ú 1 teniente %
loNSTA el M o n u m e n t o :
De u n cuerpo de planta rectangular, achaflanada, r e s u l -
tando, como consecuencia, de proyección exagonal. L a s nor-
males de los lados m a y o r e s , miden 4 metros 80 centímetros,
y la de los chaflanes 5 metros 10 centímetros.
L a cimentación tiene u n a profundidad de 5 metros, y está
formada de u n a argamasa de c e m e n t o , cal hidráulica y cas-
cote, colocada por tandas y en buenas condiciones de resistencia y d u r a -
ción. Cubre el cimiento u n macizo de ladrillo y p i e d r a , sobre el cual des-
cansa l a basa de la obra exterior.
Como basamento de esta obra exterior, aparece u n a escalinata de m á r -
mol negro veteado de M a n a r í a (Bilbao), que tiene tres peldaños, algunos
de ellos con declivios en su límite inferior. Sigue u n macizo de m á r m o l
rojo de S i g ü e n z a , sobre el cual descansa el pedestal propiamente dicho,
que es de forma cilindrica.
P a r a el pedestal, se h a empleado el mármol g r i s , llamado baldillo de
C a r r a r a , y como puede verse en las l á m i n a s correspondientes, ofrece u n
perfil labrado con sencilla elegancia. Del mismo m á r m o l es el cornisa-
mento superior y el plinto en que descansa la estatua del héroe. L a altura
TOMO I I
t o t a l , sobre el plano del suelo, contada desde la superficie libre del plin-
to, es de 3 metros 80 centímetros.
A d o r n a n el pedestal:
Dos bajo relieves en bronce, adosados á las caras l a t e r a l e s ; estos bajo
relieves van ceñidos al cuerpo cilindrico por dos cañones de época, fundi-
dos, como toda la obra de bronce, en talleres de R o m a : los cañones no li-
m i t a n los cuadros semicilíndricos que forman el adorno de las caras l a t e -
rales, pues como puede v e r s e , vuelven hasta los lados del frente y del
reverso.
E n el frente principal, y sobre gruesa lápida de m á r m o l b l a n c o , e m -
potrada en el macizo, y sujeta por sus lados mayores con las e x t r e m i d a -
des de los bajo relieves, va con hermosas letras doradas y de visible resal-
to, la inscripción siguiente, envuelta en preciosa corona de bronce, cuyos
crespones caen artísticamente sobre el filete del pedestal:
JACINTO
RUIZ
TENIENTE
DE
INFANTERÍA
EL
EJÉRCITO
ESPAÑOL
Á UNO DE S U S
HÉROES
II D E M A Y O
M D C C C X C I
II
III
L a estatua:
Aparece en aquellos instantes soberanos en q u e Ruiz excitaba y s a -
caba á soldados y p u e b l o , para combatir contra las legiones francesas.
Su actitud es realista; pero con ese realismo asombroso, que sabe adop-
tar el arte, cuando lo mueve la inspiración del genio. Seguramente Ruiz
Mendoza no emplearía piadosas razones: el hombre que conduce á la
m u e r t e á sus secuaces; el que rompe por virtud de u n sublime sentimien-
to órdenes superiores; el q u e á su frente ve la m u e r t e del patriota, la sal-
vación de la libertad, la r u p t u r a de un yugo infamante, horizontes de luz,
de bien, de gloria, de patriotismo, mientras que en otro lado vislumbra la
servidumbre, la indignidad, el dolo y aun la m u e r t e como traidor, villa-
no é insurgente, tenía que aparecer descompuesto, febril, airado, con el
corazón devorado por la llama del frenesí patrio, la m i r a d a centelleante,
la boca lanzando' santas interjecciones y el acero presto y amenazador.
Como si Benlliure hubiese presenciado el hecho, así ha tenido la feliz
idea de caracterizarlo.
T a n nerviosa y movida se destaca la figura del héroe, que realmente
parece que le alienta el santo amor á la causa española. Con el a r r a n q u e
del m o m e n t o ; el pie derecho avanzado; la cabeza y el cuerpo inclinados;
alta y crispada la m a n o izquierda, la ropa se h a desceñido, y con la sacu-
dida, ha seguido el i m p u l s o ; la vaina del sable h a saltado en la propia
dirección, y hasta el cabello, combatido por la ráfaga del corajC; toma
análoga é incorrecta forma.
Vista la figura por su perfil izquierdo, es cuando, en nuestro modesto
sentir, ofrece mayor empuje y gallardía. Y es, á no dudarlo, porque desde
ese lado muestre el rostro toda su rabia, y las ropas todo su verdadero
realismo.
E l torso, la nervuda línea apenas oculta por el uniforme, la con t r a c -
IV
Bajo relieves:
E l de la izquierda, parece u n a de aquellas hermosísimas obras de D o -
natello, que se a d m i r a n en Florencia. T a l es la vida, el vigor, la e x p r e -
sión que ostenta.
R u i z se ve en p r i m e r término con la brava apostura del soldado i l u -
minado. A su voz, con su ejemplo, siguiendo el rabioso blasfemar del
enardecido, le sigue m u c h e d u m b r e abigarrada, llena de ardor frenético.
Uno empuja las ruedas de la c u r e ñ a ; el otro echa el a l m a por los brazos,
forzando el cascabel del cañón. Dos chisperos de la izquierda, m u e s t r a n
en la expresión de sus rostros la homérica acometividad que les a n i m a ,
y el que so halla en primer término, parece como que estruja de rabia el
trabuco que lleva en sus manos. Esparcidos por el s u e l o , escobillones,
maderos, bombas, pistolas, toda esa alfombra que forman los aprestos
de g u e r r a , caídos ó tirados en los instantes sublimes que preceden á toda
epopeya.
