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Capfituto | La gestion de la politica social: un intento de aportar a su problematizacién? Claudia Danani” La vida politica y la vida académica estin hechas de debates. Sobre distintos temas posibles, en le vida politica se debate acerca de problemas y soluciones, de cursos de accién y de responsabilidades; y en la vida académica, acerca de definiciones, causas, petspectivas y circunstancias, Claro que ni.a una ni a otra le son indiferentes las “otras” discusiones. Ast, las conclusiones se cruzan y se enmiendan (y también se acomodan, por qué no) reciprocamente. Con sus particularidades, fa politica social no es fa excepcién en ninguno de los aspectos mencionados: en este campo, problemas y soluciones (0 la pretensién de imponerlas), responsabilidades, definiciones y circunstancias son sometidas pet- manentemente a una discusion en la que se entretejen orientaciones y perspectivas politicas, casi siempre mediadas por la pretension de validez de enfoques tebricos y metodolégicos. Quizds su particularidad (si alpuna tiene) escé mds asociada al mundo académico, por el hecho de ser un campo de constitucién relativamente reciente, en comparacién con el mas amplio de las ciencias sociales. Eso hace que, a diferencia de ot10s, los debates demasiado a menudo tleven al punto de partidas y que entonces surja Ja pregunta *;Quées la politica social?”, cosa que no ocurre ni en la vida, en el mundo social y politico, en los que no puede decirse que la politica social sea “joven”: nacid nes con la mismisima madernidad capitalista (puto que ha traido no pocas conf y aspecto a comentar mds adelante). En el proyecto general de este volumen, este trabajo tiene por objetivo aportar a Ja problematizacién de las grandes cuestiones que configuran el campo de la gestién de la polftica social. Ese objetivo leva, necesariamente, a empezar por proponer una * Ensrituto del Conurbano-GNGS/Facultad de Ciencias Sociales! Universidad de Buenos Aires. 3 “Por problematizacién ensiendo la existencia de un haz unificado de interrogances (cuyas caracce- ristieas womunes es preciso defini) que han emergido en an momenta dado (que hay que darat), que han sido reformulados varias veces a través de criss ¢ intogrande datos nuevos thay que periodizar esas transformaciones) y que siguen vives en la actualidad” (Castel, 1997: 19) 25 Ciaunia DANANT respuesta a ¢sa misma pregunta (tan primaria, ella) ,qué es [a politica social?, tanto porque parece evidence que es oportuno poner en orden ciertos concepros ¢ ideas, como porque es justo explicizar de qué clase de orden y de que ideas se hablard en adelante, Aunque no las tnicas, es percinente insistir en aquellas que permitan responder al interrogante acarca de qué y por qué ciettos aspectos de la vida social (y no otros) a Jo largo de la historia se han convertido en “cuestiones” que formaron parte de este campo. Sin lugar a dudas, habitar el mundo de la gestién agrega la complejidad del “como” 0, dicho de otro modo, preguntarse por el “qué” no es suficientes sin embargo, se asume aqui que este recorride es necesario. También, deliberadamente, se apela aqui a términos como “proponet” y “responder”, para subrayar el carécter inacabado de lo que se expone; 5 que en momentos de transformaciones, incertidumbres y controversias, ambas expresiones parecen mas adecuadas que “definic”. Acontinuacién, se avanzaré en Ja identificacién de las cuestiones que configuran el campo de le politica social, enfatizando su condicién de campo de intervencién, prs la misién del texto es contribuir 2 problematizar la dimensidn de la gestién. En esa dlireccidn, se aventura en este texto un “pacto de lectura”: los enunciados no serin catrictamente originales, ya que estardn alimentados por muchos aftos de ttansito por estos temas y problemas, y serd necesario volver sobre algunas puntos que han seguido siendo objeto de preocupacién: y tambign seré apravechada ana focunda literatura que, desde puntos de partida muy diferentes, ha crecido exponencialmente en ese mismo tiempo. Dada esa doble fuente, en ciertos casos de planteos 0 conceptos clisicos 0 més amapliamente conocidos, se opté pot consignarios sin més, con la debida cita biblio~ grifica, concentrando en cambio fa atencién en el desarrollo de andlisis novedosos © en la revisidn de fos exisrentes*. En todo momento se intenté encontrar un balance entre la necesidad de un desarralie analitico claro y autocontenido y la tolerancia dela atencién del lector. A favor del texto final, puede decirse que se ban corregido algunas ‘ideas y completado ottas y que, en conjunto, se ha podide responder mejor a algunas inguietudes. Al menos, las inherentes a Ja linea argumentativa que se desartolla. Tal ver la iden que mids interese poner en orden aconseja, paradéjicamence, decir en este momento de qué no se habla agus: el lector no encontraré un trabajo que hable de /a vida social, ni mucho menos de vidas individuaies; apenas encontrard con- ceptos, observaciones y anilisis referidos a la politica social, Estd de més decir que se establece entre ellos una relactén entrahable, pero de ninguna manera una relacién de identidad. Justamente en vireud de las incertidumbres mencionadas anteriormente, es bueno ejercer Ia auto vigitancia desde el inicio: cuando aqui se habia de “centralidad”, se estard haciendo referencia al objeco de este libro (la politica social}; cuando se diga “constiouir”, se estar ludiendo a procesos de constitucién social extcermadamente com- plejos (vale decir, con infinitas mediaciones}, que por Io tanto estin intregradas por “otras” politicas, “otras” relaciones, “otras” préccicas distincas de las que discucren en © Asi se encontrari indicade. La Gesridy De LA POLITICA SOCIAL: UN INTENTO DE APORTAR A SO PROBLEMATIZACION el campo de la politica social, ¥ cuando fos sujetos o personas emerjan de este texto, no serin subproductos de estructuras 0 instituciones, sino agentes (desigualmente dotados) de aquellas mismas zelaciones, practicas, estructuras € instituciones> Serén los otros autores y el lector quienes digan si el texto final aporta en esa diseccién. 1. Alambrando (el campo): qué es la politica social 1.1 Una (brevisima} nota metodoldgica Hace ga algunos afios, Sonia Fleury enumeré cinco formas posibles de defini el concepto “politica social”, Asi, tlamé “finalisticas o teleolégicas’ a las concepcualiza- ciones que enfatizan la finalidad o el (presunto} “deber ser” de las politicas sociales; “foncionales”, alas que las definen por la funcién que cumplen; denominé “operacio- rales a las aproximaciones que se preocupan por los instrumentos que movilizan, en tanto politica publica; “sectoriales” a las conceptualizaciones que subrayan las acciones en subcampos como educacién, salud, ete.; y “telacionales", a las que inscriben estas polfticas en la dindmica de relaciones de poder de cada sociedad. Avanzando en el texto, finalmente, agregé la dimensién distributiva que esta presente en toda politica social (Pleary, 1999:1-6) Este trabajo propone agregar otra forma de definic le politica social, que es la que se utilizard en adelante; y la que, si alpiin titulo identificatorio se le aplicara, deberia ser “por su objeto”.’ Esperando que al avanzar en la presentacién se la vea razonabilidad de ese rotulo, se iniciard este primer punto con un asunto légicamente previo a todo acercamiento a fa politica social, pero que estard presente en los analisis posteriores. La afirmacién que sirve como punto de partida es muy general: el de lt politiea social es un campo de politicas complejo, en el sentido (epistemoligico} de que en él extdn contenidas miltiples dimensiones, que por otra parte se relacionan entre sf: procesos politico-culeurales, econdmicos ¢ institucionales, pero también el género, la edad, la orientacion ideolégica, ctc.,” estin presentes en el campo de la politica social, y se vinculan y moldean recfprocamente. Esta circunstancia, que en buena medida alimenta el encusiasmo y desafia intelectual y politicamente, porque hace de éste un campo. 