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ENRIQUE KRAUZE LA COMEDIA MEXICANA De Car.os FUENTES 1 DESENGUENTRO DE LECTOR con Carlos Fuentes ocurrié en 1971, Aun- que on los afios sesenta habia admira- do sus cuentos y novelas, luego de los ase- ssinatos masivos de Tlatelolco y el Jueves de Corpus In fe estatista de Tiempo mexicano comenzé a descon- certarme. No entendia el mal uso que hacia Fuentes de la historia, sus trampes verbalee, la prisa e impre- cinién de sus juicios ni la facilided y autocomplacen- cin de sus No entendfa su modo de abordar la realidad ni justificaba, en suma, su acti- tud intelectual. ‘Mi generacién intentaba un nuevo examen de la realidad mexicana. Porque la historia habla conduci- doa la muerte, la verdad histérica se volvié para noso- tro cuestién de vida o muerte. Por aquellos dias Fuentes eecribié una frase significativa: “La literatu- ra dice lo que la histaria encubre, olvida o mutila”, La relectura de su obra empezaba a convencernos, en su aso, de lo contrario. En un poema de Paz 0 un cuento de Rulfo la obra partia de la vida mexicana, participa- ba de ella. Algo similar ocurria con los artistas capa- ces de captar una realidad radicalmente ajena: los le- treros de las cantinas de Lowry, las oscuras mujeres bajando por los empedrados en Viva Zapato, le cruel- dad festiva e inocente de Los olvidados 0 el dia de mer- ado en Mornings in Mexico de Lawrence. Los mexica- ‘nos hacfan encarnar a la realidad, los extranjeros la descubrian; Fuentes, por algiin motive que deecono- cfamos, bordeaba esa realidad deteniéndose a escu- charla en un plano externo. En sus textos México era un libreto, no un enigma ni un problema y casi nunca una experiencia. El tiempo mostré que aquel ele- ‘mento de irrealidad no era sélo histérico sino literario. “Estoy convencido —afirmaria Fuentes muchos afios despuse— que el Paris de Balzac o el Londres de Dic- ens nunca existieron... Ellos inventaron el lenguaje, Jo inventaron todo. Luego la realidad tuvo que aco- plarse al molde de algunas imaginaciones”. Aunque Dickens se revolveris en la tumba recordando ciertas eecenas infantiles reflejadas en sus novelas, en un sen- tido la afirmacién es cierta. No obstante, a estas altu- ras, cabe ya preguntar: {En qué caso Ia realidad mexi- cana se ha acoplado a la imaginacién de Fuentes? No- "He speaks all hia words distinctly, half as loud ‘again as the other. Anybody can see be is an actor.” Henry Fielding. vela tras novela ha querido ofrecer un espejo licido de la vida mexicana, un espejo de nuestras posibili- dades, pero la imagen no se perfila: oe escapa. Y sin embargo, en todos estos afios el escritor ha brillado por méritos propios. Nadie puede negar su talento y su pasién por la literatura. En una genera- ciéa malograda casi toda por el infortunio, la mez- quindad, 1a ambicién politica o 1a pereza, el apego profesional de Fuentes sigue siendo ejemplar. Ha ee- crito obras i ites en varios géneros. Su aven- tura ling@tfstica ha sido valerosa y, en més de un sen- tido, revolucionaria. Fuentes irrita, pero la irritacién ‘que produce es parte de la sal y In salsa que mantie- nen Ia vivacidad de la literatura en México. Con todo, temo que en mi caso el desencuentro de lector se haya ahondado. Mi incomodidad con reapec- toa Fuentes ya no es s6lo intelectual o literaria sino moral. De un tiempo a esta parte, comparto la con- viecién de que usa el tema de México distorsionéndo- Jo frente al pablico norteamericano con credenciales que no ha querido o sabido ganar. Alguna vez eacu- ché la opinién de un congresista: “Fuentes is a great man, He knows #0 much about his country”. Aquel hombre no habia leido sus libros pero, como a muchos otros, lo convencis la omnipresencia de Fuentes en Jos medios de comunicacién. No podia saber, como no- sotros sabemos, que Fuentes no sabe. En eetas circunstancias, no puede ser més oportuna la reciente aparicién de Myself with others*. En sus péginas autobiogréficas esté Ia clave de la actitud in. telectual de Fuentes que nos intrigaba desde 1071. El alma de Fuentes es una zona de ambigdedad, una ca- ssa con dos puertas, Es un exiliado voluntario de Méxi- co en los Estados Unidos y fue un exiliado involunta- rio en los Estados Unidos en México. Hay en au origen ‘un vacio de historia personal e identidad que compen- saron siempre el cine y Ia literatura. Su mundo real fue su mundo ficticio: un deafile cinematogréfico de ‘autores y obras. El problema de este asombro perma nente ha sido la indiscriminacién. Borges se referia a ‘s{ mismo como “un argentino extraviado en Ia metafi- ssica”, pero habia un orden en suextravio. Sin un con- Farrar, Straus, Giroux; 1988, Vusita 139 15 Junio de 1988 Ewrique Kravze tacto real con el mundo exterior a su butaca, Fuentes se extravi6 en Ia historia de la literatura condendndo- #0 a reproducir histriGnicamente sus textos y perso- najes, sus procedimientos y teorias. La clave de Fuen- tes no estd en México sino en Hollywood. Estados Unidos ha dado actores para el cine, el radio, la tele- visién, la politica. Faltaba un actor de la literatura. Carlos Fuentes subié a escena. Ex rae maavano “Esta no es frontera sino que es cicatriz”. La frase de uno de los personajes de Gringo viejo es excesiva ‘como descripeién de la vecindad entre México y Eeta- dos Unidos por exacta como epigrafe biogréfico de Carlos Fuentes. Fue un gringo nifio de origen mexi- ccano, nacido en el lugar donde 1a historia y la geo- grafia han dejado, en verdad, una cicatriz: Panamé. ‘Al margen de la Depeasigny 91 New Deal, su apact ble infancia transcurrié en Ia “ficciGn territo Invide diplomatin, cn en departamonto do slate re cémaras “soberbiamente amueblado” con vista al Me- ridian Hill Park de Washington D.C. Myself with others recuerda largos veranos en los que, como en In cancién de Gerahwin, “the livin’ seemed easy”; vie- Jos y buenos tiempos cuando Fuentes aprendié a pre- ferir “la sémola al guacamole”, el trabajo a la pereza —"no siestas for me”— y soi por primera vez, antes que Andy Warhol, en el American dream: “Todos se- dn famosos al menos por cinco minutos”. En las vacaciones visitaba México. “Era deprim te confrontar el progreso de un pais donde todo fun- cionsba, todo era nuevo, todo era limpio, con ineficacia, el retraso y la suciedad de mi propio pais”. Contrastado con el norteamericano, el pasado mexi- cano le parecia sélo una serie de “derrotes aplastan- too” empezando por el TIT: ““Tremendo trauma teja- no”. Deede entonces Fuentes se acostumbré a ver a ‘Mérico, no en términos propios sino refractado en la erspectiva norteamericana. Ningtin mexicano se des- vela por el TTT ni afirmaria, como Fuentes, que “el mundo norteamericano nos ciega con su energis: EXAMEN Y cRITICA DE CARLOS FUENTES [Nos hemos ocupado en varias ocasiones de Carlos Fuentes, colaborador nuestro desde el principio y una de las figuras més importantes de ln cultura hispe- ‘oamericana. Ea claro que, mds allé de los premios ‘muy merecidos que ha obtenido en loa tiltimos tiem- ‘os, la obra y la persona de Fuentes han provocedo ‘siempre opiniones encontradas en el &mbito de nuee- tra longua y egpecialmente en México. Por una coin- cidencia que e6 una prueba ademés del interés que ‘suscita ou obra, ve reGinen en este nero de Vuelta ‘1 ensayo de Eurique Krauze, epesionada interpre- ‘tacién de una obra y una figura pablice, y las notas ‘de Adolfo Castasion y Julio Ortega ecbre ou mAs re- Cente novela, Critdbal Nonato. ‘Vuelta 199 no podemoa vernos sino verlos a ustedes". México ha sido siempre, por el contrario, un pais obsesionado consigo mismo. Pero Fuentes es un mexicano pecu- liar que descubrié la existencia de su pais a los diez afios de edad, con Ia expropiacién petrolera decreta- da por el Presidente Cardenas en 1988. Fue el momen- toen que los mexicanos empezaron a veree a la cara, diré otro pervonaje en La cabeza de la hidra (1978). ‘Cémbiese a los mexicanos por Carlos Fuentes y se es- tard més cerca de la verdad. De pronto entrevié que aquel “pais inexistente” era su identidad pero que esa, identidad se le escapeba. Su historia recuerda un poco a la de Vasconcelos en Eagle Pass, con una diferencia: Vasconcelos no tuvo conflicto de identidad. No s6lo lo nutria el idioma ma- terno sino la préctica de una cultura mexicana y la nostalgia familiar por la vida de su pais. Vivia un exi- lio. A Ta edad en que Vasconcelos hojeaba la Geogra- fia y los Atlas de Garcia Cubas 0 el México a través de ios siglos, Fuentes incurria en la veneracién acu- ‘mulativa de los grandes nombrea que su vie da y sus escritos. “How I started to write” —capitulo autobiogréfico de Myself with othere— es un buen ejemplo de esa prosa onoméstica, como de marquesi- nas, tan peculiar de Fuentes. Alli menciona el elenco fundador: Gene Kelly, Dick Tracy, Clark Kent, C role Lombard, Franklin D. Roosevelt y un largo ¢ i discriminado eteétera. No vivia un exilio sino un desarraigo que al revertiree abruptamente, en plena adolescencia, dejarfa una cicatriz de ambigtedad: “México se convirtié en un hecho de violentos acer- comientos y seperaciones frente al cual le afectividad no era menos fuerte que el rechazo”. Las pginas autobiogréficas reflejan claramente que los