4 The Raven Queen's Harem Obsidian Fire Angel Lawson

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Sinopsis:
Después de sobrevivir al hechizo que separó a Morgan de la Oscuridad, debe
descubrir qué sigue en su vida. Al negarse a elegir una pareja, ha tomado cinco, y
aprender a equilibrar sus necesidades y sus obligaciones resulta difícil. ¿Qué papel
juega Morgan ahora que no es una marioneta de Morrigan y qué otros peligros hay ahí
fuera?
Lista de capítulos:
Capítulo 1 Capítulo 15
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Hay algo en la libertad que realza las experiencias de la vida.
Estoy segura de que el helado en prisión tiene un sabor dulce, pero lamer una bola
doble de dulce de chocolate en una cálida tarde de otoño en medio del parque más
asombroso del mundo es un tipo de placer diferente.
Así es como se siente la vida, creo, mirando al hombre desnudo a mi lado. Su espalda
es ancha y tensa con músculos tallados. Su cintura se estrecha y se inclina hacia el
culo más perfectamente curvado que jamás haya tenido la oportunidad de acariciar. El
sexo con Morrigan gritando en mi cabeza fue bueno, épico; se alimentaba de una
forma de hambre y deseo que la mayoría de los seres humanos no conocían. Una
especie de lujuria loca y mágica.
Pero no fui yo. No exactamente.
Era parte de mí. Mi cuerpo. Mi mente en conflicto. Mi alma torturada.
Ella manchó mi corazón y mi espíritu. Ella me hizo hacer cosas que nunca
consideraría mientras me hacía reconsiderar con pesar muchas de las cosas que hice.
Pero ya no, pienso, quitando un pequeño mechón de cabello de la cara del hermoso
guardián que comparte mi cama. Se mueve y coloca una mano dormida y errante
sobre mi cadera desnuda. Morrigan se ha ido. Morgan está completamente a cargo.
Y planeo disfrutar la vida al máximo.
Capítulo 1:
Un mes después del hechizo.
La cocina huele delicioso, a canela, y cuando miro dentro, Sue está de pie sobre un
enorme cuenco de manzanas peladas. Extiende una masa fina sobre la mesa y hay
cuatro moldes para pasteles enharinados y listos. Silenciosamente, entro en la
habitación y deslizo mi dedo por el borde pegajoso del cuenco. Acabo de probar el
brebaje azucarado y dulce más celestial cuando ella se da vuelta y me atrapa.
"¡Shoo! ¡Eso es de postre!"
"Huele tan bien". Extiendo mi dedo y esta vez, ella lo golpea.
"Ya es bastante difícil mantener alimentados a esos hombres. No necesito tener que
monitorearte a ti también".
"No es culpa nuestra que seas una cocinera increíble".
Se limpia las manos en el delantal y dice: "Tuviste una visita mientras estabas fuera".
Arrugo la frente. "¿Quién?"
"Alguien de la oficina de tu asesor".
Suspiro y me siento a la mesa. "¿De nuevo?"
Entre la muerte de Xavier, las extrañas amenazas de Anita y todo lo que pasaba en la
casa, había tenido dificultades para concentrarme en escribir mi libro. El libro que
consiguió que me aceptaran en el programa de escritura para graduados de la
Universidad de Nueva York. Cuando llegué a la ciudad, ese libro era todo en lo que
podía pensar. Acosó mis sueños. Lo pensé todo el día, todos los días. Pero luego me
enteré de mi destino, mi destino, y el libro parecía cada vez menos importante.
¿Y ahora?
No he escrito una palabra en semanas.
¡Que he estado haciendo? Perfeccionando mis habilidades de lucha, rastreando

ingredientes para un hechizo oscuro y poderoso, eligiendo cuál de los Guardianes
sería mi compañero (alerta de spoiler: no elegí. Por ahora, son los cinco) y expulsando
a Morrigan de mi alma. Las cosas han estado un poco ocupadas.
Golpeo con los dedos sobre la mesa.
"Será mejor que sigas con tu trabajo, Morgan, o te echarán".
"Lo que sea."
"Lo he visto suceder antes. Todos ustedes, los estudiantes, piensan que son especiales,
pero créanme, hay otro que los reemplazará en un santiamén".
Por supuesto que soy especial. ¿No es así? Llevo a Morrigan, la diosa de la guerra, en
mi corazón y en mi alma. Bueno, lo hice, hasta hace poco. Esa es solo otra de las
distracciones últimamente, perder el poder familiar al que me había acostumbrado.
Considero lo que dice Sue. Quizás ya no soy especial. Quizás soy solo una mujer que
necesita concentrarse en mantener su beca.
"¿Dijeron algo en particular?"
"Dejó un paquete. Davis lo llevó a tu habitación".
"Gracias. Me aseguraré de leerlo". Ella me lanza una mirada severa. Añado, "De
inmediato".
Sus ojos se suavizan y dice: "Sé que las cosas han sido un desafío para ti últimamente.
Solo mantente enfocada. A veces parece que nuestro viaje ha cambiado, pero en
realidad es solo un camino diferente. Mantén el rumbo, Morgan. Termina lo que
viniste a lograr aquí".
Camina hacia el horno y abre la puerta. Con una agarradera gruesa saca una tarta
diminuta y perfectamente horneada. Lo coloca en un plato y me lo trae con un
tenedor.
"Deja que se enfríe."
"Gracias."
Ella sonríe. "No dejes que los chicos lo vean, ¿de acuerdo? Ya los eché una vez hoy".
Le devuelvo la sonrisa y al salir por la puerta digo: "No lo haré. Lo prometo."
*
Nunca planeé esconder el pastel. Subí las escaleras, pasé el segundo piso y mi suite en
el tercero, y me dirigí directamente al ático. Necesitaba algo para atraerlo. Algo
irresistible. Algo dulce.
Bunny se había estado escondiendo de mí.
Aseguro el plato detrás de mi espalda y llamo a la puerta. Le toma unos minutos, pero
cuando la puerta se abre, Bunny se queda de pie luciendo adorable con la ropa
arrugada, el cabello revuelto y las gafas torcidas.
"Hey Bun, ¿acabas de despertar?"
"UH no." Se frota los ojos. "He estado trabajando en una pintura toda la noche".
"Has estado muy ocupado últimamente. Apenas te he visto".
"Sí." Él huele. "Realmente debería volver a eso".
"Está bien", le digo, plenamente consciente de que me ha estado evitando durante

semanas. Ha sido dulce, por supuesto. Gentil y amable, pero a menos que tenga que
hablar conmigo, desaparece. Estoy lista para averiguar por qué. "Pensé que tal vez te
gustaría un adelanto del postre de esta noche".
"¿Postre?" Incluso si es capaz de resistirse a mí, es incapaz de luchar contra su amor

por los dulces.
Sostengo el pastel, justo debajo de su nariz. El cálido aroma flota entre nosotros.
"Huele bien, ¿verdad?"
El asiente.
Cojo el tenedor y lo presiono contra mi labio inferior. "Pensé que tal vez podríamos
compartir".
Traga. "¿Ahora?"
"Sé que comer postre tan cerca de la cena es un poco travieso, pero ¿por qué no?"
Sus ojos están por todos lados. En el pastel. En mi boca. Deteniéndose sobre la
pequeña insinuación de escote que se ve debajo de mi cuello. Se lame los labios y
sostengo el pastel más alto, pensando que finalmente lo tengo.
Gancho. Línea. Plomo.
Sus ojos se mueven detrás de él y se aclara la garganta. "Sabes, estoy muy ocupado.
Como totalmente en el medio de esta pieza. Puedo esperar hasta después de la cena".
Empieza a cerrar la puerta pero se detiene abruptamente. "Pero gracias, sin embargo.
Eso fue dulce."
La puerta se cierra con un fuerte clic.
Está bien, entonces, se necesitará más que un pastel para sacar a Bunny de su mierda.
Capítulo 2:
Bunny
Cierro la puerta y la cierro con llave, proporcionando una barrera segura entre
nosotros. De mí del pastel. De mí y de Morgan.
Me alejo, frotándome el pelo con las manos. Estoy exhausto y herido. Mi mente es
una rueda de hámster de creatividad y movimiento. Pintura tras pintura, un ciclo sin
fin. Me despierto y pinto. Y luego pinto. Intento dormir pero las imágenes no se
detienen, así que pinto. Y pinto. Y pinto. Mi cerebro está tratando de decirme algo.
Algo de lo que no estoy seguro de querer la respuesta.
Me paro ante mi último y concedo que el "qué" de mis pinturas, lo entiendo. Sé que es
un castillo. Sé que está en el Otro lado, pero lo que me confunde es la forma en que
cambia de forma, color y estilo. Algunos días es oscuro y peligroso. Otros, es ligero y
lleno de maravillas. El cielo está a menudo negro con nubes, una oscuridad sin fin.
Pero luego dormiré unos minutos y me despertaré con las imágenes más vívidas de
cielos azules sin nubes y una exuberante hierba verde. Los pinto todos, esperando que
en algún momento tenga sentido.
Tiene que hacerlo antes de que me vuelva loco.
Con la oscuridad desaparecida y las tensiones en la casa disminuidas, pensé que mi

manía se reduciría. Sin embargo, ha sido todo lo contrario. Mi deseo por Morgan está
teñido de culpa y vergüenza. Ella ya no me necesita, si es que alguna vez lo hizo. Ella
intenta arrinconarme. Hablarme. Sé que siente lástima por mi desfiguración. No
quiero que sienta que me debe algo. Una deuda. Una ofrenda.
Miro la pintura, las agujas afiladas que sobresalen del cielo. En la pesada puerta que la
separa del árido paisaje. No se ve bien.
Está incorrecto. Agarrando el pincel en mi mano, lo toco con una mezcla de pintura al
óleo negra y gris antes de intentar arreglar lo que está mal. Trabajo rápido, con
movimientos rápidos a través del cielo y a lo largo de la aguja más alta. El sonido es
lo que me detiene. El sonido de rasgado irregular. Un desgarro ensordecedor.
Parpadeo y me doy cuenta de que no es un pincel en mi mano, sino una hoja. El
castillo está hecho trizas. Dejo caer el cuchillo al suelo con un fuerte estrépito y me
quedo mirando la destrucción durante un largo momento.
Luego busco un lienzo nuevo.
Capítulo 3:
Morgan
Antes de separarme de Morrigan, había declarado que quería a todos los Guardianes
como mis compañeros. Ese acto de rebelión, de negarme a elegir, me ayudó a luchar
contra la Oscuridad y recuperar el control total de mi mente y mi cuerpo. Después de
eso pasé por un pequeño período de transición. Necesité tiempo para curarme. Para
encontrar un poco de paz. Les pregunté a los Guardianes si el acuerdo de
apareamiento terminaría ahora que no los necesitaba. La respuesta fue un "no"
universal.
Ninguno de ellos está seguro de lo que ocurrirá después de la separación, pero sí

saben que Morrigan no está muerta. Yo también lo sé. No es tanto un hecho como un
sentimiento.
Nadie la mató después del hechizo. Su espíritu está vivo, en alguna parte, y es poco
probable que haya terminado conmigo o con ellos.
"¿Son sus guardianes o los míos?" Le pregunté a Dylan ese día. Estaba leyendo libros
de historia como si nada hubiera pasado.
No respondió durante tanto tiempo que me pregunté si tal vez no tenía una respuesta,
pero finalmente levantó la vista de su libro y dijo: "Estamos ligados a ti, Morgan. A ti.
Este cuerpo. Esta alma. Eso era parte de la necesidad de declarar quién es tu
compañeros", hace una pausa, "compañeros. Una vez que hiciste el anuncio, no hubo
vuelta atrás".
"Entonces, si no los hubiera elegido a todos ustedes, habrían sido libres de ir con ella".
Se toca la barbilla pensativo. "Posiblemente. Nunca lo sabremos, porque hiciste lo

correcto".
Ahora me siento en el asiento de la ventana de mi oficina de escritura, con el plato de

pastel vacío en el suelo y mis diarios a mí alrededor. Las páginas están en blanco, mi
creatividad bloqueada desde la noche del hechizo. Quizás incluso antes. Es como
cuando la Oscuridad se fue, se llevó una pequeña parte de mí. Una que he seguido
completando de dos formas.
Ambos físicos. Ambos los utilizo para distraer mis pensamientos y agotar mi cuerpo.
Miro por la ventana, hacia el extenso parque de abajo. Me tomó algunas semanas,
pero poco a poco comencé a entrenar y a tener relaciones sexuales con mis
Guardianes nuevamente. Clinton, Sam y Damien son todos socios listos y dispuestos.
Incluso con el breve descanso, nunca nos saltamos el ritmo. Estamos bien juntos.
Entrenamos. Aprendemos y amamos con renovada pasión. Menos ira. Más diversión.
Me gusta.
Pero algo anda mal.
Ese rechazo de Bunny no es el primero que he tenido. Está retraído y nada de lo que
hago parece atraerlo. ¿Y Dylan? Mierda si sé lo que está pasando por la cabeza de ese
hombre. Él también ha levantado un muro. Una barricada física entre nosotros.
Ambos afirman ser mis compañeros, que están aquí para cumplir con sus roles como
mis Guardianes, pero ninguno está atendiendo todas mis necesidades. Y ciertamente
no me permiten atender las suyas.
Mi alarma suena, advirtiéndome que es hora de nuestra cena obligatoria, que siempre
disfruto, pero esta noche estoy más emocionada por lo que sucederá después. Sam me
va a sacar, como me prometió.
¿Dónde? Eso es una sorpresa. Dejo los cuadernos, el plato de la tarta y mis
pensamientos sin rumbo y me dirijo a mi habitación para cambiarme.
La cena transcurre sin incidentes y lo más destacado es que Sam me envía mensajes
de texto burlones.
¿Lista para esta noche?
Si, respondo debajo de la mesa. ¿A dónde vamos?
Sabes que no puedo decirte.
No puedes o no quieres.
Su respuesta es un emoji que se encoge de hombros. Pongo los ojos en blanco.
¿Dame una pista?
Ponte algo bonito.
¿Un vestido?
Algo que muestre tus piernas.
Cuanto más corto mejor.
Y olvídate de las bragas.
Le doy una mirada dura al otro lado de la mesa y me guiña un ojo. Los otros hombres
están involucrados en una discusión sobre las peleas a finales de esta semana, ajenos a
nuestro coqueteo.
Después de un segundo trozo de pastel en la cena, algo bueno que había planeado es
el vestido porque no había forma de que me pusiera un par de jeans ajustados. Miro el
vestido gris en el espejo, me gusta la forma en que se adhiere en todos los lugares
correctos. Si estos hombres han hecho algo por mí, han aumentado mi confianza en mí
misma.
Me tratan a mí y a mi cuerpo como si fuera algo para adorar.
Anhelan las partes que considero mis mayores defectos. En el último minuto hago lo
que Sam me ordenó y me quito las bragas.
Probablemente nunca lo sabrá, pero ¿si lo sabe? Eso hará que la noche sea aún más
divertida.
Capítulo 4:
Sam
Miro dos veces cuando Morgan baja las escaleras con ese vestido gris ceñido. La tela
abraza la redondeada hinchazón de sus senos y la curva de sus caderas.
"Maldita sea. Debería decirte que te vistas más a menudo". Camino hacia los
escalones para saludarla, tomando su mano y acercándola. Aspiro su aroma y
considero que tal vez no deberíamos salir en absoluto.
"Te ves bastante bien también." Me arregla la corbata. "Nunca te había visto tan
elegante".
Definitivamente no deberíamos salir.
"¿Alguna posibilidad de que me digas a dónde vamos ahora?" Sus ojos tienen una
chispa de emoción, algo que últimamente se ha estado perdiendo. No la voy a
defraudar, aunque podríamos divertirnos tanto en casa.
"No, no todavía. Pero deberíamos irnos". Le ofrezco mi mano y entrelaza sus dedos
con los míos. Se dirige hacia la puerta principal, pero la arrastro en dirección al garaje.
"Oh, ¿estamos conduciendo?" Otro destello de interés. Le encantan los coches del
garaje.
"Sí." Bajamos el largo tramo de escaleras y enciendo las luces. Cada sección se
ilumina, revelando dos filas de magníficos vehículos. La acerco para darle un beso.
Tiene hambre, como si lo hubiera estado esperando todo el día. Sabe cómo el pastel
dulce azucarado que cenamos y su motor está tan acelerado como uno de los coches
que tenemos delante. Paso mis manos por su espalda y sobre el arco de su trasero.
Sin bragas.
Esta chica me va a matar esta noche.
Doy un paso atrás y me ajusto los pantalones, tratando de calmarme antes de arruinar
la noche. Morgan se ríe de la mueca tensa en mi rostro. Su conciencia de cómo me
afecta, nos afecta a todos, solo la pone más caliente.
Ella no nos explota, ni nos explota con ella, pero el aprecio mutuo que tenemos hace
que noches como esta sean similares a caminar sobre el filo de un cuchillo.
"Tú eliges", le digo.
"¿Elegir qué?" ella pregunta.
"El coche. ¿Cuál deberíamos tomar?"
No hay dudas mientras camina entre las filas, deteniéndose frente a un Tesla blanco
brillante. "Siempre he querido montar en uno".
Abro un armario en la pared y saco la llave. Lo sostengo. "¿Quieres conducir?"
Ella ríe. "De ninguna manera. Caminar por la ciudad todavía me asusta".
"Está bien, pero tarde o temprano tendrás que aprender a conducir hasta aquí".
Hace una mueca y le abro la puerta del pasajero. Su mano está caliente en mi hombro
mientras se aferra a mí para entrar en el auto bajo. La beso de nuevo antes de cerrar la
puerta y rápidamente me pongo al volante.
Se acerca el otoño y cuando salimos del garaje, ya está oscuro.
Morgan cubre mi mano apoyada en la palanca de cambios con la suya. Su toque es

como una chispa de fuego. Estoy abrumado por su aroma que llena el pequeño
espacio cerrado. Todo en ella me atrae y mis reacciones hacia ella solo han aumentado
desde que declaró que yo, junto con los demás, sería su pareja.
"¿Cómo va tu trabajo?" ella pregunta.
"Bien", le digo. "Diferente."
"¿Menos apocalíptico?" dice con una pequeña risa, pero sé que en realidad no cree
que sea gracioso.
"¿Quizás? He tenido algunas imágenes interesantes. Te lo mostraré pronto". No he

estado compartiendo mi trabajo con ella últimamente. Las fotos están apagadas. Veo
cosas que no deberían estar allí, pero tampoco son tan perturbadoras como antes de
realizar el hechizo. No puedo descifrarlo del todo. Echo un vistazo. "¿Tú que tal?
¿Cómo está el libro?"
"Lento", admite. "Estoy teniendo un bloqueo de escritor".

Muevo nuestras manos y aprieto las suyas. "Lo superarás. Las cosas han estado raras
últimamente. El cambio es duro para la creatividad".
"Solo miro la página y no sale nada".
"Entonces me alegro de que salgamos. Sentarse y pensar en ello solo lo empeora.

