Está en la página 1de 26

LA E SC UADR I LLA AZ U L

Los pilotos españoles en la Luftwaffe

Jorge Fernández-Coppel

Prólogo del general de división


Manuel Sánchez-Tabernero y Prada
Índice

Prólogo del general de división Manuel Sánchez-Tabernero y Prada.... 11


Agradecimientos .............................................................. 13
Introducción ................................................................... 15

PRIMERA ESCUADRILLA ................................................ 19


Antecedentes políticos ............................................ 21
Formación de la Primera Escuadrilla ...................... 24
Werneuchen, escuela de caza .................................. 26
Camino del frente .................................................. 36
La primera baja ...................................................... 40
Octubre, un mes de éxitos ...................................... 42
Konaja, un aeródromo de éxitos ............................. 47
Apuros y éxitos en Kalinin ..................................... 51
Apuros defensivos ................................................... 54
Últimas misiones desde Kalinin .............................. 58
Staritza, compás de espera ....................................... 62
En vísperas de la ofensiva general ............................ 65
La ofensiva final sobre Moscú ................................. 68
El aciago 27 de noviembre ..................................... 71
Klin, el aeródromo más avanzado de la escuadrilla
española .............................................................. 74
Actuación de la escuadrilla española los días 8 y 9
de diciembre de 1941 en el frente oriental, sector de
Klin-Kalinin ....................................................... 79
La retirada .............................................................. 88

SEGUNDA ESCUADRILLA ................................................ 101


La muerte del jefe de la escuadrilla ......................... 120
La muerte del alférez Navarro ................................. 130
La segunda quincena de agosto ............................... 131
Sol y moscas ........................................................... 135
Anécdotas de la Segunda Escuadrilla ....................... 142
8 LA ESCUADRILLA AZUL

TERCERA ESCUADRILLA ............................................... 151


La Tercera Escuadrilla toma el relevo ...................... 153
Diez años prisionero de los rusos ............................ 155
1943, el año del ocaso alemán ................................. 160
El primer doblete de la Tercera Escuadrilla .............. 171
Seschtschinskaja ..................................................... 174
Costumbres ............................................................ 178
La nefasta segunda quincena de marzo .................... 182
La llegada de los Focke Wulf 190 ............................ 187
La primera victoria de un piloto español a los mandos
del Focke Wulf 190 ............................................ 190
La muerte del teniente Roselló .............................. 193
Ataques a gran escala .............................................. 194
Junio: un mes de grandes éxitos .............................. 197
CUARTA ESCUADRILLA .................................................. 209
Días de gloria y muerte. La llegada de la Cuarta
Escuadrilla .............................................................. 211
La batalla de Kursk ................................................. 214
El bautismo de sangre ............................................. 219
Días de tragedia y de gloria .................................... 225
El contraataque soviético ........................................ 227
Dieciocho días de infierno ..................................... 231
La muerte del capitán Borrás .................................. 237
Comienza el otoño ................................................ 241
La retirada de Seschtschinskaja ................................ 243
La desaparición del alférez Estébanez Vela ............... 245
Período de calma, la estabilización del frente ........... 249
La muerte de un gran «as» ...................................... 252
Bobruisk, último aeródromo español en Rusia ........ 256
1944, se acerca el final ............................................ 258
QUINTA ESCUADRILLA .................................................. 263
La llegada de la Quinta Escuadrilla ......................... 265
La repatriación ....................................................... 268
La última baja de las escuadrillas españolas .............. 270
El final ................................................................... 271
Epílogo ......................................................................... 273
Anexos ......................................................................... 275
Índice onomástico ........................................................... 321
Prólogo

incuenta y cinco años han pasado desde que un joven capi-


C tán de aviación regresara a su patria tras haber combatido en
la más cruenta guerra jamás emprendida por el hombre.
Hoy, a mis 85 años, cuando estoy sentado en mi butacón ho-
jeando la prensa, leo con orgullo que los pilotos españoles, en
los más modernos cazas, actúan con gran prestigio en misiones
internacionales de paz, y vuelvo a imaginar que yo también fui
joven y volé en los mejores aeroplanos de guerra del mundo.
En ocasiones me han preguntado (y me he preguntado) cómo
los pilotos alemanes obtuvieron en el Este tantas victorias, y noso-
tros, proporcionalmente, tan pocas. Sé que en general ellos reali-
zaron más servicios y que su permanencia en el frente era más
duradera,si no los derribaban,pero de todas formas creo que nues-
tra preparación no era idónea para la guerra que sostuvimos. Si
hubiéramos desarrollado unos planes de entrenamiento más inten-
sivos y mejor concebidos, me atrevo a asegurar que los éxitos
habrían sido más importantes. Nuestra guerra fue muy seria, nada
parecido a un paseo militar, y, por ejemplo, yo no había dispara-
do las ametralladoras más que contra los patos de las marismas.
Quiero expresar mi gratitud a mi buen amigo Jorge Fernán-
dez-Coppel por su excelente trabajo y por recordar a estos jóve-
nes que fueron a luchar, y muchos a morir, en los helados cielos
de la vieja Rusia.

General de división Manuel Sánchez-Tabernero y Prada.


