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capiTuLo I Los estudios de argumentacién desde la deslegitimacién a las reinvenciones En 1958 aparecié el Traité de V'argumentation (Tratado de la argumentacion) de Chaim Perelman y Lucie Olbrechts-Tyteca. En su primera edicién la obra levaba dos titulos: el titulo principal es- taba precedido por un titulo secundario, en pequefios caracteres, La nouvelle rhétorique (La nueva retérica) (la traduccién inglesa, The New Rhetoric, utiliza este titulo secundario como titulo principal). Las otras ediciones en francés invierten el orden: el titulo principal se mantiene como Traité de l’argumentation, y La nouvelle rhétorique aparece como subtitulo. El acento esta puesto sobre el término argumentacion, lo que cons- tituye una real innovacién y manifiesta claramente el movimiento de revival, renacimiento, emancipacién y refundacién de los estudios de argumentacién después de la Segunda Guerra Mundial. Se puede ver por contraste: en francés, antes de 1958, otras obras llevaban en sus titulos el término argumentaci6n, pero la funcién de esta pala- bra era totalmente diferente. Por ejemplo, en la obra de Ambroisine Dayt, Argumentation ayant en vue d’éclairer tout étre sur des besoins indéniables déniés & la femme depuis V'apparition de Vhomme sur la terre (1903), argumentaci6n, que es el término soporte del titulo sustancial, podria ser reemplazada por Notas, Tratado o Disertacion (“con el objetivo de esclarecer...”). Se trata de una intervencién en un debate, llevada a cabo seguin las modalidades de un género, de una “argumentacién sobre”, y no de una empresa teérica “sobre la argumentacién”: antes del Tratado, ninguna obra anunciaba tal Programa. En inglés la situacién no es diferente; Stephen Toulmin, quien publica igualmente en 1958 The Uses of Argument (Los usos a peumento), tenia pocos predecesores auténticos. ee in efecto, la argumentacién ha sido pensada en princip’ ont di “omponente de los sistemas légico, retrico Y dialéctico, - Wy Fel 'sciplinario cuya deconstruccién ha sido concluida 4 finales (19) siglo XIX. La construccién de un Ppensamiento mentaci6n en los afios 50 ha sido sin duda Profundamente Ae Oey, por la voluntad de reencontrar una nocién de “diseu, timated, oposicién a los discursos insanos, desquiciados, de log Ato’ Las visiones generalizadas de la argumentacién que . m H : su . anos 70 tomardn una perspectiva muy diferente, *RITAN en jo, autonome I. El paradigma clasico Desde el punto de vista de la organizacién clasica de las disciplinag la argumentacién esté ligada a la légica, “arte de Pensar correcta, mente”; a la ret6rica, “arte de hablar bien”, y ala dialéctica, “arte de dialogar bien”. Este conjunto forma la base del sistema en el cual la argumentacién ha sido pensada desde Aristételes hasta finales de| siglo XIX. 1. Argumentacion retorica Toda aplicacién estratégica de un sistema semiético puede ser legitimamente considerada una retérica. Hay asi una retérica de lo verbal y de lo no verbal, de lo consciente y de lo inconsciente. La re- torica literaria va en paralelo con una teoria de la emocién estética y una ciencia de la literatura. El andlisis estructural de las figuras es una Rhétorique générale (Dubois et al., 1970), en la medida en que, en la busqueda de repensar las figuras de estilo dentro del cuadro de una metodologia lingiiistica, inscribe la retérica “dentro de la lengua’; igualmente puede ser considerada una retérica restringida, en cuanto esta separada de la argumentaci6n, Siguiendo a Friedrich Nietzsche CSTD), la retérica ha sido igualmente definida como la esencia pet suasiva del lenguaje, definicion particularmente activa en el dominio de la historia en los afios 70 (Ginzburg, 1999). : La argumentacién retérica se define de manera muy especifica Les eatudios de argumentacién 21 Dentro del conjunto técnico que constituye la retérica, la teorfa de la argumentacion corresponde a la invencién, sus conceptos esen- ciales son los topoi’, que se materializan en los argumentos concretos oentimemas, hechos discursivos complejos de légica, estilo y afectos (cap. 110. De aqui en adelante, al utilizar la palabra dentro de este texto, se hara referencia a esta retérica. 