5"En ol eapiulo IT Magdalena Chiara y Mecceds Di Virgilio pasan en limpio los conceptos de sever yagente © De ninguna manera “objetivista” ni “objeciva"s ambos términos estin muy lejos del significado que se pretence dar. * Por ejemplo, en el caso de la politica social, Jas expecialistas hablan de los diferenciales en los “rise gos de clase, de crayectoria vital e entergeneracionales’ (Esping-Andcrsen, 2000: 59-62}. Esto es bien distinso que deci, por ejemplo, gue Ia pobreza es un problema que sufren por igual grapos soviales {que comparten "ciertas caracterisicas sociodemogrificas como la edad, el genero 0 ol origen éxnico”, camo afiema Barba la perspectiva ("despolitizadoc®’) impulsada on Jas ltimas décadas por organismos inzetnacionales como el Banco Mundie! (Batha, 2005: 81}, 27 Cuaupta Daxant de politicas inagotable, plantea también la posibilidad de confusidn, ya que cuanto més complejo es el objeco, més necesario es extremar el esfuerzo para identificar fo expeeffico del mismo; es decir, es mis necesario establecer qué es fo que lo diferencia de ottos ebjecos 0, como en este caso, de otros campos, “Todos los objeros de las ciencias sociales son complejos”, podria decir alguien, y tendria completa razéa. Y precisamente por eso es fundamental establecer qué es lo espectfico, qué es aquello que da entidad a un objeto de estudio, qué es lo que da sentido a las relaciones que se tensionan en el campo en el que se inscribe. De lo contratio, es probable que reine !a impzecisién y un nivel de generalidad que contri buya poco a la profundizacién del conocimiento, Bourdieu, por caso, diferencia los campos entre sf por el tipo especifico de capital que constituyea y que contribuyen 4 constituir, y ese capital particular, que es lo que estd en dispura, es lo queen su andlisis surge como especifice y relacional: como especifico, porque es lo que permite separat, distinguir (analiticamente); y relacional, porque en la disputa se establecen relaciones y posiciones, se imponen regias, etc., todas elias distintas de las que se establecen por la dispute de “otros” capitales. En es campo, de las politicas publicas, y en. él es aro que la cmayor 1 no puede provenir de definiciones teleoldgicas o-finalisticas. ya que, “\abundan las controversias acerca de “las verdaderas” finalidades de las politicas; fi ide iag aproximaciones funcionaes, pues distintas politicas pueden cumplis fa misina, funcida {equé politica no estd implicada en la fluncién de la reproduccin social, o en Ya consttuccidn de legitimidad, por ejemplo?). Resulta necesario, entonces, identificar mds propiamente la dimensién que diferencia un campo de politicas de otro; asf se estard en mejores condiciones de comprender las multiples relaciones entre ellos y las distintas formas que asumen los objetivas, las funciones, los medios ¢ instrumentos movilizados, etc. Cabe hacer aqui un comentario —casi entre parénisesis~ con el solo propésito de reafirmat el sentido del recorrido que este libro propone: las definiciones y andlisis finalisticos, funcionales, operacionales, etc., son enteramente vilidos. Lo dicho en ¢} parrafo anterior, entonces, no conileva un cuestionamieato sino que sélo pretende remazcar que esos abordajes no revelan lo especifica de Ja politica social. Y, siende justamente Ia identificacién de lo especifico uno de los objerivos de este capitulo ini- cial, debe comenzarse por esta cuestién. Ahora bien, tambign ocurre que, por caso, s6lo los andlisis operacionales pueden dar cuenta de algunos aspectos de Ja gestion como los que se desarrofian en esta primera parte; o que sélo si se incursiona en una perspectiva sectorial puedan explicarse las particularidades de la produccién y consumo de clertos bienes piblicos, del forjamicnto de ciertas relaciones y de la conformacion y patticipacion de grupos sociales, profesionales o sindicales especificos, por ejemplo. Més atin, especialmente esas dos aproximaciones (la operacional, que inscribe la po- litica social en el campo de las politicas piiblicas, y la sectorial) son Jas que permiten. 28 La GESTION DE La POLFTICA SOCLAL: UN INTENTO DE ADORTAR A SU PROBLEMATIZACION identificar los problemas gue han constisuido este campo como campo de estudio y coma campo de intervencién, porque en esas dimensiones es que se realiza ta politica social. Sera necesario regresar a esta idea en otras oportunidades. Bl argumento planteado es el siguiente: ef primer vector de diferenciacién entre tipos de poilsicas es ef del objeto sobre el cual ellas acttian divestamente, dicho esto en el senzido metodologico de “lo que es [directa y prioritariamente] destinatario de la accidn u operacién del sujeto”, cualquiera sea su nacuraieza. Dicho de otta manera: lo que conceprualmente diferencia en primer lugar a Los tipos de politicas entre si es aquello que constituye su objeto de intervencién directa. Y, a la inversa, al identificar distintos entramados de relaciones y/o procesos sobre los que actian directamente diferentes politicas es posible ensayar una primera gran discriminacion de zipos de estas dltimas. 1.2 La politica social Siendo la anterior una manera de mirar, Jo que se abre por delante es un ancho campo de intervenciones estatales que, segdn lo que se enuncié en el apartado anterior, Genen en comitn ef actuar sobre fas condiciones de vida y de reproduccién de fa vide de Ia poblacién, pensando csas condiciones y ese proceso en su doble referencia de “vida social” y de “vida de los sujetos”, Aqui se las denomina intervenciones sociales det Extade y et Vinea con lo ya dicho, es justamente el que su objeto sean las condiciones de vida y de reproduccién de la vida lo que diferencia a las intervenciones sociales, en general, de otras. Ahora bien: el espectto de circunstancias que puede ser abatcade por Ia expresién “condiciones de vida y de reproduccién de la vida” es muy amplio, ¢ igualmente amplio fo sera el de las politicas que estén inchiidas en este campo. Dado que se incluye ala politics social en el conjunto de las intervenciones sociales del Estado, esa amplitud obliys x seguir buscando lo especifico de la politica social, para lo cual hay que retomar las reflexiones precedentes acerca del objero de intervencién. La matriz de las condiciones de vida se encuentra en el trabajos afirmacién que no es en absoluto original y que podria respaldarse con cientos de citas de distintos autores. Pero Navarro Ruvalcaba (2005) agrega suscancia a ese enunciado al ligarlo con la cuestin del riesgo (“La dependencia de los individuos de los ingresos !abo- rales constituye el principal factor de riesgo en las sociedades capitalistas”, p. 120), Por eso en las sociedades modernas (v. g., capitalistas) hay que observat ias formas y dindmicas concretas que asume fa forma mercancia de la fuerza de trabajo, a la que * Rea accién de las policieas “sabre” cierto encramado de relaciones y procesos no es la accién sobre uh objeto preconstituida, sino una accién que constituye a esas mismas relaciones y procesos: las moldea, las produce. En cate caso, entunces, las intervenciones sociales producen las condiciones de vida y de reproducctbn deta vide de distintas grupos elase soviet, de la mito paonera que ls politioasecomSraieas conconsrtuyen ls procesos de produccibsy acumulzciin y no “acsiian desde afuera” sobre ells, 29 Cusupia Danant se considera aqui la