130 servicios de guerra, 14 alarmas, 19 combates y 6 aviones derribados.
Condecorado con la Medalla Militar Individual.
Introducción

e han escrito muchos libros sobre la División Azul, pero en


S cambio poca gente conoce que hubo una unidad en el Ejér-
cito del Aire que también combatió bajo los cielos de Rusia: la
llamada Escuadrilla Azul.
Desde joven sentí interés por la aviación alemana y me pre-
guntaba por qué nadie había escrito sobre los españoles que lucha-
ron en una unidad de élite de la Luftwaffe durante casi tres años.
Únicamente el general de división Jesús Salas Larrazábal,
historiador incansable, había escrito algún pequeño artículo sobre
el tema.
En 1985 encontré mi oportunidad. Siendo miembro del Ins-
tituto de Historia y Cultura del Ejército del Aire, llegó la noticia
de que alguien había rescatado unos papeles viejos que iban a
ser destruidos en el Estado Mayor. Cuál fue mi sorpresa al ver que
estos «viejos papeles» eran los diarios de operaciones de las escua-
drillas expedicionarias.
Los analicé en profundidad y me dispuse a darles vida en un
libro.La labor no era fácil,y la prueba es que tardé más de diez años.
El diario de operaciones de la Primera Escuadrilla había prác-
ticamente desaparecido; el de la Segunda Escuadrilla se encon-
traba completo y con gran detalle; el de la Tercera Escuadrilla esta-
ba igualmente completo, pero sin tanta documentación como el
anterior; justamente de la Cuarta Escuadrilla expedicionaria, la
que más actividad tuvo, era de la que menos información se dis-
ponía. Había que darle forma y la única manera era entrevistan-
do a los supervivientes, viudas y familiares.
16 LA ESCUADRILLA AZUL

A lo largo de estos años realicé más de treinta entrevistas,


muchas de ellas vitales para la elaboración de este trabajo. Pero
permítame el lector que haga un breve resumen de lo que se va
a encontrar en este libro.
Cinco fueron las escuadrillas que acudieron a Rusia:

• La Primera Escuadrilla, mandada por el comandante Salas,


fue sin duda una de las que más sufrió, tanto por las inclemencias
del temible invierno ruso como por la presión ejercida por las tro-
pas enemigas. A punto estuvieron todos sus miembros de caer
prisioneros de los soviéticos.Tuvo el honor de ser la que más cer-
ca estuvo de Moscú, concretamente a 75 km.
• A la Segunda Escuadrilla, con el comandante Salvador al
frente, le tocó vivir un período de inactividad, debido al descan-
so por las grandes operaciones del invierno anterior y al despla-
zamiento del frente hacia Stalingrado.
• La Tercera Escuadrilla, mandada por el comandante Ferrán-
diz, fue partícipe de ambas situaciones: inactividad y grandes com-
bates. En ella se encuadraba el futuro «as» de todos los pilotos espa-
ñoles que intervinieron, el capitán Hevia.
• En cuanto a la Cuarta Escuadrilla, fue sin duda la que mayor
actividad soportó, consiguiendo un número elevado de victorias
pero también pagando un alto precio por ellas (perdió práctica-
mente el 50 por ciento de sus efectivos).
• La Quinta Escuadrilla apenas pudo intervenir, pues fue dada
la orden de retirada y ni siquiera la totalidad de sus componen-
tes llegó a incorporarse.

Mucha gente se pregunta por qué la escuadrilla no actuó jun-


to a sus compañeros de la División de Infantería. Únicamente
pude encontrar un documento referente a este tema. Una carta
del comandante Julio Salvador al entonces jefe del Estado Mayor del
Aire, Eduardo González Gallarza:
INTRODUCCIÓN 17

Referente a este asunto de nuestra zona de operaciones, quisiera con-


tarle algo relacionado con el general Muñoz Grandes. Me enseñó el
teniente coronel Pazó una carta del general en la que decía que le agra-
daría tener relaciones conmigo, que le escribiese y que no estuviese tan
apartado como estuvo el comandante Salas. Sin indicarlo, venía a decir
que hiciéramos todo lo posible con la idea de ir con ellos.A varios jefes
de la División también les he oído manifestarse en este sentido,pues dicen
que los fríen los aparatos rusos. Escribí una carta diciendo que, sin saber
el cometido de la División en la próxima ofensiva y sin saber el frente
asignado, era aventurado el hacer cualquier gestión. Nos gustaría mucho
ir con la División, pero he considerado que, por el concepto que pue-
dan formarse de nosotros, por lo que indudablemente hemos de apren-
der y ver, y pensando también en nuestro doble objetivo de combatir e
imponernos en una guerra aérea moderna, debemos procurar ir a un
frente activo donde tengamos trabajo abundante y si, dentro de esto, es
posible ir al lado de la División, encantados entonces.

Ésta es la única razón por la que no acudió la escuadrilla


junto a la División de Infantería.Al finalizar la guerra, estos hom-
bres fueron escogidos para alcanzar los más altos puestos en la vida
militar y civil.
De los ochenta y nueve pilotos que acudieron al frente, die-
cinueve morirían en combate o por accidente. De los setenta
restantes, diez murieron en accidente de aviación, veintiséis alcan-
zaron el generalato, uno se convertiría en el único oficial en la
historia del Ejército del Aire con la graduación de capitán gene-
ral, dos de ellos fueron ministros del Aire y otros muchos alcan-
zaron los más altos puestos en la compañía Iberia.
A todos ellos, y especialmente a los que murieron en plena
juventud, dedico este libro.
PRIMERA ESCUADRILLA
Antecedentes políticos

