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Balance hídrico de humedales de uso

agropecuario: El primer paso para el


mejoramiento en la gestión hídrica a
nivel predial en Magallanes
Una investigación multidisciplinaria
Autores: Jorge Ivelic-Sáez, José Dörner, José Luis Arumí, Paulina
Cisternas, Jaime Valenzuela, Enrique Muñoz, Robert Clasing, Susana
Valle, Sergio Radic, Héctor Alonso, Rafael López, Hamil Uribe, René
Muñoz, Iván Ordoñez, Jorge Carrasco

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES AGROPECUARIAS

Boletín INIA Nº 435


ISSN 0717-4829
Balance hídrico de humedales
de uso agropecuario: El primer
paso para el mejoramiento
en la gestión hídrica a nivel
predial en Magallanes
Una investigación multidisciplinaria

Autores: Jorge Ivelic-Sáez, José Dörner, José Luis Arumí, Paulina


Cisternas, Jaime Valenzuela, Enrique Muñoz, Robert Clasing, Susana
Valle, Sergio Radic, Héctor Alonso, Rafael López, Hamil Uribe, René
Muñoz, Iván Ordoñez, Jorge Carrasco
Centro Regional de Investigaciones INIA Kampenaike
Autores:

Jorge Ivelic-Saez, Ing. Agrónomo, MSc. Investigador Centro Regional


de Investigación Kampenaike. E-mail: jorge.ivelic@inia.cl

Dr. José Dörner, Ing. Agr., Dr. sc. agr., Profesor Titular Instituto
de Ingeniería Agraria y Suelos, Facultad de Ciencias Agrarias y
Alimentarias, Universidad Austral de Chile. Centro de Investigación
en Suelos Volcánicos (CISVo). Universidad Austral de Chile. E-mail:
josedorner@uach.cl

Dr. José Luis Arumí, Ingeniero Civil, Ph.D. Profesor Titular,


Departamento de Recursos Hídricos, Facultad de Ingeniería Agrícola;
Investigador Principal Centro Fondap CRHIAM, Universidad de
Concepción. E-mail: jarumi@udec.cl.

Paulina Cisternas, Ing. Ambiental, MSc. E-mail: paulinacisternasl@


gmail.com

Jaime Valenzuela, Ayudante de investigación. Centro Regional de


Investigación Kampenaike. E-mail: javamar1977@gmail.com

Dr. Enrique Muñoz, Centro de Investigación en Biodiversidad y


Ambientes Sustentables CIBAS, Universidad Católica de la Santísima
Concepción, Alonso de Ribera 2850, Concepción, Chile. Departamento
de Ingeniería Civil, Facultad de Ingeniería, Universidad Católica de la
Santísima Concepción, Alonso de Ribera 2850, Concepción, Chile.
E-mail: emunozo@ucsc.cl

Robert Clasing, Ingeniero Civil. Estudiante Postgrado Facultad


de Ingeniería, Universidad Católica de la Santísima Concepción.
Investigador Centro de Investigación en Biodiversidad y Ambientes
Sustentables CIBAS, Universidad Católica de la Santísima Concepción,
e-mail: rjclasing@ing.ucsc.cl
Dra. Susana Valle T., Ing. Agrónomo, Dr. Ciencias Agrarias. Instituto
de Ingeniería Agraria y Suelos, Facultad de Ciencias Agrarias y
Alimentarias. Centro de Investigación en Suelos Volcánicos (CISVo).
Universidad Austral de Chile. E-mail: susanavalle@uach.cl

Dr. Sergio Radic, Ingeniero Agrónomo, M.Cs., Departamento de Cs.


Agropecuarias y Acuícolas, Universidad de Magallanes. E-mail: sergio.
radic@umag.cl

Hector H. Alonso Horstmeier, Analista de Sistemas. Dipl. Análisis y


gestión de Ambiente. Centro Eula Chile. Facultad Ciencias Ambientales,
Universidad de Concepción. E-mail: halonso@udec.cl

Dr. Rafael López Olivari, Ing. Agr. MSc, PhD. Investigador Centro
Regional de Investigación Carillanca. E-mail: rafael.lopez@inia.cl

Dr. Hamil Uribe Cifuentes, Ing. Civil Agricola MSc. Dr. Investigador
Centro Regional de Investigación Quilamapu. E-mail:huribe@inia.cl

René Santiago Muñoz Arriagada, Ing. Forestal, MSc. Académico,


Departamento de Ciencias Agropecuarias y Acuícolas, Universidad de
Magallanes. E-mail: rene.munoz@umag.cl

Dr. Iván Ordoñez, Ing. Agrónomo, M.Sc. PhD. Investigador Centro


Regional de Investigación Kampenaike. E-mail: ivan.ordonez@inia.cl

Dr. Jorge Carrasco, Ing. Agrónomo. Dr. En agronomía. Investigador


Centro Regional de Investigación Rayentué. E-mail: jcarrasc@inia.cl.
Autores invitados

Dr. Federico Horne, Ing. Agronomo, MSc en Planificación de los


Recursos Hidraúlicos, PhD en Ingenieria Civil y Ambiental, Profesor
Titular area Recursos Hidraúlicos, Director ITAMA, UNComahue. E-mail:
fedehorne@yahoo.com

Dra. Elizabeth Mazzoni, Lic. en Geografía, Dra en Geografía Física.


Docente Investigador de la Unidad Académica Río Gallegos de la
Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UARG - UNPA), Santa
Cruz, Patagonia Argentina. E-mail: elimazzoni@yahoo.com.ar

Dr. Victor Utrillas, Ing. Agrónomo, MSc. Investigador de la Estación


Experimental Agropecuaria INTA Santa Cruz, Argentina. E-mail: utrilla.
victor@inta.gob.ar

Director Responsable:
Francisco Sales Zlatar. Médico Veterinario, Ph. D.
Director Regional INIA Kampenaike
Boletín INIA Nº 435

Cita Bibliográfica correcta:

Ivelic-Sáez, J., Dörner, J., Arumí, J.L., Cisternas, L., Valenzuela, J., Muñoz, E., Clasing,
R., Valle, S., Radic, S., Alonso, H., López, R., Uribe, H., Muñoz, R., Ordoñez, I., Carrasco,
J. 2021. Balance hídrico de humedales de uso agropecuario: El primer paso
para el mejoramiento en la gestión hídrica a nivel predial en Magallanes”. Una
investigación multidisciplinaria. Centro Regional de Investigación Kampenaike.
Punta Arenas, Chile. Boletín INIA N°435. 162 p.

Boletín INIA Nº 435


©2021. Instituto de Investigaciones Agropecuarias. INIA-Kampenaike, Angamos
N°1056, Punta Arenas, Chile. Casilla 277, Punta Arenas, Chile. Tel.: 56-61-
2242322, email: jorge.ivelic@inia.cl
ISSN 0717 – 4829
Permitida su reproducción total o parcial citando la fuente y los autores.
Comité editor:
Osvaldo Teuber Winkler: Ingeniero Agrónomo. Ph.D. INIA Tamel Aike.
Francisco Sales Zlatar: Medico Veterinario. Ph.D. INIA Kampenaike.
Homero Barría Ojeda: Ingeniero Agrónomo. INIA Remehue.

Diseño y Diagramación:
Gabriel Orlando Quilahuilque.

AGRADECIMIENTOS
Al Gobierno Regional de Magallanes por creer en esta propuesta que, sin duda,
será el punta pie para la generación de más y mejor conocimiento en torno a
uso racional de los recursos naturales. A todos los investigadores que formaron
parte activa de este proyecto. A mi familia; Consuelo Sáez, Jorge Ivelic y María
Belén Ivelic.
[10] BOLETÍN INIA 435
PRÓLOGO
El cambio climático y el efecto que trae este fenómeno sobre los sectores
agrícola, ganadero y forestal de Magallanes, ya se están haciendo notar. El alza
de las temperaturas, inusuales períodos de viento a lo largo de todo el año,
una menor pluviometría en las estaciones de crecimiento o concentración de
esta en los meses de invierno y menor precipitación de nieve, han generado
consecuencias directas sobre las condiciones hídricas de las vegas, provocando
degradación de sus pastizales, aumentando la desertificación y pérdida de la
biodiversidad. Además de un directo efecto negativo sobre la productividad y
competitividad de los sectores silvoagropecuarios.

Las vegas actúan como grandes reservorios de agua, cumpliendo un rol


fundamental para la conservación de la avifauna nativa y la biodiversidad
florística. La conservación y buen manejo de las vegas son el factor decisivo para
la producción de los sectores agropecuarios y forestal. La mayor disponibilidad
de agua y menor evapotranspiración, hacen que las vegas alcancen producciones
de entre 3.000-5.000 kg MS/ha/año, mientras que pastizales naturales de
coirón aledaños (Festuca gracillima), producen entre 150-700 kg MS/ha/año.
Esta importante función ecológica y productiva se ha visto afectada, debido al
sobrepastoreo y sistemas de drenaje mal diseñados.

Prólogo [11]
Las vegas siempre se han evaluado desde el punto de vista de la producción de
forraje. Es por esto que desde principios del siglo pasado las vegas se han estado
drenando, para establecer praderas artificiales, lo que ha provocado pérdida de
agua, desencadenando finalmente la pérdida del recurso. Debido a lo anterior,
muchas vegas que acumulaban grandes cantidades de agua, hoy día están
degradadas y sometidas a procesos erosivos, imposibilitándolas de cumplir con
su funcionamiento ecosistémico dentro del paisaje patagónico.

Por esta razón, es necesario cambiar el paradigma productivista actual y


caracterizar el funcionamiento de las vegas no solo desde un punto de vista
productivo, sino también por su rol ecosistémico. separa ello se hace necesario
mantener su capacidad de almacenamiento y conducción de agua.

Mediante la evaluación de la hidrología de las vegas de Magallanes, se sentarán


las bases para aumentar la eficiencia del uso del agua y mejoramiento de la

[12] BOLETÍN INIA 435


gestión hídrica de estas, aumentando la productividad y competitividad del
sector agrícola, ganadero y forestal, asegurando los servicios ecosistémicos y la
biodiversidad de estos ecosistemas sub-antárticos de gran fragilidad.

Para generar esta información, se ejecutó el programa “Evaluación del balance


hídrico de vegas: Una estrategia para mejorar la gestión hídrica a nivel
predial y aumentar la resiliencia al cambio climático”, financiado por el Fondo
de Innovación para la Competitividad regional (FIC-R) del Gobierno Regional
(GORE) de Magallanes, el cual consistió en la evaluación de la hidrología de este
tipo de humedales, con el objetivo de conservar sus características de grandes
almacenadores de agua, aumentando la eficiencia en el uso del recurso hídrico a
partir del aumento de su resiliencia y así, evitar su deterioro.

Jorge Ivelic-Sáez
Investigador responsable.

Prólogo [13]
ÍNDICE DE CONTENIDOS
Prólogo 11

Capítulo 1
Aspectos generales acerca de las vegas en la Patagonia 17
¿Qué son las vegas? 21
Autores: Jorge Ivelic-Sáez, Jaime Valenzuela, Sergio Radic.
Clasificación de las vegas 24
Autores: Jorge Ivelic-Sáez, Jaime Valenzuela.
Geología y geomorfología de vegas 29
Autor: Jorge Ivelic-Sáez.
Vegetación asociada a las vegas 32
Autor: Iván Ordoñez Vásquez.
Clima de la región patagónica y su influencia en las vegas. 38
Autor: Iván Ordoñez Vásquez.
Los suelos de Magallanes y su asociación a las vegas. 39
Autores: Susana R. Valle, Sergio Radic.
Distribución y extensión espacial de las vegas y tecnologías de
la información geográfica para su monitoreo. 44
Autores: René Muñoz-Arriagada, Jorge Ivelic-Sáez.
Manejo agropecuario asociado a las vegas 50
Autores: Jorge Ivelic-Sáez, Sergio Radic.
Bibliografía 52

Capítulo 2
Resultados del proyecto 63
Uso de aerofotogrametría con dron para la evaluación de
vegas. 64
Autores: Enrique Muñoz, Robert Clasing.
Reconocimiento y clasificación de suelos asociados a la cuenca
de estudio. 73
Autores: Susana Valle, Jorge Ivelic-Sáez, Sergio Radic.
Características ambientales, edáficas y movimiento de agua en
la zona no saturada. 81
Autores: Paulina Cisternas, José Dörner, Jorge Ivelic-Sáez, José Luis
Arumí, Jorge Carrasco.
Movimiento de aguas subterráneas y balance hídrico. 95
Autores: José Luis Arumi, Paulina Cisternas, Hamil Uribe, José Dörner,
Jorge Ivelic-Sáez, Rafael López.
Bibliografía 106

Prólogo [15]
Capítulo 3
¿Qué está sucediendo con las vegas o mallines al otro lado del
alambrado? 113
Humedales en patagonia:
Emplazamiento geomorfológico, tipos y distribución 115
Autora: Elizabeth Mazzoni.
Síntesis del funcionamiento hidrológico de mallines y su control
para un manejo sustentable. 126
Autores: Federico Horne, Gabriela Polla.
Indicadores de degradación y biomasa radical en mallines de una
cuenca hídrica de la Patagonia austral 146
Autores: Victor Utrillas, Miguel Andrade, Sabrina Billoni, Bibiana Rogel,
Pablo Peri.
Bibliografía 152

4. Conclusiones generales. 159

[16] BOLETÍN INIA 435


CAPÍTULO 1
ASPECTOS GENERALES ACERCA DE LAS VEGAS O
MALLINES EN LA PATAGONIA
Uno de los rubros económicos más relevantes de la región de Magallanes
y Antártica chilena es la ganadería. Esta actividad se establece a partir de la
segunda mitad del siglo XIX, mediante grandes concesiones de tierra por parte
del Estado y una apuesta importante de sociedades privadas (Lira, 2012).
En la región de Magallanes se concentra más del 56% de la masa ovina del
país y alrededor de 141.759 cabezas bovinas (INE, 2007). El principal sustento
alimenticio de la ganadería es el pastizal (Rangelands por su traducción al
inglés), el cual está compuesto por plantas nativas y exóticas, generalmente
perennes (Domínguez et al., 2019). El pastizal magallánico es una amalgama de
especies, las cuales se distribuyen de acuerdo a las precipitaciones del lugar,
cercanía o lejanía a la cordillera y la topografía. Es así que en las que en las
más de 5 millones de hectáreas de uso agropecuario (INE, 2007) se encuentran
diferentes formaciones vegetales (Pisano, 1977; Cruz y Lara, 1987).

Capítulo 1 Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [17]


A grandes rasgos, la región de Magallanes se puede dividir en tres zonas
ecológicas (Rodríguez, 1986); Zona de Estepa, Zona Intermedia y Zona de Bosque
Deciduo.

Zona de estepa: Definida por los coironales, ubicada al este de la región, hacia la
frontera con Argentina, con topografía planta o leventemente ondulada y suelos
delgados. Presenta una precipitación anual inferior a los 300 mm y temperaturas
que descienden desde la costa al interior.

Zona Intermedia (o de Transición): Al oeste de la anterior y dominada por


la asociación Mata-Coirón, siendo el arbusto predominante, sobre todo en
las provincias de Magallanes y Tierra del Fuego, el Chilotrichum diffusum
(Romerillo). En la provincia de Última Esperanza, los arbustos son Mulguraea
tridens (Mata Negra) y Mulimun spinosum (Neneo). La zona tiene suelos delgados
a medianamente profundos y 300-500 mm/año de precipitaciones.

Zona de bosque deciduo (Zona Húmeda): Área ubicada al occidente de la


intermedia, con bosques conformados por diferentes especies del género
Nothofagus sp. La precipitación es mayor a los 500 mm/año y los suelos
presentan una topografía variable y una profundidad que va desde delgados a
medianamente profundos.

La ganadería regional, independiente de la zona ecológica en donde se encuentre,


es extensiva. Las características predominantes de este tipo de sistema ganadero
son la baja productividad de los pastizales mencionados, lo que impide tener
una alta carga animal. Además, es una ganadería con un bajo nivel tecnológico y

[18] BOLETÍN INIA 435


altos costos de implementación de inversiones dada la lejanía al resto del país.
Consecuentemente, la implementación de más y mejores delimitaciones de
potreros se hace nula o escasa, por lo tanto, es recurrente que los potreros sean
de extensas superficies, difícilmente manejables y con diferentes formaciones
vegetales y suelos dentro del mismo. A pesar de esto, tanto Cruz y Lara (1987)
como Rodríguez (1986), destacan la presencia de “vegas” en todas las zonas
ecológicas y, eventualmente, en todas las estancias Magallánicas. Dada las
condiciones de gran aridez y la tradición ganadera de la Patagonia, las vegas
o mallines cobran singular importancia pues pueden producir de 10 a 20 veces
más forraje que el área circundante (Bonvissuto y Somlo, 1998), constituyendo
un importante recurso alimenticio para el ganado y la fauna silvestre. A su vez,
la disponibilidad de agua existente en estas vegas, resulta relevante tanto
para animales y vegetales, como también para el hombre, considerando que el
resto de los ecosistemas patagónicos extra andinos se encuentran dentro de la
categoría de desiertos o semi-desiertos (Ceg-proinsa, 1995).

Un gran número de autores destacan la importancia de las vegas en los ambientes


patagónicos. Gaitán et al. (2015), hacen mención a otros roles de importancia
en diversas funciones ecológicas, tales como la regulación hídrica (actúan
como una esponja, manteniendo el agua excedente de la estación húmeda
-invierno- durante la primavera y el verano); regulan los caudales de los arroyos,
protegiéndolos contra crecidas súbitas durante las tormentas, y actúan como
filtro y retención de sedimentos. Además, tienen un rol importante en el secuestro
de carbono (Blanco y de la Balze, 2004) debido al alto contenido de materia
orgánica de sus suelos. Contienen una alta diversidad biológica especializada
(especies palustres, halófitas, etc.); proveen de hábitat y/o alimentos a una
amplia variedad de especies de fauna silvestre; y tiene un rol destacado en el
reciclado de nutrientes. Son fuente de agua para bebida de animales y para
consumo humano. Por último, se destacan sus funciones espirituales y estéticas,
ya que constituyen un elemento distintivo en el paisaje, y son por lo general el
entorno de las poblaciones rurales.

Las vegas son habitat sumamente valiosos, son fuente de alimento para la fauna
nativa y para aves migratorias. Sin embargo, son ecosistemas vulnerables, los
cuales se encuentran en un estado de degradación debido, en gran parte, al
inadecuado manejo de la ganadería ovina (Anchorena et al. 2001; Collantes et al.
2005, Gaitán et al. 2015) y se encuentran cada vez más amenazadas por otros
impactos humanos, incluidas las actividades industriales como extracción de
petróleo y desarrollo turístico (Collantes et al. 2009).

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [19]


[20] BOLETÍN INIA 435
¿QUÉ SON LAS VEGAS?
Autores: Jorge Ivelic-Sáez, Jaime Valenzuela, Sergio Radic.

Para entender la importancia de las vegas o mallines en la Patagonia, se hace


relevante comprender que estos sectores son humedales, inserto en sectores
de uso agropecuario.

Los humedales comprenden un conjunto de ambientes muy diversos, que


integran áreas que son inundadas o saturadas por aguas superficiales o
subterráneas, con una frecuencia y duración suficiente para soportar y hacer
sostén, bajo condiciones normales, a vegetación predominantemente adaptada
a una vida en condiciones de suelos saturados (Roig y Roig, 2004).

Mitsch y Gosselink (2000) definieron el humedal como el ecosistema que cumple


las siguientes condiciones:

• Presencia periódica de aguas o suelos húmedos.


• Suelos hidromórficos que son diferentes de los suelos de sectores cir-
cundantes, y cuyas características bioquímicas están influenciadas por
las condiciones anaeróbicas de los suelos inundados.
• Presencia de especies vegetales adaptadas a condiciones de inunda-
ción (hidrófitas) (Mazzoni y Rabassa, 2018).

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [21]


Entre las características más destacadas de estos humedales, Brinson (2004a)
enfatiza el hecho que “los patrones y procesos son más variables que en
ecosistemas terrestres”. En consecuencia, el rango de variación en los hábitats
de humedales, es mayor que en hábitats terrestres situados en la misma región
geográfica.

Los humedales pueden clasificarse según el origen de la fuente hidrológica y


el destino del agua. Desde este punto de vista hidrológico, tres categorías se
distinguen (Brinson 1993, 2004b):

• Humedal que recibe agua solo de las precipitaciones y la cede río abajo
o al agua subterránea.
• Humedal que recibe principalmente agua de descarga del subsuelo y
pierde agua por flujo superficial.
• Humedal que está dominado por el flujo superficial y que con frecuen-
cia puede mover sedimentos debido a la alta energía cinética del agua
(Mazzoni y Rabassa, 2018).

Si bien las vegas o mallines son considerados humedales, deben diferenciarse de


las turberas o turbales debido a la diferente dinámica hídrica que las rigen y por,
sobre todo, a la capacidad de acumular materia orgánica pasiva o activamente.
(Figura 1).

NO TURBAL - NON PEATLAND TURBAL - PEATLAND


MUNDO
HUMEDAL - WETLAND
VEGA/MALLÍN - SUO
TURBERA - MIRE
Turbera Ombrotrófica - Bog

Turbera Minerotrófica - Fen

Turbera Elevada - Peatbog

Figura 1. Clasificación de vegas/mallines con respecto a sector de turbales y no turbales


(adaptado de Joosten, 2000; Ciari, 2009).

Las vegas corresponden a un área temporaria o permanentemente saturada de


agua, con vegetación herbácea e higrofítica formada por gramíneas y ciperáceas,
que forman Mollisoles, suelos minerales con abundante materia orgánica. En

[22] BOLETÍN INIA 435


determinadas circunstancias ambientales, la vegetación puede dar lugar a la
formación de una capa de turba o suelos Histosoles, interpretándose en ese caso
como turbales (Roig y Roig, 2004).

Otros autores mencionan que este término se refiere a “praderas y pastos muy
densos y verdes directamente asociados a presencia de agua dentro o cerca de
la superficie del suelo” (Movia 1984). En el mismo ámbito, “Mallín” o “Malliñ”
es un término mapuche, cuyo significado se refiere a un suelo herboso y
herbáceo, ubicado en las laderas de las montañas o en las zonas más planas,
con presencia de aguas subterráneas. Este término incluye las hierbas
típicas que crecen dentro de estos humedales (Vuletín 1979). El diccionario
hispano-mapuche proporciona este término con el significado de “pantanos
acuáticos, depresiones húmedas y montañas con praderas graminoides”
(Moesbach, 1980 citado por Mazzoni y Rabassa, 2018).

Los “mallines o vegas” comprenden un tipo particular de “humedal”, teniendo en


cuenta la definición del término elaborado por la “Convención relacionada con
los humedales de importancia”, firmado en la ciudad de Ramsar, Irán, en 1971:
“Estos son extensiones de pantanos, turberas o agua, ya sean naturales o
artificiales, permanentes o temporales, con agua estática o fluida, fresca,
salobre o salada, incluyendo áreas de agua marina, cuya profundidad en
marea baja no exceda los seis metros ” (Convención de Ramsar 1971).

En las mesetas patagónicas, los términos “vegas o mallines” se refieren,


según Reboratti (1982), a “zonas muy localizadas, con diferente humedad y
características de la vegetación, debido a la presencia de arroyos más pequeños,
generalmente crecientes”. En el mismo ámbito, el término “mallines” se les da a
los humedales ubicados en relieves planos, particularmente en el fondo de los
valles, mientras que el término “vegas”, se reserva para las zonas de inmersión.
En ambos casos se hace referencia a la disponibilidad de agua y a la vegetación
herbácea y de praderas que proporciona al mallín un pastizal húmedo, reconocido
por tener, al menos parcialmente, suelos mal drenados e hidrofílicos. De hecho, el
nombre común de “pasto mallín” se aplica a algunas especies de juncos (Juncus
balticus y J. lesueurii), muy frecuentes en estos ecosistemas (Mazzoni y Rabassa,
2018).

Es así como las vegas corresponden a sitios en los que el agua es el principal
factor que controla el medio ambiente, así como la vida vegetal y animal
asociada con eso. Ocurren donde la capa de agua se encuentra en o cerca de la

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [23]


superficie del suelo, o donde el suelo está cubierto por aguas poco profundas
(Cintrón-Molero y Schaeffer-Novelli, 2004) y su presencia está determinada por
la geomorfología del lugar (Brinson y Malvárez 2002).

Ciari (2009), menciona que en la Patagonia (tanto chilena como Argentina),


las vegas son áreas de carácter azonal, que consisten en humedales meso y
micro térmicos, caracterizados por poseer humedad permanente y vegetación
herbácea hidrófila con fisonomía de pradera. Son ambientes de relieve plano-
cóncavo, en posiciones relativas bajas del paisaje, que recibe aportes de agua
superficiales y/o sub-superficiales (Bran et al. 2004) de carácter permanente
o semi permanente, como arroyos, ríos, surgentes o agua de escorrentía sub-
superficial o napa freática.