Créame, he estado allí".
Corro por la ciudad, tomo atajos y trato de evitar el tráfico.
El Tesla funciona sin problemas y cuando cambio de marcha, Morgan mueve su mano
hacia la parte posterior de mi cuello y pasa las uñas por debajo de la banda que
sostiene mi cabello. Pierdo la concentración por un momento y giro a la izquierda en
una carretera demasiado pronto.
"Mierda", murmuro cuando estamos atrapados en un callejón estrecho y oscuro. "Giro

equivocado". Me vuelvo para mirar por la ventana trasera y, como un destino trágico,
un camión de 18 ruedas se detiene y bloquea el callejón. "Maldita sea".
"¿Qué pasó?"
"Estamos atascados. Supongo que puedo pedirle al conductor del camión que se
mueva". Miro mi reloj. Va a estar apretado.
Echo un vistazo, pero me detengo en seco cuando veo la sonrisa lobuna en los labios
de Morgan. Sus dedos se aprietan alrededor de mi cuello. Ella me acerca más.
Yo pregunto, "¿Qué?"
"Creo que tu error se ha convertido en la mejor decisión que has tomado en todo el
día". Alzo las cejas en pregunta, pero ella se desabrocha el cinturón de seguridad y se
inclina. "No sé si es lo guapo que te ves con ese traje o este auto tan sexy como el
infierno, pero creo que sería negligente no aprovechar este momento al máximo".
Se lame los labios y alcanza la siempre presente erección de mis pantalones.
"¿Aquí?"
"¿Tienes algún problema con eso?"
Niego con la cabeza. "No. No, de verdad que no".
Ajusto el asiento para reclinarme y Morgan se inclina para besarme. Su mano recorre
el exterior de mis pantalones, burlándose, provocando. Toco su cabello y cuello. Beso
su boca. Sus manos y dedos exploran y en poco tiempo estoy esforzándome contra
mis pantalones.
"Sabes," le digo mientras desabrocha mi cinturón y libera mi pene de los confines de

mis pantalones. "Esto no era lo que tenía en mente cuando dije sin bragas".
Ella sonríe. Es bueno ver su sonrisa despreocupada. "Me gusta cambiar las cosas.
Además, puedes devolverme el favor más tarde".
Besa mis labios una vez más y luego se inclina sobre mis caderas, envolviéndome en
su boca caliente y cálida. Aprieto una mano en su cabello y miro al techo del auto,
murmurando una promesa: "No te preocupes, lo haré".
Capítulo 5:
Morgan
Una hora más tarde todavía puedo saborear a Sam en mi lengua cuando llegamos
elegantemente tarde a las reservaciones que hizo en un club de la zona alta. El
aparcacoches toma el coche y Sam, con las mejillas enrojecidas y los ojos ligeramente
vidriosos, toma mi mano. Es un contraste de looks sexys; un bonito traje y corbata
junto con el moño ordenado por una vez en la parte posterior de su cabeza.
Escucho la música antes de entrar y nos detenemos en seco. "¿Me trajiste a ver a
Clinton?"
"Sí, pensé que te gustaría verlo tocar de nuevo". No agregó en mejores circunstancias,
pero está implícito.
"¿Estás seguro de que es una buena idea? Porque la última vez..."
"La última vez que tuviste a la Oscuridad jodiendo contigo." Me atrae hacia sí. "No
necesitas tener miedo. Eres dura como las uñas y diferente ahora".
No puedo evitar pensar que esto es solo otra prueba. Una forma de ver cómo
reacciono bajo presión. Mis guardianes son inteligentes, incluso si a veces son
enormes dolores de cabeza.
"¿Sabe que vamos a venir? Porque puede que esté enojado porque llegamos tarde, ya
sabes". Se lo había chupado en el coche. Eso tampoco se lo ha dicho.
"Llegamos tarde porque nos quedamos atrapados en un callejón. Lo que hicimos para
esperar nuestro tiempo no es asunto de nadie". Me lanza una sonrisa mientras
seguimos al asistente a través del club lleno de gente. Sin embargo, los clientes nos
ignoran, con los ojos paralizados en la actuación. Nos deslizamos hacia la cabina
circular escondida en la esquina del club. "Aunque estoy bastante seguro de que
Clinton lo entendería".
A diferencia de la última vez, Clinton no está solo en el escenario. Una sección

completa de cuerdas lo acompaña y el mágico sonido de su música resuena por todo el
edificio. Estoy tan acostumbrada a los acordes de su música que se filtran por las
escaleras que es casi como un pulso, un latido. Me concentro en el concierto, no en los
sentimientos complicados que surgen aquí.
Sam pide bebidas y me siento aliviada cuando envuelve su brazo alrededor de mi
hombro y me acerca. Mi corazón se acelera cuando la melodía se intensifica. Pienso
en el último concierto al que asistí con Xavier y Anita. La música de Clinton encendió
algo en mí: sacó a relucir la Oscuridad y permitió que Morrigan pasara de su mundo al
mío.
"Ella se ha ido", me susurro a mí misma. Recordándome a mí misma.
"¿Dijiste algo?" Sam dice, acercándose.
Niego con la cabeza y aprieta mi hombro, sus dedos se calientan en mi piel.
El camarero trae nuestras bebidas y rápidamente tomo un sorbo. El líquido arde pero
también me llena el estómago nervioso. Sam mueve mi cabello y me habla al oído:
"Sé que esto es difícil para ti, pero estás a salvo. Morrigan se ha ido. Puedes relajarte."
Los ojos de Clinton se conectan con los míos desde el escenario. Sin romper el
contacto, asiento en respuesta a Sam. "Lo intentaré, creo que solo tengo trastorno de
estrés postraumático o algo así".
No sé exactamente por qué, pero la música de Clinton tira de los hilos de mi alma.
Aunque Morrigan se ha ido, caigo en el mismo trance acalorado que la última vez.
Observo sus movimientos, la forma en que sus bíceps se flexionan mientras maneja el
arco largo. Mis ojos rozan sus piernas y la forma en que se sienta a horcajadas en el
violonchelo. Me hace pensar en estar en una posición similar.
De repente, la habitación se siente demasiado cálida y me muevo en mi asiento.
"Oye", dice Sam. "¿Estás bien?"
"Yo, eh", parpadeo, tratando de concentrarme en él. La habitación está brumosa. "Me
siento un poco extraña, eso es todo".
"Háblame, Morgan. ¿Tenemos que irnos?"
Niego con la cabeza y miro a Clinton. Sigue jugando pero mirándonos como un
halcón. "No. Me siento como la última vez. Lo que es imposible, ¿no? ¿Y si lastimo a
alguien?"
Sam me empuja hacia su pecho y siento el calor de su boca en mi oído. "Estás

vinculada a cada uno de nosotros de una manera única. La música de Clinton debe
desencadenar algo poderoso en tu interior. Sé que tienes un efecto en mi fotografía.
Antes, esos lazos estaban concectados a la Oscuridad. ¿A qué crees que se conecta
ahora?"
No lo había pensado de esa manera, que tal vez hay más dentro de mí que solo una
mujer normal a la que le queda un agujero por la eliminación de la magnífica
oscuridad y la destrucción. Tiene razón, siento una picazón en el fondo, algo que hay
que rascar. Me vuelvo para enfrentar a Sam y la misma compulsión que se apoderó de
mí cuando estaba en el callejón con Xavier me agarra.
Quiero besarlo pero no lo hago. Tengo miedo. Un miedo palpitante.
Quizás la música de Clinton sea malvada. Quizás soy malvada. Quizás Morrigan no se
haya ido realmente. Sam sostiene mi cara con sus manos. "¿Qué está pasando ahí,
nena? Pareces aterrorizada".
"Ayúdame a no tener miedo".
Él asiente y me da mi bebida. Trago el resto de un trago. "Concéntrate en Clinton",

dice, deslizando su brazo alrededor de mi cintura. "Piensa en la alegría que te da su
música. La vida. Piensa en cómo, pase lo que pase, nos tenemos el uno al otro".
Con mis ojos fijos en los de Clinton, siento las manos de Sam en mis costados,
frotando pequeños círculos para mantenerme calmada. Se mueve más abajo,
acariciando mis brazos debajo de la mesa, jugando con el dobladillo de mi vestido.
Mi respiración se calma. Los latidos de mi corazón cambian. No se ralentiza, no

exactamente.
El miedo desaparece, pero el toque de Sam me pone nerviosa. Estoy a punto de darme
la vuelta y decirle que me saque de aquí cuando pasa sus nudillos por la parte interna
del muslo, instándome a abrir las piernas.
Lo hago.
Estamos fuera de la vista del resto de la multitud; los ojos de todos están enfocados en
Clinton y los demás músicos. Su atención no me ha dejado ni un segundo. Me lamo
los labios anticipando la broma de Sam, lo que está amenazando con hacer y hacia
dónde viajan sus dedos. No tengo ninguna duda de que Clinton está al tanto de todo lo
que sucede en nuestro pequeño reservado de la esquina.
"¿Nos está mirando?" Pregunto, sintiendo un poco de emoción.
"¿Quién crees que me dijo que te recordara que no uses bragas esta noche?"
La admisión me humedece el calor entre las piernas. Sam se ríe en voz baja en mi
oído mientras frota su pulgar sobre mis partes más sensibles. Descanso mis manos
sobre la mesa, con las palmas planas para mantenerme centrada, al menos donde la
gente pueda ver. La ceja de Clinton se arquea justo cuando Sam extiende mi centro
ampliamente y empuja un dedo hacia adentro. Se me corta la respiración.
"Toma aliento, nena".
Asiento y exhalo.
"Le gusta verte venir, ya sabes, tanto como quiero sentirlo en mis dedos, o Damien en
su pene", murmura Sam en mis oídos.
Mis mejillas se arden con la confesión.
"¿Qué pasa con los demás?" Pregunto en lo que probablemente sonó como un susurro
entrecortado. Sam esparce mi humedad e inserta otro dedo. Mis piernas se ensanchan
debajo de la mesa. Mi falda se tensa contra mis muslos. "No puedo conseguir que los
otros dos cierren el trato".
"Todos los Guardianes tienen sus complejos, Morgan. Estamos lejos de ser perfectos,
pero no tengo ninguna duda de que pronto cruzarán esa línea contigo".
Agarro la mesa mientras él entra y sale, su pulgar deslizando el manojo de nervios en

la parte superior. Sé que mis mejillas están rojas. Sé que no estoy tan callada como
debería. La orquesta (bajo el impulso de Clinton) cambia de dirección, comenzando
una melodía con un ritmo cada vez mayor.
Vaya, él sabe lo que está haciendo. No hay duda de eso.
"Vendrán", dice Sam, pero sus palabras suenan apagadas y lejanas. Al igual que las
voces de los otros clientes y el tintineo de vasos o la música en el escenario. "Hasta
entonces, los tres nos ocuparemos de tus necesidades, siempre que lo necesites. Como
tú quieras."
La orquesta alcanza un tono febril al compás del movimiento de la mano de Sam. Más
rápido, más rápido, más rápido. Mis rodillas se tambalean y pierdo el control de los
músculos de mis piernas. Más apretado, más apretado, más apretado. Los resortes
helicoidales aumentan en crescendo, enviando ondas de choque a través de cada
centímetro de mi cuerpo. Sam envuelve su brazo alrededor de mi cuello. Muerdo su
antebrazo, sofocando el gemido orgásmico justo cuando Clinton toca su nota final. Me
guiña un ojo desde el escenario.
La multitud salta a una ovación de pie mientras yo uso el indulto para recuperar el
aliento. Me vuelvo para mirar al hombre detrás de mí y digo: "Tú lo planeaste, ¿no?
Todo ello. La cita, el atuendo, la música".
"Para ser justos, no planeé la mamada en el callejón. Eso fue todo de ti."
Nos miramos el uno al otro por un momento y me pregunto cómo demonios llegué a
este lugar de sexo, lujuria y valor absoluto y desinhibido.
"Mi vida es realmente extraña".
"Quizás." Envuelve su brazo alrededor de mi hombro. "¿Pero te sientes mejor?"
Me doy cuenta de que lo hago con lentitud. Luché contra el momento, el miedo y el
trauma. Voy a estar bien. Ahora estoy segura. Le doy un beso rápido y le digo: "Sí,
creo que sí".
Nuestro estado de ánimo es ligero después del espectáculo. Clinton nos lleva a una
cena nocturna que él y los otros músicos que frecuenta después de los conciertos. Está
sorprendentemente de buen humor, ya que su comportamiento habitual es de mal
humor, y observo con fascinación cómo ambos hombres consumen grandes
cantidades de tocino y huevos antes de escarbar en enormes pilas de panqueques.
"¿Dónde lo pones todo?" Pregunto, sabiendo que ambos hombres apenas llevan una
onza de grasa en sus cuerpos ridículamente en forma. "Si me comiera todo eso, sería
tan grande como una casa".
"Dudoso", dice Sam con la boca llena de panqueques. Un chorrito de almíbar le corre
por la barbilla y lo limpio con el dedo. "Toda esa energía que te atraviesa, quema todo
menos los músculos".
Estudio mi reflejo en la ventana del restaurante, notando la curva delgada y

desarrollada de mi brazo y el adelgazamiento alrededor de mi mandíbula. Es cierto
que desde que llegué a Nueva York, a The Nead, me he vuelto más fuerte. El
resultado es un cuerpo más rápido, más delgado y un apetito voraz. Pienso en las dos
raciones de tarta de manzana al principio del día. "¿Crees que todavía lo tengo? ¿La
energía?"
Es algo en lo que pienso todo el tiempo. ¿Son mis estados de ánimo los míos? ¿Hay
algo que me impulse? Algo se agitó en mí esta noche.
Algo más grande que la lujuria respondió al llamado de Clinton.
Los hombres se miran, Clinton mastica y Sam se limpia la boca. Hace una pausa
como si estuviera listo para responder mi pregunta cuando nuestros tres teléfonos
vibran y suenan al mismo tiempo.
Cojo el mío primero y miro el nombre y el mensaje. El nudo de preocupación que me

había pasado toda la noche quitando regresa, más apretado que nunca.
"Es Dylan. Nos necesita en casa".
Las ventanas están encendidas con luz cuando Sam estaciona el auto frente a la casa.
Davis, que debería estar en la cama a esta hora, abre la puerta antes de que lleguemos
al último escalón. "Está esperando en la biblioteca. A la Sra. Morgan". Él sostiene mi
mirada. "Le gustaría hablar con ella a solas".
Hay un cambio notable entre los hombres y está claro que no esperaban esa noticia.
Los miro a ambos y les doy una sonrisa tensa. "Está bien."
"¿Está segura? En realidad, no es el jefe, ya sabes".
Me río, esta vez de verdad. "Oh, confía en mí. Lo sé."
Mi actitud aligera el ánimo y Clinton me da un beso en la mejilla antes de subir a su

habitación. Sam le entrega a Davis las llaves del auto. El hombre mayor asiente con la
cabeza, cierra la puerta y se dirige al coche, probablemente para volver a ponerlo en el
garaje.
Sam aprieta mi mano y nos separamos, él subiendo las escaleras y yo por el pasillo
hacia la biblioteca. Me invade una sensación de déjà vu. No ha surgido una buena
conversación al pedirle que hable con alguien a solas. Así fue como supe que mis
padres estaban muertos. Vacilo fuera de la puerta y respiro hondo. La puerta se abre
antes de que recobre mis nervios y Dylan se pare en la abertura. Es imponente,
devastadoramente guapo e innegablemente fuerte.
Sus hombros son anchos y aunque su cuerpo es delgado, no hay duda de que es una
amenaza física.
"Gracias por venir", dice, haciéndose a un lado para que pueda entrar.
Hay un fuego ardiendo en la chimenea, lo que le da a la habitación una sensación de

calidez.
"Seguro. ¿Está todo bien?"
Algo en sus ojos vacila. "Sí, bueno, no estoy exactamente seguro". Es mejor que
alguien esté muerto, o al menos eso creo. Me hace un gesto para que tome asiento y
continúa hablando. "Me disculpo por interrumpir su velada. Espero que la hayas
pasado bien."
"Yo... nosotros... lo hicimos. Fue muy divertido. Deberías venir la próxima vez".
Se sienta frente a mí y tiro del dobladillo de mi vestido un poco más abajo sobre mis
rodillas, de repente consciente de que estoy desnuda debajo. "De eso es de lo que
quería hablarte. Tú y yo. Nuestra relación."
"Okey." ¿Ahora?
"He sabido toda mi existencia que estoy aquí para realizar un trabajo. Un deber. Estoy
aquí para proteger este mundo de Morrigan y su Oscuridad. Hemos fallado antes, pero
no esta vez. Te mantuviste firme y luchaste como ningún otro barco antes. Estoy muy
orgulloso de ti."
Literalmente, no tengo idea de qué está pasando Dylan, pero el hecho de que me haya
llamado aquí y esté hablando en lugar de meditar en sus habitaciones debe significar
que es importante. Espero escuchar más.
"Creo que elegirnos a todos como tus compañeros fue clave en la destrucción de
Morrigan. Ella se nutre de la lujuria y el lado perverso de hombres y mujeres. Le
volviste eso al negarte a cooperar. Cumpliste tu destino y algo más". Sus ojos vacilan.
"No puedo decir que he hecho lo mismo".
"Dylan, ¿de qué estás hablando?"
Se pone de pie y se acerca al fuego, apoyando una mano en el grueso manto. "He
fallado en mi posición contigo. He estado celoso y codicioso. He sido arrogante y
despectivo. Te he permitido atender mis necesidades sin corresponder".
Una pausa pesada se prolonga entre nosotros y finalmente pregunto: "Espera, ¿estás
hablando de sexo? ¿O poder o magia? Estoy confundida."
Se vuelve hacia mí y no hay el menor indicio de ironía en su rostro. "Sexo.

Obviamente."
Estoy completamente confundida y no tengo ni idea de por dónde empezar, pero lo

intento de todos modos. "No me has fallado. Para nada. Has estado conmigo en cada
paso del camino. Firme y veraz. Me has protegido y entrenado para el momento más
importante de mi vida".
Cruzo la habitación y tomo su mano. El fuego le ha calentado la piel. Lo obligo a

mirarme con esos intensos ojos azules. "Soy un soldado, Morgan. Un guerrero. No un
amante. ¿Sabes por qué soy el único que no ha dejado de cambiar?" No, pero me lo he
estado preguntando. Simplemente no he tenido el valor de preguntar. Niego con la
cabeza. "Porque los dioses necesitaban un vínculo entre mundos. Siempre he estado
atado a muchas cosas, personas y almas".
Toco su barbilla. "Porque eres el mejor, el más valiente. Eligieron sabiamente".
"Esos días se acabaron. Cuando te separaste de Morrigan, me aislaron. Así es como

estoy aquí para protegerte y solo a ti. Pero aun así, no estoy seguro de que necesites
mi protección. Y sin eso, ¿qué soy yo?"
Arrugo la frente. "¿Ya no puedes moverte?"
Sacude la cabeza y una profunda sensación de tristeza invade sus ojos. Envuelvo mis
brazos alrededor de su cintura y me acerco a él. Entierra su rostro en mi cuello y por
un momento nos aferramos el uno al otro.
Considero las últimas semanas. El cambio en Bunny. La distancia de Dylan. Su vida

cambió tanto como la mía. Los otros se dedicaron a su arte, a complacerme, pero estos
dos... Sam tenía razón. Todos cargan con su propio peso. Es mi responsabilidad
ayudarlos como ellos me ayudaron a mí.
Me recuesto e inclino su cabeza hacia la mía. "Lo que estás olvidando es que te
necesito, y en más formas que como mi Guardián. Cuando te declaré como uno de mis
compañeros, pasamos a un tipo de relación diferente, una a la que quizás no estés
acostumbrado, diablos, yo tampoco estoy acostumbrada, pero juntos solucionaremos
esto".
Una pequeña sonrisa tira de la comisura de su boca. "Debería haber sabido que
tendrías la respuesta".
"Puede que ya no sea la Diosa de la Guerra, Guardián, pero sigo siendo la Reina por
aquí".
Su mano se aprieta alrededor de mi cuello y en un susurro silencioso justo encima de

mis labios, responde: "Sí, mi reina", y sé que, aunque Dylan puede tener siglos de
condicionamiento que deshacer, va a ser divertido ser la que lo desenrede.
Capítulo 6:
Morgan
Con la idea de empezar de cero y afrontar la realidad, me despierto decidida a
ocuparme de mi escritura. Hay una cosa que siempre me ha ayudado a hacer fluir mi
creatividad, así que me abrocho las zapatillas y salgo al parque a correr.
Cruzo la calle muy transitada fuera de la casa y continúo por el camino más cercano.
Es temprano, pero el clima se ha enfriado lo suficiente como para que se sienta
agradable afuera.
Me pongo mis auriculares, mi lista de reproducción y acelero el ritmo.
El mundo se desvanece mientras trato de concentrarme en mi historia. Lo que

comenzó como una historia sobre una niña y sus cuervos terminó siendo mucho más,
algo que reflejaba la realidad con una claridad inquietantemente aguda. Los cuervos
de Maverick se pierden cuando abre la puerta al otro mundo. Uno está herido, los
demás desaparecen. Mata al príncipe y el gato desaparece. Ahora sé que la historia era
realmente mi historia, o partes de ella. Los cuervos son mis guardianes. Xavier, el
príncipe. Y Anita, una chica a la que consideraba una amiga, fue la gata que me atrajo
ese fatídico día.
Pero, ¿qué pasa después?
Sé lo que pasó en mi vida. Nada bueno. Nada interesante tampoco. Mis padres
murieron. Me mudé a una casa de grupo durante mi último año y luego a la
universidad. Después de eso me mudé aquí y toda mi vida cambió.
Pero nada de eso, al menos antes de mudarme aquí, es digno de un libro.
Quizás realmente no se supone que deba terminar. Corro sobre un puente y paso por
un patio de juegos con niños deslizándose por un tobogán. Cuanto más lo pienso, más
considero que tal vez ya no debería estar en el programa de posgrado. Todo fue una
artimaña para traerme aquí de todos modos, ¿no? Sé que el Dr. Christensen estará
molesto; parece ser el único que no forma parte de un plan más amplio, incluso si es
un entrometido como el infierno. Pero, creo, corriendo alrededor de una fuente, si mi
historia está terminada, está terminada.
Llego a un área más poblada del parque y veo lo que creo que es una larga trenza de
cabello familiar. Con un par de pantalones cortos para correr casi inexistentes y una
camiseta sin mangas que acentúa su físico bien definido, Hildi estira las pantorrillas
contra un banco.
Nuestra última pelea terminó de manera tan extraña, cuando yo gané por segunda vez
y ella lo manejó bien, decido que no tengo nada que perder al acercarme a la
Valquiria. Reduzco la velocidad de mi trote y me detengo en el banco, tomándome un
minuto para recuperar el aliento.
"Hola", le digo a la mujer mientras levanta la vista. La falta de sorpresa significa que
probablemente ya me había visto.
"Morgan, ¿cómo estás?" Se endereza los cordones y luego se pone de pie.
Ella es aproximadamente un metro más alta que yo.
"Bien. Solo estoy tratando de aclarar mi mente, ¿sabes? Tomar algunas decisiones de
vida con la carrera". Me río, esperando que ella piense que es una broma y no una
revelación patética sobre mi vida, pero nuevamente sus ojos azul acero me dan la
impresión de que sabe más de mí de lo que me gustaría admitir.
"El ejercicio es bueno para la mente y el cuerpo". Ella me mira de arriba abajo.
"¿Estás lista para otra ronda en el ring?"
"Todavía no." Hago todo lo posible por mantener la cara seria. Así que no sabe que
me he separado de Morrigan. Estoy segura de que he conservado mis habilidades
básicas de lucha, pero ¿la magia necesaria en el ring? Sospecho que se quedaron con
la Oscuridad. Definitivamente no estoy dispuesta a intentarlo en un entorno que pueda
hacerme matar, o revelar a todo el mundo sobrenatural que no soy más que una
mortal.
"Pero estarás allí esta noche, ¿verdad?"
"¿Esta noche?" Mierda. Si Clinton me inscribió de nuevo, le patearé el trasero.
Ella sonríe, finalmente se da cuenta de que no tengo ni idea. "La Guardia del Cuervo
es el evento principal, ¿no te lo dijeron?"
"No, no, no lo hicieron".
"Están guardando secretos. Creo que es uno de sus dones". Suspira y niega con la
cabeza como si esto no fuera una gran sorpresa. Me pregunto de nuevo qué tan bien
conoce a mis Guardianes.
"Estoy segura de que se olvidaron. Las cosas han estado un poco agitadas en la casa
últimamente".
"La Guardia del Cuervo es el mayor atractivo de la pelea. Verlos es un testimonio de