Transcurría el año 1940, cuyos meses finales serían cruciales


para la historia de España. Alemania, que sin apenas esfuerzo se
había adueñado de la mayor parte de Europa en menos de un año,
sufría su primer revés militar. Uno de los puntos clave para la pro-
yectada invasión de Inglaterra —Operación León Marino— no
había podido llevarse a cabo. La Luftwaffe, a pesar de su probada
efectividad, no había logrado hacerse con los dominios del aire
en la llamada «batalla de Inglaterra», transcurrida durante los meses
de agosto y septiembre de aquel año, con lo cual el proyectado
desembarco germano no ofrecía todas las posibilidades de éxito.
Hitler, ante esta contrariedad, decidió cerrar el Mediterráneo
mediante la conquista de Gibraltar —Operación Félix— y, de esta
forma, intentar asfixiar a Inglaterra.
Esta decisión afectaba directamente a España y al Gobierno
de Franco, que hasta entonces había podido mantener una pos-
tura cómoda. Por una parte, adoptaba con Alemania una amisto-
sa actitud expectante que producía el inmediato beneficio de evi-
tar una invasión, aunque ésta fuera pacífica, y, por otra, se mantenía
neutral ante los ojos de su enemigo ideológico, Inglaterra.
Ante esta delicada situación, Franco envió a Berlín el 13 de
septiembre al entonces ministro de la Gobernación,Ramón Serra-
no Súñer, con la lección bien aprendida. Ante Hitler explicó las
múltiples listas de suministros que España, recién salida de una
guerra civil, necesitaría para embarcarse en otra contienda. En
22 LA ESCUADRILLA AZUL

un alarde de audacia y riesgos diplomáticos, exigió compensa-


ciones territoriales en África (Marruecos, Orán, África Ecuato-
rial), sabiendo de antemano que Hitler no accedería a tales pres-
taciones, ya que podía causar dos reacciones negativas: la primera,
una excusa inglesa para la ocupación de las islas Canarias; y la
segunda, la adhesión de la Francia de Vichy al movimiento resis-
tente del general De Gaulle.
Las entrevistas terminaron sin acuerdo y Hitler decidió dis-
cutir personalmente con Franco para conseguir arrancarle la
intervención abierta de España en la Segunda Guerra Mun-
dial. Franco nombró en ese momento a Serrano Súñer minis-
tro de Asuntos Exteriores, en sustitución del coronel Beigbeder.
La entrevista entre los dos máximos mandatarios se habría de
celebrar el 23 de octubre en la estación de Hendaya. El man-
datario español aburrió conscientemente a Hitler: acudió a no
comprometerse y no se comprometió. La entrevista terminó sin
acuerdos concretos y Serrano Súñer, ante la insistencia alema-
na, tuvo que volver en noviembre a Berlín para mantener la mis-
ma línea de defensa.
Muchos esperaban la reacción impulsiva de Hitler, o sea, la
orden de conquistar Gibraltar, aun en contra de la voluntad de
España. Llegó a lanzar un pequeño ultimátum a través del almi-
rante Canaris: «El 10 de enero de 1941 España debía estar dis-
puesta a que Alemania atacara el Peñón». La negativa de Franco
fue tajante y la situación se tornó muy tensa, aunque la suerte se
pondría del lado español. La invasión de Grecia por parte italia-
na había resultado un rotundo fracaso; esto, unido a la derrota
del mariscal italiano Graziani en la Marmarica, dio un respiro a
Franco. Hitler debía actuar en los Balcanes y acudir en ayuda de
sus aliados en Grecia antes de lanzarse a su gran objetivo: la Unión
Soviética. La inminente entrada de España en el conflicto se había
salvado, de momento.
PRIMERA ESCUADRILLA 23

A las 3.15 horas del 22 de junio de 1941, una avalancha de


fuego cayó sobre las posiciones soviéticas, que ni siquiera esta-
ban en estado de prealarma. Más de tres millones de soldados
alemanes se adentraron en las estepas rusas. La Operación Bar-
barroja había comenzado.
Para España esta campaña resultaba providencial,dadas las tiran-
tes relaciones anteriores fruto de las frustradas negociaciones de
Hendaya. El Gobierno veía alejarse el peligro de una invasión y
encontraba un motivo para congraciarse con Alemania.
En Madrid, Franco se reunió con los ministros de su Gobier-
no para examinar la nueva situación.
Mientras tanto, miles de jóvenes procedentes de los centros
universitarios de Madrid, de los distritos de la Falange del SEU
y de los centros sindicales habían organizado una manifestación
de apoyo a Alemania el día 24 junio. Su destino era la confluencia de
la Gran Vía-José Antonio con la calle Alcalá, donde se encon-
traba la sede central de la Falange. La multitud se congregaba
poco a poco ante la fachada de la secretaría general. La pre-
sencia de Serrano Súñer en el balcón principal, junto con Arra-
se, Miguel Primo de Rivera (ministro de Agricultura) y el lau-
reado general Moscardó, pareció apaciguar los ánimos de los
manifestantes.
«¡Camaradas! —exclamó una y otra vez Serrano Súñer—,
no es hora de discutir, pero sí de que la Falange dicte en estos
momentos su sentencia condenatoria. ¡Rusia es culpable!».
El mismo día de la invasión de la Unión Soviética, Franco
había ofrecido a través de Serrano Súñer el envío de un cuerpo
de voluntarios para el frente del Este. La oferta española fue acep-
tada por el Gobierno alemán el 24 de junio. La formación de la
División y Escuadrilla Azul estaba en marcha.
24 LA ESCUADRILLA AZUL

