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Vida animal

POR jade sofhia


Muy pocas cosas ocurrieron en la subasta de aquella noche. Desgraciadamente
no fue una de las piezas vendidas, y tendría que esperar otra semana hasta la
siguiente.

Ya casi empezaba a estar preocupada. ¿Qué pasaba con ella? ¿Por qué no
pujaban lo suficiente? Desde luego era consciente de la competencia a que
estaba sometida. Todas sus compañeras eran jóvenes y atractivas, pero ella a
sus 26 años también era bastante sugerente. De hecho, se consideraba una
mujer muy atractiva. Tenia una cara muy llamativa, con grandes labios y ojos
expresivos. Sus grandes y proporcionados pechos y atractivas piernas siempre
habían sido un poderoso reclamo para las diferentes casas de subasta por
donde había pasado. No. Definitivamente pensaba que no era el físico el
problema. Sé savia atractiva y guapa.

¿Y su comportamiento? Siempre fue una alumna aventajada en las casas de


doma y entrenamiento. Sabia perfectamente como tenia que comportarse
delante de los compradores. La mirada siempre baja, la cabeza ligeramente
inclinada hacia delante, los brazos en la espalda cuando estaban sueltos, el
andar lento y moviendo ostensiblemente las caderas. Los pechos lo mas
afuera posible y las piernas siempre abiertas. En definitiva, conocía al dedillo
que tenia que hacer y que no. Por ejemplo, mirar directamente a un
comprador, o mostrarse ansiosa, y sobre todo, estar muy atenta a cualquier
atisbo de voluntad del potencial amo, y cumplirlo ciegamente y al instante.

Realmente pensaba que aquella noche seria vendida. Le toco salir en tercer
lugar. Las dos compañeras que salieron antes que ella fueron adjudicadas
rápidamente. Una solo llevaba 2 meses en la casa, pero con 20 años y su
físico solo duro en la tarima 2 minutos.

La siguiente, poco más. En cuanto un comprador decidido la observa bien y se


supo el dato de su virginidad anal, fue dicho y echo. Adjudicada.

La cosa iba estupendamente aquella noche, habían pasado 10 minutos y ya


estaban dos piezas adjudicadas. Y esta alegría se contagia al subastador que
la presento de forma impecable: Caballeros, permítanme ofrecerles a
continuación una delicatesen apta solo para los paladares más exquisitos. Es
guapa, atractiva, sumisa, y les complacerá sin dudarlo en cualquier menester
que quieran encomendarle. Tiene experiencia y evidentemente esta
experiencia tiene un precio. La puja empieza con 5 millones.

Salió al estrado convencida que aquella seria su noche. Saco los pechos todo
lo que pudo. Sus andares fueron los mas insinuantes. Y fue ella misma la que
dio vueltas a un lado y otro para que la observaran bien. Sabia que estaba
imponente. La habían maquillado de forma llamativa, pero no escandalosa. Su
pelo largo castaño havia sido recogido en un coqueto y apretado moño. Todo
su cuerpo se había untado con aceite perfumado, y por supuesto- normas de
la casa- havia tomado una bebida que le puso la libido por las nubes. Su
absoluta desnudez- su vestuario en las subastas consistía en unos zapatos de
tacón transparentes - y él tener que llevar las manos sujetas con unas
cadenas a la espalda, y unos grilletes en los pies unidas a estas por una
cadena, no hacia mas que aumentar su excitación con cada paso y a cada
tintineo de las cadenas.

Subió, como las dos compañeras anteriores, no sin dificultad, al pequeño


estrado que había en la lujosa y bien iluminada habitación. Este pequeño
entarimado de un metro cuadrado, estaba situado en el centro, y rodado por
unos 15 lujosos sillones en los que estaban sentados los 15 compradores, que
formaba siempre él numero máximo de la subasta. Estaban separados entre sí
por algo menos de un metro, y a su lado derecho una pequeña mesita en la
que se situaban los ceniceros, las bebidas, y los objetos personales de los
caballeros.

Una vez en el estrado saco pecho, miro al suelo y empezó a dar lentamente
vueltas en espera de instrucciones.

Las dos compañeras anteriores se habían rematado por 2 y 3 millones. Por ella
se empezaba casi al limite, pero seguro que pujarían. Lo hizo todo de forma
impecable. Se arrodillo, se levanto, salto, movió las tetas en todas direcciones,
pero no se llego al precio mínimo.

La sensación de desolación cuando bajaba del estrado era terrible.

Un mayordomo de la casa le coloca, incluso antes de haber terminado de


bajar, un collar con una gruesa cadena de la que tiro sin ningún miramiento,
abandonando casi a traspiés la habitación. Sabia perfectamente donde se
dirigían, y los dos días que le esperaban. No se equivoco en absoluto: al final
del lujoso y amplio pasillo, una pequeña puerta daba entrada a un oscuro y
triste corredor, por el que siguieron avanzando a toda prisa. La tenue luz que
proporcionaba una triste lámpara en el centro del corredor, no permitía
distinguir, hasta estar más cerca, la gran variedad de mobiliario que
componían la macabra decoración con que se adornaba la amplia sala en que
acababa este siniestro pasillo. De las paredes colgaban todo tipo de cadenas,
argollas, esposas. Y situadas alrededor de toda la sala, jaulas de todos los
tamaños. Desde una de 0.30 de altura, por 0.40 de largo, hasta una gran
celda de 4 por 4, pasando por una circular de 2 metros de altura por 1 m. de
diámetro, que fue donde se dirigió el mayordomo con su pieza. Descolgó del
cinturón un manojo de llaves, y abrió con un chirriar la puerta. Cuando la
esclava estuvo dentro cogió un candado de uno de sus bolsillos y con él ato la
cadena del collar al techo de la jaula. Lo dejo tan tirante que la infeliz apenas
si podía mover el cuello. Un centímetro mas, y no podría respirar. Comprobó
concienzudamente los grilletes, y pensó que estaban demasiado sueltos. Con
aquellos bonitos zapatos, irían mejor un poco más ajustados. La misma
sensación le causaron los grilletes de las manos y la cadena que los unía a los
pies. Así que decido tensarlos también. Cuando cerro la puerta y esta volvió a
chirriar no pudo evitar una sonrisa al ver la cara de angustia que se reflejaba
en el rostro tenso de la esclava. Sabia perfectamente lo que le esperaba.

En los próximos dos días nadie aparecería por aquella sala. Estaba de pie,
completamente desnuda, subida sobre unos altos zapatos de finísimo tacón.
Sus manos y pies prácticamente inmovilizados, y la tensa cadena que unía su
cuello al techo de la jaula no le permitía apenas algún movimiento.

La sed la abrasaría, pero también savia que lo peor no seria esto, como
tampoco intentar controlar su intestino. Lo terrible seria cuando fueran a
sacarla y comprobasen que no havia sido capaz de controlar su vejiga.

Dos días después, y a esa misma hora, dos mayordomos se presentaron en la


sala. Iban fumando y su rostro relajados saboreaba las dos copas que les
acompañaban.

Se sentaron en unos taburetes, y continuaron su animada charla. Cuando se


termino la copa y el cigarrillo, se acercaron sonriendo a la jaula. En ella la
esclava luchaba desesperadamente en medio de convulsivos movimientos y
suaves gemidos, por no caer de los zapatos. Los dos mayordomos se miraron
y la sonrisa se agrando al ver el charco de orina en el suelo de la jaula.

La sacaron y mientras uno de ellos la sujetaba por la cintura, otro le quitaba


los grilletes de los pies y las manos. El que la sujetaba la soltó suavemente y
sus piernas no aguantaron. Quedo de rodillas, todavía con el rostro
convulsionado. Tras unos instantes de espera uno de los mayordomos saco
una pequeña fusta que colgaba de su cinturón, mientras el otro cogía la
cadena y tiraba de ella sin muchos miramientos. La esclava empezó a andar a
cuatro patas. No hubiera podido hacerlo de otro modo. Así también le costaba,
pero la fusta que caía sobre su trasero le espabilo los entumecidos músculos.

En la esquina mas apartada de la sala, sé havia aprovechado un entrante en la


pared para colocar un retrete junto a un bidet y algunas toallas limpias.
Instintivamente cuando llegó la esclava se sentó en el retrete. La cadena del
cuello fue sujeta con un candado a una argolla estratégicamente situada en la
pared, que permitía el movimiento justo entre el Walter y el bidet.

- Tienes cinco minutos justos. El tiempo suficiente para que nos sirvamos otra
copa.

Sabia que no bromeaba. Si no vaciaba sus tripas, y su intestino y sus agujeros


no estaban limpios en ese tiempo, además de nuevos castigos, tendría que
esperar al día siguiente, cuando fuese su turno, para desocuparse. Cerro los
ojos, se concentro, y por fin pudo desahogarse. Rápidamente se sentó en el
bidet y con el jabón lavo a conciencia su ano y clítoris. No savia lo que le
esperaba y la limpieza era una regla básica. Había terminado y los dos
mayordomos no aparecían. Intentó ponerse de pie, pero la cadena no daba
tanto de largo, probó entonces a sentarse, pero tampoco llegaba, así que se
situó en cuclillas. Tampoco esta postura, todavía subida en los tacones, le
resultaba cómoda, pero después de lo que había pasado en los dos últimos
días, y con las manos y los pies sueltos, casi que se sintió bien por un
momento, y no pudo evitar sentir un ligero estremecimiento en la entrepierna.
Hacia mas de una semana que no le permitían un orgasmo, y en aquella
postura. Abrió un poco mas instintivamente las piernas, miro el corredor, y
una de sus manos se deslizo suavemente por el ya húmedo clítoris. Aquí ya
estuvo perdida. Tenia sed, tenia hambre, tenia sueña, pero sobre todo y por
encima de todo quería sexo, desesperadamente necesitaba sexo. Empezó
suave y disimuladamente, para continuar de una forma frenética, metiendo los
dedos en todos los orificios que encontraba, primero uno a uno, luego con las
dos manos a la vez y moviendo acompasadamente las caderas. Dos dedos en
el ya chorreante clítoris y otro por detrás en el ano, y moviendo las caderas
sin parar adelante y atrás. Los ojos se habían cerrado de placer y cuando
estaba a punto de lograrlo los entreabrió por un momento y vio frente a su
cara los dos mayordomos que la miraban con cara inquisitorial. Paro en seco,
cayo de rodillas, manos a la espalda y mirada al suelo. Ya no-tenia salvación.
Le harían lo que quisieran. El silencio se sentía solo interrumpido por la
acelerada respiración de la esclava y los restos de sus jadeos. Casi
simultáneamente los dos hombres se acercaron mas, y cuando ella se atrevió
a levantar ligerisimamente la vista vio a dos centímetros de su cara dos
enormes y tiesas pollas. Las engullo como un caramelo. Las estaba
paladeando. Aquello no era un castigo, más bien una bendición. Pasaba de
una a otra con fruición, como si temiese que alguna fuese a evaporarse. Eran
suyas y las quería las dos para ella. Trago con desesperación todos los líquidos
que los hombres tuvieron a bien derramar sobre su boca. Ni siquiera se
mancharon sus labios. Fue directamente del pene a la garganta. Con avaricia,
con desesperación.

Los dos hombres quedaron agotados, doblados sobre sus cinturas. Parecía que
les habían absorbido la vida. Por unos instantes no eran capaces de
reaccionar.

A ella todo le havia sabido a poco. Demasiado poco, demasiado rápido, y


mucha sed para tan poco liquido. Volvió de inmediato a su postura de
sumisión, temiendo algo muy gordo, en vista de las caras de enfado que
empezaba a intuir en los mayordomos.

Los dos se miraron con complicidad, sabiendo que aquello no había hecho mas
que empezar.

Uno de ellos se acerco a la pared y descolgó unos gruesos grilletes con los que
ato las manos a la espalda de la esclava. Mientras el otro descolgaba de la
pared la cadena y volvían a tirar de ella. Cuando se disponía a levantarse un
contundente latigazo en la espalda le indico que fuese a cuatro patas. Así lo
hizo hasta la jaula, y conforme se acercaban, intuyo lo que esperaban que
hiciese.

-Límpialo con la lengua, guarra de mierda. La próxima vez que te mees


encima estarás bebiendo tu orina durante una semana. Quiero el suelo
reluciente.

No valía la pena ni dudarlo. Pego su cara al suelo y con la lengua empezó a


restregar el suelo donde todavía quedaban algunos restos de orina. Empezó a
dolerle la espalda cuando llevaba un rato, pero un nuevo latigazo la espabilo.
No era nada fácil limpiar el suelo con la lengua mientras una gruesa cadena
cuelga de tu cuello, y tienes las manos atadas a la espalda. Tener que hacerlo
de rodillas y desnuda no ayudaban mucho. Sabia que los dos mayordomos
esperaban lo que iba a hacer, pero a estas alturas su dignidad poco
importaba, así que separo las rodillas, para tener mas punto de apoyo y estar
mas cerca del suelo. Ellos, que seguían sentados en los taburetes, sonrieron.
Y no tardaron mucho en estar detrás de la esclava con una tiesa polla
dispuesta a ser insertada en el abierto agujero que se les mostraba tan
claramente a la vista.

- Sigue limpiando sucia puta. Y no se te ocurra correrte.

Ella siguió lamiendo el suelo, mientras primero uno y después otro le


arremetían violentamente por detrás. Con el primero aguanto pero al segundo
ya le resultaba insoportable.

-Amo. Necesito correrme.

Un nuevo latigazo en la espalda fue la respuesta.

Sabia que no lo resistiría, dos embestidas más y se correría sin remedio.

-Amo. Por mi alma. Déjeme que me corra.

Nuevo y contundente latigazo.

-Si lo haces sin mi permiso, te arrepentirás de haber nacido puta de mierda.

En ese momento el hombre saco su polla y derramo al igual que su compañero


todo su ya exiguo liquido por el suelo.

Ella pego la cara contra el frío cemento en señal de frustración.

Pero no tardo en comprender, tras un violento latigazo en las nalgas, lo que se


esperaba de ella. Se volvió y de nuevo empezó a lamer el suelo para limpiar
los restos de semen que se habían esparcido momentos antes.

Los dos hombres se sentaron de nuevo y tras encender dos cigarrillos


reemprendieron su charla anterior.

Cuando terminaron de fumar uno de ellos se acerco a la pared y cogió unos


grilletes con los que trabo los pies de la esclava.

-Venga, levántate.

Le dijo tras coger la cadena que le colgaba del cuello. Los tres se encaminaron
por el corredor- los dos hombres delante, y la esclava dando traspiés y a
duras penas detrás- hacia una puerta que daba a una amplia y bien iluminada
cocina.

Nada mas entrar le soltaron la cadena, y los dos se sentaron en la mesa


amplia y bien surtida de todo tipo de platos que había en el centro de la
habitación.

Ella se quedo parada y con la boca abierta. Hacia casi tres días que no comía
ni bebía nada. Uno de los mayordomos la miro y desganadamente se levanto,
cogió un cuenco que havia en el suelo, seguramente del perro, y tras llenarlo
con agua del grifo lo puso en la esquina opuesta a donde estaba parada como
una estatua la esclava.

Cuando volvió a sentarse en la mesa y comprobó que no le decían nada, dos


lagrimas no pudieron evitar salirle de sus ojos. Comían con entusiasmo, tras el
esfuerzo hecho hacia unos momentos. Cuando terminaron, uno de ellos la
miro y al ver que lloraba ya de forma clara, le hablo despreciativamente.

-Además de puta, estúpida y viciosa eres débil. Anda, bebe agua.

Ella se lanzo todo lo rápido que le dejaron las cadenas hacia la otra esquina, y
se agacho y bebió tan rápidamente, que tuvo que parar en mas de una
ocasión por ataques de tos.

Acabó en un momento el agua y volvió a mirar de forma suplicante a los


hombres.

-Supongo que tienes hambre ¿Verdad?

Ella le contesto desde el suelo, pues todavía seguía de rodillas al lado del ya
vacío cuenco.

-Si amo, tengo mucha hambre.

-Ya suponemos que tienes hambre. Pero tenemos un ligero problema. Tu


actitud de hoy no ha sido toda lo correcta que debiera, de hecho a sido
totalmente negativa.

Te has meado encima, si no llegamos a tiempo te hubieras corrido sin


permiso, nos has hecho que nos corramos nosotros dos veces por tu culpa. En
fin, para que seguir, creemos sinceramente que no mereces la comida de hay.
Quizá tu piensas de otra manera.........

- No amo. Soy una sucia y guarra puta que no merece la comida de hoy. Pido
perdón por pedirla.

-Bien........Puedes dar las gracias y considerarte afortunada, porque tienes la


suerte que hemos sido nosotros los mayordomos que nos hemos encargado de
ti, y somos tan magnánimos que hoy podrás comer.

-Gracias amos.

Aunque lo que comió fue lo que quedaba en la bolsa de la comida del perro, y
aunque lo hizo en el comedero del perro, le supo tan sabroso como un manjar.

Cuando a continuación llegaron a la gran sala donde estaban las esclavas, fue
introducida en su jaula, solo que esta vez no le quitaron los grilletes, sino que
sus manos fueron atadas fuera de la jaula. Ella savia muy bien lo que eso
significaba. Tenia totalmente prohibido masturbarse, y aquella noche le
resultaría imposible resistir. Comprendió entonces claramente cual era su
problema en las subastas. Era demasiado fogosa. Daba casi miedo a los
compradores, que prefieren alguien menos impetuoso en el sexo.

El mayordomo al cerrar la puerta de la jaula la miro despectivamente y


pareció adivinar su pensamiento.

-Eres una puta guarra, y nunca te venderemos si no conseguimos calmar esa


calentura.

No entiendes que los compradores son muy listos y detectan tu calentura a


dos kilómetros, y eso les retrae cuando pujan. No se lo que va a ser de ti,
pero creo que el patrón tiene algo especial para tus calentones.

Se durmió rápidamente, aunque le asustaron realmente aquellas ultimas


palabras.

A la mañana siguiente, a una hora muy poco habitual, un mayordomo la


llamo.

-Deja lo que estas haciendo- le tocaba limpiar los baños- y vete rápidamente
al despacho de Don Carlos

Así lo hizo y cuando entro algo le dijo que aquello no era para nada bueno
para ella.

Don Carlos no estaba solo. Un hombre de mediana edad, barba negra y cara
muy morena, con atuendo árabe, estaba sentado en unos de los sillones que
adornaban el soleado y amplio despacho del dueño. Don Carlos estaba frente
a el en otro sillón, y ambos fumaban unos puros enormes.

Se situó de rodillas, delante de su amo y con las piernas abiertas. El extendió


la mano y ella la beso.

- Bueno. Es esta. Como le decía tenemos un problema con ella. No consigo


situarla en el mercado a pesar de que como puede usted apreciar se trata de
una pieza excelentemente conservada. Desnúdate.

Sin dudar un segundo se puso de pie, se quito la camisa blanca y ceñida,


situándola impecablemente doblada sobre una silla. Se quito después la
pequeña y ajustada minifalda roja, y también se esmero en dejarla muy bien
doblada sobre la silla. Se desprendió entonces de una cofia banca que
adornaba su cabeza, doblándola y colocándola encima de las anteriores
prendas. Nunca llevaban ropa interior, por lo que su vestuario ahora eran unos
zapatos de tacón altísimo en sus pies, y un anillo dorado con el símbolo de la
casa de doma y venta en su mano derecha.

-Ven aquí. Este caballero quiere examinarte.

Sabia perfectamente lo que aquello significaba. Levantó sus manos situándolas


detrás de la cabeza, y con andar suave y cadencioso, la cabeza ligeramente
agachada y mirando al suelo, si dirigió al árabe, dispuesta a que examinara
hasta él ultimo recodo de su cuerpo.

Se situó frente al sillón que ocupaba el hombre, y como no le dijeron nada,


empezó a dar vueltas lentamente sobre sí misma. Nada parecía interrumpir la
mirada penetrante y enigmática del visitante. Fue Don Carlos quien se decidió
a romper el silencio.

-En cuanto a su aspecto es prácticamente perfecta. No tiene ninguna marca, y


sus formas ya puede ver usted mismo........los pechos grandes y firmes........

-Ella capto rápidamente el tono de su amo, y acercándose inclino la espalda


moviendo las tetas a un lado y otro delante del aun imperturbable hombre- el
trasero también grande, pero firme, proporcionado y contundente.........- se
da la vuelta y mueve las glúteos descaradamente-el ano no es virgen, pero
comprobara que no esta en absoluto dilatado- con las dos manos abre las
nalgas para que el hombre pueda ver perfectamente su agujero- y en cuanto a
las piernas y el clítoris, creo que la perfección es su descripción más lógica-
vuelve a colocar las manos sobre su cabeza y se sitúa en cuclillas separando
sus piernas todo lo que puede, de forma que su clítoris destaca ya húmedo y
sonrojado- ¿Cuál es el problema, dirá usted?

El árabe levanta la mano para hacerlo callar, y su cara inexpresiva, sonríe


ligeramente cuando mira a Don Carlos.

-Ya sé cual es el problema.

Don Carlos finge sorpresa y admiración en su rostro, lo que hace que el


hombre se decida por fin a abandonar su letargo.

-Esta hembra esta muy mal entrenada. Manifiesta sus deseos y deja asomar
sus flujos sin la menor excusa. No me extraña nada que no pueda venderla.
Cualquier comprador sabe que una hembra así solo trae problemas. Siempre
se dejara llevar por el deseo, y no por el corazón y la sumisión.

-Como siempre me sorprende usted por su sabiduría..........

-No tiene usted que halagarme Dan Carlos. Cuando vi desnudarse a la pieza
me di cuanta rápidamente que lo hace con cierto placer. No lo hace por
obedecer a su amo, lo hace porque en el fondo le gusta. Y no crea usted que
es nada fácil corregir estos defectos.

-¿Qué propone usted que hagamos?

-Usted aquí ya no puede hacer nada. Prolongar la estancia en este


establecimiento solo agravaría el problema.

-Propone usted entonces el sacrificio como única salida.

Un estremecimiento recorrió su sensibilidad, y casi cae al suelo del susto, si no


hubiese cerrado los ojos para concentrase en seguir pendiente en la
conversación de los hombres. Savia con claridad, porque lo havia oído a otras
compañeras, lo que la palabra "sacrificio" significaba. Sencillamente romperían
el contrato que havia firmado cuando entro en la casa, y la dejarían que se
fuese libremente, para no poder regresar nunca más. En aquel contrato ella se
comprometía por el resto de su vida a trabajar para la empresa de D. Carlos
como representante, y renunciaba expresamente a cualquier reclamación de
tipo laboral o económica, ya que seria la propia empresa quien los
establecería. Aquello era más que su muerte. Su mundo era aquel. Era una
esclava, necesitaba ser una esclava. La libertad e ella no le servia para nada.
Su ideal de felicidad era llegar a encontrar algún día un amo lo
suficientemente preparado para hacerla feliz, sin castigarla demasiado.

-Ha tenido usted suerte D. Carlos de que se me ocurriese visitarle antes de


irme a mi finca de Veraneo. Vera usted, haremos una cosa. Yo me llevare a la
esclava durante este verano. El tiempo que duren mis vacaciones. Si consigo
lo que usted no ha logrado en su casa, me quedo con la pieza a precio de
saldo. Si por el contrario, no lo consigo, se la devuelvo, y usted hará lo que le
plazca con ella.

-¿Y que gano yo con esta proposición que usted me hace?

El caballero no contesto. Se limito a mirar a Don Carlos fijamente a los ojos.


No estaba nada acostumbrado a que se discutiesen, ni siquiera que se
cuestionasen sus decisiones. Don Carlos pareció entenderlo así, sin necesidad
de palabras.

-Será para mi un honor cedérsela excelencia.

-Estupendo Don Carlos.-El Árabe sonrió por fin-Tengo en mi finca una pequeña
parcela dedicada a los caballos. Y tengo también un maestro en la doma de
ejemplares rebeldes como esta. Le sorprenderá cuando venga a finales de
verano a celebrar mi cumpleaños, y vea lo cambiada que está. Me voy
mañana al medio día. A primera hora vendrá mi secretario y se encargara de
embalar la pieza convenientemente para el transporte.

Cuando salió la esclava, Don Carlos sabia que ya no la vería mas. Aquel era un
príncipe, y lo que se presta a un príncipe, es como si se regalara. Aquella
pieza había sido en realidad entregada para siempre. Ya no volvería mas. Ni a
aquella casa ni a ningún otro sitio. Don Carlos se apeno, no era eso lo que el
esperaba. Seguramente si hubiera puesto la puja un poco menos selectiva,
algún beneficio habría sacado. Pero en fin aquel cliente era quien era, y no
podía perderlo. Legalmente tampoco tenia que preocuparse, sencillamente su
trabajadora había sido trasladada a otra sucursal en el extranjero, y seguiría
cotizándose por ella y extendiendo cheques para que cobrase su nomina. Si
por una extraña casualidad del destino alguien preguntase por ella, se le daría
una dirección en algún país lejano, y un numero de teléfono que alguien muy
experimentado en el tema sabría contestar adecuadamente.

No era la forma en la que ella havia pensado salir de las casa, pero aún así
estaba contenta. Por fin alguna expectativa de futuro. Pasaría el varano en el
campo, rodada de aire puro y en plena naturaleza. Realmente necesitaba salir
de aquellas cuatro paredes en las que ya empezaba a encontrarse bastante
asfixiada. Además aquella noche, cuando la llevaron a su jaula, el mayordomo
de guardia tuvo un pequeño detalle con ella.

Efectivamente algo distinto hizo que se salieran de la rutina normal. Llegaron


hasta la puerta de la jaula, junto a otras jaulas, donde dormían el resto de
esclavas de la casa. El mayordomo abrió la puerta, ella se desnudo, dejando la
ropa perfectamente doblada en una pequeña percha que colgaba de la pared,
se quito los zapatos, que dejo a la entrada, y entrego al mayordomo el anillo.
Entro en la pequeña jaula, de 2 metros cuadrados y 50 Cm de altura, y se
acostó en la colchoneta del suelo. Como casi todas las noches estiro los brazos
para que se los esposaran por fuera de los barrotes. El mayordomo se acerco
entonces y le hablo.

-Parece que te vas mañana..........bien, como premio de despedida tengo en


este bolsillo algo para ti. Te lo voy a prestar solo media hora, y en esa media
hora puedes hacer lo que quieras. ¿Esta claro?

Le entrego un enorme consolador, se dio la vuelta, y cuando salió cerro la


puerta de la sala donde solo otras 3 mujeres dormitaban metidas en sus
jaulas. El resto estaban vacías.

A la mañana siguiente un mayordomo la despertó amablemente, casi dándose


cuenta que ya seguramente no volvería a estar entre aquellas cuatro paredes
nunca más.

Se sentía bien, muy bien. Todo era perfecto.

Se ducho tranquilamente, se puso su uniforme recién lavado y planchado, y


cuando estuvo en la cocina de la casa se sentó en su sitio con las de mas
inquilinas, dándose el gusto de tomar un abundante desayuno.

Todas se marcharon después ha hacer sus tareas, y por un momento sintió


tristeza de dejar aquel lugar en el que no había encontrado la felicidad, pero
en el que lo había intentado. Creía realmente estar enamorada de Don Carlos,
cuando firmo ciegamente convencida aquel contrato en el que le entregaba su
cuerpo y alma. Luego las cosas no habían sido como ella esperaba. Le fue
decepcionando cada vez mas, al tiempo que se daba cuenta que su felicidad
dependía de la posibilidad de encontrar un amo, o algo parecido, al que poder
entregar todo lo que ella era capaz de ofrecer. Y aquel hombre no era Don
Carlos. Le faltaba dedicación. Seguramente estaba absorbido por la dirección
de la casa. En una de las fiestas que de vez en cuando daba Dan Carlos, lo
entendió todo.

Un caballero de edad avanzada se presento en la fiesta cuando esta ya había


comenzado; los invitados estaban en el amplio jardín. Se acercó a Don Carlos
y le saludo de manera afable, casi cortésmente. Estuvieron charlando un buen
rato y cuando se decidieron a entrar en la casa la joven que acompañaba a
aquel caballero se quedo parada en medio del jardín mirando al suelo y con
cara triste. Ella no pudo evitarlo y se acerco discretamente, intentando no ser
demasiado curiosa ni entrometida. Era una chica bastante joven que rondaría
los 25. Con una tez muy morena y el pelo bastante corto. Llamaba sobre todo
la atención por su belleza y estatura. Hubiese podido pasar por una modelo ¿O
quizás era una modelo?

-Perdone, le apetece a usted tomar algo señora.

Levantó la mirada y su reacción fue de sorpresa. No esperaba que nadie le


hablase.

-No. No puedo. Quiero decir que no me esta permitido.

Volvió a bajar la mirada.

-Si le apetece cualquier otra cosa, no tiene más que pedírmelo. Estoy aquí
para servirla señora.

Era evidente que su misión en la fiesta era la de servir. La delataba su cofia


inmaculada como siempre, que acompañaba con un delantal también blanco e
impecable. El atuendo lo terminaba una minifalda Burdeos y la camisa azul
marino muy ajustada. El peinado recogido en un moño resaltaba el collar
brillante que llevaba al cuello. Aquélla era una fiesta en la que asistía todo tipo
de gente, incluso personas poco conocidas, y el vestuario de los internos de la
casa era sumamente discreto. Alguien que no conociese la casa podría pensar
perfectamente que se trataba del personal de servicio de la mansión, en vez
de los esclavos de la casa de doma y venta.

-No. Muchas gracias. No puedo tomar nada si no me da antes permiso


mi........

-¿Tu amo? No te preocupes. Yo no soy una sirvienta de la casa. Soy una de las
esclavas propiedad de Don Carlos.

-¿Sabes que tendremos problemas si nos ven hablando?

-Sí. Es verdad. ¿Ves aquel árbol de la esquina? Detrás no dan los focos y
podremos charlar un rato ¿Te apetece contarme que te pasa?

No contesto. Pero su mirada volvió a mirar al suelo y la triste sonrisa que le


dirigió fue la respuesta.

-No te preocupes. No me echaran de menos en unos minutos. Y aquí como ves


no nos vera nadie ¿Qué te pasa, por que estas tan triste?

-No estoy segura. Por supuesto no me ha dicho nada, pero sospecho que mi
amo quiere librase de mi. Y si me ha traído aquí es por algo.

-¿Tienes problemas con él?

-No. Bueno no se.........Creo que no. No ha pasado nada especial


últimamente.

-¿A que te refieres?


-Eso. Que no ha pasado nada. Yo pertenecía antes a un millonario que me
tenia alquilada en un prostibulo de lujo. Uno de los clientes del prostibulo era
mi amo. Se encapricho de mí y me compro. La vida cambió para mi tanto, que
no podía creerlo. Pase de no ser de nadie, a pertenecer al hombre más
maravilloso que conoceré nunca. Me ha tratado como solo un amo sabe tratar
a una mujer. He sido tan feliz que siento que voy a morir si me abandona.

Las manos tapando su cara no pudieron evitar que las lagrimas salieran con
abundancia.

Sintió tanta envidia, que inmediatamente quiso saber más cosas. Eso era lo
que ella estaba buscando.

Pero cuando iba ha hacerle la siguiente pregunta vio que uno de los
mayordomos de la casa se le acercaba, y comprendió que la conversación
terminaba allí.

No le dio tiempo a enterarse cual fue el destino de aquella chica ya que a la


mañana siguiente, casi de madrugada, un mayordomo la despertó.

-Vamos, sal de la jaula y acompáñame, te están esperando abajo. No hace


falta que te vistas.

-No. Tampoco te calces. El anillo tampoco te hará falta. Ven. Acércate, que
voy a quitarte el collar.

Así fue como se encaminaron por el pasillo hacia el hall de la entrada. El


mayordomo con el collar en la mano y delante. Ella detrás cubierta solamente
por la incertidumbre de conocer que le esperaba. Había entrado en aquella
casa con un vestido rico y precioso, y la esperanza en el corazón de encontrar
en D. Carlos la mano sabia que le diese lo que ella necesitaba para ser feliz.
Ahora salía de ella completamente desnuda de cuerpo y alma y con una
incertidumbre cada vez mas agobiante de saber que le esperaba.

Y por lo pronto la aguardaba un hombre muy bien vestido, con un traje de


marca estilo italiano, con el pelo engominado hacia atrás y unas gafas de
cristal bastante grueso, lo que hacía que su cara se asemejase bastante a un
mafioso con pinta de empellón.

-Vamos, daros prisa, No tengo toda la mañana. El avión sale en 2 horas. Tu


ven aquí, rápido.

Cuando estuvieron a su altura se fijaron en un cajón bajo de 0.5 metros


cuadrados que havia a su lado.

-Vas a entrar a este cajón, y te portaras bien. ¿Esta claro? No quiero ni ruidos,
ni pataletas, ni gemidos, ni nada de nada. El viaje dura unas 5 horas y este es
el transporte que utilizamos para las reses. Creo que este es tu primer viaje,
así que relájate y no te pongas nerviosa.

Mientras terminaba de hablarle saco del cajón un bozal con una gruesa bola
que le introdujo en la boca y amarro fuertemente a su cabeza.

El "recipiente" efectivamente estaba muy bien "acondicionado" pues cuando


estuvo dentro fue trabada por las cuatro extremidades a sendos grilletes que
havia en las paredes del habitáculo. Era materialmente imposible moverse.
Tendría que permanecer a cuatro patas durante todo el trayecto.

Solo se dio cuenta del traqueteo, y de que el viaje no duro cinco horas, sino
casi un día entero, o al menos eso le pareció a ella.

Estaba tan ansiosa de que por fin abrieran, que no reacciono cuando de un
golpe seco salto la tapa y unas manos vigorosas soltaron rápidamente las
argollas del cajón. Todavía tenia los ojos cerrados por la fortísima luz que la
cegaba, cuando una mano enorme tiró de su cuello hacia el exterior. Casi le
rompe la nuca.

Era mediodía por lo menos, pues daba un sol fortísimo, y pudo ver al
entreabrir un poco los ojos, que se encontraba en una especie de granero o
forja, con muchos instrumentos de metal.

En realidad no era nada de eso. Era sencillamente el lugar donde se erraba a


los animales, y se reparaba y curtían los aparejos. Y era una pequeña
empalizada descubierta, que a su vez estaba integrada en unos establos
enormes, pertenecientes a la finca.

La finca. Compuesta aproximadamente por unas 10 hectáreas, dedicada


básicamente a la cría y venta de ganado y al cultivo esporádico de algún
producto.

Esta situada en el centro de una península centro americana, perteneciente a


un prospero país de la zona., y el clima tropical hace de sus productos la
característica principal.

Llego a estar prácticamente abandonada, pero hace unos 60 años un


potentado árabe la compro, y el desarrollo que adquirió fue parejo al del
pueblo que tiene al lado, y que vive casi exclusivamente de la finca.

Apenas había empezado a ver, cuando el enorme hombre con el torso


desnudo que le sujetaba el cuello le coloca un enorme y pesado collar de
hierro que cerro con un remache. Se le ocurrió por un momento que havia
llevado a lo largo de su vida muchos collares, pero ninguno tan pesado, y lo
peor, cerrado con remache como si nunca más fuera a abrirse. De echa se
necesitaría un soplete para poder hacerlo.

Un empujón la tiro al suelo y fue arrastrada por los pies hasta un yunque
donde le fueron colocados unos grilletes en los pies, unidos por una gruesa y
corta cadena. Era del mismo material pesado y áspero del collar, y al igual que
este, fueron cerrados con remache mediante un seco golpe del martillo.

Una patada en los riñones le dejo sin respiración. Nadie le había quitado
todavía el bozal que llevaba, y este le dificultaba mucho la respiración. Sabia
perfectamente lo que hacia cuando la patada hizo efecto y el dolor hizo que se
sentara en el suelo. El gigante aprovecha y con mucha habilidad coloco en
cada una de sus muñecas sendos grilletes. Nuevo empujón que la hizo caer
boca abajo. Y en apenas unos segundos un nuevo remache de los grilletes de
las muñecas, que ahora permaneces unidas, probablemente para siempre, a la
espalda. Aquí no se ha molestado en poner cadena. Las manos están
prácticamente juntas.

Permanece tirada boca abajo en el suelo. Este esperando otra patada o algún
empujón, pero una desgastada y engrasada correa de cuero viejo es unida a
uno de los enganches de su collar y se ve obligada a levantarse casi haciendo
equilibrio, para no ahogarse por el brusco tirón del hombre.

Se dirige dando traspiés tras él al otro extremo del cobertizo. Aquí se


encuentran con unos 10 agujeros practicados en el suelo. Al principio no
adivina por que se paran allí, pero el olor primero, y el instinto después, le
dicen que aquello son las letrinas, y que el hombre esta esperando que se
desahogue. Y bien que lo necesita. Pero evidentemente será muy difícil si no
tiene algo de intimidad. Y el gigante sigue a su lado sosteniéndola con la
correa unida al collar, y mirándola con impaciencia, no parece entender las
reticencias de ella. Intenta acercarse, pero cuando a dado el primer paso
comprende que será imposible que haga sus necesidades con aquel hombre
delante sujetándola por el cuello con una correa. Se para, lo mira suplicante,
pero no es la paciencia la principal virtud de este individuo, y dando un nuevo
brusco tirón se dirige a otro lado del patio, donde es trabada por los pies y el
cuello a una columna que sobresale del suelo. Sin contemplaciones y sin
tiempo para reaccionar coge con su gran mano un pacho, y con una larga y
afilada aguja le traspasa uno de los pezones. Su cuerpo se convulsiona de
dolor, pero no puede gritar ya que su boca sigue trabada por el bozal. Cuando
le coge el otro pecho y lo estruja para que sobresalga el pezón, un rictus de
espanto se dibuja en sus ojos. No aguantara de nuevo ese dolor.

Sí. Si lo ha aguantado. Y el gigante le ha sujetado tan fuerte los pechos que


no ha podido siquiera moverlos un milímetro. Lo que no ha aguantado es su
vejiga. Se da cuenta por el calorcito que le recorre los muslos. Se ha orinado
encima. No sabe sí por miedo o por dolor.

Cuando piensa que lo peor ha pasado dos enormes dedos se introducen en sus
fosas nasales tirando hacia fuera. ¿Querrá este hombre arrancarle la nariz?
Comprende cuando ya la aguja le esta atravesando el tabique nasal. Nota el
sabor de la sangre y de una grasa pegajosa que le ha puesto cuando ha
sacado la aguja.

Por fin se ha terminado. ¿Por qué se arrodilla delante de ella, y porque separa
sus labios vaginales’? Dios mío, no ha soltado la aguja. Cogiendo con fuerza
los dos labios y sin dudarlo un segundo, da un certero golpe con la aguja y los
atraviesa de golpe.

Ya no pueden salirle mas lagrimas, le falta la respiración hace un buen rato y


piensa que el desmayo no estará muy lejano.

La deja en medio de sus convulsiones suelta y coge con mucha delicadeza de


una estantería de la pared una cajita de metal, que abre despacio,
recreándose en la vista de lo que hay dentro. Son aros. Nuevos, brillantes, de
acero inoxidable. Muy, muy relucientes. Los va ensartando en cada uno de los
orificios que ha perforado antes.

Los más pequeños para los pezones. Apenas unos dedos de diámetro.

Los dos medianos, que son el doble de grandes, y que entran con alguna
dificultad, uno para cada labio vaginal. Y por ultimo un aro de casi cuatro
centímetros de diámetro es insertado en el hueco de la nariz. Todos ellos han
sido cerrados con una maquina de remachar. Nunca se quitara esos anillos. No
tienen apertura.

Comprueba con alivio como el hombre, que ya estaba sudando por todo el
torso, deja el cobertizo. Casi siente alivio, por fin se ha ido. ¿Pero donde,
estará buscando algún instrumento mas para insertárselo, que nueva tortura
le espera? Ha perdido completamente la noción del tiempo. Desde que la
sacaron del cajón seguramente no han pasado más de 10 minutos y ha ella le
parece que hace años que la están torturando.

Esta inmovizada en el poste, pero siente tanto dolor cada vez que mueve una
pestaña, que si la dejasen suelta tampoco podría moverse. Las tetas son dos
carbones ardiéndole en el pecho. Procura mantener las piernas lo mas abiertas
posible, pero es como si un soplete estuviese quemándola. Seguramente el
dolor abajo es tan intenso que el agujero de la nariz no lo siente.

Han pasado mas o menos dos horas cuando regresa el gigante. Se acerca,
contemplando su obra, moviendo y pasando todos los aros. Unta de nuevo con
la grasa el contorno de los orificios. Parece que ha quedado satisfecho. Antes
de marcharse quita el bozal de la esclava y da un ligerísimo tirón al aro de la
nariz. Le ha dolido menos, pero además intuye que si grita será peor, así que
decide cerrar los ojos y dejar que dos lagriman sustituyan al grito.

Debe de ser medio día, porque el sol da de plano, y abrasa lo que toca.
Empieza a sentir sed. Y pasa una hora, y otra, y otra. Y el sol que ya le esta
martirizando tanto que ha olvidado los otros suplicios. Ahora le duele la
espalda, y los hombros, y siente que su garganta es un estropajo. A pesar de
la inmovilidad en el poste, ya ha empezado a mover un poco los hombros y las
piernas.

Cuando empieza a ponerse el sol y ya piensa que morirá de sed atada a aquel
poste, un hombre rudo y corpulento, aunque menos que el gigante, se acerca.
Mira, comprueba también los aros, haciendo la misma operación que el otro, y
la desata del poste.

En un primer momento piensa que no va ser capaz de caminar. Esta


equivocada, el deseo de salir del sol y el brusco tirón de la correa le
demuestran que aunque con mucha dificultad, si camina.

Se deja guiar por la correa. Salen del cobertizo y se dirigen a una gran nave
de barro de techo bajo, situada justo enfrente. Al entrar no distingue nada, al
contraste de la luz, pero al poco comprueba que son cuadras para animales.
Están perfectamente compartimentadas, y en algunas de ellas hay unas jaulas
de diferentes tamaños. En otras simplemente arneses, cuerdas y garfios por
las paredes.

Entran en una de las cuadras y al hombre le suelta la correa, la cuelga en un


enganche de la pared, y coge una cadena larga y desgastada que hay por el
suelo y que esta enganchada al fondo de la cuadra, y la amarra al collar de la
esclava. Cuando sale cierra la pequeña y baja puerta de entrada.

Sabe que en algún sitio tiene que haber algo para beber. Efectivamente en
una de las paredes de su cuadra una pequeña elevación en el suelo hace las
veces de comedero.

Tiene que haber agua. Se arrodilla desesperada, introduce la cabeza en el


comedero y bebe desesperadamente. La cadena llega justo hasta allí. Un
centímetro mas y no hubiese alcanzado. Esta saciada. No sabe lo que es
aquella comida, que no sabe a nada, pero también come y queda saciada.
Despacio se acerca para el sitio de donde cuelga la cadena. Intentara
sentarse. No le es fácil y el dolor todavía es fuerte, pero soportable. Por fin
puede sentarse y apoya las manos encadenadas a la espalda contra la pared.

¿Qué es aquello? ¿Qué lugar es este donde la han traído? Es todo horrible, de
autentica pasadilla. Esta ahora mismo en un país que no sabe cuál es, no sabe
tampoco a quien pertenece. Desconoce porque la han traído allí. Pero desde
luego no puede ser nada bueno. Si nada mas llegar le agujerean el cuerpo, la
encadenan de por vida, y casi la matan de sed, no es para ser muy optimistas.

¿Cómo a podido llegar una mujer guapa, inteligente y muy atractiva, acabar
de aquella manera?. Desnuda, encadenada, y tirada como un vulgar animal en
una cuadra de valla usted a saber donde

Estaba en estas reflexiones cuando un murmullo a la entrada la hace prestar


atención.

Lo que ve a continuación la dejo no ya asombrada, sino aterrada.

Empezaron a entrar campesinos, y tras ellos mas esclavas cuyo atuendo era el
mismo que el de ella. Completamente desnudas. Las manos encadenadas a la
espalda y los pies con grilletes que sonaban al andar. Todas lucían un gran
collar de hierro, y todas tenían los aros que le acababan de colocar.

Todas van con la cabeza agachada y el cansancio reflejado en su rostro. Cada


campesino sabe a que corral dirigirse y que hacer con su animal. Mientras
algunas de las esclavas son simplemente amarradas por el cuello con la
cadena, como han hecho con ella, otras son introducidas en las jaulas, alguna
queda libre dentro del corral, y una de ellas es obligada a pegar la cara a la
pared y el aro de su nariz es enganchado a un saliente de la pared.

Cuando han salido los campesinos las esclavas se dirigen con avidez hacia los
comederos y bebederos, saciándose con avidez. Pasa la noche y solo se
escucha el sonido de las cadenas cuando alguna se mueve. Tiene enfrente de
su corral a la esclava que a sido enganchada de la nariz, y a la tenue luz de
las lámparas de las esquina del corral, la observa con angustia. Ella no podrá
comer, ni beber, ni dormir. Simplemente tendrá que concentrarse para
mantenerse de pie con la cara pegada a la pared.

Es ya mas de media noche cuando cierra los ojos, y ya a punto de dormirse


escucha que alguien la habla desde el carral de al lado.

-Oye. La nueva. ¿Me escuchas? ¿Entiendes mi idioma?

No sabe si contestar. ¿Y si esta prohibido, y aquello es una trampa para


pillarla?

-¿Te ha dolido mucho? Lo de los aros digo. No te preocupes, mañana no


tendrás tiempo de acordarte del dolor. ¿Tienes amo? Porque si lo tienes
supongo que no tardaran en marcarte.

Reacciona con un nudo en la garganta que le hace hablar con angustia.

-¿Marcarme? ¿Qué quieres decir con marcarme?

-Parece que me entiendes. No estas marcada entonces. ¿Tienes amo?

-Naturalmente. ¿Qué es eso de marcarme?

-Hay muy pocos amos a los que no les guste tener marcado su animal. Tu
amo no va a ser diferente.

-Mi amo esta muy lejos de aquí.

-Ya. El mío también.

-¿Hace mucho tiempo que estas aquí?

-Dos años

-¿Cómo se llama este sitio?

-No lo sé.

-¿Llevas dos años aquí y no saben como se llama esto?

-No.

-¿No esta prohibido hablar aquí?

-No.

-¿Y que esta prohibido?

-Nada. ¿Por qué lo dices?


-No sé. Este es un sitio muy raro.

-Raro por que. No te entiendo.

-No sé, por ejemplo esa chica de enfrente. ¿Por qué la dejan así?

- Ahora soy yo la que no te entiende. ¿De que chica estas hablando? Yo no


veo aquí a ninguna chica.

-Esa chica que han enganchado a la pared con el aro de la nariz.

-Vamos a ver, porque me perece que estas un poco despistada. En primer


lugar esa no es una chica, es la mula del amo D. Lorenzo, el dueño de la
tienda de comestibles del pueblo. En segundo lugar el aro de la nariz como tu
le llamas, no es un aro, es parte de su nariz. Y en tercer lugar, no debe
sorprenderte que la mula de D. Lorenzo se quede alguna noche sin cenar. Es
bastante corriente. Seguramente habrá cogido alguna cosa de alguna carga y
la han pillado. Ahora tendrá que estar así 2 o 3 noches.

Sentía una angustia que le iba subiendo cada vez más, y que no podía
controlar. Tenia tantas preguntas, tantas cosas que no entendía, que no sabia
como continuar la conversación.

-A ver. Para para para. No entiendo nada. Cuando dices que el aro es parte de
su nariz, ¿quieres decir que todas llevamos..........

-Si.Todos las bestias llevamos los mismos adornos....

-¿Cómo que todas las bestias?

-Veo que todavía no te has enterado. Voy a intentar explicártelo con un


lenguaje sencillo, intentando recordar cuando a mi me surgían estas mismas
dudas hace dos años, cuando entre. Poco a poco veras que todo lo que tu
creías, era una fantasía. Por ejemplo los aros, como tu le llamas. Todas
tenemos uno en la nariz, dos en las tetas, y otros dos en los labio del coño. No
son aros, ya te lo he dicho, son partes de tu cuerpo, te pertenecen como
puede pertenecerte un brazo o un ojo. A ver que mas.....a sí, el collar y las
cadenas en las pies y las manos. No se si te has dado cuenta, pero no tienen
apertura. Quiere decir que yo en los dos años que llevo aquí nunca me los han
quitado, y no creo que lo hagan nunca.

-¿ Y Como os vestís, y os laváis, y...........?

-Ahora soy yo la que no entiende. ¿Que quieres decir con eso de cómo nos
vestimos y nos lavamos?

-¿No recuerdas lo que es un vestido?

-Naturalmente que lo recuerdo. Sé perfectamente lo que es un vestido. Las


mujeres y los hombres lo llevan, y los amos de la granja lo llevan, pero que yo
sepa las bestias no van vestidas ¿He? En cuanto al aseo nos lavan 6 veces por
semana. Nos rapan el pelo del cuerpo una o dos veces al mes, y en cuanto al
pelo de la cabeza, una veterinaria pasa casi todas las mañanas y nos la
carta,o nos hace un moño, o lo que le ordene cada amo. Nos arregla las uñas
y nos da alguna pastilla si nos duele algo.

