enorme, cubierto de una
gloria aún mayor. Gloria incrementada, además, porque al llegar expuso en el
Campo de Marte la totalidad del botín, para que durante tres días pudiese cada
uno reconocer y retirar lo que fuera suyo. El resto cuyo propietario no apareció fue
vendido. Según opinión unánime se le debía el triunfo al cónsul, pero fue aplazado
al volver a tratar el tribuno sobre el proyecto de ley, cuestión que, según él, debía
ser debatida con prioridad. El tema fue discutido durante bastantes días tanto en el
senado como en la asamblea del pueblo; al fin el tribuno cedió a la dignidad

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consular y retiró el proyecto. Se les rindieron entonces


al general y a su ejército los honores que se les debían.
Triunfó sobre los volscos y los ecuos; en su triunfo le
siguieron sus legiones. Al otro cónsul se le concedió
la ovación, entrando en Roma sin sus tropas”

Aulo Gelio, 5, 6, 27: “El que celebraba una ovatio solía


entrar a caballo; pero Masurio Sabino dice que quienes
celebraban una ovación solían entrar a pie,
siguiéndolos no sus soldados, sino el senado entero”

El mirto y la corona de mirto

Festus, sv Ovalis Corona: “OVALIS CORONA, corona de mirto que llevaban


aquellos que hacían su entrada en la ciudad con los honores de la ovación, cuando
la guerra no se había declarado, o había terminado sin derramamiento de sangre”.

Plinio H. N. XV, 29: “También ha tenido relación con las guerras, y precisamente
en el triunfo que obtuvo durante su consulado sobre los sabinos Publio Postumio
Tuberto, que fue el primero que entró en Roma para recibir la ovación, como
había cumplido sus objetivos con moderación y sin derramamiento de
sangre, desfiló coronado con mirto consagrado a Venus Vencedora y
logró convertirlo en un árbol grato incluso para los enemigos. Después
fue ésta la corona de los que recibían la ovación, con excepción de Marco
Craso, que desfiló coronado de laurel después de la guerra contra Espartaco y los
esclavos fugitivos. Masurio atestigua que los que celebraban el triunfo en carro
también utilizaban la corona de mirto. Lucio Pisón cuenta que Papirio Masón, que
fue el primero que celebró el triunfo contra los corsos en el monte Albano,
acostumbraba a ver los juegos del circo con corona de mirto. Éste fue el abuelo
materno del Segundo Africano. Marco Valerio utilizaba las dos coronas — la de
laurel y la de mirto—, pues así lo había prometido”

Aulo Gelio. V, 6: “La corona de "ovación" es de mirto; lo llevaban los


generales que entraban en la ciudad en una ovación. La ocasión de otorgar
una ovación, y no un triunfo, es que las guerras no se hayan declarado en debida
forma y por tanto no se hayan hecho con un enemigo legítimo, o que el carácter de
los adversarios sea bajo o indigno, como en el caso de los esclavos. o piratas, o eso,
debido a una rápida rendición, se obtuvo una victoria que fue "sin polvo", como
dice el dicho, y sin sangre. Para una victoria tan fácil creyeron que las hojas
sagradas a Venus eran apropiadas, sobre la base de que era un triunfo, no de
Marte, sino como si fuera de Venus. Y Marcus Crassus, cuando regresó después de
terminar la guerra servil y entró en la ciudad en una ovación, rechazó con desdén

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la corona de mirto y usó su influencia para que el Senado aprobara un decreto, que
debería ser coronado con laurel, no con mirto”

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