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Muchos de nosotros recordamos 

The Biggest Loser, el programa de telerrealidad


medio popular que se transmitió durante más de una década a partir de 2004, en el
cual los concursantes competían de manera vehemente para perder muchísimo
peso en poco tiempo. Una de las mayores lecciones de la emisión parece haber sido
que el ejercicio extremo, en conjunto con una restricción calórica draconiana,
llevaba a una enorme pérdida de peso.

No obstante, la cobertura mediática de los concursantes años después parecía


contar una historia diferente, sobre volver a ganar peso, un metabolismo más lento
y la futilidad de intentar perder peso a largo plazo.

Ahora, un nuevo análisis científico del programa y de sus efectos, publicado el mes


pasado en la revista Obesity, indica que muchas creencias sobre The Biggest
Loser podrían estar equivocadas. El análisis intenta desenmarañar lo que en
realidad sucedió con el metabolismo de los participantes y por qué algunos de ellos
se mantuvieron mejor que otros. También examina el papel complejo del ejercicio y
si seguir activos físicamente contribuyó a que los concursantes mantuvieran su
peso bajo control durante años o no.

Para aquellos que tal vez lo han olvidado, o intentaron hacerlo, The Biggest Loser se
transmitió en la cadena NBC con altos niveles de audiencia en general durante más
de 12 temporadas. Los participantes competían para perder la mayor cantidad de
kilogramos mediante el uso de restricciones calóricas extremas y horas diarias de
ejercicio agotador. En general, los “ganadores” se despojaban de decenas de kilos
en unos cuantos meses.

La pérdida de peso tan rápida y extrema captó la atención de Kevin Hall, un


investigador sénior en el Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades
Digestivas y Renales, que es parte de los Institutos Nacionales de la Salud de
Estados Unidos. Como experto en metabolismo, Hall sabía que cuando las
personas pierden mucho peso en un periodo breve, suelen enviar su tasa
metabólica en reposo (las calorías base que quemamos cada día tan solo por estar
vivos) en caída libre. Una tasa metabólica en reposo más baja puede significar que
quemamos menos calorías en general.

Antes se creía que este efecto era causado, en parte, por la pérdida de músculo
durante el régimen alimentario. Al ser un tejido relativamente activo, el músculo
quema más calorías que grasa y más músculo en general significa una tasa
metabólica elevada. Así que Hall se preguntó: ¿los niveles desenfrenados de
ejercicio durante The Biggest Loser ayudaron a las personas que seguían una dieta a
mantener su tejido muscular y conservar su metabolismo en reposo en un nivel
alto, incluso cuando redujeron su ingesta calórica?

Desde hace más de una década, Hall y sus colegas comenzaron la primera serie de
experimentos para descubrirlo. En un estudio de 2012, compararon a 16 hombres y
mujeres que habían perdido mucho peso al reducir calorías, gracias a una
operación de derivación gástrica, y a dieciséis concursantes de The Biggest Loser,
cuya pérdida de peso extrema implicó ejercicio y régimen alimentario. Como era de
esperarse, el grupo con la derivación perdió músculo y grasa, mientras que los
participantes de The Biggest Loser conservaron la mayoría de su tejido muscular y
perdieron grasa, principalmente. Sin embargo, la tasa metabólica en reposo de
todos se redujo casi en la misma cantidad, sin importar si conservaron una buena
musculatura o no.

Hall mencionó que él y sus colegas se sorprendieron con los resultados. Además, su
confusión se intensificó cuando, para un estudio de 2016, volvieron a analizar a 14
de los mismos concursantes seis años después de su competencia y esperaban ver
que sus metabolismos se hubieran recuperado para ese entonces. El metabolismo
en reposo de la mayoría de las personas que se someten a un régimen alimentario
se eleva un poco después de que dejan de perder peso de manera activa y en
especial si han recuperado algunos kilos. Las personas más corpulentas queman
más calorías base que las que son más esbeltas. Para esa fecha, la mayoría de los
concursantes había recuperado peso. Sin embargo, su metabolismo en reposo
seguía obstinadamente lento y quemaban un promedio de 500 calorías diarias
menos que antes de que aparecieran en el programa.

El año siguiente, un estudio de seguimiento concluyó que la actividad física había


ayudado a algunos concursantes a evitar el aumento de peso. Si se movían o hacían
ejercicio durante alrededor de ochenta minutos casi todos los días, recuperaban
menos kilogramos que si se ejercitaban en pocas ocasiones. No obstante, su
actividad física no estimuló su metabolismo en reposo. Quienes se ejercitaron, de
hecho, mostraron los mayores declives en relación con su tasa metabólica en
reposo.