las antiguas formas de guerra". Toda su expresión se ilumina mientras habla.
"Definitivamente deberías venir y presenciar el espectáculo. Toda la arena tiene un
ambiente diferente. La energía pura es cruda y todos ascienden a un nivel superior".
Ah, ese podría ser el problema. ¿Yo contra la energía bruta de mis guardianes?
Ninguno de nosotros sabe ya lo que soy, ni lo que puedo hacer. Soy una carga en un
entorno mágico como ese. Nunca se arriesgarían. Hildi me estudia con atención.
"¿Qué?" Pregunto, incómoda bajo su mirada.
"Ven conmigo esta noche. Sé mi invitada. Creo que te interesará ver este lado de la
Guardia". Estoy tentada porque me gustaría verlos en acción. Pero ¿y si pierdo el
control? Hildi me da un codazo más. "Entraremos por la puerta trasera. Nunca sabrán
que estás allí".
Una bandada de pájaros vuela por encima de la cabeza, descendiendo de un árbol

enorme.
Son más pequeños que los cuervos, pero aún tienen plumas oscuras. Los veo despegar
contra el cielo azul brillante, sus alas batiendo rápido y con fuerza.
Soltando mí libro. Ayudando a Dylan a vencer sus miedos. Es un día para el cambio y
tener miedo de mí misma o de cualquier otra persona es una estupidez. Un desperdicio
total. Le sonrío a Hildi y le digo: "Nos vemos a las nueve".
Capítulo 7:
Damien
A través de la ventana de mi estudio veo a mi chica caminando por la puerta trasera.
Su cabello está húmedo de sudor y sus mejillas sonrojadas. Una mancha húmeda se
extiende por su pecho a causa del sudor. Estoy en medio de un proyecto pero me
siento atraído por ella de todos modos. Dejo mis herramientas, tomo agua del
refrigerador y salgo al sol.
Sus ojos se iluminan cuando me ve y una emoción me recorre.
"Buenos días", dice, protegiéndose los ojos del sol.
"Hola bebé." Entro para un beso rápido antes de darle el agua. Quiero probar la sal en
sus labios.
"Uf, apesto", dice, rehuyendo. La agarro de todos modos y espero hasta que termine
un trago de agua.
"No me importa". Ella niega con la cabeza, pero hay una mirada de interés en sus
ojos. Me viene una idea a la mente. "Si te hace sentir mejor, podrías darte una ducha;
hay una en la parte trasera del estudio". Paso una mano por su espalda pegajosa.
"¿Podría unirme a ti si quieres?"
Presiona su frente contra mi pecho y gime. "Me encantaría. Me gustaría. Pero me

prometí a mí misma que hoy iría a la oficina de mi asesor. Lo he estado evitando
durante semanas".
"¿Qué es otro día?" Deslizo un dedo por su cuello y entre sus pechos, tirando del
borde de su blusa. Alzo las cejas, buscando permiso, pero su mandíbula está tensa con
determinación. Le doy una última oportunidad.
"No estoy muy seguro de por qué no podemos hacer ambas cosas. ¿Ducharse y luego
reunirse?"
Ella ríe. "Buen intento, pero te conozco. Llegábamos allí y tú te enjabonarás y yo me

llenaré de jabón y creo que hemos aprendido que te gusta tomarte tu tiempo".
Maldita sea, esta mujer me conoce bien. Suspiro y me froto la cabeza. "Está bien, ve a
la ducha y te llevaré a la oficina de tu asesor, ¿de acuerdo?"
"Gracias", responde ella, poniéndose de puntillas para besarme de nuevo. Aprieto mis
manos alrededor de su cintura y lucho contra el impulso de arrojarla a la ducha de
todos modos. "Regresaré en una hora".
"Estaré listo."
Ella se aleja lentamente, sus dedos se demoran en los míos. Con una inclinación de
cabeza, dice: "¿Y esa idea de la ducha? Lo tendré en cuenta, ¿de acuerdo?"
Ella se marcha y yo me dirijo a la tienda para tomar una ducha fría.
Capítulo 8:
Morgan
No suelto mi agarre alrededor de la cintura de Damien hasta que la motocicleta se
detiene por completo. Incluso entonces soy reacia a soltarme, ya que me gusta cómo
se siente su cuerpo contra el mío y, para ser honesta, no tengo muchas ganas de hablar
con Christensen. Tengo la sensación de que no se tomará bien mi anuncio.
Damien aprieta mi mano y luego se quita el casco y luego el mío. "¿Estás bien?"
"Sí, estoy temiendo esta reunión".
Él frunce el ceño. "¿Qué pasa?"
"Voy a salir del programa".
De acuerdo, lo que vi antes en su rostro no fue un ceño fruncido. La expresión de su

rostro es un ceño fruncido. "¿Tú qué?" pregunta como si no me hubiera escuchado.
Me escuchó totalmente.
"Voy a dejar el programa. En primer lugar, nunca debería haber estado allí. Esa
historia no era mi mente creativa, era un recuerdo, algo así como doloroso. Ahora que
estamos al día con el presente, no me queda nada que contar. Mi bloqueo de escritor
no va a desaparecer y hoy me di cuenta de que no es un bloqueo. Es que la historia se
acabó".
Damien es mi salvaje Guardián. De espíritu libre e independiente. No le importan las

reglas ni se siente atado por la misma lucha interna que los demás. Pero me toca la
barbilla y sostiene mis ojos con sus extraños, intensos, violetas y dice: "Esa historia
está lejos de estar completa, Morgan. El día en que tus padres murieron y cambiamos
a la forma humana es otro capítulo por completo. Las cosas que hicimos. Lo que
vimos. Es una historia para los libros de historia de Dylan".
"Pero no es mi historia. Es tuya. No es de Maverick, mi personaje principal. Nada de

esto tiene sentido."
"Dale tiempo y creo que se aclarará. Has pasado por mucho. Piensa en cuándo llegaste
aquí por primera vez y cómo se abrieron las puertas de tu memoria. Recibiste una gran
cantidad de detalles".
El simple hecho de que Damien sepa todo esto y que se preocupe lo suficiente como
para decirlo me desconcierta. "Lo consideraré, pero aun así, tengo que entrar y hablar
con él".
El asiente. "Esperare aquí."
Me deslizo de la motocicleta y me agarra de la chaqueta, dándome un beso poderoso.

Puede que Morrigan se haya ido, pero todavía siento un estallido de hambre por su
toque. Incluso un mortal no puede evitar recibir un impulso de la energía sexual pura
de Damien.
Respiro hondo y me alejo, esperando poder averiguar mi próximo movimiento.
El profesor me hace esperar.
Supongo que me lo merezco después de obligarlo a seguirme durante un mes. Me

siento durante veinte minutos en el vestíbulo antes de que la recepcionista me
acompañe de regreso a su oficina. Incluso entonces, él no está allí. Se me indica que
espere un poco más.
Sola, miro alrededor de la habitación, dándome cuenta de que nunca antes había
estado sola aquí. La pared detrás del escritorio está cubierta de certificados y tres
grandes diplomas enmarcados. Una estantería flanquea una pared y las fotos se
alinean en la otra. La curiosidad me agarra y me paro, mirando las fotos. El profesor
Christensen parece ser un gran viajero del mundo. Hay imágenes de él en todo el
mundo, principalmente en ruinas antiguas. Egipto, Roma, Grecia, entre muchos otros.
Mis ojos pasan por encima de su escritorio y aterrizan en un archivo con el nombre
Anita Cross en el borde.
Anita.
Supuse que también había abandonado el programa después de la muerte de su
hermano y el extraño anuncio de que había sido parte del plan de Morrigan todo el
tiempo. Xavier no era más que un sacrificio para la Diosa de la Guerra. Pero de
nuevo, todo eso se cerró cuando me separé de la Oscuridad. ¿Qué haría Anita ahora?
Por mucho que quisiera odiar a la chica, todavía me sentía culpable por quitarle la
vida a su hermano, planeado o no. Dejaría que la Oscuridad gane y se convertirá en mi
momento más débil.
Deslizo un dedo por debajo del borde del archivo, deseando desesperadamente saber
qué hay dentro, pero escucho voces en el pasillo, seguidas de pasos rápidos.
Doy un paso atrás y me muevo hacia mi asiento. Mi corazón se acelera a pesar de que
no he hecho nada malo.
"Morgan, qué sorpresa". El Dr. Christensen entra en la habitación detrás de mí y rodea

el escritorio. Coloca una pila de papeles encima de la carpeta y empuja su silla hacia
atrás para sentarse frente a mí. "Me alegro de que hayas venido".
"Pido disculpas por mi comportamiento últimamente. Ha sido increíblemente poco

profesional".
Me mira con ojos amables. "Sé que la muerte de Xavier te afectó mucho".
"Fue un shock, sí".
"Y luego Anita desapareció. Nunca esperé eso, pero no sabes qué hará la gente en un
período de dolor".
Me incorporo en mi asiento. "¿Anita hizo qué?"
"¿No lo sabías? Pensé que debió haberte contactado. Es una de las razones por las que
necesitaba hablar contigo con tanta desesperación".
"No, no lo hizo. ¿Por qué lo haría ella?"
Se encoge de hombros. "¿Cortesía profesional? ¿Amistad?"
"No creo que realmente tuviéramos mucho de ninguno de esos, señor".
Me gustaría decir que parece sorprendido por mi comentario, pero no lo hace, más
resignado. Revuelve los papeles de su escritorio y veo mi manuscrito incompleto en la
parte superior. Siento una punzada de tristeza y confusión. ¿Renuncio o Damien tiene
razón? ¿Hay más en la historia?
"Lamento que este haya sido un comienzo extraño para su programa, Morgan.
Siempre hay pequeños baches en el camino, pero esto es extremo. Hablé con la junta
directiva, están dispuestos a pasar por alto la parte crítica de tu asignación durante el
resto de este semestre, siempre y cuando continúes trabajando de buena fe".
"¿No más socios?"
"No."
"Para ser honesta, Dr. Christensen, estaba planeando venir aquí hoy para dejar el
programa. He estado luchando con mi escritura".
"No me sorprende. Los caóticos acontecimientos de los últimos tiempos no favorecen

la creatividad. Pero estaría en contra de que renunciaras por completo". Coge mi libro.
"Este es un trabajo estelar. Me tienes enganchado. Este no es un libro que
permanecerá en un estante durante tres semanas en una librería y luego desaparecerá.
Este es un libro que se convertirá en un clásico y residirá en escritorios importantes
para las generaciones futuras".
"¿De verdad?"
"Absolutamente. Tómate tu tiempo. Descansa tu mente y cuando esté lista, las

palabras volverán".
"¿Está seguro de eso?"
"Positivo", dice sin perder el ritmo. "Tengo fe en ti, Morgan, y tienes trabajo que
completar. Algunos eventos de la vida no son una opción. Son una obligación.
Recuérdalo."
El comentario es extraño, pero siguiendo los pasos de los pensamientos de Damien,

me siento un poco más segura de que puedo recuperar mi escritura.
"Haré mi mejor esfuerzo", digo, poniéndome de pie. "¿Así que no has sabido nada de
Anita?"
"No. Nada".
Poco antes de realizar el hechizo de separación. Quizás lo sintió y se fue. O tal vez su
papel en todo esto haya terminado. De cualquier manera, no estoy triste de que se
haya ido.
Capítulo 9:
Morgan
Después de una cena sin incidentes, espero pacientemente a que los hombres se vayan
de The Nead. No hacen un escándalo al respecto y si no me hubieran advertido, nunca
me habría dado cuenta de que se deslizarían hacia el garaje.
Davis no cuestiona cuando le pido que me llame un taxi, pero el brillo en sus ojos me
dice que no es tonto y que ya sabe hacia dónde me dirijo.
Tal vez sea mi atuendo casual. No del todo ropa deportiva, sino jeans y una camiseta.
"Manténgase a salvo, Señorita Morgan".
"Lo haré, Davis. Qué tengas buenas noches."
Hildi me envió la dirección y le pido al conductor que me lleve de regreso.
El callejón está oscuro pero hay gente dando vueltas. Salgo del coche y estoy feliz de
encontrar a la Valquiria esperándome. También está vestida con ropa normal;
tampoco está peleando.
"Lo lograste", dice, dándome una sonrisa. De alguna manera nos hemos hecho
amigas, creo.
"Me escapé después de que los chicos se fueran".
Ella levanta una ceja rubia perfectamente esculpida. "¿No puedes irte?"
"Oh no. Puedo, pero les gusta seguirme. Ya sabes, cosas de los guardianes, pero
todavía nunca me dijeron que vendrían esta noche. Decidí que los sorprendería".
Su sonrisa se ensancha. "Me gusta. Furtivo. Y se lo merecen".
El portero que vigila la puerta trasera nos deja entrar y la multitud masiva nos
envuelve de inmediato. Está mucho más concurrido que la última vez que estuve aquí.
Y tal como dijo Hildi en el parque, la Guardia del Cuervo definitivamente es un
empate. Una enorme pancarta cuelga sobre el ring con la imagen de un cuervo negro
con las garras extendidas.
No puedo dejar de mirar la pancarta y Hildi tira de mi brazo. "¿Qué?"
"Supongo que no me di cuenta de que eran tan conocidos".
"¿La Guardia del Cuervo?" ella ríe. "Son legendarios. Literalmente."
"Se escriben leyendas sobre ellos". Ella guiña un ojo. "Tú también."
Por supuesto que lo sé, he leído la tradición, los mitos, hay libros sobre eso en The
Nead, pero es extraño saber que otros también lo saben. Aprieto a una fila de
espectadores y me siento junto a Hildi. Cuando nos instalamos, le pregunto:
"¿Entonces dime qué sabes sobre ellos? ¿Qué los hace tan especiales?"
"Su gran poder para empezar", declara. "Lo verás esta noche. Las peleas serán épicas,
te lo aseguro. Pero más allá de eso, creo que es el misterio. Es bien sabido que fueron
creados por las manos de los dioses, moldeados para proteger la tierra de la Oscuridad
que acecha bajo la superficie".
"¿Sabes acerca de la Oscuridad?" Pregunto, sintiéndome un poco expuesto.
"Todo el mundo aquí sabe sobre la Oscuridad, cariño. Sabemos quién eres. Lo que
esos chicos están haciendo por ti". Ella asiente con la cabeza hacia una puerta en el
lado más alejado de la habitación. Veo un atisbo de Clinton. "¿Te das cuenta de que
todas las mujeres y algunos hombres aquí han tratado de atraerlos a la cama?"
"Reuní tanto la última vez que estuve aquí. Antes de nuestra pelea".
Hay un momento de silencio y siento que Hildi tiene algo más que decir. Finalmente
ella espeta: "¿Es cierto? ¿Que los ha tomado a todos por compañeros?
¿No solo uno como se pretendía?
"¿Cómo sabes esto?"
Ella ríe. "Hay más chismes en el mundo sobrenatural que en el mundo humano. Las
noticias viajan rápido. Especialmente cuando tiene que ver con el destino". Debo
parecer confundida (y un poco horrorizada) para saber que todos aquí saben sobre mí
y los Guardianes, así que ella dice: "Hay decisiones en nuestro mundo que pueden
afectar a todos. Cuando Morrigan elige cinco compañeros en lugar de uno, la gente se
da cuenta".
"Ya no soy Morrigan, todo el mundo lo sabe también, ¿verdad?"

Ella me mira de cerca pero no dice nada. Las luces parpadean en lo alto y suena un
fuerte timbre, lo que indica el comienzo de los eventos. Hildi se acerca y dice: "En
otra ocasión me dirás cómo son en la cama. Supongo que también son legendarios en
ese sentido".
"Uh, está bien", le digo, preguntándome qué pensaría de que yo no tenga sexo con dos
de los Guardianes todavía. Sospecho que las noticias viajarían más rápido que un
rayo.
El chamán / árbitro cruza el ring con un micrófono.
Su voz es profunda con un ligero acento cuando comienza a hablar. "¡Bienvenidos a

nuestro evento principal! ¡La noche que todos estaban esperando! ¡El regreso de la
Guardia del Cuervo!"
La multitud se pone de pie de un salto, animando y gritando a mis Guardianes. Una

luz destella sobre la audiencia y es entonces cuando veo que muchos están
sosteniendo carteles, cada uno declarando su apoyo a uno de los hombres.
Me inclino hacia Hildi, "Así que cuando dijiste que esto era un gran problema,
quisiste decir que era un gran problema".
"Oh sí. Estos tipos son tan silenciosos y esquivos que cuando finalmente salen de ese
escondite que tienes, la comunidad se vuelve loca".
Una mujer dos más abajo de mí comienza a corear el nombre de Bunny. Miro hacia
abajo y me doy cuenta de que lleva una diadema con orejas de conejo. Veo que Hildi
quiere decir con mentes perdidas.
"Esto es surrealista", digo, más para mí que para Hildi. Mis ojos se fijan en el centro
donde el chamán anuncia a cada uno de los hombres.
Clinton, Bunny, Sam, Damien y Dylan dan un paso al frente cuando se les llama. Se
ven extrañamente indiferentes, como si fuera un día normal para ellos.
Quién sabe, probablemente lo sea.
"Para aquellos de ustedes que son nuevos en las peleas de esta noche, les explicaré el
proceso", dice el chamán, su voz resuena entre la multitud. "Cada Guardian luchará
contra una bestia de otro reino. No saben qué o con quién se encontrarán. Cada pelea
es a muerte. El superviviente gana".
"Muerte mágica, ¿verdad?" Aclaro. Había matado a Hildi en nuestra propia batalla en
ese ring. Mientras estés contra las cuerdas, la muerte es solo temporal y simbólica.
"Sí, pero no creo que tengas nada de qué preocuparte".
Sé lo que quiere decir. Es imposible pensar en ellos como perdedores en cualquier

pelea, pero también sé que no subirían al ring sin un competidor digno. Pase lo que
pase abajo será brutal y la sensación en mi estómago me impulsa a irme antes de que
comience. El pensamiento es fugaz. Cada uno de ellos me ha visto pelear mis propias
batallas y es hora de que yo haga lo mismo.
No hay más anuncios, pero los hombres se dan la mano.
Clinton da un paso adelante y los espectadores gritan y gritan su apoyo. Una figura
entra al ring frente a él. A la luz, se ve completamente normal, no como una bestia en
absoluto, y definitivamente comparable físicamente a Clinton.
"¿Está peleando con ese tipo?"
"Es solo un recipiente; una vez que comience la pelea, la bestia emergerá. Mantiene a
los guardias alerta. No tienen idea de qué tipo de oponente aparecerá, pero escuché el
rumor de que lucharán contra sus mayores temores".
"¿Sus miedos?"
"El chamán hace un hechizo y es capaz de averiguar a que los Guardianes más temen.
Ese concepto está incorporado en su oponente".
Clinton, que no lleva más que pantalones largos y negros, aprieta los puños mientras
espera que comience la señal. Su torso está desnudo e incluso desde las gradas puedo
ver los músculos ondulados que cubren cada centímetro de sus brazos, pecho y
espalda. No tiene zapatos y, por el brillo de sus ojos, sé que se muere por empezar.
Solo le toma un momento conseguir su deseo. Suena el timbre y su oponente se coloca

en medio del ring. Es un hombre escuálido, de piel pálida y una cantidad excesiva de
vello en el pecho y la espalda. Se rodean y Clinton espera el momento oportuno. He
peleado con él suficientes veces para saber que nunca dará el primer paso.
Resulta que no es necesario, ya que el hombre se estremece y llora como si ya lo

hubieran golpeado. Su espalda se arquea. Sus dientes se cierran con fuerza. Se cae, las
rodillas se doblan como Clinton, siempre alerta, se queda quieto y observa cómo
sucede.
"¿Qué es esto?" Pregunto, totalmente confundida.
"Se está transformando", responde Hildi. Casi puedo sentir la energía vibrando en
ella. Ella obviamente ama esto. Ella señala el centro. "Sigue mirando."
El hombre rueda por el suelo, llorando dolorosamente mientras su cuerpo sufre

espasmos y tirones. Hay un crujido final, como el sonido de su espalda rompiéndose,
y creo que tal vez murió en el escenario. Que la pelea fue un fracaso, pero no, pasa
algo, una transformación como dijo Hildi. Su cabello se alarga, se oscurece y se
espesa en todo el cuerpo. Su rostro cambia, convirtiéndose en un hocico más largo y
cubierto de pelos. Se revelan filas de dientes afilados e irregulares cuando abre la
boca. Solo lleva un minuto, pero el hombre se ha ido y un animal, o una bestia, ocupa
su lugar. Gruñe y el sonido reverbera a través del edificio, haciendo eco en el alto
techo de metal.
Clinton sonríe cuando la bestia se da cuenta de que está esperando y juro que su
cuerpo ha crecido en el último minuto. Los bíceps y las pantorrillas de Clinton están
cortados y son enormes. Parece más alto, más ancho. El animal de dientes desgarrados
empuja hacia atrás sus patas traseras y salta. Clinton se encuentra con él en el aire.
Sus cuerpos chocan entre sí y por mucho que quiera apartar la mirada de los dientes
afilados y la carne desgarrada, no puedo. Clinton es poesía en movimiento, puro
atletismo. Se siente como si los estuviéramos viendo pelear durante horas, pero
cuando escucho el chasquido final del cuello de la bestia y el timbre suena, el reloj
dice dos minutos. Dos fue todo lo que hizo falta.
Clinton levanta ambos brazos por encima de su cabeza, su pecho cubierto de una
mancha de sangre y es declarado ganador. Su sonrisa es de orgullo. Sus fans están
extasiados.
"¿Entonces?" Dice Hildi, golpeándome con el codo. "¿Qué piensas?"
Observo cómo se retira el cadáver de la bestia del ring.
"¿Nos quedan cuatro más?"
"Sí."
"Creo que voy a necesitar un trago. "
Yo tomé tres. Bebidas, es decir, mientras veo a los Guardianes luchar contra bestias
que ahora sé que son del Otro Lado. Son repugnantes. Primero, estaba el monstruo
lobo que Clinton demolió.
Entonces Damien se enfrentó a una bestia de piel de lagarto con una lengua que actúa
como un látigo. Esa pelea dura una eternidad, veinte minutos, hasta que Damien está
cubierto de pestañas bifurcadas por toda su piel tatuada. El veneno recubre la saliva
del anfibio, haciendo que las ronchas se eleven, pero el Guardián le corta la lengua en
la garganta y luego la ata alrededor del cuello del lagarto, ahogándolo.
Sí, ahí es cuando pido la bebida número cuatro.
Estoy menos segura cuando Sam se pavonea en el ring, con los pantalones colgando a
la altura de las caderas. Sus músculos están delgados debajo de su camiseta negra, el
color que combina con el pelaje corto de la cosa araña de seis ojos y ocho patas que
arroja una baba de color amarillo verdoso cuando lo destripa con una cuchilla que
aparece en su cinturón a mitad de camino. Se arranca la camisa después de que la
araña está muerta, limpiando la hoja con el algodón. Las mujeres de la multitud se
desmayan al ver su cuerpo e incluso yo sonrío cuando se flexiona y hace un
espectáculo. No puedo negar que estoy impresionada por su habilidad y velocidad. Es
un lado de él al que no estoy acostumbrada.
Hildi se inclina hacia mí y me susurra: "¿Es tan arrogante en la cama?"
Sonrío. "No, todo lo contrario".
Ella niega con la cabeza divertida.
Aunque nunca he visto pelear a Sam, no me sorprende que lo haga bien.
Sam es el tipo de hombre que vive la vida con éxito fácil. Su impresionante apariencia
es una tapadera fácil para él como un soldado brillante. Pero cuando Bunny entra al
ring con su brazo flácido e inútil, agarro a Hildi por miedo.
Bunny, mi dulce y gentil artista. Sin duda, es un experto. Pero también ha sufrido
mucho. Estoy a la vez llena de pavor y con ansiosa anticipación por ver qué puede
hacer.
"Dime que sobrevivirá", le suplico.
"¿No tienes fe en tu propio guardián?" La expresión de incredulidad de Hildi lo dice