tinicoa vinculos tempranos de Fuentes con el “poss paterno” —ambos de carécter reactivo— fueron ‘un nacionalismo labrado menos por el orgullo de la tradicion mexicana que por el resentimiento frente al mundo norteamericano, y un empefio que abarcé toda la nifier por conservar el idioma espaiiol. No es arriesgado ver en ellos, respectivamente, el origen de Ins actitudes politicas y literarias de Fuentes. Cuan- do a los 18 atios de edad —Iuego de una estadia en Chile y Argentina— Fuentes se acercé por fin “al lo- do y el oro” de México, el lenguaje se habia vuelto ya “el centro de su persona y la posibilidad de ligar su destino y el de su pats en un solo destino”. México el “pa{s imaginario e imaginado”, no era una nacién tangible, histérica. Era sélo una victima de los Esta- dos Unidos y una lengua por conquistar. ‘Myself with othera detiene la historia en 1960. Para reconstruirla es necesario acudir a testimonios de ‘amigos y a otros escritos incidentales de Fuentes. Al- guien recuerda que se volvié un ser mimético, todo Tenguas y todo oldos, un “fajador” con las palabras. Necesitaba hacerlo, porque en México las armas del Jenguaje coloquial son tan o més filosas que las otras. ‘aiios habia renunciado ya, estratégica- a idea de escribir en inglés —"Después de todo, la lengua inglesa no necesitaba otro escritor”— pero su uso del castellano denotaba una especie de sordera ante ciertos matices, expresiones y temas. 16 unio de 1988 La comEpia MEXICANA DE CARLOS FUENTES Pasaba de la reticencia al exceso: carajos inopinados, chingadas fuera de lugar: machismo lingitstico. Mientras domaba al idioma, su actitud mimética el- canzaba extremos de teatralidad: arrodillado alguna ver en un crucero de la ciudad representé el papel de ordiosero. Para sorpresa de los amigos que lo acom- paiiaban, los transesntes se apiadaban de él y le da- ‘ban limoana, Solfa también actuar informalmente cobras literarias: un papel favorito era representar el retrato en Bl retrato de Dorian Grey. Mas allé del lenguaje, vagamente, estaba la reali- dad. Hacia 1960, la ciudad de México adoptaba la fi- sonomia de las capitales modernas. Fuentes, que venia de ellas, no vio la necesidad de adentrarse en ‘el campo, el émbito mexicano més profundo. En cam- bio su exploracién de In ciudad fue incesante y orgiés- tics. Como un turista fascinado, vivi6 la ciudad del ocio y los In ciudad nocturna. Omitié los sitios y las horas de trabajo, caminé calles, lugares histéricos y —lo ha referido muchas veces— lépiz en ‘mano ee adentré “in the brash, sentimental, lowdown world... de los burdeles olorosos a desinfectante, los cantantes envaselinados”. Junto a esta trasposicién surreal, tropical de Broadway, el México de los cin- cuenta ve definta —la palabra es de Fuentes—por su Star System: Diego Rivera y sus andamios, Maria Fé- lixy sus pestatias, Tongolele y su mechén blanco, Pé- rez Prado y su cara de foca. “ramos devoradores de estas imAgones de nuestra ciudad... Yo vivia para ee- eribir la ciudad y eecribia para vivir la ciudad”. Para ser escritor en los cincuentas, “uno tenfa que estar” con Alfonso Reyes y Octavio Paz. De nit, Fuentes habia retozado literalmente en las literarias rodillas de Reyes y a fines de los cuarenta lleg6 a vi- vir con 61 en Cuernavaca, pero fuera de éstas y otras ‘anéedotas curiosas e intrascendentes, la marca de Re- yes no queda clara. La de Octavio Paz, en cambio, se- ia decisiva. El primer encuentro entre ambos ocurrié en el invierno de 1960 en Paris. Aquel joven posefa —escribe Paz— “‘una avides de conocer y tocar todo, tuna avider que se manifiesta en descargas que, por ‘6a intensidad y frecuencia, no es exagerado llamar eléctricas”. Es significative que Paz hable de avidez, no de curiosidad. Fuentes queria apropiaree con ur- gencia de las dltimas claves intelectuales sobre Mé- xico, necesitaba tun libreto total del “pafs imaginario” y ereyé verlo en El laberinto de la soledad. Su lectu- ra no fue un descubrimiento sino una revelacién de- finitiva, que Fuentes complements frecuentando a los {fildsofos de ‘lo mexicano’, sobre todo a Jorge Portilla. En la frase final de El laberinto de a sole- dad, ‘Somos contemparéneos de todos los hombres”, Fuentes ley6 un Namado leal a Ia emulacién de Paz, una invitacién que s6lo podria cumplirse en un pro- yecto literario de proporciones balzacianas. Hacia 1965, para fijar los esfuerzos de una generacién que ve atrevia a tender puentes literarios con el mundo, nacié la Revista Mexicana de Literatura que por un tiempo Fuentes dirigié junto con Emmanuel Carballo. En aquel momento, su situacién biogréfica parecia darle todas las ventajas: frente a los eseritores loce- les, un commopelitismo natural; frente a los cosmopo- litas puros, Ia avidez de apropiarse del “pais imaginario, imaginado”. En 1968 aparecié su primera novela: La regién mds transparente. Vale la pena detenerse en ella porque presagia todo el cardcter de su obra posterior. Siguien- do de cerca los métodos visuales de la trilogia USA. ("Dos Passos fue mi biblia literaria”) Fuentes daba tun paso importante en la narrativa mexicana: acli- mataba el género de novela urbana abierto dos aiios antes, con pobreza de recursos literarios, por Casi el paraiso de Luis Spota. Su principal inspiracién fue Balzac: “Soy muy balzaciano... En La Comedia hu- ‘mana (0, si se quiere, en La Comedia mexicana) ca- ‘ben muchos pisos”, La imagen es exacta: Fuentes concibié a la sociedad mexicana como un escenario vertical, social e histérico. En el aétano, los dioses az- tecas, enmascarados, latentes, encarnando en seres in rostro que cumplen sus designios. En el cuerpo vi- , Ins clases sociales: la burguesia “cresohedéni- ca”, Ia nostégica aristocracia, la clase media arribiste ¥,@ ras de suelo, el pueblo, 'El itinerario intelectual que habfa elegido para co- nocer al pais se tradujo en una extrafia confusiGn de géneros. Los personajes no tenfan vida propia: actuar ban las tesis filoséficas de moda. Un poeta filéeofo ins- pirado parcialmente en Paz, aparecia a lo largo de la novela y al final morfa de una forma que recuerda el capitulo relativo a la muerte en el Bt laberinto de Ja soledad; et banquero en quiebra no acudia a con- sultar a un abogado sino a discutir sobre la esencia del mexicano con el propio alter— ego de Paz. A falta de una invencién que la rigiera internamente, la no- vela parecia més bien un cuadro de ‘‘tomas” parédi- cas de la vida nocturna en In ciudad de México. Caracteristicamente, la parodia més lograda no fue Ia de la clase burguesa —que Fuentes despreciaba sin conocer— sino In “‘alta sociedad” a la que in perte- nnecer, pertenecia: sus fiestas, snobismo, dandiamo, de- sarraigo. Paltaba ese conocimiento préictico de la vida social que tenia Balzac, para quien una quiebra, el trabajo de una imprenta o la caida de la bolsa eran realidades concretas, no sintomas de vida burguesa. Faltabe el pereonaje central de La Comedia Humana: 1a moneda de veinte francos (0, si se quiere, de veinte pesos). Y faltaba algo todavia mia importante: “Alli donde duele el zapato esté el toque de Balzac”, re- cuerda Harry Levin, En La regién mds transparente, el pueblo no padece ni trabaja: reflexions filosdfica- mente sobre la pobreza en medio de una interminable y trégica. Es un pueblo simbélico y noc- ‘turno: ea el “Pachuco” de Ei laberinto de la soledad protagonizando La fenomenologia del relajo. Fuentes ‘habia confundide Broadway con Manhattan y Man- ‘hattan con Nueva York. ‘A quien yerdaderamente recuerda la primera no- vela de Fuentes no es a Balzac sino a un gran actor de Ia pintura, Diego Rivera: textos y murales inmen- ‘808 que proceden por acumulacién y yuxtaposicin ea- ‘quemaética més que por un enlace imaginative. Ambos ‘s0n penosamente rigidos para sugerir la interioridad ‘Vuslta 139 17 Junio de 1968 Enrique Kravze psiquica de sus temas y personajes, y los manipulan con tesia o cargan diddcticas que producen monotonfa; ambos recurren a la mediacién alegérics. Textos que #0n murales, murales que son textos. Lo mejor de Ri- vera esté en la floracién de sus formas y colores. Lo mejor de Fuentes qued6 en el aliento verbal, excesi- vo pero viviente, de su prosa. Més que et ‘Came eye” de Dos Passos, Fuentes aguzé su “Recorder ear’ para captar y recrear los lenguajes sociales. La opi- nién de Lezama Lima es significativa: “He encontra- do a su novela fuerte y deseosa, trepidando en sus stmbolos... abundante”. El reconocimiento del gran poeta cubano al erotismo verbal de Fuentes definia sustancia de aquella novela y apuntaba a las futu: en La Regién mds transparente la ciudad, por pri- mera vec, #e oye. A la doble méscara verbal de la sebiren ln reco, Fossa so wa marry an de “a pasién, la conviecién y el riesgo”. La Eirepeton de aqualla “onorme, gosoes, dolorosa, dal ante materia verbal” (Paz) fue un acto de auténtica libertad por Ia palabra. Por desgracia, el mérito no disolvia 1a paradoja: ha- ‘bia algo quimérico en el intento de escribir Ia novela social de una realidad no vivida. El lenguaje seguia ‘siendo el centro del ser personal de Fuentes y Méxi- 0, un “pats imaginario, imaginado”. La aplicada acu- mulacién de lecturas sobre la ontologia de! mexicano desconectadas de toda experiencia