Decidió que lo mejor era dejar de hablar. Cerro los ojos, y apoyada en la
pared se quedo dormida a pesar del pánico y la angustia que la invadía.

A la mañana siguiente la rutina fue la misma que a la noche. Entraron los


campesinos, cada uno cogió a su esclava y se marcharon.

Cuando ya pensaba que se habían olvidado de ella, seria media mañana, se


presento otro hombre con aspecto de pocos amigos. Se le acerco y sin
miramientos tiro de la cadena para incorporarla. Cuando ella lo hizo examino
detenidamente todos los orificios hechos la mañana anterior. Pareció quedar
satisfecho. Salió de nuevo y volvió con dos cubos. Echo la comida y el agua en
los comederos y se situó en la puerta. Era bastante violento y humillante tener
que comer delante de un desconocido con las manos atadas a la espalda, los
pies encadenados y completamente desnuda. Pero savia que si no lo hacia no
tendría otra oportunidad, así que se arrodillo, echo el cuerpo hacia delante, y
metió la cabeza, primero en el comedero del compuesto que le habían echado,
y después en el agua. Cuando estaba terminando un tirón de la cadena le
indico que el tiempo se había extinguido. Fue desenganchada de la cadena
que la unida a la pared y le pusieron de nuevo la correa de cuero viejo.

Salen al exterior, pero no ve a nadie. Cuando se dirigen a una de las paredes


del corral ya imagina lo que le espera, y le angustia tanto como él más severo
de los castigos.

Están en las letrinas. Y además de evacuar la vejiga, necesita vaciar su


vientre. Hace por lo menos 3 días que no lo hace. La necesidad la empuja. Se
agacha en el agujero, arquea las piernas, y cerrando los ojos intenta no
pensar en lo humillante de la situación. Pero las lagrimas le recuerdan que no
puede evitar recordar que esta allí, encadenada de pies y manos, desnuda,
mientras un extraño la mira sádicamente mientras la tiene cogida con un
collar y una correa en sus manos. Él liquida sale lentamente, pero el vientre se
niega a reaccionar. Un brusco tirón le indica que todo tiene un tiempo, y el de
mear y hacer de cuerpo se ha terminado.

Un gran charco de agua le hace suponer que este es el lugar del baño. Y
efectivamente, después de amarar la correa a un gran poste con muchos
enganches, que hay en el centro, el hombre coge una manguera. Le da al grifo
y espera a que el agua coja presión.

Al principio la nota fría, pero luego es un autentico placer sentir el chorro por
todo el cuerpo. El hombre corta el grifo, y se acerca con una esponja que ha
empapado de jabón. Le restriega por toda la cabeza y el cabello, la cara, los
hombros, las axilas, la espalda, y se detiene especialmente en frotar el culo y
el coño, primero enérgicamente, pero después muy, muy suavemente, hasta
el punto que consigue ponerla cachonda. En ese momento piensa como harán
estas mujeres, bueno estas bestias. No. Son mujeres. En fin que como harán
para.........esta noche se lo preguntara a la de al lado.

Terminada la ducha el hombre se aleja y queda expuesta a un agradable sol,


que se encarga de sacarla. Cuando vuelve trae una bolsa de cuero desgastado
de la que va sacando cosas que la hacen comprender algo que hasta ahora
desconocía. Por ejemplo el porque no esta prohibido hablar. Sencillamente
porque no pueden, el bozal que les colocan solo les permite emitir algún
gemido. Cuando se lo pone comprueba que la bola es bastante mas grande
que la que ella traía metida en la boca, y las correas son sujetas con bastante
mas fuerza. Le coloca después unos aros situados por encima de los codos,
que al unirlos por un enganche, hace que los omoplatos se hundan y tenga
que sacar el pecho todo lo que puede hacia fuera. Las tetas están ahora
completamente expuestas. Esta postura es incomodísima, y seguramente en
unos minutos le dolerá bastante la espalda y el cuello.

No parece tener prisa este domador. Cada operación que realiza la hace
meticulosamente, tomándose su tiempo y comprobando al milímetro cada
paso.

Examina cuidadosamente la inclinación de la espalda, repasa con la mano la


altura y la tersura que han adquirido las tetas, y con mimo, casi con
delicadeza, acercando la cara, va dando la vuelta a los aros de los pezones.
Primero uno y luego el otro.

Solo después de un buen y detallado examen saca unas finas cuerdas de


cuero redondeado que engarza a cada uno de los aros de los pezones, y pasa
luego por una de las numerosos enganches que tiene el grueso collar,
concretamente los que hay a cada unos de los lados.

Solo entonces se decide a desatarla del poste y a desenganchar la correa. Se


sitúa detrás de ella y dejando un poco de distancia, agita y tensa las cuerdas.
Primero una, luego otra, después las dos a la vez. Primero suavemente,
después más rápido. Es en este momento, cuando siente el dolor y la presión
precisa en cada pezón, cuando comprende la utilidad de los aros en este sitio
tan delicado. Prefiere no imaginar para que serán los otros. Cuando el hombre
vuelve a meter la mano en la bolsa, ella lo mira aterrada. ¿Qué nuevo
instrumento le colocara ahora? Unos zapatos. Tanto terror, y solo son unos
zapatos. Son negros, cerrados, de una sola pieza. Cuando los calza, y
comprueba el finísimo tacón y lo altos que son, comprende que dentro de unas
horas, seguramente aquella será una de las peores torturas.

Cuando siente una ligera presión en los dos pezones y comprueba horrorizada
que el domador tiene en su mano una vara finísima, comprende que aquello
debe ser algo parecido a un entrenamiento. Y aprende rápido, porque los
golpes con la vara en la espalda, el culo y las piernas, a lo largo de la
siguiente hora, son bastante numerosos.

Cada vez que el domador deja caer el castigo es como si una finísima llama de
fuego la atravesara por donde pasa la vara. Es horrible el dolor que causa. Por
eso no tarda en entender que si el amo esta detrás, las dos cuerdas que van
unidas a sus pezones son los medios con los que se van a comunicar con ella.
Un tirón seco, empezamos a andar. Este mismo tirón, pero más prolongado,
nos paramos. Unos golpecitos en las nalgas, trotamos- Aquí es donde mas
golpes ha recibido con la vara, no termina de poder trotar con los grilletes de
los pies, hasta que comprueba que la forma de hacerlo es dando saltitos-. Si
se tira de uno u otro lado nos indica la dirección. Varios tironcitos suaves, el
amo esta contento, lo hacemos bien, pero si estos tirones son mas bruscos,
pedemos esforzarnos mas, porque un latigazo esta a punto de caer. Siempre
nos quedaremos parados donde el amo nos a detenido. Si se acerca y nos
coge el aro de la nariz, tenemos que inclinarnos hacia delante, arqueando la
espalda lo mas posible, para que el no tenga que estar con la mano levantada.
Un taconazo en el suelo y nos arrodillamos, dos toques y nos levantamos.

Debe ser medio día cuando es conducida de nuevo al establo. A la entrada se


detienen y se fija en algo que hasta ahora no había visto. Son unos
compartimentos hechos cerca del suelo, como si fueran taquillas abiertas, y
numeradas del 1 al 16. Aquí el domador le quita los zapatos, le desengancha
las correas de los pezones, la libera de los aros de los codos, y por ultimo le
quita el bozal. Todo es introducido en el numero 6. La esclava queda
expectante, no sabe que espera de ella. Entonces el la coge del brazo, la pone
en dirección a la puerta de los corrales, y le da una palmada en el culo.
Comprende rápidamente lo que le están indicando. Con la cabeza agachada se
dirige a su corral. Seguramente la jornada a terminado para ella. Piensa en la
comida, en el agua, y si le habrán echado algo en el comedero. Aquí se dirige
directamente para comprobar que la pileta del agua esta llena, pero la de la
comida permanece vacía. Tiene muchísima sed, así que se arrodilla y con
desesperación bebe todo lo que puede. Cuando ha terminado comprueba con
miedo que no esta sola. Mientras ella saciaba su sed, a su corral han entrado
otro domador nuevo y, lo que mas le sorprende, una mujer. Es fea, alta, muy
alta, y va vestida igual que los hombres. Algo malo sucede, sabe que le va
pasar cualquier cosa, y esta no va a ser precisamente agradable.
Instintivamente, aún de rodillas, se hecha hacia atrás y se pega a la pared.

La mujer es la primera que se acerca a ella.

-Ven bonita, ven, no te va a pasar nada.

-¿Crees que tendremos que trabarla?

--Yo creo que no hará falta. Empezaremos por algo fácil. A ver bonita, vamos
primero a cortarte la uñas, siéntate en el suelo, y si no das problemas no
tendremos que trabarte.

Comprende al ver el estuche de manicura abierto, que seguramente dice la


verdad, así que se sienta sin miedo y estira las piernas. La mujer empieza por
recortarle las uñas, afilándolas y refinándolas bastante.

-No se si pintárselas. ¿tu sabes el uso que va a tener este animal? Seria una
tontería hacerlo para que luego se fuera a pisotear por esos caminos llenos de
polvo.

- Llego ayer por la mañana, y según he oído, la manda directamente el dueño.


Creo que la compro en Europa. Seguramente la adiestrara y la venderá como
el resto. No se mas, así que tu veras lo que haces.

Se da la vuelta y empieza a recortar las uñas de las manos.

-Estira los dedos, que esto de cortar las uñas con las manos unidas en la
espalda no es nada fácil. ¿Y sabes que te digo?, que todavía hay gente que
piensa, te hablo incluso de compañeros, que mi trabajo es el mas sencillo, el
que haría cualquiera. Y es que no me dicen nada. Yo necesito conocer la
utilidad de cada bestia, si es de campo, si es de interior, porque no es lo
mismo. Mira yo se las pinto y si luego no, pues bueno.

Cuando a terminado de arreglarle y pintarle las uñas, empieza a examinarle el


pelo.

-Dios, que ago yo ahora con este pelo. En fin lo mas fácil, te lo recortare y un
moño pegado.

Se la ve experimentada ya que no tarda en hacerle un bonito y coqueto moño.

-Bueno, vamos a ver el resto del cuerpo.

Mientras dice esto, le levanta las axilas, y le indica que se tumbe. La esclava
lo hace, y ella examina cuidadosamente el pubis y el ano.

-Aquí vamos a terminar rápido. No tienes ninguna necesidad hasta por lo


menos una semana. Se nota que vienes de un sitio refinado. Ni el mas mínimo
rastro de un pelo.

-¿Le has dejado la pastilla al lado de la pileta del agua?

-Si. El problema es que se la tome.

-Bueno, mañana lo compruebas y me lo dices.

La coge entonces del aro de la nariz y la obliga a levantarse. Examina


entonces nuevamente el estado de los aros y las heridas de estos. Después le
va mirando cada parte del cuerpo, de la cabeza, la boca, los ojos.

- Bien. Las heridas están totalmente curadas. O lo estarán mañana si no me


equivoco. El resto del animal es perfecto. Esta sano, bien alimentado, lustroso,
y con bastante fuerza.

-¿No sabes cuando empezara a trabajar?

-Seguramente mañana. Donde va a ir a parar no lo se.

-Bueno pues esto ya esta. Déjala descansar esta tarde y mañana le


echaremos otro vistazo.

Mientras la mujer sale, el domador se acerca a la pared, desengancha la


cadena y la une al cuello de la esclava.

Se queda de pie, y cuando los dos se han marchado, se acerca indecisa a la


pileta del agua. Efectivamente han dejado una pastilla. ¿Para que será aquella
pastilla? ¿Y todas esas cosas que han estado comentando sobre ella, que
abran querido decir? ¿Realmente la han vendido al dueño de aquel sitio? Una
especie de ahogo, mas bien angustia, empieza a asfixiarla, y no ve la hora de
que regresen las demás, para poder preguntar algunas cosas.

Pasa la tarde en un estado de pura ansiedad. Se sienta, se levanta, camina los


dos pasos que le da la cadena, vuelve a sentarse. Y asta que por fin la claridad
disminuye y se encienden las luces de la cuadra. Ya no debe faltar mucho.
Todavía un rato y por fin siente las cadenas de las esclavas y las voces de los
campesinos a la entrada. Ahora sabe lo que están haciendo. Quitando los
aperos, el bozal y los zapatos a las esclavas. Como la noche anterior entran
cada una conducida por su amo y se dirige a su corral donde es amarrada a la
cadena de la pared. Y como la noche anterior, ahora si se fija bien, la esclava
de enfrente es conducida por su amo a la pileta del agua donde apenas la
dejan dar dos sorbetones, y de aquí al garfio de la pared, donde es
enganchado el aro de su nariz. Otra noche sin comer, sin dormir y sin
descansar.

Siente el sonido de las cadenas moviéndose, y sabe que todas, excepto la de


enfrente, están comiendo y bebiendo. Espera un rato y cuando nota el silencio
llama a la esclava de al lado.

-Hola. Me escuchas?

-Si, naturalmente que te escucho. ¿Por qué hablas tan bajo?

-Tienes razón. No esta prohibido hablar.

-¿Qué quieres?

-¿Puedo hacerte algunas preguntas?

- Pero que no sean muy largas. Vengo muerta y necesito descansar.

-Ayer me dijiste que llevabas aquí dos años. ¿Alguna de vosotras se ha pasado
aquí toda la vida?

-Pues no lo se. Pero la alternativa es clara. Si no te venden a nadie te quedas


aquí trabajando para la granja. Otra cosa que te puede pasar es que la granja
te alquile a alguien que lo necesite. Pero en este caso sigues perteneciendo a
la granja, y antes o después regresas.

-¿Y si alguien se quiere marchar?

-¿Marchar a donde?
-Marcharse de aquí, fuera de aquí, a su casa, a la playa a pasear.

-No te entiendo, definitivamente no te entiendo. Tu estas tonta, o es que eres


tonta, o no se que te pasa. Vamos a ver si te enteras: Es posible que tengas
ganas de irte a la playa, o a tu casa, que quieras ir de aquí para allá. Pero, por
si no lo has notado, cuando llegaste aquí, te pusieron un collar de acero, y te
encadenaron de pies y manos, y ninguno de estas cadenas se puede abrir.

Igual tampoco lo has notado, pero si te fijas veras que todas vamos
completamente desnudas. Somos animales, por eso no nos dan ropa. Pero no
te preocupes, terminas por acostumbrarte. Bueno, o casi, yo hace dos años
que voy desnuda y cada vez que salimos de la granja no puedo evitar la
vergüenza de mostrarme de esta manera delante de la gente. Además algunos
empleados disfrutan especialmente humillándote. Ayer me cogió el cocinero
para que trasportara las compras de la plaza de abastos. Lo primero que hizo
fue ponerme campanillas en todas las anillas menos en el coño, aquí me colgó
una especie de cencerro enorme. Cada vez que me movía parecía una banda
con todas las campanas y el cencerro tocando. También podíamos haber ido
con algún cesto, pero no, para el es mas agradable engancharme al carro más
ampuloso que tenemos para así no tener que dar un paso. No creas que
fuimos directamente a la plaza, lo que hizo fue sencillamente darse un paseo
por todas las calles mas concurridas del barrio de la plaza. Desde luego no es
la primera vez que voy enganchada a un carro, ni será la ultima, pero no
puedo superar esa sensación tan humillante, de sentirte menos que nada, que
te hace sentir el amo cuando pasas al lado de un grupo de gente y deja caer el
látigo sobre tus nalgas, para que aceleres el paso, y la gente se queda
mirando sonriente. Quiero decir que aunque te apeteciera irte no podrías.
Cualquier animal tiene tendencia a marcharse, o a escaparse en un momento
dado, por eso su amo lo amarra bien para que no lo haga. De todas formas
aunque pudieras no te aconsejo que lo hagas. A la semana de estar yo aquí
una de las bestias que se alquilan se soltó, no se como, y se escapo. Al día
siguiente la colgaron de las tetas a la entrada de la cuadra. Tuvieron la
delicadeza de no colocarle bozal. Estuvo casi tres días gritando antes de morir.

-Que horror.

-Si. Fue.............todavía me acuerdo. Mira no te conozco, pero te voy a decir


una cosa. Yo soy una bestia, y asumo que soy una bestia. Me tratan como tal,
y como tal me comporto. Se que moriré así, y también tengo que aceptarlo. Y
tu tendrás que hacerlo antes o después.

No, como iba ha acepta aquello. ¿Ese era su destino? Ella pensaba que solo
estaría temporalmente en aquel lugar, que regresaría antes o después. Era
evidente que la habían engañado. Amargas lagrimas corrieron por sus
mejillas.

-Tampoco tienes que agobiarte. Antes o después te acostumbraras. Ojalá te


compre un buen amo y te dediquen a un trabajo sencillo. Yo...........no te voy
a engañar, ya casi he perdido la esperanza, creo que no me van a comprar
nunca, porque si en dos años no..............pero bueno, mira, mi trabajo aquí lo
hago bien, y apenas recibo castigos.
-Es horrible. No puedo admitir esto. ¿Y si no me compra nadie?

-Ya veras como tienes suerte y un día llega un buen amo y te lleva.

-Ya...........igual que a ti.

-No, ya veras como tienes suerte. ¿Qué has hecho hoy, has empezado ya a
trabajar?

-No. Pero he conocido a la veterinaria. Me ha arreglado el pelo, me ha cortado


las uñas, me han lavado, y me han entrenado. Por cierto, ya voy
comprendiendo la utilidad de los aros y de los zapatos. ¿Todas tenemos que
llevar zapatos de tacón?

-Si, todas lo llevamos, y hagamos el trabajo que hagamos. Al principio es


incomodísimo, incluso te caes algunas veces, pero luego ya terminas por
acostumbrarte, y te sientes rara si no los llevas.

-¿Y porque?

-¿Qué por qué los llevamos? No lo se. Por lo que he escuchado alguna vez a
los amos, es una cuestión estética. Así lucimos mas. Te darás cuenta que en
esta granja se mira mucho eso. Por cierto ¿Qué numero eres, el seis verdad?

-Si, y tu.

-Yo soy la 10.

-¿ como te llamas?

-Como no me ha comprado nadie todavía no tengo nombre, así que me llamo


10. Mientras este en la granja seré 10. Cuando te compra un amo, lo normal
es que el día que te marca, también te pone un nombre.

-No. Yo me refería a tu nombre de verdad.

-Ese es mi nombre de verdad. No hay otro, y nunca habrá otro que no te de tu


amo.

-¿De verdad no te acuerdas de tu nombre?

- 6 aquí no existe pasado. Solo presente y futuro. Cuanto antes lo entiendas


mejor para ti.

- Esto es horrible.

-Mucho mas de lo que imaginas.

-¿Cómo llegaste aquí?

-Casi se podría decir que estaba predestinada. Yo a veces digo que fue cosa
del destino. El día que cumplía los 18 años el encargado de mi empresa
organizo una fiesta a la que curiosamente invito solo a mis compañeras más
jóvenes y atractivas. La fiesta no era en mi ciudad, así que nos subió a todas
en un avión para trasladarnos a esta isla. Cuando llegamos mis 5 amigas y yo
tuvimos el mismo recibimiento que te dieron a ti. Por si teníamos alguna duda,
nos dejaron ver los periódicos de 2 meses después. En ellos se decía que se
suspendía la búsqueda del avión desaparecido. Se deba por hecho que se
había estrellado en algún punto del mar indeterminado, dándonos a todas por
desaparecidas. Por tanto no existamos. Nadie nos buscara ni preguntaran por
nosotras, porque estamos muertas. Yo pase una época pensando en lo peor,
cuando veía en lo que me había convertido, en lo que me esperaba, en mi
sufrimiento. De verdad que mas de una vez quise quitarme la vida. Pero al
final.....................

-Ósea que estamos todas secuestradas.

-No. Sencillamente no existimos como personas. O estamos desaparecidas, o


estamos oficialmente muertas, o.............yo que se. Lo que si te aseguro es
que aquí no va a venir nadie a buscarte.

Un intenso silencio se apodera de todo el establo. Por unos segundos nada


parece escucharse. Hasta ese silencio es cómplice de su amargura. Necesita
hablar y comunicarse con alguien. El silencio la hace pensar, y cuanto mas
reflexiona, mas se angustia.

-¿Estas dormida?

-Estaba a punto. ¿Qué quieres?

- No puedo dormir.

-Veras como te duermes cuando empieces a trabajar. ¿Qué te pasa?

-Me da lastima la de enfrente. ¿Sabes ya lo que hizo?

-Algo he oído. Y no tiene que darte lastima, savia perfectamente lo que hacia,
y lo que podía ocurrirle.¿Te acuerdas que te dije ayer que era la mula de D.
Lorenzo, el amo dueño de una tienda de comestibles? Bueno pues por lo visto
cuando iban a llevar una carga de chucherias a un puesto de la plaza, D.
Lorenzo se encontró con un amigo y entraron un momento al bar a tomar
unas cervezas. Como podrás imaginarte las bestias tenemos prohibida la
entrada a ciertos sitios, entre ellos los bares, así que D. Lorenzo la trabo en la
puerta. Seguramente la carga estaba mal colocada o no se lo que paso. La
cuestión es que esa estúpida se comió algunas golosinas a las que pudo llegar.
Y lo peor no es eso, lo peor es que para comerse las golosinas se tuvo que
quitar el bozal, yo no se como demonios lo hizo. Cuando salió D. Lorenzo y la
encontró con el bozal quitado, inmediatamente comprendió que se había
comido las golosinas que faltaban. Consecuencia: 2 días sin comer, sin dormir
y sin descansar. Lo tiene merecido, por estúpida.
-Pero eso es una tortura horrible.

-Eso una tortura horrible? Eso es un juego de D. Lorenzo, que es un amo


buenísimo. Si hubiera sido otro, a estas alturas tendría la espalda en carne
viva, o la lengua cortada.

-Te pueden cortar la lengua?

- Te pueden hacer lo que quieran. Te repito que tu eres una bestia, y eres de
su propiedad. Te pueden cortar, trocear, y si les apetece te pueden matar.

Nuevo silencio, que sigue siendo tan espeso y mas negro que el anterior.

-Estas despierta?

- Si tu no paras de hablar. ¿Qué te pasa ahora?

-Cuando me estaban lavando hoy el amo que lo hacia me ha estado


restregando con una esponja por todo el cuerpo y.............

-No sigas. Te has puesto cachonda. ¿Verdad?

-Si...........como hacéis aquí.........

-Tu te refieres a que como follamos. ¿Verdad?

-Si bueno, las necesidades..............

-Tu eres una bestia y no tienes necesidades. Esto es muy sencillo de aprender.
Cualquiera que se acerque a ti, ya sea amo o no, cualquiera, puede hacerte lo
que le apetezca. Solo tienes que saber cuatro cosas. Primera: Si se acerca por
detrás, te arrodillaras y clavaras la cabeza en el suelo, levantando el culo todo
lo que puedas, hasta que termine. Segunda: Si el amo prefiere por delante, te
acostaras, abrirás las piernas y levantaras el culo hacia arriba todo lo que
puedas, hasta que el amo termine.

Tercera: Si te quita el bozal y te baja la cabeza, mamaras y no dejaras


derramar ni una gota. Y cuarta: No te correeras si no te lo autoriza el amo con
el que estés follando. Ten cuidado con esto, que a mas de una le ha costado
un severo castigo no contener su cuerpo. A bueno, si quieren hacerlo mas de
un amo, o es un ama la que quiere follarte, o quieren que lo hagas con algún
animal, o sencillamente que te folles a un palo, estarás muy atenta a sus
indicaciones, y harás todo lo que te digan, y en todo momento.

-¿Has dicho con algún animal?

-Si. No tiene nada raro que quieran emparejarte con otra bestia.

No quería, pero su entrepierna empezaba a estar húmeda, a pesar de las


circunstancias.
-Seguramente ahora te has puesto caliente. Es normal. Yo de todas formas te
aconsejo que no te masturbes. Ves las lámparas en las esquinas? Bueno pues
detrás hay cámaras, y nos controlan mucho ese tema. Alguna se ha llevado
alguna sorpresa por las mañanas cuando la han castigado por haber estado
jugando por la noche con su chochete.

Tienes que darte cuenta de una cosa: Aquí comes, bebes, respiras, meas,
cagas y te corres cuando lo dice el amo. Ni antes ni después.

Dejo que se fuera calmando su calentura a medida que el sueño la iba


venciendo. Seguramente mañana seria un día largo, duro, e intenso.

La rutina de las mañanas volvió a repetirse. Entraron los amos, cada uno
desengancho la cadena y puso la correa a su respectiva esclava, y salieron a
la puerta. Cuando pensó que pasaría otra mañana metida en el establo, se
presento la mujer del dia anterior y la saco también a ella. Se unió con el
resto cuando estaban en las letrinas. Solo había 6, así que estaban haciendo
cola. Volvió a encogérsele el estomago. Aquello era superior a ella. Allí estaba
todo el mundo, Como querían que hiciera así sus necesidades? Su cuerpo no
reaccionaria. Cuando le toco y encogió las piernas para agacharse, sabia que
aquella era la oportunidad del dia, y que no se presentaría mas. Cerro los ojos
y se concentro. Por fin salía algo de sus entrañas. Que vergüenza, que
humillación. Evidentemente aquello no podía ser una persona, sino un animal.
Sintió tanta vergüenza que tuvo que permanecer con los ojos cerrados un
buen rato, incluso después de haber terminado. Lloro amargamente, como
solo se llora después de ser humillada de aquella manera.

Amarraron después con las cuerdas a las 6 que había en ese momento en el
establo, al poste del centro del patio, y con la manguera les rociaron por todo
el cuerpo. Cada amo se acerco después, y con la esponja empapada en
espuma, lavo la cara, restregó todo el cuerpo, y se detuvo especialmente en el
ano, el coño y las axilas de las esclavas. Nuevo y mas detenido manguerazo, y
a esperar al sol.

Seguramente ese era el momento mas agradable del dia. Con el estomago
desocupado por fin, recién duchada con agua fresquita, y dándole aquel
agradable sol, se sintió hasta a gusto y casi contenta. Solo sentía en ese
momento un poco de hambre. No supo cuanto tiempo, pero ya empezaba a
quemar el sol, cuando el ama que se encargaba de ella se acerco con un cesto
de cuero en la manos. Fue sacando y pelando unas barritas pequeñas de algo
parecido a chocolate. Las fue poniendo en las bocas de cada una de las
esclavas, que con maestría iban mordiendo, procurando que no se cayeran.
Cuando llega a la esclava castigada se detiene y ella misma va metiendo trozo
a trozo en la boca, sabiendo que si la deja sola, es capaz de ahogarse. El
hambre desapareció. La veterinaria fue repasando a continuación una a una a
todas las esclavas. Les fue mirando las uñas, el cuello, repasando los orificios
de la nariz, la boca, el ano, el coño, inspeccionando detenidamente los aros,
repasando el pelo y retocando algún peinado que se había descompuesto en la
noche.

Nueva espera, el sol ya quemaba, y de nuevo los amos, que se acercan


directamente a los compartimentos taquilla, de donde sacan todo su
instrumental. Se acerca cada uno a su animal, y con suma maestría colocan
primero el bozal, después los aros por encima de los codos uniéndolos con su
enganche, a continuación los zapatos. Y desenganchando la cuerda de cuero,
desaparecen del patio, tirando cada uno de su animal.

Pasan las oras, y ella sigue preparada, con su bozal, sus codos pegados, sus
tetas sobresaliendo, y sus zapatos. Pero amarrada al poste por la cuerda y su
collar, y el sol dándole de plano. Empieza a transpirar, las gotas de sudor
mojan ya su cuerpo.

Se acercan tres personas. La veterinaria, uno de los amos de la granja, y


alguien que no conoce, y que por su atuendo, no pertenece al personal de
aquel lugar. Es un hombre de mediana edad, casi calvo, con una barriga
prominente y barba de varios días. Su aspecto no es descuidado, pero denota
dejadez. Y su vestimenta, aunque limpia y planchada, no es desde luego
moderna, lleva seguramente algún lustro de retraso.

Probablemente es alguien de la ciudad cercana. Es esta una ciudad agrícola,


no mas de 30.000 habitantes, dedicado en su actividad principal a la
producción de diferentes productos especializados como la caña de azúcar, la
remolacha o el espárrago. El pueblo fue creado por un fraile español en el
siglo XVI, justo donde se encontraba un poblado indígena que fue devastado
por las luchas entre las tribus de la zona. Adquirió cierto auge en el siglo XIX
con la producción de caña de azúcar, y desde que el potentado árabe reabrió
la granja, están otra vez vendiéndose productos, y parece respirar de nuevo.
La región, aunque no es rica, si es muy industriosa, y el valle donde se
encuentra es fértil, y los diferente pueblos que la componen se agrupan en
torno a la capital de la región. Pequeña, de no mas de 90.000 habitantes, esta
compuesta por gente trabajadora, que sabe vivir y disfrutar las cosas buenas
de la vida. Aman la naturaleza en su justa medida y rehuyen el estrés y el
bullicio de las grandes capitales. Son pequeños y les gusta ser pequeños. Su
ciudad no tiene mucha historia, nació a principios del siglo XX al lado de unas
minas de plomo, ya agotadas. Ahora vive de los servicios y de la capitalidad
de la región. No carece de nada. Tiene hospitales, teatros, centro comercial, y
buenas carreteras. Y su naturaleza generosa. Clima tropical. Prácticamente
primavera todo el año, aunque un poco húmedo el ambiente. Selva y bosque
por todos lados, y paisajes idílicos y maravillosos para fotografiar.

El régimen político de aquel pequeño país (120.000 habitantes) es lo que


podríamos llamar una dictadura consensuada y consentida, o mas bien
demandada. Un presidente que lleva presentándose mas de 38 años al cargo,
y que es sistemáticamente elegido por los ciudadanos en elecciones
totalmente libres y democráticas. Bueno, o casi. Los tres periódicos del país
son de su empresa. Al igual que la televisión y las dos emisoras de radio. El
resto de medios de comunicación esta prohibido. Para entrar en el país hace
falta un visado especial, en el que se ha de especificar las rutas y destinos que
se van a visitar. Si alguien se sale de dicha ruta es inmediatamente detenido,
juzgado y en su caso expulsado. Los escasos países que tienen diplomáticos
han de vivir en un determinado barrio de la capital (26.000 habitantes) y no
peden salir de el. El ejercito, compuesto por 4.000 soldados, esta bajo las
ordenes directas del presidente. La riqueza del país, agricultura y petróleo, no
son suficientes para abastecerse, lo cual es compensado con el aporte mas
que generoso que hacen determinados países árabes y asiaticos, ( O mejor
podríamos decir determinados príncipes de esos países) a cambio de regalos
como parcelas agrícolas o islas cercanas. El resultado de este tácito acuerdo
es bastante beneficioso por ambas partes. De una los habitantes disfrutan de
un alto, altísimo nivel de vida (No hay paro, prácticamente un hospital por
habitante, educación especial y gratuita para todos, y altísimos sueldos en
cualquier empleo) y de otra los príncipes pueden hacer y deshacer en sus
dominios (Mas del 20% del territorio total del país) lo que quieren, y les son
consentidas ciertas "rarezas y excentricidades".

Nadie en este país se escandaliza de nada, mientras su cartera este llena y su


nivel de vida sigua por las nubes. Naturalmente todos saben a quien tienen
que votar para que las cosas sigan así.

Los tres vienen charlando y cuando llegan la altura de la esclava se paran y la


conversación continua.

-Amo de la granja: Ya le he dicho, y le reitero de nuevo. El animal es nuevo,


pero aquí esta la veterinaria que lo puede atestiguar, perfectamente valido
para cualquier trabajo. Esta fuerte y viene completamente sano. Lo acaba de
traer su excelencia de Europa, de una casa prestigiosísima.

-Hombre: Ya. Le aseguro que me merecen ustedes toda la confianza del


mundo, pero yo solo lo necesito por un tiempo, y los precios de alquiler son
bastante elevados para mis posibilidades.

-Amo de la granja: ¿Y por que no se decide usted de una vez ya y se compra


una?

No se da cuenta que a la larga le va saliendo mas caro. Mire esta por ejemplo
todavía no se la puedo vender, pero tengo un par de ejemplares magníficos, y
a un precio tentador.

-Hombre.¿ Cuanto?

-Amo de la granja: Hombre así, sin verlas, no le podría decir.

-Hombre: La mas barata. Dígame mas o menos lo que me costaría la mas


barata.

-Amo de la granja: Mire D. Andrés, el año pasado si mi cabeza no me falla nos


alquilo la misma bestia durante cuatro periodos con un tiempo total de 5
meses ¿Estoy en lo cierto?-El hombre asiente con la cabeza- y le costo el
alquiler de aquel animal un total de 15.000 $. –el hombre sigue asintiendo.
Bueno, pues en este momento estoy en condiciones de ofrecerle una maravilla
de animal, fuerte, joven ,robusto y sano por............pongamos por ser para
usted: 120.000 $. Que le parece? Una ganga, y ya no tendrá que venir mas
aquí a alquilar.

-Hombre. Si, estoy de acuerdo, es una ganga, pero yo no tengo en este


momento ese dinero. A lo mejor si la campaña que viene es buena..............
-Amo de la granja: Sea como usted desee D. Andrés. Como le decía este es el
animal que puedo alquilar en este momento. ¿Por qué periodo lo quiere?

-Hombre: No estoy seguro, pero no menos de 6 meses.

-Amo de la granja: ¿Qué tipo de trabajo realizara?

-Hombre: El de siempre. Lo necesito para paseo y para la noria de agua.

Ambos hombres miran a la veterinaria.

-Veterinaria: Si si, es perfectamente valida para ambos trabajos. Solo le


recomiendo que tenga un poco de paciencia, ya que es la primera vez que
realizara ambos trabajos, y puede estar un poco torpe.

-Hombre: No hay ningún problema. ¿Cuánto me va a costar este ejemplar?


Tenga usted en cuenta que es nueva y eso debería abaratar los gastos.

-Amo de la granja: Por supuesto D. Andrés, y tratándose de un cliente como


usted mas.

Veamos en primer lugar las condiciones de uso. ¿Quiere usted un uso total o
parcial del cuerpo de la bestia?

-Hombre: Total, por supuesto- una sonrisa sádica y callada recorre sus labios-

-Amo de la granja: Se compromete a la devolución total y sin mutilaciones?.

-Hombre: Entera, la devolveré entera.

-Amo de la granja: Bueno, pues en este caso el contrato que firmaremos


después en mi despacho le permite hacer un uso total de todas las partes del
cuerpo del animal, tanto particular como a otras personas que usted
determine. Se compromete a la devolución del animal entero, sin ninguna
mutilación, ni defecto que impida su posterior venta o uso por parte de otros
dueños. Solo se excluyen de este apartado las marcas producidas por látigo,
cigarrillos, etc, siempre y cuando las cicatrices no sean demasiado profundas.
Tampoco podrá marcar al animal al fuego u otra señal perenne, si bien puede
personalizarlo de forma temporal a su gusto.

La muerte o el incumplimiento de las anteriores normas obligara a la paga del


animal como si de una compra se tratara.

-Hombre: Ya, conozco todas esas normas. ¿Cuánto me va a costar el alquiler


seis meses?

-Amo de la granja: Con el anterior contrato, 20.000 $

-Hombre: Joder que caro. Vale. Me la llevo. Esta ya disponible?


-Veterinaria: Cuando usted quiera.

-Amo de la granja: Acompáñeme a mi despacho, firmamos el contrato, me


paga, y se la puede llevar cuando guste.

Cuando los dos hombres se dirigen fuera del patio, donde seguramente están
las oficinas y los despachos, la veterinaria se le acerca y mientras revisa una
vez mas todos los aros, empieza ha hablar.

- No se si me entenderás o no, pero presta mucha atención a lo que voy a


decir. La píldora que deje ayer en tu pesebre, y que no tomaste, es un
medicamento que impide que te quedes embarazada y a la larga provoca la
infertilidad. Como comprenderás eso a ti te dará lo mismo. Eres ana bestia, y
morirás siendo una bestia Si por un casual quedases embarazada, tendríamos
que sacrificarte, y tu no querrás eso. Así que a partir de ahora, cuando te
echen la comida y veas la píldora, mas vale que la tomes. Te voy a dar
también un par de consejos sobre el amo que te acaba de alquilar. Es un
respetable padre de familia, muy querido por toda la comunidad, y no nos
gustaría tener que avergonzarnos de ti. Te ha alquilado básicamente para dos
cosas: Para exhibirte, y para follarte. El y sus amigos y conocidos. Así que
pórtate bien y déjanos en buen lugar.Exhíbete y folla como una autentica
bestia de la granja de su excelencia. Una ultima cosa. A D. Andrés hay una
cosa que le molesta especialmente. No consiente que sus animales gocen
sexualmente, así que contente y procura no correrte si el no te da permiso
expresamente. Te aseguro que es bastante duro en este tema y al final lo
lamentarías.

Todavía tiene que pasar una hora desde que la veterinaria se marcho, y
aparece D. Andrés. Este, cuando llega junto al poste al que permanece
amarrada, la desata y cogiendo la cuerda de cuero tira de ella hacia la puerta
de madera de la entrada. Esta completamente sudada, tiene sed, y casi
mareada por el fortísimo sol.

Fuera, y aparcado en el camino de tierra que pasa por esta puerta, un


todoterreno, al que hay enganchado un remolque para transportar caballos,
les espera. Aunque la forma es igual, este remolque tiene algunas diferencias
con el que transportan a los caballos. Por ejemplo es mas corto, de hecho solo
caben dos personas de pie. Y a diferencia de aquellos, este esta
completamente cerrado.

Se acercan por detrás al remolque y D. Andrés saca las llaves del coche y lo
abre. Tira de la cuerda para que entre la esclava, pero esta, por mucho que lo
intenta, no puede, ya que la cadena que traba sus pies es mas corta que la
altura del remolque. Entra entonces al amo al remolque y cuando ella piensa
que la va a ayudar, de una de las paredes descuelga un finísimo látigo de
cuero, terminado en una punta de metal minúscula.

El pánico se dibuja en la cara de la esclava cuando sale de nuevo D. Andrés, y


restalla el látigo en el aire. Sabe que el siguiente golpe caerá sobre ella. Lo
vuelve a intentar desesperadamente. Pero es imposible, la cadena no tiene
holgura suficiente. Un intento, otro mas, y al tercero un rayo de fuego
abrasador atraviesa sus nalgas. De su chillido de dolor solo ha salido un
pequeño gemido por efecto del bozal. Pero dos gruesas lagrimas si han salido
también impulsadas por el dolor. Mas intentos y nuevo restallido del látigo al
aire. Sabe que esta a punto de caer un nuevo golpe, pero no sabe como entrar
al remolque. Cuando este nuevo golpe le atraviesa de nuevo los glúteos, las
fuerzas la abandonan y tiene que apoyar las rodillas en el remolque para no
caer al suelo por el intenso dolor. En ese instante comprende. De rodillas. Hay
que entrar apoyando las rodillas. Así lo hace, y así evita el siguiente latigazo,
que ya se estaba preparando. Rápidamente se levanta y espera a que su
nuevo amo entre detrás de ella.

D. Andrés tiene la maestría de alguien que sabe perfectamente lo que hace


por efecto de la rutina. Con la cuerda que cuelga de su collar hace un nudo
que engancha de una garfio del techo y tensa hasta el limite de la respiración
del animal. Cuando sale cierra con la llave por fuera, y la oscuridad de dentro
es total y absoluta. No es fácil mantener el equilibrio por aquellos caminos y
en aquellas condiciones. De hecho no sabe calcular cuanto dura el viaje,
porque su concentración en no morir ahorcada es máxima. En cada curva se
ha de medir la inercia para poder compensar con los pies el empuje del
remolque. Cuando ya empieza a estar bastante cansada, el coche reduce de
marcha hasta pararse. Echa marcha atrás. Seguramente han abandonado el
camino y están entrando en alguna finca particular. Cuando el motor se
detiene y espera que se abra la puerta, no sucede nada. Pasa el tiempo y
sigue sin pasar nada. Empieza a dolerle el cuello por donde roza el metal con
la piel, y la espalda, y lo muslos. Pero sobre todo empieza a ser ya
insoportable el dolor de los pies. Aunque puede dar pequeños pasitos, aquellos
horribles zapatos, con su enorme tacón, la están deshaciendo los dedos, los
talones y la columna.

Cuando la sacan del remolque es ya bien entrada la noche. Solo la luna, una
inmensidad de estrellas, y las luces de una especie de almacén, que hace las
veces de corral, iluminan este momento.

Cuando van a entrar D. Andrés se detiene, la mira, y decide quitarle el bozal y


desenganchar los aros de los codos. La sensación de alivio en las mandíbulas y
la espalda es tremenda, y su cara refleja esta satisfacción. Rodeando la puerta
se dirigen hacia uno de los laterales del corral. Cuando llegan y su olfato entra
en funcionamiento sabe que aquel es el momento de desocupar. Están en las
letrinas del corral. Unos agujeros hechos en el suelo le indica el sitio. Ya esta
resignada a no tener intimidad y que la miren mientras hace sus necesidades.
Además esta necesidad que siente es apremiante.

Su sorpresa es grande cuando ve que su nuevo amo la suelta la cuerda del


collar, y rebuscando entre los matojos del suelo encuentra una gruesa, pesada
y oxidada cadena que hay clavada en el suelo, y se la engancha al collar. Y
mas sorpresa aún cuando ve que el amo se va, y se queda sola. En un par de
minutos no se mueve, supone que habrá ido a coger algo, o hacer alguna
cosa. Pero por fin comprende que esta sola. Que podrá hacer sus necesidades
sin que nadie la mire. Esta desnuda, esta encadenada de pies y manos, y
sujeta al suelo por una gruesa cadena. Pero hay algo que le resultaba mas
insoportable que cualquiera de estas cosas, y era que la estuviesen mirando
cuando se agachaba a desocupar su vejiga e intestino. Así que por fin cumplió
con la naturaleza de forma normal, relajada, sintiéndose a gusto. Y mas a
gusto aún cuando terminó y comprobó que al final de los agujeros del suelo
una especie de pileta baja contenía agua limpia enjabonada. Se sentó
tranquilamente y no sin dificultad, estirando todo lo que pudo las manos por
detrás, se lavo por fin todas sus partes intimas a conciencia, y ella misma, sin
que nadie lo hiciera. Se sentía infinitamente mejor. Ahora le consumía el
hambre. Desde que le dieran la barrita energética de la mañana no había
probado nada, y se moría de hambre. Se comería cualquier cosa. Pasaba el
tiempo y no pasaba nada. Decidió estirar las piernas y de paso comprobar lo
larga que era la cadena a la que estaba sujeta su collar. Era larga, tanto como
para llegar hasta la esquina de aquella pared, y comprobar que un poco mas
adelante del camino una lujosa y coqueta casa estaba iluminada, y con
movimiento en su interior. Seguramente se trataba de la casa de su nuevo
amo, y el lugar donde estaban eran los corrales de los animales. Estaba
mirando el jardín con flores a la entrada, los faroles iluminando el camino
empedrado, y las puertas y ventanas acristaladas de colores, cuando un olor
agradable e irresistible invadió su olfato. Comida, olía a comida. Y casi se topa
con el recipiente de plástico viejo y sucio que había en el suelo. No le importo
mucho el estado del recipiente, ni le hizo remilgos cuando vio que aquello en
realidad eran las sobras de una cena. Había huesos a medio roer, trozos de
pan mordido, alguna servilleta usada, y restos de varias comidas.
Sencillamente se arrodillo y metió la cabeza en el recipiente. No la levanto
hasta que no quedo nada. Solo le falto lamer el sucio fondo del cubilete.
Cuando roía a duras penas los huesos, y tragaba la comida con tanta
voracidad, tuvo una sensación que le hizo parar unos segundos. Se sintió
como un autentica bestia, como si fuera una animal de verdad. El hambre fue
mas fuerte y continuo al instante. Al lado de este recipiente, pero igual de
sucio y desgastado, otro contenía algo parecido a agua. Bebió sin reparos. La
sed hace olvidar los reparos.

Noto entonces que aquí terminaba la largura de la cadena. Este era su limite.
Se incorporo, y teniendo en cuenta que aquí olía menos desagradable que al
lado de las letrinas, y el suelo además estaba mas limpio, decidió quedarse en
este lugar. Esperaba que no tardaría en venir alguien. No dejaba de dar pasos
a un lado y otro, pero allí no se presentaba nadie. Y el cansancio era ya
insoportable. Primero se quito los zapatos. Que alivio sintió. Después pensó
que se sentaría. Si venia alguien de la casa, desde donde estaba lo vería llegar
y se levantaría. Apoyo la espalda contra la pared y empezó a mirar las
estrellas. Se sentía bien. Era una noche espléndida. No hacia demasiado calor,
y casi le pareció percibir el olor penetrante de los jazmines de entrada a la
casa.

Cuando abrió los ojos ya no estaba apoyada contra la pared, sino tumbada en
el suelo. Y alguien había iluminado el corral, porque vio perfectamente el suelo
y las dos botas que había frente a su cara. Y cuando miro un poco mas lejos,
también vio las parcelas y los árboles, y.............era de dia. Se había quedado
dormida y ya era de dia.

Instintivamente se incorporo y quedo sentada, mirando al hombre de


expresión tosca que tenia frente a ella. También instintivamente sintió que
algo malo pasaría, que las cosas no iban nada bien para ella.

El hombre con cara de pocos amigos, expresión seria, y vestido con botas de
montar y ropa de campo era D. Andrés, su nuevo amo. Tenia en la mano una
fusta con la que daba pequeños golpes a sus botas y en su mirada fija se
adivinaba una expresión taimada y socarrona. Dejaba pasar deliberadamente
el tiempo. No hacia nada, esperando que fuese ella la que reaccionase. Y ella
esperaba con pavor cual debía de ser su siguiente movimiento para evitar el
chaparon que se le venia encima. Sus años de entrenamiento en la casa de
venta, y su instinto, le dicen que lo mas prudente en estos casos es
entregarse a la sumisión absoluta. Se arrodilla, y bajando la cara empieza a
lamer las botas del amo. Este no hace nada durante unos minutos, la deja que
siga hasta que sus botas, primero una y luego otra, estén relucientes. Cuando
se agacha y empieza a acariciar por detrás el sexo de la esclava, comprueba
que esta mojado, y que esta excitación va en aumento según sigue lamiéndole
las botas y el va introduciendo sus dedos poco a poco. Y ella comprueba que
su excitación es imparable al lamer las botas de su nuevo amo. Ella es así, no
puede evitar sentirse mojada cuando se humilla delante de alguien. Y si
además ese alguien le acaricia con maestría su sexo, la calentura llaga a
extremos inimaginables. Sigue lamiendo, ya con fruición y gusto, porque esta
a punto de llegar al clímax. Nunca hubiese imaginado un despertar tan
agradable. De pronto un fuego abrasador le atraviesa la espalda. Y al segundo
otro que recorre sus muslos. Ella ya conoce esta sensación. Es el mismo látigo
que la empujo para entrar en el remolque.

Estaba ya casi apunto, un segundo mas y se hubiese corrido. Ahora sin


embargo están cayendo sobre ella una lluvia de latigazos que van aumentando
en numero y fuerza. Se queda en esa postura comprendiendo que si se mueve
será peor. Cada estallido y sonido en el aire va seguido después de un fuego
intenso que la hace encogerse con cada golpe.

No podrá aguantar mucho mas. No tiene bozal y sabe que empezara a gritar
en pocos segundos. Porque las lagrimas hace ya algunos latigazos que
aparecieron. Cuando para, seguramente porque se ha cansado, el amo actúa
con rapidez. La coge con una mano del aro de la nariz y obliga a ponerse de
pie, mientras con la otra desengancha la cadena del cuello. Queda así un
segundo. El tiempo justo que ella tarda en recordar lo que la han enseñado.
Agacha la cabeza a la altura de la mano de su amo, para que el no la tenga
levantada. La conduce entonces dentro del corral. No se ve nada por efecto de
la oscuridad. Y cuando empieza a esclarecerse ya tiene puesto el bozal y una
cadena enganchada al aro de la nariz. No distingue nada del interior del corral,
porque rápidamente es enganchada a escasos centímetros con esta cadena, a
una columna que tiene dispuestos varios garfios. El amo empieza a hablar y su
acento es de enfado mas que manifiesto.

-He pagado por una bestia que ahora resulta es desobediente, comilona,
dormilona, y calentorra. Bien. Tendremos que enseñarte algunas cosas. Es
una pena que seas un animal y no puedas entenderme, todo seria mucho mas
fácil. Pero no importa, tenemos otros métodos de entendimiento que
aplicaremos contigo.

Mientras habla ha cogido otra fina cadena, a unido los aros de los pezones, y
también los ha enganchado a otro garfio de la pared. Y por ultimo hace esto
mismo, pero con los aros del clítoris. En estos momentos su cuerpo esta
pegado a la columna por tres puntos estratégicos, que le impiden
prácticamente el movimiento. Así como cualquier visión. Sus sentidos de
orientación son ahora mismo el instinto, que le indica lo terrible que se
aproxima, y su oído, que escucha con pavor el restallido de un látigo en el
aire. Y este sonido es nuevo, no es el mismo látigo. Suena mas fuerte, mas
contundente.

