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‘Traduccién de Horacio Pons MICHEL FOUCAULT _ NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA Curso en el Collége de France (1978-1979) Edicién establecida por Michel Senellart, bajo la direceién de Frangois Ewald y Alessandro Fontana c. f Est LF Fonpo bE CuLtura ECONOMICA MEXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - Espanta, ESTADOS UNIDOS DE AMERICA - PERU - VENEZUELA Primera edicién en francés, 2004 Primera edicién en espatiol, 2007 Foucault, Michel Nacimienco de la biopolitica : curso en el Collage de France : 1978-1979 - 1a ed. - Buenos Aires : Fondo de Cultura Econémica, 2007 401 p. 5 23x16 cm. (Obras de saciologta) Traducide por: Horacio Pons ISBN 978-950-557-715-6 1, Sociologfa Politica. 2. Biopolitica. 1, Horacio Pons, trad. TI. Titulo CDD 306.2 Titulo original: Naissance de la biopolitique, Cours au Collage de France (1978-1979) 2-02-032401-6 jimard, 2004 © SeuillG: D.R. © 2007, FONDO DE CULTURA ECONOMICA DE ARGENTINA, S.A. El Salvador 5665 / 1414 Buenos Aires fondo@fce.com.ar / www,fce.com.ar Av. Picacho Ajusco 227; 14200 México DE. ISBN: 978-950-557-715-6 Forocopiat libros esté penado por la ley. Prohibide su reproduccién total o parcial por cualquier medio de impresién 0 digiral, en forma idéntica, extractada 0 modificada, en castellano 0 en cusiquiet otro idioma, sin autorizacién expresa de la editorial. TMPRESO EN ARGENTINA - PRivTED IN ARGENTINA Hecho el depésito que marca la ley 11.723 PROHIBIDA SU VENTA BN ESPANA ADVERTENCIA Michel Foucault dicté clases en el Collage de France desde enero de 1971 hasta su muerte, en junio de 1984, a excepcién del afio 1977, cuando disfruté de un afio sabitico. El nombre de su cécedra era “Historia de los sistemas de pensa- miento”. Esta cavedra fue creada el 30 de noviembre de 1969, segiin una propucsta de Jules Vuillemin, por la asamblea general de profesores del Collage de France, en reemplazo de la citedra de “Historia del pensamiento filoséfico”, que diti- gid Jean Hyppolite hasta su muerte. El 12 de abril de 1970, la misina asam- blea eligié a Michel Foucault, que por entonces tenfa 43 afios, como titular de la nueva cétedia.! Foucault dicts Ja leccién inaugural el 2 de diciembre de 1970.2 La ensefianza en el Collage de France obedece a reglas particularcs. Los profe- sores tienen la obligacién de dictar 26 horas de cétedra por afio (Ia mitad, como méximo, puede adoptar la forma de sethinarios).> Cada affo deben exponer una investigacién original, lo cual les exige una renovacién constante del con- tenido de su énsefianza, La asistencia alos cursos y semninatios es completamen- te libre; no requiere ni inseripcién ni titulo alguno. El profesor tampoco los ' Foucault habla concluido con esca férmula un optisculo redaetado en apoyo de su candi datura: “Habria que emprender la historia de los sisternas de pensamiento” (“Titres et tra- vaux", en Dits et Eerin, 1954-1988, 4 vols. ed. de Daniel Defert y Frangois Ewald con la cola- boracin de Jacques Lagrange, Patis, Gallimard, 1994; véase vol. 1. p. 846). * Seta publicada en mayo de 1971 por la editorial Gallimard, con el titulo de L’Ondre di discours (tead. esp.; El orden del discurse, Barcelona, ‘Tusquets, 1987], Lo que Michel Foucaulc hizo hasta principios de la década de 1980. 8 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA entrega.’ En la jerga del Collége de France se dice que los profesores no tie~ nen alumnos sino oyentes. Los cursos de Michel Foucault se realizaban todos los miércoles, desde prin cipios de enero hasta fines de marzo. La concurrencia, muy numerosa y com- puesta por estudiantes, docentes, investigadores y simples curiosos, muchos de ellos extranjeros, ocupaba dos anfiteatros del Collage de France. Foucault se quejé con frecuencia de la distancia que solia haber entre él y su “piblico” y de los escasos intercambios que la forma del curso hacia posibles.* Sofiaba con un seminario que fuera el Ambito de un verdadero trabajo colectivo. Traté de conseguirlo de diversas maneras. Los tilrimos afios, a Ja salida del curso, dedi- caba bastante tiempo a responder a las preguntas de los oyentes. En 1975, asf retracaba el periodista Gérard Petitjean, de Le Nouvel Observateur, la atmésfera reinante en esos Cursos: ‘Cuando Foucault entra en el anfireatro, répido, precipitado; como alguien que fuera a arrojarse al agua, se abre paso entre fos cuerpos para llegar a su silla, apacta los grabadores para colocar sus papeles, se saca la chaqueta, enciende una mpara y arranca, a cien por hora. Una vor fuerte, eficaz, reproducida por los altoparlantes, dinica concesi6n al modernismo en una sala apenas ilu- minada por Ja luz que se eleva de unos pilones de estuco. Hay trescientos lugares y quinientas personas apifiadas, que ocupan hasta el mas m{nimo- espacio libre. [...] Ningtin efecto de oratoria. Es impido y tremendamente efi- caz, Sin Ia menor concesién a la improvisacién. Foucauk tiene doce horas para explicar, en un curso pablico, el sentido de su investigacién durante el ato que acaba de terminar, Enconces, se cifie al méximo y llena los mérgenes como esos corresponsales que todavia tienen demasiado que decir una ver que lle- ganal final dela hoja, A las 19:15 se detiene. Los estudiantes se abalanzan sobre su escritorio. No para hablarle, sino para apagar los grabadores. No hay pre- _ guntag En cl tropel, Foucaule esta solo. + En el marco del College de France. + En 1976, con la esperanza -vana~ de que la concurrencia disminuyera, Michel Foucaulc cambié el horario del curso, que pasé de las 17:45 a las 9 de la mafiana, Véase el comienzo de la primera clase (7 de enero de 1976) de “I faus défendre la socitré." Cours au College de France, 1975-1976, ed, de Mauro Bertani y Alessandro Fortana, bajo la direccin de Frangois Ewald y Alessandro Fontana, Purl Gallimard/Seui, col. Hautes Eudes, 1997 [tead, esp.: Defender la socie- dad, Curso en el College de France (1975-1976), Buenos Aires, Fondo de Cultura Econémica, 2000}. ADVERTENCIA 9 Y Foucault comenta: Seria conveniente poder discutit lo que he expuesto. A vects, cuando la clase no fue bucna, bastarfa con poca cosa, una pregunta, para volver a poner todo en su lugar. Pero ¢sa pregunta stunca se plantea, En Francia, el efecto de grupo hace imposible cualquier discusién teal. ¥ como no hay'un canal de retorno, el curso se teacraliza, Tengo una relacién de actor o de acrébara con las perso- nas presentes. Y cuando termino de hablar, una sensacién de soledad rotal.® Michel Foucault abordaba su ensefianza como un investigador: exploraciones para un libro futuro y también desciframiento de campos de problematizacion, que solfan formularse mis bien como una invitacién lanzada 4 eventuales inves- tigadores. Por eso los cursos.en el-Collége de Erance no duplican los libros publicados. No son su esbo2o, aunque haya temas comunes entre unos y otros. Tienen su propio estatus, Suponen un régimen discursivo especifico en el conjunto de Jos “actos filoséficos” efectuados por Michel Foucault. En ellos, éste despliega muy particularmente el programa de una genealogia de las rela- ciones saber/poder en funcién del cual, a partir de principios de la década de 1970, pensard su trabajo, en oposicién al programa de una arqueologia de las formaciones discursivas hasta entonces predominance.” - -+ Los cursos también tenfan una funcién en Ia actualidad del momento. El oyente que participaba en ellos no’se sentfa Gnicamente cautivado por el relato que se construfa semana tras semana, no sélo era seducido por el rigor de la expo- sicin, también encontraba en ella una dilucidacién del presente. El arte de Michel Foucault consistia en abordar en diagonal la actualidad a través de la historia. Podia hablar de Nietzsche o de Aristételes, de la pericia psiquidtrica en el siglo xt 0 de la pastoral cristiana: el oyente siempre extraia de esos temas una luz sobre el presente y los acontecimiencos de los que era contemporineo. El poder propio de Michel Foucault en sus cursos obedecia a ese sutil cruce entre una erudicién sabia, un compromiso personal y un trabajo sobre el acontecimiento. § Gérakd Peritjean, “Les Grands Prétres de l'université frangaise”, en Le Nouvel Observateur, 7 de abril de 1975 7 Vase en particular Michel Foucault, “Nietzsche, la généalogic, histoire”, en Dits et Eevits, op. cit, Wol. 2, p. 137 {urad. esp.: Nietasche, la geneatogia, la historia, Valencia, Pre-Textos, 1988}. 10 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA La década de 1970 presencié el desarrollo y el perfeccionamicnto de los gra- badores de casetes, y el esctitorio de Foucault pronto se vio invadido por ellos. De tal modo, los cursos (y algunos seminarios) pudieron conservarse. Esta edicién toma como referencia la palabra pronunciada puiblicamente por Michel Foucault, De ella oftece la transcripcién mas literal posible.® Habriamos deseado poder publicarla sin modificaciones. Pero el paso de Lo oral alo escrito impone una intervencién del editor: como minima, es preciso intro ducir una puntuacién y recortar.los parrafos. El principio consistié siempre en mantenerse lo mas cerca posible del curso efectivamente dictado. Cuando parecié indispensable, se suptimicron las reiteraciones y las repe- ticiones; se restablecieron las frases interrumpidas y se rectificaron las cons- trucciones incorrectas, Los puntos suspensivos indican que la grabaciéa es inaudible. Cuando la frase es oscura, figura entre corchetes una integracién canjetural o un agregado. Un asterisco a pie de pagina indica las variantes significativas de las notas utilizadas por Miche! Foucault con respecto a lo dicho. Sé verificaron las citas y se sefialaron las referencias de los textos utilizados. El aparato ctffico se limita a dilucidar los puntos oscuros, explicitar ciertas alusiones y precisar los puntos criticos. Para facilitar la lectura, cada clase esté precedida por un breve sumatio que indica sus principales articulaciones. Sigue al texto del curso el resumen publicado en cl Annuaire du Collage de France. En general, Michel Foucault lo redactaba en junio, vale decir, un tiempo después de la finalizacién del curso. Solfa aprovecharlo para porier de relieve, retrospectivamente, su intencién y sus objetives. El resumen constituye su mejor presentacién. : Cada volumen termina con una ponde a su edito: ituacién” cuya responsabilidad corres- e trata de brindar al lector elementos contextuales de orden biogrético, ideolégico y polftico; reubicar el curso en la obra publicada y dar indicaciones concernientes a su lugar dentro del corpus utilizado, a fin * Se utilizaron en particular las grabaciones realizadas por Gérard Burler y Jacques Lagrange, guardadas en el Collége de France y el Institut Mémoires de Pédition contemporaine (IMEC). ADVERTENCIA il t de facilitar su comprensién y evitar los contrasentides que podria suscitar el olvido de las circunstancias en que cada uno de los cursos se elabord y dicts. Nacimiento de la biopolitica, curso dictado en 1979, fue una obra editada por Michel Senellart, Con esta edicién de los cursos del Collage de France se publica un nuevo tramo de “la obra” de Michel Foucault. En sentido propio, no se trata de trabajos inéditos, porque esta edicién reproduce la palabra pronunctada pablicamente por Foucault, con exclusién del soporte escrito que utilizaba y que podia scr muy elaborado. Daniel Defert, que posee esas notas, permitié alos editores consultarlas. Le estamos muy agra- decidos. Esta edicién de los cursos en el Collége de France ha sido autotizada por los herederos de Michel Foucault, que desearon con ello satisfacer la muy intensa demanda de que eran objeto, tanto en Francia como en el extranjero. Y esto en indiscutibles condiciones de scricdad, Los edicores han procurado estar a Ja altura de la confianza que depositaron en ellos. FRANGOIS EWALD y ALESSANDRO FONTANA Curso Ciclo lectivo 1978-1979 Clase del 10 de enero de 1979 Cuestiones de método — Suponer que los universales no existen — Resumen del curso del atio precedente: el objetivo limitada del gobierno de la razin de Estado (politica exterior) y el objetivo ili- mitado del Estado de policta (politica interior) — El derecho como principio de limitaci6n externa de la razén de Estado. Perspectiva del curso de este aito: la economia politica como principio de limi- tacién interna de la razdn gubernamental—Apuesia general de esta investigacién: el acoplamiento serie de practicas-régimen de ver- dad y sus efectos de inscripcién en lo real — ;Qué es el liberalismo? (DeBEN CONOCER! la cita de Preiid: ‘Acheronta movebo’.! Pues bien, quertfa poner el curso de este afio bajo cl signo de otra cita no tan conocida y perteneciente a " Cita de Virgilio, Bneida, vl, 312, que encabera la Tiaumdentung (1900) de Sigmund Freud, Leipzig, Deutike, 1911 (cead. fr.: LInterprésation des réves, trad, de 1. Meyerson, rev. por D. Berger, Parls, PUF, 1971, p. 1) [trad esp.: La interpretacin de los suefios, en Obras com- pletas, vols. 4 y 5, Buenos Aires, Amorrortu, 1979], y se reitera en el cuerpo del texto (ibid, P- 516): “Flectere si negueo Superos, Acheronta movebo" ("Si no puedo doblegar a los dioses supremos, moveré el Aqueronte”). Michel Foucault ya cita estas palabras, sin referencia expli- cita a Freud, en La Volonté de savoir, Paris, Gallimard, col. Bibliothéque des histoires, 1976, p. 103 (trad. esp.: Historia de la sexwalidad, vol, 1: La voluntad de saber, México, Siglo x21, 1985]: “De hecho, esta cuestiéu, tantas veces reiterada en nuestra épca {acerca del sexo], slo es la forma reciente de una afirmacién considerable y una prescripcisn seculat: alld esté la verdad; id aahl a sorprenderta. Acheronta moveber vieja decisién”, Antes de Freud, la cita ya era muy apre- ciada por Bismarck, que la utiliza en varias oportunidades en sus Pensamientos y recuerdos (véase Carl Schmite, Théorie du partisan, trad. de M.