Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Runaway Girl (Tessa Bailey)
Runaway Girl (Tessa Bailey)
costo alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en
sus redes sociales, recomendándola a tus amigos, promocionando
sus libros e incluso haciendo una reseña en tu blog o foro.
Sinopsis
Es el gran día de Naomi Clemons. La boda de sus sueños.
Pero, se va de ahí.
Un momento. Un encuentro casual de miradas a través del
ventanal de la iglesia con alguien familiar que irradia intriga.
Independencia. Es el empujón final que Naomi necesita para darse
cuenta de que… es aburrida. Una futura esposa trofeo rubia y bien
educada. ¿Cómo puede esperar llevar una vida matrimonial
satisfactoria si nunca ha vivido?
El buzo de las Fuerzas Especiales Jason Bristow necesita una
entrenadora de concursos de belleza. No para él, aunque al
fortachón tatuado definitivamente le vendría bien algo de encanto.
Para su hermanita por quien ha regresado a St. Augustine, Florida
para criar. Cuando una hermosa debutante sureña aterriza en su
puerta, despierta un hambre que no será ignorada. Si tan solo no
estuviera planeando recuperar al ex prometido que dejó en el altar…
A pesar del potencial al fracaso, el calor continúa
acumulándose entre Naomi y Jason bajo el tórrido sol de Florida,
consumiéndolos a ambos. Pero están bajo tiempo prestado… y está
a punto de agotarse.
Girl #2
Índice
Sinopsis
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
Epílogo
Próximo libro
Sobre la autora
Créditos
Notas
1
Naomi
Estoy a quince minutos de casarme con el hombre que anoche
me pidió el vino blanco equivocado en nuestra cena de ensayo.
Definitivamente hay razones mucho mejores para arrepentirse, pero
el Pinot Grigio alimonado se adhiere a todos los lados de mi
garganta ahora como un recordatorio.
No te conoce.
Escaneo mi reflejo en el espejo, buscando fallas. Los detalles
cuentan. Un cabello rubio suelto, una arruga en mi vestido de novia
personalizado de Pnina Tornai, mi colgante de diamantes está
ligeramente descentrado. Pero no. Bien podría haber salido de una
revista de novias. Un trabajo de Photoshop de la vida real,
arreglado, con aerógrafo y listo para ser enviado al pasillo.
Eso es exactamente lo que se siente. Me han empaquetado.
Todos mis atributos fueron seleccionados de un menú desplegable.
Reina del desfile. Comprobado. Habilidades de anfitriona.
¡Imprescindible para cualquier ama de casa sureña! Escribir una
tarjeta de agradecimiento sentida. ¡Bueno, por supuesto!
Después de todo, me estoy preparando para casarme con el
próximo alcalde de Charleston. Viviré el resto de mi vida bajo el
microscopio meticuloso del dinero viejo y mis propios compañeros,
que juzgan con el doble de severidad. Me han preparado para esto
toda mi vida. Cotillón. Terminar la escuela. Tutores privados. Críticas
sin parar de mi madre. Estoy en esto para ganarlo.
Pero con diez minutos en el reloj, ya no estoy segura de qué
es ganar.
¿Qué. Es. Victorioso?
Caigo en un diván cómodo, por supuesto, con gracia, y obligo
el aire a entrar por mi nariz y salir por mi boca. Dentro. Fuera. En el
reflejo del espejo de cuerpo entero, veo a mis damas de honor
abrirse paso a través de una botella de champán detrás de mí,
especulando en voz baja sobre cómo vestirán mis invitados a la
boda para el gran día. Es plena primavera, de modo que es
probable que aparezcan en amarillos, azules y rosas. Hablan de ello
como el informe meteorológico. Debería levantarme y unirme a
ellas, ¿verdad? Se darán cuenta de que he estado callada
demasiado tiempo, en cualquier momento. He estado callada
demasiado tiempo. ¿Dónde están mis modales? Están aquí por mí.
Debería agradecerles su apoyo y entregarles sus brazaletes con
dijes de Tiffany, pero todo lo que puedo hacer es pensar en el Pinot
Grigio.
Soy una chica de Sauvignon Blanc. Todos saben eso.
Un hipo pequeño escapa de mi boca, pero lo disimulo con una
tos cortés y me levanto una vez más, alisando las arrugas del satén
bordado de mi vestido. Noto que mi dama de honor me mira con una
ceja arqueada y le hago un gesto con el dedo meñique, forzando
una sonrisa hasta que regresa a una conversación que ahora se ha
centrado en cuáles de los padrinos de boda son solteros.
Cinco minutos. Oh, Dios.
El enfermizo sabor cítrico ahora ha viajado a mi estómago,
cociéndose y gorgoteando. No he vomitado por los nervios desde mi
primer concurso a los cuatro años. No empezaré ahora. No puedo.
Este es un vestido de treinta mil dólares. Una mancha de vómito no
coincidiría exactamente con las perlas. Y lo que es peor, mis amigas
tienen ojos de águila. Definitivamente lo notarían y lo sabrían.
Sabrían que estoy entrando en pánico. No puedo permitirme eso. La
esposa del futuro alcalde es una tipa fría. Imperturbable. Hace que
todo parezca fácil. Eso es lo que soy. No una chica nerviosa con
sudor en la espalda.
Años de clases de etiqueta, una dieta estructurada y un
calendario social completo han garantizado la prominencia que
adquiriré tan pronto como diga “Sí, acepto”. Debería estar
agradecida por las oportunidades que se me han brindado, a pesar
de que ha habido momentos a lo largo de los años, momentos como
ahora, en los que miro a mi alrededor y no reconozco nada. O
sentirme como un maniquí que ha sido diseñado y colocado por otra
persona. ¡Aquí tienes un ejemplo a seguir! ¡Mira cómo sostiene su
pose!
Nunca ha sido más difícil mantener la pose como lo es ahora.
Puedo equilibrar un libro en mi cabeza y bailar claqué
simultáneamente, pero bajar las escaleras y prometer mi futuro a
alguien que solo conoce el maniquí da miedo. Estoy asustada.
Porque tampoco estoy segura de conocer a la chica atrapada
dentro del maniquí. ¿Quién es ella?
Un destello de negro en el exterior me llama la atención. No es
exactamente un color llamativo, pero entre los pasteles, la figura
oscura cruzando la calle frente a la iglesia me acerca a la ventana.
Me toma un momento ubicar la identidad de la mujer de cabello
negro que sube pisando fuerte los escalones de la iglesia con una
expresión desafiante, pero cuando lo hago, mis pies pasan de fríos
a congelados.
Addison Potts.
¿Qué está haciendo mi prima en mi boda? Dios sabe que no
fue invitada. Su lado de la familia no ha sido bienvenido ni en el
brunch del domingo en décadas. No la he visto en Charleston desde
que teníamos veinte años. Posiblemente más que eso, ya que
nunca nos movimos en los mismos círculos. Mi círculo está abriendo
su segunda botella de champán y un estallido de respuesta ocurre
en algún lugar de mi abdomen cuando Addison se detiene frente a
las puertas de la iglesia. Sin dudarlo, exactamente. Solo dándole a
los invitados la oportunidad de mirarla. Animándolos.
Sacudiendo las cosas.
Se me escapa una risita, creando condensación en la ventana.
¿Dónde ha estado? ¿Qué ha estado haciendo mientras me
preparaba para ser el guardián del calendario social de alguien? Se
fue de Charleston a Nueva York hace años, sola. Eso es todo lo que
sé. Ahora viéndola, ese desafío innato en cada uno de sus
movimientos… apuesto a que todo lo que hizo desde que dejó
Carolina del Sur, lo hizo por sí misma. En sus propios términos. Ha
estado viviendo. Eso está claro.
Addison frunce el ceño y mira hacia la ventana, pero me
agacho antes de que me vea. Mi corazón late salvajemente en mi
garganta. ¿Qué vería Addison si me mirara? Exactamente lo que
soy. Una belleza sureña mimada con la cantidad adecuada de
amigos. Un círculo interno de cuatro, una red inmediata de treinta y
dos y un círculo externo más amplio de doscientos cincuenta. Una
reina de belleza rubia cuyos intereses incluyen álbumes de recortes,
creación de cócteles exclusivos para fiestas y envoltorios de regalos
elegantes. Mi prima perdida hace mucho tiempo probablemente se
reiría de mí.
Quizás debería.
Cuando miro hacia los escalones de la iglesia, Addison ha
desaparecido en la iglesia, dejando un revuelo a su paso. Y por
primera vez en mi vida, comprendo la envidia. Nunca he causado
revuelo. Ni una sola vez. He inspirado aprobación. Los conjuntos de
suéteres a juego no dejan boquiabierto a nadie, ¿verdad?
—Naomi —llama mi madrina, Harper—. Le prometí a tu madre
que te haríamos caminar por el pasillo a las tres en punto.
Deberíamos bajar.
Una dama de honor apoya una cadera perezosa contra el
carrito de licores, empujando las botellas.
—Sí, no enfademos a la mujer. Quiero llegar a la recepción con
mis extremidades intactas.
A pesar del ciclón que se está gestando en mi estómago, mi
risa tintineante llena la habitación.
—Damas, ¿les importaría terriblemente si tengo un momento a
solas con Harper? Vamos a tener una charla.
—Por supuesto —chirriaron tres damas de honor, demasiado
alegremente.
¿Qué estoy haciendo? Esta reunión improvisada no está en la
agenda. Un vistazo rápido al reloj me dice que ahora llego tarde a mi
propia boda. Si mi madre tiene que subir los escalones, estará
respirando fuego, y eso es lo último que necesito en este momento.
No queremos hacer esperar a Elijah. No. No, nunca queremos hacer
nada que altere esta vida ideal divinamente perfecta que he
conseguido. Esto es lo que siempre quise. Esposa de un hombre
rico y respetado. Un héroe militar que inspira suspiros de envidia y
orgullo cuando camina por la calle.
