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Hijo del

Para ser hijo del Perú, hay que ganarse

Perú
el derecho; y aun cuando yo no creo
suficiente haber hecho, igual late en mi
pecho cual bandera ondeante, un
corazón palpitante.
Que irrigando en torrente y
caudaloso color rojo, imita el del
pendón rojo, rojo bermellón. Partí de
aquel suelo, con muchas ilusiones,
dejando atrás recuerdos, y otras tantas
emociones.
Y me pregunto a menudo, si habrá
cambiado el terruño, si todo será
diferente; estará acaso la misma gente
o tal vez a mi retorno.
Pasaré a ser un extraño, donde antes
que hombre, fui niño. Hoy que sólo
veo en sueños, los lugares que recorrí, o
aquel donde nací.
Y di mis primeros pasos; añoro con
nostalgia el llegar de un nuevo día
querida patria mía, para gritar con
alegría, recordando la guardia vieja, que
a mi querido Perú, nada se le asemeja.
Que viva el Perú, es la expresión más
sentida, que desde mi partida, del hoy
lejano terruño, grito con pasión
profunda, y una verdadera emoción.
En cada nueva evocación del
aniversario patrio; cuando San Martín
solemne decretó en forma perenne el
fin de la opresión.

Autor: Luis A. Ramírez

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