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Ideologias, conflictos y poder Pierre Ansart Cuando, a principios del siglo XIX, el problema del discurso politica se plantea de forma sitemtica, tambien estan reunidns Ine condi ciones histérieas del no reconocimmiento del problema. Los pensado- fes liberales que abogaban por la pluralidad de expresiones y, de scverdo con sus principio, los “derechos impreseriptibles” de di viduo, denvineiaron enseguida al socalismo yl comunismo por ser tings abstraccionesirraiorales, Los inelectualessocialistas les op sieton lo que consideraban, ya no como una ideologta sino como una ciencia: el socialismo cientiico, al tempo que acusaban a la fraseo- Togia burguesa de enmascerar la violencia de ls intereses de clase, De esta manera, la ideologta politica es objeto de una doble ter- giversacién, general y particular. La de eardcter general concierne al Fendmeno ideoldgico en si, que ticnde a ser reducido a un fenomeno aberrante que el futuro se oneargarfa de eliminac con el triunfo dela azn. Se Ve ignorada ast aquella dimensidn esencial de toda soci dad politica-que es la constitucién y la TenovaciOn de un imaginatio Gleciivo, mediante el cuat-la-vomiunidad-designa su idencidad, sus _ aspiraciones y las lineas generales de su organizacién. La extrema diversidad de sus &Xpresiones ao debe Ociltarel fendmeno universal cid de un imaginai define sis objetive as" = vidciones. Y esque de-hecho toda accion social, ya sea de indole ’Soperaiiva 0 conflictiva, se desenvuelve dentro de una estructura de sentido, en un intercambio de significaciones que hacen posible la accién comin ola rivalidad," La vida social y, en especial, la vida po- 1. Max Weber, Winschaft und Gesellschaft, rad, fr: Economie et societ, 89 ion intelectualista que tiende a aislar Iitica suponen, por lo tanto, una produccién continua de significa ciones, asi como la reiteracién y legitimacién de los objetivos y la magnificacion de los valores propuestos para la accién comiin. Las ideologias politicas (e! liberalismo, el socialismo, el comunismo, el anarquismo, y las multiples formas particulares que la historia va creando sin cesar) no hacen més que proseguir con este fendmeno constante, pero decisivo, en la existencia y la produccién de las so- ciedades, ‘Una tergiversacisn particular es la que concierne a la significa cién de los confictos ideoligicos, que se ve repetidamente negnda 0 deformada, Una ideotogia revolucionaria si es consciente de la fuer- za.a la que se opone e intuye del modo més correcto las relaciones centre conflictos sociales y violencias simbdlicas; pero es incapaz de analizar los nuevos conflictos que produce en el seno del movirnien- to social que la apoya, como tampoco puede evitar trans- y de-for- mar en imagenes lo que precisamente pretende modificar. De esta ‘manera, la verdadera insercién de la polémica ideolégica dentro de la polémica social permanece oscura, bien porque es negada por el pensamiento dominaute, o caricaturizada por el pensamiento crit co. Sin embargo, como veremos mas adelamte, es precisamente esta relacién esencial entre la produccién ideol6gica y el desarrollo de los conflictos sociales In que habia presentido e indagado el pensamicn- to politico clasico, ‘Ademis, la articulacién entre la produccién del discurso po co y el desarrollo de los conflictos segura oscurecida por una tradi- condligiones “sociales de-su.produccign. ae Sen primer lugar, fa Gaickén-intelectualsta osidental condace a ver en ios sistemasde pensamiento politico esencialmente unos tetas deideas,-que se abordan exclusivamente-enfuncion le sus contentidasy cess ogica inmanene, a tiempo que se recalca su sis- fematicidad. Asi, el hitlerismo serd examinado como un conjunto de temas, como una doctrina, ala que se criticaré su falta de validez tedrica. A partir de ah, la cuestion primordial del papel de los men sajes en Ia acciin,o la cuestin de Tas funciones que cumplicra este discurso en la sociedad alemana de fos aos treinta, no podrn e contrar respuesta, ¥ es que el papel ol influencia de un-mensaje en una situacion historiea no puede ser repensado de mnode aislado, sin Pron, Paris, 1971, t 1, p. 4; trad. cast: Eeonomla y Sociedad. Fondo de Cul- ura Eeondmica, México, 1944, 90 tener en cuenta los agentes que fo expresan, los