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Relatos de Navidad Digital
Relatos de Navidad Digital
NAVIDAD
RELATOS DE
NAVIDAD ZUAAS
Autores
Relatos de Navidad
ISBN: 978-980-18-1248-7
Depósito legal: LA2020000054
Corrección:
Adriana Heras
Edición y producción:
Laboratorio Permanente de Lectura
y Escritura de Microrrelatos Zuaas
y
Contra Viento y Marea Ediciones
contravientoymareaediciones@gmail.com
Barquisimeto, estado Lara
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INDICE
Prólogo…………………………………………………………………………….......................................7
Méndez……...............................................................................................................24
Querales........................................................................................………..................30
Tapices navideños………………………………………………………………..........................35
Navidad a color………………………………………………………………….............................38
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NELSON URES VILLEGAS
Pase adelante
8
FÉLIX GUTIÉRREZ CANELÓN
Halloween, la desilusión
9
FLORA OVALLES VILLEGAS
Nieve y arena
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ANDREÍNA ALCÁNTARA HERNÁNDEZ
El chichón de Navidad
11
FREDDY UQUILLAS GRANADOS
13
ZURAYA RAMÍREZ DALA
Niño Jesús
por adelantado
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ANAHIL HERNÁNDEZ ABREU
Muñeca de trapo
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EGLÉE HERRERA TROMPETERO
El pesebre
del barrio
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Ya estaba listo el pesebre. A las doce de la noche del 24 de
diciembre, se descubría el rostro del Niño Jesús, había nacido
el hijo de Dios; un momento sublime que acompañábamos
con cánticos y alegría.
Nunca me puse a pensar que después, con el paso del
tiempo, ya no participaríamos de esos momentos, pero sí sé
que los disfruté mucho.
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MYRIAM COLLANTES DE TERÁN MARTÍNEZ
La luz azul
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Me quedé embobada viendo aquella preciosidad: niños
jugando en la nieve, una casa de chocolate, una fábrica de
dulces, un tiovivo... muñecos que simulaban ser gente feliz,
como lo habíamos sido nosotros.
En ese momento me sentí hechizada, no podía apartar la
mirada de esa ciudad tan bonita. La luz azul lo envolvía todo y
retuvo mis pensamientos nostálgicos por un rato. Hasta creo
recordar que una pequeña sonrisa salió de mis labios. Cuando
la tienda cerró, tuve que regresar a la realidad.
Ya era noche cerrada y descubrí que las luces de las calles
también eran azules. Eso me hizo feliz. Fue como si mi padre
se hubiese convertido en una hermosa luz azul, melancólica,
pero reconfortante. Y me sentí acompañada, y la Navidad
aquel año fue un poco menos triste. No faltará una pequeña
lucecita azul en casa, del mismo color que el cielo que
montamos por última vez.
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TERESA OVALLES MÁRQUEZ
Bicicleta
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FANNY SALOM ARCILA
Veto en Navidad
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YAMILET HERRERA DUDAMEL
Labios rojos
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BENIGNO VILLEGAS MÉNDEZ
El plato navideño
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Andreína Alcántara: Glexsy, así eran muchos papás que
conozco. En una ocasión hice una ensalada para el 24 de
diciembre con la que creía me estaba botando. Cuando
servimos la cena, el susodicho probó mi deliciosa ensalada de
pollo con trocitos de manzana, puso cara de asco y de
inmediato la mandó a retirar de su plato.
La cabeza de cochino
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DANISBEL GÓMEZ MORILLO
La amarradora
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armarlas entre todos. En una de esas veces, se nos olvidó
comprar el pabilo y como nos dimos cuenta tarde, tuvimos
que ingeniárnoslas para reciclar hilos.
No sé de dónde la abuelita de mi hijo sacó un hilo
superresistente, pero a la vez fino. Lo usamos con mucho
cuidado porque, si se apretaba mucho, podía cortar la hoja e
incluso la masa. Logramos amarrar unas 100 hallacas y 50
bollos, y lo mejor fue que estos quedaron perfectos.
Al año siguiente, hicimos un mal cálculo y volvió a faltar el
hilo y, ¿adivinen qué?: usamos el que habíamos reciclado en
aquella oportunidad.
Tras mucho tiempo, creo que mejoré la técnica y las que he
hecho en los últimos años han quedado muy bien. También
he incursionado en otros niveles de este quehacer y se puede
decir que este año estoy próxima a lanzarme con el guiso.
Creo que es importante que todos aprendamos a amarrar,
que nuestras manos entren en ese juego de hacer tejidos, de
envolver y soltar, de ser capaces de hacer nudos que puedan
sobrevivir a altas temperaturas, pero que luego se puedan
desanudar sin mayor problema, incluso, si la cosa sale tan
bien, hasta podrías reciclar y retomar el ciclo del hacer.
Pienso en eso y creo que esto de hacer hallacas tiene mucho
que ver con lo que somos y queremos ser los venezolanos.
Dos fiestas
con las hallacas
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El o los culpables, nunca aparecieron. Por suerte, al lado de
la casa hay una carnicería y se compró toda la carne de
nuevo. Las hallacas tardaron varias horas más, pero se logró la
meta para la noche del 24.
Años más tarde, las primeras hallacas estaban hirviendo en
la lata grande de manteca que se usaba para tales ocasiones.