Formación de la Primera Escuadrilla

A pesar de que en el ambiente se respiraba la idea de una


rápida victoria alemana,el Ministerio del Aire no era tan optimista.
Se había pensado organizar varias escuadrillas sucesivas, con una
estancia en el frente de seis meses cada una, y se había nombrado
para su mando a sus tres primeros comandantes:Ángel Salas Larra-
zábal, José Muñoz Jiménez y Julio Salvador Díaz de Benjumea.
El comandante José Muñoz Jiménez, amparado en su amis-
tad personal con Salas y ante su reiterada insistencia ante el
mando, logró ser agregado a la Primera Escuadrilla; como ra-
zones alegó las ventajas que esto acarrearía para la ordenada
sucesión de las posteriores unidades.
Numerosas solicitudes comenzaron a llegar al comandante
Salas, uno de los mejores pilotos de caza de la aviación nacional,
como atestiguaban sus dieciséis victorias, más una compartida.
Siguiendo el habitual sistema de apodos entre los jefes y oficia-
les del ejército, Salas era denominado el Seco, por la parquedad
de palabras que mostraba en el trato diario.
Tras la ardua tarea de selección, la escuadrilla quedó final-
mente constituida el 14 de julio. Sus componentes fueron cita-
dos el día 23 para recibir órdenes directas del comandante Salas
en el aeródromo de Getafe, donde fueron obsequiados con una
comida por el jefe del Estado Mayor del Aire.Al día siguiente fue-
ron revistados en el aeródromo por el ministro del Aire, general
Juan Vigón, que les dirigió unas palabras resaltando la importan-
te misión que iban a realizar.
El 24 de julio de 1941 a las 22.30 horas salía la Primera Escua-
drilla expedicionaria con rumbo a Berlín.
En la Estación del Norte de Madrid y con gran emoción fue-
ron despedidos por el ministro del Aire, jefe del Estado Mayor, y
por gran cantidad de público que llenaba los andenes. Cinco de
PRIMERA ESCUADRILLA 25

sus pilotos encontrarían la muerte o desaparecerían en los cielos


de Rusia.
Tras una breve pausa en San Sebastián e Irún, a las 16 horas
del 25 de julio, día del Patrón de España, cruzaron la frontera y
llegaron a Hendaya. La estación presentaba un gran colorido:
gallardetes con los colores alemanes y españoles adornaban la esta-
ción en honor de los expedicionarios. Una compañía alemana
rindió honores al mando del general Berthold, encargado de dar
la bienvenida.
Tras partir de nuevo con dirección a París, una extraña orden
sobresaltó a los españoles: debían volver de nuevo a Hendaya.
«¿Habría algún cambio de planes?», se preguntaban los oficiales
españoles. La razón era muy sencilla: habían chocado con el carác-
ter estricto y meticuloso del ejército alemán. Los alemanes con-
sideraban que las deficiencias sanitarias producidas por la Guerra
Civil habían causado varias epidemias de piojos y bacterias, con
lo cual todo viajero procedente de la Península debía pasar por
las duchas de desinfección. Los oficiales y suboficiales mostraron
su contrariedad ante lo que consideraban un atropello y logra-
ron que únicamente tuvieran que pasar por las duchas y por la
desinfección de tifus exantemático sus ropas. La noche se echa-
ba encima y las autoridades alemanas ofrecieron una cena a la
expedición española. En un primer momento, todos creyeron que
la «descortesía» del despiojamiento se traduciría en una cena sucu-
lenta y copiosa, a tono con el cansancio y apetito producidos
por las muchas horas de tren, pero ya en Hendaya se demostró por
primera vez el sacrificio que impone una guerra. El primer pla-
to fue sopa de macarrones, de la que tomaron poca cantidad (úni-
camente para «entonarse», pensaron algunos, esperando los suce-
sivos manjares), y eso fue todo: ni segundo plato, ni postre, ni nada
más.Ante la realidad de los hechos, sólo les quedaba el consuelo
de la sopa, que por lo menos estaba caliente.
26 LA ESCUADRILLA AZUL

Werneuchen, escuela de caza

Tras este pequeño contratiempo, llegaron a Berlín en la tarde


del día 27 de julio. En la estación de Anhalt fueron recibidos por
el embajador español, conde de Mayalde, a quien acompañaba
el agregado aéreo, comandante Pazó, y el jefe del campo donde
la escuadrilla española realizaría su acomodación a las tácticas
alemanas, el oberstleutnant Von Houwald, jefe de la Escuela de
Caza n.º 1, situada en el aeródromo de Werneuchen, a 28 km
de la capital, Berlín.
En ordenado convoy de omnibuses, precedido por los coches
ligeros que ocupaban los jefes,se trasladó el personal a Werneuchen.
Tras los saludos de rigor, la impresionante recepción quedó
ridiculizada por la «excelente» banda de música que, con gran bri-
llantez, interpretó el himno de la República española (el Himno
de Riego).Y eso que el teniente coronel jefe de la escuela era tío
de uno de los seis primeros pilotos alemanes que habían acudido
a España con los Heinkel 51 durante la Guerra Civil, en agos-
to de 1936: el leutnant V. Houwald, que totalizó cinco victorias
aéreas. El desatino le costó un arresto al director de la banda.
La Escuela de Caza n.º 1, situada a unos 30 km de Berlín, era
la más importante de Alemania. Parecía una ciudad en pequeño
con multitud de pabellones. El personal militar vivía en su mayo-
ría allí. Los horarios de trabajo eran rígidos, de 7 a 12 de la maña-
na y de 2 a 6 de la tarde; la puntualidad era matemática e invio-
lable. Las comidas eran buenas, de un plato y postre. El personal
de vuelo tenía el complemento de un huevo y 50 gramos de
embutido (el llamado «plus de alimentación» por la tarea profe-
sional). La alimentación, los menús, aparte del «plus de vuelo»,
eran rigurosamente iguales para todos: jefes, oficiales y tropa. Los
sábados, días de descanso, tenían lugar unas reuniones en el casi-
no del aeródromo; los oficiales y jefes parecían querer olvidar las
PRIMERA ESCUADRILLA 27