mediGs simbalicos inesn ne tsoritlens Uicaeece ema organi zacion de 1a pr propaganda, et contexto-cultural, social y-economico, lag acttoaesy hr receptvidad de sus di ETerrorintelec: “lista, consistente agi en aislar el discarso de todas sus condicio- nes de produccion y recepeién, sonprenderta mas si fuese cometido ten el contexto de otras ciencia: como si un economista pretendiese teorizar sobre Ia actividad econdmica sin considerar mds que las mercancias produadas y sin tener en cuenta ni las condiciones de produccién, ni los nedios de cireulacién, ni el consumo ni, en modo lguno, la unidad de todo el proceso. Pero, al igual quc cualquier produccién social, [a de fos Bienes de significacion, fundamental mente implicada er los procesos de Ia vida coleciva, supone con tones especifiens de emision y ceproduccidn: prosigue un trabajo acumulado y la efectan unos agentes situados ellos mismos en una posicion social determinada y dentro de unas relaciones espectficas. Estos sigificantesemitidos son difundidos por aparatos que los po- nen en eirculacion, los respetan o los transforman, los adaptan, los Fetranseriben, les iraprimen st marca segin su naturaleza institucio- nal y las acttudes de los agentes de la trasmision. Asimismo, ios ‘mensajes son reibitos de forma especicn por los receptores, sen su cultura y 0 pertenencia de clase, ya sea que los toleren o que los Fechacen sequin las multiples posibilidades que ofrecen las pertenen- cias sociales y las eeyuntuiras. Todo el proceso de produccién, circu- Jacion y consumo de estos bienes también habra de relacionatse con las expectativas, lasmecesidades, las reacciones de estos consumido. res, implicados ellos mismos en él como reprodictores © producto. fes en diversos gratos, Sera neceserio entonces, para hacerse una idea de la alobalida de! proceso, dejar de considerar exclusivamen- te los mensajes para construir otro objeto que intepre todos los ele- rmentos y todos los nexos del proceso, teniendo en cuenta las tensio- nes ylasinadvertidesinversiones que puedan producirse en estas ce- eee tos Aspectositetecuaies de estas prticas como si Tesen neces. “este 10s nap etencas eruceeions Cass us ope confirma. La historia de las ideas fija toda su atencién en los siste~ tas mds elaboradory los mas satfactorion pare espirte, peso Badan prop yy ean sega se acon ce Lennar eng ae EO ca ena Ne OL hist6rica concreta y para un grupo particular, la eficacia de cierto tipo de discurso resulte precisamente de su simplismo. No podemos, cen esta materia, privilegiar de modo exclusivo los criterios de cohe- rencia y de logica intelectual. De la misma manera, la historia inte- Tectual de las ideas tiende a aislar las expresiones més elaboradas, destacando tnicamente las obras de los mejores te6ricos, y a relegar al nivel de lo anecd6tico las constantes manipulaciones operadas por los estadistas 0 los propagandistas. Sin embargo, en la realidad coti- diana de la vida politica, en la toma de decisiones y en el trabajo de persuasi6n destinado a que se las acepte, son esas miiltiples manip: laciones las que importan y que participan directamente en la ac cién. La ideologia, en cuanto sistema intelectual estructurado, no ofrece sino el guidn abstracto que, precisamente, ser necesario transformar y adaptar para responder a las exigencias del momento. EL auténtico locutor politico no es el décil agente de una repeticisn, sino aquel que sabe reproducir las formas transformandolas segin las situaciones, y es esta adaptada manipulacién de la palabra la que posibilitara la persuasion més eficaz. También serfa un error diso- Ciar, en una situacién concreta, la elaboracién sistematica y los mu tiples discursos que retoman los elementos de ésta, los transforman, se inspiran de modo mas o menos libre en ellos, y cuya profusion conforma la totalidad de esa logosfera que envuelve al ciudadano y Je transmite explicaciones ¢ incitaciones. No es exactamente la ideo- Jogia la que debe considerarse como el manantial de Las significacio- nes, sino, més bien, la totalidad indefinida de estos discursos, con sus particularidades y sus contradicciones. Por eso no es posible se- parar, como dos feuoinangs del ido-distintos la probes Fiaeia'yla practica de propaganda, deGnidas la pomera parla Lem ny Ha cegunda por el aso de