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10 Fabulas
10 Fabulas
– “Os he mandado reunir para que entre todos encontremos una solución. ¡No
podemos vivir así!”. – “¡Pido la palabra!”, dijo un ratoncillo muy atento. – “Atemos
un cascabel al gato, y así sabremos en todo momento por dónde anda”.
Tan interesante propuesta fue aceptada por todos los roedores entre grandes
aplausos y felicidad. Con el cascabel estarían salvados, porque su campanilleo
avisaría de la llegada del enemigo con el tiempo para ponerse a salvo.
– “¡Silencio!”, gritó el ratón jefe, para luego decir: – “Queda pendiente una cuestión
importante: ¿Quién de todos le pone el cascabel al gato?”.
2. El bobo y la grulla
Mientras un lobo se comía un hueso, se le atragantó en la garganta, y empezó a
correr por todas partes en busca de ayuda. En su camino se encontró a una grulla
y le pidió que le salvara de aquella situación y que le pagaría por ello. La grulla
aceptó, introdujo su cabeza en la boca del lobo y sacó el hueso atravesado de la
garganta. Entonces, le pidió su compensación al lobo, a lo que este le respondió:
– “Oye amiga, ¿no crees que es suficiente paga el haber sacado tu cabeza sana y
salva de mi boca?”.
Ahora viéndose en esta situación en la que pasaba sus días atado y dando vueltas
a dicho molino, se arrepentía de aquella actitud que había tenido cuando era
poderoso: – “Después de las grandiosas vueltas que di en las carreras durante mi
juventud, mira las vueltas que tengo que dar ahora. Este es un justo castigo por
burlarme de aquellos a los que veía más débiles e inferiores”.
Moraleja: Mejor ser humilde cuando tienes poder, porque un día u otro lo has de
perder.
6. La corneja fugitiva
Tras mucho tiempo intentando cazar a una corneja, un hombre consiguió al fin su
premio. Para evitar que se escapara su tan codiciada pieza, le anudó un filo hilo a
una de sus patas y se la llevó a su hijo como regalo. A pesar de que su pequeño
dueño se desvivía por darle los mejores cuidados del mundo, la corneja no
acababa de sentirse cómoda en su nuevo hogar. Una tarde, mientras el pequeño
limpiaba la jaula que le servía como hogar, la corneja aprovecho que nadie la
vigilaba para salir por la ventana y volar hacia el lugar en que estaba construido su
nido.
Tan emocionada estaba por recobrar su libertad, que al posarse sobre su árbol, el
hilo que colgaba de una de sus patas se enredó terriblemente en varias ramas. Al
darse cuenta de la situación, comenzó a aletear con todas sus fuerzas,
enredándose cada vez más. Prisionera en el lugar que tanto añoraba, dijo con
resignación: – “¡Que tonta he sido! Por culpa de querer vivir de nuevo en libertad,
voy a terminar mis días en el árbol que me vio nacer”.
Moraleja: Cuanto más grande sea lo que deseamos, más grandes son los riesgos.
Cuando vio al gallo encima, le gritó desde abajo que deseaba poder verle más de
cerca y besar la cabeza del intérprete de tan encantadora melodía. Pero en vez de
bajar, el gallo le pidió que le hiciera antes el favor de despertar al portero que
había debajo del árbol. Antes de que la zorra pudiera decir nada, el perro se lanzó
sobre ella y no le dejó nada más que el rabo.
– “Estoy en efecto muy contenta de que fui despreciada, pues no he perdido nada
y tampoco me hicieron daño”.
– “¿Cómo me va a asustar el león con semejante talla que tengo? ¡Con treinta
metros de largo, bien fácil me será convertirme en rey de los animales!”.
Moraleja: Nunca valores tus virtudes por la apariencia con que las ven tus ojos,
pues fácilmente te engañarás.