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Título
Resumen.
Para alcanzar una educación de calidad y formar a ciudadanos comprometidos del siglo
XXI, es necesaria la participación de docentes, alumnado, familias y comunidad. La legislación a
nivel internacional y nacional sostiene que atender las necesidades educativas especiales de
aquellos alumnos que las presentan, desde el prisma de la educación inclusiva, es obligación de
toda la comunidad educativa, siendo la participación de los padres esencial a lo largo de todo el
proceso de detección, identificación, evaluación y respuesta educativa para la población con
algún tipo de discapacidad. En Colombia los estudiantes con algún tipo de discapacidad deben
recibir una educación inclusiva en aulas regulares, las instituciones garantizarán la flexibilidad
curricular y la realización de ajustes adecuados según lo amerite cada situación. (Decreto 1421
de 2017). Para lograr la permanencia, el ministerio requiere de estrategias articuladas entre la
familia y los docentes. El PIAR (Plan Individual de Ajustes Razonables), es el primer proceso
que se construye teniendo en cuenta los saberes y conocimientos de las familias y el estudiante y
esta alianza inicial favorece un proceso educativo exitoso, puesto que permite el desarrollo de
acciones coordinadas que van a impactar en el desarrollo y aprendizaje del estudiante con
discapacidad.
Abstract: To achieve quality education and train committed citizens of the 21st century,
the participation of teachers, students, families and the community is necessary. International and
national legislation maintains that meeting the special educational needs of those students who
present them, from the perspective of inclusive education, is the obligation of the entire
educational community, with the participation of parents being essential throughout the entire
school year. process of detection, identification, evaluation and educational response for the
population with some type of disability. In Colombia, students with some type of disability must
receive an inclusive education in regular classrooms, the institutions will guarantee curricular
flexibility and make appropriate adjustments as each situation warrants. (Decree 1421 of 2017).
To achieve permanence, the ministry requires articulated strategies between the family and the
teachers. The PIAR (Individual Plan for Reasonable Adjustments), is the first process that is built
taking into account the knowledge and knowledge of the families and the student and this initial
Rol del docente y padre de familia en la educación inclusiva
alliance favors a successful educational process, since it allows the development of coordinated
actions that go to impact the development and learning of students with disabilities.
Introducción:
Hablar de escuela inclusiva inevitablemente lleva consigo hablar de una relación activa y
positiva entre todos los agentes involucrados en el proceso educativo, lo que implica diseñar
juntos qué es lo mejor para el hijo y/o alumno y entre todos determinar qué la educación es
necesaria. Ese camino conduce hacia una educación inclusiva en la que todos participan
activamente, transformando la escuela en base a los principios de normalización e igualdad de
oportunidades, y donde el respeto a la diversidad está presente como valor y principio de la
acción. Familia y escuela tienen roles diferentes pero complementarios dirigidos a un objetivo
común, pues son dos caras de la misma moneda (Hernández y López, 2006).
Sabemos que no es una tarea sencilla, pero es mucho más fácil alcanzar buenos resultados,
lograr una plena inclusión y mejorar la calidad de vida del alumnado remando todos en la misma
dirección: familia, escuela y comunidad. Hablar de esta relación debe ser coyuntural desde el
inicio del año, pues significa hablar de calidad educativa y de educación inclusiva.
Al analizar esto, las preguntas a responder, son: ¿Se ha alcanzado este objetivo? ¿Las leyes
de educación cumplen el derecho a la Educación para Todos? ¿Qué papel ha jugado la familia en
este proceso? ¿Se han creado mecanismos de participación? La escuela no es el único contexto
educativo, sino que la familia, los medios de comunicación y la sociedad en general desempeñan
un importante papel en el proceso educativo (Bolívar, 2006).
La familia como cualquier otro agente tiene un papel clave en el desarrollo de los niños y
jóvenes; nadie puede ni debe encargarse de su educación en exclusiva ni en solitario, todos deben
analizar y determinar cuál es su función en el proceso educativo, con el fin de contribuir al
desarrollo integral del alumnado dando una respuesta educativa de calidad. La sociedad y la
escuela han evolucionado, pero no sólo ellas, sino que la familia también ha sufrido cambios
sustanciales: desde una configuración patriarcal o matriarcal a una familia nuclear; de una escasa
participación hasta su papel activo y protagonista en la escuela y en las dinámicas internas y
educativas relacionadas con sus hijos.
