laudate dominum
E
i n t r o
El hombre que se escondía detrás del tronco de un
pino cubierto de musgo llevaba una camisa de lino abo-
tonada hasta el ombligo y unos pantalones de cuero
ceñidos. Ballesta en mano, retrocedió todavía más en
las sombras a medida que su objetivo salía de la posada
que había junto al camino... donde el pobre estúpido
sin duda se había vuelto a reunir con el hijo del barón.
Su objetivo era un hombre demacrado de com-
plexión media, con una barba de chivo rala y una ca-
bellera larga y canosa que dejaba caer suelta por enci-
ma de los hombros. La melena castaña estaba veteada
con hilos plateados, y llevaba un sombrero negro de
ala ancha y una amplia capa gastada del mismo color
que le llegaba a los tobillos. Guantes de cuero marrón,
pantalones de hule y una camisa de lino completaban
el conjunto. Aunque era evidente que el hombre via-
jaba a pie (el largo bastón nudoso que llevaba consigo
lo delataba), en los pies llevaba unas botas altas im-
permeables de montar del estilo de los marismeros de
las costas del norte de Europa.
El hombre de la ballesta sabía por qué las reunio-
nes entre aquel hombre y el hijo del barón solían alar-
garse hasta las tantas de la mañana. Aquel hombre se
llamaba Helder, y era un hereje. Y el tiempo pasa ta-
aaan rápido cuando se hojean libros prohibidos... Todo
aquello iba a acabarse. El hombre parapetado hizo un
gesto y salió otro hombre de detrás de un tronco de
detrás del objetivo. Bajo la luz verdosa del follaje del
bosque, una aguja envenenada salió disparada.
l l l
“Sácale la venda de los ojos, Gar mond”, dijo una
voz nasal, y la orden fue acatada de inmediato. “Eres
duro, Helder, te lo aseguro. Un caballo hubiera dor-
mido durante más tiempo que tú con lo que llevaba
impregnada la aguja de Garmond”.
Helder simplemente miró con odio al hombre que
lo había capturado, apenas visible bajo la media luz de
las antorchas de la habitación. El hereje tiró inútil-
mente de las tensas correas de cuero que le mantenían
las manos atadas tras el respaldo de la silla.
“Habla libremente, amigo mío, despacha tu odio.
Dime lo que te molesta”.
El interlocutor dio un paso adelante hacia la luz.
Era más pequeño que Helder, caminaba con la espal-
i t u s :
Helder
da ligeramente torcida y llevaba una sotana blanca.
Encima de la sotana llevaba una capa negra decorada
con una llave plateada y una aureola de luz bordados.
A juzgar por el mostacho gris y las gruesas gafas, de-
bía ser mayor que Helder. Resultaba imposible discer-
nir si su cabello se estaba volviendo gris, ya que lleva-
ba un pequeño gorro blanco que le cubría toda la ca-
beza. El gorro podía atarse por debajo de la barbilla,
pero en ese momento llevaba las tiras sueltas por enci-
ma de los hombros.
Un Inquisidor Miquelita. Y lo que sostenía en-
tre sus manos era indudablemente una de las copias
del Historia Millenii Tertii de Wenzel de Praga que
Helder había confeccionado y comentado de una
for ma bastante impía. Helder estaba en la peor de
las situaciones.
“Soy el Prelado Karolus, Inquisidor de la Orden
Miquelita”, empezó a decir con una voz equilibrada-
mente modulada. “Lo digo sólo por protocolo, para
que sepas con quién estás tratando. Y tú eres Helder,
apodado el hereje, acusado de...”.
a
“¡Permitidme haceros una pregunta de antemano,
vuestra Excelencia!”, interrumpió el prisionero, esco-
giendo cuidadosamente el tono más educado que se
pueda imaginar.
“Procede, por favor”, respondió K arolus, sor-
prendido.
Helder se vio obligado a hacer su pregunta miran-
do al Inquisidor a la espalda, puesto que el Prelado se
había dado la vuelta para inclinarse sobre una mesa
que había entre las sombras. El tono de Helder per-
maneció invariable.
“Hay una cosa que siempre he querido saber:
¿cómo es la vida de un lameculos de una autoridad
mendaz que reprime y engaña al hombre de a pie?”.
El Inquisidor se dio la vuelta para mirar a Helder.
La luz de las antorchas le dejaba la mitad de la cara en
la sombra, como si llevara puesta una máscara vene-
ciana; sus anteojos reflejaban la luz parpadeante y le
hacían brillar los ojos grotescamente.
“Bueno”, dijo lentamente, “creo que nos espera
una noche de lo más... entretenida”.
magnificat anima mea dominum

c a p í t u l

Y aun te ha parecido poco esto, oh, Dios, pues también has hablado de la casa de tu
siervo en lo por venir. ¿Es así como procede el hombre, oh, Dios?
—2 de Samuel 7:19

20

o u n o :
Historia
apocalyptIca
o, de los acontecimientos que dieron forma al
mundo en el que vivimos
prefacio
Ah, Praga, la Ciudad Dorada. Me acuerdo dema-
siado bien de mi época como aprendiz, en unos
tiempos menos terroríficos, cuando aún creíamos
que habíamos derrotado a la amenaza de los Engen-
dros. Caminar bajo las torres de la ciudad y pasear
por sus recónditas avenidas es como sentir la brisa de
las más poderosas fuerzas en funcionamiento, invisi-
ble pero perceptible.
Pero incluso allá, donde se alza el Firmamento de
la Orden Ramielita, se esconden los Herejes. Para
ellos, Praga es como una puerta hacia el corazón de la
Iglesia Angélica. Allá, los siervos secretos de los En-
gendros caminan entre los hombres para espiar a los
Ramielitas y a sus aliados.
Pero me estoy yendo por las ramas sin ni siquie-
ra haberme presentado todavía a mis queridos lecto-
res. Me llamo Wenzel de Praga, Ramielita y, con la
debida modestia, uno de los historiadores más reco-
nocidos de mi orden.
Nací hace 64 otoños, en el año del Señor de 2586.
Me he propuesto como tarea escribir la historia de la
humanidad, y mis superiores en la orden están encan-
tados de apoyarme. Podéis preguntaros a quién está
magnificat anima mea dominum
capítulo uno: historia apocalyptica
Qué prudente de tu parte
que no menciones exactamente
qué fuerzas operan allá...
dirigido un proyecto tan ambicioso, y teniendo en
cuenta el hecho que la mayoría de las personas ya no
saben leer, vuestra objeción parece justificada. Por
otro lado, algunos sacerdotes de mi orden y sus Engel
son auténticos maestros de la palabra escrita, así que
no hay duda que mi trabajo tendrá sus lectores. El co-
nocimiento contenido a continuación debe ser preser-
vado para los que vendrán después de nosotros; hay
que dejarlo por escrito, ya que no nos podemos fiar
de la tradición oral, es demasiado falible para que un
historiador como es debido pueda fiarse de ella.
No me malinterpretéis, queridos lectores, soy
consciente de los peligros de la palabra escrita. Dejad
que esos Herejes, y sobre todo ese al que llaman Hel-
der (un antiguo sacerdote, por Dios), griten tan alto
como quieran que debemos dar marcha atrás en la
rueda del tiempo y volver a oficiar las Misas no en la-
tín, sino en la lengua del vulgo, y enseñarles a leer y a
escribir... nosotros sabemos que no serviría de nada, A eso es a lo que yo llamo
que sólo conduciría a difamaciones y a panfletos in- modestia. Entonces, ¿qué soy yo?
sultantes contra nuestro Señor, Dios Todopoderoso. Y ¿Un Hereje famoso por sus opi-
sobre las acusaciones de que promovemos el analfabe- niones discrepantes sobre la his-
tismo de las masas deliberadamente, ¿por qué debe toria? Estúpido pomposo.
21
magnificat anima mea dominum
Una buena idea... Dios tie-
ne que rectificar Su creación. ¡Y
tiene que hacerlo casi dos mile-
nios y medio después de sacrificar
a Su hijo para dar car petazo de
golpe a las dificultades iniciales
de Su gran Proyecto Tierra! Eso
demuestra que Su creación no
podía salir perfecta a la primera.
Parece que esto contradice a
muchos textos bíblicos (yo tam-
bién he estudiado las fuentes,
querido Wenzel). Me gustaría
recordarte que Jacob luchó con
un ángel, que había un ángel
con una espada flamígera vigi-
lando las puertas del Edén (sin
ría saber leer la Biblia un campesino? No creo que
le sirva para labrar los campos, ¿verdad?
El mundo en el que vivimos no siempre ha sido
como es hoy en día. Hubo otras épocas. Hubo una era
sin Infernos, sin Engendros y sin los horrores de la
Tierra Marcada.
Tiene que haber existido un mundo sin los Engel,
ya que la tradición nos enseña que no había ningún
Engel durante las épocas anteriores al Gran Baile de
San Vito.
Pero estoy volviendo a irme por las ramas. Una
cosa lleva a la otra, paso a paso.
sobre el principio
de todos los tiempos
Aunque se supone que estamos en el Tercer Mi-
lenio de la historia, yo creo en los enfoques integra-
les, así que permitidme que empiece mis disquisicio-
nes remontándome al principio de los tiempos. En
el principio, según la Sag rada Biblia, Dios creó el
Cielo y la Tierra. La tierra estaba vacía, sin forma. Y
durante ese día y los cinco siguientes, el Padre Todo-
poderoso creó el firmamento, el agua y los continen-
tes, las estrellas, las plantas y los animales, y final-
en la tierra de Nod, al este del Edén. Los Engel del
Señor, los mismísimos arcángeles, lo siguieron para
ofrecerle la oportunidad de hacer las paces, pero él
rechazó sus ofertas. Totalmente solo, Caín merodeó
por las tierras baldías durante un tiempo. De acuer-
do con los textos apócrifos de la Sagrada Biblia, se
encontró con Lilith, la primera esposa de su padre
Adán según el folklore hebreo. Ella fue la única de
toda la humanidad que lo apoyó, y él se refugió en
ella. En aquel momento, se dice que los arcángeles
Uriel, Rafael y Miguel se dirigieron a Caín. Cada
uno de ellos le dijo que su exilio terminaría de inme-
diato si le pedía perdón al Señor. El primer asesino
se negó las tres veces, y su maldición terminó su-
miéndolo en una soledad más y más profunda.
sobre la primera
ciudad del hombre
Caín se casó en la tierra de Nod, y allá engendró
a Enoc, su hijo. Más tarde, Caín fundó una ciudad a
la que llamó como a su hijo, Enoc. De acuerdo con
las fuentes apócrifas más antiguas, la primera ciudad
era un lugar maravilloso. La verdad es que no debía
ser demasiado impresionante (probablemente, un
asentamiento primitivo de cabañas de barro y una

