Sexta edicién
Ricardo Yepes Ste
Javier Aranguren EcFUNDAMENTOS DE ANTROPOLOGIA
go racional argumentado, «Porque lo digo yo» no es ningdn argumento, si
posicién voluntarista, ineficaz para dirigir hombres.
A su vez, saber obedecer supone no eludir las Srdenes: si lo siditos no
aceptan al que manda, o no le hacen caso, se paraliza la tarea comin, Qhedecer no
es igual ano pensar lo que me mandan, no es convertirse en un instimento, sino
estar dispuesto a entrar en el juego de realizar una tarea comtin, Qedecer es una
donacién libre del propio proyecto vital en cuanto que no se er
parte (y colaboracién) de otro proyecto mayor. En el fondo mgfdar es mas dificil,
pero obedecer no puede por eso entenderse como pasividag/ Saber mandar y sa-
ber obedecer son requisitos necesarios para que exista auyéridad politica. Se ori-
gina en ella un doble flujo: el que manda emite una ordeg al que obedece. Este la
acepta y la ejerce, pero a su vez, ante los resultados enpe sugerencias de cambio,
y asf se establece el reflujo, la aceptacién por parte gél que manda de un didlogo
con los subordinados acerca de las condiciones deArabajo, los resultados obteni-
dos, etc. S6lo asi cabe mejora real en las relaciopés laborales y en los demas am-
bitos en que la persona cumple cooperando. $¥el que manda rechaza el reflujo,
los subordinados a su vez dejan de aceptar eVflujo de las Grdenes, y se interrum-
pe el didilogo: se pasa entonces a formas de Autoridad despotica, se apela a la fuer-
za como medio de presién, se abandona
Cuando se confia en las personas fstas se crecen y aumentan su creatividad,
su motivacién. Lo que hay que hacof es pedirles responsabilidades y conseguir
que hagan suyas las érdenes. El méjor modo de que crezca la libertad social es
que el que manda sepa ejercer la gfitoridad politica y aliente la libertad y la inicia-
tiva, y que el que obedece acepyé las 6rdenes y las ejecute de modo racional, libre
y responsable, haciéndose cayfo de las consecuencias de su actuacién. Todo esto
presupone el didlogo raciondl, que es el tinico modo de garantizar un uso respon-
sable de la libertad, la nia manera de edificar una sociedad realmente libre”.
39. Cfr. Ia propuesta, de inspiracién aristotélica, que hacen S. RUS y L. POLO en El problema de
a fundamentacién del derecho, Universidad de Valladolid, 1987, 160-185.
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7. Relaciones interpersonales
7.1, PERSONA Y PERSONAS
La persona, ademés de las caracterfsticas que hemos desarrollado en los ca
pitulos precedentes, es apertura al td y a Jos otros. Las relaciones interpersonales
constituyen el verdadero escenario de la existencia humana, Hemos dicho que la
libertad constitutiva significa la apertura radical del hombre hacia el mundo y las
demas personas. La persona humana es un ser constitutivamente dialogante'. Si
lo propiamente humano es manifestar la creatividad de nuestra intimidad, dialo-
gar y dar, {qué sucederia si no hubiese otro alguien que nos reconociera, escucha-
ra, y aceptara el didlogo y el don que le ofrecemos? Habrfa que contestar que la
vida de la persona seria entonces un fracaso, una soledad completa.
La persona, sin los demés, se frustrarfa de modo radical, porque no tendria
destinatario: su capacidad de dar estaria frustrada, Una vida solitaria es estéril, es
convertirse en una sombra entre los vivientes. Asi se caracterizaba en Grecia la
pena del destierro: quedarse sin patria, ir a un lugar donde se hablaba otra lengua
y donde los problemas eran distintos a los que habiamos compartido siempre, era
mas duro que morir porque, de hecho, era una muerte en vida. La necesidad de los
demés se ve desde el nivel biol6gico: en el hombre el instinto necesita habitos
para realizar todas sus funciones, tiene que aprender, necesita de los otros. El
hombre solo es un animal inviable, débil, desvalido.
L. El cardcter dial6gico de la persona es ya hoy algo corrientemente admitido en los estudios so-
bre el hombre. De Ia fenomenologia personalista y el existencialismo ha pasado también a las reflexio-
nes sobre ética y politica, y hay muchos autores que convergen en estas consideraciones: B. Levinas, M.
Bajtin, E. Mounier, etc. Clr. Ch, Tavtor, Etica de la autenticidad, cit., 69; J. ARELLANO, Persona y so-
ciedad, Col. Cuadernos Anvario Filos6fico 6, Universidad de Navarra, Pamplona, 1993, 17-33.PUNDAMENTOS DE ANTROPOLOGIA
_RELACIONES INTERPERSONALES
La persona, a lo largo de todas las etapas de su vida, necesita de otras para
aprender a reconocerse a si misma, desarrollar su vida con normalidad y alcanzar
su plenitud. La soledad en el hombre significa su frustracidn radical. No hay yo
sin. Y el ties un rostro. En su origen, persona significaba la mascara del actor
en el teatro, el rostro del representado. El «otro» es siempre un semblante que se
. Asi lo aprende el nifio al reconocer a su madre antes que a si mismo:
la sonrisa de la madre es el primer contacto del nifio con la realidad. Necesita de
ella para poder entender la maravilla, lo positivo, de la existencia.