no festiva, habia sido insuficiente para corregir la refraccién inicial de Fuentes. Aunque lo escuché con una atencién dila- tada y amorosa, nunca conocié el pais que seria el tema central de su obra. Su oido, poderoso pero irre- Mlexivo, o6lo podia devolver a la pégina una expan- sin lirica ligada al habla del instante y por lo tanto frégil, perecedera. Creyé resolver su sordera de ori- gen con una maravillosa sordera al revés: Ia historia, In sociedad, la vida de la ciudad esimilada al berullo delirante de sus voces. Los personajes de Balzac 80- bbreviven ain en la memoria literaria y popular euro- pea. Pocos retienen en México a los de Fuentes. Hamann Cauz Como la gran mayoria de los intelectuales mexicanos de todas las tendencias —Vasconcelos y Paz, Lomber- do y Cosfo Villegas—, Carlos Fuentes feste}é In victo- ria de la Revolucién Cubana y la interprets como un acto de afirmacién hispanoamericano: un triunfo de Mart{ no de Lenin. En su contexto particular, la Re- volucién adquirfa una significacién adicional: pare- fa resolver, ya no en el lenguaje sino en la historia, su latente conflicto de identidad, desvanecer su cica- triz, La venganza del TTT, México segufa siendo el pais imaginario, pero de pronto no habia ya que com. ararlo con el dudoeo paraiso de los “risueiios robots” ‘ni con el cruel espejo de las “aplastantes derrotas”. En tun articulo de marzo de 1989 Fuentes sostuvo que Cu- ba abria las puertas del futuro al poner en entrodi- cho toda la filosofia fundadora de los Estados Unidos: Locke, Adam Smith, el protestantismo, el sistema de libre e: “armas harto endebles para atacar os problemas del Siglo xx". La vindicacién naciona- lista parecia asegurar por af sola el desenlace feliz de todo el proceso. “Hay que ser Malraux”, habla confiado afios atrés .un amigo, Cuba le ofrecié la oportunidad de inter- pretar a un Malraux joven aunque ligeramente dis- tinto: el Malraux de una revolucion en el poder. Viajo ala Habana, escribié entusiastas reportajes y con sus més cercanos amigos fundé la revista El Espectador, que en su vida breve seguiria de cerca el pulso de Cu: ba e interpretaria los problemas de México a la luz de esa nueva experiencia. En México, el efecto natu- ral de la Revolucién Cubana fue colocar a su derecha su vieja homéloga, haciéndola aparecer como una peeudorrevolucién. Lo paradéjico del easo es que, en aquel momento, el balance econémico y social de la peeudorrevolucién no era del todo malo bajo casi cual- quier punto de comparacién, interno o externo, con- tempordneo 0 histérico que se eligiera. El problema de fondo, desde entonces, era la creciente insensibili- dad de la clase gobernante que bloqueaba la moder- nizacién politica y econémica del pais. Muy pocos intelectuales tuvieron la sabiduria de ponderar con equilibrio esa situacién. Los jovenes —influidos por el marxismo académico puesto de moda por Sartre— Ia tuvieron atin menos. La democracia no estaba en. su horizonte. ;de Cuba, su tinico horizonte era Ia Revolucién. Desde El Espectador, Fuentes se pre- guntaba: “Estamos todavia a tiempo de salvar a esa Revolucién Mexicana que en 1940 entré en un sopor lamentable?”. Para enderezar el rumbo le parecia ne- cesario abandonar la “anarqu{a empobrecedora de la libre empresa” y pugnar por un “Estado fuerte que asumiese la direccién total, la planificacién racional ¥ popular del desarrollo econdmico” EI Sartre de Fuentes fue C. Wright Mills. Hacia 1960 Mills visit6 la Universidad de México e impar- {i6 un curso sobre marxiamo y liberalismo. Envidiaba Ja influencia potencial del intelectual latinoamerica- no, al que tenia por tinico factor de transformacién cen los paises subdesarrollados. Para Mills, la compe- tencia mundial no era un problema de poder sino de horizonte: ganaria el mejor modelo de desarrollo in- dustrial. Frente a gobiernos reaccionarios y autocrd. ticos Mills no veia més salida que e! leninismo. El Espectador publicé Ins ideas de Mills en un decélogo y Fuentes —que las absorbié como un credo— dedicé ‘a Mills su segunda novela: La muerte de Artemio Cruz. Bl colofén consigné las fechas y lugares de su redaccién: La Habana, mayo de 1900 y México, diciem- bre de 1961. Era un epitafio —provisional, como se ve- ria despuée— a la Revolucién Mexicana, escrito desde la vitalidad y esperanza de la Cubana. En La muerte de Artemio Cruz Fuentes intenté ex- hibir al revolucionario mexicano prototipico, entra- mado de mentira, corrupciGn y asesinato. Acosado por Jog fantasmas de sus victimas —los idealistas, los co- laboradores, los amigos, corroido por el recuerdo de amores genuinos y truncos, el General Cruz. ~Citizen Kane mexicano— muere una muerte vengativa y len- ta, Mientras nuestro personaje faulkneriano agoniza, fuera, en las bardas y los discursos vacios del PRI, la Revolucién agoniza con él. La novela tuvo un éxito Vuslta 189 18 Junio de 1988 La COMEDIA MEXICANA DE CarLos Fuentes: instanténeo y und4nime. Hay en ella un despliegue real de cabroneria mexicana, encarnada en los recuer- dos y monélogos interiores de un viejo revoluciona- rio. Lefda « 25 afios de distancia, hay sobre todo el coraje verbal de un narrador implacable que desde el optimismo ideolégico de los tempranos sesenta re- prueba las impurezas de un revolucionario que no me- rece ese nombre. La carga de indignacién operaba vivamente en el lenguaje, pero volvia improbable al personaje Cruz. Su maldad era demasiado perfecta: ‘habia incurrido en los siete pecados capitales y viola- do los diez mandamientos, En la Novela de la Revolucién —Azuela, Martin Luis Guzman, Vasconcelos, Mufioz—, los personajes atraviesan un vendaval contradictorio e incierto. Su reaccién frente a los hechos es ambigua. Las paginas de es0s libros huelen a pélvora: la muerte es real, he- cha de terror, odio, deudos rencorosos, sangre, hedor. Casi medio siglo después, La muerte de Artemio Cruz suprimia la ambigtiedad. Cruz no protagonizabe in- ternamente a la revolucién: era un convidado a sus escenas estelares. La revolucién armada, histérica, perdia sus contornos reales por haberse corrompido. Frente a ella se alzaba su propia imagen idealizada, 1a Revolucién con maydscula. Cruz fue su rehén em- blemético. Las paginas ya no olian pélvora sino a tinta. La novela operé como un proceso penal de las generaciones intelectusles ascendentes volucién que consideraban luminosa contra otra que consideraban traicionada. Aunque el desprestigio de ambas la ha envejecido, La muerte de Artemio Cruz no agoniza. Su imagen del tiempo revolucionario pe- deco la refraccién de la ideologia —es, en el fondo, una novela de tesis—, pero sobrevive en la complejidad y acierto de su andamiaje técnico y su acercamiento a Ia selva verbal del poder. ‘La afirmacién nacionalista de Cuba frente a Esta- dos Unidos atrapé de manera definitiva Ia concien- cia politica de Fuentes. El mundo norteamericano ‘continuaba “ con su energia” impidiéndo- Te ver los fenémenos latinoamericanos en su variedad y complejidad internas. La prueba es clara: cuando 1a URSS hizo su aparicién plena en Ia érbita cubana, Fuentes no se regocijé pero tampoco salié en defensa de} nacionalismo cubano usurpado. Su ideologia se ‘mantendria fija en una franja delimitada por el libreto de dos revoluciones: la mexicana (cardenista)y la cu- bana —cuyo ‘inico pecado, a su juicio, seria la intole- rancia intelectual. Siempre dentro de esa franja, en los tiempos que si guieron a la aparicién de su novela, Fuentes escri varias crénicas y reportajes politicos, més notabfes por ‘su brio panfletario que por su espiritu de objetividad. ‘Uno de ellos partié de un viaje con Lazaro Cardenas por Michoacin. El general llevaba treinta aioe de em: Pefiarse en el desarrollo de la regién. En 1938 habia creado un conjunto de ejidos colectivos. El proyecto hab{a fracasado deade el principio. Los ejidos habian dejado de colaborar entre s{. Con los afios se suscité el arrendamiento de parcelas, el reparto individual, Ja inversién extranjera. Los bancos y las corporacio- nes del Estado usaben a los campesinos como capital politico. Fuentes no oculté esta realidad. Sencillamen- te, vio otra, la inversa, la del idflico libreto: ‘Aqui se ha dado mentis los detractores del ido. Aqui no ha ssomado el criterio individualista y rapaz. Aqut xo hay disputas, choques y explotecién. Los ejidatarios colaboran entre st, distribuyen sus cosechaa y reciben ganancia con el eopiritu més viejo, pero, cuando se ha perdido y olvidedo, el més nuevo: la fraternidad A principios de 1962, cubrié la corresponsalia de la revista mexicana Politics y del semanario The Nation en la reunién de la OBA en Punta del Este, Uruguay, donde se sostuvo la incompatibilidad del régimen cu- ‘bano con Ia democracin y se vot6 su expulsion de ese organismo. Dos meses después de Punta del Este, si- guiendo a Mills, sacaba las conclusiones naturales: la verdadera democracia reprosentativa es 1a del socia- isme porque Gaicamente el socialismo puede en un pais ‘subdeaarrollado, realizar las tranaformaciones de estruc- ‘tura eapaces de crear las condiciones reales de una de- mocrecia. Al determinar la incompatibilidad del dnico ‘gobierno latincamericano que ai es compatible con la de- ‘mocracia concreta, loa Estados americanoa, paradéjica- ‘mente, han declarado su propia incompatibilidad con el futuro y con la historia. En los tiempos de la Revista Mexicana de Literatu- ra.6u héroe intelectual hebia sido Camus —"matizar y comprender, nunca dogmatizar ni confundir”. Sie- te afios después, muerto Camus reinaba Sartre. Ser ‘un intelectual comprometido no implicaba un compro- ‘miso con la verdad sino con la verdad del poder revo- lucionario. En términos politicos la revista habia favorecido una tercera opcié Eisenhower ni Krushchev: nuevas formas de vida y comunidad hu- mana”. Pero Cubs habfa sido su camino a Damasco. ‘Los matices incoloros de la tercera opcién democréti- ca que tantos compaieros de Castro buscaban deses- peradamente todavia en 1962, podian esperar. Las vustones DEL cUEREiLER0 DAKDY ‘Muchos otros intelectuales mexicanos y latinoameri- canos habian seguido la misma ruta ideoldgica, pero ‘muy pocos tenfan su simpatia, 6u brillo y su cobertu- ra de géneros. Junto al corpus obligado de los gran- des profetas de la izquierda, toda biblioteca de joven radical que se respetara guardaba un espacio para Lo regién mds transparente y La muerte de Artemio Cruz. Funcionaban como espejos de la mentalidad univer- sitaria, plena de buena conciencia histérica y moral. 