Cuando toca su espalda y sus brazos la sensación es de que le han abierto las
carnes en canal. El grito, aunque ahogado por el bozal, suena nítido. Las
lagrimas son instantáneas y abundantes, y el respingo de todo su cuerpo hace
que además le duelan intensamente por el tirón la nariz, las tetas y el caño. El
siguiente cae sobre los hombros y le roza con la punta una teta. Nuevo
respingo, nuevo tirón, y nuevo dolor penetrante en el tabique de la nariz, los
pezones y los labios del clítoris.

El tercero lame los muslos y el dolor es tan intenso que casi la hace
desmayarse. Ya no se mueve. Sabe que esto provocaría mas dolor. Sabe
también que si se desmaya los aros que la tiene pegada a la columna, harían
de sujetadores de todo su cuerpo, y esto no seria nada bueno, ni para la nariz,
ni para los pezones, ni para......... nuevo latigazo, este justo en los glúteos. Es
insoportable, las lagrimas le nublan la visión. No podrá aguantar mucho mas.
Su amo empieza ha hablar de nuevo.

-De manera que te dejo un momento en la puerta del corral y tu aprovechas


para irte de paseo, quitarte los cascos, y comerte la comida de los perros.

Nuevo restallido. Este también en los glúteos.

- Tienes que aprender a quedarte donde yo te deje, y en la postura que yo te


deje.

Este nuevo latigazo, que da sobre la parte baja de los muslos, ha tenido ya
menos fuerza, y el hablar del amo denota ya fatiga.

-Tienes que entender, que no puedes quitarte nada tu sola. Incluidos los
cascos.

Para un momento con los latigazos pero sigue hablando.

-Es extraordinario este látigo que me regalo el alcalde. Esta hecho de fibra de
cristal triturado. Esta recubierto de unas micro partículas que apenas dejan
señales. Y tiene que ser muy efectivo, por los aspavientos que haces. La pena
es que resulta un poco pesado de manejar. Para mi gusto debiera ser un poco
mas ligero.

Cuelga el látigo en la pared, y muy despacio, casi de forma ceremoniosa, se


pone unos guantes gruesos de látex. Coge entonces de una estantería, surtida
con varios frascos y botes cerrados, uno de ellos. Contiene una sustancia color
verde pastosa. Saca con la punta de la mano una porción de esta sustancia y
se acerca a la esclava que mira de reojo y despavorida la operación que esta
haciendo su amo. Sabe que nada bueno se avecina.

- En fin es una pena la bestia que me han alquilado. Si no cambias de actitud


tendré que devolverte y probaremos a que me den otra en tu lugar. No me
gusta nada como eres. Pero hay una coso sobre todo que me disgusta y que
no soporto en un animal. Nunca debe excitarse en mi presencia, y por
supuesto, nunca, repito, nunca, se correrá sin mi permiso. Este o no este yo
delante. Para que vallas aprendiendo lo que te pasaría si esto llegara a ocurrir,
te voy a untar un poco de esto. Dice el farmacéutico que es muy efectivo.
Hoy, por ser la primera vez, te lo voy a dejar solo un par de horas. La próxima
vez que me disguste, lo tendrás un dia entero. Bueno, aunque no puedas
entenderme, esto si lo entenderás.-Mientras unta de forma concienzuda todo
el coño del animal, metiendo los dedos pegajosos hasta bien profunda, sigue
ablando.-por lo visto es un potingue que a preparado el con ortigas, liquido
irritante y excitante cutáneo. Sea lo que sea, tiene que picar como un
demonio, porque me ha advertido que tenga mucho cuidado de no rozarme
siquiera.

No es que pique, sencillamente abrasa. Nada mas notar el contacto del liquido
pringoso una sensación de quemazón, como si un carbón ardiendo le estuviera
rozando en sus partes, hace que olvide totalmente el dolor intensísimo de los
latigazos. Mueve los pies, junta los glúteos desesperadamente, y los pocos
movimientos que puede hacer los realiza de forma convulsiva. Aquello es
insoportable. Le han metido fuego dentro del coño.

El amo la observa satisfecho unos minutos como se convulsiona, pero por lo


visto se aburre y se va. También se va poco a poco la sensación de quemazón,
y es sustituida por algo que podríamos llamar escozor. Un escozor y picazón
tan grande que primero junta las piernas intentando arrascarse, después
mueve las caderas hacia delante y atrás los escasos centímetros que puede, y
finalmente un alarido continuo se instala en su garganta. Aquello es
insoportable. Le pica tanto, le escuece de tal manera, que si pudiera se
cortaría un brazo para poder arrasarse con el.

No sabe realmente el tiempo que ha pasado cuando aparece el amo. A ella le


han parecido años enteros metida dentro de un hormiguero en carne viva.

Trae puestos unos aguantes limpios y un cubo con agua y jabón. La lava
escrupulosamente, a conciencia. Y cuando termina saca del armario una
pomada que aplica generosamente.

- Tienes el coño bastante hinchado y amoratado. Parece una berenjena. Esta


cremita, así, bien aplicada, te dejara para mañana como nueva.

La va desenganchando de la columna, y cuando termina y la coge del aro de la


nariz y ella quiere agacharse para poner su cabeza a la altura de su mano, le
duele todas las partes de su cuerpo. Nota los tirones en la espalda y el culo de
los latigazos. Y cada paso que da es como si una estaca le fuera insertada en
el coño. Esta concentrada en el dolor que siente y en no caer al suelo por la
debilidad que siente en la piernas, de tal manera que no se da cuenta que
están avanzando por el corral hasta una esquina donde una jaula de barrotes
desgastados y oxidados, de 2 por 3 metros le espera. Cuando llegan el amo la
suelta, saca de su bolsillo la llave y abre la chirriante puerta. Antes de entrar
le quita el bozal y le observa detenidamente el coño, abriéndole los labios
vaginales.

-Esta bien. Espero que mañana te portes mejor y no tendremos que pasar de
nuevo por esto. Descansa que te espera un trabajo intenso. Te dejare suelta
por hoy.

Cuando entra ve efectivamente una cadena suelta colgando de uno de los


barrotes, que seguramente utilizan para amarar al animal cuando esta en la
jaula. Ve también, y no sin sorprenderse, que hay en el suelo una desgastada
y sucia colchoneta. Hace mucho tiempo que no duerme sobre algo blando.
Intenta tumbarse boca arriba, pero el dolor en la espalda no se lo permite. De
lado tiene que cerrar las piernas, y el picor en el coño es todavía intensísimo,
así que boca abajo y aunque es solo media mañana, encuentra la postura
adecuada y se duerme.

Seguramente es ya por la noche cuando despierta, porque no entra claridad


por los ventanucos del corral.

Le ha sentado bien el sueño. Le duele y le pica bastante menos.

Entra un hombre con ropa sucia y aspecto de campesino, y enciende una


pequeña lámpara que ilumina todo el corral. Entra y sale varias veces,
mientras acomoda dentro los aperos del campo. Un arado, barios azadones,
algunos carros.....

Cuando termina deja la luz encendida y se ausenta otro buen rato,


seguramente mas de una hora. Y cuando regresa trae en dos cuencos lo que
se supone es la cena de la esclava. Abre la puerta de la jaula, la mira con
desgana, y deposita ambos recipientes en el suelo. Se marcha dejando la luz
encendida y la puerta de la calle abierta.

Ella aprovecha. No tiene ninguna hambre, pero sabe que las fuerzas le serán
necesarias para los días que se avecinan. Con bastante dolor todavía, se
arrodilla frente a los recipientes y come con agrado. Esta bastante bueno.
Seguramente son las sobras de la cena de la casa, y si bien esta fría y tiene
restos de huesos y de piel de fruta pelada, sigue pareciéndole buena
comparada con lo que ha comido últimamente.

El cansancio, el dolor, la cena, y el estar acostada sobre una superficie blanda


le hacen dormir profundamente. Tanto, que no ha notado cuando han apagado
la luz y han cerrado la puerta del corral.

A la mañana siguiente, y debe ser ya tarde porque el sol esta bastante alto, el
campesino de la noche anterior entra en la jaula, la mira un momento, y al
comprobar que ella no hace nada, se agacha y la coge del aro de la nariz. Tira
de forma contundente pero sin brusquedad. Y cuando salen a la puerta le
engancha la cadena a la que había estado sujeta la noche anterior al collar, y
se marcha. Se acerca con agrado, sin que nadie la este mirando, hasta las
letrinas.

Ha pasado un rato y cuando se presenta su nuevo amo la encuentra de pie, al


lado del corral y esperándole. El la mira de arriba abajo y entra decidido al
corral. Cuando sale trae con el un pequeño armario con ruedas, que al abrirlo
descubre contiene una colección bastante completa de zapatos, botas de todo
tipo, zapatillas.

La mira de nuevo y de nuevo entra al corral. Ahora saca un bolso que contiene
todo tipo de bozales. De todos los colores, tamaños y formas imaginables.

Se acerca a ella y sacando del bolsillo una barrita de chocolate se la va dando


poco a poco con una mano mientras con la otra le acaricia el cabello, la
espalda y el culo.

Abre otra barrita de cereales y continua acariciándola.

-Ayer creo que tuvimos un mal comienzo, y estoy seguro que hoy te portaras
mucho mejor. Si fueses una persona podrías entenderme. A veces las bestias
sois muy tozudas, y yo solo quiero que se haga lo que digo, nada mas.

Ella escucha con la mirada clavada en el suelo-sabe perfectamente que no


puede mirar a los ojos a su amo-y como todo lo rápido que puede lo que le
están dando.

Se acerca el agricultor donde ellos están y comienza una charla entre ambos.

-Buenos dias Salomón. ¿cómo va todo, algún problema?

-Buenos dias Señor. Si. Todo va bien, no se preocupe.

Salomón queda un momento en silencio y mira fijamente a la bestia.

-¿Ha decidido ya si la va a llevar mañana a la exposición?

-No tengo ni idea, ni tampoco se el trabajo que le ira mejor, ni como andará
de modales.

No se nada de ella, y lo peor es que no tenemos tiempo.

-¿Usted ve posibilidades en ella?

-Sinceramente Salomón. Ninguna. Solo tiene una presencia impresionante.


Pero tu sabes que eso no basta ni para pasar el primer corte.

-Yo que quiere usted que le diga, por intentarlo.

-Ya.............mira vamos ha hacer una casa. Yo me voy a dedicar esta mañana


a enseñarle modales, y tu esta tarde le buscas algun trabajo en el que pueda
especializarse.

-Creo que será fácil. En este momento no tengo a nadie en la noria.

-Bien, perfecto. Esta tarde la enganchas y me cuentas que tal funciona.


El agricultor se marcha y el amo saca varios modelos de bozales de la bolsa.
Al final se decide y le coloca uno de bola bastante diminuto y de color ocre con
brillantina.

Abre el armario del calzado y saca unos zapatos con un tacón no demasiado
alto y bastante brillantes, pero de tonalidad apagada.

Cuando se los coloca la esclava comprueba que son bastante cómodos, así
como el bozal, que no le oprime nada la lengua o la garganta.

La suelta entonces de la cadena de la pared y le engancha del collar la cuerda


de cuero con la que tira de ella por un camino lateral rodeado de árboles
bajos. Es media mañana de un dia espléndido de primavera. No hace todavía
demasiado calor y el camino de tierra aplastada y recién regada parece una
invitación al paseo y al goce de la vista.

Y así se siente D. Andres, va despacio, llevando de la mano a su nuevo


animal, encantado de poder adiestrarlo el mismo para la exhibición de
mañana, y por supuesto abrigando siempre alguna pequeña esperanza.

No se siente de la misma manera el animal, que entre los zapatos de tacón, el


camino empinado de tierra, y los grilletes de los pies, a duras penas si es
capaz de seguir a su amo. Tampoco se siente nada bien cuando mira la cintura
del amo y ve colgando de ella todo tipo de cadenas, artilugios, y látigos.

Por fin el camino desemboca en una gran explanada rodeada por una verja de
madera y adornada por algunos árboles, y diseminados al azar postes,
abrevaderos, y algunos artilugios mas sobre el suelo y los postes de la
empalizada.

Se dirigen al centro, y cuando llegan el amo se vuelve decidido y desengancha


la cuerda. Se aleja unos pasos de ella, la examina detenidamente, y cuando se
acerca decide que le va a colocar los grilletes de los codos. Los une así a su
espalda todo lo juntos que puede con un enganche de los que llevaba en el
cinturón.

Se separa de nuevo, y al ver a su animal con el bozal, el collar de acero


apretado al cuello, los codos unidos en la espalda para que sobresalgan las
tetas, las manos siempre encadenadas a la espalda y los bonitos grilletes que
le colocaron de forma perenne, se siente satisfecho y vuelve ha acercarse a
ella.

- Vamos a empezar y veremos que tal es tu instinto.

Se encamina muy despacio hacia una orilla del recinto. Y ella que al principio
no sabe que hacer, comprende por fin- A funcionado su instinto- que tiene que
seguir a su amo.

Así lo hace, situándose justo detrás de el. Cambia de sitio, pero ella lo sigue a
corta distancia.

Por fin el se vuelve sonriendo y dándole palmaditas en las nalgas le demuestra


su alegría.

-Bien, Bien, perfecto. Empezamos bien. Justo eso es lo que tienes que hacer
cuando tu amo te deje suelta, seguirlo a cualquier parte que el valla.

Saca de su bolsillo un pequeño azucarillo y abre la mano. Rápidamente ella


entiende dos cosas, en primer lugar agacha la cabeza y dirige su boca a la
mano abierta de su amo, y en segundo el porque le ha puesto aquel bozal. A
trabes de el puede sacar la lengua y chupar el azúcar.

-Ahora vamos ha hacer justo lo contrario.

El amo da una patada contundente en el suelo y empieza a caminar. El animal


entiende perfectamente y no se mueve de su sitio.

El se vuelve complacido y saca un nuevo azucarillo que ella chupa de


inmediato.

-Al final vas a sorprenderme. Estupendo. Dos de dos. Vamos ahora con algo
mas difícil.

Levanta la mano derecha y chasque los dedos, cogiendole a continuación por


el anillo de la nariz y tirando de ella hacia el suelo para que pegue la cara a el.
La coge entonces por las nalgas levantándolas y le abre todo lo posible las
piernas.

Ella queda en esta postura sin entender muy bien porque la ha puesto así,
pero cuando suena de nuevo el chasquido de los dedos, se levanta con
rapidez. Nuevo chasquido, y le falta tiempo para arrodillase, pegar la cara al
suelo, levantar el culo todo lo que puede y abriendo sus pierna dejar su sexo
lo mas expuesto posible.

Su amo sonríe y despacio va dando vueltas a su alrededor. Se da la vuelta y


se aleja lentamente.

Primer problema para el animal ¿Debe seguir en aquella postura, o por el


contrario seguirlo como le havia dicho antes? Se mueve angustiada al ver que
su amo se aleja y ella no se decide. Por fin se levanta y dando traspiés se
coloca detrás de el.

Cuando llegan a la empalizada que rodea al recinto D. Andres sonreí


abiertamente sacando otro azucarillo. Mientras lo chupa el animal comprende
que ha hecho lo correcto. Si el hubiese querido que se quedase allí hubiera
dado una patada en al suelo.

D. Andres sigue apoyado tranquilamente en la empalizada y ella hace ya un


rato que termino de chupar el azúcar, permaneciendo tranquilamente a su
lado.

Algo no va bien cuando ve que su amo esta sacando un látigo fino de la


cintura. Instintivamente empieza a agitarse ya a mover los pies y las caderas.
¿Qué esta haciendo mal? Un chasquido en el aire aumenta su inquietud y su
cara de terror. ¿en que esta fallando? Cuando D. Andres ya se dispone a
descargar sobre ella el primer latigazo, y su mano derecha esta extendida
hacia atrás, comprende. Es de principiante, hace mucho tiempo que tenia que
saber eso. Rápidamente se arrodilla y abre las piernas todo lo que puede
agachando la cabeza y mirando al suelo. Su amo sonríe de nuevo. Ha
comprendido de nuevo sin usar el látigo. Un animal no puede permanecer de
pie al lado de su amo. Su postura ha de ser la de sumisión.

El amo guarda el látigo en el cinturón y encamina sus pasos, seguido justo


detrás por su animal, hacia una pequeña habitación que hay en una de las
esquinas del recinto.

Saca una llave y va abriendo la puerta de madera.

-Vamos a comprobar ahora que tal toleras los adornos y aperos.

Cuando sale trae en una caja varios instrumento.

-Veamos que tal te queda tu rabo.

Un chasquido de los dedos y el animal se dejar caer al suelo con el culo


levantado. El amo unta de vaselina un enorme bolo puntiagudo terminado en
tiras que simulan crines de caballo, y lo introduce sin miramientos en el culo
del animal. Ella se mueve lo menos posible, pero le ha dolido tanto que las
lagrimas han vuelto a sus mejillas, y de echo no sabe si podrá levantarse.
Materialmente le han partido el culo. Aquel instrumento es enorme.

Cuando el chasquido de los dedos de su amo suena, cada movimiento para


levantarse le cuesta horrores. Aquello va ser insoportable.

El amo levanta el dedo y ella queda expectante. ¿Qué quiere que haga ahora?
Una vez mas el instinto la guía, empieza a girarse y a dar vueltas sobre si
misma y luego en circulo. Ha vuelto a acertar. Nuevo terrón de azúcar. Pero
este no sabe dulce, porque cuando tiene que agachar el cuerpo el culo le arde
y piensa que le va a estallar. ¿Cuánto tiempo tendrá que tener aquel
instrumento dentro de su dolorido culo?

Rápidamente se vuelve a situar de rodillas en postura de sumisión mientras su


amo busca en la bolsa que ha sacado del cobertizo. Con gran deleite y
evidente regocijo le coloca en cada anilla de los pezones sendos cascabeles,
que hace sonar golpeándole suavemente las tetas. De la misma manera le
coloca un cascabel en el aro de la nariz. Cuando le indica con un gesto que se
levante, le abre las piernas y le coloca dos nuevas campanillas, estas de
considerable tamaño, en las anillas del clítoris. Levanta el dedo y ella empieza
a girar y a dar vueltas. Es un repiqueteo ambulante. Sus pasos suena a
bastante distancia y a una distancia mínima de 50 metros todo el mundo
sabrá que por allí camina un animal.

Parece gustarle a D. Andrés todo esto.

Tanto que no paran en toda la mañana. Así le enseña varias contraseñas mas
para que con solo un movimiento de sus manos o sus dedos ella obedezca al
momento.

Le pone después un arnés consistente en un grueso corsé muy apretado y con


varios enganches. De estos cuelga varios tipos de carros que ella va poco a
poco sabiendo utilizar, primero solos y después con su amo subido en ellos.

Empieza a calentar el sol ya bastante, seguramente es medio dia, cuando le


desengancha el corsé, que guarda en el cobertizo, y poniéndole de nuevo la
cuerda al cuello se dirigen de regreso por el camino a los corrales. Cuando
llegan la amarra a la cadena de la pared a la que ya estuvo sujeta ayer, le
quita el bozal, los grilletes de los codos, todas las campanillas y cascabeles, y
se marcha.

Cuando han pasado mas o menos dos horas se presenta de nuevo su amo.
Trae en un cuenco de metal viejo las sobras de la comida de la casa y en otro
agua fresca. Ella se arrodilla en cuanto el se acerca y fija la vista en el suelo.
Permanecía de pie sabiendo que era lo correcto y temiendo que el descubriese
lo que estaba ocurriendo en su culo. Sencillamente había empezado a dejar de
molestarle, y con el movimiento la sensación havia empezado a cambiar y a
tornarse tan placentera que le estaba excitando sobremanera cada vez que se
movía.

La mira satisfecho, sonríe, pone los cuencos a su lado y se marcha.

Ella se lanza materialmente sobre la comida que devora ferozmente sin mirar
lo que come. Sabe que son los restos de la casa, que habrá desperdicios,
trozos mordidos, y hasta algún bocado escupido. Pero esto es lo que comen
los animales, las sobras de sus amos. También sabe que nunca mas utilizara
las manos, y tendrá que comer siempre con la boca, porque los animales no
tienen manos y así lo hacen. Apura el agua del cuenco de al lado y después se
dirige hacia las letrinas donde desocupa por completo su cuerpo
tranquilamente. Busca la sombra en una esquina, casi ya al final de la largura
de la cadena y espera de pie a que aparezca su amo. Dos horas después,
cuando ya el sol no es demasiado fuerte, quien aparece es Salomón. La suelta
de la cadena, le ata de la cuerda de cuero y tirando de ella se dirigen
tranquilamente, rodeando la casa, a una noria situada junto a unas pequeñas
plantaciones de hortalizas.

Se trata de una noria giratoria y nada mas llegar el animal comprende que
aquel trabajo será sencillo pero muy pesado. Salomón le suelta la cuerda del
cuello y le coloca un pesado arnés de madera en la cintura, y una especie de
artefacto en la cabeza que le impide ver por los laterales. Solo puede ver el
frente. La acerca entonces a la noria y le engancha al arnés de la cintura el
palo giratorio de la misma. Esta esperando que Salomón termine, cuando un
restallido en el aire y la espalda que le arde por donde ha caído el latigazo, le
hacen comprender que ya puede empezar. Y cuesta mover aquella noria. No
es imposible, pero teniendo en cuenta que apenas si puede ver al frente, que
sus pies están impedidos por los tacones y los grilletes, y que un enorme bolo
haciendo de rabo lo tiene insertado en el culo, si le resulta lento y agotador. El
siguiente latigazo le cae en el culo, y comprende que hay que moverse mas
rápido. Lo esta haciendo todo lo que puede, pero el tercer latigazo en los
muslos le indica que no es bastante.

Al cabo de 5 minutos solo escucha el sonido del agua de la noria al salir, el


repiqueteo de las cadenas de sus pies y su agitada respiración. Es agotador
tirar de aquel pesado madero, pero casi lo es mas disimular delante de
Salomón la excitación cada vez mas grande que le produce el rabo cada vez
que da un paso y mueve el culo. Intenta concentrarse lo máximo posible en
tirar del madero lo mas rápido posible, pero sabe que le delatan su cara, y los
traspiés que da cada vez que una oleada de placer inundan su culo.
Comprende también que Salomón sabe perfectamente lo que esta pasando y
lo que le esta ocurriendo, porque con una maestría impecable deja caer con
fuerza el látigo cada vez que esta a punto de venirle un orgasmo. Esta
frustración de querer y no poder le da fuerzas y le hace empujar con mas
fuerzas. Salomón la mira satisfecho.

Han pasado 2 horas mas o menos cuando la desenganchan de la noria, y se


dirigen hacia los corrales. El sonriente, y ella sudando copiosamente y con la
respiración agitada y entrecortada y bastantes señales de latigazos en su
espalda y culo.

Quedan ya pocos rayos de sol cuando llegan junto a los corrales. D. Andres les
esta esperando. Mientras Salomón le suelta la cuerda del cuello y la engancha
a la cadena de siempre, los dos hombres van charlando.

--Cuéntame Salomón.

--Bueno..........es fuerte. Efectivamente su físico es bueno. Difícil será que


alguien supere esas tetas grandes y fuertes, por no hablar del culo y las
nalgas, y..........en fin todo lo que usted ya sabe.......

--Al grano Salomón, las virtudes ya las conozco.

--Tenemos fundamentalmente un problema con ella. Es una hembra muy


caliente. Se ha excitado solo con el roce del rabo. Y si no estoy atento, estoy
seguro que se hubiese corrido varias veces.

--Vaya vaya. Pues no me gusta nada esto que me cuentas. Tendremos que
tener especial cuidado con este tema. Bueno por lo pronto aséala, dale la cena
y enciérrala temprano. Quiero que mañana este radiante. A, y toma las
mediadas oportunas esta noche para que esta zorra no haga nada que no
queremos.

Mientras D. Andres se marcha Salomón se agacha y quita los zapatos del


animal. Le coge la anilla de la nariz con una mano tirando de ella hacia abajo,
mientras con la otra saca sin miramientos el rabo del culo. Un pequeño
gemido se escapa de la garganta de la esclava. Engancha entonces una
manguera a un grifo que hay junto a las letrinas, la extiende, y dándole
presión ducha con un gran chorro de agua al animal. Primero solo con agua,
luego con una esponja empapada en jabón restriega la cabeza y todas y cada
una de las partes de su cuerpo, y nueva rociada de agua.

Durante la media hora que se ausenta Salomón para prepararle la cena los
últimos rayos de sol que caen sobre la pared de los corrales, secan
completamente su cuerpo y cabello.

La comida de aquella tarde no son restos, sino una especie de papilla, o algo
pasado por la batidora, bastante fácil de tragar y con un sabor muy agradable.
Salomón a permanecido pacientemente a su lado cuando ha depositado el
cuenco en el suelo y ella se ha arrodillado para comer.

Cuando termina dos chasquidos de los dedos de Salomón le señalan que se


levante. Lo hace rápidamente y el agricultor deja pasar unos segundos
mientras la mira detenidamente. Esta impresionante. El cabello corto y
revuelto recién secado por el sol. La cara morena y rojiza, con esas facciones
suaves y atractivas que le dan su barbilla alta , lo pómulos redondos y esa
mirada entre inocente y lasciva que la acompaña, sobre toda cuando mira
sumisamente al suelo delante de su amo.

No encontraría palabras para describir esas impresionantes tetas. Grandes,


enormes, pero proporcionadas a su ancha espalda. Por un momento piensa
que son sencillamente perfectas. Bien torneadas, firmes, con esos pezones
perforados por las anillas que les hacen estar en un continuo estado de
erección.

Cuando baja las vista y se fija en su culo piensa por un momento que quizás
sea demasiado grande en comparación con la estrecha cintura, pero cuando
ve las largas y bien torneadas piernas comprende que un culo mas pequeño
resultaría ridículo. Este es grande, respingón, firme, y definitivamente
perfecto. Cuando mira su vientre liso, perfecto, y los labios de su coño
resaltando por las anillas que los perforan se siente bastante excitado.

Pero sabe que los planes del dueño de la finca son otros y se reprime. Ya
llegara su momento, y no ha de tardar mucho. Su trabajo es lo que muchos
envidiarían en sus sueños. Es un hombre feliz trabajando para D. Andres. Su
patrón no es exigente, y si generoso en todo lo que puede. Su labor consiste
sencillamente en hacer que la finca salga adelante. El es el jardinero, el
pintor , el albañil, el fontanero, y por supuesto quien planta los terrenos,
cultiva las plantas, y se ocupa de venderlo todo para darle cuentas al amo.
También sabe que a D. Andres las cuentas de la finca le tren sin cuidado. El
vive de sus negocios en la ciudad y solo mantiene esto para poder vivir en el
campo y dar rienda suelta a su afición por los animales. Pero Salomón si es un
hombre de campo. Le gusta la tierra y sus cultivos. Y por supuesto le
encantan los animales.

Es un hombre sociable, amable y querido por todos, pero tremendamente


solitario. Estuvo casado una vez, pero cuando su mujer lo dejo, pensó que lo
mejor era no volver a querer a nadie. Así que ahora cubre sus necesidades
afectivas con dos perritas que tiene en la casa que hay justo detrás de la
mansión principal. No es grande ni vistosa, mas bien se diría que es austera,
pero para el y sus dos perritas es suficiente. No necesita mas. Se siente como
un miembro privilegiado, casi imprescindible, del servicio de la casa de D.
Andres y eso le hace sentir bien. Tiene poco en esta vida, pero no necesita
mas. Se siente feliz con sus plantas, sus abonos, sus chapuzas y sus animales.
Esta divagando una vez mas. Un ligero parpadeo le devuelve a la realidad.
Desengancha la cadena del cuello de la bestia y con el pequeño látigo que
siempre lleva en el cinturón le da pequeños golpes en las nalgas para que
empiece a caminar hacia dentro del corral.

Se dirigen al fondo, donde esta la jaula. Antes de entrar Salomón coge de un


cajón viejo un artefacto de acero con forma redondeada y cuya función es
evidente. Se trata sencillamente de un austero y simple cinturón de castidad.

-Tienes tu mucho peligro esta noche. Así que para evitar ese peligro,
evitaremos la tentación.

Dice esto mientras coloca y aprieta con fuerza el cinturón .

-El amo quiere que estés mañana en plenitud de facultades. Y para


conseguirlo lo mejor es que dediques la noche a dormir y no ha excitarte
tocándote donde no debes.

Cuando termina de colocarle el artefacto ella entra en la jaula, se acuesta


sobre lo que le parece un mullido colchón- y en realidad no es mas que una
vieja y antigua funda de sofás- y Salomón cierra con llave la chirriante puerta
y se mete la llave en el bolsillo.

Desde fuera de la jaula coge entonces la cadena que cuelga de uno de sus
barrotes y la engancha para que este tirante, al collar del animal.

-Bueno. Mañana es el gran dia, y esperemos que estés a la altura. Ojalá


pudierais entender los animales a las personas. Te diría que no estés mañana
nerviosa, y para eso lo mejor es que descanses. Esta noche apagare la luz de
los corrales para que descanses mejor.

Mientras Salomón sale, apaga la luz, y deja todo el recinto a oscuras, ella
queda pensativa y preocupada.

¿Qué demonios será lo de mañana que es tan importante? Que no este


nerviosa. ¿Y porque tengo que estar nerviosa? Y pretenden que no este
excitada esta noche. Como no voy a estarlo si hace ya.........ni lo se, que no
tengo un orgasmo, y encima he llevado todo el dia un enorme artefacto
metido en el culo que creía me iba ha romper al principio, y al final lo único
que conseguía era mantenerme cachonda todo el rato. Aunque para eso no
hace falta mucho, lo reconozco. De hecho ahora mismo si pudiera no me
importaría tocarme por..........es imposible. Saben muy bien lo que hacen. Con
las manos encadenadas a la espalda llegaría al culo, y con un poco de esfuerzo
también podría hacer maravillas con los dedos en.............Este puto aparato
no deja ni siquiera rozarse. –Se mueve agitada, intentando llegar con las
manos y los dedos a tocar algo que esta totalmente protegido. La decepción y
frustración se reflejan en su rostro- Y si por lo menos pudiera restregar las
tetas con el colchón- Esta total y absolutamente excitada, y cualquier roce, o
caricia, aunque sea artificial, le sirve, pero cuando lo intenta la cadena que la
mantiene unida al barrote desde el collar se lo impide, no es lo
suficientemente larga. Ahora es la rabia y desesperación lo que siente por
todo su cuerpo. No es posible estar tan excitada y no poder correrse de
ninguna manera.

¿ Y como pretende que duerma y descanse en ese estado, y encima con aquel
aparato puesto, y la postura incomodísima en que se encuentra?

Pero si, efectivamente, se duerme por efecto del cansancio, y además lo hace
durante toda la noche y bastante bien.

De hecho se siente estupenda a la mañana siguiente cuando se despierta al


escuchar el sonido de la cadena que acaban de soltarle del cuello, y a
continuación el sonido chirriante de la puerta de la jaula al abrirse.

Casi a salido fuera cuando mira los zapatos de la persona que la aguarda.
Evidentemente no es Salomón. Se trata de una mujer porque lleva unas
bonitas botas de pequeño tacón y cuero marrón reluciente. No sabe si usa
falda o pantalón corto, porque no se atreve a levantar la vista mas arriba de
las rodillas, pero desde luego hasta donde se atreve a mirar las piernas son
preciosas. También observa unas manos finísimas y muy bien cuidadas
cuando estas le quitan con habilidad y seguridad el cinturón que le inserto
Salomón la noche anterior, y enganchan al cuello la cuerda de cuero con la
que tira de ella para salir del corral. Antes de que el sol la deslumbre por
completo levanta una fracción de tiempo suficiente la mirada, y puede ver a
una mujer de pelo castaño oscuro, recortado casi hasta la nuca y peinado de
forma desenvuelta. Debe tratarse de una mujer guapa, y desde luego muy
atractiva, por las formas que se dibujan desde atrás, con unas caderas y
trasero muy bien proporcionados.

Se dirigen al lateral, justo donde están los agujeros en el suelo que hacen de
letrinas, donde es nuevamente sujeta a la cadena que sobresale del suelo.

Realmente ya tenia ganas y su cuerpo queda completamente vació.

Cuando la mujer vuelve al cabo de unos minutos, casi de reojo la esclava se


da cuenta que casi ha acertado en su juicio sobre la mujer. Viste unos
pantalones azulones a la altura de las rodillas, haciendo juego con una camisa
verde pistacho, sin cuello y con mangas muy cortas. Su cara es atractiva, pero
desde luego no es guapa. Va, eso si, perfectamente maquillada y muy
arreglada.

Trae con ella una especie de carrito con ruedas. De aquí saca un cubo con
agua enjabonada y perfumada. Se aplica a fondo y con mucha suavidad y
pulcritud, y sin dejar ni un solo recodo, recorre todo el cuerpo de la esclava,
que se deja hacer con placer. Casi con demasiado placer. No puede evitar
sentir un escalofrió que la hace estremecer, cuando la esponja mojada pasa
suave, y deliberadamente lenta, por su clítoris, y presiona de forma ostensible
cuando es el culo el que repasa. La mujer se da cuenta, esboza una ligerísima
sonrisa, y continua, aunque deteniéndose en los lugares estratégicos. Cuando
le lava el pelo inserta sus dedos en medio de los cabellos y masajea firme pero
suavemente toda la cabeza. La esclava tiene que cerrar los ojos, porque las
pupilas se le han puesto en blanco de placer.

Cuando termina el baño es el turno de la depilación. No queda un solo pelo en


su cuerpo, excepto el de la cabeza. Le indica entonces que se arrodille.
Cuando lo hace saca del carrito varios instrumentos de peluquería, con los que
la arregla de forma meticulosa. Tras varias pruebas que parecen no gustarle,
se decide por un moño muy recogido y con gomina atrás y suelto de forma
casual delante, con algunos mechones tapando los ojos. Cuando le hace señas
de que se levante se dedica a maquillarla de forma primorosa. No tiene prisa,
y en cada detalle, las cejas, los labios, los pómulos, las pestañas, se detiene
expresamente para que todo este perfecto.

La esclava no esta preocupada, pero desde luego intuye que algo grande se
esta preparando. No es normal que se tomen tantas molestias en ella, y
menos aquella mujer, cuando se acerca Salomón y descubre que se trata de la
esposa de D. Andres, su amo. Se podría decir que por consiguiente ella es a
todos los efectos legales su ama.

No sabe lo que se avecina, pero desde luego a sido estupendo. Aquella mujer
tiene manos mágicas. Cuando la ha bañado y pasado la esponja rozando con
sus dedos los anillos del clítoris se ha sentido muy, muy excitada. Y la
suavidad con que ha limpiado sus cabellos, y la paciencia para maquillarla. No
sabría decir lo que es, pero siente algo especial por aquella mujer. Que
tontería. Aquella mujer es su ama, y ella es simplemente su animal, y como
tal lo cuida y lo mima, para que este vistoso.

Esta en estas reflexiones cuando aparece D. Andres.

-Buenos dias cariño. Bueno. Dime ¿Te gusta la nueva adquisición?

-No seas fantasma querido. No es tuya, simplemente la has alquilado.

-Ya, es cierto. Pero tengo una opción de compra si quedo satisfecho durante el
tiempo de alquiler.

-Esa película ya la conozco demasiado bien.

-Sabes perfectamente que es estos animales que vienen de Europa son


carísimos. Además no se de que te quejas, tienes ¿Cuántas mascotas? 8 ¿Y
adornos para la casa? Otros 6 y.........

-No sigas por favor. Yo no te he reprochado nada, es solo que no tenemos


nada especial.

- Te refieres algo como esta. ¿Te gusta o no?

-Si, la verdad es que me gusta. Quiero que me la dejes un tiempo para la


casa.

-¿Para la casa? ¿No tienes bastante en la casa con todo lo que tienes?

-Si, pero ya te he dicho que necesito algo especial. Qué te parece si hacemos
una cosa, la mitad de la semana para ti y la otra para mi..........
-No va a ser posible- En ese momento ella se pone delante de el y lanza una
mirada gélida y despreciativa a su marido- porque..........eres imposible Rita.
Vale, de lunes a jueves para ti.

-Vale. Pero seré yo quien la adorne. ¿Te gusta como ha quedado?

-Si. Esta bien, pero un poco simple ¿No te parece?

-Espera que no he terminado. Vamos a ver.......nos quedan las campanillas.

Se agacha y saca de un compartimento del carro unas pequeñas y relucientes


campanillas de metal, que coloca en cada uno de los aros de las tetas. A
continuación y del mismo color, si bien algo mas apagado, otra campanita,
esta de un tamaño considerable, que engancha juntando los aros de su
clítoris. Por ultimo sonríe a su marido, cuando descubre de su mano cerrada
un pequeño cascabel, que engancha al aro de la nariz.

-¿Son nuevos estos adornos?

-Si. Te gustan verdad. Ya veras esto.

Vuelve a su carro y de un nuevo compartimento extrae un juego de brillantes


cadenas de metal reluciente, todas ellas de diferente grosor y largura, con
enganches y remaches en la mitad y los extremos.

Con una de ellas, la mas pequeña, engancha los grilletes de los codos. El resto
se las entrega a su marido, que las engancha de su cinturón, junto a los dos
látigos que siempre lleva colgados.

-Y por ultimo...........esto te va a encantar.

Nuevo viaje a carro, esta vez para sacar un artefacto consistente en unas
pequeñas orejeras, que impiden la visión lateral, unidas a un bozal de metal,
consistente en un aro que se inserta en la boca, lo que obliga al animal a
abrirla completamente, y que esta hueco por el centro. En realidad es un aro
metálico incrustado dentro de los dientes.

La sujeción es de cuero muy trabajado y brillante, adornado con remaches


metálicos.

-¿Que me dices ahora?

-No esta mal. Pero te falta una cosa.

-No querido. No me he olvidado.

La solicita esposa se vuelve hacia el carro y saca una cola de pelo natural de
caballo.

Tira suavemente del aro de la nariz hacia abajo, el animal intuye lo que le le
viene encima, y abre las piernas toda la largura que le permite la cadena de
los grilletes. Después de untar vaselina, inserta en el culo del animal, muy,
muy despacio, el enorme bolo que sujeta la cola.

Es mas grande que el que llevo el dia anterior, pero la maestría con que ha
sido introducido, hace que casi pierda el equilibrio por el placer que le produce
cada centímetro que entra en su ya dilatado y ansioso culo.

Aquello es terrorífico. Cuando se levanta comprende que será un suplicio


inaguantable tener todo el dia aquel enorme objeto metido en el culo. Además
de dolor penetrante, siente unas oleadas de placer difícilmente contenibles. Y
lo peor es que empieza a no distinguir entre una cosa y otra.

-Perfecto verdad?

-Ya te contare esta noche como nos ha ido en la competición.

-Bien. Seguro que sacas algun premio. Para esto tu eres un numero uno
querido.

-Ya. Pídeme lo que quieras. Tengo que irme.

-Te pediría que no fueses tan grosero. Pero como eso va a ser imposible, solo
te recuerdo nuestro acuerdo. Esta noche a las doce el animal es mío hasta el
lunes.

-Por supuesto querida. Hasta la noche.

Una mirada de odio y desprecio se dibuja en la cara de la esposa, cuando el se


agacha y desengancha la cadena de la esclava, engancha la cuerda de cuero,
y ambos, amo y esclava, se dan la vuelta y cogen el camino que conduce
hacia la salida de la finca.

Ella sabe que ya no lo vera mas hasta la semana que viene, seguramente el
miércoles o el jueves. Y se alegra profundamente de que sea así. Tendrá todo
el fin de semana para ella sola, y para cuidar a sus queridos animales. Aunque
también sabe que tendrá que entregar la bestia nueva a Salomón según lo
acordado, el Domingo a las 12.00 de la noche. No importa, es tiempo
suficiente.

Todavía recuerda cuando compartían, al principio de su matrimonio, aficiones


y gustos, y disfrutaban juntos con su mutuo cariño y entrega con los animales.
Pero todo aquello se acabo, poco a poco cada uno se fue distanciando, y ya el
placer lo encontraban por separado. Ambos lo sabían, y ambos comprendían
que era mejor no entorpecer al otro.

D. Andres no era del tipo de hombre al que le preocuparan mucho las ideas o
sentimientos de su mujer. Sabia que ella disfrutaba, le daba todo, se le
permitía todo, y solo quería que ella fuera feliz, y le dejara a el serlo. Así que
le encantaba que fuese ella la que se ocupara del apero y arreglo final de sus
animales. De hecho, consideraba que tenia muy buena mano para ello. La
prueba estaba a la vista, pensaba, mientras abría el remolque para que
entrara el animal y lo trababa dentro. La ha dejado hecha un pincel.
Realmente esta hermosa.

Durante el camino, de algo mas de 15 minutos, no quiere pensar en nada que


no sea la competición y sus posibilidades de éxito.

Atrás, en el remolque, los pensamientos de la esclava están confundidos entre


la ignorancia, no sabe lo que van ha hacer, la inquietud, provocada por este
desconocimiento, y la tensión, comprendiendo por lo escuchado que van ha
hacer una especie de juego, en la que ella será la competidora. No seria mal
comienzo en esta nueva casa empezar con un éxito. Sea lo que sea quiere
ganar, agradar, hacer que su nuevo amo se sienta bien. Hará lo que sea, pero
triunfara.

Cuando el coche para y se abre la puerta del remolque la adrenalina de la


esclava esta al máximo. Su motivación también. Y sale dispuesta a triunfar.

Pero cuando pisa el suelo y mira hacia delante, mientras su amo le ata una
brillante cadena al collar, un escalofrió de terror, miedo, y angustia, recorren
su cuerpo.

Ella esperaba una finca de campo, pero aquello es una ciudad. Y esperaba
prados y empalizadas, pero están en un enorme aparcamiento lleno de
caravanas, remolques, y todo terrenos con enganche como el que lo ha
transportado a ella. Pensaba que acudirían un puñado de rudos granjeros, y
sin embargo escucha el murmullo de la gente dentro de un recinto cercano.
Cuando descubre que se trata de un pabellón cubierto, y que seguramente
dentro puede haber cientos de personas, sus piernas se paralizan por el terror,
y su mente esta tan angustiada que se niega a reaccionar. Solo piensa en una
cosa: Ella es una mujer, una mujer sensible y delicada. Educada y amante de
las buenas maneras y la buena educación. Nunca ha dejado de sentir pudor
cuando se ha mostrado desnuda delante de la gente, pero siempre lo ha hecho
delante de un numero muy reducido y cerrado. Sin embargo en este momento
se encuentra a punto de entrar en un lugar donde cientos de personas la
verán desnuda, completamente desnuda y expuesta no sabe a que situaciones
humillantes. Y la miraran como se mira a un animal. Adornado y amarrado
para que no escape.

Un brusco tirón de la cadena la hace reaccionar. Han sido solo unos segundos,
pero los suficientes para comprender que aquello es irreversible. Tiene dos
opciones, o martirizarse y sufrir con pensamientos racionales que no la
conducirán a nada, o decidirse, como de hecho creía que lo estaba, y aceptar
como algo irreversible que se ha convertido en lo que en estos momentos
aparenta. Parece un animal y es un animal.

Mientras avanzan tranquilamente por el amplio aparcamiento entre los coches


hacia la entrada, un conductor acaba de aparcar justo delante, y cuando baja
su decidido conductor se dirigen hacia ellos.

-Buenos dias D. Anselmo

- Hombre..........D. Andres. ¿Qué tal, dispuesto a competir?


-Y a ganar. ¿tu que traes, lo de siempre?

-Lo de siempre me ha hecho ganar muchos premios ¿sabes?

Mientras dice esto se dirige a su remolque y lo abre. Sube y lo que baja en


unos segundos es una esclava que hace sonreír a D. Andres, y sorprende a su
animal. Se trata de una hembra de unos 33 años, perfectamente reflejados en
su atractivo y llamativo maquillaje, con las pestañas muy marcadas, los ojos
muy ensombrecidos, y los pómulos y los labios con colores muy fuertes y
brillantes. No lleva bozal y esto, unido a que su pelo negro azabache esta
recogido en un apretado y coqueto moño , hace resaltar este aparatoso
maquillaje. Va, como el resto de esclavas, totalmente desnuda, y con el
mismo collar y grilletes en las manos y los pies. Mientras baja el animal y se
sitúa de frente al remolque, D. Andres la observa, y no puede dejar de
sorprenderse. Es sencillamente increíble que con la edad de aquel espécimen
se conserve tan bien. Su belleza es sencillamente pasional e instintiva. Con
esas enormes y contundentes tetas, apenas caídas, mas por efectos de los
castigos que de la edad. Nunca ha visto unas tetas mas grandes. Por no hablar
de esa cintura ágil y poderosa a la vez, y ese culo respingon y apabullante que
no puedes dejar de desear. Y lo mejor de ella, además de la tetas, son desde
luego sus piernas. Con aquellos tacones tan espectaculares que le pone su
amo y que les hacen parecer dos columnas del deseo. Los tobillos anchos, las
rodillas estrechas y sin deformar, y los muslos firmes y anchos, como el culo
que sostienen. Están marcadas, como el culo, por bastantes señas de látigos y
otros castigos, pero esto es natural en una animal de su edad.

Le gusta. Siempre le ha gustado . Desde el dia que lo vio por primera vez,
sintió envidia de D. Anselmo. Y No esta seguro, pero desde luego hace ya por
lo menos 8 años que la compro, y parece que va ganando con la edad.

No son los mismos pensamientos y observaciones que hace su esclava, a la


que desde luego también a sorprendido la espectacularidad de aquella
hembra. Sin embargo ella se fija más en otros detalles. Por ejemplo, que
seguramente paso por lo mismo que ella cuando llego a aquel país, porque los
grilletes y cadena que unen sus pies son los mismos que los suyos, al igual
que los de las manos y el collar de metal rustico. También son idénticos los
aros de las tetas, la nariz y el clítoris. Pero naturalmente cada amo adorna su
animal a su gusto, y ella va demasiado llamativa, con aquel escandaloso
maquillaje. No lleva campanillas en las tetas, pero desde luego el cascabel
enorme que tira de su clítoris no pasa precisamente inadvertido. Es mas un
cencerro que un cascabel, tanto por su tamaño, como por el ruido que hace.
Es brillante y no tiene que ser nada fácil llevarlo, porque tira ostensiblemente
de los aros estirando los labios hacia abajo, además de tener que ir con las
piernas un poco abiertas. Claro que también hay que tener en cuenta que ella
no lleva bozal, y lo que es fundamental, tampoco lleva cola. Dios, la cola. La
esta matando, no sabe si de dolor o de placer. Aquel enorme bolo metido en el
culo la martiriza a cada paso. Primero por el dolor que le produce y segundo
por el placer que siente y no puede manifestar.

Están en estos pensamientos amo y esclava cuando baja D. Anselmo.


Rápidamente su animal, que lo estaba esperando de frente, se arrodilla,
inclinado la cabeza hasta sus pies, y empieza a lamerle las botas con fruición.
Que envidia siente D. Andres. Y que sugerente le parece aquel enorme y
tensado culo elevado y forzado hasta el máximo.

Sonríe ligeramente mirando a su amigo, seguramente conocedor de la envidia


de este, y con una palmadita en el culo la esclava se levanta y se sitúa frente
a el, que descuelga de su cinturón un cadena enganchándola a su collar.

-Bueno D. Andres, pues que gane el mejor.

-Si si, desde luego, que gane el mejor. Oye ¿no te parece que es un poco
pronto? ¿Te apetece un par de cervezas?

-Venga. Charlaremos tranquilamente. Queda mas de una hora para empezar y


tendremos tiempo. Tu invitas ¿Vale?

Se dirigen los cuatro, amos delante-tirando de las cadenas- y esclavas detrás-


mirando al suelo y con la cabeza baja- a trabes del gran aparcamiento, hacia
la entrada del recinto.

Seguramente esta no es la entrada principal, sino de los participantes, ya que


no se cruzan con mucha gente, solamente algun organizador que no les presta
mucha atención, y algun que otro concursante tirando de su animal.

Sin embargo no entran en el recinto. Siguen hasta doblar la esquina y enfilar


la calle principal y fachada de entrada de publico del pabellón municipal de
eventos y acontecimientos sociales Mohamed Al- Matad, que así se llama este
recinto.

Se trata de una amplia avenida peatonal, con un lado ocupado por el pabellón,
y el otro por un complejo comercial lleno de tiendas y escaparates.

Aquí si empieza a verse ya más movimiento de gente. Además de los


transeúntes habituales de la calle, ya empiezan a moverse hombres solos con
sus entradas, grupos de hombres y mujeres también dirigiéndose a la entrada
principal, y la actividad lógica de cualquier evento, con todos los bares,
mercadillos y tiendas de suivenirs abiertas. La gente va contenta y se les nota
la expectación y la curiosidad en los rostros, deambulando de un lado a otro y
curioseando aquí y allá.

