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Granada, 2012
COMARES HISTORIA
Director de la colección:
Miguel Ángel del Arco Blanco
Ilustración de cubierta:
Guerrilleros de la Agrupación Guerrillera de Granada en la sierra.
Fotografía tomada, probablemente, en 1948. (ATTMA)
Agradecimientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XIII
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XV
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XIX
I
PRIMERA PARTE. IDENTIDADES GUERRILLERAS
II
SEGUNDA PARTE. ANATOMÍA DE LA RESISTENCIA
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
Fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219
Anexos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231
Ilustraciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271
AGRADECIMIENTOS
los menos buenos, mostrando su cariño y amistad. Junto a Julio Aróstegui, hemos
formado un equipo que ha trascendido con mucho el marco académico. A Julio, mi
maestro y amigo, quiero agradecerle especialmente sus enseñanzas, su conianza y,
sobre todo, los grandes momentos que hemos pasado juntos.
A Gareth y Ewa homas, que en los últimos años me han acogido sucesiva-
mente en el sur de Inglaterra y Gales mientras me afanaba en terminar este libro.
Gracias por su deliciosa comida, por los maravillosos momentos que hemos pasado
juntos y por su entrañable paciencia. A Geraint, por sus locas grabaciones y diver-
tidas conversaciones.
A mis padres, José Luis y Conchi, que han trabajado toda su vida por lo mejor
para sus hijos. A mi hermano Roberto y a Angelines. Gracias por vuestra conianza
constante y por estar siempre ahí. Siempre.
Quisiera dedicar este libro a todos aquellos que sufrieron el horror de la vio-
lencia (guerrilleros, familiares, vecinos) y que años después, con gran esfuerzo, me
ofrecieron su amistad y sus recuerdos: Miguel Padial, Amada Martínez García,
Miguel Salado Cecilia, Miguel Nuñez, Manuel García Fernández, Francisco Castro,
Rosa López y a la familia Quero, particularmente a Dolores Resina Quero y su hijo
Eduardo, su mujer María, Encarni Quero y Bernardo Quero.
Y por último, pero no por ello lo menos importante, a Maria homas. Por su
cariño, su ayuda, su comprensión, su fortaleza y sus maravillosas tazas de té. Porque
no existe mayor éxito ni mayor regalo que la felicidad.
PREFACIO
Suenan las campanas en el Gran Cinema. Son las once menos veinte de la noche
y en cinco minutos va a empezar el espectáculo. Los aicionados más rezagados se
apelotonan en la puerta para comprar las últimas entradas. Un portero, a la altura
de la calle Atocha 157, revisa los tickets de los espectadores y les indica su butaca.
Aquella noche de verano el Gran Cinema acogería una de sus últimas veladas de
boxeo. Unos meses después todo el ediicio sería derribado y sobre el solar se le-
vantaría uno de los ediicios más emblemáticos del nuevo Madrid modernista: el
teatro San Carlos.
En el interior todo está dispuesto. En el centro de la sala se despliega el cua-
drilátero y, a su alrededor, decenas de sillas plegables acogen a amigos, curiosos,
boxeadores y aicionados. La mayor parte del público son varones. Hombres de
diferente condición social, aunque en su mayor parte son trabajadores, que discuten
apasionadamente. El boxeo en Madrid, a pesar de su origen aristocrático, ha cuajado
en los barrios populares donde los jóvenes entrenan en improvisados gimnasios en
las azoteas o en los talleres a pie de calle. Las camisas blancas y las gorras destacan
sobre los trajes cruzados y los gorros de ieltro. El boxeo es una especie de deporte
«salvaje», proclaman algunas voces críticas, mientras que los señoritos sienten atrac-
ción por este sport de contacto.
Es un 17 de julio. Pero este 17 de julio no es viernes ni se corresponde al año
1936. Los ruidos de sables sólo se escuchan en la sede del Gobierno. Es miércoles.
Miércoles, 17 de julio de 1927, y el público espera impaciente el inicio de la velada
mientras comenta el último comunicado del ministerio de Hacienda: Juan March,
conocido empresario, banquero y contrabandista, dejará de tener el monopolio del
tabaco en las colonias de Marruecos.
Ramón Vía, un joven imberbe de 17 años nacido en el puente de Vallecas,
espera impaciente su bautismo. Hijo de un cuchillero madrileño y una costurera,
había nacido en un hogar pobre y austero de siete hermanos. No bebía, no le gus-
taba bailar, ni acudía a los cafés. Desde pequeño ayudaba a su madre a planchar y a
XVI guerrilleros y vecinos en armas
zurcir calcetines. A los once años dejó la escuela y con tan sólo trece ya ganaba «un
jornal de hombre». Le gustaba el deporte y construía en sus ratos libres camas de
hierro y esculturas de madera.1 En cinco minutos, sin embargo, podía cambiar su
vida. En cinco minutos comenzaba la tercera jornada del campeonato de boxeadores
«amateurs» de Castilla y él debía doblegar a su contrincante. Los púgiles vencedores
representarían a Castilla en el campeonato nacional que unos días después iba a
celebrarse en Barcelona. Vía estaba decidido a dar el salto y para ello tenía que de-
rrotar a su adversario: Julián del Amo. Su combate abría la velada. Vía, de tan sólo
1´65 de altura y unos 48 kilos de peso, competía en la categoría mosca. Suena la
campana y Vía salta al ring con sus calzones hasta la rodilla y sus guantes de cuero.
