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mente los sistemas que se discuten, permite también


LAS REGLAS DEL triunfar sin esfuerzo.
No creemos exagerar al decir que, desde entonces,
MÉTODO SOCIOLÓGI- las resistencias se han debilitado progresivamente.
Sin duda, todavía nos es discutida más de una propo-
CO sición. Pero no deberíamos extrañamos ni quejamos
de estas objeciones saludables; está muy claro, en
(fragmentos) efecto, que nuestras fórmulas están destinadas a ser
reformadas en el futuro.
Obtenidas de una práctica personal y por fuerza res-
EMILE DU- tringida, deberán evolucionar necesariamente a me-
dida que se adquiera una experiencia más amplia y

RKHEIM más profunda de la realidad social. En lo que respec-


ta al método, por otra parte, sólo puede hacerse algo
provisional, porque los métodos cambian a medida
que avanza la ciencia. Así, vemos que, durante los
últimos años, a pesar de todas las oposiciones, la
causa de la sociología objetiva, específica y metódi-
ca, ha ganado terreno sin interrupción. La fundación
de Année sociologique ha influido ciertamente mu-
cho en este resultado. Porque abraza a la vez todo el
campo de la ciencia y, por ello, Année ha podido,
mejor que ninguna obra especial, dar la sensación de
lo que la sociología debe, y puede, llegar a ser. Ha
sido así posible ver que no estaba condenada a se-
PRÓLOGO DE LA SEGUNDA EDICIÓN1 guir siendo una rama de la filosofía general y que,
por otra parte, podía ponerse en contacto con los de-
Cuando apareció este libro por primera vez, suscitó talles de los hechos sin degenerar en pura erudición.
controversias bastante vivas. Las ideas corrientes, Tampoco será nunca excesivo el homenaje que de-
como desconcertadas, resistieron al principio con tal bemos al celo y entrega de nuestros colaboradores;
energía, que durante algún tiempo nos fue casi impo- gracias a ellos se ha podido intentar esta demostra-
sible hacemos oír. En los mismos puntos en que nos ción mediante los hechos y gracias a ellos se ha po-
habíamos explicado con más claridad, se nos atribu- dido proseguirla.
yeron, gratuitamente, opiniones que no tenían nada Sin embargo, por reales que sean estos progresos, es
que ver con las nuestras, y se creyó rebatimos refu- indiscutible que los desprecios y las discusiones pa-
tando tales opiniones gratuitas. Aunque habíamos sadas no se han disipado todavía por completo. Por
declarado muchas veces que la conciencia, tanto in- este motivo, quisiéramos aprovechamos de esta se-
dividual como social, no era para nosotros nada sus- gunda edición para añadir algunas explicaciones a
tancial sino solamente un conjunto, más o menos sis- las que hemos dado anteriormente, responder a cier-
tematizado, de Fenómenos sui generis, se nos tachó tas críticas y aportar algunas aclaraciones nuevas so-
de realismo y de ontologismo. Aunque habíamos di- bre ciertos puntos.
cho expresamente y repetido de todas las maneras I
que la vida social estaba hecha, toda ella, de repre-
sentaciones, se nos acusó de eliminar de la sociolo- La proposición según la cual los hechos sociales se
gía el elemento mental. Se llegó incluso a restaurar deben tratar como cosas -proposición que constituye
contra nosotros procedimientos de discusión que po- la base misma de nuestro método- es la que ha pro-
dían considerarse definitivamente desaparecidos. Se vocado más contradicciones. Se ha considerado pa-
nos imputaron, en efecto, ciertas opiniones que no radójico y escandaloso que asimilemos las realida-
habíamos sostenido, bajo pretexto de que estaban des del mundo social a las del mundo exterior. Pero
«conformes con nuestros principios». Sin embargo, es que ha sido mal comprendido el sentido y alcance
la experiencia había demostrado todos los peligros de esta asimilación, cuyo objeto no es rebajar las
de este método que, al permitir construir arbitraria- formas superiores del ser hasta las formas inferiores
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sino, por el contrario, reivindicar para las primeras
Recuperado de https://eva.fcs.edu.uy/pluginfile.php/45453/ un grado de realidad por lo menos igual al que todo
mod_resource/content/1/LAS_REGLAS_DEL_METODO_SO-
CIOLOGICO_-_EMILE_DURKHEIN_-_PDF.pdf
el mundo reconoce a las segundas. En efecto, no de-
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cimos que los hechos sociales son cosas materiales, tos explicativos. Y es precisamente por este motivo
sino que son cosas con el mismo título que las cosas por lo que se ha fundado en el presente siglo una psi-
materiales, aunque de otra manera. cología objetiva cuya regla fundamental es estudiar
¿Qué es en realidad una cosa? La cosa se opone a la los hechos mentales desde el exterior, es decir, como
idea de la misma manera que lo que se conoce desde cosas. Con mayor razón tiene que ser así en lo que
el exterior se opone a lo que se conoce desde el inte- respecta a los hechos sociales; porque la conciencia
rior. Es cosa todo objeto de conocimiento que no es no sería más capaz de conocerlos que de conocer su
naturalmente penetrable para la inteligencia, todo propia vida. 2
aquello de lo que no podemos damos una idea ade- Se objetará que, como ellos son obra nuestra, no te-
cuada por un simple procedimiento de análisis men- nemos más que damos cuenta de nosotros mismos
tal, todo lo que el espíritu no puede llegar a com- para saber lo que en ellos hemos puesto y cómo los
prender más que a condición de salir de sí mismo hemos formado. Pero, en primer lugar, la mayor par-
por vía de la observación y la experimentación, pa- te de las instituciones sociales nos son legadas com-
sando progresivamente de los caracteres más exte- pletamente hechas por las generaciones anteriores;
riores y más accesibles inmediatamente a los menos no hemos intervenido para nada en su formación y,
visibles y más profundos. Tratar de los hechos de un por consiguiente, no será interrogándonos a nosotros
cierto orden como de cosas no es, por consiguiente, mismos como podremos descubrir las causas que les
clasificados en tal o cual categoría de lo real; es ob- han dado nacimiento. Además, aunque hayamos co-
servar frente a ellos una cierta actitud mental. Es laborado en su génesis, apenas si entrevemos de una
abordar su estudio tomando por principio el que se manera muy confusa, e incluso muy inexacta, las
ignora absolutamente lo que ellos son y que sus pro- verdaderas razones que nos han impulsado a obrar y
piedades características, como las causas desconoci- la naturaleza de nuestra acción. Es más, aun tratán-
das de que dependen, no se pueden descubrir por la dose simplemente de nuestros actos privados, sabe-
introspección, ni siquiera por la introspección más mos muy mal los móviles relativamente sencillos
atenta. que nos guían; nos creemos desinteresados cuando
Una vez definidos los términos de esta manera, obramos como egoístas, creemos obedecer al odio
nuestra proposición, lejos de ser una paradoja, po- cuando cedemos al amor, a la razón cuando somos
dría incluso pasar por una perogrullada si no fuese esclavos de prejuicios irrazonables, etc. Entonces,
todavía mal conocida con frecuencia en las ciencias ¿cómo vamos a tener la capacidad de discernir con
que tratan del hombre y, sobre todo, en la sociología. más claridad las causas, mucho más complejas, de
En efecto, puede decirse, en este sentido, que todo donde proceden los actos de la colectividad? Porque,
objeto de la ciencia es una cosa, salvo, acaso, los ob- como máximo, cada uno no interviene en ellos más
jetos matemáticos, porque en lo que respecta a estos que en una ínfima parte; tenemos multitud de cola-
últimos, como los construimos nosotros mismos des- boradores y no sabemos lo que pasa en las otras con-
de los más sencillos hasta los más complejos, basta, ciencias.
