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EL DELITO DE CONTAMINACION VISUAL Javier Covarrubias Primera edicion, UAM, 1989 ‘Segunda edicién UAM, Cuadernos Temporales, 1989 Javier Covarrubias Covarrubias ISBN 968-800.652.X Disefio de portada: Monserrat Gonzélez y Claudia Vilarreal Fotografia de la portada: Ricardo Espinoza ‘Cuadernos Temporales Coordinacion de Extensién Universitaria Division de Ciencias y Artes para el Disefio Unidad Azcapotzalco Universidad Autonoma Metropolitana ‘Av. San Pablo 180, Azcapotzaico 02200, DF Impreso y hecho en México PRESENTACION LL presente cbra reine bajo a fora sinttica yacce- ible un conjunto de trabajos acerca de la percepcién del ‘medio ambiente, desarrollados desde hace una decena de afios por el profesor Covarrubias en el Departamento de Investigaci6n y Conocimiento para el Disefio de la Uni dad Azcapotzalco deta UAM. Trabajos cuva difusi6n no fue suficientemente asegurada como ameritaba, en consi- deracion a su valor e importancia concreta para los usua. tos potenciales. El mundo en que vivimos seré, nos plazca ono, principal- mente urbano, De entre nosotros, la gran mayoria esta ‘mos destinaclos a vivir en las ciudades; el paisaje urbana! se corvierte en el paisaje para todos. Es claro que debe ‘mos aprender a apreciarlo como una forma de riqueza comin y, sobre todo, a saber cémo defendeslo en contra de la “contaminacion visual”; contaminacién que el autor de estas lineas intraductorias denunciaba en Europa co- mo una nueva forma de degradacién debido al uso, es decir, al deterioro producido porlos hombres enelhabitat urbano por ellos creado, Tal degradacién se debe alincre: ‘mento de! desorden dentro de la forma intencional pro: puesta por el arquitecto a su visi6n cotidiana. Como sabemos, uno de los grandes “teoremas” de nuestra visién del mundo es aquel que afirma que el desor den crece siempre en lag formas que creamos sino efectua ‘mos una accidn intencional, deliberada, sistemética, para Juchar contra él. Atendiendo a esta accién, una de las personalidades mexicanas més sobresalientes en el ansi- sis del Disetio nos invita a reflexionar desde el campo ‘arquitectdnico, el de las formas mismas de nuestra vida cotidiana: ia escena de la calle, de la plaza, de la tachada, de la perspectiva, que constituyen el teatro de nuestras acciones pablicas y que, en los paises del Sol, como Méxi: Co, representan en promedio ms del 20% delescenariode nuestra vida. Hemos comenzado a aprender luchar contrala contami racién material, ya es tiempo de que también aprendamos fa conocer y a combatir la sufil degradacion de nuestros paisajes, de nuestro decor de vie, de todo aquello que, de ‘exiraordinario, la ciuilizacién urbana ha sabido crear en el ° En a bteratars cientlics econtemporanea el térming “paisaie™ es un termine amplio que comprende, tanto laidea cofdiana de passe natu rai, como aquellas de paisale mental, paisie de valores, pase de acevin, pasaje urbana, ei. pasado préximo o lejano. A menudo, los paisajes urbanos constituyen nuestra verdadera herencia comin, aquella ‘que atrae a los viajeros y turistas para contemplarla y retener asf la impresion de la grandeza de una civilizacién. Este teatro de la vida social es agredido, no s6lo por los desperdicios materiales de una sociedad industrial, sino también por Ia inercia, la pereza mental, a debitidad de las reglas de la vida en comin, la ausencia ola carencia de le voluntad estética; més simplemente, por laincapacidad de reconacer aquello que es bello, agradable, seduclor. dulce coviolento, y que, a través de nuestros ojos, se incorporaa nuestro sentimiento positive de “vivir la ciudad”. Es un delito desteuir ese escenario, un delito no nuevo —desde siempre se han degradado las formas que otros hombres crearon— pero, ciertamente, actual; actual en el sentido en que construimos cada vez més y mis tejides urbanos para vivir, y que dejamos al desorden deslizarse descuida- damnente en nuestras intenciones, en nuestra capacidad de dar mantenimiento.a aquelto que ha sido creado para el placer de los ojos, para el de la sensibilidad, una pulsién estética que forma parte de los deseos fundamenteles de todos, cualquiera que sea su nivel cultural. Tal es el tema, provocativo, de esta recopilacién de ensa- xyos, publicados anteriormente en circunstancias diversas, poco accesibies en su forma original, y que nos proponen, tanto un andlisis penetrante, basado sobre los trabajos mas recientes relacionados con la percencién visual, co- mo un pliego de condiciones que sefialalo que convendria hacer para combatir el delito de contaminacién visual en nuestras ciudades. E] autor ha aportado importantes con- tribuciones a la teoria misma de la percepcién de los poisajes —es uno de los principales especialistas mundia. les en esta disciplina—, yas investigaciones del Laborato- rio de Percepcién de la UAM en México son dignas de llamar la atencién de todos aquellos centros, muy disper- 0s en los principales paises desarrollados, que contribu- vyen a la