b
mente, al hombre. Y Él nos encomendó la histórica
duda, tu venerado Gabriel), y
tarea de la humanidad: “Fructificad y multiplicaos, muralla para proteger a los habitantes), pero aquel
no nos olvidemos del amable jo-
llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces proyecto fue la primera vez en muchos años en la que
vencito alado que visitó a Ma-
del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bes- Caín se encontró con sus semejantes. Cuando la ciu-
ría, la Vir gen Bendita, para
tias que se mueven sobre la tierra”. dad estuvo terminada, sus habitantes coronaron a
anunciar el nacimiento de Cris-
Espero sinceramente que todos mis lectores co- Caín como rey, y todo pareció ir bien. Su hijo Enoc
to. ¿Todos ellos fueron antepasa-
nozcan a Caín y como asesinó a Abel. Por este cri- se convir tió en el padre de todos los que viven en
dos de los Engel? ¿O son una
men, el Señor expulsó a Caín de la sociedad del tiendas cerca de su ganado y de todos los que tocan
prole completamente distinta?
hombre. Caín le dio la espalda al Señor y se instaló la cítara y la chirimía.
Wenzel, ¿me estás ocultando
algo?

¿Y qué pasa con el primer

libro de Moisés? En el capítulo
6, verso 4, dice: “Había gigan-
tes en la tier ra en aquellos días,
y también después que se llega-
ron los hijos de Dios a las hijas
de los hombres, y les engendra-
ron hijos. Estos fueron los va-
lientes que desde la antigüedad
fueron varones de renombre”.
A ver si me lo puedes expli-
car, Wenzel, porque yo siempre
había creído que los ángeles no
tenían sexo. ¿Significa esto que
no son criaturas puras, libres de
ansias y sin el defecto de la luju-
ria? Tus hermanos y tú debéis
tener buenas razones para guar-
dar a cal y canto la Sagrada Bi-
blia.
Bueno, aquí tenemos algo que todos nos sabemos de memoria. Pero no deberíamos pasar por alto, mi querido
Wenzel, que hay otros que afirman que la verdad es muy distinta y cuyas teorías me parecen herejes incluso a mí.
Pero, por un momento, analicemos su punto de vista libres de perjuicios, miedos y horrores. Ellos se preguntan qué
es realmente esta tier ra en la que todos vivimos; esa es su inocente premisa inicial. Como erudito Ramielita, segura-
mente responderás que es un planeta. Tienes razón, pero también es mucho más. Es una antiquísima esfera de rocas,
gases, agua y magma que flota solitariamente a la deriva en un espacio inerte en una esquina de la creación. Pero,
¿qué pasa si esos “auténticos Herejes” tienen razón y la Tierra no ha sido creada exclusivamente por el bien de la
humanidad, Wenzel, o ni siquiera para ningún otro ser vivo? ¿Qué pasa si alguien (o algo), al que, a falta de un
término mejor para describirlo, llamaremos Dios, creó la tierra con la única intención de convertirla en una prisión?
¿En la prisión más segura, perfecta y r emota de todo el universo?
En esta prisión, según estos Herejes, fue encarcelado hace eones el Tentador, el Adversario, Satán: el Señor de las
Moscas. Atrapado bajo la superficie, en las profundidades del núcleo de fuego, sobre un manto de piedra fundida, se
encuentra dormido el Demonio, soñando con su retor no al mundo, soñando sin cesar en su resur rección (y como han
demostrado otras instancias, la resur rección no es imposible).
En algún momento de un tiempo olvidado, el hombre evolucionó (estoy de acuerdo, Wenzel). Incluso estaría de
acuerdo en que Dios creó al hombre. Pero, una vez más, piensa en lo que significaría que estas facciones radicales y
herejes tuvieran razón cuando dicen que la humanidad no es la dueña de la creación, sino más bien un parásito
nacido inintencionadamente, un gor rón; un moho que vive, piensa, ama y destruye. De acuerdo con los Herejes, su
presencia debilita la prisión, se come su estructura. El parásito es como la herrumbre, que disuelve incansablemente
los metales, como la humedad, que hace que las paredes se vuelvan frágiles y quebradizas. Las grietas se propagan por
la mazmorra, de forma invisible, imperceptible, pero están ahí, y ya te puedes imaginar lo que saldrá por ellas.

