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Capítulo 1

DE QUÉ VA LA ÉTICA

El capítulo inicia con una reflexión del autor en lo que se refiere a los conocimientos.
Señala que hay ciertas ramas del conocimiento que podemos decidir aprender o no y que
es posible vivir ignorándolas. Sin embargo, sugiere que existe un saber que es
imprescindible, este es el conocer aquello que nos conviene (lo bueno) o no (lo malo).
Asimismo, indica que el hombre, a diferencia de los animales, tiene libertad de elección a
la hora de responder ante lo que le sucede.

Es verdad que hay ciertas cosas uno puede aprenderlas o no, a voluntad. Como nadie es
capaz de saberlo todo, no hay más remedio que elegir y aceptar con humildad lo mucho
que ignoramos.

Un ejemplo de estar enterado, es como saltar desde el balcón de un sexto piso pues
sabemos que no es cosa buena para la salud; o tener una dieta de clavos (¡con perdón de
los fakires!) es decir con aquella persona que pretende conseguir la perfección moral y
espiritual y ejecuta retos de resistencia física y mental, como dice el autor: “Se puede vivir
de muchos modos pero hay modos que no dejan vivir” Pág. 11.

Existe un saber importante y es tener en presente que hay cosas que convienen y otras
que no, hablando propiamente de continuar con la vida y eso se llama algo bueno porque
no nos hace daño y lo que es malo es todo aquello que no conviene “Distinguir entre lo
bueno y lo malo, es un conocimiento que todos intentamos adquirir -todos sin excepción-
por la cuenta que nos trae”. Pag. 12. Aunque hayan cosas que no son sencillas, su simple
uso puede ser agradable pero su abuso puede ser peligroso y en el camino de las
relaciones humanas, esta situación ocurre a diario, como dice el autor: La mentira es algo
en general malo, porque destruye la confianza en la palabra y todos necesitamos hablar
para vivir en comunidad” Pag. 12.

Aunque pueda parecer justificable mentir para algún beneficio en particular, la mentira no
conviene, es mala, pero a veces parece resultar buena, dependiendo la circunstancia
vivida, pero no existe nada mejor que la verdad. Vivir no es fácil por nuestro actuar pues
todas las personas tienen pensamientos diferentes, pues todas las opiniones son
distintas, todo depende como se quiera vivir y la manera como se pueda lograr un
sacrificio para hacerlo de manera sana, para tener una vida más sana. Pues: “En lo único
que a primera vista todos estamos de acuerdo es en que no estamos de acuerdo con
todos”. Pag. 13.

La vida puede ser el resultado de cada cual, si nuestra vida fuera el resultado de algo
determinado hablando negativamente muy seguro no tuviera un valor real, pues nadie
discute si las piedras deben caer hacia arriba o hacia abajo, pues ya se sabe que al caer
es hacia abajo. No es hacer cosas que realmente no se pueden hacer, pues los animales
están hechos para hacer sus actividades propias sin rechazo de pensar de que lo hacen
bien o mal, es solo su instinto animal el que los conlleva a realizar acciones para poder
sobrevivir

Tener una vida determinante es algo que irremediable, pues todos los días pasan cosas
nuevas que debemos aceptar y se hace mención al cuento de las termitas las cuales tiene
que luchar para continuar su rumbo luego de que un elefante tumba su hormiguero y
seguidamente también se relata un aparte de la lliada, donde homero cuenta la historia de
Héctor el cual también debe de defenderse ante Aquiles a pesar de la ventaja que tiene
este último en ganarle y se hace un aparte para preguntar cuál es la diferencia entre la
hormiga que se defiende ante un enemigo gigante y Héctor que es impotente ante la
fuerza de Aquiles; sacando la conclusión de que la hormiga lucha y muere por que debe
de hacerlo y Héctor lo hace solo porque quiere pudiendo justificarse de no hacerlo ante
varias razones que pueden ser validas ante sus semejantes solo por el hecho de ser libre
y toda su acción es semejada a lo que llamamos valor.

