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*El escriba Nebqed (dinastía XVIII) ilustrando el capítulo 125 del Libro de los
Muertos, donde el difunto declara su inocencia.
La momia de Nebqed se halla en posición vertical delante de la puerta de su
capilla funeraria , y puede observarse donde la fachada y por encima de la
puerta dos hileras de conos funerarios.
Declaración de inocencia ante el gran dios:
Palabras dichas por el Osiris,: “¡Salve, gran dios, señor de las dos Maat!
He venido hasta ti, oh mi señor, habiendo sido conducido, para ver tu
perfección.
Te conozco y conozco el nombre de los cuarenta y dos dioses que están
contigo en la sala de las dos Maat, que viven en la guarida de los pecados y
se abrevan de su sangre el día de la evaluación de las cualidades ante
Unnefer.
Mira: “El e las dos hijas, el de las dos Meret, El Señor de las dos Maat”, es tu
nombre.
He aquí que he venido ante ti y que te he traído lo que es equitativo, he
expulsado la iniquidad.
No cometí iniquidad contra los hombres.
No maltraté a (las) gentes.
No cometí pecado en la Sede del Maat.
No (intenté) conocer lo que no debía
(conocerse).
No hice mal.
No comencé el día recibiendo una comisión
de parte de las gentes que debían trabajar para
mí y mi nombre no llegó a las funciones de
un jefe de esclavos.
No blasfemé contra dios.
No empobrecí a un pobre en sus bienes.
No hice lo que era abominable a los dioses.
No perjudiqué a un esclavo ante su amo.
No fui causa de aflicción.
No hice padecer hambre.
No hice llorar.
No maté.
No di orden de matar.
No causé dolor a nadie.
No disminuí las ofrendas alimentarías de
los templos.
No mancillé los panes de los dioses.
No robé las tortas de los bienaventurados.
No fui pederasta.
No forniqué en los santos lugares del dios
de mi ciudad.
No robé con la medida de áridos.
No disminuí la arura.
No hice trampa con las tierras.
No añadí (peso) al peso de la balanza.
No arrebaté la leche de la boca de los
niños.
No privé al ganado de sus pastos.
No cacé pájaros en el coto de los dioses.
No pesqué peces en sus lagunas.
No retuve el agua en su estación.
No opuse al agua corriente ningún dique.
No quité ganado (destinado) a la comida del dios.
No apagué nunca un fuego en su quema.
No pasé por alto los días de las ofrendas de carne.
No me opuse a (ningún) dios en sus salidas
procesionales.
¡Soy puro, soy puro, soy puro, soy puro!.
Mi pureza es la pureza del gran Fénix que está en
Heracleópolis,
Heracleópolis porque soy la nariz misma del
Señor de los vientos que hace que todos los
hombres vivan en el día de la Plenitud del Ojo en
Heliópolis,
Heliópolis el último día del segundo mes del
invierno en presencia del Señor del país (y) soy
uno de los que han visto la Plenitud del Ojo en
Heliópolis.
No me alcanzará (ningún) mal en este país, en esta
sala de las Dos Maat, porque conozco el nombre
de los dioses que
están allí.
“¡Levántate, vuélvete sobre tu lecho a fin de ver la
luz del disco solar puro, en la entrada de cada
uno de tus caminos donde tu ka estime estar”!
Por más que la aparición del Libro
de los Muertos data del Imperio
Nuevo, para encontrar sus orígenes
hay que remontarse a los Textos de
las Pirámides del Imperio Antiguo y
posteriormente a los Textos de los
Sarcófagos del Imperio Medio.
Esta evolución permite que esta
colección heterogénea de fórmulas
contenga textos funerarios de todas
las épocas de la historia de Egipto.
Destacan tres versiones diferentes
del Libro de los Muertos, que se
fueron sucediendo a través de la
historia:
*La versión Heliopolitana,
Heliopolitana redactada por los
sacerdotes de Heliópolis para los faraones, se
encuentra en algunos sarcófagos, estelas, papiros
y tumbas de las dinastías XI, XII y XIII aunque
la esencia viene de escritos primitivos.
Netamente solar, promueve la teología del dios
Ra.