22

A pesar de los comentarios maliciosos que decían
que sus hijos se acabarían matando entre sí como él
había hecho con su hermano, Caín engendró a dos
hijos más (a los que la tradición oral nombra como
Zillah e Irad). Y de nuevo, el arcángel Uriel apareció y
maldijo a Caín por haber engendrado hijos a pesar de
que se le había prohibido expresamente.
Mientras tanto, Eva le dio a Adán su tercera des-
cendiente. La llamaron Set. Y la humanidad cumplió
con el legado que el Señor Todopoderoso le había im-
puesto, ya que los tres hijos de Caín y los hijos de su
hermana Set tuvieron sus propios hijos...
Han pasado miles de años (algunos dicen que mi-
llones), y el hombre sojuzgó la tierra de una forma
mucho más amplia de lo que podían soñar los profe-
tas y los eruditos bíblicos, hasta llegar casi a sobrepo-
blarla. Los cazadores y recolectores pasaron a ser cam-
pesinos y ganaderos, y pronto las torres llegaron tan
alto como si quisieran robarle la luz a las estrellas.
Durante el primer gran Diluvio, del que Noé se
salvó gracias a su arca, perecieron muchos hombres.
Pero cuando las aguas finalmente volvieron a su cau-
ce, sucedió algo que nadie había previsto: apareció un
arco iris gigante en los cielos.
las nuevas ciudades
Y Dios dijo a los hombres que quedaban:
“He colocado Mi arco en las nubes como muestra
de un pacto entre Yo y la tierra.
“Así, cuando envíe una nube sobre la tierra, este
arco se verá junto a ella, y entonces recordaré el pacto
que existe entre Yo y vosotros y toda criatura vivien-
te”. Entonces la gente se dio cuenta de que el Diluvio
había sido un castigo enviado por Dios por haberse
vuelto malos, así que juraron que nunca volverían a
caer en la tentación. Noé sobrevivió al Diluvio y mu-
rió a una edad muy avanzada.
La ciudad de Enoc desapareció bajo el Diluvio,
pero se fundaron otras ciudades. Los hijos de Noé en-
gendraron a nuevos hijos, y se convirtieron en los an-
tepasados de todos los habitantes de la tierra. Y Dios
Nuestro Señor ordenó a los ángeles que se retiraran de
vuelta al cielo, porque Su trabajo estaba hecho, y tam-
bién el de ellos. Rara vez se los volvió a ver sobre la
tierra después del Diluvio. Protegieron a los elegidos
del Señor, orientaron a los profetas en sus pedregosos
caminos y proclamaron Sus sentencias. No hay duda
que Jacob luchó con un ángel y le habló con las pala-
bras desafiantes de los hombres: “No te dejaré mar-
char hasta que me bendigas”.
Y está claro que un ángel visitó a María, la Vir-
gen Bendita, para anunciar el nacimiento del mayor
profeta de todos los tiempos. Pero estos fueron casos
excepcionales, no la regla general; contemplar a
nuestros Engel, estar en compañía de ellos y vivir a
su lado como se nos permite ahora fue algo impen-
sable durante miles de años. El creador del firma-
mento y de todas las cosas que hay debajo de él le
había confiado el mundo a Sus hijos mortales. El Al-
tísimo había depositado su confianza en el hombre,
así que Sus mensajeros sólo caminaron junto a él en
los casos más excepcionales.
magnificat anima mea dominum
capítulo uno: historia apocalyptica
los tiempos pasados Foto de la
Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y po- semana
bres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano
derecha, o en la frente: 
Y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el
que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el núme-
ro de su nombre. 
Aquí hay sabiduría. El que tenga entendimiento,
que cuente el número de la bestia, pues es número de
hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.
—Apocalipsis 13: 16 – 18
La estÈtica del hombre digi-
La mayor parte de lo que sabemos de la época an-
tal: los chips de memoria implan-
terior al primer Baile de San Vito procede de fragmen-
tados no tienen por quÈ ser re-
tos de antiguas impresiones, y la mayoría son del gé-
pulsivos.
nero de ficción (desgraciadamente, a menudo resulta
Es inevitable: todas las tarje-
imposible discernir qué texto es ficción y cuál no).
tas de pl·stico cargadas de cÛdi-
Muchos hermanos menos instruidos no logran com-
gos PIN que llevamos en la car-
prender la enorme importancia de distinguir entre los
tera van a acabar estando deba-
textos de ficción y los de naturaleza científica. Es por
jo de nuestra piel. Cuando pase-
ello que incluso en las bibliotecas de mi orden algu-
nos textos ficticios han sido catalogados como reales. mos por un arco y la m·quina
Sin lugar a dudas, Dios Nuestro Señor der rumbó diga quienes somos y quÈ quere-
la Torre de Babel y confundió el lenguaje de los hom- mos de inmediato, nacer· una
bres, pero Sus criaturas más queridas no aprendieron nueva era de la funcionalidad.
la lección. En su locura, hicieron trampas a escondi-
das con Sus mandamientos, y su dominio de la crea-
No tendremos que preocuparnos
por si se nos olvida nuestro PIN
ción que nuestro omnisciente Padre en los Cielos les o si la m·quina se traga la tarjeta
había confiado pronto dejó de intentar parecerse al porque hemos introducido los dÌ-
sabio consejo del Rey Salomón para parecerse más y gitos equivocados. Ni siquiera
más a la draconiana sabiduría de los sacerdotes de har· falta que nos vuelvan a pe-
Baal. Nuestro omnisciente Padre en los Cielos con- dir el pasaporte en el aeropuerto.
templó su actitud impía y su lascivia, su arrogancia y Toda la informaciÛn m·s o me-
su desfachatez, y vio como generaciones enteras sacri- nos importante (sexo, nacionali-
ficaban su devoción sobre los brillantes y melosos al- dad, color de piel, inclinaciones
tares del pecado mortal. Y Dios Nuestro Señor recor- sexuales, cuentas bancarias) es-
dó las palabras que le dijo a Noé, a su esposa y a sus tar· sencillamente almacenada
hijos mientras estaban construyendo el arca: “Este es debajo de nuestra piel para po-
el pacto que hago entre Yo y vosotros y toda criatura ner orden al caos de nuestra vida
viviente que os acompañe; las aguas no volverán a diaria.
convertirse en un diluvio para destruir a todos los vi- Pero por supuesto, la idea
vos; me comprometo a ello para todas las generacio- de llevar una tarjeta de crÈdito
nes, a perpetuidad”. dentro de uno mismo no parece
Indudablemente, la tecnología disparó la ira del demasiado agradable. Los mi-
Señor, porque no todas las catástrofes que han destrui- crochips tienen tanto erotismo
do el mundo tal y como era fueron vistas como tales como un condÛn roto. Adem·s,
desde el principio. Han tenido que pasar muchas co- seguro que el com˙n de los morta-
sas para que el mundo quedara así de asolado. Tal vez les mostrar· una resistencia inicial
hubo algunos acontecimientos que anunciaron la ira considerable, como ante cualquier
del Señor, y la gente que vivía en la época del Primer invento revolucionario. Lema:
Baile de San Vito no fue capaz de leer los signos. Os °Nada de basura cibernÈtica deba-
presento uno de esos signos que encontré en un archi- jo de mi hermosa piel!
vo saqueado de una vieja universidad: Es comprensible. Por esa ra-
Según esta impresión, durante más de diez años zÛn, los cientÌficos ya han iniciado
los bancos y las instituciones financieras (aquellos las pruebas preliminares y est·n
usureros y prestamistas que el Profeta de Nazaret ex- ocupados desarrollando estrate-
pulsó de su templo para evitar que se convirtiera en gias para ganarse al ciudadano
un nido de ladrones) estuvieron buscando formas de de a pie que teme por su integri-
evitar los fraudes y las manipulaciones financieras. dad fÌsica por encima de los pla-
Para ellos, estos “chips de memoria implantados” (ala-
bemos al Señor por hacer que nos olvidáramos de esas
cosas) hubieran sido un éxito tremendo y memorable.
Y no les importaba en absoluto estar literalmente es-
23
magnificat anima mea dominum
Si no me equivoco, ese tal
Bede era uno de los profetas
preferidos de los Testigos de Je-
hová, que en los Tiempos Pasa-
dos eran considerados como
unos liantes religiosos. Wenzel,
eso me hace pensar en aquel
viejo dicho: “Dios los cría y
ellos se juntan...”.
condidos debajo de la piel de las inocentes masas, y
por tanto interviniendo en la creación de Dios.
Así que Dios y Su ira se propusieron castigar a la
humanidad, pero era consciente de la promesa que le
había hecho a Noé. Entonces, recordó las palabras que
había pronunciado Su hijo en su nombre: “En verdad
os digo que todo aquel que no reciba el reino de Dios
como si fuera un niño pequeño, no entrará en él”. Así
que excluyó a los niños de Su sentencia.
el primer sello: el
gran baile de san vito
Miré, y he aquí una nube blanca, y sobre la nube
uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía
en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz
afilada.  intentaron imponer una rigurosa cuarentena.
Y del templo salió otro ángel, clamando a plena voz
al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega;
porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tie-
rra está madura.
—Apocalipsis 14: 14 – 15
Cuando Dios Nuestro Señor lanzó Su gran sen-
tencia, sólo los niños se libraron. Y no fue sin avisar:
el Venerable Bede, uno de los grandes profetas de la
antigüedad, ya advirtió en el siglo VIII que Jesús (el
profeta de Nazaret que se convirtió en una figura reli-
giosa de suma importancia en los Tiempos Pasados)
nació 3.942 años después de la creación del mundo.
De acuerdo con Bede, la larguísima Semana Suprema
de seis mil años (el tiempo de vida de nuestro mundo,
revelado a partir del nacimiento de Cristo) terminaría
exactamente en el año 2076. Bueno, sus cálculos tu-
vieron un margen de error de 20 años, pero, ¿quién
va a recriminárselo teniendo en cuenta las colosales
proporciones temporales?
En cualquier caso, sucedió tal y como estaba es-
crito en el Apocalipsis de San Juan: miles de millones
de personas murieron como moscas (y no estoy em-
pleando ese término arbitrariamente) cuando el Gran
Baile de San Vito se abalanzó sin previo aviso sobre el
mundo el 11º día de enero, Anno Domini 2093. Un
virus todavía sin identificar afectó a todo aquel que
había alcanzado la madurez física y había atravesado
el umbral de la edad adulta.
El virus mataba a sus víctimas en cuestión de se-
gundos después de la infección, pero esos segundos se
sufrían entre horrendas convulsiones, dándole el as-
pecto de una grotesca danza (cosa que explica el nom-
bre de la peste). La enfermedad fue dejando monta-
ñas de cadáveres a su paso, y las caras de los cadáveres
quedaban distorsionadas por una siniestra sonrisa.
El pueblo de Ingolstadt, donde se produjo el
primer brote, quedó desierto en pocas horas. El vi-
rus tenía algunas características curiosas: se instala-
ba en cualquier superficie porosa sin perder su vi-
rulencia. Pocos días más tarde, no quedaron adul-
tos en Alemania. Los científicos se encerraron des-
esperadamente en sus laboratorios en busca de una
cura o una vacuna hasta morir sobre sus mesas de
24
trabajo, ya que todo aquel que se contagiaba pere-
cía en cuestión de segundos.
Las autoridades intentaron librarse de los infecta-
dos enviándolos a hospitales y sanatorios remotos,
dentro de las máquinas voladoras que inventaron en
su insolencia los hombres de los Tiempos Pasados, con
la esperanza de encontrar mejores curas y nuevos mé-
todos de terapia. Pero las máquinas voladoras y su vi-
rulenta carga cayeron de los cielos y se estrellaron con-
tra el suelo, propagando todavía más la enfermedad,
en lugar de ayudar a prevenirla. Al final, sólo sobrevi-
vieron los niños, y sobre sus enclenques espaldas des-
cansó la responsabilidad de crear un nuevo mundo.
En pocos días, los vientos transportaron el conta-
gio por toda Europa. Primero, llegó a Francia, y a fi-
nales de enero, el 81% de la población francesa había
muerto. Millones de franceses huyeron de las regiones
contaminadas, convirtiéndose en víctimas de ejecu-
ciones masivas en los países vecinos, cuyos gobiernos
El mundo no murió ni en silencio ni de repente.
Se perdieron todos los logros de la primera mitad del
milenio que ahora conocemos por las leyendas: las
máquinas que podían pensar por sí mismas, los arma-
tostes voladores mencionados anteriormente, los ca-
rruajes sin caballos, las comitivas de vagones que se
desplazaban regularmente guiados por raíles de ciudad
en ciudad... Su uso, su función, su manufactura y su
mantenimiento se sumieron en el olvido, y la huma-
nidad se precipitó inevitablemente hacia una nueva
Edad Oscura. El daño provocado en las aldeas, los
pueblos y las ciudades de todo el mundo fue incon-
mensurablemente grande.
El Gran Baile de San Vito se esfumó tan rápida-
mente como apareció. Hizo estragos durante apenas
cuatro meses, hasta mayo de 2093. Pero ahí no se aca-
baron los horrores.
el segundo sello: guerra
Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejérci-
tos, reunidos para guerrear contra el que montaba el ca-
ballo, y contra su ejército.
—Apocalipsis 19: 19
Ese fue el fin del mundo, el principio del fin, y
resultó ser más sutil y retorcido de lo que se hubieran
podido imaginar los más fervorosos creyentes de los
escenarios apocalípticos. Fue una catástrofe detrás de
otra. El colapso total del mundo condujo a que las
naciones se pelearan por las migas de la mesa del Se-
ñor. Las diferencias políticas y religiosas condujeron a
odios y guerras ardientes, guerras en las que se utiliza-
ron ar mas aborrecibles que habíamos olvidado por
completo. Las nubes en forma de hongo le robaron el
sol al firmamento. El 3 de junio de 2093 estalló una
guerra que casi se convirtió en la Tercera Guerra Mun-
dial. Sospechando equivocadamente que los aconteci-
mientos de Europa, que se extendieron inevitable-
mente a todo el mundo, habían sido provocados por
unas pruebas secretas que habían fracasado estrepito-
samente de algo a lo que llamaban armas biológicas,
varias naciones atacaron al principal sospechoso, Ara-
 capítulo uno: historia apocalyptica
bia Saudí. En su ceguera, no fueron capaces de ver que
detrás del Gran Baile de San Vito se encontraba la
mano del Señor. Invadieron con éxito Arabia Saudí, y
se instauró una teocracia musulmana igual de conde-
nable que la de Irán.
Durante su ataque por sorpresa, los agresores
incautaron algunas de las ar mas de destrucción ma-
siva que se habían convertido en la marca de fábri-
ca de los Tiempos Pasados. Por lo tanto, Estados
Unidos declaró la guerra a los principales aliados de
aquel país (reinos olvidados con nombres exóticos
como Jordania, Iraq, Irán y Siria) después de un
convincente y emotivo discurso de su presidente
que cautivó al Congreso.
La primera acción agresiva de Estados Unidos fue
el bombardeo contra sus antiguas bases militares en
Arabia Saudí desde unas máquinas a las que llamaban
submarinos nucleares, unos navíos enigmáticos capa-
ces de viajar por debajo del mar transportando armas
de un poder destructivo increíble. Con este golpe, Es-
tados Unidos pretendía eliminar la amenaza que re-
presentaban sus propias armas, que habían sido cap-
turadas de antemano por el enemigo. El ataque fue un
éxito, y enormes regiones de Arabia Saudí y de Orien-
te Medio quedaron arrasadas hasta los cimientos.
La guerra terminó el 6 de junio, después de cau-
sar casi 200 millones de bajas. Siria, Iraq y Jordania
habían sido literalmente borradas de la faz de la tie-
rra, y el espíritu de lucha de Irán estaba roto. La alian-
za se rindió sin condiciones y rechazó las ofertas de
ayuda de otras naciones que habían sufrido las reper-
cusiones de los ataques nucleares, como Turquía, Chi-
pre, Pakistán y la India.
Una semana más tarde, el presidente de los Esta-
dos Unidos fue destituido por su empleo prematuro
del armamento nuclear. Dos días después, se suici-
dó. El fin de los días se acercaba irremisiblemente.
Por supuesto, no se materializaron todas las plagas
que profetizó San Juan, y algunas se produjeron en
un lugar distinto. Probablemente, algunos monjes
inteligentes (los antecesores de mis propios herma-
nos) reescribieron el Apocalipsis durante la Edad
Media de los Tiempos Pasados para ponerle un poco
de salsa, provocando inconscientemente que la obra
de San Juan fuera una advertencia menos eficaz de lo
que pretendía. Aun así, cualquiera que mirara a su
alrededor en aquellos días veía sólo campos sin la-
brar, cadáveres hinchados y ríos de sangre. Ipso tem-
pore, los continentes perdieron contacto entre sí. To-
dos los que al principio de los acontecimientos ha-
bían asegurado que aquello no era el fin del mundo
llevaban mucho tiempo muertos.
Algunos niños hicieron todo lo posible para en-
frentarse con dignidad a aquella devastadora decaden-
cia. Intentaron utilizar aquella tecnología que no en-
tendían de una forma improvisada, procurando com-
prenderla y llegar a dominarla. Algunos tuvieron éxi-
to y otros causaron todavía más desastres. La mayoría
de supervivientes simplemente se sumieron en un le-
targo, tumbados en la cama, esperando días mejores o
el momento de la muerte. Sí, algunos niños se resis-
tieron de verdad contra su inevitable condena. Pero
no tenían ninguna posibilidad de triunfar.