CLASIFICACIÓN DE LAS VEGAS


Autores: Jorge Ivelic-Sáez, Jaime Valenzuela.

Las vegas o Mallines se han intentado clasificar considerando parámetros


hídricos, vegetacionales y edáficos. Algunas de las categorizaciones más
relevantes se describen a continuación;

Según Gaitán et al. (2015), los mallines se pueden clasificar de acuerdo al


contenido de humedad edáfica.

• Mallines o vegas muy húmedas: La vegetación es de praderas hidró-


filas, con una cobertura vegetal del 95-100%, la cobertura de mantillo
es menor al 5% y no se halla suelo desnudo. Estas praderas están co-
dominadas por Juncus balticus y Poa pratensis. Como subdominantes
se encuentran Hordeum sp., Trifolium repens y Taraxacum officinale.
Con coberturas inferiores al 5% se encuentran especies como Holcus
lanatus, Eleocharis albibracteata, Carex subantactica, Carex gayana. En
varios de estos mallines se encontró presente una especie exótica im-
plantada: Festuca arundinacea, con cobertura de alrededor del 5%. La
productividad de forraje estimada se halla entre 5.000-7.000 Kg MS/
ha año.
• Mallines o vegas húmedas: La vegetación es de praderas graminosas
con una cobertura vegetal del 80-90%, mantillo 10-20% y no presen-
tan espacios de suelo desnudo. La comunidad vegetal está dominada
por Juncus balticus y Poa pratensis. Con coberturas menores se hallan

[24] BOLETÍN INIA 435


Taraxacum officinale, Holcus lanatus, Hordeum sp., Carex subantarctica.
La productividad de forraje estimada se halla entre 3.000-5.000 Kg MS/
ha año.
• Mallines o vegas subhúmedas-húmedas: La cobertura vegetal es del
60-80%, la cobertura de mantillo es del 20-30% y el suelo desnudo
representa menos del 5%. La comunidad vegetal corresponde a pra-
deras graminosas codominadas por Juncus balticus y Poa pratensis.
Taraxacum officinale presenta una cobertura del 5-10% y con cobertu-
ras menores a 5% se hallan especies tales como Carex subantarctica y
Hordeum sp. La productividad de forraje estimada se halla entre 1.500-
3.000 Kg MS/ha año.
• Mallines o vegas subhúmedas-húmedas de Festuca pallescens: La
vegetación presenta una cobertura del 90-95%, mientras que el man-
tillo y el suelo desnudo representan menos del 5%. La comunidad ve-
getal está codominada por Festuca pallescens y Taraxacum officina-
le con coberturas del 20-30% para cada especie. Con una cobertura
menor (10-20%) se encuentran Poa pratensis y Trifolium repens y con
coberturas inferiores al 5% se hallan Hordeum sp., Carex subantarctica,
Holcus lanatus y Juncus balticus. La productividad de forraje estimada
se halla entre 1.500-3.000 Kg MS/ha año.
• Mallines o vegas subhúmedas-secas: La cobertura vegetal es del
45-60%, la cobertura de mantillo se encuentra entre el 40-50% y el
suelo desnudo entre 5-10%. La especie dominante es Juncus balticus
con una cobertura del 20-30% y Taraxacum officinale y Poa pratensis
como subdominantes con coberturas de alrededor del 10%. Con cober-
turas menores al 5% se hallan Carex subantarctica, Azorella trifurcata y
Festuca pallescens. La productividad de forraje estimada se halla entre
500-1.500 Kg MS/ha año.
• Mallines o vegas subhúmedas-secas de . La cobertura vegetal es del
75-85%, la cobertura de mantillo se encuentra entre el 10-20% y el
suelo desnudo entre 5-10%. La comunidad vegetal está dominada por
Festuca pallescens con una cobertura del 40-50%, Poa pratensis y Ta-
raxacum officinale presentan una cobertura del 5-10% y con menos
del 5% se encuentran otras especies tales como Carex subantarctica,
Juncus balticus, Azorella trifurcata, Trifolium repens y Poa steparia. La
productividad de forraje estimada se halla entre 1.000-2.000 Kg MS/
ha año.
• Mallines o vegas secas-degradadas: Son mallines secos natural-
mente, generalmente asociados a los bordes del mallín en su transi-

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [25]


ción hacia la estepa, o bien se trata de mallines secos inducidos por la
degradación (producto del sobrepastoreo), con presencia de surcos y
cárcavas que drenan el mallín afectando su funcionalidad hidrológica.
La vegetación es de estepas graminosas con una cobertura vegetal in-
ferior al 45%, la cobertura de mantillo se halla entre 40-50% y el suelo
desnudo entre 10-20%. La especie dominante de la comunidad vegetal
es Juncus balticus, con una cobertura del 20-30%, y con coberturas
menores al 10% se hallan Festuca pallescens, Poa pratensis y Taraxa-
cum officinale. Con coberturas menores al 5% se observa el ingreso
de especies propias de sitios secos e indicadoras de degradación tales
como Centaurea sp., Carduus sp., Bromus tectorum, Apera interrupta,
Rumex acetosella. La productividad de forraje estimada es menor a 200
Kg MS/ha año.

Por otro lado, las vegas o mallines magallánicas fueron clasificadas por Sáez
(1994), quien consideró el grado de salinidad, contenido de Sodio (Na) y materia
orgánica para su diferenciación. Es así como clasificó 5 tipos de vegas:

• Vegas No Salinas (< 4 dS/m), 15% Na).


• Vegas Salinas (> 4 dS/m, < 15% Na).
• Vegas Salino-Sódicas (> 4 dS/m, > 15% Na).
• Vegas Sódicas (< 4 dS/m, > 15% Na).
• Vegas Orgánicas (>20% Materia Orgánica).

Esta clasificación resulta relevante, considerando que el contenido de sales,


sodio y materia orgánica influye directamente sobre la productividad primaria
de la vega y fertilidad del suelo de las mismas. Es así como Sáez (1994), menciona
que las vegas No Salinas serían el grupo de suelos con mejores condiciones de
producción de forraje y fertilidad.

En el mismo ámbito, López et al. (2005) clasifica y caracteriza mallines del


sector de Río Negro (Argentina), en base al contenido de humedad del suelo,
concentración salina y profundidad de suelo. Además, incorpora una clasificación
utilitaria, lo que resulta en un mejor entendimiento para productores ganaderos:

• Clase Natural: Húmedos; Clase Utilitaria: Mallines o vegas muy bue-


nas: son de reacción levemente ácida a neutra (pH 6,0 - 7,0), no salinos
(Conductividad eléctrica del extracto de saturación: 0,30 - 0,50 dS/m),
con un contenido de materia orgánica muy abundante (> 10 %), textura

[26] BOLETÍN INIA 435


franco limosa, poseen una napa freática fluctuante, que normalmen-
te se encuentra entre 0 y 50 cm de profundidad. La cobertura vegetal
es generalmente del 100% y está representada por praderas higrófilas
dominadas por Juncus balticus, Poa pratensis, Trifoliun repens, Eleocha-
ris albibracteata y Carex gayana. La productividad de forraje estimada
se halla entre 5.000-7.500 kg MS ha/año. No presenta síntomas de de-
gradación.
• Clase Natural: Húmedos; Clase Utilitaria: Mallines o vegas buenos:
Se encuentran principalmente en los sectores centrales y/o interme-
dios de los cauces. Dominan suelos pobremente drenados, frecuen-
temente inundables, de reacción neutra a levemente alcalina (pH 7,0
- 7,8), no salinos (CE 0,50 - 1,00 dS/m), poseen un contenido de ma-
teria orgánica abundante (6-10 %), textura franco limosa, y una napa
freática que fluctúa comúnmente entre 50 y 100 cm de profundidad.
La vegetación es de praderas graminosas, con una cobertura que gene-
ralmente se halla entre 90 – 100 % y cuyas especies dominantes son
Juncus balticus, Poa pratensis, Taraxacum officinale, Trifolium repens,
Hordeum sp. y Eleocharis albibracteata. En algunos sectores de la cuen-
ca superior y media se observan algunas matas de Festuca pallescen,
mientras que en la inferior se presentan escasas matas de Cortaderia
araucana. La productividad de forraje estimada es de 2.500-5.000 kg
MS/ha/año. Los síntomas de degradación son nulos o leves, en este caso
correspondientes a erosión hídrica.
• Clase Natural: Húmedos a subhúmedos; Clase Utilitaria: Mallines o
vegas regulares: Se ubican en los sectores intermedios y/o periféricos
de los cauces, distribuyéndose particularmente en las cuencas superior
y media. Los suelos dominantes son imperfectamente drenados, con
riesgo de inundación frecuente a ocasional, de reacción leve a modera-
damente alcalina (pH 7,5 – 8,4), no salinos a muy levemente salinos en
superficie (CE 0,50 – 2 dS/m), bien provistos de materia orgánica (4-6
%), textura franco limosa, y capa de agua que generalmente fluctúa
entre 75 y 150 cm de profundidad. La cobertura vegetal es del 70-90
% y corresponde a praderas graminosas dominadas por Juncus balti-
cus o Festuca pallescens y presencia de Carex subantarctica, Poa pra-
tensis, Hordeum sp. y Taraxacum officinale. La productividad de forraje
estimada es de 1.500-2.500 kg MS/ha/año. Presenta leves a moderadas
evidencias de erosión hídrica (surcos) y muy escasa.
• Clase Natural: Subhúmedos a secos; Clase Utilitaria: Mallines o ve-
gas pobres: Se encuentran en los sectores periféricos de los cursos

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [27]


medios e inferior. Los suelos dominantes presentan un riesgo ocasional
de inundación, son moderada a fuertemente alcalinos (pH 8,2 – 9,2), no
salinos a levemente salinos superficialmente (CE 1,0 – 2,5 dS/m), mo-
deradamente provistos de materia orgánica (2-4 %), textura franca, la
capa de agua se encuentra normalmente, entre 100 - 200 cm de pro-
fundidad. La cobertura vegetal es del 60-80 % y está representado por
estepas graminosas dominadas por Festuca pallescens, Stipa speciosa
var. major, Azorella trifurcata, Distichlis sp. (fundamentalmente hacia
la cuenca inferior), Poa pratensis, Taraxacum officinale, Hordeun como-
sum, Poa lanuginosa y escasa presencia de Juncus balticus. La producti-
vidad de forraje estimada es de 500-1.500 kg MS/ha/año.
• Clase Natural: Subhúmedos a secos; Clase Utilitaria: Mallines o ve-
gas pobres: Se encuentran en los sectores periféricos de los cursos en
la cuenca inferior. Los suelos dominantes presentan riesgo excepcional
de inundación, son de reacción moderada a fuertemente alcalina (pH
8,5 – 9,5), moderadamente salinos (Conductividad Eléctrica del extrac-
to de saturación: 2,0 – 3,5 dS/m), con un contenido escaso de materia
orgánica (< 2 %), textura franco limosa, poseen una napa freática fluc-
tuante, que normalmente se encuentra por debajo de los 150 cm de
profundidad. La vegetación es de estepas graminosas dominadas por
Cortadera araucana, con presencia de Juncus balticus, Distichlis sp., Se-
necio bracteolatus y Stipa speciosa var. major. La cobertura vegetal es
de 50-60 % y la productividad de forraje estimada de 200 - 500 kg MS/
ha/año. Presentan moderadas evidencias de erosión hídrica, leve incre-
mento de la salinidad y sodicidad, con escasa presencia de eflorescen-
cias salinas superficiales.

Considerando las clasificaciones anteriormente expuestas, se hace relevante


el poder integrar todas para una futura propuesta de clasificación en la
región de Magallanes.

[28] BOLETÍN INIA 435


GEOLOGÍA Y GEOMORFOLOGÍA DE VEGAS.
Autor: Jorge Ivelic-Sáez.

Las vegas o mallines se distribuyen por toda la región patagónica, pero


su ubicación específica va a depender de factores locales que favorecen
la retención de agua por el suelo. En este sentido, los lugares apropiados
para la formación de vegas son planicies glaciares y aluviales y las mesetas
formadas entre pendientes escoriales, esto quiere decir que la dinámica
hídrica de cada vega o mallín va depender de la geología y geomorfología
del sector (Brinson y Malvárez, 2002; Ferrer y Mazzoni, 2014).

Patagonia es la región más austral del continente americano, la cual comprende


dos grandes regiones naturales; Los Andes Patagónicos y La Pampa Patagónica
(Coronato et al. 2008); La primera zona está compuesta por un largo cordón
montañoso, resultado de un intensa actividad plutónica y volcánica y del
plegamiento tectónico que tuvieron lugar principalmente durante el Terciario
Tardío. Este sector se extiende por el norte desde la latitud 39º S, hasta lo más
austral en la Isla Tierra del Fuego cercano a la latitud 56º S. Por otro lado, la pampa
patagónica, que se extiende desde los Andes Patagónicos, hacia el este, posee

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [29]


un relieve de meseta, formando un gran número de paisajes, escalonados desde
los piedmont de los Andes patagónicos hasta el océano Atlántico. La pampa es
el resultado del relleno sedimentario y volcánico de bloques tectónicos ocurrido
entre el Mesozoico temprano y el Cenozoico. Esta basta área, representa el
60% de la superficie total patagónica (la que comprende Chile y Argentina),
siendo característico un clima árido y semiárido y una vegetación dominada por
arbustos y pastos de estepa (Mazzoni y Rabassa, 2018).

En la cordillera de la Patagonia Austral de Chile, aparecen las rocas más antiguas


de la región, que corresponden a pizarras o esquistos metamórficos que
pertenecen a períodos anteriores al Mesozoico. En el sector oriental se observa
una formación de rocas relativamente más nuevas que se erosionan fácilmente,
dando un contorno más redondeado a las montañas. Estas corresponden a
sedimentos de arenisca y lutita del Cretáceo. Por otra parte, las Planicies
Orientales, aunque su sustrato corresponde al Terciario, están cubiertas por un
manto de sedimentos glaciales, fluvioglaciales y glaciolacustres del cuaternario,
provenientes de la cordillera (Tuhkanen et al. 1990).

De manera específica, bajo el área de uso agropecuario se encuentra la región


Fisiográfica Sub-Andina Oriental y la región de las Planicies Orientales (Pisano,
1997). La primera es una meseta de baja altura fuertemente moldeada por
la acción erosiva de los glaciares que descendieron de la cordillera. Estos
glaciares originaron valles, espaldones morrénicos y formaciones fluvioglaciales
o glaciolacustres al derretirse los hielos. Esta región es una transición entre
la región cordillerana y las Planicies Orientales. En la vertiente Occidental
aparecen esquistos del complejo metamórfico de la cordillera Andina, que se
extiende hasta el Sur de la Isla Grande de Tierra del Fuego (Tuhkanen et al. 1990).
En el sector continental los relieves más elevados corresponden a plegamientos
de arenisca y lutitas y las más suaves y redondeadas corresponden a sistemas
morrénicos, principalmente, de la tercera y cuarta glaciación (Caldenius, 1932).
La región de las Planicies Orientales es un área relativamente plana, con
suaves ondulaciones, con algunos espaldones morrénicos de baja altura, que
corresponden a la acción erosiva de los hielos correspondientes a la tercera y
cuarta glaciación que cubrieron toda la planicie. Con la retirada de los hielos se
originaron diversas formaciones glaciolacustres y fluviograciales dentro de las
cuales se encuentran las vegas de Magallanes (Sáez, 1994).

Según SERNAGEOMIN (2003), la superficie agropecuaria continental de la región


de Magallanes está conformada en su mayoría por secuencias sedimentarias de

[30] BOLETÍN INIA 435


la transición del pleistoceno-holoceno, específicamente por depósitos aluviales,
coluviales y de remoción en masa. En ciertos lugares se aprecian intrusiones
de secuencias volcano-sedimentarias continentales del Mioceno Inferior-
Medio, de tobas, arenisca o tufitas cercano al sector de Laguna Blanca, Monte
Gallina y Kampenaike. Estas se entrelazan con pequeños puntos de secuencias
sedimentarias de la misma época, conformadas por abanicos aluviales,
pedimentos o fluviales de gravas, arenas y limos con ingnimbrita intercaladas.
Por otro lado, existen secuencias volcánicas del Mioceno-Plioceno que cubren
parte del sector de Rio Verde y Las Nieves, formada por rocas piroclásticas
intermedias, llamada comúnmente formación Palomares.

Hacia la provincia de Última Esperanza se aprecian formaciones más antiguas,


con secuencias sedimentarias del cretácico Campaniano-Maastrichtiano,
formada por sedimentos marino y parálicas de areniscas y lutitas, desarrollando
las conocidas formaciones Tres Pasos, Rocallosa, Fuentes, Cerro Cuchilla y
Dorotea. Además de encontrarse las formaciones Cerro Toro y Punta Barrosa,
las cuales son secuencias sedimentarias del Cretácico Superior, que consisten
en sedimentos marinos de plataforma, litorales o transicionales de arenisca,
conglomerados, lutitas, calizas extraclásticas y oilíticas (SERNAGEOMIN, 2003).
Finalmente, en la isla Tierral del Fuego la predominancia geológica resulta ser
de formaciones del Pleistoceno-Holoceno, con la característica de ser lóbulos
morrénicos, abanicos fluvioglaciales frontales de la última glaciación Llanquihue
(SERNAGEOMIN, 2003). Existen intrusiones de secuencias sedimentarias marinas
transgresivas plataformales, que pueden ser de areniscas finas, arcillolitas
y limolitas del Mioceno. Además, se aprecia la formación Bahía Inútil siendo
esta una secuencia sedimentaria marina sublitorales de limolita y arcillolita
(SERNAGEOMIN, 2003). El relieve de la región de la estepa de la Isla Tierra del
Fuego es plano a ondulado, con algunas colinas de altura baja a media. La litología
del lecho rocoso es variada (Codignotto y Malumián 1992; Collantes et al. 1999).
Las áreas cubiertas por glaciaciones continentales presentan till y depósitos de
outwash de textura gruesa, compuestos principalmente de arena de cuarzo y
grava de granito. Por el contrario, existe una gran área no cubierta por glaciares
o agua de deshielo, la cual presenta rocas terciarias antiguas de textura media
a fina (conglomerados, areniscas y arcillas), fácilmente erosionadas y ricas en
minerales, especialmente calcita. En la mitad sur del área, algunos paisajes sobre
sedimentos terciarios se han cubierto por una fina capa de grava de outwash. A
lo largo de la costa, depósitos de grava del Pleistoceno han formado viejas y
activas llanuras de mareas, terrazas marinas y antiguas costas.

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [31]


VEGETACIÓN ASOCIADA A LAS VEGAS
Autor: Iván Ordoñez Vásquez.

En Patagonia se pueden encontrar especies arbóreas, comunidades arbustivas


y herbáceas, turbas, pastizales (Pisano, 1973; 1977; Soto, 1984; Collantes et al.
1999; Donoso, 1998) y praderas establecidas (Covacevich, 2001; Ivelic y Hepp,
2015). Existen cinco componentes relevantes que determinan la dinámica
vegetacional, su distribución y fisionomía, siendo estos la geomorfología,
clima, suelo, perturbaciones ambientales (Pisano, 1973; 1977; Filipová et al.,
2010; Valle et al. 2016) y posteriormente se han identificado y cuantificado las
perturbaciones antrópicas, como por ejemplo el sobrepastoreo (Covacevich y
Santana, 2006; CIREN, 2010).

La distribución del clima, la formación geológica de los sitios y las características


intrínsecas del suelo, como textura, profundidad, propiedades químicas, entre
otras, promueven la formación de las distintas estructuras vegetales presentes
en la Región de Magallanes (Pisano, 1973; 1977; Collantes y Faggi, 1999; Filipová
et al. 2010; 2013; Valle et al. 2015; Jara, 2018).

Pastizales de Magallanes
Las estructuras vegetales de mayor importancia productiva son los pastizales,
específicamente los denominados coironales y vegas (Figura 2) (Pisano, 1977;
Collantes y Faggi, 1999; Domínguez et al. 2019). Los coironales pueden presentar
distintas asociaciones en conjunto con arbustos (Chiliotrichium diffusum)
(Dominguez et al. 2019).

COIRONAL

VEGA

Figura 2. Esquema simplificado de la posición topográfica de una vega y coironal (Adaptado


de Collantes y Faggi, 1999).

[32] BOLETÍN INIA 435


Coironales
El coironal es una estructura vegetal, que recibe este nombre por la dominancia
de especies de coirón, como la Festuca gracillima (domina sectores con
precipitaciones entre 200 – 400 mm/ año) y Festuca Pallescens (se puede
encontrar en sitios de mayor humedad, ya sea por una mayor cantidad de
precipitaciones o sectores con suelos más profundos) (Pisano, 1973; 1977;
Soto, 1984). Se caracteriza por ser la estructura vegetal de alta importancia
ganadera y de mayor extensión en la Región de Magallanes. Presentan una alta
variabilidad tanto en relieve, como por las estructuras de las comunidades de
plantas presentes, donde se encuentran las plantas de coirón (Festuca gracillima
y Festuca Pallescens), especies presentes en el intercoirón (compuesto por
especies dicotiledóneas sub-arbustivas y herbáceas cespitosas), el cual
generalmente presenta coberturas de sobre 75%, mata verde (Chilliotrichum
diffosum) y murtilla (Empetrum rubrum) (Pisano 1977; Soto, 1984).

Los sectores de coironales, debido a los factores de temperaturas, bajos niveles


de pluviometría, suelos delgados, eventos de viento, napa freática profunda
(Informe País, 2008), poseen una baja producción potencial de biomasa
(Covacevich, 2001).

La producción de biomasa del coironal puede variar entre 150 a 800 kg MS/ha/año
(Covacevich y Ruz, 1996) y son sumamente frágiles al sobrepastoreo (Covacevich
y Santana, 2006), lo que ha producido una alteración de su estructura vegetal
(Soto, 1984; CIREN, 2010).

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [33]


Vegas
Debido a los bajos potenciales productivos de los coironales, la crianza ovina y
bovina se centra en las vegas, sitios de mayor oferta forrajera durante la época de
primavera y verano (Covacevich, 2001: Ivelic-Sáez y Hepp, 2015). Por esta razón,
estudiar y comprender el funcionamiento de las vegas de Magallanes, se hace
relevante, para poder determinar los manejos que permitan dar sustentabilidad
a los sistemas productivos regionales.

Es la estructura vegetal de mayor palatabilidad y disponibilidad de forraje en


comparación a los coironales Patagónicos. Sus potenciales de producción van
desde 0,5 a 11 ton MS/ha/año (Covacevich, 2001; Hepp, 2006; 2014; Jara, 2018),
demostrando la importancia dentro de los sistemas ganaderos de Magallanes.
La calidad de su forraje disminuye a medida que la temporada de crecimiento
avanza, debido al aumento de los carbohidratos estructurales por sobre los
carbohidratos solubles (Jara, 2018). Estos sitios no debiesen ser usados en época
de otoño-invierno por el exceso de agua, lo que limita su uso en pastoreo (Ivelic
y Hepp, 2015).

[34] BOLETÍN INIA 435


La presencia y dominancia de ciertas especies dependerá de la naturaleza
intrínseca de la vega (Filipová et al. 2010; 2013) y de los manejos de pastoreo
históricos realizados. En sectores donde existen antecedentes que demuestran
el efecto de la compactación y/o de sobrepastoreo, se habrá modificado la
composición botánica de las vegas (Oliva et al. 2001). Una caracterización
vegetacional del ecosistema de vega es difícil de realizar, debido a la gran
variabilidad de especies y distintos tipos de vegas existentes en la región
(Filipová et al. 2010;2013).

Independiente de la variabilidad de las vegas, en forma general se ha descrito


que es una comunidad vegetal herbácea, higrofitica y pratiforme, dominada
generalmente por gramíneas y ciperáceas densamente cespitosas (Pisano,
1977). Se puede encontrar especies como Poa sp., Trifolium repens, Juncus sp.
Carex sp., Azorella trifurcata, Lipitinella scariosa (Pisano, 1977; Valle et al. 2015),
Hordeum comosum, Agrostis sp. Carex acaulis, Carex gayana, Carex fuscula,
Carex canescens y Scirpus cernuus (Soto, 1984), y en los sectores aledaños,
debido al cambio de suelo, altura y disponibilidad de agua, se pueden encontrar
Chiliotrichium diffusum y Barberis microphylla (Valle et al. 2015). Dentro de
estas especies Azorella trifurcata y Acaena magellánica son indicadoras de una
vega degradada, ya sea por efectos de compactación o inadecuado control del
pastoreo (Collantes y Faggi, 1999; Filipová et al. 2013).