El hombre es constitutivamente dialégico. Eso supera la relacién con la
Naturaleza: necesitamos hablar, compartir racional, crecer en un campo de apor-
taciones comunes. No bastan los animales, los arboles. Ante ellos la existencia del
hombre es incompleta. Adan necesitaba de Eva, lo contrario era el hastio. En su
fundamento, las relaciones interpersonales precisan esclarecer las siguientes no-
ciones: lo comin, el amor y la amistad. Sobre ellas se articula el yo con el tt de
la manera mds profunda e intensamente humana. Desde éstas, y en capitulos pos-
teriores, cabe hablar de los mundos humanos que nacen de ese compartir: la rela
cidn sexual, la familia, el derecho, la sociedad, la fiesta, etc.
7.2, Lo COMUN
Las personas tienen cosas en comtin, Lo més primario es un pensar que com-
parten, El instrumento de este compartir es el /enguaje. Sin él no existiria la vida
social, porque no podriamos compartir el conocimiento ni comunicarnos con los
demAs*. «Una idea puede estar en dos cabezas sin ninguna disminucin; mas bien
al revés, esti mejor en dos cabezas que en una” porque entonces se le puede sacar
més partido. Cuando el profesor habla en una clase entiende lo que esta diciendo,
y los alumnos lo entienden tambign, aungue sean 5 6 500. Todos pueden compar-
iir la idea del profesor sin que esa idea deje de estar en la mente del que la explica.
Las ideas pertenecen a un tipo de bienes que se pueden compartir indefini
damente: «Hay bienes que no pueden ser compartidos: lo mas que pueden es ser
repartidos, Una tarta hay que repartirla, porque lo que se come uno no se lo come
otro. En cambio, cuando se trata de bienes ms altos, son compartibles»*, y sos
son verdaderos bienes. Los bienes que se pueden compartir pueden ser disfruta-
dos simultineamente por un nimero indefinido de personas: se manifiestan a mu-
chos, enriquecen a muchos.
Los bienes que s6lo se pueden repartir son materiales, en ellos no hay simul-
taneidad, sino exclusién de unas partes respecto de otras. No se pueden compartir
2. ARISTOTLES, Politica, 1253a 5-15; Erica a Nicdmaco, 1170b 11 y ss.
3, L, Pato, La voluntad y sus actos, cit., 109.
4, Ibid.
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sin trocearlos y disminuirlos: si los tiene uno, no los tiene el otro. Los bienes com-
partibles, en cambio, son inmateriales, pues en ellos hay simultaneidad, ya que
pueden ser de varios al mismo tiempo. Es més, cuando se comparten con otros,
lejos de disminuir, aumenian. Ast ocurre con la alegria, una especie de riqueza in-
terior que tiende naturalmente a comunicarse: uno canta su alegria, invita a los de-
més a estar alegres con él, y asf la multiplica.
Los bienes materiales se encuentran en el orden de la utilidad, es decir, sirven
como medio para un fin, son instramentos, pero no tienen un valor definitive por
s{ mismos: si por el dinero que tengo pierdo a mis amigos, o la estabilidad familiar,
no he ganado demasiado; la tarta se quiere para la fiesta: comérsela estando solo es
una experiencia que entristece, que puede acabar amargando, Los bienes raciona-
les se encuentran en un orden superior: también pueden tener utilidad, pero tienen
valor en si mismos: para qué se tienen amigos? Porque es fantéstico tenerlos. ¢Y
qué se busca con los amigos? La misma amistad. Ademas dan placer, ayydan, etc.,
pero lo interesante es que tener amigos es lo mejor que te puede pasar.
Y ademés los bienes racionales se pueden compartir. La vida social se funda
sobre el compartir este tipo de bienes y repartir los demds, Compartir es seital de
presencia del espiritu. Una sociedad ocupada s6lo en repartir no tiene vida en co-
miin: es un engendro burocritico que no crea mas riqueza de la que tiene mate-
rialmente. En cambio, compartir espiritualiza la sociedad, la hace mas humana,
pues del convivir surge la riqueza de la novedad que es cada persona. $i slo me
dan, si me reparten dividendos, si s6lo tengo derechos, mi existencia es pasiva. Si
tengo que actuar, si debo tratar de hacer llegar a todos més lejos, entonces mi vida
es un proyecto que tiene todas las caracterfsticas de una aventura.
Lo comin esté formado por bienes compartidos. La vida social se basa en la
existencia de lo comin’. Lo comtin no es lo universal, lo que esta en la raz6n abs-
tracta, sino lo que esté a la vez en varias personas®. Y no es facil: mantenerlo y
conquistarlo son retos que exigen de la virtud de los que comparten. Bl ideal es
compartir. La realidad, a 1a mayorfa de los hombres, hace olvidar esta meta. La
forma més intensa de compartir que se da entre las personas es el amor. Gracias
a él se comparte con otros todo lo que la persona es. El amor es la forma més rica
de relacién entre las personas; por eso ocupa el puesto superior en la escala de lo
comin, Cuando se ejerce la voluntad como amor llegan a ser comunes bienes fn-
timos de la persona que de otro modo no se compartirfan nunca. Amar, a fin de
cuentas, es un fundirse de dos vidas en una, se entiende sdlo como una vida en co-
‘min, una vida en la que todo lo del amante es del amado y viceversa
5. Segdin la concepeién clisica, lo comdin es obra de la amistad, pues «la amistad existe en com
nnidad> y «en toda comunidad parece haber alguna clase de justicia y también de amistad (Arist6
Elica a Nicdmaco, 1159h 32); por tanto «la eleccidn de la vida en comiin supone amistad» (Politica,
1280b 37).