el tercer sello:
magnificat anima mea dominum 25
magnificat anima mea dominum
Me pregunto cómo se puede
conciliar esto con la promesa de
tu todopoderosísimo Dios de que
no volvería a enviar una inun-
dación devastadora. ¿Acaso sim-
plemente se olvidó? ¿O se está
volviendo viejo o senil? ¿O Su
omnipotencia es tan absoluta
que no la limita ni Su propia
palabra? Tú y tus colegas Angé-
licos le hacéis reverencias a un
patriarca la mar de benevolen-
te, Wenzel...
hambre
Cuando abrió el tercer sello, oí a la tercera bestia, que
decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el
que lo montaba tenía una balanza en la mano.  mera vez a principios de abril de 2094. Inicialmen-
Y oí una voz de en medio de las cuatro bestias, que de-
cía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de
cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino.
—Apocalipsis 6: 5 – 6
No quedaba nadie para arar la tierra como es de-
bido, ni fabricantes que produjeran comida. En cues-
tión de pocos meses, la industria agrícola y ganadera
de toda Europa quedó en un punto muerto absoluto.
Cuando los alimentos empezaron a escasear, apa-
recieron las guerras civiles por la comida, causando
miles de víctimas. En algunas ciudades, los supervi-
vientes jóvenes mayores formaron lo que bautizaron
como “consejos civiles” y diseñaron planes para racio-
nar la comida. A todo el que pillaban robando las ra-
ciones de otro lo ejecutaban de inmediato. En mi ciu-
dad natal de Praga, por ejemplo, se conoce que había
un plan de racionamiento mediante el cual cada ciu-
dadano obtenía 125 gramos de carne, dos rodajas de
pan, 125 mililitros de leche o 125 gramos de queso y
100 gramos de fr uta o verduras por semana. Las re-
servas que quedaron después de las catástrofes anterio-
res apenas duraron tres semanas.
Además, Europa se vio obligada a soportar la llu-
via ácida y los efectos de la radioactividad de la gue-
rra. Y si todo eso no era suficiente, en Iberia apare-
ció el mayor enjambre de langostas de la historia de
la humanidad, devorando las cosechas y el ganado de
la península.
Pasó menos de un mes antes que los primeros
Chatarreros ibéricos anunciaran que el canibalismo
dejaba de estar considerado como crimen. En Inglate-
rra, donde la situación también era horrible, la gente
literalmente se lanzó a saquear Irlanda en busca de
carne. La República de Irlanda le declaró la guerra a
la Gran Bretaña, pero no quedaba nadie capaz de or-
ganizar una campaña como es debido.
el cuarto sello: infernos
El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estr ella
que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo
del abismo.
Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo
como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el
aire por el humo del pozo.
Y del humo salieron langostas sobre la tier ra; y se les
dio poder, como tienen poder los escor piones de la tierra.
—Apocalipsis 9: 1 – 3
Pronto, la gente se dio cuenta de que el nivel de
los océanos estaba subiendo y que habían aparecido
unas extrañas luces que iluminaban los cielos del nor-
te y del sur. Se decía que aquellas luces eran Infernos,
columnas de fuego purificador que Nuestro Señor ha-
bía enviado a la tierra para cauterizar las úlceras de
suciedad interna de Su gente, hasta los huesos, si fue-
ra necesario, para posibilitar un nuevo comienzo para
Su menguante rebaño de auténticos creyentes.
26
Los Infernos se originaron en los polos, derri-
tiendo las colosales masas de hielo del círculo Ártico
y el Antártico antes de iniciar su imprevisible ruta
por la faz de la tierra. Fueron descubiertos por pri-
te, se alzaban sobre el paisaje totalmente inmóviles,
y los escasos europeos supervivientes los bautizaron
como Almenaras. Cuando iniciaron su avance apa-
rentemente imparable, las aterrorizadas gentes empe-
zaron a hablar de Infernos.
Salieron de debajo del suelo, y mucha gente afir-
mó que Nuestro Señor había enviado los fuegos de la
misma manera que había enviado las plagas sobre
Egipto en los tiempos bíblicos. Para que el Señor
adoptara unas medidas así para purificar a su pueblo,
la maldad de los Tiempos Pasados debió ser realmente
inabarcable. Las columnas de fuego avanzaron lenta
pero inexorablemente sobre el mar hacia nuestros con-
tinentes, alcanzaron la tierra y siguieron quemando. Y
allá por donde pasaban, quedaba sólo un rastro de
humo, un reguero que ahora conocemos como Tierra
Marcada. Sus paredes de cenizas llegan hasta las im-
perecederas nubes del firmamento, y nunca desapare-
cen ni se esparcen con los vientos.
No estoy seguro, pero supongo que tiene que ha-
ber alguna conexión entre los Infernos y el Diluvio
que arrasó Europa antes que las columnas de fuego lle-
garan a tierra firme. ¿Quién puede imaginar qué pudo
provocar una colisión de proporciones tan colosales
entre fuego y hielo en las tierras árticas?
En cualquier caso, en cuestión de días el mar se
había tragado la línea costera. En diciembre de 2094,
las primeras inundaciones masivas arrasaron Europa:
los Países Bajos, el norte de Alemania y el de Francia
se perdieron. De nuevo, murieron millones de perso-
nas. La inundación se precipitó sobre las partes más
bajas del continente, literalmente arrastrando todo a
su paso, destruyendo los mayores logros de la cultura
occidental en cuestión de horas. El 4 de abril de 2095,
la ola de la inundación alcanzó París. La Torre Eiffel
se desplomó al mismo tiempo que las maravillas ar-
quitectónicas de Grecia e Italia se hundían bajo las
olas para siempre. Y la gente sufrió el mismo destino.
Los pocos supervivientes, todos niños y jóvenes, se
retiraron a las montañas y a los edificios más altos que
quedaban del viejo mundo.
De acuerdo con mis estimaciones respecto a la
comparativa de habitantes entre nuestra época y la
época anterior al Primer Baile de San Vito, hoy en día
sólo queda un 10% de la población esparcida por Eu-
ropa (casi parece que Dios Nuestro Señor quisiera
diezmarnos como cuando diezmó al pueblo de
Moab). Y su Ira todavía no estaba aplacada: en cuan-
to se detuvo el ascenso de las aguas, cuando se escu-
charon los primeros suspiros de alivio entre la gente,
en cuanto el primer superviviente propuso empezar
con las labores de reconstrucción, el Baile de San Vito
volvió en una segunda oleada en abril de 2124, ma-
tando prácticamente a todos los que eran lo bastante
mayores como para resultar afectados. Y sucedió de
nuevo 38 años más tarde durante el Tercer Baile de
San Vito en noviembre de 2162; sólo entonces se apa-
ciguó la peste (y casi no quedaban adultos en toda