Un hombre bueno. Un hombre honesto que se mantendrá fiel a
sus votos. Un ser humano amable y compasivo. Ese es Elijah
Montgomery DuPont, el próximo alcalde de esta ciudad preciosa. Da
la casualidad de que piensa que prefiero el Pinot Grigio. Sin
embargo, esa solo es la punta del iceberg, ¿no? Pasé horas
peinándome para la cena de ensayo anoche y él miró directamente
a través de mí. Seguro, me besó en la mejilla y asintió cuando
hablé. Me aseguré de llegar a mi asiento asignado sin lesiones ni
agresiones. Amo a Elijah.
Simplemente no me ama. Y después de ver a Addison Potts
afuera en los escalones de la iglesia, sé exactamente por qué.
Mientras que mi prima es vivaz y excitante, yo soy una aburrida
debutante del montón que nunca ha vivido fuera de los parámetros
acérrimos establecidos para ella. No he experimentado nada, a
menos que alguien lo haya planeado para mí. No soy interesante ni
digna de toda la atención de nadie. Es probable que mi prometido
esté parado frente al altar en este momento, temiendo los próximos
cincuenta años de conversaciones deslumbrantes sobre el club de
campo y los comités de planificación de caridad.
Yo. Voy a estar causando aburrimiento.
Oh, Señor. No. No puedo hacerlo. No quiero hacerlo.
Tengo que salir de aquí. Tengo que salvar a Elijah.
Y, más importante aún, creo que tengo que deshacerme de mi
caparazón exterior de maniquí e ir a vivir un poco. He existido estas
últimas dos décadas y media por mis padres. ¿Ahora voy a dedicar
los próximos cinco a un esposo sin saber lo que realmente tengo
para ofrecer más allá de las charlas triviales y los consejos de
limpieza de jugos? ¿Qué quiero del futuro? Ni siquiera lo sé. Pero
tengo que experimentar más antes de estar segura de que es esto.
—Naomi. —Harper agita una mano frente a mi cara—. He
estado llamando tu nombre, cariño. ¿De qué querías hablarme?
—No voy a bajar allí —susurro con los ojos totalmente
abiertos.
Está bien, de acuerdo. Ahí está. Mi primera mandíbula caída.
—¿Qué?
Mi mirada rebota por la habitación, catalogando todo lo que
necesito llevarme. Bolso. Las llaves de mi auto están con en el
bolsillo interior con cremallera. Definitivamente las necesito porque
mi maleta está en el maletero, mi computadora portátil y mi ropa de
luna de miel adentro. Mientras tenga esas cosas, no tendré que ir a
casa y arriesgarme a que mi madre me amarre y arrastre de regreso
a la iglesia.
Solo puedo… irme.
La emoción crece en mi pecho. En serio estoy haciendo esto.
Debería estar aterrorizada, pero en su lugar, los nudos se están
soltando dentro de mí. Hoy no voy a casarme. Estoy tomando esta
decisión.
Tragando nerviosamente, me muevo hacia el escritorio en la
esquina y garabateo una nota con una mano temblorosa. Lo siento,
Elijah. No puedo hacerlo.
Dudo antes de escribir la siguiente parte. ¿Voy a romper por
completo los lazos con mi prometido? Sí. Y no. Necesito darle a
Elijah su libertad. Es justo después de lo que estoy a punto de
hacer. No puedo pedirle que espere mientras me descubro. Eso no
sería justo. Pero sé que podría buscar en todo este mundo y no
encontrar un hombre más decente. De modo que, ¿voy a romper
nuestro compromiso? En mi corazón… voy a mantener viva la
esperanza de que encontraremos el camino de regreso el uno al
otro. Si estamos destinados a serlo, algún día me perdonará, ¿no?
No quería que terminara de esta manera, pero es lo mejor.
Esas últimas palabras se desdibujan a medida que las miro,
hasta que el reloj distrae mi atención. Ahora llego diez minutos tarde
a mi propia boda. Inaudito. Probablemente mi madre esté en
camino; no, esos son sus pasos subiendo las escaleras ahora.
Tengo que moverme.
Pongo la nota doblada en las manos de Harper.
—Lamento hacerte esto, cariño, pero necesito que le des esto
a Elijah. —Comienza a negar con la cabeza—. Has sido una buena
amiga, Harper. Desearía tener más tiempo para explicar, pero ahora
mismo, necesito que detengas a mi madre mientras escapo por la
escalera trasera.
—Pero ¿por qué? —susurra Harper, abanicándose con la nota
—. Elijah es tan atractivo.
Sin embargo, no hay tiempo para contestar, y le doy la espalda
a mi amiga con los ojos abiertos de par en par, agarro mi bolso y
corro hacia la puerta de la escalera. No una hazaña fácil con mis
zapatos de tacón adornados con cristales que había diseñado para
combinar con los zapatos de Cenicienta, lo cual, cielos, parece tan
trillado y cliché ahora. Está oscuro en el camino hacia el nivel de la
calle, lo que lo hace sentir como un sueño. O un error. Se supone
que no debo estar en la oscuridad, se supone que debo caminar por
el pasillo adornado con luces de vidrios refractantes. Probamos
varias posiciones diferentes del sol antes de considerar a las tres en
punto el tiempo óptimo para el pasillo. Ya puedo oír a mi madre
rechinar sus dientes. Estamos perdiendo el sol.
¿A quién le importa? Me rio al tiempo que me lanzo por la
puerta de salida y camino rápidamente en el estacionamiento, con el
bolso en una mano y el dobladillo de mi vestido de novia en la otra.
No hay un alma alrededor. Nadie quiere perderse el compromiso de
primera clase del héroe de la ciudad y su esposa trofeo, ¿verdad?
Si bien ese pensamiento áspero pica como una abeja enojada,
me hace moverme aún más rápido hacia mi Range Rover blanco,
estacionado en la sección de valet. Quiero ser más que la Perfecta
Esposa Rubia de alguien. Quiero ser… más como Addison. Más
como la prima oveja negra que caminó con la barbilla en alto en una
iglesia llena de gente a la que no le gustaba. Quiero ser así de
valiente. Antes de que eso suceda, necesito una razón para ser
valiente. Necesito ver, aprender y hacer.
Vuelve, dice una voz en el fondo de mi cabeza. En serio no
puedes estar haciendo esto.
No tienes lo que se necesita para sobrevivir.
Eso podría ser cierto. Pero estoy haciendo esto,
independientemente.
Soy una novia fugitiva.
En unos momentos, salgo del estacionamiento y me dirijo
hacia la autopista, mi velo ondeando en el viento. Sin embargo,
antes de tomar la rampa de entrada, me detengo y trazo un mapa
de una ruta sensata a Florida en mi navegador guiado por voz.
Una boda abandonada no hace una mujer espontánea.
Sin embargo, después de eso, estoy en camino.
¿A qué?
Supongo que lo descubriré.
2
Naomi
EndoftheInternet.net
Nombre de usuario: IGotAnswerz9
¿Alguien se enteró de la Novia Fugitiva en Charleston?
¿Se escapó o está involucrada un juego sucio?
Las teorías son bienvenidas (nada extravagante, por favor).
ConspiracyCrowd.org
Nombre de usuario: IWant2Believe2000
¿Alguien ha revisado el vestidor en busca de sustancias extrañas?
No, claro que no. Aparentemente, la verdad es DEMASIADO REAL para
algunas personas.
***
Naomi llega a las seis y media en punto con una sonrisa alegre
y una botella de vino blanco. A mi naturaleza militar le gusta la
llegada puntual. A mi naturaleza masculina le gustan aún más los
pantalones cortos blancos que lleva, pero no voy a detenerme en mi
reacción química hacia ella. Después de la forma en que se escapó
como un conejo asustado al verme sin camisa esta tarde, estoy aún
más seguro de que ponerme físico con esta mujer simplemente no
va a suceder. No es mi tipo. Estoy aún más lejos de ser el de ella. Y
la forma en que me gustaría acostarme con esta mujer
probablemente le daría los jodidos vapores.
Esta tarde, en el camino de entrada, pensé haber visto una
chispa de interés reacia en Naomi, pero definitivamente estaba
equivocado. Sostiene esa botella de vino frente a ella como un
exorcista presentando una cruz para defenderse de los espíritus
malignos. Bastante bien, es mejor así. Birdie regresó de su carrera
esta tarde… emocionada. No la había visto así desde que llegué a
casa.
Antes de que Naomi llegara a nuestra puerta, Birdie parecía
decidida a competir en el concurso por Natalie, pero ganar no era
una posibilidad. Tuve que firmar el papeleo, así que sé que ella
escribió por mierdas y risitas solo por diversión bajo la pregunta:
“¿Por qué quieres competir en el concurso del condado de Miss St.
John?” Sin embargo, hace una hora, pasé por su habitación y la vi
practicando un desfile en pasarela. Tal vez tener a alguien en su
esquina que sepa lo que están haciendo esté marcando la
diferencia. Demonios, es más de lo que tenía ayer cuando solo me
tenía a mí.
En resumen. Naomi le está dando a Birdie una oportunidad de
pelear y no voy a joder eso. Es todo lo que sé darle a mi hermana.
No he podido proteger a la persona más cercana a ella en este
mundo. Y gracias a mis horas de trabajo y a la falta de empatía
especial, no he podido darle un hogar saludable y acogedor. En las
raras noches que logramos cenar juntos, comemos en silencio
frente al televisor y nos despedimos con un brusco “buenas noches”.
No tengo ni idea de cómo se supone que debe lidiar con su
dolor. Perdí a tantos hermanos, dejé de tomarme el tiempo para
procesar el horror de eso. Levántate y sigue moviéndote. Siempre
queda el siguiente trabajo por realizar. Prisioneros a ser liberados.
Tiroteos por ganar. Información por reunir. Es lo que debería estar
haciendo ahora. Es para lo que estoy construido, no para consolar a
una adolescente.
Quizás esto sea todo. Quizás este concurso sea la versión de
Birdie de levantarse y seguir moviéndose. Si ese es el caso,
mantendré mis manos fuera de esta reina de belleza de Charleston.