Para el animal de D. Andres este es un momento muy duro de llevar. Ha de


soportar la mirada descarada y obscena de gente de la calle, de muchísima
gente que los mira con curiosidad, admiración y con lascivia la mayoría de
ellos. Sabe que están aquí para esto. Que es precisamente lo que esperan ver
toda aquella gente. Pero no termina de acostumbrarse. Es superior a ella
mostrarse desnuda y en aquellas condiciones en publico. Y además aquello no
es publico, aquello es sencillamente la calle. Al mismo tiempo que una
angustia creciente le atenaza la garganta y el estomago, una especie de
cosquilleo recorre su entrepierna. Al principio lo achaca al bolo insertado en el
culo- Al fin y al cabo lleva desde que se lo pusieron dándolo constantes
oleadas de placer- pero después se da cuenta que esto es algo mucho más
profundo, más psicológico que físico.
Y descubre casi al instante con pavor lo que le esta ocurriendo. Sencillamente
le excita mostrarse desnuda y humillada en publico. Y va descubriendo
además que cuanto más vejatoria y humillante es su situación más excitada se
encuentra. Es un monstruo, cree realmente que ella no es otra cosa que un
monstruo.

¿Como puede ser posible sentirse tan humillada y rebajada como lo esta
ahora- casi esta a punto de llorar- y al mismo tiempo tener el clítoris húmedo
de excitación?

No han recorrido mucho trecho de la calle cuando se paran a la puesta de un


bar.

-¿Te gusta este sitio? Las cerveza son buenísimas.

-Vale. Estupendo, tu primero.

-Tenemos que entrar solos. No se permite la entrada a los animales.

Los dos miran la fachada del local y decididos se dirigen hacia lo que estaban
buscando.

Se trata de un trozo de la pared de dicho local donde hay situados a la altura


de 1.70 M. Unos pequeños aros empotrados en la pared, y debajo, a 15 Cm.
de altura desde el suelo, unos aros mas grandes hincados en dicho suelo.

Cuando llega D. Andres donde están estos artilugios suelta decidido la cadena
con la que tiraba de su esclava, y empujándole la espalda le pega la cara a la
pared, justo al lado de uno de estos aros. Saca un candado de su bolsillo y
une el aro embutido en la pared con el que cuelga de la nariz de la infeliz
esclava, que de esta manera tiene la cara tan pegada a la pared, que le es
imposible siquiera mover la cabeza ni dos centímetros.

-¿La vas ha dejar así, sin inmovilizar?

-Tampoco vamos a estar tanto rato.

-Ya. Pero yo no me fío. Al fin y al cavo un animal siempre es un animal, y


nunca se sabe como reaccionara.

Mientras esta hablando mete la cadena enganchada al cuello de su esclava por


el aro sujeto en el suelo y la va tensando hasta que ella no tiene mas remedio
que agachar la cabeza hasta casi tocarse las rodillas con ella. Cuando la
considera bastante tensa la engancha con un grueso candado que llevaba en
el bolsillo igual que D. Andres.

Desengancha entonces de su cinturón otra cortisima cadena. Al acercarse por


detrás de su esclava esta abre las piernas, todo lo que le permite la cadena
que une sus pies, y su amo puede de esta manera introducir uno de los
extremos de esta cadena por los aros que cuelgan de su clítoris. Junta los
extremos, da la vuelta, y cuando esta delante vuelve a coger la cadena por
estos dos extremos y la tensa hasta que la esclava tiene que doblar las rodillas
y queda en cuclillas a apenas 15 Cm del suelo, enganchándola con el mismo
candado de antes. Tomándose su tiempo busca entre las cadenas que lleva
colgadas del cinturón otra mas larga, a la que engancha en uno de sus
extremos un pequeño garfio de apertura con muelle. Coge entonces este
extremo de la cadena con una mano, y con la otra presiona los pómulos de la
cara de su animal, que inmediatamente abre la boca y saca la lengua todo lo
que puede. Esta tiene en su extremo un pequeño aro en forma de pircing, del
que engancha el garfio que había en el extremo de la cadena. La tensa hasta
llegar a la pared, y aquí la engancha a uno de los aros que estaban dispuestos
para tal fin. Realmente es un poco "curiosa" la posición en la que queda el
animal. Ni de pie, ni sentado, ni agachado ni levantado. Pero desde luego su
fin esta cumplido, tal y como está no podrá moverse ni un milímetro. Con esos
altos tacones, con las rodillas flexionadas a media altura, y las cadenas del
cuello y el clítoris tirando hacia abajo, y la de la lengua hacia arriba, el mas
mínimo movimiento es imposible.

Desde donde esta la esclava de D. Andres no es fácil ver nada excepto la


pared que tiene a 3 Cm de su cara, pero cuando fuerza la mirada observa
horrorizada la postura en la que ha quedado su compañera. Ella esta mal,
porque no puede ver nada, pero la otra esta mucho peor. Además de
encontrarse expuesta en aquella postura tan humillante en medio de la calle,
no podrá resistir en aquella postura mucho tiempo si los amos tardan mas de
la cuenta. Al poco rato descubre que el sufrimiento realmente será para las
dos.

No han pasado ni diez minutos cuando empieza a animarse la calle y la gente


va de un lugar a otro, cada vez en mayor numero. Si bien no puede verlos, si
intuye como se paran a su lado, las observan, y por supuesto escucha sus
comentarios.

Puede comprender las miradas de curiosidad, pero no puede entender el


descaro tan punzante de la gente, que no tiene reparos en acercárseles, y
observarlas de cerca haciendo comentarios y observaciones sobre su estado
físico y sus cuerpos.

Cada vez que un grupo de gente se acerca para opinar sobre ellas una
punzada de humillación y bajeza la atraviesa.

-¿Qué te parece la de la derecha?

-Tiene buenas nalgas, pero fíjate en las piernas. Son demasiado largas para
tanto culo.

-Puede ser. De todas formas yo la veo con posibilidades. No solo importa el


físico. Si su comportamiento es bueno...........no te diría yo. Además que no
esta nada mal. Tu dices que tiene las piernas demasiado largas, pero yo no lo
veo así. Fíjate bien en el culo-para afirmarse da unas palmadas sobre su
empinado trasero- y veras que es firme, y justamente porque es grande,
necesita de unas piernas largas para no ser desproporcionado.

Van pasando los minutos, la calle esta cada vez más concurrida, y el animal de
D. Andres comprende que su compañera ya no resistirá mucho rato. Se le
están convulsionando las piernas y la espalda, y su cara es reflejo del
sufrimiento que padece a cada segundo que pasa. Por eso ella no es
consciente de la humillación que supone estar expuesta en medio de la calle a
miradas y comentarios de la gente. Bastante tiene con no desplomarse y
romperse la lengua o el clítoris en la caída.

Por fin aparecen los dos amos. Pero la casualidad quiere que saluden a dos
conocidos.

-D. Andres y D. Anselmo. Son estos sus animales de este año? Supongo que
este es el suyo D. Anselmo ¿No se cansa usted verdad?

- No. Mientras me de buenos resultados lo estaré trayendo.

-¿Y usted que D. Andres?

-Ya ven ustedes. A ver si este año nos miran con buenos ojos.

-¿Este es su animal de este año?

-Si. ¿Qué les parece?

-Bueno...........este no es el momento de opinar. Pero desde luego no parece


nada malo.

-Le aseguro que no lo es en absoluto. ¿Les apetece a ustedes un aperitivo, o


una cerveza? Este bar es estupendo.

-Bueno..........la verdad es que tiempo tenemos.

-No. Mejor que evitemos habladurías. Ya saben ustedes como es la gente.


Ustedes son concursantes y nosotros presidentes del jurado. Si nos tomamos
unas copas un rato antes del concurso, siempre puede haber malentendidos.
Muy agradecidos por su ofrecimiento, pero en otra ocasión. Que tengan mucha
suerte.

Los dos hombres se alejan sonrientes y los amigos se disponen a soltar a sus
animales.

-Estúpidos. No me simpatiza ninguno. Con ese aire de superioridad.

-Hombre hoy es su gran dia. Ser presidentes del jurado les hace creerse mas
importantes que nadie.

-¿Mas importantes? Son dos muertos de hambre. Y unos envidiosos. "¿No se


cansa usted?" Estúpido. Lo que tiene es envidia de mi animal.

De eso esta seguro D. Andres. El también siente envidia, al ver a aquel bello
ejemplar convulsionarse en aquella postura en medio de la calle, mientras
espera que su amo la suelte. Mira ensimismado mientras su amigo le
desengancha el garfio de la lengua, y asombrado contempla como, no sabe si
por agotamiento o por sumisión, la esclava se deja caer a los pies de su amo,
y empieza a lamerle las botas en el mismo momento que la libera de la
cadena que sujeta su clítoris al enganche del suelo. Seguramente son ambas
cosas.

-Andres. Vamos o que?

-Disculpa, me he quedado traspuesto pensando en una cosa.

Rápidamente quita el candado de la nariz de su animal, le vuelve a enganchar


cadena al cuello, y ambos hombres siguen caminando por la ya concurrida y
animada calle.

-Estaba pensando una cosa. ¿Cuánto tiempo hace que compraste este animal?

-Unos 8 años. ¿Por qué me lo preguntas?

-No. Te lo decía porque es curioso que se mantenga tanto tiempo un animal


sin venderlo o cambiarlo?

-No me digas que quieres comprármelo.

-No. Ya se que tu no quieres venderlo. Además no creo que pudiera pagártelo.

-No creas.

-¿Qué quieres decir?

-¿Y si yo te propusiera un canje? Tu me das algo tuyo, y a cambio yo te doy


algo mío.

-Sin tapujos Anselmo. Somos amigos y nos conocemos demasiado bien para
andar con tonterías.

-Vale. Tu me das a tu capataz, y yo te doy a mi animal favorito.

Se paro en seco-tanto que su esclava estuvo a punto de darle en la espalda- y


su mirada se perdió en el infinito. No era posible. Aquello tenia que ser un
sueño. Sencillamente le estaban proponiendo lo que pensaba nunca llegaría a
alcanzar. Para el poseer a aquel animal, y además en propiedad, era mas que
un sueño.

Se dio cuenta de su ensimismamiento y rápidamente se puso al lado de su


amigo.

-Me estas tomando el pelo ¿Verdad?

-En absoluto. Hace tiempo que vengo dándolo vueltas al tema, y que mejor
ocasión para comentártelo.

-Pero no entiendo.¿Para que quieres a mi capataz, tu eres mas rico que yo,
seguramente tendrás varios capataces?

-Si. Pero ninguno como el tuyo.

-¿Pero que tiene de especial el mío? De acuerdo, es un hombre honrado, sabe


llevarme la finca perfectamente, y cuida todos mis animales sin yo tener que
preocuparme de nada, pero eso lo hacen todos.

-No amigo mío. Estas muy equivocado. Tu tienes la suerte de venirte a la


ciudad y ya despreocuparte de si alguien utilizara sin tu permiso lo que te
pertenece ¿Me explico?

-Bueno.............

-Mira Andres, sin muchos rodeos, he tenido en los últimos 3 años 5 capataces.
Todos ellos recomendados y carísimos. Bueno pues a todos he tenido que
despedirlos porque se beneficiaban a mis animales. Siempre. Antes o después,
todos caen en lo mismo.

Y resulta que me he comprado una finca nueva. Bueno pues lo voy a renovar
todo. De hecho solo me queda este ejemplar. Y si tu no te lo quedas lo
venderé hoy. Así que como todo será nuevo, quiero empezar por un buen
capataz. ¿Qué me dices?

-Bueno...........

-No es tan difícil lo que te propongo.

-Ya. No es tan difícil, pero tampoco es tan fácil. Te olvidas de una cosa. Mi
capataz es un hombre libre y esta conmigo porque quiere. Bueno porque
quiere y porque le pago bien y permito todos sus caprichos.

-Yo le pagaría el doble. En cuanto a los caprichos...........dime que caprichos


son.

-Nada, en realidad pequeñas tonterías. Quiere vivir aparte de la casa principal


en cabaña el solo, y estoy seguro que no se desprenderá de dos potrillas que
le di hace algun tiempo. Aparte a el le gusta encargarse personalmente de
algunas cosas relacionadas con los animales.

-Yo no veo ningún problema en eso. ¿Qué te parece si hacemos una cosa? Lo
citas aquí para después del concurso, y almorzamos con el. Yo de todas
formas para los 5 de la tarde que empieza el mercado tengo que tener una
respuesta. Si tu te la quedas no hay problema. Si no, ya te he dicho que
tendré que venderla. Voy a comprar 4 animales jóvenes y esta ya me esta
sobrando.

En ese momento enseñan unas acreditaciones y entran por una puerta


pequeña al lado de la entrada del publico, donde ya se empiezan a formar
pequeñas colas.
Mientras recorren un ancho pasillo que atraviesa las gradas por debajo, los
dos hombres siguen charlando.

-Anselmo hay una cosa que no entiendo. ¿Qué pinto yo en todo esto, porque
no has habado directamente con mi capataz? Yo no puedo hacer nada si el
decide irse.

-Y hay esta el problema, en que el no quiere venirse conmigo.

-¿Ósea que ya has tratado con el?

-Para que nos vamos a engañar Andres. Si. Hace mas de 2 meses que intento
convencerlo, pero no quiere venirse conmigo.

-Bueno pues ya que eres tan sincero, dime los motivos.

-No estoy seguro. El dice que su palabra es sagrada y se comprometió contigo


por 3 años. Naturalmente con el dinero que le ofrecido no hay compromiso
que valga. No estoy seguro, pero casi aseguraría que esta encaprichado con
alguna de esas potrillas que tiene en su casa. ¿Son tuyas por cierto?

-Si si, son mías. Pero eso es imposible. Se trata de dos ejemplares que no se
podrían ni siquiera poner en venta. De hecho me los regalaron en la casa de
alquiler por mi fidelidad. Ni siquiera me costaron dinero. ¿Estas seguro de lo
que me dices?

-No. Seguro del todo no estoy, pero es que no veo otro motivo para que
desaproveche mi oferta.

Cuando llegan al final del pasillo entran en una amplísima sala. Este gran
espacio ha sido acondicionado para convertirse en un gran establo. Así
encontramos compartimentos individuales a lo largo de los corredores
centrales, y muchos hombres con látigos y cadenas en los cinturones, que son
los encargados de los establos.

Nada mas entrar se le acerca uno de estos empleados y sonriendo


eficazmente les pide sus placas identificativas.

-Buenos dias caballeros. A ver. Bien. D. Andres a usted le toda a las 12.50. y
a usted D. Anselmo...a las ......13.40. Como siempre tendrán que esperar su
animal a la entrada de la pista y nosotros se lo llevaremos. ¿Alguna indicación
especial que quieran comentarme?¿Algun adornos especial? No. Buenos dias
entonces.

-Buenos dias.

Los dos hombres dan la vuelta y se cruzan en el pasillo con mas participantes
que llevan sus animales a la sala de preparación.

Cuando salen de nuevo a la calle se miran de soslayo y por fin rompen el


silencio.

-Son las 10.30 y asta las 13.30 no tendrás que estar aquí. ¿Qué ta parece si
arreglamos el tema de una vez?

-Venga. Vamos en mi coche. No tardaremos mas de 15 minutos en llegar, y


así podremos hablar tranquilamente con Salomón.

En el establo dos empleados se han acercado a requerimiento del encargado


de la entrada, y cogen cada uno de ellas a un animal, dirigiéndose por uno de
los pasillos hasta las primera cuadras libres que encuentran. Estos habitáculos,
de dos metros cuadrados, y separados entre si por tablones de madera y una
puerta con cerradura que da a el pasillo, están acondicionados con un puñado
de paja en el suelo, una especie de asiento de madera que sobresale del resto,
y una larga cadena enganchada a la pared del fondo.

Cuando entran en la cuadra lo primero que hacen los cuidadores es quitarles


la cadena del collar y enganchar en su lugar la que hay en la cuadra. A
continuación les quitan los zapatos, las campanillas y cencerros que llevaban,
y por ultimo al animal de D. Andres le desencajan muy suavemente el bolo del
culo y el bozal.

Están terminando cuando dos nuevos encargados entran con un cuenco lleno
de comida- Una especie de papilla blanca- que colocan en el asiento de
madera. Llevan también con ellos un cubo vació que seguramente hace las
veces de letrina.

Cuando se quedan solas ambas esclavas miran a su alrededor para comprobar


que no se encuentran solas. Mas o menos el establo esta por la mitad, lo que
quiere decir que hay mas de 20 ejemplares.

En su recorrido por la sala se cruzan la mirada y no se atreve ninguna ha decir


nada. Las dos están todavía en el centro, de pie, esperando algo nuevo. Por
fin es la de D. Anselmo la que se decide y se acerca despacio hacia el extremo
de su corral. Los tablones que separan las estancias no son muy altos- de
1.50- y ambas pueden hablar sin esfuerzo.

-¿Estará prohibido hablar aquí?

-No se. Pero no creo, por ahí veo a algunas que lo hacen.

-¿Cómo te llamas?

-No se. Mi amo todavía no me ha dado nombre. ¿Y tu?

-Hasta ahora Puta. Pero ya has oído. Igual me venden y cambio de amo y de
nombre.¿qué tal es tu amo, te deja follar mucho?

-Bueno..........no se.........es que soy nueva. Hace unos dias que me alquilo y
no se si..........
-No has participado nunca entonces.

-No. ¿Qué hay que hacer?

-Básicamente dos cosas. Humillarte todo lo que puedas y mostrarte también


todo lo caliente que puedas. Lo primero veras que no es difícil. Ya se encargan
tus amos de humillarte hasta el limite. Y lo segundo tampoco. A mi me tiene
mi amo en absoluta abstinencia, y tomando excitantes, hace mas de 3
semanas. Ahora mismo follaria con un caballo si me dejaran.

-Ya se a lo que te refieres. Eso bolo enorme me venia matando.

-¿Me comprendes verdad? Yo siempre he sido un animal dócil y sumiso, pero


cuando mi amo decide mantenerme sin nada, pierdo el control, y no se lo que
hago.

-¿Por eso quiere venderte?

-No. No creo. Se habrá cansado de mi. Seguramente a visto otros animales


mas jóvenes que le gusten mas que yo

-¿Qué tenemos que hacer?

-Ya te lo he dicho. Nadie lo sabe. Tu improvisa, y sobre todo se tu misma.


Humíllate todo lo que puedas y muéstrate muy muy caliente. Bueno mira lo
mejor será que comamos y descansemos un rato antes de que empiece todo
esto. También te aconsejo que si tienes gana te desocupes en el cubo que te
han traído. Seria muy desagradable que tuvieras que hacértelo en publico.
Además resta puntos.

Las dos se dan la vuelta, se dirigen al cuenco situado en el asiento, y


arrodillándose comen su contenido.

Mientras, los dos hombres han llegado a la finca de D. Andres y han llamado a
Salomón.

Los tres se sientan en la terraza de la casa, a la sombra de una Jacaranda, y


comparten una botella de sangría recién sacada del frigorífico.

El primero que rompe el silencio es D. Andres.

-Como estamos hablando entre hombres, creo que lo mejor es que nos
dejemos de tonterías y vallamos directamente a lo que nos ha traído aquí, y
es la razón de porque te hemos llamado Salomón. D. Anselmo estaría
encantado de contar con tus servicios como capataz en su aun por estrenar
finca. Todo en ella será nueva. Desde la propia finca, hasta los animales que
quiere instalar en ella. También me ha comentado que ha estado haciéndote
proposiciones, pero que tu no has aceptado. Bien, dinos, si eres tan amable,
Salomón, cual es tu postura en este tema y que piensas hacer al respecto.

- Muchas gracias D. Andres. Yo soy un hombre sencillo y trabajador, y no me


gustan las dobleces ni las medias palabras. A usted le comprometí 3 años, y
estoy dispuesto a cumplirlos. Le diré también que estoy muy a gusto en su
propiedad y además trabajo a mi aire, sin que usted se entrometa. Sin hablar
del agradecimiento que supone disponer de dos potrillas para mi uso y disfrute
exclusivo. Yo nunca me havia podido permitir tener animales para mi solo.

- No sabe usted D. Andres la envidia que me da al disponer de un personal tan


abnegado como es Bartolomé. Y además todo esto le honra a usted como un
autentico caballero señor capataz. ¿Le importaría hacer venir a sus potrillas
antes de seguir charlando?

La sorpresa y un rictus de preocupación se observa en la expresión del


capataz, pero aun titubeante no tiene mas remedio que ceder a las peticiones
del amigo de su patrón.

-Claro que no señor, espere un momento.

Se levanta y dirigiéndose al extremo de la terraza, da un fuerte silbido con un


tono determinado, largo y agudo.

Se sienta y mira a los dos hombres.

-Estarán aquí en unos momentos.

Efectivamente en unos segundos suben por las escaleras dos esclavas con la
indumentaria habitual del resto de esclavas de la granja, aunque con una
particularidad. Ambas están unidas por el collar de su cuello con una gruesa
cadena de unos 90 centímetros de longitud. Además, de las anillas de sus
clítoris, otra cadena, esta mas fina, aunque también considerable, y de la
misma longitud que la otra, las mantiene también unidas.

Evidentemente caminan juntas, y parecen tan habituadas ha hacerlo, que


acompasan perfectamente sus pasos, incluso para subir los 3 peldaños del
porche, y cuando llegan y se arrodillan juntas delante de su amo. Se trata de
dos hembras maduras, seguramente rondando los cuarenta. Sus tetas son ya
algo fláccidas, y si bien están físicamente entrenadas, en sus carnes ya
empieza a notarse la edad. No es tan clara esta edad en sus caras, que van
perfectamente peinadas y maquilladas al estilo del ama de la casa.

Ahora es D. Anselmo quien se dirige a Salomón.

-Vera usted señor capataz. Hemos estado charlando su patrón y yo, y hemos
llegado a un acuerdo. Usted se viene conmigo a trabajar y se trae con usted
las dos potrillas. Yo me comprometo por mi parte a pagarle el doble que D.
Andres y a mantener sus mismas condiciones de trabajo ¿Qué le parece?

El hombre parece cambiar de color cada segundo mirando tanto a D. Andres ,


como a su amigo, y sus animales que siguen arrodilladas en el suelo delante
de el.

-Bueno....yo..........D. Andres no se si usted...


-Yo estoy encantado de que prosperes en la vida Bartolomé. Créeme, te lo
mereces.

-Bueno pues no se hable más. Bartolomé, le espero en mi granja para dentro


de mas o menos 4 dias. Yo me comunicare con usted mientras para cerrar el
trato definitivamente.

-Si si claro, estupendo, D. Andres, yo........

-Es estupendo Bartolomé, de verdad que estoy muy contento.¿ Te importaría


dejarnos solos ?

El capataz se levanta sonriendo y visiblemente emocionado. Da una pequeña


patada en el suelo, y de inmediato las dos esclavas se levanta y lo siguen por
el camino de regreso a su cabaña.

-Bueno Andres ¿ ves como no ha sido tan difícil?

-No. No ha sido nada difícil. Te todas formas hay una cosa que queda
pendiente.

-No comprendo

-Comprendes perfectamente Anselmo, lo que ocurre es que has sido siempre


un negociador extraordinario. Vamos a ver, el trato era tu animal por mi
capataz ¿Verdad?

-Si. Y así lo hemos hecho.

-Ya. Pero resulta que mi capataz no se va solo.

-A, bueno, tu te refieres a las dos potrillas. Pero si tu mismo has dicho que no
valen ni para la venta. Venga hombre si no valen nada.

-Ya, pero son mías, y pronto serán tuyas.

-No, yo no las quiero, se las cedes al capataz.

-Bueno mira Anselmo, sea como sea la cuestión es que me has de pagar algo
que no entraba en el trato inicial.

-Vale. ¿Qué te parece si me acompañas esta tarde a la subasta y te compro


un animal de valor similar al de estas dos?

-Bien. Me parece cojonudo. Pero seré yo quien elija. Vamonos que no


llegamos al concurso.

En el pabellón faltan apenas 10 minutos para que sean las 12.30 y todo esta
ya preparado para comenzar. Los asientos de las gradas casi por la mitad, los
de la pista, alrededor de las numerosas pruebas, totalmente llenos. Las luces y
focos encendidos, y el ambiente, con globos y serpentinas, totalmente festivo.
Se pueden ver a algunas mujeres, pero la gran mayoría son hombres. Van, o
bien en solitario, o bien en grupo. También se puede observa a algunas
parejas.

En el interior, concretamente en las cuadras, la actividad es frenética. Un


enjambre de auxiliares se afana en cada uno de los corrales por terminar de
arreglar a los animales que han de salir a pista. El trabajo consiste en
calzarlos, colocarles algun adorno si el dueño lo ha dejado estipulado, y por
supuesto darles una especie de aceite lustroso por todo el cuerpo. Este
ungüento, además de hacer que el cuerpo brille es un excitante sexual, que al
ser inhalado, hace aumentar el nerviosismo tanto entre animales como entre
cuidadores. El procedimiento es ya conocido, y resuene algun que otro latigazo
en el ambiente. En los dos corrales donde se encuentran las dos bestias de D.
Anselmo y D. Andres no se tarda mucho en arreglarlo todo. Primero entra un
auxiliar y retira a toda prisa el cuenco vacío de la comida y el cubo lleno de
orina. Inmediatamente entra otro, se agacha, coloca los bonitos zapatos a la
esclava y con sumo cuidado unta de vaselina el bolo y se lo inserta, también
con mucho cuidado, en el culo. A continuación se pone unos guantes y con
este especie de aceite muy oloroso unta todas las partes de su desnudo
cuerpo, desde la cabeza, la cara, el cuello, piernas y brazos, deteniéndose
especialmente en el coño, donde introduce los dedos todo lo que puede. No ha
terminado cuando una especie de convulsión recorre el cuerpo del animal.
Aquello no es excitación, es sencillamente un instinto que la hace sentirse un
animal salvaje. El auxiliar se da cuenta y con maestría tira de la cadena del
cuello y la deja tirante, pegándole casi la cara a la pared para que no pueda
moverse. Pero eso es imposible. Oleadas de excitación recorren por dentro y
por fuera todo su organismo. Intenta refrenarse, pero es superior a ella. Solo
un certero latigazo debajo de los glúteos consiguen calmarla un poco. En su
vida ha estado tan excitada. De pronto piensa en su compañera y entiende sus
palabras de antes. Si utilizan muy a menudo este producto, vivirá solo por y
para follar. Y hará lo que sea para conseguirlo.

No ha pasado mucho tiempo, seguramente minutos, cuando un nuevo auxiliar


entra y la desengancha de la cadena. La deja suelta y abre la puerta del
corral.

A una seña de este comprende que ha llegado el momento. Respira hondo y


sale decidida. Ve al fondo del pasillo la figura de su amo, y detrás de este una
cortina tras la cual se escuchan los rugidos de la gente.

Cuando a llegado a su altura y lo mira no puede contener otra oleada de


excitación. Es algo superior a su voluntad. No sabe que hacer. Con cada paso
ya no siente el dolor del bolo en el culo, es simplemente otro aguijonazo de
placer, y las campanillas del clítoris al sonar y rozarle los labios hacen de
excitante también. No ha hecho nada, y sin embargo si alguien la tocase,
seguramente solo la rozase, se correría de gusto. ¿Y si su amo le diese alguna
palmadita? También comprende ahora a su compañera cuando se tiraba a los
pies de su amo. Así lo hace ella y decidida saca la lengua por el pequeño bozal
y lame con fruición las botas. Vamos, piensa, acaríciame el culo. Vamos, o por
lo menos dame alguna palmadita. No ocurre nada de esto. Simplemente
escucha una patada en el suelo, y ella sabe muy bien que eso significa
incorporarse. Lo hace frustrada y humillada.

-Seguramente no podrás entenderme. Da igual. Dicen que los animales tenéis


un sexto sentido. Bueno pues espero que el tuyo funcione hoy. Solo tienes que
seguir dos instrucciones. La primera déjate guiar por tu instinto. Y la segunda
no te dejes guiar por ese instinto en solo una cosa. Por si no lo sabes si un
animal se corre en la pista es descalificado. Así que ya sabes lo que toca,
aguantar hasta reventar. Bueno, vamos allá.

Salen de detrás de la cortina y un sonoro aplauso de mas de 2.000 personas


suena en el recinto.

Este se trata en realidad de un pabellón de deportes acondicionado de tal


manera que además de las gradas, tiene en la pista de juego mas asientos, y
por medio de estos, y recorriéndolo a cierta distancia unas plataforma
elevadas de madera alrededor de la cuales se han ubicado más asientos. De
tal forma que seguramente hay más gente en la pista que en las propias
gradas.

D. Andres sale decidido sin mirar atrás y avanza por uno de los pasillos, de ½
metro de ancho, y dirige sus pasos hacia la primera plataforma. La gente le
anima a su paso, incluso algun conocido pronuncia su nombre dándole
pasmaditas en la espalda. Los aplausos cesan cuando sube al entarimado,
seguido muy de cerca por su animal. Se dirige al centro de la plataforma y
cuando esta aquí empieza el recital de señas que ya tenían ensayado. Se
arrodilla, se levanta, se gira, vuelta a agacharse, se levanta de nuevo. Primero
con una rodilla, luego con las dos.

Mientras realiza los ejercicios se da cuenta de lo fácil que esta resultándole


todo. Permanece tan atenta a la indicaciones y hasta las expresiones de su
amo, que es capaz de captar hasta la mas ligera instrucción de este. Y
empieza a sentir cierto alivio cuando una ligera sonrisa le delata su buen
humor. Lo esta haciendo, y lo esta haciendo bien.

No pensaba que fuera capaz de salir a una tarima rodeada de cientos de


personas, y exhibirse de aquella manera, y además experimentar cierto placer
en ello.

Seguramente la clave estaba en su mentalización. Le había dicho su


compañera: Eres una bestia, piensa como una bestia, y actúa como una
bestia. Y eso estaba haciendo.

Pero se equivocada. Y lo comprendió cuando bajaron de la tarima y se dirigían


por el pasillo hacia la siguiente prueba. Aquello no había hecho sino comenzar.
Y lo mas duro estaba por venir. Entraron en una especie de circuito cerrado
que circunvalaba al publico que estaba en la pista, y lo separaba del de la
grada. Se trataba de las pistas de carreras, reducidas a 2 calles. Cuando
entraron a la pista uno de los cuidadores le coloco un cinturón de cuero negro
muy ancho y muy apretado alrededor de la cintura. De este cinturón salían
dos mas pequeños que fueron sujetados también fuertemente por encima de
cada hombro. D. Andres comprobó después meticulosamente como habían
quedado los aparejos, y confirmo al cuidador su beneplácito para que
continuase. Le coloco entonces un bocado circular sujeto a la cabeza con un
aparatoso casquete de cuero. Unas finas tiras cogidas a las anillas de los
pezones y pasadas después por unos orificios del casquete del bozal hacían de
riendas. Un carruaje pequeño de dos ruedas fue enganchado con dos
candados a los salientes que tenia expresamente para aquel menester el
cinturón. Subió D. Andres al carro, y despacio, casi recreándose, Eligio uno de
los látigos que le ofreció el empleado y lo cogió con su mano derecha. Con la
izquierda asió fuertemente las riendas que estaban enganchadas a las tetas de
su animal.

Lo primero que hizo D. Andres fue restallar el látigo al aire. Una ovación sonó
entre el publico, y el rictus de terror de la esclava fue también visible.

No tuvo que esperar mucho tiempo para sentir el sabor de aquel flexible látigo
en sus nalgas. Intentando no caerse al principio- No era fácil tirar de un carro
en el que va subido un hombre de cierto peso, con la penalidad que supone
hacerlo en determinadas condiciones: Las manos encadenadas a la espalda.
Los codos también atados para hacer sobresalir las tetas. Un bozal metido en
la boca que te impide respirar normalmente, y un bolo metido en el culo. Los
pies encadenados también, y subidos sobre unos altísimos tacones-Y así
tímidamente al principio y con muchas precauciones, los sucesivos latigazos
en el culo y la espalda le hacen aprender rápido. Primero caminando, luego
trote ligero, después carrera. Y así varias veces. Al final comprende que solo
debe dejarse llevar. Si tiran de su teta izquierda, desviarse a este lado, y
viceversa. Si tiran de las dos a la vez, detenerse. Un chasquido del látigo,
correr mas rápido, e inevitablemente un latigazo, lo esta haciendo mal y tiene
que rectificar.

Al principio es el equilibrio su tortura, pero cuando lleva dadas varias vueltas,


solo la atosigan el cansancio y los latigazos cada ves más frecuentes. Suda
copiosamente, y no sabe hasta donde podrá aguantar. La han puesto al trote
hace varias vueltas. Y no entiende porque continua ya que otras concursantes
han salido a la pista y ella no es ya ni mucho menos el centro de atención.

Por fin se detienen. D. Andres baja, se dirige a ella, y con suavidad le acaricia
la espalda y el culo. Eso es que lo he hecho bien, piensa el animal satisfecho.

Sin embargo queda la prueba definitiva. Un cuidador se acerca y le va


quitando los aparejos. Otro cuidador le seca después el sudor con una
esponja.

Se dirigen entonces a una nueva tarima. Esta en el centro del recinto y un


poco más elevada que el resto. Cuando suben a ella un silencio expectante se
apodera de todo el publico. Ya hay varios animales en la pista, cada uno
haciendo su ejercicio, pero todas las miradas se dirigen en aquel momento
hacia ellos.

Algo grave tiene que ser, porque la expresión de D. Andres cuando están
subiendo los 5 escalones de la tarima es seria, más bien preocupada. Ella
comprende que aquella seguramente es la prueba definitiva. El amo se dirige
al centro, cierra los ojos, y espera mientras su animal se sitúa detrás de el, y
un nuevo cuidados sube al entarimado con un pequeño cubo en las manos. La
esclava lo mira y adivina lo que va a suceder. El empleado se llena las manos
con aquel liquido brillante y viscoso y empieza a untar todo el cuerpo del
animal. Vuelven a embadurnarla con aquel maldito ungüento que la hace
perder la razón y la pasión. Aún antes de que termine el empleado, ya
empieza a sentir sus efectos. De nuevo un escalofrió profundo y prolongado la
hace temblar cada parte de su cuerpo. Y de nuevo oleadas de placer casi
incontenibles la hacen estremecerse.

Mira a su amo con desesperación. Se siente humillada, encadenada, y


desnuda delante de mas de dos mil personas, y sin embargo algo dentro de
ella hace que esto la excite de una forma salvaje, instintiva. ¿qué puede hacer
para controlar aquello, sabiendo que solo le traerá problemas?

La mirada severa y cortante de su amo no hace más que angustiarla más. No


puede dejar de restregarse las piernas y mover el culo para sentir el bolo
dentro de el. Y la aparición de un nuevo cuidador avanzando por el pasillo con
una serie de artefactos en la mano, no contribuyen precisamente a
tranquilizarla.

Sonríe abiertamente mientras sube los escalones y levanta en alto una caja
dorada llena de consoladores, bolas chinas, y un instrumental completo de
artefactos similares. El publico vuelve a rugir.

La esclava mira primero con angustia, después con resignación, y al final con
deseo.

Sabe de antemano que aquello será imposible. Esperan de ella que se


mantenga fría, inalterable ante aquellos instrumentos. Imposible. Y lo ve más
claro aún cuando a una indicación de su amo se arrodilla, pega la cabeza al
suelo, y tiene que cerrar los ojos por el placer que siente cuando el cuidador le
retira, con mucha suavidad, el bolo del culo con la cola. Y solo han empezado.
En realidad todavía no le han hecho nada, simplemente prepararla para lo que
vendrá. Y lo que esta haciendo el cuidador no es nada halagüeño para sus
intereses. Porque mientras ella permanece con la cabeza pagada al suelo, y
los piernas y el culo empinados y abiertos, puede ver casi de reojo como
encaja pegado al suelo un enorme consolador flexible de por lo menos 30 cm.

El cuidador se retira y sigue entre el publico un expectante silencio. D. Andres


mira a su animal con expresión interrogativa. Desconoce por completo como
reaccionara ante aquella prueba. Y lo que ve no debe gustarle mucho, ya que
su expresión se hace fría, cortante, amenazadora. Y hace bien en estar
preocupado, porque ya ha adivinado que su animal difícilmente soportara
aquella prueba. Solo puede ver en los ojos de la hembra deseo, lujuria
desenfrenada. Cuando acaricia deliberadamente el látigo para intimidarla,
sigue viendo un animal desbocado y deseoso de sexo.

Pero no va dejar de intentarlo. Guarda en su cinturón el flexible látigo que


portaba desde el principio de la prueba, y desengancha otro mas fino, mas
pesado y bastante más largo. Lo restalla ruidosamente al aire, y entre el
rugido de la gente al escucharlo, y el propio sonido del latigazo, hacen volver
al animal a la realidad, a la poca razón que le queda. Ya no siente miedo,
sencillamente esta aterrada. Y un nuevo sentimiento de tremenda y
apabullante humillación la invade cuando por un momento el deseo la deja
pensar, y puede verse a si misma encima de una tarima rodeada de mas de
2.000 personas. Esta desnuda, encadenada, con el culo y el sexo
completamente abiertos. Y tendrá que hacer y soportar todo lo que su amo
quiera. Su amo. Es cierto. Piensa y siente como lo que eres: Un animal. Y de
nuevo un escalofrió de excitación. Pero dura poco, ya que el siguiente
restallido del látigo se produce en su excitado y elevado culo. Se concentra
totalmente para escuchar por encima del rugido y los aplausos de los
espectadores, las indicaciones precisas de su amo.

Dos patadas seguidas en el suelo. Rápidamente se levanta y se sitúa frente a


el con la mirada y la cabeza agachados. Con una indicación de su mano
izquierda le señala lo que tiene que hacer, al mismo tiempo que deja escapar
un susurro apenas audible, pero que ella escucha a la perfección: " Si te
corres sin mi permiso, te despellejare viva "

Esta amenaza hace su efecto cuando se sitúa encima del consolador clavado
en el suelo de la tarima, y abre las piernas todo lo que los grilletes se lo
permiten. Incluso cuando empieza a agacharse e intenta mantener el
equilibrio para no caerse al situarse en cuclillas justo encima del artefacto. Sin
embargo cuando el flexible pene de silicona pugna una y otra vez por querer
entrar en uno de sus agujeros abiertos, y el refriegue continuo que esto
supone, todas sus fuerzas e intenciones se desvanecen, y una oleada de
placer empieza a cegarle la vista y el entendimiento. Cuando por fin el pene
consigue abrirse camino por el húmedo y hambriento sexo, no duda en
agacharse todo lo que puede para llevarlo hasta el fondo. Instintivamente
cierra y aprieta los párpados y un continuo subir y bajar se apodera de ella.
Las pantorrillas, glúteos y muslos son los que están haciendo todo aquel
esfuerzo de subir y bajar desenfrenadamente un cuerpo desbocado. Y el
esfuerzo se ve incrementado por la tensión y la postura, forzada hasta el
limite, por los altos tacones y las cadenas que traban manos y piernas.

Nada importa, nada siente, y solo es consciente de la marea de placer que la


va inundando a cada subida y bajada. Escucha de lejos el barullo de la gente,
y siente como una sombra lejana la presencia cerca de ella de su amo. Esta
cada vez más adentro, y aunque en el fondo es consciente de lo que tiene que
hacer y de las consecuencias, esta a punto de atravesar el punto de no
retorno. Una subida y bajada más, y se correrá como una loca aunque no
quiera hacerlo. Su cuerpo se convulsiona, aumenta la velocidad en sus
embestidas al pene hincado en el suelo, y los muslos y glúteos empieza a
temblarle.

Su amo, que la observa detenidamente, parece comprender que nada tiene ya


remedio.

En un ultimo y desesperado intento levanta el látigo, mira la punta de este,


finísima y con vida propia, mira asimismo su objetivo y lanza el ataque.

Cuando la punta del látigo impacta con su tremenda fuerza y eficacia en medio
de los pezones del animal, este se queda por un momento quieto. Parece no
esperar este sobresalto. A quedado a media altura sin poder llegar a
levantarse.

Abre los ojos, mira a su amo, y dos lagrimas enormes salen de sus ojos.

No es dolor, ni humillación, ni tristeza, ni rabia. Es sencillamente la


desesperación de sentir que te han sacado repentinamente de un lugar
maravilloso al que ya creías que entrarías sin remedio.

Le faltaba un segundo para correrse, y aquel maldito latigazo en medio de las


tetas la ha devuelto a la realidad. Tiene que correrse, necesita
correrse.....................y mira entonces con ojos suplicantes a su amo. Aquello
no es una mirada de suplica, es un ruego desesperado, final, de alguien muy
necesitado que espera un gesto magnánimo.

D. Andres sonríe abiertamente de satisfacción. Parece que por el momento lo


ha conseguido. Y su sonrisa se amplia cuando su animal se lanza desesperado
a sus pies, inca las rodillas, levanta el culo todo lo que puede y con su lengua
lame ansiosamente sus zapatos. Un estallido de aplausos, el amo satisfecho
que levanta el látigo en señal de victoria, y un animal que sigue lamiendo los
zapatos suplicando y mendigando una caricia, un roce, algo que alivie su
tremenda calentura.

La prueba a terminado. Dos patadas en las tablas de la tarima, y el animal que


se levanta resignado. Cuando llegan a los corrales D. Andres sonríe
abiertamente al cuidador.

-Trátamela bien. Se ha portado como una autentica zorra. Por cierto luego
vendrá otro concursante. D. Anselmo ¿ Sabes quien es verdad? Bueno traerá
su animal aquí. Se lo he comprado. Lo metes en el mismo corral que ha este y
me los tienes limpios y preparados para la marcha. Tengo que acercarme a la
subasta y seguramente tarde un poco más de lo habitual. No hay ningún
problema verdad?

-Por supuesto que no D. Andres. Tarde usted lo que quiera. Estamos


encantados de cuidar sus animales.

Y también estaba encantado de la generosa propina que le dejaría aquel


concursante al que ya conocía de otras veces.

Dicho y hecho. El animal paso a manos del cuidador y D. Andres se encamino


encantado a ver finalizar el concurso.

Cuando entro de nuevo en la pista la actividad era frenética. Todos los


concursantes estaban ya trabajando en sus ejercicios. Busco rápidamente a D.
Anselmo, que ababa de empezar entonces su participación. Discretamente se
encamino hacia donde tenia lugar su primera prueba. Todo era perfecto. Aquel
animal no solo obedecía las instrucciones, sino que se adelantaba y asumía
con alegría cada instrucción o deseo de su amo. Era, y con razón, uno de los
favoritos. De hecho ya había ganado el concurso dos veces con aquel mismo
animal. Cuando pasaron a la pista para el arrastre, el publico aplaudió con
entusiasmo la pericia y briosidad con que tiro desde el principio hasta el final
del carro. Además D. Anselmo era listo, muy listo, y sabia ganarse al publico.
La campana que colgaba del clítoris de su animal y que sonaba rítmicamente a
su trote entusiasmaba a la gente. Por no hablar de los latigazos al aire, los
continuos cambios de ritmo, o los trotes artísticos a que tenia acostumbrado
su animal. Ganaría. Estaba claro que era superior al resto.

Así llegaron a la prueba final. Subieron a la tarima, se acerco el cuidador con


su bolsa llena de instrumentos de todo tipo, y le todo en suerte un enorme
consolador que manejaría el mismo cuidador. La esclava, a una indicación de
su amo, abrió todo lo que pudo las piernas y arqueo las rodillas. Y así el
cuidador comenzó su ardua tarea de meter y sacar el instrumento, cada vez
con más ritmo y fuerza, en el ansioso y también cada vez más húmedo sexo
del animal. Primero no hubo reacción. Estaba enseñada y sabia lo que tenia
que hacer. D. Anselmo por su parte miraba y con su media sonrisa dejaba
estar las cosas. Luego, conforme aumentaba el ritmo, la esclava busco
suplicante la mirada de su amo al tiempo que empezaba irremediablemente a
mover ella también las caderas al ritmo acompasado del vibrador manejado de
forma magistral por el cuidador. D. Anselmo no se inmutaba. O no se daba
cuenta de lo que pasaba, o pasaba de lo que se daba cuenta estaba pasando.
Pero no movió ni una ceja para evitar lo inevitable. D. Andres primero se
sorprendió, pero luego entendió perfectamente a su amigo. ¿Cómo le iba a
regalar un animal ganador? No podía hacerlo, hubiese valido demasiado. Así
que casi sonriendo ambos vieron como la mirada de la esclava se
transformaba de suplicante en angustiosa, y después sencillamente cerraba
los ojos y se concentraba en el movimiento de sus caderas hasta que no pudo
más y un escalofrió la hizo primero temblar y estremecerse de placer, y luego
caer al suelo porque sus piernas no aguantaron aquel gozo tan intenso y
prolongado. Cuando cayo sobre la tarima no pudo moverse. Siguió con los
ojos cerrados, y solo fue consciente de lo ocurrido cuando la espabilaron los
silbidos y gritos del publico. A duras penas pudo levantarse-le temblaban aun
las piernas- y así, cabizbaja, triste y avergonzada siguió a su amo hasta los
corrales tras haber sido descalificada por correrse sin el permiso de su amo.

Los dos amigos se encontraron al lado del estrado principal donde los jueces
daban a conocer los nombres de los ganadores.

Aquello ya no les interesaba, una vez que comprobaron que D. Andres


quedaba en un honroso cuarto lugar. Decidieron irse a comer y prepararse
para la subasta de la tarde.

Comieron y tomaron café en un restaurante de moda muy lujoso, que por


cierto era propiedad de D. Anselmo. Una de sus muchas actividades era la de
empresario de hosteleria.

Cuando le comento a D. Andres como había surgido aquella pequeña maravilla


de restaurante, este no dejo de sorprenderse.

-Un fin de semana que me fui de viaje a la capital de la isla tuve que comer
fuera y después de buscar en bastantes locales, termine en un frío, aburrido y
obsoleto restaurante que se auto llamaba modernista. Comprendí que aquello
estaba por explotar y decidí abrir un pequeño, más bien pequeñísimo-solo
teníamos 10 mesas- local en el que contrate a lo mejor que pude encontrar.
Los mejores camareros, el mejor metre, y por supuesto el mejor restaurador,
que traje de Europa a precio de oro por cierto. Bueno, pues te diré que a las 3
semanas de abrir, ya teníamos reservas hechas para 3 meses.

Después abrí otro bastante mas grande, y luego otro, también mucho más
grande, pero con la misma calidad. Hoy te puedo decir que si quieres comer
bien y con garantías en esta isla tendrás que ir a uno de mis restaurantes.

D. Anselmo quería impresionar a su amigo, pero no era fácil. El rostro de D.


Andres desde luego mostraba admiración, pero ni mucho menos asombro.

-De todas formas cuando entre definitivamente en el negocio fue cuando abrí
mi hotel.

-¿Tienes un hotel?

-Bueno, si lo quieres llamar así?

-No entiendo.

-Es un hotel muy especial.

-¿Y que tiene de especial tu hotel?

-No te lo podría describir. Hacemos una cosa. Quedamos un fin de semana. Te


vienes y lo ves. O mejor te vienes y lo disfrutas.

-Valla. Ahora si que me has impresionado. Me tienes en ascuas. Acepto tu


proposición. ¿Qué te parece la semana que viene?

-No. La semana que viene estaré demasiado ocupado con mi nuevo proyecto,
pero si dentro de un mes.

-Bueno. Esperare tu llamada con inquietud. ¿ De verdad no me puedes decir


nada?

-Ya lo veras.

- Vale vale. Llegamos tarde a la subasta. ¿ Tu crees que se darán cuenta si


nos vamos sin pagar?

-Anda . Tu eres un poco sinvergüenza verdad?

-La verdad es que si, pero solo con los buenos amigos.

El edificio donde se celebraba la tradicional subasta después del campeonato


anual estaba situado casi en el centro de la ciudad, y era en realidad un club
de polo bastante selectivo, al que solo se tenia acceso siendo socio, o muy
conocido en la isla.

Tanto D. Andres como D. Anselmo eran las dos cosas, y como al resto de
hombres y mujeres que componían el club, ni les gustaba el polo, ni la
mayoría sabían en que consistía. De hecho no tenían siquiera un campo donde
jugar. Sus instalaciones se limitaban a aquel bonito, lujoso y emblemático
edificio, que con el paso del tiempo había sido trasformado para convertirlo en
cafetería, restaurante, club social , y por supuesto lugar de encuentro para la
clase pudiente y conocida de la ciudad.

Entraron directamente a la sala donde tendría lugar la subasta, se


acomodaron en una de las mesas, y tras comprobar que eran de los primeros
en llegar, pidieron unos cafés a los solícitos camareros que les atendieron con
rapidez y deferencia al momento. Mientras charlaban tranquilamente fueron
entrando más socios, y llenando las mesas. En una habitación no demasiado
grande, en la que 15 mesas aproximadamente estaban situadas de forma
simétrica a los lados de un pasillo central, bien iluminada y decorada con un
gusto exquisito, el ambiente de tranquilidad y sosiego que se respiraba era
extraordinario. Nadie parecía tener prisa, todos se saludaban y sonreían. Se
estaba muy bien en aquel centro de ocio, por un dia convertido en un lugar
privilegiado para una subasta de animales.

Todos sabían que en aquel lugar solo se comerciaba con material de primera
clase.

Y los encargados de que todo saliese perfecto era la prestigiosa casa de doma
y venta numero uno de la isla. Por supuesto la que partencia a su Excelencia.
Ellos se encargaban de conseguir material nuevo de primera clase, así como
de acondicionar y preparar a los ejemplares que los dueños ya no querían y
ponían a la venta.