1La imagen que devolvian eran tan seductora como sus procedimientos narratives y su prosa. Atrés de loa eo- pejos apuntaba ya el personaje. La Revolucién tanto tiempo esperada no se decidia a advenir: quedaba el consuelo de verbalizarla. La tradicién de loe multi- millonarios de izquierda era antigua en México, pero In nueva hipocresia era menos elitista: no necesitaba millones sino un estilo de vida burgués y una ideolo- gia antiburguesa: aromas de Bond Street, imAgenes ‘Vuelta 139 19 Junio de 1968 Ewrique Kravze de Sierra Maestra. Fuentes entendié desde el pri pio las posibilidades del Guerrillero—Dandy y adopt el pereonaje con plena seriedad aunque no sin desen- voltura en tn pais donde los verdaderos escritores de izquierda —Jooé Revueltas, el mayor ejemplo— su- frfan pereecucién y cfrcel. La consigna de Fuentes: “cargar las palabras de dinamita, hablar al pueblo”. El pueblo, por deagracia, no ve enterabs: ‘Al tener una firme vocacién literaria —declaraba Fuen- tes, se encuentra tno muy pronto frente al muro de Ya sociedad burguesa que mina y aisla al artista. La bur- ‘questa para eu propio confort, para su permanencia, pre- ‘supone que el arte y la literatura son inocuos, que nada tiene que ver con la vida préctica... Por tal motivo no puede haber escritores de derecha, escritores cémplices del etatus quo que niega toda valides a su obra. Se pro- duce entonces la pugna entre el escritor y la burguesia. Ante el éxito intolerable —jeudntos burgueses ha- ‘bian comprado sus libros para sislarlo y minarlo?— opts por la vida en Europa. Nunca volveria a residir de modo permanente en México, ‘Tiempo antes de salir, casado ya con la hermosa ac- trix Rita Macedo, Fuentes publicaba una pequefia obra maestra sobre el tema de la tenacidad del amor ‘a través del tiempo: Aura. El aura de Aura palidecié ‘un poco por su deuda directa con los Aspern Papers. En Myself with others Fuentes busca diluir esta in- fluencia de Henry James, proponiendo una variedad de inspiraciones para Aura. El fondo es justificar su versién instrumental de la literatura como un texto comin en que no hay autores, sélo actores: “Hay al- g6n libro sin padre, un libro huérfano en este mun- do, un libro que no sea descendiente de otros libros? 2Una sola hoja que no sea una rama de) gran drbol enealogico de Ia imaginacién literaria universal?” En todo caso, aquella derivacién fue creativa, tanto ‘como las que sobre temas cinematogréficos —un poco Busiuel, un poco Trouffaut— encontré el curioeo lec- tor en la fina coleccién de cuentos: Cantar de ciegos (1964), Es curioso, creyéndose incapaz de frecuentar- lo pero obsedido, en realidad, por su ““ambicién de to- talidad”, Fuentes deedetiaria el género del cuento al ‘que pertenecen sus textos més vefiidos y mejores. Mu- cchos cuentos de auténtica tensién amorosa y onirica se han diluido en sus novelas mientras que, simétri- camente, una sola novela recorre sus cuentos més trasgresivos y misteriosos: Tlactocatzine, del jardin de Flandes; Aura, Mufeca Reina. ‘Europa lo curé de toda humildad. El itinerario de su ‘nueva inmersién esté en el tomo I de sus Obras com- pletas editadas en Espaiia en 1973. “El novelista va or el mundo buscando sefias de identidad para sus personajes”, escribe Fernando Benitez, que atestigué Ja lectura completa de La Comedia Humana por parte de Fuentes en el trayecto. “Coleccionsbamos ciuda- des, ruidos, olores, gentes, catedrales, testros”. (Tam- bién musece, cafés, campos de provincia, campos de concentracién, ialas en el Mediterréneo). La edicién contiene varias fotos. “Carloa, vestido a 1a moda, pare- ce formar parte de aquel ambiente de exuberantes dio- sas de yeso, candelabros de cristal y viejos crindos de frac”. Los datos autobiogréficos confeccionados por Fuentes certifican también la coleccién de decenas y quizé cientos de amigos. Ninguno de nombre desco- nocido y casi todos los posibles conocidos del arte, 1a literatura, la politica internacional pero sobre todo del ‘cine. En las Obras completas hay fotos con Joseph Lo- sey, Jean Seberg, Pasolini, F. Durrenmatt, Arthur Mi- er, Candice Bergen y Luis Buiiuel. Sus obras teatra- les serfan pesadamente discursivas y antiteatrales, pero se estrenarian en Europe, con artistas y directo- res famosos. Sus dedicatorias serian enigmséticas en ‘todo menos en el destinatario: “A Shirley MacLaine, recuerdo de la lluvia en Sheridan Square De 1985 a 106, “‘entre el Palazzo Gaetani de Pia- monte d’Alife y la Rue de Cherche Midi”, escribe Zona sagrada, la novela del vinculo entre la estrella mayor del cine mexicano —Maria Félix y su deedichado edi. po que (mitad Gregorio Samsa mitad José K...), acaba convertido en perro. A pesar de varios pasajes discur- sivos memorables, esta vez le eritica mexicans no fue tan entusiasta, El reparo se centraba ya enel artificio de aus personajes, su reduceién a entes verbales 0 ver- ‘balizadores, la limitacin de sus registros vitales. Pero para entonces Fuentes se habia librado ya de esa “vie- Ja categoria humanistica”, “ese fetiche sentimental de la burguesia”. En el eatructuralismo de Foucault, Sollers, Barthes y el grupo Tel Que! haba encontra- dou Cuba literaria. Aschenbach, Bovary, Nostromo, Pedro Paramo, Dedalus... “subjetiviamo peicologizan- te”. Los personajes debian ser “transformadores del lenguaje, resistencias al lenguaje que los traspasa y ahueca”. La novela debia ser su propio objeto, una es- tructura de lenguaje vélida en si misma, un encuen- tro con el lenguaje y una critica del lenguaje. Se pensarfa que la novela busca una forma espect- fica de conocimiento y es un género en que importa Ja composicién. Fuentes dirfa que sus novelas son co- mo “erecimientos cancerosos” precedidos por un co- nocimiento total e instanténeo, una representacién del célebre cuento de Borges: Hay un momento mégico en que Ia mente es un Aleph, lun Aleph borgiano. Todo lo que quieres decir esta alll. Es como una constelacién en que todos los elementos coe- xisten: son palabras, nombres, verbos, adjetivos. Y son imagenes y son sonidos —y son todos lo ventidos— for- mando una marsvillose, mégica totalidad. Fuentes no habla —nunca habla— del contenido de sus palabras. Desde entonces declararia, entrevista ‘tras entrevista, que la exploracién literaria es una ex- Ploracién de y dentro del lenguaje. Fuentes busca el libreto en un autor o una ideologia, y a partir de allt, sin mayor curiosidad intelectual, invoca los poderes de la lengua que suelen concentrarse alrededor de un ingenioso eatélogo de nombres y marcas. Enel Aleph ‘de Cambio de pie! (1967) cruzan inconexas playas y co- rridas de toros, crematorios y sacrificios aztecas, The- resienstadt y Cholula, los nazis y los judios, los grin- g08 y los mexicanos “who just want to get even” todo e810 miamo, un eapejeo de “identidades pulverizadas” ‘Vuelts 199 20 Junio de 1968 La COMEDIA MEXICANA DE CARLOS FUENTES Benitez), moviéndoss on ol ars combinatoria de to- dos los nombres del siglo xX y de algunce otros si- glos. Treinta, cuarenta nombres por pégina (als, Klee, Cheek to cheek, Capri, Dietrich, Larre, Garbo, Cuauhtémoc, Milén, Singapur en la p. 150). Abun- dante logotipia de calles, revistas, ciudades, titulos de libros, letras de canciones, temas de Lowry y Cor- thzar y sobre todo peliculas: “‘No Grecia, no México, ¢] mundo se llama Paramount Pictures Presents”. Nunca ha habido un novelista més poseido por los nombres propios. inte afios més tarde, en varias paginas de Myself with others el lector comprueba que la propensién de Fuentes a hacer eatlogos es tan marcada como el ca- récter teatral y derivativo que sus ensayos comparten ‘con sus novelas. La actuacién puede ser simplemente mimética de un autor de moda (Kundera redeseubre a Diderot, Fuentes redescubre a Diderot redescubierto por Kundera), de una teoria de moda (ia extrasia lec- tura vanguardista del Quijote), o puede intentar el despropésito de volver ficeién las ficciones de Borges. ‘Cuando