Soto (1984) clasificó a las vegas por su condición de humedad y de la vegetación


circundante. En las vegas húmedas muestreadas se identificaron especies como
la Poa pratensis (sobre 40% de cobertura), Carex fuscula (20% de cobertura),
Carex canescens (28% de cobertura) y Taraxacum sp. o Hypocheris sp. (17% y
11%). En las vegas semihúmedas muestreadas se identificaron especies como
Agrostis canina (99% de cobertura), Hordeum comosum (16% de cobertura),
Carex acualis (31% de cobertura), Poa pratensis (13% de cobertura). En las vegas
intermedias muestreadas, que se encuentran entre matorral y bosque, dominó
Carex gayana (31% de cobertura), Alopecurus magellanicus (10% de cobertura),
Hordeum comosum (10% de cobertura) y Poa pratensis (7% de cobertura). El
autor indica que la composición botánica de las vegas va a estar íntimamente
ligada a los factores intrínsecos del suelo y su condición de humedad. De forma
general indica que Poa pratensis, Carex acualis, Agrostis canina, Hordeum
comosum, Scirpus cernuus y Carex gayana son especies comunes en las vegas.
Cabe considerar que, a medida que la vega presenta condiciones de menor
humedad, la presencia de Poa pratensis disminuye.

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [35]


Jara (2018) señaló una relación entre productividad, factores del suelo y las
especies dominantes en distintos sectores de una vega en Tierra del Fuego.
La variabilidad en producción de biomasa fue entre 500 y 11.000 kgMS/ha.
Los rendimientos fueron los siguientes; Alta producción 11.000 kg kgMS/ha;
mediana alta producción 7.000 kgMS/ha; mediana baja producción 2.000 kg
Ms/ha; baja producción 500 kgMS/ha. La composición botánica de los distintos
sitios nombrados fueron los siguientes; el sitio de alta producción presentó
una dominancia de Holcus lanatus, Carex acualis y Agrostis capillaris, las tres
especies compusieron el 70% de composición botánica; el sitio de media alta
producción presentó una dominancia de Holcus lanatus, Hordeum publiflorum,
Juncus cheuchzerioides y Carex Acualis, las cuatro especies compusieron un
74% de composición botánica; el sitio de media baja producción presentó
una dominancia de Juncus cheuchzerioides, Azorella trifurcata, Poa pratensis y
Taraxacum Officinale, las cuatro especies conformaron el 68% de composición
botánica; el sitio de baja producción presento una dominancia de Carex acualis,
Azorella trifurcata y Taraxaxum officinale, las tres especies representaron
el 65% de composición botánica. Por lo tanto, las distintas tasas y formas de
crecimiento afectan la disponibilidad de forrajes en las vegas, considerando
además que existieron diferencias de los factores de suelos en cada sector
productivo evaluado. Si bien el potencial productivo estará dado por las
condiciones naturales de las vegas, también el manejo de pastoreo afectara la
producción de biomasa y las especies que colonizan los sitios (Oliva et al. 2001).
Filipová et al. (2013) realizo un exhaustivo estudio en 47 sitos de vegas, el mayor
censo vegetacional de vegas realizado en la región. Las clasificó en 5 tipos en
base a las características intrínsecas del suelo y a la frecuencia de las especies
presentes. Definió cinco tipos de vegas con distintas asociaciones e identificó
29 especies dominantes (frecuencia superior al 33%). La división de las vegas
realizadas fueron las siguientes:

Marisma magallánica ácida: Se caracteriza por tener como especies


indicadores a Caltha sagittata, Scirpus cernuus y Gunnera magellanica, un pH
al agua de 6,6 y con una alta saturación de agua durante todo el año. Presenta
una alta frecuencia de Cotula scariosa, Carex gayana y Juncus scheuchzerioides,
Pratia repens y Koeleria mendocinensis. Además, la presencia de Colobanthus
subulatus, Hordeum pubiflorum y Acaena magellanica, especies comunes en
otro tipo de vegas.

Pastizal magallánico húmedo alcalino: Se caracteriza por tener como especies


indicadores a Erigeron leptopetalus, Samolus spathulatus, Eriachaenium

[36] BOLETÍN INIA 435


magellanicum, Azorella trifurcata, Sisyrinchium patagonicum y Agrostis
inconspicua, un pH al agua de 7,6 y signos de sobrepastoreo pueden ser
encontrados debido a la alta palatabilidad de las especies presentes en esta
vega. Presenta una alta frecuencia de Azorella trifurcata, Cotula scariosa,
Carex gayana, Juncus scheuchzerioides, Pratia repens, Colobanthus quitensis y
Colobanthus subulatus, Sisyrinchium patagonicum y Agrostis inconspicua. La
dominancia de Azorella trifurcata indica una condición pobre de la vega.

Vega salina: Se caracteriza por tener especies como indicadoras a Plantago


litorea, Deschampsia patula, Puccinellia magellanica, Plantago marítima y
Salicornia ambigua, un pH de 8,3 y una alta presencia de especies halófitas como
Plantago litorea y Salicornia ambigua debido a la alta concentración de sales.
Además, puede experimentar una alta saturación de agua durante la primavera.

Marisma magallánica de Juncos altos: Se caracteriza por tener como especies


indicadoras a Carex macloviana, Alopecurus magellanicus, Calamagrostis stricta
y Agrostis stolonifera, un pH al agua de 6,2. Presenta una la alta frecuencia de
juncos altos como Carex macloviana y gramíneas como Agrostis stolonifera,
Calamagrostis stricta y Alopecurus magellanicus. Estas vegas son comunes en
los sectores de Tierra del Fuego.

Pradera magallánica: Se caracteriza por tener como especies indicadoras a


Hordeum lechleri, Trifolium repens, Taraxacum officinale, Myosotis arvensis,
un pH al agua de 6,0. Estas vegas están moderadamente bien drenadas y se
caracteriza por presentar una alta presencia de especies naturalizadas de
altas tasas de crecimiento. Las gramíneas dominan la composición botánica
de estas vegas, encontrándose Agrostis stolonifera, Holcus lanatus y Hordeum
lechleri. También se indicó la presencia de dicotiledóneas como Trifolium repens
y Taraxacum officinale, además de las malezas como Descurainia sophia y/o
Capsella bursa-pastoris.

Por lo tanto, debido a la diversidad de los tipos de vegas que presentan distintas
especies indicadoras y dominantes y debido a su importancia como recurso
forrajero en la región, es importante la comprensión sobre qué factores de suelo,
climáticos y de manejo determinan la condición productiva y botánica de las
vegas en la Región de Magallanes y Antártica Chilena.

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [37]


CLIMA DE LA REGIÓN PATAGÓNICA Y SU INFLUENCIA
EN LAS VEGAS.
Autor: Iván Ordoñez Vásquez.

En la Patagonia chilena, la influencia del océano pacifico sobre el clima se debe


al movimiento de las masas de aire cálidas que van desde el océano pacifico
hacia el continente, a través de vientos del oeste (MacArthur, 1972; Gonzales-
Reyes et al. 2017). Estas masas generan una gradiente de las precipitaciones que
van desde 4.000 – 5.000 mm/año en el sector oeste de la Patagonia (Soriano,
1983; CRN, 1997), disminuyendo a 400-600 mm/año en las áreas cercanas a
Punta Arenas, hasta llegar a 200 – 300 mm/año en la frontera con Argentina
(CNR, 1997).

Se ha estimado que en la región de Magallanes existe una disminución de las


precipitaciones anuales desde 1900, tendencia que se vio acrecentada durante
el periodo comprendido entre 1990 y 2014 (Gonzales-Reyes et al. 2017),
específicamente en las épocas de primavera-verano. Además, actualmente se
ha reportado un incremento en las probabilidades de sequía y un aumento en las
precipitaciones durante el invierno (Gonzales-Reyes et al. 2017). Por lo demás,
se ha indicado que el déficit hídrico en Patagonia ocurre aproximadamente entre
septiembre y abril, estando relacionada, principalmente, a los fuertes vientos
(Collantes y Faggi, 1999).

Las temperaturas medias, medias máximas y medias mínimas en Punta


Arenas entre 1988-2007 fueron de 6,5°C, 9,9°C y 3,0°C respectivamente. Las
temperaturas medias tienden a una disminución, acompañado de un aumento
de las temperaturas medias máximas y una disminución de las temperaturas
medias mínimas (Santana et al. 2009).

Las precipitaciones en el sector este de la Patagonia (Patagonia argentina)


tienen una magnitud que va desde 150 a 220 mm al año (Paruelo, et al. 1998;
Soriano, 1983), con un estrés hídrico durante las épocas de primavera-verano
(Paruelo et al. 1998). Se ha señalado una disminución de precipitaciones entre
1930 y 1960 y un incremento significativo entre los 1960 y 1990 en Río Gallegos
(Cibils y Coughenour, 2001).

La velocidad del viento, en la Patagonia Argentina, presenta intensidades


anuales entre 11 y 22 km/hora y con ráfagas de viento sobre los 100 km/hora. En

[38] BOLETÍN INIA 435


la Patagonia Chilena la situación es bastante similar, donde el promedio anual
es de alrededor 19 km/hora, con ráfagas por sobre los 100 km/hora (Santana,
1990). Este factor climático es importante en la estructura del ecosistema, ya
que incrementa la demanda ambiental de agua, situación que acrecienta el
estrés hídrico sobre las plantas durante periodos de déficit hídrico en Patagonia
(Collantes y Faggi, 1999), afectando negativamente la comunidad vegetal
residente.

Considerando estos antecedentes, queda demostrado que la Patagonia es un


ambiente extremo con características desérticas y semi-desérticas por lo
tanto, humedales como las vegas o mallines son aun más relevantes dada su
capacidad de almacenar grandes cantidades de agua dulce.

LOS SUELOS DE MAGALLANES Y SU ASOCIACIÓN A LAS


VEGAS.
Autores: Susana R. Valle, Sergio Radic.

Las vegas, que son áreas de topografía deprimida, húmedas, con suelos de
estratos arcillosos en profundidad, pueden alcanzar alta producción forrajera en
primavera y verano, por la acumulación de agua en el suelo para estas estaciones
(Covacevich y Ruz, 1996; SAG, 2004).

Es importante caracterizar y definir las potencialidades y limitantes de los


suelos de vegas, para evitar su sobreexplotación y posible degradación. La
erosión, como uno de los procesos asociados a la degradación, es preocupante
en la región, como se mostró en el estudio de CIREN (2010), ya que el 28.5%
de los suelos de la región presenta algún grado de erosión, con un 34.5 % en
la Provincia de Magallanes, un 51.5% en la Provincia de Tierra del Fuego y un
24.1% de la superficie erosionada en la Provincia de Última Esperanza.

En Magallanes se identifican cuatro zonas fisiográficas principales: la región


Archipielágica, la región Andina-Patagónica y Fueguina, la región Subandina
Oriental y la región de las Planicies Orientales (Pisano, 1977) (Figura 3A).

La Región Archipielágica se ubica al occidente de los Andes Patagónicos, es


un territorio deprimido con alturas menores a los 1.000 m.s.n.m, constituido
por rocas de la serie intrusiva del Cretácico Superior, que incluyen diorita,
granodiorita, monzonita y tonalita. Este territorio sufrió hundimiento originando

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [39]


la red de canales, además de ser moldeado el paisaje por las glaciaciones de
fines del Plioceno (Pisano, 1977).

La Región Andina-Patagónica y Fueguina, es consecuencia de los procesos


orogénicos que formaron al sistema andino, comenzando a fines del cretácico
y culminando en el Plioceno (Pisano, 1977). En su composición dominan los
esquistos filitas y gneisses (Luzio, 2010). Esta región comprende alturas que
llegan hasta los 2.000 m.s.n.m en la Cordillera de Darwin y estuvieron cubiertos
por los hielos cuaternarios (Pisano, 1977).

La Región Subandina Oriental, es una transición desde la Región cordillerana


a las Planicies, labrada por la acción glacial, dejando en el paisaje morrenas
terminales hacia el norte, con formación de lagos que posteriormente fueron
invadidos por aguas marinas. Su sustrato geológico corresponde a depósitos
marinos de diferentes épocas (desde el Cretácico superior) (Pisano, 1977).
Constituida por rocas sedimentarias y metamórficas (areniscas y pizarras), con
algunos materiales volcánicos en contacto con la Cordillera (Luzio, 2010).

Las Planicies Orientales son terrenos ondulados y deprimidos, correspondientes


a depósitos morrénicos, en que el substrato geológico es predominante del
Terciario, como areniscas y arcillas (Luzio, 2010; Pisano, 1977).

El clima en la Región de Magallanes, pertenece al clima de la Zona Austral (47,5°


y 56°, Figura 3 B-C), incluyendo las siguientes zonas: la Zona de Clima Templado-
frío con gran humedad (Cfc, entre los 47,5° y 52° S). Entre los 50° y 56° S de
Este a Oeste, están las zonas de Clima de Estepa Fría (BSK) y la Zona de Clima
Trasandino con Degeneración Esteparia (ET). En el área costera se ubica el Clima
de Tundra Isotérmico (entre los 52° y 56° S) (INIA, 1989).

Tanto en los climas Templado-frío con gran humedad, como en el de Tundra


Isotérmico, podrían presentar un régimen údico de humedad y de temperatura
críico (con temperatura media anual del suelo menor a los 8°C sin permafrost).
Las precipitaciones varían desde cerca de los 200 mm anuales a los 700 mm en
el sector de uso agropecuario (Díaz et al. 1960; DGA, 2019). La faja del Clima
Trasandino con Degeneración Esteparia, de dirección NW-SE, presentaría un
régimen de humedad ústico (por la disminución de las precipitaciones) y de
temperatura frígido (Luzio, 2010). Cabe mencionar que estas clasificaciones,
son estimaciones en base a la información climática existente a la fecha de
estos estudios, ya que la región no presenta estaciones de monitoreo de las
condiciones de humedad y temperatura de los suelos (Luzio, 2010).
[40] BOLETÍN INIA 435
La vegetación está muy influenciada por las extremas condiciones
edafoclimáticas de la zona (Figura 3D). En ella destacan: el bosque perennifolio
en el sector occidental, de clima frío y lluvioso; el bosque perennifolio y turbales
hacia el sector sur, con fuertes limitantes para el desarrollo de la vegetación,
principalmente por las bajas temperaturas; y, el bosque caducifolio, que se
extiende de las mesetas andinas hasta el límite de la estepa oriental y una zona
esteparia de clima semiárido y frío (Díaz et al., 1960; Pisano, 1977; Moore, 1983;
CIREN, 2010).

SUELOS
TERCIARIO SUPERIOR Y
CUATERNARIO
Sedimentos Marinos
Sedimentos Glaciares Glaciofluviales y
Glaciolacustres
Andesitas y Basaltos
TERCIARIO MEDIO
Sedimentos Continentales
CRETACEO SUPERIOR Y TERCIARIO
INFERIOR
Sedimentos Marinos
CRETACEO MEDIO
Diorita Andina
JURASICO Y CRETACEO SUPERIOR B
Serie Porfirica de la Cordillera
Patagónica
A Sedimentos Neojurásicos - Eocretaceos
de la Cordilleras Patagónica
Sedimentos Metamórficos - ZONAS CLIMÁTICAS
Precambrico BSk’ de Estepa-Frío
Hielos y Nieves - Precambrico Dfk’c Trasandino con Degeneración Esteparia
ETik’c de Tundra Isotérmico
Cfk’c Templado Frío con Gran Humedad
EFB De Hielo por Efecto de Altura

Límite Región de Magallanes


PRECIPITACIÓN (mm)
250
300
500
1000
1500
2000
D
2500
C 3000
4000
5000 PROVINCIAS BIÓTICAS Bosque Magallánico Perennifolio
>5000 Estepa patagónica Tundra Magallánica
Bosque Magallanico Decíduo Desierto Andino

Figura 3. Información general de la región de Magallanes: A) Geológica (Adaptado de Díaz


et al. 1960); B) Climática (Adaptado de Pisano, 1977); C) Isoyetas (Adaptado de Díaz Vial et
al. 1960); y, D) Vegetacional (Adaptado de Pisano, 1977).

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [41]


Suelos de la Región de Magallanes
La región de Magallanes, en general, posee un muy limitado estudio de sus
suelos y su variabilidad, donde muchos de los estudios existentes son antiguos y
limitados a las técnicas analíticas del momento en que se hicieron. Entre ellos, es
importante citar los primeros estudios realizados por Díaz et al. (1960), quienes
usaron como base los planos del IGM en escala 1:500.000, donde los suelos de
la región se dividieron en Grandes Grupos de Suelos. Su clasificación está muy
asociada a la clasificación zonal. Este estudio abarcó una superficie de 2.555.000
ha, dividiéndose en cuatro categorías como muestra el cuadro 1.

Cuadro 1. Superficie estudiada de suelos Clasificados en Grandes Grupos por Díaz et al.
(1960).

Categoría Grupo de Suelo Superficie Proporción*

I Suelos Castaños 518.000 20,3


II Suelos de Pradera
a) Pradera 590.500 23,1
b) Tránsito Pradera-Planosol 1.044.500 40,9
III Suelos Podzólicos
a) Suelos de Podzol 39.250 1,5
b) Podzol de agua Subterránea 93.500 3,7
c) Pardos Podzólicos 146.750 5,7
d) Praderas Alpinas 25.500 1,0
e) Grises de Bosque 89.500 3,5
IV Litosoles 7.500 0,3
Total 2.555.000 100
* Porcentaje del total estudiado

El único reconocimiento sistemático de los suelos de la XII región fue realizado


por IREN (1968) y abarcó sólo la provincia de Magallanes (escala 1:250.000).
Posteriormente, estudios de Sáez (1994), se enfocaron en caracterizar y evaluar
la fertilidad de los Grandes Grupos de Suelos definidos por Díaz et al. (1960).
Este estudio abarcó las Provincias de Magallanes, Tierra del Fuego y Última
Esperanza, con 400 muestras de 0-20 cm principalmente. Entre los parámetros
evaluados estuvo, la disponibilidad de nutrientes (P, N, K, S, bases de intercambio
y micronutrientes), limitantes como acidez y toxicidad por Al.

[42] BOLETÍN INIA 435


El estudio agrológico derivado de la Comisión Nacional de Riego (CNR, 1997),
cuyo objetivo fue determinar la potencialidad del establecimiento del
riego y drenaje en la Región de Magallanes. Este estudio, realizado en Escala
1:50.000, estableció sectores de suelos asociados geográficamente, pero no
necesariamente con características similares y que se ha utilizado como base de
estudios posteriores, debido a que presenta mayor relación con los regímenes
de temperatura y humedad (Luzio, 2010).

Entre los estudios más recientes están los realizados por Filipová et al. (2010)
y Filipová (2011), en donde los autores evaluaron los suelos asociados a
sistemas de vegas. En este estudio se consideró 47 perfiles de suelos, tomando
como referencia el World Reference Base (IUSS Working Group WRB, 2007). Se
encontró que los suelos más comunes en las vegas correspondieron a Histosols –
Suelos de Turbas (20 perfiles) y Fluvisols (19), con menor proporción de Gleysols,
Vertisols, Regosols, Solonchaks y Solonetzs. Las principales diferencias entre los
Histosols y Fluvisols fueron los contenidos de carbono (C) orgánico y pH, siendo
los Fluvisols más susceptibles a la salinización en condiciones de aridez y los
Histosols amenazados por las prácticas de drenaje Filipová et al. (2010).

El estudio de Valle et al. (2015), en una zona geográfica acotada, con


precipitaciones entre 350 – 450 mm, sobre un paisaje fluvio-glacial, mostró
que existe una fuerte diferenciación de las comunidades arbustivo–esteparias
(murtillar de Empetrum rubrum, coironal de Festuca gracillima y vegas o
mallines de pastos en condiciones hidromórficas) asociadas a los tipos de
suelos, estableciendo un gradiente de fertilidad. Los suelos bajo murtilla, de bajo
valor forrajero, en posiciones topográficas más elevadas, presentan una menor
fertilidad, por un pH bajo, asociado a limitaciones de aluminio (Al). La comunidad
de vega presenta suelos con hidromorfismo y gleización del perfil, con una
mejor fertilidad la vegetación del murtillar. La comunidad del coironal, debido a
su elevación y exposición, presentó las mejores condiciones de fertilidad.

Como se mencionó anteriormente, el estudio de los suelos en vastas áreas


de la región aún está pendiente, al igual que la actualización de los estudios
anteriores, que carecían de la parte analítica. Considerando el cambio climático,
la intensidad a la cual están siendo sometidos muchos ecosistemas de esta
región, principalmente los ecosistemas de vegas, es indispensable en un futuro
próximo aumentar el número y detalle de estos estudios, para favorecer el
desarrollo y producción sustentable de la región.

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [43]


DISTRIBUCIÓN Y EXTENSIÓN ESPACIAL DE LAS VEGAS
Y TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN GEOGRÁFICA
PARA SU MONITOREO.
Autores: René Muñoz-Arriagada, Jorge Ivelic-Sáez.

La distribución geográfica de vegas o mallines a lo largo de toda la Patagonia


chilena comprende una superficie de alrededor de 2.561,1 ha de vegas en la
provincia de Aysén, 8.444,3 ha en la provincia de Coyhaique, 3.742 ha en la
provincia del Capitán Prat y 1.687,1 ha en la provincia del General Carrera, en
la región de Aysén (CONAF, 2006). Enla región de Magallanes, según el Servicio
Agrícola y Ganadero (SAG, 2003, 2004a, 2004b), la superficie de vegas es de
81.543 hectáreas en la Provincia de Tierra del Fuego, 105.740 hectáreas en la
provincia de Magallanes y 51.754 hectáreas en la provincia de Última Esperanza,
ocupando un 6,9% del sector.

Considerando la vasta superficie de la Patagonia compartida por Chile y


Argentina, es posible mencionar que las vegas conforman el 3% de la superficie,
en el sector oeste de la región patagónica Argentina (Ciari, 2009). En el mismo
ámbito, Collantes et al. (1999) mencionan que las vegas ocupan alrededor de 5
mil km2 en el norte de Tierra del Fuego por el lado argentino, llegando a constituir
el 30% de la superficie en la región esteparia al sur del río Coyle (Collantes y
Faggi 1999). En el mismo ámbito Bran (2004), estima que la superficie total de
vegas en la Patagonia Argentina se encuentra entre 1 millón a 2 millones de
hectáreas, dependiendo si se consideran los mallines secos o degradados.

Los catastros existentes.


Según Di Gregorio y Jansen (2005), una cobertura de suelo (del concepto Land
Cover en inglés), puede ser definida como la cobertura biofísica observada de
la superficie de suelo, la cual refleja la ocupación de varios sistemas naturales,
modificados o artificiales de un área determinada. Varios autores identifican
la Cartografía de Coberturas de Suelo (CCS) como una variable clave a la hora
de entender los fenómenos globales, regionales y locales que ocurren en el
territorio, la detección de rasgos de interés, el monitoreo de cambios en el
tiempo y la interacción economía-ambiente (Foody 2002; Di Gregorio y Jansen,
2005; Chen et al., 2017). Este concepto se suele confundir con “uso de suelo”,
pero este último tiene relación con las actividades que se desarrollan sobre un
determinado tipo de cobertura. De esta manera un territorio donde predomina

[44] BOLETÍN INIA 435


la especie Festuca gracillima podría corresponder a una cobertura de suelo
denominada “coironal”, mientras que el uso de suelo sería “campos de pastoreo”.
La CCS corresponde a una herramienta fundamental que permite, por una parte,
llevar un inventario a nivel regional y nacional de los diferentes ecosistemas
presentes y por lo tanto es un insumo base para delinear políticas y estrategias
en el área de la conservación y de la producción, entre otras. Por otro lado, desde
un enfoque productivo, una CCS permite conocer y cuantificar en detalle los
recursos de un territorio determinado y, de esta manera, se presenta como un
insumo importante para el ordenamiento territorial y la toma de decisiones de
manejo.

Dependiendo del objetivo de la CCS, se requerirá más o menos detalle espacial


en la representación de los elementos de la superficie, lo que definirá la
escala cartográfica más adecuada para alcanzar dicho objetivo. Por lo tanto,
es importante mencionar que CCS que son elaboradas a una escala nacional,
si bien podrían prestar cierta utilidad, no lograrán satisfacer en su totalidad los
objetivos planteados a una escala local (ej. un predio).

Las vegas o mallines corresponden a una cobertura de suelo importante en


Chile y particularmente en la macrozona Austral. La importancia radica en su
biodiversidad, el contenido de materia orgánica, la captura de carbono y su
alta productividad, entre otras, por lo cual su mapeo y monitoreo revisten un
especial interés. La estimación y el mapeo de áreas de vegas ha sido considerada
en el marco de diversos e importantes catastros nacionales y regionales tales
como: el estudio de la vegetación en el área de uso agropecuario de Magallanes
(Lara y Cruz 1987), el catastro de uso de suelo y vegetación (CONAF 2006) y la
cartografía de Unidades Homogéneas del Paisaje (UPH) (SAG 2003, SAG 2004a;
SAG 2004b). Según este último, elaborado a una escala 1:50.000, en el área
de superficie agropecuaria de las provincias de Magallanes, Última Esperanza
y Tierra del Fuego (4.636.626 ha), se estiman 229.970 ha de vegas, ocupando
aproximadamente un 5% de la superficie agropecuaria regional (SAG 2003, SAG
2004a; SAG 2004b) (Figura 4 A-B).