Es la libertad la palabra que tiene mayor importancia en todo este asunto y como dice el
autor; “Un lenguaje que nos impone desde fuera y que no hemos inventado para nuestro
uso personal”. Pág. 15. Es lo que nos lleva a concluir que es la sociedad la que nos
impone en muchos casos la manera como actuamos y eso se define en que los
precisamente a los animales por su educación biológica pero no a los hombre que pueden
optar por algo que no esté definido en el programa y eso resume el poder decir Si o No;
querer o no querer y tener varios caminos para seguir. “Cierto que no podemos hacer
cualquier cosa que queramos, pero también cierto que no estamos obligados a querer
hacer una sola cosa”. Pág. 16.

Primero: No somos libre de elegir lo que nos sucede, sino libre para responder a lo que
nos pasa en determinado modo.
Segundo: Ser libre para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo, pues no es lo
mismo La Libertad que la omnipotencia es decir conseguir siempre lo que uno quiere,
aunque pareciese imposible. Cuanta más capacidad de acción se tenga, serán mejor los
resultados obtenidos en la libertad.

Muchos hablan de libertad pero también se quejan por su satisfacción de saber que no
son libres y lo hacen para quitarse un peso de encima, pues nunca pretenden ser
responsables de algo.

En conclusión, los hombres pueden pensar, inventar y elegir vivir su propia vida y también
se pueden equivocar y a ese arte de saber vivir es a lo que se llama ética.

«La libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la


conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: Sí o No.
En su brevedad instantánea, como a la luz del relámpago, se dibuja el signo contradictorio
de la naturaleza humana» (Octavio Paz, La otra voz). «La vida del hombre no puede "ser
vivida" repitiendo los patrones de su especie; es él mismo -cada uno- quien debe vivir. El
hombre es el único animal que puede estar fastidiado, que puede estar disgustado, que
puede sentirse expulsado del paraíso (Erich Fromm, Ética y psicoanálisis).Pág. 18.

Se puede decir que la libertad se da porque no hay otra opción, pasarse la vida dando
vueltas a lo conveniente o no hacer es algo que se resumen en acciones automáticas

Las actividades que hacemos a diario, se originan en por amenazas o simple rutina que
ya tenemos, los cuales se convierten en rutina dentro de nuestro comportamiento
generando un motivo el cual no es más que la razón que se tiene o se cree para hacer
algo y se motiva la pregunta « ¿por qué hago eso?» y la parte motivacional son los
motivos de cumplir lo que le mandan hacer determinada actividad y a eso se le llama
orden.
El otro motivo es como un ciclo que se hace lo que la mayoría de la gente actúa,
convirtiéndose en un hábito, lo que tradicionalmente se llama costumbre.

Los caprichos se define como la ausencia de motivos, lo que uno desea sin quererlo y
estos caprichos que se vuelven funcionales a través de gestos que se hacen directamente
como instrumento para conseguir algo.

Los tres tipos de motivos son, las ordenes, las costumbres y los caprichos, los cuales nos
conduce a un actuar dependiendo la situación.

Los motivos tienen su propio peso y nos condiciona a su modo.


Las órdenes, se dan en parte por el miedo a las represalias que se tomen contra uno al no
cumplirlas y en últimas nos lleva a pensar que lo que ordenan es para nuestra protección
o mejoramiento o por que esperamos alguna recompensa al cumplir debidamente.

Las costumbres, vienen de la comodidad de seguir una rutina y del interés de no


contrariar a otros. En ese sentido hay algo de obediencia a ciertos tipos de órdenes. Las
órdenes y las costumbres poseen algo en particular y es que viene de afuera y son
impositivas.
Los caprichos vienen de adentro sin ordenes ni imitaciones.