Perplejo, Hall comenzó hace poco a reconsiderar los estudios de The Biggest
Loser  en vista de un nuevo concepto sobre el modo en el que funciona el
metabolismo humano. Esta idea partió de un estudio influyente de 2012 que
muestra que cazadores recolectores muy activos en Tanzania queman más o menos
la misma cantidad relativa de calorías al día que el resto de nosotros, incluso a
pesar de que ellos se mueven mucho más.

Los científicos que participaron en esa investigación postularon que los cuerpos de
las personas pertenecientes a tribus deben compensar en automático algunas de las
calorías que quemaron mientras cazaban en busca de alimento al reducir otras
actividades fisiológicas, como el crecimiento. (Los integrantes de las tribus tendían
a ser de estatura baja). De esa manera, los investigadores piensan que los cuerpos
de los cazadores podían mantener bajo control el número total de calorías que
quemaban al día, sin importar cuántos kilómetros anduvieran en busca de
tubérculos y presas. Los científicos llamaron a esta idea la teoría del gasto
energético total limitado.

Consciente de esta investigación, Hall comenzó a ver posibles paralelismos en los


resultados de The Biggest Loser. Así que, para el nuevo análisis, volvió a revisar los
datos de su grupo en busca de indicios sobre si el metabolismo de los concursantes
se había comportado, en la práctica, como el metabolismo de los cazadores
recolectores. Encontró pistas en sus tasas metabólicas en reposo. El número se
desplomó al principio del rodaje de The Biggest Loser, notó Hall, cuando recortaron
lo mucho que comían, por lo que sus cuerpos, de manera comprensible, redujeron
las calorías que quemaban para evitar la inanición.

No obstante, en años posteriores, cuando los concursantes volvieron a comer como


lo hacían antes, su metabolismo se mantuvo deprimido, porque, según concluyó
Hall (y esto fue clave), la mayoría de ellos todavía se ejercitaban. De manera
contradictoria, escribió en el nuevo análisis, la actividad física frecuente parece
haberle indicado a su cuerpo que mantuviera baja la tasa metabólica en reposo,
para que el gasto energético total diario pudiera ser limitado.

“Todavía es solo una hipótesis, pero parece que lo que estamos observando” en los
datos de The Biggest Loser es “un ejemplo del modelo energético limitado”, afirmó
Hall.

Así que, ¿qué podría significar este replanteamiento de la historia de The Biggest
Loser para el resto de nosotros, si tenemos la esperanza de mantener nuestro peso
bajo control? Lo primero y más fundamental, expresó Hall, es que indica que la
pérdida abrupta y colosal de peso en general rebotará, ya que esa estrategia parece
enviar a la tasa metabólica en reposo a precipitarse más de lo esperado, dado el
tamaño más pequeño del cuerpo de las personas. Cuando las personas pierden peso
de forma gradual en experimentos de pérdida de peso, señaló, sus cambios
metabólicos tienden a ser menos drásticos.

Lo segundo y más desconcertante, si has perdido una cantidad importante de peso,


al estilo de The Biggest Loser, es probable que el ejercicio sea tanto un aliado como
algo que sabotee tus esfuerzos para evitar ganar de nuevo esos kilogramos. En la
nueva interpretación de Hall del control de peso a largo plazo de los concursantes,
el ejercicio frecuente mantuvo baja la tasa metabólica en reposo de los
participantes, pero también les ayudó a evitar el volver a ganar grasa. En esencia,
los competidores que se ejercitaron más terminaron ganando menos peso, incluso a
pesar de que su metabolismo en reposo relativo también era más lento.

No está claro exactamente cómo y cuándo el ejercicio les ayudó a mantener el peso,
aseguró Hall. Sospecha que el ejercicio afectó el apetito de las personas de maneras
que tal vez las hizo menos propensas a comer en exceso, mientras que también
quemaban algunas calorías extra. Confía en desarrollar experimentos futuros para
averiguar cómo el ejercicio influye en el metabolismo, para bien o para mal,
comentó.

Por ahora, la lección más reverberante de The Biggest Loser puede ser que la pérdida
de peso a largo plazo, aunque desalentadora, no es inviable. Sí, la mayoría de los
concursantes de The Biggest Loser volvieron a ganar peso, dijo Hall, pero no
necesariamente cada kilogramo que perdieron. Después de seis años, la mayoría
todavía pesaban alrededor del 12 por ciento menos que antes de participar en el
programa, una diferencia significativa, y los exparticipantes más exitosos fueron
aquellos que todavía se ejercitaban.

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