todo.
"Lo hago, yo solo..." Trago. "Él consiguió esa herida protegiéndome mientras yo
estaba siendo una tonta. Si falla, es culpa mía".
Sus ojos azules son duros. "Si aprendes una cosa esta noche, Morgan, es que nunca
debes subestimar a estos hombres. Nunca. Ni por un segundo. Son inteligentes y están
hechos de un sentido de compromiso y pasión que ninguna lesión o mera
desfiguración podría destruirlos". Ella agarra mi mano. "Pero te diré una debilidad que
pueden tener".
"¿Qué es eso?"
"Tú."
Un rugido recorre la multitud y mi atención se vuelve a arrastrar hacia el ring. Bunny

ya no tiene un brazo flácido. En su lugar, se adjunta al extremo un arma afilada con
forma de pica. Corta al hombre frente a él que se ha transformado en un zombi
rabioso y babeante.
Al igual que en mi batalla con Hildi, el ring le proporciona a los luchadores armas y
atributos que tendrían en un universo alternativo. Pero también como mi pelea, Bunny
no necesita el arma. Veo la sed de sangre en sus ojos cobrizos mientras lucha contra
su atacante. O mejor dicho, atacantes. El único hombre que entró al ring se divide en
seis zombis que pueden tener muerte cerebral, pero son rápidos con garras sucias y
dientes afilados. Hildi me dice que deambulan por las tierras áridas del Otro Lado en
busca de carne para comer. Bunny se mueve con una velocidad que nunca podría
haber imaginado. Saltando, pateando y derribando fácilmente a la horda que se
arrastra. Un escalofrío recorre mi columna cuando uno se acerca demasiado al hombro
desnudo de Bunny, sus dientes peligrosamente cerca. Nuevamente, es un momento
tonto porque es la ganancia final que tiene el zombi en la pelea. Bunny lo tira al suelo
y lo apuñala en la sien con la punta de la pica. Observo fascinada cómo mi delicado
artista convertido en salvaje guerrero arranca la cabeza del cuerpo y la sostiene en el
aire con la punta de la pica de acero.
Hildi me lanza una mirada de complicidad y yo digo: "Punto tomado".
"Debes tener confianza en ellos", me dice mientras los asistentes al ring limpian la
alfombra. "Es primordial".
"Lo hago", le digo, molesta porque ella sigue sacando el tema. "Son mis compañeros,
Hildi. Los elegí basándome en sus méritos, sin siquiera ver este lado de ellos. Estos
hombres son criaturas complejas y complicadas. Dime que no los subestime, pero
tampoco debes subestimarme a mí".
Un momento de tensión se sienta entre nosotras, pero suena el timbre final.
Hildi no puede ocultar la mirada de emoción. Sé que Dylan es su guardián preferido y

si mostrara una pizca de debilidad, ella lo consumiría con avidez. Esto no debería ser
una gran sorpresa. Es moreno y melancólico, increíblemente esquivo, y ni siquiera yo
he logrado llevarlo a la cama.
Todavía.
Los otros Guardianes están al borde del ring, cada uno en varios estados de desorden.
Sus heridas sanaron en el instante en que salieron del ring, pero están sucias, cubiertos
de limo, suciedad y sangre. Damien y Sam beben de botellas de licor. Las mujeres se
abren paso entre la multitud para llegar hasta ellos, pero la seguridad las retiene.
Escucho sus nombres gritar por la arena. Como grupo, ellos también solo tienen ojos
para su Centinela. ¿Con quién peleará?
"Escuché que los maestros del juego tienen algo especial configurado para
"Dylan esta ve", dice Hildi sobre la multitud cada vez más enérgica.
"¿Algo especial? ¿Peor que la cosa de la araña o el lagarto?" Ni siquiera lucho contra
el escalofrío que recorre mi columna vertebral.
Las luces parpadean y suena el timbre. Dylan cruza el ring. Lleva pantalones negros
ajustados y botas de suela gruesa. Empuja su cabello hacia atrás, revelando los tensos
músculos del brazo debajo de su camiseta gris. La diferencia entre Dylan y los demás
es que todas sus emociones se mantienen bajas bajo la superficie. Solo unas pocas
veces lo he presenciado burbujeando a la vanguardia. Por lo que he visto hasta ahora,
sospecho que los maestros del juego también lo saben y harán todo lo posible para
llevarlo a sus límites.
La multitud ha comenzado algo diferente, un rítmico pisotón de sus pies contra las
gradas de metal. Después de un momento, el sonido supera a todo lo demás. Toda la
arena es una ola de sonido unificado. No puedo apartar los ojos del hombre del ring.
Gira los hombros y mira al lado opuesto del ring.
Las luces del techo destellan a través del ring y aterrizan sobre una persona muy
pequeña. Un grito ahogado recorre la multitud y el pisotón se ralentiza. Frunzo el ceño
y le pregunto a Hildi: "¿Es un niño?"
La Valquiria se tensa. "Los maestros del juego no solo están jugando con él
físicamente, sino también mentalmente".
"¿Qué?" Pregunto, pero Dylan camina hacia la niña, es ella, una niña, de cabello
oscuro y falda acampanada. Un pasador brilla en su cabello. Un sentimiento
inquietante se despliega en mi pecho. "¿Qué es lo que va a hacer?"
"¿Qué opinas?"
La niña vuelve la cabeza y se me enfría la sangre. Miro hacia el Guardián y veo cómo
se le seca la cara, se le palidece la tez. Empujo pasado Hildi, paso junto a los demás
en mi fila y bajo corriendo las escaleras.
No tengo ninguna duda de quién es esa chica.
Ella soy yo.
Incluso mientras corro, puedo decir que él la reconoce a ella, a mí. Hay una vacilación
en su paso cuando mueve las cuchillas de sus muñecas, disparando desde el dorso de
sus manos como plumas en un ala. Llego al margen y el guardia de seguridad me
detiene.
"¡Damien!" Grito, ya que es el más cercano. "¡Damien!"
Se vuelve, una línea profunda en su frente, claramente confundido de que yo esté

aquí. Pero él le pide a la seguridad que me deje pasar y me da una mano hasta el borde
del ring.
"¿Qué estás haciendo aquí?" pregunta, pasando un brazo alrededor de mi cintura. Me
aprieta junto a Sam, quien también lo mira dos veces cuando se da cuenta de que
estoy aquí. Al otro lado de los rieles, veo a Dylan rodeando a mi pequeño
doppelganger.
"Hildi me invitó". Señalo por encima de su hombro. "¿Sobre qué demonios es todo
eso?"
Antes de que alguien pueda responder, la mini-yo, con un vestido que recuerdo
claramente, abre la boca y desquicia su mandíbula como una serpiente. Sus dientes
sobresalen, chorreando veneno, y cualquier duda que Dylan tenga se desvanece. Él
corta su cuerpo con las cuchillas y yo grito, cubriéndome los ojos. Damien aprieta mi
costado y miro hacia arriba para ver humo negro en el lugar de la chica. Me mantengo
erguida y observo con horror cómo la forma se convierte en un tornado arremolinado,
girando en espiral en el aire. Toda la arena se congela de fascinación a medida que la
niebla toma forma. Noto el cabello primero. Luego los labios.
Damien inhala a mi lado y la mano de Sam se desliza en la mía.
Morrigan, muy parecida a mí.
Dylan retrae las cuchillas y el sonido hace eco a través de la habitación silenciosa. Se
mete la mano en el bolsillo trasero y saca un objeto pequeño y alargado.
Con un giro brusco se despliega en un rollo de cuero. Es un látigo.
"¿Que está pasando aquí? ¿Por qué está peleando conmigo?"
El chasquido del látigo corta mi interrogatorio. Dylan rodea la forma burlona. Se lame
los labios y apoya una mano sobre su pecho. Habla en voz baja que sospecho que solo
él puede oír. Todo lo que ella dice lo golpea como una tonelada de ladrillos.
Él la mira fijamente durante mucho tiempo y por un momento pienso que no la

matará. Sus ojos se vuelven fríos, zafiros azul oscuro. Ella sonríe burlonamente y da
un paso adelante. "Ella no puede hacerle daño, ¿verdad?" Pregunto.
"Ella hará daño", dice Damien. Se golpea un lado de la cabeza antes de inclinarse
sobre la barrera. "¡Destrúyela, Dylan!"
No puedo apartar los ojos de la ficción. Ella se parece tanto a mí. Sus ojos, su rostro y
su cabello. Ella es una réplica perfecta. Veo la más mínima vacilación en su ojo, una
confusión. ¿Qué tiene Morrigan que lo tiene tan atado?
"¿Dylan?" Grito. Él mira, parpadeando una vez. "¡Mata a esa perra!"
Salta de su calma y se lanza hacia ella. Ella responde, muchos de sus movimientos me
recuerdan a los míos. Puedo predecir cada movimiento, cada paso. Sé antes que ella
cuándo pateará o se agachará. Ella y Dylan luchan mano a mano, sus ojos oscuros se
iluminan con fuego después de cada golpe. Él le sujeta la barbilla y su cabeza se echa
hacia atrás. Para mi sorpresa, la sangre gotea de su labio. Ella lo lame y sonríe.
Él se mueve rápidamente, deslizando sus pies por debajo de sus piernas. Inclinándose,
alcanza su garganta y la sostiene en el aire. La multitud se pone de pie de un salto y el
coro de pisadas comienza de nuevo. La figura se mueve de nuevo, justo entre sus
dedos, convirtiéndose en humo. De nuevo gira por el aire, pero esta vez por encima de
su cabeza. Fuera de la niebla, las plumas se estiran, creando una gran envergadura de
alas, seguidas de un pico y ojos oscuros y brillantes. La multitud jadea y grita ante la
figura: todos sabemos lo que significa. Cuando Morrigan envía su Cuervo, su enemigo
está muerto.
Dylan está debajo del Cuervo, su sombra cubre su rostro.
Un enorme aleteo de alas y creo que está a punto de caer, rendirse al poder de la
Oscuridad. El pájaro se desliza por el aire con las alas extendidas en señal de victoria
y siento los dedos de Sam apretarse en los míos. Dylan se mueve solo una pulgada,
apenas eso, apretando el puño. El espiral de su látigo olvidado se desliza por la lona.
Gira sobre sus talones, la cola negra volando sobre su cabeza, atrapando al Cuervo por
los pies. Tira con fuerza, los músculos se abultan, tirando al pájaro de regreso al suelo.
Aterriza con un ruido sordo, ya no es un pájaro. Ya no es un cuerpo.
Solo la bruma de magia que se desvanece y acaba de ser derrotada.
El timbre suena sobre la multitud que lo vitorea y las luces parpadean, lo que indica el
final de la pelea.
Damien me da un abrazo, claramente aliviado de que el evento haya terminado. Lo

suelto rápidamente, empujando para llegar a Dylan, quien atraviesa la barrera para
salir del ring. No me mira a mí ni a los demás. Sus ojos son duros y torturados,
enfocados en salir de la arena.
"Déjalo ir", dice Clinton, reteniéndome. "Sólo dale un minuto".
Cualquier otra noche lo haría, pero no esta noche. No esta vez.
Lo ignoro y me escapo, siguiendo el despertar de Dylan.
Capítulo 10:
Dylan
La multitud se aparta, plenamente consciente de que deben mantenerse fuera de mi
camino. Mantengo mis ojos enfocados en la puerta contra la pared del fondo. Si puedo
llegar allí, puedo perderlo en privado.
Aunque me dan espacio, los espectadores gritan mi nombre con tanta ferocidad que lo
siento en mis huesos. Soy reverenciado.
No hay una clasificación más alta en esta arena que Guardián y después de ese
espectáculo todos quieren una parte de mí o de mis hermanos.
Una sombra oscura cruza el rabillo del ojo y aprieto el puño, buscando el mango del
látigo, pero por supuesto que se ha ido. También lo es la sombra.
Estoy perdiendo la mente.
La puerta está a cinco pies de distancia e ignoro todas las voces que me llaman por mi
nombre.
Cuatro pies. Tres. Dos…
Golpeo mis palmas contra la puerta de metal y entro en una ráfaga de aire fresco
desde la sala de preparación. Me arranco la camisa y la tiro al suelo.
La puerta se abre justo detrás de mí y giro. El chamán se interpone entre la puerta y

yo.
"Lárgate de aquí", le digo.
"Dylan, lo hice por tu propio bien".
Cojo una toalla y me limpio la cara. "¿Estás bromeando? Sé que me inscribí, pero fue
brutal. No les hiciste eso a los demás".
"Sí, lo hice. No te hice nada. Realizo el hechizo; eres tú quien voluntariamente reveló
al mundo cuál es tu mayor temor, y resulta que es una niña pequeña".
Algo en mi cerebro se rompe y corro hacia el chamán. Levanta la mano con la palma
hacia afuera y aparece una barrera invisible entre nosotros dos. Lo golpeo con toda mi
fuerza y reboto, chocando contra la pared.
"Junta tu mierda, Dylan. Esta guerra no ha terminado".
Abre la puerta y se va, envuelto en el sonido de la multitud. Me pongo de pie

tambaleante y tomo el objeto más cercano, un banco de metal largo. Lo tiro por el
pasillo donde se desliza hasta que choca contra la pared del fondo. Golpeo el casillero,
golpeando mi puño en el metal, una y otra y otra vez, hasta que la piel se rompe y la
sangre gotea por mi mano. La pelea pasa por delante de mí. Morgan como una niña,
Morrigan como una tentadora malvada, el cuervo simbólico.
El chamán tiene razón. La guerra no ha terminado, no importa cuánto quiera que sea.
Pateo un bote de basura y miro a la pared mientras la puerta se abre una vez más.
"Sal. No quiero hablar con nadie".
Después de un momento, la puerta se cierra y exhalo, tratando de aclarar mi mente.
Estoy tan jodidamente enojado y tan increíblemente asustado. No solo por mí, sino
por los otros Guardianes y por Morgan más.
Escucho un paso y giro, puños cerrados y listo. La verdadera Morgan está de pie
frente a mí, con las manos levantadas en paz, luciendo tan hermosa con jeans
ajustados y una sudadera con capucha como lo hace con un vestido elegante. Doy un
paso atrás.
Sus ojos se dirigen hacia la destrucción que he causado en la habitación y mi mano

sangrante. "Estás herido", dice ella, acortando la distancia entre nosotros.
"No es nada", gruño, limpiándome los nudillos en los pantalones. "Deberías irte."
"No me voy, Dylan." Ella me alcanza y me estremezco. La adrenalina todavía corre

por mis venas y un movimiento en falso y puedo romperla como una ramita.
Una vez más, mis miedos están enconados y abiertos esta noche. Aparto la mirada de
su rostro, pero puedo oler su cabello y sentir su calor.
"Si no te vas, yo lo haré". Empiezo a moverme a su alrededor, pero su mano se agarra

a mi brazo.
"No vas a ir a ningún lado y yo tampoco". Miro su mano y pienso en lo fácil que
podría escapar, pero luego mis ojos recorren su cuerpo hasta su rostro y sé que no es
más que una maldita mentira. "Esta noche es la noche en la que dejas de huir de mí.
Dejas de tenerme miedo".
Me río. "¿Y cómo propones hacer eso?"
Se pone de puntillas, pero yo ya me inclino, atraído hacia ella como un imán. "Eres mi
compañero, Dylan, no más irte corriendo. No más excusas. Es hora de sacar a esa
perra de tu cabeza y poner tus manos en mi cuerpo".
La lucha interna es fuerte. Tan fuerte, y me he resistido durante tanto tiempo, pero la
imagen de ese Cuervo en lo alto rompió algo en mí. Si la señal es verdadera, no tendré
que esperar mucho.
Pongo mis manos en sus caderas y me rindo.
Capítulo 11:
Morgan
Los labios de Dylan están calientes y su pecho está sudoroso, las heridas frescas
marcan su piel. Me besa con entusiasmo y yo lo quiero así, crudo e implacable.
Ha trabajado tan duro para ponerse a mi nivel que ahora me doy cuenta de que eso
nunca sucederá. Dylan es un guerrero. Un luchador. Lleva sobre sus hombros las
cargas del pasado y del futuro.
Me guía hacia la pared, mi espalda presionando contra la superficie dura.
Con una mano contra la pared y la otra rozando mi costado, tiro de la cintura de sus
pantalones. Me siento aliviada de que no haya dudas, no hay contraataques.
Sigue besándome mientras se quita los pantalones, luego los calzoncillos ceñidos que
usa debajo. No se puede negar su excitación. Retrocediendo, sus ojos siguen mi mano
mientras desabrocho la sudadera con capucha y me la quita de los hombros. Inclina la
cabeza, primero besando entre mis pechos, luego hundiendo sus dientes en la suave
carne en el hueco de mi cuello. Mis pezones se endurecen y lanzo un silbido de placer.
"No te detengas", le digo, aunque nada implica que lo hará.
Cada centímetro de mi piel se estremece de anticipación.
"He esperado una eternidad para demostrar mi valía como tu pareja", declara. "No
podría detenerme ahora si los mismos dioses me arrancaran de este reino".
Mi estómago se aprieta cuando su pene me roza. La mancha entre mis piernas se

humedece cuando retuerce los dedos debajo de mis bragas, la tela se rasga con un
fuerte tirón. Nuestros cuerpos chocan y de nuevo se agarra para quitarme el sujetador
de la espalda, impaciente con cualquier barrera entre nosotros. El elástico se rompe
bajo la presión y el trozo de encaje cae al suelo con el resto de nuestra ropa. Cuando
ambos estamos desnudos y su boca ha vuelto a encontrar la mía, me levanta por
debajo de las piernas y me empuja contra la pared.
Su pene se desliza entre mis piernas, no dentro de mí, todavía no. Estoy agradecida
por su fuerza, la forma en que puede sostenerme, la forma en que puedo sentir su
cuerpo. Me gusta la forma en que se siente presionar contra la parte baja de su vientre.
La forma en que su piel se frota contra la mía. Me gusta la punta pegajosa de su pene
contra mi trasero. Presiono contra él. Mis pechos, mi clítoris, mi trasero.
Me asegura por el gemido bajo en su garganta que a él también le gusta.
Mordiéndose el labio inferior, gruñe a cambio, pero solo quiero una prueba de que
esto es real, no otro sueño o deslizamiento de la realidad. Sin magia. Solo nosotros. El
dolor no hace más que estimularlo. El ruido es profundo y le tiembla en el pecho.
Con manos fuertes, me posiciona de la forma en que me quiere, de la forma en que se

siente tan, tan bien.
Estoy resbaladiza. Está duro con el deseo. Justo antes de entrar en mí, se aparta y me
mira con ojos que me cortan el alma. Jugueteo con su pezón duro y marrón y traga
saliva.
"Tómame", le susurro contra sus labios. "Fóllame".
Sus ojos están clavados en los míos y se lame los labios. En tono reverente dice:
"Como desee, Su Majestad".
Lanzo mis brazos sobre su cuello cuando entra. Lo siento en cada centímetro de mi
cuerpo. Siento su pasión. Su lealtad. Clavando mis uñas en su espalda, me aferro a mi
vida cuando comienza a moverse. Dylan no solo se está apareando conmigo. Está
exorcizando demonios.
No es gentil. No es lento. No hay paciencia ni cortesía como con los demás. No,
Dylan me folla con rectitud, empujando las caderas con tanta fuerza que mi
respiración se convierte en jadeos superficiales. Entrelazo una mano en su cabello y
fuerzo su boca contra la mía. Su mandíbula se tensa y siento más que escuchar las
palabras que salen de sus labios.
"Oh Dios", lloro.
Sus movimientos se vuelven frenéticos, el espiral en la parte inferior de mi vientre se