6, Cit. K, WoITYLA, Persona y accién, cit. 314.
139FUNDAMENTOS DE ANTROPOLOGIA
7.3. DEFINICIONES DEL AMOR Y SUS CLASES
La benevolencia, decfamos, consiste en prestar asentimiento a lo real, ayu-
dar a los seres a ser ellos mismos. Consiste en afirmar al otro en cuanto atro. Esto
también puede ser llamado amor: «amar es querer un bien para otro»’, alegrarse
‘en el bien del otro, afirmar complacido el bien que supone su existencia y desear
mejorarle, que crezca. Esta forma de amor no refiere al ser amado a las propias
nécesidades o deseos, sino que lo afirma en sé mismo. Lo relevante no es lo que
me aporta, sino lo que les y, a fin de cuentas, lo que podria llegar a ser. Ademds
de amor de benevolencia podemos llamatlo amor-dédiva, porque es un tipo de
amor en el que el otro se descubre como regalo y en el que la relacién hacia él es
la de darle, regalarle, 1o més posible. Es un amor alegre, que no busca célculos,
que se yuelca porque se da.
‘También existe la inclinacién a la propia plenitud, un querer ser més uno
mismo, A esta forma de amor la podemos llamar amor-necesidad', porque nos in-
clina a nuestra propia perfeccidn y desarrollo. O bien amor de deseo, pues en él
predominan metas que tienen que ver con el mismo que ama, y lo amado sirye en
Ja medida en que proporciona esos objetivos. De todos modos, llamar amor al de-
seo de la propia plenitud, a la inclinacién a ser feliz, a la tendencia sensible y a la
racional, puede hacerse siempre y cuando este deseo no se separe del amor de be-
nevolencia, que es la forma genuina y propia de amar de los seres humanos”. La
raz6n es la siguiente: el puro deseo supedita lo deseado a uno mismo, porque bus-
ca la propia plenitud y la consiguiente satisfaccién. Pero a las personas no se las
puede amar simplemente desedndolas, porque entonees las utilizarfamos para
nuestra propia satisfaccién. A las personas hay que amarlas como fin, afirmando
su propio bien, benevolentemente, como amigos", El amor dadiva refuerza y
transforma el amor-necesidad, Hay una correspondencia del amor de benevolen-
cia con el amor-necesidad y los restantes usos de la voluntad, de la cual resulta
que éstos se potencian al unirse con aquél. fe
‘Todavia son necesarias tres precisiones: 1. Todos los actos de la vida huma-
na, de un modo 0 de otro, tienen que ver con el amor", ya sea porque lo afirman
0 lo niegan. El amor es el uso més humano y més profundo de la voluntad. Amar
es un acto de la persona y por eso ante todo se dirige a las demas personas. El
amor hace que la vida merezca la pena.
7, AnistOreLes, Rethorica, 13814 19. L, PoLo, La libertad, cit., 162
8. C.S. Lewis, Los cuatro amores, Rialp, Madrid, 1991, 11-12.
9, Los elisicos distinguian el amor natural, propio de las tendencias sensibles y del deseo racio-
nal (primer uso de la voluntad), la dileccién, que afiade al amor la eleccidn, y la caritas 0 caridad, que
afiade la aprobacién y la benevolencia hacia el amado: eff. TOMAS DE AQUINO, Suma Teolégica, III,
4.26, a.3
10, Ibfd,, FH, q. 26, a. 4
Bm ances ge ea realiza todas rus aciones por casa del amor», ibid, HIT,
4. 28,a.6.
140
RELACIONES INTERPERSONALES
De aqui se sigue que el amor no es un sentimiento, sino un acto de la volun-
tad, acompaiiado por un sentimiento. Este puede desaparecer, 0 dejar de sentirse
por un tiempo. Se ama porque se quiere, es decir, porque nuestra voluntad —no-
sotros mismos— quiere querer. El sentimiento es algo que nos pasa. Es agradable
si est4, pero no es necesario. Puede haber amor sin sentimiento, y «sentimiento»
sin amor (el enamoradizo no tiene por qué querer a las personas que atraen su
atencién, sencillamente vive deslumbrado), Sentir no es querer. Los padres sue-
Jen querer a sus nifios pequefios, si bien al tercer mes de levantarse por la noche a
atender sus Ilantos no es normal que sientan nada especialmente positivo. En las
Iineas que siguen se pueden ver muchos ejemplos de actos del amor que pueden
darse, y de hecho se dan, sin sentimiento «amoroso». El amor sin sentimiento es
més puro, se centra més en el amado, y por eso acaba resultando mas g0z050.
Ese sentimiento, que no necesariamente acompafia al amor, puede Hamarse
afecto. El afecto ® es sentir que se quiere. Produce familiaridad, cercanfa fisica, y
también nace de ellas: no hay afecto sin trato; y el trato invita a que el sentimien-
to de afecto crezca. Pero ademas de afectos, el amor tiene efectos: se manifiesta
con actos, obras y acciones que testifican su existencia también en la voluntad.
Los afectos son sentimientos; los efectos son obra de la voluntad. Si siento afecto
con alguien puedo modificar mi conducta para que esa relacién se produzca y
cree un micleo compartido («jHola!, {como te llamas?»). Si surge el afecto ersti-
0, pero ya se esté comprometido con otra persona, el efecto puede ser evitar que
esa relacin se produzca a causa del compromiso anterior, 0 buscar el contacto
(«jHola!, {c6mo te llamas?»), sabiendo que el compromiso anterior corre el ries-
go de acabar rompiéndose. El amor esta integrado por afectos y efectos. Si sdlo se
dan los primeros, es puro sentimentalismo. Pero ante los obstéculos el sentimen-
talismo no basta, pues el afecto siempre cambiard hacia lo facil.