Ia actuacion desaparece y Fuentes ve a los ‘others deede un Myself independiente, el resultado ‘puede ser un retrato fiel y conmovedor, como en “Bu- fiuel and the Cinema of freedom”. Pero casi nunca ‘ocurre. En nombre del derecho experimental Fuentes ‘eecribe novelas sin centro; vastos, confusce, disformes y abrumadores happenings literarios, volétiles paro- ‘dias de otras novelas propias o ajonas, ode of mismas. “Fuentes nunca ha escrito nada que no (se) haya eacri- to antes”, comentaban sus amigos, pero como buen ‘actor Fuentes no se hubiese ofendido con Ia frase. Més ‘sGin: Ia hubiese tornado por un elogio. Desde los sesen- $s panmaba ya que oa crtilon particular era general, ‘que toda novela mexicana estaba condenada FarSdicamante dros novelas: "Pedro Puramo ee una Parodia de Cumbres borrascosas, ai la ves bien”. ¥ si, en fin, el lector se preguntaba sobre los motives pro- fundos del experimento o su posible conexién con la ‘bGsqueda de alguna verdad, encontraba la respuesta en un no-personaje de Cambio de piel: La verdad nos amenaza por los cuatro costados. No es 1a mentira el peligro: oe la verdad... Sila dejéramos, 1a verdad aniquilaria a la vida. Porque la verdad es lo mis- ‘mo que el crigen y el origen es la nada y Ia nada ea la muerte y 1a muerte os el crimen... (El) excremento: 00 co In verdad, Parrafo tipico de Fuentes, que si algo implica es la extrafia ecuaci6n mentira = imaginacién literaria. Qué diria Russell de la ecuacién complementaria: Yordad = origen = nada = muerte = crimen = ex- cremento? Que no significa nada, pero suena rudo, suena tough. Que no convence pero apabulla, apan- talla. :Qué diria Fuentes? ‘Todo le que digo no ea verdad pero revela por el solo he- cho de decirlo mi ser ,0.K.? En ¢8 Fuentes avanzé un paso més: vio a la realidad representando literalmente a la ficcién. Con oportuni- dad novelesca, Ja Revolucién —el show de shows, vol- via a Paris. Fuentes ve palabras de Breton, Marx, Rimbaud, en los muroe, recuerda la pelicula Alejan- dro Nevsky de Eisenstein, escucha a los jévenes ha- blar del Moncada europeo, oye a Sartre equiparar a obreros y estudiantes y elogiar “el admirable” prag- matismo de Castro. A partir de esas imagenes, Fuen- tos actéia el Aleph en un ensayo. Escribe: Parts: La Revolucion de mayo. Desde Brooklin, Whitman habia visto “al gaucho que cruza la Hanura, al incomparable jinete de cabe- os con el azo en Is mano, la persecacién de In ha- cienda brava sobre las pampas..” En los dos o trea centimetros del Aleph, Borges “vio el populoso mar, vio el albay la tarde, vio las muchedumbres de Amé- rica...”, En Paris, Fuentes vio el fin de la Affluent So- ciety, vio una marea de cambio que llegaria a Mosctt y Washington, vio que la voluntad general se expre- sa con adoguines no con boletas, vio huelgas en la ‘Anaconda Copper, barricadas en Arequipa, Iideres co- ‘Truptos en México, vio “la muerte de Dios y su privile- Giada Criatura occidental: e! hombre blanco, burgués, cristiano”. Un aiio después, al volver a México, colgé ‘una gran foto de Zapata en su estudio, se dejé crecer agin més el bigote y parafrased a Cohn Bendit: “To- dos somos zapatistas”. Entonces tuvo nuevas visio- ‘nes: vio que América Latina habia vivido cuatro siglos de “lenguaje secusstrado, desconocide”, vio que nues- tras obras debian ser de desorden, os decir, de un orden contrario al actual y vio que el intelectual lati- ‘noamericano sélo ve la perspectiva de la Revolucién: “eecribir sobre América Latina, ser testigo de Amé- rica Latina en la accién o en el lenguaje, significaré cada vez més un hecho revolucionario”. Vio el boom ‘como un hecho metapolitico: la novela en el poder, y el poder en la novel: ‘A la confusién moral del guerrillero—dandy corres- pondia la confusién literaria de los géneros, Muchos ‘afios mds tarde, revelaria en una entrevista que su deseo ha sido siempre ser poeta: “Ricardo 0 daba su reino a cambio de un caballo. Yo daria todos mis libros por una Ifnea de Eliot, Yeats o Pound’. Lo natural es ‘que en el expejeo de sus identidades, Fuentes no ve ha- ya visto como lo que verdaderamente es: un poeta liri- mrtraviado en la novela y el ensayo, un poeta brio- #0, abundante —como habia visto Lezama— aunque ‘un tanto sordo a la belleza del idioma. Un macho, un cabrén, un Artemio Cruz que trata a las palabras co- mo putas. En la necesidad de impregnar cuanto dice de su sentimentalidad y su retérica de poeta Ifrico ha estado siempre su corazén de eacritor y su problema como novelista. Por las palabras Fuentes es, para bien y para mal, un verdadero eecritor, un gran talento sin obra definitiva. La misma, antigua obsesién por el Jenguaje que lo ha llevado a intentar experimentos rieegosos y lograr pdginas de admirable vitalidad, lo ata a un tiempo y una retérica que pasarén muy ré- pidamente. Fuentes ha corrido en sentido inverso 1] desarrollo de la novela que, como regla de oro prac- ticada por Flaubert, los rusos, Musil, Broch, Kafka, Nabokov, Faulkner, busca 1a desaparicién del autor detrés del texto. ‘Vostta 129 21 Junto de 1068 Enrique Krauze Un cama msrée100 Hay que ser pindosos con las alucinaciones del 68. Lo decisivo es lo que ocurrié después. En México, al me- noe, la revolucién de verdad, la de las armas, parecié ‘a algunos j6venes el tinico camino posible luego de 1a matanza del 2 de octubre en Tlatelolco. Mientras Fuentes cargaba sus palabras de dinamita, los gue- rrilleros en la Sierra de Guerrero pasaban de las pa- democrético? No, no habla necesidad. Artemio Cruz habia muerto, La Revolucin Mexicana resucitaba. Representando el papel de “un nuevo Cérdenas”, Luis Echeverria llevaria a la préctica el programa de la generacién de Carlos Fuentes, la suya propia. La estratogia de seduccién rompié la unanimidad de la élite intelectual. Algunos interpretaban el sig- nificado profundo del 68 como una afirmacién de la sociedad civil frente al sistema politico mexicano. Ha- bfa que continuarla consolidando espacios para la cri tica independiente. La mayoria de los intelectuales —Fuentes entre ellos— optaba, en cambio, por subor- dinar su visién y su influencia al poder presidencial. ‘Los primeros buscaban abrir para México la siempre Pospuesta alternativa democratica, que la sociedad eecogiese libremente qué clase de pais queria. Los segundos, berederos de una antigua estatolatria novo- Spans, crelan saber, de antemano, el pals que la Ee ln primeron mesos del régimen de Echoverra (1910-1976) Fuentes publicé Tiempo mexicano, colec- ign de sus mejores ensayos y reportajes de la década anterior acompaiiada de una interpretacién sobre el pasado inmediato y el régimen —para é! promisorio— de su amigo el presidente. El libro reiteraba una vie- ja idea de Octavio Paz: la Revolucién no como un he- cho histérico sino mitico: “México s6lo ha roto sus méacaras con la Revolucién... en (ella) el rostro de Mé- xxico €8 el eapejo de México”. En el diagnsetico de Tiempo mexicano, México era casi un pas ocupado: “Somos una nacién dependiente, semicolonial. Nuee- tro margon de maniobra no es mayor que el de Polo- nia”. Los datos béisicos de nuestra postracién le parecian clarisimos. (Conviene recordar que la deu- da externa era de 3 mil millones de dolares, la infla cién 2% etc..) De nada servia el “desarrolio por el desarrollo mismo”. La salida estaba —como habfa es- cerito hacia 1962—en abandonar “In beata inmovilidad de centro” y pugnar por una intervencién enérgica del Estado en la vida econémica. Consideraba natu- ral que las empresas que creara el Estado fueran lo suficientemente numeroaas, amplias y productivas co- mo para relegar a la iniciativa privada a funciones ancilares: “estanquillos y abarrotes”. Fuentes recor- 6 el decélogo de Mills: los intelectuales y los univer- sitarios deb{an ser los agentes del cambio. En vez de iree al monte con un fusil 0, peor atin, “al pequeiio. negocio del padre”, los jévenes debian subiree al tren de la Revolucion hecha gobierno, ser la vanguardia de Ia que hablaba Lenin. “El socialismo mexicano —vio Fuentes en 1073, instalado nuevamente en Paris— seré el resultado de un proceso de contradiccién... de enfrentamiento entre el Estado nacional y la inicia- tiva privada, entre la nacién y el imperialismo, en- tre los trabajadores y los capitalistas. Marx previé todo esto” Punto por punto, Echeverria instruments el progra- ma politico de la generacién intelectual de Fuentes, resumido en Tiempo mexicano. Desde el principio acrecenté el poder y el tamaiio del Estado a través de Ia incorporacién a las néminas de decenas de mi- Jes de universitarios. Cartera en mano, corregia Ins desigualdades con cargo a la deuda externa que al ca- bo de su gestién era de 26 mil millones de délares. La “vanguardia” burocrética crecié en casi dos millones de personas. El “nuevo Cérdenas” terminé su perio- do convertido en uno de los hombres més ricos de Mé- xioo, un Artemio Cruz tercermundista. Y por primera vez en medio siglo, el pats que Echeverria habia “le- ‘vantado” de la postracion, conocfa los efectos de la in- flacién: la pérdida combinada de loe salarios reales, Ja salud financiera y el crecimiento. El resultado préc tico del programa populista contra el “desarrollismo’ xy la dependencia habia obstruido