tensiones de la guerra con el alcohol, que corría en abundancia,


como bien recuerda el entonces teniente médico de la Primera
Escuadrilla, Álvarez Salas-Morris:

El aguardiente se bebía como el agua y mucha gente se emborrachaba


de manera estrepitosa. Recuerdo que el comandante alemán, hombre de
absoluto rigor disciplinario en los días de trabajo habitual, en los que
no probaba una gota de alcohol, los sábados en el casino llegaba a una
absoluta embriaguez; me acuerdo muy bien haberle visto una vez,
una de aquellas veladas, bajar a horcajadas por el pasamanos de la esca-
lera, desde el segundo piso hasta abajo, lanzando alaridos y afirmando que
era un «jefe apache». Al día siguiente en su despacho, le manifesté mi
sorpresa por aquella «alegría alcohólica» en que le había visto. Me
contestó: «Doctor, el servicio es el servicio y el aguardiente es el aguar-
diente». Por cierto que a las puertas del casino, los días de «reunión de
camaradas», había siempre algunos camilleros preparados para llevar a
quienes se «pasaban» en las dosis y podían caer en coma etílico.

Un comentario especial para entender la diferencia de carac-


teres entre el personal alemán y el español era la disciplina mili-
tar (entonces casi todo era militar, o militarizado, en Alemania).
Era rígida e indiscutible la situación de todo trabajador o fun-
cionario incurso en una escala de mandos y sumisiones, con su
superior y sus inferiores, de modo que la obediencia y las res-
ponsabilidades eran también militares. Una buena muestra de ello
fue lo que presenció el entonces teniente médico Álvarez Salas-
Morris:

En época de guerra todo militar en misión de mando llevaba una placa


sobre el uniforme que indicaba ese mando.Y, frente a cualquier otro mili-
tar, de cualquier graduación, aunque fuera ésta muy superior a la suya,
aquel otro debía obedecer sus órdenes.Y he aquí la escena bien indica-
dora que recuerdo a este respecto. Llegué yo un lunes a una estación de
Berlín (entonces todas las estaciones de metro o ferrocarril eran puestos
militares).Allí debía recoger mis vales de racionamiento, que era con lo
28 LA ESCUADRILLA AZUL

que se compraba todo en Alemania. El suboficial de reparto de las tar-


jetas ostentaba, naturalmente, su chapa de mando y estaba sentado, mien-
tras escribía el nombre de cada soldado en la respectiva tarjeta; este subo-
ficial, debido al calor que hacía ya que su labor era sencilla, había dejado
el casco, el cinturón y el correaje, todo, en una silla al lado suyo, para
más comodidad en su trabajo.Yo llegué y, como era oficial, creí que podía
ponerme delante de los soldados, para recoger mi tarjeta, y así lo hice.
Inmediatamente el suboficial se levantó, se puso rapidísimamente el
casco y toda su impedimenta, se cuadró ante mí en posición firme de
saludo y, con voz estentórea, anunció su nombre, la unidad a que perte-
necía y su misión allí, e inmediatamente me dijo: «Mi teniente, usted
llegó el último, colóquese por favor en la cola, detrás de estos soldados».
Pero cuando la fila ya había corrido y yo estaba el segundo o el tercero,
apareció un general sin chapa, y se colocó el primero; yo enseguida
pensé «a ver lo que pasa ahora». El suboficial, que ya se había quitado otra
vez el casco y los arreos, repitió ante el general la misma maniobra y la
misma orden que frente a mí. El general, con toda mesura, le dijo que
estaba en una reunión de Estado Mayor y que tenía cierta urgencia.
Entonces el suboficial, con voz firme, dijo: «Mi general, no me gustaría
repetir dos veces la misma orden. Colóquese en la fila, por favor».Y el
general, silenciosamente, así lo hizo y formó el último.Yo me quedé
atónito y sólo pensé: «¡Igual que en España!».

Sirvan estos ejemplos de lo que era la vida en aquella ciudad lla-


mada Berlín. Pero lo que parecía una breve estancia en la escuela se
convertiría en un largo período de tres meses. Debían esperar, pero
¿esperar a qué? Los pilotos deseaban volar con intensidad, resolver
con voluntad las dificultades que se presentasen e incorporarse rápi-
damente al frente para combatir.Cualquier retraso en vida de guar-
nición o escolar impacientaría sus nervios.El comandante Salas con-
sideraba que diez días de vuelos y conferencias serían suficientes para
entrenarse en el Messerschmitt, y suprimió los vuelos en el avión
Arado por considerarlos demasiado fáciles.
El día 29 de julio por la mañana se notificó a los oficiales
el plan de instrucción a seguir por los pilotos, especialistas y tro-
PRIMERA ESCUADRILLA 29

pa durante su permanencia en la escuela. Esa misma tarde comen-


zaron los vuelos de entrenamiento con aparatos Messerschmitt
Bf 109 del modelo D y E, efectuando dos tomas de tierra con
cada uno el comandante Muñoz y los capitanes Arístides Gar-
cía, Allende y Bayo, y tres tomas con el tipo E el comandante
Salas.
La mayor parte de los pilotos españoles habían volado duran-
te la Guerra Civil el Fiat Cr-32, aunque algunos —Muñoz, Bayo
y Ruibal— ya pertenecieron en España al grupo mixto 5G5,
que contaba con una escuadrilla de Heinkel 112 y otra de Messers-
chmitt Bf 109 B.

