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reto-desarrollo-sustentable/
A las puertas del siglo XXI el nivel de desarrollo nunca antes alcanzado por la
ciencia y la tecnología está marcando transformaciones tan significativas en la
sociedad actual como lo hicieron en su momento las dos revoluciones industriales,
de ahí la denominación de tercera revolución industrial al cambio cualitativo y la
interrelación ciencia-técnica-tecnología-producción y el papel protagónico de la
ciencia y su conversión en fuerza productiva directa, proceso que identificamos
como Revolución Científica Técnica.
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El resultado histórico que ha devenido del desarrollo conocido hasta el presente
no ha conducido sino, a un marcado deterioro del medio ambiente, a
consecuencias de una insensata y despiadada intervención humana sobre los
sistemas ambientales de nuestro entorno planetario. Se hace necesario entonces
realizar un análisis de la relación ciencia-tecnología-sociedad y como esta ha
repercutido en el actual desarrollo de la humanidad y el papel que le corresponde
asumir en el marco del nuevo paradigma del desarrollo sustentable, teniendo en
cuenta la compleja relación entre los avances en la ciencia y las tecnologías
científicas en los albores del tercer milenio y el desarrollo sostenible, como la vía
mas sensata para salvar la vida en el planeta.
Introducción
La ciencia y la tecnología han aportado incuestionables resultados a la
Humanidad, sin embargo a más de veinte siglos de civilización del planeta, el ser
humano afronta la inexcusable necesidad de rectificar estilos y formas de
desarrollo económico, que de continuar su desenfrenado ritmo, amenazan agotar
para siempre recursos inapreciables del patrimonio universal, y lo que es peor,
comprometer la existencia misma de las futuras generaciones de seres humanos
(Clark, 1998).
Sin lugar a equívocos, ante tal desafío el planeta se divide entre dos grandes
grupos de países, de una parte una minoría industrializada, poderosa y rica, con
un alto desarrollo de la ciencia y la tecnología y una mayoría atrasada, pobre y
desposeída, con un incipiente desarrollo científico técnico, dotadas ambas con
marcadas diferencias en el nivel de vida, pero semejantes al compartir una baja
calidad de vida. Recordemos que más del 90 % de la capacidad científica y
tecnológica mundial está en manos de un reducido grupo de países y algunos
centenares de grandes corporaciones transnacionales. Tal proceso de
concentración es parte del proceso de marginalización que la actual globalización
reserva para numerosos grupos humanos y países. La ciencia y la tecnología son
parte de la dinámica de concentración de riqueza y poder.
Son diversos los problemas ocasionados por el ser humano al medio ambiente,
pues de hecho se asiste a una profunda crisis ambiental, originada por la especie
biológica más poderosa, que ha crecido en población de forma desmedida en los
últimos lustros (de 160 millones de habitantes en 1950, a 500 millones en el 2000);
ha realizado un uso irracional de los recursos y condiciones naturales, al
sobrepasar las capacidades de renovación de los mismos; ha ejecutado una
despiadada deforestación (dos millones de kilómetros cuadrados, a un ritmo anual
de cincuenta mil kilómetros cuadrados); ha erosionado y desertificado los suelos
(un total de dos millones de kilómetros cuadrados, equivalente al 10 % del suelo
fértil); ha lacerado los sistemas costeros por las incongruentes construcciones, la
contaminación de las aguas y los derrames de hidrocarburos; ha generado una
dañina contaminación ambiental a consecuencias de la proliferación y disposición
inadecuada de productos químicos, tóxicos, radioactivos y peligrosos en sentido
general; así como ha deteriorado la calidad de vida urbana, producto del creciente
desabastecimiento y la contaminación de aguas, las dificultades con la disposición
final de los residuos sólidos, la polución de la atmósfera, los riesgos de accidentes
industriales y las lluvias ácidas entre otros males (PNUMA, 1997).