El objetivo era que nadie quedase insatisfecho. Ni el vendedor por con el


precio de la mercancía que vendía, ni por supuesto el comprador, que quería
siempre calidad por encima de todo.

Llego la hora. Uno de los camareros atenuó la entrada de luz de la calle


corriendo un ligero velo tras las cortinas, mientras otro compañero encendía
focos potentes concentrado esta luz en el pasillo central. El amable gerente de
la casa de doma de su excelencia se encamino al centro de las mesas, saludo
a su selecta audiencia, y procedió como siempre a enumerar someramente las
normas de la subasta, así como anunciar que los ejemplares que primero
saldrían a la venta serian los de reventa, es decir los que ya no querían sus
amos y ponían a la venta. Se esforzó en hacer entender a los posibles
compradores que la autentica valía de estos animales era su experiencia y
conocimiento de las costumbres y usos de la isla, ya que algunos llevaban
años sirviendo fielmente a sus amos.

Y comenzó la subasta. El procedimiento era bien sencillo. El animal se paseaba


por medio de las mesas, colocadas por eso alrededor de un pasillo central. Si
algun comprador quería ver la mercancía con detenimiento, solo tenia que
golpear ligeramente el cristal de su copa. El animal estaba ya preparado para
esta circunstancia, así como para mostrarle al comprador todo lo que quisiera
ver. Esto no resultaba difícil ya que los animales habían sido preparados
también para una revisión a fondo. Además de ir completamente desnudas, se
les había despojado también de zapatos, medias, adornos y cualquier anilla o
enganche que pudiera tener en su cuerpo. Tampoco llevaban maquillaje y el
pelo había sido recogido en un apretado moño. Habían sido depiladas a
conciencia aquella misma mañana, y un enema había dejado también sus
intestinos completamente limpios. Llevaban una semana comiendo en
abundancia y durmiendo en mullidas y cómodas camas, así que su aspecto era
impecable.

Se pretendía que el comprador viese a su posible nueva esclava de la forma


más natural posible, tal como era. Y esto se conseguía evitando cualquier
adorno externo que pudiese distraer su atención. Ni maquillaje, ni adornos, ni
aditamentos. Solo lo estrictamente necesario, es decir, los grilletes en los
tobillos, las manos muy juntas a la espalda, y los codos unidos para que
sobresalieran las tetas.

Al primer ejemplar se le notaba claramente la experiencia. Se trataba de una


esclava de unos 35 años, con la espalda y los glúteos perfectamente marcados
por los latigazos recibidos. Eran heridas ya cicatrizadas algunas de ellas hacia
tiempo. Se trataba de una hembra de tez clara y con los rasgos del rostro muy
marcados, con unos ojos vivaces y saltarines. No era fea, pero se notaba
claramente que su estrella empezaba a declinar. En su cuerpo eran visibles
además de los latigazos, seguramente por una rebeldía manifiesta, los efectos
del tiempo. Las tetas y el culo, respingones en su dia, ya no lo eran tanto, y
esos muslo fuertes no podían esconder algo de celulitis.

Mientras la esclava se paseaba a un lado y a otro la charla y el ambiente


seguía siendo tranquilo y relajado.

-Te recuerdo Andres que te debo dos animales.

-Y yo te recuerdo que mi buen gusto esta por encima de todo.

-Bueno. En cualquier caso esto no ha hecho mas que comenzar.

Parecía que nada pasase, porque nadie tampoco prestaba demasiado atención
al animal que no dejaba de pasear a un lado y a otro. Primero tranquilamente,
como le habían enseñado, con la cabeza alta y los ojos fijos en el suelo, dando
pequeños pasos e intentando mover descaradamente pero sin ostentación o
descaro las partes mas volubles de su cuerpo. Sin embargo el tiempo pasaba,
los clientes seguían tomando café, o charlando, o sencillamente observando,
pero nadie hacia sonar su copa, y ella sabia perfectamente lo que eso
significaba. Si no era vendida tendría que volver con su actual dueño, que
seguramente se desharía de ella porque si la había puesto en venta era
evidente que ya no le servia para nada, y lógicamente no iba a mantener un
gasto inútil.

No sabia lo que pasaba a los animales cuando eran entregados a la "casa de


desecho". que así se llamaba aquel lugar del que todas habían oído hablar, del
que nadie había vuelto nunca, y al que todos los animales tenia no miedo sino
autentico pavor.

Intento sacar a relucir su lado más sensual, se movió con toda la sensualidad
de que fue capaz , y al final solo se le ocurrió andar agachada un rato y de
rodillas otro rato.

No sirvió de nada. No interesaba. Pasados 3 minutos el encargado hizo una


señal y la esclava se retiro con la cabeza baja y los pensamientos bastante
más negros que su suerte.

-Es una pena, pero estos animales antes o después tienes que desprenderte
de ellos.

-Que me vas a contar a mi Andres. A algunos llegas a cojerles autentico


cariño, pero cuando cumple un ciclo es mejor cerrarlo. Este animal
seguramente en su tiempo fue un buen ejemplar, pero esta claro que ya no
sirve para nada. Desconozco que a llevado a su amo a ponerlo en venta, pero
esta claro que lo mejor hubiera sido enviarlo directamente a la "casa de
desecho". El se hubiera evitado el disgusto de ver tan devaluada su mercancía
y a nosotros no nos habría hecho perder el tiempo.

La subasta continuo al igual que el buen humor y el buen ambiente.

Siguieron sacando más ejemplares para la venta. Algunos se vendían, a un


buen precio razonable, y otros eran descartados.

A D. Andres no parecía terminar de gustarle nada de lo que veía, y siempre


sacaba pegas cuando D. Anselmo le preguntaba. Sin embargo era consciente
de que tendría que decidirse y evidentemente no podía esperar a la segunda
parte de la subasta, cuando sacaran los ejemplares nuevos.

Así que puestos a elegir toco la copa cuando salió una hembra de unos 28
años, bastante bien formada, sin demasiadas señas de castigos y una cara
bastante llamativa.

Rápidamente se acerca a la mesa y se sitúa frente a ellos. D. Andres corre su


silla hacia un lado, y se dispone ha hacer las comprobaciones de rigor,
naturalmente sin levantarse.

La primera impresión es positiva. Ha sido la esclava la que se ha acercado a el


para que no tenga que moverse. Le palpa las tetas, las axilas, el vientre, los
muslos. Bien, todo es proporcionado y se mantiene bastante turgente y en su
sitio. A una señal la esclava se inclina y comprueba orejas, nariz, boca. Una
dentadura bastante aceptable y ni rastro de ojeras o restos de agotamiento.
Un pequeño gesto y al darse la vuelta comprueba que la espalda es perfecta.
Mantiene las típicas señales de castigos y latigazos , pero dentro de lo
aceptable. Unas palmaditas en los glúteos y observa que están bastante bien
tanto de proporción como de sujeción. Nada de celulitis, y solo visibles la
señas de algun que otro latigazo. Un chasquido de los dedos y la esclava se
hecha todo lo que puede hacia delante para dejar ver sus interioridades.
Esfínter anal en un estado aceptable. Ha sido utilizado bastante, pero sin
brusquedades y sin inserción de ningún elemento desgarrador. D. Andres
utiliza entonces un truco de viejo y experimentado comprador.

Con la cucharilla del café comprueba la sensibilidad, consistencia y resistencia


de dicho esfínter. Se contrae y dilata bien, y al introducirla los estímulos son
correctos y la cucharilla se mantiene recta.

En cuanto al clítoris dos dedos introducidos sabiamente desde atrás son


suficientes para verificar lubricación y respuesta a los movimientos. Un ligero
estremecimiento general del animal en el momento de introducir los dedos es
buena señal. Y la respiración agitada y las convulsiones de las caderas cuando
se mantienen los dedos dentro y se mueven suavemente también son
indicativos positivos.

D. Andres huele los líquidos vaginales de la esclava, se limpia los dedos con
una servilleta, y habla con su amigo.

-Me gusta. Pregunta precio.

A una señal de D. Anselmo el gerente-que durante toda la subasta permanece


a la entrada del pasillo que dejan las mesas, atento a la llamada de los
clientes- se acerca y les habla amablemente.

-Buenas tardes señores. ¿ Todo bien? Veo que tienen ustedes un gusto
exquisito. Este es un ejemplar que pone en venta un distinguido caballero de
la isla. Circunstancias familiares le obligan a ello.

Ante la extraña mirada de los dos amigos, el gerente se inclina ligeramente y


baja un poco el tono de voz.

-Se acaba de casar de nuevo- era divorciado- y por lo visto a su nueva mujer
no le gustan demasiado los animales.

Los dos se miran y sonríen ligeramente.

-Bien pues como les decía se trata de una ganga. Este ejemplar tiene un
precio de salida de 18.000 €

Los dos se miran, miran a la esclava- que sigue inclinada hacia delante con las
piernas abiertas y la cucharilla del café metida en el culo, nadie le ha dicho
que se levante- e interpelan al encargado.

-Ahora díganos donde esta el truco.

-No entiendo.

D. Andres habla ya en un tono menos amable.

-Usted quiere tomarnos el pelo. Pretende decirnos que por este animal, por el
que solo e pujado yo, que ya es bastante sospechoso, solo pide 18.000€ ?

-Pues si señor. Ese es el precio que ha estipulado el anterior dueño. En cuanto


a la puja, usted mismo señor podrá comprobar que existe completa libertad
para que cada cliente haga lo que quiera.

Es evidente que algo no le cuadra a D. Andres. Mira al encargado, mira a su


amigo, ojea las demás mesas, que casi han dejado de charlar y lo observan
atentamente, y por ultimo mira a la esclava. No es posible. Aquel animal tiene
que tener algo que el desconoce. Con un gesto decidido saca la cucharilla del
café insertada en el culo de la esclava y le hace una señal para que vuelva a
caminar por el pasillo.

Cuando se aleja hacia el extremo comprueba que la espalda y el culo de aquel


animal son extraordinarios, realmente es espectacular por detrás. Y cuando se
da la vuelta y se dirige de nuevo hacia ellos vuelve a sorprenderse. No se
había fijado antes, pero aquellos pechos, y ese vientre culminando un sexo y
unos muslos sencillamente perfectos no es posible que pasaran desapercibidos
en la primera inspección.

¿En que se ha equivocado más entonces, que ha pasado por alto?

Y de pronto mira y lo entiende todo. Lo tenia delante de los ojos y estaba


absorto con los detalles técnicos de su observación, pasando por alto lo más
evidente.

Aquellos labios, los pómulos, las cejas arqueadas hacia delante, y sobre todo
esa mirada.

Es vicio, aquella cara es pura pasión, desenfreno, y solo con mirarla se adivina
la lujuria.

Ya comprende. Seguramente no es la primera vez que sale a la venta y los


compradores ya la conocen. Hay algo que desvirtúa especialmente el precio de
cualquier animal, y no es otra cosa que la falta de autocontrol. Y aquella
hembra no tiene precisamente apariencia de otra cosa. Seguramente el
autentico motivo de que su amo se desprenda de ella sea que no puede
controlar sus impulsos. Y también muy probablemente los compradores que
hay en la sala saben que cuando aquella esclava esta en celo es imposible
dominarla.

No encuentra otra explicación al bajo precio de aquel magnifico ejemplar.

Vuelve a llamarla, de nuevo la examina detenidamente, esta vez fijándose


especialmente en su cara. No lleva maquillaje, y ni por un solo momento ha
dejado de mirar al suelo en señal de sumisión, pero sus ojos y sus facciones la
delatan.

D. Andres inclina su cuerpo hacia donde esta su amigo, y le habla bajo al oído.

- Si la consigo por la mitad de precio, tienes que pagarme el despido de mi


capataz.

D. Anselmo hace una mueca de disgusto, pero asiente con la cabeza.

- No sabes lo que haces si te quedas con este animal. Puede echarte a perder
todos tus ejemplares. Pero en fin tu sabrás lo que haces ¿ Y de cuanto dinero
estamos hablando?
-Justamente el que te vas a ahorrar ahora mismo. Es decir 9.000 €

-Trato hecho. Pero no me pidas más.

D. Andres sonríe , y decidido extiende su mano hacia la mesa para apagar con
la punta de los dedos una de las dos velas que la adorna. La saca entonces del
pabilo, y dándole la vuelta comprueba las dimensiones y grosor de esta.

A una indicación suya la esclava, que seguía frente a el esperando nuevas


inspecciones, arquea y abre todo lo que puede las piernas, y D. Andres le
introduce sube y lentamente la vela por el abierto sexo.

Esta bien enseñada aquella esclava. Sabe perfectamente que no ha de mostrar


ningún sentimiento ni sensación, simplemente mantenerse sumisa y ausente.

Primero despacio, recreándose lentamente en los movimiento, y después más


rápido, la vela va entrando en el cada vez más húmedo y lubricado sexo. Ha
pasado casi un minuto y no ocurre nada. La hembra sigue impasible, mirando
al suelo y sin mover un solo músculo de su cuerpo. Hasta el momento en que
D. Andres saca la vela e introduce dos de sus dedos, mientras con la palma de
la mano restriega sabiamente el sexo del desconcertado animal. Ya no esta
quieta, primero suavemente, y pocos segundos después de forma
descontrolada, sigue los movimientos y el subir y bajar de la mano con las
caderas. Su cara se ha transformado. Ya no mira al cielo, sino directamente al
que seguramente va a ser su nuevo amo. Le ruega con la mirada y le suplica
con los gestos de sus caderas que no pare, que aumente el ritmo de sus
movimientos.

No tarda más de 2 minutos en caer de rodillas después de varios espasmos


que indican claramente que no ha podido resistir y se ha corrido de forma
visible, violenta y desenfrenada.

D. Andres sonríe, mira al encargado y habla con una seguridad impresionante.


Sabe que en ese momento acaba de devaluar el precio de la esclava, que
evidentemente nadie comprara ni por 4 céntimos.

- Se la compro por 5.000 €

- Imposible. No cubriríamos ni los gastos.

- ¿ Y si le doy 9.000€?

El encargado mira entonces hacia una de las mesas, donde un individuo


elegantemente vestido y con barba blanco asiente ligeramente de forma
imperceptible.

-El animal es suyo señor.

Cuando empieza la segunda parte de la subasta D. Andres esta tan


entusiasmado con su adquisición que apenas presta atención a los 8
ejemplares que has salido a la venta. Se trata todos ellos de animales
jóvenes, ninguno mas de 22 años, con visibles muestras de inexperiencia, y
sin ninguna marca de látigo o fuego. Los precios también se le escapan ya que
por el que menos se ha llegado a pujar 60.000 €. Y no deja de sorprenderle su
amigo cuando tiene los suficientes arrestos como para hacerse con 4 de los 8
ejemplares a subasta. Acaba de dejarse casi 400.000 € y sigue sonriendo tan
feliz.

-Es una inversión Andres. Todo esto no es mas que una inversión que pienso
recuperar si todo sale como yo espero

D. Andres sabe, conociendo a este hombre, que es capaz de sacar dinero


vendiendo aire, y le saldrá bien cualquier cosa que se proponga.

Son ya casi las 7 de la tarde cuando D. Andres se despide de su amigo, sube a


su todo terreno y se dirige hacia su granja. No quiere reconocerlo, pero hay
dias en los que piensa que la suerte es un empleado, y este empleado trabaja
de forma muy eficiente para el. Es increíble, sencillamente no podía ni
imaginar esta mañana cuando salió de su casa que el dia acabaría de esta
manera. Hace solo 12 horas era un mediocre ciudadano de la isla que nadie
conocía, y que no disponía de ningún animal en propiedad. Ahora era bastante
conocido en los círculos influyente por su valentía y buen hacer, y además
poseía dos ejemplares magníficos en propiedad y otro que si la suerte seguía
trabajando para el seria suyo muy pronto. Bien, esto esta bastante bien.
Tendremos que celebrarlo cuando lleguemos a la granja, piensa con una cara
de satisfacción evidente. Sin embargo un pensamiento nubla su optimismo. Su
mujer. Esta seguro que querrá disponer ella también de las nuevas
adquisiciones. Y no le gusta. No sabe porque pero no le gusta nada. Podría
negarse, pero esto solo traería problemas. Mejor dejarla y que todo siga
estando tranquilo. No, es más, puede plantear la nueva situación como un
regalo que le hace, y así le deberá una. Definitivamente este dia no tenia que
acabar nunca.

En el remolque que lleva su coche han sido acondicionados por los


mayordomas de la subasta y del concurso sus tres animales. Verdad es, que
no es muy grande y tendrá que ir pensando en hacerse de otro mayor, pero
mientras tanto puede apañarse.

Cuando llegan a la granja y su mayordomo se acerca solicito a hacer su


trabajo, D. Andres le rechaza amablemente.

-Muchas gracias Salomón. Esta noche me ocupare yo personalmente de las


bestias. Vete tu que seguramente tendrás muchas cosas que preparar.

-Siento mucho tener que dejarle D. Andres.

-Ya lo se Salomón, y yo también siento de verdad que te vallas, pero no


podemos poner trabas a tu futuro. Y te aseguro que con D. Anselmo te espera
un gran futuro.

-Buenos noches D. Andres.

-Buenas noches Salomón.


Se queda pensativo cuando se aleja Salomón y duda por unos segundos si no
ha hecho mal en desprenderse de aquel gran empleado. No se había dado
cuenta, pero necesita para dentro de dos dias un nuevo capataz. Por su mente
van pasando uno a uno los mas de 40 empleados que tiene trabajando en la
granja, y después los 27 de su negocio en la ciudad. No se le ocurre ninguno
capaz para sustituir a Salomón.

Uno demasiado viejo, otro demasiado joven y fogoso, el otro no reúne


cualidades, y el que si las reúne no se fía demasiado de el.

Esta en estas cavilaciones cuando se da cuenta que ya ha anochecido. Abre la


puerta de su remolque y desengancha las cadenas que traban a sus animales
dentro. Los cuidadores son expertos manejando bestias y han sabido
acomodarlas perfectamente. Primero las han lavado y aseado a conciencia. A
continuación han preparado al animal para el viaje : Zapatos bien apretados,
bozal también muy bien colocado, y una vez dentro trabar piernas y cuello con
candados a los arneses que lleva preparado el vehículo.

Una vez fuera une a sus tres ejemplares con cadenas a través de los collares y
las guía satisfecho a la entrada de la cuadra. Aquí coge la larga cadena que
hay en el suelo y la engancha al animal que permanece en medio de las tres.

Se trata de su animal de alquiler. A su izquierda esta Salida, que así se llama


la nueva adquisición de D. Andres, y a su derecha Puta, flamante regalo de su
amigo. Con cara sonriente les va quietando los bozales antes de entrar al
corral para preparar la cena a sus bestias.

Nada mas entrar D. Andres en el cobertizo, la que ya conoce la granja, y que


es precisamente la que esta en medio enganchada a la cadena de la pared y
por otras dos cadenas a sus compañeras, da unos pasos tirando de ellas y se
dirige hacia la esquina del corral. Cuando doblan esta esquina la esclava se
agacha poniéndose en cuclillas, arrastrando con ella a las otras dos. No tarda
en evacuar. Desde esta mañana no ha podido desocupar su vejiga e
intestinos. Las otras dos comprende que este es el momento y no se
presentara otro, y aprovechando que están agachadas se van turnando para
situarse encima del agujero hecho en el suelo y que hace de letrina.

Cuando terminan se levantan las tres y se dirigen, siguiendo a la experta de


en medio hacia una piletas con jabones y agua limpia que hay a unos dos
metros.

Observan como la veterana coge el jabón y con maestría sabe lavarse a


conciencia el ano y el clítoris, a pesar de estar encadenada y con las manos y
los codos trabados a la espalda. La imitan cuando a terminado y así,
desocupadas y limpias se dirigen donde las havia dejado su amo, a la entrada
del corral.

Cuando llegan D. Andres ya esta fuera, y ha preparado tres recipientes


colocados de forma lineal en el suelo, con una especie de papilla en la que se
pueden ver tropezones de mendrugos de pan.
Da una palmada y se sitúa detrás de las esclavas.

-¡ A comer! Creo que os lo habéis ganado.

No esta claro que será aquello, pero desde luego el hambre es tan grande que
las tres se dirigen y se arrodillan a una delante de los platos.

Aquel espectáculo es único. D. Andres además de eufórico y satisfecho consigo


mismo, empieza a estar excitado. Es impresionante ver como tres hembras de
aquel calibre muestran abiertos y jugosos sus cuartos traseros, mientras se
agachan para engullir la comida.

Tenia pensado saborear aquel manjar mas tarde y tranquilamente en las


cuadras, pero ya no puede esperar más. Baja desesperado los pantalones y
hace restallar el látigo en el aire. Como un resorte las tres esclavas dejan de
comer, pero permanecen en la misma postura esperando acontecimientos.
Están bien enseñadas y tienen la suficiente experiencia como para saber que
ha llegado el momento de satisfacer a su amo.

Primero penetra a la potra que ha comprado a su amigo. El trasero de aquel


animal es sencillamente espectacular. No necesita preámbulos ni rodeos,
directamente inserta su estirado miembro en el culo de la esclava, que
rápidamente lo levanta hasta no poder mas en su intento de ponerlo a
disposición de su nuevo amo. Sus dos compañeras la imitan en su postura
esperando su turno. En cuatro embestidas esta tan excitado que tiene que
aflojar el ritmo. No puede saciarse con un solo bocado y a un solo pastel.
Tendrá que probarlos todos, que para eso los ha comprado. Se coloca ahora
en el centro y la reacción del animal es la misma. Pega la cabeza al suelo y
levanta y abre el culo todo lo que puede. Aquí ha entrado con mas facilidad.
Dios, es impresionante, aquel animal es capaz de adivinar sus movimientos
para moverse acompasadamente con ellos. No, despacio, mas despacio, si no
todo terminara en un momento. Además necesita probar la parte delantera.

Cuando se sitúa delante las tres esclavas al unísono levantan la cabeza del
suelo y permanecen atentas y de rodillas a la reacción de su amo. Se acerca a
la que no le ha dado tiempo a probar por detrás, precisamente la de alquiler.
Esta no espera, y cuando tiene el miembro de su amo cerca se abalanza sobre
el y lo lame con tanta lujuria que es el propio amo quien tiene que dar un paso
atrás. Se hubiera corrido al momento si se hubiera estado quieto. Realmente
era peligrosa aquella hembra. La mira como se relame y pide más con los
labios y la lengua. Da dos pasos atrás y comprueba el buen ganado que tiene
cuando las tres se dirigen de rodillas hacia donde el se encuentra. Casi
empujándose por coger el caramelo es su animal de alquiler el que llega
primero y empieza a chupar de nuevo con glotonería. Tanta y con tan buen
hacer que asta aquí llega D. Andres. Ya no puede aguantar mas y se corre en
la boca de su esclava. No ha caído ni una gota, y las otras dos miran
resignadas y dejan caer los hombros en señal de impotencia.

D.- Andres no es capaz de reaccionar por unos segundos. Es impresionante el


poderío de aquellas bestias. Lo saca de su nube el saludo de tres de sus
empleados que han terminado la jornada y pasan por la puerta del corral.
-Buena compra patrón. Y buen provecho.

Por supuesto no sorprende a nadie que un amo haga catas de sus animales y
los pruebe de vez en cuando. Y menos cuando este amo es D. Andres, gran
aficionado.

- Gracias, buenas noches.

Responde el patrón mientras se sube los pantalones y abrocha el cinturón.

Cuando mete a los animales al corral se da cuanta que también aquí anda
corto de instalaciones, ya que solo dispone de una jaula, grande desde luego,
pero tendrá que poner alguna más. No importa, nos apañaremos mientras me
las instalan, piensa mientras va descalzando a las tres esclavas y decide que
así están bien, simplemente atara la cadena suelta a la jaula y las dejara
unidas por el cuello. Mejor que se vallan conociendo.

-Bueno............os habéis portado bien esta noche. Esperemos que todo sigua
igual. Vamos a ver. Tu te llamas Puta. Tu eres Salida. Y tu, bueno a ti todavía
no te he puesto nombre. Vamos a ver, mañana encargare al herrero que me
haga una nueva divisa para marcaros a vosotras dos, pero contigo no puedo
hacer nada. De todas formas estoy decidido a comprarte, así que te
llamare............Puta, Salida y Guarra. Tu serás Guarra. Me gusta.

Cuando el amo se marcha las tres se sientan agotadas con la espalda apoyada
en los barrotes de la jaula ocupando el único jergón viejo que hay en el suelo.
Al principio se miran y parece que no se atreven a hablar, por fin es la de en
medio la que se decide, apenas susurrando.

-¿Estáis muy cansadas?

Las otras dos la observan con cara rara, no contestan, y miran hacia la puerta
de entrada, que sigue cerrada con un gran cerrojo por fuera. La total
oscuridad esta mitigada por la luz que entra a trabes de una ventana, alta y
enrejada, procedente de la farola del camino.

-Os pasa algo. ¿Sois mudas o que?

-Hace años que no hablo.

-Tampoco tenemos mucho que decir. Por lo que he visto ninguna conoce
mucho al nuevo amo.

El agotamiento es evidente. Se acomodan como pueden, ocupando la parte


superior del cuerpo en el jergón y la parte inferior sobre el suelo. La postura
es incomoda, y si bien las manos trabadas a la espalda y la cadena del cuello
las mantiene juntas, no tienen insertado ningún instrumento ni adorno
exterior, y así cada una busca acomodo y no tardan en dormirse.

No a pasado mucho rato cuando una lengua hambrienta recorre lentamente la


nuca y los hombros de la que esta en el centro. Parece un agradable sueño al
principio, y una dulce realidad después. A duermevela no quiere que aquella
lengua deje de acariciarla. Es mágica, y está consiguiendo primero que se
relaje enormemente, y que empiece a excitarse cada vez más después.

Cuando ya es plenamente consciente de lo que esta pasando y se da la vuelta


para decirle algo a su compañera, una boca y una lengua penetrante invaden
su boca hasta la garganta. Es sofocante aquella sensación. Un espasmo de
placer invade todas las partes del cuerpo y le resulta imposible no responder a
aquel beso y a aquella lengua. Son muchos meses sin tener contacto con
nadie, y cuando las lenguas mezclan sus jugos y los pezones empiezan a
rozarse la excitación ya es imparable. Por un momento parece que quieren
fundirse, mezclar sus bocas, lenguas y cuerpos, de juntos que están. Se
agitan desesperadas buscando más, intentando que la excitación no las
devore.

La tercera esclava no tarda en despertar por los tirones y el ruido de las


cadenas que unen sus cuellos, y tampoco tarda en comprender lo que esta
pasando. Pega su cuerpo también a la del centro y recibe ansiosa el beso
cálido y desesperado de esta.

Las tres se funden un una masa de cuerpos calientes y desesperados. Se


besan, se restriegan frenéticamente, fuerzan posturas inverosímiles buscando
algo que es materialmente imposible. Con las manos trabadas a la espalda y
con los cuellos unidos por cadenas es imposible hacer absolutamente nada.
Solo consiguen que la excitación las devore cada vez mas, y que la frustración
valla en aumento.

Después de un buen rato por fin consiguen dormirse. Mas calientes que
cuando se acostaron sobre el viejo y duro ropón del suelo, y seguramente
menos que en los duros dias que les esperan.

Bien entrada la mañana es el ama de la finca y esposa de D. Andres quien se


presenta en el corral. No va sola, ya que junto a ella una vieja mujer de
aspecto demacrado y vestida completamente de negro, y un hombre con
ademanes afeminados y de edad indefinida, la siguen a un paso que se podría
considerar como de forma respetuosa. La luz entra a raudales cuando la mujer
de negro abre los postigo de la ventana, y con la luz entran los sonidos de
fuera. Se trata de una granja y la actividad de está hace que se escuchen los
graznidos de las gallinas y los gallos, las voces de los operarios del campo y
algun que otro juramento de unos jardineros que repasan los setos de entrada
a la casa de los amos.

Cuando el ama de la casa llega a la jaula mira con la boca abierta a las tres
esclavas que permanecen sentadas en el jergón que les ha servido de cama
durante la noche. Están despiertas y si bien al principio no reaccionan, las tres
se dan cuenta a la vez que algo esta saliendo mal. Como un resorte que las
impulsa al unísono se incorporan y se arrodillan con la cabeza baja. No saben
quienes son aquellas personas, pero es mejor mostrarse dócil por si acaso.

El ama sonríe y su enorme dentadura hace que su boca parezca aún mas
grande de lo que es. Sus ojos achinados pierden casi el dibujo de visión. Es
realmente fea aquella mujer.
Entra en la jaula, desengancha la cadena y tirando suavemente las tres
esclavas salen y se dirigen hacia la casa. Entran directamente a la cocina, y de
aquí, por una puerta enorme de cristales, pasan a un gran patio interior.

Una vez aquí, y ayudada por la mujer de negro y el hombre afeminado, coloca
a las tres esclavas en el centro del patio, y sin soltarles las cadenas que las
unen por el cuello, el ama se dedica con deleite y sin reparar en tiempo, a
preparar a las que considera sus nuevas propiedades.

Primero las baña con una manguera de agua tibia y jabón perfumado,
recreándose especialmente con la esponja a la hora de restregar esta contra
los cuerpos. También toma su tiempo, cuando con sus propias manos, se
dedica a repasar cada parte de aquellos cuerpos desnudos y recién duchados y
perfumados, con crema suavizante. Da instrucciones al hombre afeminado y
este entra en la cocina para preparar unos sabrosos platos con jamón cocido,
huevos fritos, tostadas y leche fresca. La propia ama se dedica, por supuesto
con bastante parsimonia, a dar con sus manos el suculento desayuno a cada
una de las esclavas. La mujer de negro trae entonces un taburete y empieza
la sesión de peluquería y maquillaje. Estudia cada una de las caras y no repara
en tiempo ni en gasto para crear un peinado y unos tonos de maquillaje que
ella, ayudada por el hombre afeminado, considera mejor para cada una. Esta
encantada, se la ve en la cara, y en el entusiasmo con el que observa y
estudia cada uno de los objetos que hay dentro del cajón que acaba de traer
la mujer de negro. Empieza por elegir los zapatos. Tiene una variada selección
de mas de 15 pares, y no duda en ir sacando cada uno para ver como queda
con el color de la piel, el estilo del peinado, o la forma de los glúteos.

A estas alturas las tres esclavas no saben que esta pasando, y por
experiencias pasadas temen algo muy gordo. No es normal que les duchen
con agua tibia, menos que les den crema suavizante y las peinen de aquella
forma tan especial, y no digamos de la comida. Hace mucho tiempo que
comen de rodillas en el suelo, en recipientes asquerosos y sucios, y por
supuesto piensos y papillas, y como algo extraordinario, sobras de sus amos.

Elvira, el ama de la casa, se retira unos pasos cuando a terminado de colocar


el ultimo par de zapatos, y llama a sus ayudantes.

- Bien. Esto creo que esta bastante bien. Quiero que me digáis vuestra opinión
sincera sobre mi criterio. Ya sabéis lo que pienso. Seis ojos ven mas que dos.
Vamos a ver: Que os parece si por fin nos damos el lujo de tener una perrita
en la casa. Tenemos la caseta, tenemos la jaula, lo tenemos todo. De hecho
siempre he tenido el capricho de tener una perra, pero desgraciadamente el
gandul de mi marido nunca me ha complacido. ¿Cuál de las tres pensáis
vosotros que tiene mas cualidades?

Miran con ojos escrutadores a las tres esclavas que permanecen de pie frente
a ellos. Por fin es Daniel, el hombre afeminado, quien dirigiéndose a las
esclavas, y concretamente a la que había comprado D. Andres en la subasta,
habla decidido.

-Pienso que esta hembra reúne bastantes cualidades.


-A ver. Si, esta es Salida¿ Y que te hace pensar eso Daniel?

- Si presumo de algo es de conocer bien a las damas. Y si hay una dama sobre
todas a la que conozco mas que al resto es a usted señora. Me he fijado que
habéis hecho un peinado sencillo y con tirabuzones, simulando las crines de
cualquier can. El maquillaje es contundente, resaltando esta cara de perra
viciosa que tiene este animal. Y por ultimo.........me ha convencido el detalle
de los zapatos. Por supuesto de tacón imposible y de colorido suave y charol.
No los utilizara y no se estropearan puesto que una perra va a cuatro patas y
ella nunca tendrá que andar con ellos.

-Eres único Daniel. Siempre lo he dicho. Parece como si adivinaras mis gustos
y pensamientos antes que estos lleguen. Bien, perfecto, esta será a partir de
hoy nuestra nueva perra.

Saca del cofre una bonita correa con incrustaciones de metal brillante. Se
acerca a la esclava y suelta con una llave que tiene en el bolsillo la cadena que
la una por el cuello a sus compañeras, tras haber enganchado la correa a su
collar metálico.

-Por favor Daniel, conoces como ya he comprobado perfectamente mis gustos


y aficiones. Me gustaria que te encargases de adiestrar a mi nueva perra. Bien
Daniel es tu misión a partir de ahora.

Elvira sonríe y habla con Mariana, la mujer de negro.

-Estaba pensando que no nos vendría nada mal una esclava para la casa.
¿ Cuanto nos esta costando la asistenta que nos limpia ahora Mariana?

-15 € la hora señora. Lo cual hace un total de 80 al dia, y 480 a la semana.

- Bueno pues elige a uno de estos animales, que será a partir de ahora la
esclava de la casa.

- Yo me quedaría con la de la izquierda. La veo más hogareña y más dócil que


la otra.

-Perfecto. Esta es......Puta, si no recuerdo mal, según me ha dicho Andres esta


mañana. Es tuya a partir de este momento. Te encargaras de asignarle
trabajos y castigos. Y con la otra, bueno, yo necesito una asistenta personal
hace muchos, muchos años. Ya va siendo hora que piense un poco en mi.

Mientras habla se dirigen a las dos esclavas y suelta la cadena que las une por
el cuello.

-Estoy pensando Elvira que tu pupila no podrá hacer su trabajo con las manos
trabadas a la espalda. Y lo peor es que esas cadenas están remachadas, ósea
que no tenemos llaves para abrirlas. Acércate a los talleres o la serraría y dile
al herrero que venga con los instrumento necesarios para poder abrir esas
cadenas.

-Señora yo aprovecharía la visita del herrero para hacer alguna instalación que
tengo pensada para la realización del trabajo domestico de la nueva esclava.
¿Puedo.......’

-Puedes hacer lo que quieras, siempre que no sea muy costoso. Luego
veremos si me gusta.

El herrero es avisado y no tarda en presentarse delante de la Señora.

-Disculpe la tardanza. Acabo de hablar con D. Andres sobre el tema de la


nueva divisa para marcar a las nuevas bestias, que por cierto no la tendré lista
hasta dentro de unos días, pero no me he dicho nada sobre el tema de
quitarles las cadenas a los animales.

-Me da igual lo que te halla dicho D. Andres- sus palabras son secas y
malhumoradas- tu harás lo que yo te diga, y punto.

-¿No seria mejor consultar primero con el amo.?

-Tu ve haciendo tu trabajo, que del amo me ocupo yo.

El herrero es obediente y disciplinado, pero desde luego no tonto, y


comprende que es mejor hacerse el remolón mientras la señora termina su
charla por teléfono.

-Toma estúpido, es D.Andres, dice que quiere hablar personalmente contigo.


Dos inútiles charlando por teléfono, que asco por Dios.

El enfado es evidente, sin embargo la conversación no se alarga mucho entre


el herrero y D.Andres, y el trabajador se pone rápidamente manos a la obra.

En primer lugar ha tenido que cortar con una sierra, y con muchísima
delicadeza para no herir a nadie, las cadenas que no tenían llave y que
mantenían pagadas por las muñecas las manos de las tres esclavas a la
espalda. A continuación les ha puesto nuevas cadenas, pero estas con mas
holgura y con las manos por delante. Cuando le ha preguntado a la Señora si
remachaba el cierre de estas cadenas, la señora ha decidido que no, mejor
con llave. Así que ha tenido que acercarse al almacén para coger grilletes
convencionales. Después, y a requerimiento de Mariana, a entrado en la casa
y ha instalado una seria de cadenas sujetas a la pared a media altura y con
una largura determinada y en determinadas habitaciones.

Comienza así la nueva vida de las esclavas, que gracias al destino no ha de


durar mucho.

Daniel esta encantado con su nueva tarea de domador de perra. Aquella


misma tarde prepara la caseta de madera donde dormirá su perrita, instalada
por supuesto a la entrada principal de la casa. También prepara la jaula
metálica en el patio, donde castigara los malos hábitos, y por supuesto se ha
provisto de un surtidísimo juego compuesto por toda clase de collares,
mordederas, bozales, y adornos variados. Basta la primera semana para
hacerse con la rutina diaria. A las 9 mas o menos Daniel se presenta en la
perrera y desengancha la cadena del collar de la perra. Entran por la cocina al
patio, donde la lleva directamente al terrario instalado en una esquina para
que haga sus necesidades. No es muy paciente, de manera que ha de darse
prisa y no tardar más de 2 o 3 minutos. No volverá al terrario hasta la tarde, y
hacérselo encima o en cualquier otro lado acarrea duros castigos.

Una vez cubierta la primera necesidad su cuidador se encarga de rociarla con


una manguera y frotarla con jabón y esponja. Aquí no se tarda mas de 5
minutos. Después se encarga de adornar a su animal. Empieza siempre por
ponerle los zapatos de tacón imposible con las suelas relucientes que nunca se
han de manchar, ya que una de las normas que tiene que cumplir es ir
siempre a cuatro patas ( Y cuando no lo haga tendrá que sacarle brillo
lamiendo estas suelas hasta que vuelvan a relucir). Después le cuelga algunas
campanillas, unas veces en las anillas de los pezones, otras en las del clítoris,
o en ambas. También es muy aficionado a insertarle el bolo en el culo para
que luzca una llamativa cola. Dispone por supuesto de un gran surtido de
collares, que le gusta colocar encima del metálico que ella lleva siempre y del
que no se puede desprender ya que es de una pieza y no tiene cierre. Entran
después en la cocina y allí le prepara la comida. La echa en un cuenco que ha
hecho con su nombre en letras brillantes, y lo deposita en el suelo al lado de
la puerta de entrada al patio. Aquí dispone de unos 3 minutos para comer. A
continuación viene el paseo diario y las clases practicas. En uno de los
laterales de la perrera tiene Daniel colgada una bonita colección de bozales y
bocados de todo tipo, que siempre pone a su animal antes de salir a la calle y
conjuntados por supuesto con el tipo de adorno o collar que lleve ese dia. El
paseo se limita a dar una vuelta por los alrededores de la casa o acercarse a
un terreno vació que hay justo frente a esta. Mientras caminan Daniel instruye
claramente a su perra.

-Puedes levantarte- Le dice, mientras tira de la correa hacia arriba, y la


esclava deja de ir a cuatro patas y se incorpora, caminando detrás de el- no es
necesario que camines siempre a cuatro patas, solo cuando estemos delante
de la gente, da igual que tipo de gente, o cuantos sean. Nunca olvides que tu
eres una perra. Se te permite ir erguida para caminar más rápido, pero tu
condición natural es estar a cuatro patas, y así lo harás siempre que haya
alguien delante. No olvides nunca lamer las suelas de los zapatos después de
caminar erguida, estas tienen que estar siempre relucientes. Bien, como es
lógico, los amos te sacaran de paseo por la ciudad o te llevaran a alguna
fiesta. Procura mantener la compostura, intenta mantener tus instintos a ralla,
y sobre todo, por encima de todo, tienes que ser una perra digna de tus amos.
Demuestra que estas bien enseñada, que tu adiestramiento a sido magnifico.

Estos paseos por el exterior de la casa no duran nunca mas de una hora, y
cuando terminan Daniel vuelve con su perra a la casa, le quita los adornos y el
collar, y la amarra al cuello con la cadena de la perrera dejando siempre un
poco de largura para que pueda salir o permanecer fuera si le apetece. Aquí
pasa el resto del dia, excepto un rato al medio dia cuando come el ama de la
casa- D. Andres esta en la ciudad, y solo aparece los fines de semana- en que
le sueltan de la cadena y la dejan suelta por la cocina para que pueda comer
los restos que el ama le tira al suelo, y que constituye su almuerzo.

La monotonía se rompe los dias que la señora decide salir de paseo, que suele
ser los martes y miércoles. Ella misma es quien se ocupa de preparar a su
perra cuando decide sacarla. La ducha es a conciencia, el peinado y el
maquillaje, que todos lo dias hace su cuidador a primera hora, en estas
ocasiones es retocado y mimado con esmero, por no hablar de la depilación,
que realiza la misma ama, dejando adornos de su inventiva por ejemplo en el
vello pubico donde le gusta algun dibujo o figura. Por supuesto los
complementos suelen ser especiales. El collar de siempre que no tiene
apertura, es cubierto por uno reluciente unido a una correa de cuero
engastado con incrustaciones metálicas, los grilletes de las manos son
sustituidos por unos nuevos, relucientes y mucho más cortos. Los de los pies,
al no tener apertura son los de siempre, pero limpiados con esmero para que
brillen lo mas posible, o por lo menos estén limpios. Tampoco es inusual que
le ponga unas medias negras con fantasías y liguero, y por supuesto unos
zapatos a juego con el collar o las medias.

Lo habitual es visitar la casa de alguna amiga donde se reúnen las damas más
o menos influyentes de la isla. Aquí, y mientras ellas charlan o juegan al bingo
en el interior de la casa, suelen dejar sus animales sueltos en el jardín. Si
tienen suerte y no le han colocado bozal es el momento en que puede
relacionarse con otros animales y enterarse de cosas interesantes.

Aquel miércoles concretamente el ama a cogido el todo-terreno, y tras


amarrar a su perra dentro de la jaula instalada en la parte posterior
descapotable del vehículo, se ha dirigido a media mañana hacia el interior de
la isla. Seguramente se trata de algo especial. Ni es la hora en que suele
visitar a las amigas, ni los preparativos han sido los habituales. El ama se ha
levantado temprano sin esperar a que llegue Daniel, el domador, y se ha
vestido de forma natural e informal, pero con prendas nuevas y de primeras
marcas, y si bien su maquillaje no es llamativo, si se le nota que se ha
esmerado en parecer alguien con clase e importancia, lastima que su físico no
sea agraciado, y su cara, aún en las mañanas como esta, no diga nada y
refleje solo vulgaridad. Tampoco se entretiene demasiado con su perra. La
saca de la perrera y tras llevarla directamente al terrario, espera con a que se
desocupe, y van directamente a la cocina donde se prepara un ligerísimo
desayuno, sin permitir que el animal tome nada. Se dirigen entonces al patio
donde tras rociarla simplemente con la manguera de agua fría, coge una
toalla, la seca rápidamente, y tras un peinado y ligero toque de maquillaje, le
pone los zapatos del día anterior, y sin ningún adorno o complemento más- ni
siquiera las medias, ni el bozal, ni el rabo de adorno- le engancha la primera
cadena que encuentra al collar y salen a toda prisa hacia el coche. Cuando con
el látigo da ligeros toques en las nalgas de su animal para que entre con
rapidez en la jaula del remolque el ama no disimula su admiración por la
compra de su marido. Aquella perra es perfecta, esta ya muy acostumbrada a
verla desnuda, pero cuando la mira así, sin ningún adorno, y se fija en sus
muslos, el culo apretado, bien proporcionado, la espalda magnifica y
armoniosa, por no hablar de la parte delantera, sencillamente la vuelve loca.
Incluso en mañanas como aquella esta realmente espectacular, incluso
habiéndose preparado a toda prisa, sin detenerse como a ella le gusta en
perfilar detalles como maquillaje, peinado, adornos. ¿ Que mejor adorno que
aquel cuerpo espectacular.? Seguro que sus amigas llevan a sus animales
adornados hasta las orejas, pero también esta casi segura que su perra será la
envidia de su anfitriona de esta mañana, a la que todavía no conoce.
Se dirigen a una bonita y coqueta mansión que esta a unos 15 minutos, y
nada más llegar un emperifollado mayordomo se acerca al coche para
introducirlo en la mansión, dirigiéndose el ama a la puerta principal, donde
otro mayordomo le abre las puertas que dan acceso al espectacular recibidor
de la mansión. Doña Elvira sonríe socarronamente. Por fin ha entrado en el
mundo que hasta ahora le había sido vedado por su baja y humilde condición.
No sabia porque su marido había pasado ha ser tan popular, ni entendía las
razones que le habían explicado sus amigas, pero lo que si estaba muy claro
para ella era una cosa, en el momento que su ilustrísima la esposa del
presidente del tribunal superior del país la había invitado, dejaba de ser solo
una mujer acomodada y pasaba a ser alguien con nombre e importancia,
conocida por todos. La nota que le había llegado la tarde anterior procedente
de la mujer del juez supremo, decía textualmente: "Estimada y apreciada
señora, mañana a primera hora- las 10.00 H- celebraremos la reunión
semanal las mujeres y esposas que tenemos el honor de ser la mas alta
representación del país. No somos ajenas a que su voluntad, manifestada en
reiteradas ocasiones, es servir en todo al gobernador y a su pueblo.
Estaríamos encantadas de poder contar con su presencia.

La reunión como ya le he indicado es a las 10.00 H en mi casa, residencia


oficial de su Ilustrísima el presidente del tribunal supremo, y no es necesario
por supuesto venir de etiqueta, nuestro objetivo es trabajar, no representar.

También puede usted venir acompañada por algún animal domestico que
posea, ya que el tema ha tratar mañana estará relacionado con esto.

Salud y larga vida a nuestro gobernador.

Firmado Su Ilustrísima Doña Gracia G.G. Esposa del Juez supremo y


presidenta de la Asociación de mujeres para el progreso y bienestar del país"

Cuando entro al amplio y luminoso salón, fue la propia Doña Gracia la que se
dirigió a ella en tono amable y condescendiente. Era una habitación decorada
con muy buen gusto, con los ventanales abiertos, lo que hacia que los rayos
recién estrenados del día iluminasen las brillantes armaduras y le diesen
colorido a los cuadros de época, dándole vida a su vez a los jarrones con flores
recién colocadas. En una amplia mesa ovalada situada en el centro de la
habitación 8 mujeres se levantaron y fueron saludadas una a una por Doña
Elvira. Sabia perfectamente quienes eran y esto le provoco un poco de vértigo,
de desconcierto. Allí estaban las mujeres más importantes del país, y ella
estaba entre ellas. Sus pies casi no tocaban el suelo.

Mientras dos mayordomos entraban con un suculento y abundante desayuno,


que por cierto ninguna de las mujeres apenas toco, se fue rompiendo el hielo
entre ellas, y cuando fue retirada la mesa y colocadas las carpetas en su lugar
para el trabajo, Doña Elvira estaba casi convencida que el destino del mundo
dependía de aquella reunión.

Doña Gracia se puso en pie, carraspeo un momento y se hizo el silencio.

-Bien señoras, vamos sin preámbulos al tema que nos ocupa hoy. Como todas
sabemos existe una gran preocupación social por el tema de los animales.

Hace unos años se creo la SDNA (sociedad de defensa natural de los


animales). Desde ese momento es rara la reunión en la que no tratemos algún
tema que ellos sacan a la luz. En esta ocasión se trata del maltrato y
humillación, a que aseguran, constantemente les sometemos. Plantean una
serie de medidas para que mejore esta situación, y son las siguientes: 1º Solo
el amo podrá castigar al animal, y nadie más sin su permiso.

2º Estos castigos se realizaran en lugares específicos y siempre fuera de la


vista de los ciudadanos, además será obligatorio el uso del bozal para evitar
escándalos públicos innecesarios.

En cuanto al tercer punto, y más polémico por el impacto social que tiene, no
sabría como enfocarlo. Se trata de la casa de desecho. Según dicen ellos, en
esta institución están pasando cosas muy raras. En fin señoras, vamos a ir
punto por punto para no liarnos con los temas. 1ºSolo el amo podrá castigar al
animal, y nadie mas sin su permiso. ¿Qué piensan ustedes de eso?

Una mujer no demasiado mayor, sentada en uno de los extremos de la mesa,


justo frente Dª Gracia, y con cara terriblemente seria, es la primera en tomar
la palabra. Es soltera a pesar de su edad, y se trata de la hija del ministro de
orden publico- Que tiene a su cargo todas las fuerzas de seguridad y el
ejercito-Su voz, a pesar de su cara seria y casi triste, suena constante y
rotunda.

-Es una estupidez como una catedral. Y digo esto porque en la practica eso es
justamente lo que se hace. Yo no voy por hay castigando o corrigiendo los
errores de los animales de otro. Que cada uno arregle sus problemas. Otra
cosa es que se viese un comportamiento tan fuera de lo normal que fuese
necesario intervenir. En cualquier caso en este supuesto el responsable ultimo
seria el amo del animal que comete la infracción.

Todas asienten sin hacer ningún comentario más, y Dª Gracia entiende que es
necesario continuar.

-En el segundo punto plantean la necesidad de crear lugares específicos donde


castigar a los animales, evitando así tener que hacerlo en la vía publica.

Vuelve a hablar la misma mujer.