Uno de los efectos del amor es el «placer», que es el goz0 0 deleite sentido
al poscer lo que se busca o realizar lo que se quiere. «El placer perfecciona toda
actividad» y la misma vida, llevéndola como a su consumacién”. Se pueden se-
iialar dos clases de placeres: «los que no lo serfan si no estuvieran precedidos por
el deseo, y aquellos que lo son de por sf, y no necesitan de esa preparacién» ".
A Ios primeros podemos Ilamarles placeres-necesidad, y nacen de la posesion
de todo aquello que se ama con amor-necesidad, por ejemplo, un trago de agua
cuando tenemos sed. A los segundos podemos Ilamarlos placeres de apreciacién,
y llegan de pronto, como un don no buscado, por ejemplo, el aroma de un naranjal
por el que cruzamos. Este segundo tipo de placer exige saber apreciarto: «los ob-
jetos que producen placer de apreciacién nos dan la sensacidn de que, en cierto
12. C.S, Lewis, Las cuatro amores, cits, 43-68.
13. Aristoretes, Ltica a Nicémaco, 1175a 16.
14. C.S. Lewis, Los euatro amores, cit., 23FUNDAMENTOS DE ANTROPOLOGIA
modo, estamos obligados a elogiarlos, a gozar de ellos». Se sittian en el orden del
amor-dédiva porque exigen una afirmacién placentera de lo amado independiente
de la utilidad inmediata para quien lo siente. Los placeres gustan al hombre, de tal
‘modo que los busca siempre que puede. Est expuesto por ello al peligro de bus-
carlos por capricho, haciendo de ellos un fin ¢ incurriendo en el exceso"™.
Enseflar a alcanzar el punto medio de equilibrio entre el exceso y el defecto
de los placeres corresponde a la educacién moral, que busca producir la armonia
del alma, En este sentido es aleccionador ver a un nifio sediento que bebe agua:
todavia no conoce la medida y se lanza sobre el vaso 0 el biberén con el ansia de
quien piensa que su vida depende de ese trago. Les suele ocurrir también que se
sacian de un modo répido, incluso prematuro, dandose la curiosa experiencia de
tristeza por no haber sabido disfrutar de ese placer con cierto distanciamiento (y
por eso cl nifio acaba Horando cuando se le acaba el helado y no se ha dado cuen-
ta ni de que se lo ha comido), con esa medida que hace que lo placentero sea mas
nuestro, y no sélo la satisfacci6n de lo corpéreo. En este sentido se puede decir
que una persona educada 0 moralmente recta, est4 en condiciones de disfrutar
més de los placeres que aquellos que no saben contenerse y dependen en excgso
de las necesidades que les marca el cuerpo.
‘También se puede dividir el amor segtin las personas a quienes se dirige, se-
iin tengan con nosotros una comunidad de origen, natural 0 biolégico, 0 a0. En
el primer caso, se da una cercanfa y una familiaridad fisicas que hacen crecer es-
ponténeamente el afecto: padres, hijos, parientes... Este es un amor a los que tie-
hen que ver con mi origen natural. Podemos llamatlo amor familiar 0 amor natu-
ral, Cuando no se da esta comunidad de origen, el tipo de amor es diferente: lo
Hamaremos amistad, que puede ser entendida como una relaci6n intensa y conti-
nuada, o simplemente ocasional. Un tercer tipo es aquella forma de amor entre
hombre y mujer que llamaremos eros y forma parte Ia sexualidad. De ella nace la
comunidad biolégica humana llamada familia, que es un amor de amistad trans-
formado, intermedio entre esta dltima y el amor natural,
7.4, EL AMOR Y SUS ACTOS
Vamos a exponer ahora las acciones nacidas de la voluntad amorosa. Estos
actos propios del amor se dan en cada una de las distintas relaciones mencionadas
en el parrafo anterior. Son las formas de comportarse amorosa 0 amistosamente.
Se trata de presentar una descripcién de las relaciones interpersonales que resul-
tan mds enriquecedoras para el hombre y la sociedad. Todo lo que se dice en este
epigrafe se puede resumir en una sola idea: el amor consiste en hacer feliz. a la
15. €.S. Lewis, Los euarro amores, cit, 25.
16, Arisroretes, Lica a Nicémaco, |113a 33. Bl libro X de esa obra est dedicado al placer.
142
RELACIONES INTERPERSONALES
persona amada"”. Cuando alguien quiere hacer feliz a alguien lleva a cabo los ac-
tos propios del amor, que se enumeran a continuacién:
EL AMOR Y SUS AGEOS
Deseo Afirmacién | Eleccién Creacién | Don
Amor Desear —_| Alegrarse Preferir Crear Corresponder
Poseer Perdonar Lugar del otro | Decir ‘Agradecer
Gozar Ayudar Comprender | Reproducir | Dar
= Conocer | Cuidar Obedecer Regalar | Darse
Dialogar | Curar Prometer Beneficiar | Sacrificatse
Compartir [Recordar | Ser leal Honrar Darel ser
Acompafar | Sufrir Confiar Dar honor _ | Ensefiar
Compadecer | Esperar Conegir
‘Aceptar Contemplar
Respetar
7.4.1, El deseo y el conocimiento del otro
La inclinacién a la propia plenitud nos hace desear y amar aquello que nos
perfecciona, Por eso amar es desear, es decir, buscar con afiin lo que no se tiene.