PRIMERA ESCUADRILLA
Cte. Ángel Salas Larrazábal
Cte. José Muñoz Jiménez

Cap. Prov.Arístide Cap. Prov. Javier Cap. Prov. Carlos Bayo


García López Allende Isasi Alessandri
Tte.Alfonso Tte. Luis Alcocer Tte. Esteban
Ruibal Sabio Moreno-Abella Ibarreche Arriaga
Tte. Ángel Tte. José Andrés Tte. Emilio O’Connor
Mendoza Catrain Lacour Macía Valdivieso
Tte. Ricardo Tte. Javier Busquet Tte. Manuel Kindelán
Bartolomé Chavarría Sindreu Núñez del Pino
Tte.Abundio Tte.Alfonso García Tte. Demetrio
Cesteros García Rodríguez-Carracido Zorita Alonso

Todos los oficiales de la primera tanda de la 1.ª Promoción de León,excepto los dos coman-
dantes, que eran profesores en la Escuela Superior del Aire.

Cuando se procedía a la entrega de capotes al personal de tie-


rra, se descubrió entre los soldados la presencia de un individuo
que no figuraba en la listas de revista de la escuadrilla. Resultó
30 LA ESCUADRILLA AZUL

que se trataba el soldado Ángel Gómez del Moral, que pertene-


cía al 11.º Grupo del Regimiento Mixto n.º 1. Se había unido a
la escuadrilla en la estación de ferrocarril de Madrid en el momen-
to de la salida y había estado cambiando constantemente de vagón
cuando pasaban lista, consiguiendo llegar al aeródromo de Wer-
neuchen sin que fuera notada su presencia de polizón. Pasó de
momento a un calabozo alemán y, poco más tarde, dada su auda-
cia, fue admitido como voluntario.
El comandante Salas, de acuerdo con el jefe alemán, distri-
buyó a los pilotos en tres grupos. El primero estaría compuesto
por los pilotos expertos y los ya conocedores del Messerschmitt
Bf 109. En segundo lugar quedarían aquellos que ya conocían
los aviones citados pero que, durante algún tiempo atrás, no ha-
bían tenido oportunidad de volarlos; es decir, los que podrían estar
algo desentrenados. Éstos son los que empezaron volando el Ara-
do 96 por unos pocos días, durante unas diez salidas. El tercer gru-
po lo componían los que desconocían por completo el moder-
no monoplano alemán, que realizarían un programa un poco más
detallado.
Al empezar los vuelos, los alemanes ofrecieron una confe-
rencia que consideraban muy importante: «Disciplina en vue-
lo». La experiencia les había mostrado las enormes pérdidas de
pilotos que sufrían por esta causa. En lo que respecta a la escue-
la de caza de Werneuchen, y debido a las circunstancias espe-
ciales creadas por la situación de la guerra, la capital Berlín
pertenecía a una zona prohibida. En caso de sobrevolarse, los
aparatos serían tomados bajo el fuego de la artillería antiaérea
sin previo aviso. La zona fijada para los ejercicios de vuelo y de
caza no se debía sobrepasar bajo ningún concepto. Para volar
fuera de dicha zona era necesario una orden especial, que sería
concedida por el jefe de Enseñanza. Las faltas más severas y
castigadas eran:
PRIMERA ESCUADRILLA 31

• Separación indebida del trayecto prescrito con el fin de


efectuar las llamadas «visitas a amigos o parientes», abandonando
la altura prescrita.
• Ataques a baja altura por propia iniciativa.
• Vuelos acrobáticos por propia iniciativa.
• Toda clase de vuelo por propia iniciativa que pusiera en
peligro el avión y la tripulación.

Solamente estaba previsto el vuelo bajo como una enseñan-


za de la escuela,debido a que se habían sufrido muchas bajas cuan-
do los pilotos rusos escapaban en vuelo rasante, por chocar los
perseguidores con líneas eléctricas y telegráficas.Todas estas pre-
venciones no constituían nada nuevo, ya que en España también
se habían sufrido numerosas pérdidas de material y hombres por
esta indisciplina de vuelo.
Es indudable que la burocracia alemana consideró a los pilo-
tos y especialistas españoles como si se tratara de jóvenes que no
hubieran visto en su vida el material moderno ni el combate aéreo.
Desconocían, o fingieron ignorarlo, que se trataba de especialis-
tas y técnicos ya hechos, que habían asumido en la guerra de Espa-
ña toda clase de responsabilidades. Como anécdota cabe destacar
la del teniente mecánico Urtasun cuando fue sometido a una
prueba de conocimientos. Agotando hasta el último momento
el tiempo para encontrar tres defectos en un motor, contestó
imperturbable: «Éstos son los tres defectos que yo tenía que ver,
y estos otros dos los que no tenía que ver porque ustedes no
sabían que existían».
Se comprendía la irritación de los españoles ante lo que con-
sideraban un prolongado período de enseñanza. Concretamen-
te, en lo que a los pilotos se refiere, la mitad de ellos superaba las
cinco victorias aéreas, y entre los dieciséis de la escuadrilla tota-
lizaban setenta y nueve derribos, según el siguiente desglose:
32 LA ESCUADRILLA AZUL