-Otra tontería de esa asociación en la que por lo visto se deben aburrir


bastante, por que no hacen otra cosa que incordiar proponiendo mediadas
estupidas como esta. Vamos a ver, como voy a castigar a mi animal cuando
ellos lo digan, tendrá que ser justo en el momento en que cometa la falta,
para de esa forma reprenderlo y que no lo haga más. ¿Lo entendéis verdad? Y
lo del bozal, bueno si no recuerdo mal, es obligatorio el uso del bozal para los
animales cuando circulan por la vía publica.

-Tu consideras por tanto que no seria mejor tener un sitio adecuado donde
poder hacer esto tranquilamente- La que ha hablado es una mujer
cincuentona de muy buen ver, atractiva seguramente en su juventud, esposa
de D. Conrado Valindez, el mayor terrateniente del país, y uno de los
habitantes mas ricos-

-No es que me oponga, es que me parece algo sin sentido. Vamos a ver tu vas
con tu perra por la calle mayor y de pronto se orina en una esquina. No es
lógico que le des unos azotes- o lo que tu quieras- en ese momento?, entre
otras cosas para que tu perra entienda que eso no se puede hacer, en vez de
tener que desplazarte a valla usted a saber donde se instalaría este sitio,
donde tendrías que ir expresamente a darle unos azotes a tu animal. Bueno,
esto sin contar por supuesto el tema económico, os recuerdo que esto no seria
gratis. ¿ Que ministerio, y con cargo a que presupuestos se haría cargo?

-Y si en vez de instalar estos supuestos lugares se hiciese en casa,


donde............

-Si el problema no es hacerlo en casa, o fuera, el tema esta en que cada amo
debe castigar a su animal donde y cuando crea conveniente. No tenemos
porque hacer ninguna ley que restrinja su libertad.

-En cuanto al bozal..........?

-Si, de acuerdo, el tema del bozal esta bien, me parece correcto. Como dije
antes existe una normativa de hace mucho tiempo que obliga a llevar a los
animales con bozal en la vía publica, lo que pasa es que todo el mundo hace la
vista gorda . Consiste sencillamente en hacer que se cumpla esta norma. En
cuanto se multen a un par de personas, veréis lo pronto que se cumple la ley.

-Bueno, esta mañana vamos rápido ¿Verdad?. Tema...............casa de


desecho. Dicen que aquí están pasando cosas muy...........

Una señora de edad considerable, seguramente sesenta y tantos, se pone en


pie, y con cara de total y absoluto enfado da un puñetazo en la mesa. Todas
se sobresaltan, la miran, y por un momento se hace el silencio. Es la mujer del
director de la casa de desecho, y según se comenta, también el hombre más
rico del país.

-Le ruego por favor Dª Espi que se tranquilice, estamos aquí para conversar y
entendernos, pero no para enfrentarnos, y mucho menos enfadarnos.

La mujer se sienta sin cambiar su cara de rabia.

-Le ruego me disculpe Dª Gracia, pero hay temas. ¿Les importe que tome la
palabra?

-Por favor, no solo no nos importa, sino que es usted la más apropiada para
hacerlo

-Muchas gracias. Les ruego una vez más que me disculpen, pero hay temas
que me sacan de quicio. Todas ustedes conocen la fama de esta empresa, y
no todo el mundo conoce la verdad, la verdad y el funcionamiento, que no
crean ustedes que es sencillo. El proceso en teoría es muy simple, nosotros
recibimos una subvención anual del ministerio de sanidad por hacernos cargo
de los animales de desecho, y eliminarlos. Y eso es lo que hacemos, pero
además tenemos que servir peticiones de muchas empresas, particulares,
instituciones, solicitándonos un material que si bien es de desecho, puede ser
todavía reutilizado.

Todas quedan pensativas, y si bien ninguna se atreve a decir lo que piensa,


todas están pensando lo mismo. Lo que acaba de contarles esta señora es
cierto, pero es solo una parte. Si lo hubiese contado todo, les habría dicho que
diariamente en sus locales se reciben una media de 2 a 3 animales que sus
amos llevan porque ya no pueden ni vender, ni alquilar, les salen caros de
mantenimiento, o sencillamente quieren deshacerse de ellos.

La subvención que reciben es justamente por hacer desaparecer a estos


animales, pero su director, que pasa por ser un hombre bastante inteligente,
descubrió hace ya muchos años, que la lay no le obliga a eliminar al instante
al animal, sino que puede "gestionarlo" como el quiera, mientras cumpla con
su cometido. Es decir la ley le obliga a deshacerse del animal, pero puede
hacerlo hoy, o dentro de 8 años, y en esos 8 años, el encargado del animal es
el.

Y da la casualidad que en esta empresa se reciben constantemente peticiones


de fabricas, particulares, etc., solicitando alquileres muy baratos.

El encargado de recepción tiene como principal misión en la empresa la de


clasificar a las piezas cuando son entregadas en tres grupos. A-Aptas para
cualquier trabajo. B-Muy deterioradas, aptas solo para algunas labores. Si en
3 semanas no se coloca es eliminada. Y C- Inservible. Pasa directamente a
eliminación. En este grupo entran también los animales cuya eliminación es
solicitada expresamente por sus amos.

La sala de eliminación consiste simplemente en una gran cueva excavada en la


montaña al lado de la empresa de deshecho, con numerosas celdas hechas en
la roca y cerradas por una reja. En cada una de estas celdas cabe una persona
en cuclillas, y su único mobiliario es una gruesa y pesada cadena. Cuando se
ha decidido la eliminación del animal se lleva a la cueva, se le instala un gran
bozal metálico que evita ruidos innecesarios, se le amarra la gruesa cadena al
cuello, y se cierra la reja. El tiempo medio de duración de vida del animal es
de 4-5 días. Justo al fondo de la cueva se ha montado una chimenea para la
salida de humos cuando son quemados los cuerpos.

El jefe de la empresa de deshecho tiene muy buenos contactos con los


responsables políticos del país, a los que indirectamente también hace
participes de sus beneficios. Todo lo que se hace es legal y por tanto tampoco
nadie se escandaliza de nada. Uno de los casos conocido por todos es el de el
mismo gobernador. Una de sus empresas es una cadena hotelera, con varias
rutas turísticas y parques temáticos. El mas conocido sin duda es el de la
época romana. Es tan popular en el país que la cola para poder entrar es en
algunos casos de varios años. Según lo que cada uno esta dispuesto a pagar
puede ser durante una semana lo que quiera dentro del parque, desde
mismísimo emperador, pasando por senador, tribuno, general, sacerdotisa, o
ramera de la corte.
Uno de los principales atractivos de este caro y selecto parque temático, es
que esta garantizada la autenticidad de todas las vivencias. No hay luz
eléctrica para nada, ni cobertura para teléfonos móviles, ni cuartos de baño al
uso moderno, ni refrigeradoras......... Todo, exactamente todo, es recreación
de la época romana. Incluidas las esclavas que el parque asigna a cada cliente
cuando entra en el recinto, según su categoría- y lo que halla pagado- Así el
emperador se aloja en palacio y dispone de 40 esclavas, además de toda la
infraestructura a su servicio. Y alguien más modesto puede ser una semana
ciudadano romano, tener una bonita casa en una recreada calle imperial, y
disponer de 2 esclavas a su entera disposición.

Como no existen ni motores, ni energía eléctrica, todo es movido de forma


manual por la fuerza humana, y es aquí donde entra la casa de desecho.

Un ejemplo en la alimentación de los clientes y personal del parque. Por


supuesto la elaboración de todos los productos y alimentos son al uso de la
época romana, desde la plantación y recolección, a la elaboración en hornos
de leña. Solo en la siembra y recolección del trigo y otros productos, el parque
necesita más de 60 esclavas que han sido alquiladas a la casa de desecho. Se
trata de hembras entre 35 y 45 años aproximadamente, y el objetivo de su
alquiler es exprimir su productividad hasta el final. Como animales de
compañía ya no sirven, para exhibición tampoco, y evidentemente para
satisfacer los gustos de los amos hay animales mucho mas jóvenes. Así que su
única utilidad es el aprovechamiento de la fuerza física. Es el propio jefe de
mantenimiento quien se dirige cada semana a la casa de desecho, para
personalmente seleccionar a las bestias que necesita. Esta semana sin ir más
lejos a necesitado 8. De ellas 3 son para labores agrícolas, 1 para el molino de
agua, y las otras 4 para literas y carros de trasporte de los clientes.

En una finca que hay al lado del parque, y que esta completamente cerrada
por una gran muralla, están los huertos donde se cultivan todos los productos.
Principalmente trigo, además de pimientos, tomates, olivos, remolacha,
lechuga ,etc. Los encargados de esta finca son dos capataces, ayudados a su
vez por una treintena de empleados, repartidos en turnos de 8 horas. Las tres
bestias que el encargado ha seleccionado este semana para la siembra son
hembras de aceptable buen porte, con 39 años una y 42 las otras. Están
recién llegadas a la casa de desecho, y calcula que aguantaran mas o menos 5
meses antes de ser sustituidas, aunque según le han informado antes de ser
elegidas, dos de ellas han estado los últimos 8 años de su vida como animales
de arrastre en una granja, y eso les puede dar bastante resistencia. Cuando
entren en la plantación de trigo serán rápidamente unidas por el cuello a un
ubio con tres aperturas, que a su vez esta enganchado a un arado. A partir de
ese momento su misión es empujar con todas las fuerzas de su alma el arado.
El cambio de bestias es gratis, ya que se contrata en número, y por tanto lo
único que importa es el resultado. El látigo se usa con contundencia y sin
importan marcas o lesiones. Los periodos de descanso son de 30 minutos cada
2 horas, y la jornada es continua. No existe la noche o el día. 2 horas tirando
del arado, y media hora descansando, en la que hay que comer, dormir, y
todo lo demás. Por supupesto no se desengancha el arado, que llevaran
puesto mientras aguanten. Cuando una de ellas deja de tirar, son
desenganchadas las tres juntas y llevadas de nuevo a la casa de desecho para
su eliminación, siendo sustituidas por otro trió. El empleado encargado del
arado es en este caso un hombre experimentado en el manejo tanto del arado
como de las bestias. Cuando ve el trió que le acaban de entregar observa y
examina detenidamente, encogiendo un poco el labio superior. Esto quiere
decir que no esta mal, pero algo le desagrada. Ha visto, porque es evidente,
que dos de las piezas están en una excelente forma física, comprobando la
dureza de sus glúteos, nalgas y brazos. Sin embargo la mas joven no le gusta
nada. Seguramente ha estado toda su vida como animal decorativo, o valla
usted a saber que. Todavía conserva en sus posturas la elegancia. Pero
cuando toca sus piernas, ve las tetas bastante grandes, pero ya casi
desprendidas- al contrario que las otras- y observa los restos de peinados
elegantes y maquillaje, comprende que ese animal le dará problemas. Decide
que lo mejor y más sabio es colocar a las bestias fuertes a los lados y a la
débil en el centro.

El no es un hombre violento, y no le gusta cuando ve compañeros suyos dejar


en carne viva las espaldas de sus animales. De hecho no utiliza el látigo mas
que al principio y en contadas ocasiones. Sin embargo el rendimiento de su
cuadrilla es bastante superior al de otros, y esto se vasa en su concepto del
trabajo. Para empezar elimina superficialidades que otros conservan, no
entiende él muy bien por que. Así a sus animales les quita anillas, bolos,
zapatos, o cualquier otro adorno que pudiesen traer. Por supuestos el rapado
de la cabeza y cualquier parte del cuerpo es escrupuloso cada mes, como el
resto de animales. Antes de engancharlas al arados solo les deja los grilletes
de los pies, y las cadenas que les unen las muñecas a la espalda. Incluso
cuando puede solicita al herrero que le de largura a estas cadenas. Cuando
empieza con animales nuevos le gusta mostrar su autoridad con algunos
latigazos contundentes y rotundos, de esos que tardan semanas en cicatrizar,
pero después sabe muy bien que solo basta con hacer restallar el látigo en el
aire. Le ocurre igual con el bocado, solo lo utiliza al principio, una vez que los
animales se han acostumbrado a su forma de trabajar suele prescindir de él.

Pero la característica principal que le diferencia de sus compañeros es la forma


de trabajar. El resto de cuadrillas trabajan dos horas a todo ritmo y después el
encargado se limita a parar el arado, y esperar a que las bestias descansen,
coman y desocupen en la media hora que les queda libre. Sin embargo él
descubrió hace tiempo que estos parones reducían mucho el ritmo de trabajo.
Se las ingenio para fabricar un artefacto que enganchado al cuello de las
bestias les permitía comer sin tener que parar. Asimismo pensó que era una
tontería parar para que las bestias desocuparan sus intestinos, por tanto sus
bestias comen, mean y cagan sin parar de tirar del arado. Conclusión, el no
para cada dos horas, sino cada 8 horas, y también a diferencia de sus
compañeros, desengancha a sus bestias del ubio del arado, para que puedan
tumbarse y dormir 4 horas seguidas. Desconoce por cierto que desde la
dirección del parque se esta planteado seriamente imponer este sistema como
norma general de trabajo a todas las cuadrillas.

Este trió que acaba de llegar de la casa de desecho aguantara enganchado al


arado unos 4 meses, ya que la bestia que han situado en el centro no
aguantara más tiempo y se desmayara constantemente.

Se entregara entonces el lote a la casa, que lo sustituirá por otro al mismo


precio. A estas tres piezas se las introducirá directamente en los nichos de la
pared. La bestia del centro aguantara 2 días. Las otras dos estarán una 4 días
y la otra 5 aguantando sin comer ni beber nada.

Durante este tiempo, la casa de desecho se habrá embolsado la suma de 50 €


semanales por cada una de los despojos que alquila.

Dª Espi, esposa del dueño de la empresa de desecho, parece ya más calmada


y deja hablar a la anfitriona.

-El problema viene sencillamente porque la SDNA, denuncia públicamente, y


solicita a las autoridades un control exhaustivo de las actividades de esta
empresa, así como una regulación en la forma de desprenderse de los
animales.

Dª Espi sigue alterada, aunque ya parece ser dueña del tono en su


conversación.

-El control exhaustivo se hace cada año con la declaración de hacienda, y cada
mes con las visitas de los inspectores de industria. En cuanto a la regulación
en la forma de proceder, les aseguro que es totalmente escrupulosa.
Seguramente alguna de ustedes no sabe como hacemos nuestro trabajo. Bien,
yo las invito personalmente para que en la próxima reunión visitemos las
instalaciones de nuestra empresa.

-Estoy convencida que saldremos totalmente satisfechas de esa visita. Pero


mientras tanto iremos redactando los puntos que ya tenemos concretados.

En primer lugar rechazaremos el tema de los castigos privados de los


animales, argumentando las razones que nos a dado nuestra compañera, y
que a mi me han parecido bastante convincentes. Por lo que se refiere a la
casa de deshecho, propongo que mostremos nuestra preocupación anunciando
la creación de una comisión investigadora.- Todas afirman con la cabeza,
menos Dª Espi, que empieza a incharse por momentos- comunicando al
mismo tiempo que apoyamos la labor social incuestionable de esta empresa, y
asegurando que los métodos de eliminación utilizados hasta el momento son
totalmente legales.

Un murmullo recorre la reunión y los corrillos no tardan en subir el tono de sus


comentarios. Es Dª Presentación, madre del obispo, la que consigue por fin
alzar la voz por encima del resto.

-Estamos todas de acuerdo. Como siempre Dº Gracia es usted una presidenta


impecable.

-Perfecto. Pasemos entonces al jardín y podremos tomar una copita para


relajarnos un poco.

El jardín es en realidad una amplia explanada rodada de setos, flores y


arbustos. Alguna fuente diseminada, y un césped cuidadísimo hacían del lugar
un sitio relajado y tranquilo. Las damas se van acomodando en amplios
butacones situados bajo el porche de entrada, mientras algunos mayordomos
les sirven en sus copas.

Cuando todas están preparadas, y tras un estratégico silencio, la anfitriona


mira disimuladamente al mayordomo principal de la casa, que rápidamente se
dirige a una de las puertas laterales de la casa, que por supuesto también
daba al jardín.

Es el momento del paseo matutino de los animales de compañía de las damas.

La fauna es variada, y conforme van saliendo de la casa se dirigen dócilmente


hacia donde están sentadas estas importantísimas señoras. Aquí, como en
todo, hay un orden establecido de jerarquía, que se mantiene
escrupulosamente. Encabeza la fila la mascota de la anfitriona. Es un animal
totalmente espectacular, en todos los sentidos. Gran melena rubia,
impecablemente peinada y recogida en un apretado moño; grandes y
espectaculares piernas, así como son también contundentes y espectaculares
sus tetas y su culo respingón. Se trata, claramente visible por otra parte, de
un espécimen de adorno, que muy poca gente podría pagar, y que también
muy poca gente podría costear los adornos que luce. El moño por ejemplo
esta recogido con alfileres de plata endurecidos y recubiertos de titanio, para
darle más brillo y dureza. El bozal es un clásico, enorme bola de metal
brillante incrustada a presión en la boca abierta al máximo, pero con una
peculiaridad, va sujeto a la parte posterior de la cabeza por tiras también
metálicas indeformables. Aquel bozal ha sido fabricado a medida única y
exclusivamente para aquel animal, y no le entraría a ningún otro. Pero sin
duda el complemento estrella de sus adornos, o al menos el mas llamativo, es
el collar. Se trata de un aro muy brillante y ajustado de donde salen pinchos
afiladísimos de todos los tamaños. También resultan muy llamativas las dos
campanillas de oro que cuelgan de sendos aros en sus pezones. Sus zapatos
son de fina piel en negro charol. Lastima que no luzca en todo su esplendor,
ya que seguramente es considerado un animal peligroso por sus amos. Esto la
hace caminar con demasiadas restricciones, unas gruesas y cortas argollas en
los pies no dejan lucir y moverse en todo su potencial el atractivo y
proporcionado culo. Al igual que las cadenas que salen de su clítoris y juntan
sus manos detrás de la espalda la hacen caminar muy echada hacia atrás y
siempre en la misma postura.

La sigue a una distancia prudencial la mascota de la señora jueza, es decir la


señora del juez, también un ejemplar espectacular pero con evidente menos
clase. A continuación otra, y otra, y otra. Las damas siguen disfrutando de su
refrigerio, y comentando entre ellas las excelencias y pareceres de cada una
de sus mascotas, hasta que terminando la comitiva observan la perra de la
mujer de D. Andrés. Dos cosas llaman especialmente la atención de todas
ellas, hasta el punto de que dejan de hablar y sin ser premeditado, de pronto
aquel animal para a ser el centro de atención de todas. En primer lugar están
sus adornos, o mejor su carencia de ellos. Al contrario que el resto de
animales, la perra de D. Andrés no lleva ningún adorno que pueda estorbar o
disimular su espectacular y llamativa belleza. Aquel cuerpo perfecto, aquella
cara de vicio total, sin apenas maquillaje, hace que todas las damas queden
sin aliento. Solo unos zapatos y las cadenas que unen sus pies y manos
impiden contemplar aquella maravilla.
Y en definitiva, lo que cautiva a todas, su actitud delante de su ama. Todas las
mascotas han pasado delante de ellas sabiendo que era el momento de
lucirse, y han optado por caminar, insisto caminar, de la forma mas
convincente y atractiva posible, con lentitud, sin prisa, dejándose observar
detenidamente.

Sin embargo este animal nada mas salir al jardín se ha puesto a cuatro patas,
y ha sabido muy bien cual era su actitud cuando llegada a la altura de su ama;
se ha restregado dócilmente en sus piernas y ha lamido a conciencia sus
zapatos. Esta se ha dejado hacer, cambiando de posición sus pies varias
veces, obligando así a su perra a buscar golosamente con su lengua las puntas
de esos zapatos muy caros, pero nada ostentosos por lo demás, que esta
mañana ha elegido podría decirse que al azar, pero no seria entonces verdad.
Sabia perfectamente lo que hacia, igual que ha sabido mirar a sus compañeras
de tertulia matutina, y ver en sus ojos el asombro y la envidia, cuando con un
gesto casi distraído a acariciado las nalgas de su perra y también
distraídamente a dejado que uno de sus dedos recorra por detrás el húmedo
clítoris de su ya excitado animal. Era inevitable. A dejado escapar un profundo
aullido de placer, al tiempo que ha levantado todo lo posible su culo y abierto
todo lo que le era posible sus piernas, mientras mira desde su cara pegada al
suelo suplicante a su ama, implorando alguna caricia, algún roce, algún gesto,
que calme la calentura que la abrasa en ese momento.

Su ama sonríe satisfecha, y con una palmada contundente termina aquella


situación tan grata para ella.

-Venga perra, adelante. Tendrán ustedes que disculparme, pero este animal
me trae por la calle de la amargura. Ya no se que hacer con ella. Es buena,
con buen corazón y con espíritu de entrega, pero su eterna calentura la pierde
en todo momento. De verdad Dº Gracia mil perdones si esta situación ha
podido a llegar a incomodarla por algo, estoy tan arrepentida de haber traído
este animal que no se como...............

-Por Dios amiga mía en absoluto debe sentirse usted violenta por nada. Todo
lo contrario, aprovecho esta situación para hacerle participe de la resolución
que adoptamos la ultima semana, en la que desgraciadamente usted todavía
no nos acompañaba. Someramente le informare que tratamos el tema de los
animales domésticos, y más concretamente la insubordinación o la disciplina
de estos animales. La conclusión que sacamos fue muy clara. Al tratarse de un
tema estrictamente privado no podemos inmiscuirnos lo más mínimo, pero si
que dictamos una serie de consejos que desde luego esperamos sean de gran
ayuda a todas las amas de casa. Si me disculpa un momento tengo aquí el
libro de actas.............a pero si no hace falta, precisamente acaban de llegar
los folletos que se distribuirán desde hoy mismo por todos los hogares con
estos consejos. Eustaquio acércate a mi escritorio y me traes un paquete
cerrado tamaño folio y color verde. Date prisa.

El mayordomo que permanecía en la esquina de la terraza se dirige


rápidamente hacia dentro de la casa y en apenas unos segundos aparece con
su encargo. La anfitriona lo abre y sonriendo continua hablando a sus
invitadas.
--Tal tal tal, del consejos de damas de la sociedad, tal tal tal, de los animales
domésticos, tal por cuestiones de índole estrictamente personal..............y se
acuerda recomendar los siguientes puntos. Aquí esta.

1º Al tratarse de actuaciones de índole personal aconsejamos que cualquier


medida sea adoptada dentro de los limites también particulares.

Y así fueron tratando varios temas, y se charlo de todo lo que se les podía
ocurrir, sabiendo siempre que sus palabras o actos, sin serlo, eran
prácticamente decisiones de ley.

No resulta complicando, viendo sus ojos brillar y su amplia sonrisa, entender


cual era el animo de Dª Elvira cuando ya bastante avanzada la mañana,
recoge a su perra en la puerta de la mansión y se dirige de regreso a su casa.
No es solo que se sienta importante, es importante. Pertenece ya a un estatus
superior de la sociedad que decide, piensa y actúa como guía del resto de las
personas, que ven en ellos los maestros de sus actos.

Y no solo destila buen humor y optimismo cuando le pide a uno de sus


mayordomos que prepare un abundante y refinado almuerzo, siente además
un cosquilleo entre las piernas que conoce muy bien y que sabe también por
supuesto curar. Sin soltar en ningún momento del collar a su animal se dirige
casi aceleradamente, con una ansiedad hacia tiempo desconocida, al
dormitorio. Le falta tiempo para desnudarse y dejarse caer con las piernas
completamente abiertas sobre la orilla de la preciosa cama. No ha soltado a su
perra, y cuando tira del collar para que esta acerque su lengua a su
entrepierna, es este fogoso animal el que lame con fruición,
desesperadamente, el manjar que se le ofrece. Primero por delante, luego da
la vuelta y por detrás, a continuación las tetas, luego el ombligo y el coño otra
vez. Y una y otra vez. Cuando saca un enorme consolador de doble punta, y
permite que su perra goce con ella, los gemidos en la habitación son ya
escuchados en toda la casa.

El tiempo en estas ocasiones es algo tan relativo. No sabe cuanto ha


disfrutado con su perra en el dormitorio, pero ha debido ser bastante, porque
el almuerzo esta ya frio en los platos de la cocina. Nada importa con su estado
de animo. Se siente bien. Tan satisfecha y contenta que hasta a rectificado su
idea inicial de llevar directamente a su animal a la perrera. Le ata el collar a
una de las patas de la mesa, y permite que coma con ella, echándole los
restos de su almuerzo. Se ha portado muy bien hoy, y lo tiene merecido aquel
premio.

En cuanto a la vida de Puta, es ante todo monotonía. Al decidir el ama que


fuera la esclava de la casa, la han acondicionado para que haga bien y con
pulcritud su trabajo. El uniforme es por supuesto el de una criada, y consiste
en unos altísimos y lujosos zapatos de tacón metálico de color negro brillante,
a juego con unas medias también negras, por supuesto bastante lujosas, y
terminadas en encaje finísimo bordado. Una cofia de blanco inmaculado en su
frente ayuda a recoger en un moño apretadísimo su melena, de la que solo
salen de forma casual dos mechones sueltos. Uno en un lado de una oreja, y
el otro intentando ocultar una mirada felina y abrasadora. El delantal, también
blanco y del mismo material y costura que la cofia, da un toque de distinción
al conjunto. En Realidad no es un delantal, se trata solo de un pequeño trozo
de tela de no mas de 12 centímetros de ancho, unido con un artificioso e
ingenioso nudo por detrás. Cubre lo justo, es decir nada, entre la parte alta
del pubis y la parte baja del ombligo. El resto de indumentaria son en realidad
restricciones, ya que no podemos llamar uniforme a unos esmerados y limpios
grilletes- Si bien son los mismos que traía, ya que no se pueden abrir-ni por
supuesto a las holgadas cadenas que unen sus muñecas. Estas si son
diferentes a las que traía, puesto que con las manos encadenadas a la espalda
difícilmente podría hacer su trabajo en la casa. Fue esta una de las labores
encomendadas al herrero, que le quitase estas cadenas dañando lo menos
posible a la pieza. El trabajo fue esmerado y lento, sin soplete, sin cortador
eléctrico de metal, simplemente con una sierra especial, y teniendo un cuidado
enorme. Aún así un par de cortes se llevo el pobre animal. El ama decidió que
las nuevas cadenas que le unían las manos por delante fueran de cierre
normal, y no perenne y remachado como las anteriores. El otro trabajo del
herrero fue mas rudo, pero también le llevo mas tiempo. A la asistenta del
ama se le ocurrió que aquella esclava estaría mucho tiempo sola dentro de la
casa, y por supuesto no era cuestión de permitir que anduviese a sus anchas.
La forma de evitar esta libertad de movimientos fue dándole instrucciones al
herrero, para que instalase a lo largo de todas las paredes de la casa unos
tubos de acero. Se hizo a media altura, unos 50 centímetros, y pintados cada
uno después de forma conveniente con la decoración del entorno. Al final a los
dos amos les gusto como había quedado, le daba un toque de refinamiento y
diferenciación al resto de la decoración. A estos tubos se enganchaba una
cadena al collar de puta, dándole la olgura que se quisiera en cada habitación

.........................................................iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiddddddddddllllllllllllllllllllllllll
lllllll

La vida se convertía en aburrida sobre todos los días insoportables de final de


cosecha, cuando apenas quedaban trabajadores en la granja, y parecía que ha
media tarde un silencio aplastante sofocaba hasta las ganas de tomar
iniciativas. Y hacia ya algunos meses que D. Andres sabia que necesitaba
hacer algo, dejar volar una imaginación de la que nunca había gozado, o
tomar alguna iniciativa, de la que tampoco estuvo nunca muy sobrado. En el
último mes apenas había pisado su oficina en la ciudad, pensando que si se
quedaba en la granja con su capataz, además de ayudar en la cosecha
despejaría su mente y se le ocurriría algo. Hacia justo un año pensó que su
suerte había cambiado. Llego a sentirse alguien importante. Amplio su cartera
de clientes, diversifico los ahorros que tenia, se codeo con gente influyente,
incluso llego a comprar en propiedad la esclava que tenia alquilada. Pero
cuando falta la suerte............y estaba convencido que todo era eso, suerte.
En fin, en este caso mala suerte. Primero que se muera su principal cliente y
sus herederos deciden cambiar de despacho, que a la semana siguiente casi
todas sus inversiones entren en picado, y para colmo la cosecha haya sido una
de las peores que recuerda. Pero lo peor, lo peor con diferencia, es su mujer.
Se piensa que porque asiste a reuniones semanales a las casas de las mujeres
ricas, ella es una de ellas, y su ritmo de vida resulta prácticamente
insoportable. Solo intentó explicárselo una vez hace casi un mes, cuando ya
las cosas las veía muy negras, pero desde luego fue en vano. Además de
llamarle inútil, estúpido, gandul, y no recuerda cuantas cosas mas, siguió
derrochando como siempre. De manera que aquella tarde, cuando volvió de
pasear con su perra Salida-Simplemente habían salido a dar una vuelta por los
alrededores de la casa para que el animal hiciera sus necesidades-decidió que
este era el momento y cuando volvió a atar la perra en su perrera se dirigió al
patio donde savia que en ese momento estaría su mujer, seguramente
divagando sobre alguna gran idea de las que solo a ella podía ocurrírsele.

-¿Podemos hablar un momento? Voy ha hacer un por de cosas y prefiero que


lo sepas antes.

-Por mi puedes hacer lo que quieras. Ya sabes, tu no te metas en mi vida, que


yo no te molestare.

Se sienta a su lado y la mira despectivamente.

-¿Tu sabes cuanto has gastado, por ejemplo la ultima semana?

-Cariño, en este momento no tengo ganas de pelearme.

-No. Yo tampoco. De todas maneras te lo voy a decir. Mas de 3.000 €. ¿Sabes


cuanto vamos a ganar más o menos con la venta de la cosecha de remolacha
de este año? Yo te lo voy a decir: 5.000 € ¿Quieres que siga, o voy
directamente al grano?

-Eres un estúpido Andres. ¿Qué me quieres decir?

- Sencillo. Las cosas hace 1 año que no van nada, pero nada bien. Esto
significa que no estamos en la ruina, pero podemos llegar a estarlo si no
pagamos ya, y ya quiere decir en un par de días, todas las deudas que
tenemos.

-Vamos a ver estúpido, ¿Qué deudas tenemos nosotros? Tienes mas de 40


empleados en la granja, y no se cuantos mas en tu oficina. ¿Qué me estas
contando, desgraciado?

-Insultando no vas a solucionar nada. Y tómalo como quieras, pero tenemos


que aligerar gastos, y por supuesto conseguir un mínimo de 75.000€ para
pasado mañana antes de las 2.30, que es cuando cierra el banco. Así de
sencillo. O pagamos o nos embargan.

La cara de la mujer empieza a estar convulsionada, y se mueve agitadamente


en su cómodo sillón.

-No entiendo nada, pero es que.............pero si tu.........


-Ya se que no entiendes nada, de echo tu nunca as tenido que entender nada,
porque todo ha venido llovido del cielo, pro las cosas están como están.

-¿Cuánto dinero tenemos en este momento Andres?

- Con disponibilidad unos 20.000 €

-¿Y necesitamos 75.000.?

-Si

-¿Y que vamos ha hacer?¿De que son esas deudas?

- Fundamentalmente del adelanto para la cosecha. Además en el despacho las


cosas no van nada bien, y al personal hay que pagarle todos los meses,
y.....en fin será culpa mía, la cuestión es que me he quedado sin liquidez, y lo
peor, en el banco debo todavía los intereses de los últimos 3 años, o sea que
como les pida un adelanto se mueren de la risa. Pero bueno esta claro lo que
tenemos que hacer. Conseguir dinero, y conseguirlo ya.

La mirada bobalicona y extraviada de la mujer permite a D. Andres seguir


hablando, ahora de forma pausada, muy tranquila.

-Querida, la única forma de conseguir dinero es vendiendo cosas. Pero claro el


problema no es vender, el problema es el tiempo. No se que vender, ni
tampoco, y esto es lo peor, encontrar a alguien que pague al momento.

El denso silencio no interrumpido ni por una mirada o algún gesto, se hace


sentir, pero es la señora la que de forma casi tímida se decide, mirando esta
vez a su marido, a hablar.

-Tu tienes muchos amigos. Seguro que alguno

--No te engañes. En cuestiones de dinero no existen los amigos.

-Ya. Pero seguro que….ya esta. Anselmo. Seguro que el te ayuda.

-Hace justo un año que no lo veo, y me pidió varias veces que fuera a visitar
su nuevo negocio. Incluso me mando unas tarjetas invitándome a la
inauguración, hace unos meses. Pero de vedad, Anselmo es muy escrupuloso
para el dinero.

-Inténtalo por lo menos.

-No nos queda otra. Ya te contare cuando vuelva.

-¿Qué negocio puso, sabes si le va bien?

-Algo relacionado con la hostelería me parece. Y no le debe ir mal, porque ya


he oído a bastante gente importante mencionar su negocio.
Casi media hora mas tarde D. Andrés entra por un bonito camino de acceso
privado , al final del cual encuentra una valla que es abierta por un sonriente y
atento empleado.

-Buenas tardes, D. Andrés.

La cara de sorpresa no intimida ni sorprende al hombre que le ha saludado. Se


limita a sonreír, y a pedirle con la mano que aparque su vehículo al lado de la
sombra de un árbol de la amplia explanada a que daba acceso el camino.

Cuando baja puede ver al final de unas escaleras de mármol un lujoso y bonito
edificio de época colonial, perfectamente restaurado y con pleno esplendor.
Amplios ventanales con cristaleras de colorido alegre. Puertas amplias, de
maderas nobles. Y parecía más reducido, a medida que va subiendo las
escalera se da cuenta que en realidad se trata de un palacio reconstruido, y
mas que un palacio, se puede decir que es un enorme palacio. No se podía
apreciar desde el aparcamiento su longitud, ni los hermosos e inmensos
jardines que lo rodean. Le faltan cuatro escalones cuando una amplia sonrisa
le saluda cordialmente.

-Buenas tardes Andrés. Cuanto has tardado en venir, esperaba antes tu visita.

-Anselmo, me alegro de verte. Esto es.........es............

-Si. Es bonito. Bueno cuéntame ¿Cómo te va la vida? ¿ Todo bien?

-¿Cómo demonios has conseguido hacerte con este palacio? Te ha tenido que
costar una fortuna.

-Bueno, algún dinerillo que teníamos ahorrado. Andrés ¿Estas bien? Tienes
mala cara.

-Si, bueno es que estoy un poco sorprendido. Anselmo necesito hablar contigo
urgentemente. Tengo un problema bastante gordo.

- ¿Antes de que veas mi negocio? Vale, vale, Acompáñame, iremos


directamente a mi despacho.

Los dos hombres dejan la entrada principal y acceden por una pequeña puerta
secundaria que hay en uno de los laterales del palacio. Dan directamente a
unas pequeñas escaleras por las que suben un par de pisos y entran en la
habitación más lujosa que nunca ha visto D. Andrés. Es luminosa, espaciosa,
bien orientada al valle, y el mobiliario es sencillamente espectacular. Lujo,
diseño, calidad, y comprueba cuando se sienta a una indicación de su amigo,
que también comodidad.

D. Anselmo se sienta tras la amplia y brillante mesa y mira a su amigo con


atención.

-Tu dirás Andrés. Te escucho en cualquier cosa que quieras contarme.


-Por lo visto te ha ido bien el negocio. Por cierto ¿de que se trata?. Porque a
estas alturas no se ni que vendes ni que compras.

-Ese es tu problema Andrés, que simplificas demasiado las cosas. No todo es


blanco o negro, ni comprar o vender. Yo simplemente regalo sueños e
ilusiones.

-No te comprendo en absoluto.

-No te preocupes por eso. Después nos daremos una vuelta por mi palacio y lo
comprenderás. Ahora dime que te pasa.

-Anselmo.....................no se como decirte esto..............es...............no se,


es complicado de contar.

-Seguramente me quieres hablar de dinero. Y lo mas probable es que sea de


tus negocios. ¿Verdad?

-Si veras, es por..........el tema de............

-Y seguramente me querrás contar que las cosas no van del todo bien.

-Anselmo estoy en la ruina. Necesito mucho dinero para dentro de muy poco
tiempo. Si no encuentro una solución rápida estoy expuesto a perder todo lo
que tengo.

-La situación es bastante delicada por lo que veo.

-Tan delicada como 75.000 para pasado mañana.

Los dos amigos se miran. Sus ojos se atraviesan intentando adivinar cual es el
pensamiento del otro. El silencio se hace cada vez mas denso, y llega a ser
casi incomodo. D. Andrés esperaba una respuesta inmediata y reconfortante
de su amigo. Y D. Anselmo no espera otra cosa que más explicaciones.

-Anselmo siempre te he considerado como uno de mis mejores amigos. No te


estoy pidiendo una limosna, simplemente quiero venderte algo para poder
pagar mi deuda.

Nueva incomoda pausa. D. Anselmo esta dispuesto a callar y dejar que sea el
otro quien se desgrane y cuente toda su verdad.

-Te aseguro que si no tuviera autentica necesidad no habría venido a pedirte


este favor. Que por otra parte ya te estoy diciendo no te pido nada gratis,
simplemente cómprame lo que quieras, y de paso me haces un favor.

Cuando D. Andrés piensa que su amigo se ha quedado mudo, o simplemente


se ha convertido en una estatua, porque no ha dejado de mirarlo
profundamente en ningún momento, le responde con una voz amable y
apaciguadora.
-Siempre hay solución para los problemas. Y nosotros tendremos que
encontrar una para el tuyo. Efectivamente aquí tenemos algunas cosas
complicadas. La primera es el efectivo, 75.000 € no es una cantidad que se
tenga como calderilla en el bolsillo. Incluso a mi me resultara difícil
conseguirla tan rápidamente. El segundo escalón que salvar se resuelva muy
fácilmente. ¿Qué tienes tu, Andrés que me pueda interesar a mi, y por la que
este dispuesto a pagar esa cantidad tan enorme? Y por supuesto la ultima
cuestión que resolver, y nada desdeñable, tendremos que ponernos de
acuerdo, y por supuesto muy rápidamente.

-Si me permites Anselmo, quiero sobre todo agradecerte tus palabras. Veo
que aunque difícil, puede ser que halla una solución a mi problema. He
pensado cuando venia a tu casa que te limitarías a despacharme cortésmente
sin siquiera considerar mi problema y......

-Por favor Andrés. Tu lo has dicho antes. Somos muy buenos amigos. Por eso
lo mejor es ponerse manos a la obra. Lo primero que vamos ha hacer es
darnos una vuelta por mi negocio y así te relajas un ratito. Después, ya mas
tranquilos, me invitas ha cenar, y sobre la marcha nos damos una vuelta por
tu finca y veremos que me puede interesar en ella para que me cueste ese
dinero que tu necesitas tan imperiosamente.

El animo de D. Andrés era evidentemente otro cuando entraron en un bonito y


coqueto bar que había al lado del despacho de D. Anselmo. Unos simpatiocos
y atentos camareros les atendieron cuando se sentaron en una de las mesas
que había sin ocupar.

-Me vas a explicar por fin o no en que consiste tu negocio? Me dices que
regalas ilusiones, sin comprar o vender nada, pero yo sigo sin comprender.

-Te abras dado cuenta que la mayoría de las mesas están ocupadas, y que en
todas ellas hay…………………
Vida animal (2)
Aventuras de las esclavas de una isla particular. Venta, humillación, ponigirl. La aventura
continua. Guarra es vendida a un repartidor de piensos

Estamos en una isla situada en una prospera zona cerca del caribe. En ella sus
habitantes pagan gustosos sus impuestos para financiar sanidad, obras
publicas, fuerzas de seguridad, etc, etc. Cada cuatro años eligen
democráticamente a su presidente, que lleva en el cargo casi 32. Solo unos
pequeños detalles, distinguen a este país del resto. Los visitantes de la isla
tienen restringida su estancia y solo pueden transitar, vivir y visitar una zona
muy acotada de la capital. Solo se les permite acceder al resto si antes no han
sido analizados por expertos miembros del gobierno, que decidirán si son o no
aptos para la libre circulación por todo el país, y antes no han firmado ciertos
documentos, aportado otros, y se ha pagado una bonita cifra de Euros- Esta es
la moneda del país, curiosamente. En estas tareas de control sus fuerzas de
seguridad son inclusos apoyadas y asesoradas por miembros internacionales de
otros países. La lucha contra el terrorismo no tiene fronteras. Pero no es el
terrorismo precisamente el motivo de estas restricciones, sino su particular
forma de vida. Nadie, insisto, nadie, quiere renunciar a un nivel de vida
altísimo, y a una forma muy peculiar de entender la vida. En esta isla existe la
esclavitud, y todos son conscientes que este hecho ha de preservarse como una
idiosincrasia propia de su tradición.

En este contexto, la historia es la de un hombre que prospera, compra tierras y


esclavos, pero desgraciadamente, viene a la ruina y ha de vender todas sus
propiedades. A raíz de aquí contaremos las aventuras de todas sus esclavas, y
cual fue su destino.

Sigue la historia de D. Andrés, rico terrateniente y empresario:

Finalmente D. Andrés consiguió el crédito de su amigo, y pudo pagar su deuda.


No le embargaron su hacienda ni sus bienes. Sin embargo todo fue un
espejismo temporal. Su mujer siguió abusando de gastos inalcanzables, y en
los pocos negocios que entro, su decadencia fue en aumento. Cuando poco
después de un año volvió a visitar a su amigo, este sencillamente no le recibió.

Había pasado de ser un hombre importante y conocido en la isla, a no ser


nadie. De pronto no le recibían los directores de los bancos, en los restaurantes
no tenían reserva para el, y conocía gente que se hacían los despistados en las
calles para no saludarlo. Una tarde desesperada, en la que su mujer misma
tuvo que servir el café- aquel medio día habían despedido a la ultima cocinera
que podían mantener- la situación llego a ser tan tensa que incluso llegaron a
plantearse dejar la isla y buscar fortuna en otro lugar.

Ambos sabían que aquello era imposible; primero porque no tenían dinero- la
finca era su única propiedad y ya estaba hipotecada- y segundo, y tal vez más
importante, cuando alguien se acostumbra al estilo de vida y costumbres de
aquel lugar tan especial, ya no es capaz de dejarlo nunca.

Fue muy dolorosa la mañana que se levanto casi nada mas rozar el alba para
hacer algo que el sabia le resultaría además de desagradable, humillante. La
tarde anterior había estado hablando con el director de la casa de doma y
alquiler. Le habían asegurado que estaban dispuestos a recomprar la esclava
que todavía no hacia un año había sido vendida. En cuanto al precio, todo
dependía del estado en que se encontrara la pieza. También la tarde anterior, y
casi por casualidad- se había confundido al marcar el numero- había estado
charlando con su antiguo capataz. De la charla había sacado en conclusión que
a este hombre le iba bastante bien en su nuevo negocio, y que pasaría al día
siguiente por la finca para una charla más profunda con su antiguo jefe. Estaba
en condiciones de quedarse con alguno de los animales que todavía le
quedaban.

No ha podido pegar ojo, y no puede esperar ya más. Decidido, aunque todavía


no es de día, se dirige al dormitorio de su mujer. Esta se hace la dormida
cuando entra y coge la llave que hay en su mesita de noche. Con ella abre la
pequeña jaula de 1 metro cúbico que hay a los pies de su cama. Sigue
buscando, intentando hacer el menor ruido, pero es evidente que no consigue
encontrar nada tras abrir barios cajones. El enfado de su mujer es evidente
cuando le habla.

-¿Se puede saber que mierdas buscas a estas oras, entupido? Estaba dormido.
-No te hagas la tonta conmigo. Ya sabes lo que tengo que hacer hoy
perfectamente. Y no encuentro las llaves para sacar a Guarra de la jaula.

-Eres un hijo de puta.

Mientras lanza este improperio a su marido, se descuelga una llave de una


gruesa cadena de oro que lleva en su cuello.

Con esta llave D. Andrés desata el candado que mantenía el collar de su


esclava unido al techo de la jaula. Encuentra a los pies de la cama una pequeña
cadena dorada, que engancha al collar para poder entonces tirar y que salga
por fin su esclava. Esta se levanta, no sin cierta dificultad. Seguramente lleva
en una misma postura toda la noche, y no es fácil acostumbrar a los músculos
de pronto a una nueva posición. Un pequeño traspiés cuando salen del
dormitorio hace a D. Andrés volver la vista, y una vez más su admiración por
aquel ejemplar le resulta desconcertante. Allí esta, completamente desnuda, sin
haber recuperado del todo la verticalidad, con unos altísimos tacones que su
mujer no ha tenido la delicadeza de quitarle la noche anterior, con un peinado
perfecto, y un maquillaje que seguramente oculta el cansancio, la falta de
sueño, incluso el agotamiento.

Es mejor no pensar, decide D. Andrés, y con delicadeza, sigue tirando de la


cadena para dirigirse al coche. Lo que ignora D. Andrés, y si no lo sabe es
porque no quiere, es que todas las noches su mujer se encarga personalmente
de asear, peinar, maquillar, y emperifollar a su gusto, hasta la que este
momento era su esclava personal. Después decidía si se metía en la cama con
ella. Cuando esto ocurría, y ocurría casi siempre, todo dependía del
comportamiento de la esclava. Si el ama quedaba satisfecha, su esclava dormía
en la esterilla a los pies de su cama, sin mas restricciones que la cadena del
cuello enganchada a una de las patas de dicha cama- aparte por supuesto de
las cadenas que unían sus manos a la espalda y sus grilletes, que eran
remachados y no se podían quitar- sin embargo en algunas ocasiones el ama
no quedaba satisfecha, o simplemente le apetecía, y entonces la esclava tenia
que entrar en su jaula, donde su collar era enganchado al techo de dicha jaula,
con lo cual se veía obligada a permanecer de rodillas y con la cabeza inclinada
hacia delante, sin poder moverse prácticamente. Por supuesto esto suponía no
poder ya no dormir, sino ni siquiera descansar. En más de una ocasión la
dejaba en esa postura un día entero, y era una tortura terrible.

Con el tiempo, llevaba casi un año de esclava particular, había aprendido que
cosas le gustaban, y cuales no, a su ama. Sabia por ejemplo que utilizar la
lengua en su clítoris la volvía loca, sin embargo estaba totalmente prohibido en
su boca. Que le lamiera los pies y los zapatos también le encantaba. Cuando
decidía que sus sexos se rozaran, era el ama la que tenía que dirigir los
movimientos, y por supuesto prohibido correrse sin su permiso. Ella decidía
como y cuando. Sabia que no podía hablar ni mirar a los ojos a su ama, de
manera que el bozal que tenia encima de la mesita solo lo utilizo alguna vez por
puro placer, no como castigo. Realmente se había terminado acostumbrado a
aquella vida. Sabia que vivía por y para dar placer a su ama, y en ello dedicaba
todo su esfuerzo. Toda su vida dependía de dos cosas, la primera la decisión
que tomara su ama por la mañana, y la otra la que tomara por las noches. De
las decisiones de la mañana dependía de cómo pasaría el resto de día. Podían
ocurrir dos cosas, que estuviese contenta, en cuyo caso se limitaba a dejarla
enganchada con el collar a la cama, y tenia la libertad de movimiento que le
permitía el largo de la cadena-un metro- estos días se aburría tremendamente.
Si el ama no amanecía contenta, el castigo que siempre le aplicaba era sencillo,
la metía en su jaula, le trababa el cuello, y en esta postura podían pasar oras,
hasta días. Lo que mas le dolía era la espalda, el cuello, y no poder hacer sus
necesidades.

Pero lo peor de todo era la abstinencia sexual casi absoluta en la que se


encontraba casi siempre. Tenía una cámara instalada en el dormitorio
enfocándola permanentemente, lo que impedía siquiera que se rozara. Se
pasaba las horas, los días enteros, esperando que llegara su ama.
Materialmente se abalanzaba sobre ella, lamiéndole los pies, rogándole que le
permitiese un poco de goce. Con el tiempo había aprendido algunos trucos, por
ejemplo que le gustaba que llevara siempre los zapatos puesto, así que se
acostumbro y no se los quitaba nunca, o que e encantaba que le lamiera
primero el recto y después el clítoris, o que siempre estuviera callada y solo
emitiera pequeños ronroneos suplicantes. Las noches que su ama conseguía el
primer orgasmo temprano y no estaba muy cansada, solía dejarla fuera de la
jaula y la llamaba otro par de veces en la noche, y alguna vez en esas
ocasiones, le permitía que se corriera si era ella misma la que le lamía. Llego a
estar tan obsesionada con el sexo por su ama que solo vivía para eso.

Su mundo se vino abajo cuando los dos discutieron la noche anterior en el


dormitorio y comprendió que a la mañana siguiente seria de nuevo vendida.

Nada bueno podía esperarle después de aquello. Temía la incertidumbre de un


nuevo amo. Y con razón.