En el hombre hay un deseo de plenitud que nunca parece apagarse. Lo que colma
ese deseo, total 6 parcialmente, es la felicidad: sélo es feliz. quien ya no desea
nada més porque en él se ha cumplido todo deseo, porque tiene todo lo que pue-
de querer y no echa nada én falta. El hombre busca poseer aquello que ama, pues
el amor tiende a la uni6n"®, Amar es poseer, alcanzar lo amado, hacerse uno con
ello. Poseer lo amado significa gozo, es decir, deleitarse en aquello que se alean-
za: «el gozo lo causa la presencia del bien amado, o también el hecho de que ese
bien amado est en posesién del bien que le corresponde y lo conserva», Amar
es gozar.
Cabe confundir el deseo y la posesién propias de la voluntad con el deseo y
posesién sensibles (tomarse un helado, etc.). Ciertamente, el deseo y el goce sen-
sibles son también formas sensibles de amor, vividas en presente, pero se ve fa-
cilmente que los impulsos la vida intelectual buscan formas mas altas de goce y
17, Agradezco esta observacién aE. Bza.
18. TOMAS DE AQUINO, Suma Teoldgica, I-I, q. 26, a. 2, ad 2: «al amor pertenece la unién», por
680 Dionisio lo Tama «fuerza unitivan. Es una vieja idea que ya recogié Platén en el Banquete, 1922.
19, TomAs DE AQUINO, Suma Teoldgica, IF-Il, q. 28, a. |.
143FUNDAMENTOS DE ANTROPOLOGIA
posesién, Si se habla de un amor entre personas (en el que aparece el nticleo de lo
personal del otro y, precisamente, se le quiere como otro, como un ti), no tiene
sentido reducir el amor a goce fisico (agrado por la presencia del amigo, placer
sensual, etc.): en el amor de la voluntad entran en juego dimensiones mucho mas
profundas de la realidad del hombre. Por eso, el amor del hombre busca el cono-
Cimiento de lo amado®, un poscer mucho més profundo que el tener fisico.
Ningtin amante se conforma con conocimientos superficiales del ser amado: bus
ca conocerlo del todo, hasta identificarse con él. Amar es conocer.
Cuando dos personas se aman se tienen en comiin la una a la otra. No se tra-
ta solo de hacer lo mismo, 0 compartir unas ideas, sino de conocerse, de darse a
conocer, El amado posee a quien ama al tiempo que se da a él. La inversa también
se cumple: amar es una relacion de ida y vuelta en Ia que se produce una donacién
recfproca, en la que uno a otro se manifiestan su intimidad. Eso es lo caracteristi-
co del dialogar. Sin esa comunicacién no se puede conocer a la persona amada, ni
por tanto afirmarla, Amar es dialogar.
En este didlogo se hace manifiesto al amigo aquello que tengo y soy. Al dia-
logar se comunica la realidad del que da, y se convierte en una realidad compar-
tida, comtin, En el caso de dos personas que se aman lo comtin es lo intimo, Amar
es compartir. Lo que comparten los que se aman es la intimidad, aquello que s6lo
pueden saber los amigos, lo que no se dice en la plaza pablica. Del compartir nace
el deseo de seguir compartiendo; del goce que da la presencia de la persona ama-
da nace la voluntad de no separarse, de seguir estando con ella més tiempo. Amar
es acompafar, permanecer y estar junios: «nada hay tan propio de la amistad
como convivir»”, El amor busca la Compania del ser amado,
7.4.2. Laafirmacién del otro
En el amor se usa la afirmacién del otro; cuando se odia se desearfa que el
odiado no existiera, se le niega como persona. Por eso el si es propio del amor: con
€l aceptamos al ser amado. El que ama recibe afirmando la existencia del amado,
es una confirmaci6n de que su propio vivir merece la pena. Y merece la pena con
aquel a quien ama: los que se quieren buscan estar juntos, convivir, vivir junto al
amado, ser uno siendo dos. De esta aceptaci6n nace la alegrfa de estar con él. Amar
es alegrarse. Quien ama esta alegre: se advierte en su semblante, en sus gestos. La
alegria es el sentimiento que nace al afirmar «(Es bueno que ti existas!»
Amar es afirmar. Esta afirmacién incluye no sélo el presente, sino también
el pasado, El amante aprueba lo que el amado ha hecho, y cuando no puede hacer-
20. . b) Bello es aquello que tiene orden y armon‘a intetiores, aquello
cuya forma es proporcionada, cuyas partes estin bien dispuestas unas respecto de
otras. ¢) Bello es lo perfecto, lo acabado, aquello a lo gue no le falta nada, lo que
tiene plenitud interior, lo que posee excelencia.
Estas tres caracterfsticas son las que definen las propiedades del ser amado,
cualquiera que éste sea; 1o amado es valioso en si mismo, y por eso merece asenti-
C16n interpersonal virtuosa, Para el cristianismo, la justicia, como verdadera virtud, es caridad, es deci
telacion interpersonal amorosa: cf. TOMAS DE AQUINO, Suma Teoldgica, III, 4. 25, a. 1.35. Cf. R
Srazwann, Felicidad y benevotencia, cit, 271, 165-182
38. Cit. R. SPALMANN, Felicidad y benevolencia, cit, 271, 165-182.
36. Arisront.es, Rethorica, 1364b 25.
37. ToMAs DE AQUINO, In X Bihic,, leet. 1X.
151FUNDAMENTOS DE ANTROPOLOGIA
miento y respeto; es arménico y perfecto, y por eso se aprueba y es amable. Lo
bueno y lo verdadero, cuando los afirmamos amorosamente son algo bello. Por eso
se puede decir también que gustar la belleza no es otra cosa que amar el bien y la
verdad, El acto de amar transforma lo bueno y lo verdadero en hermoso: al afirmar
algo amorosamente, al decirle: «jes bueno que existas!», lo amado se transforma
ante nosotros y empieza a brillar, su existencia se justifica por sf misma.