para saber lo que son, mirar dentro de nosotros y Nuestra regla no implica ninguna concepción meta-
analizar interiormente el proceso mental de donde física, ninguna especulación sobre el fondo de los
ellos proceden. Pero cuando se trata de hechos pro- seres. Lo que reclama es que el sociólogo se ponga
piamente dichos, ellos son necesariamente para no- en el estado de ánimo en que se ponen los físicos,
sotros, en el momento en que nos ponemos a hacer los químicos, los fisiólogos, cuando se adentran en
de ellos ciencia, unos desconocidos, cosas ignoradas, una región, todavía inexplorada, de su campo cientí-
porque las representaciones que hemos podido hace- fico. Debe, al penetrar en el mundo social, tener con-
mos de ellos en el curso de la vida, hechas sin méto- ciencia de que penetra en lo desconocido; es preciso
do y sin crítica, carecen de todo valor científico y que se sienta en presencia de hechos cuyas leyes son
deben ser mantenidas en cuarentena. Los mismos tan insondables como podrían serio las de la vida
hechos de la psicología individual presentan este ca- cuando la biología no estaba constituida; conviene
rácter y deben considerarse bajo este aspecto. que esté preparado para hacer descubrimientos que
En efecto, aunque para nosotros sean interiores por le sorprenderán y le desconcertarán.
definición, la conciencia que tenemos de ellos no Ahora bien, es también preciso que la sociología
nos revela ni su naturaleza interna ni su génesis. La haya llegado a ese grado de madurez intelectual.
conciencia nos los hace conocer hasta cierto punto,
pero solamente como las sensaciones nos hacen co- 2
Se ve que, para admitir esta proposición, no es necesario soste-
nocer el calor o la luz, el sonido o la electricidad; ner que la vida social está hecha de otra cosa que no sean repre-
nos da de ellos impresiones confusas, pasajeras, sub- sentaciones; basta con afirmar que las representaciones, indivi-
duales o colectivas, no se pueden estudiar científicamente más
jetivas, pero no nociones claras y distintas, concep- que a condición de estudiadas objetivamente
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Mientras que el sabio que estudia la naturaleza física porque la sociedad no está compuesta más que de in-
tiene la sensación muy viva de las resistencias que dividuos,3 parece de sentido común que la vida so-
ella le opone, y de las cuales tanto le cuesta triunfar, cial no pueda tener otro sustrato que la conciencia
parece en verdad que el sociólogo se mueve en me- individual; de lo contrario, ella parecería descansar
dio de cosas inmediatamente transparentes para el en el aire y volar en el vacío.
espíritu, tan grande es la facilidad con que se le ve Sin embargo, lo que se juzga tan fácilmente inadmi-
resolver las cuestiones más oscuras. En el estado ac- sible cuando se trata de hechos sociales, se admite
tual de la ciencia, no sabemos verdaderamente lo corrientemente respecto de los otros reinos de la na-
que son las principales instituciones sociales, como turaleza. Todas las veces en que unos elementos cua-
el Estado o la familia, el derecho de propiedad o el lesquiera combinándose producen, por el hecho de
contrato, la pena y la responsabilidad; ignoramos su combinación, fenómenos nuevos, puede pensarse
casi completamente las causas de que ellas depen- con razón que estos fenómenos están situados no en
den, las funciones que llenan, las leyes de su evolu- los elementos sino en el todo formado por su unión.
ción; apenas si en algunos puntos empezamos a en- La célula viva no contiene nada más que partículas
trever alguna luz. Y, sin embargo, basta con recorrer minerales, lo mismo que la sociedad contiene sólo
las obras de sociología para ver cuán raro es el senti- individuos y sin embargo, es completamente imposi-
miento de esta ignorancia y de estas dificultades. No ble, sin duda alguna que los fenómenos característi-
solamente se considera necesario dogmatizar sobre cos de la vida residan en átomos de hidrógeno, oxí-
todos los problemas a la vez, sino que se cree poder geno, carbono y nitrógeno. Porque, ¿cómo podrían
alcanzar, en algunas páginas, o en algunas frases, la producirse los movimientos vitales en el seno de ele-
esencia misma de los fenómenos más complejos. Es mentos no vivos? ¿Cómo, por otra parte, se reparti-
decir, que semejantes teorías expresan no los hechos rían las propiedades biológicas entre estos elemen-
que podrían ser agotados con esta rapidez, sino la tos? Ellas no podrían encontrarse de la misma mane-
noción previa que tenía de ellos el autor antes de la ra en todos ellos puesto que no son de la misma na-
investigación. Y, sin duda alguna, la idea que nos turaleza; el carbono no es el nitrógeno y, por consi-
hacemos de las prácticas colectivas, de lo que ellas guiente, no puede revestir las mismas propiedades ni
son o deben ser, es un factor de desarrollo. Pero esta desempeñar el mismo papel. No es menos inadmisi-
idea es, en sí misma, un hecho que, para ser determi- ble que cada aspecto de la vida, cada uno de sus ca-
nado convenientemente, debe ser estudiado también racteres principales se encarne en un grupo diferente
desde fuera. Porque lo que importa saber no es la de átomos.
manera en que tal pensador individualmente se re- La vida no podría descomponerse así; es una y, por
presenta tal institución, sino la concepción que de tanto, no puede tener por asiento más que la sustan-
ella tiene el grupo; la única concepción, en efecto, cia viva en su totalidad. Está en el todo y no en las
socialmente eficaz. Ahora bien, ella no se puede co- partes. No son las partículas no vivas de la célula las
nocer mediante la simple observación interior puesto que se alimentan, se reproducen, en una palabra, las
que no está toda entera dentro de ninguno de noso- que viven; es la misma célula y ella sola. Y lo que
tros; por ello es necesario encontrar algunos signos decimos de la vida podría repetirse de todas las sín-
exteriores que la hagan sensible. Además, ella no ha tesis posibles. La dureza del bronce no está ni en el
nacido de la nada; es en sí misma efecto de causas cobre, ni en el estaño, ni en el plomo que han servi-
externas que hay que conocer para poder apreciar su do para formarlo y que son cuerpos blandos o flexi-
papel en el porvenir. Por tanto, hágase lo que se bles; está en su mezcla.
haga, hay que volver siempre al mismo método. La fluidez del agua, sus propiedades alimenticias y
otras cualidades no están en los dos gases que la
II componen; sino en la sustancia compleja que forman
por su asociación.
