La expresión ‘escuela mística carmelitana’ evoca de inmediato a
los grandes maestros del Carmelo descalzo: Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. Son figuras de reconocida solidez en el campo de la espiri- tualidad, y referencia obligada para quienes se adentran en el comple- jo, a la vez que atractivo, mundo de eso que se ha venido llamando la experiencia de Dios. Con el paso de los tiempos a estos destacados personajes, se les han ido añadiendo otros nombres, todos ellos car- melitas descalzos de ambas ramas, que vienen a confirmar la validez y la actualidad perenne de lo enseñado por aquellos primeros descal- zos, con lo que el número de miembros de la ‘escuela mística carme- litana’ se ha visto aumentado; así ya forman parte de la misma los nombres de Teresa de Niño Jesús, Isabel de la Trinidad, Teresa Be- nedicta de la Cruz (Edith Stein). La Iglesia, beneficiada por hijos e hijas tan ilustres, ha sabido reconocer públicamente la valía de tales maestros, otorgando a algunos de ellos los títulos de ‘doctores’ y ‘pa- tronos’. Ahora bien, si es verdad que los nombres reseñados forman parte indiscutible de la tradición mística de la Iglesia (así como de otros ámbitos: cultura, literatura, arte, filosofía…), también lo es que no agotan el rico manantial de la espiritualidad carmelitana. El elenco de carmelitas descalzos y descalzas que han saboreado en la clausura conventual la experiencia de Dios, y que además han sabido volcarla en páginas memorables, ha crecido de manera constante desde los inicios de la aventura teresiana en aquel 24 de agosto de 1562. Lo que conocemos de los grandes maestros, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, se repite, quizás no con la altura y clarividencia de ellos, en muchos de los que compartieron la misma vocación. Los archivos conventuales carmelitas son testigos silenciosos de una tradición inin- terrumpida desde los inicios, como es la de albergar textos manuscri- tos de religiosos que por impulso interior o por iniciativa de otros,
REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 72 (2013), 157-158
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han plasmado en papel su vivencias espirituales. Incluso se han atre-
vido a dejar constancia de estudios y tratados en torno a la temática del camino ascensional del alma hasta la unión con Dios. Muchos pliegos permanecen descansando en los archivos, pero otros han tenido la suerte de salir a la luz y de pasar a la imprenta, con lo que los nombres de otros autores carmelitas forman parte ya de la jerga espiritual. La REVISTA DE ESPIRITUALIDAD quiere contribuir a dar a conocer a estos otros místicos del Carmelo descalzo, que aun- que no gocen del prestigio y aceptación de los grandes maestros, me- rece la pena aprovecharnos de su legado. En las páginas que siguen se ha hecho una selección de carmelitas pertenecientes a distintos mo- mentos de la historia: desde el siglo XVI hasta el siglo XIX. Se po- dría haber incluido otros religiosos igualmente conocidos y de presti- gio en el mundo de la espiritualidad cristiana moderna, pero no es po- sible debido a la extensión de este medio. Los elegidos son represen- tativos de la presencia del Espíritu Santo en la Iglesia, que sigue ac- tuando a su manera, y manteniendo esa corriente oculta a los ojos de los hombres, la corriente mística, pero tan eficaz y necesaria para la vida de la Iglesia. Los cinco autores carmelitas elegidos son dos religiosas carmeli- tas y tres religiosos varones. Las dos carmelitas pertenecen a tiempos y lugares muy distantes, una, M. Cecilia del Nacimiento (s. XVI-XVII), cercana a la madre fundadora, Teresa de Jesús; la otra, M. Miriam de Jesús Crucificado (s. XIX), vinculada a tierra santa, a la ciudad de Be- lén. Los tres descalzos, aunque carmelitas todos, sus vidas marcharon por derroteros bien distintos, tanto geográficos como históricos: el P. Juan de Jesús María, El Indiano (s. XVI-XVII), movido por el un espí- ritu misionero, vivió su existencia carmelitana en México; el P. Juan de Jesús María, Calagurritano (s. XVI-XVII), permaneció en España, al cargo de diferentes tareas formativas en los primeros momentos de la descalzed; al P. Francisco Palau (s. XIX) le tocó llevar adelante su vocación en medio de las turbulencias anticlericales europeas del si- glo XIX. Los místicos carmelitas aquí estudiados, vienen avalados por es- pecialistas igualmente carmelitas, lo que da fe de la cercanía con las figuras en cuestión, así como del rigor intelectual con que afrontan la temática.