El acto de conocer mediante el cual captamos lo amado de este modo se Ila-
ma coniemplacion, una mirada que se detiene en algo bello. Amar es contemplar,
detener el tiempo: el amor no tiene prisa cuando contempla lo amado, se demora
enello y celebra su existencia. Contemplar es mirar amando. Asf, la belleza es el
resplandor de lo amado, algo que sélo se capta cuando se mira con mirada contem-
plativa. Amar una cosa significa que es bella para mf. Contemplar es el acto de co-
nocer que se corresponde con el acto de voluntad, que es amar, Frente a la contem-
placién esta el interés. La mirada interesada se centra en las cosas no como son en
s{ mismas, sino como medios para otros propdsitos. La mirada interesada, si no es
benevolente, tiende a instrumentalizar el objeto, supeditandolo a los fines de la ac-
tividad propia, extrinsecos al objeto. El interés es una mirada instrumentalizadora,
desprovista de amor, Frente a esto, dice Aristételes que las cosas bellas son, entre
otras, aquellas que uno hace «descuidando su propio interés», ¢ incluso la propia
vida. La belleza es todo aquello por lo cual merece la pena abandonar el propio in-
terés. Una y otra mirada no son intercambiables ni equivalentes: lo bello no puede
sustituirse con lo dtil sin que el hombre se quede empobrecido.
7.6, EXCESOS Y DEFECTOS DEL AMOR
Todo cuanto se acaba de decir acerca del amor puede darse en el hombre de
muy distintas maneras. Cuando se da un exceso 0 un defecto de cada uno de esos
actos se originan situaciones contrarias a la ética. Cuando se consiguen virtudes
que ayudan a armonizar esos factores se originan conductas éticamente recomen-
dables y humanamente enriquecedoras.
Los excesos del amor suelen provenir del indebido protagonismo de los
afectos. «Hay amores que matan» es un dicho que alude a la cierta tiranfa que
provocan Jos celos, que son una paralizacién del ser amado para que no se mueva
de nuestra vista”. Estas exageraciones y exclusivismos quitan la libertad y termi-
nan retirando la benevolencia hacia el ser amado porque lo someten a nosotros.
Los defectos del amor producen la desaparicién del mismo, pues la duracién de
éste y su existencia, no estan aseguradas. El amor es libre, depende en buena me-
dida de 1a voluntad, Ademés pueden darse dificultades externas que produzcan la
38. Rethoriea, 1336b 30.
RELACIONES INTERPERSONALES.
separacién de los amigos, 0 decaer la benevolencia, 0 crecer el interés y dejar de
ejercitar el didlogo, la comprensién y la unién de voluntades. Estas son las quie-
bras y el fracaso del amor. Otras veces el amor no Hega a ejercerse, porque no se
ha legado a conocer verdaderamente. Muchas veces se llama amor a algo que es
un mero sentimiento, en lo que la voluntad no se ha metido a dirigir en ningtin
momento. Con frecuencia se confunden reacciones fisicas con el amor: la expe-
riencia de lo intersubjetivo (lo que hemos expresado con el «jes bueno que tit
existas!») es necesaria para afirmar la realidad del amor.
Todos los actos del amor pueden volverse del revés cuando hay odio: las re-
laciones interpersonales basadas en el odio implican el deseo de destruir al otro 0
de disminuirle todo lo posible (desconfiar de é1, deshonrarle ptiblicamente, hacer-
le dafio, instrumentalizarle, mentirle, evitar todo didlogo con él, ignorarle, no per-
donarle, etc.). Todos estos actos perjudican, o hacen desaparecer, las relaciones
interpersonales. La enemistad aparece cuando el deseo, el amor-necesidad y el in-
terés se separan de la benevolencia y se hacen predominantes. Como la benevo-
lencia es la actitud propia de los seres racionales, su ausencia implica irracionali-
dad, deriva en una fuerza vital que no sabe del otro. Esto supone que la violencia
pasa a ser el criterio de las relaciones interpersonales,
7.7. DEFINICION DE AMISTAD. SUS GRADOS
Tras los defectos del amor hay que hablar de sus modos de realizaci6n segtin
las personas que lo reciben. La amistad es uno de ellos. «No todo amor tiene ra-
z6n de amistad, sino el que entrafia benevolencia»™, Pero benevolencia recfproca
dialogada: «cuando la benevolencia es reciproca decimos que hay amistad»,
Debe ser una benevolencia que ambos conozcan, y que se realice mediante el dié-
logo. Por eso la amistad es un didlogo habitual, una conversacién que se inte-
rrumpe solo algunos ratos: el tiempo que transcurre entre un encuentro y otro. Los
amigos 0 amigas, cuando se encuentran de nuevo, se cuentan lo que ha pasado en
ese intermedio, asumen ese perfodo dentro de su didlogo, y lo contintian.
En la amistad «debe desearse el bien del amigo por el amigo mismo»®, por-
que «el amigo es otro yor, Hacer el elogio de ka amistad consiste en decir que es
«lo mas necesario para la vida»“* y que sin ella el hombre no puede ser feliz“.