salvaguardia de los paisajes. Enunciar y definir ia contaminacién visual es, claramente, el primer paso para denunciarla como delito contra la calidad de vida de los habitantes de la ciudad. £1 pliego de condiciones propuesto deberla pues lamar la atencién,.no solamente de ios urbanistas 0 de los talleres profesionales de arquitectura sino, también, de Jos funcionarios quber- namentales, de todos aquellos responsabies que se en- cuentran, por su poder de decision, encargados de la apariencia de un pats —la cual comienza generalmente por sus grandes ciudades— y por su poder de seduccién, tanto para sus habitantes, como para sus visitantes. México es, cierto, una deesos paises cuya riqueza en pai sajes urbanos originales, a menudo muy antiguos, es delo mejor, pero es también une de aquellos donde la urbaniza- cién frenética es de lo més desordenada, y la menos tomada en consideracién por los cuadros institucionales. Ya es hora de que los mexicanos tomen en cuenta el problema de su capital visual y, por ende, de la calidad de vida urbana tal como se traduce en nuestro escenario, piblico y cotidiano. E! arquitecto Covarrubias, uno de los mejores investi gadores mexicanos en esta disciplina, sugiere lasreglasde lo que deberta ser un proyecto, Falta todavia ponerlas en accién, Abraham A. Moles Febrero de 1989, PROLOGO A) ‘Situados en ia queretia de los antiguos contra los mo: dernos del s. XVIfes claro que no podemos afirmar que la arquitectura de hoy es mejor que la de ayer; ¢s mis, la ciudad de México no es, precisamente, un sinénimo de progreso arquitecténico urbane. Agredide por un sin mero de problemas cotidianos, el homo economicus de hoy no parece pasatla mejor que el homo habilis de anta- fio, y su ciudad dejé de ser la romantica “segunda natura: leza” de hace tiempo, para pasar a ser su naturaleza prioritaria, Pacientemente nuestra cultura ha inventado nuews y revolucionarios adelantos; esto se advierte claramente en Jos lugares en que hemos creado por fin, la civilizaciom del desecho, la era dea produccién obsesiva de la obso- Iescencia, la etapa dela creacién destructivay el gusto por las monstruosidades y el desastre. La civiizacién del des: echo también produce desechos de ciudades. Hoy por hoy, la catdstrofe urbana pareciera ser uno de nuestros mejores adelantos, de tal suerte que, a laidea aqustiniana de la ciudad de Dios se opone violentamente la ciudad del hombre actual, que es casi una de las sombras de la ciudad del diablo (cfr, Oiea 1989), Desde ia esfera del mito, nuestra ciudad ya noes tampoco, aquella legendaria “montafia sagrada”, aquel “axis mun- i", lugar de encuentro del cielo y de la tierra de las cosmogonias de antafio, ahora pareciera el infierne hacia donde el diablo estuviera arrojando iracundo los vapores inmundos de la descomposicién y del desorden, que noso- tros llamamos contaminacién. Tristemente, desde esta perspectiva, !a ciudad de México de hoy ya no puede ser considerada, como Babilonia, el “lazo entre et cielo y la tierra”. En este deslugar, el antiguo mito de! “pasaje del cacs al cosmos” aparece mas bien ala inversa: como el pasaje del orden ecoldgico inicialal caos desangelado de la ciudad de hoy. Aqui, Tiamat, el “monstruo primordial”, simbolo del caos, nacié después de la creacién, convirtiéndose en nuestro actual monstruo-en-construccién. Al contrario de lo que rezan los mitos primitivos de algunas cosmogontas, arcaicas, en el Valle de México. al principio fue el orden y después el triunfo del desorden, nacido ce la atolondrada circunstancia humana. En algunos lugares, parecieva ser elcaos y no el concreto armado, el material preponderan- te con el que construimos la ciudad. Ademés, nuestra ciudad dificimente soporta la historia, ye que abolié el “tiempo sagrado” del pasado, para apoderarse desespera. damente de los acontecimientos insulsos, intrascenden- tes, del “tiempa profano” que nos carecteriza. Nuestro empefio cotidiano por poner término al orden anterior, al, orden humano de la ciudad histériea, para imponer el desorden de las formas mezquinas con que diariamente construimos nuestro entorno, parecen decirnos que fue la ciudad quien invent6 el caos. v no el ca0s quien sirvié de ‘cuna a fa ciudad. Asi entendida, nuestra ciudad pareciera ser el reverso del mito, al menos del mito narrado por M. Eade (1985), La ciudad destinaca por Huitzilopochtl para convertirse en “reina y sefiorade todaslas demas dea tierra” muestra ahora sus veratienzas como reina y sefiora del desorden, como una agotada Tlazoltéotl, diosa comedora de inmun. dicias, a todas huces incapaz de seguir digiriendo los peca- dos dees hambres. Tenochtitlan olo que queda de ella, se encuentra desmembrada, a la manera de la Coyoixauh- ‘ui, como esperando una penosisima resurreccién, antes de que Coatlicue, monstrus searado de la tierza, termine finalmente por devorarl. ‘Quizd la renovacién del universo extia un nuevo sacrificio: el de nuestra ciudad, el de nosotros mismos. Quizé los nuevos mitos extian desollar la ciudad para