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LIDERAZGO PERSONAL

Ser maestro

Naciste cuando, por vez primera, fuiste testigo del esplendor de una mirada ansiosa por
saber.

Eres Sócrates que hace reflexionar a los jóvenes en el ágora de Atenas y que los ayuda a
gestar sus propias respuestas.

Eres la mano suave y paciente que enseña a leer al invidente, la Anne Sullivan que
transmite el universo a la mano frágil de Helen Keller.

Eres un cuento que, con metáforas y magia, despierta la imaginación de tus alumnos y les
deja moralejas para que las conviertan en virtudes.

Eres quien despierta el deseo de aventura, te conviertes en Julio Verne, en descubridor de


tierras y en conquistador del universo, los haces soñar para alcanzar lo imposible.

A través de la historia, los que han ejercido tu profesión, forman una galería inmortal:
Aristóteles, Edison, Einstein, Gandhi, Jesucristo.

Has experimentado las más profundas emociones de alegría al ver el triunfo de tus
alumnos, has padecido sus fracasos; te ha herido profundamente estar al lado de una
tumba de alguno de los tuyos que era demasiado joven para morir.

Eres un auténtico polifacético, en un solo día te conviertes en consejero, militante,


político, padre adoptivo, taxista, recadero, prestamista, y hasta detective; localizas
artículos perdidos, además de ser médico, enfermero, psicólogo, y tu fase más importante:
amigo, porque buscas sinceramente el bien de los que amas.

Eres un escultor de seres humanos. Tu principal misión es hacer surgir en cada uno de tus
alumnos lo que deben llegar a ser; los impulsas a luchar incansablemente por encontrar
su sentido existencial; los conviertes en buscadores de tesoros, mediante la realización de
su propia vocación y tu sueño más importante es que cada uno de ellos logre trascender
y cumpla plenamente con la misión que Dios le concedió al nacer.

Luchas contra el pesimismo, el derrotismo, la crítica sin sentido, el desaliento, la envidia,


y tus mejores armas son el optimismo, la alegría, el conocimiento, la imaginación, la
fortaleza, tu profunda fe y tu sincero y auténtico deseo de servir.

Perteneces a una profesión que edifica el futuro; estás destinado a permanecer por
siempre; los padres te han confiado la tarea más importante: educar a sus propios hijos.
Además, está cierto de que Dios te concedió ser el arquitecto humano de su creación.

¡Tú eres un maestro!

Miguel Ángel Cornejo

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