Otra proposición que no ha sido menos discutida que Apliquemos este principio a la sociología. Si como
la anterior es la que presenta los fenómenos sociales se reconoce, esta síntesis sui generis que constituye
como fenómenos externos respecto de los indivi- toda sociedad produce fenómenos nuevos, diferentes
duos. Se nos concede actualmente de buen grado que de los que hay en las conciencias solitarias, es preci-
los hechos de la vida individual y los de la vida co-
lectiva son en cierto modo heterogéneos: incluso es 3
La proposición no es, por otra parte, más que parcialmente
lícito decir que está a punto de lograrse un acuerdo, exacta. Además de los individuos, hay cosas que son elementos
si no unánime, muy general por lo menos sobre este integrantes de la sociedad. Sólo es verdad que los individuos son
sus únicos elementos activos.
extremo. No hay apenas sociólogos que nieguen a la
sociología su carácter específico. Pero precisamente
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so admitir que estos hechos específicos residen en la miliares de que está compuesta tienden a concentrar-
sociedad misma que los produce y no en sus partes, se y unificarse, y el grado de unidad que presenta un
es decir, en sus miembros. Por tanto, son, en este panteón religioso se corresponde con el grado de
sentido, exteriores a las conciencias individuales, unidad alcanzado en el mismo momento por la so-
consideradas como tales, de la misma manera que ciedad.
los caracteres distintivos de la vida son exteriores a Si condena ciertas formas de conducta, es que con-
las sustancias minerales que componen el ser vivo. trarían algunos de sus sentimientos fundamentales; y
No se les puede reabsorber en los elementos sin estos sentimientos afectan a su constitución, como
contradecirse, puesto que, por definición, son otra los del individuo a su temperamento físico y a su or-
cosa que lo que contienen estos elementos. Así se ganización mental. Así, aun cuando la psicología in-
encuentra justificada por una razón nueva la separa- dividual no tuviera secreto alguno para nosotros, no
ción que establecemos más adelante entre la psicolo- podría damos la solución de ninguno de estos pro-
gía propiamente dicha, o ciencia del individuo men- blemas, puesto que se refieren a órdenes de hechos
tal, y la sociología. Los hechos sociales no difieren que ignora.
tan sólo en calidad de los hechos psíquicos; ellos tie- Pero una vez reconocida esta heterogeneidad, pode-
nen otro sustrato, no evolucionan en el mismo me- mos preguntamos si las representaciones individua-
dio, no dependen de las mismas condiciones. Esto les y las representaciones colectivas no dejan de pa-
no quiere decir que no sean, ellos también, psíquicos recerse, sin embargo, en tanto que las unas como las
de alguna manera, puesto que todos consisten en ma- otras son representaciones y si, como consecuencia
neras de pensar o de obrar. Pero los estados de la de estas semejanzas, no serían ciertas leyes abstrac-
conciencia colectiva son de otra naturaleza que los tas comunes a los dos reinos. Los mitos, las leyendas
de la conciencia individual; son representaciones de populares, las concepciones religiosas de todas cla-
otra clase. La mentalidad de los grupos no es la de ses, las creencias morales, etc., expresan una reali-
los particulares; tiene sus leyes propias. Por tanto, dad distinta de la realidad individual; pero pudiera
las dos ciencias son tan claramente distintas como ocurrir que la forma en que se atraen o se repelen, se
pueden serlo dos ciencias, aunque por otra parte pue- unen o se separan, sea independiente de su contenido
da haber algunas relaciones entre ellas. y afecte únicamente a su calidad general de repre-
Sin embargo, respecto de este punto hay que hacer sentaciones. A pesar de que están hechas de una ma-
una distinción que acaso arroje alguna luz sobre el nera diferente, se comportarían en sus relaciones
debate. mutuas como lo hacen las sensaciones, las imágenes
La afirmación de que la materia de la vida social no o las ideas en el individuo. ¿No es posible creer, por
se puede explicar por factores puramente psicológi- ejemplo, que la contigüidad y la semejanza, los
cos, es decir, por estados de la conciencia individual, contrastes y los antagonismos lógicos actúan de la
es algo que nos parece del todo evidente. misma manera, sean cuales sean las cosas represen-
En efecto, lo que las representaciones colectivas ex- tadas? Se llega así a concebir la posibilidad de una
presan es la forma en que el grupo se considera en psicología del todo formal que sería una especie de
sus relaciones con los objetos que le afectan. Ahora terreno común para la psicología individual y la so-
bien, el grupo está constituido de otra forma que el ciología; y es esto acaso lo que constituye el escrú-
individuo y las cosas que le atañen son de otra natu- pulo que experimentan ciertos espíritus en distinguir
raleza. Las representaciones que no expresan ni los demasiado claramente estas dos ciencias.
mismos sujetos ni idénticos objetos no podrían de- Hablando rigurosamente, en el estado actual de
pender de las mismas causas. nuestros conocimientos, la cuestión planteada de
Para comprender la forma en que la sociedad se re- esta manera no podría recibir una solución categóri-
presenta a sí misma y al mundo que la rodea, hay ca. En efecto, por una parte, todo lo que sabemos so-
que considerar la naturaleza de la sociedad, no la de bre la forma en que se combinan las ideas individua-
los particulares. Los símbolos bajo los cuales se con- les se reduce a unas proposiciones, muy generales y
sidera a sí misma cambian de acuerdo con lo que vagas, llamadas comúnmente leyes de asociación de
ella es. Si, por ejemplo, es concebida como descen- ideas. Y por lo que se refiere a las leyes de ideación
diente de un animal epónimo, es que forma uno de colectiva, son ignoradas todavía más totalmente.
esos grupos especiales que se llaman clanes. La psicología social, que debería tener por fin deter-
Allí donde el animal es reemplazado por un ascen- minarlas, no es aún más que una palabra que designa
diente humano, pero igualmente mítico, el clan ha toda clase de generalidades, diversas e imprecisas,
cambiado de naturaleza. Si, por encima de las divini- sin un objeto definido. Lo que haría falta es buscar
dades locales o familiares, ella se imagina otras de mediante la comparación de los temas míticos, de las
las que cree depender, es que los grupos locales y fa- leyendas y tradiciones populares, de los idiomas, de
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qué forma las representaciones sociales se atraen y filosofía general y a la lógica abstracta que al estudio
se excluyen, se fusionan las unas en las otras o se científico de los hechos sociales.4
distinguen, etc. Ahora bien, aunque el problema me-
rece ser objeto de la curiosidad de los investigado- III
res, puede decirse que apenas si ha sido abordado; y
mientras no se hayan encontrado algunas de estas le- Sólo nos resta decir algunas palabras de la definición
yes, será imposible, evidentemente, saber con certe- que hemos dado de los hechos sociales en nuestro
za si repiten o no las de la psicología individual. primer capítulo. Para nosotros consisten en maneras
Sin embargo, a falta de esta certidumbre, es por lo de hacer o de pensar, y son reconocibles por la parti-
menos probable que, si existen semejanzas entre es- cularidad de que son susceptibles de ejercer sobre
tas dos clases de leyes, las diferencias no sean me- las conciencias individuales una influencia coerciti-
nos marcadas. Parece, en efecto, inadmisible que las va. A este respecto se ha producido una confusión
materias de que están hechas las representaciones no que merece subrayarse.
actúen sobre sus maneras de combinarse. Es verdad Se tiene tal costumbre de aplicar a las cosas socioló-
que los psicólogos hablan a veces de las leyes de gicas las formas del pensamiento filosófico -que mu-
asociación de ideas, como si fuesen las mismas para chas veces se ha visto en esta definición preliminar
todas las clases de representaciones individuales. una especie de filosofía del hecho social.