asegurar la salida de} nuevo sol, asegurando asf la continuacién del ‘orden en el mundo. La crueldad tenochca, demanda in- transigente de sus dioses, pareciera revertirse ahora en la crueldad de un medio ambiente impunemente vejado destrozado, para vengarse en los atolondrados herederos de los antiguos mexicancs. Por cierto, no fueron los espafoles, enmascarados en Quetzalcéatl, quienes nos vencieron entonces, fueron, mas bien, nuestros mitos y nuestres insuficiencias. Hoy pareciera repetirse la historia, vla nueva cara de Quetzal. céatl asume la forma de nuestra obstinada ceguera, Su regreso acude al lamado de nuestra indiferencia patetica para con el entorno. Nuestros pecados ambientales re- crean el novisimo retorno de un Quetzakcéat! transfigura- do, cuya ira cificimente podra ser amainada a base de discursos encendidos v goles de pecho. La asimetria del México contempordneo se refleja asimis- mo en su ciudad conereta, en su ciudad profana, por contraposicién ala ciudad de los discursos frenéticamente machacados por sus gobernantes. EI Valle de México significa para muchos de los que sufrimosla reafirmacién y el crecimiento incontrolado del desorden, el retorno cot diano al caos, mientras que la ut6pica y milenarista ciudad promisoria del futuro, s6lo vive en los suefios tendencior s08 de los discursos oficiales. No obstante, en nuestra época, ¢! conocimiento cientifico tecnolégico crece espectacularmente a costa del estanca- miento e incluso la caida de los demas valores humanos, Nuestras ciudades de hov no son mejores que las deayer, y las interpretaciones de la idea de progreso (llustracion) hhan servido tanto para alcanzarla robstica ylainteligencia artificial, como para detonar las querras, explotar las dife- rentes formas del colonialismo e incrementar la desigual- dad de la riqueza. La libertad, la felicidad, fa moral, no han crecido junto con le adquisicién del conccimiento, 0 mis, jen, el conocimiento adquirido ha sido unidireccional (“ciencias naturales”), y se ha quedado lastimosamente corto en casi todo lo demés. El conocimiento alcanzado tampoco ha ido a la par del crecimiento de nuestras ciuda des, y menos todavia se puede decir que el conocitmiento urbano represente lacspide del saber contemporaneo. A diferencia de lo que aconiecié en el Renacimiento, ni los hombres funcionaiistas, ni su arquitectura de hoy parecie- ran estar a la altura de los problemas de su tiempo. Los temores de Tocquewille, Burkhardt, Kierkegaard, Weber y Renan, entre dtros, acerca de la uniformizacién de la cultura (la cultura del tedio) en el préxirno futuro, se parecen a la creencia de Clasius sobre la. uniformizacién final de ia materia, Le muerte tibia del universo bien pucie ra ser el modelo de la muerte tibia de la cultura. Los, profetas del desastre fueron inés allé. Pararon la historia. para regresar al caos de la desesperanza. 2Son el pesimismo, el escepticismo, la nostalgia, la deara- dacién del saber, el repudio a la razén, la busqueda de lo irracional y el resurgimiento de las creencias misticas ‘ocultistas del periodo helenistico —cuando hicieron su aparicién las ciencias naturales ylaingenier‘e—, compara. bles a los surgidos recientemente en la cultura posmoder- na de lacivilizaciOn postindustrial? Tiene alguna relacién, asi sea deleznable, ia catastrofe urbana con estas circuns tancias? Para combatir la catastrofe de hoy, ces suficiente con el marco conceptual vélido en aras de solucionar problemas, de ciudades de épocas pasadas? ©, por el contrario, ges preciso encontrar nuevas herramientas, nuevos criterios, vva que la cualidad emergente de la ciudad de México de hoy se niega a ser solucionada con las estratesias validas para Ja ciudad de ayer?, gexige entonces actitudes de ciencia normal o de ciencia extraordinaria?, cqueremios ser ordinarios o exiraordinarios para resolver los proble- 10 mas de nuestra ciudad? De cualquier forma, el serlo.unoo Jo otro tendré un impacto significative en aquellos que puedan sucedernos en este Valle de México, ya que, hasta donde se vislumbra, la caldstrofe de hoy es, probablemen: te, menor que la de maftana, 'b) Ahora bien, enrelacién anuestro madelo conceptual, y a pesar de los equivocos a los cuales se pudiere prestar en ocasiones nuestro texto, queremosaclarar queno se trata de una especie de milenarismo arquitecténico que manifieste una fe inquebrantable por la felicidad, via el advenimiento de una edad de oro de la arquitectura de} futuro. Queremos, porelcontrario, evitar unafe mecénica {lineal en el progreso, buscando otra menos esquematica ¥v unidimensional (cfr. Nisbet 1981 y Picé 1988) Por ejemplo, del period Grecia Romanticismo al del mo- vimiento moderna cambiamos la manerade ver yde hacer Jaarquitectura, es decir, cambiamos de paradigma, peroa pesar de la compiejidad extraordinaria de las causas que Toueven el proceso (la influencia mutua entre la Yogica interna del desarrollo de la arquitectura y del contexto histérico-sacial),creemos que la sucesién no es (cel todo) arbitraria, y