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [45]


A B

Figura 4: Distribución espacial de las vegas según provincias en la región de Magallanes


y de la Antártica Chilena. A) Mapa general de la zona y B) Distribución de las vegas en ese
sector. Fuente: Adaptado de SAG 2003, SAG 2004a y SAG 2004b.

Herramientas para el monitoreo de vegas.


En la actualidad, el desarrollo de CCS a escala local (considerando la realidad de
Magallanes), es perfectamente viable de realizar. Para ello, existe un panorama
favorable en relación a la técnica, herramientas y los datos disponibles. En
cuanto a estos últimos, es importante destacar que hoy en día se transita en
la era de las grandes bases de datos (Big Data) y los datos geográficos no son
la excepción. En la actualidad se puede encontrar diversos datos disponibles,
ya sean de libre disposición o licenciados (con un costo asociado). En relación
a la libre disposición, las noticias son alentadoras, ya que por una parte muchos
países han adoptado la Infraestructura de Datos Espaciales (IDE) como una
política acorde a esta época. Estas IDE permiten poner a disposición múltiples
datos geoespaciales en el marco de una red de instituciones, así como la
elaboración de una serie de normas para este tipo de datos.

[46] BOLETÍN INIA 435


En Chile, el rol coordinador lo asume el Ministerio de Bienes Nacionales a través
del SNIT (Sistema Nacional de Información Territorial) (www.ide.cl), mientras que
en la región de Magallanes lo hace el Gobierno Regional (GORE) de Magallanes
a través de la coordinación regional del SNIT, la cual convoca diversas
instituciones de la región (Universidades, Centros de Investigación, instituciones
públicas, ONGs, entre otras) (www.sigmagallanes.cl). En estas plataformas se
pueden encontrar diversos datos disponibles que pueden ser de utilidad para
caracterizar un territorio. Por otro lado, grandes agencias espaciales como
NASA (National Aeronautics and Space Administration) y ESA (European Space
Agency), han adoptado políticas en relación a imágenes satelitales, que ofrecen
accesibilidad, asequibilidad y continuidad para investigación y usos civiles
(Turner et al. 2014). De esta manera en plataformas como Earth Explorer de
la USGS (United States Geological Survey) (https://earthexplorer.usgs.gov/), se
ponen a disposición una amplia gama de datos satelitales, en los que destacan
la serie Landsat y Sentinel-2. Ambas correspondientes a imágenes satelitales
ampliamente utilizadas para el mapeo de coberturas de suelo (MohanRajan
et al. 2020; Phiri et al. 2020). En cuanto al desarrollo de las Tecnologías de la
Información Geográfica (TIG), especialmente la Percepción Remota, presenta
importantes avances en cuanto a algoritmos para la clasificación de coberturas
de suelo (MohanRajan et al. 2020). Por último, hoy se puede acceder al uso
de diversos programas libres y de código abierto, tales como QGIS (Quantum
GIS Development Team, 2020) y GRASS GIS (GRASS Development Team, 2020)
o plataformas de procesamiento en la nube como Google Earth Engine (GEE,
https://earthengine.google.com) (Perilla y Mas 2020). Considerando estos
antecedentes, es posible generar clasificaciones de coberturas de suelo (CCS)
de manera gratuita. Sin embargo, requieren de capacitación y un entendimiento
en relación a las Tecnologías de la Información Geográfica (TIG). Sin perjuicio de
lo anterior, es posible conocerlas y aprenderlas, a través de la gran cantidad de
tutoriales y cursos online o presenciales para iniciar o mejorar las habilidades
en estos entornos. Además, no se puede dejar de mencionar que cursos como
Sistemas de Información Geográfica y Percepción Remota, son cada vez más
recurrentes en planes de estudios de carreras universitarias relacionadas a los
recursos naturales (ej. Agronomía en la Universidad de Magallanes).

Para que una cobertura pueda ser discriminada a través de un proceso de


clasificación de una imagen, esta debe presentar ciertas diferencias en relación
a otras coberturas presentes en el territorio, tales como el color, la textura,
la forma, entre otras. Desde un punto de vista más técnico, en el marco de la
percepción remota, las coberturas a diferenciar deberían ser espectralmente

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [47]


diferentes según los tipos de energía con los cuales se esté monitoreando ese
territorio.

Las vegas de la región de Magallanes poseen características particulares, que


las convierten, probablemente, en las coberturas más diferenciables, sobre todo
en un contexto de estepa patagónica. Esto se expresa en un alto contraste de
color entre las vegas y la vegetación circundante, debido principalmente a las
condiciones de humedad. Por otro lado, la vega corresponde generalmente a
una cobertura más homogénea, que las otras grandes coberturas presentes en la
región y sus formas también son particulares, caracterizándose por ser alargadas
en su mayoría.

Desde el punto de vista espectral, debido a que corresponde a una cobertura


dominada por vegetación vigorosa, presentan altos valores de reflectividad
(cantidad de energía reflejada hacia el sensor), en el rango espectral del infrarrojo
cercano, debido principalmente a la estructura celular de la vegetación. En
tanto, en los rangos rojo y azul, estas reflectividades son particularmente
bajas, fenómeno asociado a una alta absorción de energía para procesos de
fotosíntesis (Chuvieco, 2006). Debido a esto, la visualización de las vegas a
partir de imágenes satelitales (ej. Sentinel-2), permite identificar claramente
su ubicación. Cabe mencionar que el ojo humano sólo tiene la capacidad de
percibir la energía de los espectros azul, verde y rojo, mientras que la percepción
remota, dependiendo del sensor, puede percibir energías de otros rangos del
espectro electromagnético como el infrarrojo (cercano, medio y térmico), las
microondas entre otras. De esta manera, con imágenes satelitales (u obtenidas
por otra plataforma como drones, aviones, etc.), se puede observar el territorio a
través de diversas combinaciones de bandas que permiten realzar ciertos rasgos
(Figura 5 A-B).

Existen productos derivados de imágenes satelitales que pueden ser relacionados


con diversos parámetros de interés, por ejemplo, el Índice de Vegetación de
Diferencia Normalizada (NDVI por sus siglas en inglés), que ha sido ampliamente
relacionado con la actividad fotosintética. El uso de este tipo de índices puede
ser particularmente útil para el estudio de las vegas, ya sea para poder identificar
en ellas sectores de altos valores de NDVI y separarlos del resto, permitiendo la
cuantificación de esta cobertura (Figura 5 C-D), así como también para observar
tendencias temporales de la actividad fotosintética en un periodo determinado
(Opazo et al., 2014).

[48] BOLETÍN INIA 435


A B

C D

Figura 5: Imagen Sentinel-2 de un sector de estepa patagónica de Magallanes con dife-


rentes visualizaciones y productos: A) Combinación de bandas color natural (R:G:B – 4:3:2),
las vegas se visualizan de color verde intenso, B) Combinación de bandas infrarrojo cercano
(R:G:B – 8:4:3), las vegas se observan de color rojo, C) Índice de Vegetación de Diferencia
Normalizada, verdes más oscuros indican mayor valor de NDVI y D) Imagen binaria de vegas
y no vegas, en blanco sectores de vegas. Con esta imagen binaria se puede calcular la su-
perficie de vegas.

Es fundamental avanzar hacia el desarrollo regional y local del monitoreo de


vegas (así como de otras coberturas), a partir de Tecnologías de la Información
Geográfica. Para ello es necesario que exista un aumento en la cantidad de
usuarios de la tecnología, así como también de desarrollo científico en la materia.
Cabe mencionar que la Universidad de Magallanes, iniciará próximamente el
proyecto FONDEF (ID20I10338) denominado “Aplicación de Tecnologías de la
Información Geográfica para Desarrollar un Sistema de Ganadería sustentable
en la Región de Magallanes”, el cual espera aportar en el desarrollo de esta línea.

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [49]


MANEJO AGROPECUARIO ASOCIADO A LAS VEGAS
Autores: Jorge Ivelic-Sáez, Sergio Radic.

Gaitan et al. (2015), indica que los mallines o vegas constituyen el principal recurso
productivo de la Patagonia árida y semiárida, debido a su alta productividad y
calidad forrajera. Se estima que la producción de forraje por unidad de superficie
en una vega es 10 a 20 veces mayor que en la estepa circundante. A pesar de su
baja representatividad en superficie, los mallines o vegas constituyen un recurso
ganadero privilegiado en los campos patagónicos, por lo cual su manejo pasa a
tener un valor estratégico.

En la provincia Argentina de Santa Cruz, tanto los pastizales de suelos húmedos,


como las vegas de cañadones y las comunidades perilacunares, se encuentran
degradados por el sobrepastoreo, con signos de fuerte compactación por
pisoteo, disminución de la riqueza vegetal e invasión de especies exóticas.
El sobrepastoreo cambia la estructura de las comunidades vegetacionales,
permitiendo la dominancia de especies indicadores como Caltha sagirttata
en vegas salobres y Azorella trifurcata (Díaz Barradas et al. 2001). Esto puede
ser corroborado en base a estudios en vegas antes de la introducción del
ganado ovino, en donde se demuestra una baja presencia de las dos especies
mencionadas (Dusén, 1905). Crecimiento postrado, hojas esclerófilas, presencia
de rizomas y otros tipos de crecimiento vegetativo, permiten a Caltha y Azorrella
resistir el pastoreo, ya que pueden competir de mejor manera por luz frente a
otras especies de mayor altura, pero poco tolerantes a pastoreos continuos (Díaz
Barradas et al., 2001).

En áreas de explotación petrolera, se suma la amenaza de contaminación por


hidrocarburos (Collantes y Faggi 1999). En Tierra del Fuego, el sobrepastoreo
ovino y el pisoteo interactúan con los fuertes vientos de la estepa fueguina,
constituyendo el principal agente de degradación de los suelos de las vegas
(Iturraspe y Urciuolo 2000).

Lara y Cruz (1987) indican que la carga animal de las vegas como la más alta de
todas las comunidades evaluadas en su trabajo. En igual condición de las vegas
están las praderas de Dactilys glomerata, Holcus lanatus y Trifolium repens.
(Argentina). A pesar de la importancia que tienen las vegas o mallines, se han
manejado tradicionalmente sin el debido cuidado y es común encontrar signos
de deterioro especialmente por sobrepastoreo. La pérdida de cobertura vegetal
tanto de la cuenca como de la vega, generan un aumento de la escorrentía

[50] BOLETÍN INIA 435


superficial, que puede llevar a la profundización de los cauces, facilitando el
encauzamiento del agua y la iniciación de cárcavas, que terminan desecando
el mallín (Gaitán et al. 2015). Por otra parte, la menor cobertura vegetal genera
una mayor tasa de evapotranspiración y un aumento de la concentración de
sales (del Valle, 1993). Estos procesos de degradación son facilitados por la
variabilidad de las precipitaciones en la región patagónica, con la alternancia
de años secos y húmedos, y por la ocurrencia de lluvias torrenciales. Otro punto
importante, es el ajuste de cargas animales y el manejo del pastoreo en esos
potreros. Como ejemplo, si existe un potrero de 400 hectáreas, de las cuales
380 son clasificadas como una comunidad de coironal y 20 hectáreas son de
vegas, al ajustar la carga a una oveja por hectárea y manteniendo un sistema
de pastoreo continuo, se genera una situación recurrente donde se ve la mayor
parte de los animales sobre la comunidad de vega. Lo anterior, se traduce en un
sobrepastoreo de la vega, sin embargo, el coironal se mantiene en buen estado.
Considerando este efecto, la recomendación apunta a excluir la vega, por medio
de cerco, definitivo o eléctrico para poder manejarla en momentos estratégicos
y de esta forma mejorar la diversidad y producción de las especies vegetales,
tanto de la vega como de las áreas que la rodean.

Desde una perspectiva agronómica/ganadera, el manejo actual que se realiza de


los mallines o vegas, se podrían dividir en dos líneas (Horne et al. 1998):

1) Las que procuran hacer uso de las condiciones naturales ofertadas por las
vegas o mallines. Incluye esquemas que van desde la ausencia total de manejo
del rodeo que se deja libre al pastoreo, hasta aquellos que sectorizan el mallín
y planifican un pastoreo rotativo. Este modo, basado en el mejor uso de las
condiciones naturales, tiene ventajas desde el punto de vista productivo y de
preservación del mallín (Horne, 1998).

2) Aquellas que intentan controlar algún aspecto o proceso con el fin de


incrementar su productividad. Esta línea se enfoca en aumentar la productividad
del mallín a partir del control de factores como por ejemplo la fertilidad,
la humedad disponible (redistribución de agua) y la composición florística
(intersiembra de forrajeras) (Horne, 1998).

Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [51]


BIBLIOGRAFÍA
Anchorena J, Cingolani AM, Livraghi E, Collantes MB, Stoffella S. 2001. Manejo del
pastoreo de ovejas en Tierra del Fuego. EDIPUBLI SA, Buenos Aires.
Blanco, D. E. y V. M. de la Balze (eds.). 2004. Los Turbales de la Patagonia: Bases
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Capítulo 1: Aspectos general acerca de las vegas o mallines en la Patagonia [59]


[60] BOLETÍN INIA 435
Prólogo [61]
[62] BOLETÍN INIA 435
CAPÍTULO 2

RESULTADOS DEL PROYECTO


En este capítulo se darán a conocer los principales resultados obtenidos en el
proyecto, desde la puesta en marcha hasta la determinación del balance hídrico
y otros antecedentes.

Se inicia este capítulo explicando el desarrollo de la topografía y flujos


preferenciales. Además, se menciona el reconocimiento y clasificación de suelos
realizado a las más de 17 km2 en la E.E Kampenaike. Ambas actividades fueron
esenciales para determinar los lugares exactos en donde se extraerían las
muestras y dispondrían los sensores de humedad, temperatura, conductividad
eléctrica y tensión de agua.

Posteriormente, se explican y demuestran los principales resultados obtenidos


en relación al movimiento de agua, tanto en el suelo como en la napa freática.
Finalmente se desarrolla el modelo conceptual, lo que permite calcular un primer
balance hídrico tentativo de estos ecosistemas en la región de Magallanes.

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [63]


USO DE AEROFOTOGRAMETRÍA CON DRON PARA LA
EVALUACIÓN DE VEGAS.
Autores: Enrique Muñoz, Robert Clasing.

La gestión de los recursos hídricos depende fuertemente del conocimiento de


las cuencas hidrográficas (agua superficial), hidrológicas (agua superficial y sub-
terránea) y del correcto conocimiento de su morfología, tipo y usos del suelo,
entre otras características.

El desarrollo tecnológico actual y de las últimas décadas ha evolucionado hacia


el uso de productos derivados de sensores remotos como productos de satélite,
información de radar, y recientemente, drones o vehículos aéreos no tripulados
(UAV por sus siglas en inglés) para la gestión y planificación de recursos hídricos.
De todas estas tecnologías, los drones permiten obtener información de mayor
resolución y para una zona y momento específico.

Con UAVs o drones equipados con una cámara digital normal (en el espectro vis-
ible o RGB), es posible derivar la forma de una superficie o predio, y desde esta

[64] BOLETÍN INIA 435


derivar información como pendientes, cauces, zonas de confluencia de aguas,
valles, etc. Por otra parte, sensores o cámaras más desarrolladas (por ejemplo,
cámaras multiespectrales, que permiten abarcar rangos del espectro electro-
magnético, más allá del espectro visible, como por ejemplo el rojo cercano para
desarrollar índices vegetacionales) es posible complementar la información an-
terior, permitiendo realizar una clasificación de suelos, estimar el contenido de
humedad del suelo, o determinar necesidades de agua por parte de un cultivo
en agricultura. Por tanto, el uso de estos equipos resulta ideal para la gestión
hídrica para diversas funciones y objetivos, por lo que se necesita que el uso de
esta tecnología se vaya expandiendo y masificando con el tiempo.

Hoy en día, en la gestión hídrica se necesita información topográfica de grandes


superficies para apoyar la toma de decisiones. En este sentido, el uso de ve-
hículos aéreos no tripulados (UAVs o DRONEs) se hace cada vez más frecuente,
dado su mayor accesibilidad (menor costo) y mayor facilidad de operación. A su
vez, estos equipos permiten levantar grandes superficies con un costo de ter-
reno muy bajo en comparación a mediciones tradicionales (topografía con GPS
diferencial o estación total, por ejemplo). Sin embargo, requieren de un proce-
samiento de información más demandante en recursos computacionales y de
procesamiento.

En el programa “Evaluación del balance hídrico de vegas: una estrategia para


mejorar la gestión hídrica a nivel predial y aumentar la resiliencia al cambio
climático” se utilizó esta tecnología para apoyar la gestión de recursos hídri-
cos de terrenos denominados vegas-coironal, en la Estancia Kampenaike de INIA,
ubicada en las cercanías de Punta Arenas, Región de Magallanes. En este con-
texto se presenta tanto la adquisición de información, como la derivación de
resultados para complementar las actividades de gestión y planificación en el
marco del programa.

Descripción de la aero-fotogrametría
La aerofotogrametría es la ciencia que permite obtener medidas de un cuerpo o
superficie basándose en fotografías aéreas. Permite determinar las características
métricas y geométricas de los objetos fotografiados, como, por ejemplo, tamaño,
forma y posición. Para llevar a cabo un levantamiento aero-fotogramétrico, es
necesario observar un mismo objeto desde diferentes ubicaciones. Para ello, es
necesario elaborar un plan de vuelo con un traslape lateral y longitudinal entre
fotos. Los desarrolladores de software de aerofotogrametría (e.g. Pix4D, Figura

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [65]


6) recomiendan un traslape lateral mínimo de 60% y longitudinal mínimo de
75%. Sin embargo, se deben considerar variaciones asociadas a las condiciones
climáticas y atmosféricas de la zona y momento de medición.

Junto con el traslape entre fotos es necesario considerar la óptica (lente) y


tamaño del sensor (cámara) que se esté utilizando, dado que la combinación de
estas variables, junto con la altura de vuelo (figura 7) y porcentaje de traslape
en cada sentido, determinará el patrón y velocidad de vuelo del UAV o dron para
que el resultado sea satisfactorio.

image width Area de interés

image
height

side
overlap

frontal
overlap

Figura 6. Diagrama de traslape lateral y frontal que se requiere para la realización de un


levantamiento aero-fotogramétrico utilizando UAVs.
Fuente: www.pix4d.com

[66] BOLETÍN INIA 435


High altitude
Focal Lengh
20
40
80

Low altitude

Image area

Figura 7. Diagrama que muestra la relación de la distancia focal, con la altura de vuelo y
tamaño de la superficie capturada por el sensor. A mayor elevación se abarca una mayor
superficie con menor resolución. Por otra parte, a mayor distancia focal se obtiene mayor
detalle (resolución) pero se cubre una menor superficie.
Fuente: www.pix4d.com

Aplicación en el predio de INIA Kampenaike


Como los humedales o vegas son áreas muy planas, es necesario una
caracterización topográfica detallada para identificar las trayectorias
preferentes del agua. En este proyecto se implementó una tecnología nueva
que permite obtener información morfométrica y sus derivadas a partir de la
adquisición de imágenes aéreas.

En el programa se utilizó un UAV de ala fija marca UASchile, modelo FRK-017


equipado con una cámara Sony RGB de 20 megapixeles y sensor de 1”. En agosto
del año 2018 se realizó un levantamiento aero-fotogramétrico y topográfico de

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [67]


una vega en el predio de INIA
Kampenaike, ubicado en Punta
Arenas, Región de Magallanes.
Para ello, se capturó un
total de 5.820 fotografías
con un traslape lateral y
longitudinal promedio de
75%. Sin embargo, debido
a las condiciones de viento
existentes en la zona, el
traslape lateral y longitudinal
resultó entre 40 y 90%. La
altura de vuelo fue de 210
m con respecto al nivel del suelo y se obtuvo una resolución de 5.62 cm/pixel,
abarcando un total de 17 km2 (1700 ha). El procesamiento de imágenes y cálculo
de topografía se realizó con el software de aerofotogrametría Pix4D.

Figura 8. Cuenca de estudio y flujos de agua determinados por el vuelo del dron.

[68] BOLETÍN INIA 435


Figura 9. Modelo Digital de Terreno (MDT) de la cuenca de estudio y puntos de control.

La Figura 8 muestra la fotografía aérea, mientras que la Figura 9 muestra un


modelo digital de terreno derivado del levantamiento.

Para controlar la precisión del levantamiento, se georeferenciaron 11 puntos de


control en terreno con un GPS diferencial EMLID REACH (ver puntos de control en
Figura 9). Estos puntos de control permiten acotar la forma del modelo topográfico
derivado del modelo fotogramétrico y permite mejorar tanto la precisión, como
la georreferenciación de la topografía obtenida. En este levantamiento se obtuvo
un error cuadrático medio de 0,038 m lo que se encuentra dentro del rango de
validez deseado para un modelo de estas características y dimensiones (~4cm
de error cuadrático medio en un levantamiento de 1.700 ha).

Del resultado del levantamiento se obtuvo un archivo de la nube de puntos


en formato laser (LAS), con puntos espaciados cada 25 cm (~272 millones de
puntos), que contienen información de la superficie fotografiada (i.e. terreno,
arbustos y construcciones, entre otros), y luego esa información fue clasificada

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [69]


a partir de diferencias con respecto
a un promedio local. Luego, los
puntos clasificados como terreno
se utilizaron para construir un
Modelo Digital de Terreno (MDT).

Desde el MDT es posible obtener


información derivada, como
pendientes, zonas de convergencia
de aguas, cauces, zonas de
divergencia de aguas, curvas de nivel, etc. En este proyecto se derivaron micro-
cuencas asociadas a la vega en función del nivel de detalle deseado. Del mismo
modo, se derivó una red fluvial detallada dentro de la zona de medición en
donde se identificó que los flujos tienden a confluir hacia el centro de la vega
y posteriormente se dirigen en dirección oriente. Por último, se identificaron
zonas de divergencia de aguas y curvas de nivel con una secuencia altimétrica
de 0,25 m. Las Figuras 10 y 11 resumen los resultados obtenidos.

Figura 10 Cuencas, red fluvial y divergencia de aguas

[70] BOLETÍN INIA 435


Figura 11. Curvas de nivel de la cuenca de estudio.

Una vez extraída la información de los modelos desarrollados, fue posible


determinar los sectores para el reconocimiento y clasificación de suelo y la
disposición de los instrumentos necesarios para evaluar el movimiento de agua
en la zona saturada y no saturada en toda la cuenca de estudio.

Conclusiones
La utilización de tecnologías innovadoras como aeronaves no tripuladas, son
herramientas útiles y necesarias para la planificación predial y para hacer
eficiente la gestión hídrica.

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [71]


[72] BOLETÍN INIA 435
RECONOCIMIENTO Y CLASIFICACIÓN DE SUELOS
ASOCIADOS A LA CUENCA DE ESTUDIO.
Autores: Susana Valle, Jorge Ivelic-Sáez, Sergio Radic.

El movimiento de agua en una cuenca estará definido en gran parte por las
características del suelo dentro de ella. Los distintos tipos de suelo y sus
horizontes van a presentar diferentes características, lo que permite al agua
moverse en una mayor o menor magnitud. El efecto que tienen los suelos en las
zonas altas de la cuenca es tan relevante como los suelos de la misma vega. Es
por esto que resulta imperante el realizar un reconocimiento y clasificación de
los suelos de la cuenca, con el objetivo de dilucidar el comportamiento del agua
y relacionarlo con el manejo agropecuario de la zona circundante.

Se evaluaron 17 perfiles asociados a la cuenca de estudio descrita en el capítulo


anterior (Figura 12).

Puntos Calicatas:
C1 C1 C3 C4 C5 C6 C7 C8 C9 C10 C11
C12 C13 C14 C15 C16 C17
Límite de la región
* Ubicación de los puntos

Figura 12. Ubicación de las 17 calicatas evaluadas (Google Earth ®).

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [73]


La geomorfología del sitio en estudio está asociada a morrenas laterales de la
Primera Angostura y terrazas fluviales (Figura 13 A-B; Prieto y Winslow, 1994).
La información geológica del lugar muestra que se encuentra principalmente
bajo secuencias volcanosedimentarias continentales (tobas, areniscas y tufitas)
del Mioceno Inferior-Medio, asociado a depósitos aluviales, coluviales y de
remoción en masa del Pleistoceno-Holoceno (Figura 13 C; SERNAGEOMIN, 2003).

