—¢QUE TE HA PASADO, FANUN? —fue lo primero
«ue pregunt6 Quismique cuando todos estuvieron
de nuevo en la embarcacién. Se referia al desapare-
cido mechon de pelo rubio del perro.
—iEl cangrejo! iCasi le corta la cabeza con sus
tenazas! —explicé Pedro—. Fanun se agaché con las
justas.
—Yo lo estaba agarrando, pero se me escap6 —
aiadié Maria mirando temerosa al dios. ¢Qué di-
ria? iLes habia recomendado que cuidaran a Fanun
yel perro casi pierde la vida!
—iAy, Fanun! éCuando vas a aprender a obede-
eer? —le acaricié la cabeza Quismique a su valeroso
ayudante y este le respondié moviendo la cola.
Al joven dios le llevé algo de media hora reparar
‘Ii embarcacion. Maria y Pedro ayudaron en lo quepudieron, mientras Fanun se encargaba de vigilar
atentamente las aguas. iAl parecer no querfa llevar-
se otra desagradable sorpresa como la del cangrejo!
—iEn marcha! —anuncié finalmente Quismi-
que y los tres se pusieron a remar. Seguian ahora el
camino plateado que les trazaba la luna.
—éPor qué te dicen dios Intermediador? —pre-
gunt6 al cabo de un rato Pedro.
—Cada dios tiene una tarea y en conjunto ase-
guramos que siga existiendo vida en el planeta. El
dios Sol, por ejemplo, brinda luz y calor a todos los
seres vivos y la diosa Luna es su complemento. Am-
bos pertenecen al mundo de arriba. Mi madre, la
diosa Tierra, proporciona alimentos a animales y
hombres y el dios del Mar es su complemento, Los
dos pertenecen al mundo de abajo. Existe ademas
el dios de la Oscuridad o dios de la Via Lactea. Mi
trabajo consiste en mantener el equilibro entre to-
dos los dioses y en asegurar que los hombres tam-
bién se preocupen de lo mismo. Por eso me dicen
el dios Intermediador, pero prefiero que me llamen
Quismique...
—éY por qué a veces pareces viejo? éTe disfra-
zas asi para engafiar a los hombres? —sintié curio
sidad Maria,
—No es un disfraz. Es el ciclo que cumple mi
vida. Soy joven una époea del afio y viejo en otra y
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asi voy cambiando siempre. Por eso sus antepasa-
«dos, los moches, me representaban unas veces como
un viejo arrugado y otras como estoy ahora, joven...
Siguieron remando un rato en silencio y luego
Jos chicos volvieron a la carga:
—éY Fanun? éEntiende lo que hablamos? —fue
eltumo de Pedro.
—Fanun es mi ayudante. ¥ Murrup, la iguana...
—éLa iguana que estaba en casa de don Nica-
nor, el chamén? —comprendié Marfa.
—Si, esa iguana es Murrup. Fanun y Murrup sa-
ben que soy el mediador entre los dioses y entre es-
tos y los hombres. Con su ayuda muchas veces me
he librado de la muerte...
—éPuedes morir? —reaccioné Maria de inme-
diato—. €Los dioses no son inmortales?
Todos menos yo. Ysi muero antes de liberar a mi
madre, la diosa Tierra, nadie podré evitar los cataclis-
mos que se avecinan —dijo Quismique con voz. grave.
Marfa y Pedro se quedaron preocupados: iUno
de esos terribles monstruos que salian de las pro-
fundidades del océano podia acabar con Quismi-
que! iY entonces el fin del mundo seria inevitable!
Con raz6n Fanun no descansaba un segundo y vigi-
aba atentamente las aguas. Remar, tenian que re-
‘nar con mas fuerza si querian Hegar a esa isla que
ii siquiera se dibujaba en el horizonte.
55—éNo quieres saber por qué te he eseogido? —
pregunté el joven dios al cabo de un rato dirigién-
dose a Maria.