que la aparente arbitrariedad esté sujetaaley. ‘Asi pues, en cuanto las etapas histéricas que se suceden en la arquitectura y el diseio, acepiamos la idea de para: digma propuesta por Kuhn (1983), pero no aceptamos su afirmacién de que el paso de un paradigma a otro es inconmensurable. En este punto, nos senimos mas afines a las tesis de Piaget (1982). En medio del debate, no ssabemos si existe 0 no una ley de la evolucidn del conoci rmiento para el diseFio, pero si las hipé tesis provisionales| ‘que nos hacemos contribuyen a explicamos los hechos, asicomoa predecirlos y controlarlos para mejorar nuestra realidad fisica y social, entonces tales hipdtesis son bien. vvenidas, Es mas, en medio de un campo poiémico, donde hoy dia, lag diversas posiciones epistemalagicas luchan por impo- ner sus ideas, nosotros aspiramos a que las “teorias” de disefio aprendan a verficar més sus hipétesis vespeculen menos. Siqueremos que la arquitectura sea algo mas que ‘una mera artesaniailustrada, sipretendemosalejaria de su profunde marasmo metalisico, aprendamos a desechar los errores y favorecer los aciertos de tal suerte que, reciclando nuestro pensamiento arquitect6nico, a la ma: nera de Popper, dejemos que nuestras viejas teorias mue- ran en lugar de nosotros (juntocon nuestrasenfermas ciu dades), Laarejadiscusionentre laexigencia de “explicacién’ de la tradicién galleana en las ciencias naturales y la de “com prensin” de la tradicion aristotélica enlas ciencias huma: nas y sociales, todavia no termina, perocreemos queen lo tocante a algunos problemas de la percencién (aquellos més ligados a los aspectos fisiolégicos), el Erkiiren o explicacién es un paso necesatio para alcanzar la hipotéti- ca Verstehen 0 comprensiOn, aceptando que dentro del llamado circulo hermenéutico de la comprensién, pasa- mos alternativamente de una aotra,amedida que avanza- mos en el conocimiento. Nuestro modelo en formacién, al tomar posicién dentro de la polémica, se declara més afin, por el momento, a la tradicién galileana y prefiere, por tanto, aceptar un monis mo metodolégico, mostrar un interés pragmético y una actitud tecnolégica, asi como apoyarse ena biisqueda de leyes locales supuestas, basadas en hipétesis causales ¥ en el andlisis experimental. No obstante, dificilmente acepla las pretensiones de “peculiaridad” de las ciencias sociales propuesta por los hermeneutas, pero admite que Ia percepcién ests mediada por el contexto social, es decir, no desvincula el contexto de justifcacién del con texto de descubrimiento. Privilegia como reduccién provi sional, como método, la “razén instrumental”, a manera de via para alcanzar la comprension. Asume que ambos, explicacién y comprensién son complementarios, pero insiste en la necesidad de reconcilar nuestras cteencias, doctrinas o “teorias” dela arquitectura y del disefio con la realidad. Finalmente, la ciudad es mucho més que lo que abarca mos en nuestro modelo, por ello, nuestro enfoque es necesariamente parcial ¢insuficiente para explicarla tote lidad de los hechos; pero es tan parcial como las demés aproximaciones que tienen como tema de estudio 2 la ciudad, sean éstas de indole sociolécica, ecolégica, urba- nistica, histérica u otras. Creemos que estos enfoques parciales, caracteristicos del pensamiento divergente, son un paso necesario, previo a fa consecucion de una nueva sintesis, caracteristica de una hipotética etapa futura de ciencia normal, que pudiera dar lugar a una teoria de la ciudad menos esquematica, unidimensional, estrecha y dogmatica; més totalizadora y humanizada, ©) Una vez aclarado lo anterior, anexamos algunas notas que, creemos, servirén al lector como guia a través del texto a confinuacion presentado: E] presente volumen contiene una compilacién de articu- los publicados originalente en diferentes espacios edito- riales, La idea inicial se fj6 el propésito de publicar aque- llos que, durante +1987, aparecieron en la columna Los arquitectos opinan de la Secci6n Metropolitana del perié- dico Excélsior No obstante, una vez aprobado el proyecto, el autor se dio cuenta de que, tanto los articuios arriba mencionados, como otros publicados anteriormente, estaban escritos 11 en procesadores de palabras, y que tal circunstancia le brindaba la oportunided para aprovechar las ventajas de cedicién ffcil_y répida ofrecidas por las computadoras. Dicha solucién fue faciltada por primera vez en nuestra Institucién gracias al equipo de cémputo para disefio edi- torial adquirido recientemente por nuestra Division. La posibilidad de publicar los articulos en un solo volumen, ‘evitando los contratiempos de edicién tradicionales, fue tanto un reto como un experimento para probarel supues to ahorro de tiempo, de personal y de dinero. Asi pues, no se trata propiamente de un libro, se trata apenas de una compilacién preparatoria, no exenta de repeticiones, indicadores de las obsesiones del autor por ‘explicar una idea embrionaria todavia no cabalmente asi- milada, una tesis que intenta desarrollarse paso.a