Si nos preguntan entre la libertad relacionando los caprichos, la costumbre y las ordenes,
escogeremos que el capricho es la elección por que depende de nosotros mismo y no de
nadie más, aunque puede ser posible que el capricho provenga de alguien o que sea de
una orden pero en el sentido contrario, solo por llevar la contraria.

Capítulo Segundo
ÓRDENES, COSTUMBRES Y CAPRICHOS

Hay cosas que convienen para vivir y otras no sin saber con claridad cuáles son y sin
tener posibilidad de elegir lo que nos pasa, si podemos saber que hacer al enfrentar lo
que nos pasa

Cuando se va tomar alguna acción, lo hacemos de acuerdo a nuestra preferencia.


Entonces hacemos lo que queremos, pues a veces no. Las circunstancias nos obligan a
elegir entre dos opciones que no hemos elegido: primero elegir sin preferir hacerlo.

Aristóteles, imaginó lo siguiente: “Un barco con una carga de un puerto a otro. En mitad
del recorrido, una tempestad sorprende y para salvar el barco hay que tirar de la nave su
cargamento el cual es importante y pesado. El capitán del navío se plantea lo siguiente: «
¿Tirar la mercancía o arriesgarse a enfrentar el temporal con ella en la bodega, esperar
que el tiempo mejore o que la nave resista?» Si arroja el cargamento lo hará porque
prefiere hacer eso a afrontar el riesgo, pero resultaría injusto decir sin más que quiere
tirarlo. Lo que de veras quiere es llegar a puerto con su barco, su tripulación y su
mercancía: eso es lo que más le conviene. Dadas las circunstancias, decide salvar su
vida y la de su tripulación a salvar la carga, por valiosa que sea, la tormenta no puede
elegirla, es cosa que se le impone, cosa que le pasa, quiera o no; lo que puede elegir es
el comportamiento a seguir en el peligro que le amenaza. Si tira el cargamento por la
borda lo hace porque quiere... y a la vez sin querer. Quiere vivir, salvarse y salvar a los
hombres que dependen de él, salvar su barco; pero no quisiera quedarse sin la carga ni el
provecho que representa, por lo que no se desprenderá de ella sino muy a regañadientes.
Hubiera preferido no verse en la decisión de tener que escoger entre la pérdida de sus
bienes y la pérdida de su vida. pero, no queda más remedio y debe decidirse: elegirá lo
que quiera más, lo que crea caso de peligro. Ni tampoco para arrojarla, claro está, por
mucho que en la mayoría de los casos fuese habitual desprenderse de ella. Cuando las
cosas están de veras serias hay que inventar y no limitarse a seguir la moda o el
hábito...Tampoco sería tener un capricho, si escucharas que el capitán del barco tiró la
carga no por prudencia sino por capricho (o que la conservó en la bodega por el mismo
motivo), ¿qué pensarías? Respondiendo a la pregunta: que estaba loco. Arriesgar la
fortuna o la vida sin otro móvil que el capricho tiene mucho de locura, y si la extravagancia
compromete la fortuna o la vida del prójimo merece ser calificada aún más duramente.
¿Cómo podría haber llegado a mandar un barco semejante antojadizo irresponsable? En
la tempestad a la persona se le pasan casi todos los caprichitos y solo quedándole el
deseo intenso de ser asertivo con la línea de conducta más conveniente, o sea: más
racional.

¿Sería un problema funcional, hallar la manera para llegar bien al puerto? En resumen el
capitán era solo arrojar algo de mercancía o peso en tripulación. Disuadir a los marineros
de tirar por la borda a los cuatro o cinco más inútiles de entre ellos y tener una
oportunidad de mantener las ganancias del flete. Funcionalmente, la mejor solución para
salvar el pellejo y también para asegurar las ganancias...

Es repugnante en tal decisión y su pongo que a ti también. ¿Será porque me han dado la
orden de que tales cosas no deben hacerse, o porque no tengo costumbre de hacerlas o
simplemente porque no me apetece -tan caprichoso soy comportarme de esa manera?