Europa). Pero hay unos cuantos profetas que advier-
ten del inminente regreso de la gran plaga conocida
como el Baile de San Vito.
Y, aun así, quedaba una esperanza entre los que su-
frían: en el 2163, se fundó la Iglesia Angélica en las
montañas de Italia central. Dos años más tarde, en el
2165, los padres de la Iglesia (aunque el término resul-
te irónico para aquellos niños pequeños y jóvenes que
en aquel momento eran la esperanza del mundo ente-
ro) decretaron el Éxodo; algunos de ellos partieron des-
de el primer monasterio en Roma Æterna para encon-
trar bastiones de fe adecuados para divulgar el evange-
lio. Tres años después de la fundación de la Iglesia, sus
misioneros actuaban por toda Europa. En los años si-
guientes (entre 2166 y 2177), se fundaron otros mo-
nasterios que muchos años más tarde se convertirían en
Firmamentos, castillos gigantes sobre las cimas más al-
tas de la región cuyos chapiteles se dice que atraviesan
la capa de nubes, de manera que cuando estás en las
torres más altas del Firmamento incluso se puede ver el
sol. Los fieles empezaron a trabajar en ellos con un fer-
viente entusiasmo, con la intención de llegar hasta los
cielos para adorar al Señor. Cuando estuvieron termi-
nados, se construyeron es seguida los primeros semina-
rios y monasterios fuera del Firmamento.
Pero no todos los europeos tenían intenciones be-
névolas, ya que en muchos lugares los misioneros de
la Iglesia Angélica encontraron resistencia y maldad de
todo tipo. Una y otra vez, los misioneros eran asesina-
dos, así que en el 2191 los Angélicos pusieron en pie
al Ejército de los Templarios tal y como hoy lo cono-
cemos, y los campeones del Señor partieron por pri-
mera vez para purgar el saber prohibido y poner fin al
uso de la viciosa tecnología que había originado el
Baile de San Vito. De nuevo, no todos los corderos de
la tierra mostraron prudencia, especialmente los Cha-
tarreros independientes, hombres y mujeres que ha-
bían llegado al poder en territorios baldíos industria-
les de las antiguas ciudades de los Tiempos Pasados,
que se opusieron al Ejército de los Templarios. A par-
tir del 2203, los Templarios tuvieron que librar incon-
tables batallas contra las saqueadoras y asesinas hor-
das de los barones, un conflicto que más tarde se co-
nocería como las Guerras de los Diádocos.
sobre el
advenimiento de los Engel
Pocos años más tarde, Anno Domini 2206, Dios
Nuestro Señor envió a Sus Engel salvadores, y su in-
tervención decidió el desenlace final de las Guerras de
los Diádocos. Son de una belleza radiante, lucen alas
de un blanco puro y están cubiertos con la gloria de
Su poderío. Son delgados, casi frágiles, pero su poder
no tiene rival. Todas las partes expuestas de su cuerpo
están cubiertas por unas redes de líneas, y se dice que
durante su nacimiento (¿o creación?) el Mismísimo
Señor moja sus dedos en la tinta con la que escribió la
primera PALABRA en el cielo, inscribiendo su desti-
no sobre su piel y su alma con una filigrana infinita.
Estos Engel, queridos lectores, son Sus mensaje-
ros, la Hueste Celestial, Su brazo derecho. Ellos trans-
magnificat anima mea dominum
capítulo uno: historia apocalyptica
miten Su palabra; son los guardianes de Sus más in-
sondables secretos. Transportan felicidad y esperanza.
Poseen poderes increíbles que utilizan sólo por nues-
tro bien. El Señor les ha concedido un dominio sobre
el cielo y la tierra que casi rivaliza con el Suyo. Allá
donde pisan, la tierra vuelve a estar completa y vuelve
a ser el hogar del hombre, tal y como se nos entregó
para que la cuidáramos en el principio del tiempo.
Desde entonces, los Engel del Señor han estado
entre nosotros y transpor tan las esperanzas de todos
los hombres sobre sus alas, ¡y sus filas no dejan de au-
mentar! Parece como si algunos de ellos estuvieran Eso suena bien... ¿De ver-
benditos con un poder realmente inconmensurable, dad nunca te has pr eguntado de
especialmente los nobles arcángeles que viven por dónde salieron tan de r epente
encima de los Firmamentos y cuyo rostro es de una estos semidioses, estos niños-hé-
belleza tan terrible que los mortales no podríamos roes, querido Wenzel? ¿O tú y
soporta contemplarlos. tus eruditos hermanos preferís
Los Engel son nuestra llama de esperanza en una evitar la pregunta porque no
época llena de preguntas y huérfana de respuestas. queréis saber la r espuesta?
¿Qué soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es el destino que
Él me reser va? Y, ¿se nos permite regocijarnos en un
orgullo insensato, pensando que fueron nuestras ple-
garias, nuestras fervientes súplicas, las que hicieron
que el Altísimo enviara por fin a Su Hueste Celestial a
la tierra? En mi humilde opinión, Dios Nuestro Se-
ñor es algo más que una distante entidad atemporal
imposible de experimentar para los meros mortales.
Estoy convencido que Él siempre está esperando ora-
ciones sinceras para poder responder a ellas. Y los En-
gel, queridos lectores, fueron la mejor respuesta posi-
ble que Él podía proporcionar nos, ya que nos han
dado esperanza cuando parecía perdida para siempre. Ahí está. Es un punto de
Más de un hermano ha perdido la fe porque no vista inter esante (pero totalmen-
pudo encontrar una respuesta a una pregunta que hay te inapropiado para alguien que
que admitir que resulta difícil de responder: ¿dónde intenta poner por escrito cientí-
estuvieron los Engel durante todos estos milenios? ficamente la historia de la hu-
¿Esperaron en sus bóvedas de espacio profundo a que manidad). Esta obra menor no
llegara nuestro peor momento de necesidad? ¿Vivie- vale ni el per gamino que desper-
ron entre nosotros, invisibles e irreconocibles? Para dició el viejo de Praga para es-
mí, estas reflexiones son simplemente superfluas, no cribirla.
me interesan; llegaron y trajeron nuevas esperanzas
para Su rebaño, que vagaba en las tinieblas.
Se construyeron las Ciudadelas de los Engel y se
formaron las ocho órdenes (Miquelitas, Gabrielitas,
Rafaelitas, Ramielitas, Urielitas, Sarielitas, Samaeli-
tas y Raguelitas). He incluido un fragmento que en-
contré en Italia al que llamamos Genesis Secunda a
falta de una nomenclatura más precisa. Se le atribu-
ye a un misterioso monje que vagaba por los montes
Apeninos que vivió, predicó y escribió durante el si-
glo XXII y que se hacía llamar por el nombre mo-
nástico de Fray Juda.
Sea como fuera, desde entonces los Engel del Se-
ñor caminaron entre nosotros, y fue bueno, o al me-
nos esa fue la opinión de la mayoría de los europeos.
Una excepción a esa regla fueron las Islas Británicas:
en el 2210, Gran Bretaña declaró el Nuevo Aislamien-
to Magnífico (NAM), aislándose desde entonces del
continente y prohibiendo que los Engel pusieran un Con un poco de fe, los hom-
pie en su territorio. Debido a la presión masiva por br es son felices...
parte del resto de Europa, Londres (convertida en
puer to desde el Gran Diluvio) se convirtió en un
puerto libre en el 2215.
27
magnificat anima mea dominum