-L. Steinhauser, Paris, Calmann-Lévy, 1972, p. 253; ed. orig: Theorie des Partisanen, Berlin, Duncker & Humblor, 1963) [trad. esp. Teorla del partisano, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1966). 15 16 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA alguien también poco conocido, al menos en cierto modo. Me refiero a un hombre de Estado inglés, Walpole,? que decia lo siguiente acerca de su pro- pia manera de gobernar: “Quieta non movere’,> “No hay que tocar lo que est tranquilo”. En cierto sentido, es lo contrario de Freud. Entonces, este aio me gustaria continuar de alguna manera con lo que empecé a comentarles el afio pasado, es decir, rrazar la historia de lo que podrlamos llamar el arte degobernar. Recordarén que incerpreté esta expresién, “arte de goberna”, en un sentido muy sescringido, pues utilicé la palabra misma “gobernar” dejando de lado las mil mancras, modalidades y posibilidades que existen de guiar a los hombres, dirigir su conducta, constrefiir sus acciones y reaccio- hes, etc. Hice a un lado, entonces, codo lo que suele entenderse y se enten- di6é durante mucho tiempo como el gobierno de los nifios, el gobierno de ? Robert Walpole, primer conde de Oxford (1676-1743), lider del partido whig, que ejercis tes funciones de primer ministro (Fame Lord ofthe Tearury and Chancellor ofthe Exchequer) de 1720 a 1742; gobeiné con pragmatismo y se valié de la corrupeién parlamentaria con el fin de preservar la cranquilidad politica, » Vease ta precisién hecha mas adelante por Michel Foucault p. 37: “Decia eso, creo, hacia 1740”. La férrula es conocida por haber sido la divisa de Walpole, como lo testimonian diver- S08 escritos de su hijo, Horace; véase por ejemplo Letters, Londres-Nueva York, Lawrence and Bullen, G. Pe Putnam, 1903, ¢. vit, p. 121. Véase Leslie Stephen, History of English Thought in the Eighteenth Century, Londres, Smith 8 Elder, 1902; red. Brisco, Thoemmes Antiquaian Boos, 1991, t,t p. 168, Tomada de Salustio, De conjuratione Catilina, 21,1: Posequarm acce- ere ea homines, quibus mala abunde monia erant, sed neque res neque spes bona ulla, tametsi ills quieta movere magna merces videbatur" (“El mal lo habia invadido todo en los hombres que acababan de escuchar ese discurso y nada bueno podian encontsat en el presente ni expe- rar del porvenir, aunque es cierto que para ellos ya era una hermosa recompensa perturbar la ‘az pliblia”); rad. fr: Conjuration de Catilina, wad. de F. Richard, Parts, Gatniet-Flammarion, 1968, p. 43 (trad. esp.: Conjuniciém de Catibina, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Glentifieas, 1991), La femal ilustea una norma inherence sl Common Lawy conocida con el nombre de regla del precedence, segin Ia cual, en materia judicial, hay que atenerse a lo que se ha decidido y no modificar fo existente (“stare decisis"y “quieta non movere’), También la cica Friedrich A. Hayek, The Constitution of Libersy, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1960; reed. 1976, p. 410: “Though quieta non movere may at times be a wise maxim for the states man, ic cannot satisly the political philosopher" (Aunque en acasiones quicta non mavere sea tal vex. una méxima prudente para el estadista, no puede satisfacer al filésofo politicol (erad. La Constitution de la liberté cad. de R, Audouin y J, Garello, Paris, Lice, col. Liberatia, 1994, . 406) [tead. esp.: Los fmdamentos de la libertad, Madrid, Unién Editorial, 1991) CLASE DEL 10 DE ENERO DE 1979 7 las familias, el gobierno de una casa, el gobierno de las alntas, el gobierno de las comunidades, etc. ¥ no tomé en consideracién, y tampoco lo haré este afio, més que cl gobierno de los hombres, en la medida -y sélo en la medida— en que se presenta como ejercicio de la soberanta politica. “Gobierno”, pues, en sentido restringido, pero también “arte”, “arte de gobernar” en sentido restringido, porque con esta expresin yo no entendia la manera en que efectivamente los gobetnantes gobernaron, No estudié ni quiero estudiar la practica gubernamental real, tal como se desarrollé determinando aqui y alld la situacién por tratar, los problemas planteados, las técticas élegi- das, los instrumentos utilizados, forjados 0 remodelados, etc. Quise estudiar el arte de gobernar, es decir, la manera meditada de hacer el mejor gobierno y también, y al mismo tiempo, la reflexién sobre la mejor manera posible de gobernar. Traté, entonces, de aprehender la instancia de la reflexién en la Practica de gobierno y sobre la préctica de gobierno. En cierto sentido, si se quiere, mi precensién fue estudiar Ja conciencia de si del gobierno, aunque esta expresién, “conciencia de si”, me molesta y no voy a utilizarla, porque me gustarfa mds decir que lo que traté de captar, y querrfa captar también este ao, “es la manera como, dentro y fnera del gobierno y, en todo caso, en Ia mayor concigitidad posible con la préctica gubernamental, se intents conceptualizar esa prictica consistente en gobernar. Querria determinar de qué modo se establecié el dominio de la prictica del gobierno, sus diferentes objetos, sus reglas generales, sus objetivos de conjunto para gobernar de la mejor manera posible. En suma, es el estudio de la racionalizacin de la préctica guberna- mental en el ejercicio de la soberanfa politica. Esto implica inmediatamente cierta eleccién de mérodo, sobte lo que tra- taré en algin momento de extenderme un poco més, pero ahora querria indi- carles que la decisién de hablar o partir de la préctica gubernamental es, desde Juego, una manera muy explicita de dejar de lado como objeto primero, pri- mitivo, ya dado, una serie de nociones como, por ejemplo, el soberano, la sobe- Fania, el pueblo, Jos sujetos, el Estado, la sociedad civil: todos esos universales que ¢l andlisis sociolégico, asi como el analisis histdrico y el anilisis de la flo- sofia politica, utilizan para explicar en concreto la practica gubernamental, Por imi parte, me gustarfa hacer justamente lo contrario, es deci, partir de esa pric- tica tal como se presenta, pero, al mismo tiempo, tal como se refleja y se racionaliza para ver, sobre esa base, cémo pueden constituirse en los hechos 18 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA unas cuantas cosas sobre cuyo estatus habrd que interrogarse, por supuesto, y que son el Estado y la sociedad, el soberano y los stibditos, etc. En otras pala- bras, en vez. de partir de los universales para deducir de ellos unos fenémenos éoncretos, o en lugar de partir de esos universales como grilla de inteligibili- dad obligatoria para una serie de pricticas concretas, me gustarfa comenzar por estas iltimas y, de algtin modo, pasar los universales por la grilla de esas pric- cicas. No se trata aqui de lo que podrfamos calificar de reduccién historicista; zen qué consistisla ésta? Pues bien, precisamente en partir de esos universales tal como se presentan y ver cémo la histdtia los modula, los modifica o esta- blece en definitiva su falta de validez. El historicismo parte de lo universal y lo pasa en cierto mode por el rallador de la historia. Mi problema cs lo inverso. Parto de la decision, a la vez teérica y métodolégica, que consiste en decir: supongamos que los universales no existen; y planteo en este momento la pregunta a la historia y los historiadores: emo pueden escribir historia si no admiten a priori Ia existencia de algo como el Estado, la sociedad, el sobe- rano, los sUbditos? Es la misma pregunta que yo hacia cuando decia, no esto: “Existe la locura? Voy a examinar si la historia me da, me remite a algo como Ja locura. No, no me remite a nada parecido a la locura; por lo tanto, la locura no existe”. De hecho, el razonamiento, el método no eran ésos. El método con- sistia en decit-stupongamos que la locura no existe. (Cul es entonces la his- toria que podemos hacer de esos difererites acontecimientos, esas diferentes practicas que, en apariencia, se ajustah a csa cosa supuesta que es la locura?* Véase Paul Veyne, “Foucault révolucionne l'histoire", ea Comment on derit Ubitoive, Paris, Seuil, col. Points Histoire, 1979, pp. 227-230 trad. esp.: “Foucault revoluciona la historia”, en Como se excribe la historia, Madrid, Alianza, 1994), sobre ese nominalismo metodolégico, con referencia a la férmula “la locura no existe”. Como el texto de Veyne data de 1978, Foucault parece seguir aqui el didlogo con ef autor de Le Pain et le Cirque, a quien tindié homenaje en el curso del afio anterior (véase Michel Foucault, Sécurité, eerritoire, population. Cours ax Collage de France, 1977-1978, ed. de Michel Senellact, Parts, Gallimard/Scuil, col, Hautes Exu- des, 2004, clase del 8 de marzo de 1978, p. 245 [trad. esp.: Seguridad, teritori, poblacién. Curso enel Collige de France (1977-1978), Buenos Aires, Fondo de Cultura Econémica, 2006)). Véanse ya las observaciones de Michel Foucaule sobre este mismo coma en Ja clase del 8 de febrero de 1978, p. 122. La critica de los universales encuentra una teafiemacién en el articulo “Foucaul”, aparecido, con el seudbnimo de Maurice Florence, en Denis Huisman (dit), Dictionnaire des philosophes, Patis, PUP, 1984; véase Michel Foucault, Dies e éerits, 1954-1988, 4 vols., ed, de CLASE DEL 10 DE ENERO DE 1979 9 Lo que quertfa introducir aquif es, en consecuencia, exactamente lo inverso del historicismo. No interrogar los universales utilizando la historia como método critico, sino partir de la decision de la inexistencia de los universales para preguintar qué historia puede hacerse. Mds adelante volveré a esto con mayor detalle.> El ao pasado, como recordarin, traté de estudiar uno de esos episodios importantes, me parece, en la historia del gobierno. El episodio, a grandes ras- gos, era el de la aparicién y el establecimiento de lo que en la época se llamal razén de Estado, en un sentido infinitamente mis fuerte, mAs estricto, mis rigu- roso y también mds amplio que el atribuido mas adelante a esa nocién.® Yo habia intentado identificar el surgimiento de cierto tipo de racionalidad en la préc- tica gubernamental, cierto tipo de racionalidad que permitirla ajustar la manera de gobernaraalgo denominado Estado y que, con respecto a esa préctica guber- namental y al cAlculo de ésta, cumple el papel de un dato, pucs s6lo se gobierna un Estado que se da como ya presente, sélo se gobicrna en el marco de un Estado, ¢5 cierto, pero éste es al mismo tiempo un objetivo por construir. El Estado es a la ver lo que existe y lo que ain no existe en grado suficiente. Y la razén de Estado es justamente una prictica 0, mejor, la racionalizacién de una préctica que va a situarse entre un Estado presentado como dato y un Estado presen tado como algo por construir y levantar. El arte de gobernar debe fijar,enton- ces suis reglas y racionalizar sus maneras de obras, proponiéndose en cierto modo como objetivo transformar cn ser el deber ser del Estado. El deber hacer del gobierno tiene que idemtficarse con el deber ser del Estado. Este tiltimo tal como estd dado, la ratio gubernamental, permitird, de una manera deliberada, razo- nada, calculada, hacerlo Hegar a su punto méximo de ser. Qué es gobernar? Gobernar, segtin el principio de la razén de Estado, es actuar de tal modo que el Estado pueda llegar a ser sdlido y permanente, pueda llegar a ser tico, pueda llegar a ser fuerte frente a todo lo que amenaza con destruirlo. Daniel Defert y Frangois Ewald con la colaboracién de Jacques Lagrange, Parls, Gallimard, 1994 en lo sucesivo, DE con referencia 2 esta edicién), vol. 4, nim. 345, p. 634: la primera elecci6n de métoda implicada por “la cuestién de las relaciones entre sujeto y verdad” consistla en “un escepricismo sistemitico con respecto a todos los universales antropoldgicos”. ? Michel Foucault no vuelve a tocar el tema en las siguientes clases del curs. © Véase Michel Foucault, Sécurité, territoire..., op. cit, clases del 8, del 15 y del 22 de marzo