39. Cit. C. S. Lewis, Los enatro amores, cit, 60 y s8., 109 y ss.
40. Toms DE AQUINO, Suma Teolégica, WII, 23, a. 1
41. ARISTOTRLES, Etica a Nicémaco, 1155b 34.
42, Tbid., 1155b 30,
43. Ibid, 1166a 30.
4, Ibid., 115542.
45. Aquino podemos extendernos en este elogio de la amistad: puede consultarse a ese efecto los
Siguientes lugares: ArisTOTELES, Ftica a Nicémaco, libros VIII y IX; CiceRON, De tar amistad; C. S.
153FUNDAMENTOS DE ANTROPOLOGIA
«No sé, dice Cicerén, si, con excepcién de la sabidurfa, los dioses inmortales han
otorgado al hombre algo mejor que ella». Hoy en dfa se puede decir que «pocos
Ja valoran porque pocos la experimentan»>", y, sin embargo, tener buenos amigos
sigue siendo un ingrediente imprescindible de la vida plena.
Cabe distinguir dos sentidos de la palabra amistad, que sefialan dos grados
de intensidad posibles en ella: aque! que designa una relacidn estable de amistad
personal y «ptivaday (en el sentido de que compartimos con el amigo cosas {nti-
mas) y el que podriamos lamar amistad civica, sociabilidad 0 actitud amistosa,
que puede extenderse a cualquier persona con la que tratamos en sociedad. En
cambio, el primer grado puede tenerse con unas cuantas personas, no demasiadas.
Aristoteles divide la amistad segtin el tipo de bien que se ame en el amigo:
el placer que produce, la utilidad que nos reporta o el amigo mismo. Sélo el ter-
cer tipo de amistad merece el nombre de amistad perfecta. Es la més rara, la me-
nos frecuente, incluso puede aparecer como inaleanzable, pero al menos es un ho-
rizonte, un ideal, al que se deberfa dirigir nuestro empefio. Veamos qué dice el
pensador griego:
«Tres son, pues, las especies de amistad, iguales en ntimero a las cosas ama-
bles. Asi, los que se quieren por interés no se quieren por si mismos, sino en la
medida en que pueden obtener algtin bien unos de otros. Igualmente ocurre con
los que se aman por placer; asf, el que se complace con los frivolos no por su ca-
racter, sino porque resultan agradables. Por tanto, los que se aman por interés 0
por placer, lo hacen, respectivamente, por lo que es bueno o complaciente para
ellos, y no por el modo de ser del amigo, sino porque les es titil o agradable. Estas
amistades lo son, por tanto, por accidente, porque uno es amado no por lo que es,
sino por lo que procura, ya sea utilidad ya placer. Por eso, tales amistades son fé-
ciles de disolver, si las partes no contintian en la misma disposici6n; cuando ya no
son titiles 0 agradables el uno para el otro, dejan de quererse»
En otras palabras: el interés y el placer no son causa de amistad perfecta,
pues desaparecen tan pronto como se obtiene lo buscado en esa relacién. Tal vez
Ja mayorfa de los que se dicen amigos en realidad buscan en los otros su propia
utilidad. Y esto significa no querer a los amigos por sf mismos, tenerlos como me-
dios, Mas entonces no tienen valor por lo que son sino por lo que proporcionan:
son amistades en las que el amigo —o el amado— es sustituible, porque no es un
‘fir para quien le quiere. Por eso, el primer rasgo de la verdudera amistad es el de-
‘sinterés, El amigo es cl «lugar de llegada» del amor, con él basta
LEW, Los cuatro amores, cit., 69-102; R. YePES StORK, Como entender el mundo de hoy, cit., 137-1485
A, V&rqut bE: PRADA, Estudio sobre fa amistad, Rialp, Madtid, 1975, 286 pags.
46, CiceRGn, De la amistad, V1.
47. C.S, Lewis, Los cuatro amores, cit. 10.
48, Arisrorees, Etica a Nicémaco, 1156a 6-21.
RELACIONES INTERPERSONALES
La pregunta pertinente aqui es: ges posible vivir una amistad perfecta?,
cexisten amigos asf? La respuesta es: si, siempre que se cumplan las condiciones
de la verdadera amistad, condiciones que son, en principio, costosas de cumplir.
La verdadera amistad surge del compafierismo, que es compartir una tarea 0 un
trabajo que se convierte en ocasién de conocerse y comentar las incidencias del
caso. El rasgo més caracterfstico de la amistad es que busca la compaiifa del ami-
go, encuentra satisfaccién en ella: «qué cosa mas dulce que el tener con quien te
atrevas a hablar como contigo mismo?» ®. Bl estar juntos suele darse como un ca-
minar hacia un objetivo comtin, que es el fin de la tarea que se comparte.
Es légico que en ese «marchar juntos» surjan discrepancias. Pero la amistad
tiene como caracterfstica especial la discusién dialogada de las discrepancias, que
sabe obtener un enriquecimiento de los propios puntos de vista a base de integrar
los de los dems, las diferencias, Esto hace que la amistad implique semejanza.
Los amigos se parecen en sus aficiones, opiniones, gustos, lecturas, diversiones y
hasta en sus maneras de hablar y vestir. Los amigos comparten lo que hacen: les
gusta hacer juntos. La amistad moviliza energfas y permite llevar a cabo tareas
que solos no serfamos capaces de hacer: la amistad contagia el entusiasmo y el es-
piritu emprendedor.