2. Argumentacion dialéctica En filosofia, la dialéctica es definida como un tipo de didlogo que obedece a reglas, en el que se oponen dos participantes: el que res- ponde (fr. Répondant], quien debe defender una asercién dada, y el que pregunta [el Cuestionador, fr. Questionneur], que debe atacarla (Brunschwig, 1967: 29). Es una interaccién con limites fijados, con un ganador y un perdedor. Utiliza el silogismo dialéctico como instru- ‘ mento, que tiene la particularidad de estar fundado sobre premisas que no son absolutamente verdaderas (como dentro del silogismo légico) sino simples “ideas admitidas” (endoxa). E] método dialéctico | es utilizado especialmente en la investigacién a priori de la definicién de conceptos. A diferencia de la dialéctica hegeliana, este método no procede por sintesis sino por eliminaci6n de errores. Segun su antigua definicion, dialéctica y retérica son las dos artes del discurso. La retérica es la andloga 0 la contrapartida de la dialéctica (Aristételes, Ret., 1, 1354a, p. 71); la retérica es a la palabra publica lo que la dialéctica a la palabra privada, de cariz mas conversacional. La dialéctica trata tesis de orden filos6fico; la retérica se interesa en cuestiones particulares, de orden social o politico. Finalmente, mientras que la dialéctica es una técnica de la discusién entre dos participantes, que procede por (breves) pregun- tas y respuestas, la retérica tiene por objeto el discurso extenso y continuo. Sin embargo, lo esencial es que las dos artes del discurso utilizan los mismos fundamentos de inferencia, los topo, aplicados a enunciados plausibles, los endoxa. En la ampliacién de una defini- cién general de la dialéctica como “la practica del didlogo razonado, lel arte] de argumentar por preguntas y respuestas” (Brunschwig, 1967: 10), se puede considerar que el proceso conversacional deviene dialéctico-argumentativo en la medida en que trate un problema Preciso, definido de comun acuerdo, se juegue entre participantes iguales, movidos por la busqueda de la verdad, de lajusticia 0 el bien comtin, entre quienes la palabra circula libremente, segun reglas explicitamente establecidas. ee — Chris 3. Argumentacién légica Como discurso légico, la argumentacién esta definia, cuadro de una teoria de tres “operaciones de] espiritu”: la a dentry dey el juicio y el razonamiento: Prehensign, * por la aprehensién, el espfritu capta un conce mita (“hombre”, “ciertos hombres”...); * poreljuicio, el espiritu afirma o niega alguna cosa de ese conce para arribar a una proposicién (“el hombre es mortal”), y ms * por el razonamiento, encadena esas Proposiciones de manera de progresar desde lo conocido a lo desconocido. pto, después lo dey. Sobre el plano lingiifstico, estas operaciones cognitivas se corres. ponden respectivamente: * con el anclaje lingiiistico del concepto por medio de un término y con la cuestién de la referencia; * con la construccién del enunciado por imposicién de un predicado a ese término y con la cuestién de lo verdadero y lo falso, y * con el encadenamiento de las proposiciones 0 argumentaci6n, por las cuales se producen proposiciones nuevas a partir de propo- siciones ya conocidas, y con la cuestién de la transmisién de la verdad. De esta manera, la argumentacién sobre el plano discursivo se corresponde con el razonamiento en el plano cognitivo. Las reglas de la argumentacién correcta estan dadas por la teoria del silogism? valido (“Algunas A son B, todas las B son C, entonces algunas A so” C’). La teoria de los discursos falaces (razonamientos viciados, i ralogismos, sofismas) conforman su contrapartida (“Ciertas A son algunas B son C, entonces algunas A son C”). Il. El cambio decisivo de finales del siglo xIx La situacién actual de los estudios de la argumentacién, particular mente en Francia, es la resultante de una tendencia historica lars ay Cuyo periodo entre el fin del siglo XIX y comienzos del XX constituy un momento clave. Los estudios de argumentacién 23 1. Deslegitimacién de la retérica Al final del siglo XIX, la retérica fue violentamente criticada como disciplina no cientifica y eliminada del curso de la universidad repu- blicana, por entonces en su primera etapa. En Francia, la retérica como disciplina aplicada y articulada no se repuso jamés de esta acusacién; inicamente la historia de la retérica fue considerada dig- na del campo universitario. El [estudio de las practicas discursivas ha sido repensado dentro del marco del