de 1978, 20 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA Dos palabras, entonces, sobre lo que traté de decir el afio pasado, para resumnir un poco ese curso. Quertfa insistir en dos o tres puntos Primi@¥@, como recordardn, lo que caracteriza esta nueva racionalidad gubernariental llamada razén de Estado que, en general, se habfa constituido durante el siglo XVI es que el Estado se define y recorta como una realidad a la vez especifica y auté- noma, o al menos relativamente auténoma. Es decir que del Bse gobernante debe respetar las leyes divinas, morales y naturales, y otras rantas leyes que no son homogéneas ni intrinsecas al Estado, Pero asf como debe respetar esas leyes, el gobernante tiene que hacer algo muy distinco a asegurar Ja salvacién de sus stib- ditos en el més alld, cuando lo habitual en la Edad Media era defini al sobe- rano como alguien que debla ayudar a sus’stibditos a alcanzar esa salvacién ultraterrena. En lo sucesivo, el gobernante del Estado ya no tiene que preocu- parse por la salvacién de sus stibditos en el mds alld, al menos de manera ditecea. Tampoco tiene que desplegar una benevolencia paterna con sus subditos ni establecer entte ellos relaciones de padre a hijos, aunque en el Medioevo el rol pacernal del soberano siempre era muy pronunciado y marcado. En otras palabras, el Estado no es ni una casa, ni una iglesia, ni un imperio. El Estado es una realidad espectfica y discontinua. Sélo existe para s{y en relacién consi- go, cualquiera sea el sistema de obediencia que deba a otvos sistemas como la naturaleza o Dios. El Estado sélo existe por y pata si mismo y en plural, es decir que no debe, en un horizonte histérico mas 0 menos préximo o distante, fan- dirse con o someterse a algo semejance a una estructura imperial que sea, de alguna manera, una teofania de Dios en el mundo, una teofania que con- duzca a los hombres, en una humanidad finalmente reunida, hasta el borde del fin del mundo. No hay, por lo tanto, integracién del Estado a impeti, Estado sélo existe como Estados, en plural, (Gopecificidad y phitalidad del Estado. Por otra parte, traté de mostrarles que esa especificidad plural del Estado se habfa encarnado en una serie de mane- ras precisas de gobernar y, a a vez, en instituciones corrclativas a ellas, Primero, por el lado econdmico, estaba el mercantilismo, vale decir, una forma de gobierno. E] mercantilismo no es una dectrina econémica, es mucho més y muy distinto de una doctrina econémica, Es una organizacién deerminada de la produccién y los citcuiros comerciales de acuerdo con el principio de que, : \ | | CLASE DEi, 10 DE ENERO DE 1979 21 en primer lugar, el Estado debe enriquecerse mediante fa acumulacién mone- taria; segundo, debe fortalecerse por el crecimiento de la poblaciéns y tercero, debe escar y mantenerse en una situacién de competencia permanente con las potencias extranjeras. Hasta aqui el mercantilismo, De acuerdo con la razén de Estado, la segunda manera de que el gol smo se organice y cobre cuerpo cn una practica es la gestién interna, es decir, lo que en la época se denomi- naba policfa, la reglamentacisn indefinida del pafs segtin el modelo de una orga- nizacién urbana apretada. Tercero y tiltimo, constitucién de un ejército per- manentey de una diplomacia tambign permanente. Organizacién, si se quiere, de un aparato diplomético militar permanente, cuyo objetivo es mantener la pluralidad de los Estados al margen de cualquier abisorcién imperial, y hacerlo de tal manera que entre ellos pueda alcanzarse cierto equilibrio, sin que, en defi- nitiva, sean viables las unificaciones de tipo imperial a través de Europa. Entonces, mercantilismo por un lado, Estado de policfa por otro, balanza europea: todo esto constituyé el cuerpo concreto de ese nuevo arte de gober- nar que se ajustaba al principio de la razén de Estado. Son tres manetas —soli- darias entre si, ademés— {de} gobernar de acuerdo con una racionalidad cuyo principio y ambiro de aplicacién es el Estado. Y en ese aspecto traté de mos- trarles que cl Estado, lejos de ser una suerte de dato histérico natural que se desarrolla por su propio dinamismo como un “monstruo frfo”” cuya simiente habria sido lanzada en un momento dado en fa historia y que poco a poco la roerfa -el Estado no es eso, no es un monstruo fifo-, es el correlato de una manera determinada de gobernar. Y el problema consiste en saber cémo se desarrotla esa manera de gobernar, cudl es su historia, cémo conquista, cémo se encoge, cémo se extiende a tal o cual dominio, cémo inventa, forma, desa- rrolla ‘nuevas practicas; ése es el problema, y no hacer de[l Estado],” sobre el escenario de un guifiol, una especie de gendarme que venga a aporrear a los diferentes personajes de la historia. Varias observaciones al respecto. Ante todo, la siguiente: en ese arte de gober- nar ajustado a la razén de Estado hay un rasgo que me parece muy caracteris- tico ¢ importante para comprender lo que sigue. Es que, como ven, el Estado 7 Véase Sécurité territoire.... op. it. clase del 1° de febrero de 1978, pp. 112 118, n. 39 {twad. esp.: Seguridad, territorio..., op. cits p. 136, n. 39). * Lapsus manifiesto, Michel Foucault dice: la historia 22 * NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA ©, mejor dicho, el gobierno segiin la razén de Estado, en su politica exterior ~digamos en sus relaciones con los otros Estados; se asigna un objetivo limi- tado, a diferencia de lo que habfa sido, en definitiva, el horizonte, el proyecto, el deseo dela mayorfa de los gobernantes y soberanos de la Edad Media, a saber, situatse con respecto a los demés Estados en una posicién imperial que les dicra, tanto en la historia como en la teofanfa, un papel decisivo. En el caso de la razén de Estado, en cambio, se admite que cada Estado tiene sus intereses y, por consiguiente, debe defenderlos, y defenderlos absolutamente, pero se reco- noce también que su objetivo no debe ser alcanzar en el fin de los tiempos la posicién unificadora de un imperio total y global. No debe sofiar con ser algiin dta el imperio del tltimo dia, Cada Estado debe aucolimitarse en sus propios objetivos, asegurar su independencia y determinada condicién de sus fucrzas que le permita no estar nunca en posicién de inferioridad ya séacon respecto al conjunto de los restantes pafses, a sus vecinos, o al més fuerte de todos los otros paises (se trata de diferentes teorlas de la balanza europea en la época, no tiene importancia). Pero de todas maneras, esa autolimitacién externa carac- teriza la razén de Estado tal como ésta se manifiesta en la formacién de fos apa- ratos diplomatico militares del siglo xvit. Del Tratado de Westfalia a la Guerra de los Siete Afios ~0, digamos, a las guerras revolucionarias que van a intro- ducir una dimensién completamente diferente, esa politica diplomatico mili- tar se ajustard al principio de autolimitacién del Estado, al principio de com- petencia necesaria y suficiente entre los distintos Estados. En cambio, en el orden de lo que hoy llamarfamos polftica interna, ;qué implica el Estado de policia? Pues bien, implica justamente un objetivo 0 una serie de objetivos que podrlamos calificar de ilimitados, en cuanto la cues- tidn, para quienes gobiernan ese Estado, pasa por tomar en cuenta y hacerse cargo de la actividad no s6lo de los grupos, no sélo de los diferentes estamen- tos, esto es, de los diferentes tipos de individuos con su estatus particular, 10 dela actividad de las personas hasta en el mds tenue dé.sus detalles. En los pratt des tratados de policfa de los siglos xvi y xvi, todos'los que cotejan los dis- tintos reglamentos y tratan de sistematizarlos coinciden en esto, y lo dicen expresamente: el objeto de la policia es un objeto casi infinito, Es decir que, en cuanto poder independiente frente a los otros poderes, quien gobierna segtin la razén de Estado tiene objetivos limitados, En cambio, cuando debe mane- jar un poder publico que regula el comportamiento de los sujetos, el objetivo CLASE DEL 10 DE ENERO DE 1979 23 de quien gobierna es ilimitado, La competencia entre Estados es la bisagra entre e808 objetivos limitados ¢ ilimitados, pues justamente para poder entrar en competencia con los otros Estados, es decir, para mantenerse en una situacién de equilibtio siempre desequilibrada, en un equilibrio competitive con los demas Estados, el que gobierna va [a tener que reglamentar la vida de] sus stibditos, su actividad econémica, su produccién, el precio [al cual] van a vender las mercanclas, el precio al cual van a comprarlas, etc. [...]-La limita- cién del objetivo internacional del gobierno segtin la razén de Estado, la limi- tacién en las relaciones internacionales, tiene por correlato la ilimicacién en el ¢jercicio del Estado de policta. Segunda observacién que querria hacer sobre el funcionamiento dela razén de Estado en ef siglo xvut y principios det siglo xvitt; el objeto interior sobre ef cual se ejercerd el gobierno de acuerdo con esa razén de Estado -o si lo pre- fieren, el Estado de policia-, es, desde luego, ilimitado en sus objetivos. Sin embargo, esto no quiere decir en absoluto que no haya cierta cantidad de meca- nismos de compensacién o, mejor, cierta cantidad de posiciones a partir de las cuales se intentard establecer un término, una Frontera a ese objetivo ilimi- tado que la razén de Estado prescribe al Estado de policfa, Hubo muchas mane- ras de buscar limites a la razén de Estado, por el lado de la teologfa: claro est4. Pero me gustarfa insistir en otro principio de limitacidn de la razén de Estado en esa época, que es el derecho. En efecto, sucedié algo curioso. Durante toda la Edad Media, en el fondo, a partir de qué se produjo el crecimiento del poder real? A partir, desde luego, del ejército. ¥ también de las instituciones judiciales. Si el rey limits y redujo poco a poco los juegos complejos de los poderes feudales, lo hizo en su caric- ter de piedra angular de un Estado de justicia, un sistema de justicia, redoblado + por un sistema armado, La practica judicial fue fa multiplicadora del poder real durante todo el Medioevo. Ahora bien, cuando a partir del siglo xvi y sobre todo de principios del siglo xvi se desarrolle esta nueva racionalidad guber- namental, el derecho setvird, por el contratio, de punto de apoyo a toda per- sona que quiera limitar de una manera u otra la extensién indefinida de una raz6n de Estado que cobra cuerpo cn un Estado de policia. La teorfa del dere- cho y las instituciones judiciales ya no actuarén ahora como multiplicadores sino, al contrario, como sustractores del poder real. Y de ese modo, a partir del siglo xvi y durante todo el siglo xvil, comprobaremos él desarrollo de 24 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA toda una serie de problemas, polémicas, batallas polfticas, en torno, por ejem- plo, de las leyes fundamentales del reino, esas leyes fundamenrates que los juris- tas van a’ oponer como objecién a la razén de Estado, para lo cual dirdn que ninguna préctica gubernamental y ninguna razén de Estado pueden justificar su cuestionamiento. En cierta forma, esas leyes estan ahi con anterioridad al Estado, pues son constitutivas de éste y, entonces, por absoluto que sea su poder, dicen algunos juristas, el rey no debe tocarlas. El derecho constituido por esas leyes fundamentales aparece as{ al margen de la razén de Estado y como prin- cipio de esta limitacién. Tenemos también la teorta del derecho nacural y los derechos naturales, que se postulan como derechos imprescriptibles y que ningxin soberano, de todas formas, puede trarisgredir, Y, asimismo, ta teorla del contrato suscripto entre los individuos para constituir a un soberano, un contrato que incluye una serie de clausulas que ese soberano deberia acatar puesto que, si se convierte en tal, es justamente en virtud de ese contrato y las cldusulas que conticne. Existe incluso, mas en Inglaterra que cn Francia, la teoria del acuerdo concertade entre el soberano y los subditos para constituir precisamente un Estado, y al cabo del cual el soberano se compromete a hacer y a no hacer una serie de cosas. ‘También debemos mencionar toda esa reflexién histérico juridica de la que hablé hace dos o tres afios, ya no me acuerdo,® en la cual se intentaba destacar que, histéricamente, el poder real durante mucho tiempo habla distado de ser un gobierno absoluto, y Ia razén que reinaba y se habia establecido entre el soberano y sus stibditos no era de ningtin modo la razén de Estado sino una ‘especie de transaccién entre, por ejemplo, la nobleza y el jefe militar a quien éta habla investido, durante el perfodo de guerra y tal vez un poco més, con las funciones de jefe. Y el rey habrfa salido de esta suerte de situacién de dere- cho primitivo, y a continuacién habrfa abusado de ella para invalidar esas leyes histéricamente originarias que ahora seria preciso recuperar. De todas