A B

Morrenas laterales de Morrenas intermedia e interna Canal marginal Depósitos lacustres


Punta Dúngenes de Segunda Angostura
Morrenas de Oazy Campo de Drumlins Estrías glaciales Dunas
Harbour
Morrenas laterales de Morrenas de fondo Canal de desague Lagos
Primera Angostura
Morrenas externa de Terraza fluvial Terraza marina Lagunas
Segunda Angostura

Figura 13. A-B) Geomorfología de parte de la Provincia de Magallanes, siendo b) un


acercamiento del sitio de estudio (Prieto y Winslow, 1994). C) Detalle de la geología del
lugar de estudio; donde, M1c corresponde a secuencias sedimentarias de abanicos aluviales
(Mioceno Inferior-Medio); M2c, secuencias volcanosedimentarias continentales (Mioceno
Inferior -Medio); OM1c, Secuencias sedimentarias continentales parálicas o aluviales de la
Formación Loreto (Oligoceno-Mioceno); y, Q1, depósitos aluviales, coluviales y de remoción
de masa (Pleistoceno-Holoceno), extraído del Mapa Geológico de Chile (SERNAGEOMIN,
2003).

[74] BOLETÍN INIA 435


La clasificación de Suelos se basó en el sistema de clasificación del USDA-NRCS
(Soil Survey Staff, 2014). Para ello, los perfiles se describieron morfológicamente
y se caracterizaron físico-químicamente según metodologías descritas en
Sadzawka et al. (2006) y Sandoval et al. (2011).

De estos perfiles se clasificaron 10 pedones como Inceptisols (con diferencias


importantes en el contenido de Carbono (C) y régimen de humedad), 4 como
Histosols, un Mollisol y un Aridisol (Figura 14). En general, son suelos con altos
contenidos de C orgánico, oscilando entre 3,7% y 30,4% en el primer horizonte
(excepto el Aridisol), pero con un bajo nivel de descomposición, dadas las
características térmicas del lugar.

Es importante destacar la alta variabilidad en las características de estos


suelos en el sitio que fue descrito como Serie Kampenaike, suelos de origen
fluvioglaciar, delgados en terrazas, de texturas gruesas en superficie, pero más
arcillosos en profundidad con abundantes gravas (CNR 1997). Este estudio se

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [75]


realizó en una escala de menor detalle (1:50.000), lo que imposibilita detallar
estas diferencias. Se remarca este punto, ya que muchas zonas que hace décadas
no eran utilizadas para el pastoreo, actualmente están siendo utilizadas y con
mayor intensidad, principalmente las zonas húmedas como las vegas. Para ello,
es muy relevante conocer con mayor nivel de detalle las diferencias edáficas,
ya que van a determinar notables diferencias en los rendimientos alcanzados
por los pastizales, bajo la misma condición climática. Estas diferencias edáficas
fueron muy relevantes en el estudio de Jara (2018), realizado en Tierra del Fuego.
Entre las características edáficas de mayor relevancia, que difieren en los sitios
dentro de las vegas estudiadas, están la profundidad de los suelos, la presencia
de nivel freático, el contenido de cationes básicos de intercambio, el pH, la
conductividad eléctrica (CE), el porcentaje de sodio (Na) de intercambio (PSI) y un
horizonte de arcilla, masivo en profundidad, que pueden ser muy restrictivos para
el crecimiento de la vegetación del lugar (Cuadro 2). De lo anterior, principalmente
la CE y PSI, se presentan como las principales restricciones químicas edáficas que
limitarían el crecimiento, y que son mayores en los sitios de vegas o aledaños
a las vegas (o zonas húmedas). Por lo cual, se debiera considerar un manejo y/o
mejora de estas restricciones en los casos que se determine el uso intensivo de
estos micrositios, ya sea con drenaje y/o implementación de riego, en casos de
ser factible, lo que estaría muy relacionado a la profundidad efectiva del suelo.

Figura 14. Clasificación de suelos del sitio bajo estudio en Kampenaike. Figura de la derecha
muestra un acercamiento de la Vega central, junto con las diferencias de los tipos de suelos.

[76] BOLETÍN INIA 435


Como se muestra en la Figura 15, las diferencias en los perfiles de suelos
son relevantes, principalmente en lo que tiene que ver con su profundidad y
características químicas (Cuadro 2).

A B C

D E F

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [77]


G H

Figura 15. Fotografías de los perfiles de suelos y su entorno vegetacional y topográfico.


Se muestran los 4 órdenes junto a sus principales variaciones. Histosols (a-c): a, Typic
haplofibrists; b, Hemic haplofibrists; c, Hydric haplofibrists. Inceptisols (d-f): d, Typic
Haplustepts; e, Typic humustepts; f, Typic halaquepts. Mollisols (g), Fluvaquentic endoaquolls.
Aridisols (h), Sodic haplocalcids, Mollisols (g), Fluvaquentic endoaquolls. Aridisols (h), Sodic
haplocalcids.

[78] BOLETÍN INIA 435


Cuadro 2. Características químicas del primer (y segundo) horizonte en los diferentes
suelos evaluados.
Prof. P-Olsen C org Sat Bases PSI CE
Suelo Horizonte cm pH H2O mg/kg % % % dS/m
Haplofibrists Oe-Oi 0-40 6,24-8,08 10,5-31,3 23,3-30,4 100* 3,9-16,2 0,4-24,8
Haplustepts Oi 0-2 6,7 19,5-30,1 8,1-14,4 56-69 0,9-1,4 1,2-1,8
Ah 2-21 6,1-6,3 7,8-13,4 5,1 62-68 1,2-1,6 0,6-0,7
Humustepts Ah-A 0-38 5,84-6,96 4,8-12,5 3,6-9,4 30-70 0,9-2,0 0,4-0,6
Halaquepts Ah 0-17 8,66 21,8 16,7 100* 13,4 10,9
Haplocalcids Ak1 0-32 9,07 82,4 1,0 100* 100** 0,9
Endoaquolls Oe/Ah 0-12/12-30 7,15/7,67 55,8/15,8 9,1/3,0 70/100* 0,7/3,1 1,3/0,7

Nota: PSI, porcentaje de sodio intercambiable. * Valores mayores a 100% por cálculo:
Saturación de bases= ((Suma de bases/CIC)*100); PSI= ((Na intercambiable/CIC)*100).
**Suelo con extremadamente a muy fuerte reacción al HCl. ( - ), muestra rango de valores
para esos horizontes. ( / ) muestra el valor para cada horizonte específico.

Conclusiones
La caracterización y definición de las potencialidades y limitantes de los suelos
de vegas, es fundamental para evitar su sobreexplotación y posible degradación.
Esta degradación se puede generar por el desconocimiento de las funciones y
propiedades principales de los suelos. El uso sostenible de las vegas y su entorno
requiere conocer bien el recurso edáfico y de vegetación, que como se ha
mostrado, posee grandes variaciones, donde cada uno de estos tipos de suelos
debiera ser manejado y mejorado específicamente, para evitar la degradación y
producir los recursos forrajeros necesarios para generar un manejo sostenible de
la producción ovina regional.

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [79]


[80] BOLETÍN INIA 435
CARACTERÍSTICAS AMBIENTALES, EDÁFICAS Y
MOVIMIENTO DE AGUA EN LA ZONA NO SATURADA.
Autores: Paulina Cisternas, José Dörner, Jorge Ivelic-Sáez, José Luis Arumí, Jorge Carrasco.

Las vegas presentan características destacables por su localización más baja


en el paisaje. Esto, sumado a la mínima pendiente que presentan, facilita la
acumulación de agua. Sin embargo, en sectores con limitaciones de profundidad
de suelo y napa freática alta, la productividad de cultivos forrajeros susceptibles
al exceso de humedad disminuye. Dado esto, las vegas suelen ser drenadas
para permitir una mejor aireación del suelo y respiración de las raíces, lo cual
ha causado una degradación gradual de las vegas (Filipová et al. 2010) y sus
servicios ecosistémicos (Kimmel y Mander, 2010; Bonn et al. 2014).

El drenaje y desecación de los suelos orgánicos causa subsidencia (contracción


del suelo y pérdida de profundidad por secado), lo que conlleva a un incremento
en la densidad aparente, alteración de la estructura de poros, formación de
grietas y mineralización de la materia orgánica debido a la aireación continua,
lo que podría resultar en altas emisiones de dióxido de carbono y, por tanto,
reducción del stock de carbono en el suelo (Zúñiga et al., 2019; Gebhardt
et al., 2010). Lo anterior podría llevar al anegamiento de agua o disminución
en el acenso capilar, y, por tanto, afectar de forma directa el funcionamiento
hidrológico del sistema (Gebhardt et al., 2009; Schindler et al., 2003).

Si bien el hinchamiento y contracción son comunes en muchos suelos orgánicos


e inorgánicos, se ha reportado que el contenido de materia orgánica en el
suelo incrementa la capacidad de contracción de los suelos (Peng y Horn, 2007;
Zúñiga et al., 2019). Por otro lado, la capacidad de contracción de los suelos
bajo condiciones in situ, es controlada por el número e intensidad de ciclos de
humectación y secado que ocurren naturalmente en el suelo (Peng et al., 2007).
Una primera contracción producida por la disminución del agua subterránea,
produce una alteración mayor en la estructura espacial de los poros (Schwärzel
et al., 2002), que va decreciendo en los ciclos subsiguientes, debido a un aumento
en la rigidez del sistema poroso (Gebhardt et al., 2010).

Por otro lado, el relieve definirá el régimen de drenaje, de manera que las
distintas posiciones toposecuenciales y exposición en la ladera, pueden
afectar cómo los procesos climáticos impactan en el suelo (Reyes et al., 2011),

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [81]


modificando los ingresos de energía solar y de las precipitaciones y, por lo tanto,
la evapotranspiración y el flujo de agua. Además, el aporte de agua desde niveles
freáticos está condicionada a la posición del suelo en el relieve, lo cual en su
conjunto afectará las propiedades físico-químicas del suelo, como el contenido
de materia orgánica, el pH, y la humedad. Por lo tanto, a lo largo de una pendiente
variable, se encontrará una secuencia de tipos de suelo con características de
perfil distintas (Jenny, 1994), y se podrá observar una respuesta diferente de
cada suelo a estresores externos y/o internos.

El objetivo de este trabajo es presentar resultados y un análisis preliminar de la


dinámica de agua en un sistema de vega y como dicha dinámica se relaciona con
las propiedades físicas del suelo.

Área de estudio
En la cuenca en estudio se desarrollaron siete calicatas (C1 – C7) en una transecta
norte-sur (Figura 16, Cuadro 3).

60 C7
Altitud (MSNM)

55 C1 C2 C6
C3 C4 C5
50
45
0 50 100 150 200 250 300 350 400
Distancia (M)

Figura 16. Área de estudio en vega ubicada en Estación Experimental Kampenaike.


Los puntos azules (C1 a C7) indican las calicatas en donde se realizaron descripciones y
muestreos de suelo, y el diamante rojo (S4), representa el piezómetro a partir del cual se
midió la profundidad de la napa freática (NF). y su variación temporal. En la parte inferior se
representa la transecta a partir de un perfil topográfico.

[82] BOLETÍN INIA 435


Cuadro 3. Ubicación y características topográficas de los perfiles en la micro-
toposecuencia.

Nivel Posición Pendiente Altitud Coordenadas (UTM)


Toposecuencial [-] [%] [m.s.n.m.] Latitud Longitud
Exposición Sur
Ladera alta C1 0,9 53,5 19F 363591,00 E 4160221,00 S
Ladera media C2 17,2 52,0 19F 363597,00 E 4160195,00 S
Ladera baja C3 10,0 50,5 19F 363595,00 E 4160182,00 S
Plano de la vega C4 0,0 49,5 19F 363604,00 E 4160110,00 S
Exposición Norte
Ladera baja C5 9,3 50,7 19F 363581,00 E 4159989,00 S
Ladera media C6 20,5 54,0 19F 363577,00 E 4159963,00 S
Ladera alta C7 17,1 57,8 19F 363575,00 E 4159940,00 S

En cada una de estas calicatas


se extrajeron cilindros de
muestras no disturbadas de
suelo para la determinación de
la curva de retención de agua
y conductividad hidráulica en
tres profundidades diferentes
(5, 30 y 80 cm) con el objetivo
de la caracterización del medio
poroso de los diferentes tipos
de suelos de la toposecuencia.
En estos mismos horizontes
se dispusieron sensores para
determinar humedad y tensión
de agua en el suelo (Figura
17) y de esta manera evaluar
la dinámica hídrica través del
tiempo.

Figura 17. Disposición de sensores de humedad


y tensión de agua en C3.

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [83]


Resultados
Variables ambientales
Durante el tiempo de monitoreo, la precipitación anual fue de 325 mm, pre-
sentando una gran variabilidad a lo largo del año. El invierno fue la temporada
más seca con una precipitación de 79 mm. En primavera precipitaron 86 mm, en
verano 99 mm y el otoño fue la temporada más húmeda con 109 mm (Figura 18).
La temperatura media anual fue de 6,9 ºC, cuyo mes más frío correspondió a
agosto (2,3 ºC) y el mes más cálido a marzo (11,7 ºC). La velocidad de viento
media mensual mínima fue de 11,8 km/h en mayo y máxima de 25,2 km/h en
octubre, permaneciendo cercana a este valor durante primavera y verano. La
evapotranspiración potencial acumulada anual fue de 792 mm y los valores
mensuales variaron de 18,2 mm durante junio a 119,3 mm en diciembre,
manteniéndose cerca de este valor durante enero y febrero (Figura 18).

pp ETO T
18 20
Evapotranspiración potencial (mm)

16
14 15
Precipitación (mm)

12

Temperatura (ºC)
10 10
8
6 5
4
2 0
0
-2 -5
jun jul ago sep jul nov dic ene feb mar abr may jun
Mes (día)

Figura 18. Condiciones climáticas (PP: precipitación diaria, ET0: evapotranspiración


potencial diaria, T: temperatura diaria) entre junio de 2019 y junio de 2020. Datos extraídos
de EMA INIA Kampenaike.

[84] BOLETÍN INIA 435


Dinámica hídrica en la zona no saturada.
La variación espaciotemporal del contenido de agua en el suelo a través de
la toposecuencia y la respuesta a las precipitaciones diarias se presenta en la
figura 19. A los 5 cm (Figura 19 A) se observa una respuesta casi inmediata en
el contenido volumétrico de agua en el suelo, a eventos de precipitación en los
cinco niveles toposecuenciales. Sin embargo, durante los meses de primavera
– verano, esta humedad no se mantiene en el suelo por largo tiempo, debido
principalmente al alto requerimiento hídrico atmosférico, descendiendo
rápidamente el contenido volumétrico de agua en el suelo. La posición C3
presenta los valores de humedad más altos a los 5 y 30 cm (Figura 19 B) a lo largo
del año, mientras que C4 presenta la humedad más baja en superficie y la más
alta a los 80 cm (figura 19 C). Esto podría parecer algo contradictorio teniendo en
cuenta la mayor cercanía de C4 a la napa freática, respecto a las otras posiciones.
Sin embargo, en C4 la densidad de la vegetación es mayor que hacia las zonas
laterales, lo cual explicaría una mayor pérdida de agua por evapotranspiración.
Contrario a esto, a los 80 cm (figura 19 C) es posible observar un aumento en el
contenido volumétrico de agua en C4, entre noviembre y abril, a pesar de que

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [85]


la napa freática desciende, alcanzando a una profundidad máxima de 144 cm en
abril, mes en que la precipitación alcanza el segundo valor más bajo a lo largo
del año (11,6 mm).

Debido a las particulares características del sistema poroso a mayor profundidad


en el centro de la vega, se genera un flujo ascendente desde la zona saturada,
manteniendo constante la humedad del suelo a lo largo del año, a pesar de
que las salidas de agua del sistema superan la recarga durante al menos nueve
meses. Esto es relevante, pues las características intrínsecas del sistema poroso
condicionan el almacenamiento y transporte de agua en el suelo, tanto como el
contenido de humedad condiciona las características físicas del suelo.

Figura 19. Variación diaria de las precipitaciones y del contenido volumétrico de agua
(VWC) en C1, C3, C4, C5 y C7 en A) 5 cm, B) 30 cm y C) 80 cm de profundidad entre junio de
2019 y junio de 2020.

[86] BOLETÍN INIA 435


Características físicas generales del suelo
La caracterización del sistema poro-
so del suelo es fundamental para co-
nocer y entender su capacidad para
almacenar y conducir fluidos. Dicha
caracterización, no debe realizar-
se solo a través de sus volúmenes y
distribución, sino también a través
de la funcionalidad del sistema po-
roso, lo que también constituye una
herramienta para evaluar la calidad
física del suelo (Dörner y Dec, 2007).
Algunos parámetros propuestos en la
literatura como la densidad aparente,
conductividad hidráulica, algunas re-
laciones de capacidad de aire y agua,
y contenido de carbono orgánico en
el suelo, son comúnmente utilizados
para indicar la calidad física del suelo
con respecto a su estabilidad, transmisión y almacenamiento de fluidos (Rey-
nolds et al., 2008).

En el sitio de estudio, la profundidad del suelo difiere a través de la toposecuencia;


mientras que las posiciones C1 y C2 (zona alta y media de ladera con exposición
sur) presentan una profundidad de perfil de 27 y 21 cm respectivamente, las
posiciones C3, C4, C5, C6 y C7, presentan profundidades de 100, 90, 80, 120 y
90 cm, respectivamente. Debido a esto, en C1 y C2 se presentan resultados
sólo a los 5 cm. Las clases texturales (CT) a los 30 cm varían de suelos francos
a limosos y arenosos. A los 80 cm predominan los suelos arcillo arenosos en la
ladera con exposición norte, mientras que hacia el centro y norte predominan
suelos francos (Cuadro 4).

El contenido de carbono orgánico en el suelo (COS) disminuye en profundidad,


presentando mayores porcentajes de COS a los 5 cm (Cuadro 4). El centro de la
vega (C4), destaca con mayores porcentajes de COS a través de todo el perfil
respecto a las otras posiciones, lo que se condice con su ubicación baja en el
sistema acumulador de agua, lo que limita la oxigenación del suelo y, por tanto,
permite la acumulación del COS.

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [87]


La densidad aparente (DA) a través de la toposecuencia y las distintas
profundidades, varía desde 0,12 a 1,8 g/cm, aumentando en profundidad a
través de los perfiles. C4 y C3 presentan los valores más bajos (0,16 y 0,18 g/
cm, respectivamente) a los 5 cm, y mientras la DA disminuye en C4 a los 30 y 80
cm, en el resto de las posiciones aumenta, llegando a los valores más altos en la
ladera con exposición norte (C5, C6 y C7) a los 80 cm (Cuadro 4).

La porosidad total (PT) disminuye en profundidad, excepto en C4. A los 5 cm, C3


presenta la PT más alta (88,6%) y más baja en C2 (41,5%), mientras que el valor
más alto a los 30 y 80 cm se presenta en C4. Los suelos ubicados en la ladera con
exposición norte presentan una PT menor al resto de las posiciones, sobre todo
a los 30 y 80 cm (Cuadro 4).

Cuadro 4: Propiedades físicas de los suelos ubicados en las posiciones toposecuenciales a


profundidades de 5, 30 y 80 cm.
Prof. CT DA DR COS PT
Posición cm [-] [g cm-3] [g cm-3] [%] [%]
C1 - 0,90 ± 0,05 2,3 ± 0,0 2,5 61,2 ± 2,1
C2 - 1,39 ± 0,02 2,4 ± 0,0 2,5 42,5 ± 0,7
C3 - 0,18 ± 0,00 1,6 ± 0,0 24,3 88,6 ± 0,2
C4 5 - 0,16 ± 0,01 1,2 ± 0,1 30,4 87,2 ± 0,5
C5 - 0,68 ± 0,01 2,1 ± 0,0 9,1 67,5 ± 0,6
C6 - 0,82 ± 0,03 1,7 ± 0,0 2,4 53,4 ± 1,7
C7 - 1,02 ± 0,03 2,1 ± 0,0 2,4 52,4 ± 1,4
C3 L 0,95 ± 0,01 2,3 ± 0,0 17,5 58,8 ± 0,5
C4 F 0,15 ± 0,00 1,2 ± 0,1 25,4 87,6 ± 0,3
C5 30 FAa 1,31 ± 0,02 2,5 ± 0,0 1,1 48,5 ± 0,6
C6 a 1,38 ± 0,02 2,5 ± 0,0 0,7 40,6 ± 0,7
C7 Fa 1,35 ± 0,01 2,4 ± 0,0 1,4 44,8 ± 0,4
C3 FAL 1,19 ± 0,02 2,5 ± 0,0 2,8 52,1 ± 0,7
C4 F 0,12 ± 0,00 1,4 ± 0,1 21,7 91,5 ± 0,1
C5 80 Aa 1,56 ± 0,03 2,4 ± 0,2 0,3 35,4 ± 1,2
C6 Aa 1,82 ± 0,02 2,8 ± 0,0 0,4 34,9 ± 0,5
C7 Aa 1,70 ± 0,03 2,6 ± 0,0 0,3 35,2 ± 1,1

Valores promedio ± 1 error estándar. CT: clase textural (F: franco; L: limoso; A: arcilloso; a:
arenoso); DA: densidad aparente; DR: densidad real; COS: carbono orgánico en el suelo; PT:
porosidad total.

[88] BOLETÍN INIA 435


La curva de retención de agua o curva pF es una característica del suelo que
relaciona el potencial matríco (ψ_w) y el contenido volumétrico de agua (θ), y es
útil para estimar la distribución de tamaño de poros en el suelo (Hartge & Horn,
2016). Estos, se definen como poros de drenaje rápido (PDR), poros de drenaje
lento (PDL), poros de agua útil (PAU) y poros de agua inútil (PAI) (Cuadro 5).

Cuadro 5. Clasificación de la porosidad (Ellies et al., 1997).

Tipo de poro Diámetro [μm] Potencial mátrico pF


[hPa] [log cm columna de agua]
PDR > 50 > 60 < 1,78
PDL 10 - 50 60 - 330 1,78 – 2,52
PAU 0,2 - 10 330 - 15000 2,52 – 4,2
PAI < 0,2 < 15000 > 4,2

En la Figura 20 se puede observar que hacia el centro de la vega la PT (contenido


volumétrico de agua a pF 0) es mayor, y va descendiendo hacia las zonas laterales.
De la misma forma, es posible observar una mayor porosidad en superficie en
todas las posiciones, excepto en C4 donde la porosidad aumenta en profundidad,
llegando a un 92% a los 80 cm.

A los 5 cm, las curvas de C1, C3, C5 y C7 muestran dos puntos de inflexión (1,78
y 2,52 pF), lo que significa que un porcentaje alto corresponde a PDL (y por tanto
de ADP), mientras que en C4 se pueden observar hasta cuatro puntos de inflexión
a la misma profundidad (1,0; 1,47; 1,78 y 2,17 pF). A los 30 cm se pueden observar
hasta dos puntos de inflexión en las distintas posiciones (1,78 y 2,17 o 2,52 pF),
mientras que a los 80 cm son comunes las curvas con uno (generalmente 1,78
pF) o ningún punto de inflexión como sucede en C7, debido a que el volumen
entre los distintos tipos de poros en la matriz del suelo no dista mucho, y, por
lo tanto, el agua en el suelo no desciende abruptamente entre una tensión y la
siguiente.

Cuando el contenido volumétrico de agua en pF 4,2 es alto, como es el caso


de C3 y C4, el suelo puede mantenerse con una alta humedad a pesar de que
haya alcanzado el punto de marchitez permanente, lo que significa que una gran
cantidad de agua se encuentra en poros muy finos, y por tanto no está disponible
para las plantas. Sin embargo, estos poros tienen la capacidad de transportar
agua por ascenso capilar desde una fuente de agua subterránea, lo cual explica
el hecho de que C3 y C4 mantengan constantes los niveles de humedad a lo
largo del año.

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [89]


Figura 20. Curva de retención de agua a los 5, 30 y 80 cm de profundidad en C1, C3, C4, C5
y C7.

[90] BOLETÍN INIA 435


Otros parámetros derivados de la curva de retención de agua son el volumen
de poros gruesos (PDR) o capacidad de aire (CA = PT – θ 60hPa), poros de agua
disponible para las plantas (ADP), correspondiente a la sumatoria entre los PDL
(θ 60hPa – θ330hPa) y PAU (θ330hPa – θ15000hPa), y poros muy finos o PAI (θ15000hPa) en el
suelo [% Vol.].

