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Educación Inicial:

un buen comienzo
II.

LA IMPORTANCIA DEL AMBIENTE


EN LA CRIANZA

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El ambiente:
Factor determinante para el desarrollo infantil

Cada persona tiene una historia que le antecede y guía a lo largo de su


vida. En este sentido, el potencial biológico y la capacidad psíquica de los
niños se transforman a partir del ambiente en el que nacen, que los arropa,
los contiene y en el cual se desarrollan ayudándolos a conformarse como
seres humanos y a narrar su propia historia.
Durante la primera infancia, el ambiente está constituido por múlti-
ples elementos físicos, psíquicos y sociales que forman la base de las inte-
racciones del niño con su medio y con las personas que lo rodean.
La selección y el modelado de las conductas de los niños y niñas se
producen por medio de su relación con el entorno inmediato; esto deter-
mina, en gran medida, los patrones de comportamiento que van a seguir a
lo largo de su vida. Es por ello que el ambiente donde nacen, se desarrollan
e interactúan es determinante para su desarrollo y la construcción de su
personalidad.
Este proceso en los niños y niñas presenta distintas formas de inte-
racción organismo-ambiente, las cuales constituyen la base de la diversidad
en los seres humanos; es lo que nos hace personas únicas e irrepetibles. En
este sentido, el periodo perinatal es muy importante para la individualiza-
ción de la vida de los bebés. En este corto tiempo, cero a dos meses, la
estabilidad y la constancia son fundamentales para crear un ritmo en los
bebés ya que las experiencias que viven en esta etapa son muy valiosas
para su adaptación al entorno.
Numerosas investigaciones sobre el desarrollo infantil hacen énfasis
en la relevancia de la relación madre-hijo en la crianza, pues si el bebé tiene
un mayor número de experiencias positivas con su madre le proporcionará
la seguridad y la confianza necesarias para poder interactuar con el mundo.
Sobre esta idea es importante saber que para que los niños se adap-
ten a situaciones de cambio deben ser preparados para ellas. Si el niño va
a ir a un CAI, va a tener un hermano, la familia va a cambiar de domicilio o
están atravesando una pérdida o duelo, se debe apoyar la adaptación del
niño ante tales cambios proporcionándole seguridad y confianza. Conocer
las características de cada niño o niña ayuda a diseñar estrategias de inter-
vención que beneficien a niños, niñas, madres y padres.
Como hemos visto, el ambiente es un factor importante en el de-
sarrollo de la crianza de los niños pequeños, por ello ahondaremos en las
características de los tres tipos de ambientes que influyen en este aspecto.

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Ambiente nutricional

El ambiente nutricional influye en el crecimiento físico y del cerebro, así


como en las capacidades de atención y de aprendizaje. Asimismo, el patrón
de alimentación que se establece en los primeros años de vida determina
los hábitos dietéticos durante toda la vida de las personas y evita que se
creen patrones de obesidad y desnutrición que pueden durar toda la vida.
Por ello, un adulto que ofrece al niño y niña una sana alimentación, los im-
pulsa a probar sabores y texturas diferentes, además reconoce las señales
de hambre y saciedad, ayuda a crear un ambiente nutricional distinto y un
estilo de interacción diferente con su ambiente.

Ambiente físico

Es el que determina la cantidad y la calidad de oportunidades, así como los


niveles de respuesta o reacción de los niños en los ambientes de aprendi-
zaje. Lo conforman la disposición de los objetos que el niño pueda manipu-
lar, los espacios físicos dentro y fuera del hogar, los sonidos, los colores, los
juguetes, los medios electrónicos y los medios de comunicación.
El ambiente físico también lo constituyen los espacios en los que los
niños y niñas interactúan y realizan sus actividades. Los adultos deben ase-
gurarse de que los niños crezcan en ambientes seguros e higiénicos para
así contribuir a evitar enfermedades y accidentes.

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Ambiente social

Por medio de su madre es como el niño percibe el mundo, de ahí que la


cercanía cuerpo a cuerpo, la manera como ella le habla, lo abraza, toca, car-
ga y arrulla, serán los primeros estímulos sensoriales que ayudarán al niño
a integrarse como ser humano y a adaptarse al entorno.
Los adultos que se muestran disponibles física y afectivamente ha-
cia los bebés y los niños pequeños favorecen su seguridad y confianza, ya
que un adulto cercano es un mediador del ambiente físico, social y nutri-
cional. Los adultos son modeladores de conductas, mediante su compor-
tamiento le enseñan al niño a ser, aprender, convivir, hacer y comportarse.
La diversidad de personas que rodean al niño enriquece su ambien-
te: el padre proporciona elementos distintos a los de la madre, los abuelos,
los hermanos o los tíos; si otros adultos interactúan con el bebé y el niño
pequeño, estos adquieren un repertorio de respuestas a estímulos e inter-
cambios de los mismos, mucho más amplios y con más formas de adaptación.