maneras, para resumir, estas discusiones alrededor del derecho, la vivacidad que tenfan, el desarrollo intenso, ademés, de todos los problemas * Véase Michel Foucault, “Wl faut défendre la sociéeé,” Cours au Collage de France, 1975+ 1976, ed. de Mauro Bertani y Alessandro Fontan, Paris, Gallimard/Seuil, col. Hautes Etudes, 1997 (trad. esp.: Defender la sociedad. Curso en el Colldge de France (1975-1976), Buenos Aires, Fonda de Culcura Eeondmica, 2000). CLASE DEL 10 DE ENERO DE 1979 25 y teorias de lo que podriamos Hamar derecho puiblico, Ia seaparicién de los temas del derecho natural, el derecho originario,el contrato, etc., que se habjan formulado durante la Edad Media cn un contexto muy distinio,todo eso, deci- mos, era en cierto modo el reverso y la consecuencia, asf Como Ja reaccién contra esa nueva manera de gobernar que se establecta.a partir de fa razén de Estado, En realidad, el derecho y las instituciones judiciales que babfan sido iintrfnsecas al desarrollo del poder real se convierten ahora, en cierto modo, tanto en exteriores como cn exorbitantes con sespecto al ejercicio de un gobierno seguin la raz6n de Estado. No es sorprendente ver que todos esos problemas de derecho siempre son planteados—en primera instancia, al menos— por quie- nes se oponen al nuevo sistema de Ja razén de Estado. En Francia, por ejem- plo, es el caso de fos parlamentarios, los protestantes, los nobles, que, por su parte, se refieren mas bien al aspecto histérico juridico. En Inglarerra fue la burguesfa contra la monarqufa absolura de los Estuardo, y fueron los disidentes religiosos a partir de comienzos del siglo xvi. En sfntesis, la objecién ala razéni de Estado en términos de derecho siempre se plantea por el lado de 1a oposi- cidn y, por consiguiente, se ponen en juego contra ella la reflexién juridica, las reglas de derecho y la instancia misma del derecho. El derecho publico, digs- moslo en pocas palabras, es opositor en los siglos Xvi y XVIN1,* aun cuando, desde luego, unos cuantos tedricos favorables al poder real retoman el problema " y tratan de integrarlo, de integrar las cuestiones de derecho, la interrogacién formulada por éste a Ja razén de Estade y su justificacién. En todo caso, hay una cosa que me parece necesario retener: si bien es cierto que la razén de Estado planceada, manifestada como Estado de policta, encarnada en el Estado de poli- cfa, tiene objetivos ilimitados, en los siglos Xvit y xv hay una tentativa cons- rante de limicarla, y esa limiacién, ese principio, esa raz6n de limiracién de la razén de Estado, Ja encontramos por el lado de la raz6n juridica. Pero, como pueden ver, es una limitacién. externa, Por lo demés, los juristas saben bien que su cuestién de derecho es extrinseca a la razén de Estado, pues definen esta Ultima, precisamente, como lo que es exorbitante al derecho. Limites de derecho exteriores al Estado, a la raz6n de Estado; eso quiere decir, en primer lugar, que los limites que se intenta poner a esa raz6n provienen de * El manascrito aclara en fa p. 10: “(salvo en los Estados alemanes, que deberin fundarse enel derecho contra el imperio)”. 26 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA Dios o se fijaron de una vez por todas en el origen, o bien se formularon en una historia remota. Decir que son extrinsecos a la raz6n de Estado significa también que tienen, en cierto modo, un funcionamiento puramente limitativo, dramitico, pucs, cn el fondo, la razén de Estado slo sufrird objeciones de derecho cuando haya franqueado esos limites, y en ese momento el derecho podré definir el gobierno como ilegitimo, podra objetarle sus usurpaciones y en tiltima instancia Jiberar a los stibditos de su deber de obediencia. | A grandes rasgos, asf traté de caracterizar esa manera de gobernar que lla- mamos raz6n de Estado. Ahora bien, en este momento querifa situarme més © menos a mediados del siglo xvii, la época (con la salvedad que enseguida les mencionaré) en que Walpole decta: “guéeta non movere” (“no hay que tocar lo que est4 tranquilo”). Querrfa situarme aproximadamente en esta época, y en tal caso cteo que uno esté obligado a constatar una transformacién impor- tante que caracterizard de manera gencral !o que podriamos lamar la razon gubernamental moderna. :En qué consiste esa transformacién? Pucs bien, en una palabra, consiste en la introduccién de un principio de limitacién del arte de gobernar que ya no Ie es extrfnseco como lo era el derecho en el siglo Xvi, sino] que va a-Serle intrinseco. Regulacién interna de la racionalidad guber- namental, En términos generales, y de manera abstracta, gqué es esa regula- cidn interna? ;Cémo puede entendétsela con anterioridad a cualquier forma histérica precisa y concreta? Qué puede ser una limitacién interna de la racio- nalidad gubernamental? En primer jugar, ser4 una regulacién, una limitacién de hecho..De hecho quiere decir que no seré una limitacién de derecho, aun cuando éste se vea, en uno u otro momento, en la obligacién de transcribirla en forma de reglas que no deben infringirse. Sea como fuere, decir que es una limitacién de hecho significa que si el gobierno llega alguna vez. a atropellarla, a traspasar las fron- teras que se le imponen, no serd sin embargo ilegitimo, no habré dese-tado, en cierto modo, de su propia esencia, no se vera desposefdo de sus derechos fundamentales. Decit que hay una limitacién de hecho de la practica guber- namental querré decir que el gobierno que desconozca esa limitacién serd simplemente un gobierno, insistamos, no ileg{timio, no usurpador, sino torpe; inadaptado, un gobierno que no hace lo que conviene. En segundo lugar, hablar de limitacién intrinseca del arte de gobernar equi- vale a sefialar que se trata de una limitacién que, aun siendo de hecho, no por CLASE DEL 10 DE ENERO DE 1979 7 ello es menos general. No se trata enconces simplemente de una sucrte de consejos de prudencia que, en tal o cual circunstancia, indiquen lo que es mejor hacer o se limiteh a observar que en tal o cual circunstancia més vale abstenerse que intervenir, No. Regulacién interna significa que hay en efecto una limita- cién que, aurique de hecho, es general, o sca que sigue, de todos modos, un trazado relativamente uniforme en funcién de principios que son valedcros sicmnpre y cn todas las circunstancias. Y el problema estribaré precisamente en. definir ese limite, a la vez general y de hecho, que el gobierno deberd impo- nerse a sf mismo. En tercer lugar, limitacién interna quiere decir que su principio, justa- mente porque és preciso saber en qué se apoya esa generalidad, no va a bus- catse por el lado, por ejenplo, de los derechos de naturaleza prescriptos por Dios a todes los hombres, ni por el lado de una escritura revelada y ni siquiera por el lado de la voluntad de los sujetos que han aceptado en un momento dado entrar en sociedad. No, el principio de esa limitacién no debe buscarse en lo que es exterior al gobierno, sino en lo que es interior a la practica gubernamental, es decir, por el lado de los objetivos del gobicrno. ¥ Ia limicacién se presentard entonces como uno de los medios, y acaso el medio fundamental, de alcanzar precisamente dichos abjetivos. Para Wlegar a ellos es menester tal ver limitar Ja accién gubernamental. La razén gébernamental no tiene que respetar esos Nmi- tes por el hecho de que en alguna parte, al margen de ella, antes que el Estado, en torno del Estado, haya una serie de limites fijados de manera definitiva. No, en absolute, Deberd respetarlos en cuanto puede calcularlos por ini propia en funcién de sus objetivos y como [el] mejor medio de alcanzarlos. En cuarto lugar, esta limitacién de hecho, general, que s¢ plantea en fun- cién misma de la préctica gubernamental, va a establecer, claro est4, una divi- sién entre lo que es preciso hacer y lo que conviene no hacer. Va a marca el limite de una accién gubernamental, pero ese limite no estard trazado en los sujetos, los individuos-sujetos dirigidos por el gobierno. Vale decir que no se intentaré determinar cuAl es, en ellos, la parte que debe estar sometida a su accién y la parte de libertad que les est reservada definitivamente y de una vez. por todas, En otras palabras, esa razén gubernamental no escinde a los sujetos en una parte de libertad absolutamente reservada y una‘parte de sumi- sin impuesta o consentida. En realidad, la divisién no se establecerd en los individuos, los hombres, los sujetos; se establecerd en el dominio mismo de ta 28 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA practica gubesnamental o, mejor, en la propia prictica gubernamental, entre las operaciones que pueden hacerse y las que no pueden hacerse, es decir, entre las cosas por hacer y los medios que deben emplearse para hacerlas, por un lado, y las cosas que no hay que hacer, por otro. El problema, entonces, no es: dénde estdn los derechos fundamentales y cémo dividen el dominio de la gubcrnamentalidad posible y el dominio de la libertad fundamental? La linea de divisidn se estableceré entre dos series de cosas [cuya] lista elaboré Bentham en uno de sus textos mds importantes, al cual erataré de volver:? la divisin se traza entre agenda y non agenda, las cosas que deben hacerse y las cosas que no deben hacerse. En quinto lugar, esta fimitaci6n que es entonées una limiracién ‘de hecho, general, en funcién de los objetivos del gobierno, una limitacién que no divide alos sujetos sino las cosas por hacer, esta Jimitacién interna vuelve muy evidente que no son los que gobiernan quienes, con toda soberania y raz6n, van a deci- dir por s{ mismos [acerca de ellal.* Y en la medida en que el gobierno de los homubres es una prdctica que no es impuesta por quienes gobiernan a quienes son gobernados, sino una practica que fija la definicién y la posicién respectiva ? Jeremy Bentham (1748-1832), “Method and leading features of an Institute of Political ~ Economy (including finance) considered not only as a sclence but as an art” (1800-1804), en * Jeremy Benthamis Economic Writings, ed. de W. Srark, Londres, Allen & Unwin, 1954, 1 pp. 305-380 [crad. esp.: “Método y caracter(sticas principales de un Instituto de Ecoriomfa Politica (incluyendo finanzas) considerada no s6lo como una ciencia sino como un arte”, en Excritos econdmicos, México, Fondo de Cultura Econémica, 1965). Al final de la primera parte, ‘The Science", en la seccién “Genesis of the matter of wealth”, Bentham presenta la célebre distincién entee sponte acta, agenda y non agenda, que estructura a continiaacién los tres capi tulos (“Wealth”, “Population” y “Finance”) de la parte siguiente, “The Art”. Los sponte actason. las actividades econémicas que los miembros de una comunidad desatrollan de manera espon- ‘dnea, sin intervencién alguna del gobierno. Los agenda y non agenda designan las actividades econdmicas del gobierno, segiin contribuyan 0 no a incrementar la felicidad (maximizacién de los placeres y minimizacién de las penas), meta de toda acci6n politica. La divisién de los dominios entze esas tres clases varfa de acuerdo con fos momentos y los lugares; Ia extensién de os sponte acta es relativa al grado de desarrollo econémiico de los paises. Michel Foucault vuelve a hacer una breve alusin a esta lista benthamiana de los agenda en la clase del 7 de marzo de 1979 (infra, p. 230), pero no vuelve propiamente hablando al texto citado (salvo, tal ver, de manera indirecta, al inal de la clase del 24 de enero Linfia, pp. 88 y 89], con referencia al panoptismo como férmula general del gobierno liberal). * Michel Foucault: van a decidir por s{ mismos lo que debe hacerée y no hacerse. CLASE DEL 10 DE ENERO DE 1979 29 de los gobernados y los gobernantes entre si y con referencia a los otros, “regu- lacién interna” querrd decir que esa limitacién no es impuesta exactamente ni por un lado ni por otro, 0 en todo caso no se la impone global, definitiva y total- mente por, yo dirfa, una transaccién, en un sentido muy lato de “transaccién”, vale decir, “accién entre”, mediante toda una seric de conflictos, acuerdos, dis- cusiones, concesiones reciprocas: peripecias cuyo efecto consiste en establecer finalmente en Ja préctica de gobernar una divisién de hecho, una divisin general, una divisidn racional entre lo que debe hacerse y lo que no debe hacerse. _ Enuna palabra, digamas que el principio de derecho, ya sea histérica 0 teo= ticamente definido, no importa, planteaba antafo cierto Ifmite al soberano y Jo que éste podfa hacer: no franqueards esta linea, no pasaris por enicima de este derecho, no violards esta libertad fundamental. En esa época, el principio de derecho equilibraba la razon de Estado por medio de un principio externo. Digamos que. como podrén verlo con claridad, entramos coi ello en una cra que es la de la razén gubernamental éritica, ¥ advertirdn que esta razén guber- namental critica o esta critica interna de la tazén gubernamental ya no va a girar en torno de la cuestién del derecho, de la cucstién de la usurpacién y la legitimidad del soberano. Ya no va a tener esa especie de apariencia penal que atin tenfa el derecho ptiblico en los siglos xvi y xvi! cuando decfa: si el sobe- rano infringe esta ley, serd preciso castigarlo con una sancién de ilegitimidad. Toda esa cuestién de la raz6n gubernamental critica va a girar alrededor del “cémo no gobernar demasiado”."