determninadas.eenias, Por mas {Qe se rile de Jos précticas relaivamente autOnomas, su intervela, cidn es la que resultaré-importaaté-¥ eficaz" Ja teoria permanecerd inefica sina sa dfunde e, inversamente, tmp a propaganda Sef eficaz si no propaga mensajes adaptados e intelgibles. ~~ Podemos tottar como pantorde paris una-evidenca historia: los confictonsotaeso poitieos no dejan mines de tener una rade én en conflictos ideologicos, y van formuldndose continuanente én eleampo de las posicions simbolieas, Un andliss superiial ten: de a distinguir estos nivelesy a establecer una felacin de sucesion entre el conflcto soca, el politico y e dcologico, como silos con {ictossimbolicos no hilesen més que expresarunds oposiciones de- terminantes que les serian anteriores, En contra de este eaquema fe 92 ductor, tendremos que esclarecer la dialéctica del conflicto social y del conficto ideol6gico, y analizar la implicacién del discurso en Ia ‘accién al mismo tiempo que su distanciamiento en relaci6n a las ac- clones concretas. El problema espeetfico de la dialéctica de la ideo- logia y de la accién surge precisamente de la posible distancia o la discordancia entre el conficto y la expresiOn: como cabra mostrarlo ‘con ejemplos historicos, no existe una correspondencia necesaria tentre la intensidad de un conflicto social y la intensidad de la pro. duccidn ideol6gica. Confictos excepcionalmente violentos y decisi- ‘vos para la existencia del grupo en cuestin no necesariamente dan lugar a la correspondiente inflacidn discursiva. La cuestién que se plantea, entonces, es la del trabajo de conceptualizacién, de las con- Giciones de dicho trabajo y de sus consecuencias psicol6gicas y colee- tivas para la dinamica del conflicto: gde qué manera la produccién ideoldgica, la creacidn de justificaciones y racionalizaciones partici pan en la estructoracidn de 1os individuos, en la movilizacién de las Energias, en el estrechamiento de los vinculos sociales? Para discer- hir las consecuencias de semejante actividad, seré util distinguir ima- ginario social e ideologia politica, entendiendo por imaginario social el conjunto de evidencias implicitas, de normas y valores que asegu- an la reconduccién de las relaciones sociales. Al racionalizar y transformar el imaginario, al crear modelos distintos de legitima- cin, la ideologia induce una serie de consecuencias simbélicas y précticas de las que intentaremos hacer un inventario. Los imaginarios sociales Max Weber define acertadamente ly acidn ssi como unt a dad que lleva ef Sun sentido, que es al que apuntan Jos agentes GOnformme al cual éstos regan sus compoFtamientos reciprocos." Dé tiecho, Ta realizacion dé esta actividad presuy cada com ‘mtegrado en_una cor a .2 coordinen y Tespondan.unag a otras segtin replas interiori- esac expectatvas recipes, En ots pala apr, ca social supone, pata poder dirigir de forma ordenada los comipor tos indjuiduales hacia fines comings, una estructura compleja de designacion, de integracion sigificante, de valores: un.cddigo colectivo e intetiorizado. Ninguna practica Social es meramént@ re TM, Weber, op. cit, eap.1, 1. 93 ———————————————— ductibie a sus elementos fisicos y materiales: un requisite inmediato y constitutivo de la practica es que su realizacion ha de inscribirse en tina red sigoificante que se sobreponga ala ragmentacign de fos ac- tos, de los individuos y de los momentos. Y es por eso que toda so-, ciel ce. sont ondenada de spissentarionss RU rio, a raves del cual se reproduce y que, en particular, designa grupo para si mismo, disiribuye las identidades y los roles,, expresa {as necesidades colectivas y os fines ax Las sociedaides mo demas, al igial que las sociedades sin escritura, producen estos imagina- ris sociales, estos sistemas de representaciones a través de autodesignan y fijan simbolicamente sus-n0igtas-¥ sus ¥ obi pevapectiva de un andiss de las ieologias, es importante insistir en esta jnmanencia fundamental del sentido respecto-de-ls . Dpractica, porque cualquier andliss de Tos fondmenos de significacts puede caer en la tentacién de romper dicha relacién, de d sentido y la acciOn y erigit los sistemas de representacion en objetos Culturales, en fenomenos sociales o en supresestructuras separadas de la actividad. Todas estas distinciones comportan el riesgo de ocul- tar aquella unidad primordial de la practica en cuanto dialéctica, es decir, como actividad en la cual las significaciones estan implicads como elemento constitutive. Ya se erja el imaginario social en simt= ple lenguaje gobernado por leyes propias, o en instancia epifeno: Inénica 0, ala inversa, en fuerza de dominacién que viene impuesta a sujetos alienados, se esta desconociendo de igual manera aquella dimensin previa que es la inmanencia de las significaciones respec- {ode la practica social, y la exigencia, para poder llevarse a cabo una, actividac’ comin, Je-que_se_instale.