Pilotos Derribos Unidades

Cte. Ángel Salas Larrazábal 17 Ni 52, Fiat, He 51, 2G3


Cte. José Muñoz-Jiménez (agregado) — 5G5
Cap.Arístides García López-Rengel 17 2G3 y 8E3
Cap. Javier Allende Isasi 7 2G3 y 3G3
Cap. Carlos Bayo Alessandri 11 2G3 y 5G5
Tte.Alfonso Ruibal Sabio 1 3G3 y 5G5
Tte. Luis Alcocer Moreno Abella 5 2G3
Tte. Esteban Ibarreche Arriaga 7 2G3
Tte. Ángel Mendoza Catraín — 2G3
Tte. José Andrés de Lacour Macía 3 3G3
Tte. Emilio O’Connor Valdivieso 6 3G3
Tte. Ricardo Bartolomé Chavarría — 3G3
Tte. Javier Busquet Sindreu — 8E3
Tte. Manuel Kindelán Núñez del Pino — 3G3
Tte.Abundio Cesteros García 5 2G3
Tte.Alfonso G.ª Rodríguez Carracido — 3G3
Tte. Demetrio Zorita Alonso — 8E3

Total 79

A juicio de sus jefes y componentes, la escuadrilla ya estaba


lista para actuar el 7 de agosto, pero los alemanes no dejaban
traslucir la menor idea sobre el futuro destino de la misma y sobre
los proyectos inmediatos. Un hecho rompió la monotonía de la
espera: la jura de bandera, que se celebró el 16 de agosto en el
campo de vuelos. Asistieron el embajador de España, el ayudan-
te del general Muñoz Grandes, y miembros de la embajada. Los
españoles formaron en el campo de vuelos. El teniente coronel
jefe de la escuela dio lectura a un discurso en el que expresó su
satisfacción por contar en sus filas con los voluntarios españoles.
A continuación se leyó el juramento de fidelidad durante la cam-
paña, y la banda de música ejecutó los himnos nacionales. Por últi-
PRIMERA ESCUADRILLA 33

mo, desfilaron las fuerzas ante el embajador de España. En la casa


de los aviadores se celebró una recepción en honor de los pilo-
tos de la escuadrilla, organizada por la Sociedad Germano-Espa-
ñola, que presidió el general Faupel, a la que asistieron represen-
tantes del Ejército del Aire, de la Marina y del Ministerio de
Asuntos Exteriores.
Se había efectuado la jura, el plan de instrucción se había
terminado conforme a lo previsto... y ¿ahora qué? Salas escribió
al Ministerio del Aire de Madrid: «Parece que iremos a una escua-
dra mandada por el majorWoldenga bajo la dependencia del gene-
ral Richthofen, que opera en el lago Peipus de Estonia».
Salas aclara en la nota que todo esto son rumores y que
creen que les darán el nuevo Messerschmitt Bf 109 F, que nadie
había volado, por lo que, de ser cierto, tendrían que retrasar un
poco su marcha.También corrían rumores no muy alentadores.
Parecía ser que la escuadrilla sería asignada a una escuadra de asal-
to y sus misiones más importantes serían el apoyo a las tropas en
su constante avance y hostigamiento a las fuerzas enemigas. Ésta
era una misión nada agradecida. Los aviones se encontrarían en
primera línea apoyando el avance de los tanques y ametrallando
a los convoyes y suministros rusos, no habría muchas oportuni-
dades para lucimientos personales ni numerosas misiones de caza
libre. Sería la única escuadrilla, de todas las españolas que acu-
dieron a Rusia, que no formaría parte de una escuadra de caza.
Por todas estas razones comienzan a realizarse entrenamien-
tos con bombas de instrucción de 50 kilos y vuelos con el nue-
vo modelo, el Messerschmitt Bf 109 F. El 26 de agosto, para rom-
per un poco la monotonía, la escuadrilla formó en el hangar
n.º 4, donde fue revistada por el general Kuhn, jefe de Instruc-
ción del Ejército del Aire alemán, que dirigió unas palabras de
elogio. Pero esto no era suficiente; el comandante Salas comen-
zó a perder su paciencia e insistió ante el jefe del aeródromo en
34 LA ESCUADRILLA AZUL