Me voy a masturbar pensando en quitarle esos remilgados
pantalones cortos blancos por las piernas a Naomi y darle el trabajo
mientras ella me lanza miradas severas y de desaprobación por
encima del hombro. De nuevo. Ya he cedido a esa fantasía dos
veces desde que nos dimos la mano en mi cocina anoche. El hecho
de que ella me haya hecho rendirme a una debilidad física dos
veces, aunque claramente me encuentra desagradable, me da
ganas de molestarla de la única manera que sé. Ser un imbécil.
Asiento al vino debajo de su brazo.
—¿Quién diablos va a beber eso?
De alguna manera se las arregla para hacer que un
movimiento de ojos parezca elegante.
—Como anfitrión, el protocolo adecuado es invitarme a tu casa
y luego ofrecerme una copa. ¿Vamos a tener una discusión en tu
porche cada vez que venga, señor Bristow?
—Jason.
—Empezaré a llamarte Jason cuando estemos en términos
amistosos.
—¿Ese es el protocolo?
—De hecho, lo es.
Ese puchero de censura es exactamente el que me da en mi
fantasía, lo que hace que las cosas sean bastante confusas e
incómodas para el hombre de abajo.
—Adelante. Vamos a comer pescado.
—Oh, sí. —Mira la botella y baila un poco—. Elegí el vino
correcto.
—El pescado sabe bien con cerveza. Incluso mejor.
—¿Lo has probado alguna vez con vino?
—Diablos, no.
—Entonces, ¿cómo lo sabrías? —Aprieta los labios y yo hago
lo mismo, así no sonreiré. ¿Por qué de repente se ve tan
emocionada? ¿Por qué me gusta?—. Tengo una gran idea. ¿Por
qué no pruebas una copa de vino y yo probaré tu cerveza?
Prefiero beber pis, pero no me atrevo a decirlo en voz alta.
Uno, es un juego amistoso, y amistoso es donde necesito estar, así
ella me llamará “Jason”. ¿Por qué me importa una mierda? Está
más allá de mí. Dos, en serio quiero ver a esta belleza sureña beber
una Budweiser directamente de la botella.
—Hecho.
Naomi dobla un poco las rodillas y vuelve a levantarse.
—Divertido. —Parpadea con esos ojos azules y tengo que
ordenarme no acercarme más—. Técnicamente, este es un
concurso de beber cerveza. Más o menos. ¿No? —Agrega en voz
baja—: Eso definitivamente no es aburrido.
Siento que un ceño fruncido junta mis cejas.
—¿Quién te dijo…?
—Jason —gime Birdie detrás de mí—. Déjala entrar.
Hasta la interrupción de mi hermana, me olvido por completo
de que Naomi todavía está afuera. Y cuando me pasa para entrar a
la casa, con mucho cuidado de no tocarme ni siquiera con un trozo
de tela, mi pulso comienza a acelerarse. Probablemente solo estoy
irritado por tener que beber vino.
Birdie y Naomi se sientan en el comedor, mientras yo saco el
pescado del horno y separo las porciones en platos, junto con
zanahorias y patatas asadas. Cuando todo está servido, exprimo
limón sobre básicamente todo y agrego un poco de sal.
Definitivamente no soy un chef. De hecho, soy una mierda en la
cocina. La mayoría de las noches, recojo comida de camino a casa
desde el puerto deportivo: italiano, sushi, sándwiches. En este
momento, bien podría tener los ojos vendados y las dos manos
atadas a la espalda.
Momentos después, busco una reacción cuando dejo la
comida frente a Naomi. No hay nada más que positividad irradiando
de cada poro de ella cuando sé que probablemente sea basura en
comparación con lo que está acostumbrada a comer. Sin embargo,
¿por qué hago esa suposición? A mi regreso a la cocina para buscar
una cerveza, una copa de vino y un sacacorchos, me recuerdo que
no sé casi nada de Naomi. Quizás debería dejar de hacer
suposiciones.
Naomi mira la Bud abierta cuando la dejo frente a ella.
—Primero las mujeres.
Me lanza una mirada afilada.
—Así que tienes modales cuando te conviene.
Me concentro en mi cena en lugar de responder, notando que
Naomi ha separado cuidadosamente las papas del resto de su
comida.
—¿Esa es tu primera cerveza? —pregunta Birdie, su atención
va y viene entre su entrenadora y yo—. De ninguna manera.
—Sí. —Naomi inclina la botella hacia sus labios, y dejo de
masticar, viendo su garganta moverse a medida que traga. Sus ojos
se cierran con fuerza y atrapa el líquido dentro de su boca con una
servilleta—. Oh Dios, eso es terrible. —Se me escapa una risa y
Birdie casi se cae de la silla—. Ahora bebe el vino.
—¿Te ayudará a recuperarte si lo odio?
—Sí.
Suspiro durante el proceso de abrir el vino y servir media copa,
luego lo bebo de un trago. Fresco, crujiente, afrutado. No es que
alguna vez lo admitiera en voz alta, pero aparentemente la gente no
ha estado mintiendo cuando afirmaba que el vino blanco combina
mejor con el pescado.
—¿Ahora quieres cambiar?
—Ni siquiera nos dijiste si te gustó —balbucea Naomi en tanto
cambio su cerveza por mi copa de vino rellenada, permaneciendo
en silencio mientras realizo la tarea—. Te gustó —jadea,
volviéndose hacia Birdie—. Lo hizo, ¿no?
Birdie se ríe en un bocado.
—Buena suerte para que lo admita.
—Oh, lo haré. —Le da un delicioso mordisco a un pescado—.
Ahora me lo he propuesto.
Recojo una patata y me la meto en la boca.
—¿Qué es esto de las zapatillas nuevas?
—Sutil cambio de tema por parte de Bristow —se ríe mi
hermana, moviendo su mano hacia mi cerveza. Le agarro la
muñeca, la aparto y ella continúa sin perder el ritmo—. La
entrenadora número seis me está haciendo hacer ejercicio…
—Entrenadora número seis.
—Correcto. Porque mataste o disparaste a las otras cinco.
Solo sigue el juego.
Tomo un trago de cerveza y dejo la botella.
—Se lo tenían muy bien merecido.
Naomi todavía no ha tocado sus patatas.
—Supongo que tu bote facilita esconder los cuerpos en el mar.
—Cuando la miramos, clava su tenedor en una zanahoria—. ¿Qué?
Ustedes dos pueden ser morbosos, ¿pero yo no? —No espera a
que respondamos—. Hoy noté tu equipo. ¿Es buceador, señor
Bristow?
Su énfasis en “señor Bristow” es imposible de ignorar. Si
supiera lo caliente que me pone esa formalidad burlona.
—Tengo una empresa. Hacemos inmersiones privadas guiadas
en St. Augustine. Equipos corporativos de construcción. Jubilados
de vacaciones. —Naomi deja su tenedor, claramente acabó, así que
arrastro su plato más cerca y comienzo a comer sus papas—. Era
un buceador maestro en el Ejército, asignado a las Fuerzas
Especiales. Cuando me dieron la licencia, quise seguir practicando
para…
—Para cuando vuelva —termina Birdie.
Mi hermana no me mira, así que no estoy seguro si
simplemente estaba siendo realista o si el entumecimiento que
percibí en su tono era real. Siempre ha sido el plan para mí
reubicarme, y ella nunca ha expresado su descontento por ello.
Pertenezco al extranjero. Al final, solo asiento y continúo.
—Sí, para cuando vuelva. Después de la graduación de Birdie.
Mi embarcación es la que utilizo para las inmersiones. Sin embargo,
autorizo el uso del nombre de Bristow Diving a varios instructores de
la zona. Unos diecisiete en total en la flota.
—Parece que lo estás haciendo muy bien.
Así es. Y no me gustaría que ella lo supiera tanto.
—¿Y tú, reina de belleza? ¿Siempre has sido una entrenadora
de concursos?
—No, esta es mi primera vez. —Toma su primer sorbo de vino,
suspira de placer, y siento ese sonido justo entre mis piernas—. Al
menos, oficialmente. He sido mentora de algunas amigas.
—¿Qué hacías antes de dejar Charleston para convertirte en
entrenadora?
Birdie deja que su tenedor golpee su plato.
—Dios, Jason. No es una sospechosa de terrorismo. Detén el
interrogatorio.
—Solo estoy conversando.
Mi hermana pone los ojos en blanco.
—Esperaremos aquí mientras conecta su máquina de
polígrafo.
—No, está bien —susurra Naomi, sosteniendo sus manos
pacíficas. Viéndose… alarmada—. Está bien. Es totalmente natural
tener curiosidad. Bueno, soy prácticamente una extraña.
La casi discusión sacudió a Naomi, eso es obvio. Hay un
temblor leve en sus dedos y su color ha pasado de crema a rosa.
Saltó directamente a jugar a la pacificadora como una vieja
profesional. Necesitando tranquilizarla, abro la boca con la intención
de dejar el tema, pero sigue adelante antes de que tenga la
oportunidad.
—Mencioné que necesitaba un tiempo fuera de Charleston y lo
decía en serio. Estoy segura de que suena terriblemente trillado,
pero estoy aquí para… bueno, supongo que se podría decir que,
para descubrir de qué estoy hecha. —Ahora está hablando
directamente con Birdie y eso está bien, pero necesito su atención
pronto para saber que no la asusté o algo así—. Nunca he estado
por mi cuenta y quería intentarlo. Para ver si siquiera sabía cómo
hacerlo. ¿Eso no es algo que una mujer debería saber sobre sí? —
Agita una mano—. Me mantuve ocupada mientras estabas hoy en la
escuela, Birdie, caminando por St. Augustine y pensando qué hacer
mientras estoy en la ciudad. Hablando de cerveza, ¿sabías que hay
una fábrica de cerveza en la ciudad? Enseñan un curso de
elaboración de cerveza y tomaré nuestro pequeño concurso de esta
noche como una señal de que debería ir. —Se acomoda en su silla
con un movimiento de cabeza—. Estoy segura de que hacen
cervezas que no me harán querer comprar una boca nueva.
—Entonces, ¿estás aquí para, como, una aventura? —
pregunta Birdie lentamente.
—Sí. —Naomi se acerca para apretar el brazo de Birdie—.
