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J ctv47w6st 14
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Book Title: Historia y nación (actas del Congreso en homenaje a Josefina Zoraida
Vázquez)
Book Subtitle: I. Historia de la educación y enseñanza de la historia
Book Editor(s): Pilar Gonzalbo Aizpuru
Published by: El Colegio de Mexico
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Historia y nación (actas del Congreso en homenaje a Josefina Zoraida Vázquez)
SoLEi>An LoAEZA*
* El Colegio de México.
1 Véase Loaeza, 1996.
2 Adame, 1993, p. 214.
s El 31 de enero de 1997 el arzobispo de México, Norberto Rivera Carrera, dirigió un
documento al magisterio, a representantes de padres de familia y ministros religiosos en el que
subrayó el vínculo entre la Iglesia y la educación. También señaló los obstáculos que se oponen
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importante, sino urgente debido a que se dará, por así llamarla, 'una
competencia espiritual entre las distintas confesiones religiosas'. La educa-
ción religiosa[ ... ] será necesaria para preservarnos de ciertos fanatismos." 1 º
A pesar de su aparente dureza, la legislación anticlerical vigente hasta
1991 no impidió el desarrollo de las actividades de la Iglesia católica en
todos los niveles de enseñanza. 11 Por otra parte, la innegable presencia del
componente religioso en la cultura nacional sería una prueba en contrario
para quienes afirman que el laicismo obligatorio ha tenido efectos devasta-
dores sobre la religiosidad social mexicana. Asimismo, el éxito de las
sucesivas visitas del papa Juan Pablo 11 desmiente a quienes denuncian la
acción descatolizadora del Estado educador.
Lo anterior puede parecer sorprendente en vista de que la autoridad
que se atribuye al Estado en ese· ámbito, ha sido base de decisiones arbi-
trarias y blanco de los ataques de quienes defienden la libertad de enseñan-
za. Sin embargo, y por contradictorio que parezca, el intervencionismo
estatal en materia educativa se sustenta en la tradición liberal mexicana
-empapada del voluntarismo positivista que atribuía a la escuela un ex-
traordinario poder de transformación social. Esta orientación es el funda-
mento del Estado educador al menos en dos aspectos: por un lado, cuando
se propone inducir la laicización de la sociedad a través de la difusión y el
fomento de valores y símbolos distintos de los religiosos, y por otro, cuando
pretende liberar al individuo de las restricciones que le impone su medio.
Como se dijo antes, en los últimos treinta años el segundo aspecto se ha
impuesto al primero.
La historia de la segunda mitad del siglo xx mexicano ha demostrado
que la diferenciación de esferas de autoridad y la transformación de valo-
res que persiguen políticas secularizadoras, como las que adoptó el Estado
mexicano en el pasado, pueden apoyarse en cambios económicos y sociales
más amplios que escapan al control de cualquier autoridad. De tal suerte
que la Iglesia católica se ha visto obligada a ajustarse a ellos. La pluraliza-
ción de la sociedad y su acentuada heterogeneidad es uno de los cambios
que mayores dificultades plantea a la Iglesia católica, y una de sus expresio-
nes más patentes ha sido el crecimiento de otros credos que han ganado
terreno en México desde los años setenta. Entre 1970 y 1980 el número de
mexicanos protestantes aumentó de 876 879 a 2 201 609, y en ese mismo
periodo el número de mexicanos que declaraban no tener religión también
Aun cuando es cierto que uno de los objetivos constantes del Estado
educador fue en sus primeros tiempos la creación de una alternativa al
"monopolio católico sobre las conciencias", también es cierto que las
políticas con respecto a la Iglesia, salvo en momentos excepcionales, no han
dejado de reconocer la importancia de la religión como base de una comu-
nidad espiritual mexicana real y como un factor de cohesión social, con un
indudable valor político en términos de estabilidad. Tanto así que la
destrucción de la identidad católica per se nunca fue pensada seriamente
por los liberales, los positivistas del siglo xrx, o los anticlericales del xx, de
tal suerte que con ciertas excepciones puede afirmarse que dentro del
objetivo general de secularización, la diferenciación institucional fue prio-
ritaria frente al cambio de valores.
La determinación de transformar la sociedad a través de la educación
es anterior incluso a la Independencia, porque desde las reformas borbóni-
cas de finales del siglo xvm, se implantó en la conciencia de los "hombres
pensantes" la convicción de que para modernizar el país era necesario
sustituir la enseñanza dogmática que impartía la escuela dominada por la
Iglesia, por un espíritu de investigación y duda, conforme lo exigía el
progreso. 13
En los primeros años del liberalismo mexicano la Iglesia era considera-
da en primer lugar como un obstáculo para el progreso; el cual, para José
María Luis Mora, por ejemplo, era equivalente a: venta de bienes de manos
muertas, abolición de privilegios corporativos, difusión de la educación
pública, supresión de las órdenes monacales e introducción de las liberta-
des individuales. 14 Desde este punto de vista la secularización era una
diferenciación institucional entre el poder religioso y el poder civil, que
garantizaba la libertad.