Cuando el viejo y pequeño camión que utilizaron para desplazarse a la casa de


alquiler y venta llego a las puertas de esta, casi las encuentran cerradas. El
empleado que acababa de desatrancar las cerrojos y correr la puerta metálica
se quedo sorprendido al ver aparecer tan temprano a un cliente, en un viejo y
destartalado vehículo, y en el remolque, sentada en el suelo y con la cadena
enganchada a un lateral, a un hermoso ejemplar. El flamante todo terreno
hacia meses que había sido ya embargado.

Por supuesto no le recibió el director del establecimiento, sino un simple


empleado. Desde luego fue muy considerado y cortes en todo momento.

-Lo siento mucho D. Andrés. El director no podrá recibirle hoy. De todas formas
yo estoy plenamente autorizado a realizar cualquier gestión en su nombre, y no
desconozco que es usted un gran cliente.

D. Andrés mira al suelo resignado cuando se dirige al portón trasero de su viejo


camión, desengancha a su animal, y tirando de la cadena la hace bajar. Las
piernas le tiemblan.

El empleado se acerca solicito hacia su cliente. Es sin embargo D. Andrés el que


le habla decidido.

-Como podrá comprobar les traigo el ejemplar que no hace ni un año les
compre. Me veo obligado, por circunstancias personales, a venderlo de nuevo.
Podría hacerlo a cualquier particular, sin embargo soy consciente de su
seriedad y consideración. Espero ese mismo trato y consideración por su parte.
-No le quepa la menor duda D. Andrés. Por supuesto goza usted de nuestra
absoluta confianza, pero ¿Me permitiría echar un vistazo a la mercancía antes
de compararla?

- Por supuesto.

Cuando suelta la cadena y se hecha aun lado sabe que ya no volverá a ver más
a aquel animal como propio. Tampoco le sorprende la pulcritud y
profesionalidad de aquel empleado. Parece un hombre acostumbrado a su
trabajo. Observa primero de lejos el aspecto general del animal, después va
comprobando minuciosamente cualquier detalle. Marcas de látigo o torturas,
inserciones o aditamentos externos como pircing o aros en lengua, orejas,
pezones o clítoris. etc., etc.

-Es evidente, D. Andrés, que este ejemplar no ha realizado labores de campo.


También es evidente que no ha sido desgastado en exceso. Su estado general
es bueno, su salud también parece buena, en fin, que creo que llegaremos a un
acuerdo satisfactorio.

- Usted dirá.

-Para no tener que estar con regateos y perdiendo el tiempo, se lo voy a decir
de una vez y esta va a ser mi única oferta. Usted nos pago por ella 35.000 €.
Bien, teniendo en cuenta el tiempo trascurrido, y la depreciación de la
mercancía, nosotros le ofrecemos 30.000 €.

-Estoy de acuerdo.

El empleado mete la mano en su bolsillo delantero y saca un fajo de billetes.

-Va exactamente la cantidad acordada.

No hay que decir ninguna palabra más. D. Andrés sube en su camión y


abandona el establecimiento. Cuando sale tiene la sensación que nunca
volverá.

El empleado sonríe ligeramente cuando ve alejarse a su cliente. Sabe que su


trato es totalmente ventajoso. La pieza esta igual o en mejores condiciones si
cabe que hace un año. Y no se equivoca en absoluto. Aquella misma mañana,
casi a la hora de comer un señor aparece andando y se presenta en medio del
patio, mirando a todos lados. Lo extraño es que llegue sin ningún vehículo, y el
aspecto rural que presenta.

Cuando ve acercarse al empleado no le espera y es el quien anda los pasos y


habla primero.

-Necesito un animal bueno y resistente.

-¿Lo quiere de alquiler o para comparar?

-¿Como dice usted?

-Dígame lo que necesita y yo le aconsejare.


-Pues mire usted, yo soy repartidor de piensos, y necesito un animal que me
haga el trabajo duro.

-¿De cuanto dinero dispone usted?

-¿Qué? Del que haga falta.

-Bien, le voy a enseñar un ejemplar que acabamos de recibir hoy mismo. Y por
ser usted cliente nuevo, se lo dejo baratísimo.

Cuando el cliente ve aparecer a guarra, no lo duda y se acerca con decisión a


ella. La inspecciona con detenimiento, palpando glúteos, tetas, vientre y
clítoris.

-Esta me vale. ¿Cuanto cuesta?

-Ya le dije antes, una ganga. 50.000 €

-Le doy 55.000 si la tiene lista para esta tarde a las 17.00. Y quiero algunas
modificaciones. Lo primero es un buen bozal. No me gusta que los animales se
metan a la boca lo primero que encuentren por hay. El collar es estrecho.
Quiero uno grande y de acero rustico. Sin apertura y con una buena cadena de
metro y medio acompañándolo. Necesito una anilla en la nariz para poder
trabarla. La quiero de un tamaño mediano, ni muy grande, ni demasiado
pequeña. En la lengua quiero otra anilla, no es el primer animal que he tenido
que hacérselo yo mismo. En el clítoris necesito dos pequeñas anillas y dos
campanillas, póngale las más ruidosas que tenga. No quiero atropellos.
Tampoco me gustan las cadenas de las patas traseras y delanteras. Son
ridículas. Las patas delanteras las quiero bien pegadas, juntas, a la espalda, y
los codos también lo mas juntos posible. En cuanto a las patas traseras con una
cadena de 40 Cm. Es suficiente. Lo quiero todo bien cerrado y remachado. No
se los quitaran ya nunca, así que quiero material de primera calidad.

El empleado asentía con la cabeza y la boca abierta. Por una vez se había
equivocado, era desde luego un hombre rustico, pero desde luego también con
mucho dinero y con bastante sabiduría sobre animales. Sabía perfectamente lo
que quería.

-En cuanto a los zapatos los veo muy finos. Tendrá que andar mucho y con
carga, quiero un zapato de tacón alto, pero más resistente. En cuanto al pelo,
lo quiero corto, que no halla que peinarlo todos los días, y por supuesto solo en
la cabeza, en ningún sitio más.

-Perfectamente entendido. A las 17.00 tendrá usted su animal listo para llevar.
Por cierto, ¿Venia usted andando?

-No hombre, tengo hay fuera la furgoneta, es que no sabia si era este el sitio.

-Necesitaremos como usted comprenderá una señal, para poder ponernos


a.......

-Que Señal ni señal. Aquí tiene.


El hombre saca de entre los pantalones y la ropa interior una cartera con una
funda. De ella coge un buen montón de billetes de los que va contando al
mismo tiempo que entrega al cada vez más sorprendido- si cabe- empleado,
que termina cogiendo los 60.000€.

Cuando el hombre sale por el portón, el empleado no puede dejar su entupida


sonrisa ni cerrar del todo su asombrada boca, y a su lado a la esclava le
tiemblan las piernas primero, después se le nubla la vista y a continuación la
angustia y el temor casi la hacen caerse si no es porque el empleado se da
cuenta a tiempo y la coge.

-Ya puedes estar asustada si. Yo en tu lugar lo estaría. Dios, que putada, me
parece que nos hemos quedado sin almuerzo si queremos acabar el trabajo a
tiempo.

Cuando la esclava recupera la compostura y la verticalidad, el empleado la coge


de la correa del cuello y mientras se dirigen al interior de uno de los cobertizos,
va llamando con gritos a más compañeros.

-¡¡Necesito al herrero, al veterinario, al carpintero!! Os necesito a todos, y os


necesito ya. Si no os dais prisa alguien se va a quedar hoy además de sin
almuerzo, sin trabajo.

Primero son solo tres hombres, el empleado, el veterinario y el herrero, pero


terminan siendo cinco, el carpintero y el conserje se les unen en la labor
alrededor de la esclava. Rápidamente es descalzada y tumbada boca abajo
sobre una mesa. Aquí es sujetada para que no se pueda mover lo más mínimo.
Cuatro hombres la sujetan fuertemente mientras el herrero intenta cortar el
collar con una sierra. No puede haber error, el más mínimo fallo y la pieza no
será vendida. Imposible. Prueban de una manera, de otra, y de otra. Por
detrás, por delante. No se le puede quitar el collar. ¿Y un soplete? No, le
quemaría el cuello. Pero solo si le toca el metal. Al final, entre el carpintero y el
conserje fabrican un artilugio para que el metal no toque el cuello cuando sea
quebrado por el soplete. Con mucho cuidado le instalan las piezas de madera y
los trapos húmedos alrededor del cuello, y el herrero consigue arrancar el
puñetero collar. Con las patas traseras y delanteras tiene menos problemas.
Con la sierra, los hombres agarrando fuertemente a la horrorizada esclava, y
un poco de paciencia y maestría salen los grilletes de las extremidades. Bien,
incorporan por fin a la esclava, que por supuesto del terror no se sostiene sola,
y satisfechos se sonríen unos a otros. Por fin le han conseguido quitar todos los
hierros.

-Sois entupidos o que. ¿Habéis visto la hora que es? Nos quedan dos horas y
media para terminar. Venga, seguimos.

De nuevo es tumbada boca abajo sobre la misma mesa mientras el herrero


busca con desesperación lo que le ha pedido su jefe.

-No tenemos. De ese tamaño no tenemos collares. ¿Qué hacemos?

-Tu seguir. Y tu acércate como si dependiera tu vida de ello al pueblo-se esta


dirigiendo al conserje-y le dices al ferretero que abra la tienda. Ya sabes donde
vive. Si te pone pegas le dices que vas de mi parte, y si te sigue poniendo
pegas, le ofreces 1.000 € por un collar. Asegúrate bien de que sea un collar de
acero, o de hierro, me da igual, pero que sea muy ancho, con una cadena de
metro y media unida a el y de cierre definitivo.

Mientras el conserje se va con el coche a toda prisa al pueblo más cercano al


establecimiento, los demás ayudan al herrero. Mientras buscaba el collar a
encontrado lo que necesitaba para las extremidades. Primero inserta unos
pesados grilletes que juntan las muñecas. El cierre es con un remache que solo
necesita unos fuertes golpes de martillo y mucha habilidad. El cliente a pedido
también que encadenen los codos, perfecto, tiene unos viejos y gastados
grilletes a los que solo tiene que quitar algunos dientes de la cadena. Le ha
quedado un poco corta, pero con la ayuda de sus compañeros consiguen que al
final los omoplatos se junten y los codos casi se toquen. No había encontrado
nada para las patas traseras, pero en el fondo de un baúl guardaba las trabas
de una caballo que por lo visto tuvieron alguna vez. Estaban viejas,
desgastadas, y pesaban una barbaridad. No, eran demasiado grandes. El jefe
dijo que no importaba, que le quitara algunos enganches y le dejara
exactamente 40 Ctm. Así lo hizo y seguía habiendo un problema. No tenían
remache, eran de candado.

-Es igual, utilizaremos el artilugio de madera y trapos de antes y los soldaras.

Dio resultado, la esclava tenía ahora unos enormes y pesados grilletes en sus
tobillos que no podría quitarse nunca y que una vez pertenecieron a un caballo.

-¿Cuánto nos queda? Una hora y media, bueno vamos con.......coño.....los


zapatos. ¡¡Joder!! Tu mismo-se dirige al carpintero-coge otro coche, el que sea,
y te acercas al pueblo. ¿Sabes donde vive el dueño de la tienda de zapatos?
Bien, ya sabes lo que tienes que hacer pero no vengas sin zapatos. Quiero unos
de mucho tacón, fuertes y lo mas rustico que veas. Seguro que aciertas. Que
sean del 40.

Cuando sale por la puerta se cruza con su compañero que llega soltando polvo
y dando un brusco frenazo. El empleado lo mira expectante y se desespera
cuando lo ve bajar con las manos vacías. En unos segundos su mirada cambia
cuando el conserje abre el maletero y saca con las dos manos- tiene que pesar
una barbaridad, por el esfuerzo que hace- un enorme y viejo collar al que va
unida una enorme cadena de por lo menos 4 metros.

-Herrero. Corta la cadena. Tiene que quedar un metro y medio.

El especialista mide y corta en un instante con el soplete la cadena. Entrega el


collar al encargado. Este lo sopesa, sigue siendo pesadísimo, mira a la esclava
tumbada boca abajo sobre la mesa, y calcula que mas o menos le ira bien.

Solo tiene un inconveniente, que ya no lo es tanto, puesto que conoce la


técnica. De nuevo ponen el ingenio de madera y trapos en el cuello de la
esclava y de nuevo el soplete hace su trabajo. La verdad es que ha quedado un
poco, bueno bastante, ajustada. Pero a entrado.

-Veterinario. Te toca a ti. Vamos a ver. Empieza con el aro de la nariz. Algún
problema con el aro herrero? No. Perfecto
En un segundo y con un certero golpe el tabique de la nariz es rápidamente
traspasado y por el es insertado un aro de unos 14 Cm. De diámetro, y puesta
su correspondiente crema cicatrizadora. La lengua es cogida por unas pinzas y
también con un certero golpe es traspasada por un aro de 5 cm. de diámetro.
Con los pezones no hay problema, tiene los agujeros hechos, y en el clítoris
tampoco ningún problema, los aros están ya colocados de la ultima vez que
paso por las instalaciones. Solo falta colocarle el cencerro. No encuentra
ninguna que le guste. Se desespera, en los detalles más nimios están perdiendo
el tiempo, y solo faltan 30 minutos.

-¿Qué te parecen estos jefe?

El herrero le enseña lo que en realidad no es un cencerro sino un pequeña


cadena de 12 Cm. a la que van unidas al final varias campanillas pequeñas.

-Déjame que lo vea.

Lo coge, lo sopesa, y sobre todo las hace sonar.

-Bueno. No es esto lo que yo quería, pero suenan bastante.

El herrero sin dudar coge las campanillas y a través de la cadena las engancha
a los aros del clítoris, remachando el final con un certero golpe.

-Nos faltan los zapatos y el pelo. ¿Alguno de vosotros sabe algo de peluquería
de animales?

Todos callan y se miran unos a otros.

-Me lo imaginaba. Joder, y la cuidadora de vacaciones.

Un nuevo empleado sale de la casa principal y se acerca al grupo. Es un


hombre joven y amenazado.

-Jefe. La cocinera dice que yo les ha avisado 3 veces, que se tiene que ir, y que
siente mucho si el almuerzo se lo comen hoy frío.

El empleado mira al recién llegado con cara de pocos amigos.

-Me cago en el almuerzo, me cago en la cocinera, y me cago en todos los


maricones de este mundo. ¡¡Dile a la cocinera que venga aquí ahora mismo!!
Coño con la cocinera. Si perdemos esta venta estamos todos en la puta calle, y
me viene esta con que el almuerzo se esta enfriando. Me cago en mi suerte.

Cuando sale la cocinera de la casa acompañada por una chica joven, un coche
entra a toda velocidad en el patio central.

-¿Quería usted verme? Ya le he dicho a Fede que la comida ya estará...

-¿Esta quien es?

-Mi hija, hoy no tenía peluquería y se ha venido conmigo ¿Algún problema?


-¿Su hija estudia peluquería?

-Este año termina ya en la academia.

-Creo que vamos a tener hasta suerte y todo. Escúchame chica. Si eres capaz
de cortarle el pelo a este animal en menos de 15 minutos, te vas a ganar 100
€. ¿Qué te parece?

La chica mira primero a la esclava, después al dependiente, y finalmente


sonríe.

-¿Cómo quiere el peinado?

-Es una exigencia de un cliente. No quiere a su animal rapado, pero tampoco le


apetece tener que estar cuidándolo todos los días. Así que un pelo suelto y
corto estará bien. Tu sabrás hacerlo. Tienes 15 minutos. A ver Juanjo- se dirige
al herrero, tráele a la joven los aperos del cuidado de las bestias.

Mientras el herrero entra a toda prisa a otro cobertizo, el carpintero llega


corriendo con tres cajas de zapatos debajo del brazo.

-No quería vendérmelos. Sobre todo porque lo he despertado de la siesta. Le he


dicho que usted se los pagara al precio que quiera. Cuando me los ha enseñado
tampoco he sido capaz de decidirme, así que me he traído estos tres y usted
decide. Todos son feos, pasados de moda, y seguramente incómodos. Al final
se decide por una especie de plataformas no muy altas, con gran tacón
tampoco demasiado fino, y completamente cerrados. Son de cuero rustico en
marrón muy oscuro, casi negro. Son seguramente también los más resistentes.

De un tirón de la cadena tira de la esclava, que seguía tumbada en la mesa, e


intenta ponerle los zapatos. Son un poco grandes y se le salen.

-Carpintero, búscate unos taquitos de madera que se los vamos a poner en las
puntas. Estos zapatos le tienen que servir por cojones.

Cuando llega la hija de la cocinera son las 16.48 horas. Tranquilamente pide
una silla al conserje, y mira sonriendo al empleado.

No se preocupe, término en cinco minutos.

Y efectivamente, lo que hasta ese momento había sido una medio melena
cuidada y cepillada casi a diario por su ama, se ha convertido en un momento
en un peinado corto, con un estilo casual, y bastante atractivo a la vista. Se ha
esmerado especialmente en el flequillo, y en la parte trasera, para que quede
suelta, pero armoniosa al mismo tiempo.

-Nos falta el bozo. Y no tengo ni idea de lo que quiere este cliente. Buscarme el
más grande, o el más aparatoso, o el más gordo que tengamos.

Todos se dirigieron a los cobertizos, y en 4 minitos, el empleado observaba


bozos y dientes de todos los tamaños y formas. Finalmente se decidió por uno
que, podría decirse, era mixto. Consistía en un bozal de rejilla que cubría la
nariz y la boca haciendo el dibujo de ambos, y dentro llevaba un enorme bolo
que podía ser acoplado o desacoplado a voluntad. El enganche eran dos tiras de
cuero finas cogidas a la cabeza y otra al cuello. El bozo entro bien, pero el bolo
casi desencaja la mandíbula del animal. Con un tirón final entró.

-Señores. Casi hemos terminado. Necesito un cubo con agua y jabón, aceite de
untar y un perfume.

Rápidamente el mismo empleado coge la esponja y al jabón y se aplica a lavar


al animal, sobre todos las partes sudadas, que es casi todo el cuerpos. Sin
perder un segundo con una toalla seca y aplica un aceite que además de
lubricar y suavizar, da un brillo excepcional a la piel. Cuando termina de un
frasco con extrae un bote que contiene perfume. Deja unas gotitas estratégicas
en orejas, axilas, tetas y glúteos.

Con una gran sonrisa de satisfacción coge a la esclava de la cadena y con pasos
lentos, recreándose, se dirige al centro del patio, y en el poste central
engancha la cadena.

Son las 17.04 y cuando mira su reloj da un suspiro de alivio. Han sido casi
cuatro horas de mucha tensión. Todos los empleados están expectantes cuando
vuelve del centro del patio su jefe. No han dicho nada, casi ni se han movido.
Allí esta el herrero, el carpintero, el veterinario, el conserje, la camarera, su
ayudante, la hija.

-Bueno- el hombre les habla relajadamente, casi con agrado- relajaros, que me
parece lo hemos conseguido. Para vuestra información os diré que este era un
pedido de urgencia que no podíamos perder con lo que se ha pagado por el. Si
fracasamos estamos todos en la calle. Pero como no ha sido así, y me parece
que el cliente quedara satisfecho, estoy autorizado a decido que tenéis un día
de paga extra por el trabajo de hoy. Podéis marcharos.

Todos abandonan la explanada contentos y satisfechos.

Todos no. En el centro, y amarrada con su pesada cadena a uno de los postes
centrales queda Guarra expuesta al sol de la tarde. Su cuerpo brilla y tiembla
en este momento. Ya ha dejado casi de sentir. Han sido seguramente las 4
horas mas largas de su vida. O por lo menos las mas angustiosas. Cuando
escuchaba al comprador lo que le pedía al empleado las piernas empezaron a
temblarle y casi pierde el sentido. Después, tumbada sobre la mesa, y cogida
por tantas manos, escuchando y viendo como el soplete acariciaba su piel, el
pánico se apodero de tal modo de ella, que dejo de resistirse. En realidad no se
resistió en ningún momento. Estaba más que preparada para ello, pero es que
además no quería resistirse. Algo dentro de ella le pedía un cambio de vida. Ya
no quería seguir dependiendo de chuparle el coño a su ama. Quería algo más.
Lo que desde luego no imaginaba es que el cambio fuera tan drástico. Temía lo
peor. Y lo peor es que lo que hasta ahora había sido una cómoda vida dentro de
una casa, perteneciendo a un ama viciosa, se convirtiese de pronto en
algo............no quería ni imaginarlo. Por lo pronto los comienzos no eran
buenos. Para empezar le habían puesto el collar mas pesado e incomodo que
había llevado nunca. Se lo apretaron tanto que casi no podía respirar, apenas
podía mover la cabeza por lo grande que era, pesaba una burrada y además el
material era rasposo y desabrido con la piel. El hueco hecho en el tabique nasal
no le había dolido por el pavor que sentía en ese momento, pero el de la lengua
fue horroroso. Sentía la anilla como le ardía dentro de la boca. Además tenia la
lengua prácticamente metida en la garganta, pues el enorme bolo en la boca no
dejaba hueco para nada más. ¿Qué le esperaría? Temía al trabajo duro, a un
amo sádico y exigente, pero más que nada sentía un miedo atroz a la
humillación que suponía para ella mostrarse desnuda y encadenada delante de
la gente. Hacia ya más de un año que había llegado a la isla, y había tenido
tiempo de arrepentirse, después de asimilarlo, después pensó en trazar un plan
para escaparse, y por fin había comprendido que esto era imposible, y hasta
tenia casi asumida su condición de animal, y en todo este tiempo siempre había
estado desnuda, la habían expuesto varias veces en publico, incluso en un
concurso. Pero seguía siendo superior a ella. No podía, sentía tal humillación e
indefensión sabiendo que la gente la miraba así, desnuda, encadenada como
cualquier animal, que era superior a sus fuerzas.

Estaba con estas reflexiones cuando consiguió girar un poco el cuerpo y ver
aparecer un viejo furgón con remolque. De el vio bajar al que seria su nuevo
amo. Vio como rápidamente salía el empleado a saludarlo efusivamente y que
la charla fue corta. Inmediatamente se dirigió hacia donde ella se encontraba,
desengancho el candado del poste, y cogiendo la cadena tiro de ella para
separarla unos pasos de dicho poste. Dio un par de vueltas a su alrededor,
comprobó collar, bozal, que celebro al empleado, cadenas de las patas trasera
y delantera, y por ultimo hizo sonar con sus manos las campanillas que
colgaban de su clítoris. Sonrió al empleado, volvió a coger la cadena y tirando
de ella, con el sonido repiqueteante de las campanillas, se dirigieron al furgón.

El viaje no es largo, y desde el remolque la esclava puede ver que se dirigen al


centro de una pequeña ciudad-seguramente no mas de 25.000 habitantes- No
tiene grandes edificios, alguna que otra fuente, una avenida larga con un
parque en el centro, y poquísima gente en la calle. Son las 17.30 y un calor
insoportable. El viejo y ruidoso furgón aparca en una plaza, con un descuidado
jardín en el centro, a las puertas de una casa de tres plantas, con un local y un
letrero en el que se puede leer en un descuidado y ya mas que viejo cartel:
"Piensos Joaquín Luna. Comida para animales. Servicio a domicilio".

Joaquín, que así se llama este honrado y sencillo trabajador, se dedica desde
hace mas de 25 años al comercio que le dejo a el y a su hermano su padre
cuando murió y el tenia entonces 20. Conoce perfectamente los gustos y
necesidades de sus clientes, y ha decidido ampliar negocio. Para ello necesitaba
mas personal, mas medios de transporte, y mejor calidad en sus productos. Por
tanto a contratado a su hermano mayor que estaba en el paro y conoce el
negocio igual que el, se ha comprado un furgón y un animal nuevo, y piensa
que si su hermano se dedica al reparto del pueblo con el animal, mientras el se
dedica con el furgón a las granjas, todo puede salir como el tiene previsto.

Cuando abren desde dentro el local sale un hombre no mucho mayor que
Joaquín, pero que se parece físicamente bastante a el. Rudo, y bastante osco
en el andar y el hablar.

-Bueno Marcial, aquí tengo la bestia. Espero que le saquemos provecho. Yo


creo que es buena. ¿A ti que te parece?

Entre los dos hombres descargan a la esclava del furgón y Marcial se la queda
mirándola asombrado.

-Desde luego parece un buen animal. ¿Será fuerte para llevar la carga verdad?
- No te preocupes que de animales y piensos entiendo un rato, y además más
le vale ser buena. En fin. Si te parece hacemos una cosa, para que la bestia se
valla acostumbrando al trabajo, yo me encargo del reparto esta tarde, y tú
terminas de hacer los pedidos de mañana. Me queda la parte baja del pueblo, si
empiezo ahora mismo ya creo que para las 9 o 9.30 terminare. Mira tu si
puedes tener listo lo de mañana. Son.....bueno a cabeza no se te decir, pero
por lo menos 30 pedidos para la parte alta del pueblo.

Cuando termina de hablar coge la cadena de su animal y se dirige al almacén.


Es más grande de lo que parece, y esta lleno de sacos, pequeños
compartimentos y maquinaria diversa. Al fondo del local se ven a varias
personas trabajando. Joaquín se dirige directamente a una de las esquinas de
la entrada y tras abrir una habitación saca de ella una especie de corsé de
cuero muy duro que aprieta sin miramientos a la cintura de su esclava. Está tan
ajustado que le deja la cintura muy reducida, mientras glúteos y tetas
sobresalen más si esto fuera posible. Cuando a terminado de apretar y anudar
en la parte de atrás el corsé la esclava piensa que en cualquier momento va a
dejar de respirar. Entre el estrecho y apretado collar, el anillo de la lengua y el
bolo de la boca, y ahora el corsé, no entiende como no se ahoga.

La esclava no es consciente de lo que esta pasando y lo que ella hace allí hasta
que su nuevo amo no le acopla un carromato de madera al nuevo corsé, que
lleva dos pinzas de acero a los lados para estos menesteres precisamente. Se
trata de un carro de dos ruedas, de 1 metro más o menos de largo, y con un
asiento en la parte delantera. Joaquín llama a uno de los empleados que había
al fondo, y este mira con sorpresa la nueva adquisición de su jefe.

-Aquí tienes la nota con los pedidos de esta tarde. Quiero el carro cargado en
10 minutos.

El dependiente va cargando de una estantería de la pared diferentes tipos de


sacos, hasta que ha terminado de completar su trabajo. El carro esta por la
mitad.

Es todavía media tarde, el sol esta todavía quemando, y muy pocos transeúntes
por la calle, cuando Joaquín coge por la cadena a su flamante animal y lo saca
a la calle con su nueva carga.

Le cuesta tanto caminar, que cada paso supone un nuevo suplicio. No es la


pesadez del carro, que también pesa lo suyo, sino lo incomodo de ir caminando
con los pies trabados por una pequeña cadena y unos enormes e incómodos
zapatos de tacón. Tampoco puede respirar bien con aquel incomodo bozal, ni el
collar le permite mover la cabeza a su gusto, ni las manos a la espalda le dejan
mantener un equilibrio cada vez menos inestable. Solo le empuja los tirones
continuos que da su nuevo amo de la cadena. Pero lo que mas teme, y lo que
sabe antes o después se producirá es encontrarse con gente en la calle.

Casi cuando descubre que su amo no debe estar muy contento, este da un
ultimo tirón, se da la vuelta con cara de pocos amigos, mira a su animal de
soslayo y murmura para si mismo.

-Creo que he podido equivocarme contigo. Ya he tenido suficiente paciencia, y


no voy a perder toda la tarde.
Le hecha la cadena por encima del hombro y la deja caer, al tiempo que saca
de debajo del carro un fino y flexible látigo, que hace restallar rápidamente al
aire.

-O le pones mas ganas, o te arrancare la carne a pedazos.

Sin dudarlo sube al asiento delantero que lleva el carro y deja caer un golpe
seco en la parte alta del culo del animal.

Es como su un hierro ardiendo le hubiese pasado por la piel. No es que escueza


un poco, es que la piel se abrasa con aquel restallido.

No va en broma su nuevo amo. Saca fuerzas de cualquier sitio, muerde


firmemente el bolo del bozal, y por fin comprende que no puede caminar
teniendo los pies encadenados, sino que es más fácil ir dando saltitos, al trote.

Es una avenida larga, y ellos caminan por el carril de servicio. Ni una persona
todavía. Sigue al trote, y cada vez que su amo nota que el ritmo se ralentiza,
un chasquido del látigo hace su efecto mágico.

El corsé le aprieta, y el sol sin piedad la hace sudar copiosamente, pero desde
luego no piensa parar el ritmo. Un tirón de la anilla en la teta izquierda, en las
que van enganchadas las riendas, le indica que debe torcer por la siguiente
calle que hay en esta dirección. Es una calle peatonal, bastante estrecha, en la
que un numeroso grupo de mujeres, y algún que otro hombre, charlan
tranquilamente. Es la puerta de un colegio, y están esperando la salida de los
niños. Las charlas cesan cuando aparece por la esquina con un tintineo
inconfundible Joaquín con su nueva adquisición. Todos observan, pero nadie se
aparta, así que el animal no tiene más remedio que parar si no quiere atropellar
a alguien. Joaquín sonríe a todos, saluda amigablemente y de nuevo hace
restallar el látigo.

-Tranquilo hombre. Que prisas llevas.

-Siempre llego tarde. Disculpadme que no me pare.

-Ya se ve que te van mal los negocios.

-No me quejo, pero mi trabajo me cuesta.

-Dale recuerdos a la señora, Joaquín.

-De tu parte. Buenas tardes.

Un nuevo restallido, y su animal sigue parado. Esta vez el golpe va


directamente a la parte baja del culo y acaricia ambas piernas.

El animal, absorto en su vergüenza y humillación- No solo la esta viendo la


gente, sino que se para en medio de todo el mundo- parece que de pronto
comprende cual es la vida real y arranca a toda prisa con el tintineo de las
campanillas colgadas de su clítoris.
La tarde se pasa de un sitio a otro. En algunos lugares Joaquín descarga un
saco, en otros varios, o simplemente toma nota de pedidos. También a medida
que ha ido avanzando la tarde la carga se ha ido haciendo más ligera, y la
esclava ha ido cogiendo confianza en su nueva tarea. No ha recibido más de
cuatro azotes, y ha comprendido perfectamente las indicaciones de su amo.

También las calles han ido cogiendo vida, y guarra no ha podido evitar su
sempiterno sentido de vergüenza y humillación cuando tiraba del carro.

Especialmente dolorosa era la situación en que su amo ha necesitado hacer uso


del látigo y había gente delante.

Son pasadas las 22.00 cuando Joaquín abre la puerta y entran en el almacén.

Se baja del carro, coge la cadena y tirando de su animal se dirigen al centro de


la nave. Desengancha el carro y abre la puerta de un compartimento con forma
de establo. En realidad son tres paredes de madera pegadas a la pared y con
una altura no superior a un metro y medio. Dentro, como en cualquier establo,
paja por el suelo, muchos enganches en la pared, y una manta extendida en
una esquina.

Una vez dentro engancha la cadena con un grueso candado a la pared, quita el
bozal y los zapatos a su animal, así como las campanillas del clítoris, y de un
saco que hay en otra esquina prepara una especie de papilla que mezcla con un
liquido de color crema. Deja el cuenco en el suelo, al lado de la manta, y en
otro recipiente hecha un poco de agua.

Antes de abandonar el establo comprueba meticulosamente las restricciones de


su animal. Todos los enganches de las cadenas, los candados, etc. Y por ultimo
sale y cierra con un cerrojo exterior las puertas del establo. Cuando entra por
una pequeña puerta lateral que da a su vivienda situada en la parte alta del
almacén, apaga las luces, y solo se ven sombras sin ruido, solo mitigadas por la
tenue luz de las farolas de la calle que intentan aclarar la absoluta oscuridad de
aquella nave.

Guarra pasa unos minutos en la misma postura en que la dejo su amo, de pie,
estática, mirando a la pared, a la que esta enganchad por el cuello con la
cadena, totalmente incapaz de reaccionar. Esta agotada, casi al extremo de sus
fuerzas, pero al mismo tiempo es imposible sentir tanta impotencia y desanimo.

Hace solo un día, ayer mismo, se podría decir que era un animal feliz. Aburrido
y tediosa existencia la que llevaba, pero también cómoda y sin complicaciones.
En solo unas horas todo se había vuelto amargo y humillante. Se había
convertido simplemente en un animal de carga, no era más que una mula para
tirar de un carro.

Al cabo de unos minutos la vista se le fue acostumbrando a la oscuridad y pudo


distinguir el entorno del establo, y la manta en el suelo, y los dos cuencos con
la papilla y el agua, y el estante donde su amo guardaba los adornos y
restricciones de su animal- zapatos, bozales, y adornos varios que no pudo
adivinar que serian, pero que imagino estaban preparados para ella- colgaban
también de la pared diversas cadenas con diferente grosor y longitud, así como
varios candados. Y también pudo observar, con un escalofrió que la dejo
petrificada, como colgaban en una especie de armario viejo y sin puertas, una
completísima colección de mas de 8 o 9 látigos. Algunos eran finos y largos,
otros mas gruesos, pero uno especialmente llamo su atención. No era ni
demasiado grueso ni tampoco muy largo, pero sus puntas terminaban en
finísimas púas. Si algún día lo utilizara su amo, materialmente la despelleria la
piel.

Cuando vuelve a mirar los cuencos situados al lado de la manta comprende que
aquello es su cena. Es tanto su miedo y angustia que no tiene hambre, se
siente incapaz de tragar nada. Pero también comprende que al día siguiente se
le va ha exigir que entregue todo hasta la extenuación, y si no tiene fuerzas
será imposible aguantar. Se arrodilla y cuando inclina el cuerpo y pega la boca
al cuenco un agradable olor se desprende de el. Imagina que aquella papilla
viscosa y de color indefinible es un compuesto de muchos piensos al que le han
añadido algún aroma agradable. Lo prueba y no esta mal de sabor. En dos
minutos el cuenco esta vació. Apura también el agua, y se deja caer de lado en
la manta. Es vieja y esta rasposa por algunos lados, pero no es esto lo más
incomodo. Tener las manos y los codos trabados a la espalda es lo que no la
deja coger una postura cómoda. Lo intenta de un lado, de otro, se pone boca
abajo. Finalmente se acomoda de un lado, y el cansancio no tarda ni 5 minutos
en vencerla.

Unos ruidos en el almacén, y la claridad, la hacen comprender que ha


amanecido. Ha dormido incomoda, pero estando acostumbrada a hacerlo sobre
el suelo, y teniendo en cuenta su cansancio, se siente bastante recuperada.
Imagina que no tardaran en venir a buscarla, así que se incorpora y se pone de
pie mirando hacia la puerta. Pasa el tiempo, y sigue escuchando ruidos de las
maquinas y el ajetreo de los obreros, pero nadie pasa por el establo. Ya se
durmió la noche anterior con ganas, pero esta mañana las ganas de orinar y
vaciar sus tripas es mucho mayor. Han pasado dos horas largisimas desde que
despertó y se incorporo. Sigue sin aparecer nadie, y por más que ha mirado y
remirado por el perímetro del establo, no ha encontrado nada que se asemeje a
un agujero, un cubo, una palangana, algo que pueda servirle de retrete, porque
materialmente ya no aguanta más. Sus tripas pueden aguantar y casi se le han
ido las ganas, pero su vejiga va a reventar.

Intenta sentarse. Peor, es mucho peor. Se incorpora de nuevo, y junta sus


piernas todo lo que puede. Esta absolutamente convencida que si se orina
encima la castigaran duramente. Vuelve a mirar desesperadamente por los más
insospechados recodos del establo. Es igual, termina por pensar, y por fin se da
cuenta, que aunque hubiese algo para poder hacer sus necesidades, no podría
hacerlo hasta que llegase alguien y la soltara, sencillamente porque la cadena
no tiene suficiente longitud. Solo le permite acostarse y levantarse. Junta más
las piernas, hasta el punto que se le escapan las lágrimas, y con ellas la orina
por las piernas. Finalmente no ha podido aguantar. Ya es inútil. Deja escapar la
orina con un alivio infinito, tan infinita como su angustia esperando el terrible
castigo que le espera. La Paja seca extendida por todo el suelo absorbe la
humedad. Decide una vez aliviada su necesidad que será mejor esperar a su
amo en pie. A lo mejor se siente algo más magnánimo. En cualquier caso
cuando llegue se mostrara lo más sumisa y arrepentida que pueda, y a lo mejor
ablanda su corazón. Pasa casi una hora más cuando por fin llega el dueño de
Guarra. Se para a la puerta del establo y mira sonriendo.

Entra silbando y cuando se acerca a su animal este se deja caer de rodillas y en


un gesto que ya tiene muy bien aprendido, empieza a lamerle las botas. La
sonrisa del amo se transforma en un rictus de autentica satisfacción. La deja
hacer un rato, y cuando una de sus botas esta reluciente le muestra la otra.
Cuando ambas botas están mas que lamidas y brillantes, en un gesto intuitivo
acaricia los cortos cabellos de su animal. En un ritual lento y placentero le va
poniendo primero los zapatos, a continuación las campanillas, después el bozal.
Finalmente desengancha la cadena de la pared y con una mano en la cadena y
la otra sobre el expositor de látigos, intenta decidir cual usara en la jornada de
hoy. Su animal, que va detrás de el, se para, y para al mismo tiempo su
respiración. La angustia se apodera de ella en los escasos segundos que su amo
tarda en decidirse por un látigo corto y flexible. Exactamente igual que el que
llevaba ayer.

Cuando salen del establo van directamente hacia la puerta de salida. Allí,
esperándoles, el carro esta ya cargado y preparado para la distribución. Una
nueva jornada comienza. No son más de las 9.00 de la mañana.

El corsé es de nuevo ajustado hasta casi no dejarla respirar. Las tetas parecen
entonces intentar escapar. Se agrandan y levantan espectacularmente.
Mientras su culo, subido en aquellos grandes tacones, aumenta de volumen y
deja ver unos turgentes y apretados gluteos. El carro es enganchado al corsé.

Tiene la sensación que pesa menos que la tarde anterior. Cuando su amo sube
al carro se da cuenta que sus apreciaciones de antemano son erróneas.

Esta expectante porque es consciente que ha de intuir el momento justo de


empezar a andar. Si lo hace demasiado pronto, puede enfadar seriamente al
amo, y si lo hace tarde, bueno si lo hace tarde un latigazo de esos que le dejan
los ojos en blanco será la respuesta. Cuando siente un restallido en el aire
comprende perfectamente que ese es el momento. A sonado a advertencia, y
de hecho ella lo entiende así. Esta vez el látigo no le ha dado, pero a poco que
se descuide, seguro que lo probara.

La primera parada la hacen apenas 5 minutos más tarde de empezar, y solo


unas calles más abajo. Sin embargo cuando llegan le falta el resuello. El bozal
la impide respirar por la boca, y su nariz se agita compulsivamente intentando
dejar pasar el mayor volumen de aire posible. Sus tetas suben y bajan sobre el
corsé a gran velocidad, y sus pies intentan mantenerse firmes sobre el
empedrado de la calle. Han caminado a un ritmo bastante vivo, sin apenas ser
interrumpidos por los peatones, que se apartaban, unos curiosos, otros
divertidos, algunos asombrados, cuando el tintineo de las campanillas colgando
del clítoris del animal anunciaban su paso.

El repartidor se baja, y con un gesto de satisfacción, da una pequeña palmada


en las nalgas de su animal, cogiendo entonces la cadena que cuelga del collar,
y tirando de ella, la hace acercarse asta una pared, donde una voluminosa y
gastada argolla metálica cuelga al nivel de la cabeza.

Coge entonces dos sacos del carro, y entra en un local todavía con las
persianas metálicas cerradas, pero con una pequeña puerta lateral abierta de
par en par. Se trata de un bar, y seguramente esta a punto de abrir.

Pasa el tiempo muy lentamente. Primero siente una tremenda vergüenza que la
hace mirar solo al suelo. No quiere ver las caras de la gente que pasa por la
calle y la ven amarrada a una pared, completamente desnuda, encadenada a
un carro como si fuera un vulgar animal. Sigue pasando el tiempo, y el
nerviosismo aumenta. Por lo menos cuando va tirando del carro esta
concentrada en el esfuerzo, pero aquí, parada, siendo el centro de atención y
tema de los comentarios de los peatones es mucho peor.

Las persianas del bar se abren, y un tremendo olor a café recién hecho le hace
recordar que todavía no ha comido nada desde ayer. Y lo que es peor, unas
ganas acuciantes de orinar y vaciar sus intestinos.

Cuando 20 minutos más tarde su amo sale con la última porra de churros en la
mano, ella intenta juntando las piernas, y con gestos evidentes, hacerle
comprender que no puede soportar más, que necesita orinar sea como sea.

El la mira con gesto sorprendido y sin parecer entender desengancha la cadena,


y tirando de ella vuelven al centro de la calle. Allí deja la cadena colgada por
encima del hombro de su animal, y tranquilamente sube al carro. Un nuevo
chasquido al aire, y no es necesario más. El animal se pone rápidamente a
caminar al ritmo anterior.

Son ya pasadas las 11 cuando llegan a las puertas de un nuevo bar. Misma
rutina que a lo largo de toda la mañana. El amo se baja, tira de su animal hasta
la pared, donde lo engancha a la argolla o la reja que encuentra.

Coge tres sacos y entra.

Su animal queda ya en un estado prácticamente de desesperación. Ya no solo


tiene necesidad de orinar, sino que la sed le ha secado la garganta, y las
fuerzas empezaran a faltarle si no como algo pronto. En esta ocasión el amo
sale rápido del bar, y trae con el una especie de cubo metálico lleno de agua.

De debajo del carro desengancha una lata vieja y abierta por uno de su bordes,
y en ella hecha agua que mezcla con un una especie de pienso blanquecino de
uno de los sacos que transportan. Parece resistirse la mezcla, pero utilizando
las manos, y con un poco mas de agua, al final consigue preparar una papilla,
que deposita en el suelo junto al cubo de agua. Se acerca parsimoniosamente
al animal y desengancha el bozal. A continuación desengancha también el carro
del arnés, y rápidamente tira de la cadena del cuello hacia abajo, obligando a la
esclava a inclinar la cabeza y la espalda. De su bolsillo saca un candado, y con
el une la cadena por su mitad a las anillas del clítoris. Ella queda tan
sorprendida que no sabe como reaccionar, y solo se le ocurre quedarse quieta
cuando su amo entra sonriendo de nuevo al bar.

Cuando se da cuenta de su situación es al escuchar los insultantes y


humillantes comentarios de la gente.

Cuando intenta moverse comprende la sonrisa socarrona de su amo al entrar al


bar. El sabía perfectamente que no podría moverse mucho. De hecho lo único
que puede hacer es ponerse en cuclillas, o de rodillas, pero nada más, porque
es muy hábil el hombre, y ha enganchado el extremo de la cadena al carro con
otro candado. A duras pena se pone en cuclillas, y las horribles ganas de orinar
la hacen desistir. Intenta incorporarse entonces, pero un tirón de la cadena que
unen su cuello y el clítoris, la devuelven a su posición original. Con un
escandaloso repiqueteo de las campanillas, consigue a duras penas, y con la
atenta mirada de todos los transeúntes, ponerse de rodillas. Comprende por fin
que esta es la única manera en que podrá acercarse al cubo e intentar saciar su
sed. Bebe de forma compulsiva, empapándose la boca, los labios, toda la cara.
Ve de reojo la mirada expectante y divertida de la gente, y comprende de
pronto la situación tan crítica que se le avecina. Es inevitable, todavía no ha
terminado de beber, cuando un chorro húmedo y caliente empapa sus piernas y
hace un reguero en la acera. El murmullo la hace comprender en la situación
que se encuentra, y sabe que aquello será una de las situaciones más
humillantes que le pueden pasar. La comida es la misma de la noche anterior, y
será la misma el resto de su vida, ya que es una dieta única que prepara su
amo para los animales, compuesta principalmente de cereales, carne, verdura,
complejos energéticos y vitaminas. Todo ello mezclado, triturado y preparado
en su fábrica. Y no es fácil introducirse en el mercado, y sobre todo convencer a
la gente de que aquello es más beneficioso para sus animales que dejarles los
restos de las comidas, o las sobras de los restaurantes basura. No tiene mal
sabor, o mejor dicho no tiene ningún sabor. Y lo come sabiendo que ha de
mantenerse fuerte, más que por hambre, que de hecho no tiene ninguna.
Menos mal que el espectáculo parece haberles divertido ya bastante y el
pequeño coro que se había formado ya se ha disuelto, y los transeúntes se
limitan a mirar cuando pasan. Cuando a terminado todo el contenido de la lata
intenta levantarse, pero un fuerte dolor en el vientre se lo impide. Aquello
puede ser ya demasiado. Si ha resultado lo más humillante del mundo tener
que orinar en publico, no quiere pensar lo que seria tener que defecar a la vista
de la gente. Cierra los ojos, se concentra, y piensa en el castigo que se llevara
si hace sus necesidades en medio de la calle y pone en vergüenza a su amo.

Peor, se siente mucho peor, y el miedo hace que lo inevitable ocurra. Cierra los
ojos, intentando ocultar las lagrimas, y deja que inevitablemente la naturaleza
sigua su curso. Afortunadamente las heces son duras y no llaman mucho la
atención. Los comentarios insultantes de la gente le duelen tanto como los
latigazos que sin duda le dará su amo. En aquellas circunstancias prefiere
ponerse a duras penas de pie y esperarlo con la cintura doblada y mirando
avergonzada al suelo.

Cuando media hora después el amo sale y mira a su alrededor, un escalofrió


recorre la piel desnuda de la esclava.

-Puñetero animal. Se va a acordar. Yo le enseñare a no cagarse en medio la


calle.

Con bastante mal humor y cara de muy pocos amigos coge un saco vacío y con
un periódico viejo recoge las heces del suelo. Cuando las tira a la papelera y
vuelve, no se anda con miramientos. De un tirón desengancha la cadena, y
cuando pone el bozal al animal lo aprieta hasta su extremo. Una vez
enganchada de nuevo al carro no ha de esperar mucho para recibir el primer y
contundente latigazo del día. Le cae sobre la espalda, y deja una línea roja
brillante. El animal intenta hacerlo bien, da todo cuanto tiene, se entrega hasta
la extenuación, pero es imposible contentar a su amo. En las próximas 2 horas,
además de tener que aguantar el sol asfixiante, los trotes, las paradas, las
esperas, etc., etc., tiene que aguantar la visita del látigo a su culo, espalda,
vientre y tetas. Cada latigazo es como si le abriesen la carne con un soplete
ardiente. Son las 2 de la tarde, el carro esta casi vacío, y la espalda y el culo
del animal brillan enrojecidos al sol cuando el sudor se mezcla con los
chasquidos del látigo y la agitación de su cuerpo. Media hora más tarde han
terminado, y se dirigen por una desierta acera del centro, de regreso a la
fábrica. El tintineo de las campanillas al trote ligero, monótono, y el abrasador
e insoportable sol hacen que el amo se amodorre en su asiento y deje de hacer
sonar el látigo. El animal se sorprende cuando deja de escuchar, y entiende que
lo esta haciendo por fin al gusto de su amo, así que mantiene a pesar de su
agotamiento el trote ligero. Ya esta integrada con el andar incomodo, casi
insoportable al principio, de los tacones; asimismo empieza a acostumbrase a
respirar solo por la nariz, si bien cuando llega a un punto de agitación esto le
cuesta bastante.

Pensando y divagando sobre estas cosas, de pronto un sonido diferente la hace


levantar la cabeza. Aquel tintineo no es el de sus campanillas. Ve acercarse de
frente a un hombre un poco mas joven que su amo, con gesto de agotamiento,
y limpiándose el sudor de la frente con un viejo pañuelo que lleva en una
mano. Con la otra tira de las riendas enganchas a un burro. Las campanillas
que ha escuchado la esclava son las que lleva el burro adornándole las alforjas
que porta sobre el lomo.

Los dos hombres se saludan.

-Buenas tarde Joaquín.

-Buenas. ¿Cómo te van las cosas, Jaime?

-Seguramente no tan bien como a ti. Ya veo que progresas, te has comprado
un nuevo animal, y por lo que veo no tiene que ser muy dócil.

-Lo dices por lo verdugones? No. Sencillamente es que me ha cabreado tener


un animal por el que he pagado un dineral, y el primer día hace sus
necesidades en medio de la calle, como si fuera un vulgar perro.

-¿Y donde quieres que las haga?

-Coño donde yo le diga.

-Si hombre, a ver si tu te crees que mi Lucero- acaricia suavemente la alargada


frente del burro- lo hace cuando yo se lo digo. A ver lucero, meate aquí.

El burro mira su amo y este sonreí a Joaquín.

-Los animales hacen sus necesidades donde les pílla. Y tu potrilla no va ser
diferente al resto.

-Seguramente tienes razón. Pero me ha cabreado, verla hay en medio de la


gente mirando mientras ella se meaba y se cagaba encima.

-No te entiendo. Por cierto la que esta cayendo nos va a matar si seguimos aquí
a pleno sol ¿Te apetece una cerveza fresca?

-No te diré que no. De paso quiero convencerte para que cambies tus viejos
burros por potrillas jóvenes, y por supuesto que me compres a mí el pienso.