Desarrollo
El actual desarrollo y el medio ambiente
Sin lugar a equívocos, las formaciones socioeconómicas prevalecientes durante la
evolución del desarrollo de la Humanidad, incluidos el capitalismo y el socialismo,
no han logrado ofrecer una solución al deterioro ecológico ancestral y a la
creciente crisis ambiental de nuestros tiempos. De una parte las posiciones
afiliadas al capitalismo mantienen supeditadas las acciones de beneficio ambiental
a la maximización de las ganancias económicas y a los resortes del mercado, con
una extrema desigualdad e injusticia social, mientras que las percepciones de
corte socialista están dominadas por un marcado humanismo, pero con
limitaciones en cuanto a las concepciones ecológicas y al crecimiento económico.
A las puertas del siglo XXI el nivel de desarrollo nunca antes alcanzado por la
ciencia y la tecnología está marcando transformaciones tan significativas en la
sociedad actual como lo hicieron en su momento las dos revoluciones industriales,
de ahí la denominación de tercera revolución industrial al cambio cualitativo y la
interrelación ciencia-técnica-tecnología-producción y el papel protagónico de la
ciencia y su conversión en fuerza productiva directa, proceso que identificamos
como Revolución Científica Técnica.
En el ámbito social se aprecia el elevado costo del desarrollo que gravita sobre el
capital humano, la insuficiente valoración del impacto social en el proceso de
desarrollo, la incipiente cultura ambiental en cuanto a gestión participativa, la
insuficiente sensibilización humana sobre los problemas del ambiente y la escasa
utilización de las elevadas potencialidades humanas para resarcir los efectos
negativos sobre el ambiente.
Los componentes más sensibles que alertaron sobre el deterioro del medio
ambiente, se refieren a los efectos nefastos de los actuales estilos de desarrollo,
sobre las aguas, el aire atmosférico, los suelos, la diversidad biológica, los
cambios climáticos y las condiciones culturales, curativas, éticas y estéticas de la
naturaleza.
En tal compleja situación se ha originado por lo tanto una nueva crisis, la
ambiental, que se añade a tantas otras propias de estos tiempos, como son entre
otras la económica, la financiera y las guerras y que con diferente connotación a
éstas últimas, amenaza a más largo plazo con el exterminio de la especie
humana.
Con independencia de unas u otras definiciones, los contenidos más sensatos que
se han brindado sobre desarrollo sustentable, apuntan hacia la consecución de un
crecimiento con eficiencia económica, garantizando el progreso y la equidad social
por medio de la solución de las necesidades básicas de la población y la
salvaguardia de las culturas, sobre la base del funcionamiento y la eficiencia
ecológica de los sistemas biofísicos.
Ante tan compleja encrucijada, las interrogantes divagan sobre las alternativas
destinadas a aceptar, rechazar o tomar como referente la teoría de la
sustentabilidad. Lo último parece ser lo más sensato, en tanto no existan las
mínimas condiciones subjetivas para contar con la elevada dosis de altruismo que
requiere la implementación tácita del desarrollo sustentable.
Entre las exigencias que el nuevo paradigma del desarrollo sustentable le impone
a la ciencia y a la técnica actual, se impone reorientar las nuevas tecnologías,
hacia la sustitución de recursos naturales y a la prevención de la contaminación
ambiental, desarrollando programas pertinentes y coherentes que propicien la
educación ambiental, contribuyan a mitigar las desigualdades entre ricos y pobres
y propicien la búsqueda de la calidad de vida en lugar del nivel de vida de la
población.
Si para alcanzar los niveles de desarrollo que hoy ostenta la Humanidad, ha sido
necesario transitar por procesos históricos matizados por las revoluciones
industriales y científico – técnica, no resulta descabellado afirmar, que para
acceder al desarrollo sustentable, habrá que transitar por una revolución
ambiental; que a diferencia de sus precedentes, obedecerá a la evolución
ambiental del pensamiento humano, debido a lo cual sólo sería alcanzable a un
imprevisible lapso de tiempo, en tanto que desaparezcan las condiciones que han
propiciado el actual anti-desarrollo, que prevalecerá aún por mucho tiempo en el
planeta.