Pero no hay nada menos probable: las imágenes no Se ha dicho que nosotros explicábamos los fenóme-
se componen entre sí como las sensaciones, ni los nos sociales por la coacción, de la misma manera
conceptos como las imágenes. Si la psicología estu- que Tarde los explica por la imitación. No tuvimos
viera más avanzada, comprobaría, sin duda, que nunca tal ambición, y ni siquiera se nos había ocurri-
cada categoría de estados mentales tiene leyes for- do que pudiesen atribuírnosla, por ser completamen-
males que le son propias. Si ello es así, debe esperar- te contraria a nuestro método. Lo que nos proponía-
se a fortiori que las leyes correspondientes del pen- mos era, no anticipar por vía filosófica las conclusio-
samiento social sean específicas como lo es este nes de la ciencia, sino indicar sencillamente median-
pensamiento. En realidad, por poco que se haya te qué signos exteriores es posible reconocer los he-
practicado este orden de hechos, es difícil no tener la chos de que ella debe tratar, a fin de que el sabio
sensación de esta especificidad. No es ella, en efec- sepa percibirlos allí donde se encuentren y no los
to, la que hace que nos parezca tan extraña la forma confunda con otros. Se trataba de delimitar al máxi-
tan especial en que las concepciones religiosas (que mo posible el campo de la investigación, no de abar-
son colectivas, ante todo) se mezclen o se separen, carlo todo en una especie de intuición exhaustiva.
se transformen las unas en las otras, dando naci- También aceptamos de muy buen grado el reproche
miento a combinaciones contradictorias que contras- que se ha hecho a esta definición de no expresar to-
tan con los productos ordinarios de nuestro pensa- dos los caracteres del hecho social y, por consiguien-
miento privado. Por tanto, si, como es presumible, te, de no ser la única posible. No hay, en efecto,
ciertas leyes de la mentalidad social recuerdan efec- nada inconcebible en el hecho de que se pueda ca-
tivamente algunas establecidas por los psicólogos, racterizar de muchas maneras diferentes; porque no
ello no indica que las primeras sean un simple caso hay motivo para que no haya más que una sola pro-
particular de las últimas; sino que entre las unas y piedad distintiva.5 Lo que importa es elegir la que
las otras, al lado de diferencias ciertamente impor-
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tantes, hay semejanzas que la abstracción podrá de- Es inútil mostrar cómo, desde este punto de vista, aparece más
ducir y que, por otra parte, se ignoran todavía. Es de- evidente todavía la necesidad de estudiar los hechos desde fuera,
cir, que en ningún caso la sociología podría pedir puesto que ellos resultan de síntesis que tienen lugar fuera de
nosotros y de los cuales no tenemos ni siquiera la percepción
prestada pura y simplemente a la psicología talo cual confusa que puede damos la conciencia de los fenómenos inte-
proposición para aplicarla tal como es a los hechos riores.
sociales. Pero el pensamiento colectivo en su integri-
dad, tanto en su forma como en su materia, debe ser 5
El poder coercitivo que le atribuimos es tan especial en el con-
estudiado en sí mismo para sí mismo, con la sen- junto del hecho social, que puede presentar igualmente el carác-
sación de lo que él tiene de especial, y es preciso de- ter opuesto. Porque al mismo tiempo que las instituciones se nos
jar al porvenir el cuidado de investigar en qué medi- imponen, nos aferramos a ellas; ellas nos obligan y nosotros las
amamos; ellas nos coaccionan y nosotros vemos que nos convie-
da se parece al pensamiento de los particulares. Es ne su funcionamiento e incluso esta coacción. Esta antítesis es la
ése incluso un problema que pertenece más bien a la que han señalado a menudo los moralistas entre las dos nociones
del bien y del deber, que expresan dos aspectos diferentes, pero
igualmente reales de la vida moral. Ahora bien, acaso no hay
prácticas colectivas que no ejerzan sobre nosotros esta doble ac-
ción que, por otra parte, no es contradictoria más que en aparien-
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parezca mejor para el fin que se propone. Incluso es ejercido por las unas y por las otras es, en el fondo,
posible emplear a la vez varios criterios, de acuerdo muy diferente.
con las circunstancias. Por otra parte, no hay que extrañarse de que los otros
Y esto es lo que hemos reconocido como necesario a fenómenos de la naturaleza presenten, bajo otras for-
veces en sociología; porque hay casos en que el ca- mas, incluso el carácter con arreglo al cual nosotros
rácter de compulsión no es fácilmente reconocible. hemos definido los fenómenos sociales.
Lo que es preciso, puesto que se trata de una defini- Esta semejanza proviene sencillamente de que los
ción inicial, es que las características de que nos sir- unos y los otros son cosas reales. Porque todo lo que
vamos sean discernibles de un modo inmediato y es real tiene una naturaleza definida que se impone,
puedan ser percibidas antes de la investigación. con la que hay que contar y que, aun cuando se con-
Ahora bien, es esta condición la que no cumplen las sigue neutralizar, no es jamás vencida completamen-
definiciones que se han opuesto a veces a la nuestra. te.
Se ha dicho, por ejemplo, que el hecho social es Y, en el fondo, es eso lo que hay de más esencial en
«todo lo que se produce en y para la sociedad», o la noción de la coacción social. Porque todo lo que
también «lo que interesa y afecta al grupo de alguna ella implica es que las formas colectivas de obrar o
manera». Pero no se puede saber si la sociedad es o de pensar tienen una realidad exterior a los indivi-
no la causa de un hecho o si este hecho tiene efectos duos que, en cada momento concreto, se adaptan a
sociales más que cuando la ciencia está ya muy ella.
avanzada. Por consiguiente, estas definiciones no Son cosas que tienen su existencia propia. El indivi-
podrían servir para determinar el objeto de la inves- duo las encuentra completamente formadas y no
tigación que comienza. Para que puedan utilizarse, puede hacer que no sean o que sean de otra manera;
es preciso que el estudio de los hechos sociales haya por consiguiente, está muy obligado a tenerlas en
avanzado mucho y que, por ello, se haya descubierto cuenta y le es tanto más difícil (no decimos que im-
algún otro medio previo de reconocerlos allí donde posible) modificarlas cuanto que, en diversos gra-
se encuentren. dos, participan de la supremacía material y moral
Al mismo tiempo que se considera que nuestra defi- que la sociedad tiene sobre sus miembros.
nición es demasiado estrecha, se le acusa de ser de- Sin duda, el individuo desempeña un papel en su gé-
masiado amplia y de abarcar casi todo lo real. En nesis. Pero para que haya hecho social, es preciso
efecto, se dice, todo medio físico ejerce una coac- que por lo menos varios individuos hayan mezclado
ción sobre los seres que sufren su acción, porque to- sus acciones y que esta combinación haya producido
dos ellos se ven obligados, en cierto modo, a adap- algo nuevo. Y como esta síntesis tiene lugar fuera de
tarse al mismo. Pero hay entre estos modos de coac- cada uno de nosotros (puesto que entra en ella una
ción toda la diferencia que separa un medio físico y pluralidad de conciencias); tiene necesariamente por
un medio moral. La presión ejercida por uno o va- efecto fijar, instituir fuera de nosotros ciertas formas
rios cuerpos sobre otros cuerpos o incluso sobre vo- de obrar y ciertos juicios que no dependen de cada
luntades no puede ser confundida con la que ejerce voluntad particular considerada por separado. Como
la conciencia de un grupo sobre la conciencia de sus ya se ha hecho observar,6 hay una palabra que, aun-
miembros. Lo que tiene de especial la coacción so- que se extienda un poco a su acepción ordinaria, ex-
cial consiste en que no es debida a la rigidez de cier- presa bastante bien esta forma de ser especial: es la
tas ordenaciones moleculares, sino al prestigio de palabra institución. En efecto, se puede llamar insti-
que se hallan investidas ciertas representaciones. Es tución, sin desnaturalizar el sentido de esta palabra,
verdad que las costumbres, individuales o heredita- a todas las creencias y a todos los modos de conduc-
rias, tienen en algunos aspectos esta misma propie- ta instituidos por la colectividad; entonces se puede
dad. Ellas nos dominan, nos imponen creencias o definir la sociología diciendo que es la ciencia de las
prácticas, sólo que nos dominan desde dentro, por- instituciones, de su génesis y de su funcionamiento7.