anélisis del discurso, de la J; comunicacién institucional zd ls° interacciones verbales (Kerbrat- Orecchioni, 1990, 1992, 1994). Este momento crucial sucedié al final del Segundo Imperio, con la derrota de 1870, bajo la necesidad de una reforma intelectual y moral.! La Tercera Republica se propone entonces redefinir las tareas fundamentales de la universidad sobre la base de una mirada laica y positivista de la ciencia, de la cultura y de la sociedad, transfor- maciones impulsadas por una nueva concepcién del saber, el saber positivista. La historia es la estrella en ascenso; el método histérico deviene el método positivo por excelencia, capaz de producir el saber cientifico en el campo de las humanidades. Este saber positivo esta concebido como antagonista del “saber formal”, cuyo mejor ejemplo es, sin duda, el “saber hacer” retérico, reducido al arte del truco elocuente, que funciona en el instante y no resiste la critica mas elemental. Frente a los descubrimientos incontestables de la inves- tigacién histérica, ninguna posicién fundada sobre el buen sentido, el consenso, la opinién, la doxa o los lugares comunes podia ser sos- tenida seriamente. El saber retérico no es saber. Dicho de otro modo, la nueva divisién de los conocimientos en disciplinas especializadas es incompatible con la pretensién retérica de ofrecer una sintesis util para todos los saberes. Dos circunstancias periféricas juegan aun mas en contra de la retorica. Por una parte, ella esta en la base misma de la educacién impartida por los jesuitas, en pleno periodo de intenso enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado, que arribara finalmente a su separacion en 1905. Por la otra, en los colegios jesuitas todos los ejercicios retéricos se practicaban en latin. Ahora bien, este periodo marca un momento culminante en el litigio sobre la emancipacién del francés respecto del latin y, correlativamente, sobre el lugar ocupado por el latin dentro de los estudios literarios. 1. Véase Ernest Renan, La Réforme intellectuelle et morale, 1871 (N. dela 7} is S Béne : co! a ‘TOs usos Fetéricos Sociopoliticos y judicial = ree aun cuamie = ~ 2 AUEIClale antenian f 0 log. cidos: no podia ser de otra manera. No es ‘Sorpren, = bien estab. a la antigua concepcién dé Ta educacién y de log pains oie Bada 8, la ‘Saparicién iO) ensefianza secundaria en 1895, desaparicién en 1902 de la “clase de retérica” de los liceos). En 1888, Anthelme Chaignet publicé La rhétorique et son histoire, la tiltima y excelente introduccién a la teoria aristotélica de la argumentacién retorica (Compagnon, 1983, 1999; Douay-Soublin, 1999)2 En la medida en que los estudios de argumentacién se ligaban a los estudios de retérica, se encontraban claramente del lado no recomendable. {Pero en qué medida lo estaban? La a rerics excite de los cursos era la retérica jesuita, y ésta no se centraba sobre argumentaci6n sino sobre la preelectio; dicho en otras palabras: as algo asi comoTa explicacion del texto, la imitacién y la empliicas : una forma de elocuencia que no tendia al convencimiett, Ei prueba y el debate sino a subyugar por el esplendor verbal y Maziére, 1987). 2. Formalizacién de la légica. El neotomismo afia meedinicart fica erfa una simP evo estatus Concluir que la eliminacién de la retérica ae la desaparici6n de los estudios de argumentacion en cin excesiva. Otras consideraciones relativas @ Los estudios de argumentacién 25 logica entran en juego. La publicacién de la Begriffschrift (escritura del concepto”) por Gottlob Frege en 1879 marca el punto a partir del cual la légica ya no puede ser concebida como un “arte de pensar” sino como un “arte de calcular”, una rama de las matematicas. A principios del siglo XX, en efecto, como To ha dicho muy bien Robert Blanché, Ja légica cldsica fue ganada por el “creptisculo de las evidencias”.Al__ axiomatizarse, la légica renuncia a su funci6n rectora del pensamiento tanto como a su funci6n critica. No provee mas la. base del disown 30 racionalmente argumentado o del intercambio dialéctico: “Se pasa de la logica a las légicas que se construyen a voluntad. Y, a su vez, esta pluralidad de légicas retira su privilegio a la logica cldsica, que no es més que un sistema entre otros, simple arquitectura formal como ellos, cuya validez no depende més que de su coherencia interna” (Blanché, 1970: 