Y ...Y entonces el Señor le dijo a Miguel, que era el más hermoso y grato de todos Sus Engel://
“Tú serás el más brillante y radiante entre los Engel//
Y con tu aspecto se corresponderán tus actos y tus palabras//
Porque tú eres como Yo, nacido de la pureza y la luz”//
Y le tomó de la mano y le condujo a los sagrados pasillos//
Donde los otros Engel esperaban que llegara el momento, y le condujo hasta Gabriel.//
“Dulce Gabriel”, dijo, “guardián y vigilante de las puertas del Edén,//
Utilizaré la mitad de tu alma inmortal//
Para darte un compañero para luchar contra todo mal”.//
“Toma esta hoja y guárdala bien, para que la chispa de
la iluminación habite en tu interior”.//
Y el Señor le dijo a Raguel: “Raguel, (...) (desgraciada-
mente, esta parte del texto fue mutilada por al-
guien hasta el punto que resulta ilegible – nota del
traductor)
Cuando terminó de hablar, el Señor marcó a Sus Engel
para que fueran reconocidos en el mundo,//
Y los envió para que cumplieran Su voluntad.//
Y Él tomó la mitad del alma inmortal de Gabriel y le dio un compañer o que era su igual.// Y el Señor creó ocho órdenes, cada una con su propia tarea.//
“Samael”, dijo, “poderoso Samael.// En Su infinita sabiduría y compasión, le proporcionó a
Serás hermano de armas de Gabriel para combatir a todo mal y estarás a su der echa frente a cada uno de Sus Engel sus propios poderes, pero tam-
las puertas del Edén.// bién los hizo falibles a su manera//
Y serás su igual, terrible y hermoso, cruel y gentil”.// Para evitar que sus elegidos sucumbieran al pecado del
Y el Señor se volvió hacia Gabriel de nuevo y le dijo: “Gabriel, terrible Gabriel,// orgullo.//
Ahora que tu alma inmortal ha sido partida en dos, te compensaré dándote una pequeña Eligió a los Raguelitas como guardianes del pasado,//
rama del ardiente árbol de la purificación,// Y ellos heredaron toda la tecnología de las épocas ante-
Para aliviar tu pérdida. Iluminará tu camino,// riores a la Gran Peste (en mi opinión, una referen-
Y combatirás a las tinieblas con ella”.// cia al Baile de San Vito – nota del traductor).//
Entonces el Señor le dijo a Uriel: “Uriel, veloz Uriel,// Las espadas flamígeras con las que Gabriel había prote-
Te he elegido como Mi mensajero.// gido el primer jardín//
Transmite Mi palabra y habla en Mi nombre y transporta el evangelio más allá de los límites Fueron puestas en manos de los Gabrielitas,//
del Cielo hasta cada uno de los hombr es, hasta cada una de las cosas, para que me vene- Para convertirlos en campeones de la causa del Señor.//
ren y me satisfagan”.// De las manos y las almas de los Rafaelitas,//
Entonces el Señor le dijo a Sariel: “Sariel, agrable Sariel,// Los Engel más gentiles,//
Tú has sido elegido para alzar tu voz para alabarme.// Brotaría el alivio del sufrimiento de la humanidad.//
Porque tu voz es la más pura de todas, y ninguna otra sonará dentro de estos pasillos”.// Los Urielitas encontraron caminos donde nunca los ha-
Y Sariel le respondió:// bía habido, y caminaron//
“Oh, Señor, ¿cómo puedo quedarme aquí en el cielo y alzar mi voz para venerarte,// Por donde los demás no se atrevían a pisar.//
teniendo yo y mis semejantes alas para sobrevolar campos lejanos?// Los Sarielitas alzaron sus voces//
Te imploro que me liberes de esta car ga sobre mis espaldas,// Para alabar al Señor, nuestro Padre todopoderoso.//
Para que no pueda caer en la tentación y desobedecer tu voluntad”.// Los Ramielitas, seguidores de Jer emiel, el Engel que co-
Y el Señor le respondió: “Sariel, generoso Sariel,// noce los pensamientos de Dios,//
Complaceré tu deseo y te liberaré de tu carga.// Se encargaron de conser var el conocimiento de todas las
Pero no renunciarás a viajar hasta campos lejanos,// épocas,//
Ya que tu voz será más alta y hermosa que nunca,// Los secretos de la multitud de lenguas,//
Para que pueda llegar hasta las tierras más distantes,// Y los misterios de la palabra escrita.//
Y tu voz dará fuerzas y consuelo a tus semejantes para siempre”.// Al igual que los Gabrielitas, los Samaelitas fuer on elegi-
Y así, le liberó de su car ga, y la voz de Sariel sonó más alta y hermosa que nunca, llegando dos como campeones incansables del Señor,//
mucho más allá de los horizontes,// Comandantes de las Hueste Celestial y ter ribles en su
Y todos los Engel de los pasillos, y todas las almas del Cielo, y todas las de la Tier ra se conmo- ira.//
vieron ante su voz, y estuvo bien.// Los Miquelitas eran los más amados por el Altísimo//
Y el Señor le dijo a Rafael: “Rafael, amable Rafael,// Porque los hizo a Su imagen y semejanza, ya que Miguel
Tus manos son las más suaves y hermosas de todas las manos.// significa://
Te envío al mundo para curar a mis hijos de la semilla de la duda y las heridas de la discor- “El que es como Dios”//
dia”. Y fueron elegidos//
Y el Señor le dijo a Jeremiel ( = Ramiel – nota del traductor): “Jeremiel, sabio Jeremiel,// Para liderar a los otros Engel//
Eres el más sabio y diligente de todos mis Engel.// Ya que ellos fueron agraciados por Dios Nuestro Señor//
Así que te encomiendo la recolección y la conservación de todo el conocimiento que hay en el Con el conocimiento//
Cielo y de todo el conocimiento que hay en la Tier ra”.// De Sus caminos.
Y arrancó una hoja del árbol del conocimiento y se la puso a Jeremiel en la boca y le dijo:// —del Genesis Secunda de Fray Juda

¿Y por qué? Se aceptan

especulaciones de todo tipo.
Poesía religiosa y un registro histórico
falso, nada más. Un par de líneas proféticas
por aquí, un poco de evangelio por allá,
mezclar unos cuantos elementos para avivar
la histeria apocalíptica, espesar con algunas
revelaciones muy poco serviciales... esa ha
sido la receta desde el amanecer de la hu-
manidad. Por cierto, “Fray Juda”... ¿Cómo
se puede tener un nombre tan pretencioso?
Pero eso es algo a lo que los que lleváis há-
bito sois muy aficionados, ¿verdad?
En el 2221, Lisboa intentó seguir el ejemplo de
Londres. El fuego del Señor llovió del cielo y arrasó la
isla hasta los cimientos. Jorge, el Barón de Madrid que
había mostrado cierta simpatía por su colega portu-
gués y lo visitó durante aquella época, se libró a duras
penas de la sentencia vengadora del Señor.
En el 2237 terminó la construcción de los Firma-
mentos; en ese momento se instauró la distribución de
28
tareas dentro de las Ciudadelas que todavía encontra-
mos entre sus muros hoy en día, como ha sucedido
con la estructura general de la Iglesia Angélica. Había
más misioneros y predicadores que nunca paseándose
por la tierra, y de nuevo, el Ejército de los Templarios
(con el apoyo de los Engel) empezó a rastrear sin des-
canso el conocimiento prohibido, especialmente los li-
bros herejes que fueron pasados por alto por el fuego
 ¿Y por qué? Se aceptan espe-

capítulo uno: historia apocalyptica

culaciones de todo tipo.

purificador de la verdad. Los Templarios también bus-

caban vestigios satánicos de tecnología que hubieran
sufrido ese mismo destino y los llevaban a los Firma-
mentos (especialmente al castillo de los Raguelitas)
para ponerlos a buen recaudo.
La vieja tierra estaba sangrando por incontables
heridas, estaba magullada y destrozada hasta estar casi
irreconocible; los campeones del Señor tenían muchí-
simo que hacer.