° Las objeciones ya no recaerén en el abuso de la soberanfa sino en el exceso de gobierno. Y la racionalidad de la practica gubernamental podrd medirse en relacién con ese exceso 0, en todo caso, la delimitacién de lo que seria excesivo para un gobierno. Pues bien, antes de caracterizarla de una manera absttacta les dije que esta transformacién fundamental, creo, en las relaciones entre derecho y pric- tica gubernamental, este surgimiento de una limitacién interna de la razén ' La férmula “no gobernar demasiado” es det imarqués de Argenson (véase infia, nota 16 de esta clase): Véasc también Benjamin Franklin, Principes du commerce, cit. y rad. por Edouard Laboulaye en su introduccién ala antologta de textos del mismo autor, Eusais'de morale et 'é- ‘ conomie politique, 5* ed., Paris, Hachette, 1883, p. 8: “Un sélido escritor (de Francia] dice que ‘esté muy adelantado en la ciencia de la politica quien comprende toda la Fuerza de esta maxima: Ne gouvernee pas trop, ovéxima que acaso sei mds pertinente para cl comercio que para cual- quier otro interés pblico” (en una nota, Laboulaye remite a Quesnay}. 30 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA gubernamental, se situaba y era identificable, a grandes rasgos, alrededor de la mitad del siglo xvitt. Qué fue lo que permitié su aparicién? ¢Cémo es que ésta se produjo? Por supuesto, habrla que tomar en cuenta (y mas adelante volveré a ello, al menos en parte) toda una transformacién de conjunto, pero hoy querria indicar simplemente cudl es el instrumento intelectual, cudles la forma de célculo y de racionalidad que pudo permitir la autolimitacién de una razén gubernamental como autorregulacién de hecho, general, intrinseca a las ope- . taciones mismas del gobietno y que podia ser objeto de transacciones indefi- nidas. Y bien, ese instrumento intelectual, el tipo de célculo, la forma de racionalidad que permite asia la cazén gubernamental autolimitarse, tam- poco es ahora el derecho, {Cual ser4 el instrumento a partir de mediados del siglo xvit? La economfa politica, desde Juego. “Economia politica’: los equivocos mismos de la expresi6n y de su sentido en la época indican, por otro lado, de qué se trataba fundamentalmente todo esto, porque ustedes bien saben que entre 1750 y 1810-1820 la expresidn oscila entre diferentes polos seménticos. A veces apunta a cierto andlisis estricto y limi- tado de la produccién y la circulacién de las riquezas. Pero “economia politica” también alude, de una manera més amplia y més préctica, a todo método de gobierno en condiciones de asegurar la prosperidad de una nacién. ¥ por tiltimo, [la] economia politica -son, por otra parte, las palabras que utiliza Rousseau en su famoso articulo “Economic politique” de la Encyclopédie” es una suerte de reflexién general sobre la organizacién, la distribucidn y la limiracién de los poderes en una sociedad. En lo fundamental, creo que la economia politica es Jo que permitié asegurar la aurolimitacién de la razén gubernamental. {Por qué y cémo lo permitié? También aqui —a continuacién entraré un poco mas en detalle~ me gustarfa indicarles sencillamente una serie de puntos que son, a mi juicio, indispensables para comprender las cosas de las quiero hablar este afio, Pues bien, en primer lugar, la economia politica —a diferencia, "" El arciculo figures por primera vez en el tomo V de la Encyclopédie, pp. 337-349, apare- cido en noviembre de 1755. Véase Jean-Jacques Rousseau, “Discours sur l'économie politique", en Euvres completes, Paris, Gallimard, col, Bibliotheque de la Pléiade, 1964, t. tt, pp. 241-278 (rad. esp.: Discurso sobre ta economia politica, Madrid, Tecnos, 1985]. Sobre este texto, wiase ya Michel Foucault, Sécurité, zerritoire.... op. cit. clase del 1° de febrero de 1978, pp. 98 y 116, n. 21 (trad. esp.: Seguridad, rervitorio.... ap. cit, p. 120, n. 21]. CLASE DEL 10 DE ENERO DE 1979 31 justamente, del pensamiento jurfdico de los siglos xvi y xvil- no sc desarrolld fuera de la razén de Estado. No se desartollé contra ella ni para limitacla, al menos en primera instancia. Al contrario, se formé en el marco mismo de los objetivos que Ia razén de Estado habfa fijado al arte de gobernar, porque, des- pués de todo, squé objetivos se propone la economia politica? Se propone el enriquecimiento del Estado. Se propone el objetivo del crecimiento simulté- neo, correlative y convenientemente ajustado de fa poblacién por un lado y de los articulos de subsistencia por otro. {Qué procura la economia politica? Garantizar de manera conveniente, ajustada y.siempre beneficiosa la compe- tencia entre los Estados. Procura mantener cierto equilibrio entre los Estados para que la competencia, precisamente, pueda existir. Es decir que retoma con toda exactitud los objetivos correspondientes a la razén de Estado y que el Estado de policfa, el mercantilismo y Ja balanaa europea habfan tratado de alcanzar. Por lo tanto, en primera instancia la economia polftica va a insta- arse en el seno mismo de Ja razén gubetnamental que hablan definido los siglos xvi y Xvii, y en esa medida, si se quiere, no vaa tener de ningiin modo la posicion de exterioridad que mostraba el pensamicnto jurldico. Segundo, la economia politica no se propone en absoluto como una obje- cién externa a la razén de Estado y su autonomia polftica porque ~y éste cs un aspecto que tendré su importancia histérica— la primera consecuencia politica de la primera reflexién econémica que haya existido cn ta historia del pensamiento europeo [es], precisamente, una consecuencia contraria a lo que habfan querido los juristas. Es una consecuencia que deduce la necesidad de un despotismo total. La primera economia politica es, por supuesto, la de los fisidcratas, y ustedes saben: que éstos (luego volveré a ocuparme de ellos), sobre la base de su andlisis econémico, llegaron a la conclusién de que el poder politico debia ser un poder sin Jimitacién externa, sin contrapesos extcrnos, sin frontera que surja de otra cosa que de s{ mismo, y dieron a esto el nombre de despotismo.'? El despotismo es un gobierno econdmico, pero que dencro "? Véase Pierre-Paul-Frangois-Joachim-Henri Le Mercier de La Rivitte, LOrdre naturel et exentiel des socdrds politiques, Londres y Patis, Jean Nourse y Desaint, 1767 (sin nombre de autor), cap. 24, “Du despotisme légal” (el texto tuvo dos recdiciones en el siglo Xx: Parls, P. Geuthner, col, Collection des économisces et des séformaceurs sociaux de la France, 1910, y Paris, Fayatd, col. Corpus des eeuvtes de philosophie en langue francaise, 2000). 32 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA. de sus fronteras no esté encerrado, no est perfilado por otra cosa que una economia que él mismo ha definido y sobre la cual ejerce un completo con trol. Despotismo absoluto, y en esa medida, por consigniente, podrén ver que 1a econom(a politica no invirtié la pendiente esbozada por la razén de Estado, al menos cn primera instancia 0 en ese nivel, y que esa economia puede pre- sentarse como la continuidad de una razén de Estado que daba al monarca un poder total y absoluto. Tercero, gsobre qué teflexiona la economfa politica? ;Qué analiza? Su tema no son los derechos anteriores, presuntamente inscriptos ya sea en la natura- leza humana o en Ja historia de una sociedad determinada. La econom(a polt- tica reflexiona sobre tas mismas prdcticas gubernamentales y no las examina en términos de derecho para saber si son legitimas 0 no. No las considera desde el punto de vista de su origen sino de sus‘efectos, y no se pregunta, por ejem- plo, qué auroriza a un soberano a recaudar impuestos, sino sencillamente qué vaaa pasar cuando se recaude un impuesto y cuando esto se haga en un momento preciso y sobre tal o cual categoria de personas o tal o cual categorfa de mer- cancias. Importa poco que ese derecho sea legitimo o no,* ef problema pasa por saber qué efectos tiene y si éstos son negativos. En ese momento se dirs que el impuesto en cuestién es ilegitimo 0, en todo caso, que no tiene razén de ser. Pero Ja cuestién econémica siempre va a plantearse en el interior del campo de la prictica gubernamental y en funcién de sus efectos, no en fun- cién de lo que podria fundarla en términos de derecho: ;cusles son los efectos reales de la gubernamentalidad al cabo mismo de su ejercicio? Y no: ;cusles son los derechos originarios que pueden fundar esa gubernamentalidad? Ese es ef tercer motivo por el cual la economfa polftica pudo, en su reflexién, en su nueva racionalidad, tener su lugar en el seno mismo de la prictica y la razén guber- namentales establecidas en la época anterior. La cuarta razén es que, al responder a ese tipo de interrogante, la economia politica pone de manifiesto la existencia de fenémenos, procesos y regularida- des que se producen necesariamente en funcién de mecanismos inteligibles. Esos mecanismos inteligibles y necesarios pueden ser contrariados, claro estd, por determinadas formas de gubernamentalidad y ciertas précticas guberna- mentales. Pueden ser contrariados, enturbiados, oscurccidos, pero de todas * Michel Foucaule agrega: en eérminos de derecho. CLASE DEL 10 DE ENERO DE 1979 33 maneras no padrin evirarse, no ser posible suspenderlos total y definitivamente. De uno u otro modo reapareceran en la practica gubernamental, En otras palabras, la economfa politica no descubre derechos naturales anteriores al ejercicio de la gubernamentalidad, sino cierta naturalidad propia de la practica misma del gobierno, Hay una naturaleza propia de los objetos de Ia accién guber- aamental. Hay una naturaleza propia de esa misma accién gubernamental, y la economéa se va a dedicar a estudiarla, En consecuencia, esta nocién™ de la naturaleza va a bascular entéramente alrededor de Ja aparicién de la economia politica. Para ésta, la naturaleza no es una regién reservada y originaria sobre la cual el ojercicio del poder no debe tener influjo, salvo que sea ilegitimo. La nacu- ralera es algo que corre por debajo, a través, dentro del ejercicio mismo de la gubcrnamentalidad, Para decirlo de algin medo, es la hipodermis indispensa- ble, Esla otra cara de algo cuya faz visible, visible para los gobernantes, es la pro- pia accién de éstos. Su accién tiene un sustrato 0, mejor, otra cara, y esa otra cara de la gubernamentalidad es justamente lo que estudia en su propia nece- sidad Ja economia politica. No trasfondo, sino correlato perpetuo. Asi, por ejem- plo, los economistas explicarén como una ley de la naturaleza el hecho de que la poblacién se desplace en procura de salarios més elevados, y también el hecho de que tal o cual arancel aduanero protector de los altos precios de los articu- los de subsistencia entrafie faralmente un fendmeno como la escasez. Para terminar, el siltimo punto que explica cémo y por qué la economia politica fue capaz de presentarse como forma primera de esa nueva ratio guber- namental aucolimitativa: si hay una naturaleza que es propia de la guberna- mentalidad, sus objetos y sus operaciones, la practica gubernamental, como consecuencia, sélo podré hacer lo que debe hacer si respeta esa naturaleza. Si Ja pertirba, si no la tiene en cuenta o actia en contra de las leyes que han sido Aijadas por esa naturalidad propia de los objeros que ella manipula, surgirén de inmediaco consecuencias negativas para ella misma; en otras palabras, habré éxito 0 fracaso, éxito 0 fracaso que son ahora el criterio de fa accién guberna- mental, y ya no legitimidad o ilegitimidad. Susticuciéa, pues, [de la legitimi- dad]"* por el éxito, Llegamos aqui, entonces, a todo el problema de la filoso- fia utilitarista, de la que tendremos que habler, Y verdn que una filosofia * Michel Foucault agrega: narra y. ** Michel Foucault: del fracaso. 