El volumen de agua disponible para las plantas (ADP) corresponde a la suma del
volumen de poros de drenaje lento (PDL) y poros de agua útil (PAU). Reynolds
et al. (2008) considera diferentes umbrales para ADP, donde valores mayores a
20% son considerados ‘óptimos’ para maximizar el crecimiento y funcionalidad
de raíces, un valor entre 15% a 20% es considerado ‘bueno’, entre 10% a 15%
es considerado ‘limitado’ y <10% es considerado ‘pobre’ o ‘seco’. Bajo estos
términos, a los 5 cm todos los suelos presentaron una capacidad de ADP óptima
(>20%), a excepción de C2 que presenta una capacidad limitada (figura 21). Lo
anterior podría explicarse por la clase textural arenosa en C2, la cual, ligada a un
bajo contenido de COS, genera condiciones desfavorables para la formación de
estructura. Por tanto, la alta macroporosidad podría estar en este caso dada por
los espacios inter-partículas
y no por los espacios inter-
agregados. A esta misma
profundidad, C3 y C4
presentan el porcentaje
más alto de ADP, cercano a
43%. En profundidad todos
los suelos muestreados
presentan valores más
bajos que en superficie, sin
embargo, a los 80 cm estos
se ubican entre umbrales
bueno y óptimo. De la misma
forma, y a pesar de que la
porosidad muy fina (PAI) en
C4 a los 80 cm es cercana
al 60%, el suelo presenta
la más alta capacidad de
almacenamiento de agua
útil para las plantas (~31%),
ocupando un rango óptimo
(Figura 21).

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [91]


5 cm 30 cm
60 60 60 80 cm

40 40 40

ADP (%)
ADP (%)

ADP (%)
Óptimo Óptimo Óptimo
20 20 20
Bueno Bueno Bueno
Limitado Limitado Limitado
Seco Seco Seco
0 0 0
C1 C2 C3 C4 C5 C6 C7 C1 C2 C3 C4 C5 C6 C7 C1 C2 C3 C4 C5 C6 C7
Posición Posición Posición

Figura 21. Volumen de agua disponible para las plantas (ADP=PDL+PAU) en las distintas
posiciones toposecuenciales (C1 a C7) a 5, 30 y 80 cm de profundidad. Líneas punteadas
representan valores óptimos a limitantes para la producción vegetal según Reynolds et al.
(2008). En los diagramas de cajas se presentan los valores mínimos y máximos, primer y
tercer cuartil, mediana (línea horizontal) y outliers (puntos).

La conductividad hidráulica saturada (Ks), expresa la capacidad del suelo para


transmitir agua bajo condiciones de saturación (Hincapié y Tobón, 2012).
Además, describe la funcionalidad del sistema poroso del suelo, englobando
propiedades tales como cantidad, tamaño, morfología, continuidad, tortuosidad
y orientación de los poros. La conductividad hidráulica saturada depende más
fuertemente de la estructura del suelo que de la textura, ya que es más afectada
por el sistema poroso secundario que por el primario, existiendo una estrecha
relación entre Ks y la porosidad gruesa (Ellies et al., 1997, Valle et al., 2018). Por
otro lado, debido a que Ks depende en gran medida de la forma y continuidad del
sistema poroso, varía fuertemente de un sitio a otro, y difiere también para las
distintas orientaciones del suelo.

Reynolds et al. (2002), indican que un valor de Ks en la zona radical dentro del
rango 1,63 a 2,63 log cm/d (0,43 a 4,32 m/d), puede considerarse “ideal” para
promover una rápida infiltración y distribución del agua necesaria disponible
para el cultivo, así como fomentar el drenaje rápido del exceso de agua y reducir
la escorrentía superficial y erosión del suelo.

Respecto a estos valores, la mayoría de las posiciones y sus distintas


profundidades se ubican dentro o cercano al rango óptimo. A los 5 cm, C2, C3
y C4 presentan valores muy por sobre el rango crítico, mientras que la ladera
con exposición norte y C1 presentan valores más bajos. A los 80 cm este rasgo

[92] BOLETÍN INIA 435


se invierte (reflejando el mayor nivel de saturación de agua en los poros y, el
consecuente, menor desarrollo estructural), y son los suelos de la ladera con
exposición norte los que presentan una mayor Ks, mientras que hacia el centro
de la vega los valores son descienden llegando a un mínimo de 0,2 m/día en C3
(Figura 22).

5 cm 30 cm 80 cm
5 5 5

4 4 4
Ks (log cm/d)

3 3 3

2 Rango óptimo 2 Rango óptimo Rango óptimo


2

1 1 1

0 0 0
C1 C2 C3 C4 C5 C6 C7 C1 C2 C3 C4 C5 C6 C7 C1 C2 C3 C4 C5 C6 C7
Posición Posición Posición

Figura 22. Conductividad hidráulica saturada (Ks) de los suelos en las distintas posiciones
toposecuenciales (C1 a C7) a 5, 30 y 80 cm de profundidad. Líneas punteadas representan
rango óptimo propuesto por Reynolds et al. (2002). En los diagramas de cajas se presentan
los valores mínimos y máximos, primer y tercer cuartil, mediana (línea horizontal) y outliers
(puntos).

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [93]


CONCLUSIONES
Según los datos meteorológicos locales, la evapotranspiración supera la
precipitación por al menos 9 meses, tiempo en el cual no se genera una recarga
importante desde la zona no saturada hacia la zona saturada.

Los suelos de la ladera con exposición norte (C5 y C7) se saturan en superficie
durante al menos dos días luego de lluvias intensas, debido a una baja Ks y
macroporosidad, mientras que los suelos de la ladera opuesta (C1 y C3) poseen
una mayor Ks y macroporosidad en superficie y no llegan a saturarse, por lo
tanto, infiltran agua, la que es transportada por flujo sub-superficial hasta el
centro de la vega.

El centro de la vega, sobre todo C3, muestra una baja permeabilidad y


conductividad a los 80 cm, reflejando una discontinuidad porosa asociada a
una capa impermeable a mayor profundidad. Esta característica les permite la
acumulación de agua y su ascenso por capilaridad.

[94] BOLETÍN INIA 435


MOVIMIENTO DE AGUAS SUBTERRÁNEAS Y BALANCE
HÍDRICO.
Autores: José Luis Arumi, Paulina Cisternas, Hamil Uribe, José Dörner, Jorge Ivelic-Sáez,
Rafael López

Las vegas magallánicas, al igual que otros tipos de humedales, dependen de la


existencia de aportes de aguas subterráneas para mantener su composición,
estructura y funcionamiento tanto productivo, como ecológico (Kløve et al.,
2011). En zonas semi-áridas como es el caso de las llanuras magallánicas, la
disponibilidad de agua resulta ser aún más crítico, porque las vegas dependen
del almacenamiento de agua subterránea para mantener la cobertura vegetal
durante los períodos sin lluvias, pero con demanda de evapotranspiración (Tá-
vara-Espinoza y Sanz, 2010, Gmati et al. 2011; Andermann et al., 2012).

De acuerdo a lo establecido por el Artículo Segundo del Código de Aguas de


Chile, las aguas subterráneas corresponden a aquellas aguas continentales que
están ocultas en el seno de la tierra (Delgado et al., 2017). Esta definición per-
mite establecer que, en general, las aguas subterráneas corresponden a toda
aquella agua que ha infiltrado, ocultándose en el seno de la tierra. Los sistemas
de aguas subterráneas poseen reservas de agua que dependen de dos aspectos:
Por un lado, la capacidad de almacenamiento y liberación de agua dado por las
características del sistema acuífero en cuanto a su permeabilidad, porosidad y
tamaño (Arumí et al., 2012), y, por otro lado, la cantidad de agua dependerá de
los mecanismos de recarga del acuífero (Oyarzun et al., 2019).

Este capítulo tiene como finalidad entregar antecedentes, sobre los sistemas
de aguas subterráneas de los cuales dependen las vegas, sus características
geológicas, describir posibles patrones de flujo y mecanismos de recarga.

Características generales de los sistemas de aguas


subterráneas
En la zona donde se emplaza la Estación Experimental Kampenaike, no existen
estudios hidrogeológicos específicos. A nivel regional se cuenta con la cartogra-
fía geológica escala 1:1.000.000 que está disponible para todo el país, algunos
estudios hidrogeológicos, a escala regional, realizados para la Dirección General
de Aguas, siendo el más reciente el elaborado por la Consultora Arcadis para ese

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [95]


servicio (DGA, 2016). En forma más detallada se pudo revisar una serie de cuatro
artículos que describe los procesos de avance y retroceso glaciar que confor-
maron el territorio (Caldenius, 1932; Tukhanen et al., 1990; Prieto and Winslow,
1994; Darvill et al., 2014).

De acuerdo a los antecedentes analizados por DGA (2016), la zona del proyecto
se encuentra dentro de una gran unidad geológica denominada Cuenca de Ma-
gallanes, que se encuentra ubicada entre los Andes Patagónicos y el arco de Río
Chico-Dungeness.

Según Ugalde (2014), los Andes Patagónicos están compuestos por rocas del Ba-
tolito Patagónico y Complejo Metamórfico de los Andes Orientales (Figura 23).
El Batolito Patagónico corresponde a plutones félsicos y máficos, con edades
que van desde el Jurásico Superior hasta fines del Mioceno Medio. El complejo
Metamórfico de los Andes Orientales, corresponde principalmente a rocas del
Paleozoico medio y Paleozoico tardío.

La cuenca de Magallanes está conformada por diferentes tipos de rellenos,


destacando los rellenos del Pleistoceno-Holoceno (Q1); Rellenos Volcano se-
dimentarios del Mioceno Inferior-Medio (M2c) y secuencias sedimentarias de
abanicos fluviales, también del Mioceno Inferior-Medio. De acuerdo a la carta
geológica nacional, escala 1:1.000.000, el área del estudio se ubica dentro de los
rellenos M2c (Figura 24).

Los rellenos del Mioceno Inferior-Medio (M2c) poseen una antigüedad de entre
23 a 15 millones de años, por esta razón, es factible suponer que han sido con-
solidados y labrados por diferentes secuencias de procesos glaciales. Desde el
punto de vista de las aguas subterráneas, es probable que tengan un bajo interés
porque deben presentar baja porosidad y permeabilidad, lo que explica las esca-
zas captaciones de aguas subterráneas existentes en la zona.

Las vegas que se estudian en este documento, se conforman a lo largo de los


canales formados por el derretimiento glaciar, que han sido recientemente ma-
peados por Darvill et al., (2014) y que se ubican en forma perpendicular a los
alineamientos de las morrenas glaciares. Estos canales han permitido la acumu-
lación de suelos finos, que a su vez permiten el crecimiento de materia orgánica,
conformando las condiciones para constituir humedales (Figura 25).

[96] BOLETÍN INIA 435


48ºS

1
Campo de Hielo Sur
Límite de la
fuja plegada y
corrida

Arc
N

od
eC
hic
o-D
100 km

un
gen
s e
51ºS
2 Cuenca de
Magallanes

Tierra del Fuego

1. Batolito Patagónico
2: Andes Patagónicos

Figura 23. Mapa simplificado que indica la ubicación de las tres grandes unidades geo-
lógicas existentes en Magallanes: Batolito Patagónico; Andes Fueguinos y la Cuenca de
Magallanes (Adaptado de DGA, 2016).

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [97]


Figura 24. Detalle de la geología regional, donde se aprecia que la zona de estudio se en-
cuentra ubicada entre los rellenos M2c (Adaptado de SERNAGEOMIN, 2013).

Figura 25. Imagen satelital que presenta la vega en estudio. Las líneas amarillas indican la
dirección principal del escurrimiento de agua.

Balance hídrico en vegas


La existencia de vegas en zonas semiáridas, se ve limitada por la disponibilidad
de agua aportante, que a su vez está controlada por los procesos hidrológicos
que gobiernan el flujo de agua superficial y subterráneo que se producen en
la cuenca aportante. Es así, como el estudio del balance hídrico en humedales

[98] BOLETÍN INIA 435


requiere entender no solamente el entorno de la vega que se estudia, sino que
también las condiciones climáticas del humedal y la cuenca que lo alimenta.
El balance hídrico en un humedal está controlado por la ecuación de conservación
de la masa, que puede ser explicada como, la suma de los flujos de agua que
ingresan al humedal menos los flujos de agua que salen de este, correspondiendo
a la variación de agua almacenada en este cuerpo de agua:

V
(Qsp + Qsb + P +t D *A) (Qef + Ext + Inf + ET
t *A )= t

Los ingresos de agua que recibe la vega corresponden a los caudales superficiales
que provienen desde la cuenca aportante (Qsp). Los flujos de aguas subterráneas
que ingresan (Qsb), la precipitación pluvial (P) y derretimiento de nieve (D), que
infiltra sobre la vega que tiene un área (A) en un determinado tiempo (∆t), por
ejemplo, un mes.

Las salidas de agua corresponden a los caudales efluentes del cuerpo de agua
(Qef), las extracciones antrópicas (Ext), la infiltración que pueda ocurrir a través
del lecho y la evapotranspiración (ET).

La variación de almacenamiento ∆V/∆t depende del tamaño del humedal y


del equilibrio existente entre ingresos y salidas de agua. Un salar, por ejemplo,
corresponde a un sistema
donde las salidas de agua son
controladas por la evaporación
y superan largamente los
aportes que genera la cuenca
aportante, por lo que el
sistema se seca dejando una
costra salina. En cambio, no es
probable encontrar un cuerpo
de agua donde los aportes de
agua superen largamente las
salidas, porque físicamente el
sistema hidráulico generará un
rebalse logrando el equilibrio
del sistema.

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [99]


Aportes de agua a la vega
La escorrentía superficial puede ser un importante aporte de agua hacia la vega.
El caudal que escurre superficialmente depende de los procesos que controlan
el régimen hídrico:

• La escorrentía inmediata se produce ante la ocurrencia de eventos de


precipitación intensa. Esta escorrentía generará aportes superficiales que
descenderán desde la parte alta de la vega y desde las zonas laterales (Fi-
gura 26 A y B). Muchos cauces que están normalmente secos, se activan
transformándose en el sistema de evacuación de excedentes de agua llu-
via que caen en la cuenca.
• El deshielo del manto nival genera una interesante oportunidad de in-
filtración, principalmente sobre las vegas, que son zonas planas con limi-
tada generación de escorrentía. Además, en las laderas el derretimiento
genera escurrimiento lateral que también puede infiltrar.
• El caudal que se mantiene en los esteros se puede producir por esco-
rrentía directa de aguas lluvias, drenaje de suelos saturados y liberación de
agua subterránea almacenada en la vega.

Para la mantención de las vegas la existencia de un flujo base es un aspecto


crítico, por lo que estos ecosistemas son dependientes de la liberación de
aguas subterránea almacenada en acuíferos porosos o en sistemas de agua
subterránea (Távara-Espinoza y Sanz, 2010, Gmati et al. 2011; Andermann et
al., 2012; Muñoz-Villers et al. 2012). Es por lo anterior que los Oasis, Puquios u
Ojos de Agua, se refieren a humedales dependientes de las aguas subterráneas.
Esta agua subterránea puede ser recargada localmente por infiltración de lluvias
recientes, como lo es el caso del humedal costero de Ritoque en la Región de
Valparaíso (Arumí, 1992), o puede ser precipitación más antigua que recargó el
acuífero en épocas húmedas y que tras un proceso de transporte de miles de
años, alimenta los manantiales costeros del norte de Chile (Herrera y Custodio,
2014).

[100] BOLETÍN INIA 435


A Flujos laterales
Flujos laterales

Vega
Flujos laterales Flujos laterales

Posible artesa glaciar

Vega
Flujo subterráneo
Flujo subterráneo
entrante
saliente

Figura 26. Diagrama demostrativo de los flujos que alimentan la vega A) Transversalmente
y B) Longitudinalmente.

Sobre la base de los antecedentes obtenidos por este programa y que se


describen en los capítulos anteriores de esta publicación, se utilizó la ecuación
de balance hídrico para estimar las extracciones de agua de la vega, para
satisfacer las necesidades de evapotranspiración de la vega.

En la Figura 27 se observa el área de estudio donde se plantea el balance


hídrico. La vega estudiada se estima que tiene una superficie de 20 hectáreas
y se controlaron los ingresos de agua a través de los sensores ubicados en cada
pozo de monitoreo (S1-S6). Para estimar los flujos de aguas subterráneas se
consideraron los datos de nivel freático, que permitieran determinar gradientes
de las dos entradas aguas arriba y la salida aguas abajo. Para lo anterior, los datos
de conductividad hidráulica de las vegas se obtuvieron a partir de los análisis
de suelo realizado en este programa y se estimaron los anchos y profundidad
del acuífero. A partir de eso se estimaron los flujos de aguas subterráneas que
ingresan y salen de la vega.

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [101]


Figura 27. Área de estudio donde se plantea el balance hídrico, el polígono blanco indica la
vega estudiada, los puntos amarillos indican la ubicación de los sensores de nivel freático y
las líneas blancas la dirección del flujo de aguas subterráneas.

Para evaluar la recarga de aguas subterráneas, se utilizaron valores mensuales


registrados entre abril del 2019 y junio del 2020 de los siguientes parámetros:
Precipitación mensual, evapotranspiración mensual y un valor medio de la
humedad medida en el suelo (Cuadro 6).

Cuadro 6. Datos usados para el balance


Datos (mm/mes) abr-19 may-19 jun-19 jul-19 ago-19 sep-19 oct-19 nov-19 dic-19 ene-20 feb-20 mar-20 abr-20 may-20 jun-20

Precipitación 85.5 26.6 31.6 25.2 8.6 12.6 4.8 32.3 39.6 51.8 8.8 43.7 11.1 61.8 21.9
ET medida 45.2 33.3 18.2 19.1 36.2 56.1 87.6 93.6 119.3 106.3 111.2 78.7 53.5 22.9 16.2
humedad del suelo 655.6 662.3 661.6 654.0 658.5 657.2 646.5 634.7 650.7 663.6 650.8 655.5 658.2 665.4 678.3

Las entradas de aguas subterráneas norte y sur, así como la salida, se estimaron
en base al promedio mensual de los gradientes, calculados a partir de los niveles
freáticos medidos en los distintos sensores, de acuerdo al siguiente detalle:

• Flujo Norte: diferencia de nivel entre los sensores S1 y S6.


• Flujo Sur: diferencia de nivel entre los sensores S2 y S3.
• Flujo Saliente: diferencia de nivel entre los sensores S4 y S5.

Los gradientes del flujo subterráneo se calcularon por un valor de conductividad


hidráulico de 3,3 m/día, obtenido a partir de las mediciones de conductividad
hidráulica realizadas por el programa, para las capas más profundas del suelo,

[102] BOLETÍN INIA 435


suponiendo que son representativas del material que conforma el acuífero de la
vega (Cuadro 7). Un primer resultado indica que los flujos de agua subterráneas
son reducidos, debido a que los gradientes hidráulicos son bajos y que el
medio no posee conductividades hidráulicas altas. Por ello, los flujos de aguas
subterráneas no explican la existencia de las vegas, sino que se deben considerar
otras entradas de agua como los aportes directos de infiltración de aguas lluvia
y los aportes de escorrentía lateral.

Cuadro 7. Balance del sistema de aguas subterráneas


Datos (mm/mes) abr-19 may-19 jun-19 jul-19 ago-19 sep-19 oct-19 nov-19 dic-19 ene-20 feb-20 mar-20 abr-20 may-20 jun-20

Entrante vega norte 6.3 11.8 12.4 12.4 12.1 12.0 11.6 11.4 11.3 12.1 12.4 12.7 13.0 13.4 13.2
Entrante vega Sur 23.8 24.6 24.2 23.6 21.7 23.6 27.1 27.8 28.5 27.8 28.7 29.9 28.6 29.5 30.5
Saliente vega 28.6 29.4 30.6 29.7 26.6 25.3 25.6 26.1 26.3 25.8 24.8 23.9 23.9 24.8 26.5
Aporte lateral 1408 438 260 207 71 207 79 532 652 853 145 720 183 1018 180

La infiltración se estimó a partir de sustraer a la precipitación mensual, el valor


de la escorrentía superficial estimado sobre la base del uso de un coeficiente
de escorrentía. Para las condiciones en que el suelo no está congelado, se usó
el coeficiente de escorrentía recomendado por el Manual de Carreteras del
Ministerio de Obras Públicas (MOP, 2017). Para las condiciones de suelo congelado
se supuso que no existe infiltración. Los aportes directos de infiltración de aguas
lluvias no son lo suficientemente altos como para mantener la humedad del
sistema de vegas

Para poder representar la humedad final de cada periodo, se debió incluir un


aporte de humedad lateral, correspondiente a la infiltración de escurrimiento
de aguas lluvias que drenan hacia las vegas y que posteriormente es infiltrada.
El balance hídrico se realizó a escala mensual (Cuadro 8), ajustándose como
resultado la humedad estimada por el modelo, con los valores de humedad
medidos, usando como parámetro de ajuste el área de la cuenca lateral que
drena hacia la vega, que resultó ser de 16,5 has.

Cuadro 8. Balance hídrico de la Vega (mm/mes)


Datos (mm/mes) abr-19 may-19 jun-19 jul-19 ago-19 sep-19 oct-19 nov-19 dic-19 ene-20 feb-20 mar-20 abr-20 may-20 jun-20

humedad del suelo 655.6 662.3 661.6 654.0 658.5 657.2 646.5 634.7 650.7 663.6 650.8 655.5 658.2 665.4 678.3
Infiltración lluvia 68.4 21.3 0.0 0.0 0.0 0.0 3.8 25.8 31.7 41.4 7.0 35.0 8.9 0.0 0.0
Agua subterránea 211.5 69 39.9 33.1 12.1 32.7 14.3 81.7 103.2 134.4 23.4 114.4 30.1 160.5 29.6
Recarga 190.2 19.2 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 33.2 0.0 26.2 0.0 103.1 0.0
Humedad final del 664.4 702.1 723.8 737.8 713.7 690.3 620.8 634.8 650.3 686.7 605.9 650.4 635.8 670.4 683.8
suelo

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [103]


Considerando estos resultados se confecciono un modelo conceptual (figura 28)
en donde se demuestras las entradas y salidas de agua del ecosistema vega-
coironal en Ea. Kamepanike.

Infiltración ET Escorrentia directa

Suelo

Afloramiento Recarga

Entradas norte y sur Aguas subterraneas


Salida

Figura 28. Modelo conceptual y descripción de entradas y salidas de agua en Ea. Kampe-
naike.

Fluctuación del nivel freático


Complementando los resultados obtenidos mediante el balance hídrico de la
vega, es interesante presentar las mediciones de nivel freático que mostraron
fluctuaciones anuales de 0,9 m en promedio (Figura 29), alcanzando valores
máximos en invierno y mínimos al final del verano.

52.0
51.0
Altura (m.s.n.m.)

50.0
49.0
48.0
47.0
46.0
45.0
abr-19 jun-19 jul-19 ago-19 nov-19 dic-19 feb-20 abr-20 may-20
Tiempo (meses)
S1 S2 S3 S4 S5 S6 P2

Figura 29. Fluctuaciones mensuales del nivel freático. (m. s. n. m= Metros Sobre Nivel del Mar).

[104] BOLETÍN INIA 435


No se conoce con exactitud el coeficiente de almacenamiento, pero usando una
aproximación basada en la capacidad de aire, cuyos valores en profundidad y
localización de interés son de 6,8% en promedio, se puede obtener una recarga
del orden de 60 mm. Este número parece ser bajo, pero permite mantener la
vega durante varios meses sin lluvia, ni otros aportes hídricos aparentes.

En el mismo ámbito, de acuerdo al balance hídrico estimado a partir de la


diferencia entre la precipitación y evapotranspiración potencial (Penman-
Monteith), existe un déficit hídrico durante al menos nueve meses, siendo el
balance anual de -467 mm. (Figura 30). Este déficit se acentúa durante febrero,
cuando la precipitación mensual es de 8,8 mm y la evapotranspiración potencial
supera los 100 mm, debido a una mayor velocidad del viento, radiación y
temperatura durante los meses de verano. Sin embargo, el balance fue positivo
durante junio y julio de 2019 (13,4 y 6,1 mm, respectivamente), y entre mayo
y junio de 2020 (38,9 y 3,9 mm, respectivamente), cuando la ET0 alcanza sus
valores más bajos. Durante este corto período, la precipitación y nieve alcanzan
mayores profundidades en el suelo, recargando la napa freática. Luego de este
período, la napa freática asciende de forma continua hasta agosto de 2019,
cuando alcanza una altitud máxima de 49,4 m.s.n.m (45 cm de profundidad
desde la superficie del suelo). A partir de este mes (agosto), la napa freática
comienza a descender de forma sostenida hasta abril de 2020, alcanzando una
altitud mínima de 48,4 m.s.n.m (144 cm de profundidad), mientras el balance
hídrico alcanza valores positivos a fines de abril (Figura 30).

60 160
Profundidad napa freática (cm)
40 140
Balance Hídrico (mm)

20 120
0
100
-20 JUN JUL AGO SEP OCT NOV DIC ENE FEB MAR ABR MAY JUN
80
-40
60
-60
-80 40
-100 20
-120 0
Mes

Balance hídrico Napa freática

Figura 30. Balance hídrico anual (junio 2019 – junio 2020) determinado por la diferencia
entre la precipitación y evapotranspiración potencial mensual (Penman-Monteith), y pro-
fundidad de la napa freática (NF). Datos de variables atmosféricas corresponden a la EMA
INIA Kampenaike.