el desarrollo y ahon- ‘dado la auténtica dependencia: la de la deuda. En lo politico, el balance del gobierno seria ain més desfavorable. El Jueves de Corpus de 1071 habfa ocu- rrido un nuevo capitulo de Tlatelolco que el Presiden- te se comprometié a aclarar. Nunca volvié a tocar el tema. La opinién pablica supo entonces que Echeve- ria, antiguo ministro de Gobernacién de Diaz Ordaz, no era ajeno a la represién de 71 como no lo habia si do a la del 68. Otra vez Carlos Fuentes no vio lo que todos vieron, vio lo que nadie vio: ‘Todas las fuerza de In reaccién mexicana se confabula ron para tenderle una trampa a Echeverria, eatigmati- zar al nuevo régimen, desacreditar la diffcl y calificada pein democrética can que el nuevo mandatario inten 16 superar In honda crisis del 68. Fuentes no fue el ‘inico intelectual que crey6 en Echeverria y tomé parte en su “parodia revoluciona- ria”, pero su apoyo llegé a extremos —de conniven- cia, de retériea— innecesarioa y un tanto grotesces, Poco tiempo después de Corpus sostuvo que los in- telectuales que no apoyaban a Echeverria contra los “verdaderos” culpables —las invisibles fuerzas de la derecha— cometian un “crimen histérico”. En una carta pablica, Gabriel Zaid le reclam6: “‘al usar tu Prestigio internacional para reforzar al Ejecutivo, en ver de reforzar la independencia frente al de Eje- cutive... independientemente y por tu cuenta, has he- cho ms diffcil la independencia”. Pero para Fuentes a independencia era un valor burgués que le recor- daba “el modelo de democracia parlamentaria, plu- ralista, brit4nica: No veo sin humor esta perspectiva, anglosajona”. La verdadera independencia In ejercia el Presidente frente al Imperialismo y sus lacayos del sector privado causantes de todos nuestros males... hasta de Ia corrupcién del sector piblico. Por eso Fuentes elogié en 1978 la forma en que Echeverria “dinamizaba” el aparato burocrético, combatia aun- Vuelte 139 22 Junio de 1988 LA COMEDIA MEXICANA DE CARLOS FUENTES que fucse “‘s6lo verbalmente” a la iniciativa privada manejaba de modo ‘‘cada vez m&s honesto” los fon- ‘dos pablicos: “Luis Echeverria se ha despojado de to- do individualismo de poder... Es un patriota””. En enero de 1975 Echeverria lo nombré embajador ‘en Francia. En julio de 1978 el presidente orquesté el golpe de estado contra la direccién de Exoélsior, el principal periédico del pa‘s. Todo el mundo supo los detalles. Todo el mundo, menos Carlos Fuentes que lo defendié en pablico: “j ‘concebirse que un hombre de la sagacidad politica de Echeverria sea el autor de su propio descrédito?”. Si, podin coneebirse perfectamente. Bastaba una pausa a la abstracta ido- latria del Estado, una ventana a los hechos concre- tos. Pero esa no era la intencién intelectual de Fuen- tee. La “Nota del autor” al principio de Tiempo me- icano era muy clara: No he pretendido eseribir un texto frio, objetivo, esta- distico o totalizante sobre nuestro pais; he preferido dar libre curso a mis obeesiones, pasiones de mexicano, sin desdediar ni la arbitrariedad ni la autcbiografia. Basque- ‘aqu{ menos el rigor que la vivencia y més Ia convie- ‘cién que la imposible e indeseable objetividad. El resplandor del poder no el excremento de la ver- dad es lo que estaba en juego. Rous Jove Una palabra Jo rondaba en e806 afios, la palabra “to- talidad”. En Cambio de piel, uno de sus personajes vive posefdo por una frustrada ambicién de absoluto: “fijar para siempre el pasado, devorar enseguida al presente y cargarse con todas las inminencias del fu- turo”, La fragmontacién de la realidad le parece vul- gar e indigna pero finalmente lo vence. “Moi jfaurai porté toute une société dans ma tete?”. Afios después, enplena Joyoeizacién, el ego real cumple el sueiio del ego experimental: Fuentes escribe Terra nostra. ‘Obsesionado por los mecaniamos del poder en Amé- rica Latina, se bab(a propuesto captar en una sole mirada el tiempo colectivo de la fundacién iberoame- Ficana. En un ensayo de 1973 (Cervantes o la Critica de la lectura) explicaba con detalle la dimension his- t6rica de su proyecto. Habia querido recobrar a la Es- pasa de la Contrarreforma: monolitica, mutilada, vertical, dogmética, severa. Su representacién per. fecta era El Escorial, la tumba viviente de Felipe 1. Frente a esa fortaleza, y corroyéndola por dentro, estaba la otra Espafia: In de la sensualidad érabe, Ia laboriosidad judia, las utopias renacentistas, las que sofaban los comuneros rebeldes de 1520 en Cas- tilla: democrdtica, plural, tolerante, respetuosa de In existencia individual y las autonomfas locales, fis- calizadora del rey; en una palabra, la Espafia de Eras- mo: “si el individuo ha de afirmarse debe hacerlo con una conciencia inénica del yo o naufragaré con- tra los escollos del solipsismo y la hybris”. La idea no podia ser més ambiciosa: una novela que correspondiera a la teologia filmica de Bufuel y a le imagineria del pintor Alberto Gironella. Su tema es el fantasma, el suefio, el deseo de la libertad en el claustro tapiado de la Contrarreforma. Fuentes tomé de Gironella el asunto inicial de la novela —el pudri- dero de la corte de los Austrias—, pero fascinado por el poder absoluto nunca salié de él. La primera ausen- cia en la novela es la libertad politica. La Espasia que inventaria la palabra “liberal” aparece en algunas transeripeiones demasiado breves y esqueméticas en relacién a la promesa inicial de la novela, Abrumado por las escenas de Ia Corte, el lector entra en un es- ppacio lingtifstico cerrado e insensible a los movimien- tos democréticos. Nunca sabemos en verdad lo que ccurre afuera del Escorial. Puertas adentro, los espejeantes personajes no vi- ‘ven los tormentos de la carne: los verbalizan con una violencia perturbadors. Fuentes podia jugar con ellos porque son intemporales pero los tormentos decisivos de su historia, los de la fe, se le escapaban: la novela los registra ad nauseam, no los recres. La raz6n es clara: Fuentes ha llamado a Buiiuel “picador arago- 160" y Paz ha dicho que Gironella es un “torero de 1a pintura”. Ambas metéforas aluden a la feroz par- ticipacion litargica de estos dos artistas en el mundo ‘que recobran y parodian. El caso de Fuentes es dis- tinto. No es un torero de la literatura sino un torero de sal6n, de salén literario. En Terra nostra evit6 ti- arse al ruedo con los desgarramientos teolégicos de sus personajes. Narré la corrida desde un paleo inte- ectual. © menos: narré una narracién de la corrida ‘en 800 paginas acumuladas —expresamente— para imponernos su yo mayestético, Joyce exigia al lector de Finnegans Wake que empleara en su lectura ol tiempo que habfa empleado eu escritura. En Terra ‘Nostra, Fuentes lo sobreactus: ‘Nunca pienso en el lector. Para nada, Terra nostra no esta hecha para lectores... Cuando la escribi estaba ab- solutamente seguro de que nadie la iba a leer e incluso 1s hice con eve propésito.. Me di el lujo de escribir un Iibro sin lectores. Desde 1971 y quizé antes, la filiacién joyceana de Fuentes ha estado en el centro de su literatura. No ‘exagera cuando afirma haber sido joyceano antes de leer a Joyce”. Por conviceién y destino Fuestes perte- nece a la familia de los eseritores exiliados que pade- cen, encarnan y recrean el éxodo de las lenguas. ‘Siguiendo a Joyce, intensifica novela tras novela sus experimentos con el lenguaje. En Terra nostra abun- dan las interpolaciones, pastiches y paréfrasis que Edmund Wiloon, al criticar el Ulises, encontré des- mesuradas, impropias y “art{sticamente indefendi- bles". A nadie ha actuado Fuentes con mayor devocién que a Joyce, pero los paralelos entre ambos no Hegan demasiado lejos. La diferencia fundamental entre la obra de Joyce ¥ la de Fuentes esté en los personajes. Jayce no anu- la ni disuelve a los personajes; por el contrario, bus- ca y logra su més completa recreacién vital. Bloom, Molly, Dedalus no son “identidades pulverizadas” ni —como sostiene Fuentes— “moldes pasajeros del agua verbal que apenas dicha, derramada, se convierte en Vuelta 139 23 Junio de 1988 Enasoue Kravis palabras cecritas...” Son exploraciones totales de la existencia humana. En las novelas de Fuentes no hay exploracién existencial, hay un ejercicio intralitera- rio y a veces a6lo intraverbal més afin al estructura- lismo francés que a la aventura joyceana. Esta falta de anclaje existencial es la diferencia decisiva entre el modelo y su actor, pero no la tinica. Joyce trabaje- ba con una extrema lentitud y ecuanimidad. Sus co- lisiones seménticas son producto de una cuidadosa y compleja reflexién. En contraste, Fuentes es un-Joy- ce sobre ruedas. Sus novelas avanzan como un “cre- cimiento canceroso” que el sutor no sélo no controla sino propicia. Fuentes procede por inspiracién no por reflexiGn. A falta de temas e historias propias, — Fuentes no ha visto su desarraigo como tema— el ‘agua verbal de su persona y su personaje se desborda continuamente en sus textos. “Naufragando en los eo- collos del solipsismo y la hybris”, no sigue a Joyce si- no a Yoyee. Después de publicar Terra nostra y renunciar a la embajada en Paris, Fuentes se quité el maquillaje de Norman Cohn, Cervantes, Frances Yates, Américo Castro, James Joyce ete... Baj6 del escenario, apagé