relacién fundamental, y que es fa Forma propiamente capitalista de la relacién capital-trabajo. Y algo més: la forma mercancia de la fuerza de teabajo tiene ese cardcter fundamental, cualquiera sea la forma socio-juridica e institucional que adopte, abarcando desde la mds “tradicional” relacién asalariada formal que en algtin momenco de la historia se navuralizé, hasta las mds flexibilizadas y desprovistas de “estatutos”, que irrumpieron en el ciclo neoliberal atin en transite. Aunque ef tema de este trabajo no son “las sociedades capitalistas” ni “el capita- lismo", es oportuno hacer una breve aclaracién: se atribuye el cardeter de “relacién fundamental” (0 de constituir los “principios estructurales”, en la terminologia de " Giddens, 1991, 1995) ala forma mercancla de la fuerza de trabajo, porque se entiende vy, | abe ela organiza a vida colectvae individual, en su sentido mis ampliosy porque se * | ceata de una relacidn que opera como frontera que distingue las sociedades capitalistas ' de otras sociedades que no fo son (sencillamente: en ausencia de esa telacion, tal vez se ignore en presencia de qué tipo de sociedad se esté, pero podra decirse sin dudar que noe trata de ima sociedad capitalista), En carabio, y esto interesa especialmente, el cardcter de “telacidn fundamental” no significa que “el objetivo”, el propdsito, de estas sociedacles sea la explotacidn: el objetivo es, sencillamente, ganar dinero? ya met- cantilizacién de fa fuerza de trabajo es la relacion en la que descansa esa posibilidad. “La matriz de las condiciones de vida se encuentra en el trabajo", se ley dos parrafos atrés; ello implica que en el Ambito laboral se fundan las condiciones de vida, pues en Gi seestablecen exudles y cémo serin los medios que se obtengan, y cual serd el alcance de la satisfaecion de necesidades que ellos provean (de los sujetos y de la sociedad, como ya fue dicho). En el mismo dmbito laboral se configuran las condiciones de par- ticlpacién en la distribucién de los beneficios producides y acumulados; se conforman fas condiciones de acceso al consumo y, en buena medida atin, también se escribe un capitulo fundamental de la produccién de identidad, reconacimiento y subjetividad.® Como se desprende de lo dicho en Ja presentacién, las condiciones de vida y Ia repro- duccién de Ja viela no se agotan (jni mucho menos!) en la compra-venta de la fuerza de trabajo; asi como “la vida" de las personas es inreductible a sus condiciones, éscas lo son a le selacién capital-trabajo: pero acéptese que su comprensién es condicién necesaria para entender aquillas. Esto alcanza a grupos que no fueron incorporados plenamente a esa relacion y que por eso (zo a pesar de eso?) son inscriptos en sistemas de “gobierno de los hombres” (Alvarez Leguizamén, 2006: 88) de sipos tan variados como lo son los gatantistas y los vatelaces. Esta referencia inchaye en particular alos pucblos originarios de América Latina, cuya historia es an imposible de captar por estas solas categorias, como de entender sin ellas. Leerssen crit gO I NR "Nias precsamente, Boltanski y Chiapella sefalan ese objetivo en tente “scurnulacién ilimirada de sapitat mediante medios formalmente pacificas” (2004: 35). ‘Las velerencias posibles al respecto fon taatas que cualquier enumeracién es riesgosa. 30 La GESTION DE LA POLITICA SOCIAL! UN INTENTO D3 APORTAR A SU PROBLEMATIZACION Voiviendo a las politicas: la politica faboral cumple el requisite de actuar de manera directa ¢ inmediata (“moldeando y produciendo”, como ya fue dicho) en fa relacion capitai-trabajo. Ast surge, entonees, una linea que, dencro del campo de las incerven- ciones sociales del Estado, waza une primera gran distinciéa (conceptual}: la politica laboral opera directamente sobre la relacién capital-trabajo. La mercancia fuerza de trabajo “presta” su centralidad a la politica labora, que puede ser considerada al eje otganizador del conjunto de intervenciones sociales de! Estado en el sentido de que tiene prioridad légica e historica sobre las demas— ya que al representar la principal accidn sobre la celacisn fundamental, se crige en el Sportén de entrada’ a las formas de participacién de la mayoria de los sujetos en el mercado laboral; mercado en el que se ve que se establecerdn las condiciones y tos alcances de la organizacion de la vida. Y 5 que la politica laboral regula los tiempos, ritmos ¢ intensidad de la actividad a través de la cual serdn obrenides los medios de vida, Lo mismo pasa con fa retribucién (el salario), cuyos mecanismos de dever- minacion son piblicos (con to que ello significa en cada sociedad) y, por le tanto, politico: en sentido amplio."' Finalmente, la politica laboral también delimica, como constticcidn y como habilitacién, la capacidad de los sujevos de incidir en cada uno de esos aspectos (la existencia de convenios colectives, por ejemplo, habilica la accién representativa y desalienta la negociacién individual), etc. En términos menos lierarios y més conceptuales, restumo reiterands que la politica laboral ragula aivectamente las condiciones de venta y de wso de ta fuerza de trabajo, coro airman Marshall y Cortés (1993) en un texto ya clisice. Este es un buen punto para introducir otro paréntesis; pues Ja nocién de “inter- vencidn directa” es tributaria de un trabajo de esas auroras, aungue en el presence texto en verdad se usa en una diseccién selativamente diferente. En efecto, citando a Rodgers, Cortés y Marshall hacen la distincidn entre mecanismos "indizecros”, de cardcter cconémico y social, ylos juridicos, que setian “directos”, por la obligatoriedad gue implicans ast, a ls ver, se diferencian de una nocién mis amplia de regulacién, sostenida en general por los “regulacionistas” franceses. Aqui se emplea la expresion “hrervencida directs" o “indirecta”, perc se lo hace Sjando la arencidn en el objeto, afin de observar si éste recibe las ac si existen mediaciones. Prosiguiendo con la exposicién, corresponde decir que, como parte intrinseca de ese maldeamiento de la relacién capital-crabajo, la politica laboral participa del circuite dela discribucidn primaria del ingreso, a la que también regula de manera nes que se desarzollan de manera inmediata 0 1 Buceando en alvecnativas para la organizacién dol trabajo y de !a vida, Laville (1999) propene que las luchas sindicales y politicas de lor moviraientos de crabajadozes det siglo XIX stan vistas come tuna large pelea por imponer Ja candicién politics (y por lo tanto, publica) del teabaio (al igual que te la cconornia). En ese punto, un texte fundacional es Doneelot {(1999} 2007), y su aniliss del derecho a/ trabajo. aL Cuaupia Danan directa, Ello ocurre principalmente (y no de modo exciuyente) a través de uno de los tipos de politica laboral, la polftica salarial, que es expresién y parte co-constitutiva de las formas en que se reparte la riqueza entre capital y trabajo. |__Bstablecidas hasta aqui tales caracteristicas de la politica laboral, cosresponde ensa- yara continuacién una aproximacién aa politica social, enanciéndola como aquellas Sy imcervenciones sociales del Estado que producen y moldean dirvetemenr ls tonal ciones de vida y de reproduccién de la vida de distinzos sectores y grupos sociales. Y, en los términos en los que se viene conceptualizando este campo, desde la perspectiva dela distribucién, objetivan esta accién en mecanismos que operan especialmente en el momento de la distribucién secundaria del ingreso (Isuani, 1991: 10). Como se ve, la distincién entre distribucién primaria y secundaria adquiere una YS importancia decisoria en este acercamiento. Y, si bien se trata de una distincién que no debe ser reificada (la distribucién es un proceso global), campoco es una cues- tién