Capítulo 2: Resultados del Proyecto [105]


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[106] BOLETÍN INIA 435


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Capítulo 2: Resultados del Proyecto [111]


[112] BOLETÍN INIA 435
CAPÍTULO 3
¿QUÉ ESTÁ SUCEDIENDO CON LAS VEGAS Y MALLINES
AL OTRO LADO DEL ALAMBRADO?
Las vegas o mallines son humedales únicos en el mundo, ya que se encuentran
en la Patagonia, siendo ecosistemas exclusivos de Chile y Argentina. Esto obliga
a unir fuerzas en ciencia e investigación, que se traduzcan en más conocimiento
en torno a estos ecosistemas, que permitan desarrollar una agricultura y
ganadería más sustentable.

El presente capítulo viene a presentar los avances científicos y de investigación


en el área de vegas/mallines, desarrollados en la Patagonia de la República
Argentina.

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [113]
[114] BOLETÍN INIA 435
HUMEDALES EN PATAGONIA:
EMPLAZAMIENTO GEOMORFOLÓGICO, TIPOS Y
DISTRIBUCIÓN
Autora: Elizabeth Mazzoni.

El presente artículo expone brevemente aspectos conceptuales básicos


relacionados con los humedales, y particularmente, con el estudio de ecosistemas
de mallines en la Patagonia Argentina. Parte de la información presentada ha
sido generada en el ámbito del laboratorio de Cartografía, Teledetección y SIG
de la UARG UNPA (Unidad Académica Río Gallegos, Universidad Nacional de la
Patagonia Austral).

¿Qué son los humedales?


De acuerdo a la definición adoptada en el marco del Inventario de Humedales de
Argentina, se trata un ambiente en el cual la presencia temporaria o permanente
de agua superficial o subsuperficial causa flujos biogeoquímicos propios y
diferentes a los ambientes terrestres y acuáticos, con rasgos distintivos como
biota adaptada a estas condiciones, comúnmente plantas hidrófitas, y/o suelos
hídricos o sustratos con rasgos de hidromorfismo (Benzanquén et al. 2017).
Estos criterios son compartidos también por otros autores, como Neiff (1999),
Keddy (2010) o Mitsch y Gosselink (2015) quienes puntualizan que se trata de

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [115]
ecosistemas cuya característica esencial es la presencia periódica de aguas
poco profundas o suelos húmedos, factor primario que controla al ambiente así
como a la vida vegetal y animal asociada. En consecuencia, no es la fisonomía
el carácter que define a los humedales (como en el caso de los ecosistemas de
bosque o de pastizal) sino que, por el contrario, son cuestiones funcionales las
determinantes de los mismos, tales como el régimen hidrológico o los flujos
biogeoquímicos (Benzanquén et al. 2017).

Así definidos, los humedales pueden emplazarse en diferentes geoformas y


paisajes, en sitios donde la capa de agua se halla en o cerca de la superficie
del suelo, o donde el mismo está cubierto por aguas poco profundas (Cintrón
Molero y Schaeffer Novelli, 2004 y Cowardin et al. 1979). Estas condiciones dan

[116] BOLETÍN INIA 435


origen a una gran variedad de humedales, entre los que se encuentran los cursos
fluviales y aguas marina someras; lagos y lagunas de diverso tamaño, origen y
régimen; marismas; pantanos; turberas; esteros; manglares; arrecifes; etc. Las
“vegas” o “mallines” patagónicos se incluyen también en esta categoría. En todos
los casos, el emplazamiento geomorfológico así como la fuente de agua y el
régimen hidrológico, son los aspectos fundamentales que definen la tipología y
características de los humedales (Brinson 1993, Semeniuk y Semeniuk 1997), de
los cuales dependen los componentes bióticos (biodiversidad, formas de vida) y
ecológicos (estructura y procesos ecosistémicos).

Entre las características más sobresalientes que presentan los humedales,


Brinson (2004) enfatiza que estos poseen patrones y procesos más variables que
los ecosistemas terrestres. Es decir que el rango de variación en los hábitats
de los humedales es mayor que el rango de variación en los hábitats terrestres,
dentro de una misma región geográfica. Otro factor importante es que se
presentan con patrones similares en diferentes biomas (Brinson, 2004).

A nivel mundial, los humedales ocupan una superficie estimada entre el 5-7%
de la superficie terrestre (Junk et al. 2013), no obstante, están reconocidos como
los ecosistemas más productivos del planeta y proveen un amplio conjunto de
bienes y servicios ambientales, entre los que pueden citarse el almacenaje,
provisión y depuración de las aguas; la amortiguación de inundaciones; la
protección de los ambientes costeros ante procesos erosivos; la retención de
sedimentos y nutrientes; el mantenimiento de la biodiversidad y el secuestro
y aprovisionamiento de carbono. Asimismo, constituyen importantes lugares
de hábitat y aprovisionamiento de las sociedades humanas, además de ofrecer
ambientes de interés paisajístico, cultural y educativo (Millenium Ecosystem
Assesment, 2005; Kandus et al. 2010; Vilardy et al. 2016; Benzaquen et al. 2017;
Enriquez y Cremona, 2017).

A pesar de los destacados servicios ambientales que ofrecen, estos ecosistemas


están disminuyendo en extensión y perdiendo calidad y, en consecuencia, los
servicios que estos proporcionan también se ven afectados. Evaluaciones
recientes dan cuenta de que la extensión global de los humedales disminuyó
entre 64 y 71% en el siglo XX y su pérdida y degradación aún continúan a escala
global, a una tasa estimada de hasta el 1,5% anual (Crego et al. 2013, Davidson
2014).

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [117]
Tipos y distribución espacial de humedales en la
Patagonia
Cómo se ha señalado, la presencia de humedales responde a condiciones
hidrogeomorfológicas locales. Su ubicación geográfica es independiente de los
biomas zonales, los que se relacionan con la disposición de las diversas unidades
morfoclimáticas presentes en la región (Coronato et al. 2017). Así, por ejemplo,
el bosque ocupa el ambiente andino, con clima húmedo y relieve montañoso,
mientras que la estepa se extiende por el extenso ambiente extracordillerano
hasta la costa atlántica, dominado por un relieve tabular y condiciones de clima
semiárido y árido. Con menor extensión areal, el pastizal subandino se desarrolla
en los ambientes subhúmedos, particularmente al pie de los Andes y en el
extremo austral de la región.

Los humedales, por el contrario, aparecen dispersos tanto en el ambiente


cordillerano, como en la meseta y en la costa, ocupando formas del paisaje
favorables a la retención del agua y a la conservación de la humedad en el suelo.
Los fondos de valles fluviales y glaciales; las depresiones; las laderas en las que
afloran manantiales o vertientes y los estuarios, son las principales geoformas
propicias a su desarrollo. En ellas se emplazan ríos, lagos y lagunas, humedales
boscosos (bosque nativo pantanoso, denominado “hualves” en Chile), pastizales
húmedos, turberas y marismas, los tipos de humedales más representativos de
la región. Los pastizales húmedos, conformados por mallines o vegas, según las
denominaciones locales, se emplazan preferentemente en llanuras aluviales,
planicies glacifluviales y glacilacustres y laderas de mesetas basálticas (Mazzoni
y Vazquez 2004). Poseen especial importancia por los numerosos servicios
ambientales que ofrecen, tales como alta diversidad biológica, provisión de agua
y pastura para el ganado y la fauna silvestre y elevado valor estético (Mazzoni y
Rabassa 2018a).

La cuantificación de la superficie que representan los humedales en la región, es


un aspecto aún no resuelto en Patagonia. En el sector argentino, estimaciones
realizadas en función del estudio de áreas piloto, particularmente concernientes
a la distribución mallines, refieren a que los mismos ocuparían cerca de un 4 o
5 % de la superficie total, siendo más abundantes en el ambiente cordillerano
(Iriondo 1989, Bran 2004). En la Patagonia chilena, las mayores extensiones de
humedales se encuentran emplazadas en las regiones XI y XII concentrándose,
en esta última, cerca del 80% de la superficie de humedales del país (3.425.323
ha), representados fundamentalmente por turberas y humedales costeros
(Promis 2010, Rossi 2018).

[118] BOLETÍN INIA 435


Un detallado relevamiento de ecosistemas de mallines llevado a cabo en
el ambiente húmedo y subhúmedo de la provincia de Neuquén (Argentina),
identificó 6.539 mallines, con una superficie de 155.885 ha, equivalentes al 3,7
% del total relevado. La superficie media de estos humedales fue de casi 24 ha,
mientras que el 30 % posee un área inferior a 5 ha (Ferrer y Mazzoni, 2014).

Datos obtenidos para las cuencas hidrográficas más importantes de la Provincia


de Santa Cruz (Argentina) muestran que las planicies de inundación de los
principales ríos de vertiente atlántica están cubiertas en un 60 % por mallines, lo
que suma un total de 8.800 km2, equivalentes al 3,5 % de la superficie provincial.
Sin embargo, el 55 % de los mismos se encuentra con evidencias notorias de
degradación. En estas formas del paisaje, la abundancia de mallines depende
de las características hidrológicas de la corriente: flujos de tipo distributivo con
baja velocidad, capaces de irrigar amplios sectores, resultan los más favorables
para su desarrollo (Mazzoni y Vazquez, 2004).

En el ambiente de meseta, más allá de los pisos de los grandes valles fluviales, la
mayor frecuencia de humedales, particularmente mallines y lagunas, se asocia
a la presencia de mantos volcánicos (Mazzoni 2017a). La topografía elevada y
la morfología superficial de las mesetas basálticas, favorecen la persistencia de
lagos y lagunas, muchos de régimen permanente, como la laguna Blanca en la
provincia del Neuquén y los lagos Strobel y Quiroga en Santa Cruz. Asimismo, la
existencia de manantiales en los bordes de estas mesetas permite la formación
de mallines en su proximidad, cuya localización muestra una relación inversa con
la distancia al borde basáltico y directa con la superficie del manto volcánico
(Mazzoni 1987, Mazzoni y Rabassa 2018b). En el resto del ambiente de meseta,
no coronado por coladas basálticas, se destaca la presencia de “bajos sin salida”
(Fidalgo 1972), cubetas de deflación que albergan lagunas de régimen temporal
(Mazzoni 2001).

En el extremo sur de la Patagonia, la acción glacial que se extendió hasta la


costa atlántica (Rabassa 2008) modeló un paisaje de suaves lomadas que, en
las porciones más bajas del relieve, alberga numerosos humedales vegetados
(mallines y turberas) y lagunas (Mazzoni 2017b; Mataloni 2017).

En las Figuras 31, 32, 33, 34 se presentan algunos ejemplos de estos


humedales.

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [119]
Figura 31. Mallín y lagunas emplazados en una planicie glacilacustre al oeste del Lago
Columna en la Provincia de Santa Cruz, Argentina. Fotografía: E. Mazzoni

Figura 32. Mallín de piso de valle. Arroyo Lui Cullin en la Provincia de Neuquén,
Argentina. Fotografía: E. Mazzoni.

[120] BOLETÍN INIA 435


Figura 33. Mallines desarrollados a lo largo de laderas en mesetas basálticas. Arroyo Los
Barros, Provincia de Neuquén, Argentina. Fotografía: E. Mazzoni.

Figura 34. Morfología subglacial, caracterizada por suaves lomadas, que albergan mallines,
turberas y lagunas en el sur del continente. Fotografía: E. Mazzoni.

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [121]
Heterogeneidad espacial de los humedales
Cómo se señaló anteriormente, los humedales están caracterizados por presentar
patrones y procesos más variables que los ecosistemas terrestres (Brinson, 2004).
En consecuencia, suelen mostrar diversidad en sus características hidro-eco-
geomorfológicas que se expresan tanto como una gradación o como mosaicos
de diferentes unidades ambientales.

Este alto grado de heterogeneidad se manifiesta claramente en los mallines,


donde la disponibilidad espacial y temporal de agua permite diferenciar desde
ambientes anegados a muy húmedos hasta otros subhúmedos y secos, que
se correlacionan con variaciones topográficas (a veces microtopográficas),
geomorfológicas, edáficas y biológicas, particularmente en la vegetación
(composición fisonómico-florística, grado de cobertura), que aparece como un
indicador de las características funcionales y estructurales del paisaje (González
Bernáldez, 1981; Monedero, 2005). Numerosos autores han destacado estas
variaciones, estableciendo una zonificación desde los sectores más próximos a la
fuente de agua (vertiente, cauce principal o nivel freático) hasta los más alejados
e indicando las características propias de cada uno de estos sectores o unidades
con características homogéneas (unidades fisiográficas, ambientales o de paisaje),
lo cual permite inferir que las condiciones de manejo de estos ecosistemas
deben adecuarse a las características físicas de cada unidad ambiental. Entre los
trabajos que destacan estas condiciones de variabilidad espacial de los mallines
pueden citarse: Boelcke 1957, Speck et al. 1982, Movia et al. 1987, Mazzoni 2008,
Mazzoni y Rabassa 2011 y Mazzoni y Rabassa 2018c. (Figuras 35 y 36).

La superficie anegada suele variar estacionalmente acorde a la dinámica hidrológica


propia de la fuente de agua, sin que ello signifique que los límites del humedal
se modifiquen con estos ciclos. Sumado a esta variación natural, se producen
alteraciones, generalmente de signo negativo, asociadas a las condiciones de uso
del mallín. En la Figura 37, se muestran los cambios estacionales registrados en
un mallín de Patagonia norte, donde puede observarse la fluctuación del área
anegada entre verano e invierno así como la aparición de múltiples escarpas en
su superficie. Estos procesos erosivos suelen estar relacionados a situaciones de
sobrepastoreo en condiciones de anegamiento, cuando disminuye la capacidad
portante del sustrato. El pisoteo del ganado produce compactación del suelo y
ruptura de la cubierta vegetal, lo que conlleva al posterior desarrollo de escarpas
y cárcavas (Mazzoni 2008, Mazzoni y Rabassa 2018a). Evidencias del estado de
degradación de estos ecosistemas se presentan en la Figura 38.

[122] BOLETÍN INIA 435


Figura 35. Vista de las diferentes unidades que componen un mallín, donde alternan o se
suceden ambientes con distinto grado de humedad y diferente cobertura vegetal. Río Chico,
Provincia de Santa Cruz, Argentina. Fotografía: E. Mazzoni.

Figura 36. Detalle de la heterogeneidad espacial de los humedales. Fotografía: E. Mazzoni

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [123]
Escarpa
Curva de nivel
Manantial
Curso permanente
Curso transitorio
Áreas inundadas
permanentes
Áreas inundadas
estacionales
Lagunas permanentes
Lagunas estacionales

Figura 37. Mapa topográfico (izquierda) e hidrográfico (derecha) del Mallín Santa María
(39° 39’ 55” S, 70° 14’ 3” O) de 1,17 ha, ubicado en la ladera de una meseta volcánica en
la Provincia de Neuquén, Argentina. Nótese el cambio estacional en la disponibilidad de
agua: durante el verano sólo permanece un pequeño curso, cuyo caudal aproximado es
de un litro/segundo y un área central con escurrimiento laminar, la que triplica su tamaño
durante la estación invernal debido al ascenso del nivel freático así como a un aumento de
las precipitaciones (Mazzoni 2007). En esta última estación, representada en el mapa de la
derecha, se aprecia también la aparición de nuevas escarpas, indicadoras de condiciones de
degradación. Para una mejor visualización, las mismas se han resaltado con puntos de color
en la cartografía. Fuente: Modificado de Mazzoni y Rabassa 2018a.

[124] BOLETÍN INIA 435


Figura 38. Evidencias de degradación en mallines. Fotografías: E. Mazzoni

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [125]
SÍNTESIS DEL FUNCIONAMIENTO HIDROLÓGICO
DE MALLINES Y SU CONTROL PARA UN MANEJO
SUSTENTABLE.
Autores: Federico Horne, Gabriela Polla.

El manejo adecuado de los humedales, mallines, en ambiente árido


de Patagonia es indispensable para la sustentabilidad. Regarlos
convencionalmente significa desperdiciar el recurso agua, escaso, sin
resultados positivos. El sobrepastoreo lleva a su degradación por desecación
y/o salinización.

En esta introducción se propone describir conceptualmente los procesos


hidrológicos que tienen lugar en los humedales de la Patagonia árida, o mallín,
y que permiten su existencia como tal, estableciendo un equilibrio con el
ecosistema, el cual es contrastante en el paisaje árido. El entendimiento de los
procesos hidrológicos actuantes, permitió establecer relaciones físicas útiles
para un manejo sustentable del mallín, tanto en su condición natural como
cuando se dispone de agua en su cauce central para aumentar la productividad.
Los mallines conforman un ecosistema húmedo de regiones áridas. Se desarrollan
naturalmente en zonas donde existe agua disponible durante períodos más o
menos prolongados, que permite el desarrollo de vegetación. La característica
común a todos es la saturación con agua del perfil del suelo o una parte de él,
generalmente proveniente de la freática.

Los mallines en Patagonia ocupan diversos ambientes y poseen una amplia


distribución geográfica. Proveen forrajes de alta calidad y en cantidades que
oscilan alrededor del 50% del total producido en la extensa Patagonia. Sin
embargo ocupan entre el 4 al 8 % del área (Figura 39). Esto lleva por un lado a
visualizarlo como áreas intensivas donde es posible buenos réditos pecuarios
en relación a las inversiones productivas, hecho que contrasta con el resto de la
meseta patagónica.

[126] BOLETÍN INIA 435


AÑO SECO AÑO HÚMEDO

Área Mallines Área Mallines


4% 8%
Figura 39. Grafo de Patagonia - área de mallines en función del año hidrológico.

Los mallines o humedales se distribuyen en la totalidad del territorio patagónico


bajo una amplia variedad de geoformas: laderas o pendientes, rivera de ríos,
arroyos y lagos, o en posiciones topográficas deprimidas o planas, siendo éstos
los más conspicuos e importantes (Figura 40). Loa mallines orgánicos (turba) son
de ambiente árido y no son incluidos en este tratado, a diferencia de los mallines
“minerales” que pertenecen al paisaje árido.

El potencial productivo de los


mallines está afectado por la escasez
del agua en los periodos de mayor
demanda, salinización, degradación
debido a mal manejo, sobrepastoreo
y erosión hídrica. Se considera que
un mallín en buen estado produce
8.000 – 10.000 kg/ha de materia
seca (MS) por año, mientras que
degradado escasamente alcanza los
2.000 kg. MS/ha (Cuadro 9). Figura 40. Típico mallín cóncavo plano.

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [127]
Cuadro 9. Productividad de los mallines (Fuente INTA ).
Área Producción
ecológica Tipo de campo Condición forrajes kg
MS/ha año

Precordillera estepa graminosa buena 1.600 - 1.800


de coirón blanco de regular 600 - 1.000
altura pobre 250 - 500
estepa graminosa de buena 800-1.100
coirón amargo regular 400 - 500
pobre 200 - 300
pradera subhúmeda buena 700-2.200
de coirón blanco regular 500 - 1.600
(maillín periférico) pobre 400 - 1.500
mallín central buena 6.000 - 10.000
regular 4.000 - 6.000
pobre 2.000 - 3.000
coión poa en buena 400 - 500
Sierras y suelos de textura regular 300 - 400
mesetas contrastante pobre 200 - 300
pasto hebra en bajos buena 150 - 300
arenosos regular 50 - 100
pobre menos de 50
pradera subhúmeda buena 1.300 - 2.500
de coirón blanco regular 700 - 1.300
(mallín periférico) pobre 500 - 700
mallín central buena 6.000 - 10.000
regular 3.000 - 5.000
pobre 1.000 - 2.500

El potencial productivo es medido usualmente mediante clausuras sujetas


a ensayos que reflejen el manejo ganadero o la recuperación del ecosistema
degradado (Figuras 41A y 41B). En cualquier caso es imprescindible el registro
de la profundidad freática.

[128] BOLETÍN INIA 435


A B

Figura 41. A) Ensayo de productividad y B) Jaulas de clausura.

Funcionamiento hidrológico del mallín


Desde el punto de vista hidrológico, los mallines se asocian a zonas de
concentración de humedad en el suelo, con napa freática alimentada por la
precipitación directa además el escurrimiento superficial, subsuperficial y
subterráneo proveniente de vastas áreas colindantes y pertenecientes o no, a
la misma cuenca. Mazzoni (1984) analizando 2 áreas de Neuquén, estima una
relación areal de basalto a mallín, de aproximadamente 34 veces. Si suponemos
una precipitación de 150 mm anuales y una evapotranspiración de 1.500 mm/
año se podría inferir que el 30% del agua captada en basalto, confluye a áreas de
mallines. Así, las mesetas basálticas actúan como grandes colectores de lluvia
que por estar fracturado son de alta capacidad de infiltración y no están sujeto
a perder agua por capilaridad.

La recarga no proviene de la misma cuenca cuando se trata de aportes de


acuíferos confinados cuya recarga puede provenir de áreas muy distantes, como
es el caso de recarga en cordillera y precordillera.

En su formación estratigráfica presentan, a profundidad variable, un estrato


de baja permeabilidad relativa que actúa funcionalmente como hidroapoyo,
sobre el cual se conforma el acuífero o medio saturado generalmente con

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [129]
características freáticas o semiconfinadas (Figura 42). Los depósitos que
sobreyacen al hidroapoyo pueden ser de diversos materiales de acuerdo a
los procesos geomorfológicos que le dieron origen: marino, glacial, aluvial,
volcánico, eólico, etc. Los depósitos más recientes dan origen al suelo que
sostiene un ecosistema más rico que la estepa circundante, confiriéndole un
ambiente de oasis. Los procesos geomorfológicos actuantes han generado una
estructura capaz de sostener un ecosistema húmedo y diverso en cuanto a las
comunidades vegetales que soportan (Boelcke, 1957).
recarga por
Meseta de basalto precipitación
fracturado

Basalto

cauce central
zona marginal
zona media nivel freático
zona central
acuifero freatico

Hidroapoyo
impermeable

Figura 42. Perfil Transversal típico de un mallín.

El aporte hídrico, cualquiera sea su origen, se almacena en el acuífero libre cuyo


nivel freático fluctúa estacionalmente en función del balance entre entradas
y salidas de agua al mallín. Se puede explicar así la diferencia de humedad en
el suelo que se observa en la zona céntrica del mallín con el nivel freático más
somero respecto de la zona periférica donde la freática está más alejada de la
superficie (Figura 43).

La vegetación juega un papel relevante en los procesos de escurrimiento


superficial e infiltración del agua en el suelo. El escurrimiento superficial es
causa de erosión y profundización del cauce central, que conlleva a la desecación
del mallín. La infiltración es, aun para las escasas lluvias en Patagonia, el factor
principal de lavado de sales en el perfil del suelo, contraparte obligada al flujo
vertical ascendente de agua con sales. Este equilibrio significativamente lábil,
debe preservarse para la conservación del mallín, en el cual la vegetación y sus
parámetros fitométricos juegan un papel muy importante. Desde la freática se

[130] BOLETÍN INIA 435


produce un flujo de agua ascendente forzada por un gradiente de potenciales
matriciales entre la freática y el horizonte radicular.

La cobertura del suelo, el área foliar y la diversidad vegetal determinan el


gran medida la evapotranspiración en relación a la de referencia, ETo, lo cual
está estrictamente vinculado a la demanda de agua que deberá ser provista
desde la freática. Sería complejo abarcar la diversidad propia de los ambientes
en mallines a lo largo y ancho de Patagonia sujetos a condiciones climáticas
diversas y a disponibilidad hídrica distintiva.

La literatura disponible establece en general patrones característicos que se


relacionan con la zonificación interna del mallín en tres áreas distintivas por su
composición florística (Bonvissuto y Somlo, 1997).

Estas zonas obedecen a distintos grados de humedad disponible en el suelo


siguiendo un gradiente decreciente desde el centro hacia la periferia del mallín.
El contenido de humedad explica en gran medida la zonificación florística del
mallín.

En la zona central prevalece el nivel freático prácticamente en superficie una


gran parte del año debido al control que ejerce el arroyo central sobre el nivel
freático. El suelo así se encuentra saturado en toda su superficie, prevaleciendo
condiciones de anaerobiosis relativa, predominando especies adaptables a estas
condiciones como juncos y ciperaceas. La situación en la zona periférica del mallín
es en cierto sentido opuesto a la del centro. El nivel de humedad disponible es
menor por estar más profunda la napa. El flujo capilar ascendente es bajo, lo que
sólo permite soportar un ecosistema con evapotranspiración real baja.