N a d a sobra en el c u a d r o : n a d a estorba, nada desentona. Aquellas
bocas entreabiertas parecen e x h a l a r gritos de santa i r a , envueltos en co-
pos de espuma. L a valiente ejecución de los artistas del Renacimiento
italiano se derrocha en este bajo r e l i e v e , que recuerda por su vigor y su
vida al que B e n l l i u r e puso en el pedestal! de D . Diego López de H a r o , re-
presentando la toma de Algeciras, y que sin disputa es u n a de las mejores
joyas labradas por su m a n o .
E n el bajo relieve de la d e r e c h a , se a d m i r a el propio movimiento
y ardor, pero ya con los tintes de la m u e r t e y de la derrota.
de aquel valeroso caudillo. En sus mejillas quieren ver los ojos las hue-
llas de gruesos lagrimones, salidos del fondo de su alma española.
E l cuerpo de Ruiz Mendoza ^^esa verdaderamente. No hay sino obser-
var cómo se inclinan los que le conducen. E s el realismo ncn su expresión
más hermosai que dice el crítico. El otro chispero de la izquierda, también
es un gallardo ejemplar artístico; por su actitud, entre compungida y
bravucona, parece reflejar el ¡qué importa! de su raza. Los cadáveres que
muerden el polvo, los restos del luctuoso combate, las ruinas esparcidas.
que todo el m u n d o , los doctos como los indoctos, se sientan influidos por
la belleza arrogante y española del heroico Teniente de Infantería.
Holguémonos todos de que el pensamiento iniciado por u n modesto su-
balterno del A r m a h a y a tenido tan espléndido y feliz r e m a t e .
MARIANO J . SEBIÑEZ..
Madrid, Mayo 1
( C o n t i n u a c i ó n ) (1).
Base A B Distancia A O.
60
Base B C = - i - Distancia A O.
£0— AB. A O.
200
TOMO It 10
60 • 50 ' -"^^^ 60 •
(Se continuará.)
u v o l u g a r l a noche del 9 de F e b r e r o ú l t i m o , e n l a
Sociedad Militar de A l d e r s h o t ( i ) , y bajo la presi-
dencia del G e n e r a l Jefe de l a D i v i s i ó n a c a n t o n a d a
en este p u n t o , y c o n presencia d e los Oficiales
pertenecientes á l a m i s m a , u n a conferencia sobre
electricidad y s u v a l o r táctico en las operaciones
de g u e r r a .
E l conferenciante. C o m a n d a n t e d e Ingenieros H i p p i s l e y , e m -
p e z ó s u disertación haciendo u n a reseña histórica d e l uso d e l a
electricidad aplicada á la l u z , en las operaciones de la g u e r r a , des-
de el p r i m e r e n s a y o hecho p o r los franceses en 1855, en el ataque
de K i n b u r n , p o r los aliados, p o c o antes de l a conclusión d e la
g u e r r a de C r i m e a , en d o n d e la e m p l e a r o n p a r a descubrir el p u n t o
(1) Á una hora de tren de Londres, se encuentra este punto, al que pudiéramos
llamar el Carabanchel inglés: es una población militar en su mayor parte, teniendo
en sus inmediaciones un magnífico y extenso campo de instrucción en donde pueden
maniobrar varios miles de hombres de todas Armas. Prometemos á nuestros lec-
tores hacer en tiempo oportuno una descripción de esta Escuela práctica inglesa,
en donde se ha acumulado una inmensa riqueza militar.
Teniente de Infantería.
(Conclusión.)
III
(1) DERBLICU: Des maladies simulées dans Varmée, efe.—Ed. an. por Schmidt, 1 8 8 3 .
(2) A . HKWSON: Archives hclycs de médécine militaire, 1861.
(3) FuANCuiNi: La scelta del soldado.
Fig. 1.»
Fig. 3.»
mrriwmimmijnmimiiuuiimujijjammnujimujmuunwuiL
J> p
Fig. 4.a
que u n cuadrante, también está bien explicado en dicho texto y en otros
muchos, sobre la base de que pudiera hacerse lo que nosotros creemos
haber conseguido.
D e todos modos, a u n en el caso m á s desfavorable de que, analizado
con detenimiento este trabajo, pudiera haber quien le encontrase algún
detalle que desvirtuara su aspecto de rigurosamente exacto en puridad
geométrica, quedaría siempre la necesidad de admitir que nuestro proce
dimiento es claro, sencillo y capaz de responder á las exigencias de la
resolución de problemas por procedimientos gráficos.
No abrigamos la pretensión de haber llegado á u n punto que no deje
más allá en el camino emprendido por tantos geómetras ilustres, para
quienes h a sido imposible el feliz término de este problema-, pero sí c r e e
mos haber puesto u n a piedra más en esa gran obra que podrá no t e r m i
narse nunca, pero que presenta ancho campo á las inteligencias amantes
del trabajo para meditar y ejercitarse, y no somos t a n fatalistas que n e
guemos en absoluto la posibilidad de ver el día en que pudiera darse cima
á esta empresa digna de no abandonarse nunca.
FRANCISCO PÉREZ FERNÁNDEZ RUÍZ.
Teniente de Infantería.