—iClaro que quiero! —respondié de inmediato
ella. Agotada por el esfuuerzo, se habia tomado un.
momento de respiro.
—Por tus venas corre sangre de la primera mu-
Jer que gobern6 a un pueblo moche. éSabes cémo lo
consigui6? Tenia un don muy especial, un don que
muy pocos humanos poseen: ientendia los desig-
nios de los dioses! Asi se dio cuenta de que venian
tiempos muy dificiles para su pueblo y le aconsejé,
a su padre, el Gran Seftor, lo que tenian que hacei
—2Y por eso heredé el trono? —quiso adivinar
Pedro.
—iNo fue tan fécil! En esos tiempos, las muje-
res no podian gobernar, Ella tenia hermanos que
podian suceder a su padre. Es més, habia hombres
de linajes poderosos que también tenian derecho a
gobernar..
—éY ella les gané a todos? —pregunté asombra-
da Marit
—Les gané, pero no en fuerza fisica ni en va-
lentia para combatir. Su padre murié precisamente
en una guerra y fue un hombre fuerte y aguerrido
quien se convirtid en el Gran Sefior. Poco pudo ha-
cer este gobernante, sin embargo, cuando sobre su.
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pueblo se abatié una terrible sequia que duré varios
afios. ¥ tampoco quiso escuchar los consejos de la
joven mujer que sabia interpretar el lenguaje de los
dioses. ‘Tuvieron que ponerse de acuerdo los jefes
dde todas las familias nobles para que una mujer pu-
diera gobernar!
—2¥ ella acabé con la sequia? —volvié a inter-
venir Pedro.
—iElla si supo calmar la ira de los diosest —
contesté Quismique y no dijo mas porque Fanun se
puso a gruiir y ladrar.
éOtro monstruo de las profundidades? Maria
y Pedro aguzaron la vista esperando lo peor, pero
solo lograron distinguir a cierta distancia una em-
barcacién similar a la de Quismique.
—iNo vemos a ningién monstruo! Solo esa em-
barcacién... le comentaron al joven dios.
Quismique también la habia visto y habia de-
jado de remar. Es més, tras acomodar el enorme
remo a todo lo largo de la barea, se puso de pie y
tomé su lanza y su hacha.
—iEs el dios del Mar! les explicd a Maria y a Pe-
dro—. iQuiere encargarse personalmente de matar-
me! iY silo consigue, también los mataré a ustedes!
éTe podemos ayudar? iPuedo pelear con el
remo! —se puso de pie Pedro a pesar del temor que
sentia.
87~INo! iEste seré un duelo entre dioses! —fue
tan contundente Quismique que Pedro se volvié a
acuclillar,
EI dios del Mar ya estaba lo suficientemente
cerea para que Maria y Pedro pudiesen estudiarlo,
Tenia el cuerpo de un hombre, como Quismique,
ero con una cara que infundia espanto. Su nariz
era encorvada como el pico de un dguila y de su
boca salian unos colmillos enormes como los de un
tigre o un puma. Y también los dedos de sus manos
terminaban en garras como las de un ave de rapifia.
Cuando las barcas se emparejaron, el dios del
Mar se puso de pie. Su atuendo, todo en oro, era
Parecido al de Quismique: orejeras, collar, braza-
letes, pectoral, cinturén con eabezas de serpiente,
todo reluciente a la luz de la luna. Lo més caracte.
ristico, sin embargo, era su corona, terminada en
unos adornos que parecfan olas,
Durante un rato, en absoluto silencio, ambos
dioses estuvieron midiéndose con la mirada. Hasta
Fanun, siempre tan alborotado, habfa dejado de la-
rar. Maria y Pedro, por su parte, se habfan puesto
de acuerdo para saltar al agua ni bien comenzara
clcombate. Sabitamente, sin-embargo, las dos em-
bareaciones empezaron a elevarse y quedaron lejos
del agua, encima de una especie de loma de color
Bris oscuro.