En el área intermedia existen las mejores condiciones de humedad y aireación,


lo cual se evidencia en la productividad y la calidad de las especies, siendo la
más útil para la actividad ganadera y por lo tanto la más conveniente a expandir.
El equilibrio de estas tres zonas es dinámico, al menos por su dependencia de la
recarga hídrica. Toda desviación de la condición histórica -por causas naturales
o antrópicas- tiene vegetación, pues está es muy susceptible -mucho más que
la vegetación de meseta- al estrés hídrico.

El cauce central funciona como condición de borde del acuífero, fijando el nivel
freático a lo largo de su recorrido. Cuando el mallín es recargado lateralmente
por los bordes externos o por precipitación directa, el cauce central se constituye

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [131]
en el dren del mallín, mientras que durante los períodos de bajante del nivel
freático, el cauce puede al menos en algunos tramos, operar como fuente de
recarga del acuífero (Figura 43).

Área Balsalto 34
= ÁREA DE TRANSICIÓN
Área Mallín 1

ÁREA FESTUCA

ÁREA CENTRAL

CAUCE
FREÁTICA

Figura 43. Aportes hídricos al mallín desde la meseta basáltica

Figura 44. Cauce central en invierno.

Uno de los aspectos más relevantes de la dinámica hídrica del mallín es el flujo
en el medio no saturado o franja capilar, ubicada entre la capa freática y la
superficie del suelo.

[132] BOLETÍN INIA 435


La demanda evapotranspiratoria atmosférica extrae humedad de los horizontes
más superficiales explorados por raíces, creando diferencias de tensión
matricial respecto de la tensión nula del nivel freático, en grado suficiente
para generar un flujo vertical ascendente desde el acuífero (Figura 45). Este
flujo puede o no alcanzar para suplir la intensidad evapotranspiratoria que
obviamente se intensifica en verano (Figura 46). El caudal que asciende depende
mayoritariamente de los parámetros físicos del suelo: conductividad hidráulica,
porosidad, función de retención hídrica del suelo y de la distancia suelo-capa
freática (Horne et al., 1998). Los suelos orgánicos y volcánicos tienen grandes
ventajas comparativas en relación al flujo ascensional como pudo evidenciarse
en simulaciones matemáticas realizadas. Las cenizas volcánicas aportan
propiedades a los suelos confiriéndoles mayor capacidad de almacenamiento
y mayor conductividad hidráulica, factores claves que inciden en el flujo capilar.

Cubierta vegetal

Horizonte de reaices

Horizonte no
saturado sujeto a
Nivel freático flujo capilar

Acuifero freático
zona saturada

Hidroapoyo impermeable

Figura 45. Columna que representa un corte vertical del mallín.

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [133]
REGIMEN HÍDRICO

Disponibilidad H20 Suelo


300

200 EVT
Déficit EVT
PPT
100
J Meseta Arida J J J
Mallín

Figura 46. Comparación del régimen hídrico típico en meseta árida y área de mallín.

Asimismo, se entiende el déficit hídrico de primavera-verano de muchos


mallines dado por la imposibilidad de satisfacer en forma total la demanda
evapotraspiratoria de ese período. Esto se puede deber tanto a la excesiva
profundidad de la freática como a las características físicas del suelo.

El proceso de flujo ascendente queda reflejado en la Curva Característica del


Mallín (CCM), la cual indica el flujo capilar ascendente (mm/día) que puede llegar
al horizonte de raíces en función de la profundidad a la freática (Figura 47). Esta
CCM es la clave para el manejo del mallín, ya sea para su sistematización cuando
se dispone de agua, o para el manejo ganadero cuando no hay agua disponible
para recargar la freática. La CCM identifica al mallín como su “huella digital”
y resulta de un conjunto de factores: perfil edafológico, horizontes, espesores,
constitución física y química de los mismos, composición de la vegetación y
distribución espacial de sus raíces.

Cada mallín o parte del mismo tiene su propia CCM, la cual pasa a ser la
herramienta fundamental para caracterizarlo y diseñar un manejo sustentable.

[134] BOLETÍN INIA 435


Relación EVT - Profundidad
Ea. Pampa Norquin (Huecu)
14

12

10

8
EVT mm/día

0
0 1.5 2 2.5

Distancia freática (m)

Figura 47. Curva característica del mallín (CCM) para un mallín de El Huecú, Neuquén.

Asociado al flujo de agua ascendente se transportan sales a la superficie y a los


horizontes de exploración radicular. Estas pueden ser redistribuidas nuevamente
en el perfil cuando son lavadas con la recarga superficial, tanto por lluvias
como por el escurrimiento superficial proveniente de las áreas circundantes. La
concentración de sales es dinámica y se debe al material originario, al agua y a
los términos del balance salino entre entradas y salidas al mallín. Son relevantes
en este proceso la lámina de precipitación anual, el drenaje natural hacia el
cauce central y el escurrimiento superficial, tanto por los volúmenes que aporta
a la infiltración como por su tenor salino. Hay una vinculación entre las escalas
espaciales dada por el suelo del mallín, el acuífero que subyace, conformando la
freática, y la cuenca como unidad hidrológica (Figura 48).

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [135]
CUENCA

3 niveles de análisis

Acuifero

Suelo

Figura 48. Distintas escalas de análisis: cuenca, acuífero y suelo (Fuente: Musy André, 2005
y aportes propios).

Enlaces entre las tres escalas que dan lugar al mallín.


El régimen de precipitación de la Patagonia presenta una concentración invernal.
Como lo afirma Paruelo et al. (1996) en el período otoño-invierno-primavera se
produce el 89% de las precipitaciones. Por otro lado, la fusión de nieve acumulada
durante este período comienza con la primavera y se extiende hasta noviembre-
diciembre. En este período desde otoño hasta comienzo del verano la recarga
está mayormente garantizada, a veces en exceso lo cual eleva la capa freática
en los mallines, aumentando la zona central anegada. A partir del comienzo del
verano, el régimen de recarga está condicionado por el tipo de cuenca.

Las características fisiográficas de la cuenca pasan a tener un papel fundamental


en el régimen del escurrimiento. La composición del mismo, en cuanto al aporte
relativo de los flujos superficiales, subsuperficiales y subterráneos determinará
el hidrograma estival. Las cuencas con aportes subterráneos importantes,
por ejemplo las constituídas por mesetas basálticas, tendrán regímenes más

[136] BOLETÍN INIA 435


permanentes a lo largo del año que aquellas cuyo componente principal del
flujo es superficial. El aporte subterráneo puede presentarse en las laderas
como "ojos de aguas" o "lloraderos" permanentes ó no visibles por estar bajo del
material sedimentario que rellena el mallín.

Cuando el agua proviene de acuíferos confinados recargados regionalmente, la


variabilidad anual del mismo es aún mucho menor, generando las condiciones
para conformar los mejores mallines desde el punto de vista productivo.

En base a esta dinámica y sus enlazamientos, se pudo arribar a un esquema de


manejo basado en el los siguientes supuestos:

1. Si el mallín se humidifica naturalmente a partir de la freática.


2. Si el caudal capilar depende de la profundidad freática para un tipo de
suelo.
3. Si el caudal capilar es igual a la evapotranspiración, no hay déficit; si
el caudal capilar no iguala la demanda evapotranspiraratoria, se genera
déficit.

Por lo tanto, manejando el nivel freático tal que el caudal capilar iguale a la
evapotranspiración, se controla el déficit estival, lo que equivale a regar con
una eficiencia del 100%, pues las raíces toman solo el agua que requieren.

El control del nivel freático se realiza mediante la recarga al acuífero cuando hay
agua disponible. Se busca así ajustar el nivel freático en cada mes del año para
que el flujo capilar iguale a la evapotranspiración de ese mes.

La recarga debe ser realizada sin “mojar” la superficie del suelo, sino con
acequias de recarga. Toda vez que se humedece el terreno superficial, se pierde
el flujo capilar ya que se igualan las tensiones matriciales entre la freática y la
superficie.

Cuando no se dispone de agua en verano, la medida de profundidad freática nos


permitirá conocer, mediante la CCM, cuan por debajo se está de la ETc, o sea
estimar el déficit hídrico, y en consecuencia inferir la carga animal máxima que
puede sostener el mallín por unidad de superficie.

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [137]
Flujo capilar = f (hfreática)
hfreática = f (dinámica del acuífero)
Dinámica del acuífero = f (hidrología de la cuenca)

El conocimiento de todos estos procesos y la identificación y cuantificación de


las componentes de flujos de agua y sales permitirá la conservación del recurso,
un mejor manejo productivo y la recuperación de mallines. El manejo del agua
propuesto es una tecnología adecuada al funcionamiento de los mallines y
por consiguiente contribuye a la producción sustentable en estos ecosistemas
patagónicos.

Ingeniería del Riego y Drenaje


El objetivo del diseño ingenieril es conseguir, con el menor número y
magnitud de obras, el control de las fluctuaciones de la capa freática en
niveles que permitan el desarrollo de las especies vegetales asociadas a una
mayor productividad de los mallines.

El reconocimiento de la mecánica de acuíferos permite controlar la recarga y


drenaje (en invierno) de estos mediante el uso de acequias de recarga y manejo
de nivel de agua en el cauce central. Su funcionamiento responde a las mismas
ecuaciones que rigen el flujo del agua en medios porosos saturados (Figura 49 y 50).

En base a registros climáticos y freatimétricos, la CCM y características de la


vegetación se ha desarrollado un método que permite el diseño ingenieril de la
recarga y el manejo operativo, y así maximizar la productividad del mallín bajo
condiciones sustentables y sostenible en el tiempo.

Este método, explicado en los próximos capítulos, se basa en la física de los


procesos y permite cuantificar los flujos de agua y el trasporte salino como
también las dimensiones y disposición de los canales de recarga (Figura 51).

[138] BOLETÍN INIA 435


INGENIERIA DEL RIEGO

Acequias de
infiltración

Compuerta Tablero

Cauce central

Posible configuración del sistema

Figura 49. Configuración de canales de recarga sobre el área

La productividad del mallín asociada a los procesos mencionados, determinan la


base para un manejo ganadero que preserve el ecosistema y prevenga la
degradación del mallín.

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [139]
INGENIERÍA DE RIEGO

L= f (EVT, Ks, espesor del acuífero)

B= f (Infiltración, parámetros físicos


del acuífero)

Figura 50. Esquema de canales de recarga

[140] BOLETÍN INIA 435


Figura 51. Construcción de canales de recarga

Degradación de Mallines
Existen causas naturales y actividades antrópicas que pueden erosionar y
degradar el mallín, que conllevan a la pérdida de funcionalidad del mismo y
disminución de su área. A continuación se abordarán aquellas causas que son
provocadas por la perturbación antrópica.

1. Impactos por actividad ganadera

El sobrepastoreo es una de las principales causas de degradación, producida por


sostener una carga animal superior a la que la productividad del mallín puede
alimentar. Dado que constituye la porción más productiva de los establecimientos
ganaderos, la degradación se produce con alta frecuencia.

En la Figura 52 se esquematiza una carga animal constante (puntos negros) bajo


condiciones iniciales del mallín adecuadas para la misma. Si se presenta un
año “seco” el aporte hídrico al mallín será menor, la freática descenderá y el
flujo capilar será menor, con una diminución de materia seca producida. Si

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [141]
se mantiene la carga animal, habrá sobrepastoreo y cambiará el coeficiente
de escorrentía, aumentando el escurrimiento por sobre la infiltración. Este
escurrimiento superficial con sedimentos incorporados resultará en un caudal
mayor aportado al cauce central provocando su profundización (Figura 53 y 54).
Al año siguiente y por esta razón la freática estará más baja en equilibrio con el
cauce central, lo cual generará más intensidad en este mecanismo degradativo.

A su vez, al haber menos infiltración, disminuye la lámina de lavado de sales, lo


cual direcciona a una tendencia a salinizar el mallín.

DEGRADACIÓN DE MALLINES:
variaciones climáticas + manejo
AÑO HÚMEDO
Carga animal
Nivel Hídrico
constante

AÑO SECO Aumento del coeficiente de


escorrentía
Nivel Hídrico

Prof. Cauce Central


Aumento prof. freático
NF
DEGRADACIÓN

Mayor Déficit Hídrico Salinización

q = f (h freática) S = f (Precip. efectiva)

Figura 52. Proceso de desecación y salinización del mallín.

[142] BOLETÍN INIA 435


Figura 53. Degradación del mallín por profundización del cauce central.

2. Impactos por infraestructura de transporte

En la CCM de cada mallín como el presenta-


do en la Figura 47, puede observarse lo sen-
sible que es el flujo ascendente (ordenadas)
respecto de la profundidad freática (abscisas).
Pequeños descensos del nivel freático modifica
altamente la capacidad de suplir la demanda
evapotraspiratoria, sobre todo en los meses es-
tivales, periodo típico de déficit hídrico. La CCM
depende de la textura y estructura y disposi-
ción de los horizontes que conforman el suelo,
razón por lo cual cada mallín tiene un compor-
tamiento característico aunque estén todos
sujetos a los mismos procesos hidrológicos. En
consecuencia, todo factor que afecte el suelo
Figura 54. Profundización y y/o las profundidades freáticas (freatigrama
degradación irreversible. anual) afectará el funcionamiento del mallín.

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [143]
Figura 55. Cauce central generado a partir de una perturbación.

Figura 56. Profundización del nuevo cauce.

[144] BOLETÍN INIA 435


Figura 57. Cauce central originario, inactivo actualmente.

En las Figuras 55, 56 y 57, se observa un


ejemplo de como se ha modificado la
hidrología natural desviando el cauce
central y generando un segundo cauce
cuya profundidad hace que funcione
como dren. Es así que ha provocado el
descenso freático a niveles incompatibles
con los caudales capilares que requiere la
vegetación, resultando en la degradación
de la vegetación y los suelos.

EL CONTENIDO DE ESTE INFORME


FUE EXTRAIDO DEL PROYECTO DE
INVESTIGACIÓN A049 "Estudio del
funcionamiento hidrológico de mallines
para un manejo productivo sustentable”.
Horne,F.; Dufilho, C.; Schmid, P.; Polla,G.
y Stangaferro S. 2001

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [145]
INDICADORES DE DEGRADACIÓN Y BIOMASA RADICAL
EN MALLINES DE UNA CUENCA HÍDRICA DE LA
PATAGONIA AUSTRAL
Autores: Victor Utrillas, Miguel Andrade, Sabrina Billoni, Bibiana Rogel, Pablo Peri.

Introducción
En Patagonia, los principales disturbios que afectan los mallines se asocian con
variaciones inducidas en la napa freática y el pastoreo intensivo y continuo del
ganado (Raffaele 1999). En este contexto, el sobrepastoreo de estos ecosistemas
produce una disminución de la cobertura vegetal y un aumento del suelo desnudo
(Bonvisutto et al. 2008), reducción de la biomasa del pastizal y el contenido del
carbono orgánico edáfico total (Enriquez et al. 2015) y particulado (Enriquez
and Cremona 2018) y favorecimiento de la evaporación del agua y salinización
(Del Valle 1993). Además, genera compactación del suelo por pisoteo animal
en condiciones húmedas, lo cual provoca aumentos en la densidad volumétrica
(Enriquez et al. 2015) y procesos de erosión hídrica (Del Valle 1993).

[146] BOLETÍN INIA 435


En virtud de estos disturbios, en Patagonia se plantearon varios trabajos
para establecer indicadores que permitan caracterizar diferentes estados
de degradación de los mallines (Bonvisutto et al. 2008; Suárez et al. 2010;
Collantes et al. 2013; Vargas, 2017; Enriquez y Cremona, 2018). A su vez, existen
poco antecedentes de estudios sobre el sistema radical de la vegetación en
estos ambientes, cuya biomasa se encuentra afectada por el sobrepastoreo en
mallines del Norte de Patagonia (Enriquez et al. 2015).

En este contexto, se planteó un trabajo con el objetivo de analizar la asociación


entre indicadores de deterioro de la vegetación y el suelo y evaluar los cambios
de estas variables, entre sectores y condiciones de degradación, y la biomasa
radical entre mallines con diferente condición de una cuenca hídrica del Sur de
Santa Cruz.

Área y sitios de estudio


El área se ubicó en el piso de valle de la cuenca alta y media del Río Coyle en la
Estepa Magallánica Seca del Sur de Santa Cruz. Se establecieron dos sectores:
Húmedo, cercano al cauce principal y/o secundario del mallín y Seco, en la
periferia del mallín. A su vez, en cada sector se identificaron tres condiciones
del mallín: Buena, Moderada y Muy Degradada. De ésta manera, a partir de la
combinación sector y condición se establecieron cinco sitios de estudio (Figura
58, Cuadro 10):

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [147]
Húmedo buena Húmedo Húmedo
muy-delgado moderadamente-delgado

72º0'0''W 71º40'0''W 71º20'0''W 71º0'0''W 70º40'0''W 70º20'0''W 70º0'0''W 69º40'0''W 69º20'0''W 69º0'0''W

10 5 0 10 20 30 40
Kilometros

51º0'00''S
51º0'00''S

Río Coyle
1

51º20'0''S
51º20'0''S

4
5 2
yle 3
r rí o Co
o Su
Braz
72º0'0''W 71º40'0''W 71º20'0''W 71º0'0''W 70º40'0''W 70º20'0''W 70º0'0''W 69º40'0''W 69º20'0''W 69º0'0''W

Mallines

Cursos
de agua
permanente
(IGN)
Seco-Muy Seco-Moderadamente
Degradado Degradado

Figura 58. Sectores de estudio.

Cuadro 10. Localización de los sectores de estudio.


ID Sector y Condición del Mallín Longitud Latitud
1 Húmedo Bueno 71º45’33.5’’LO 51º03’37.6’’LS
2 Húmedo Moderadamente Deteriorado 70º12’14.1’’LO 51º23’37.4’’LS
3 Seco Moderadamente Deteriorado 70º14’58.9’’LO 51º25’35.9’’LS
4 Húmdo Muy Deteriorado 70º13’38.6’’LO 51º22’49.8’’LS
5 Seco Muy Deteriorado 70º13’51.1’’LO 51º22’45.7’’LS

[148] BOLETÍN INIA 435


Determinaciones en la vegetación, suelo y biomasa
radical
En transectas, se registró en dos fechas (diciembre y abril) y durante tres años
(2010-2011, 2011-2012 y 2012-2013) la presencia de las variables vegetación
por especie, suelo desnudo, mantillo y muerto en pie, Además, se realizaron
cortes manuales del pastizal para determinar la biomasa aérea disponible. En
gabinete, la vegetación se determinó en especies con valor forrajero principal y
especies indicadoras de deterioro (Se consideró planta indicadora aquella cuya
presencia indica una pérdida en la capacidad productiva del pastizal) y se calculó
la cobertura aérea absoluta de las variables.

En cada sitio, se midió la resistencia mecánica del suelo a 5 cm de profundidad con


penetrómetro, y se recolectaron con cilindro metálico muestras de los primeros
5 cm para determinar densidad aparente. Además, se extrajeron muestras
compuestas de suelo entre 0 y 15 cm para realizar en laboratorio análisis de pH,
resistencia eléctrica, carbono orgánico y cálculo de materia orgánica.

En los tres sitios del sector húmedo del mallín, se recolectaron por fecha
muestras de suelo con raíces de plantas completas hasta los 15 cm y procesadas
en laboratorio mediante subdivisión en submuestras (3) a distancias regulares
de 5 cm para determinar la biomasa radical.

Diseño y Análisis estadístico


Se exploró la variabilidad entre condiciones y sectores en las 2 fechas anuales
y los 3 años del estudio, mediante Análisis de Componentes Principales (ACP) y
matrices de correlación de las variables vegetativas y edáficas. Los parámetros
se analizaron mediante una prueba tri-factorial 2 x 2 x 3, i.e.

Sector (Húmedo y Seco), Fecha (Diciembre y Abril) y Condición (Buena,


Moderadamente Degradada y Muy Degradada). La prueba se incluyó en un
diseño completamente aleatorizado (DCA) con tres repeticiones con arreglo en
parcelas subdivididas. Los valores de biomasa radical se analizaron mediante una
prueba bi-factorial 3 x 3, i.e. Condición de Degradación (Buena, Moderadamente
Degradada y Muy Degradada) y Profundidad (0-5, 5-10 y 10-15 cm). La prueba
se incluyó en un DCA con 6 repeticiones.

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [149]
Principales Resultados
Análisis de Componentes Principales

El análisis detectó tres grupos de sitios: 1) Bueno-Húmedo y Moderadamente


Deteriorado-Húmedo, asociado a la materia orgánica y la biomasa aérea
disponible; 2) Moderadamente Deteriorado-Seco, correlacionado con la
resistencia eléctrica del suelo y 3) Muy Deteriorado-Húmedo y Muy Deteriorado-
Seco, asociado con especies indicadoras, suelo desnudo, mantillo y densidad
aparente.

Variables de vegetación

En los sectores húmedo y seco del mallín y bajo condición muy degradada, se
reportó mayor (6 veces) cobertura de especies indica doras (EI) y menor (3-5 y
8,5-14 veces, respectivamente) biomasa aérea disponible del pastizal respecto
a las condiciones restantes. A su vez, en los sitios húmedo y seco las EI estuvieron
representadas principalmente por Taraxacum officinale (Diente de león) y Stipa
chrysophylla (Coirón amargo), respectivamente (Figura 59).

Diente de León Coirón amargo Sitio Húmedo - Muy


(Taraxacum officinale) (Stipa chrysophylla) Degradado con <
biomasa del pastizal
Figura 59. Vegetación asociada a los sitios de estudio.

Variables del suelo y biomasa radical


La densidad aparente edáfica en los sitios húmedo y seco muy degradados
(Figura 60) fue superior (desde 2 hasta 5 veces) y el contenido de materia
orgánica menor (hasta 1,5 veces) respecto a los sitios restantes. La biomasa
radical se redujo con mayor degradación del mallín y disminuyó desde 2 hasta
11 veces entre las condiciones buena y muy degradada a 0-5 y 10-15 cm de
profundidad, respectivamente.

[150] BOLETÍN INIA 435


Figura 60. Sitio húmedo-muy degradado.

Conclusiones
El trabajo permitió analizar la asociación de variables de la vegetación y el
suelo entre sectores y condiciones de degradación de mallines de una cuenca
hídrica del Sur de Santa Cruz. Además, el estudio logró determinar la magnitud
de cambio de las mismas entre sectores y condiciones del mallín.

Por último, el trabajo pudo evaluar la variación de la biomasa radical entre


mallines con diferente condición.

Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [151]
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Capítulo 3: ¿Qué está sucediendo con las vegas y mallines al otro lado del alambrado? [155]
[156] BOLETÍN INIA 435
Prólogo [157]
[158] BOLETÍN INIA 435
4. CONCLUSIONES GENERALES.
Una primera conclusión que pudo ser obtenida de este análisis, es que el origen
del sistema hidrogeológico está asociado a los procesos de glaciación que han
ocurrido durante la historia geológica de la zona, que generaron rellenos sedi-
mentarios compactado por el peso de los glaciares y depresiones de terreno
formadas por el flujo del agua de derretimiento.

Los aportes de aguas subterráneas que reciben las vegas están limitados por
varios factores hidrogeológicos: bajo gradiente hidráulico, reducido coeficiente
de almacenamiento y una limitada sección de escurrimiento. Por esa razón el
principal aporte de agua al sistema es la recarga por infiltración de lluvia y nieve
que ocurre sobre la vega y sus laderas aledañas.

El suelo orgánico asociado a esta cuenca permite el almacenamiento de grandes


cantidades de agua lo que influye directamente en la productividad del sector
(> 7 tonMS/ha) y a servicios ecosistémicos como el resguardo de la flora y fauna
silvestre.

Capítulo 4: Conclusiones generales [159]


A través de la ejecución del presente programa, se logró entender el movimiento
del agua en un ecosistema de vegas-coironal, sustenta el desarrollo de un
modelo conceptual, el cual permitirá evaluar las variables más relevantes del
balance hídrico en cuencas asociadas a vegas en toda la región de Magallanes.

Al considerar el balance hídrico y las fluctuaciones del nivel freático, se concluye


que, desde el punto de vista del balance de las aguas subterráneas, el sistema
se encuentra en un equilibrio y que por lo tanto cualquier extracción de aguas
subterráneas masiva podría poner en riesgo la sustentabilidad de las vegas.

Es por tanto que, la recomendación para la comunidad agropecuaria de la región


de Magallanes es evitar la intervención que involucre la modificación de las pro-
piedades físicas de los suelos de las vegas y los caudales de aguas subterráneas
y superficiales. Sin perjuicio de lo anterior, las vegas cumplen un importantísimo
rol en la producción ganadera y, debido a la gran oferta forrajera de estos secto-
res, es posible tener manejos del pastoreo controlados en épocas entre finales
de primavera y verano.

[160] BOLETÍN INIA 435


Capítulo 4: Conclusiones generales [161]
Boletín INIA / Nº 435
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