engendros
Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se
enrolla; y todo monte y toda isla se movió de su lugar.
Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los ca-
pitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escon-
dieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
Y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre noso-
tros, y escondednos del rostr o de aquel que está sentado
sobre el trono y de la ira del cordero; 
—Apocalipsis 6: 14 – 16
La tarea más urgente consistía en una nueva ame-
naza que ya acechaba más allá del horizonte durante
el Advenimiento de los Engel. Los Infernos empeza-
ron a desplazarse, avanzando desde el norte, a través
del mar, hacia Europa, y de la Tierra Marcada que de-
jaban tras su paso imparable y triunfal brotaron los
Engendros Oníricos. El primer Inferno apareció en
octubre de 2455 en la costa de Islandia. Sin embargo,
los primeros registros de esta abominable raza de sier-
vos del Tentador, de Satán, del Adversario, del Señor
de las Moscas, datan del 28 de febrero de 2420. Los
Engendros nacieron de la humareda ácida y los vapo-
res cáusticos de la Tierra Marcada y arremetieron con-
tra las buenas gentes de Europa. Desde entonces, evi-
tar que esta amenaza se expanda más y más se ha con-
vertido en la principal tarea de la Hueste Celestial,
hasta nuestros días.
Los tiempos que nos ha tocado vivir son verdade-
ramente peligrosos y problemáticos, especialmente
para los devotos. Aunque nuestros redentores han
empezado a desplegar sus alas blancas sobre las cabe-
zas de los indignos, ya tenemos un pie en la boca del
Infierno. Permitidme que os haga una advertencia,
estimados lectores: no os engañéis pensando que los
Engendros son sólo una metáfora, comparable al
hombre del saco que asusta a nuestros hijos o al mons-
truo que había debajo de la cama en nuestros febriles
sueños infantiles. Os equivocaríais por completo: la
mayor amenaza a la que se ha enfrentado la humani-
dad acecha por todas partes, esperando para corrom-
per las almas de los fieles.
Entonces, ¿qué son los Engendros Oníricos? Ten-
go que admitir, queridos lectores, que hace muchos
años que no salgo del Firmamento de mi orden, así
que tengo que confiar en registros de segunda mano
para responder a esta pregunta. Estos registros tam-
bién se basan principalmente en rumores, pero, según
dicen, los Engendros son criaturas insectoides de mu-
chos aspectos y tamaños, desde minúsculos represen-
tantes de su calaña tan inocentes como moscas comu-
nes hasta criaturas gigantescas parecidas a libélulas del
tamaño de los legendarios vehículos aéreos de los

magnificat anima mea dominum 29

magnificat anima mea dominum
Tiempos Pasados. Uno de mis jóvenes hermanos de fe
de mi orden, Fray Doménico, en estos momentos se
encuentra viajando por toda Europa para reunir infor-
mación fiable sobre los Engendros; si vuelve a tiempo
para entregar un informe sobre sus viajes, lo incluiré
en un postscriptum adecuado para mi Historia.
el quinto sello:
la gran cruzada
Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las al-
mas de los que habían sido muertos por causa de la pala-
bra de Dios y por el testimonio que tenían.
Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo,
Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra san-
gre en los que moran en la tier ra?
—Apocalipsis 6: 9 – 10
En el 2470, las órdenes de Engel unieron fuerzas
para enfrentarse a la amenaza que suponían los sier-
vos del Señor de las Moscas. En el 2493, el Pontifex
Maximus Petrus Secundus proclamó la Gran Cruzada
contra los Engendros, una llamada a las armas a la que
muchos Engel respondieron. Durante la guerra mu-
rieron millones, no sólo durante la batalla en sí, sino
por los alzamientos y el desorden general que provoca
el Señor de las Moscas en el mundo. Porque él es algo
más que un estratega brillante que en su malicia sabe
cómo emplear sus tropas para causar el máximo daño
en las filas de la Hueste Celestial. No, también es un
insinuador, un demagogo, un tentador y un corrup-
tor que sabe mirar en las almas de los hombres para
corromperlos, haciendo que se unan bajo su estandar-
te totalmente convencidos de la absurda idea que el
Adversario puede hacer realidad todos sus deseos.
Uno de los más desastrosos acontecimientos du-
rante esta guerra sagrada fue el saqueo de Córcega, en
su día conocida como la Isla de la Belleza, por parte
de los Engendros. Los monstruos apenas pudieron ser
repelidos de este bastión angélico en el mar Adriático
en el que la desaparecida orden de los Samaelitas ha-
bía construido su Firmamento, en la impenetrable ca-
pital de la isla, Corte. La prole del Señor de las Mos-
cas literalmente llegó hasta las puertas del cielo y sólo
el generoso sacrificio del Ab de aquel momento evitó
que los Engendros arrasaran la isla hasta los cimien-
tos. Pereció la orden entera, con Fir mamento inclui-
do, mientras repelían a los Engendros.
El 1 de diciembre de 2595 se declaró oficialmente
el fin de la Cruzada, después que todos los Engendros
se hubieran retirado a los vapores de la Tierra Marca-
da. Los meses de diciembre, enero y febrero represen-
taron un largo suspiro de alivio colectivo, un momen-
to para celebraciones generalizadas, aunque no se hu-
bieran solucionado todos los viejos problemas.
¿Había razones para celebrar? Muy posiblemente,
no: se habían gastado la mayoría de los recursos de
nuestro mundo, los bolsos estaban vacíos, ya que ha-
bía ido a parar demasiado dinero a las tesorerías de las
órdenes, y los campos habían sido saqueados por los
enjambres de langostas de los Engendros o habían ar-
30
dido a raíz de los Infernos. En el 2603, una rebelión
de un culto conocido como los Morlocks desembocó
en lo que se dio por llamar la Guerra de los Herejes,
que la Iglesia Angélica campeó sin grandes pérdidas,
aunque tuvo sus propias repercusiones (pero ya volve-
remos más tarde sobre este tema). Las enfermedades
se descontrolaron y mataron a incontables personas
por toda Europa, a pesar de los preocupados esfuerzos
de los Rafaelitas. Pero a finales del 2603, el arcángel
Rafael en persona pudo informar orgullosamente al
Pontifex Maximus de que las enfermedades más viru-
lentas habían sido erradicadas con éxito.
el sexto sello:
el retorno de
los engendros
Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí que hubo
un gran ter remoto; y el sol se puso negro como tela de ci-
licio, y la luna se volvió toda como sangre;
Y las estrellas del cielo cayeron sobre la tier ra, como
la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un
fuerte viento. 
Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se
enrolla; y todo monte y toda isla se movió de su lugar.
Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los ca-
pitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escon-
dieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
Y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre noso-
tros, y escondednos del rostr o de aquel que está sentado
sobre el trono, y de la ira del cordero; 
Porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién po-
drá sostenerse en pie?
—Apocalipsis 6: 12 – 17
La década de esperanza descarada antes del cam-
bio de siglo (generalmente llamada la Década de la
Reconstr ucción) resultó corta y traicionera, porque
durante la primera década de nuestro siglo, todos
aquellos profetas ansiosos que habían pronosticado el
retorno de la prole de la Tierra Marcada tenían razón.
Exactamente una década después de su retirada, el 1
de diciembre de 2605, los Engendros reaparecieron
con intensidad renovada. Y lo hicieron manifestando
que el poder del Señor de las Moscas había metido
baza, ya que los Engendros Oníricos habían adoptado
unas for mas infernales y demoníacas todavía más gro-
tescas que antes, y habían obtenido poderes impíos
más monstruosos de lo que se podía imaginar. Y su he-
dor pestilente se había vuelto todavía más ofensivo
que durante la época de la Gran Cruzada.
Los Engendros han cambiado, se han vuelto to-
davía más poderosos y amenazadores, y sólo puedo
rezar por que los Engel se interpongan firmemente en
su camino. Algunas de las criaturas de los Engendros
siguen teniendo aspecto y proporciones humanoides,
mientras que otras brotan directamente de nuestras
pesadillas y otras son la encarnación de nuestras ten-
taciones, como las que debió haber sufrido el Beato
 capítulo uno: historia apocalyptica
Antonio de Padua. Sin embargo, no cabe duda que
estas criaturas poseen una crueldad profundamente
asentada, por las ansias de matar y torturar, pero tam-
bién por una inexplicable curiosidad en lo que respec-
ta al status quo de nuestro mísero mundo. Sin los En-
gel, ni siquiera habríamos oído hablar de la aparición
de esta abominable prole, ya que, en Su infinita cle-
mencia y sabiduría, Dios Nuestro Señor sólo les ha
concedido a ellos el valor para enfrentarse a los des-
cendientes del Señor de las Moscas.
Y, aun así, sabemos demasiado poco sobre estas
criaturas: ¿De dónde vienen? ¿Dónde viven? ¿Qué
motivos impulsan sus acciones, que tan a menudo nos
resultan tan misteriosos como los designios del Mis-
mísimo Dios, como si estuviéramos contemplándolos
a la inversa en un espejo?
En verdad os digo que sus poderes son realmente
aterradores. He visto a Engel rogando una muerte rá-
pida y con las alas calcinadas por el fuego que lanzan
en forma de aliento algunas de esas criaturas. Los Ra-
faelitas han traído a otros a nuestra enfermería con las
caras derretidas como la cera de las velas de un altar
de la capilla de nuestro cementerio a causa de un es-
pécimen de Engendro volador que escupía ácido.
He oído hablar sobre una Gargantúa, los especí-
menes gigantes voladores, que fue abatida por un in-
trépido grupo de Gabrielitas con sus largas lanzas.
Pero cuando se estrelló contra los despeñaderos de los
Pirineos, su cuerpo se abrió de par en par y de su ma-
triz salieron docenas de jóvenes de tamaño humano.
Sólo sobrevivió uno de los Gabrielitas para advertir al
mundo de esta nueva amenaza. Estos ejemplos tan tí-
midamente esbozados deberían bastar para que mis
amables lectores se den cuenta de lo desafiante que
resulta derrotar a estas criaturas.
Y aun así, la profunda e inalterable fe que tiñe las
órdenes, esa infalible convicción de ser el último bas-
tión de Dios, que en Su infinita clemencia ha decidido
proteger a Su pueblo de las hogueras del infierno, le
proporciona tanto poder al conjunto de las órdenes (no
sólo a los Engel, también a los Mónacos y las Beguines,
a los Templarios y a los criados que viven en los monas-
terios) que sin duda antepondrán el destino del mundo
por encima de ser exterminados por una horda de de-
monios. Dios Nuestro Señor, en Su gracia, les ha con-
cedido las habilidades para proteger a la humanidad de
la devastación de los Engendros y para frustrar los ma-
lévolos planes del Señor de las Moscas. Para todos aque-
llos campeones del Todopoderoso que lean algún día es-
tas líneas, no olvidéis nunca que sois la última línea de
defensa que evita que el mundo termine siendo gober-
nado por las fuerzas del mal. Actuad en consecuencia,
ya que la fe de la humanidad y la autoridad del Señor
descansa sobre vuestras espaldas.
En nuestra vida, cada paso en falso puede ser el
último, pero todas las hazañas valientes y devotas po-
drían ser cruciales en la guerra contra los Engendros y
su diabólico amo, el Señor de las Moscas. Más que
nunca, los Engendros amenazan nuestras mismísimas
almas, convirtiéndose en el archienemigo de la huma-
nidad, además del de los Engel.
Desde el 2650, los barones, que sufrieron un tre-
mendo golpe durante las Guerras de los Diádocos,