Los amigos le aclaman al escuchar su nombre. Es el orgullo del barrio obrero y,
victorioso o derrotado, Vía ha cruzado los límites de la ciudad hasta plantarse en el
centro de la capital en representación de Vallecas.2
La trayectoria pugilística de Ramón Vía fue, en realidad, extremadamente
corta. Después de su derrota en el Gran Cinema combatió por segunda y última vez
el 16 de junio de 1928 en el Ideal Polistilo, una pista de patinaje que las noches de
verano abría sus puertas en la calle Valverde, cerca de los jardines de El Retiro, a las
veladas de boxeo. Aquella noche todas la miradas se concentraron en el duelo entre
Emilio Martínez, campeón de Castilla y hasta hacía poco, «challenger» de la corona
nacional, y el «duro encajador y gran “puncher” vasco» Echegaray. Vía se enfrentó,
en el segundo combate de la noche, a Sánchez Calvo.3 Fue la última vez. El joven
pugilista de Vallecas se casó con su novia del barrio, Julia López Casado, y decidió
colgar los guantes para siempre. Pero aquella decisión no signiicó, en modo alguno,
el in de la batalla. Como miles de jóvenes madrileños, el 14 de abril de 1931 celebró
el advenimiento de la República en la capital. Aquel acontecimiento, sin lugar a du-
das, despertó políticamente al joven cuchillero de Vallecas con sueños de boxeador.
A comienzos de 1932, Ramón Vía ingresó en la sección de cuchilleros de la
Sociedad Obrera «El Baluarte», de la UGT, donde poco después se convirtió en
uno de sus vocales. Aquel joven podía no tener un buen movimiento de piernas en
el ring pero mostraba carácter, liderazgo y ciertas dotes de discurso. Ávido lector, a
la luz de una pequeña lámpara de gas devoraba por las noches los libros y folletos
que encontraba en la Casa del Pueblo. El primer drama familiar llegó en octubre de
1934. Ramón Vía participó activamente en la huelga revolucionaria y, por primera
vez en su vida, fue detenido y conducido a la cárcel. Juzgado por rebelión militar,
durante los siguientes meses permaneció separado de su familia hasta cumplir su
condena. El 17 de julio de 1936 estalló la rebelión militar en Melilla. Nueve años
1
Jacq 1944-1945 (ACCPCE)
2
La Libertad, 17 de julio de 1927.
3
ABC, 16 de junio de 1928; Heraldo de Madrid, 16 de junio de 1928; La Libertad, 16 de junio de 1928.
prefacio XVII
* * *
4
Consejo de Guerra 1431/45 (ATTMA)
5
Herrera Petere, José: «Ramón Vía», Cultura y Democracia, 4 (abril, 1950)
XVIII guerrilleros y vecinos en armas
1
Semprun, Jorge: El largo viaje, Madrid, Seix Barral, 1994 [1963], p. 231.
2
Marco, Jorge: «Ecos partisanos. La memoria de la Resistencia como memoria conlictiva», Historia
del Presente, 17-1 (2011)
XX guerrilleros y vecinos en armas
3
La «nube de tormenta» en: Clausewitz, Carl von: De la guerra, Madrid, La Esfera de los Libros,
2005 [1832], p. 512. El «soplo de viento» y las «plantas inmóviles» en: Lawrence, T. E.: Guerrilla en el
desierto, Barcelona, J. J. de Oleñate, 2009, p. 32. Sobre el viento y el relámpago: Tzu, Sun: El arte de la guerra,
Madrid, Fundamentos, 2003, p. 91. La metáfora del pez, procedente de Mao Tse Tung, en: Short, Philip: Mao,
Barcelona, Crítica, 2007, p. 312.
4
Lind, William S., Nigthengale, Keith, Schmidt, John F., Sutton, Joseph y Wilson, Gary I.:
«he Changing face of War: Into de Fourth Generation», Marine Corps Gazette, October (1989), pp. 22-26;
Hernan, Paul F.: «Asymmetric Warfare: Sizing the hreat», Low Intensity Conlict and Law Enforcement, 6-1
(1997), p. 180; Williamson, Steven C.: From Fourth Generation Warfare to Hybrid War, Strategic Studies
Institute, Army War College, 2009.
introducción XXI
Una primera distinción que debemos realizar es la diferencia entre las guerras
que combinan las operaciones regulares e irregulares, formando parte de un mismo
proceso, y aquellas guerras que son estrictamente irregulares o asimétricas. Las
guerras que combinan las operaciones regulares e irregulares no implican —aunque
puede suceder— la inferioridad de uno de los contrincantes. Las acciones irregu-
lares, en este contexto, deben ser observadas como un elemento complementario o
auxiliar, trazadas dentro de un plan conjunto. Las guerras irregulares o asimétricas,
por el contrario, se caracterizan por enfrentar a un ejército estructurado y a grupos
no regulares de combate. El punto de partida nace de las diferencias de capacidad
y poder militar de los contrincantes. La guerra irregular es una respuesta a un
desequilibrio inicial entre los medios y recursos de los dos oponentes armados.