15 Para una discusión de los diferentes niveles de laicidad, véase Bauberot, 1989, pp.
93-103.
lli Reyes Heroles, 1985, p. 321.
17 Ehler y Morrall, 1954, pp. 281-285.
Pero los gobernantes del Estado no han de ir más lejos: aquí la naturaleza les
exige detenerse. La autoridad paterna no puede ser abolida ni absorbida por
el Estado; pues tiene el mismo origen que la vida humana misma. "El niño
pertenece a su padre", y es como si fuera la continuación de la personalidad de
su padre; y hablando en términos estrictos, el niño ocupa su lugar en la socie-
dad civil, no por derecho propio, sino en su calidad de miembro en la familia
en la que nace [... ] De manera que cuando los socialistas hacen a un lado al
padre de familia e introducen la supervisión del Estado, actúan en contra de la
justicia natural y rompen en mil pedazos la estabilidad de toda vida familiar. 27
27 "Pope Leo XIII: Encyclical R.erum Novarum on the condition of the 'working classes'may
15 1891 ",en Ehler y Morral (eds.), 1954, p. 330.
28 Citado en Zea, 1985, pp. 79-80.
29 Citado en Moreno y Kalb, 1981, p. 57.
30 Ulloa Ortiz, 1976, p. 108.
31 ldem.
[... ] no es lícito quitar a los individuos lo que ellos pueden realizar con sus
propias fuerzas[ ... ] Y [esto] es juntamente un grave daño y un transtomo del
recto orden de la sociedad; porque el objeto natural de cualquier intervención
de la sociedad misma es el de ayudar de manera supletoria a los miembros del
orden social, y no el de destruirlos y absorberlos. 33
del Estado en materia educativa, dado que, como se analizó antes, además de
abrir brecha al progreso y de sentar las bases de una comunidad nacional,
la acción educativa del Estado parecía el único medio civilizado posible
para rescatar al individuo, primero del control de la Iglesia, y luego de la
desigualdad social.
Desde el fin del sexenio cardenista en 1940, el Estado posrevoluciona-
rio limitó su compromiso de luchar contra la desigualdad al garantizar la
igualdad de oportunidades, a través de la expansión del sistema educativo.
De hecho, puede pensarse que esta política contribuyó de manera muy
importante a la movilidad social que se registró durante el periodo de
crecimiento económico. Puede entonces afirmarse que el Estado educador
cumplió con ese cometido original de redimir al individuo de su medio, y
aunque no logró sustraer del todo a la escuela de las desigualdades sociales,
no cabe duda de que ha sido un amortiguador central de los conflictos
entre las clases, precisamente porque pese a todo sigue siendo una vía
limitada de democratización. Resulta difícil pensar que de haber cumplido
una función meramente marginal o supletoria hubiera podido responder
de manera más eficiente a su compromiso con la igualdad.
La propuesta de que la familia sea la responsable original de la
educación, contraviene ese objetivo de la política educativa y convierte
a la escuela en un mecanismo de reproducción social porque la introduce
de lleno en la estructura de clases. En ese caso se desvanecería el esquema
liberal y moderado del cambio social, que se entiende sólo como la suma
de muchas liberaciones individuales.
Por otro lado, es posible que los planteamientos educativos de la Iglesia
posconciliar -en términos de mayor tolerancia al pluralismo- sugieran
permeabilidad a los cambios de la época, pero no hay que perder de vista
que el comportamiento de la Iglesia católica en México también está determi-
.nado por su apreciación del contexto en el que actúa.
En su última visita a México, el PapaJuan Pablo 11 afirmó que en México:
situación semejante venciendo su propia naturaleza, negando su natural modo de ser en que
había sido formado en cuatro siglos de colonización hispana[ ... ]" Zea, 1963, p. 21.
SS Juan Pablo 11, 1990, p. 34.
37 Idem.
38 Antes de ocupar el cargo público de secreta1io estatal de Educación en Guanajuato,
Fernando Rivern Barroso se había dedicado exclusivamente a la educación privada. Fue asesor
de la Confederación Nacional de Escuelas Particulares y de Asociaciones de Padres de Familia,
coordinador de la Comisión de Instituciones Privadas para el estudio del Proyecto de la Ley
General de Educación del Comité Coordinador de la Educación Privada, y muchas otras
actividades todas orientadas hacia la defensa de la escuela privada. Esta experiencia forzosa-
mente condiciona su visión de la educación pública gunajuatense.
39 El secretario de educación de Jalisco es Efraín González Morfín, quien hasta 1978 fue
dirigente distinguido del PAN, conocido sobre todo como profesor de filosofía y profundo
conocedor de la doctrina social de la Iglesia.
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