Rol del docente y padre de familia en la educación inclusiva
Una propuesta para involucrar a la familia y a la sociedad en el contexto escolar son las
Comunidades de Aprendizaje. Las Comunidades de Aprendizaje ofrecen una educación de
calidad para todas las personas en la Sociedad de la Información y el Conocimiento (García,
Lastikka y Petreñas, 2013) y se basan en el aprendizaje dialógico, el cual se entiende como una
transformación de la escuela y el contexto social. Los centros se transforman para ofrecer a su
alumnado una educación de calidad.
La escuela, poco a poco, tiene que permitir la participación activa de las familias en todos
los aspectos que concierne a la educación como son los objetivos, valores, métodos de
evaluación, recursos y otros aspectos del proceso educativo (Meirieu, 2004). Así, “la necesidad
de una relación entre escuela y familia está llevando al desarrollo de nuevas concepciones del
aprendizaje que ponen el énfasis en la interacción como el aprendizaje dialógico” (Flecha, 2009,
p. 158). En este artículo subrayamos la importancia del dialogo, basándonos en distintas
investigaciones que confirman que a través del diálogo se mejora la participación y se reconoce
el derecho a opinar de todos los agentes que participan en el proceso educativo.
En las Comunidades de Aprendizaje todos participan para que se cumpla el sueño, lo que
hace que cada vez más las familias y la comunidad dialoguen más y mejor con la escuela.
La comunicación escuela-familia se ha basado en actos comunicativos de poder
proyecto de centro estaba ya elaborado cuando se presentaba a las familias). Sin
embargo, ahora, todos participan en la elaboración e implementación del proyecto. Las
familias y miembros de la comunidad participan en grupos interactivos, comisiones
mixtas y tertulias dialógicas.
Crear redes de colaboración dentro y fuera de la escuela como apoyo a la familia: familia
extensa, vecinos, servicios sociales, culturales, educativos, redes sociales, tutorías virtuales, con
horarios flexibles que se ajusten a las características de las familias.
Todo lo anterior, posibilitará también la observancia de las tensiones que a lo largo del
tiempo han surgido entre cada uno de los enfoques planteados y las condiciones que han
hecho que cada uno de ellos emerja con la pretensión de dar respuesta, de una manera más
adecuada, a las necesidades de los niños considerados “diferentes” teniendo en cuenta el
contexto en el cual se desarrollan.
Car & Kemmis (1986) destacan, que al interior de la práctica docente se presenta una
interacción inevitable de fuerzas, que actúan tanto a favor de la continuidad como del
cambio y la transformación. En el concepto de práctica converge una dimensión habitual,
definida por los conceptos y conocimientos tradicionales que se han establecido como la
base de una disciplina; y una dimensión práctica y experimental, que posibilita la
construcción de nuevos hábitos, costumbres y metodologías, desarrollándose así una
dialéctica entre lo pasado y lo presente, que debe ser potenciada continuamente con el fin de
mantener el mejoramiento y el desarrollo de la disciplina educativa.
En cuanto a la práctica escolar, se destaca como la vida de las aulas, lo que ocurre en
su interior a causa del papel que desempeñan los diferentes agentes implicados. Según
Pérez, Ramírez y Souto (2001), la práctica escolar determina las actuaciones de estudiantes,
maestros y directivas, de acuerdo con su responsabilidad y compromiso, proyectando al mismo
tiempo una imagen que se establece a través de las representaciones, de la cotidianidad y de las
relaciones que se establecen al interior de las aulas de clase.
Por otro lado, explica Ferreiro (2010), la práctica escolar representa la dinámica particular del
aula de clases como espacio de concertaciones, diálogos, análisis, discusiones interpretaciones,
Rol del docente y padre de familia en la educación inclusiva
Finalmente, la práctica pedagógica hace referencia a un lugar común, en donde se produce una
interacción continua entre los docentes, los estudiantes y las directivas, que orienta el diseño de los
objetivos académicos y de las estrategias que se deben implementar en el aula para alcanzarlos.
Según Díaz (2006), es la misma la institución educativa la que define las directrices para el
desarrollo de una práctica pedagógica que sea coherente con las necesidades de los estudiantes, con
las capacidades de los docentes y con las metas institucionales.
En este sentido, se puede decir que la práctica escolar hace referencia a las escuelas vistas
como un todo, en donde entran a hacer parte fundamental las dinámicas, los comportamientos
específicos y el papel que representa cada uno de los actores; mientras que la práctica pedagógica se
enfoca principalmente en el diseño y en la aplicación de las estrategias de tipo académico que
permitan garantizar un adecuado rendimiento y una formación integral de los estudiantes.