aprieta y se retuerce, dejándome temblando y jadeando. Yo, no él, porque mientras
mis paredes tiemblan y gimo mi éxtasis, él me golpea con una necesidad implacable.
Mis rodillas se doblan y estoy casi encorvada contra la pared, cuando se detiene
rápida y repentinamente, deja caer su frente sobre la mía y derrama todo lo que tiene
en mí en varias embestidas exageradas.
Le aparto el pelo de la frente y me mira con ojos aturdidos.
"¿Mejor?" Pregunto. Él todavía está dentro de mí. Cálido. Garantizado.
Parpadea y una sonrisa lenta y aliviada adorna su hermoso rostro. "Sí. Sí, así está
mejor".
Por mucho que lo odie, me separo de él, lo suficiente como para agacharme con las
piernas temblorosas. Apenas se mueve, se mantiene cerca y lo toco en el estómago.
"Necesito que me digas de qué se trata todo eso".
"Lo sé. Voy a hacerlo."
"No puedes protegerme para siempre". Miro su rostro.
"Puedo", dice. "Y lo haré, pero tienes razón, tenemos que hablar. Todos nosotros."
Me envuelve en sus brazos, la ira y la angustia que ha estado cargando es una fracción
de lo que ha sido durante las últimas semanas. Sé que tenemos que salir de la
habitación y encontrar a los otros Guardianes, pero ahora mismo solo quiero tener un
momento final de paz. Por el peso de los brazos de Dylan a mí alrededor, sé que él
también lo siente.
Tomamos el camino más largo de regreso a The Nead, caminando de la mano por las
calles largas y concurridas de Nueva York y luego atravesando el parque. La rabia que
lo consumió en la pelea parece haberse disipado, aunque fue reemplazada por algo
diferente.
Es casi el amanecer y la casa está en silencio cuando subimos los escalones de la

entrada. No estoy lista para lo que sea que Dylan tenga que decirnos a mí y a los otros
Guardianes. Cuando llegamos al rellano entre los pisos de mi suite y la suya, levanto
la barbilla y digo: "Ven a mi habitación".
Me sorprende cuando dice que sí con un beso y me permite llevarlo a mi habitación
con la mano.
Esta vez lo tomamos más despacio. Ambos estamos limpios de las duchas del
gimnasio. La sangre se ha lavado y Dylan huele fresco, como a jabón. Sus ojos azules
palpitan con energía mientras se toma su tiempo para desabrochar mi sudadera con
capucha, rozando sus dedos sobre la hinchazón de mis pechos. Él besa mi cuerpo y
me recuesto en el suave cojín de mi cama, levantando mis caderas para que pueda
quitarme los jeans. Desde allí lo veo levantarse la camisa por la cabeza, revelando la
impresionante pila de músculos que recubren su estómago. Cuando se baja los
pantalones, no dudo en alcanzarlo, tomando la dura pero suave varilla de terciopelo en
mi mano.
Su estómago se hunde ante mi toque y trepa sobre mi cuerpo. Caliente sobre caliente.
Mojado sobre mojado. Su lengua sabe a menta y las yemas de sus hábiles dedos se
sienten ásperas. Cuando rueda sobre su espalda y me ajusta sobre sus caderas, todo mi
cuerpo se pone en alerta. Lo monto lentamente, moviendo mis caderas a mi propio
ritmo. Planeo hacer que dure lo más que pueda porque cuando salgamos de la cama,
tengo la sensación de que nuestras vidas ya no serán las mismas.
Se ha ido cuando me despierto. Su lado de la cama está fresco al tacto, pero hay una
nota que simplemente dice que nos encontremos abajo a las nueve.
Miro el reloj. Dice 8:54.
Luchando, corro hacia el baño para lavarme la cara y cepillarme los dientes. Estoy
vestida con la ropa de anoche cuando entro en la biblioteca. Todos están esperando,
excepto...
"¿Dónde está Bunny?" Pregunto.
"Probé en su habitación. Estaba cerrada", dice Sam, dejándome espacio en el sofá.

Paso junto a Dylan y percibo su olor. Mis rodillas se debilitan y pienso en su rostro,
horas atrás, perdido en el éxtasis. Cuando nuestras miradas se encuentran, no tengo
ninguna duda de que él está pensando en lo mismo. Me doy cuenta de que he tenido
sexo con todos los hombres de esta habitación. Esto debería escandalizarme. No lo
estoy.
"¿Podemos encontrarnos sin él?" Dirijo esta pregunta a Dylan.
"Tendremos que hacerlo", responde, cerrando la puerta y caminando hacia un sillón

de cuero. Me sorprende cuando se sienta. Dylan rara vez se sienta en estas reuniones.
"Nos estamos quedando sin tiempo".
"¿Qué pasa?" Clinton pregunta desde su lugar frente a mí.
Damien se sienta en la silla junto a él.
"Todos ustedes fueron testigos de mi pelea anoche. El chamán me sacó de la cabeza

un miedo que no había podido reconocer por mi cuenta". Me mira. "Bueno, no todo.
He conquistado algunos demonios desde entonces".
"Se trata de Morrigan, ¿no? Ella te dijo algo" Dice Damien. Se inclina hacia adelante
en su asiento. "¿Qué era?"
"Espera", digo antes de que alguien vaya más allá. "Las peleas no son 'reales', ¿cómo
pudo ella decirte algo?"
"Es bastante real", dice Sam a mi lado. "Es una magia que canaliza la energía de un
universo alternativo. Como apareció tú arma en la lucha contra Hildi. Es real, pero no
real".
Se forma una roca en mi estómago. "¿Entonces estás diciendo que esa era la verdadera
Morrigan?"
Dylan traga y asiente. "Una parte de ella, sí".
"Entonces ella no está muerta".
"No."
Empiezo a ponerme de pie, pero Sam me tira hacia atrás. Aparto mi brazo de un tirón,
mirándolo con furia. "Dijiste que se había ido"
"Dijimos que ella se separó de ti. No había evidencia de que hubiera sido eliminada
por completo".
Niego con la cabeza, negándome a creer lo que están diciendo. "Eso es basura. Soy
una prueba. Ya no escucho su voz, o tengo cambios de humor o, ya sabes, no me voy
a un intercambio de energía sexual caliente como antes".
"Para ser justos", dice Clinton, "creo que tu apetito sexual se está satisfaciendo de
manera más constante ahora que has declarado a tus compañeros".
"¿Qué pasa con las voces? Se fueron. De hecho, estoy creativamente seca. Lo que sea
que Morrigan me estaba dando para mi libro se ha detenido por completo".
"No creo que lo entiendas", dice Dylan. "Morrigan se separó de ti. En los mitos a
menudo hay tres encarnaciones. Puede que solo seas una".
"¿Por qué dirías eso?"
No me gusta la forma en que aprieta la mandíbula cuando responde: "Porque ella me

dijo que la Oscuridad todavía estaba en este mundo. La gente va a morir, si aún no lo
ha hecho".
"No he lastimado a nadie".
"Eso lo sabes", señala Damien.
"¿Estás diciendo que apestas tanto como Guardián que me dejas vagar por la ciudad
infectando a la gente? Porque eso suena más a tu problema que al mío".
"Puede que hayamos sido un poco laxos", admite Dylan. "Pero ya no más. No hasta
que averigüemos esto".
"Lo que estás diciendo es que no confías en mí".
"No. Eso no es lo que estoy diciendo. Digo que no sabemos exactamente qué está
pasando. Te advertí que era posible tener consecuencias por el uso de magia oscura",
dice, sosteniendo mi mirada enojada.
"Así que no confías en mí y es mi culpa". Estoy siendo irracional. Lo sé, pero eso es
lo que pasa con la irracionalidad. No tiene sentido. Intento moverme para salir de la
habitación y siento la gran mano de Dylan envolver mi brazo. "¿Qué?"
"No te culpamos. Pero es nuestro trabajo estar al tanto de esto. Todos hemos estado un
poco distraídos".
Me aparto y me dirijo a la puerta. "No te preocupes", le digo por encima del hombro.
"Solo voy a mi habitación. No puedo matar a nadie ahí arriba."
Capítulo 12:
Clinton
"Déjenla ir", les digo a los otros tres. "Dale un minuto para que se calme".
Dylan se frota la cara y se sienta en la silla. "Sabía que no se lo tomaría bien, pero no
pensé que se volvería loca de esta manera".
"¿De verdad?" Dice Sam. "¿No pensaste que estaría molesta al saber que más
personas van a morir y que el gran hechizo que realizamos fue un fracaso?"
"No fue un fracaso", intervengo. "Logramos lo que queríamos: sacar la Oscuridad de

Morgan para que ya no matara a la gente. Ella no está."
Damien levanta una ceja. "¿Estás seguro de eso?"
"Bastante jodidamente seguro".
Entonces, ¿de quién está hablando Morrigan?
"Necesitamos revisar los hospitales", dice Sam.
"O la morgue", agrega Damien. "Si encontramos a las víctimas, podemos encontrar
quién lo está haciendo".
Dylan estira las piernas. "Al menos sabemos que la propia Morrigan está en el Otro
Lado, lo reveló en el ring. Y si asumimos que no es Morgan..."
"Luego hay un tercero", digo. "Tendremos que encontrarla. No debería ser demasiado
difícil en una ciudad del tamaño de Nueva York".
Sam se levanta y camina por la habitación. "Entonces, ¿qué hacemos con Morgan?
¿Cómo averiguamos cuál es su posición en todo esto?"
"La probamos", dice Dylan. "Como antes. Si lleva parte de la Oscuridad dentro de ella
o algún tipo de poder místico, lo sabremos".
No puedo evitar preguntar: "¿Lo haremos?"
Nadie responde a esa pregunta. Después de un momento agrego: "Entonces, ¿dónde
está Bunny? No es propio de él perderse una reunión".
Damien interviene: "No lo he visto desde la pelea. Desapareció después de la ronda de

Dylan".
"Como dije, revisé su habitación. No respondió y la puerta estaba cerrada", dice Sam.
"Pero si sus pinturas se parecen en algo a mis fotos, probablemente ya sabía que esto
iba a suceder".
"¿Sabías?" Pregunta Dylan.
"No específicamente, pero sí, sabía que algo estaba mal. Supongo que solo esperaba
estar equivocado".
Damien se frota la barbilla. "Bueno, encuéntrelo y tenemos que echar un vistazo a su

trabajo más reciente". Mira a Sam. "El tuyo también."
Sam asiente. "Suena bien."
Miro alrededor de la habitación. "¿Y Morgan?"
Dylan hace una mueca. "Le daremos hasta mañana para descansar. Después de eso,
tenemos que saber qué puede hacer ella".
"¿Y qué pasa si ella no puede hacer nada? ¿Y si ella es solo una mortal?"
Pregunta Damien.
Miro a Dylan, que parece tan preocupado como yo. "Entonces probablemente estemos
jodidos."
Capítulo 13:
Morgan
Donde había calor hay un chasquido de frío, agudo y helado en su frente. Maverick
observa su entorno. Paredes y suelos de piedra. Un pasillo iluminado con antorchas.
Hace un momento ella estaba en el bosque detrás de la casa de su familia, luchando
contra el gato gris y matando al príncipe. Ahora está en algún lugar lejano y
desconocido.
Ella mira sus manos. La sangre ha manchado sus palmas. La daga de antes se ha ido,
pero una hoja más larga y mortal cuelga de su cadera.
"¿Dónde diablos estoy?" dice en voz alta. Ninguna voz responde, pero siente algo: el
profundo zumbido de la magia.
Maverick nota que su ropa ha cambiado. Ya no lleva el atuendo de la escuela que se

había puesto en el bosque. Sus pantalones son de cuero negro ceñido al cuerpo. Botas
resistentes cubren sus pies. Su camiseta es oscura y está hecha de piel gruesa.
Se da cuenta rápidamente de que debe haber resultado herida. Quizás asesinada, y

esto no es más que una alucinación.
Da un paso tembloroso por el pasillo, pensando que la única salida es despertarse o

averiguar dónde está. A lo lejos, una fuerte explosión sacude los cimientos. ¿Fuego
de cañón? Maverick ya no está en los suburbios de Georgia. Ella sigue caminando.
Los pasos resuenan en la distancia y ella se aprieta en una sombra contra la pared
fría. En la intersección más cercana pasa corriendo un grupo de soldados, vestidos
con el más oscuro de los negros. Un parche rojo sangre descansa sobre su pecho.
Está demasiado lejos para distinguir el diseño.
Una vez que está segura de que se han ido, da la vuelta por donde vinieron y se abre
camino a través de los giros y vueltas de los pasillos. No tiene idea de adónde va,
pero un tirón en la boca del estómago la guía. Izquierda, luego derecha, luego
derecha nuevamente. No hay vacilación en los giros. El instinto la guía.
Eso es hasta que llega a una división en el pasillo. Tres direcciones diferentes desde
el salón principal. Su cerebro le dice que avance, pero su corazón la empuja hacia la
izquierda. Otro sonido rebota en las paredes de piedra y ella elige el camino por
delante antes de que se dé cuenta.
El pasillo se hace más grande, más alto y más ancho con cada paso. La decoración es
grandiosa. Tapices se alinean en las paredes, cada uno representa una batalla
sangrienta diferente.
Maverick se detiene frente a uno. En un rico hilo negro, un cuervo vuela por el cielo.
No hay duda de qué y quién se encuentra al final del pasillo. Ella toma una
respiración profunda y tranquilizadora.
Las grandes puertas arqueadas están abiertas de par en par. Están hechos de un
hierro grueso e impenetrable. Las actividades en la habitación mantienen los ojos
lejos de ella y lentamente se abre camino hacia la cámara abarrotada.
Los espectadores presionan sus espaldas contra los bordes de la sala. El techo es alto
y abovedado. El foco central de la sala es un trono y la reina innegable encaramada
en su asiento. Dos enormes estandartes cuelgan de las vigas: cuervos, naturalmente.
Ambos llevan cráneos en sus garras.
La reina tiene su propia unidad de guardias, pero sus rostros son desconocidos.
Un guardia con cabello rubio ondulado y barba a juego da los pasos hacia adelante.
"¡Tranquilo!"
Todo el salón se queda en silencio. Maverick avanza poco a poco detrás de un pilar
de piedra.
"Están todos aquí para conocer el destino de nuestra misión", dice la Reina con voz
fuerte y segura. "Se hizo un sacrificio. La entrada se rompió. Perdieron a un
hombre".
"Pero", dice un hombre al otro lado de la habitación. "¿Qué pasa con los cañones?"
"Da un paso adelante", exige la Reina, pero no tiene sentido porque los guardias,
incluido el que había hablado antes, lo han arrastrado desde su lugar entre la
multitud. En un tono uniforme ella pregunta: "¿Querías hablar?"
"Los cañones", dice de nuevo. El miedo ensombrece su expresión. "Hay peleas en el
campo de batalla, ¿correcto?"
Como si fuera una señal, otra explosión sacude los cristales de las ventanas de
plomo.
"Como ha señalado este hombre, se desata una batalla en el lado sur del país.
Durante el ataque a la puerta de entrada surgieron complicaciones".
Los murmullos recorren la multitud. La Reina levanta la mano pidiendo silencio.

Maverick no se ha movido ni un centímetro. "Los Guardianes están en nuestro reino.
Creen que pueden detenernos, pero los mataremos, dejando la puerta desprotegida.
Es sólo cuestión de tiempo antes de que lo borremos por completo".
Ella agita su mano y el guardia barbudo empuja al hombre interrogante a sus

rodillas.
"Lo siento", se disculpa, pero todo se mueve demasiado rápido. Maverick observa
cómo una hoja corta el aire y, con una rápida puñalada, libera la vida del cuerpo del
hombre. Cae de frente, aterrizando con la mejilla en el suelo de piedra. Solo entonces
se da cuenta del destello de un gris rozando los pies de la reina.
El gato.
Parpadeo y miro las palabras en la página, o más bien, las páginas. Hojeo el cuaderno,
atónita por el volumen. No he escrito una oración en el último mes y luego, ¡zas!
Todo eso surge sin pensarlo dos veces.
Me invade una extraña sensación. Un poco fuera del cuerpo y mucho déjà vu. Al igual
que con la primera parte de mi libro, la historia se siente cercana. Demasiado cerca.
¿Pero cómo? Sé que nunca estuve en el Otro Lado. Estuve aquí, lidiando con la
pérdida de mis padres y sobreviviendo. Recuerdo lo que Dylan me ha dicho sobre los
últimos cinco años. Que después de la escaramuza en el bosque se transformaron en
hombres y fueron a librar una batalla mortal contra Morrigan, manteniéndola fuera de
este reino. ¿Quizás eso es todo? Quizás estoy viendo su tiempo en el Otro lado.
Un golpe en mi puerta me hace saltar y cierro mi cuaderno, no sin antes ver la última
línea sobre el gato gris.
Anita.
Definitivamente me gustaría tener una conversación con ella, si tan solo pudiera
averiguar dónde se esconde.
Desde la luz que se desvanece fuera de mi ventana, veo que han pasado las horas.
¿Cuánto tiempo llevo aquí arriba? Quienquiera que esté fuera de la puerta vuelve a
golpear y yo salto y grito: "Ya voy".
No corro, todavía estoy molesta por la reunión anterior. Siento que hay un tira y afloja
en mi cuerpo, mi mente. ¿Se ha ido la oscuridad? ¿Morrigan? Cuando sugirieron que
me quedaba un poco de su poder, no puedo negar que estaba emocionado. De una
manera extraña la extrañaba. Pero sé que es una perra malvada y lo último que quiero
es que me controle.
Tengo un momento de claridad mientras alcanzo la puerta. Esa es la cosa.
Morrigan realmente no me controlaba. Cuando éramos una, podía controlarla. Giro la

perilla y Clinton se para al otro lado, con los nudillos levantados.
"¿Ibas a derribar la puerta?"
"Si no lo hubieras abierto, lo habría hecho", responde. Me estudia. "¿Estás bien?"
"Solo cansada."
Él frunce el ceño. "Bueno, odio decírtelo, pero tenemos que salir".
"¿Y hacer qué?"
"Localizamos a algunas personas con síntomas. Supuse que querrías acompañarme a

comprobarlos y ver si están infectados".
Demonios, sí, quiero ir.
"Déjame buscar mi chaqueta."
"Mierda", le digo, mirando al hombre en cuarentena. Nunca lo había visto antes.
Nunca escuché ni vi su nombre. Clinton le dijo algo al guardia y nos consiguió cinco
minutos de acceso. Su palidez gris y sus ojos vidriosos se parecen exactamente a los
de Xavier antes de morir. "¿Quién es él?"
Clinton se encoge de hombros, pero toma una foto rápida de los formularios médicos
colgados en un portapapeles. Pasamos a la habitación contigua y hay dos víctimas
más. Una mujer y un hombre
"Mierda, mierda, mierda", murmuro de nuevo. "¿Qué hacemos? ¿Cómo detenemos

esto?"
"Descubrir dónde lo consiguieron, cómo o quién lo está difundiendo".
"¿Y si no lo hacemos?"
Por un momento me siento aliviada de que no haya forma de que podría haber sido
yo. Rápidamente, sin embargo, la molestia de que Morrigan esté suelta y no tenga
ningún control sobre ella. Descanso una mano en el brazo de Clinton.
"Creo que sé a quién buscar".
"¿A quién?"
"Anita Cross.”
Capítulo 14:
Clinton
No me sorprende escuchar a Morgan sugerir que busquemos a Anita, aunque tengo
mucha curiosidad de que le haya tomado tanto tiempo hacer la conexión. Anita y
Xavier son jugadores en el juego de Morrigan. Simplemente no estoy seguro de hasta
qué punto.
"¿Alguna idea de dónde puede estar?" Pregunto en el camino por el ascensor.
"Ninguno."
"¿De verdad?"
"Ella es rica, hermosa y vivía en un ático increíble", dice. "Su hermano era banquero o
algo así. Aparte de nuestro programa de escritura, teníamos muy poco en común".
Suena la campana, notificándonos que estamos en nuestro piso. Las puertas se abren y
salgo. Morgan no se ha movido ni un centímetro, sus ojos se entrecerraron en
concentración.
"¿Morgan? ¿Estás bien?"
"Creo que sé dónde podemos obtener más información sobre Anita".
"¿Sí?"
Da un paso adelante y desliza su mano en la mía. "Tenemos que visitar a mi asesor".
"¿El profesor?"
"Sí, dijo que no sabía a dónde fue, pero es un bastardo entrometido. Sospecho que
tendrá una idea".
Cada soldado tiene una encrucijada en la que debe tomar una decisión en un abrir y
cerrar de ojos. Sentado al volante de mi camioneta con Morgan en el asiento del
pasajero, tengo que tomar una decisión. Arriesgar más vidas o revelar un secreto que
pueda enviar ondas de choque a mi hogar y mi vida.
"¿Estás segura de que esto es lo que quieres hacer?" Pregunto, dándonos a los dos una
última salida. "Puede que tenga preguntas".
"Creo que Anita es un factor importante en todo esto".
Asiento con la cabeza y hago rodar el camión hacia la calle. En la primera

intersección tengo la opción de girar a la derecha o a la izquierda. La universidad está
a la derecha pero yo me dirijo a la izquierda.
Morgan no está lo suficientemente familiarizada con la ciudad como para darse cuenta
de que vamos en la dirección equivocada hasta unas cuadras más tarde, cuando el
escenario cambia. Las calles se vuelven más limpias. Las casas más bonitas. Estamos
en una zona residencial.
Noto que sus dedos se mueven sobre el asiento. Ella se inclina hacia adelante y
pregunta:
"¿Dónde estamos?"
"Sutton Place".
"Esto no está cerca de la escuela".
"No", estoy de acuerdo, viendo la casa más adelante. Ocupa media cuadra. Ladrillo
rojo y tres pisos de altura. "Dijiste que querías hablar con el profesor Christensen.
Aquí es donde está."
Ella me enfrenta. "¿Qué está pasando, Clinton?"
Abro la puerta del camión. "Lo descubrirás muy pronto."
Capítulo 15:
Morgan
Me embarga una mezcla de confusión y pavor mientras subimos los escalones de la
gran casa. Clinton se niega a decirme lo que estamos haciendo aquí, y su mandíbula
está tan apretada que creo que puede romperse. La puerta la abre un sirviente que no
parece sorprendido de ver a Clinton, pero sus ojos vacilan en mí por un breve
momento.
"En serio", le digo a mi guardián mientras nos encontramos en un vestíbulo pequeño

pero adornado, "tienes que decirme qué está pasando".
Abre la boca, sin duda para decirme nada importante, pero el criado regresa. "El Dr.
Christensen te verá ahora. Sígueme."
Nos conduce por un pasillo estrecho. Las paredes están cubiertas con un papel grueso
y envejecido. Capto fragmentos de las imágenes cuando pasamos. Parecen ser escenas
de batalla de la historia. Algunas son bastante espantosas.
No sé qué esperar, obviamente, pero me sorprende cuando nos acompañan a una

cocina grande y moderna. Todo en él brilla. Los electrodomésticos, la encimera. Las
ollas colgando sobre la amplia estufa. La parte más extraña es la del profesor
Christensen de pie sobre el campo con un delantal de rayas blancas y negras. Algo
chisporrotea en la superficie plana y lo voltea con una espátula. Mira hacia arriba
cuando entramos en la habitación y sonríe.
"Esto es una sorpresa", dice, quitando la comida y colocándola en un tazón. Apaga la

estufa y se limpia las manos antes de caminar hacia nosotros. Ofrece su mano hacia
adelante. "Clinton, siempre es un placer verte. ¿Cómo está la música?"
"Bien, señor."
¿Señor?
"Y Morgan. Sabía que este día llegaría." Sus ojos brillan entre nosotros. "Esperaba
que fuera en mejores circunstancias".
La confusión que siento se fusiona con la ira. Estoy totalmente a oscuras y no me
gusta ni un poco. Incapaz de contenerme la lengua, suelto: "¿Qué diablos está
pasando?"
Christensen mira a Clinton. "¿No le has dicho?"
"Ni una palabra. Sentí que podría ser mejor viniendo de ti".
Agarro a Clinton por la camisa. Es un movimiento inútil. Me aplastaría en un

segundo, pero mi mente se tambalea a partir de este momento y miro sus ojos grises y
digo algo que sé que es verdad: "Empieza a hablar ahora. O salgo de aquí y ninguno
de ustedes me volverá a ver".
Christensen levanta las cejas y con voz controlada dice: "Siéntate, Morgan".
Señala un taburete alto al otro lado del mostrador. Clinton toma uno y, después de un
respiro para calmarme, tomo el otro. Christensen saca otro hasta el final.
Clinton toma mi mano y, por mucho que quiera alejarlo, siento un consuelo en su
toque. Dice: "Christensen es uno de nosotros. Parte de la red creada para mantener a
Darkness y Morrigan fuera de este mundo".
Christensen asiente.
"Somos parte de un equipo que incluye a los Guardianes, The Nead, Sue y Davis, y al
Profesor", pregunta Clinton.
"¿Alguien más?" Pregunto.
"No específicamente. Hay personas en la comunidad que saben quiénes somos y qué
hacemos. El chamán en las peleas. Tran en la tienda de magia".
"¿Hildi?"
"¿La Valquiria?" Christensen pregunta.
Clinton se encoge de hombros. "Creo que tiene un presentimiento. Es muy astuta y

proviene de los propios dioses".
"Cada uno de nosotros tiene un papel", dice Christensen. "Los hombres son los
soldados".
"¿Y tú?" Pregunto.