que están en su integridad en cada uno de nosotros. 6
Por el contrario, las creencias y prácticas sociales ac- Véase el artículo "Sociologie», de la Grande Encyclopédie,
por Fauconnet y Mause.
túan sobre nosotros desde el exterior: el ascendiente
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Del hecho de que las creencias y las prácticas sociales penetren
en nosotros desde el exterior no se deduce que las recibamos pa-
cia. Si nosotros no las hemos definido por esta nota especial, in- sivamente y sin hacerlas sufrir modificaciones. Al pensar en las
teresada y desinteresada a la vez, es porque no se manifiestan instituciones colectivas, al asimilarlas, las individualizamos, les
por signos exteriores fácilmente perceptibles El bien tiene algo damos más o menos nuestra marca personal; es así como, al pen-
más interno, más íntimo que el deber y por ello menos suscepti- sar en el mundo sensible, cada uno de nosotros lo colorea a su
ble de ser captado. manera y cómo sujetos diferentes se adaptan de un modo dife-
rente al mismo medio psíquico. Éste es el motivo por el que
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Nos parece inútil volver sobre las otras controversias que reconoció que ellas tienen una naturaleza propia
que ha suscitado esta obra, porque ellas no afectan a y en que se resignó a aprender de ellas lo que real-
nada que sea esencial. mente son.
La orientación general del método no depende de los Expulsado de todas las demás ciencias, este deplora-
procedimientos que se prefiera emplear bien sea para ble prejuicio se mantiene tercamente en sociología.
clasificar los tipos sociales, bien sea para distinguir Por lo tanto, no hay nada más urgente que tratar de
lo normal de lo patológico. Por otra parte, las répli- liberar definitivamente a nuestra ciencia, y es éste el
cas han tenido muchas veces su origen en el hecho fin principal de nuestros esfuerzos.
de que no se quería admitir, o no se admitía sin re-
servas, nuestro principio fundamental: la realidad
objetiva de los hechos sociales. CAPÍTULO PRIMERO
Es, en definitiva, el principio sobre el que todo repo-
sa y con el que rodo se relaciona. Por este motivo
¿QUÉ ES UN HECHO SOCIAL?
nos ha parecido útil ponerlo de relieve una vez más,
separándolo de toda cuestión secundaria. Y estamos
Antes de investigar cuál es el método que conviene
seguros de que al atribuirle esta preponderancia se-
para el estudio de los hechos sociales, importa saber
guimos siendo fieles a la tradición sociológica, por-
cuáles son los hechos a los que así se denomina.
que en el fondo toda la sociología ha salido de esta
La cuestión es tanto más necesaria cuanto que nos
concepción. En efecto, esta ciencia no podía nacer
servimos de esta calificación sin precisar mucho. Se
más que el día en que se hubiese presentido que los
la emplea corrientemente para designar casi todos
fenómenos sociales, por el hecho de no ser materia-
los fenómenos que pasan en el interior de la socie-
les, no dejan de ser cosas reales que exigen estudio.
dad, a poco que presenten, con cierta generalidad, al-
Para llegar a pensar que había motivo de investigar
gún interés social. Pero de esta manera no hay, por
lo que son, era preciso haber comprendido que son
así decirlo, acontecimientos humanos que no puedan
de una manera definida, que tienen una manera de
llamarse sociales. Todo individuo bebe, duerme,
ser constante, una naturaleza que no depende del ar-
come, razona, y la sociedad tiene gran interés en que
bitrio individual y de la cual se derivan relaciones
estas funciones se ejerzan de un modo regular. Por
necesarias. También la historia de la sociología no es
tanto, si estos hechos fuesen sociales, la sociología
más que un esfuerzo para precisar este sentimiento,
no tendría un objeto que le fuese propio y su domi-
profundizarlo, desarrollar todas las consecuencias
nio se confundiría con el de la biología y la psicolo-
que lleva consigo. Pero a pesar de los grandes pro-
gía.
gresos que se han hecho en este sentido, se verá a
Pero, realmente, en toda sociedad hay un grupo de-
continuación que quedan todavía numerosas supervi-
terminado de fenómenos que se distinguen por ca-
vencias del postulado antropocéntrico, que aquí,
racteres definidos de los que estudian las otras cien-
como en otras partes, obstruye el camino de la cien-
cias de la naturaleza.
cia. Disgusta al hombre renunciar al poder ilimitado
Cuando yo cumplo mis funciones de padre, esposo,
que él se ha atribuido durante largo tiempo sobre el
o ciudadano, ejecuto los compromisos que he con-
orden social, aunque por otra parte le parece que
traído lleno de deberes que son definidos, fuera de
existen verdaderamente fuerzas colectivas; el hom-
mí y de mis actos, en el derecho y en las costumbres.