Surge como relevante el uso de la categoría “sujetos diferentes”; pues a partir del diagnóstico
diferencial se identificaban las desviaciones de la media, y a través de un proceso de estandarización
–que predecía a la naturalización- se determinaban las condiciones vitales, se tomaban las decisiones
respecto de su destino escolar, recortando la experiencia para que nada saliera de control. (p.63)
Teniendo en cuenta lo anterior, las personas con retardo mental o con algún tipo de
discapacidad, inicialmente fueron “acogidas o recogidas” por una suerte de instituciones de índole
religioso u organizaciones voluntarias, con un carácter más proteccionista y asistencial que con un
objetivo educativo propiamente dicho, dándose lugar además, a la aparición de centros de educación
donde se homogenizaba a la población que concurría, sirviendo de catalizador social, excluyendo de
la sociedad a las personas consideradas débiles mentales, en razón no solo a sus condiciones
genéticas o hereditarias, sino, a las deprivaciones sociales a las que hubieran sido sometidas por
cuenta de su pertenencia a clases sociales menos favorecidas.
Es entonces, cuando se origina la Educación Especial, definida por Arnaiz, Berruezo, Illán
(1998, citados por Arnaiz, 2003), como “aquella que atiende a individuos con desarrollos anormales
o con carencias, limitaciones o detenciones en su proceso evolutivo” (p.33), teniendo como referente
que estas personas necesitan ayudas especiales para conseguir adaptarse a su entorno. Aquí, es
necesario identificar que la Educación Especial surge como un paliativo frente a las problemáticas
Rol del docente y padre de familia en la educación inclusiva
de orden social, presuntamente generadas por las personas “anormales”, predominando un enfoque
médico, generándose un sistema educativo paralelo al común, aislado y nuevamente marginado,
ampliándose la atención, bajo la mirada de la Educación Especial, a personas con problemas de
conducta, con trastornos del lenguaje e incluso a estudiantes que presentaban fracaso escolar.
Por otra parte, es importante mencionar, como lo afirma Verdugo (2003), que la Educación
Especial trajo consigo aspectos positivos como: la formación de profesionales especializados; la
formulación de programas especiales para la atención a las poblaciones con deficiencias o
discapacidades; la implementación de procedimientos especiales y la utilización de materiales
específicos y adecuados a las necesidades de los estudiantes.
No obstante lo anterior, el mismo autor sugiere que los centros de educación especial
presentaron dificultades, en tanto fueron entendidos, como lugares “depositarios” de los
estudiantes que no cumplían con la medida dada por la escuela común para estar en sus
instituciones de educación regular, es decir, quienes presentaban dificultades de
comportamiento, discapacidades, problemas de aprendizaje, inadaptación social y otras
dificultades, eran direccionados a los centros de educación especial marginándolos y
segregándolos de la sociedad.
apenas podían capacitarse y para los que se encontraban altamente retrasados, así mismo, se
comprueba que el C.I. no era estático, ya que podía mejorar si se tenían condiciones
ambientales adecuadas, con lo cual, se le confiere un lugar significativo al medio en el que
se desarrolla una persona con retraso mental.
Otra idea falsa es: “los servicios especiales están en contradicción con el principio de
normalización, que apoya el paso de las personas de las instituciones a la comunidad sin
apoyo” (p.97) resultando erróneo pensar, que las personas con deficiencia mental u otras
discapacidades no necesitan de apoyos especiales, cuando en efecto, estas poblaciones
deben contar con el apoyo profesional e institucional que requieran sus dificultades para
poder hacer un proceso de normalización adecuado.
Adicionalmente, surgió otra idea falsa, que sugería: “los deficientes mentales están
mejor con otros iguales que ellos, protegidos de los ataques de la comunidad” (p.97), esta
idea no solo es errónea, sino, discriminatoria, ya que no se está brindando la oportunidad a
las personas con deficiencias o discapacidades de explorar sus propios potenciales.
Con lo anterior, se establecen como referente frente a las deficiencias de los niños, no
solo sus condiciones naturales, sino, condiciones de aprendizaje propiamente dichas,
formulándose además, la importancia de identificar lo que el niño necesita aprender y de
qué manera va a ser mediado este aprendizaje, haciéndose relevante la interacción entre el
sujeto y el ambiente en el que se desarrolla, así como la respuesta que desde el sistema
educativo se le brinde para que pueda superar sus dificultades, aspectos que pretenderán ser
abordados por la integración educativa, propuesta que se da en el marco de la
normalización.