"Soy lo que los mortales llamarían un general".
"¿Estás tomando las decisiones?" Una sensación de pavor burbujea en la boca del
estómago. "No entiendo ¿No eres un verdadero profesor? ¿Mi trabajo es inútil?
"Oh no, Morgan. Soy historiador y mi trabajo es administrar los escritos y escritores
durante los tiempos de la Oscuridad. Tu trabajo no tiene precio. Cada encarnación de
la Oscuridad debe tener un historiador. Alguien en el frente para contar los mitos y
mitologías, el lado intrincado que la historia humana perderá. Verán la enfermedad o
las guerras. No verán el juego de un reino a otro".
"¿Realmente lo ves así?" Les pregunto a ambos. "¿Un juego?"
"Uno mortal y preciso. Pensar en ello como cualquier otra cosa es una tontería.
Morrigan disfruta de la guerra y la destrucción. Tú lo sabes. Siempre debemos estar
un paso por delante".
Pienso en lo que está diciendo. Es un juego. Todos somos solo piezas o incluso
peones para el tablero de juego de Morrigan. Lo que más me confunde es ¿quién soy
yo? ¿Cuál es mi trabajo en todo esto desde la división?
Clinton apoya su mano en mi hombro. "No terminamos la batalla cuando te

separamos de Morrigan. Siempre supimos que existía la posibilidad de que creáramos
otra pieza. Parece que creamos dos".
"¿Dos?" Pregunto.
"Sabes que los mitos a menudo incluyen tres lados de la Reina Cuervo, cada uno con
cualidades específicas".
"Recuerdo. Cada diosa prevalece sobre un concepto diferente. Tierra, fertilidad o

guerra. Dylan pensó que eran historias exageradas para hacer a Morrigan más
intimidante. ¿Crees que el hechizo realmente provocó esa manifestación?"
"No al principio. Parecías diferente. Más en paz. Pensé que tal vez la habíamos
desterrado, pero ahora que la gente se está muriendo…" Clinton se calla y mira a
Christensen.
"Entonces crees que todavía llevo parte de la Diosa dentro de mí".
Christensen asiente. "Sí."
"¿Qué parte?"
"Guerra o tierra. Porque la fertilidad ya está mostrando su mano".
Ojalá dejaran de hablar con acertijos, pero la intensidad de su expresión me impide

arremeter. "Estás considerando la propagación del virus como fertilidad, eso es lo que
se está creando". Ambos asienten. Mi mente se acelera, pensando en la razón por la
que vinimos aquí en primer lugar. "Anita es la tercera pieza. ¿Es eso lo que estás
diciendo?"
Christensen se inclina sobre el mostrador. "Ella te robó el beso, Morgan. Sacó la

Oscuridad de tu cuerpo y la esparció por toda la ciudad. La plaga está aquí y no estoy
seguro de cómo detenerla".
"¿Sabes dónde encontrarla?"
El niega con la cabeza. "No lo sé, pero Anita siempre ha sido audaz, no debería pasar
mucho tiempo antes de que se mueva. Morrigan está inquieta".
"Incluso si la encontramos", les pregunto, "¿cómo la detenemos para siempre?"
No hay una pizca de empatía detrás de los ojos grises de Clinton cuando responde:
"Tendremos que matarla".
Capítulo 16:
Morgan
No estoy enojada después de dejar la casa de Christensen, pero estoy cansada.
Realmente exhausta, y sé que es más mental que cualquier otra cosa. Entre la
borrachera de la escritura, la confirmación de que todavía estoy atado con Morrigan y
todo lo que Christensen reveló, estoy agotada.
Clinton es lo suficientemente inteligente como para darme algo de espacio, y los

sentidos de araña de los otros Guardianes deben estar en alerta máxima porque la casa
está en silencio cuando llego.
No voy a mi habitación, sino que me dirijo directamente a la despensa. Nos perdimos

la cena y me muero de hambre. No quiero comida y espero que Sue tenga un montón
de dulces en los gabinetes. Me carcajeo de placer cuando encuentro la carga madre:
cajas de galletas y dulces. Tomo un enorme recipiente de dulce de azúcar y me meto
un trozo en la boca.
"¿Ahogando tus emociones con azúcar?"
Bunny está en la puerta, luciendo tan cansado como me siento. Le extiendo el

recipiente y él toma tres trozos de dulce de azúcar, metiéndolos en su boca uno tras
otro.
"Te vi pelear anoche. Es la primera vez que te veo así".
Levanta su brazo inerte. "La magia ayuda".
"No. Había intuición y gracia. Las mismas habilidades que usas en tus pinturas
surgieron en tus peleas".
Su cabello cobrizo ha caído sobre sus ojos y extiendo la mano y lo empujo a un lado
para poder ver su rostro. "Desapareciste después, ¿a dónde fuiste?"
"A ninguna parte", dice. "Aquí. Simplemente ya no quería estar allí. Demasiada gente,
¿sabes? No es mi escena".
Asiento y tomo otro trozo de dulce de azúcar. Doy un bocado y luego le ofrezco la
otra mitad. Él lo alcanza, pero yo lo aparto, haciendo un gesto de que me gustaría
dárselo yo misma. Abre la boca y le meto la golosina, frotando mi dedo a lo largo de
su labio inferior.
Bunny mastica el dulce de azúcar pegajoso y traga. Me mira tan fuerte que me
retuerzo. Para mi sorpresa, pregunta: "¿Puedo besarte?"
"Por supuesto."
Llevo semanas esperando que lo vuelva a hacer. Una ráfaga de fuego se enciende
entre nosotros y lamo el dulce chocolate de su lengua.
"Te he echado de menos", le digo, entrelazando mis brazos alrededor de su cuello.

"¿Por qué te has estado escondiendo de mí?"
Su mano aprieta mi cadera. "Acabo de estar en un lugar extraño".
"Sabes que siempre estoy aquí si necesitas algo, ¿verdad?"
"Sí." Sus ojos se mueven de mi boca a mi mirada. "En este momento realmente
necesito un poco más de ese dulce de azúcar".
Agarro la caja y luego dos más llenas de otras golosinas. "Vamos. Ahoguemos
nuestras preocupaciones juntas."
Con los restos de nuestra glotonería rodeándonos, Bunny y yo nos acurrucamos en el

sofá. A regañadientes aceptó ver una película cursi conmigo y estoy fingiendo que el
mundo no se está derrumbando a nuestro alrededor en este momento. Negación total
sobre la enfermedad, Anita, y mi papel en la preservación de este mundo. Tengo la
fuerte sospecha de que Bunny también se esconde de algo, y por una vez lo dejo
pasar.
Es un momento tranquilo de paz para los dos. Sin expectativas. Sin acumulación
dramática. Me siento segura con él. Cuando lo alcanzo y presiono mis labios contra su
garganta pálida, no se resiste.
Sus dedos empujan mi cabello y me pongo de rodillas para poder besarlo mejor. Una
caja de migas de galleta cae al suelo y me río. Él sonríe y sus ojos castaños cobrizos
sostienen los míos. "¿No te gustaría que siempre fuera así de fácil?"
"¿Qué? ¿Vida? ¿Sexo? ¿Amor?"
Su cabeza se inclina ante la palabra "amor" y su boca choca contra la mía. Mi

estómago me da un vuelco ante las suaves caricias de su lengua. Busco sus
pantalones, ansiosa por tocarlo.
"¿Puedo?" Pregunto, de la misma manera que él me preguntó. Es un momento

extraño, después de meses de sentirme como la menos experimentada, la virgen, con
Bunny, siento que soy yo quien lo guía. Me había dicho antes que no tenía confianza
en esta área, y luego procedió a demostrar que estaba equivocado de la manera más
deliciosa. Yo quería hacer lo mismo por él.
Él asiente con aprobación, la nuez de Adán se balancea en su garganta. Me deslizo

entre sus piernas y desabrocho sus pantalones, colocándolos sobre sus caderas y hasta
el piso. Su erección es dura debajo del algodón de sus pantalones cortos y todo lo que
se necesita es un ligero toque para que se eleve en respuesta. Sonrío ante su reacción y
sus mejillas se ponen rojas. Descanso mi mano en su longitud.
"Nunca quise que fueras el último, lo sabes, ¿verdad? Simplemente pasó así. Destino,
creo. Como todo lo demás en esta casa. Al principio pensé que serías el primero. Eres
tan dulce y gentil, pero estamos en una guerra y necesitaba endurecerme". Me observa
con atención mientras me quito el suéter y me quito los jeans. Sin embargo, no me
quito el sujetador y las bragas. Todavía no. "Creo que esto es mejor. Te necesito hoy.
Alguien a salvo. Alguien sólido. No juegas juegos mentales conmigo, Bunny, y te lo
agradezco".
Responde de nuevo con la boca y me roza el costado con la mano.
Continúo besándolo mientras le bajo los pantalones cortos. Cuando finalmente miro
su pene, me detengo y parpadeo.
"¿Qué?" pregunta en voz baja.
"Uh, no tengo mucha experiencia en todo esto, pero tu pene es enorme".
Ambos miramos la barra hinchada entre sus piernas. Busco el suave terciopelo de su
piel y paso las manos por su longitud. Se estremece por mi toque, los hombros caen
cuando acaricio sus bolas.
Arrodillada entre sus muslos, hago lo que puedo para hacer que este día sea un poco
mejor.
Capítulo 17:
Bunny
La chica entre mis piernas no es la misma que había pintado hace semanas. No hay
timidez. Sin timidez. Ella es capaz y fuerte.
Confiada y segura. Aunque está claro que tuvo un día difícil y está buscando
esconderse del mundo, no hay duda mientras lame la longitud de mi eje.
Paso mi mano por su cabello y ahueco la parte de atrás de su cabeza. Mi cerebro me

dice que la haga parar. Mis instintos masculinos naturales no están de acuerdo. Tiene
los labios hinchados y la lengua caliente. Aunque me arrepentiré, me recuesto en el
asiento y por una vez trato de relajarme en el momento y no pensar demasiado.
Resulta que pensar es bastante imposible cuando sus dedos rozan mis bolas y siento la
tensión del placer. Inhalo bruscamente, luchando contra el impulso de empujar mis
caderas. Luego me toma por completo, su cabeza se balancea hacia arriba y hacia
abajo. Curvo mis dedos en sus rizos.
El éxtasis del momento me invade, haciéndome olvidar las pinturas y los sueños sobre
el castillo oscuro y lo que espera en el Otro lado. Dejo a un lado las visiones y los
apagones, porque esto es lo que he querido. Lo que anhelaba. Morgan no me estaba
rechazando. Lo sabía. No fui el último, sin importar lo que dijeran las voces en mi
cabeza. Gira su lengua y luego su dedo alrededor de la punta. Trago un gemido feroz.
"¿Eso se siente bien?" ella pregunta.
Asiento vigorosamente. "Por favor. Por favor, sigue adelante".
Ella sonríe, sus bonitos labios rojos se ensanchan alrededor de la circunferencia de mi

pene.
No puedo evitar mover mis caderas ahora, queriendo sentir la fricción, el calor a lo
largo de mi eje. Mi mano deja su cabello y alcanza el satén de su sostén. Siento la
punta dura de su pezón y paso mis dedos por las puntas levantadas antes de tirar de la
tela para sentir la firmeza redonda de su pecho en mi mano.
Esta vez Morgan se estremece, exhalando calor alrededor de mí pene. Se balancea
hacia arriba y hacia abajo, hacia arriba y hacia abajo y ya no puedo contenerme. Ella
debe sentir mi intensidad porque aumenta su ritmo, chupando tan fuerte que estoy
seguro de que va a vomitar.
Ella no lo hace. Ni siquiera un estremecimiento, y empuja una mano por mi vientre y

otra debajo de mis bolas. Me meto en su boca, golpeando su garganta hasta que se
despliega el tenso espiral del éxtasis. Siento un clic en mi cerebro, un tirón, y sin
previo aviso lo saco de su boca, moviendo su mano hacia la base de mí pene.
Frunce el ceño en confusión, sus labios están húmedos y rojos, pero rápidamente
cambia de rumbo, deslizando su mano por mi eje. Ya estoy al borde y el semen
caliente, pegajoso y reprimido fluye a través de su pecho. Sus ojos están muy abiertos
mientras el esperma se desliza entre sus pechos. Me dejo caer contra el cojín, exhausto
y un poco perdido.
"Así que eso fue…" comienza, pero la interrumpo. Está pegajosa con mi semen
cuando la alcanzo y acerco su boca a la mía.
"Nunca había hecho eso antes", confiesa, y una extraña hinchazón de orgullo llena mi
pecho. Ha cambiado la marea, algo ha cambiado. Lo siento en mis huesos.
"Hay una primera vez para todo". Es mi deber hacerla sentir contenta, así que pongo a
Morgan en mi regazo a pesar de que ambos estamos pegajosos por el sexo y el sudor.
Puede que no pueda cruzar esa línea final con ella, lo entiendo ahora, pero deslizo mis
dedos entre sus piernas y la llevo por el camino hacia la felicidad inconsciente.
Capítulo 18:
Morgan
Estoy parada frente a la puerta de Dylan pero no llamé. Bunny salió de mi habitación
un rato antes y aunque nuestro tiempo juntos fue increíble, algo se siente diferente.
Realmente no estoy segura de por qué Bunny y yo no tuvimos sexo. Yo quería y

pensé que ayudarlo a hacerlo le ayudaría. Estaba nervioso, pero también sabía que era
el momento. Cada barrera rota entre nosotros nos acerca y esta noche no fue diferente.
Pero también reveló algo, algo con lo que había estado luchando dentro de mí. Con
cada uno de mis Guardianes, los he visto en su estado más vulnerable. No puedo
captar la imagen de las mejillas rojas de Bunny y los ojos vidriosos justo antes de su
orgasmo. Tenía toda la intención de que se corriera en mi boca, lo había hecho con los
demás, pero en el último minuto se apartó. ¿Por qué? ¿De qué tenía miedo?
No quería verlo como un rechazo. Pero en los últimos días algo se ha despertado y me
dice que tenga cuidado. Esta parte de mí reside en lo más profundo, más allá del lugar
donde termina mi alma y comienza la diosa.
La diosa. Así es como lo llamo. Ni la Oscuridad ni Morrigan, ambos han sido

desterrados con el hechizo. La ira y el miedo de antes se han ido, junto con la
frenética necesidad de consumir. Me quedo con algo diferente, algo que no he
aprovechado. Honestamente, espero no tener que hacerlo.
Mis compañeros todavía tienen un papel importante en todo esto, tal vez más de lo
que pensaba. Mi encuentro con Dylan me lo demostró. Necesito a estos hombres tanto
como siempre.
Morrigan lo siente. No tengo ninguna duda de eso.
Por eso he venido a la habitación de Dylan y tengo que decirle lo que sucedió entre
Bunny y yo, o más bien, lo que no sucedió. Finalmente me di cuenta de que somos un
círculo. Un grupo. No hay principio ni fin, excepto que no estamos completos.
Todavía no, y algo, o alguien, está impidiendo que mi última pareja se vincule por
completo conmigo, impidiéndome que me fortalezca por completo.
Golpeo con el puño la puerta de madera maciza.
Solo espero no llegar demasiado tarde.
Capítulo 19:
Dylan
"¿Hay algo mal?" Pregunto de inmediato. Mira por encima del hombro, en dirección
al estudio de Bunny. La puerta está cerrada, lo había oído entrar no mucho antes.
"¿Qué?"
Me empuja hacia la habitación, con las manos planas contra mi estómago. Su toque
envía llamaradas a través de mi cuerpo, pero la mirada salvaje en sus ojos me dice que
no está aquí por sexo. Si tuviera que adivinar por el brillo de sudor en su frente y el
olor que sale de su piel, de todos modos lo había hecho recientemente.
"Morgan". Cierra la puerta y vuelvo a preguntar: "¿Qué está pasando?"
Encendí un fuego en la enorme chimenea de piedra al otro lado de la habitación,

calentando el ático con corrientes de aire. Sus ojos se mueven hacia la pequeña mesa
cubierta de botellas. Las primeras palabras que sale de su boca son: "¿Puedo tomar un
trago? Realmente me vendría bien un trago".
En silencio, camino al bar improvisado y le sirvo un vaso de líquido ámbar. Se lo

entrego, me apoyo en el respaldo del sofá y la observo con atención. Se traga todo de
un trago.
"Es Bunny", dice finalmente.
"¿Qué hay de él?"
Ella extiende su vaso de nuevo y agarro la botella por el cuello, volviéndola a llenar
generosamente. "Necesito que me escuches, solo déjame sacar esto, ¿de acuerdo?"
"Okey."
"Durante mucho tiempo no entendía exactamente nuestro apareamiento. Realmente

no." Ella sostiene el vaso vacío en sus manos. "Sabía que no quería elegir y que estar
con cada uno de ustedes se sentía bien".
"La elección de una pareja estaba fijada en piedra. Nunca hubo nada que altere eso,
pero ¿elegirnos a todos? Eso eras totalmente tú, y era lo correcto. Así es como
luchamos contra Morrigan".
"De verdad. Ahora lo sé, pero también sé algo más. Cuando tú y yo finalmente, ya
sabes..." No estoy seguro de por qué a veces se tropieza con estas palabras. Ella no
está inhibida en la cama. O contra una pared. Pero hablar libremente sobre el sexo y la
lujuria es un obstáculo. La culpo por su educación sureña.
La ayudo. "Sí, lo sé."
"Tuve otro despertar después de que estuvimos juntos. Mis palabras regresaron,
fluyeron. Luego supe la verdad sobre Christensen, quién es y lo que significa para
todos nosotros". Sus mejillas están rojas por el alcohol. "No necesitaba que me dijeran
que la diosa todavía reside en mí. Incluso cuando la aparté, sentí su poder. Pero ella
también está ligada a mi elección de compañeros y cómo puedes ayudarme a luchar
contra la Oscuridad infecciosa".
"¿Cómo?" Pregunto, pero ya sé la respuesta. Solo necesitaba encontrarlo ella misma.
"Somos un círculo que se forjará en el fuego de nuestra lujuria y energías

combinadas". Camina hacia la chimenea y mira hacia las llamas.
"No se conectó hasta que me rechazó".
Arrugo la frente. Esto no lo sé. "¿Quién?"
"Bunny. Estaba sola con él y bueno, las cosas iban avanzando, pero a última hora…"
"Bunny puede ser tímido, lo sabes. Le falta confianza desde la lesión".
"No. Lo sentí. Sentí el momento en que cambió. La Diosa lo sabía. Yo lo sabía. Eligió
no sellar nuestra relación. A propósito, para evitar que pelee con todas mis fuerzas".
"Esa es una acusación audaz". Estoy de pie detrás de ella. "Equivale a la traición.
Bunny ha jurado estar a tu servicio, a tu protección".
Ella gira, el cabello flameando sobre sus hombros. Sus ojos se entrecierran. Ella es
más que hermosa. "¿No me crees?"
"Estás a cargo aquí, Morgan. Soy tu centinela. Si crees que uno de los guardias se ha
desviado, haré un seguimiento".
"Sé que lo ha hecho". Ella traga. "Lo siento en mis entrañas. Y con la Oscuridad
extendiéndose, no podemos permitir que nadie se vuelva deshonesto."
"Lo comprobaré ahora y te informaré".
Ella agarra mi brazo antes de que me vaya. "No permitiré más infecciones o muertes
bajo mi supervisión, ¿lo entiendes?"
Asiento con la cabeza en comprensión y le pido que se quede en el estudio. Se sienta

en mi silla y se ve menos conmocionada que cuando entró. Camino por el pasillo y
considero que si lo que dice es cierto, no solo tenemos un problema, sino un evento
catastrófico. La percepción que Morgan tiene de nosotros seis es probablemente
correcta: nos necesita a todos para solidificar el poder de la Diosa dentro de ella. Si
Bunny se ha salido de la línea, estamos jodidos.
Escucho pasos subiendo las escaleras y me detengo, preparándome para enfrentarlo.