€ interiorice una estr sentido. ‘oie Estas observaciones generales plantean el problema de un posi ble desacuerdo entre las significaciones y las practicas, y el de lis consecuenicias de tal desacuerdo. Si bien es cierto que Ia accidn co- ‘min postula una coherencia entre significaciones y practicas y, por otra parte, una coherencia entre las significaciones normativas, {puede sin embargo existir un desacuerdo entte las interpretaciones ¥ cules serian sus consecuencias? Y si es cierto que las normas, para hhacetse efectivas, han de aparecer de alguna manera como desea bles, articularse com los deseos individuales y colectivos, cuales se rrén fas consecuencias de un distanciamiento entre las normas y 10s afectos? Y gcomo se manifestarian ese distancamicnto y eta dess- 94, Estas preguntas van més allé del problema particular de las ideologias politics y se plantean en toda formacién historica, cual- jquiera sea su aparato simbolico. En este sentido, el examen, amodo de predmbulo, de os conflictos en las sociedades tradicionales y las sociedades religiosas, puede facilitar nuestra comprension de los Conflictos ideologicos y de sus consecuencias, Porque es necesario plantear el problema en su amplia generalidad: ; nt twirs w= gag estrategico en las nvalidades entre grupos. Como lo muestra Edmund Leach en el ejemplo de los Kachin de la Alta Bir ‘mania, el discurso mitico no recubre sin tensiones la totalidad de las précticas yel conjunto de les grupos * Por debajo del sentido procla- ‘mado aparecen tensiones, rWalidades entre subgrupos y usos dife- renciales del discurso comiin por parte de los diversos grupos riva- les. Apsrece entonces una nueva dimensidn: el trabajo de transfor ‘macién, de reinvenciGn del mito, para adaptaslo a exsgencias parti Cularee 0, podtarios deer, -partistas", On grupo dese ene tre ex siigeion de inferiouidaly so estuesP et tepiestr en lac ‘eet praesoey ptt. aan esos paves, aanpuacs tte wim Er rdato que sxpliaoe Sead etiapeRdals pee ot eT ee See vonone a propio CORT Hite-AS(En la sociedad kachin, donde E, Leach identifica subsistemasinesablessusceptibles de encaminatse hacia dos mode- los sociales opuestos: las rvalidades se expresan en el rechazo del impuesto la ectficacgn de las genealogias micas. Los cela- doves dal sistema jordequicoreafirman el rato tradicional pare ase furar la propia superiorided, en tanto que tos oponentes transfor Ean ia goneslogi pare nega su condiionpleboya, Al mito dom nat, fas comunidades contestataias oponen un sont que Podamos caiiar de "dortnad"sy que patipa Somoan ast entoy un desalo simbélico, en su cotucrso de spresion, Este ejemplo de Jos Kachin es especialmente instructivo pari nuestra dssuniony nos conice alo que som los fandamentos de tna feflexion sobre le Wdeologias. E- Leach insite precsamente en el Hecho de que unggito puede fener Vara vorionsey que dentro de 1. René Girard, La violenciettesaced, Grasset, Paris, 1972. Hay traduccién 2. Edmund R. Leach, Politica! Systems of Highland Burma, sad. fr Les ‘systémes politiques des hautes terres de Birmanie, Maspéro, Pari, 1972, IIL 4 tsad, cast: Sistemas polttices dela Ala Birmania, Anagiama, Barcelona, 1971 101 misenesquema genealégico son posibles sulliples maipulacionesa. De-ahi que los subgrupos rvales,justamente en razon Gel caracter; decisvods ls siguificaciones miicns como forma de control yeah | tmacién, adbieran ala version que legtina su superortdad yf wl Cen como un arma simbolica coma sus adversaries. Laconcusion de E. Leach contradiceradieaimente, pues, ain tcapretacion fnetonatista Gel ito En efector ono eave los Rae chin, las polémiens en Tovno alas diferentes versiones del mito no Gedan en meras disputas stmbolicassio que conducen al