Mientras que un bloque detenta el poder y, por lo tanto, los medios y recursos
—habitualmente el Estado—, al otro lado encontramos un opositor cuyas debili-
dades le imposibilitan entablar una guerra regular. Ante esta situación el adversario,
que muestra mayor debilidad, plantea una estrategia de enfrentamiento armado que
le permita superar las ventajas de su enemigo y explotar sus debilidades, de tal modo
que se pueda establecer un equilibrio en la pugna.5
La guerra regular y la combinación de operaciones regulares e irregulares en
la guerra no son fenómenos nuevos en la historia. Ambas modalidades han estado
presentes en multitud de conlictos armados desde la antigüedad hasta nuestros días,
recorriendo distintos puntos cardinales del globo.6 Al mismo tiempo, no debemos
olvidar que existen textos clásicos sobre la guerra irregular que se remontan al siglo
IV a. C.7
Ahora bien, partiendo de esta premisa, existe un amplio consenso en situar
la guerra contra la ocupación napoleónica en España como el hito que marca un
nuevo rumbo en las guerras irregulares. El cambio no se debió tanto a una cuestión
de procedimientos como a un cambio en la escala, en los agentes y en el reforza-
miento político del fenómeno. En la guerrilla española se observa un mayor peso
de los grupos de combatientes no regulares debido a la incorporación ascendente y
voluntaria de la población civil, dotándola de un fuerte carácter popular. Al mismo
tiempo, el nacionalismo se convirtió en un arma ideológica para combatir la ocu-
pación extranjera. Pero como señala el politólogo alemán Carl Schmitt, la novedad
también radicaba en el contexto de un nuevo desequilibro agudizado por los avances
5
Dunlap, Charles J. Jr.: «Preliminary Observations: Asymmetrical Warfare and the Western
Mindset», en: Matthews, Lloyd J. (ed.): Challenging the United States Symmetrically and Asymmetrically: Can
America Be Defeated?, Strategic Studies Institute, Army War College, 1998, p. 1; Metz, Steven y Jhonson
II, Douglas V.: Asymmetry and U. S. Military Strategy: Deinition, Background, and Strategic Concepts, Strategic
Studies Institute, Army War College, 2001.
6
Bonnet, Gabriel: Las guerras insurreccionales y revolucionarias, Madrid, Cid, 1967.
7
Tzu, Sun: El arte de la Guerra, Madrid, Fundamentos, 2003.
XXII guerrilleros y vecinos en armas
8
Schmitt, Carl: Teoría del partisano, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1966, p. 13.
9
Tone, J. L.: La guerrilla española y la derrota de Napoleón, Madrid, Alianza, 1999; Fraser, R.: La
maldita Guerra de España. Historia social de la guerra de la Independencia, 1808-18 14, Barcelona, Crítica, 2006;
Broers, M.: Europe under Napoleon, New York, Edward Arnold, 1996; Esdaile, Ch. J.: «Popular Resistance to
the Napoleonic Empire», en: Dwyer, P. G.: Napoleon and Europe, Harlow, Pearson Education Limited, 2001,
pp. 136-224; Mackey, R. R.: he Uncivil War: Irregular Warfare in the Upper South, 1861-1865, Oklahoma,
University of Oklahoma Press, 2004; Forbes, H.: Manual for the Patriotic Volunteer on active service in Regular
and Irregular War, New York, W. H. Tinson, 1855.
10
Callwell, Ch. E.: Small Wars. heir Principles & Practices, Nebraska, Bison Books, 1996 [1896];
Lawrence, homas E.: Los siete pilares de la sabiduría, Madrid, Ediciones Libertarias, 1997 [1922]
11
Cardona, Gabriel: «Estudio preliminar», en: Clausewitz, Carl von: De la guerra…, op. cit., pp.
XIII-XXVIII.
12
Clausewitz, Carl von: De la guerra…, op. cit., pp. 510 y ss.
introducción XXIII
francesa y fue asumido desde inales del siglo XVIII por multitud de movimientos
de diferente signo: nacionalistas, populistas, socialistas, nihilistas, anarquistas o co-
munistas. Los proyectos insurreccionales, en cualquier caso, mostraban importantes
diferencias y evolucionaron con el paso del tiempo 13.
En cambio, el triunfo de la Revolución rusa y su efecto internacional marcó un
punto de inlexión. A comienzos del siglo XX las teorías insurreccionales habían en-
trado en decadencia, pero el éxito bolchevique revitalizó las propuestas relacionadas
con la lucha armada revolucionaria. Más allá de la igura mitológica de Lenin, fue
Leon Troski quién dirigió la estrategia insurreccional de Octubre, el que aplicó las
primeras técnicas modernas y el que sentó las bases teóricas más reinadas.14 En los
años veinte la guerra revolucionaria e insurreccional alcanzó un gran prestigio entre
los partidos comunistas. En el verano de 1920 el Komintern lanzó una política de
ofensiva revolucionaria, tan sólo atemperada después de su fracaso en Alemania. A
partir de ese momento la vieja idea de la «huelga general insurreccional» sufrió un
fuerte retroceso frente a otras propuestas más novedosas como la formación de or-
ganizaciones paramilitares y la organización de células dentro del ejército. Multitud
de folletos y guías prácticas relacionadas con la lucha armada y la insurrección, como
la publicada en 1928 bajo el pseudónimo colectivo de Neuberg, se difundían entre los
militantes comunistas. Las aportaciones desde el ámbito asiático resultaron, en este
sentido, fundamentales. Uno de los autores de aquella publicación era el joven Ho
Chi Minh, futuro líder guerrillero en Indochina. Al mismo tiempo, la experiencia
china y los textos de Mao Tse Tung, incorporando al campesinado como un agente
activo en la guerra revolucionaria y estableciendo las pautas de la guerra prolongada,
terminaron por transformar las estrategias clásicas de la guerra de guerrillas deinida
a comienzos del siglo XIX.15
A partir de los nuevos marcos teóricos y experiencias surgió un nuevo modelo
de guerrilla moderna, con un carácter eminentemente político. El objetivo era de-
rribar un régimen y para ello empleaba la guerra de guerrilla, pero tan sólo como
un método militar dentro de una estrategia política global. Lo más importante en
la guerrilla moderna era la organización, la infraestructura política que sustentaba
el aparato militar. La organización debía tener profundas raíces entre la población,
coordinarse en pequeños grupos a través de cuadros medios. De este modo la
guerrilla se podía surtir de forma constante de nuevos reclutas, información y una
13
González Calleja, Eduardo: La violencia en la política, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones
Cientíicas, 2003, pp. 506-514.