Queda en suspenso la decisión del capitán y ojala haya tenido una buena opción para
volver a casa! Pensar en él es darse cuenta que todos vamos en el mismo barco.

Plantear las preguntas y esperar que los vientos sanos lleguen al próximo capítulo.

«Tanto la virtud como el vicio están en nuestro poder. Siempre que está en nuestro poder
el hacer, lo está también el no hacer, y siempre que está en nuestro poder el no, lo está el
sí, de modo que si está en nuestro poder el obrar cuando es bello, lo estará también
cuando es vergonzoso, y si está en nuestro poder el no obrar cuando es bello, lo estará,
asimismo, para no obrar cuando es vergonzoso» (Aristóteles, Ética para Nicómaco).Pag.
25.

«En el arte de vivir, el hombre es al mismo tiempo el artista y el objeto de su arte, es el


escultor y el mármol, el médico y el paciente» (Erich Fromm, Ética Y Psicoanálisis).Pag.
25.

1. El filosófico: haz el bien por el bien mismo, Por respeto a la ley.


2. El religioso: hazlo porque es la voluntad de Dios, por amor a Dios.
3. El humano: hazlo porque tu bienestar lo requiere, por amor propio.
4. El político: hazlo porque lo requiere la prosperidad de la sociedad de la que formas
parte, por amor a la sociedad y por consideración a ti (Lichtenberg, Aforismos). «No
hemos de preocupamos de vivir largos años, sino de vivirlos satisfactoriamente; porque
vivir largo tiempo depende del destino, vivir satisfactoriamente de tu alma. La vida es larga
si es plena; y se hace plena cuando el alma ha recuperado la posesión de su bien propio
y ha transferido a sí el dominio de sí misma» (Séneca, Cartas a Lucilio).

Capítulo Tercero
HAZ LO QUE QUIERAS

La obediencia se da por medio de nuestros padres, superiores o las


leyes y al final se vuelve costumbre. La práctica se vuelve un
ejemplo y la presión ante el miedo (ridiculez, censura y chismorreo);
cumplir en la sociedad hace que seamos aceptados por los demás.
Las motivaciones corrientes son insatisfactorias: Saben a poco,
como suele decirse.

Las decisiones pueden ser buenas o malas, incluso pueden llegar a perjudicarme, relata
el autor algunos casos como los siguientes: 1. Cuando Héctor se
sometió al peligro junto a las murallas de Troya desafiando el
ataque de Aquiles. 2. Cuando se tiene que decidir en tirar a
algunos de la tripulación para salvar la carga 3. De tener que
votar por algún político por considerarlo mejor propuesta, aunque
sepa que puede perjudicarme sus decisiones y 4. Apoyar al que
me permite cubrirme más a gusto y los demás que espabilen? ni
órdenes ni costumbres bastan y no son cuestiones de capricho.

El excusarse de haber matado judíos por cumplir órdenes no es justificable, en algunos


países no alquilan sus pisos por ser de raza negra o ser homosexuales, la discriminación
es inaceptable. Es comprensible pasar algunos días en la playa, pero si se tiene a un
bebé a cargo y se deja sin cuidado durante un fin de semana, el capricho ya no resulta
simpático sino criminal. ¿No opinas lo mismo que yo en estos casos?

Lo anterior está relacionado con la libertad; asunto de la ética. Libertad es poder decir
«sí» o «no»; lo hago o no lo hago, digan lo que digan mis jefes o los demás; esto me
conviene y lo quiero, aquello no me conviene y por tanto no lo quiero. Libertad es decidir,
pero también darte cuenta de que estás decidiendo. Pág. 26 y 27.