distan. Gamiento de determinados clanesy, en consecucnela, tuna desor panizaion de la totalidad socal: Enionees,coneluye &. Leach a el tito es un “lengua de signos con los que Tos tomes expresai sus derechos y sus dstintas condiiones ("es este un fengusje para la Alscusion, no un coro attonloso, Sic ato ex aveses uh mecename de interact, podemon sostener que es igualmenty et muchas deasiones, un mecanismo de desimteprecon' Resuitaevidenteaiora todo lo que pueden aportar a una refle- ion sobre ls ideologis polities las invest gacionceantropalpiest acerca de fon mitos. Estos trabajos abordan as dimensiones funda, mmentales de todo aparato simbdlieo queafece al conjuto de In wa social, Evidenciancuan dreclamentslnlessparatoy participa ch la practia como una de las eoncones Je pesbiidad de eta no se Eiperponen a una actividad va de por s ordenada, sino que renve- ‘an las igicactones afin de renavar la estructura; panieipen tl proceso de renovacion de la sociedad contra el peligro de desin gricion que constantemente la amenaza desde su interior. Peo. al tris tiempo, el mito pareipaen ia renovacion de cierto orden de Giertaerargutay, en consecuenca, dea desposesion de los donna, dos: el mito responde a una violencia potential imponiendo su ro pia volencta'ylginindndte, valquier manipolacin del aparato simbslico global iva para la reconduccin la ransformacion de hs te: Taciones sciaes,¥esaInbor de reseriturasimdliea puede conver: tins, nt misnd, esp lugarestrategiceydeueo elcome ch ePaccncitd 1 Mba. p. 318, 102 La ideologta politica La deologa polticacnuevala empress tc y religoss de iden rece rant oe uae eee rer ees er ae ere ann eee eee ea ee eee ee Cian Ge ete Para ge la accion sea posible. sera necesrie que el rcegunie partiipe hel manteninicnte dels leatadesindiviuales cee ances oer pene a perenne enti tmeeanismos de ientfiendin del ego sl grupo, En este appect, ia deotogia podré reconstluir una violencia simbolica no menos radi ages tue cerns elgonen sue cpuesio alos intereses 7 ‘Valores del prtipo Tepitimo se convierte en.una figura.tan condenable ESR elinfiel, AST ¥ con todo, las religiones podfan incluir también Giertos frenos a la violencia social, y algunas exaltaban los valores perish maemo ener preg in eey se ese cian enmnni ea et nao tiet ec re pe neve en er reg rete pie na nT Erie con pon rey ree ee rte Wares pordotar gs ali. Nada impice, desde este pune to de visia, que lw idedlogia politica pueda reproducir y reforzar ene einem ape era len ee ree de los mitos y las Teligiones, que és lade-aseguiracél consenso social Egnsteuyendouar aiodelo-de-lo social,-un paradigms, que defina las posicfones sociales al tiempo que las justifique. Es importante subra Merge in deologia- af gl que los tess tamblen,csaliza una Tagen UOTE opp aren crs doa proporcioa Un auteatico saber acerca dal da Una comtepeiGn Supertical de las ideologtas qué 35 ebuiRTa efec- ee ere ner rapes neriarereeneranniye nate cee ee ireespien er eepeeae tannnt F apa ones once oman nutri fare de ecumulaion del capita no por elo jan de taza con mie seer renee serie een peer sleepy eerie marten 103 delega una parte de su autoridad en sus ministros y convalida toda ta jerarquia de autoridades regionales y locales. Esta totalizacién con- ceptual que opera la ideologis no es en modo alguno una mera ima- gineria sin contornos ni contenidos: se rata de una totalizacion ex plicita que nombra las grandes divisiones sociales y afirma de forma contundente la necesidad de las mismas. El discurso feudal ratifica que todos los hombres son iguales, pero agrega que s6lo se tata de tina igualdad ante Dios y en la muerte; en lo que hace a la organiza cin social, reafirma que la sociedad esta y ha de estar dividida en tres eastas: la nobleza, el clero y el tercer estado, y no intenta ocal- tar, Sino iistrar y repensar este sistema de desigualdad. £1 iberalis- ‘mo elisico no intenta negar la divisién social entre poscedores y no. poseedores: explica extensamente que la libertad no esta asegurada contra las usurpaciones del despotismo si no se respetan los dere- chos de cada uno y, en primer término, los derechos del iadividuo a disponer de su propiedad; la persona, tal como la define nuestro li beralismo, no es solamente la persona fisica y moral, sino la persona en cuanto detentora de bienes y, por consiguiente, garante de su li bertad de poseer y de la de los demas propietarios.