paso. No obstante, el mensaje que permea la atmésfera del presen- te trabajo, es aquel que insiste en la necesidad de especu- lar menos y verificar més en lo tocante a los problemas de la teorla y la erftica arguitectonicas. El criterio de seleccion de los articulos se basé tantoen su compatibilidad, como en su disponibilidad, pero es claro que con a presente compilacién no se pretende, de ningu- nna manera, agotar el tema. Un enfoque tematico mas araplio, del mismo autor, se encuentra en Complejidad y ‘conducta en la arquitectura (México, UAM-A, 1986, vols. 13), cuyo embrién aparecié diez afios antes con el itulo Aplicacién de a teoria de ta informaciéna la arquitectura (Apbkace teorie informace v architekture) en las memo- rias del simposto de Disefio asistido por computadora, ‘vol. I, 7388, publicado por la Facultad de Ingenieria Civilde la Universidad Técnica Checa de Praga er 1976. E} tema general de la presente compilacién se refiere al impacto de la arquitectura de la ciudad sobre nosotros; principalmente al de tipo psicolégico que acta sobre nuestros actos y sobre nuestros estados interiores. La idea central sugiere que la complejidad visual de los obje tos percibidos nos afecta y que su estudio se vuelve rele vante 2 medida que el crecimiento explosivo de nuestra ciudad conduce paradéjicamente, tanto a niveles exce- sivos de caos, como a niveles excesivos de monotonia. ‘Nuestra hipétesis afirma que, a la larga, ambos extremos son nocives para sus habitantes. En el contenido se pueden advertir cuatro secciones con enfoques ligeramente diferentes. La primera, que com prende los tres primeros articulos, usa un lenguaje colo Quial, libre, que busca sensibilizar al lector sobre los pro- blemas que serén encarados més adelante, La segunda enlos articulos 45, explorar posibles sugerencias Lectos, pero que pudieran aportar elementos de discusi6n confrontables con los conceptos habituales. La tercera presenta, en los articulos 6y, fundamentalmente ene! 7,la versién 1979 del modelo tedrico que subyace en la total dad del texto. La tiltima seccién, que abarca los articulos, del 8 al 11, muestra una de las lineas de investigacién experimental que intenta, tanto verificarlas hipétesis fun- damentales del modelo, como proponer algunas de las interpretaciones inmediatas. En la parte final nos limita mos a plantear la legitimidad de intentar una critica arqui- tecténica experimental que busque equilibrar el excesivo, a nuestro juicio, énfasis que en el pensamientoarquitecté- nico tradicional han tenido los juicios de valor y de autori cad. Resumiendo, el contenido de las-Secciones se puede abreviar como sigue: 1) cologuial,2) metaférica, 3) madelo tebrico y 4) verificacién experimental La premura impicis realizar los ajustes 0 modificacionesne- cesarios a los textos, de tal suerte que los articulos apare- cen apenas sin cambio, siendo las alteraciones debidas,en generat, a fallas originales de sintaxis, o simplemente a erratas. Las tinicas excepciones son los articulos 5: La metéfora de la ciudad como sistema biolégico, ene! que a fin de evitar la excesiva repeticion de los temas obsesivos del autor, se ha cortado e! texto, al tiempo que se introdu jeron algunas ideas e imAgenes acordes con el espiritu del mismo. Adicionaimente, el articulo 7: El tiempo de la arquitectura, se presenta en su versién completa, antes, del recorte que sufsié para su publicacién. Aparte de estos cambios no se hicieron ajustes mayores, incluso cuando, debido a los arios transcurridos, el autor hava modificado ligeramente su visidn de entonces, 0 desplazado su enfo- que hacia otros intereses. Los articulos aparecen con sus imagenes originales, salvo el articulo §: La metdfora de la ciudad como sistema biolégico donde, debido a omisiones en la publicacién original, hemos considerado necesario agregarlas. Asi- rismo, hemos intercalado imagenes adicionales en aque- llos lugares donde, a nuestro juicio,ihustran los conceptos enunciados. Todas las graficas ¢ imagenes son propiedad del autor, salvo las contraindicadas. Elautor manifiesta una genuina deuda intelectual paracon lalabor pionera del profesor Abraharn Moles. Su Teoria de la informacién y percepcién estética (1958) le abrié un umbral conceptual que permea la atmdsfera del presente trabajo. Asimismo, el autor agradece sinceramente la va- iiosa orientacion que le brind6 el Dr. dit Zernan del Institu- to de Filosofia y Sociologia de la Academia de Ciencias durante su estancia en Praga. Agradece igualmente al Dr. Serafin Mercado dela Facultad de Psicologia de la UNAM, con quien compartié algunos estudios experimentales, su estimulante introduccién a la psicologia experimental, Tales estudios no hubieran sido posibles sin la entusiasia participacién de dos colaboradores: Christian Morsom me, con quien introdujimos a nuestro modelo el paradig ma de la arquitectura del paisaje, y Luis Bossano, quien colaboré en la introduccién de los aspectos visuales de la ergonomia, y sin cuyo incensable esfuerzo v dedicacién hubiera