En la mesa, se hacían los bollos con la masa y el guiso, y todos
estábamos bastante relajados, cuando de repente mi
hermano, quien tenía rato paseando con la bicicleta, chocó
de frente con la improvisada cocina ubicada en el centro del
patio. Tumbó la olla y apagó el fuego, seguido por el grito de
quienes presenciaban sus acrobacias.
De inmediato, recogieron las hallacas, montaron otra
hoguera, llenaron de nuevo la olla y quince minutos más
tarde, todo volvió a la normalidad. De mi hermano y su
bicicleta, no puedo contar nada. Ninguno de nosotros estuvo
pendiente de él.
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ZAIDA PINTO RUIZ
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Como supondrán, ya mi mamá no tenía la cara alegre de
tanto revisar que no se fuera una coleada con tres nudos en
latanda de uno. Su cabeza no daba para más. Gracias al anís
yo estaba tan creativa, que a algunas hallacas, en el medio del
guiso, les puse lacitos del árbol de Navidad. Mi mamá
rezongaba en la cocina porque no veía los nuditos.
Entre risas terminó la faena, elaboré la lista con la seña
característica. Hoy no sé si las hallacas con un nudo se las
comió mi amigo vegetariano y creyó que el cochino era
gluten. Así de sabrosas eran mis hallacas y así también fueron
estos encuentros, preludio del nacimiento de Jesús. Todavía
me río a carcajadas y pienso: «Más nunca haré hallacas como
las de ese año».
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MÁS RELATOS
DE NAVIDAD
NELSON URES VILLEGAS
Tapices navideños
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Pues, yo siempre insistía con la bicicleta, pero la escopeta
que disparaba un corcho atado con un hilo o la pelota de
goma, dominaron por un tiempo las bondades del Niño
Jesús, hasta que ya, como a mis ocho años, el secreto de la
identidad del Niño se develó (en verdad ya había deducido
antes el asunto, pero el interés de que me siguieran trayendo
mis regalitos me mantuvo en silencio y me hacía el dormido).
Momentos tristes hubo, cierto, ineludible la quemadura de
la pobreza, remarcada por esa bendita canción de Julio
Jaramillo: «Campanitas que vais repicando, Navidad vais
alegre cantando...». Pero para los inocentes niños que éramos,
una pequeña dosis de felicidad bastaba para pintar de
colores nuestras ilusiones, y el filtro del tiempo sabe, de
alguna manera, colar los mejores momentos de aquellos días:
los juguetes, los primos, la muchachita simpática del
vecindario exhibiendo su estreno, la chicha que nunca faltó,
una comidita especial con las hallacas, que resultaba todo un
ajetreo hogareño.
El 25 de diciembre nos resultaba mejor, disfrutábamos el
día completo desde muy tempranito. En nuestra tercera
mudanza, y aprovechando que vivíamos cerca del terminal
de pasajeros, en el barrio Los Colerientos, arrancábamos en
un autobús Tilca para la casa de los abuelos en Sanare. Todo
un ensueño.
Luego de recorrer una carretera empinada y de curvas
desafiantes, llegábamos al campo, donde ejercitábamos la
imaginación al aire libre, compartiendo el cariño de abuelos y
tíos, en una casa como de cuento; con su huerta, su gallinero,
los cerros donde jugábamos a los bandidos y ese frío que nos
hacía temblar, pero que disfrutábamos, porque dormíamos
todos los hermanos amontonados, y el abuelo nos lanzaba
por encima un «encerado». Solo así soportábamos aquel frío,
que ya hoy no es el mismo.
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Niño Jesús, tráeme otra vez la escopetica de corcho para no
herir a nadie, solo para escuchar ese sonido como si un
duendecillo saltara sobre una nube y, de pronto, se
devolviera a saludarme.
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EGLÉE HERRERA TROMPETERO
Navidad a color
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El Niño Jesús de papá
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JOSÉ MATHEUS BRICEÑO
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Las hallacas gochas
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Un día, luego de probar las hallacas de Rosita, una vecina
caraqueña dicharachera que se metía en todo, decidí
protestar las hallacas gochas por lo insípido del guiso, y fue en
ese momento que entendí lo sabrosas que eran las hallacas
andinas de Juanita.
Mi mamá me dejó sin comer desde el 24 hasta el 25 de
diciembre, cuando tuve que reconocer, con la alegría
pascuera y el hambre que había pasado, que las gochas eran
las mejores.
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FANNY SALOM ARCILA
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microBIOGRAFÍAS
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Fanny Salom Arcila: Periodista, locutora y ferviente
enamorada de la palabra fecunda.
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La Navidad es una de las épocas más maravillosas del año porque
conmemoramos el nacimiento de Jesús de Nazaret, principal
referente de la era cristiana. También festejamos la llegada del Año
Nuevo. El pesebre o belén, la llegada del Niño Jesús, las cartas que
le escribimos y los regalos que no llegaron; las hallacas, sus amarres,
envolturas y guisos. Las travesuras de niños y de adultos, las
patinatas y las misas de aguinaldo. De estas y otras historias trata la
nueva obra narrativa construida a través de nuestro grupo de
mensajería instantánea «microRELATOS». Con este libro -que
esperamos sea del agrado de todos los lectores- te deseamos una
feliz Navidad y un próspero Año Nuevo.