menor el hecho de que esto que se Hama aqui “distribucién secundaria’ sea un momento (légico) de la distribucién, cuyo raigo fundamental es que blo existe por ta mediacién estatal. Asi mirada y definida, se esté frentea un momento inmedianamente politico del procesa de distribucién (y por lo tanto, de acumulacién). Finalmente, se retoma una util puntualizacién hecha por Estela Grassi, quien alude a de politi social (en singular) como la denoininacién genérica de "la forma politica de YA la cuestion social” (2003: 36), en Ja que se condensa el sentido de la accién estatal en = ke produecién de la vida. ¥ habla de polticas sociales (en plural) para aludir a aquellas politicas especificas (sectoriales, en ef lenguaje habitual) en las cuales esa orientacion se materializa, de manera que ficiimente pueden registrarse la politica habitacional, de salud, previsional, ete., como politicas sociales. Esa distincién puede ser recreada para la politica labural, incluyendo en su inierior distintas politicas (en plural), tales como la politica salarial, que tend: por objeto “el precio” de ls venta de la fuerza de trabajo; a la politica contractual o de empleo, que se ocupard del establecimiento de la dutacion de ta jornada, del espaciamiento de Jos descansos, etc. Come se ve, esta enumeracién muestra cuestiones sobre las que ia politica social incide, pero que no define de manera directa. Sin embargo, definiciones y clasificaciones tienen siempre una utilidad limicada, y llega un punto en que es mas fructifero derenerse en las inserfases y articulaciones, pues eso potencia fa mirada relacional que aqui se expone. Por esa razén, cabe el siguiente resumen: a Se reserva el término interverciones sociales para dar cuenta del conjunto de accio- nes relativamente institucionalizadas que producen las condiciones de vida y de reproducci6n de la vida, en sentido amplio, pensada en su doble referencia de “vida social” y de “vida de los sujetos”. Es justamente ese objeto (las condiciones de vida y de reproduccién de la vida) lo que define las invervenciones sociales en general, i t La GESTION DE LA POLITICA SOCIAL: UN INTENTO DE ADORTAR 4 SU PROBLEMATIZACION dentro de las cuales en este capitulo se recortan las intervenciones sovtales del Bxtact, 4 las cuales corresponden las distinciones que se hardn en los puntos siguientes, . b. La polttica laboral es el cje organizador del conjunto de intervenciones sociales dei Estado, pucs regula directamente fa relacién fundamental de las sociedades capitaliscas (la forma mercancia de la fuerza de trabajo), y al hacerlo, incerviene en Ja diseribucién pekmaria del ingreso. c. Se propone aqui pensar la politica social como el conjunto de intervenciones sociales del Escado, cuya unidad radica en que cegulan indirectamente la forma mercancia de la fuerza de stabajo y que lo hacen desenvolvigndose en el terreno de Ja discribucion scoundaria del ingreso. d. Ala vex, y como se dijo anceriormente, se habla de poltticas sociales, en plural, para social del Estado (de salud, educacién, sostenimiento del ingreso, etc.). «. Similar ejercicio, finalmente, es posible hacer con la politica laboral y las pollticas laborles (salatial, de entrenamiento, de contrato, etc.). Las formulaciones del primer punto, por un lado, y del segundo y tercero, por otto, Hevan el andlisis al extremo, reconociendo “intervenciones $0 ‘otros modos de organizacién social, sin enominarlas como “politicas sociales”, Este vérmino, construido histéricamente y qne se instala en el lenguaje Téanto el comin como al especializado) apenas en el sigia. XIX, debe ser reservade para las sociedades sapitalistas. Recuérdese que en la presentaciGn se advirtié acerca de que se comenta- ian algunas confusiones relacionadas con las formas en que histéricamente irrumpe i concepto de politica social. Tales confusiones parecen ser de dos tipos: a) las co- srrespondientes a autores como Castel, Geremek, Skoepol y Esping-Andersen (por mencionar solamente a clésicos en sus temas), que incurren en el deslizamionto de" ‘er politica social” en toda circuastancia historica en la que invervenciones instini- | sionales se ocuparon de las condiciones de vida (y particularmente de la enfermedad, | _. &tzabajo y la pobreza}; b) un tipo mas reciente, que reduce la definicién de politica | yocial a la de politica contra la pobreza (9, peor atin, de “alivio de la pobreza’), con- | sepeidn exttaordinariamense exitosa, que como ninguna otra expresa la hegemonia que alcanzara el ideario neoliberal en la politica social. Ala vez, puede advertitse que hay insticuciones y actores no estatales que desarrollan sptervenctones sociales, aunque ellas no son, estrictamente, politica social, a excepcién > gga al anlisis indique que son resultado de un proceso de transferencia institucional yerciarizacién} de acciones estatales: tal el caso de organizaciones sociales, politicas @ediigiosas de distinto tipo: pero elo sera indicado por el anilisis respectivo.” Final- les’ (a secas) en © Come sefaia Bolivinik, “ly lucha contra le pobreza extrema es parce incegeat del neoliberalismo, iggerae adore ni un acto externo al modelo, esté en su esencia misnna” (2005; 318}. SE Bierce rovisarse {al menos, parcialmente} la afirmacién de Repetto y Andrenace! (2006; 297- BG de gue al proceso constituirla wna “desestatizacién’, salvo que se comara el concepto de Estado B hacer referencia a las intervenciones especiticas y sectoriales que integean fa politica. >» K ‘Ciaunia DaNaNt mente, Ja discriminacién entze el segundo y tercer punto da cuenta de que la politica social no es fa tinica intervencién social de! Estado, y propone un doble ele teérico, polftico y empiricamente relevante para la distincién-entre politica taboral y politica social, ineluyendo sus respectivas sectorializaciones: el cardever directo o indirecco de accién en/sobre la forma mercancia de fa fuerza de trabajo, y el momento de la distribucin en el que participan (primaria o secundaria). Es duil hacer tantas precisiones o finalmente seria suficiente enumerar mas 0 menos cutidadosamente acciones de distintos agentes (estatales, en todo caso, si hay acuerde en el punto de vista aqui propuesta)? Estas precisiones son iitiles porque oftecen al menos las tres siguientes ventaja at Permiten ver que las politicas sociales no necesariamence mejoran las condiciones de j vide: pueden hacerlo, pero ello no es un atributo propio de la politica social en si misma sino de casos expecifica, observables mediante estudios especificos. El mds claco ejemplo son las politicas sociales impulsadas durante el ciclo neoliberal, que empeoraron ‘\." masivamente las condiciones de vida de las mayorias, contribuyeron a una mis regresiva distribucién del ingreso y restringleron el acceso a bienes y servicios que hasta enzonces habian estado mas cercanos a la aceptacién de la responsabilidad social, ete."* El a priori contrario también debe ser rechazado como tal: tampoco es un atributo propio de la caregorfa politica social el que empeoren las condiciones de vida. b. Llaman la atencién sobre una cuestién principal: sienspre hay politica social, de ba mntieaa manera que siempre hay Exadot y, en consecuencia, apuntan a fa necesidad de vigilar todo el tiempo una manera de mirar que, respecto de la politica social, en general esta més entrenada en captar acciones y protecciones, que omisiones © intervenciones que producen desamparo. Esto se vineula con el punto anterior: en el mismo periodo de la transformacién neoliberal, se desarrollaron sanias y stan intensas politicas sociales como en otros ciclos... “sdlo” que de signo diferente al que el sentido comiin se dispone a aceptar, y por es0 a menudo tendieson @ resultar invisibles a las categortas de percepciéa y de andlisis mas aceptadas (por esa razén, fue y atin sigue siendo comin recoger declaraciones del tipo: “No hay, co hay menos, politica social”) Finalmente, habilita a concebir Ja politica socisl como una construccién en doble \ sentido: por lo que el término dice de “la no-natural” y como pasitiva, come in- vencién, como creacién. Esto atime importa especialmente, para discrepar con como limitade a “instituciéin © aparate’ y se renunciara al de “Estado como relacién”, que supone conhguraciones insttasionales diversas, Este comentario no afecta ef anlisis del proceso histérico que al respecte presentan los autores. 