Otro rasgo importante de la amistad es que tarda en
recer: no se puede te-
ner amistad si no es después de haber hecho juntos algo. La amistad necesita
mpo. No se da sin cultivar la atencién hacia el amigo. Y es que la amistad no
empieza a crecer hasta que abrimos el mundo interior al que empieza a ser nues-
tro amigo. La confianza, el tener tesoros comunes, necesita haber compartido his-
toria. Si se trata de una persona introvertida, que tiene una alta consideracién de
Jo que significa dejar entrar a alguien en si intimidad, este abrir cl alma es toda-
via mas significativo, Si esta apertura no se llega a dar, porque no se quiere 0 por-
que no se sabe, la amistad nunca deja de ser superficial y se deja de creer en ella.
Por eso la amistad verdadera es dificil, es una conquista que conlleva saber ejer-
cer los actos propios del amor.
Una vez que ha surgido, la amistad se hace resistente, porque se basa en un
conocimiento intimo y personal del otro, tejiendo unos lazos comunes. Si no es
resistente y se rompe facilmente, no es verdadera amistad, 0 es poco intima: se
habran hecho cosas juntos, pero no se tendré un ser comtin, un alma comiin, Esta
facilidad de trato que se tiene con los amigos hace que se busque relacionarse mas
con ellos: lo propio de la amistad es que vaya creciendo e intensificandose. Si no
hay trato, desaparece poco a poco.
La amistad tiene mucho que ver con la justicia, aunque esta relacién no sue
le tenerse mucho en cuenta. Ser amigo implica «la constante y perpetua voluntad
de dar al amigo lo suyo», lo que se merece por ser amigo, que es todo. La concep-
49, CICERON, De la ainisiad, VI.FUNDAMENTOS DE ANTROPOLOGIA
cin clasica de Ia amistad, entendida como actitud y relacién amistosa hacia mis
iguales, inclufa una cercania muy grande entre los actos propios de la amistad y
Jos de la justicia®: el amigo es aquella persona para la que se quiere algo, lo que
Je pertenece como suyo. Si no lo tiene, nosotros no somos felices, ni él tampoco.
Para que nosotros seamos felices los demas también han de serlo: se trata de dar
a.cada uno lo suyo no una vez, sino siempre.
La justicia puede ser vista en relacién con los actos propios del amor en
cuanto Ileva a respetar y honrar a los demas como se merecen. Cuando las rela-
ciones interpersonales se ejercitan segtin la amistad y el amor, la justicia acompa-
jia a esas relaciones. La pérdida de la amistad acarrea la pérdida de la justicia, Una
sociedad sin amistad s6lo puede resolver sus conflictos mediante los tribunales y
os abogados, y no mediante el didlogo y la concordia: aparece entonces una «ju-
dicializacin» de la vida social y una tendencia progresiva hacia la violencia, pues
todo son litigios. El amor y la justicia son, por tanto, los dos tipos de relacién in-
terpersonal més propiamente humanos y se necesitan mutuamente. El interés
(biol6gico o intelectivo) exige ser clevado hasta ellos, pues de por sf s6lo mira ha-
cia sf mismo. Cuando se queda solo, da a luz a la lucha violenta.
50. AristérELEs, Erica a Nicémaco, 11598 29: «es natural que la justicia crezca con la amistad,
8. La felicidad y el sentido de la vida
8.1. La FELICIDAD: PLANTEAMIENTO
La felicidad es aquello a lo que todos aspirapfos, aun sin saberlo, por el mero
hecho de vivir. Ocurre asf sencillamente porque/«la felicidad es a las personas lo
que la perfeccién es a los entes» (Leibniz), felicidad significa para el hombre
plenitud, perfeccién. Por eso, toda pretenylon humana es «pretension de felic
dad» '; todo proyecto vital, btisqueda de gfla; todo suefio, aspiracién a encontrar-
la. A fin de esclarecer este complejo y Augestivo tema, adoptaremos ya desde el
principio una doble perspectiva: una AXterior y objetiva, viendo las cosas «desde
fuera», y otra mas experimental y sybjetiva, metiéndonos dentro de nosotros mis-
mos. Ambas se complementan myfuamente.
La vida lograda, felicidao autorealizacion exige la plenitud de desarrollo
de todas las dimensiones hurfanas, la armonta del alma, y ésta, considerada des-
de fuera, se consigue si hay/un fin, un objetivo (skopés) que unifique los afanes,
tendencias y amores de lyersona, y que dé unidad y direccién a su conducta. Los
Clasicos acostumbraroy/a decir que la felicidad es ese fin, el bien ultimo y maxi-
mo al que todos aspiphmos, y que todos los demés fines, bienes y valores los ele-
gimos por él2. La foficidad seria, pues, el bien incondicionado, el que ditige todas
nuestras accionesW colma todos nuestros deseos. Ese bien incondicionado no se~
ria, evidentemeyfe, medio para conseguir ningtin otro, pues los contendrfa a todos
y alcanzarlo yipondria fener una vida lograda. Los clasicos nunca vacilaron en
deci jen semejante slo podia ser el Bien Absoluto, es decir, Dios’.
f MaKias, Antropolagéa metafisica, cit. 252.
@ Anisrorees, Etica a Nicémaco, 1094a 20.
/s, Piston, Leyes, 715e-7 16c. La intensidad de este texto de Plat6n es mal conocida. Cr. también
8 DE AQuINO, Suma Teoldgica, I-, q. 2, a. 8. Esta respuesta se ha hecho desde hace tempo menos
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