Entrenarte será parte de la aventura. —Le guiña un ojo a mi
hermana, quien le devuelve uno genuino, pero a regañadientes—.
Es emocionante pasar mi tiempo libre como yo elija.
Me gustaría explorar ese último comentario,
desafortunadamente todavía estoy atrapado en el curso de
elaboración de cerveza.
—¿Dónde está esta cervecería? ¿Quién está enseñando esta
clase?
—No sé. —Se da vuelta y busca en el bolso que dejó colgado
en el respaldo de la silla—. Hay un grupo de jóvenes con adorables
bigotes en el volante…
Un gruñido sale directamente de mi pecho.
—Déjame verlo.
Su espalda se endereza ante mis órdenes y ya sé lo que eso
significa.
—No.
—¿Has oído hablar de Google? No será difícil encontrar la
información.
—Entonces te sugiero que lo busques en Google, señor
Bristow —responde, celebrando la última palabra con un sorbo de
vino—. Hablemos de vestidos de noche, Birdie…
Si me hubieras dicho hace seis meses que estaría sentado en
una mesa escuchando a mujeres debatir los méritos de los vestidos
sin tirantes versus los vestidos halter, te habría llamado mentiroso.
Pero diablos, si el tiempo no pasa volando mientras veo a Naomi
animarse cada vez más sobre mi cerveza, su risa haciendo que mi
cocina sea cómoda en lugar de funcional. Un lugar para vivir en
lugar de un lugar para comer y largarse. Pasa una hora antes de
que me dé cuenta de que he parpadeado.
Me preocupaba que fuera una distracción.
Sin embargo, mientras ella se digna a mirarme, frunciendo sus
hermosos labios para encontrarme estudiándola probablemente
demasiado de cerca, empiezo a pensar que una “distracción” podría
haber sido un eufemismo.
6
Naomi
ColdCaseCrushers.com
Nombre de usuario: StopJustStop
Pregunta: ¿Perdiste a tu NOVIA? Probablemente esté en la casa de una
amiga.
O teniendo una agradable y larga reflexión. ¡¡¡Pruébalo alguna vez!!!
Así es como comienzan los rumores y se enfrían los rastros, gente. Desvíos
proporcionados por bobalicones como tú. Me estoy tomando un descanso.
Estaré sin conexión hasta nuevo aviso. Chau. Adiós.
***
Un temblor me atraviesa.
—Justo en el objetivo, como siempre, madre —digo con un
temblor.
Soy egoísta, ¿no? Toda mi vida, todo me ha sido entregado.
Caminar por el pasillo, a pesar de saber que aburría a mi prometido
hasta las lágrimas, habría sido mi forma de mostrar gratitud. Por
todo lo que me han dado mis padres. Ese habría sido el
comportamiento de una hija obediente, que es para lo que me
criaron. Me casaría con un hombre que me daría todo…
Pero no. No habría podido darle todo a Elijah. No emoción.
Nada único. ¿No es por eso por lo que estoy aquí? Por mucho que
quiera aprender de lo que soy capaz, quiero volver a Charleston con
experiencias en mi haber. Este tiempo fuera está destinado a
sacarme de la caja de Mattel en la que he estado viviendo. Para
poder ser una mejor esposa, madre. Persona.
Aunque duele, me obligo a leer el correo electrónico de mi
madre nuevamente. ¿Han acabado tan pronto las cosas entre Elijah
y Addison? La decepción se hunde en mi vientre. Con un
movimiento de cabeza desconcertado, me doy cuenta de que en el
fondo debo haber estado alentándolos. Señor, soy la ex prometida
menos devota del planeta. Realmente debo trabajar en eso antes de
irme a casa.
Por ahora, no puedo dejar que mi madre me afecte. Sin
embargo, necesito ponerme en contacto con Elijah. La nota que le
dejé en la iglesia era lamentable y desesperada; además, la dejé
hace casi un mes. Merece saber dónde estoy y que… estoy
pensando en él.
Pero cuando abro un nuevo correo electrónico y escribo su
dirección en la barra superior, no estoy pensando en Elijah. Es en
Jason. La piel de gallina se me sube por el cuello, como si él
estuviera detrás de mí, observándome mientras le envío un correo
electrónico a otro hombre. No le gustaría. En absoluto. La culpa
hace que mis dedos sigan tocando las teclas, por dos razones. Uno,
todo mi cuerpo reacciona al solo pensar en Jason, mis pezones se
fruncen en picos dolorosos, mis muslos se mueven alrededor del
asiento. No es el tipo de estado en el que debería estar cuando me
comunico con mi ex prometido y le agradezco su paciencia. Dos,
después de lo que Jason y yo hicimos en su habitación… siento que
no le estoy siendo infiel a mi complicado empleador. Y eso es
aterrador.
Las voces del exterior me distraen de mis pensamientos.
Hombres. Uno de ellos es Jason, pero no reconozco al segundo. Me
aparto de la mesa de la cocina con el ceño fruncido y me muevo
hacia la ventana, encontrando a Jason abriendo la puerta trasera de
su casa, llamando a Birdie. Hay algo diferente en él y estoy tan
concentrada en averiguar qué es, que no me doy cuenta del
segundo hombre me está mirando desde el camino de entrada. Me
recupero con una sacudida, enviándole un saludo tentativo, que él
devuelve mientras niega con la cabeza y se ríe.
Birdie sale de la casa en pantalones de pijama y una sudadera
con capucha, estrechando la mano del segundo hombre. Todos
juntos se dirigen hacia las escaleras y me doy cuenta de que vienen
aquí. A mi casa.
—Oh, rayos. —Salto de la ventana con un chillido, quitándome
mi túnica de luna de miel rosa de seda, cambiándola por el maxi
vestido azul que usé hoy. Un par de pellizcos de mis mejillas en el
espejo y ya están llamando—. Un aviso sería bueno —murmuro,
acercándome a la puerta principal y pegando una sonrisa—. Una
simple llamada telefónica. Cualquier cosa.
—No tengo tu número —dice Jason a través de la puerta.
Entierro la cara entre mis manos por un momento, luego abro
la puerta.
—¡Hola! —Sin esperar una invitación, Birdie pasa a mi lado y
salta a la encimera de la cocina, dejando a Jason y al desconocido
en la puerta. Extiendo mi mano hacia él y él la toma, apretándola
cálidamente—. Naomi Clemons. Es un placer conocerte.
—Kyle Musgrave a tu servicio. —Sonríe con encanto, y me doy
cuenta de que es bastante guapo con la barbilla hendida y el claro
cabello quemado por el sol. La antítesis de la apariencia oscura de
Jason, podría ser un hombre o podría ser un oso—. Perdón por la
visita de último minuto —dice—. Es un placer conocerte también.
No hay ayuda para esto. Tengo que enviarle a Jason una
mirada remilgada. ¿Ves? Un saludo adecuado no es tan difícil.
—No pienses en eso. Por favor, entra. —Doy un paso atrás
con un movimiento de mi brazo—. Supongo que es amigo del señor
Bristow.
Le sonríe a Jason, quien le responde poniendo los ojos en
blanco.
—El señor Bristow y yo estuvimos juntos en el servicio. Hoy
me presenté en el puerto deportivo sin previo aviso y él ha tenido la
amabilidad de llevar a un perro callejero a pasar la noche.
El ceño fruncido de Jason está fijo en algo y tengo que girar en
círculo para descubrir que es mi bata de seda amontonada en el
suelo. Manteniendo mi sonrisa, la recojo y la arrojo a mi habitación,
cerrando la puerta detrás de ella. Sin embargo, pensar en eso fuera
de lugar me pone ansiosa, así que me deslizo en el dormitorio, la
cuelgo de un perchero y vuelvo a aparecer ante la sacudida de
cabeza de Jason. ¿Qué tiene él que tira de mi curiosidad? Después
de un momento, el olor a cerveza me alcanza y me doy cuenta de
que ha estado… fuera. Bebiendo en un bar. Estos dos duros
guerreros han estado en la ciudad. Una visión de Jason rodeado de
bailarinas surge espontáneamente en mi mente y niego con la
cabeza para soltarla. No es de mi incumbencia dónde ha estado.
Sin embargo, la parte de atrás de mi cuello permanece más
apretada que un frasco de pepinillos.
—¿Puedo ofrecerte algo de beber, caballero? —Me digo a mí
misma que es ridículo estar molesta con Jason por disfrutar de su
velada, entro a la pequeña cocina y abro la nevera. Dudo un
momento antes de sacar dos botellas de Budweiser de su funda en
el soporte de cartón de un paquete de seis. La mirada de Jason casi
me hace un agujero en la espalda, pero me las arreglo para abrir las
botellas sin titubear—. ¿Quieres una Coca-Cola, Birdie?
Sus pies descalzos golpean los armarios inferiores a un ritmo
bajo.
—Estoy bien.
Me doy la vuelta y les paso las cervezas a los hombres,
perdiendo el aliento cuando las yemas de los dedos de Jason rozan
las mías. ¿Es mi imaginación o Jason creció varios centímetros
desde ayer? Tal vez al verlo hombro con hombro con otro hombre
de tamaño normal pone en evidencia exactamente lo grande e
intimidante que es. No mires su mano alrededor de la botella de
cerveza y recuerdes lo que la viste hacer. No… demasiado tarde.
Me guiña un ojo, como si leyera mi mente.
Frunzo el ceño en respuesta.
—¿Dónde reside, señor Musgrave?
—Por favor, llámame Kyle.
—Ahórrate el aliento —murmura Jason—. Nos conocemos
desde hace un mes y todavía no nos tratamos por nuestros
nombres.
Mientras Jason y yo nos miramos muy descortés, Kyle toma un
largo trago de cerveza.
—¿Importaría si preguntara por qué es eso?
Mi barbilla se levanta por sí sola.
—Se sale con la suya con demasiada frecuencia.
Jason resopla.
—Ambos sabemos que eso no es cierto.
Estoy bastante segura de que mi cara es del color del algodón
de azúcar. Señor, me gustaría darle una bofetada.
—Entonces. Kyle. ¿Estabas diciendo que vives en…?