En cambio, veo la cabeza rapada de Damien y el brillo de sus pendientes en la tenue
luz del pasillo.
Nuestros ojos se encuentran. Le pregunto: "¿Me estás buscando?"
Sacude la cabeza y sube al rellano. "No, le he estado pidiendo a Bunny un poco de

índigo durante algunas semanas. Lo necesito para un proyecto. Pensé en venir a
buscarlo".
"¿No te lo dio?"
"Seguía rechazándome. La otra vez que subí, él se había ido".
"¿Cuando fue eso?"
"Hace unas noches". Fuera de la puerta de Bunny, Damien descansa sus manos en sus
caderas. "Su puerta estaba cerrada".
Bunny es conocido por trabajar hasta tarde y dormir la mayor parte del día. Ya es hora
de que se levante y me doy cuenta de que había estado en la habitación de Morgan
cuando normalmente estaría dormido.
Froto la parte de atrás de mi cuello y Damien nota la mueca en mi rostro. "¿Qué?"
Suspiro. "Puede que tengamos un problema".
"¿Qué tipo de problema?" Todo su comportamiento cambia.
Levanto las cejas. "Vamos a averiguarlo."
Damien golpea la puerta del estudio. Después de un momento de espera, no hay

respuesta, no hay sonido desde dentro. Damien levanta la barbilla y antes de que
asienta con mi aprobación, saca una herramienta de su bolsillo y la inserta en la
cerradura. Toca por un momento, pero el resorte se activa y la cerradura se abre.
Antes de abrirlo, Damien me detiene y dice: "¿Estás seguro de esto?"
"Morgan me envió. Solo estoy haciendo mi trabajo".
"Mierda", murmura en voz baja. Mira la herramienta y la mantiene en su mano. La

puerta se abre con un suave crujido, como todas las viejas bisagras de esta casa. Paso
a su lado, obteniendo el primer vistazo de su estudio en un rato.
Últimamente había estado callado. No pensé mucho en eso, ya que las cosas se habían
calmado con Morgan y, francamente, me había involucrado en mis propias
preocupaciones personales. Había estado distraído y cuando Damien me llama para
mirar el primero de una docena de lienzos, me doy cuenta del error táctico que había
sido.
"¿Qué demonios?" Damien dice, pero estoy atónito sin palabras. Las pinturas cuentan
una historia. La historia de Morrigan desde el Otro Lado. Su castillo oscuro se cierne
en cada uno, asentado sobre una base de hueso y ceniza. Me sorprende lo real que
parece. Cómo puedo sentir el aire frío. Huele a carne quemada. Se han perdido tantas
vidas a manos de esta perra vengativa.
Cerca hay otra serie de pinturas. Ubicaciones reconocibles alrededor de Nueva York.
Ha capturado el mismo realismo. Son un extraño contraste de ambos mundos.
Un sonido capta mi atención y me vuelvo y encuentro a Damien en la mesa de trabajo

de Bunny. Está revisando las herramientas y las pinturas. Levanta una y lo sacude.
Una sustancia en polvo se mueve hacia adentro.
"¿Qué es eso?"
"Tienes razón. Tenemos un problema", dice, haciendo una mueca. "Estas no son
pinturas normales. Bunny ha estado jugando con magia".
"¿Cómo es eso?" La alquimia no es mi área de especialización. Soy el historiador.
"Es solo una suposición, pero esto es raíz de saúco. Cuando se mezcla correctamente
con compuestos de este reino y del Otro lado, puede ser muy poderosa".
"¿Cómo es eso?" Le quito el recipiente y lo abro, oliendo. Tiene un olor a madera y

polvo.
"Cuando lo mezcla con sus pinturas, se fusiona con la pintura, conectando los dos
mundos". Camina hacia una pintura del Otro Lado, una representación masiva de los
bosques en descomposición fuera de los terrenos del castillo. Luego señala una de las
pinturas locales modernas. Una estación de tren en el centro.
No hay nada notable en él aparte de la habilidad de Bunny. "¿Ves estas líneas, la

forma en que se arquean de la misma manera?"
Lo hago, ahora que lo ha señalado. "Sí. Supongo."
"Si entras aquí", señala el letrero de la estación. "Saldrás de allí".
"¿De verdad?"
"Con un hechizo, sí, eso creo".
Miro alrededor de la habitación a todas las pinturas. Hay un número igual de ambas.
"Él ha creado puertas".
Damien asiente. "Por toda la puta ciudad".
"¿Por qué?" La comprensión es casi demasiado grande para comprender. "¿Por qué
tendría que hacer eso?"
"Porque", nos sorprende una voz en la puerta. "Morrigan no puede hacerlo sin mí. Ya
no. Así que encontró a alguien nuevo".
"¿Bunny?" Todavía estoy en shock. Siempre ha sido el más firme.
El más fiel.
"Sospecho que tuvo un poco de ayuda".
"¿De quién?" Damien pregunta, pero las piezas encajan en su lugar.
"Anita lo ayudó. Ella es la que está propagando el virus".
Morgan asiente. "El virus que le contagié. Tenemos que encontrarlos y cortar el
alcance de Morrigan antes de que vaya demasiado lejos".
Damien y yo compartimos una mirada. Nunca antes habíamos tenido que perseguir a
uno de los nuestros y Morgan no está con toda su fuerza. No le digo esto. Él tampoco.
Nuestro trabajo es protegerla y mantener alejada a la Oscuridad.
"Traeré a los demás".
Morgan asiente. "Me reuniré contigo en la sala de entrenamiento".
"¿Por qué allí?" Pregunta Damien.
"Porque vamos a necesitar armas para matarlos", responde y sale de la habitación.
Capítulo 20:
Morgan
Los cuatro Guardianes que me quedan se encuentran conmigo en la sala de
entrenamiento.
Estoy vestida para la batalla: pantalones negros elásticos, botas que rompen las
espinillas y una chaqueta de cuero que Damien me dio para usar en su motocicleta.
Los hombres me miran cuando entro, cuatro pares de ojos recorren mi cuerpo. Paso
junto a ellos y voy directamente a la caja de armas, sacando mi espada.
"¿Estás tomando eso?" Pregunta Damien.
"Sí." Me lo meto en el arnés de la espalda, otro regalo de Clinton.
Sam se pone delante de mí. "Entiendes que no puedes matar a nadie, ¿verdad?"
"Entiendo que haré lo que tenga que hacer". Tiro del borde de mis guantes más alto.
"Como no pudimos encontrar a Anita, pedí un favor". Cruzo la habitación y abro la
puerta. Hildi está al otro lado, vestida para luchar. Su cabello rubio está tejido en una
trenza apretada.
"Hola Morgan". Ella asiente con la cabeza a los Guardianes. "Niños."
Dylan me mira tan fijamente que creo que su cerebro puede romperse. Finalmente se
aclara la garganta. "¿Podemos hablar un momento? ¿Solos?"
"Claro", respondo, siguiéndolo al pasillo. No se vistió para una pelea, pero su camisa
es lo suficientemente ajustada como para mostrar los músculos curvados sobre sus
hombros. Para intimidar a todo aquel que se cruce en su camino. "¿Problemas?"
"Es poco ortodoxo traer a un extraño para una situación como esta".
"¿Una situación en la que me ha traicionado uno de los míos?"
Se cruza de brazos. "Sí. El mundo exterior no puede saber que estamos teniendo este
problema. Es un signo de debilidad".
"Hildi es una aliada. Y está muy bien informada sobre las actividades de la
comunidad".
"Ella es una chismosa".
"Y mi amiga", le digo con un toque de advertencia. "Necesitamos su ayuda".
"A riesgo de sonar irrespetuoso, Morgan, hay ocasiones en las que debes ceder ante
quienes tienen el conocimiento y la experiencia para manejar la situación en
cuestión".
"¿Esto es común? ¿Traidores? ¿Traición?"
Él sonríe y es tan glorioso que mis rodillas se tambalean. "¿No has aprendido nada de
los mitos que rodean a Morrigan? La traición es su fuerte. Bunny aprendió de los
mejores".
"Bien, pero viene la Valquiria."
Empieza a discutir de nuevo, pero Hildi interviene desde la puerta, donde claramente
ha estado escuchando. "Me envía la Diosa Freyja para elegir a los muertos. Soy
consciente de tu enfermedad y de las batallas que se avecinan. Puedo ayudarte a
encontrar a la mujer que estás buscando. Y al guardián. Su hedor está por toda la
ciudad".
"¿Puedes sentirlos?" Clinton pregunta.
"¿Los muertos y moribundos? Sí. Normalmente los mortales no son mi preocupación,

pero la Oscuridad y Morrigan sí lo son. Yo puedo guiarte".
Dylan acepta a regañadientes, pero nos arrincona a los das antes de irnos. "Nadie
muere, ¿entiendes? Ni Bunny ni la mortal, Anita".
"¿Por qué deberíamos perdonarlos?" Pregunto, la traición arde profundamente, más de

lo que esperaba.
"Nunca abandonamos a uno de los nuestros. Ésa es la lección que nos enseñó la
paranoia de Morrigan. Bunny puede estar fuera de control, pero sigue siendo uno de
los dioses elegidos".
"¿Y Anita?"
"Existe la posibilidad de que podamos realizar el hechizo de división en ella y salvarla
también".
Sostengo el ojo de Dylan y asiento, pero mientras enderezo mi chaqueta sobre mi

espada no puedo librarme del tirón de la venganza que araña mi alma. A pesar de que
me he duchado y cambiado, todavía puedo sentir el calor pegajoso del semen de
Bunny en mi pecho. Me usó. Me traicionó y ahora debo hacer justicia.
Capítulo 21:
Morgan
En el garaje, Hildi nos da dos puntos de partida. Dylan nos divide en grupos: él, Hildi
y yo juntos. Sam, Clinton y Damien se amontonan
La camioneta de Clinton sale del garaje primero.
"¿Cuál de estos buenos vehículos deberíamos llevar?"
Dylan juguetea con su cinturón.
"No conduces".
Su ceja se levanta con curiosidad. "¿No?"
"No", responde.
"Interesante." Camina por la fila de coches y se detiene delante de un brillante

Mercedes gris plateado. "Me gusta este. ¿Llaves?"
Dylan parece totalmente inseguro de qué hacer con una mujer como Hildi. Lo paso de
camino a la caja de llaves. "Ella lo hace parecer pan comido, ¿no crees?"
Gruñe y nos sigue hasta el coche. Le concedo y le cedo el asiento del pasajero, debido
a sus largas piernas. Hildi se agacha en el lado del conductor y lo agarro por la
camisa. "Es una buena idea."
Se inclina hacia adelante y me besa, metiendo su lengua en mi boca.
Hildi golpea la bocina y el sonido hace eco a través del garaje, haciendo sonar
nuestros oídos. "Me debes una, ¿entendido?"
Asiento, pensando en todas las formas en que le pagaré, antes de deslizarme en mi

asiento.
"Detente", dice Dylan y Hildi pisa el freno. Volamos hacia adelante, con las manos
agarradas al asiento frente a mí.
"Mierda, Hildi. Danos un pequeño aviso".
Las habilidades de conducción de Hildi eran cuestionables. El ceño fruncido no había

dejado la cara de Dylan durante todo el viaje. Para ser honesta, revisé mi cinturón de
seguridad al menos tres veces mientras ella corría por las concurridas calles de Nueva
York.
Seguíamos el olor de la infección y la descomposición; eso es lo que nos dijo, al

menos. Confié en sus sentidos, pero me sorprende cuando Dylan le dice que detenga
el auto.
"Por ahí." Ya está fuera de su asiento. No estoy segura de lo que está buscando, pero
salta del vehículo y esquiva una serie de autos para llegar al otro lado de la concurrida
carretera.
"Aparca el coche", le digo, siguiendo a Dylan. Lo encuentro caminando de un lado a

otro en una estación de tren. "¿Qué estás haciendo?"
"Vi esto en una de las pinturas. Hay una puerta por aquí". Toca las señales, el banco,
la curva de la barandilla.
"Ese día pude ver la puerta en el parque. El aire a su alrededor no estaba bien. No veo
nada de eso aquí".
Hildi corre, respirando con dificultad. Ella toma una respiración profunda. "Alguien
con la infección ha estado aquí".
"¿Anita?"
Ella se encoge de hombros. "Quizás."
Dylan continúa su búsqueda pero Hildi olfatea el aire. Escanea a la gente que camina
a nuestro alrededor. Todo nuestro grupo recibe algunas miradas. Hildi parece una
especie de modelo nórdico y Dylan tiene un rostro que es casi demasiado hermoso
para ser real. Hago todo lo posible por parecer normal, promedio, pero mis socios y su
comportamiento errático no me lo ponen fácil.
"Huelo algo", dice Hildi, despegando en dirección a un pequeño parque arbolado.
"Vamos", le digo a Dylan. "Podemos volver".
De nuevo cruzamos las carreteras con mucho tráfico, Hildi sin preocuparse por el
tráfico o los coches. Dylan toma mi mano y me lleva a la seguridad del parque. Siento
una ráfaga de aire fresco familiar rodar en nuestra dirección.
"¿Sientes eso?"
"No, pero lo huelo", dice Hildi. "Dios, es horrible". Tiene arcadas, tapándose la boca
con la mano. Las líneas profundas surcan la frente de Dylan.
"Hay una puerta por aquí, tenías razón", le digo, caminando hacia la arboleda. Una
mancha, una ola de aire y una decoloración. Hildi se aleja con la cara arrugada.
Camino hacia la puerta y el aire frío familiar me quema las mejillas. Siento la
atracción, el señuelo, como la última vez. Lo que sea que exista en el Otro lado me
llama, y estoy a centímetros de distancia cuando me empujan hacia atrás.
"¿Qué?" Grito, poniéndome cara a cara con Dylan.
"La última vez apenas te sacaron de allí. No puedo dejar que te acerques demasiado".
Hay un crujido en el aire y el fresco se desvanece. Miro por encima del hombro y
todas las señales de la puerta han desaparecido.
"Se ha ido", digo, saliendo de sus brazos. Busco a Hildi. Ella está mirando a través de
los árboles. "La puerta está cerrada, ¿el olor también se ha ido?"
"No." Sus ojos están fijos en algo al otro lado del parque. Me acerco a ella y le agarro
el codo cuando puedo ver mejor. Apesta.
El cabello rubio y ondulado de la mujer me llama la atención. Se dirige directamente

hacia nosotros, o más probablemente, el portal cerrado. "Esa es ella. Eso es lo que
estamos buscando".
No sé qué esperar, pero no le corresponde a Hildi cargar contra ella.
"Morgan, da un paso atrás", dice Dylan, apretando los puños y poniéndose entre las
mujeres y yo.
Lo empujo a un lado. "Este es mi error".

"No puedo dejarte ir allí. Es mi deber protegerte". Su mano se envuelve alrededor de
mi brazo, apretándolo con fuerza. Me echo hacia atrás y alcanzo mi espada con mi
mano libre. Brilla a la luz del sol.
"No, Dylan. Es tu deber servir y comencé esto con Anita. La dejé acercarse
demasiado". Las voces se elevan desde los árboles. "Quédate aquí. Vigila la puerta.
Bunny puede intentar pasar".
Hay una expresión de fría rabia en su rostro cuando acepta mi orden.
No hay forma de que le deje hacer esto por mí. Me he entrenado. He peleado. He
estudiado para este momento. Anita puede tener una pizca de la Oscuridad en ella,
pero la desterraré a ella y al recipiente en el que reside al infierno.
Capítulo 22:
Sam
Clic, clic clic.
Mi cámara toma fotos del área. Las imágenes tienen un tinte gris verdoso, pero nada
inusual. Ciertamente, nada que parezca una puerta de este mundo al siguiente.
"Vamos, Bun, muéstrate", murmuro. Damien está en la tienda de magia hablando con
Tran, esperando haber visto u oído algo. Clinton camina de un lado a otro de la calle,
asustando a los lugareños con el ceño fruncido en su rostro.
Clic, clic clic.
Me siento en una pared de cemento fuera de la bodega y hojeo las fotos. Las pinturas
de Bunny daban a entender que habría un portal aquí, pero me estoy quedando vacío.
Damien sale de la tienda de magia, su ceño fruncido me dice lo que necesito saber. Se
acerca y dice: "Vino a buscar algunos de los ingredientes necesarios para hacer los
portales. Pero debe haber obtenido el material reactivo del Otro lado. Tran dice que si
Bunny está usando el área como un punto de acceso, no lo ha visto ni sentido".
"¿Lo haría? Sé que el tipo es como un anciano de la magia o lo que sea, pero
¿Morrigan? Ese es el nivel antiguo".
"¿Tienes algo?" me pregunta.
"Poco."
Damien hace una mueca y escudriña la calle. Apunto mi cámara en dirección a

Clinton.
Clic, clic clic.
"Así que mira, creo que esto puede ser un callejón sin salida", dice Damien,
rascándose la barbilla. Miro hacia abajo a la pantalla de visualización. "No parece..."
"Mierda."
"¿Qué?"
"Mierda. Mierda. Mierda."
"¿Qué diablos, Sam?" agarra la cámara y mira la pantalla. Sus ojos se dirigen a
Clinton. "¿Es eso real?"
Miro la foto que acabo de tomar. Es Clinton, pero no está en este mundo. Al menos,
no lo creo. Sus manos están encadenadas. No tiene camisa y tiene heridas profundas
en la espalda y el pecho. Manchas de suciedad por su rostro y sus nudillos están en
carne viva y ensangrentados. Paso a la siguiente foto, Clinton no está en ella, pero veo
algo que no estaba allí antes. El humo negro rueda por la calle, como un tentáculo.
"Eso es como el humo en el ring de la otra noche", dice Damien.
"Cuando Dylan luchó contra Morrigan".
"Tenemos que salir de aquí." Miro a Clinton, quien me mira a los ojos. Muevo la
cabeza para que se acerque. "Ahora."
Una ráfaga de aire fresco se precipita por la calle estrecha. Es entonces cuando me
doy cuenta de que somos los únicos que todavía estamos aquí. La acera está vacía.
Las tiendas están tranquilas. Miro a Damien pero se ha ido. "Amigo", le digo,
"¿Damien?"
Me sobreviene otra ráfaga de frío, esta vez como un tren de carga. Giro, sintiendo una
presencia en mi espalda. No hay nada ni nadie allí. Miro hacia arriba para buscar a
Clinton. Pero ha desaparecido.
"¡Clint! ¡Damien!"
Con manos torpes, giro la cámara, la lente apunta a mi cara.
Clic, clic clic.
La cámara todavía está disparando cuando unos brazos gruesos se retuercen y se

enrollan alrededor de mis piernas. Lo último que escucho, mientras me arrastran, es el
crujido de mi cámara cuando golpea el suelo.
Capítulo 23:
Morgan
El destello de mi espada me anuncia cuando me acerco a Anita e Hildi. Estamos lo
suficientemente hundidas en la arboleda como para que la gente de la calle no pueda
vernos. No han llegado a los golpes, pero Hildi la tiene agarrada con fuerza. Noto un
color extraño en el rostro de la Valquiria y me pregunto si es una reacción a la
enfermedad.
Anita no es una luchadora y hay un contraste entre la postura guerrera de Hildi y los
jeans blancos y nítidos de la mujer que tengo delante.
"¿Finalmente te diste cuenta?" ella dice.
"Descubrí que eres una herramienta", respondo.
Ella ríe. "¿Y tú no?"
Me acerco y sostengo mi espada en su cintura. "¿Qué le hiciste a Bunny?"
"Xavier me enseñó algo sobre la gestión de equipos, de su trabajo en Wall Street.