70-72). Desde entonces, para los légicos la argumentacién no sera mds que el nombre de una forma perimida de la silogistica. A su término viene una evolucién que puede ser constatada al menos desde Ramus (Ong, 1958), para quien el juicio, la légica y el método deben ser pensados fuera de la retérica, sobre un plano que lamariamos epistémico 0 vo. La mutaci6n aparece con eviden- cia 3ise compara La Logique ou Uart de penser contenant outre les régles communes, plusieurs observations nouvelles propres & former le jugement (La légica, o el arte de pensar, que contiene, ademas de las reglas comunes, varias y nuevas observaciones que son adecuadas para formar el juicio) de Antoine d’Arnauld y Pierre Nicole (1662) con el Traité de V'art de raisonner (Tratado del arte de razonar) de Etienne Bonnot de Condillac (1796). Dentro de esta ultima obra “el arte del razonamiento”, enteramente geometrizado, esta situado mas alla de toda légica lingiifstica; asi, de la analogia no se retiene mas que la proporcién (Condillac, 1981: 130), es decir, lo que es matematizable (Auroux, 1995). Las reglas del método no son mas las del silogismo / sino las de la ciencia, la observacién, el cdlculo y la experiencia. Estos nuevos mundos cientfficos han roto toda relacién con el Organon de Aristételes; sus prdcticas no tiene! la que Gemeumentacisn iscursiva. En esta época la légica deviene esta " Aa ina“ formal 7a la cual se opondrén la “légica natural’, la “légica rmal” o la “légica sustancial” en 1950 y 1970. logic teamados a una retérica deslegitimada, abandonados por la pea eeeuaias de argumentaci6n aparecfan en una muy mala eres ae eae interés por este tema ha persistido dentro dé lintrade i los dominios: el derecho y la teologia. Los manuales ie econ al derecho hacen tradicionalmente cierto lugar a la ntacion y dan una definicién rapida de algunos argumentos Unnstian Plang, 26 in «derados fundamentales para la practica: a conti dete absurdo, eure es ‘i tuvo igualm logia, cor La argument ic evstomista. En 1879 (fecha que comers importante de de la Begriffschrift), el papa Le6n XItt publica lg con Ia publiaci que estableié a Tomés de Aquino (1227-1274 enciicn Stern Pee alsofo oficial dela Iglesia Catélica. Ahora bien eta filsofia, el neotomismo, adhiere a una vision de la légica aristoté. lica como fundamento del pensamiento en el momento preciso en que esta orientacion esta cientificamente superada. Existe ciertamente una relacién entre esta decisién y el hecho de que se puedan encontrar desarrollos sustanciales relativos a la légica tradicional, como unas interesantes consideraciones sobre los tipos de argumentos y sobre Jos sofismas, en los manuales de filosofia de inspiracién neotomista para la educacion religiosa del nivel superior. Importantes tratados, vemo la Petite logique de Jacques Maritain (21° ed., 1966), podrian también ser testimonios de este interés por la logica como filosofia de Ja cognicién natural dentro del cuadro general del neotomismo, asi como también refutaciones de concepciones formalistas de la légica. particulares; contrario, @ S! 3. Teortas de la argumentacién y practicas argumentativas Las consideraciones anteriores versan sobre el estado de un do- minio de saberes y las relaciones entre disciplinas. La cuestién del estatus de la argumentacién como practica discursiva es bien distinta. En la misma época, los discursos polémicos de contenido politico y religioso son de una violencia particular, y producen, del lado catélico, epaay impresionantes, sobre todo por su volumen, que toman {3 defensa del dogma. Estas apologias bien intencionadas movilizan eae - milenarios de la retérica oratoria para batallar particularmnen sad cientificos més novedosos y mejor establecidos, Ta geologia, sobes gore dominios como la historia, la antropologia, : mas como la edad de la Tierra 0 la antigiedad del hombre. Enco: . ntral fi or de Frangois-René de Chea at prototipico en un argument Con respecto a la globo. Se dice: cia su caducid granitos, sus | ey oe objecién sobre el origen moderno de! ad. alee una antigualla en la que todo — a nies sus fosiles, sus mérmoles, _ dha ie, leeran alli sus innumerables af05 « : Puesta: Dios ha debidp snt® de veces resuelta por esta res "do crear y sin duda ha creado el mu Los estudios de argumentacion 27 con todas las marcas de vejez y de completud que nosotros le vemos.