De igual manera, el proceso de integración ofrece una serie de niveles educativos que
van desde la integración completa, donde los estudiantes con discapacidad o NEE participan
en todas las actividades de la escuela regular y forman parte integral de ella, pasando por
niveles donde necesitan de algún tipo de apoyo especial y pueden o no asistir de manera
temporal a la escuela regular e interactuar en ciertas actividades con los estudiantes de aula
común, hasta el nivel donde el estudiante con discapacidad o NEE participa poco de los
procesos y actividades de la escuela regular a causa de sus dificultades o situaciones
particulares, siendo importante mencionar que, la integración apunta a que la mayoría de los
estudiantes consigan ubicarse en el primer nivel, consiguiendo una integración completa de
esta población a la escuela común.
A partir de lo anterior, surge una nueva propuesta en el campo educativo, que procura
responder de manera adecuada y oportuna a las necesidades de todos los estudiantes, bajo la
pretensión de anular de las prácticas escolares, cualquier tipo de exclusión y segregación de
la que pudieran ser objeto los niños en razón a sus condiciones o capacidades: la Educación
Inclusiva.
Como lo referencia Arnaiz (2003) a finales de los años 80’ y principio de los 90’,
surge el movimiento de la Inclusión, ubicándose en Australia, el Reino Unido, Nueva
Zelanda, Nueva Guinea y Norte América sus principales precursores; sin dejar de mencionar
a España que un poco después con Arnaiz, García Pastor y Ortiz se encuentra representada.
Dicho movimiento, hace una fuerte crítica a la integración, ya que ésta continúa focalizando
las dificultades del aprendizaje en las deficiencias de los estudiantes, desconociendo la
injerencia que sobre este aspecto, puede tener la organización de los centros educativos y las
prácticas educativas realizadas por ellos mismos.
Así, la inclusión surge como una propuesta que pretende entender la educación de
todos los niños y niñas como un derecho, fundamentado en el respeto a las diferencias
personales, y en la convivencia, entendiéndose entonces, la necesidad de plantear un modelo
educativo adecuado para todas las personas: la educación inclusiva, que en palabras de Lara
(2013) “es fundamentalmente un enfoque educativo que favorece el desarrollo integral del
individuo desde la articulación de dos elementos, el reconocimiento de la diversidad y el
mostrar que ese reconocimiento al contrario de dificultar, enriquece el proceso educativo”
(párr.18).
En resumen, la escuela inclusiva, por un lado, debe caracterizarse por acoger a todos
los niños, sin ningún tipo de discriminación, haciéndolos participes en el ambiente escolar
como miembros activos y no como simples espectadores de una situación educativa; y por
otro, debe propender por un cambio de mentalidad y de actitud frente a los niños con NEE.
Entendiendo que dichas necesidades educativas no son exclusivas de los niños y niñas con
discapacidad, sino que, todos los niños pueden presentar en un momento determinado algún
tipo de dificultad en su aprendizaje, sugiriendo incluso la posibilidad de no tener que hacer
este tipo de distinciones, ya que, de entenderse la escuela inclusiva en toda su magnitud, no
cabrían clasificaciones ni estandarizaciones de los sujetos participes en ella.
Como el proceso de trabajo articulado con la familia debe realizarse durante todo
el año, es necesario que se promuevan experiencias y actividades que incentiven su
vinculación al proceso pedagógico y educativo. Las familias hacen parte de la
comunidad educativa y por tanto son actores claves en la promoción de una educación
inclusiva para las personas con discapacidad.
El decreto menciona las siguientes estrategias a tener en cuenta para el trabajo con familias
1. La conformación de redes de familias inclusivas.
2. el aprovechamiento de la escuela de familias para fortalecer una comunidad
educativa cada vez más incluyente, que comprenda el derecho a la educación de
todos los niños y niñas, independientemente de sus condiciones y características
diversas, y favorezca el proceso de aprendizaje y la participación en los espacios
e instancias escolares para incidir en la toma de decisiones.
Rol del docente y padre de familia en la educación inclusiva
las características que conforman el perfil de un maestro que se considera adecuado para
atender a la diversidad del salón de clase y tomar ventaja de la riqueza que esta diversidad aporta
al ambiente de aprendizaje. Repetto, E. Veláz de Medrano. (1997) “hay que valorar los logros
de las investigaciones básicas y aplicadas en la orientación educativa entendida como
intervención psicopedagógica”.