—Oooh —canta Birdie detrás de mí—. Ella fue allí.
Los ojos de Jason me miran ardiendo detrás del cuello de su
cerveza.
Kyle parece que lo está matando contener la risa.
—Nashville, señora. Ciudad de la música. Ahí es donde crecí:
mi madre era cantante de country. Papá tocaba el bajo en su banda
ambulante.
—No tengo que preguntar si estaban tontamente enamorados
el uno del otro. Está ahí en tu voz —digo, extendiendo la mano para
apretar su brazo—. ¿Te llevaron de viaje con ellos?
—Los primeros diez años de mi vida los pasé en la parte
trasera de un autobús escolar amarillo reconvertido. —Me da una
sonrisa encantadora—. Probablemente el por qué no puedo
quedarme quieto ahora.
—Bueno, tu aflicción es nuestra ganancia. Es un placer
conocerte.
—Dios, así es como me habrías estado hablando todo este
tiempo si yo hubiera…
—¿Respondido la puerta como un caballero y no untarme las
manos con aceite de motor? —Saco una mota de pelusa imaginaria
de mi hombro—. Es probable. Sí.
Jason levanta su cerveza.
—Entonces, gracias a Dios, no soy un caballero.
Mi jadeo está plagado de indignación.
—¿Siempre son así? —le pregunta Kyle a Birdie.
—Solo en los días que terminan en S.
Jason se pasea en una dirección alrededor de la mesa,
moviéndose de esa manera lenta, de rey del castillo que he notado
antes. Flojo y casual, mientras que de alguna manera proyecta una
amplia gama de habilidades letales. Esta noche tiene más de esa
arrogancia engañosa que de costumbre porque obviamente esta no
es su primera Budweiser. No es que esté borracho o arrastrando las
palabras, pero su energía está más relajada.
—El lugar se ve diferente — comenta—. Has estado ocupada.
No estoy segura de si eso es un cumplido o una queja, así que
digo:
—Hay un mercado de agricultores interior encantador justo al
lado de King Street. Me he acostumbrado a recoger flores frescas.
—Son agradables. —Cuando nuestros ojos se encuentran, veo
que los suyos se han suavizado y un escalofrío me recorre. No sé
qué lado de Jason me alarma más. Dulce o agrio. Está a punto de
decir algo más, pero su atención se dirige a la pantalla de mi
computadora portátil y todo lo que ve allí oscurece su expresión más
rápido que un relámpago—. Parece que interrumpimos tu trabajo. —
Antes de que pueda responder, él ya está bebiendo su cerveza y
poniéndola sobre la mesa con un golpe—. Deberíamos dejarla. No
es exactamente un protocolo estándar que el propietario visite a un
inquilino con invitados, ¿verdad?
La forma en que se refiere a mí como inquilino es como un
atizador caliente para el abdomen. Esa distancia, la separación
entre ellos y yo es lo que intenté lograr al principio, pero no fue
realista. No funcionó, porque me preocupo por Birdie. Y es imposible
tomar la mano de alguien en un momento de debilidad, como lo hice
con Jason, y no… convertirme en una parte preocupada, ¿verdad?
Hemos intercambiado confidencias. Es por eso por lo que mi
garganta se siente en carne viva en respuesta a su actitud
desdeñosa.
Una luz se apaga en mi cabeza.
El correo electrónico. Vio el correo electrónico que comencé a
enviar a Elijah.
Mis síntomas se multiplican por diez, los tornillos se aprietan a
ambos lados de mi garganta, mi estómago se hunde. Culpabilidad.
—¿Puedo hablar contigo un minuto, por favor?
No estoy segura de por qué hago la sugerencia. ¿Qué
podríamos decirnos aquí? Pero ya está caminando hacia la puerta.
—Sí.
—Disculpen —susurro, siguiéndolo. Tan pronto como la puerta
se cierra detrás de mí, me inmovilizan. No por el cuerpo de Jason.
No. Por la pura ira que me dirige—. Lamento que hayas visto eso.
Las palabras salen a ciegas.
Le dan una pausa. Me dan una pausa. Da un paso decidido
hacia él.
—¿Por qué?
—No lo sé —respondo honestamente.
—Hermosa, pequeña mentirosa —dice entre dientes.
Jason llamándome hermosa amenaza con desviar mi enfoque,
pero aguanto.
—No estoy mintiendo. Tenemos esa relación que consiste
principalmente en discutir. Nos pinchamos constantemente… y por
eso… los momentos sin peleas intermedios no tienen sentido para
mí. ¿De dónde vienen? ¿Siempre eres así con una mujer que…?
—¿Quieres follar? No, cariño. Eso sería contraproducente.
Pero normalmente no busco seguir el rastro de una mujer que tiene
la mira puesta en otra parte.
Sus palabras están destinadas a ser una bofetada, pero siento
el aguijón por otra razón por completo.
—¿Eso es lo que estabas haciendo esta noche, Barbanegra?
—susurro—. ¿Merodeando por una mujer?
Oh, Señor. No puedo creer que haya preguntado eso. Es la
parte menos importante de la declaración que acaba de hacer. Y no
tengo ningún derecho, especialmente después de que vio los inicios
de mi correo electrónico a Elijah. Sin embargo, algo dentro de mí se
calma cuando la expresión de enojo de Jason se convierte en una
de total incredulidad.
—Es un testimonio de lo profundo que has llegado debajo de
mi piel que ni siquiera miré, ¿no es así? —Presiona sus manos en la
puerta sobre mi cabeza, dejando caer su boca hacia el espacio justo
encima de la curva de mi cuello. A unos centímetros de distancia
para poder sentir su respiración caliente—. Celosa. ¿No es así,
reina de belleza?
Doy un leve asentimiento, incapaz de hacer nada más que ser
honesta cuando mi cuerpo prácticamente tararea en voz alta,
delatándome. Soy celosa. Y una hipócrita.
—Bien —me susurra al oído, su lengua rozando el lóbulo
sensible, sus dientes mordisqueando ese mismo lugar hasta que me
preparo para ser llevada contra la puerta—. Intenta dormir celosa.
Lo he estado haciendo durante semanas.
Retrocede y golpea dos veces la puerta.
—Musgrave. Birdie —llama, todavía mirándome—. Vamos. —
Entonces solo para mis oídos—. Si quieres dejar de dar vueltas en
la cama y reclamar la responsabilidad de esta polla dura, sabes
dónde encontrarme.
15
Jason
ColdCaseCrushers.com
Nombre de usuario: StopJustStop
Caramba. Lo siguiente que sé es que estarán soltando teorías de Pie Grande.
Me voy de aquí. Adiós, Internet, para siempre. ¡¡Y lo digo en serio esta
vez!!
Naomi
—Birdie, ¿está todo bien ahí?
El silencio pasa.
—Eh. ¿Sí? No sé.
La mujer que ayuda a su hija en el probador junto al nuestro
me lanza una mirada curiosa. Le envío una mirada siniestra a
cambio que inmediatamente me recuerda a mi madre.
—¿De qué fue ese gemido? —llama Birdie.
—Genética. —Me sacudo—. Voy a entrar.
—Me toca a mí gemir.
Haciendo caso omiso de su teatralidad, aparto la cortina lo
suficiente para colarse… y mi boca cae abierta. Birdie está de pie en
el pequeño pedestal con un vestido sin tirantes de color rosa,
abrazando sus codos con un rostro pálido. Sin embargo, su postura
incómoda no quita la influencia del vestido. He estado viendo a las
chicas entrar y salir de estos probadores durante media hora y
ninguna de ellas me ha dejado sin aliento como Birdie. Sí, soy
parcial. Sin embargo, luce deslumbrante con el vestido; sin
embargo, parece más angustiada que eufórica.
—Birdie Bristow —respiro—. Es increíble. Eres increíble.
¿Cómo se siente?
—Solo quiero quitármelo.
El temblor en su voz despierta alarma en mi estómago.
—Está bien. Vamos a quitárnoslo. Podemos probar el azul. —
No se mueve. Y cuando trato de deslizar mi mano por debajo de su
brazo para alcanzar la cremallera lateral, ella se pone rígida y no se
mueve. Está congelada—. Birdie, ¿qué pasa?
Un hipo sale de su boca.
—No puedo hacer esto. —Las lágrimas llenan sus ojos donde
antes no existían—. Me parezco a Natalie con este vestido, pero no
soy ella. No puedo ser ella.
—No tienes que serlo. Nadie quiere que seas nadie más que
Birdie.
—Te equivocas. Se habrían quedado si ella hubiera sido la que
hubiera vivido. —Las palabras se pronuncian entre el castañeteo de
dientes y apenas puedo distinguirlas, pero lo hago y el corazón se
me sube a la garganta. Tiene que estar hablando de sus padres.
Oh, Señor. Hay mucho más aquí que una chica a la que no le gusta
un vestido. ¿Cuánto tiempo ha estado guardando estos
pensamientos dañinos dentro de ella?— Sácame de esta cosa. Soy
como una imitación barata.
—No. Eso no es cierto. —Con manos temblorosas, finalmente
llego a la cremallera y la abro, haciendo una mueca de dolor cuando
ella respira—. Por favor mírame.
Se pasa ambas manos por el cabello y se sienta en el pedestal
con un resbalón, el vestido todavía enredado alrededor de los
tobillos.
—Estaré bien. Solo dame un segundo.
—Cariño, puedes hablar conmigo.
La voz de Birdie sube varias octavas, provocando un silencio
sobre el resto del bullicioso cambiador.
—No necesito hablar.
La cortina se abre detrás de mí y el reflejo de Jason aparece
en el espejo. Su ceño se profundiza cuando ve a su hermana en
evidente angustia.
—¿Birdie?
Me pasa por alto en un solo paso y se detiene justo frente a su
hermana, claramente inseguro de qué hacer. Sus dedos se flexionan
a los lados, su pecho se levanta y cae. Finalmente, se pone de
rodillas y la envuelve lentamente en un abrazo. Su lenguaje corporal
forzado me dice que es su primer abrazo en mucho tiempo, y
debería irme y dejarles tener el momento. Me estoy yendo, pero los
ojos de Jason encuentran los míos en el espejo y me imploran que
me quede. No tengo esto, me dicen. Quédate.