sido difcl ia edicién del presente texto. Finalmen te, agradecemos a Jorge Morales suentregaenialecturay ‘comentarios sobre el presente trabajo, ya Eugenia Acosta Sol y Gabriela Becerra por la revisién del mismo, Javier Covarrubias México, septiembre de 1988, " Sélo que, a diferencia de a cencia, donde el nuevo paradigina suelo incorparar al veo como caso especialde una terla ms general v2. geometria euclidiana y la fica newioniana son, espectvamente, un ‘aso especial de los aeometiasno-eachdlanas y de a eoria ela ret od), en i arqutectura, hasta el momento. ro podemos decir cue, por ‘Somplo, el gatico o el bartaco sean un caso especial del movimiento madden, REFERENCIAS Covarrubias, J.C. Complejidad y conducta en ta arquitec: tura, vols. 13, México, UAM-A, 1986. Eliade, M. EI mito del eterno retorno. Madrid, Alianza/ Emece, 1985, Kuhn, TS. La estructura de as revoluciones cientificas, México, FCE, 1986 (Breviarios no. 213). Moles, A.A. Théorie de Finformation et perception es. thétique. Paris, Denoil-Gonthier, 1972. 12 Nisbet, R. Historia de la idea de progreso. Barcelona, Gedisa, 1981. (Hombre y sociedad, serie mediaciones 10.3). Olea, O. Catdstrofes y monstruosidades urbanas: intro: duccién_a fa ecoestética. México, Trillas, 1989. Piaget, J. y Garcia R. Psicogénesise historia de la ciencia. México, Siglo XXI, 1982, Picé, J. (comp.) Modernidad y posmodernidad. Madeid, Alianza Ecitorial, 1988 1. VIVENCIAS EN LA CIUDAD Loc ciadae no siempre oslo mejor de a vida, Cuando a recorremos tenemos laimpresién de queno todo es magia. y belleza. Hay algo que nos dice que es mejor pasear por ln bosque que caminar aturdidos por las calles de la ciudad. No todo es orden y claridad. Escapamos de un lugar para refugiarnos en otro, pero dificlmente paracon: versar en alguna calle, plaza o lo que sea de la traza urbana. El transito obligado es algo que hay que soportar, es un medio, pero no un fin en si mismo. Caminar por alli se vuelve complejo; es difcil encontrar un objeto, un edificio (© una persona, el ruido nos impide escuchar sin aguzar previamente los sentidos, el escape de los vehiciilos ani- auila ei placer del aroma de las flores que raramente aparecen en el paisaje. Nos toparios con la gente, pero tara vez nos comunicamos con alguien, menos platicamos sin sentimnos constantemente obstaculizados. Irénica: mente, mientras més somos, mas estamos incomunica dos, més nos aislamos, menos conversamos. En algunos lugares, a mayor hacinamiento menor comunicacion. Estamos rodeados de una muchedumbreanénimay fria;a diferencia de lo que acontece en los pueblos pequetios, no saludamos cuando nos topamos con los demés, ni se nos ‘ocurre detenemos para auxiliar a alguien en problemas, més bien pasamnos de largo fingiendo no detectar nada, poniendo cara de preocupacién y concentracién en cosas, importantes, No es que no queramos ayudar, més bien te- nemos miedo de complicamios gratuitamente a existencia: asaltantes, policias, etc., nos acechan probablemente atrés de cualquier accidente o demanda de ayuda, por inocente que pueda parecer. Por los mismos motivos, dificimente damos “aventones”. Agazapados transitamos por lz ciudad, alertas ante la posibilidad de la minima eventualidad; tensos yestresados. defendemos con fiereza nuestra posicién dentro de la Jucha vial. Amparados por la coraza protectora de nuestro automévil, al volante cambiamos agresién por agresiGn, peleamos cada centimetro de pavimento y por nada con tribuimos a crear otro embotellamiento inttil. La lucha estéril nos desgasta dla a dia incrementando nuestro ma: lestar y nuestro deseo de escaparde ese atolladero vial. Al carecer del escudo protector de nuestro automévil, en e) metro las distancias interpersonales son mucho menores, en las horas pico el contacto fisico constante, el riesgo de 15 1 VIVENEIAS EW LA CluDAD ‘tobos, “caricias”, maios olores, nos obligan a estar en constante estado de alerta y de tensién, Momentos espe- cialmente molestos son aquellos en que no podemos salir ‘enia estacién que queremos porque la marea humana nos arrastra en sentido contrario. Vivir ast los eventos cotidia- nos de la ciudad, no es la mejor manera de vivir, La enajenacién reciente atenta constantemente contra nuestra salud. ‘Cuando queremes platicar con alguien, gdénde nos reuni. mos? No contamos con las tradicionales cervecerias del ‘centro de Europa suraidas desde el medioevo que, consus ‘esas largas facilitan la idea de grupo y la comunicacién, ‘esponténea entre los alli sentados y siguen constituyendo ‘uno de los lugares que fomentan la comunicacién social. ‘Tampoco contamos.con los bistrot franceses, sidescarta- mos los intentos forzados y muy limitados por crearlos en zonas dedicadas més bien para turistas. Las cafeterias juegan un papel muy reducido, sujetas alas diversas clases sociales. Las cantinas son atin mas especializadas y de reducido alcance, Los bares son caros y usualmente para parejas, Los negocios se realizana vecesenlos desayunos ‘© comidas. Las pocas bibliotecas no cuentan