Lo opuesto a dejarse llevar. Y para no dejarte es pensar al menos dos veces lo que vas a
hacer; La primera vez que piensas el motivo de tu acción la respuesta a la pregunta «
¿por qué hago esto?» Lo hago porque me lo mandan, porque es costumbre hacerlo,
porque me da la gana. Pero si es por segunda vez; seria: Lo hago porque me lo mandan,
pero... ¿por qué obedezco lo que me mandan?, ¿por miedo al castigo?, ¿por esperanza
de un premio?, ¿no estoy entonces como esclavizado por quien
me manda? Si obedezco porque quien da las órdenes sabe más
que yo, ¿no sería aconsejable que procurara Informarme lo
suficiente para decidir por mí mismo? ¿Y si me mandan cosas
que no me parecen convenientes, así como al comandante nazi
eliminar a los judíos del campo de concentración? ¿Acaso no
puede ser algo «malo» -no conveniente para mí- por mucho que
me lo mande, o «bueno» y conveniente aunque nadie me lo
ordene?

Pensar lo que hago más de una vez, quizás la respuesta de actuar así es «porque es
costumbre». Pero ¿por qué diablos tengo que hacer siempre lo que suele hacerse (o lo
que suelo hacer)? ¡Ni que fuera esclavo de quienes me rodean, por muy amigos míos que
sean, o de lo que hice ayer, antes de ayer y el mes pasado! Si vivo rodeado de gente que
tiene la costumbre de discriminar a los negros y a mí eso no
me parece ni medio bien, ¿por qué tengo que imitarles? Si he
cogido la costumbre de pedir dinero prestado y no devolverlo
nunca, pero cada vez me da más vergüenza hacerlo, ¿por qué
no voy a poder cambiar de conducta y empezar desde ahora
mismo a ser más legal? ¿Es que acaso una costumbre no
puede ser poco conveniente para mí, por muy acostumbrada
que sea? Y cuando me interrogo por segunda vez sobre mis
caprichos, el resultado es parecido. Muchas veces tengo
ganas de hacer cosas que en seguida se vuelven contra mí,
de las que me arrepiento luego.

El capricho puede ser aceptable, pero en cosas serias habría que pensar si es
conveniente o inconveniente. Cruzar un semáforo en rojo no es huir del castigo y buscar
perdón de otros. A un niño quizá le basten el palo y la zanahoria como guías de su
conducta, pero para alguien crecidito es más bien triste seguir con esa mentalidad.

Las palabras «moral» y «ética» técnicamente no tienen idéntico significado. «Moral» es el


conjunto de comportamientos y normas que tú, yo y algunos de quienes nos rodean
solemos aceptar como válidos; «ética» es la reflexión sobre por qué los consideramos
válidos y la comparación con otras «morales» que tienen personas diferentes.

Las palabras «bueno» y «malo» no sólo se aplican a comportamientos morales, ni


siquiera sólo a personas.

Lo «bueno» -es decir, lo que conviene, como relata el autor basado en varios ejemplos: “
Maradona o Butragueño son futbolistas muy buenos, sin que ese calificativo tenga nada
que ver con su tendencia a ayudar al prójimo fuera del estadio o su propensión a decir
siempre la verdad”,. Son buenos en cuanto a futbolistas sin entrar en averiguaciones
sobre su vida privada. Cuales son requisitos para mismo modo lo que se necesita para
ser un hombre bueno?

Muchos estaremos de acuerdo con opiniones y otros no, y describe el autor el caso de
Purita: Su mamá en casa la tiene por bondadosa, por obediente y modosita, pero en clase
todos la detesta porque es chismosa y cizañera.

Llamar a alguien «bueno» no indica nada bueno: hasta el punto de que suelen decirse
cosas como «Fulanito es muy bueno, ¡el pobre! »

El poeta español Antonio Machado escribió: «Soy en el buen sentido de la palabra


bueno... » Se refería a que, en muchos casos, llamarle a uno «bueno» no indica más que
docilidad, tendencia a no llevar la contraria y a no causar problemas.

Para unos, ser bueno es ser resignado y paciente, y otros llamarán bueno a la persona
emprendedora, original, que no se acobarda a la hora de decir lo que piensa aunque
pueda molestar a alguien.