Nunca ignores a la personita. Cultívalos al máximo. Cuando se muestre una debilidad,
serán los primeros en traicionarte".
"Nadie ignoró a Bunny".
"Quizás no, pero con esa desfiguración, él es un lastre. O al menos eso es lo que le
dije". Me lanzo hacia ella con mi mano, envolviendo mis dedos alrededor de su
garganta. Sus brillantes ojos azules se iluminan con fascinación, no con miedo.
"¿Me vas a besar de nuevo?"
La suelto, me arrastro hacia atrás y le doy una bofetada en la cara. "Vete a la mierda".
Ella se ríe de nuevo. Quiero matarla. Sumergir esta hoja en su vientre y mirarla
sangrarse. Me preparo. No soy una asesina. Dylan me dijo que la dejara vivir, la
necesitaremos. Trago de nuevo la rabia.
"Entonces, ¿cuál es tu gran plan? ¿Infectar a toda la ciudad? ¿Iniciar otra plaga? ¿Para
qué? ¿Desarrollar la fuerza de Morrigan para que pueda hacerse cargo?" Pregunto.
"Bueno sí." Sus ojos se entrecierran. "Y no actúes como si no lo quisieras, al menos
un poco. He leído tu libro. Bunny incluso me mostró tus últimos escritos". Ella sonríe
ante mi reacción a esa revelación. "Sientes curiosidad por el Otro lado. El poder que
tiene. Tú deberías saberlo."
Hildi aprieta su agarre y Anita hace una mueca antes de lamerse los labios.
"Soy historiadora, Anita. Esos escritos se basan en la verdad, no en el deseo".
Ella inclina la cabeza. "¿Desde cuándo la verdad y el deseo se excluyen

mutuamente?"
"Vamos", le digo a Hildi. "Necesitamos llevarla de regreso a The Nead. Tal vez una
vez que nos deshagamos de la Oscuridad de ti, volverás a tus sentidos".
Hildi la mueve y miro por encima del hombro a Dylan de pie cerca del borde del
bosque. Me mira a mí y luego a Anita.
"Te das cuenta de que es el único que te queda, ¿verdad? ¿Primero Bunny y luego los
demás?"
"Cállate, Anita."
Sus pasos aplastan las hojas secas del suelo. "¿Crees que Morrigan solo querría uno?
Sabes cómo se siente al ser traicionada, especialmente por hombres. Sus hombres".
La amenaza suena cierta, pero me niego a mostrarla. "¿De qué estás hablando?"
"Él estaba aquí. Lo sentí abrir la puerta. Tú también lo hiciste". Sus labios se curvan.
"¿A dónde crees que fue cuando se dio cuenta de que estabas aquí sin el resto de los
guardianes? ¿Tres de sus traidores?"
El miedo llena mi pecho. Ella sabe que necesito a Bunny para completar mi poder.
¿Qué pasa si los demás también se han ido? "Dylan", llamo. "Vuelve a la casa".
"No me voy", responde, entrando en la zona boscosa.
"No la escuches, guardián", interviene Anita. "De todos modos, es demasiado tarde".
"Dylan", me giro para mirarlo. "Ve a buscar a los demás y detén a Bunny".
Siento su conflicto. Él pregunta: "¿Y ella?"
Hildi y yo compartimos una mirada antes de declarar: "Nos ocuparemos".
Capítulo 24:
Damien
La dura piedra debajo de mis rodillas es fría como el aire gélido. Mi piel roza contra
las esposas de metal, la cadena larga se une a otra alrededor de mis tobillos. Clinton
tiembla a mi lado, su rostro está morado por los moretones. La sangre gotea del borde
de su boca. Sam se mueve, haciendo que las cadenas tintineen. Es castigado con el
fuerte chasquido de un látigo en la espalda.
"¡No te muevas!" el soldado grita desde la oscuridad. Vislumbré su rostro cuando nos
trajeron. Cabello rubio con una profunda cicatriz en la mejilla. Lleva el látigo en su
cinturón. Es similar al que Dylan usó en el ring.
Sam gruñe contra el dolor, tragando lo que puede. Me duelen las rodillas de
arrodillarme sobre la dura piedra y realmente necesito orinar, pero mantengo la vista
hacia adelante y mi cuerpo quieto. Salir de aquí será bastante difícil sin más lesiones.
Solo puedo suponer que fuimos absorbidos por uno de los portales de Bunny:
Morrigan se escapó para arrastrarnos al Otro Lado. Ahí es donde estamos. Conocería
este lugar en cualquier lugar. El frío acecha mis sueños. El olor quema hasta el
interior de mis fosas nasales. Aquí no hay nada más que la muerte, y el mismo destino
seguramente nos aguarda si no podemos escapar pronto.
Pasan los minutos, tal vez más. Estoy mareado por la espera. Los pasos resuenan en
las escaleras. A estas alturas estoy seguro de que estamos bajo tierra y me pregunto si
volveremos a ver la luz del día, respiraremos aire fresco o probaremos la carne de
nuestra diosa una vez más antes de morir.
El susurro de la tela, o son alas, sigue los pasos. Luego, el sonido del metal atraviesa
la piedra. La temperatura desciende diez grados y escucho a Clinton tragar, ya sea
sangre, rabia o ambos, a mi lado.
"Bueno, bueno, mira lo que el gato, o mejor dicho, el conejito, arrastró", una voz
familiar rebota en la piedra. Morrigan con una falda plisada y un corsé de cuero entra
a la vista. "¿Pensaste que te habías escapado de mí? No funciona de esa manera,
Guardianes".
Camina por la línea, sus dedos se arrastran sobre las marcas de pestañas abiertas de
Sam, tocando la barbilla de Clinton para ver mejor sus moretones. Se detiene delante
de mí y levanta una ceja. "¿Qué? ¿No te defendiste?"
Aprieto los dientes para contener una respuesta. Ella sonríe. "Siempre fuiste
inteligente, Damien. Pero no tan inteligente como Bunny".
"Lo manipulaste", dice Sam. El guardia de antes da un paso adelante y lo patea en la

espalda. Sam casi se cae, pero logra mantenerse erguido. Escucho el látigo
desenrollarse. Los ojos oscuros de Morrigan se dirigen al guardia.
"Gracias, Casteel. Se agradece tu servicio". Camina hacia Sam y le acaricia la mejilla.

"Pero no puedes dejarle cicatrices en esta cara, ¿entiendes?"
"Si, su Majestad." Escucho el miedo y la ira en su voz.
"Así que aquí está el plan, muchachos, ustedes se quedarán aquí hasta que reúna a su
pequeña líder y puta. Una vez que estén todos de nuevo bajo mi mando, determinaré
si los dejaré vivir o no". Sus ojos se posaron en Clinton. Nunca ha sido su favorito.
"Hasta entonces te pudrirás en las mazmorras, así que es mejor que esperes que
lleguen rápido".
Ella asiente con la cabeza a los guardias detrás de nosotros y se mueven rápido,
arrastrándonos hasta nuestros pies. Clinton se escapa, arremetiendo contra la Reina.
Sus ojos se abren de alegría cuando él se queda corto, y luego se ríe audazmente
cuando un duro bastón cruje contra la parte posterior de sus rodillas. Nuestros pies
están unidos por cadenas y cuando él cae, yo también me estrello hacia adelante,
usando el impulso para deslizar los pies de los guardias. Sam salta a la refriega,
balanceando la cadena sobre su cabeza y envolviéndola alrededor del cuello de un
guardia.
"¡Eso es suficiente!" Casteel ruge, pero no hay forma de que caigamos sin luchar.
Puede que sea nuestra última oportunidad de causar algún daño. Agarro la hoja del
guardia más cercano y lo apuñaló en la garganta.
Chorros de sangre, y Morrigan dice lo suficientemente alto como para que todos
escuchen: "Cuando hayas terminado de jugar, limpia este lío", antes de que ella
regrese al piso de arriba con el sonido del puño chocando con la carne.

Capítulo 25:
Dylan
No debería haberla dejado.
Ese es el único pensamiento que tengo mientras corro por la ciudad, saltando aceras,
esquivando autos. No es hasta mucho más tarde que dejo que algunas imágenes
negativas más me entren en la cabeza.
Nunca la volveré a ver.
Los otros me matarán.
Lo mataré.
Corro por un callejón, pasando por las áreas que los otros Guardianes habían planeado
visitar. No están por ningún lado. Después de mirar en otros dos lugares representados
por las pinturas, regreso a casa, esperando que se rindieran.
Si pudiera volar, creo, sintiendo una punzada aguda de tristeza y pérdida, podría ver
mejor la ciudad. Encontrarlos. Esos días están perdidos. Mis lazos con el Otro Lado
están rotos. The Nead aparece a la vista. El cristal de la ventana de mi ático brilla y
una sombra pasa detrás de él.
Davis. Por supuesto que sabía que volvería a casa. Corro a través de la puerta trasera,
derrapando sobre el umbral. Me quedo sin aliento cuando llego al vestíbulo de mi
habitación. Davis está cerca de la chimenea sosteniendo una botella de agua. Lo tomo
y lo bebo todo de un trago rápido.
"¿Están ellos aquí?" Pregunto, devolviéndole el agua.
"No. La casa está vacía".
Los llamé en el instante en que dejé a Morgan, pero una mirada a mi teléfono me dice
que no han respondido. Nunca deberíamos habernos separado. Nunca debí haberla
dejado. "Quiero que tú y Sue se queden abajo, ¿entiendes?"
"Sí, maestro Dylan." El anciano me mira. "Ten cuidado."

Me aseguro de que haya bajado las escaleras antes de entrar en la habitación de
Bunny. Siento que la magia oscura persiste en la habitación. ¿Cómo lo perdimos?
Caminando por la habitación me tomo un momento para mirar las intrincadas pinturas
del Otro lado. Mi cuerpo reacciona instintivamente a las imágenes, puro terror. No
pasa nada bueno en ese lugar. Morrigan tiene el máximo control sobre los vivos y los
muertos; apenas habíamos salido con vida la última vez. No estoy seguro de que
ninguno de nosotros lo vuelva a hacer.
Un estallido extraño, seguido de una ráfaga de aire frío se produce detrás de mí, y
giro, con la espada ya en la mano. Mi agarre se aprieta cuando Bunny emerge por
completo de una de las pinturas.
"Dylan", dice, sacudiendo el polvo de sus botas. Con el pelo recogido en púas
enmarañadas y círculos oscuros bajo los ojos, se ve más agotado de lo habitual.
"Veo que aprendiste una nueva técnica de pintura".
Bunny mira la pintura. "Es muy útil".
"¿Por qué?" Le pregunto. No debería. Es un traidor a nuestra misión y ahora no es

más que un criminal, pero aún quiero saberlo. "¿Por qué estás trabajando con ella?"
"Siempre hemos trabajado con Morrigan", dice. "Eso es lo que hacemos, tú eres el que
cambió de bando y eligió la nueva joven".
"Trabajamos para las fuerzas del bien, Bunny. Mantenemos a Morrigan bajo control y
equilibramos los poderes. Cuando ocurrió la división, no había otra opción en qué
dirección iríamos". Lo estudio. "Al menos, no lo creo".
"Liberamos a Morgan de la Oscuridad. Ese era el objetivo y yo estaba detrás de

sacarla de la zona de peligro. Debería haber seguido adelante y haber vivido su vida
en paz. Ella podría haber hecho eso".
"¿Mientras la gente estaba muriendo aquí por la propagación del virus? ¿De verdad
crees que ella podría haber vivido con eso?" Niego con la cabeza. "No la conoces muy
bien".
Bunny reacciona con risas, risitas perturbadas que ahoga detrás de una mano
manchada de pintura. "Tienes razón, no la conozco bien. No como tú. No como los
demás. No la he follado, ¿sabes?"

"Esa fue tu elección."
"¿Lo era? O tal vez simplemente la rechacé. Tal vez solo esté conmigo porque siente
la culpa de ese día".
"Esa es la Oscuridad hablando, Bunny, no Morgan."
Se encoge de hombros y se pasa las manos por el cabello, haciéndolo aún más salvaje.
"Es demasiado tarde Dylan. Las ruedas se ponen en movimiento. El virus se está
propagando..."
"Morgan ha capturado a Anita. Eso termina hoy".
Él se burla. "La gente ya está infectada, docenas de ellos. Ahora caminan por la
ciudad. Volando en aviones. No hay forma de detener la plaga esta vez, Dylan".
"Siempre hay una solución. Siempre."
"No esta vez." Bunny pasa junto a mí y recoge algunas cosas en su mesa de trabajo,
metiéndolas en una bolsa.
"Morgan puede debilitarse sin que tú selles su relación, pero sigue siendo fuerte".
Los ojos de Bunny se mueven rápidamente hacia los míos, la diversión curiosa tira de
su boca.
"No lo sabes, ¿verdad?"
"Sé que estás loco".
"No, en serio, no lo sabes". Su frente se arruga. "Sabía que podía engañar a los demás,
¿pero a ti? Estás resbalando, amigo mío. Probablemente demasiado coño empañando
ese cerebro tuyo".
Cansado de los acertijos y los juegos, me abalanzo sobre él, empujando las botellas y
los frascos en la mesa. Se hacen añicos al suelo, rompiéndose en pedazos. Aterrizo
con fuerza sobre vidrios rotos, los pequeños pedazos se incrustan en mi piel. Bunny
usa la conmoción para evitar mi agarre, corriendo hacia la puerta.
Me levanto en un instante, pateando sus pies debajo de él. Se cae y lo azoto con la
hoja, golpeándolo en la oreja cuando golpeo la punta contra el piso de madera. Estoy
encima de él.

"Cuida tu boca, hermano," le digo. "Y dale la vuelta a esto antes de que dé un paso
más. No quiero hacerte daño, Bunny. Pero lo haré, y los dioses lo aprobarán".
"Es demasiado tarde", dice, retorciéndose debajo de mí. "Ella los tiene todos. No
ganarás esto, Dylan, pero no es demasiado tarde para unirte a nosotros".
Debo estar atónito por su anuncio, ella los tiene todos, porque él mete una rodilla
entre mis piernas y tira hacia arriba. El dolor es instantáneo y se me escapa. Agarro el
cuchillo, pero cuando lo miro de nuevo, está tanteando uno de sus recipientes.
Volteando la tapa con el pulgar, me la arroja a la cara. Llueve polvo y toso y me froto
los ojos. Puede que sea más pequeño que yo, pero es ingenioso.
A través de la neblina, lo veo empujando más artículos en su bolso y luego tirándolo

por encima del hombro.
"Piénsalo de esta manera", dice, avanzando poco a poco hacia las pinturas. Mi
garganta está obstruida con el polvo. Escupo, tratando de aclarar mi boca, mi
garganta. Me esfuerzo por respirar, pero todavía tengo la hoja en la mano. "Ahora la
tendrás toda para ti".
Siento ráfagas de frío a través de la habitación y, aunque mis ojos están entrecerrados,
veo la ondulación aparecer en una de las pinturas. Bunny da un paso dentro y cierro
los ojos, tirando mi brazo hacia atrás y soltando la hoja con un movimiento fluido.
Escucho el mismo estallido de antes y el palo de mi cuchillo, seguido de un estrépito.
Parpadeo, esperando encontrarlo en el suelo, pero no, es solo su bolso. La hoja se
bambolea, sobresaliendo del centro de la pintura.
Estoy solo.
Tomo un trapo de la mesa de trabajo y me limpio la cara, limpiándome el polvo de los

ojos. Luego me acerco y miro la imagen, sosteniendo mi mano sobre la superficie.
Tengo miedo de tocarlo, miedo de adónde me pueda llevar. Si Bunny estaba diciendo
la verdad, los otros Guardianes están en problemas y tendré que encontrarlos.
El cuchillo entró justo en el medio del castillo, el lugar al que supongo que Bunny
viajó. Sin tocar la lona, tiro del mango y la hoja se desliza hacia afuera. Ahora hay un
enorme agujero en el medio. Estoy preocupado y aliviado de que esto pueda hacer que
la pintura sea inútil. Al menos nadie puede retroceder a través de este.

Escucho pasos en el pasillo y me preparo, pero conozco el sonido de ella en cualquier
lugar y no es de extrañar cuando Morgan entra por la puerta.
Sus ojos se abren ante la escena, en mi rostro cubierto de pólvora.
"¿Estás bien?" ella pregunta.
No puedo responder eso. "¿Eres tú?"
Ella asiente. "Anita está abajo. Davis me mostró las celdas".
"No la mataste. Bien."
"Quería."
Suspiro y me froto la cabeza. "Casi mato a Bunny".
Nuestros ojos se trasladan a la pintura. Al agujero dejado por mi cuchillo. "¿Pero no lo

hiciste?" ella pregunta.
"No, pero probablemente debería haberlo hecho". El agotamiento de lo que está por
venir se cierne sobre mi cabeza. No quiero decírselo. La he defraudado, no, fallé.
Algo en su expresión me dice que ya lo sabe. Aun así, ese conocimiento no le impide
acercarse, apoyar la mejilla en mi pecho y rodearme con sus brazos.
"Se han ido", digo por encima de su cabeza. Me alegro de no poder ver su cara.
"Los recuperaremos".
Miro las pinturas. Por la locura que había estado corriendo por la cabeza de Bunny.
Eso es lo que te hace el Otro Lado. Te vuelve loco. Te pone duro. No quiero decirle a
Morgan que incluso si los recuperamos, es posible que nunca vuelvan a ser los
mismos.
CONTINUARÁ…

Espero que hayas disfrutado leyendo la cuarta parte de The Raven Queen’s Harem.
¡Me encanta escribir esta serie! ¡El dolor, el amor, la lujuria!

¡Queridos lectores!
Gracias por acompañarme en este extraordinario viaje. He escrito muchos libros, pero
este ha encendido un fuego en mi mente y dedos. ¡Estoy agradecida por el apoyo y la
amistad! ¡Mis lectores ARC son los mejores! ¡Toleran mi amor por RIVERDALE y
las necesidades de última hora!
Mi Grupo Raven en Facebook es un lugar maravilloso para compartir y divertirse. Mis
amigas autoras como Lisa Swallow, Beth Bolden y Samantha Marscott me ayudan a
superar las preguntas, los dilemas, los nervios y las dudas. Mi diseñador de portadas,
AngstyG, es el mejor. MEJOR. Y mi editora Vanessa, literalmente, edita para mí
mientras tengo y cuido mis bebés. Habla de devoción.
Gracias por todo,
Angel

PRÓXIMO LIBRO:
4.5#Libro: “Raven’s Gift”
Sinopsis:
Un poco agradable y muy travieso...
"Fue cinco días antes de Navidad y
durante todo the Nead,
Ni un cuervo estaba listo para satisfacer
las necesidades de Morgan.
Las medias de Morgan estaban ajustadas
sobre sus piernas,
con la esperanza de que un guardián
pronto se arrodillara y suplicara.
Entonces ante sus ojos asombrados,
aparece una idea de cómo los cuervos
podrían traer alegría navideña.
Cada uno toma un día
Se establece una tradición,
Morgan lo sabe en un instante
y sus deseos son cumplidos.
Con latidos atronadores,
y manos errantes,

Los cuervos de Morgan atienden sus ansiosas demandas.
Oh Dylan,
Ooh Clinton agárrate fuerte, aquí viene Bunny
Oh Sam y Damien
hay tiempo para todos.
Que comience la cuenta regresiva
para un poco de alegría navideña,
para Morgan y sus cuervos.
Ten un feliz año nuevo.
Raven's Gift es una novela navideña que forma parte de Raven Queen's Harem. Los
lectores no tienen que haber leído la serie para disfrutar de este juego de diversión
navideña!

Traducido, Corregido & Diseñado en
https://ignite-books2.blogspot.com/

4 The Raven Queen's Harem Obsidian Fire Angel Lawson

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Pero no fui yo. No exactamente.

Era parte de mí. Mi cuerpo. Mi mente en conflicto. Mi alma torturada.

Y planeo disfrutar la vida al máximo.

"¡Shoo! ¡Eso es de postre!"

"Huele tan bien". Extiendo mi dedo y esta vez, ella lo golpea.

"No es culpa nuestra que seas una cocinera increíble".

Arrugo la frente. "¿Quién?"

"Alguien de la oficina de tu asesor".

Suspiro y me siento a la mesa. "¿De nuevo?"

No he escrito una palabra en semanas.

¡Que he estado haciendo? Perfeccionando mis habilidades de lucha, rastreando

Golpeo con los dedos sobre la mesa.

"Será mejor que sigas con tu trabajo, Morgan, o te echarán".

"Lo que sea."

"¿Dijeron algo en particular?"

"Dejó un paquete. Davis lo llevó a tu habitación".

"Deja que se enfríe."

Le devuelvo la sonrisa y al salir por la puerta digo: "No lo haré. Lo prometo."

Bunny se había estado escondiendo de mí.

"Hey Bun, ¿acabas de despertar?"

"Has estado muy ocupado últimamente. Apenas te he visto".

"Sí." Él huele. "Realmente debería volver a eso".

"Está bien", le digo, plenamente consciente de que me ha estado evitando durante

"¿Postre?" Incluso si es capaz de resistirse a mí, es incapaz de luchar contra su amor

Gancho. Línea. Plomo.

La puerta se cierra con un fuerte clic.

Tiene que hacerlo antes de que me vuelva loco.

Con la oscuridad desaparecida y las tensiones en la casa disminuidas, pensé que mi

Luego busco un lienzo nuevo.

Ninguno de ellos está seguro de lo que ocurrirá después de la separación, pero sí

Se toca la barbilla pensativo. "Posiblemente. Nunca lo sabremos, porque hiciste lo

Ahora me siento en el asiento de la ventana de mi oficina de escritura, con el plato de

Pero algo anda mal.

¿Lista para esta noche?

Si, respondo debajo de la mesa. ¿A dónde vamos?

Sabes que no puedo decirte.

Su respuesta es un emoji que se encoge de hombros. Pongo los ojos en blanco.

¿Dame una pista?

Algo que muestre tus piernas.

Cuanto más corto mejor.

Y olvídate de las bragas.

Me tratan a mí y a mi cuerpo como si fuera algo para adorar.

Definitivamente no deberíamos salir.

Esta chica me va a matar esta noche.

"Tú eliges", le digo.

"¿Elegir qué?" ella pregunta.

"El coche. ¿Cuál deberíamos tomar?"

Abro un armario en la pared y saco la llave. Lo sostengo. "¿Quieres conducir?"

Se acerca el otoño y cuando salimos del garaje, ya está oscuro.

Morgan cubre mi mano apoyada en la palanca de cambios con la suya. Su toque es

"¿Cómo va tu trabajo?" ella pregunta.

"Bien", le digo. "Diferente."

"¿Quizás? He tenido algunas imágenes interesantes. Te lo mostraré pronto". No he

"Lento", admite. "Estoy teniendo un bloqueo de escritor".

"Solo miro la página y no sale nada".

"Entonces me alegro de que salgamos. Sentarse y pensar en ello solo lo empeora.

Corro por la ciudad, tomo atajos y trato de evitar el tráfico.

"Mierda", murmuro cuando estamos atrapados en un callejón estrecho y oscuro. "Giro

Se lame los labios y alcanza la siempre presente erección de mis pantalones.

"¿Tienes algún problema con eso?"

Niego con la cabeza. "No. No, de verdad que no".

"Sabes," le digo mientras desabrocha mi cinturón y libera mi pene de los confines de