bre está condenado necesariamente a sufrirlas sin
Aun cuando están de acuerdo con mis propios senti-
poder modificarlas. Esto es lo que le inclina a negar-
mientos y sienta interiormente su realidad, ésta no
las. En vano le han enseñado repetidas experiencias
deja de ser objetiva; porque no soy yo quien los ha
que esta omnipotencia, en cuya ilusión se entretiene
hecho, sino que los he recibido por medio de la edu-
complacido, ha sido siempre para él una causa de
cación. ¡Cuántas veces, por otra parte, ocurre que ig-
debilidad, que su imperio sobre las cosas no ha co-
noramos los detalles de las obligaciones que nos in-
menzado realmente más que a partir del momento en
cumben y que, para reconocerlas, nos es preciso
cada uno de nosotros se hace en cierta medida, su moral, su reli- consultar el Código y sus intérpretes autorizados! De
gión, su técnica. No hay conformismo social que no lleve consi- la misma manera, hablando de las creencias y prácti-
go toda una gama de matices individuales. Es también cierto que cas religiosas, el fiel las ha encontrado hechas por
el campo de las variaciones permitidas es limitado. Es nulo o completo al nacer; si existían antes que él, es claro
muy débil en el círculo de los problemas religiosos y morales
donde la variación se convierte fácilmente en delitos; es más
que existen fuera del sistema de monedas que em-
amplio para todo lo que concierne a la vida económica. Pero pleo para pagar mis deudas, los instrumentos de cré-
pronto o tarde, incluso en este último caso, se encuentra un lími- dito que utilizo en mis relaciones comerciales, las
te que no puede ser franqueado. prácticas seguidas en mi profesión, etcétera, funcio-
8

nan independientemente del uso que yo hago de todo ella. Constituyen, por consiguiente, una especie nue-
ello. He aquí, por tanto, modos de obrar, pensar y va y es a ellos a los que es necesario reservar y dar la
sentir que presentan la notable propiedad de que calificación de sociales. Esta calificación les es ade-
existen fuera de las conciencias individuales. cuada, porque está claro que no estando el individuo
Estos tipos de conducta o de pensamiento no sola- como su base, no pueden tener otro sustrato que la
mente son exteriores al individuo, sino que están do- sociedad, sea la sociedad política en su integridad,
tados de un poder imperativo y coercitivo en virtud sea alguno de los grupos parciales que ella encierra,
del cual se le imponen, quiera o no quiera. Sin duda, confesiones religiosas, escuelas políticas, literarias,
cuando yo estoy completamente de acuerdo con corporaciones profesionales, etc. Por otra parte, sólo
ellos, esta coacción no se hace sentir o lo hace leve- a ellos les es adecuada, porque la palabra social no
mente y por ello es inútil. Pero no deja de ser un ca- tiene un sentido definido sino a condición de desig-
rácter intrínseco de estos hechos, y la prueba es que nar únicamente fenómenos que no entran en ninguna
ella se afirma desde el momento en que intento resis- de las categorías de hechos ya constituidos y deno-
tir. Si pretendo violar las reglas del derecho, éstas minados. Ellos son, por consiguiente, el dominio
reaccionan contra mí para impedir el acto si llegan a propio de la sociología. Es cierto que esta palabra de
tiempo, o para anularlo y restablecerlo en su forma coacción, por la cual los definimos, corre el riesgo
normal si ya está realizado y es reparable, o para ha- de despertar el celo sectario de un individualismo
cerme expiado si no puede subsanarse de otra mane- absoluto. Como éste profesa que el individuo es per-
ra. ¿Se trata de máximas puramente morales? La fectamente autónomo, le parece que se le disminuye
conciencia pública se opone a todo acto que las todas las veces que se le hace sentir que no depende
ofenda mediante la vigilancia que ejerce sobre la solamente de sí mismo. Pero puesto que es indiscuti-
conducta de los ciudadanos y las penas especiales de ble hoy día que la mayor parte de nuestras ideas y
que ella dispone. En otros casos, la coacción es me- tendencias no son elaboradas por nosotros, sino que
nos violenta, pero no deja de existir. Si no me some- nos vienen del exterior, no pueden penetrar en noso-
to a las convenciones del mundo, si al vestirme no tros más que imponiéndose; esto es todo lo que sig-
tengo en cuenta los usos seguidos en mi país y en mi nifica nuestra definición. Se sabe además que toda
clase, la risa que provoco, el alejamiento a que se me coacción social no es necesariamente exclusiva de la
condena, producen, aunque de una manera atenuada, personalidad individual.8
los mismos efectos que una condena propiamente di- Sin embargo, como los ejemplos que acabamos de
cha. Por otra parte, la coacción, aunque sea indirec- citar (reglas jurídicas, morales, dogmas religiosos,
ta, no deja de ser eficaz. Si soy francés no estoy obli- sistemas financieros, etc.) consisten, todos ellos, en
gado a hablar francés con mis compatriotas, ni a em- creencias o en prácticas constituidas, podría creerse,
plear la moneda francesa legal, pero es imposible de acuerdo con lo que precede, que no encontramos
que obre de otra manera. hecho social sino allí donde existe una organización
Si pretendiese escapar a esta necesidad, mi intento definida. Pero hay otros hechos que, sin presentar
fracasaría miserablemente. estas formas cristalizadas, tienen la misma objetivi-
Si soy un industrial, nada me impide trabajar con los dad y el mismo ascendiente sobre el individuo.
procedimientos y métodos del siglo pasado; pero si Es lo que se denomina corrientes sociales. Así, en
lo hago, me arruino sin duda alguna. Aunque, en una asamblea, los grandes movimientos de entusias-
realidad, puedo liberarme de estas reglas y violarlas mo, indignación o de piedad que se producen no tie-
con éxito, estoy obligado ineludiblemente a luchar nen por origen ninguna conciencia particular.
contra ellas para conseguido. Aunque al fin son ven- Vienen a cada uno de nosotros desde el exterior y
cidas, hacen sentir su poderosa coacción por la resis- son susceptibles de arrastramos a pesar de nosotros
tencia que ellas oponen. mismos. Sin duda, puede ocurrir que, abandonándo-
No hay renovador, incluso afortunado, cuyas empre- me a ellos sin reserva, no sienta la presión que ejer-
sas no choquen con oposiciones de este género. cen sobre mí. Pero esta presión se acusa desde el
He aquí entonces un orden de hechos que presentan momento en que intento luchar contra ellos. Que tra-
caracteres muy especiales: consisten en formas de te un individuo de oponerse a una de estas manifes-
obrar, pensar y sentir, exteriores al individuo y están taciones colectivas y verá cómo los sentimientos que
dotados de un poder de coacción en virtud del cual niega se vuelven contra él. Ahora bien, si este poder
se le imponen. En consecuencia, no podrían confun- de coacción externa se afirma con esta claridad en
dirse con los fenómenos orgánicos, puesto que aqué- los casos de resistencia, es posible que exista, aun de
llos consisten en representaciones y en acciones; ni 8
Por otra parte, esto no quiere decir que toda coacción sea nor-
con los fenómenos psíquicos, los cuales no tienen mal. Volveremos más adelante sobre este punto.
existencia más que en la conciencia individual y por
9

un modo inconsciente, en los casos contrarios. En- cularmente instructivos es que la educación tiene ca-
tonces somos víctimas de una ilusión que nos hace balmente por objeto hacer al ser social; se puede ver
creer que hemos elaborado lo que nos ha sido im- en ella como resumido de qué modo se ha constitui-
puesto desde el exterior. Pero, aunque la complacen- do este ser en la historia. Esta presión de todos los
cia con que nos dejamos arrastrar oculta la coacción instantes que sufre el niño es la presión misma del
sufrida, no la suprime. De la misma manera no deja medio social que tiende a formarle a su imagen y se-
de ser pesado el aire, aunque no sintamos su peso. mejanza, siendo los padres y los maestros nada más
Aun en el caso de que hayamos colaborado espontá- que sus representantes e intermediarios.
neamente a la emoción común, la impresión que he- Por tanto, no es su generalidad lo que puede servir
mos recibido es muy distinta de la que hubiésemos para caracterizar los fenómenos sociológicos. Un
experimentado si hubiéramos estado solos. Además, pensamiento que se encuentra en todas las concien-
una vez que la asamblea se ha separado, que han ce- cias particulares, un movimiento que repiten todos
sado de obrar sus influencias sociales sobre nosotros los individuos no son, por ello, hechos sociales. Si
y una vez que nos encontramos de nuevo solos, los nos contentamos con este carácter para definirlos, es
sentimientos que hemos tenido nos hacen el efecto que se les ha confundido indebidamente con lo que
de algo extraño, donde no nos reconocemos. se podría llamar sus encarnaciones individuales. Lo
Nos damos cuenta entonces de que los habíamos su- que los constituye son las creencias, las tendencias,
frido en una proporción mayor que aquella en que las prácticas del grupo tomado colectivamente; en
los habíamos hecho. cuanto a las formas que revisten los estados colecti-
Ocurre que incluso nos producen horror, tan contra- vos reflejándose en los individuos son cosas de otra
rios son a nuestra naturaleza. Es así como individuos especie. Lo que demuestra categóricamente esta dua-
perfectamente inofensivos en su mayoría pueden, lidad de naturaleza es que estos dos órdenes de he-
reunidos en una muchedumbre, dejarse arrastrar a la chos se presentan muchas veces disociados. En efec-
realización de atrocidades. Ahora bien, lo que deci- to, algunas de estas maneras de obrar o de pensar ad-
mos de estas explosiones pasajeras se aplica también quieren, debido a la repetición, una especie de con-
a estos movimientos de opinión, más duraderos, que sistencia que las precipita, por así decirlo, y las aísla
se producen sin cesar a nuestro alrededor, sea en de los acontecimientos particulares que las reflejan.