—Estoy intentando hacer esto de una manera que la
enorgullezca. —La cara de Birdie está contra la camisa de Jason,
amortiguando sus palabras—. Es demasiada presión tratar de tomar
su tipo de elecciones y decisiones. Es como un jodido recordatorio
que nunca pude. Ella siempre fue mejor.
—No mejor, Birdie. Diferente —dice Jason con voz ronca—.
Cuando eran niñas, Nat nunca podía hacer girar el aro de hula-hula
mientras tú sí. Se arrojó boca abajo en la hierba una vez, llorando
por ello. ¿Recuerdas?
Resopla.
—Vagamente.
—Caminaste primero. Ganaste un concurso de ortografía en
cuarto grado y Nat quedó en último lugar. Me da vergüenza recordar
esto, pero eras mejor trenzando el cabello de muñecas. —. Tira de
ella con más fuerza en su abrazo—. La gente brilla en diferentes
momentos. Tal vez estaba teniendo uno de sus momentos justo
antes de morir, así que siempre la recordarás de esa manera.
Recuerdas cómo te sentías menos… brillante. Pero ella se dirigía a
un valle. Todos nos dirigimos allí eventualmente, y luego salimos de
allí. Como tú lo harás. También brillarás. Estás brillando ahora.
Las palabras de Jason hacen que mi pulso se acelere. Dos
veces. Tres veces. No dejará de revolotear por todo el lugar,
escuchándolo encontrar las palabras absolutamente perfectas para
su hermana. Y son perfectas porque no se ensayaron ni se
inventaron. No intentó decirle a Birdie que era tan maravillosa como
Natalie. Fue honesto. Tal vez una hermana estaba de pie bajo el sol
y la otra a la sombra, y tal vez la mejor manera de superarlo hoy es
reconocer esa verdad y avanzar hacia el siguiente obstáculo.
—Vámonos a casa —dice Jason, despeinando las mechas de
cabello azul de Birdie—. No tienes que tomar una cerveza después
de que me vaya a la cama esta noche. Te dejaré beber una sin
consecuencias. Una.
Birdie estalla con una risa acuosa.
—¿Sabías?
—Una cerveza nunca hace daño a nadie. —Se pone de pie y
ayuda a Birdie a ponerse de pie—. Vístete. Tómate tu tiempo. Nos
reuniremos contigo afuera.
Ella se relaja en un taburete de terciopelo con una respiración
profunda.
—Está bien. Nos vemos en cinco.
Mis emociones están jugando a saltar como una rana mientras
saco a Jason del cubículo con cortinas. Estoy preocupada por
Birdie. Por la dirección que he tomado con su entrenamiento. Me
perdía mucho entre bastidores. ¿Qué pasa si hice más daño que
bien al no reconocer el dolor que ella esconde detrás del humor? Es
posible que no esté equipada para esto en absoluto.
En un giro, es Jason quien está a la altura de la tarea de
consolar a su hermana, y mi admiración por él en este momento es
interminable. Esa es la emoción que salta más allá de mis dudas
para tomar la iniciativa. Estuvo asombroso ahí. Mirándolo por
encima de mi hombro a medida que pasamos por las filas de
vestidores, veo que se pregunta cómo manejó a Birdie, al igual que
yo me lo hago a mí misma. Él es totalmente ajeno al hecho de que
salvó el día.
Mi pulso late en mis oídos con la necesidad de mostrárselo.
Para borrar su expresión de incertidumbre. Dejo de caminar y giro,
buscando de derecha a izquierda un lugar para hablar a solas. Pero
a medida que se acerca, veo que Jason necesita que lo tranquilicen.
Cercanía. Necesita estar conectado a tierra. Mis acciones ocurren
por sí solas, como si mi cuerpo no tuviera más remedio que
compensar lo que le falta a Jason. Lo llevo a un cambiador vacío y
tiro de la cortina para cerrarla.
Y su boca está sobre la mía antes de que pueda respirar.
Me empuja contra la pared, nuestras bocas se inclinan y
succionan, sus caderas chocan con las mías y presionan, presionan.
—Por favor, nena —gime en mi boca jadeante, su rostro dolido
—. Por favor.
—Sí.
El beso es un aguacero que no se puede ver a través,
poderoso, hipnótico y embriagador. Es ese primer viaje alrededor de
una noria, solo que nos movemos a ciento sesenta kilómetros por
hora. Me mareo instantáneamente con su sabor, tabaco, café y
pasta de dientes con menta. Lanzo mis brazos alrededor de su
cuello y me aferro, dejándolo aplastarme contra la pared irrompible
de su cuerpo en tanto su boca se apoya en la mía una y otra vez.
Inclina nuestros labios juntos, sorbiéndome, cambiando de
dirección, el aire puntuado saliendo de su nariz, como si estuviera
fuera de control. Me quiebro.
Solo así.
La primera vez que nuestras lenguas se tocan, nos hacemos
añicos en gemidos ahogados, las manos de Jason como prensas en
mis caderas. Se deslizan más abajo hasta mi trasero y me levantan
para poder envolver mis muslos alrededor de sus caderas. La pared
del vestuario se estremece con la fuerza de su impulso y me muerdo
el labio para no gritar. Está tan grueso y listo y ahí mismo. Justo
donde lo necesito.
Nuestras bocas se vuelven a enredar y esta vez, hay más
exploración. Estamos luchando por el terreno, tratando de
superarnos el uno al otro con el gusto más completo. No puedo
tener suficiente. No puedo…
—Tranquila —se aleja para hablarme con voz ronca sobre mi
boca—. Tranquila, cariño. No puedes besarme así cuando no puedo
tenerte. Es simplemente cruel.
Asiento, el sentido común va despertando lenta pero
seguramente.
—Yo s-solo… —Señor, su boca es tan sexy. Y está ahí,
masculina y húmeda. Él también está mirando la mía—. Estuviste
increíble allí. Fuiste un héroe. —Arrastro mi atención para encontrar
sus ojos—. Estoy orgullosa de ti.
—Así que esto es una especie de… ¿qué? ¿Recompensa? No
merezco una. Es lo que debería haber estado haciendo todo el
tiempo. —Hay conflicto en su rostro, pero lo deja ir con una
maldición—. Demonios, tomaré lo que pueda obtener de ti. —Apoya
su frente contra la mía y respiramos juntos. Una vez, dos veces—.
No estaba seguro de haber dicho lo correcto…
—Lo hiciste.
—No soy bueno con ese tipo de cosas.
—Patrañas.
Su risa calienta todo mi cuerpo, de la cabeza a los pies.
—Esta es la parte en la que tengo que dejarte y marcharme,
¿no es así?
Asiento, temerosa de admitirme a mí misma que es lo último
que quiero. Dejo caer mis piernas alrededor de las caderas de
Jason y él me lleva al suelo con una mueca de dolor, ajustándose en
sus jeans. Niega con la cabeza y me gruñe a medida que retrocedo
a través de las cortinas… y me encuentro como el objeto de gran
interés para cada mamá del desfile en los vestidores. Birdie elige
ese momento para salir de su puesto, levantando una ceja ante la
desaprobación que se nos dirige.
—Jason intentó encender un puro. Justo ahí, en medio de la
tienda departamental —solté la mentira, uniendo los brazos a Birdie
y llevándola fuera de los probadores, con la barbilla en el aire—.
¿Crees en su descaro?
Una mirada por encima de mi hombro me dice que él está
luchando contra la risa, pero su sonrisa se suaviza rápidamente en
algo más caliente y nos imitamos el uno al otro con una lenta
liberación de aire. Su expresión hambrienta es una que
probablemente se quedará conmigo durante días. Muy parecido a
ese beso.
Oh, ¿a quién engaño? Será mucho más largo que eso.
16
Naomi
ConspiracyCrowd.org
Nombre de usuario: IWant2Believe2000
¿Pie Grande es un extraterrestre? Tengo una pregunta mejor para ti.
¿Pie Grande NO es un extraterrestre? Piénsalo.
Jason
Algo está en la mente de mi hermana.
Algo más urgente de lo habitual.
Estamos conduciendo hacia el puerto deportivo y se muerde el
labio, moviéndose nerviosamente en el asiento del pasajero. Por
supuesto, no hemos pasado el rato así desde que llegué a casa, un
hecho que me deja un mal sabor de boca. Pero ella no debería estar
nerviosa por ir a algún lado conmigo, ¿verdad?
—¿Qué pasa? —Asiento con la cabeza hacia su rodilla que
rebota—. Vas a hacer un agujero con el pie.
—Oh. Perdón. —Se mete el cabello detrás de la oreja—.
Nunca había buceado.
—Sí. —Me aclaro la garganta—. Lamento eso. Todas mis
inmersiones han estado relacionadas con los negocios últimamente,
pero eso no es excusa. Debería haberte sacado.
—No es la gran cosa. —Después de un momento de silencio,
se vuelve hacia mí con una media sonrisa—. Natalie te habría
fastidiado muchísimo. Dándote el trato silencioso hasta que nos
llevaras. Luego, habría enviado alertas de calendario de Google a
los teléfonos de todos y habría hecho camisetas. Día de Buceo
Bristow 2018.
Mi boca se vuelve hacia abajo en las comisuras, a pesar de
que estoy tratando de sonreír.
—Ella solía hacer de todo un evento. Por lo que recuerdo.
Birdie asiente.
—¿Qué recuerdas de ella?
Esta es la segunda vez que Birdie menciona a Natalie y creo
que necesita hablar sobre nuestra hermana. Eso es lo que está
tratando de decirme, a su manera.
—Recuerdo que odiaba que le cortaran el cabello. Maldición,
gritaría si llevaban las tijeras a cualquier lugar cerca de ella. ¿Estaba
largo… al final?
—Sí. Estaba viendo estos tutoriales de trenzado en YouTube
de forma obsesiva. Un nuevo tipo de trenza todos los días. Habría
cintas enhebradas y… —Se apaga—. Nos hizo verlos a todos y me
quejaba, pero me gustaba. La forma en que nos relajábamos todos
juntos en el sofá y nos desconectamos, escuchándola parlotear y
criticar todo.