Jas luces y salié de incégnito a caminar la ciudad de México. Un verso de Octavio Paz eobre el rompimiento mitico de la ciudad azteca le vino a la memoria: agua ‘quemada. Y un pasaje de Alfonso Reyes: Bs esta Ie region mas transparente del sire? :Qué ha- ‘béis hecho, entoncee, de mi alto valle metatfisico? En Agua quemada Fuentes no representa a nadie ‘més que a si mismo. No la escribe su personaje si- ‘no su persona. Su gran oficio de escritor puesto al servicio de una exploracién auténtica sobre el tragi- co deterioro de la ciudad que amé. En estos cuatro ‘cuentos perfectos Fuentes no es el procesador litera- rio que toma de todas partes menos de su coraz6n. De pronto, en un paréntesis, Fuentes no teme hacer “eubjetivisme peicologizante” y crea personajes que te atreven a la ternura, al amor fila, a la pledad, 4] odio més animal, sobrevivientes dignos de aquel alto Valle metafisico. Hay una pobre vieja rodeada de perros que recuerda los antiguos pelacios en rui- nas y hay un nifio invélido que Ia escucha. Un aris- técrata criollo se aferra al mundo decorative de su casa localizada en un pudridero real, hecho de vio- encia, droga, un nido de ratas que no lo vence: lo devora. Hay un viejo general més verosimil litera- riamente que Artemio Cruz, sus entrafias se rom- pen, sus recuerdos encarnan desde dentro y produ- cen mentadas, borracheras y violencias genuinas. ¥ en “EI hijo de Andrés Aparicio”, hay Ia carrera vital de un lumpen que se vuelve guarura. Aqui la ciudad no es irreal ni puramente auditiva. Es una ciudad que duele, visceral. Aqui la extraordinaria recreacién del lenguaje no es el fin sino el medio. No hay catdlogos de nombres, ni didactiamo social, ni reflexiones sobre el ser, ni muralismo literario, ni lirismo sentimental. Hay cuatro fragmentos que to- can zonas profundas del alma mexicana de Carlos Fuentes. Ex ptcmo COMANDANTE El effmero paréntesis se cerré en los afios ochenta, La crisis centroamericana y el ascenso de Reagan al po- der abrian el segundo capitulo de un drama histérico iniciado en 1969, Era natural que Fuentes, residien- do ya en el pais de su infancia, se interesase apasio- nadamente en el conilicto, pero la semejanza de ous actitudes y argumentos actuales con los de 1962 son desconcertantes. En la izquierda liberal en México es ya un lugar comin criticar a Cuba y deslizar leves dudas sobre el proceso interno de Nicaragua (por ex- periencia propia la izquierda en México ha aprendi do @ no menospreciar a la democracia ‘‘formal”). Fuentes, en cambio, repite la misma, vieja tonada. Sus opiniones politicas casi no cambian y cuando cam: bian lo hacen sin explicacién. Ha dicho que Cuba es una “colonia”, que el marxismo es una “facilidad in- telectual”, pero sélo reclama a Castro un “poquito mis (sic) de glasnost’ y perestroyka”. Su apoyo a los sandinistas ha sido completo, pero no ha faltado en 41 una buena dosis de confusién intelectual: demasia. dos personajes, demasiados libretos. En su discurso inaugural en la Universidad de Har- vard (1968) y en varios articuloe y conferencias, Fuen- tes se ha referido a “la constante batalla contra el pasado” que libra Latinoamérica, un pasado de teo- cracia, centralismo, paternalismo: la fortaleca de la Contrarreforma nos aprisiona atin con sus dogmas y jerarquias, su confusién entre derechos piblicos y pri vados, “‘su fe en las ideas y no en los hechoa”. Lo con- tradictorio es que enseguida Fuentes se enamore precisamente de los sistemas politicos cerrados, que son sucedéneos de la Contrarreforma: Para nosotros, Ia realidad politica arraiga en el penss- miento de Sento Tomés de Aquino y San Agustin, aun- que tome las méscaras de Marx y de Engels. lo que perdura es Ia visin catéliea de le unidad y del orden... ‘América Latina ee sdlo auténticamente ella miama cuan- do retorne a este molde antiguo come hizo cuando la Re- volucién Mexicana y la adopcién de a Constitucién de 1917. El sandiniemo recuerda mucho este episodio Fuentes ve clara Ia prision mental de estos paises pero en realidad no Ia lamenta ni se ve a si mismo dentro de ella. Su lectura del conflicto centroameri- ‘cano parte de ese Escorial ideoldgico que a veces pa- rece criticar pero cuya ambicién de totalidad —unidad y orden— le fascina, Ha legado al extremo de afir- mar que estos regimenes autoritarios encarnan el mo- do latinoamericano de asimilar ese pasado conflictivo lo, Leerlo en serio es, a veces, toda una aven- tura de la dialéctica. Témese, por ejemplo, su defen- ssa de la revolucién sandinista. A veces adquiere un cierta distancia: “Secretamente la revolucién se ve ‘a ef misma como un hecho sagrado: es por eso que no tolera compartir el poder”. Pero al mismo tiempo, dinadvertidamente?, se incorpora a esa fe: “En el ama- necer de la Revolucién se revela la historia ‘otal de una comunidad”. Por eso en su discurso de aceptacién del Premio Rubén Dario se refiere a la Revolucién Vuelta 139 24 Junio de 1988 LA COMEDIA MEXICANA DE CARLOS FUENTES ‘como el hecho primigenio de la historia nicaragilen- se: ‘el trabajo inicial, el primer techo, la primera es- cuela, la primera ‘cosecha...” Los Sandinistas representando el papel de Dios en la pelicula Génesis. ‘La imaginacién politica de Fuentes parece petrifi- cada en t6picos de 1982 que ni el dltimo orador del FRI repetirfa ya sin sonrojarse: “Todos en México existi- mos y trabajamos gracias a la Revolucién”. Eterno 68, 1a Revolucién de Fuentes no es s6lo sagrada sino universal ¢ inevitable. Tratdndose de la Revolucién, Fuentes (el historicista férreo) recuerda a los nortes- mericanos que “también su repdblica nacié del eatién de une pistola”. En cambio, a el toma ea la demnocra: cia Fuentes, (el relativista tolerante) invoca los “‘con- textos culturales”: cada pais debe aleanzar su propia versiGn. A diferencia de la democracia, In Revolucién no conoce fronterds ni culturas: ea la misma siempre: 1648, 1776, 1780... México, Gdansk, Managua... Cuando llega exige paciencia. Es un fuego maravilloso que 26- lo el tiempo extingue y ningrin Kronstadt desmiente, La violencia —Marx dixit— es la partera de la histo- ra. El parto ee la Revolucién. Los muertos en Fuentes son abstractos, menos imaginados pero més imagina. rios que el remoto pais de su padre “when the livin’ seamed easy” en los térridos veranos del Meridian Hill Park. Pero no aélo los muertos son ficticioe: tam: bién los vivos. Estos paises cuya historia, para Fuen- te6, ea o6lo una sucesin de “derrotas aplastantes” no pueden tener vor propia: la Madre Revolucion sabe ‘mejor. Por eso hablé de San José como “el Beirut de Centroamérica” y el Plan Arias lo tomé de sorpresa. La legitimidad democratica de Arias no le dice ma- yor cosa: 1a demoeracia no revela la historia total de ‘una comunidad, sélo la voluntad fragmentaria de sus ciudadanos. Hay algo aGn més antiguo y petrificado en la ima. ginacién moral de Fuentes: su cicatriz de identidad. El sentimiento de amor-odio ante los Estados Uni- doe le cierra cualquier comprensién intrinseca de los fenémence latinosmericanos. (“No podemos vernos si- no verlos a ustedes”). Ante la pregunta obligada so- bre la necesidad de la democracia en Centroamérica, Fuentes tiene siempre la respuesta a la mano: “Por qué loo Estados Unidos se preocupan por la democra- cia en Nicaragua y no en Chile?” Como pregunta, la respuesta es vélida. Como respuesta no. Difiere el arribo de un orden democrético al momento en que los Estados Unidos dejen de ser hipscritas, es decir, hasta las Calendas griogas. Hay en Fuentes una de- pendencia de Ia dependencis. En un punto coincidimos todos: las relaciones de Estados Unidos con el Caribe, Centroamérica y Mé- xxico estén mareadas por un agravio histérico labra- do tenazmente por Norteamérica mucho antes de ‘que un remoto encabezado cubano predijera: “el odio hacia el norteamericano serd la religién de los cu- anos”. Ea un agravio hecho de incomprensién, des- atencién, coguera, explotaciOn, torpeza, deedén. Su fa- Ua mayor fue no reconocer y apoyar con inteligen- cia a los regimenes liberales de este siglo y confiar census ‘sons of a bitch”. Las bravatas de Reagan, sus menciones a loe “freedom fighters” o al “back yard”, avivan el agravio. Pero siendo todo esto cierto, :cusl 8 ja responsabilidad del intelectual latinoamerica- no? Una ver més, Camus: “‘Matizar y comprender, no dogmatizar ni confundir”. Sefialar interminablemen- te, si se quiere, la responsabilidad histérica de los nor- teamericanos, pero advertir también el aporte de los propios revolucionarios a la desventura. La lucha de Jos miskitos no tiene que ver con el filibustero Wal ker. En el escenario opuesto de Reagan, Fuentes cree que los sandinistas son los auténticos “freedom figh- ters” luchando, en nombre de la historia, la revolu- cién y el destino contra el tinico enemigo: el imperia- lismo, En Nicaragua, donde comenzé a ser conocido como “El décimo comandante”, volvié a tener las acoe- tumbradas visiones idflicas del 62, 68, 76 y exclamé: “Va a haber patadas y coletazos de parte del dino- saurio —Estados Unidos— pero la relacion va a ser distinta”, Un nacionalismo primario, resentido y re- t6rico, excluyente de otros valores, resume la ideolo- gia politica de Carlos Fuentes. Ahora acta