toda la extensión de la sociedad, sea en círculos más Toman así un cuerpo, una forma sensible que les es
restringidos, sobre materias religiosas, políticas, lite- propia y constituyen una realidad sui generis, muy
rarias, artísticas, etc. distinta de los hechos individuales que la manifies-
Es posible, por otra parte, confirmar mediante una tan. La costumbre colectiva no existe solamente en
experiencia característica esta definición del hecho estado de inmanencia en los actos sucesivos que ella
social; basta con observar a forma en que se educa a determina, sino, por un privilegio del que no en-
los niños. Cuando se contemplan los hechos tales contramos ejemplo en el reino biológico, se expresa
como son y como siempre han sido, salta a la vista de una vez para siempre en una fórmula que se repi-
que toda educación consiste en un esfuerzo continuo te de boca en boca, que se transmite por la educa-
para imponer al niño los modos de ver, sentir y obrar ción, que se fija incluso por escrito. Tal es el origen
que él no hubiera adquirido espontáneamente. Desde y la naturaleza de las reglas jurídicas y morales, de
los primeros años de su vida le obligamos a comer, los aforismos y los dichos populares, de los artículos
beber y dormir a horas regulares, le obligamos a ser de fe en los que las sectas religiosas o políticas con-
limpio, a la obediencia, al silencio; más tarde le co- densan sus creencias, de los códigos sobre el buen
accionamos para que aprenda a tener en cuenta a los gusto establecidos por las escuelas literarias, etc.
demás, a respetar las costumbres y conveniencias, le Ninguna de ellas vuelve a ser encontrada, entera del
obligamos a trabajar, etc. Aunque, con el tiempo, todo, en las aplicaciones que los particulares hacen
deja de sentirse esta coacción, es ella la que da poco de ellas, puesto que pueden incluso existir sin ser
a poco nacimiento a costumbres, a tendencias inter- realmente aplicadas.
nas que la hacen inútil, pero que no la reemplazan Sin duda, esta disociación no se presenta siempre
porque se derivan de ellas. Es cierto que, según con la misma claridad. Pero basta con que exista de
Spencer, una educación racional debería condenar una manera indiscutible en los casos numerosos e
tales procedimientos y dejar al niño obrar con com- importantes que acabamos de recordar, para probar
pleta libertad; pero como esta teoría pedagógica no que el hecho social es distinto de sus repercusiones
se ha puesto jamás en práctica por ningún pueblo co- individuales.
nocido, no constituye más que un desiderátum per- Por otra parte, aunque no se presta inmediatamente a
sonal, no un hecho que se pueda oponer a los ante- la observación, puede comprobarse muchas veces
riores. Ahora bien, lo que hace a estos últimos parti- con ayuda de ciertos artificios del método; es incluso
10

indispensable proceder a esta operación, si se quiere mitidas por completo hechas por las generaciones
separar el hecho social de toda mezcla para obser- anteriores; las recibimos y las adoptamos porque,
varlo en estado de pureza. Así, hay ciertas corrientes siendo a la vez una obra colectiva y una obra secu-
de opinión que nos empujan, con intensidad desigual lar, están investidas de una autoridad particular que
según los tiempos y los países, unas al matrimonio, la educación nos ha enseñado a reconocer y respetar.
por ejemplo, otras al suicidio o a una natalidad más Ahora bien, es de notar que la inmensa mayoría de
o menos fuerte, etc. Son evidentemente hechos so- los fenómenos sociales nos llegan por esa vía. Pero
ciales. A primera vista, parecen inseparables de las aun cuando el hecho social es debido en parte a
formas que toman en los casos particulares. Pero la nuestra colaboración directa, no es de otra naturale-
estadística nos suministra el medio de aislarlas. En za. Un sentimiento colectivo, que surge en una
efecto, son expresadas numéricamente, no sin exac- asamblea, no expresa simplemente lo que había de
titud, para la natalidad, la nupcialidad, los suicidios, común entre todos los sentimientos individuales. Es
es decir, por el número que se obtiene dividiendo la algo completamente distinto, como ya hemos mos-
media total anual de matrimonios, nacimientos, trado. Es la resultante de la vida común, un producto
muertes voluntarias por el de hombres en estado de de acciones y reacciones que se originan entre las
casarse, de procrear o de suicidarse 9. Porque, como conciencias individuales; y si encuentra eco en cada
cada una de estas cifras comprende indistintamente una de ellas, es en virtud de la energía especial que
todos los casos particulares, las circunstancias indi- él debe precisamente a su origen colectivo. Si todos
viduales que pueden tener alguna intervención en la los corazones vibran al unísono no es debido a una
producción del fenómeno se neutralizan allí mutua- concordancia espontánea y preestablecida, sino a
mente y, en consecuencia, no contribuyen a determi- que una misma fuerza los mueve en idéntico sentido.
narlo. Cada uno de ellos es arrastrado por todos.
Lo que expresa es un estado determinado del alma Llegamos, pues, a representamos de una manera pre-
colectiva. He ahí lo que son los fenómenos sociales cisa el campo de la sociología. No comprende más
desembarazados de todo elemento extraño. En cuan- que un grupo determinado de fenómenos. Un hecho
to a sus manifestaciones privadas, tienen algo de so- social se reconoce por el poder de coacción externo
cial, puesto que reproducen en parte un modelo co- que ejerce o es susceptible de ejercer sobre los indi-
lectivo; pero cada una de ellas depende también, y viduos; y la presencia de este poder se reconoce a su
en gran parte, de la constitución psico-orgánica del vez sea por la existencia de una sanción determina-
individuo, de las circunstancias particulares en que da, sea por la resistencia que el hecho opone a toda
está colocado. No son, por tanto, fenómenos propia- empresa individual que tienda a violado.
mente sociológicos. Se relacionan a la vez con los Sin embargo, se le puede definir también por la difu-
dos reinos; se les podría calificar de socio-psíquicas. sión que presenta en el interior del grupo, a condi-
Interesan al sociólogo sin constituir la materia inme- ción de que, siguiendo las observaciones preceden-
diata de la sociología. Se encuentran también en el tes, se tenga cuidado de añadir como característica
interior del organismo fenómenos de naturaleza mix- segunda y esencial que existe independientemente
ta que estudian las ciencias mixtas, cómo la química de las formas individuales que toma al difundirse.