su deseo de una solución definitiva, alegando que consideraba


desmoralizador para el personal perder el tiempo sin hacer nada
nuevo. Pero en verdad el asunto correspondía más bien a las
gestiones que pudiera hacer la Embajada de España en Berlín.
El problema, no cabía duda, estaba en el mando alemán. Debían
de tener mucho en que pensar sobre el desarrollo de las grandes
batallas que se estaban llevando a cabo como para plantearse el
problema de dónde acoplar a los españoles. No olvidemos que
no hacía tres meses que se había iniciado el ataque a la Unión
Soviética y la Luftwaffe tenía sus efectivos casi intactos. Como
cambiarían las cosas en los años venideros con la Tercera, Cuar-
ta y Quinta Escuadrilla, apenas se les daría tiempo para acoplar-
se a máquinas que jamás habían volado y de allí tendrían que ir
directamente al frente.
Pero al fin parece que las «plegarias se hicieron oír». El 22 de
agosto por la mañana se recibió la orden de que un teniente
de la escuadrilla saliera desde Berlín con dirección al frente para
preparar el viaje de la fuerza expedicionaria. El oficial designado
fue el teniente Zorita, que despegó junto al oberleutnant Schultz.
Ese mismo día aterrizaron en un aeródromo de campaña, donde
se entrevistaron con el entonces jefe de la caza alemana, el oberst
Werner Mölders, primer piloto en el mundo que había logrado
alcanzar la mítica cifra de las cien victorias. Gran conocedor de
las costumbres españolas, ya que había sido el máximo «as» de la
Legión Cóndor durante la guerra de España (con catorce victo-
rias, convirtiéndose en el aviador más famoso de Alemania jun-
to a Adolf Galland), Mölders se mostró muy satisfecho de las refe-
rencias del alto grado de entrenamiento de la escuadrilla española,
como lo probaban las noticias recibidas de no haber averiado
más que dos aparatos en todos los vuelos de entrenamiento (lo
que se consideraba una cifra mínima).Comunicó al teniente Zori-
ta que se les entregarían veinte aviones y mostró sus excusas sobre
PRIMERA ESCUADRILLA 35

la demora de la entrada en acción debido a los constantes avan-


ces y dificultades técnicas.
Al mediodía despegó de nuevo Zorita, trasladándose a un
campo de primera línea para comprobar in situ los avatares de la
guerra en el frente del Este.Al llegar al aeródromo, observó gran
cantidad de aviones Messerschmitt Bf 109 de las versiones E y F
y gran variedad de aviones rusos incendiados, sobre todo I-16 e
I-153. Zorita recibió el saludo de los aviones enemigos, que arro-
jaron bombas de 8 kilos y dañaron algún avión de la línea.
El 25 de agosto comprobó sobre el terreno una circunstan-
cia que sería constante en el discurrir de la Primera Escuadrilla
española: los cambios continuos de aeródromo.A las 10 horas se
había recibido la orden de traslado. Una hora más tarde, el cam-
pamento ya había sido desmontado y partieron los camiones.
El comandante alemán le ofreció una oportunidad a Zorita
que éste no dejó escapar: efectuar un servicio de guerra real, con-
sistente en una protección a Stukas.Tras producirse la misión sin
novedad, y después de haber aterrizado, comprobó la llamada «efi-
cacia alemana». En una hora y media el nuevo campamento esta-
ba perfectamente organizado. Se encontraba camuflado en el inte-
rior de un bosque. El puesto de mando y la plana mayor se
encontraban en grandes camiones; en uno de ellos se albergaba
la central de radio, que daba las órdenes a los aparatos en el aire,
y había otro encargado de las cargas de las baterías.
Dos días después se trasladó al puesto de mando del ge-
neral Richthofen, a 7 km del campo de vuelo. Este ilustre gene-
ral, sobrino del célebre Barón Rojo, era conocido por haber sido
el último jefe de la Legión Cóndor durante la guerra de Espa-
ña.Tenía pleno conocimiento de la instrucción de la escuadri-
lla y de su actividad actual. Asimismo le comunicó al teniente
Zorita que recibirían todos los aparatos en Werneuchen y su
intención de hablar cuanto antes con el jefe del Estado Mayor
36 LA ESCUADRILLA AZUL

de la Luftwaffe para decidir y ultimar su inmediata incorpora-


ción al frente.
El día 28 de agosto, a bordo de su avión Junker 160 «Jaguar»,
llegaba el teniente Zorita a la base de Werneuchen. Sus compa-
ñeros, impacientes por tener noticias de primera mano, le atosi-
garon con preguntas. Su conocimiento aclaró, en parte, las causas
del olvido que el alto mando había tenido hacia la escuadrilla.Pero
todo tiene su fin, pues el 19 de septiembre se recibió una orden
con gran alegría y emoción: la incorporación al aeródromo de
Moschna (Rusia).Basta ya de conferencias;había terminado la vida
escolar. Había llegado la hora de repetir la célebre frase «¡al toro!»
del capitán José Carrillo durante la guerra de África.

Camino del frente

El domingo 21 se dedicó a la carga de los efectos de la escua-


drilla, y a las 16.30 horas del día 22 el escalón de tierra empren-
dió el viaje por ferrocarril, al mando del capitán Arístides García
López-Rengel.
El día 26, y tras unos vuelos de prueba, despegaron de Wer-
neuchen doce aviones Messerschmitt Bf 109 E, vía Bialystok y
Minsk. Al poco tiempo el comandante Muñoz tuvo una avería
en el sistema de refrigeración, cuando llevaba veinte minutos de
vuelo y recorridos unos 100 km; tuvo que realizar un aterrizaje
forzoso con el tren plegado, pero apenas causó daños al aparato.
Esa noche el escalón de vuelo pernoctó en Bialystok. Al día
siguiente, los once aviones llegaron a Minsk y la expedición de
tierra cruzó la frontera ruso-alemana por Brest-Litowsky.
La escuadrilla recibió orden de continuar en Minsk unos ocho
días, debido a la gran actividad que se desarrollaba en el frente,
con frecuentes ataques aéreos. Pero antes de terminar este plazo

También podría gustarte