34 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA . utilitarista podré conectarse directamente con esos nuevos problemas de la gubernamentalidad (en fin, por ahora no importa, ya volveremios sobre esto). El éxito o el fracaso rcemplazardn entonces la division legitimidad/ilegiti- midad, pero hay més, ;Qué Ilevard a un gobierno, incluso a pesar de sus obje- tivos, a perturbar la naturalidad propia de los objetos que manipula y las ope- raciones que lleva.a cabo? Qué lo impulsars a violar esa naturaleza, atin a costa del éxito que busca? Violencia, exceso, abuso: sf, tal vez, pero en el fondo de esos excesos, violencias y abusos, lo que estard en cuestién no seré ni simple ni fundamentalmente la maldad del principe. Lo que csté en cuestidn, lo que explica todp, es que el gobierno, en el mismo momento en que viola esas leyes de la naturaleza, pues bien, sencillamente las desconoce. Las desconoce porque ignora su existencia, sis mecanismos, sus efectas. En otras palabras, los gobiernos pueden equivocarse. Y el mayor mial de un gobierno, lo que hace que sea malo, no reside en la maldad del principe, sino en su ignorancia. Para resumir, en el arte de gobernar y a través de la economfa politica entran de manera simultanea, primero, la posibilidad de una autolimitacido, que la accién gubernamental se limite a si misma en funcién de la naturaleza de lo que hace y aquello sobre lo cual recae, [y segundo, la cuestién de la verdad].* Posibilidad de limitacién y cucstién de la verdad: ambas cosas se introducen en la razon gubernamental a través de la economla politica. Ustedes me dirdn que no es la primera vez, sin duda, que se plantea la cues- tién de la verdad y la cuestién de la autolimitacién de la prdctica guberna- mental. Después de todo, qué se entendia por sabidurfa del principe en Ja tra- dicién? La sabiduria del principe era algo que hacia decir a éste: conozco demasiado bien las leyes de Dios, conozco demiasiado bien la debilidad humana, conozco demasiado bien mis propios limites para no limitar mi poder, para no respetar cl derecho de mi sibdito. Pero se advierte que esa relaciéa entre principio de verdad y principio de autolimiracién es muy diferente en la sabi- durfa del principe y en lo que comienza a aparecer ahora, y que cs una prac- tica gubernamental preocupada por saber cudles serdn, en los objevos que trata y manipula, las consecuencias naturales de lo que se propone. Los prudentes * Frase inconclusa, Manuscrito, p. 20; “Para resumir, en el arte de gobernar y por medio de la economia politica entran de manera simultanea la posibilidad de la autolimitacién y la cues- tidn de la verdad”. CLASE DEL 10 DE ENERO DE 1979 38 consejeros que ca otro ticmpo ponian los limites de la sabidurfa a la presun- cién del principe ya no ticnen nada que ver con esos expertos econdmicos que estén surgiendo y cuya tarea es decir con veracidad a un gobierno cudles son los mecanismos naturales de lo que éste manipula. Con la economia politica ingresamos entonces a una época cuyo principio podkfa ser el siguiente: un gobierno nunca sabe con suficiente certeza que siem- Pre corre el ricsgo de gobernar demasiado, o incluso: un gobierno nunca sabe demasiado bien cémo gobernar lo suficiente y nada mas. El principio del mdximo y el minimo en ef arte de gobernar sustituye la nacién de equilibrio equitativo, de la “justicia equitativa” que ordenaba antafio la sabidurfa del prin- cipe. Pues bien, en esta cuestién de la autolimitacién por el principio de la verdad, ésa ¢s, creo, la cufia formidable que la economfa politica introdujo en Ja presuncién indefinida del Estado de policfa. Momento capital, sin duda, pues se establece en sus tineamientos més importantes; no, por supuesto, el reino de lo verdadero en la politica, sino cierto régimen de verdad que es jus- tamente caracteristico de lo que podrfamos Hamar la era de la politica y cuyo dispositivo bésico, cn suma, sigue siendo el mismo en nuestros dias. Cuando digo régimen de verdad no quiero decir que la politica o el arte de gobernar, si lo preficren, por fin accede en esta época a la racionalidad. No quiero decir que en ese momentd se alcanza una especie de umbral episcemolégico a par= tir del cual el arte de gobernar puede llegar a scr cientifico. Me refiero a que ese momento que trato de indicar actualmente est marcado por la articula- cién con una serie de pricticas de cierto tipo de discurso que, por un lado, lo constituye como un conjunto ligado por un lazo inteligible y, por otro, legisl: y puede legislar sobre esas practicas en términos de verdad 0 falsedad. Para ser mas concreto, esto quiere decir lo siguiente. En los siglos xVi y XVII, y aun antes, incluso hasta mediados del siglo xvtil, habfa toda una serie de praccicas que eran, digamos, las recaudaciones fiscales, los aranceles adua- neros, los reglamentos de fabricacién, las reglamentaciones sobre las tarifas de los granos, la proteccién y la codificacién de las practicas de mercado; en fin, todo eso, ;qué era y cémo se concebfa? Se concebia como el ejercicio de dere- chos sobcranos, derechos feudales, como el mantenimiento de las costumbres, como métodos de enriquecimiento eficaces para el tesoro, como técnicas para impedir las revueleas urbanas causadas por el descontento de tal o cual categoria de sibditos. Eran, en definitiva, précticas deliberadas, claro estd, pero a partir 36 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA de acontecimientos y principios de racionalizacién diferentes. Entre esas dis- tintas précticas que iban, para decirlo de alguna manera, del arancel aduancro ala recaudacién fiscal y Ia reglamentacién del mercado y la produccién, etc., a partir de mediados del siglo xvul se podré establecer una coherencia meditada, razonada; coherencia establecida por mecanismos inceligibles que ligan entre sf esas diferentes pricticas y sus efectos, y que permitirén, por consiguiente, juz garlas como buenas 6 malas no en funcién de una ley 0 un principio moral, sino de proposiciones que, por su parte, estardn sometidas « la divisién de lo verda- dero y lo falso. De ese modo, todo un sector de la actividad gubernamental pasard a un nuevo régimen de verdad, cuyo efecto fundamental es desplazar todas las cuestiones qué, anteriormente, podia plantear el arte de gobernar. Cuestiones que antafio eran: gobierno de conformidad con las leyes morales, naturales, divinas, etc.? Era, entonces, la cuestién de la conformidad guberna- mental, Después, en Jos siglos xv1 y XVII, con la razén de Estado: gobierno lo bastante bien, con Ja intensidad, la profundidad y el detalle suficientes para llevar el Estado al punto Aijado por su deber ser, para levarlo al maximo de su fuerza? Y ahora el problema va a ser: zgobierno bien en el limite entre dema- siado y demasiado poco, entre ese maximo y ese minimo que me fija la nacu- raleza de las cosas, esta es, las necesidades intrinsecas a las operaciones del gobierno? Esto, el surgimiento de ese régimen de verdad como principio de autolimitacién del gobierno, es el objeto del que querria ocuparme este afio. Se trata, después de todo, del mismo problema que me planteé con refe- tencia a la locura, a la enfermedad, a Ja delincuencia, a la sexualidad. En todos estos casos, la cuestién no pasa por mostrar que esos objetos estuvicron ocultos durante mucho tiempo antes de ser descubiertos, y tampoco por sefialar que no son més que ruines ilusiones o productos ideolégicos que se disipardn a la [luz]* de la razén por fin legada a su cenit. Se trata de mostrar tas incerferencias en virtud de las cuales una serie completa de pricticas —2 par- tir del momento en que se coordinaron con un régimen de verdad— pudo hacer que lo que no existfa {Ia locura, la enfermedad, la delincuencia, la sexualidad, exc.) se convirtiera sin embargo en algo, algo que, no obstante, siguié sin exi tir. Es decir, no {cémo] pudo nacer un error —cuando digo que lo que no existe se convierte en algo, no me refiero a que se trata de mostrar como pudo cons- * Lapsus manifiesto: bruma. CLASE DEL 10 DE ENERO DE 1979 37 truirse efectivamente un error, no cémo pudo nacer la ilusién; no, lo [quel me gustarfa mostrar es que cierto régimen de verdad, y por consiguiente no un error, hizo que algo inexistente pudiera convertirse en algo. No es una ilu- sién porque es precisamente un conjunto de practicas, y de précticas reales, fo que fo ha establecido y lo marca asi de nianeta imperiosa en lo real. La apuesta de todas esas empresas acerca de la locura, la enfermedad, la delincuencia, la sexuatidad y el tema del que les hablo hoy es mostrar que el acoplamiento serie de practicas-régimen de verdad forma un dispositivo de saber-poder que marca efectivamente en lo real lo inexistente, y Jo somete en forma legitima a la divisién de lo verdadero y lo falso. * Lo inexistente como real, lo inexistente como elemento de un régimen leg!- timo de verdad y falsedad, es el momento —en las cosas que hoy me ocupan— que marca el nacimiento de la bipolaridad disimétrica de la politica y Ia eco- nomia. La politica y la economia, que no son cosas que existen, ni errores, ni ilusiones, ni ideologias. Es algo que no existe y que, no obstante, esté ins- cripto en lo real, correspondiente a un régimen de verdad que divide lo ver- dadero de lo falso. ‘ Pues bien, ese momento cuyo componente principal tracé de indicar es el que se sina entre Walpole, de quien les habliba, y otro texto. Walpole decia: “quieta non movere” ("no hay que tocar lo que esté tranquilo”). Consejo de pru- dencia, sin duda, y por entonces nos enconerdbamos todavia en el orden de Ja sabiduria del principe, vale decir que, como la gente est4 en calma, no se agita y no hay descontento ni revuelta, quedémonos tranquilos. Sabiduria del principe. Walpole decta eso, creo, hacia 1740. En 1751 aparece un articu- lo anénimo en el Journal économique. En realidad, fuc escrito por el marqués de Argenson,'? que acababa de dejar los negocios en Francia, recordando lo » René-Louis de Voyer, marqués de Atgenson (1694-1757), secretario de Estado de Asuncos + extranjeros de 1744 a 1747, auror de las Mémotres ex Journal, publicadas y anotadas por el mar- qués de Argenson, Pars, P.Jannet, 1858 (una primera edicién, muy incomplera, aparecié en 1835 en la coleccidn Baudouin de “Mémoires sur la Revolution frangaise”), y de las Considrations sur fe gouvernement ancien et présent de ta France, Amsterdam, Rey, 1764. Junto con el abace de Saint-Pierre, fue uno de tos miembros asiduos del Club del Entresuelo, abierto en 1720 por ini- ciativa del abace Alary y cerrado en 1731 por orden del cardenal Fleury. La expresién * Lases fire” [dejad hacer) ya se reitera en el bosrador de una memoria sobre la libertad de comercio, fechada el 31 de julio de 1742 Journal er Mémoire, ed. de J. B, Rathery, Paris, Renouasd, 1862, «. 1%, 38 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA que el comerciante Le Gendre decla a Colbert. Cuando éste le pregunté ";Qué puedo hacer por vosotros?”, Le Gendre le respondié “;Qué podéis hacer por nosotros? Dejadnos hacer”.'* Argenson, eh ese texto al que ya volveré,"® dice: y bien, ahora me gustaria comentar ese principio “dejadnos hacer”,'* porque alli estd, a su juicio, el principio esencial que todo gobierno debe respetar y seguir en materia econémica.'” En ese momento plantea con clatidad el “Mémoire & composer pour délibérer parle pour et le conte, ex décider que la France devrait hi sex entrée et Ia sottic libres dans le royaume de toutes marchandises ationales et étrangires" ‘4 Louis-Paul Abeille (1719-1807), Lettre d'un négociant sur la nature du conimerce des grains, sil. sf. (Marsella, 8 de octubre de 1763); reed. en Louis-Paul Abeille, Prensiers opuscules sur le commerce des grains: 1763-1764, intcod. y cuadto analitico de Edgar Depitre, Parfs, P. Geuthnen, col. Collection des économistes et des réformateurs sociaux de la France, 1911, p. 103: “No puedo terminar mejor esta carta que aplicaido al comercio de ttigo en particularlo que un nego ciante de Rouen respondis al sefior Colbert sobre ef comercio en general: Dejadros hacer”. A continuacién, Michel Poucauit ya no hace ninguna referencia a ese texto. '6 Marqués de Argenson, “Lettre & Pauteur du Journal économiguenu sujet dela Dissertation sur le commerce de M. le marquis Belloni", en Journal économique, abril de 751, pp. 107-117; reed. en Gérard Klore (comp.), Politique et Economie au semps des Lumiéres, Saint-Etienne, Publications de l'Université de Saint-Etienne, £995, pp. 41-44: "Se cuenta que el sefior Colbert reunid en su casa a varios diputados del comercio para preguntasles qué podia hacer él por dicha actividad; el mnds razonable y menos adulador de ellos le respondié con estas tinicas pala bras: Dejadnos hacer. Nunca se teflexioné io suficiente sobre el gran sentido de estas palabras. Esto es sélo un intento de comentario” (p. 42). En el siglo xvi, la primera mencién del nom- bre de Le Gendre se encuentra en Lloge de Gournay, escrito por Turgot en 1759 (“Conoce- mos las palabras de Le Gendre al seftor Colbert: dejadnos hacer”, en CEwores de Turgot, ed, de E. Daire, Parts, Guillaumin, 1844, «1, p. 288; Anne-Rabert-Jacques Turgot, Fermation et Disrribusion des richeset, Pacis, Gatniet-Flammarion, 1997, pp. 150 y 151 (trad. esp. Reflexioner sobre la formacién y a distribucién de las riquezcs, México, Fondo de Cultura Econdmica, 1998}), Argenson es también el autor de la maxima “no gobernar demasiado” (véase Georges Weulersse, Le Mouvement physiocratique en France, de 1756 & 1770, 2 vols., Parts, Félix Alcan, 1910; véase vol. 1, pp. 17 ¥ 18, que cita este fragmento del homenaje aparecido en las Ephémérides du cito- yen, julio de 1768, p. 156: “Habla compuesto un libro cuyo objeto y titulo eran excelentes: no gobernar demasiado”). £1 mismo afirma haber escrito Un tratado tivulado Pour gouverner mieus, i faudrait gouverner moins (Mémoires et Journal, op. cit, «.