6 Témese lo anterior come lo que se ha sefalada ~ua ejemplo y no como un modo de convertir ei “neoliberaismo” en sujet monoliice y externe 4 las relaciones de Ia sociedad que en cada caso 34 La Gesii6N DE La POLETICA SOCIAL: UN INTENTO DE APORTAR A SU PROBLEMATIZACION ca posiciones que ponen cl acento en lo que la politica social tiene de “reacclén” of %, : “respuesta” a problemas, acciones, conflictos, etc." Por el contario, vista como un [ ca ss proceso, son parte deta politica social la propia definicién de qué es (ylo seri) un | ro fy problema, canto como “lo normal” segiin indica Grassi (2000: 72): y las iniciativas la que orientan.y producer-acciones la delimitacién de-espacios de acuerdas, y no . séio de conflictos, ya que esto sitimo empuja a artinconar la politica social en 0s términos residuales, to al En esta otra perspectiva, en cambio, control y disciplinamienco también recuperan su cardcter afirmativo y hasta es posible exceptuar la represién del velo puramente te reactivo con el que sueie recubrirsela. Esta no es una cuestion menor: tambiga la proser- sa vaci6n del orden y la consteuccidn de legitimidad, que suelen ser “denunciadas” como 0 objetive de toda politica social, son procesos abiertos. Esto puede sigaificar cosas muy 7 4 istintas, pero con seguridad searrea una certeza: preseruacién del orden, legitimidad, is sonra, disciplinarniento, no 07 ninguna respuestis al contrario, deben ser desmentizados 9 te sxplicadesa lo largo de la historia. Si se acepta esta propuesta, cabria invertir al menos d parcialmente algunas miradas habituales y convertir en preguntas afirmaciones que, 25 2) 2 esta altura, tal vez no son tales. Ello significa que los estudios y andlisis deberfan _ | spmenzar exactamente alif donde 2 menudo hoy se dan por terminados. Asi, sin dificultad puede reconncerse el carécter multifacético de [a politica social, ly suptindola en muy variados momentos y circunstancias de la vida de una sociedad, 4 a schizo referencia a fa doble imbricacidn de “la vida social” y “la vida de los suje. I, sor", Jo que permite decir que circula y puede ser reconstruida en diferentes niveles e jo ¥ desde distintas perspectivas, desde micco a macrosociales (segtin si las relaciones, ts |) Procesos y contextos de interaccidn son inmediacamente observables, o no lo son, y sespectivamente).! Distintas expresiones captucan ese cardcter muktifacético, y sinteti- e 1iity stgieren nuevas ideas al mismo tiempo. Eso sucede con Ia frase de Castel segiin a ‘cual el campo de lo social-asistencial (uno de los troncos que convergieron en lo gue Yd 1) they se identifica como politica social "resulta de-una intervencidn de la sociedad sobre ella misma’ (Castel, 1997: 41), en el cusso de la cual fueron perfildndose sistemas de z _ roteccin y de control, reas de profesionalizacién y especializacidn de agentes, ete: ‘Suse que retoman Soldano y Andrenacci para remarcat la centralidad de la politica G seeial y el cardcter endégeno (no “desde afuera”} de tal accidn estatal (2006: 45-46). (© Tapaior (11990) 2004} y Grass (2000 y 2003) son recomendaciones ineludibles para profundiza: eodome a polteenia de [as expresiones “macro” y “microsocial” ha sido siempre fuente de imprecisiones Basngac 22 = el propésiva de ese trabajo subsanarlas, se intemtard no contcibuit con ella, y por fo ‘bio se eubrava que se ha hecho referencia a perspectivas, y de all polarizado.en maczo y microsocial, = ee pante hallarse un uso extendido, de cardcter mis empitico, que suele intezponer lo *mesosocial” fava shalic alos objetos institucionaleso las instivuciones como objeto de anisis, Este nivel es pric * gcacta! para el desarvolla (y el estudio) de politicas sociales 33 ‘Cuaupia Danant Y también acontece con Grassi, cuando sefiala que las politicas sociales “expresan la medida en que una sociedad se acerca o se aleja del seconacimiento de las necesidades de todos sus miembros y su capacidad de proteccién de los mismos” (2003: 27). De este modo las conecta directamente con un conjunto de cuestiones (de la sociedad, “por arriba’; de los sujetos, “pot abajo") que serén analizadas a continuacién. ‘Al inicio, Cascel ayudé a marcar el propésito de trabajar sobre un “har de incerro- gantes", entre los cuales se encuentra la cuestién de qué aspectos de [a vida social han dado (y siguen dando) existeneia 2 este campo de politicas. Eso ¢s lo que se intencard examinar seguidamente, 2. Los problemas, las cuestiones 2.1 La satisfaccién de necesidades: dos procesos Por lo dicho hasta aqui, a través de la politica social de una epoca se expresan y se consttuyen, simulténeamente, los modos de vida y las condiciones de reproduccién de la vida de una sociedad; condiciones que, en sociedades de clases, son siempre diferenciales para los distintos grupos sociales. Es el saido de la Jucha social y politica Ia que define fos contenidos y aleances de Ja desigualdad resultante. El desarrollo de politicas sociales es un proceso sociopolitice, institucional, eco- némico y cultural, en el que se construyen el trabajo y la politica y en el que una sociedad define los sujetos, objetos y medios legitimos de satisfaccion de tas necesidades (Lindenboim y Danani, 2003}. En efecto, puede apreciarse el caricter fundamental gue dos definiciones, Ia de mrabajo y la de necevidad, tienen para el desarrollo de Ia politica social, sea como intervencién, sea como abjeto de andliss, Diche de otro modo: toda politica social es portadora (y resultado, a la ver) de cicrta definiciin de trabajo y de necesidad social. Probablemenie esto indicarfa la conveniencia de emperar por dilucidar ambas de- finiciones, Sin embargo, se focaliza aqul en otro aspecto de aquel enanciado: el que se refere alos sujetos, medios y procesas de satisfaccién de necesidades, Por el hecho de aque sus distintas formas configuran problemas (yperfiles) de gesrién muy diferentes, se hace referencia, primero y particularmente, a la desmercantilizacion, haciendo Inego tana breve alusién a lo que se.conoce como “familiarizacién’ y “comunitarizacién’. ‘Come es sabido, Esping-Andersen es autor de lo que desde principios de los aftos “90 se convirtié en un cldsice de ia politica social compacada (Esping-Andersen, (1990]1993), Su libro por un lado se inscribe en fa tradicién de la economia politica, y porotro toma come antecedentes tanto a primera formalizacién realizada por Richard TTremuss més de treinta abos antes, como el singular estudio de Karl Polanyi sobre lz sransformacién epocal que dio lugar a las sociedades de mercado, El eje organizador de su andlisis es el par mercantilizacién/dermercantilizacién, concepto que se tora aqui porque puede “hablac® del hecho de que fa produccién de la fuerza de crabajo 36 © La GESTION DE La POLITICA SOCIAL: UN INTENTO DE APORTAR A SU PROBLEMATIZACION como mercancfa se integra de ana doble citcunstancia: a) los medios de vida son producidos, y al mismo tiempo se accede a ellos, bajo relaciones de mercado (es decit, bajo relaciones de compra y venta); y b) ello requiere que los productores conformen tuna