biológica. Este último criterio es incluso, en ciertos casos, más
Pero se dirá: un fenómeno no puede ser colectivo fácil de aplicar que el anterior. En efecto, la coac-
más que si es común a todos los miembros de la so- ción es fácil de comprobar cuando se traduce al exte-
ciedad o, por lo menos, a la mayoría de ellos, si es rior por alguna reacción directa de la sociedad, como
general. Sin duda, pero si es general es porque es co- ocurre con el derecho, la moral, las creencias, cos-
lectivo (es decir, más o menos obligatorio), pero en tumbres, incluso con las modas. Pero cuando no es
modo alguno es colectivo porque es general. Es un más que indirecta, como la que ejerce una organiza-
estado del grupo que se repite en los individuos por- ción económica, no siempre se deja percibir tan cla-
que se impone a los mismos. Está en cada parte por- ramente.
que está en el todo, pero no está en el todo porque La generalidad combinada con la objetividad puede
esté en las partes. Esto es sobre todo evidente res- ser más fácil entonces de establecer. Por otra parte,
pecto de las creencias y prácticas que nos son trans- esta segunda definición no es más que otra forma de
la primera; porque si una manera de conducirse, que
9
No hay suicidios en cada edad, ni en todas las edades con la existe fuera de las conciencias individuales, se gene-
misma intensidad. raliza, no puede ser más que imponiéndose.10
*Ver PÓLDINGER. Y.: La tendencia al suicidio (Estudio médi-
10
co-psicológico y médico-sociológico. Test de tendencia al suici- Se ve hasta qué punto esta definición del hecho social se aleja
dio). Madrid, Morata, 1969. de la que sirve de base al ingenioso sistema de Tarde. En primer
lugar, debemos declarar que nuestras investigaciones no nos han
11

Sin embargo, podríamos preguntamos si esta defini- No podemos elegir ya ni la forma de nuestras casas
ción es completa. En efecto, los hechos que nos han ni la de nuestros vestidos; por lo menos la una es tan
suministrado su base son todos ellos maneras de ha- obligatoria como la otra. Las vías de comunicación
cer, son de orden fisiológico. Ahora bien, hay tam- determinan de una manera imperiosa el sentido en el
bién maneras de ser colectivas; es decir, hechos so- cual se realizan las migraciones y los cambios inte-
ciales de orden anatómico o morfológico. La socio- riores, etc. Por consiguiente, todo lo más habría que
logía no puede desentenderse de lo que concierne al añadir a la lista de los fenómenos que hemos enume-
sustrato de la vida colectiva. Sin embargo, el número rado, entre los que presentan el signo distintivo del
y la naturaleza de las partes elementales de que se hecho social, una categoría más; y como esta enume-
compone la sociedad, la forma en que están dispues- ración no tendría nada de rigurosamente exhaustiva,
tas, el grado de cohesión a que han llegado la distri- la adición no sería indispensable.
bución de la población sobre la superficie del territo- Pero no es, ni siquiera, útil; porque estas maneras de
rio, el número y la naturaleza de las vías de comuni- ser no son más que maneras de hacer consolidadas.
cación, la forma de las viviendas, etc., no parecen, a La estructura política de una sociedad no es sino la
primera vista, poder relacionarse con formas de manera en que los diferentes sectores que la compo-
obrar, sentir o pensar. nen han tomado la costumbre de vivir entre sí. Si sus
Pero, en primer lugar, estos diversos fenómenos pre- relaciones son tradicionalmente estrechas, los secto-
sentan la misma característica que nos ha servido res tienden a confundirse; en el caso contrario, tien-
para definir los otros. Estas maneras de ser se impo- den a distinguirse. El tipo de habitación que nos im-
nen al individuo del mismo modo que las maneras ponen no es otra cosa que la manera en que todos los
de hacer de que hemos hablado. En efecto, cuando que nos rodean y, en parte, las generaciones anterio-
se quiere conocer la forma en que está dividida polí- res se han acostumbrado a construir las casas. Las
ticamente una sociedad, de qué se componen estas vías de comunicación sólo son el lecho que se ha ca-
divisiones, o la fusión más o menos completa que vado a sí misma, corriendo en el mismo sentido, la
existe entre ellas, no será mediante una inspección corriente regular de los cambios y migraciones, etc.
material y por medio de observaciones geográficas Sin duda, si los fenómenos de orden morfológico
como podremos conseguirlo, porque estas divisiones fuesen los únicos que presentaran este carácter fijo,
son morales, aunque tengan alguna base en la natu- podría creerse que constituían una especie aparte.
raleza física. Es sólo a través del derecho público Pero una regla jurídica es una disposición no menos
como es posible estudiar esta organización, porque permanente que un tipo de arquitectura, y, por consi-
es este derecho el que la determina, de la misma ma- guiente, es un hecho fisiológico. Una simple máxima
nera que define nuestras relaciones domésticas y cí- morales seguramente más maleable; pero tiene for-
vicas. Y no es por ello menos obligatoria. Si la po- mas mucho más rígidas que una simple costumbre
blación se amontona en nuestras ciudades en lugar profesional o que una moda. Hay así toda una gama
de dispersarse por los campos, es porque hay una co- de matices que, sin solución de continuidad, vincula
rriente de opinión, un impulso colectivo que impone los hechos más caracterizados de estructura a estas
a los individuos esta concentración. corrientes libres de la vida social que no han sido to-
davía formadas en ningún molde definido. Es, por lo
tanto, que no hay entre ellos más que diferencias en
hecho comprobar en ninguna parte esta influencia preponderante el grado de consolidación que presentan. Los unos y
que Tarde atribuye a la imitación en la génesis de los hechos co-
lectivos. Además, parece que, de la definición precedente, la las otras no son más que vida más o menos cristali-
cual no es una teoría sino un simple resumen de datos inmedia- zada. Sin duda, puede haber interés en reservar el
tos de la observación, resulta que la imitación no solamente no nombre de morfológicos para los hechos sociales
expresa siempre, sino que no expresa nunca lo que hay de esen- que conciernen al sustrato social, pero a condición
cial y característico en el hecho social. Sin duda, todo hecho so-
cial es imitado, tiene, como acabamos de demostrado, una ten-
de no perder de vista que son de la misma naturaleza
dencia a generalizarse, pero es porque es social, es decir, obliga- que los otros.
torio. Su poder de expansión no es la causa sino la consecuencia Nuestra definición comprenderá por consiguiente
de su carácter sociológico. Si todavía los hechos sociales fuesen todo lo definido si decimos: Es hecho social toda
los únicos en producir esta consecuencia, la imitación podría manera de hacer, fija o no, susceptible de ejercer
servir por lo menos para definidos, aunque no para explicarlos.
Pero un estado individual casual no deja por ello de ser indivi- sobre el individuo una coacción exterior; o también,
dual. Además, se puede uno preguntar si la palabra imitación es que es general dentro de la extensión de una socie-
la que conviene para designar una propagación debida a una in-
fluencia coercitiva. Bajo esta expresión única se confunden fe-
nómenos muy diferentes y que sería necesario distinguir.
12

dad dada a la vez que tiene una existencia propia,


independiente de sus manifestaciones individuales11.

11
Este parentesco estrecho de la vida y la estructura, del órgano
y la función puede establecerse fácilmente en sociología, porque
entre estos dos términos extremos existe toda una serie de inter-
mediarios inmediatamente observables y que muestra el vínculo
entre ellos. La biología no tiene este recurso. Pero está permitido
creer que las inducciones de la primera de estas ciencias sobre
este tema son aplicables a la otra y que, en los organismos, como
en las sociedades, no hay entre estos dos órdenes de hechos más
que diferencias de grado.

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