magnificat anima mea dominum 31

magnificat anima mea dominum
Así es Él y por eso lo ama-
mos: Dios, el paradigma inflexi-
ble y vengativo de la figura pa-
ter na autoritaria. El insensible
asesino de niños inocentes. Si to-
das vuestras crónicas son igual
de superficiales, querido Wenzel,
deberíais estar muy, muy aver-
gonzados; incluso mi diario per-
sonal resulta más riguroso y pro-
fundo.
Bueno, adelante, Wenzel...
Yo sé contener me. Por cierto, los
Mónacos estáis sujetos al voto de
castidad, ¿verdad?
han empezado a recobrar fuerzas. Se rumorea que han
empezado a entablar alianzas para combatir a la Igle-
sia Angélica.
Además, en aquella época se perdió un Firma-
mento a causa de un Inferno. El 1 de febrero de
2642, uno de los Infernos que se acercaban por el
norte de repente se salió de su trayectoria prevista y
devoró a su paso el Firmamento Raguelita en Trond-
heim. Debió ser una visión igual de horrible que la
destrucción de Sodoma y Gomorra, si se me permite
la comparación. Como ya he mencionado anterior-
mente en el parágrafo sobre el origen de los Infernos,
sólo puedo explicar este hecho sospechando que toda
la Orden Raguelita (pero sobretodo sus más altas ins-
tancias) debía estar irremisiblemente corrompida por
el Señor de las Moscas, y Dios Nuestro Señor se en-
teró de su maldad y le puso fin.
La edad dorada que había supuesto la llegada de
los Engel quedó casi sofocada por las cenizas y los
escombros del Fir mamento Raguelita, y las pérdi-
das de la Iglesia Angélica en términos de conoci-
mientos y tropas (aladas y mortales) fueron verda-
deramente descomunales.
la segunda cruzada
Las órdenes de Engel han respondido una vez más
a la llamada a las armas del Pontifex Maximus Petrus
Secundus del 2649, sumando fuerzas para una segunda
cosa que nos amenace. En estos momentos, los arme-
ros de los Firmamentos y los monasterios están forjan-
do espadas; en estos momentos, los Engel Supremos
están bendiciendo las espadas flamígeras de los Gabrie-
litas para que las empuñen en el golpe final y definitivo
contra el Señor de las Moscas y sus criaturas.
Son plenamente conscientes de la importancia
histórica de su lucha. No hay duda: el Armagedón
está cerca o acaba de empezar, y sólo los Eng el son
capaces de decantar la balanza para salvar a la huma-
nidad. Así está el status quo después de cinco mil
años de historia humana.
Ha llegado el momento de que prestemos aten-
ción a las palabras que pronunció Dios Nuestro Señor
en el principio de los tiempos: “Fructificad y multi-
plicaos, llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los
peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las
bestias que se mueven sobre la tierra”.
El Séptimo Sello, queridos hermanos fieles que
leéis esto, todavía no ha sido abierto. El Señor nos
ofrece una última oportunidad para redimirnos. Re-
cemos por que nuestra obra evite que estalle la ira del
Señor. Apuntalemos la Iglesia Angélica para que ese
Séptimo Sello no se abra nunca.
—De la “Historia Millennii Tertii” (Historia del
Tercer Milenio), por Wenzel de Praga, Historiador de
la Orden Ramielita, el primer día del primer mes del
año del Señor de 2650

C
cruzada. Cuentan con nuestro total apoyo y confianza. —Decorado con notas de Helder, apodado el Ketz er,
Están armados y dispuestos a ocuparse de cualquier once días más tarde

cronología de Engel
un breve itinerario para narradores
1 de noviembre, 2093 Primer Gran Baile de San Vito.
Mayo 2093 Termina la primera oleada del Baile de San Vito.
Enero 2094 Aparecen los Infernos en los polos; permanecen inmóviles (Almenaras); los niveles
de los océanos empiezan a subir inmediatamente después.
Diciembre 2094 Primeras oleadas de inundación masiva en Europa; los Países Bajos, el norte de Ale-
mania y el norte de Francia se hunden bajo las olas.
Abril 2124 Segundo Gran Baile de San Vito.
2153 Fray Juda escribe el Genesis Secunda.
Noviembre 2162 Tercer Gran Baile de San Vito.
2163 Fundación de la Iglesia Angélica; se funda la orden Miquelita en Roma Æterna.
2165 La Iglesia Angélica declara el Éxodo.
2166-2177 Se fundan los otros siete Firmamentos; se amplían edificios de los Tiempos Pasa-
dos hasta que se termina la obra de los Firmamentos.
2177 Primeros seminarios y monasterios fuera de los Firmamentos.
2191 Se funda el Ejército de los Templarios.
2201 El Ejército de los Templarios está listo para la batalla; primeras edictos en contra
de los libros y la tecnología.
2203 Se libra una guerra contra los barones independientes, los denominados Diádocos
(con diversos grados de éxito).
2206 La llegada de los Engel otorga la victoria temporalmente a la Iglesia Angélica.
2210 Gran Bretaña proclama el NAM (Nuevo Aislamiento Magnífico).

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 capítulo uno: historia apocalyptica
2215 Londres se declara puerto libre.
2221 Lisboa intenta seguirle los pasos a Londres. El fuego del Señor llueve de los cielos
y arrasa la isla hasta los cimientos. Jorge, Barón de Madrid, esconde gran parte de
sus tesoros personales para alejarlos del peligro.
2226 Antonio Santiago funda los Discípulos del Lucero del Alba.
2237 Por fin, se terminan las obras de los Firmamentos; las estructuras organizadoras se
han fortalecido. Campañas masivas de adoctrinamiento y quema de libros. Mono-
polización de la tecnología. La Iglesia Angélica empieza a reescribir la historia me-
tódicamente.
2420 Primer movimiento documentado de un Inferno; los Engendros Oníricos apare-
cen en multitud por toda Europa.
Octubre 2455 Un Inferno llega a la costa de Islandia.
2493 El Pontifex Maximus Petrus Secundus proclama la Gran Cruzada contra los En-
gendros.
2543 Aparente destrucción del Firmamento Samaelita; el destino de la orden sigue sien-
do incierto.
1 de diciembre, 2595 Los Engendros se retiran hacia el humo de los Infernos; la gran Cruzada termina
oficialmente.
2596 Nace Wenzel de Praga.
2596-2605 Década de la Reconstrucción.
2603 El alzamiento del culto conocido como los Morlocks provoca la Guerra de los He-
rejes.
1 de diciembre, 2605 Los Engendros regresan mutados.
Junio 2610 Batalla de Jerusalén. La mayor batalla de la historia entre Engel y Engendros.
2640 Isabella, heredera de Jorge, descubre los tesoros de su antecesor; los barones recu-
peran su fuerza: fundación de la Liga Urbanita y la consecuente puesta en común
de conocimientos sobre tecnología de antes del Diluvio.
1 de febrero, 2642 Pandoramicum. Se pierde el conocimiento del secreto de la tinta de tatuado.
Finales de 2642 Thariel, uno de los pocos Raguelitas supervivientes, se une a la Liga Urbanita. Re-
pentino ascenso de poder de la Liga Urbanita.
2649 Se proclama la Segunda Cruzada.
2650 Wenzel escribe su Historia Millenii Tertii.
2652 El Pontifex Maximus Petrus Secundus convoca el Concilio Angélico Europeo.
2654 Año actual.

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