Los pesimistas, por otra parte, son partidarios de actuar sobre el mundo actual,
simplificando los estilos de vida, descentralizando las actividades productivas,
volviendo a los cultivos naturales sin fertilizantes ni otros productos químicos,
patrocinando el uso de energías alternativas y difundiendo en el mundo la idea de
un desarrollo sostenible que proteja nuestro medio ambiente y la biodiversidad de
la naturaleza. Sin dejar por ello, lógicamente, de alimentar a la población mundial y
conseguir un nivel de vida aceptable para todos. Este grupo es, por supuesto,
enemigo de la energía nuclear, del petróleo y de otras energías peligrosas y
contaminantes, y se opone, como cabría esperar, a los productos transgénicos y a
la manipulación de los genes en general.
“Habida cuenta de la creciente importancia que tienen las ciencias en relación con
las cuestiones del medio ambiente y el desarrollo, es necesario aumentar y
fortalecer la capacidad científica de todos los países, especialmente de los países
en desarrollo, a fin de que participen plenamente en la iniciación de las actividades
de investigación y desarrollo científicos en pro del desarrollo sostenible. Hay
muchas maneras de aumentar la capacidad científica y tecnológica. Algunas de
las más importantes son las siguientes: enseñanza y capacitación en materia de
ciencia y tecnología, prestación de asistencia a los países en desarrollo para
mejorar las infraestructuras de investigación y desarrollo que permitirían a los
científicos trabajar en forma más productiva; concesión de incentivos para alentar
las actividades de investigación y desarrollo y mayor utilización de los resultados
de estas actividades en los sectores productivos de la economía.
Al tenor de esta exposición se plantea la pregunta, qué tipos de problemas son los
más críticos para el desarrollo sostenible y cómo la ciencia se puede movilizar
mejor para darles respuesta. Los retos que afronta la ciencia en la búsqueda de la
sostenibilidad no son solamente de tipo técnico; así, los aspectos empíricos y de
metodología científica son retos fundamentales en el logro de un mejor
entendimiento de nuestro medio natural y de los sistemas complejos del planeta.
Finalmente, existen también aspectos de tipo moral y de procedimiento en la
definición del rol del conocimiento científico y de las innovaciones que afectan a la
gobernabilidad de los riesgos ambientales y tecnológicos, en relación a una
gestión sostenible de los ecosistemas y a una comunicación efectiva de la
información científica, en el logro de esos fines.
Los problemas complejos como la salud, el medio ambiente, entre otros, han
demostrado los límites de la capacidad de la ciencia de predecir y controlar. Un
testimonio son los problemas globales como el cambio climático. Se observa que
antiguas enfermedades que se consideraban extinguidas reaparecen y se
multiplica el número de nuevas enfermedades; se producen accidentes nucleares;
el caso de las vacas locas demuestra la vulnerabilidad de los controles
tecnocientíficos y los desastres ecológicos ocurren a diario. Todos estos ejemplos
son también el resultado de los procesos de industrialización que la tecnología ha
hecho posibles. La Revolución Verde es un claro ejemplo de destrucción
ambiental asociada al avance tecnológico.
Una lección a aprender es que la relación entre los avances en la ciencia y las
tecnologías científicas, por un lado, y el desarrollo sostenible por otro, es
compleja, ambigua y presenta múltiples facetas. Simplemente, el reconocimiento
de los límites ecológicos en términos de producción y consumo económicamente
sostenibles conllevan que “más output” no es lo mismo que “buen output”, así, no
necesariamente más conocimiento científico expresado en innovaciones
científicas tendrá como resultado una sociedad más sostenible.
Para ello parece muy importante romper con la dicotomía ciencia/valor, promover
la integración transdisciplinaria, así como el encuentro fecundo ente las ciencias
naturales y sociales, entre la ciencia y la tecnología, entre las tecnologías físicas y
las tecnologías sociales.
Conclusiones
Ante la encrucijada que se enfrenta la Humanidad, de reconocer o desconocer el
peligro ambiental que se cierne sobre la propia especie humana, no cabe dudas
en calificar como desacertado, toda manifestación de desarrollo que hasta el
presente haya tenido cabida en La Tierra, al negar como factor común dentro del
desarrollo, la inclusión de la complejidad y diversidad ambiental, en sus
componentes naturales, sociales, económicos, culturales y tecnológicos.
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Escrito por:
C
Celestino González León
Licenciado en Educación. Especialidad de Física y Astronomía. Cuba.