disposicién tegular y permanente a ofsecerse en el mercado." De esta cueseion detiva una distincion que ha rectbido wna atenciéa comparativamente menor a la de su importancia real, y que aqui se pretende rescatae. Esping- Andersen define la dervaercansiligacién como el proceso por el cual “se presta ssn servicio como un asunto de derecho y [por el que] una persona puede ganarse la vida sin depender del mercado” ([1990] 1993: 41). Asi. definida, la desmercantilizacién. # resultado contradictorio de un complejo praceso en el que se cruzan “pricticas y movimientos populares ¢ iniciativas de las clases dicigentes (empresarios, expertos y gobierno)”, como sefiala Topalov ([1990] 2004: 46}. En resumidas cuentas, in des- sierantilizacion se inscribe (y se entiende) al mismo tiempo en dos registtos: por sus fade un “tequerimiento sistémics” de limitacién de la mercantilizacién, tal como advirtié Polanyi que sucede con las “mercanclas ficticias” en general y con “la mano -deobra’ en particular (recuérdese su poderosa imagen del “moline satinico"),y en las yenindicaciones de los trabajadores, por orzo lado, De alli que la desmercantilizaciga sex un resultado contradictorio, siempre parcial y ftagmentario: las condiciones de -lasgo plazo de las sociedades de mercado son las de la expansidn de los cixcuitos mo- swerarios, pero esa expansién sélo puede alcanzarse si sc suscraen de los intercambios de mercado algunos de sus clementos, o si se establecen ciertos limites 2 la compleca amercantilizacién, en las términos de Polanyi'* (en este caso, interesa la fuerza de saabaie!. Y es contradictorio también porque en la realizacign del interés del capital, Sge'sealizan (también parcial y fragmencariamente) intereses y necesidades de los tr. ‘aajadores, y no hay modo de que no sea asi Ess limitacién a la mercantiizacién (0 esa sustiaccién del metcado), entrasa un prsceso objetiva o de socializacién 9 politizacién de la vida, cuyos alcances son especificos {Fre pueden generalizarse, pero que en cualquier caso os an proceso que contradice un s GHimcipio bisico de estas socieddes. para las cuaics la reproduccién —las condiciones (0 se vida, si sc trata de personas es un asunto privado. Esto es Jo que con conturdencia amiento, si la mirada est situada desde los sujetos, La cuestién del merecimiento ha B65 sido fundamental en la politica social, pues en ef supuesco de que en efla siempre se "fora la satisfaccidén/insatisfaccién de necesidades, 0 que estd en juego una vida més : is menos satisfactoria, el ser alcanzado por ia politica ¢s, en buena medida, el vector _ por el que las personas y grupos quedan a.un lado u otro de esas fronteras. :E5s el ser = pobre?; 30 acaso, ser padre o madre de familia, o ser trabajadoz asalariado’; :0, quizds, B52 el sex miembro reconocido de la comunidad politica? Le manera simplificada en que "se acaban de presentar las alternativas es riesgosa: hace tambalear fa idea, en la que este 5 & Bin dl caso de este autor, el eje de los principios que organizan le politica social {o el bienestar) de- [1 era especificamente de su definicidn de que existen ordenamientos cualitativamente diferentes entre £1 Baesdo mercado y farilia(Esping-Andersen, 1993: 47}. En realidad, ta apelacisn a esos principios se 2 -ememarocra con frecuencia cn la literatura, canco sobre ésce como sobre otros campas. Gough (2063}, (gue caso. presenta un andlisis sobre la telacidn entre Estado y satisfaccidn de necesidades, en el que “Surnus Jos miseos principios para modetizar la articulacién economia-Estado; en Sentos (1998), véase Fae propuesta para el andlisis de lo social y lo politico de a postmodernidad. En otro orcen de cosas, Bure (2005: 38-42, cuadro 2) y Soldano y Andrenacei (2006; 34, cuadro 1) sistematizaronen cuadros $2 Sees pemeapales elementos de las tipologlas. s 41 ‘Cuaupta Danant texto viene insistiendo, del cardcter complejo y abierto de estos procesos, Para aliviar algo ese peligro, puede agregarse que ni la pobreze, nila condicion familiar o laboral, y ni siquiera la condicién de ciudacano han sido estatus que, en los respectivos "mode- Jos", funcionaran como salvoconductos automéricos: siempre sc han visto redefinidos por otras condiciones. El caso tal vez mds claro es el de la pobreza: nunca basté con ser pobre para “set merecedor” de ayuda (sea lo que fuere que eso signifique): ‘pobre merecedor” (deserving poor) no es el pobre a secas sine aquel que demuestra que ha hecho todo jo posible por salir de Is pobreza, principalmente, trabajar. Y, desde ya, la rigidez o amplitud de las condiciones es objeto de la lucha social y politica. Seimpone intetcalar un apunte que retorne al espiritu del libro y al sentido de este capitulo en él La referencia al merecimiento puede resonar ajena al registro dela gestion de politicas; sin embargo, no lo es, ya que implica una cosmevision sobre la que, come figuea en el pérrafo anterior, la definicién de la poblacion destinararia de la politica se hace, simulcineamente, inteligible y exteriorizable en acciones. La oleada de politicas focalizadas multiplicadas desde los ‘80 son un elocuente caso préctico: la concepcisn de que sélo los grupos extremadamente pobres debian recibir “ayuda estatal” (rerecian recibirla) Cue el santo y sefa para que funcionarios, agentes insticucionales, profesionales y técnicos se lanzaran a elaborar los mids sofisticados procedimientos de identificacton de poblaciones-objetivo. A esos esfucrzos sobrevinieron la identificacion de exrores, las cosrecciones, las evaluaciones (Bolrvinik, 2005)" En definitiva, y como se dijo al principio del capitulo, principios genéricos como e! del mérite o el merecimiento, {con contenidos politico-culturales, ideologicos y floséficos) se realizan en el proceso de gestion de la politica y se tornan un problema de éta. "Antes se hizo referencia a un error en el que con frecuencia incurre [a literatura especializada al hablar de Jos modelos de politica social. 2En qué consiste? La distin- cidn sistemdtica entre desmercantilizacién de las necesidades y de las personas que se expuso en ef apartado anterior obliga a seconsiderar el sratamiento que se da a uno de esos “modelos’: eoncretamente, al modelo corporativista, que suele sex tratado como un “caso intermedio”, ain por ei propio Esping-Andersen (“ni tan desmercantilizador come el modelo universalisea, ni can poco desmercantilizados come el residual”). En cambio, se postula aqui que se tata de uo subtipo de naturalera diferente, que no se distingue sencillamente por mayores o menofes “grados” 0 “nivales" supetiotes © 3 Be esto no ha de entenderse gue of principio del merecimfente nacid con of neoliberaiisme: de ningGin modo, ya que aquel "pobre mereccdod" recorre la historia de las instituciones y dela asistencia desde cl siglo XVI, ctanto menos, Una tates ain inconchisa ¢s la de elucidlar ele mavserasistemdticn caies fueron les centznides con que an cada periodio se completé exe principio {ei merecinatenta) y se delines, por lo tanto, a ese personaje (el pobre merecedor). % Aunque can éniasis y partieado de mticlens anaiticos muy distintos, Chiara y Di Virgilio (2005) ‘Alvarez Leguizamén (2006) exhiben erudameate ios manojos de aspectosinstituctonales y de gestion dus fueron. problematizados a rtme que s¢ desplegaban programas focalizados en distintos sectores de politicas, 42 La GESTION DE LA POLITICA SOCIAL: UN INTENTO DE APORTAR A SU PROBLEMATIZACION inferiozes de desmercantilizacion sino porque desde ta segunda mitad del siglo XX. | presenté baja desmercancilizacién, de la fuerza de trabajo ~ya que los beneficios sue- Jen depender de las condiciones de participacién en el mercado laboral-, y formas y grados variables que pueden llegar a ser muy importantes— de desmercantilizacién de jas necesidades. En resumen, un modelo en el que se refuerza la mercantilizacion de las personas, pero con prestaciones que pueden Hlegar a ser notablemente alzas, segin el grupo al que se pertenezca o la experiencia nacional de que se trate (es decir, con alta desmercantilizacion de necesidades, bajo la forma de acceso a satisfacrores) En términos de valores y principios: baja autonom(a, pero bienestar porencialmente! alto, y generalmente segmentado por grupos. | Esco proporciona a as formas corporativas una entidad que, hasta el momento, les babia resultudo esquiva: tienen identidad propia yella no deviene del hecho de ocupat as presunto lugar "medio/intermedio” en una presunta escala comparativa. 