* Hay una clara incompatibilidad entre el discurso argumentativo que reposa sobre tal “buen sentido”, y la realidad de la prueba cienti- fica. Al ser ejercidas fuera de su dominio de validaci6n, las practicas argumentativas se exponfan a refutaciones devastadoras y, més aun, al riesgo de ser invalidadas como método dentro de toda situacién de investigacién. La leccién merece ser tenida en cuenta. 4. Conclusion En resumen, al finalizar el siglo la situaci6n es la siguiente. La retorica estaba invalidada cientificamente como método capaz de producir un saber positivo, y era asociada ademés a un grupo cleri- cal caracterizado por su antirrepublicanismo, lo que concluyé en su exclusion del curso tuniversitarie. La Tic, que devenia fo: se defin{a como un arte de pensar, capaz de regir el buen discurso en lengua natural, sino como una rama de las matematicas. Los estudios de argumentacién se replegaban sobre el derecho y, dentro del cua- dro de la filosofia neotomista, sobre la teologia. Su descrédito estaba acrecentado por unas intervenciones no pertinentes en los campos cientificos mas avanzados. Novedosos estilos argumentativos apare- cieron, fundados sobre el método eritico. Esta situacién se mantuvo sin cambios hasta al menos la década de 1970. Si esta lectura esta fundamentada, permite entrever las razones profundas del “eclipse” de la argumentacién, que no tiene nada que ver con la negligencia y el olvido. La argumentacién no ha sido olvidada sino profundamente deslegitimada. IIL. Después de 1945: una reconstruccién por etapas 1. El momento politico de la década de 1950 En Europa, los estudios de argumentacién conocieron un desarro- lo notable en los aios siguientes a la Segunda Guerra Mundial, no solamente en francés (Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1958, cap. 1; 3. Frangois-René de Chateaubriand, Le génie du christianisme, 1802, Primera Parte, Libro tv, cap. v: “Jeunesse et vieillesse de la terre” en inglés (Toulmin 1958, ver 1a i eedmenis la obra de Ernst Curtiuen che Literatur und lateinisches Mittelalter (1948; La literatura y la Edad Media latina), quien reintroduce un concepto de topos (pl topoi) redefinido, sobre elcual funda su vision dela literatura euro (Curtius, 1956: 138), e inaugura asi un nuevo campo de Investigacion sobre este tema (la Toposforschung), que tendré importantes deca, rrollos sobre todo en literatura y en derecho. Un poco mas tarde, a Handbuch der literarischen Rhetorik de Lausberg (1960; Manual go retorica literaria) reconstruye un sistema de la retérica clasica, En una obra importante, Le viol des foules par la propagande po- litique (La violacion de las masas por la propaganda politica), Serge ‘Tehakhotine (1939: 152) caracteriza la propaganda de los regimenes totalitarios como una “sensopropaganda’, es decir, una propaganda fundada sobre la apelacién a los instintos irracionales. Este autor le opone una “ratio-propaganda” fundada sobre la razén. Se puede for- mular la hipétesis de que el muy célebre “renacimiento” de los estudios de argumentacién, que aparece precisamente en plena Guerra Fria, tiene algo que ver con la busqueda de una tal “ratio-propaganda’”, la construccién de un modo de discurso democratico racional, en rechazo de los tipos de discurso totalitarios nazis y estalinistas. Este proyecto de constitucién de una nueva reflexién sobre el logos, sobre la racionalidad del discurso, con especificacién politica, por intermedio de “un concepto auténomo de argumentacién, no esta tan lejos de la vision de Curtius, quien ve en la ret6rica una base de la cultura eu- ropéa. Es fundamental para el proyecto de Toulmin y el de Perelman y Olbrechts-Tyteca. El examen de la obra de Jean-Marie Domenach sobre La propagande politique (1950; La propaganda politica), que define la propaganda como Perelman la argumentaci6n, confirma esta conclusién. Sea lo que fuere, esta claro que la argumentacién ha sido reconstruida en este contexto ideolégico. a Perelman, también en al: sing TOD Gis. euro, 2. El momento logico-lingiiistico de la década de 1970 A este periodo “ideolégico” sucede, ‘en Francia, desde la década de 1970, un momento légico-lingiistico. Por diversas razones, °st#° propuestas de “nuevas teorfas de la argumentacién” de los ais no encontraron eco en Francia en ese momento. El hecho es 4¥° la