con lugares inmediatos que propicien la comunicacién social. Los clubes deportivas son ciertamente familiares, pero de Iujo y, por tanto, exclusivos y excesivamente selectivos. Los parques deportives son escasos. Lacatarsis colectiva se da, cierto, en las arenas de box de toros, en los estadias deportivos, s6lo que esas ocasiones se ofrecen muy de vez en cuando. Pero la vida contemplativa sencilla: mente no se encuentra en la ciudad, a menos que consider remos la contemplacién pasiva de la television dentro de lag casas como una forma de vida contemplativa. Los cedificios apenas y se ven, pero dificilmente se contemplan. ‘Quizd los lugares de comunicacién social que equivelen a Jas antiguas 4goras griegas y foros romanos 0, incluso, las cervecerias medievales, sean los nuevos mercados: los aurrerds, los gigantes, los comercial mexicana, pero sobre todo, los plaza satélite y los perisur. Cudntas veces des pués de un aburrido descanso de un par de dias en casa se nos ocurre la urgencia de ir a comprar algo (aunque nada en particular nos haga falta) y, cuando nos damos cuenta ya estamos en perisur deambulando pausadamente por ‘entre sus locales, viendo lo que se exhibe y a los que se ‘exhiben, miranda, oyendo, oliendo, percibiendo un mun do diverso que, entre otras cosas, satisface cabalmente nuestra necesidad de estimulacién sensorial: fisica y so- Gal. De hecho esos Ingares actéan como una dro- ga sensorial que calma tanto nuestros déficts (debidos ai descanso casero} como nuestros excesos (debidos a la sobreestimulacién sensorial en la ciudad). Podria decirse que, en ocasiones, vamos @ esos lugares movidos por un, impulso inconsciente para consumir estimulacién senso- rial que es gratuita, s6lo que en eltranscurso nos converti- mos faciimente en consurmidores de articulos diversos, para mayor regocio de los comerciantes. Fuera de ias acotaciones anteriores, no existen lugares, adecuados que facilten 0 fomenten la vida social. Lo que queda de nuestra ciudad carece de la majestuosidad de las plazas precolombinas, no tiene ni las 4goras griegas nilos, foros romanos, la mayorta de sus antiguas plazas colonia les se transformaron hace ya tiempo en glorietas plet6ri cas de autos. El cabalito tuvo que mudarse apresurada- mente a un lugar donde no estorbara. El ahuehuete de la noche triste queda como estorbo intitil, acosado por un comlexto visual al cual ya no pertenece; aparece como un apéndice lastimaso y poco poético de una historia visual: mente borrada. Sin moverse de lugar, el ahuehuete ya no pertenece al nuevo ecosistema artificial que lo invadio ya ‘cuakuiera se le ocurre que esté ya totalmente fuera de lugar. Aqui, como en otros lados, la ciudad devora su pasado, mutila sua simbolos histéricos acosén- dojos con su modernidad ahistorica, insensible al pasado. En estas condiciones, e! paisaje urbano se nutre de una muhtipicidad de pasados que se aglutinan atropeilada e insensiblemente en un solo espacio isico multiforme. Enel mosaico de la ciudad, cada pasado deja un restro desven- Giiado y apenas legible que nos habla de sus historias diferentes, En ios barrios viejos, 10 que vernos es algo asi como un paleopaisaje urbano, pero al salir de all, nos topamos de inmediato con la abigarrada confusién de las historias narradas por los desgastades edifcios de otros barrios. La ciudad modernane tiene mucho tiempo para pensar en, el pasado porque le irge construir un futuro inmediato y estrecho, producto dela tendenciacapitalistaamaximizat las ganancias en el corto plazo. Nuestra ciudad crece aceleradamente, aunque gran parte de la que vivimos es todavialla ciudad de ayer, adel domingo pasado, la ciudad de nuestra juventud y la de nuestra infancia, la ciuclad de antes de nacer nosotros. Sélo que aquellos distintos ave res fueron acomodéndose entre si, ermpujando y desfigu- rando a sus antecesores a tal grado que la ciudad de hoy esté hecha de fragmentos de ayeres de los pasados inme- diatos, porque gran parte de los pasados anteriores que- daton tan destigurados (si es que todavia existen} que ya 16 no nos dicen nada cuando miramos sus paredes. De tiempo en tiempo nos vamos quedando solos con ‘nuestros recuerdos, ya que la ciudad borré las trazas, los vestigios de aquellos barrios que nos sirvieron de escena- tio durante nuestro desarrollo temprano, cuando apren- diamos a descubrir el mundo. Los ancianos son los més desamparados, la extrafia, ajena, compleja y peligresa ciudad en donde viven es —a veces— totalmente diferen- tea la ciudad de su infancia, Sin moverse de su barrio, la ciudad de sus recuerdos ya s¢ fue junto con la demolici6n, de los edifcios. Como los ahuehuetes y los monumentos, hist6ricos, ios ancianos son, sin moverse de su nicho eco- légico, una especie de desadaptados extranjeros dentro de su propio territorio. La ciudad deshumanizada no es para el peatén, ¥ dificilmente encontramos sitios al aire libre donde poda: ‘mos detenemos, tomar un respira y comunicarnoscon los, demas humanos. Lo poco que queda esté sumamente