¥, p. 362; citado pot August Oncken, Die Maxime "Laisex faire et laisse passer’, Berna, KJ, Wyss, 1886, p. 58). Marqués de Argenson, “Lettre & auteur du journal éeonomigue...”, op. cits p. 44: “St, la libercad regulada ¢ iluscrada hard siempre mds por el comercio de una nacién que la domina- cién més inceligente”. El autor defiende esta misma posicién en lo teferido al comercio de CLASE DEL 10 DE ENERO DE 1979 39 principio de la autolimiracién de la razén gubernamental. Pero zqué quiere decir “autolimitacién de la raxén gubernamental”? Qué es ese nuevo tipo de sacionalidad en ef arte de gobernar, ese nuevo tipo de célculo consistente en decir y hacer decir al gobierno: acepto todo eso, lo quiero, lo proyccto, calcu- To que no hay que tocarlo? Y bien, creo que, a grandes rasgos, es lo que lla- mamos “liberalismo”.* granos en otro articulo del Journal économigue, de mayo de 1754, pp. 64-79: “Arguments en faveur de la liber du commerce des grains", reed. en Gérard Klotz (comp.), Politique et co- ftomie...y op. city pp. 45-54. * Entre comillas en ef manusctito, Miche! Foucault zenuncia aquf leer las dltimas paginas de aquel (pp. 25-82). Algunos elementos de esta conclusién se retoman y desarrolfan en la clase siguiente, “Es preciso entender esta palabra [‘iberalismo'] en un sentido muy amplio. 1) Aceptacién del principio de que en alguna parce debe haber una limizacién del gobierno, Y que no sea simplemente un derecho externo, 2) El liberalismo es también una préctica: ;dénde encontrar exactamente el principio de limitacién del gobierno y cémo calcular los efectos de esa limitacién? 3) Bl liberalismo es, en un sentido més restringido, [a solucién consistence en limitar al maximo las forinas y los Ambicas de acci6n del gobierno. 4) Para terminar, el libetalismo es la organizacién de los métodos de eransaccidn aptos para Aefinit la limitacién de las priccicas de gobiérno: . — constitucién, parlamento; —opinién, prensa; . ~ comisiones, investigaciones, lp. 27) Una de las formas de la gubernamentalidad moderna, Se caractetiza por el hecho de que, en lugar de troperar con limites formalizados por jurisdicciones, se [da ()] a st misma limites incrinsecos formulados en eérminos de veridiceién. a. Desde luego, no son dos sistemas que se suceden, y ni siquiera que van a entrar en un conflicto insalvable. Hererogencidad no quiete decir contzadiccién sino tensiones, fricciones, incompatibilidades mutuas, ajustes exitosos o malograds, mezclas inestables, etc. También quiere decir tarea retomada sin cesar, porque nunca se acaba, para establecer ya sea una coinci- dencia, ya sea, al menos, un régimen comin, Esta tarea es la de fijar en técminos de derecho la autolimitacién que el saber presctibe a un gobierno. (p. 28] Esta tarea va a adoptar dos formas desde l [siglo] xvi hasta nuestios dias: ~ O bien incerrogar la razén gubernamental, la necesidad de su propia limitacién, para reco- ocer a través de lo que es preciso dejar en libertad los derechos a los cuales se puede dar acceso y jerarqula en la préctica gubernamental. Asi, la interrogacidn sobre los objetivos, vias y medios de un gobierno ilustrado y por lo tanto autolimitady puede dat lugar al derecho de propiedad, al derecho a la subsistencia posible, all derecho al trabajo, eteétera 40 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA Cref que este afio podfa hacer un curso sobre la biopolitica, Trararé de mostrarles que todos los problemas que intento identifica actualmente tie- = O bien inrerrogar los derechos fundamentales, hacerlos valer en su totalidad y de una vex. Ya partic de ahi, s6lo permirir la formacién de un gobiernu con la condicién de que su aucorregulacién los reproduzea todos. Método (cechado: revolucionario} de la subordinacién gubernamental. {p. 29) El mérodo del residuo jurtdico necesario y suficience es la préctica liberal, El método del condicionamicato gubernamental exhaustive es el procedimiento revolucionatio. b. Segunda observacién: esta autotimitacién de la razdn gubernamental, caraccer(sica del libe- ralisme’, guarda una relacién extrafia con el régimen de la raz6n de Estado. Esta abre a la préctica uibernamental un dmbito de intervencién indefinida, pero por orra parte se asigna, en virwd del principio de un equilibrio competitivo entze los Estados, objerivos internacionales fimitados. — La aurolimiracibn de la préctica gubernamental por la raza liberal estuvo acompafiada por la fragmentacidn de los objetivos internacionales y la aparicién de objetivos ilimitados con el imperialism, {p. 30) La raz6n de Estado habla sido correlaciva de la desaparicién del principio imperial, en beneficio del equilibrio competitive entre Estados. La raz6n liberal es correlativa de la act vacién del principio imperial no en ta forma del imperia sino del imiperialismo, y esto en cone- xxidn con el principio de la libre competencia entre individuas y empresas. Quiasmo entre objerivos limiados y objetivos ilimitados en cuanto al dimbito de la inter- vencién intefha y el campo de la acei6n internacional. ¢. Tercera observaciGn: esta rax6n liberal se establece como aucolimitacién del gohierno a partir de una ‘naturalidad’ de los objecos y lis peicticas propias de ese gobierno, {Qué es esa naturalidad? — {la de las riquezas? Si, pero simplemente en cuanto medias de pago quie se tnultiplican © escasean, se estancan o {p. 31] circulan. Pero, mejor, los bienes en cuanto son productos, son tiles y utiizados, en cuanto se intercambian entre socios econémicos, ~ Es ambien la (de los) individuos. No, sin embargo, como sujetos obedientes o inddciles, sino en cuanto ellos mismos estén ligados a esa naturalidad econdmica y su ruimero, su longe- vidad, su salud, su manera de comportarse, mantienen relaciones complejas y enredadas con esos procesos econémicos. Con el suxgimienco de Ia economfa politica, con la introduccién del principio imitative en la misma prictica gubernamental, se produce una sustiraci6n importante o, mejor, una dupli- cacién, porque los propios sujeros de derecho sobre los cuales se ¢jerce li soberanta politica aparecen como una poblacién que el gobierno debe mane]ar. [p- 32] Alli tiene su punto de partida la linea de organizaci6n de una ‘biopolltica. Pero zquién no advierre que hay en ello s6lo una parte de algo mucho mds grande, y que {es} esa nueva razdn gubernamental? Estudiar el fiberalismo como marco generat de la biopolftica.” CLASE DEL 10 DE ENERO DE 1979 a nen como micleo central, por supuesto, ese algo que llamafnos poblacién, Por consiguiente, serd a partir de alli que pueda formarse algo semejante a una biopolitica. Pero me parece que el andlisis de la biopolitica sélo puede hacerse-cuando se ha comprendido el régimen general de esa razén guberna- mental de le que Jes hablo, ese régimen general que podemos llamar cuestién de la verdad, primeramente de la verdad econdmica dentro de la razén guber- namental; y por ende, si se comprende con claridad de qué se trata en ese régimen que es-el liberalismo, opuesto ala razdn de Estado —0 que, antes bien, [la] modifica de manera fundamental sin cuestionar quiza sus funda- mentos—, una vez que se sepa qué es ese régimen gubernamental denominado liberalismo, s¢ podré, me parece, captar qué es la biopolitica. Enronces, perdénenme, durante una cantidad de clases cuyo nimero no puedo fijar de antemano, les hablar€ del liberalismo. Y para que los objetivos de esto parezcan acaso un poco més claros, porque, después de todo, ¢qué inte- és hay en hablar del liberalismo, de los fisiécratas, de Argenson, de Adam Smith, de Bentham, de los utilitaristas ingleses, como no sea el hecho de que, desde'luego, el problema de! liberalismo se nos plantea efectivamente ey nues- tra actualidad inmediata y concreta? {De qué se trata cuando se habla de libe- ralismo, cuando a nosotros mismos se nos aplica én la actualidad una politica liberal? ;Y qué relacién puede tener esto con esas cuestiones de derecho que llamamos libercades? gCual es la cuestidn en todo esto, en este debate de nues- tros dias en que, curiosamente, los principios econémicos de Helmut Schmidr!® hacen un raro eco a tal o cual voz procedente de los disidentes del Bste? ;De qué se trata todo.este problema de la libertad, del liberalismo? Bueno, es un problema que nos ¢s contempordneo. Entonces, si quieren, después de haber situado el punto de origen hist6rico de todo esto poniendo de relieve lo que a mi juicio es la nueva razén gubernamencal a partir del siglo xvinl, daré un salto adelante y les hablaré del liberalismo alemén contemporénco porque, por paraddjico que sea, la libertad en esta segunda mitad det siglo xx, o el libera- lismo,-para ser mds exactos, es una palabra que nos viene de Alemania. ** Helmut Schmide (nacido en 1918): dipurada del Partido Socialdemdcrata Alemsn (SP, Sovialdemokracische Partei Deutschlands) en el Bundestag en 1953, alcanzé el cargo de canci- Her en mayo de 1974 luego del retiro de Willy Brandt, Al quedar en minorfa, cedié su lugar a ‘Helmut Kohl en 1982. Clase det 17 de enero de 1979 Fl liberalisma y la puesta en accién de un nuevo arte de gobernar en el sigh xvi — Los rasgos especificos del arte liberal de gobernar: L) Lacconstitucidn del mercado como lugar de formacién de verdad 394 no exclusivamente como dmbito de jurisdiccién — Cuestiones de método. Objetivos de las investigaciones emprendidas en torno de la locura, la penalidad y la sexualidad: esboro de una historia de los “regimenes de veridiccién" — En qué debe consistir una critica poll- tica del weber —2) El problema de la limitacién del ejercicia del puder priblico. Los dos tipos de solucién: el radicalismo jurtdico francés y el utilitarismo inglés — La cuestién de la “utilidad” y la limitacién del ejercicio del poder priblico — Observacién sobre el estatus de lo hete- rogtneo en historia: légica de estvategia contra logica dialdetica —La " nocién de “interés” como operador del nuevo arte de gobernar ‘QUERKIA AFINAR UN POCO las tesis o hipétesis que propuse la vez pasada acerca del arte de gobernar, acerca de lo que es, a mi juicio, un nuevo arte de gober- nar que comenzé a formularse, a pensarse, a bosquejarse més 0 menos a media- dos del siglo xvit. Creo que ese nuevo arte de gobernar se caracteriza en esen- cia porta introduccién de mecanismos ala vez internos, numerosos, complejos, Peto cuya funcién ~en este aspecto, si se quiere, se marca Ia diferencia con respecto a la raz6n de Estado— no consiste tanto’ en asegurar un atimento de |i fucrza, la riqueza y el poder del Estado, fel) crecimiento indefinido del Estado, como en limitar desde adentto el ejercicio del poder de gobernar. Me parece que ese arte de gobernar es, desde luego, nuevo en sus mecanis- mos, nuevo en sus efectos, nuevo en su principio, Aunque sélo Jo es hasta cierto Punto, porque no debemos imaginar que constituye la supresidn, Ja borradura, 43 44 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA ta abolicién, la Aufhebung, como prefieran, de esa razén de Estado de la que traté de hablarles la vez. pasada, De hecho, no hay que olvidar que ese nuevo arte de gobernar ¢ incluso ese arte de gobernar lo menos posible, ese arte de gobernar entre un méximo y un mfnimo, y mejor més cerca del minimo que del maximo, pues bien, debe considerarse como una especie de duplicacién 0, en fin, de refinamiento interno de la razén de Estado; es un principio para su mantenimiento, para su desarrollo més exhaustivo, para su perfeccionamiento. Digamos que no es algo distinto de la cazén de Estado, no es un elemento externo y negador de ésta; es més bien el punto de inflexién de la razén de Estado en la curva de su desarrollo. Utilizando una palabra poco adecuada, si se quiere, dirfa que es la razén del menor Estado dentro y como principio otganizador de la propia razén de Estado, o bien: la razén det menor gobierno como principio de organizacién de Ja razén de Estado. Hay alguien (por des- dicha no pude encontrarlo en mis papeles, pero ya lo encontraré y les dire) que hablé, a fines del siglo xvitt, claro esté, de un “gobierno frugal”.' Pues bien, creo que, en efecto, en ese momento sc ingresa a una época que podriamos lamar la del gobierno frugal, lo cual no deja de presentar, por supuesto, una serie de paradojas, porque durante este periodo del gobierno frugal inaugurado en el siglo xvin, y del que sin duda todavia no hemos salido, veremos desarrollarse toda una préctica gubernamental, a la vez extensiva ¢ intensiva, con todos los efectos negativos, las resistencias, las revueltas, etc., que conocemos, preci- samente contra esas intromisiones de un gobierno que, no obstante, se dice y se quiere frugal. Digamos lo siguiente: ese desarrollo extensivo eintensivo, del gobierno que, sin embargo, se pretende frugal, no ha cesado ~y en este aspecto podemos decir que estamos en Ia era del gobierno frugal— de suftir el asedio, desde adentro y desde afuera, de la cuestién de lo demasiado y lo demasiado poco. Si fuerzo las cosas y las caricaturizo, puedo sefialar esio: cualesquiera * Bn el “Resumen det curso”, Foucault remice a Benjamin Franklin (véase infra, p. 364). ‘Véase, por ejemplo, la carta de Franklin a Charles de Weissenstein del 1° de julio de 1778, en Albert Henry Smyth (comp.