Hemos llegado al puerto deportivo y entro en mi espacio
habitual, dejando el motor en marcha para que el aire acondicionado
permanezca encendido.
—Ella solía hacer listas codificadas por colores en la mañana
de Navidad —digo, sacando recuerdos de la canasta como hilos de
ovillos—. Columnas y todo. Solo para hacer un seguimiento de qué
regalos vinieron de quién.
La sonrisa de Birdie se expande y refluye.
—¿Cómo es posible que alguien así … no se despierte un día?
¿Cómo es eso posible?
Trago saliva y miro el agua, recordando lo confundido que
estaba al recibir la noticia. Y cómo esa confusión dio paso a la
frustración sobre cómo una niña sana de diecisiete años puede irse
a la cama sintiéndose bien y luego experimentar una insuficiencia
cardíaca de la noche a la mañana. Sin dolor, sin señales de
advertencia. Un impulso eléctrico irregular alteró el ritmo de su
corazón. Su corazón se detuvo. Síndrome de muerte súbita. Ni
siquiera sabía que era una cosa. Tan fácil, pero imposible de
aceptar.
—No hay una buena respuesta para explicar por qué sucedió,
chica. Solo sé que no es justo. —No estoy seguro de dónde viene,
pero de repente hay una expansión dentro de mí. Es como una
burbuja con una dura piel exterior, empujando las esquinas
interiores de mi pecho y aventurándose hacia mi garganta. Mi boca
es la única válvula de escape para la presión y se escapa en forma
de un jadeo ronco. Mi hermanita se ha ido—. Yo habría tomado su
lugar. En un instante.
—Lo sé. —Birdie se frota las rodillas—. Lo sé, Jason.
—Siento no haber estado aquí.
Escucho el clic del cinturón de seguridad de Birdie y luego se
desliza por el asiento, apoyando su cabeza en mi hombro. No dice
nada. No me dice que está bien ni trata de hacerme sentir mejor. Y
me alegro. Me están golpeando duro por primera vez desde que
recibí la llamada telefónica de que Natalie se había ido. Finalmente
estoy procesando la realidad de no volver a verla nunca más y
reconociendo la brecha que dejó en la atmósfera. La falta de ella ha
sido obvia a cada hora del día, pero he mantenido la cabeza gacha
y he seguido adelante. Sin embargo, se merece algo mejor que eso.
En el asiento delantero de mi camioneta, con el aire
acondicionado retumbando y el hombro de Birdie, cierro los ojos y le
doy a Natalie lo que me he estado resistiendo. Me conduelo.
No estoy seguro de cuánto tiempo pasa mientras nos
sentamos allí, pero abro los ojos para encontrar los pies de Birdie
cruzados en el tablero, su expresión pensativa.
—Guardemos la inmersión para otro día.
—Sí —digo, mi voz ronca—. Escoge la fecha y la
programaremos.
—Probablemente debería practicar mi caminata, de todos
modos. Finalmente estoy empezando a parecerme menos a un T-
Rex con tacones y más a uno de esos muñecos inflables de
concesionarios de autos.
Riendo silenciosamente, pongo la camioneta en reversa y
salgo del lugar de estacionamiento.
—Estoy seguro de que no te pareces a ninguna de esas cosas.
Resopla su desacuerdo.
—Además, tengo que hacer algunas compras de vestidos en
línea. —Al igual que en el camino hacia el puerto deportivo, ha
vuelto a morderse el labio—. Ya eché un vistazo a las pestañas que
Naomi dejó abiertas en su computadora portátil, de hecho.
Escuchar el nombre de mi torturadora hace que mis manos se
flexionen sobre el volante.
—Oh, ¿sí?
—Sí. Definitivamente es una buena idea pasar el buceo a otro
día, porque tenía la intención de decirte… —Esa rodilla comienza a
rebotar—. Algunas de esas pestañas que Naomi dejó abiertas son…
curiosas. Sí. Curiosa es la palabra correcta.
—Suéltalo, chica.
—Creo que Naomi podría estar en un desfile de arte corporal
desnudo.
Aprieto los frenos y la camioneta patina hasta detenerse
bruscamente, un rugido trepa por mi garganta.
—¿Qué?
17
Naomi
ConspiracyCrowd.org
Nombre de usuario: UrdadsMyFave69
Me ofrezco como voluntario para buscar en las colonias nudistas del país en
busca de la Novia Fugitiva.
Prometo no dejar piedra sin remover.
***
Querida Naomi,
Todavía te quiero. Sé que podemos superar lo que pasó. Por
favor ven a verme.
Elijah
ConspiracyCrowd.org
Nombre de usuario: IWant2Believe2000
No se dejen engañar por la Naomi nueva. Es una planta.
Dicho esto, tampoco me importaría una actualización.
¿Le parece triste a alguien más?
Jason
En el fondo, no creía que volviera con él. Pero aquí está. La
confirmación de mis peores miedos. Una pesadilla mucho peor que
las recurrentes que he tenido durante años, sucediendo justo frente
a mí. Sin embargo, no tengo más remedio que enfrentar esto de
frente. Vine aquí listo para luchar por mi vida, Naomi, así que
adelante.
El hecho de que se vea elegante en un nivel que nunca he
presenciado de cerca… y ese hijo de puta Elijah parece que
pertenece a su lado… no ayuda. Lo que sea. Se necesita cada
gramo de moderación que poseo para no avanzar y separarlos. Ella
es mía. El hecho de que todos en esta jodida habitación no sepan
que ella es mía es tan ofensivo para mí que quiero gritar hasta que
los candelabros tiemblen.
—¿Jason? —susurra Naomi, volviéndose—. Yo-yo… ¿qué
estás haciendo aquí? Yo…
El susurro de mi nombre es suficiente para detener el
movimiento de la habitación y vagamente noto que las cabezas se
giran en nuestra dirección, una por una. No me importa nada de
eso. Estoy demasiado ocupado absorbiendo la vista de ella mientras
me acerco, contando los segundos hasta que puedo olerla, paso mis
ojos por su piel de cerca, al diablo con el hecho de que ahora
pertenece a otro hombre. Sé que es mía. Lo sé.
Cuando me acerco a ella, me detengo y olvido el discurso que
practiqué mientras conducía a Charleston. Completamente perdido
en presencia de esta mujer que amo más allá de lo razonable.
—Podrías haberlo logrado en Florida sin mí. Podrías haber
construido un reino, gobernarlo y prosperar. Solo fui el afortunado
hijo de puta que abrió la puerta y consiguió retenerte por un tiempo.
Me desafiaste a ser más. Soy más por ti, pero no soy nada, nada,
sin ti. —La emoción obstruye mi garganta, pero continúo de todos
modos—. Eso es lo que debí haberte dicho. Eso es lo que merecías
escuchar y lamento que mi momento de debilidad te haya derribado,
cariño. Nos derribó. —Mi atención se posa en Elijah y él arquea una
ceja ante el probable odio que le estoy enviando—. He venido a
hacerla mía. Eres bienvenido a intentar detenerme.
Naomi, Elijah y una morena de pie cerca intercambian una
mirada confusa.
—Oh, Jason —respira Naomi, cerrando los ojos brevemente—.
Permíteme presentarte a Addison Potts. La novia de Elijah.
—Su… —El cemento que ha estado llenando cada centímetro
cuadrado de espacio dentro de mí se agrieta y se desmorona, la
repentina pérdida de tensión casi me derriba—. ¿No regresaron?
Niega con la cabeza y el color se infiltra de nuevo en mi
mundo, mis pulmones se expanden con un aliento renovado. No
juntos. No volvió con él. Dios mío.
—No —dice con el toque de una sonrisa—. No, él está con la
persona con la que estaba destinado a estar.
—¿Y qué hay de ti? —digo con voz ronca. Cuando no obtengo
una respuesta, busco profundamente el discurso en el que he
estado trabajando durante una semana. No más juegos. No volvió
con su ex prometido y no parece molesta por la pérdida. Para nada.
Tengo miedo de traducir eso en que ella todavía sienta algo por mí.
Pero todavía tengo que intentarlo. Mírala. Mírala. Vale la pena
ponerme de rodillas por ella—. Naomi, si no cumpliera con mis
obligaciones, no sería un hombre digno de ti. Regresaré al
extranjero, porque dije que lo haría. Me comprometí, al igual que
estoy comprometido contigo. Y hay hombres que cuentan conmigo.
Pero te estoy pidiendo… no, te ruego que me esperes. —Presiona
una mano contra su pecho, sin decir nada—. Sé que te estoy
pidiendo un gran sacrificio, cariño. Dar tu tiempo. Renunciar a tu
familia y seguridad. Así que también haré un sacrificio. Charleston
es tu casa, así que la haré mía también. Trasladaré mi negocio aquí.
Haré cualquier cosa para hacerte feliz si puedes… si puedes
esperarme. Tendremos familia y seguridad juntos. Construiremos
esas cosas juntos.
La voz de Naomi es ligera como una pluma.
—¿Por qué?
Por el contrario, estoy casi gritando.
—¿A qué te refieres con por qué?
—¿Por qué harías todo eso?
La conciencia se apodera de mí, no demasiado pronto. Dejo a
mi despistado trasero omitir el factor más importante a la hora de
escribir mi discurso.
—Porque estoy enamorado de ti, Naomi Clemons. Estoy
parado aquí medio vivo por estar sin ti. —Tengo que tomar un
respiro porque me tiembla la voz—. Vamos, reina de belleza.
Revíveme.
Sus manos se juntan en su cintura, retorciéndose.
—¿Y-y Birdie?
Una punzada me atrapa en el pecho.
—Está lista para irse a vivir con mis padres después de la
graduación.
La frente de Naomi se arruga, pero asiente, moviéndose de
lado a lado con sus zapatos plateados. Aquí está. Está tomando en
consideración todo lo que le ofrecí y me sentenciará a vivir o morir.
No puedo hacer nada más que esperar mi destino, como un hombre
ante un juez, la guillotina de un lado, la felicidad del otro.