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—iUna ballena! jEstamos en la espalda de una
"na! —comprendié Pedro lo que acababa de
rir.
Quismique y el dios del Mar saltaron al lomo del
0 y se trenzaron en un feroz combate. El dios
Mar era al parecer més fuerte y hacia retroceder
Joven Quismique con los golpes de su lanza 0 su
. Aeste, sin embargo, lo que le faltaba en fuer-
Ie sobraba en agilidad. Solo asf lograba esquivar
ataques de su contrincante al tiempo que apro-
aba para pillarlo desguarnecido. Maria, Pedro y
desde la barca, no podian hacer otra cosa que
Para que Quismique saliese victorioso...
Al cabo de unos minutos, las fuerzas del joven
dios empezaron a flaquear. Dandose cuenta de eso,
€l dios del Mar arremetié con redoblada furia y lo-
4816 herir a Quismique en el muslo con un golpe de
Janza. Luego, usando el hacha, le caus6 una segun-
da herida, esta vez en el brazo derecho, con el que
Quismique blandia su lanza.
A partir de ese momento, la pelea se torné cada
vex més desigual. Quismique ya no lograba reaccio-
har con Ja presteza de antes y recibia un corte tras
otro. Cierto que también habia conseguido que sus
armas causasen daiio a su enemigo, pero este pare-
fa inmune al dolor y seguia atacando con la misma
fuerza.
61un remo con a in-
tenci6n de ir en ayuda de Quismique. Fanun capté
sus intenciones y de inmediato lo disuadié. Se puso
delante del muchacho y le mostré los colmillos.
—iNo puedes meterte! —intervino Marfa—.
‘Tampoco las criaturas marinas estén ayudando al
dios del Mar —sefialé la muchacha a su alrededor.
Pedro, desesperado, cogi
Malaguas descomunales y rayas gigantescas in-
festaban las aguas cerca a la ballena. Nada le hu-
biese costado a esta sumergirse y dejar a Quismi-
que a merced de esos temibles monstruos, Pedro
comprendié y dejé el remo justo en el momento en
que Quismique recibia un nuevo golpe de lanza que
lo hizo caer de rodillas. Entonces el dios del Mar
agarré el hacha con las dos manos y arremeti6 con
todas sus fuerzas contra la cabeza del joven dios. En
el titimo segundo, sin embargo, Quismique se hizo
‘aun lado y, rodando sobre su cuerpo, logré quedar
a la espalda de su feroz contrincante. Poniéndose
en seguida de pie con sus iiltimas fuerzas, tomé el
hacha con ambas manos y le asest6 un terrible gol-
peen la nuea al dios del Mar, dejindolo sin sentido,
Solo entonces Fanun salté al lomo de la balle-
na. Fue la sefial para que Pedro y Maria hiciesen
mismo y corrieran a auxiliar a Quismique. El jo
dios, exdnime, yacia de bruces. Pedro y Maria,
curriendo a todas sus fuerzas, lo arrastraron hi
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la balsa. Al notar que el piso debajo de ellos empe-
zaba a moverse, hicieron un esfuerzo supremo y lo-
graron subir al joven dios a la embarcacion, iJusto
«tiempo pues la ballena se estaba sumergiendo!
—iFanun, salta! —le ordenaron al perro que ha-
bia seguido de cerea toda la operacion y ellos mi
mos se encaramaron a la barca,
Cuando empezaron a flotar, se quedaron quie-
tos esperando lo peor. iUn solo coletazo de la ba-
lena y estarfan muertos o a merced de malaguas
y rayas gigantescas! Transcurrieron interminables
minutos, sin embargo, y no ocurrié nada, Las cria-
turas marinas parecian haberse olvidado de ellos y
estaban ocupadas en Ilevarse al dios del Mar y su
embareacién.,
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