Utiliza una gran diversidad de materiales manipulativos e interactivos además de, datos y
fuentes primarias. Presenta a los alumnos posibilidades reales y luego les ayuda a generar
abstracciones, logrando que el aprendizaje sea significativo.
Es flexible en el diseño de la clase, permite que los intereses y las respuestas de los
alumnos orienten el rumbo de las sesiones, determinen las estrategias de enseñanza y alteren el
contenido. Es importante mencionar que esta flexibilidad no se refiere a que el alumno decida
qué se hará o no en la clase. Más bien se enfoca en aprovechar los momentos en que los
estudiantes se muestran más receptivos para ciertos temas y así poder profundizar en ellos. Por
ejemplo, ante un ataque terrorista a algún país, muchos maestros retoman temas de solidaridad,
tolerancia, justicia, como contenidos principales en el curriculum de ciertas áreas como ciencias
sociales y ética.
Averigua cómo han comprendido sus alumnos los conceptos antes de compartir con ellos
su propia comprensión de los mismos. Si se les dan las respuestas, ellos ya nos las buscarán.
Digamos entonces que se pierden de ir construyendo su conocimiento. Si les damos el
conocimiento ya hecho, les estamos poniendo en las manos el último eslabón de un proceso de
pensamiento que sólo ellos pueden construir.
única en la que construye significados. El diálogo entre los estudiantes es la base del aprendizaje
colaborativo.
Busca que los alumnos elaboren sus respuestas iniciales. Las respuestas iniciales son un
motor que estimula a los alumnos a estructurar y reconceptualizar.
Involucra a los estudiantes en experiencias que pueden engendrar contradicciones a sus
hipótesis iniciales y luego estimula la discusión. De esta manera permite que los alumnos
aprendan de sus propios errores y reformulen sus perspectivas
Da "un tiempo de espera" después de hacer preguntas. Este tiempo permite a los alumnos
procesar la información y formular conceptos. Es importante respetar el ritmo de cada
alumno. Hay alumnos que no pueden responder de manera inmediata y si no los
esperamos, pasarán a ser sólo observadores puesto que no se les da el tiempo de buscar la
solución.
Provee tiempo para que los estudiantes construyan hipótesis y las comprueben, hagan
relaciones y creen metáforas. El maestro debe crear el ambiente de aprendizaje y permitir a
los estudiantes construir y descubrir… todo esto les lleva tiempo.
Alimenta la curiosidad natural de los estudiantes utilizando frecuentemente el modelo del
ciclo de aprendizaje. Dicho ciclo consta de tres fases: los estudiantes generan preguntas e
hipótesis, el maestro introduce el concepto y los alumnos aplican el concepto.
En los salones cuyos maestros cuentan con un perfil como el anterior, operan los siguientes
principios:
Los maestros buscan y valoran los puntos de vista de los estudiantes.
Las actividades del aula retan los conocimientos de los alumnos.
Los maestros proponen la resolución de problemas relevantes para los alumnos.
Los maestros planean sus clases en torno a grandes temas en los que los contenidos tienen
relación en lugar de presentar un currículo fragmentado.
Los maestros evalúan el aprendizaje en el contexto diario. La evaluación es parte de las
actividades diarias de la clase y no una actividad separada.
Rol del docente y padre de familia en la educación inclusiva
Esta nueva visión del rol del docente nos invita a replantear nuestra práctica y a convertir
nuestras aulas en espacios de interacción donde el aprender sea posible para todos.
En conclusión En la escuela existen ciertos indicadores que forman parte del aprendizaje
del niño, todos los actores que están en la escuela son responsables de la educación del niño, y
hay que establecer bien sus roles, aunque sea muy mínima la aportación, forman parte de una
imagen que lo orienta, desde la organización de la escuela hasta sus directivos.
También el trabajo del maestro no es solamente brindarles aprendizajes a los algunos, sino
crear un ambiente sano para ellos, tienen que pasar por situaciones de las cuales no fueron
notificados ni preparados para hacer pero forman parte de la labor del maestro y también tratar
de adaptarse al medio donde se desenvuelve la comunidad de la escuela.
La tarea educativa puede ser entendida como una responsabilidad de toda la comunidad
escolar: directivos, docentes, administrativos de la escuela, apoderados, e inclusive, la población
de la localidad.
Todos los niños y jóvenes, desde la enseñanza preescolar hasta la enseñanza media,
necesitan ayuda de sus familias para que les vaya bien en la escuela. Por su parte, los padres y
directivos tienen diversas maneras de involucrarse en la educación de los alumnos.
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