La función social de la crianza

Todos los adultos somos responsables de la crianza, en el sentido de que


juntos debemos garantizar el bienestar, el desarrollo integral y la felicidad
de los niños y niñas.
El Programa de visita a los hogares cuenta con las herramientas y
el personal idóneo para colaborar en los procesos de crianza de las familias
con bebés y niños pequeños que viven en zonas urbanas en condición de
vulnerabilidad. Colaborar en la crianza significa ser un acompañante del
pensamiento que se tiene sobre este proceso, de la observación de los ni-
ños, del aprendizaje, del juego, de la comunicación y la lectura y también
de las preocupaciones de los padres y madres.
Cuando una madre, un padre o un familiar descubren nuevos mo-
dos y materiales para jugar con los niños, muchos de ellos simples y reci-
clables, se enriquece la calidad de los vínculos afectivos y el aprendizaje de
los niños.
No se trata de enseñarles lo que se debe o no hacer, sino de acom-
pañar procesos de pensamiento respetando las prácticas y la cultura de las
familias ampliando sus propios repertorios, para ello es importante conce-
bir a los niños y a sus familias como portadores de cultura.
Por lo tanto, los agentes educativos deben identificar primero esas
prácticas para, posteriormente, entender por qué se hacen y así tratar de
identificar su valor y el impacto que tienen en el desarrollo de los niños.
Realizado este proceso, con sumo cuidado y en caso de ser necesario, el

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agente educativo debe orientar a las madres y padres a reflexionar cómo
proponer otras alternativas que beneficien a los niños. Cuando se detecte
una pauta cultural o de crianza que produzca daño o sufrimiento a las niñas
y niños, por ejemplo: cuidado negligente, violencia o maltrato, el agente
educativo debe ayudar a erradicarla.
La principal función de los agentes educativos es brindar herra-
mientas a las madres y padres para que aprendan a observar a sus hijos.
Esto implica dotar de significado a las actividades que llevan a cabo y a los
progresos que exponen; incentivar la comunicación; compartir la alegría y
la capacidad de asombro ante la vida y hacer que aprendan a ver el mundo
por primera vez mediante el amor por sus hijos, a sentirse amados por ellos.
Es importante que, durante su intervención con las familias, los
agentes educativos recuperen juegos, cuentos, arrullos, canciones y for-
mas de comunicarse, mecer, cargar y arropar a los niños con el fin de ha-
cer una recopilación de prácticas de crianza que, en su momento, puedan
ser presentadas a las familias como un logro importante que demuestre
lo que hacen para que sus hijos tengan bienestar, aprendan y sean felices.

La intersectorialidad

Un factor relevante para la crianza de las niñas y niños es la relación directa


que tienen con el entorno en el que se desarrollan. Al focalizar el hogar en
donde se va a llevar a cabo la intervención, es importante que se identifi-
quen los servicios públicos con los que cuenta la población infantil, qué tan

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cercanos están del lugar donde habitan las familias y en qué condiciones
se ofrecen. La salud de los niños es primordial, por ello es necesario contar
con un banco de datos de estos servicios en la comunidad, para que esta
información pueda ser proporcionada a las familias.
Los agentes educativos, como garantes de los derechos de las niñas
y niños, deben ser gestores de acciones de intersectorialidad que permitan
que otras instituciones brinden los servicios públicos necesarios para que
los niños tengan las condiciones de salud, higiene, protección, alimenta-
ción y seguridad que les permitan desarrollarse integralmente.
Difundir en la colonia o comunidad los propósitos y beneficios del
Programa de visita, es importante para que las familias puedan contar con
los apoyos institucionales que requieran.

Aprendizajes deseables en los niños y niñas

Es importante que el agente educativo tenga en cuenta que, al finalizar


el Programa de visita, además del trabajo que realizó con los adultos para
que se instalen buenas prácticas de crianza, habrá contribuido con su in-
tervención a que los niños y niñas adquieran los siguientes aprendizajes:
•• Establecer vínculos afectivos y apegos seguros entre los niños y los
adultos que los cuidan, especialmente con la madre.

•• Desarrollar seguridad y confianza en sí mismo y en los demás.

•• Desarrollar autonomía y autorregulación progresiva.

•• Desarrollar la curiosidad, la exploración, la imaginación y la creatividad.

•• Desarrollar el lenguaje mediante la comunicación y la creación de


vínculos.

•• Descubrir en los libros y en la lectura el gozo, el aprendizaje y la riqueza


de la imaginación.

•• Descubrir el propio cuerpo desde la libertad de movimiento y la expre-


sión motriz.

•• Convivir y compartir con otros el aprendizaje.

•• Jugar libremente con creatividad, iniciativa y gozo.

•• Tener experiencias artísticas y culturales.

•• Adquirir patrones sanos de alimentación y convivencia.

•• Aprender y ser felices.

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