}, The Writings of Benjamin Franklin, Nueva York, Macmillan, 1905-1907, t. VIL p. 168, citado por Drew R. McCoy, “Benjamin Franklin’ vision of a republi« ‘can political economy for Ametica”, en The William and Mary Quarterly, serie mi, 35 (4), octu- bre de 1978, p. 617: “A virtuous and laborious people could always he ‘cheaply governed’ in a republican system” [un pueblo virtuoso y faborioso siempre podtia ser 'gobernado a bajo pre- en un sistema republicano}. CLASE DEL 17 DE ENERO DE 1979 AS hayan sido, de hecho, la extensién y el desarrollo también intensivo de ese gobierno,'la cuestidn de la frugalidad esruvo en el centro mismo de la refle- xién hecha cn tornoaél.* La cuestién de Ja frugalidad, si no sustituyd, al menos duplicé y hasta cierto punto hizo retroceder, marginé un poco otra cuestién que asedié, al contrario, la reflexién politica de los siglos xv1 y xvit ¢ incluso [de] comienzos del siglo xvi, y que era el problema de la constitucién. Monarquia, aristocracia, democracia: est claro que pese a ello todas estas cues- tiones no desaparecen. Pero asi como eran las cuestiones fundamentales —iba a decir las cuestiones regias~ en los sighos xvi! y XVII, a partir de este tiltimo, durantetodo el siglo xXx y, desde hiego, més que nunca en nuestros dias, el pro- ‘blema indudablemente central es el de la cuestién de la frugalidad del gobierno y no el de ta constitucién de los Estados. (La] cuestién de la frugalidad del gobierno ¢s la cuestién del liberalismo. Y bien, ahora me gustaria retomar dos 0 tres puntos que mencioné la vez. pasada para tfacar de precisarlos y afinarlos. En la clase anterior traté de mostrarles que la idea, el tema 0, mejor, el principio iegulador de un gobierno Frugal se habfa formado a partir de lo que podta Ilamarse o de lo que designé, groseramente, concxién con la razén de Estado, y el cdleulo de ésra, de cierto régimen de verdad que encontraba su expresién y su formulacién teérica en Ja economfa politica. La aparicién de la economfa politica y el problema del gobierno m{nimo eran ~asi intenté sefiae larlo dos cosas que estaban ligadas. Pero me parece que es preciso especificar un poco la naturaleza de esa conexién, Cuando digo conexién de la economia politica con la razén de Estado, iquicre decir que la pritera propuso deter minado modelo de gobierno? ;Quiere decir que los hombres de Estado se iniciaron en la economfa politica o que empézaron a escuchar a los econo- mistas? ZEl modelo econémico se convirtié en principio organizador de la pric- tica gubernamental? No es eso, desde huego, lo que quise decir, Le que que- ria decir, lo que traté de designar, era algo, a mi entender, de una naturaler: yun nivel un tanto diferentes; el principio de esa conexién que procuré sefia- lar, esa conexién entre practica de gobierno y régimen de verdad seria lo siguiente: [...] que habia, pues, algo que en el régimen de gobierno, en la pric- tica gubernamental de los sighs Xv Xvil y también de la Edad Media, habla constituido uno de los objetos privilegiados de la intervencién, de la regulacién * Michel Foucault agrega: y que se le ha planteado. 46 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA gubernamental, algo que habia sido el objeto privilegiado de la vigilancia y las intervenciones del gobierno. Y es ese lugar mismo, y no la teorfa econémica, el que, a partir del sigho xvii, llegarfa a ser un ambito y un mecanismo de for- macién de verdad. Y, [en vez de] seguir saturando ese lugar de formacién de verdad de una gubernamentalidad reglamentaria indefinida, va a reconocerse ~y es aqui donde suceden las cosas la necesidad de dejarlo actuar con la menor cantidad posible de intervenciones para que, justamente, pueda formular su verdad y proponerla como regla y norma ala practica gubernamental. Ese lugar de verdad no es, claro est4, la cabeza de los economistas, sino el mercado. Digamos las cosas, si les parece, con mayor claridad. Acerca del mercado, en el sentido muy general del término, tal como funcioné en el Medivevo y en Jos siglos XV1 y XVII, creo que podrfamos decir en pocas palabras que era esen- cialmente un Jugar de justicia, 22n qué sentido era un lugar de justicia? En varios sentidos. Ante todo eta un lugar, desde luego, investido de una reglae mentacién extremadamente proliferante y estricta: reglamentacién en cuanto alos objetos que debian llevarse a los mercados, al tipo de fabricacién de esos objetos, al origen de los productos, a los derechos que habia que pagar, a los procedimientos mismos de venta, a los precios fijades. Por lo tanto, lugar inves- tido de reglamentacién: eso era el mercado. Era asimismo un lugar de justicia en el sentido de que tanto los teéricos come los précticos, por lo demés, con- sideraban que el precio de venta fijado en el mercado era un precio justo 0, en todo caso, debia serlo,” es decit, un precio que debfa tener una relacién deter- ? Ese precio justo (jusrum pret) era el que la cscoldstica medieval, sobre la base de la doce trina aristotdlica de la justicia conmutativa (Etiea a Nicémaco, libro V), habia determinado como modelo ideal de las transacciones. Véase Steven Laurence Kaplan, Bread, Politics and Political Economy in the Reign of Lois XV, La Haya, Martinus Nijhoff, 1976 (ctad, fis Le Pain, le Peuple tle Roi, trad. de M.-A. Revellat, Paris, Perzin, cul, Pour Phistoite, 1986, pp. 55 y 96: El teniente general de policia, los comisarios, tos medidores de granos y los funcionarios locales insisten sin cesar en el ‘precio justo! que se consideran obligados a asegurar.[...] Para ser equitativos, los precios no deben ‘sublevar’a los mercados ni ‘perjudicar’a los consumidores. Se establecen de conformidad con un ideal de moderacién que tieude a variar segs las citcunstancias. Un pre- cio se juzga justo cuando lof comerciantes se fijan una ganancin moderada y la masa del pueblo que vive en un estado de miseria cr6nica no sufte de manera exagerada, es decis, no més que de costumbre. En tiempos noumales, e! precio justo es simplemente el precio cortiente [como lo recomiendan los teSlogos] fijado por una estimacién comén y ao impuesto por las maniobras delos comerciantes o las drdenes del gobierno”. Véanse John W. Baldwin, The Medieval Theories CLASE DEL 17 DE ENERO DE 1979 47 minada con el trabajo realizado, con Jas necesidades de los comerciantes y, por supuesto, con las necesidades y las posibilidades de los consumidores. Lugar de justicia a tal punto que ¢l mercado debfa ser un Ambito privilegiado de la justicia distributiva, porque, como bien [lo} saben, al menos para una serie de productos basicos como los productos alimenticios, mediante las teglas del mercado se disponta que, si no los ms pobres, por lo menos algunos de los més pobres pudieran comprar cosas al igual que los més ricos, En tal sentido, entonces, ese mercado eta un lugar de justicia distributiva. En fin, era un lugar de justicia en la medida en que lo que debla asegurarse esencialmente en el mercado, por el mercado 0, mejor, por sus reglamentaciones, :qué era? (La verdad de los precios, como dirfamos hoy en dia? En absoluto. Lo que debla asegurarse era la ausencia de ftaude. En otras palabras, la protecci6n del com- prador. La reglamentacién del mercado tenfa entonces por meta, por un lado, la distribucién més justa posible de las metéanclas, y ademés la ausencia de robos, la ausencia de delitos. Para decirlo de otro modo, en esa época el mer- cado era percibido, en el fondo, como un riesgo que acaso corrfa el comer- ciante, por una parte, pero seguramente también el comprador, por otro. Y era menester proteger al comprador contra el peligro constituido por una mala mercanefa y ¢l fraude de quien la vend{a. Era preciso, por tanto, garantizar esa ausencia de fraude en cuanto’ la naturaleza de los objetos, a su calidad, etc. Ese sistema —reglamentacién, precio justo, sancién del fraude— hacia por consiguiente que el mercado fuera en esencia y funcionara realmente como un lugar de justicia, un lugar donde algo que era la justicia debia aparecer en af the Just Price: Romaniss, Carionists and Theologians in the Twelfth and Thirteenth Centuries, Filadelfia, Ametican Philosophical Sociery, 1959, y Joseph A. Schumpeter, History of Economic Analysis, ed. establecida sobre la base del manuserito por Elizabeth Boody Schumpeter, Nueva York, Oxford University Press, 1954 (trad. fi: Histoire de analyse économique, trad. y ed. de Blzabeth Boody Schumpeter, Robert Kuenne, Jean-Claude Casanova et al, Pals, Gallimard, col. Bibliochéque des sciences humaines, 1983, tt, pp. 139 y 140) (trad. esp. Historia del and- isis econdmico, Barcelona, Atiel, 1971). Se encontraré bibliografia complementaria en Sreven Laurence Kaplan, Le Pain, de Peupl..., op. cit, pp. 441 y 442, n, 14 del cap. 2. Sobre esta cues- tién del precio, véase Michel Foucault, Les Afots etfs choses, Paris, Gallimard, col. Bibliothtque des sciences bumaines, 1966, cap. 6, se¢. 1, “Le gage et le prix” [srad.esp.: Las palebrasy ls cosas. Una arqueologia de las ciencias bumanas, México, Siglo XX1, 1968} (en esencia, la cuestién del precio se aborda aqui con referencia a la Funcién de la moneda). 48 NACIMIENTO DE LA BIOPOLITICA cl incercambio y formularse en el precio. Digamos que el mercado era un lugar de jurisdiccién. Ahora bien, en ese aspecto se produjo un cambio por unas cuantas razo- nes que mencionaré dentro de un rato. A mediados del siglo xvi se hizo evidente que el mercado ya no era un lugar de jurisdiccién o, mAs bien, ya no debia serlo, Y se dejé ver entonces, por una parce, como algo que obedecta y debja obedecer a mecanismos “naturales”,* es decir, mecanismos esponté- neos; aun cuando no fuera posible aprehenderlos en su complejidad, pero no obstante esponténeas, y a tal extremo que, si se procuraba modificarlos, sélo se lograba alrerarlos y desnaturalizarlos. Por otra parte -y en este segundo sentido se convierte en un lugar de verdad- el mercado no sélo pone en evi- dencia los mecanismos naturales, sino que estos mecanismos, cuando se los deja actuar, permiten la formacién de cierto precio que Boisguilbert? llamaré Precio “natural”, los fisiécratas denominarén “buen precio” y continuacién se calificaré de “precio normal”; en fin, no importa, cierto precio natural, bueno, normal, que va a expresarla relacién adecuada, cierta relacién adecuada * Entre comillas en el manuscriro, * Pierre Le Pesane, sfior de Boisguilbert (1646-1714), autor sobre todo de Détail de la France (1695) y del Thaité de la nature, culture, commerce et intérét des grains (1707). Se lo considera como el precursor de los fisidcratas. Véanse Joseph A. Schumpeter, Histoire de Fanalye éeono- aigue, op. cit, t. sp. 302, n. 1, yen especial Aled Sauvy, Pierre de Boisguilbert, ow la Naisiance de Heanomie politique, 2 vols., Paris, neo, 1966, Al parecer, sin embargo, Bolsguilber: no uti- liza el concepto de “precio natural”. A veces habla de “precio de proporcién’ (0 precio “pro- porcional”), sin darle un contenido analitico precisa (compradores y vendedares extracn el mismo beneficio), y de “precio de rigor”, con referencia al costo de produccidn (minimo aceptable). “Véase Edgar Depite, introduccién 2 Pierre-Suimuel Dupont de Nemours, De lexportar tion er de lomportation de: grains (1764), Parts, P. Geuthner, Collection des économistes et des réformateurs sociaux de Ia France, 1941, pp. XxItl y xx1V: “En el sistema fisiocritico, nada es mis facil de decerminar que el buen precio: &sve es el precio comin y poco variable del mercado Senerah aquel que la competencia errablece entre las naciones que comercian libremente”. VEase también Michel Foucaule, Sdeurité ervitoire, population, Cours au College de France, 1977-1978, ed. de Michel Senellare, Paris, Gallimard/Seuit, col, Hautes Frudes, 2004, clase del 5 de abril dde 1978, p. 369, ni. 25 tind. esp.: Seguridad, territori, poblacién, Curso en el Collige de France (1977-1978), Buenos Aires, Fondo de Culcura Econémica, 2006, p. 393, n. 25). * Véase Alfied Marshall, Principle of Economics, Londres, Macmillan & Co., 1890 (trad. esp: Principios de economta, Madrid, Aguilar, 1963] (véase Joseph A. Schumpeter, Histoire de Fanalye économique, op. cit, t.\, p. 268, y ttl, p. 292), .

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