a Dorian Grey en el El retrato de Dorian Grey. Después de la visita de Fuentes a Nicaragua a prin- cipios de 1968, Pablo Antonio Cuadra, director de La Prensa, escribié: He sido amigo de Carlos Fuentes y admiro au obra lite- raria. Nunca cref, sin embargo, que retomara la vieja retérica hispancamericans, que tanto daiio y confusién hha produeido, para polarisar conceptos y reducir el visimo problema nicaragiense a una lucha entre Dat ¥y Goliat, en la cual, por supuesto, hay que estar con Da- vid. cY qué queda del brutal Goliat ruso? Mientras Fuen- tes deeta ese discurso, on los paises vocinos, donde estén, disperses mAs de 600 mil nicaraguenses, aparecion pé- ‘ginas de periddicos exponiendo el drama de nuestro pue- blo ante los oyentes y participantes de Eaquipulas 1. Esta es la contraparte sangrienta y triste que el super- ficial discurso de Fuentes no quiso ver. Ee una gran lds- tima y una gran responsabilidad, porque el peso de hombres como 61 deb(a servir para equilibrar Ia balan- za, Deberia haber visto que nuestra pobre América ya ‘esta agobiada por esos grandes conceptos que cuestan sangre y miseris... para nada. Hombres como él pudie- ran influir para volver sensatos, para hacer reflexionar, para devolverles objetividad y realismo a los fandticos. ‘Muchos de loa Comandantes no son Castros sino imita- dores reecatables si tantos inteligentes no les hicieran el juego. Pero, ,quién rescata a Fuentes de su mejor perso- naje: Fuentes? Nadie, Escuchémoslo. (Como escermi Gemvco vzes0 Te sentars frente a la méquina como todos los dias, a Jas 8 A.M. en punto. Eres el inico calvinista mexicano, Todos los demds se asolean en la playa esperando a que los cocos caigan. Todos. Te repetirés como siem- pre que México es un hecho que pasa en tu imagina- cién antes que en tu vida, yeah, yep, this is my thing, ‘my special thing. Escribea We're nobody's backyard en forma de novela. Pervertirés los hechos, los nego- Vuelta 139 25 Junio de 1988 Enrique Kravze rs, los hards chocar con tu imaginacién, como hicis- te en tus dos primeras novelas. Sabes que Ambroce Bierce tuvo una vida easi tan alucinante como su li- teratura pero a ti no te importaré penetrar en la men- te de aquel viejo sédico porque no estés haciendo subjetivismo psicologizante sino otra cosa. Sin embar- go debes inventar algo ademés de los datos elemen. tales que conoces. Entonces buscards el pasaje de Memorias de Pancho Villa donde Martin Luis Guz- mén narra la doble muerte del ranchero inglés Ben- ton. Ahi estd: matarés dos veces a Bierce, jqué gran hhallazgo! fantastico, fuentastico, ,quién conoce en Es- tados Unidos a Martin Luis Guzmén? Nadie. Donde dice Benton pones Bierce. Ya estd. Recordards tu dictum: la literatura dice lo que la his- toria encubre, olvidao mutila y te dirés: qué cierto! ‘Tu encubrirés, olvidards y mutilards la historia por ‘su propio bien. Transportarés la revolucién zapatis- ta de los campesinos de Morelos en el sur indigena de México a la frontera norte, a Chihuahua, donde 8610 habia rancheros, donde no hubo problema de tie- ras ni agravios coloniales, ni conflictos entre las ha- ciendas y las comunidades, ni ealzén de manta, ni ‘mezeal, ni guaraches, alli mero pondr&s esa realidad, por tus pistolas, e6mo que no. Y tomards del libro de ‘Womack sobre Zapata la eecena aquella de Zapata re- cibiendo del consejo de ancianos de Anenecuilco, los, viejos papeles que el rey espaiiol habia dado a su co- munidad, Luego recordarés que tu tema noes a tie- ra colonial sino la que nos robaron los yanquis, y te embargaré el TTT, y harés que algin pereonaje se acuerde y le diga al viejo“ Ah nuestro rencor y nues- tra memoria van juntos” y tu Gringo viejo diré “los mezicanos nos odian, somos los gringos, sus enemi- ‘gos elernos”, Sabes que Villa fue el gran aliado de ‘migo Carranza, pero en tu novela Villa ec en contra de elios. Trastocards, siempre trastocar4s, ese es tu onceavo mandamiento. Your thing, your spe: cial thing, ‘Tu Zapata se parecerd al verdadero Zapata, se lla: ‘maré Tomds Arroyo y serd un arroyo fluido y parejo de se20, e0 es lo que su nombre significa, Brook, creek, stream, como el steady stream de tu méquina que corre a la velocidad de 100 pdginas al mes. Puedes es- cribir en el avidn, en el camién, en el cuarto del hotel o donde sea. Hay un momento maravilloso donde ya no te importa lo que salgao a donde vaca ir a.dar, tu eres el tamiz de las palabras y las palabras son larealidad + las palabras son el mundo. Pero aqui en esta novela hhay que cuidar el mensaje. Aqu{ si te importan los crédulos lectores yanquis que para purgar sus culpas la comprardn a pasto y hardn colas para verla en el cine. Como eres tun caballero andante de la antiorigi- nalidad, hards lo de siempre: tomards a Arroyo del gran drbol geneatogico de la imaginacién literaria uni- versal, digamos de La Serpiente emplumada, de D.H. Lawrence. Tu Cripriano seré también opaco y enigmd- tico, serd una mascara asidtica, un hijo de la desgra- cia, un bastardo del hacendado, una silenciosa fuer- za de la naturaleza, todos los simbolos telixricos en un analfabeta que, sin embargo, pensard como tu piensas y desdenaré el otro mundo, el mundo de los yanquis, ‘que no disfrutan la buena cocina o las revoluciones vio- lentas 0 las mujeres sujetas 0 las iglesias hermosas y rompen todas las tradiciones como si sélo en el futuro yen la novedad hubiera cosas buenas. ;Ah que mi ge- eral Arroyo tan filoséfico, tan paciano, tan fuentistal Inventards a la pareja, pero para qué la inventas? Mejor recuerdas que eres un acting book of litterary Vuelta 139 26 Junio de 1988 LA COMEDIA MEXICANA DE CARLOS FUENTES: quotations y la conviertes en una nueva Kate. La ha- ris maestra metodista, temerosa de Dios, le dards sen- tido de la propiedad, del orden, la culpa o el deber 0 te ahorrarés la demoatracién y simplemente dirds que tiene todo eso. ¥ la dards un tour de mexicanidad, un paseito por nuestro laberinto, ya sabes, el viejo rollo, ‘el gasto initil de la fiesta, el Cristo en su jaula de vi- drio, el culto de la muerte, la iglesia policromada, el milagro de la resurreccign y al final, claro, como Ci- priame a Kate, le darés lo mero buenc, Ie revelacién, a través del sexo oscuro e insaciable fete general Stream. All{ chingards a la gringuita, eémo no. Alli la gringuita aprenderé a reepetarnos y entender que no somos el back yard de nadie sino una tierra donde la tinica voluntad cierta es la terca determinacién de no ser nunca sino el mismo viejo, mi- serable y castico pats que somos. Habrés escrito seis horas, Te levantarés donde haya quedado la maquina, como prescribta Hemingway. Por demplo aqut: “Esta no es frontera sino que es cicatriz". ‘No cabe duda: un capataz invisible llamado Deber Pu- ritano te sigue los pasos. Sloth is sin, lo sabes, y te con- dolerds de los escritores que no son profesionales como td que olvidas el libro en el momento de publicarlo, (que no tienes afecto especial por ninguno. No hay en ti ese matrimonio total de la vida y 1a obra que hay ‘en la novela de Rulfo. Qué calvario el de los escritores que trabajan muy lentamente buscando le mot juste, ése adjetivo, aquél verbo. Tu no, tu prefieres el privile- gio de la catarata, dejar que todo fluya a través tuyo '¥ sobre ti con plena confianza, como Niagara Falls, ‘abandonarte a la abundancia de palabras porque eres un hombre de la cultura barroca, eres como una esta- tua de Bernini, eres abundante. gDebes lamentar no ser humilde, no tener el complejo de Juan Diego y estar con la cabeza gacha para que Ja virgencita se nos aparezca con rosas en diciembre? Noy mil veces no. No tienes complejos, siempre vivis- te a cierto nivel, con determinadas relaciones y amis- tades yen una serie de capitales. Alguna ver viviste en México. Ahora no y no te aflije: Como Gogol veta a Rusia, ast ves tu a México. En México te sientes dee- protegido, extremadamente desprotegido, ,Agua que- mada?: agua corrupta, agua contaminada, it stinks, ‘man; cuando vas tienes la sensacién dantesca de pi- sar no s6lo una civilizacién muerta sino seca, de que te vas a morir de sed. ;Apocalipsis now! Ahora, que si te preguntan si eres optimista sobre el futuro de tu pats, entonces, sf descansards tu mentén sobre tu ma- no sf y endurecerds el cefo sfy en la tensa concentra- cién de tus ojos entrecerrados sf, dirés sf quiero St. EI Gnico elemento parddico en el texto anterior es el cambio de la primera persona por la segunda. Fuera de las confesiones sobre sus métodos de manipulacién literaria e hist6rica, todas las frases en cursiva estan tomadas textualmente de entrevistas con Fuentes, en especial la que aparecié en la Harvard Review (otoho 1986). Hubo tun momento en que los entrevistadores sintieron, como en el epigrafe de Fielding, que esta- ban frente a un actor. Conversar con usted —le dijeron— puede ser una experiencia “hipnética”: es casi como si el contenido se esfumara en parte y fue- ra el ritmo, la forma en que usted habla, lo que importa. Fuentes e ri6, fingié —o fingié fingir— que lo com- paraban con e] mago Mandrake, se cobijé tras algu- os nombres célebres pero esfumé Ia respuesta: no tenfa ninguna. Vosita 139 27 Junio de 1988

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