14
Malaparte, Curzio: Técnica del golpe de Estado, Barcelona, Plaza & Janes, 1960, pp. 11-47.
15
Neuberg, A.: La insurrección armada, Madrid, Akal, 1977 [1928]; Tse Tung, Mao: Sobre la guerra
prolongada, Barcelona, Editores R. Torres, 1976 [1938]; González Calleja, Eduardo: La violencia en la
política…, op. cit., pp. 514-524.
XXIV guerrilleros y vecinos en armas
16
Chaliand, Gerard: «Introduction», en: Chaliand, Gerard (ed..): Guerrilla Strategies: an historical
anthology from the Long March to Afghanistan, Berkeley, University of California Press, 1982, pp. 10. Una versión
ampliada y revisada: Chaliand, Gérard: Les guerres irégulières. XX-XXI siècle, Paris, Gallimard, 2008, pp. 30-31.
17
Bonnet, Gabriel: Guerras insurreccionales y revolucionarias, Madrid, Cid, 1967 [1958], pp. 68-72;
Hobsbawm, Eric: Revolucionarios, Barcelona, Critica, 2000 [1973], pp. 233 y ss.
18
Guevara, Ernesto «Che»: La guerra de guerrillas, Madrid, Júcar, 1977.
19
Trinquier, Roger: La guerra moderna y la lucha contra las guerrillas, Barcelona, Herder, 1965 [1961],
pp. 31 y ss; Fall, Bernard B.: Counterinsurgency: he French Experience, Washington, Industrial College of
the Armed Forces, 1963; Ambler, John Steward: he French Army in Politics, 1945-1962, Ohio, Ohio State
University Press, 1966, pp. 150 y ss., etc.
20
Chaliand, Gerard: «Introduction», en: Chaliand, Gerard (ed.): Guerrilla Strategies…, op. cit., p.
10; Verstrynge, Jorge: La guerra periférica y el islam revolucionario. Orígenes, reglas y ética de la guerra asimétrica,
Barcelona, El Viejo Topo, 2005.
introducción XXV
situar las coordenadas de análisis sobre las que vamos a fundamentar nuestro estudio
de la resistencia armada antifranquista.
21
Aróstegui, Julio: «El insurreccionalismo en la crisis de la Restauración», en: García Delgado,
José Luis (ed.): La crisis de la Restauración. España entre la Primera Guerra Mundial y la II República, Madrid,
Siglo XXI, 1986, pp. 75-100; González Calleja, Eduardo: El máuser y el sufragio. Orden público, subversión y
violencia política en la crisis de la Restauración (1917-1931), Madrid, CSIC, 1999; Souto Kustrín, Sandra: Y
¿Madrid? ¿Qué hace Madrid? Movimiento revolucionario y acción colectiva (1933-1936), Madrid, Siglo XXI, 2004;
Casanova, Julián: Anarquismo y violencia política en la España del siglo XX, Zaragoza, Institución «Fernando el
Católico», 2007.
XXVI guerrilleros y vecinos en armas
22
Serrano, Secundino: Maquis. Historia de la guerrilla antifranquista, Madrid, Temas de Hoy, 2002;
Romeu Alfaro, Fernanda: «Panorámica sociopolítico de los primeros movimientos guerrilleros», en: García
Delgado, José Luis (ed.): El primer franquismo. España durante la Segunda Guerra Mundial, Madrid, Siglo
XXI, 1989, p. 354, etc.
introducción XXVII
Las posguerras son un fenómeno complejo, pero más aún cuando se trata de
guerras civiles y con un marcado componente miliciano. Las guerras civiles supo-
nen un fuerte desgarro dentro de la sociedad y la recomposición de los consensos
sociales a nivel local, regional y nacional no resultan sencillos. La alteración de las
estructuras de poder y control social permiten, en muchos casos, la continuidad de
grupos armados u otros fenómenos como el bandolerismo o la delincuencia. Viejos
conlictos no resueltos o conlictos de nuevo cuño pueden entonces cristalizar. El
cine de Hollywood, por ejemplo, ha retratado con maestría el desarrollo de este tipo
de conlictos después de la guerra civil americana.23 La integración de los excom-
batientes en la sociedad, después de una larga experiencia de guerra, suele resultar
problemática 24. Todas estas características son comunes a las posguerras civiles, pero
en el caso español debemos tener en cuenta que el nuevo consenso social se estable-
ció a partir de la exclusión de los vencidos y que una ola de violencia y represión se
dirigió directamente contra los excombatientes republicanos y antiguos militantes.
Muchos de estos elementos fueron comunes en el caso griego después de la Segunda
Guerra Mundial, donde también existieron casos aislados de huidos. 25
La historiografía ha analizado a los huidos como un fenómeno temporal, es
decir, que ha interpretado su acción, estructura y organización bajo el prisma de
las condiciones materiales. Entre 1939 y 1943 las circunstancias no permitieron el
desarrollo —argumentan— de una guerrilla más organizada y con una proyección
nacional, pero a partir de 1943, cuando las condiciones mejoraron, los antiguos hui-
dos, con la ayuda de los cuadros llegados del exilio, transformaron el movimiento.