—No —dice finalmente.
—No —gruño, la sangre sale de mi cabeza—. Por favor…
—Birdie debería venir a vivir conmigo mientras estás fuera —
interrumpe—. ¿No te parece?
Empiezo a doblarme, arrastrado por una resaca de alivio, pero
Naomi corre y salta a mis brazos, haciéndome tambalear hacia
atrás.
—Yo también te amo —dice con hipo—. Te amo, Jason. Te
esperaría décadas. He esperado décadas.
Apenas soy capaz de hablar.
—¿Esto está sucediendo? ¿Te recuperé?
—Sí. Sí.
—¿Mía para siempre? ¿Eres mía?
—Completamente. Irrevocablemente.
—Ay Dios mío.
Nuestras bocas se encuentran en un beso fuerte, y diablos si
mis ojos no están húmedos mientras sostengo a Naomi lo más
cerca posible, apretándola contra mí y prometiendo nunca dejarla ir.
Nunca. Cuando vuelvo a ser consciente de nuestro entorno, Elijah
está escoltando a su novia, no sin antes detenerse a nuestro lado
para aclararse la garganta:
—No sé si esta información les resultará útil, pero si salen a la
derecha del salón de baile, hay una oficina vacía a la vuelta de la
esquina y tres puertas más abajo.
Le doy una mirada.
—No hagas que me gustes.
Naomi entierra su cara en mi cuello y se ríe. Me esfuerzo en
llevarnos a las puertas, cerrarlas de una patada detrás de nosotros y
amortiguar la música… y los aplausos. Sí, definitivamente hay
aplausos, algunos silbidos, aunque apenas puedo escucharlos por
encima del latido de mi corazón. Necesito tenerla a solas. Estamos
juntos y ese hecho aún no se ha asimilado. No creo que lo haga
nunca, pero tenerla envuelta a mi alrededor, su boca sobre la mía,
hará que esto sea real. Es real, ¿verdad?
—Te extrañé mucho —susurra en mi cuello, sus piernas
subiendo sigilosamente para descansar en mis caderas,
apretándose de esa manera con la que he estado soñando
obsesivamente—. No puedo creer que estés aquí.
—Deberías. Deberías haber sabido que vivir sin ti no era una
opción para mí. —Tengo que detenerme para presionarla contra la
pared tan pronto como doblamos la esquina, nuestras bocas se
cierran en un beso plagado de respiraciones superficiales—. No
debería haberte dejado ir sin asegurarme de que supieras que te
amo, cariño. He estado tan jodido. Dios, pensé que estabas con otra
persona.
Su boca forma la palabra no, el dolor tiñe su expresión.
—Y aun así viniste.
—No podía ser el único que sabía que éramos para siempre,
Naomi. Tenías que saberlo también. Tenía que creerlo o me habría
roto.
—Lo siento —murmura contra mis labios—. Soy tuya, Jason.
Nunca podría ser de nadie más que tuya. Llévame a algún lugar
para que pueda mostrártelo.
Llevo a Naomi a la oficina vacía, cierro la puerta detrás de mí y
le mando un silencioso gracias hermano, a Elijah a pesar de que
duele. Estoy buscando un lugar donde dejar al amor de mi vida,
pero ella me sorprende al soltarse de mi agarre, tomarme de las
solapas de mi chaqueta y arrojarme a una silla de madera. Está
bien, de acuerdo, me dejé lanzar, pero no le voy a decir eso. Estoy
demasiado ocupado disfrutando del deslizamiento de sus muslos
sobre los míos y se sienta a horcajadas sobre mí, sus dedos
ocupados debajo de mis pantalones.
—¿Usaste este uniforme para volverme loca? —El chirrido de
mi cremallera bajando suena como una extensión de su voz
seductora—. Te ves tan… tan s-sexy. ¿Por qué no te he visto así?
—No te preocupes, nena —gimo mientras envuelve mi polla en
un puño, acariciando suavemente dos veces, luego duro, duro, duro
—. Seguro de que lo harás ahora que sé cuánto te gusta.
—Me encanta. —Mis bolas presionan fuerte, apretadas cuando
se desliza de mis muslos, y así, tengo una diosa arrodillada entre
mis piernas. Mi diosa.
—No. No, cariño, cariño. No. —Ignorándome, lame la punta de
mi polla, luego se la traga con un sabroso gemido que me sacude
de la cabeza a los pies—. Mierda. —Los lados de la silla crujen
donde me aferro a mi vida—. Amo tu boca. Dios sabe que me
encanta, pero no te he tocado en un mes. He sido miserable
necesitándote. No puedo manejar esto. Levántate. Ven aquí. Por
favor.
Naomi también debe haberme extrañado, porque no puede
dejar de chuparme. Planto mis talones con fuerza en el suelo,
exigiendo que mis caderas dejen de rodar hacia su boca, pero no
puedo evitarlo. Es la perfección implacable, hundiéndome
profundamente una y otra vez, masturbándome con una mano
apretada.
—Voy a venirme —gruño—. Para. —Por supuesto, cuando
suelta mi polla con un chasquido de sus dulces labios, quiero llorar.
Pero luego no lo hago, porque se sube a mi regazo, sus increíbles
tetas se agitan en el escote de su vestido—. Maldita sea. Te
necesito, nena. He estado sufriendo como el infierno.
—Yo también te necesito, te necesito, Jason —balbucea con
ese acento de chica sureña que tanto extrañé, sus ojos vidriosos por
el hambre—. Estoy tan mojada.
Desesperado por sentir la evidencia de esa afirmación, recojo
la tela de su vestido lo más rápido posible en mis manos.
—Condón en mi bolsillo. Condón.
—No importa. Tengo dos semanas de retraso.
Mi pulso se detiene por completo.
—¿Qué?
Los ojos de Naomi se aclaran en una fracción de segundo y se
golpea la boca con la palma.
—Oh Dios mío. No me di cuenta hasta ahora, pero… tengo
dos semanas de retraso, Jason.
No he llegado tan lejos. Niños. ¿Cómo pudieron haber entrado
en la ecuación cuando puse toda mi esperanza y energía en
recuperar a Naomi? ¿Sobrevivir de un día para otro? Sin embargo,
no hay duda de la alegría absoluta que me asalta ahora. No es nada
como lo que he experimentado, mi rostro está a centímetros de la
asombrada mujer que amo con toda mi alma.
—Un bebé. —Mi voz es ronca—. Estás embarazada de mi
bebé.
Su mano cae.
—Aquella noche en la entrada… —Al ver su labio inferior
temblar, hago un sonido bajo—. Yo-yo … ¿estaba intentando
mantenerte conmigo de alguna manera?
Mi mente regresa a esa noche. Ese momento en el que me
hundí en Naomi y esa energía primaria se apoderó de mí. Esa
necesidad de formar un vínculo inquebrantable. De mantenerla.
—No. Estábamos intentando mantenernos el uno al otro.
Intentando asegurarnos de que nos mantuviéramos conectados. —
Termino de juntar el vestido alrededor de su cintura y la acerco.
Trabajo mi dura carne dentro de ella, reprimiendo los gemidos y al
mismo tiempo besando sus hermosos jadeos. Intentando evitar
explotar. Ha sido tan largo—. Vamos a tener un bebé, Naomi. Santa
mierda. Te amo.
Su sonrisa florece contra mi boca.
—Yo también te amo.
—Amo a nuestro bebé.
—También los amo. Mucho.
Un cuchillo atraviesa mi felicidad, la realidad de la situación
cae sobre mi cabeza.
—Jesús, reina de belleza. Me voy. No estaré aquí mientras
estés embarazada. —El mareo aterriza con fuerza, seguido
rápidamente por el pánico total—. Naomi…
—Estaremos bien. —Me interrumpe con un beso. Otro. Otro—.
Estaremos bien. Soy la chica que puede construir y gobernar un
reino, ¿recuerdas? Tú mismo lo dijiste.
Sin ver mi rostro, puedo sentir que mi expresión es de
sufrimiento total. Mi mujer. Mi vida. ¿Cómo puedo dejarla sola en un
momento como este? Aun así, ella tiene razón. Tengo que actuar en
consonancia con lo que digo, o mis palabras no significan nada. Y
necesita saber que nunca le diré nada que no crea al cien por cien.
Estaré al cien por cien por ella o nada en absoluto. Puede hacer
esto. Tiene toda mi fe.
—Volveré a casa contigo, ¿me oyes? — Manejo alrededor del
nudo en mi garganta—. Volveré contigo y con el reino que
construyas, Naomi. Dime que lo sabes.
—Lo sé —dice, mi confianza hace que florezca justo en frente
de mis ojos—. Sé que volverás con nosotros. Estaremos esperando.
Se aferra al cuello de mi chaqueta y mueve sus caderas hacia
arriba y hacia atrás, la silla cruje debajo de nosotros mientras
aceleramos más y más rápido hacia la satisfacción que ambos
hemos estado buscando. Necesitando. Ansiando. Y gimiendo,
ayudándola a moverse con ambas manos en el trasero, estoy
perdido. Perdido en la belleza de Naomi, nuestro futuro. Incluso los
obstáculos por delante son hermosos, porque esta mujer estará al
otro lado de ellos. No puedo esperar a vivir cada segundo de esta
vida con ella.
Epílogo
Naomi
ConspiracyCrowd.org
Nombre de usuario: UrDadsFave69
Maldita sea. Finalmente, un hombre por el que incluso yo me atrevería a la
monogamia.
FIN
Próximo libro
Girl #2.5
Sobre la autora
Girl Series:
1. Getaway Girl
2. Runaway Girl
3. Halfway Girl
Créditos
Moderación
LizC
Traducción
LizC
Lyla
Naomi Mora
Corrección
Imma Marques
Luna PR
Némesis
Vickyra
Recopilación y revisión
LizC
Diagramación
marapubs
Notas
[←1]
Sniff: En inglés es jerga para cocaína.
[←2]
Poke bowl: uno de los platos principales de la cocina nativa hawaiana. Consiste en
pescado crudo cortado en cubos, que se suele servir como aperitivo o como plato
principal.