En el ser humano es complicado y se nos reclama resignación, rebeldía, iniciativa,


obediencia y a veces generosidad y otra previsión del futuro, etc. Una virtud cualquiera no
es fácil determinarla, como dicen el autor un futbolista es bueno por hacer goles y no por
ser buen humano pag. 30

No hay un único reglamento para ser buen humano ni el hombre es instrumento para
conseguir nada.

Se puede ser buen hombre (y buena mujer, claro) de muchas maneras y las opiniones
que juzgan los comportamientos varían según las circunstancias. Por eso decimos a
veces que Fulano o Menganita son buenos «a su modo».
Desde fuerano es fácil determinar quién es bueno y quién malo, quién hace lo
conveniente y quién no. Habría que estudiar no sólo todas las circunstancias de cada
caso, sino hasta las intenciones que mueven a cada uno.

Puede pasar que alguien haga algo malo y le salga bueno, podría ser algo de suerte, pero
también puede darse que alguien haga algo bueno y provoque un desastre y sea visto
como un monstruo.

Ni órdenes, ni costumbres ni caprichos bastan para guiar. no en la ética y ahora resulta


que no hay un claro reglamento que enseñe a ser hombre bueno y seguir igual ¿cómo
solucionarlo? Relata el autor que un escritor francés del siglo XVI, François Rabelais,
contó en una de las primeras novelas europeas las aventuras del gigante Gargantúa y su
hijo Pantagruel y decidió fundar una orden más o menos religiosa e instalarla en una
abadía, la abadía de Theleme, sobre cuya puerta escribió: « Haz lo que quieras. » Y todos
los habitantes de esa santa casa no hacen precisamente más que eso, lo que quieren.

En la puerta de la ética esta escrito esa misma consigna “haz lo que quieras” «Los
congregados en Theleme empleaban su vida, no en atenerse a leyes, reglas o estatutos,
sino en ejecutar su voluntad y libre albedrío. Levantábanse del lecho cuando les parecía
bien, y bebían, comían, trabajaban y dormían cuando sentían deseo de hacerlo. Nadie les
despertaba, ni le forzaba a beber, o comer, ni a nada.» Así lo había dispuesto Gargantúa.
La única regla de la Orden era ésta: HAZ LO QUE QUIERAS »Y era razonable, porque
las gentes libres, bien nacidas y bien educadas, cuando tratan con personas honradas,
sienten por naturaleza el instinto y estímulo de huir del vicio y acogerse a la virtud. Y es a
esto a lo que llaman honor.
»Pero cuando las mismas gentes se ven refrenadas y constreñidas, tienden a rebelarse y
romper el yugo que las abruma. Pues todos nos inclinamos siempre a buscar lo prohibido
y a codiciar lo que se nos niega» François Rebelais, Gargantúa y Pantagruel.

» La ética humanista, en contraste con la ética autoritaria, puede distinguirse de ella por
un criterio formal Y otro material, se basa en el Principio de que sólo el hombre por sí
mismo puede determinar el criterio sobre virtud y pecado, y no Una autoridad que lo
trascienda.
Se basa en el principio de que lo "bueno" es aquello que es bueno para el hombre y
"malo" lo que le es nocivo, siendo el único criterio de valor ético el bienestar del hombre»
(Erich Fromm, Ética y psicoanálisis).

Aunque la razón este desarrollada y perfecta para enseñarnos lo malo y las cualidades de
las acciones no solo reproduce por si misma la censura o la aprobación moral.

La utilidad no es más que una tendencia hacia un cierto fin; si el fin nos fuese totalmente
indiferente, sentiríamos la misma indiferencia por los medios.

El sentimiento no puede ser más que una simpatía por la felicidad de los hombres o un
eco de su desdicha son los fines que la virtud y el vicio tienen tendencia a promover. La
razón nos instruye acerca de las diversas tendencias de las acciones y la humanidad
hace una distinción a favor de las tendencias útiles y beneficiosas» (David Hume,
Investigación sobre los principios de la moral).

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