Mi propuesta, en cambio, sostiene que el problema no es temporal ni radica —al
menos en exclusiva— en las condiciones materiales. Bien es cierto que en algunos
casos el contexto de la primera posguerra impidió el desarrollo de una guerrilla
moderna, pero en la mayoría de los casos el carácter local y vecinal de la Resistencia
atendió a su propia naturaleza.
La primera transformación, desde una perspectiva estratégica, comenzó a i-
nales de 1943. El origen del cambio radicó en gran medida en un factor exógeno:
el nuevo rumbo en la Segunda Guerra Mundial y sus efectos psicológicos. Si bien
23
Fojas, Camilla: Border Bandits: Hollywood on the Southern Frontier, Texas, University of Texas Press,
2008, pp. 27-82.
24
Grimshaw, Allen D. (ed.): A Social History of Racial Violence, New Jersey, Transaction Publishers,
2009 [1969], pp. 37 y ss.; Leed, Eric J.: No man´s land. Combat & Identity in World War I, Cambridge,
Cambridge University Press, 2009 [1979], pp. 193-213; Kriger, Norma: Guerrilla Veterans in Post-War
Zimbabwe. Symbolic and Violent Politics, 1980-1987, Cambridge, Cambridge University Press, 2003; Berdal,
Mats y Ucko, David H. (ed.): Reintegrating Armed Groups after Conlicts. Politics, Violence, and Transition, New
York, Routledge, 2009, etc.
25
Sakkas, John: «he civil war in Evrytania…, op. cit., pp.196-200; Voglis, Polymeris: Becoming a
Subject. Political Prisoners during the Greek Civil War, Oxford, Berghahn Books, 2002, pp. 52 y ss.
XXVIII guerrilleros y vecinos en armas
hasta 1942 la iniciativa militar partía del bloque del Eje, a partir de 1943 las victo-
rias aliadas alimentaron las esperanzas de la oposición en España. Una derrota del
fascismo en Europa traería como consecuencias el derrocamiento de la Dictadura.
En este contexto, la tesis de una insurrección popular, alentada por una invasión
guerrillera desde Francia, comenzó a cuajar en las organizaciones políticas del exi-
lio, particularmente en el PCE. Tengamos en cuenta que la Resistencia francesa se
alimentaba de miles de combatientes españoles y que el PCE había realizado un
importante esfuerzo porque esta acción no fuera dispersa sino que se concentrara
en unidades españolas. En el mes de abril de 1942 Jesús Monzón fundó el XIV
Cuerpo de Guerrilleros Españoles y a mediados de 1944, la rebautizada Agrupación
de Guerrilleros Españoles (AGE), contaba con 8.000 o 9.000 guerrilleros armados
en el sur de Francia dispuestos a combatir en España.26
La operación de mayor envergadura fue la invasión del Valle Arán. Entre los
meses de octubre y noviembre de 1944 la dirección del PCE en Francia y en el inte-
rior, bajo el liderazgo de Jesús Monzón y la AGE, realizó varias incursiones guerri-
lleras en los Pirineos. La operación tenía tres objetivos fundamentales: provocar una
insurrección nacional, establecer una zona de control insurgente donde se asentaría
un gobierno provisional y vincular el conlicto español al conlicto europeo y, por lo
tanto, el destino de la Dictadura en España con el de dictaduras fascistas europeas.
La operación no logró ninguna de sus metas, pero las consecuencias internas dentro
del PCE y del movimiento guerrillero fueron cruciales.
El fracaso de la invasión del Valle de Arán se utilizó como base legitimadora
para realizar una purga interna del PCE. El proceso se inició en el mismo mes de
noviembre de 1944, cuando Santiago Carrillo arribó al sur de Francia en plena
operación del Valle de Arán. Historiadores y protagonistas han discutido durante
décadas sobre la participación real o no de Santiago Carrillo en la decisión de retirar
las tropas, pero éste no es el hecho más relevante. Lo fundamental de aquel acon-
tecimiento fue que permitió a Santiago Carrillo y, con él, al Buró Político del PCE
dirigido por Dolores Ibárruri, hacerse con el control del Partido dentro de España
y en el sur de Francia, hasta el momento en manos de Jesús Monzón. Santiago
Carrillo, a partir de ese momento, se convirtió en el máximo dirigente de la guerrilla
comunista en España, siempre desde su base en el exilio.27 Ahora bien, ¿existió a
partir de ese momento algún tipo de transformación en el movimiento guerrillero?
26
Informe de Santiago Carrillo. 30 de julio de 1945. Jacq 1-2 Dirigentes (ACCPCE) Sobre la AGE
y el XIV Cuerpo: Serrano, Secundino: La última gesta. Los republicanos que vencieron a Hitler (1939-1945),
Barcelona, Punto de Lectura, 2006 [2005], pp. 349-359 y 442-446
27
Los debates de los protagonistas en torno a la operación: Carrillo, Santiago: Memorias, Barcelona,
Planeta, 2008, pp. 470-474; López Tovar, Vicente: «Operación del Valle de Aránen octubre de 1944», en: Cos
Borbolla, Jesús: Ni bandidos, ni vencidos, Santander, Edición del autor, 2006, pp. 191-211. Historiadores que
lo han abordado: Serrano, Secundino: Maquis…, op. cit., pp. 136 y ss.; Moreno Gómez, Francisco: Historia
introducción XXIX
y memoria del maquis. El cordobés Veneno, el último guerrillero de la Mancha, Madrid, Editorial Alpuerto, 2006,
pp. 210 y ss., etc.