* Asimismo, cuando Hitler escribe, en Mein Kampf, que la sociedad alemana de 1024 esta dividida en tres categorias que é) llama la élite la clase me dia y el desecho, esté dibujando de forma muy clara las grandes li- nneas de Ia nueva sociedad fascista, en la que un pequeno grupo diri- gente debers acaparar los poderes y los prestigios, dominar y mante- ner al conjunto de las clases medias y reprimir cualquier forma de ‘oposicion por parte de los grupos calificados coma inferiores.’ Las ideologias erigen asi una vision global cuyos desarrollos y aplicacio- nes permitirén situar, ubicar cada condicidn y cada funcion en ese todo que es presentado como coherente. Las grandes lineas de la ideotogia feudal van a aplicarse por extension y repeticion a todos Jos roles sociales, el del hombre, el de la mujer, e del sacerdote, del noble y del “humilde” campesino: cada uno se ve situado, identifi do en ima posicién que definird toda la serie de sus derechos y debe res. La ideologia, en su discurso unificador, orden ysinieiiza, sepa- +a coO?Giiando; designa cada parte y Ia identifica, pero simulténea- ‘mente la coloca efruna rélaci6n reeiproca y desigualitaria con las de- 1, C.B, Macpherson, Le théorie politique de individualiome possessif de Hobbes @ Locke, Gallimard, Parts, 1971, cap. 4. 2. Adolf Hitler, Mon combar, N.E.L., Pats, 1935; tad. cast: Mé lucha, 104 nds partes. En este aspecto, su especificidad reside en este doble rovimient® que define su_dgiea propia, que es una Logica d ciones; cada parte se da ininediatamente como Felativa respecto de Uirconjunto, de una estructura que justfica su existencia y sus debe En este vasto fresco toalizante que conforma una ideologia po- lta, ia dimension cri es laque conse a desinaciony.e-— imasign dor detenTores-e-isrurouda: TX deolog cons {ive una imagen del poder, de su naturaleza ydeTas condiciones Jé_ smcgjeigiciaEn este punto, hemos dé adoptar provis jenie 1a peispectiva opuesta a Ia de aquella definicion de la ideologia que Soto considera sus efectos de enmascaramiento o de ocultacién: por Supuesto que la legitimacidn se efectuard mediante un proceso de se Ieion patil dos hohe, perl propio de una desloge ol ca es ja construecién de unable razonamiento de jvalidacion y vas Fidicion de los sistemas de poder, El discurso demuestia el cardcter_ Tinfetior“de todas las demas posibilidades hist nan ction de wualquier otro modelo tuacién presente, lo que le obliga a designar y proporcionar las inter- pretacione ‘Ta Gondenacion de las otras formas de poder "De la misma maneri, y cualquiera que sea la retdrica &m- pleada, el discurso de legiimacidn debe nombrar los detentores le timos de Tos diverse tamiienta-y evocat Tas Fazones de Su. lonaria designa con precis6n os deten Dlica Gon clara sus fechartas yas 2 i MUIAS SOlidsmente eristalizadas ja?”, “el gobierno fanto- che”) asocian estrechamente la designacion, la deseripeiOn y la ilegi- timacién del poder enemigo. Por otra parte, Ia ideologia revolucio ica claramente lo que debe ser Ia nueva autoridad politica y smo Habra We ser rechutada, Lenin expone con precision, en ,Oud hhacer?, las condiciones de reclutamiento del partido comunista clan- diesting y de qué manera los militantes profesionales deben asumir Jas nuevas funciones de direceién del movimiento politico; anunc al mismo tiempo qe este partido de intelectuales revolucionarios Geberd, tras producirse a revoluci6n social, arrebatarles sis poderes 2 Tas antigoas clases dominantes y rigirse provisoriamente en den- tentor de éstos. En estas manifestaciones, el discurso designa con {oda la claridad deseable los nuevos poderes, y permite al grupo re- Volucionario designarse a sf mismo como legitimo detentor. Asi lo hace Mao Zedong en nurierosas formulas que designan sintética- 105 mente la autoridad y las razones que legitiman dicha autoridad: “1 Partido comunista chino consttuye el micleo dirigente de todo el pueblo chino. Sin tal ncleo, la causa del socialismo no podria trivn- far”! El discurso politico resulta menos explfeito en cuanto al corola vio der autorida, es desi la obedienciasiecuetird atts palabras 0 la sumisi6n, sino las conductas legit conten

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