2.3 La cuestién de la autonomia y la constitucién de sujetos < Habiéndola nombrado en varias ocasiones, qué significa “autonomia” en la po- Esica social? Dicho bastante simplemente, puede ser definida como fa capacidad de ‘Sevar adelante una vida satisfactoria en términos inmediaramente materiales (catdcter ‘Sempre relativo a la época y a la geografia, es decis, ala sociedad de la que se hable), | ¢ independiente de condiciones particulates de sujecidn. En algiin sentido, un su- | ‘ex las distintas esferas de su vida. Si se trae el tema al terreno de la politica social, “Ubremente” significa que las formas en que organice su vida, en tanto no violenten | * gepas de convivencia, no lo exponen a somecerse ala neceridad social, de manera que ; "pasar y simbélicamente el sujeto domina ss aeons, em Inga de gue las mimes sass resultado de condiciones que no controla. En politica social no se tata de cualquier | © semecimiento sino, fundamentalmente, del sometimiento a las necesidades sociales x: Sab institucién destinada a la satisfaccién de necesidadess por lo tanto, es razonable § 56 gor is preocupacién por la conquisia o la pérdida de ausonomia de las personas se Aisgea dirigido a las relaciones que las mismas tienen con ef mercado, y alas formas en | ‘gue ias politicas refuerzan o alivian esa dependencia. Sin embargo, a esta altura puede que la autonomia no se agota en la mds o menos relativa independencia 43 fe es mis autdnomo cuanto mis libremente puede llevar adelante out decsiones | 4 Ceaupta Dawaxt organizacién de la vida, y decisivos en Ja satisfaccidn de necesidades: se trata de la familiarizacién y \a clientelizavion. Ya se hizo mencién a la familiarizacién/comunitarizacién pasa hacer referencia a un proceso mediante el cual se deposita en te familia y en la comunidad la responsa- bilidad y fa expectativa del bienestar. Pero en la perspectiva que aqui se plantea, la de a autonomia, la mirada debe concentsarse en los grados de libertad de los que gozan fas personas, y en las formas en que esa libertad (0 su contrario, la dependencia} se vinculan con las formas de satisfaccion de necesidades—en sentido muy amplia, tanto material como simbélicamente- que tienen a su disposi Fueron las corrientes feministas las que crajeron al campo de Ja politica social la discusién sobre ia familiacizacién y lo hicieron en especial en una filosa critica a Esping-Andersen y su empleo del concepto de mercantilizacién; etitica que plantes- ron en términos de insuficiencia, no de falsedad. Concretamente, lo que las feministas scfialan es que las personas pueden ver limitada su independencia, y por lo canto su capacidad para seguir su propia vida, por su atadura a la vida fatniliar, y a das formas an las gue participan de ella, y no solamente par la relaciéntinsercién en el mercado. En ese sentido, no toda situacién de “no mercado” es idéntica, porque las configuraciones politico-sociales resultantes de procesos de socializacién y de famitiarizacién son dife- rentes: cuando el propio Estado estimula estos dltimos, incentivando el recusso a una “informalizacion de) bienestar y de la asistencia”, los “problemas sociales” cerminan, siendo identificados con “falias familiares” (Cochrane, 1997) 0 comunitarias. Los distintos resaltados indican una circunstancia soctopolitica relevante de la famibiarizacién, y es que consticuye una palanca de diferenciacién fundamental entre hombres y mujeres, y entre generaciones. Dicho de otto modo: frente a la institucién familiar, las posiciones femeninas y masculinas, o de menores, adultos y ancianos, ne son, ni por mucho, las mismas, y dse es ef germen de la constitucién de condiciones radicalmente distintas de lo que O” Connor (1998) Hama autonomia personal. Asi, una historizacién de la politica sbcial y del Estado que incorpore la visidn de género a. permite ver con clatidad que distintas formas de procesar la relacidn entre tareas de teproduccidn y ensplco ferenino producen mayor © menor autonomia del vinculo conyugal para las mujeres (Pautassi, 2000:73}, y hasta diferentes maternidades, 0 mane- ras de “ser madre” Tal vex zesulte algo obvio, pero aiin es preferible rematear que, si de autonomia se habla, la existencia de un servicio o la satisfaccién de una necesidad inmediata no la supone; mas bien, hay que indagar cudles son los estereotipes de conducta (en la expresin de Paurassi en el mismo texto), que estén en juego, coma 25 Side examinar distintas intervenciones sociales se trata, basta pensar qué condiciones y sujetos tan diferentes van construyéndose a lo largo de un espectro como el que va desde las asignaciones fa liates hasta los planes asistenciales a madres de familia popular’, en el siglo XIX; “jefas de hogat", mis recientemente en toda Amética Latina), pasando por la socializacin de servicios domésticas y de cuidado. 44 incentive o como imposicién. Por iltimo, hay una peculiaridad adicional de la forma en gue se cruzar: el proceso de familiarizacién y la cuestién de género: en fa relacién de dependencia que se da en la vida familiar, las mujeres se encuentran en ambos polos de Ja selacién, pues tanto dependen de la relativa institucionalizacién de esos vinculos para satisfacer sus necesidades, como son agentes de las relaciones; es decir, las mujeres realizan los servicios de cuidado de los que dependen otros miembros. Si bien los casos no son idénticos, también ancianos y menores se encuentran en siruacin de dependencia respecto de la familia. ¥ ei caso de los ancianos, mucho mas que el de los menores, pone en primer plano Ja cuestién de la autonomia, pucs introduce el problema del comportamiento y su condicionamiento (de la imposicién de “estercotipos de conducta’). Dicho de otro modo: én los adultos mayores se hacen ans evidentes cizcunstancias en las que la satisfaccién de necesidades (via el cuidado familiar) puede estar sujeta al acaramiento de condiciones que, de o1ro modo, la per- sona no seguirfa. Como en cualquier otro caso, cuanto menor és el rango de opciones disponibles, menor es Ja autonomiia para llevar una vida propia.” Sintetizando: la familiarizacién del bienestar {y comunitarizacién, en la Linea dei apartado 2.1) crea condiciones de potencial pérdida de autonomia de las mujeres frente -zlos hombres y de fos ancianos {y menores, aunque esto requiere otro tratamiento) frente a los adultos jdvenes; potencial pérdida de autonomia que se concyeta si se sondiciona la satisfaccién de necesidades a diversos modos de control, de distintos grades y estilos de formalizacién. _ Sea en clave de necesidad o de virtud, lo cierto es que el papel de la familia en la Eo peovisién de bicnestar viene recibiendo creciente atencién en la discusién y evaluacion de politicas y en los estuclios sobre ellas.” Por caso, puede verse el desarrolio acelerado que experiments el carnpo de lo que se llama “economia del cuidade”, campo de estudios interdisciplinarios y de intervencién (pues compromete politicas piblicas) eferido al “espacio de actividades, bienes y servicios necesarios para fa reproduccién _ meproduccisn. Si el cursode loshechos conduce el esfizerzo hacia balances mis capaces “Se mejorar la vida de les personas (es decir, virruosamente orientados) o inspirados “por el cileulo fiscal, la moralizacion desigual y fa re-tradicionalizacién opresiva (es © decir, por la necesiddad de drdenes sociales cada veo més injustos), es algo que aiin est por verse. 