28
Unidad y lucha, Toulouse, Ediciones España Popular, noviembre de 1944. Entre otros autores lo han
citado: Estruch Tobella, Joan: El PCE en la clandestinidad. 1939-1956, Madrid, Siglo XXI, 1982, pp. 98-99;
Heine, Hartmut: «El Partido Comunista de España durante el franquismo», Papeles de la FIM, 22 (2004), p. 100.
29
Blanco Rodríguez, José Andrés: «Las MAOC y la tesis insurreccional del PCE», Historia
Contemporánea, (Bilbao, UPV ) 11 (1994)
XXX guerrilleros y vecinos en armas
cerse con el control del PCE en España. Ahora bien, bajo el discurso común del
insurreccionalismo se escondían también importantes diferencias. El proyecto de
Jesús Monzón partía de su experiencia en el maquisard 30 francés. A partir de 1943,
cuando la Resistencia en Francia inició su mayor progresión, las operaciones irre-
gulares formaban parte de una acción coordinada con las tropas regulares de los
Ejércitos aliados. Es decir, se trataba de una combinación de operaciones regulares
e irregulares y no de una guerra irregular en sentido estricto. Una operación de la
envergadura de la invasión del Valle de Arán sólo se puede entender a partir de la
experiencia francesa, donde se empleaba un gran número de unidades y se vivía en
un clima permanente de guerra. Aunque Jesús Monzón había tratado de establecer
contacto con los grupos armados en España, en ningún momento llegó a articular
una verdadera estructura guerrillera en el interior. Su teoría radicaba en que una
operación de esas dimensiones, en el contexto del avance aliado en Europa, prende-
ría la mecha de la insurrección nacional. La estrategia tenía importantes problemas,
entre los que cabría destacar que las organizaciones guerrilleras no contaban con
el apoyo de un ejército regular, que el clima «bélico» en España no tenía nada que
ver con lo que ocurría en Europa, y que los grupos armados en el interior tenían
una escasa capacidad operativa. Sin contar que la operación fue anunciada —desde
meses atrás—, a través de diferentes medios, alertando de este modo a la Dictadura
del peligro. Un amplio despliegue del Ejército franquista en la frontera abortó el
éxito de la operación, causando decenas de muertos y detenciones.31
La nueva política desplegada por Santiago Carrillo también representó este op-
timismo poco fundado, muy común entre los partidos comunistas de la época, pero
sugerir que sus planteamientos eran similares no sólo es inapropiado, sino erróneo.
El nuevo modelo de guerrilla desarrollado por el PCE en España presentaba una
fuerte inluencia —desde el punto de vista estratégico— de los procedimientos de
la guerrilla moderna, trasciendo las formas tradicionales de la guerra de guerrillas.
Las escuelas dedicadas a la formación de guerrilleros en Francia durante la
Segunda Guerra Mundial estuvieron muy extendidas y el PCE contó con varios
centros en el sur. Todos ellos, en su conjunto, eran conocidos como la Escuela
Guerrillera de Toulouse. Con una importante actividad a partir de 1944, su vida
se prolongó hasta el mes de septiembre de 1950, fecha en que el PCE y las orga-
nizaciones adyacentes fueron prohibidas en Francia. Las escuelas guerrilleras, en
realidad, realizaban su actividad de forma clandestina bajo el paraguas de una em-
30
Maquisard, maqui: nombres genéricos con los que se conocía a la resistencia armada en Francia contra
la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
31
Existe una amplia literatura sobre la invasión del Valle de Arán. Un texto que analiza la operación
desde la perspectiva militar: Martínez de Baños Carrillo, Fernando: Hasta su aniquilación total: el ejército
contra el maquis en el Valle Arán y el Alto Aragón, 1944-1946, Madrid, Almena, 2002.
introducción XXXI
presa maderera, donde los guerrilleros trabajaban por la mañana como leñadores y
por la tarde recibían instrucción política y militar.32 Estos centros de entrenamiento
permitieron al PCE formar a centenares de cuadros que una vez preparados, eran
enviados a España, de la misma manera que la guerrilla griega tenía sus propias es-
cuelas guerrilleras en otros países fronterizos como Albania, Bulgaria o Yugoslavia.33
Son escasos los datos que tenemos sobre el cuerpo de profesores de la Escuela
guerrillera, aunque la lectura de los temarios pone en evidencia su sólida forma-
ción. En la mayoría de los casos se debió tratar de oiciales comunistas que habían
desempeñado su cargo durante la Guerra Civil y en la Resistencia francesa, pero
también impartieron clases oiciales españoles que habían sido alumnos y profeso-
res en la Academia militar soviética de Frunze. Al menos un contingente de estos
profesores, con experiencia en los batallones de la NKVD, llegó a Francia en 1945
desde Yugoslavia, donde también impartían clases. El resto del grupo, formado entre
otros por Manuel Tagüeña, permaneció en Yugoslavia «en la reserva, como técnicos,
para una etapa más avanzada de la lucha».34
La documentación que se conserva 35 no permite observar la evolución de los te-
marios en la Escuela guerrillera de Toulouse, pero si muestra dos cuestiones funda-
mentales: 1) el elevado nivel de conocimientos sobre la materia de sus instructores,
con apartados especíicos sobre estrategia, táctica, organización, propaganda, armas,
bases sociales, etc., y 2) su interés no sólo por las formas tradicionales de guerra
irregular, sino por los nuevos planteamientos de la guerrilla moderna. En el progra-
ma que se conserva, fechado en 1946, se hacía una referencia expresa a la «historia
de los movimientos guerrilleros». Dentro de este epígrafe, los alumnos aprendían
no sólo las estrategias empleadas por la Resistencia durante la Segunda Guerra
Mundial en «Rusia, Checoslovaquia, Polonia, Francia, Yugoslavia y Grecia», sino
que también prestaban atención a los «movimientos guerrilleros en la actualidad:
Palestina, Indonesia, Vietnam, Grecia y España». 36 Tal como señaló un informe el
Buró Político del PCE, era necesario observar el nacimiento de las guerrillas en «di-
ferentes países, hacer parangón, y sacar experiencia para su aplicación en España». 37
32
Aguado, Francisco: El maquis en España, Madrid, Editorial San Martín, 1975,pp. 165 y ss.; Lillo,
Natacha: «El PCE en Francia: relaciones con el PCF y evolución (1945-1975)», Papeles de la FIM, 22 (2004),
p. 132.