reintroduccién y la renovacién del concepto de argumentacién com? un concepto decente, capaz de organizar un campo de investigacion ; ciencias humanas, y mAs precisamente en ciencias del lenguai® © art entacién Los estudios de argum a jbuibles a la obra de Oswald Ducrot, en La prewve et le di ative et ne pas dire (1973), de Jean-Claude ‘Anscombe y Osreha Ducrot en una obra de 1983, cuyo titulo programa es L’argumentation dans la langue (ver también Ducrot, 1980, 1984; Anscombre y Ducrot, 1986; Ducrot et al., 1980). Paralelamente, Jean Grize y la escuela de Neuchatel han propuesto un modelo de “légica natural” para servir al estudio de los aspectos cognitivos de la argumentaci6n (ver cap. 11). La argumentaci6n ha reaparecido en Francia no dentro del campo del discurso aocionoeee como practica critica, sino dentro del cam- del estructuralismo, de la légica lingitistica, del cognitivismo. La oe entacion no es un método de regulacién racional de Tas dife- rencias de intereses, de apreciacién; ella existe dentro de la lengua, no en el habla en circulacién. El enfoque es muy diferente del que prevalecia en los afios 50. 3. De una logica natural a la inteligencia artificial Desde hace unos cuarenta afios, las investigaciones en inteligen- cia artificial han desarrollado el estudio formal de la argumentacién. (Koons, 2005): * Desde el punto de vista epistemoldgico, en el marco de la teoria del razonamiento llamado “falsable” 9 “contrastable” (defeasable reasoning). Este razonamiento se apoya sobre unas creencias in- ductoras de inferencias que admiten excepciones: en general, los pajaros vuelan; pero los avestruces son pajaros y no vuelan. Si sabemos que “Piopto es un pdjaro”, no podemos entonces, con todo rigor, concluir nada. La teoria del razonamiento falsable admite la conclusién “Piopio vuela”, a falta de informacién que permita pensar que Piopio es un avestruz. La restriccién recuerda aquella introducida por Toulmin (cap. 1) y las condiciones de carga de la Prueba (cap. IV). Desde el punto de vista légico, en el marco de las légicas Hlamadas no monotonas. A diferencia de las légicas clisicas (o monotonas), admiten la posibilidad de que una conclusién sea deducible de un conjunto de premisas (ET) y que no lo sea de El aumentado ele : aaa jas”, Se de‘huevas premisas. En términos de “revisién de creen rte nuevo de trata de fi A i que un apo) le formalizar la idea elemental de qu‘ via educida de an informacién pueda conducir a revisar una cree! primé¥ conjunto restringido de datos. ST Christian Plantin 30 4, La tendencia critica y dialogal, antigua y moderna 5 anci i ne en las investigaciones en len; in- a Satie ‘década de 1970. Esta enfocada en la ine aa Leena i busqueda de las falacias, sus instrumentos son Tos de la Jogica, tomada @ veces en el sentido amplio de “método” (Plantin 1996, cap. 5). La obra de Charles Hamblin, Falacias (197), marca el punto de partida de esta orientacién de investigacién, de Ja cual hace la historia, saca un balance y propone una renovacion, por la introduccién de la nocién de juego dialéctico formal (formal dialectic). La investigacién sobre las falacias ha tomado igualmente el nombre, menos negativo, de “légica informal”: se trata de trabajar sobre cier- tas formas de argumentos, generalmente muy clasicos, facilmente calificados como falaces, y de interrogarse sobre las condiciones pragmaticas de su validez (Blair y Johnson, 1980). Estos trabajos son muchas veces mal comprendidos en Francia, aunque plantean dos cuestiones fundamentales: la de los tipos de argumentos y la de las condiciones de una critica del discurso argumentativo; dicho de otro modo, de la ética del discurso. La tendencia dialogal ha sido profundamente influida desde la década de 1980 por las investi; dad, inscribiéndolas en la perspecti yacias y de la racionali- aceptadas por los interlocutores (van Ee: El modelo desarrollado en el capitulo WVse insenty ta un enfoque dialogal a partir del cual se puede mene’ et &! marco de slobal del dominio, restablecer los lazos de la geen Tir una vista Prueba (cap. V) y con las emociones (cap. Vi), y fauna tteCiOn con la comparada (cap. Vil). Anteriormente, log capitulos 1 yperspectiva las grandes cuestiones que organizan la investige YH Presentan mentacién como modo especifico de o a

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