agredido; como flores marchitas, los jardines y alamedas sobreviven artiicialmente esperando el ocaso, el fin de lo aperentemente inevitable. Los afiejos portales coloniales ‘se vuelven més bien lugares de nostalgias vagamenteafio- vadas apuntaladas por un puftado de vecinos (casi podria ‘mos decir: de actores) que tratan de hacer vivos, con su accién, rituales sociales que pertenecen cada vez més.aun, pasado que dolorosamente se intenta revivir en el presen- te para intentar lanzaslo al futuro, Las calles v plazas (lugares tradicionales de cormunicacién social) son ahora estrictamente para transitar; en algtin momento de nues- tra historia reciente perdieron su calidad humana. La calle es parala maquina mévil, peroapenas toleraal peatén, Lo humane s¢ esté desvaneciendo, mientras que el maquinismo (culminacién de los suefios que arrancaron desde la Revolucién Industrial y que tomaron tanto impetu en las visiones de los futuristas) arrolla triunfalista, La ciudad es, desde hace tiempo, mas de las méquinas que de los humanos; estamos quedando de mas, El suefio de Le Corbusier: la casa como una méquina para vivir se vio pronto superado y extendido en nuestra ottora Ciudad de los Palacios (que dia a dia contribuimos a transformar en tun basurero visual) en la calle como un lugar para que las ‘méquinas puedan vivit, E nuevo ecosistems artificial priv legia las interacciones de las nuevas especies de edificios, Vialidades, méquinas y productos emergentes de la Revo- lucién Cientifico-técrica ajenas a la sensibilidad de las interacciones, antes dominantes, de las plantas y de los animales, Los primeros son, ahora, dominantes, mientras ue la vida de los organismos pasa a tomar un papel roeramente secundario dentro de! nuevo ecosistema artifi cial y se despiaza, se borra paulatinamente de jugar el papel principal a ser una especie adosada, una especie pardsita, que se aferra apuradamente alas cosas de! nue vo universe para seguit su existencia. Ironicamente, la ciudad que construimos para nuestro beneficio, parece ‘como si nos expulsara, parece como si nos dijera que, de seguir asi, pronto quedaremos de més, E)biotopo y la Comunidad biolégica que integrane! sistema dela ciudad nos son cada vez més extrafios yajenos; en es: te emergente ecosistema el flujo de materia y energia es mayotitariamente mecénico, quimice inorgénico, eléctri- co y electrénico, magnético, etc., pero minoritariamente biolégico, incluso, las acciones que antes se crefan reser- vadas exclusivamente al pensamiento humano se ven des- Plazadas consistentemente por la naciente inteligencia artificial. Sin computadoras que realizaran las néminas,, Jos presupuestos, el almacenamiento y recuperacién de la informacion relevante de las acciones hist6rico-sociales, de la ciudad, dificmente podriamos concebir la ciudad contemporénea. Las promesas de ia robética —asi como las nuevas méqui- ‘nas inteligentes que anticipan ias revoluciones intelectuales esperadas dela quinta generacién de computadores—no sabrén solamente calcular y hacer répidamente y sin errores lo que suamoles ordene, sino que, liberadas de los algoritmos lineales, realizaran operaciones, inferencias y conclusiones Kogicas més allé de lo que cualquier humane. pudiera realizar en el ismoy fantésticamente corto lapso, de tiempo, Ya hoy ios llamados sistemas expertos hacen descubsi mientos ¢ inventos en el campo de la fsica, de la quimica, de la biologia, etc., que son patentados posteriormente or empresas @ instituciones académicas 0 comerciales. De seguir esta tendencia, el lugar de la noosfera (la capa de la biosfera donde se da el pensamiento humano, de acuerdo con Teilhard de Chardin) sera expulsado com: pulsivamente de las cludades postindustriales para dar lugar a una nueva noosfera dominada por la inteligencia, artificial. La ciudad, cuna de las civlizaciones humanas, da la impresién de acomadarse y prepararse pata sera cuna de la emergente civilizacién artificial. Pero por el momen: to, la ciudad no piensa; cierto, aunque pareciera que nosotros ya hace tiempo dejamos de pensar por ella, La inteligencia artificial todavia no esté lista para entrar al relewo a dicha escala. La ciudad que piensa y que acta come un gigantesco complejo cibernético es apenas un sueo un relato de ciencia ficcién, Lo que tenemos es la actual ciudad de México, y ésta todavia depende de nues: tros cuidados, encontréndose inerme ante nuestra agre- siones. De los multiples problemas que tiene la ciudad. aqui nos concentramos s6i0 en uno: el de su impacto psicoiégico en nosotros. Este problema surge al tiempo que se cons. 17 1 VIVENGIAS EN LA cHIDAD ‘truye le ciudad y es el resultado dela interaccién compiea, entre los aspectos fisicos (quimicos, biol6gicos) de la ciu- dad y nosotros (aspectos psicabioléaicos y sociales). Sa- bemos que usualmente se disehan los aspectos fisicos que cuentan. con un presupuesto regular para su cons. truccién, mientras que los aspectos psicobiolégicos 0 50.

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