33
Birtle, Andrew J.: U.S. Army Counterinsurgency and Contingency Operations Doctrine, 1942-1976,
Washington, Center of Militarily History, 2006, pp. 42-43.
34
Tagüeña Lacorte, Manuel: Testimonios de dos guerras, Barcelona, Planeta, 1978, p. 331.
35
«Programa de Táctica Guerrillera», en: Aguado Sánchez, Francisco: El maquis en sus documentos,
Madrid, Editorial San Martín, 1976, pp. 59-68.
36
Ibídem, p. 59.
37
Informe Político. 1 de septiembre de 1947, en: Ibídem, p. 105.
XXXII guerrilleros y vecinos en armas
38
Lister, Enrique: «De la experiencia de la lucha guerrillera en España», España Republicana, 586,
1966, p. 3.
introducción XXXIII
desde el exterior: había que desterrar las troikas y formar células en los lugares de
trabajo. Diferentes células quedaban integradas en una ratio y varias ratios forma-
ban un sector. A su vez, varios sectores dependían directamente del Comité Local,
Regional, etc. El modelo era similar, vertical y piramidal, pero se pretendía radicar
la base en los centros de trabajo frente al modelo anterior, basado en las relaciones
personales. El objetivo era reforzar la ligazón con las masas.39
El PCE, desde 1945, trató de transformar radicalmente el modelo de la lucha
armada en España, incorporando las técnicas y métodos de la guerrilla moderna.
El éxito del cambio, a pesar de sus esfuerzos, fue limitado. Por un lado se encontró
con el rechazo de multitud de grupos autóctonos que preferían mantener sus formas
tradicionales de acción, organización y autonomía. Al mismo tiempo, las pugnas
internas dentro del Partido en España diicultaron la aplicación de las nuevas con-
signas. A estos dos factores se debe agregar el contexto represivo de la Dictadura.
Un conjunto de obstáculos que limitaron, en gran medida, el proyecto transformador
ideado por el PCE, pero que sin lugar a dudas propiciaron cambios importantes en
el modelo estratégico previo.
El modelo establecido en 1945 se mantuvo estable hasta 1948, fecha en que
se produjo un importante punto de inlexión. Desde 1947 la política represiva
de la Dictadura dejó de dirigirse directamente contra los guerrilleros, diversii-
cando su acción hacia las organizaciones clandestinas y los puntos de apoyo. Las
Agrupaciones guerrilleras comenzaron a sufrir las consecuencias. La guerrilla anti-
franquista, además, estaba completamente aislada a nivel internacional, sin ningún
tipo de suministros de armas, recurriendo al robo de escopetas, pistolas, o a la com-
pra clandestina. En estas circunstancias, el Buró Político del PCE decidió solicitar
la ayuda de Yugoslavia. En aquellas fechas el régimen yugoslavo estaba ofreciendo
su apoyo a la guerrilla comunista griega y, al mismo tiempo, el PCE contaba con la
«especial sensibilidad» que el mariscal Tito mostraba por la causa española.
El problema fue que la petición se realizó en plena «crisis del movimiento co-
munista». Al terminar la Segunda Guerra Mundial, la Resistencia tenía un enorme
poder en algunos países europeos, particularmente en Francia, Italia, Yugoslavia y
Grecia, y su presencia ponía en cuestión el reparto de áreas de inluencia acordado
en 1944 entre Churchill y Stalin. La consigna del máximo líder de la URSS fue la
desmovilización de las guerrillas, la entrega de las armas, y la aceptación de la demo-
cracia burguesa llegando a acuerdos de gobierno con los partidos conservadores. Las
39
El modelo de cadena y troikas: Consejo de Guerra 1249/416 (ATTMA); Informe de Santiago
Carrillo, 6 de febrero de 1945. Jacq 5-8 (ACCPCE). Ver también: Barranquero Texeira, Encarnación: «La
reorganización del PCE en Málaga después de la guerra civil», en: Prieto Borrego, Lucía (coord.): Guerra
y franquismo en la provincia de Málaga: nuevas líneas de investigación, Málaga, Universidad de Málaga, 2005,
pp. 87-88. El modelo de las células, ratios, etc: Consejo de Guerra 510/582 (ATTMA), Consejo de Guerra
951/339 (ATTMA).
XXXIV guerrilleros y vecinos en armas
40
Claudin, Fernando: La crisis del movimiento comunista. De la Komintern al Kominform, París, Ruedo
Ibérico, 1970, pp. 281-414.