3 Fj caso de los menores es diferente, pues atraviesan un momento del ciclo vital en el que se generan “ig x ebturan) fas condiciones para el futuro desarrollo de una vida autSnoma, Parte de esas condiciones ex scamente, el gozar de an contexto familias favorable, “© 5 propio Esping Andersen, en el libro en el que responde las criticas a su tipolo, SF aamabcsense atencidn que en ella presté a la familia, erltica que exciende al con} 2: geitica (Esping-Andersen, 2000) . Craupra Danani Finalmente, como se dijo, la clientelizacidn es otto proceso televante, cuya com- Prensién desafia a eviter lugares comunes. Por el propésite de este libro, algo que aqui importa es lo problemético que es pensar la clientelizacién como el gran proyecto siempre asociada a la pobreza, suele leerse y oftse la sospecha de que quienes ejescen el poder s¢ benefician de la privacisn de amplios sectotes, convertidos asi en ejércitos a su servicio, En esa mizada, habria algo intrinsecamente pervetso en fa pobreza y el sjexcicio del poder, tanta como en los pobres y en quienes ejercen el poder, en distintas posiciones. La clientelizacién del bienestar seria algo asi como un programa, Ese esquema tiene dos ventajas: tiene sustento empitico y, hablando de politica social, permite situarla socio-politicamente; zquién no dene a mano, acaso, un ejem- plo de intercambios de lealtades y favores? (Favores por uote, tituld Auyero hace ya una década, 1997). Sin embargo, se apuesta aqui! a pensar !a clientelizacién come zelacién, como relacién fiundada, a su vez, en relaciones de desigualdadl social en sersicle amplio (desigualdad de medios, de poder). El recurso al concepto de desigualdad es portador de ventajas explicativas muy superiores: en primer términd, obliga 2 volver permanentemenze sobre Jas formas sociales de organizacién; no basta con erradicar fa pobresi, no es.suficiente con “repartir cosas”, de to que se trara er de mivar ef oxden social. En segundo lugar, el concepto de desigualdad obliga a recorrer la sociedad en su conjunte, y entonces reconocer que la elientelizactén es posible allt, en todas tas cheunctanvias en las que bisa personas con capacidad pans barrer con iz votunvad y eb «ofcerco de los demas (y eso alcanza a contextos de intesaccién institucional y de clase muy varjaclos). Pero el concepto de cesigualdad tiene, adems, supetioriclad mora: s6lo el éxito neoliberal ha hecho que resigndsamos el valor positive de la egualdad. que ha distinguide a (lo mejor de] la Modernidad. Ambos puntos se reiinen en el momento de la gestién de ia politica social, cust independencia de la voluntad y la conciencie de sus agentes. Accrtadamente, Boltvinik (2005) seals que seria ingenuo pretender que los furscionarios que certifican o deciden en al comtexto de politicas e institaciones concretas no emplearan en su provecho el excracrdinario poder que eso les otorgasy esto no tiene que ver con atribusos de orden personal, sino con fas condiciones (social e instivucionalmente consttuidas) a las gue unos y otros se enftentan. En la gestidn, en situaciones concretas de intecaccién, la desigualdad en las condiciones de vida es un vector que recrea y amplia microsocial y microinstitucionalmente esas relaciones. Este recorrido quizés ayude a explicar una peculiaridad de la relacién autonomia- clientelizacién, por comparacién con los otros procesos que fueron analizados hasta aqui: mienteas los enunciados conceptuales y los juicios de valor sobre la mercanti- lizacién/desmercantilizacion y familiarizacién/desfamiliatizacion estén lejos de ser similares y, por el contzario, son objeto de disputa polfcico-cultural, los referidos a la clicncelizacién del bienestar sélo concitan juicios negativos. En efecto, fa nocién de clientelizacién entrafia en si misma la refutacién de toda autonomia: no se sabe por MG om que cto: cen itgs nas un len el len yuc la ial fa- sta tie ser la or LA GESTIGN DE La POLITICA SOCIAL: UN INTENTO DE APORTAR A SU PROBLEMATIZACION qué capricho de la semantica histérica, pero en contextos politicos e institucionales ef cliente no es quien manda, sino el que es comprado {siempre a muy bajo precio), y que © par ext via ha enajenado su voluntad y 14 capacidad de agencia Por iltimo, si se piensa en un continuum, desde una institucionalizacién formal syestable hasta provesos de institucionaliaacidn informales e inestables, la clienteliza- ian se ubica en el extremo posible de esta dlcima: sus condiciones pueden recrearse jentementé y €60 alimenta a informalidad que, 2 su vez, disminuye al mi- ‘pimo la exigibllidad; lo que fue puede no volver a ser, podria ser su lema, aunque su sdicacia radique en la creencia de perdurabilidad, En ese sentido, y tal como seftalan Goldberg y Lo Vuolo, un problema que no puede responderse ligeramente es en qué + medida los sectores subordinados “pueden aftontar el riesgo de un proceso de des- | Seeelncion, cuardolasaltemativas alas rlaciones conocidas son inciertasy poco Siguiendo la propuesta de Castel con la que se inicié el capitulo, hasta aqui se _pectendié problematizar la gestion de fa politica social reuniendo y relacionando un | gonjunto de cuestiones que todo el tiempo “reformulan integran datos nuevos” en jak‘ hacer” politica social: las condiciones de vida “realmente existentes”, las relaciones, = y formas de trabajo, el bicnestar “socialmente deseable”, Y las instituciones: l Estado, “Gos distintos tipos de politiess, !e diferenciacién de mercados, las diferentes organi- S gactones familiares. ¥ las personas: agentes, decisores, “receptores” y mediadoves de ar pol Ncicas, dotados de distintas clases de estatidad; hombres y mujeres; menores y |escanor: rods ellos Feron alucicos, porque todos eos hscen parte de los interto- sces ens ditinas respuestasconfiguran disines campos dela get al ciette, este tltimo aspecto inceresa especialmente: en la presentacién se 18 que no podia pensarse que Ia polftica social agotara la explicacién sobsc !s da sacial, ni sobre las vides particulares, Esta afirmacién se reitera, pero agregando én fgee socas grandes cuestiones ni siquiera agotan ia definicién del campo de la gest Ia politica social: distintas épocas conciben de maveras diferentes el trabajo y sidad, ia proteccién social y el bienastar, ¥ es preciamente eso lo que hace os re sea necesario volver a ellas. Las distintas respaestas, entonces, hacen que sas sociales estén sometidas demas ce capacidades personales instturi gues penuar problemas quc-itngae nunca meciicamiente= parminin eect omer “ales”, de personas e instisuciones “reates”, En ese desafio queda algo por maciar y es ef hecho de que los contexcos de gestién son contextos situados, en los 4? Chava DaNANL que sujeros también situados “producen sociedad”. En ese proceso, fa diferencia esté en las dos tltimas cuestiones: Ja de la auconomia y la desigualdad social. Sociedades més igualitarias, cuyos miembros puedan construir vidas més auténomas, o sus con- twarias: no hay diferencia mids radical entze politica y gestiones, Bibliografia Adelantado, José; Noguera, José; Rambla, Xavier y Sdez, Lluis (1998): “Las relaciones centre estructura y politica sociales: una propuesta tedrica”. En: Revista Mexicana de Sactologia, n°3, Vol. 60. 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