41
El testimonio de un protagonista: Carrillo, Santiago: Memorias…, op. cit., pp. 510-520. La
controversia: Moran, Gregorio: Miseria y grandeza del Partido Comunista de España, 1939-1985, Barcelona,
Planeta, 1986, pp. 137 y ss; Moreno Gómez, Francisco: Historia y memoria…, op. cit., pp. 219 y ss.
introducción XXXV
42
Carrillo, Santiago: «Los guerrilleros, instructores políticos y organizadores de los campesinos»,
Mundo Obrero, 155, 3 de febrero de 1949; «Los Consejos de Resistencia, su composición y funciones», Revista
de información político-militar, 1º De septiembre de 1949; «A los camaradas del Partido Comunista de los
Pueblos en que se ha organizado el Consejo Local de la Resistencia», 1 de noviembre de 1949, en: Aguado,
Francisco: El maquis en sus documentos…, op. cit., pp. 143-149.
43
Heine, Hartmut: La oposición política al franquismo, Barcelona, Crítica, 1983, p. 467; Sánchez
Cervelló, Josep (ed.): Maquis…, op. cit., pp. 295 y ss.; Moreno Gómez, Francisco: Historia y memoria…, op.
cit., pp. 220-221.
44
Algunos ejemplos: Tellez Solá, Antonio: Sabaté. Guerrilla Urbana en España (1945-1960),
Barcelona, Virus, 1992; Tellez Solá, Antonio: Facerías. Guerrilla urbana (1939-1957), Barcelona, Virus, 2004;
Sánchez Agustí, Ferran: El maquis anarquista. De Toulouse a Barcelona por los Pirineos, Lleida, Editorial Milenio,
2006; Brevers, Antonio: Juanín y Bedoya. Los últimos guerrilleros, Santander, Cloux Editores, 2008, etc.
XXXVI guerrilleros y vecinos en armas
45
«Por la Reconciliación nacional, por una solución democrática y pacíica del problema español»,
Declaración del Partido Comunista de España. Junio de 1956.
46
Kalyvas, Stathis N.: La lógica de la violencia en la guerra civil, Madrid, Akal, 2919 [2006], pp. 59-63.
47
Marco, Jorge: «Ecos partisanos. La memoria de la Resistencia como memoria conlictiva», Historia
del Presente, 17-1 (2011)
48
Serrano, Secundino: Maquis…, op. cit., p. 376.
49
Informe de Santiago Carrillo. 30 de julio de 1945. Jacq 1-2 Dirigentes.
introducción XXXVII
50
Nuestro trabajo pretende seguir la senda abierta por Mercedes Yusta en sus primeras aproximaciones:
Yusta Rodrigo, Mercedes: Guerrilla y resistencia campesina. La resistencia armada contra el franquismo en Aragón
(1939-1952), Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2003; Yusta Rodrigo, Mercedes: La guerra de los
vencidos. El maquis en el Maestrazgo turolense, 1940-1950, Zaragoza, Institución Fernando El Católico, 2005.
XXXVIII guerrilleros y vecinos en armas
en primer plano, cuestiones que de otro modo tan sólo podríamos vislumbrar a la
distancia. Una vez analizado, el andamiaje debe ser retirado y los matices, los cla-
roscuros, alorarán con mayor riqueza.
En ocasiones los conceptos tienen una enorme carga de imprecisión, lo que dii-
culta su uso en distintos marcos cronológicos y geográicos. Con la intención de que
los conceptos de vecinos en armas y guerrilla política también puedan ser empleados
en otros contextos, desde las resistencias en el marco europeo durante la Segunda
Guerra Mundial hasta los fenómenos guerrilleros en Asia, África y América Latina
en los procesos descolonizadores o de independencia, he establecido doce variables
de análisis, las cuales pueden ser ampliadas, modiicadas o complementadas en otras
investigaciones según sus necesidades. El enfoque de las variables está dirigido a
las características de la acción, la experiencia de sus miembros y la organización de
los grupos. El lector podrá apreciar cómo no se hace ninguna referencia al marco
ideológico de los grupos o los guerrilleros. Esto se debe a un motivo sencillo: no
considero que la ideología sea una variable discriminatoria. En los grupos de vecinos
en armas y en la guerrilla política en España se pueden encontrar, indistintamente,
militantes socialistas, anarquistas, comunistas, republicanos o sin militancia previa.
La única excepción, como veremos más adelante, se reduce a los niveles de man-
do de las Agrupaciones guerrilleras, donde el predominio comunista es evidente.
Este análisis nos permite analizar la naturaleza de la acción, las raíces sociales y
políticas de la lucha armada, cuyo trasfondo trasciende en gran medida los marcos
ideológicos.
MODELOS DE RESISTENCIA: VECINOS EN ARMAS Y GUERRILLA POLÍTICA
VARIABLE VECINOS EN ARMAS GUERRILLA POLÍTICA
Vocación Independiente Uniicadora
Estructura interna Horizontal Vertical y jerarquizada
Área y nivel de acción Local Supralocal (regional/nacional/internacional)
Supervivencia, guerra de guerrillas
Estrategia Guerra insurreccional, guerrilla moderna
tradicional
Nivel de mando: obreros y profesionales
Composición social Campesina
Nivel de base: campesina
Nivel de mando: foráneos y autóctonos
Origen guerrilleros Autóctonos
Nivel de base: autóctonos
Nivel de mando: alta
Experiencia colectiva Baja o media
Nivel de base: baja o media
Grupos primarios (parentesco, vecin-
Cohesión interna Grupos de ainidad (política) y grupos primarios
dad y amistad)
Tamaño De 2 a 40 miembros Más de 40 miembros
Disciplina Relajada Estricta y reglamentada
Prensa, radio, campañas internacionales, ocupa-
Propaganda NO, salvo propaganda por los hechos
ción de pueblos, etc.
Repertorios Tradicionales Modernos y tradicionales
introducción XXXIX