-Ni son viejos mis burros, ni un labrador puede permitirse estos lujos. Ahórrate
la cerveza si quieres porque no me vas a convencer.
- No pero si las cervezas las vas a pagar tu.

Los dos hombres sonríen mientras se dirigen al bar que esta al lado, en la
esquina de la calle. Allí enganchan sus dos animales a los garfios de la pared y
entran al local refrigerado. Son las 2.30 de la tarde y un sol que quema solo de
pensarlo pega de pleno sobre las espaldas de los dos animales amarrados a la
puerta de aquel bar. Cuando una hora más tarde los hombres salen y se
disponen a recoger sus bestias, se sorprenden al ver como suda el animal de
Joaquín. Su piel esta muy colorada y apenas puede ya sostener el carro
apoyado en el arnés de su cintura. Respira nerviosa y compulsiva.

Sin embargo un par de golpes y sonoros latigazos al aire obran su milagro, y el


animal parece revivir de pronto.

Cuando llegan a las puertas de la fabrica son ya casi las cuatro, y el hermano
de Joaquín le espera nervioso en la puerta.

-¿qué te a pasado? Son caso las cuatro, si no me doy prisa no término los
pedidos de esta tarde.

-Tranquilo hombre. Deja que descanse un poco el animal.

Entran los dos y al instante sale Joaquín. En una mano lleva un cubo lleno de
agua y en otro un extraño artefacto. Joaquín llama a su hermano, que no tarda
en salir. En la puerta de la fábrica ya da la sombra, pero el calor sigue siendo
asfixiante.

Desengancha el carro del arnés, y rápidamente coge la cadena unida al collar


tirando de ella hacia abajo, donde la engancha a una argolla clavada en el
suelo. Cuando quita el bozal al animal, este mira suplicante a su amo, que no
se hace de rogar.

-Bebe.

Materialmente mete la cabeza en el cubo y con ansia infinita intenta tragar toda
el agua que le es posible.

-Este puto animal me ha dejado esta mañana en ridículo, y no lo vamos a


consentir. Mientras no se enseñe llevara esto. Por lo menos evitaremos que
haga sus necesidades en medio de la calle. Yo no tengo necesidad de ir por hay
recogiendo mierda.

Mientras habla, y aprovechando la postura de rodillas y echada hacia delante


del animal, le inserta en el culo una especie de bolo enorme del que sobresale
en forma de adorno una cola de caballo. A costado que entrara, porque el
animal a dejado de beber y dos enormes lagrimas se la han escapado- si bien a
tenido mucho cuidado en no resistirse- pero seguramente costara más cuando
se lo saquen.

Media hora más tarde el carro esta cargado y de nuevo están en camino. El
hermano es un poco menos pesado que el amo Joaquín, y la carga es también
más pequeña que esta mañana, pero el cansancio, el calor, y sobre todo la
tremenda sensación de dolor primero, de escozor después, y de casi placer al
final, de aquel artefacto que le han metido en el culo, hace de aquella tarde un
suplicio contado minuto a minuto.

Cuando son las 9.30 de la noche y por fin llegan a la fábrica, las fuerzas la han
abandonado por completo. A terminado la tarde con solo dos o tres latigazos y
más por instinto que por ganas. Ya están las luces de las farolas encendidas y
solo un pequeño resquicio de luz natural se vislumbra en el ambiente, cuando
Guarra es introducida dentro de la nave. Joaquín les espera. Tras charlas un
rato con su hermano y comentarle las incidencias del día y las previsiones para
mañana, se dirige a su animal. La desengancha del carro y cojiendola de la
cadena se dirigen al establo. Cuando entran amarra la cadena a la pared como
la noche anterior y le quita el bozal, las campanillas y el bolo del culo. Es
sencillamente horrible. Se convulsiona del dolor cuando sale el enorme bolo,
pero no se atreve a moverse. No espera recibir ningún latigazo mas esta noche.
Por ultimo le quita los zapatos y atranca el cerrojo del establo. Con avidez se
lanza sobre el cubo con agua y después devora el sucio cuenco donde le han
dejado la papilla. Tiene tanta hambre y tal debilidad que le parece hasta
apetecible. Cuando se acuesta sobre la raída y carrasposa manta, y antes de
cerrar los ojos mira al suelo lleno de paja y comprende por fin que allí es donde
ha de hacer sus necesidades.

La noche parece que va a darle un respiro. Sin embargo los ruidos de fondo en
la fábrica y los gritos y risas de los empleados le deparan nuevas sorpresas.

Cuando salen de la sala entran por un pasillo y después descienden por unas
empinadas escaleras por las que casi cae la esclava. No es fácil caminar con las
manos atadas a la espalda, con altos tacones y tirando del cuello de forma tan
brusca.

Están ahora en una sala oscura iluminada apenas por una pequeña y mortecina
bombilla que el hombre ha encendido al enterar. No hay ventanas, no hay
cuadros, no hay muebles. Solo una reducida jaula de 2 x 2 en la que el amo
intenta hacer entrar a la esclava. Esta se arrodilla y pega su boja a los zapatos
de el suplicante.

-Amo por favor. Os lo suplico. Haré cualquier cosa, pero por favor no me metáis
ahí de esta forma. Necesito desahogarme. Estoy muy caliente, deje que alguien
me folle de verdad.

El hombre la mira sonriendo.

-Ya sé que estas caliente. Y el efecto de lo que has tomado te durara todavía
varios días. Pero tendrás que aprender a controlarte. Tu dormirás, comerás,
mearás y te correrás cuando yo te lo ordene ¿Esta claro?

-Si amo

-¿Cuántas veces te has corrido en la sala

-cuatro

-¿Y que es lo que yo acabo de decirte, puta? ¿Te di yo acaso permiso para que
te corrieras?
-No amo

-Eso lo corregiremos.

De un brusco tirón introduce a la esclava en la jaula y ata la cadena al techo de


la misma, dejando a la mujer de puntillas.

Cuando sale cierra la perta de la jaula con una llave que guarda en su bolsillo
mientras le habla.

-Ya te diré cuando puedes dormir, mear y comer.

Se da la vuelta y abandona la habitación, cerrando la puerta también con llave.

La esclava gira con dificultad la cabeza para ver su nuevo hogar. No hay nada
que ver. Es simplemente un sótano sin ventanas y con una luz mortecina para
alumbrarlo.

Por lo menos ha tenido la deferencia de no apagarla, aunque los segundos


pasan y su estado de ánimo decae por momentos. Es consciente de que no le
va resultar fácil mantener muchas horas esa postura. Además tiene unas ganas
tremendas de orinar. No le importaría hacérselo encima, pero también sabe que
ese le acarrearía nuevos castigos. Y lo peor de todo, no sabe que le han dado,
pero esta tan caliente, tiene tantas ganas de follar, de que la acaricien por
todas partes, de acariciarse ella. Pero es imposible, tiene las manos atadas a la
espalda, colgada del techo de la jaula............quizás si se moviera un
poco...........si la cadena se mueve por los barrotes del techo hacia uno de los
lados. Por fin consigue llegar y cuando esta aquí, saca todo o que puede su
cuerpo y restriega el coño con uno de los barrotes. Es tal su estado de
excitación que comprende rápidamente que no tardara en venirle un orgasmo.
Pero lo tiene prohibido. Para unos segundos y cierra los ojos intentando coger
fuerza. Es inútil, al instante siguiente sus restregones son cada vez más
frenéticos, hasta que consigue un nuevo orgasmo.

Esta operación la repetirá tres veces más a lo largo de la noche.

El último orgasmo lo consigue dándose la vuelta y restregando el barrote por la


raja de su culo. Han pasado ya muchas horas y cuando se corre no puede
aguantar y también se mea encima. Sabe que pagara las consecuencias.

Ha pasado el tiempo. Quizás 2 horas, o 2 días, ya no tiene noción del tiempo.

La puerta del sótano se abre y el amo entra con gesto sonriente.

-Veo que eres muy obediente.-Esta mirando el charco de la orina-supongo que


tampoco te has corrido

-No amo

-Además de puta y desobediente, eres embustera.

Entra en la jaula y desenganchando la cadena del techo, tira de ella sacando a


la esclava de la jaula.
_¿Ves lo que hay en aquella esquina?

La esclava mira hacia donde le ha indicado su amo y comprende su drama. Una


cámara de video la ha estado gravando todo el tiempo.

Tirando de la cadena el amo conduce a su esclava a una pequeña puerta que


estaba oculta en una pared y cuando la traspasan otro sótano les aguarda.

Este sin embargo está iluminado con potentes focos y su mobiliario es varios
armarios cerrados, un poste en el centro y una mesa en una de las esquinas,
hacia la cual se dirigen. Cuando llegan el hombre se sienta en la única silla que
hay.

-Tengo hambre. Sírveme el desayuno. En ese armario encontraras comida.

La mujer se dirige al armario y sirve al hombre un tazón de leche y unos bollos


que encuentra en una bandeja.

Cuando ha terminado de servirle los bollos y en un movimiento casi instintivo,


se arrodilla al lado de la mesa y agacha la cabeza mirando al suelo. Esto lo
aprendió bien en la instrucción que les dieron.

El la mira de reojo y tranquilamente va mojando los bollos en la leche. No tiene


prisa y cuando a terminado se enciende un cigarrillo apurando pausadamente el
humo.

-¿Tienes hambre puta?

-Si amo

Con gesto calculadamente tranquilo, coge el cuenco en el que se ha tomado la


leche y vierte en el un poco más, y lo pone en el suelo a su lado. Ahora coge un
bollo y lo tira al lado del cuenco. Ella levanta ligeramente las cejas y lo mira de
forma suplicante, pero sin moverse de su sitio.

-Come.

Sin dudarlo se acerca de rodillas y agacha la cabeza donde ha caído el bollo y


con ansia y dificultad va comiéndolo. Se acerca también a la leche y apura
hasta la última gota sin levantar la cara.

-Supongo que también querrás mear, guarra.

-Si amo

Vuelve la vista y mira hacia una esquina donde hay un cubo en el suelo. Ella
comprende perfectamente, y tras un atisbo de duda se levanta y se dirige hacia
la esquina.

Cuando llega está a punto de sentarse en el cubo, pero en el último momento


se da la vuelta y mira suplicante.

-Mea. Pero no te sientes.


Se sitúa con las piernas arqueadas encima del recipiente, y descarga
sonoramente su dolorida vejiga.

Cuando termina se levanta y permanece de pie al lado del cubo.

El se acerca despacio mientras habla.

-Creo que estoy siendo demasiado blando contigo. De hecho no creo que
merezcas nada de lo que estoy haciendo por ti esta mañana.

Te dije antes que no tolero ni la desobediencia ni la mentira. Y tu has


incumplido las dos normas. Por supuesto tendré que castigarte.

Dicho y hecho. Cogiendo la cadena que le cuelga del cuello la ata a los tobillos,
y las manos a su vez las ata de una cadena que desengancha del techo. Tira de
esta de forma que la esclava queda con el cuerpo encorvado y las puntas de los
pies apenas rozan el suelo. Se dirige entonces al armario y saca una fina fusta.
El chasquido en el aire hace que la esclava cierre los ojos con pánico. Sabe que
el siguiente restallido será en su cuerpo. Primero fue la espalda, después el
culo, luego las piernas. Los primeros golpes chillo levemente, pero consciente
de que no servía de nada, simplemente se limita al final a encorvar el cuerpo
de la mejor manera posible para encajar los latigazos.

El hombre empieza a sudar y deja de golpearla, dando un paso hacia atrás para
contemplar su obra.

-Creo que por esta mañana lo dejaremos. Además la semana que viene tienes
otra actuación, y no queremos que ese culito se estropee demasiado.

Da una sonora palmada en el trasero y cuando va a darle la segunda, se frena


y le acaricia la entrepierna suavemente.

-Lo que no te va a estropear el culito será esto.

De forma casi repentina se baja los pantalones e introduce al instante su tieso


pene en el culo de la esclava. Sus movimientos son tan violentos que ella no
cae porque la cadena que sujetas sus manos del techo lo impiden.

Cuando por fin consigue mantenerse en equilibrio, acompaña sus movimientos


a los de el.

-Amo

-Sigue moviéndote, puta. Y no hables

-Amo...........necesito correrme.

-Ya lo se. Pero eso te costaría otros cincuenta latigazos. No tienes permiso.

En ese memento saca su pene del culo de la esclava y derrama su semen en el


suelo entre estridentes gemidos.

Ella sigue moviendo su culo aunque el se retira y la mira moviendo la cabeza.


-No tienes remedio. Eres más puta a cada minuto que pasa.

Desengancha la cadena del techo y le habla tajante.

-Quiero el suelo limpio.

Casi deseaba esta orden, porque se tira al suelo y lame con fruición, casi con
apetito, todo el semen derramado.

El se sienta y la mira.

-Ya está bien. Nunca pensé que fueras tan guarra.

Cogiendo la cadena que le cuelga del cuello tira de ella en dirección al otro
sótano, donde la encierra de nuevo en la jaula.

Mientras tanto en la subasta se están produciendo novedades..........

------VIDA ANIMAL 4---------

Poco a poco, y a medida que van acercándose, son mas claras las risas y
comentarios de los empleados de Joaquín. Son 8 hombres encabezados por el
patrón que les habla con tono autoritario.

-Estamos de acuerdo en una cosa. Cada uno de vosotros tiene que conseguir
los objetivos marcados en el día. Si todos, repito todos, lo conseguís, tendréis
derecho a 10 minutos cada uno. Por cada cliente nuevo, puede usar el animal
una noche, y si consigue 4 clientes un mismo mes, puede llevárselo un fin de
semana.

-¿Y si no conseguimos los objetivos? Además a sido usted patrón el que ha


marcado esos objetivos.

-Coño claro, no vais a ser vosotros. Ósea que intento daros un premio,¿y
encima os quejáis? Vale. Seguimos como hasta ahora, vuestra jornada de
trabajo, vuestro horario, y buenas noches, que tengo que cerrar.

-Bueno hombre, no se enfade usted. ¿Nos deja ver al animal por lo menos?

El patrón abre el cerrojo de entrada y desenganchando la cadena de la pared,


saca al asustado animal, situándolo en el centro de sus empleados.

-Bueno entupidos, aquí la tenéis. Vosotros veréis si doblamos o no la


producción.

Con parsimonia, recreándose, sabiendo perfectamente donde sitúa su bestia,


tira de ella hasta el centro de sus empleados. La carne sudada, agotada, con
las señas recientes de los latigazos, se estremece en aquella situación.

-¿Podemos tocarla, patrón?


-Por supuesto, es vuestra si queréis y aceptáis mi propuesta.

Realmente esta espectacular, con aquellos muslos largos, estirados y casi


perfectos, la espalda amplia, lisa, y unas tetas sencillamente espectaculares.
Grandes, voluminosas, pero sin dejar de desentonar con el resto de su cuerpo.

Muchas manos hurgan por todos lo rincones de su cuerpo. Manos ávidas,


hambrientas, deseosas, obscenas.

-Bueno ya esta bien, a ver si vamos a estar aquí toda la noche. ¿Que me decís?

-Yo estoy de acuerdo. Y Yo . Por mi vale. Yo acepto. Vale.

Un murmullo aprobador corrobora las palabras.

-Desde mañana doblamos la producción. Si al final del día lo lográis, tendréis


diez minutos cada uno. Para que veáis que actúo de buena fe, os dejo esta
noche que la probéis. Vosotros mismo controláis el tiempo de cada uno. Sois
ocho, ósea que yo vendré en una hora y veinte minutos. Si no habéis
terminado es vuestro problema.

Diciendo esto entra por la pequeña puerta que da acceso a su vivienda,


dejando a sus empleados discutiendo y a su animal de carga en medio de ellos.

Se elevan las voces poco a poco, hasta casi llegar a la violencia. Finalmente un
hombre corpulento y la cabeza calva, de unos 50 años y con ropa sucia y
maloliente, coge un gran palo y con el da un golpe a un cubo metálico que ha
cogido del suelo. Cuando todos han callado, impone su voz ronca y
amenazadora.

-Ya esta bien joder. Parecéis una panda de cotorras. Lo vamos ha hacer por
edades. Del más viejo al más joven. Como da la extraña casualidad que yo soy
el más viejecito, empiezo yo. ¿Esta claro?

Un moviendo amenazador con el palo no deja lugar a dudas.

-Venga coño. Largaros. No quiero ver aquí a nadie en diez minutos.

No ha terminado la frase y decidido tira de la cadena hacia el establo.

Allí, sin preámbulos, se baja los pantalones y nuevo tirón de la cadena para
dejar la cara de la esclava a la altura de su fláccido miembro.

-Si en 1 minuto no esta tiesa, te comes el palo en vez de la polla.

No es necesario repetirlo. La esclava se aplica de tal manera que el apestoso y


sucio pellejo que le cuelga, se pone en erección rápidamente. Y rápidamente da
un empujón tirándola sin miramientos en el jergón. Con desesperación le da la
vuelta e inserta su estirado miembro en el culo de la hembra. No parece
encontrar una postura cómoda, de manera que tira de las cadenas que unen las
muñecas y los codos de la esclava a la espalda, para que esta levante todo lo
que pueda el culo. Uno y otro intento, y otro más. Ahora por delante.
Definitivamente no es la noche mas afortunada de aquel rustico hombre.
Cuando faltan 3 minutos se levanta y cogiendo la cadena pega la cara de la
esclava a su cuerpo.

-Tienes 3 minutos para que me corra.

No lo ha dicho en tono amenazante, sino más bien como un ruego. Pero ella
sabe las consecuencias de no cumplir lo que se le pide. De manera que se
aplica con todas sus fuerzas en succionar, lamer, acariciar con la lengua, con
los labios, y con toda su entrega aquel asqueroso pellejo. Finalmente traga
unas gotitas anunciando que el hombre ha llegado hasta donde era capaz.

Una bofetada que la hace caer sobre el jergón, pone fin a la estancia de aquel
hombre en el establo. Un trabajador también maduro esperaba en la puerta, y
cuando entra no espera que cambie de postura el animal. Sencillamente se
abalanza sobre ella y la penetra salvajemente con empujones constantes y
repetidos. No dura más de 4 minutos. Cuando sale y llama al siguiente, no
tarda en aparecer un hombre barrigudo, grasiento y maloliente, que trae en la
mano una estirada y fina vara de mimbre. Cuando ve a la esclava sobre el
jergón, boca arriba y con las piernas abiertas, su reacción es inmediata. Con la
vara golpea inmisericorde las tetas primero, el vientre después, y por ultimo los
muslos. La esclava sabe que aquel es su deseo, y por eso se limita a cerrar los
ojos y aguantar en esa postura el dolor. Cuando el hombre se agota tira de la
cadena y la lengua de la esclava hace que el hombre se corra en su boca.
Mientras lo hace, es el culo de la hembra quien recibe la visita contundente de
la vara de mimbre.

Después entro otro hombre, y luego otro, y finalmente el último.

Cuando vio aparecer a su amo y despidió a sus empleados ya solo tenia fuerzas
para levantase y esperarlo cuando volvió al establo.

La mira detenidamente, y sonríe con frialdad.

-Conozco a los animales. Si, conozco muy bien a los animales, y se muy bien
que tu te has corrido esta noche. No puedes entenderme, pero ya te lo haré
saber de otra manera. Si vuelves a correrte sin mi permiso te despellejare viva
y luego te tirare al mar.

Engancha de nuevo la cadena a la pared, y cuando se marcha, el animal queda


tendido, con los ojos cerrados y completamente exhausta. Aquello no es
cansancio, ni agotamiento, es sencillamente que se le van a terminar las
fuerzas de un momento a otro. Seguramente no podrá soportar otro día como
el de hoy.

Pero lo que mas la inquieta, lo que impida que se duerma al momento han sido
las ultimas palabras de su amo. ¿Cómo ha podido adivinar que se ha corrido 3
o 4 veces? Se duerme pensando que es una sucia ramera. Le ha gustado que la
follen, le ha gustado chupar pollas asquerosas, le ha gustado que le pegen.

La sensaciones cuando despierta con los ruidos de la fábrica la mañana


siguiente son casi contradictorios. Esta físicamente muy mal. Siente resentidos
todos los músculos del cuerpo, y el escozor de los latigazos sigue padeciéndolo.
El culo le escuece a rabiar y el coño esta completamente irritado. Sin embargo
hacia más de 3 meses que no disfrutaba de un orgasmo, y anoche tuvo 3, casi
4.

En ese instante le vino como un rayo cortante la amenaza de su amo. Y un


escalofrió recorrió su dolorido cuerpo. Desde luego no pensaba hacerlo más.
Jugarse la vida por un orgasmo no tenia sentido. Esperaría las instrucciones de
su amo. Y por cierto las indicaciones ayer fueron muy claras sobre sus
necesidades fisiológicas. Sin pensarlo se levanta y se sitúa encima de la paja, y
aquí, sin miradas indiscretas, desocupa completamente su organismo.

Un buen rato después se presenta en el establo un joven de 18 años


aproximadamente. Primero se queda en la puerta observando detenidamente al
animal, que ha vuelto a tumbarse sobre el jergón. Reacciona al escuchar la voz
del patrón, que se dirige a el desde el centro de la nave.

-Date prisa que no tenemos todo el día. Ya sabes lo que tienes que hacer.
Primero limpias la paja y pones otra limpia. Después lavas al animal, y luego lo
enganchas al carro. Pero rápido joder.

El joven coge una espuerta de la puerta del establo, y con una pala quita la
paja donde la esclava había orinado y defecado un rato antes. Parece
ensimismado, como estando en otro mundo, sin dejar ni por un momento de
mirar al animal. Cuando coge la manguera y da presión para que salga el agua
helada, la esclava entiende que ha de ponerse en pie y lo hace rápidamente.

La cara del joven sigue cambiando al ver el agua fresca como empapa los
cortos cabellos morenos y el animal abre la boca intentando tragar el máximo
de agua posible, observando como es la propia esclava la que va dando la
vuelta para refrescar primero los verdugones sobre la espalda y el culo, y
después el liquido refrescante moja las tetas y el enrojecido coño. En un buen
rato el chaval no reacciona, esta como en un estado catatonico, limitándose a
sujetar la manguera y observar como aquel cuerpo espectacular esta
empapado, reluciente y vibrante por la sensación de frescor.

-¿Te queda mucho?.

-No. Ya estoy terminando Papa.

Pero no es tan fácil para el joven terminar rápido cuando coge una esponja
empapada en jabón y con ella restriega suave y con delicadeza todo el cuerpo
del animal. Sus ojos se trasponen, y seguramente algún liquido viscoso
también sale de su cuerpo, cuando se entretiene meticulosamente en limpiar el
culo y el coño de la esclava, que también tiembla ostensiblemente cuando el
joven roza con sus dedos el empapado y excitado cuerpo, especialmente las
partes más intimas, que ella se ocupa de exponer lo máximo que le es posible.

Tiene que ser desde luego un chico muy sensible ya que el mismo se arrodilla
para ponerle los zapatos, al igual que el bozal, que apenas a quedado apretado.
Cuando el joven coge las campanillas y ella arquea las piernas dejando ver sus
labios enrojecidos e inflamados, se acerca con sumo cuidado, como si fuese una
operación de cirugía. Sus ojos vuelven a trasponerse cuando roza con la punta
de los dedos la delicada y sensible carne. El estremecimiento de ella es en esta
ocasión de resignación. Hace un rato que intenta evitar excitarse en exceso. El
agua fresca, el jabón, los roces del joven, la están excitando de una forma muy
peligrosa, y tiene la certeza absoluta que su amo notaria cualquier actividad
sexual por su parte.

La voz del patrón suena en esta ocasión contundente. Viene hacia el establo
bastante enfadado.

-Venga coño, Joaquín, que no tenemos toda la mañana. A ver, ¿que te queda?

El joven sale colorado y con las manos tapándose la entrepierna cuando su


padre entra en el establo. Sin demasiados miramientos coge el enorme bolo y
tirando de la cadena hace que la esclava se incline hacia delante. Con dos
movimientos rotundos el culo de la esclava queda sellado y la cola de pelo de
caballo en su sitio. Desengancha la cadena y en pocos segundos el animal tiene
atado el corsé a la cintura y el carro enganchado en el. Nueva jornada que
empieza a la misma hora del día anterior.

El trabajo es el mismo, la carga es mas o menos la misma, la comida es la


misma y a la misma hora, los latigazos son los mismos y con el mismo látigo.
Solo cambia el itinerario y su intriga sobre un par de detalles curiosos: El
primero es que se paran prácticamente en todos los bares por los que pasan, y
el segundo es que hasta el momento no se han cruzado con ninguna otra bestia
de su especie. A ambas cuestiones encuentra respuesta sobre el medio día,
cuando están a punto de terminar. Esta amarrada precisamente a la puerta de
un bar, cuando vuelve la cabeza atraída por el sonido diferente de dos
campanitas muy finas. Se trata en efecto de dos campanas que cuelgan de dos
grandes anillas insertadas en los pezones de una esclava. Se trata de una
hembra madura, seguramente esta punto de cumplir los 33 o 34 años, pero con
una complexión atlética. Todo en ella es puro músculo. Su vestimenta, como la
de cualquier bestia, es nula, tampoco lleva zapatos, sino unas botas de tacón
que le llegan ala altura de las rodillas, y a diferencia de guarra no tira de
ningún carro. Su carga son dos alforjas que están colgadas sobre un madero
ancho y largo, en cuyo centro se ha hecho un hueco para que introduzca la
cabeza el animal, y en los extremos dos huecos por donde entran las muñecas.
Con el cuello y los hombros se soporta el peso de las alforjas y con los brazos
se equilibra. Todo el borde del madero, de unos 2 metros mas o menos, esta
forrado con acero, al igual que el hueco del cuello y las muñecas, que cierra con
remaches. También sorprende a Guarra que apenas lleva restricciones. Ni
cadenas para los pies, ni bolo en el culo, ni campanillas en el clítoris, debe
tener mucha confianza el amo en aquel animal, porque no teme que se le
escape. Bueno confianza hasta cierto punto, porque cuando entra al bar saca
de su bolsillo una fina cadena de acero, y con ella engancha las anillas del
clítoris de su animal a la misma argolla en la que estaba amarrada Guarra.
Cuando las dos se miran, una especie de atracción surge entre ellas.

Al principio se observan de reojo, intentando disimular, pero al final lo hacen


abiertamente, observándose la una a la otra. Ha pasado un rato cuando Guarra
queda aun más sorprendida. Su compañera le esta hablando. No se había fijado
en que el bozal que lleva su compañera, a diferencia del que ella lleva, no tiene
bolo interior, y por tanto la boca queda libre

-No me mires mientras te hablo. Disimula. Si no me miras no se va enterar


nadie. Este bozal me tapa la boca y no se enterarán. Si me cogen hablando mi
amo ya me ha dicho que me cortara la lengua, y te aseguro que lo hace.
Las dos siguen de cara a la pared y mirando fijamente a ella.

-Tú eres nueva en pueblo ¿Verdad? A perdona, no me había dado cuenta que
llevas un bozal con bolo. Que incómodos son. Bueno no te preocupes, yo
hablare. Supongo que te ha comprado el repartidor de piensos. Me da pena
porque tiene que ser un trabajo duro tirar del carro todo el día. En fin cada una
con lo que le toca. Yo pertenecía precisamente al dueño de este bar hasta que
decidió que ya no le servia, y me vendió a mi amo actual. No es malo sabes,
me trata bien en general, como ves no lleva látigo. Dice que no le gustan.
Cuando me merezco algún castigo prefiere que corra, o que suba cuestas, en
fin le encanta el deporte. Se nota por mi cuerpo ¿Verdad? Lo que peor llevo es
la carga. Cuando nos toca transportar algo ligero va bien, pero le temo sobre
todo a las obras, todo el día acarreando escombros, y ladrillos, y cemento.
Termino muerta. Además es muy tacaño, porque me alquila a cualquiera y para
que transporte cualquier cosa. Hoy sin embargo ha sido un día tranquilo. Toda
la mañana repartiendo golosinas por los colegios. Me parece que ya hemos
terminado, y me parece que lo he hecho bien, así que esta tarde no espero
ningún castigo.

Parece que al unísono las dos miran al suelo y el silencio, solo roto por las risas
y comentarios de los transeúntes y clientes del bar, se apodera del lugar.

-¿Hace mucho tiempo que eres bestia de carga? Por lo que veo no mucho. O tu
amo es bastante estricto. No te preocupes, los verdugones de la espalda
siempre terminan por quitarse, y al trabajo y las restricciones casi terminas
acostumbrándote. Yo hace ya casi 2 años que soy la bestia de este amo, y
cuando me compro y me inserto este artefacto que llevo al cuello pensé
morirme. Como ves no tiene apertura, así que lo llevo siempre. No te
acostumbras, pero terminas soportándolo. Veras como tu terminas haciéndote
a la idea de que las cadenas de los pies y las manos, y de los codos, y el bozal,
y las campanillas, incluso el bolo en el culo, no son tan terribles.

No ha terminado la frase cuando abre las piernas, y un abundante chorro indica


que esta orinando a pleno gusto, justo cuando dos señoras entran en una
tienda de corsetería, justo al lado de donde están ellas.

-Dios mío, que asquerosidad de animales. No entiendo como permite esto el


ayuntamiento. Pero la culpa no es de ellas, es de sus amos, que no las
enseñan.

En la cara de Guarra se ha dibujado un rictus de terror que su compañera capta


al instante.

-¿Que te pasa? Se te ha puesto mala cara. Seguramente tu también tienes


gana de orinar y tu amo no te deja. Tienes suerte. El mío sin embargo lo que
no consiente es que lo haga en el corral, por tanto yo tengo que hacerlo en la
calle, donde me vengan las ganas.

Han pasado 20 minutos y el sol aplasta el calor contra todo lo que encuentra.
Las dos esclavas sudan copiosamente, deseando que la estancia de sus amos
no se prolongue demasiado en el bar.

-Seguramente te estarás preguntando porque tiene tantos clientes con bares tu


amo. Es porque se ha puesto de moda desde hace unos años tener varias
esclavas en los bares para las más diversas tareas. En este concretamente
éramos 5, pero no hay un número fijo. Cuanto más lujoso y elegante es el bar,
más servicios ofrece. Te aseguro que es una de las tareas más duras y crueles
que le puede tocar a una esclava. Ojala nunca te compren para un bar. Bueno,
y ojala que a mi tampoco, no me gustaría tener que pasar otra vez por lo
mismo. Yo era una de las putas de la barra. Nos tenían a otra compañera y a
mi enganchadas con una cadena al cuello y a una larga barra que iba por
encima del mostrador. Por supuesto íbamos completamente desnudas y
nuestras manos trabadas por encima de la cabeza y juntas detrás del cuello.
Para que mantuviésemos las piernas abiertas, una barra trababa y al mismo
tiempo separaba nuestros pies. Eso si, el dueño nos ponía medias con ligeros y
unos tacones altísimos. No podíamos estar en un mismo sitio a no ser que un
cliente nos retuviese. Ahí nos tenías a las dos barra para un lado, luego para
otro, y así horas y horas. En mi vida pensé que pudieran manosearme y
tocarme tanto. Entraron en aquella época tantos dedos en mi culo, mi coño, mi
boca, me sobaron tanto, que ya casi no lo sentía. En realidad éramos el premio
por consumir un determinado número de copas. Si algún cliente llegaba al
límite, el dueño sacaba la llave de la cadena y en un cuartucho que había al
lado de los lavabos el cliente tenia 10 minutos para desahogarse con nosotras.
A mi llegaron a follarme, o a darme por culo, o a ...........bueno lo que les
apetecía, en un mismo día mas de 60 veces. Recuerdo que terminaba con el
coño y el culo tan doloridos que apenas podía andar. Bueno, y casi éramos la
envidia de la infeliz que había a la entrada del bar. Se pasaba el día arrodillada
y con las pierna abiertas sobre un taburete. Tenía las manos encadenadas a la
espalda, y su vestuario era el mismo que el nuestro. Su trabajo consistía en
limpiar el calzado de los clientes. Era gratis, y muy pocos se privaban del placer
de ver a una esclava como se inclinaba hasta hacer auténticos equilibrios para
no caer, mientras lamía con la lengua asta que el cliente quería. Yo llegue a ver
como entraban clientes con las botas llenas de polvo, de barro, incluso de
mierda, y cuando había terminado y lamido a conciencia, estaban relucientes.
Pero lo peor de todo, y lo que temíamos todas, era el cuarto de baño.

Un silencio absoluto parece apoderarse de la calle. Son casi las tres, y el sol
esta reinando con todo su poderío. Nadie quiere arriesgarse enfrentándose a el.

Sobre las espaldas de las dos esclavas parece sin embargo que se ha ensañado.
Sus pieles brillan coloreadas y sudorosas. Sus movimientos cortos y la agitación
indica que la situación es insoportable.

-Si tardan en salir nos cocemos aquí. Te estaba contando lo del bar......bueno
pues el cuarto de baño era el castigo que nos ponía nuestro amo si hacíamos
algo mal. Yo estuve muchas veces, y era terrible. Imagina un sucio, viejo, y
desgastado cuarto de baño de un bar de mala muerte cualquiera. Ahora
imagina a dos esclavas desnudas y encadenadas por el cuello al lado de los
retretes. Sus manos están trabadas a su nuca por encima de la cabeza al collar
metálico que une la cadena con la pared. Permanecen de rodillas y con las
piernas abiertas, y cuando algún cliente entra su misión es abrir la boca
ofreciéndola como water. Muy pocos clientes se resisten a ver como la esclava
bebe sin poder derramar ni una gota toda su orina. Bueno, su orina o su
semen, porque lo mas normal es que una vez que había meado y tu te habías
tragado todo su liquido, le apeteciese que se la chuparas. Tu labor entonces era
que se corriese lo más rápido posible, por si entraba otro cliente que no te
cogiese ocupada. Algunas veces entraba algún borracho, o algún despistado, y
entraba directamente al water. Esto casi era peor. Teníamos que tenerlo todo
limpio como un crisol, porque el amo entraba por sorpresa en cualquier
momento, y no creas que disponíamos de fregonas o estropajos. Sencillamente
había que aplicarse con la lengua recogiendo cada gota que se había
derramado. Daba igual que fuera en la tapa del water o en el suelo. Nos
pasábamos el día lamiendo suelos y tapas de water, o tragando orina y semen.

El horror se refleja en la expresión de Guarra, que sigue agitándose inquieta. Lo


que le acaba de contar su compañera es sencillamente espeluznante. No quiere
imaginar lo duro que tiene que ser esta vida, entre otras cosas, porque mañana
le puede tocar a ella. Solo la idea le da vértigo, y entre el sol, el cansancio y la
imaginación desbordada, la hace casi perder el equilibrio.

Tiene la suficiente sangre fría como para no desmayarse en ese momento.

Y no puede dejar de acordarse, precisamente en estas circunstancias, de su


vida en la casa del antiguo amo. Solo se añora aquello que no se tiene. Una
vida placentera, aburrida, sin complicaciones. Pero todos estamos sujetos a la
fuerza desconocida del destino, y el muy puñetero había querido dejar en la
ruina al amo D. Andrés, y con el empujar al abismo a todos sus esclavos. No
pudo evitar recordar con añoranza a sus compañeras en la finca del antiguo
amo ¿Que habría sido de ellas, habrían corrido su misma suerte, o quizás les
había ido mejor?

VIDA ANIMAL 5

Aquella noche, como casi todas las noches, una vez terminado su trabajo, se
ocupo de satisfacer a los empleados del patrón. No siempre acudían todos, y en
concreto en ese momento, 5 hombrees esperaban sentados tranquilamente a
las puertas de la fabrica. El patrón entro, amarro su animal en el establo, le
quito el bozal, y le hecho de comer. A continuación se dirigió al interior de su
fabrica, donde comprobó meticulosamente que sus empleados cumplían el
pacto que habían hecho 7 meses antes, y por el cual, si doblaban la producción,
tenían derecho a usar al animal de tiro de su jefe.

Todo estaba perfecto. Sus previsiones eran acertadas. En poco más de medio
año había conseguido casi doblar la producción, y los clientes no paraban de
crecer. De hecho ya se había acercado a la oficina de desempleados para
contratar a 4 operarios más, y quedado para el Viernes con un granjero. Si la
oferta era buena, le compraría dos animales que ayudasen al que ya tenia.

Mientras el amo hacia las comprobaciones de rigor, la esclava se apresuro a


beber y comer todo lo que encontró en su establo. Siempre llegaba sedienta y
agotada. Sin embargo sabía bien que todavía le quedaba un último trabajo. Ya
se había acostumbrado a muchas cosas, por ejemplo conocía a la perfección los
gustos de los ocho empleados, y casi siempre acertaba para hacerles que les
resultase agradable y corto su paso por el establo. El primero que entro aquella
noche fue Julián, el técnico de electricidad y encargado del mantenimiento de
las maquinas en general. Le gustaba que le hiciese una rápida mamada, para
fallársela después por el culo. No le duro ni 10 minutos. Entro entonces Jaime,
o Jaime como le llamaban todos, el encargado en quien el patrón confiaba. Ya
sabía la esclava lo que le esperaba. Doblo la espalda y saco el culo todo lo que
pudo. Los latigazos de D. Jaime no eran nada comparados con los que recibía a
lo largo del día, así que tampoco le martirizaban demasiado. Siempre sobre los
20 azotes tenia que darse la vuelta para que la penetrara, y casi siempre
también tenia que lamerle los testículos para que pudiera correrse aquel
sesentón. Cuando entraron Justino y Javier, tampoco se sorprendió. Les
gustaba hacerlo juntos. Era fácil y sin complicaciones, uno por el culo y otro por
el coño. Estaban tan bien compenetrados que se corrían al mismo tiempo.
Terminó Justino, otro peón joven y nuevo en la fábrica. A este si que le temía la
esclava. Era joven, fuerte, resistente, y tremendamente atractivo. Le gustaba
empezar lamiéndole los anillados pezones. Se desplazaba entonces lentamente
con su lengua hasta su clítoris, donde se recreaba quitándole con una suavidad
infinita las campanillas, lamiéndole entonces los hinchados y chorreantes labios
vaginales. Y no tenia prisa, se recreaba observando y saboreando los espasmos
de la hembra. La penetraba entonces con una maestría seguramente impropia
de su edad. Por lo demás su pene era enorme, y grande, y tieso, siempre tieso.
Terminaba sonriendo cuando se corría y veía los ojos en blanco y los espasmos
de impotencia de la esclava. Savia perfectamente que ella no podía correrse.
De hecho lo primero que hacia el patrón en cuanto los empleados se iban y
cerraba la puerta, era pasar por el establo, observar detenidamente a su
animal, comprobar con sus dedos la lubricación del coño de la bestia, y olerlo
finalmente. Nunca se equivocaba. Sabía perfectamente si su animal se había
corrido o no, y si lo había hecho era capaz también de adivinar el lugar y la
hora exacta. Solo le ocurrió un par de veces, involuntariamente por supuesto, y
ambas fueron terribles. Una fue a los dos meses más o menos. Estaban
repartiendo una mañana, y su amo entró a un bar a dejar un pedido. Era un día
de mucho calor, y salió al momento con un cuenco lleno de agua. Lo deposito a
su lado y volvió a entrar. Ella se arrodillo, inclino la cabeza y se puso a beber
con todas sus ganas. No vio llegar a dos hombres jóvenes y con trajes
desaliñados, que seguramente se recogían de alguna fiesta. Cuando pasaron
por la acera y vieron a la esclava arrodillada bebiendo agua, se acercaron y
primero con bromas y después más envalentonados, no tuvieron otra
ocurrencia que coger un palo largo, y encajar un enorme consolador que traían
de su fiesta. La situación de la esclava no era muy airosa. Por un lado no se
atrevía a moverse por miedo a contrariar a aquellos jóvenes, y por otro temía
lo que finalmente ocurrió. Decidió estarse quieta y aguantar hasta que no pudo
más. Hacia más de tres meses que no tenía un orgasmo, y aquello la supero
por completo. Se corrió como una guarra en medio de la calle, con un
consolador metido en el coño por dos desconocidos, y a la vista de la gente que
pasaba y no dejaba de criticar y hacer aspavientos. Allí estaba ella
completamente desnuda y encadenada a un carro en medio de la calle, y
corriéndose sin poder remediarlo. Cuando salio su amo media hora más tarde y
se acerco a ella, solo le dio un tirón a la cadena bruscamente y con unas
palabras la sentencio.

-Te arrepentirás de esto guarra. Haces honor a tu nombre. Si no permito que


mis animales se cagen y se meen en la calle, mucho menos voy a permitir que
se corran delante de la gente.

Aquella noche cuando llegaron al establo le puso la comida, pero no el agua.


Ella pensó que era un olvido. Pero al día siguiente tampoco pudo beber nada, y
cuando al tercer día le dio agua, estaba ya al borde de la deshidratación. Nunca
pensó que la sed fuese tan horrible.

El segundo incidente le ocurrió casi justo tres meses después. Acababa de


contratar al chico nuevo y la primera vez que desplegó todos los encantos que
poseía con Guarra, ella no pudo soportar las acometidas de aquel enorme
miembro, y se corrió desesperadamente. Aquella misma noche su amo nada
más acariciarle el coño noto algo raro, y cuando lo olio, su semblante cambio.
Al igual que cambio el de ella. Sabia que aquello era demasiado.

Al día siguiente, cuando su amo la saco del corral como siempre, no le


sorprendió nada lo que le paso. Además de lo habitual, el bozal, el bolo en el
culo con la cola de caballo, y las campanillas colgándole del coño, abrió un
pequeño frasco, se puso unos guantes de goma, y untándose los dedos,
restregó con el todo el contorno del depilado sexo, e introdujo los dedos todo lo
que pudo con aquella sustancia pegajosa. No sintió nada. En un principio pensó
que se trataría de alguna sustancia urticante, pero termino por creer que
simplemente podía ser un antibiótico externo para evitar que cogiera
infecciones. Lo que ella no pudo ver es que en el pienso que preparaba para
que comiese aquel día, además de los habituales anticonceptivos y antibióticos
añadía unas gotitas de un frasco señalado como muy peligroso en la tapa del
envase.

Nada más comenzar aquella jornada ya empezó a sentirse rara. No era mal,
pues estaba perfectamente, incluso con más fuerza se diría, sino una sensación
que no sabia lo que era, pero que empezaba a incomodarla. Y fue en aumento
a lo largo de la mañana. Cuando pararon al medio día y le preparo la comida el
amo, ya aquel estado de agitación era total. Pensó que serian nervios, o
ansiedad, o cualquier cosa que se pasaría con la comida. Pero cuando había
pasado una hora, y volvió a tirar del carro, ya sabia lo que le pasaba. En una
ocasión hacia ya tiempo le aplicaron aquellos productos, y fue terrible mientras
duró. Sencillamente su amo la estaba estimulando sexualmente de forma
artificial. Primero a través de la piel, y después a través de la comida con un
potente afrodisíaco del que se aconsejaba no utilizar mas de dos gotas cada
tres días. Su amo puso 5 gotas.

A media tarde ya no aguantaba más. No paraba de moverse, de restregar las


piernas, de mover el culo intentando que el bolo la estimulase. Y todo termino
cuando intento en una de las paradas, mientras su amo entregaba el pedido,
acercar el coño a un saliente del muro de la pared. Seguramente él lo estaba
esperando. La dejo empezar, y se acerco sin que ella lo viese. El látigo, que
desde el día del incidente con los jóvenes era diferente, sonó en el aire justo
antes de sonar en su espalda, rematando la punta en uno de los anillados
pezones. Aquel látigo era de fibra de cristal. Duro, resistente, pero
tremendamente flexible. Lo probaba diariamente, y la sensación era la de una
brasa ardiendo que te penetra en la carne. No dejaba mucha marca exterior, y
además cicatrizaba rápidamente si se producía herida. Pero aquel latigazo fue
diferente, premeditado, realizado con una fuerza y un impulso que solo es
capaz de producir la ira tremenda que su amo sentía. Quedo con los ojos en
blanco, sin respiración, y pensando que acababan de rajar la espalda por la
mitad. En unos segundos no fue capaz de moverse. Que fue justo el tiempo que
tardo su amo en coger nuevo impulso. Esta vez fue la parte alta de los glúteos.
Fue como si se sentara en brasas ardientes. Del segundo latigazo brotaron
algunas gotas de sangre. Su cuerpo se convulsiono de tal forma que casi
termina sin sentido en el suelo.

El amo se acerco, y cogiendola del collar, la alzo para que mirase hacia arriba,
y evitar que cayese. Le hablo muy flojito, casi con cortesía.

-No puedes correrte sin mi permiso. Creía que quedo claro la última vez que te
lo dije. Igual no me entendiste bien. Bueno, espero que esta vez quede claro.
Seguramente estarás muy caliente, tremendamente cachonda, pero eso no
cambia nada. El efecto de lo que te he dado durara una semana. No te
preocupes, yo te ayudare a superarla. Cada vez que intentes correrte, como
has hecho ahora, probaras este precioso latigo. Y si alguna vez lo consigues, te
arrepentirás tanto, que desearas no haber nacido.

Aquella noche, cuando los obreros la estuvieron utilizando, pensó en varias


ocasiones que todo estaba acabado, que no reisitiria. Gozo con los 4 que
acudieron. Le gusto el viejo al que no se le ponía tiesa, casi se pierde con los
dos que se la follaron por el culo, y pensó que no aguantaría cuando el
ayudante del patrón se corría azotándola mientras ella se la chupaba y tragaba
su esperma. Era realmente un autentico suplicio querer, estar a punto, pensar
que llegas a un orgasmo maravilloso, y tener siempre que reprimirte, que
volver, no poder llegar nunca a la fuente que tienes frente a ti, teniendo una
sed abrasadora. Pero resistió, igual que resistió toda la noche. No pudo dormir,
ni a la siguiente noche tampoco, ni a la siguiente, solo la cuarta noche de puro
agotamiento pudo relajarse. Fue seguramente la peor semana desde que llego
a la fábrica.

Pero no todo fueron malos momentos. Una tarde, después de dejarla en el


establo, escucho una conversación entre su amo y el hermano que la llenó de
ilusión.

-¿Y no sabes cuanto te pide por las dos?

-Tenemos que verlo. Lo que si me han dicho es que quiere deshacerse de ellas,
que no le sirven para la granja. Creo que son demasiado finas.

-Joder entonces a nosotros tampoco nos sirven. Si son tan delgadas no


aguantaran el trabajo

-No, finas de refinadas, no de gordura .No se. Sin ver el género no puedo
decirte. Mañana te diré.

Sabia que no podrían hablar, ni apenas comunicarse, pero siempre era mejor
trabajar con alguien que estar sola.

Las sorpresas agradables continuaron la noche siguiente. Cuando llego del


trabajo no solo encontró a dos compañeras en su establo, sino que además se
trataba de las otras dos esclavas que había en la casa de D. Andrés. Tenían
buen aspecto, casi como ella las recordaba. Parecía que les había ido bien. Lo
que no entendía es porque estaban allí, si parecían jóvenes y fuertes, y la cara
de asombro y pánico que pusieron cuando la vieron entrar y el amo amarro su
cadena a la pared. Por supuesto lo primero que izo fue beber agua y comer la
ración del cuenco. Esto no le impidió escuchar a su amo y al hermano.

-Al final as cedido.

-Que coño he cedido, si era un a ganga. Resulta que este individuo era el
antiguo capataz del amo de estas dos esclavas. Bueno, pues se las compro más
por compromiso que por necesidad. Por lo visto se dedica a cultivar no se que
fruta tropical en invernaderos. Total, que necesita animales con una fuerza
física especial, hembras de cierta edad y con un físico mucho más resistente,
además de especialización especial. Estaba el tío loco por venderlas.

-¿Y cuanto?

-Si te lo digo no te lo crees. Adivínalo.

-15.000

-Hombre tampoco te pases. Son jóvenes, ya las has visto. Me las ha dejado en
45.000 las dos. Justo lo que él pago por ellas hace casi un año.

-Yo no lo veo tanta ganga.

-Si se adaptan al trabajo, y más les vale adaptarse, seguro que damos el dinero
por bien empleado.

-¿Tu las ves como animales de tiro?

-No se, a mi la primera impresión me a resultado positiva. Mañana las


examinare más a fondo y te lo asegurare. Pero creo que si, que servirán.

-Oye los obreros están esperando.

-¿Cuántos hay esta noche?

-Me parece que 6.

-Diles que tenemos bestias nuevas y tenemos prisa, que abrevien. Por supuesto
a las nuevas ni mirarlas hasta que yo lo diga.

La expresión de miedo, de autentico pánico, fue en aumento a medida que


veían entrar a los obreros y utilizaban a su antojo a aquella desdichada que una
vez fue compañera suya casi les dio mas pánico comprobar como ella
colaboraba con todas sus ganas, como si disfrutase cuando la follaban dos
hombres a la vez, o le chupaba la fláccida polla a un anciano mientras este le
azotaba, o sencillamente lamía el culo de un obrero sudado, mientras este se
recreaba viendo las caras de pánico de las nuevas.

Cuando se apagaron las luces, el amo cerró el candado del corral, y se fue a su
casa, Guarra se sentó y observo por fin detenidamente a las dos compañeras
que compartían con ella establo. Definitivamente pensó que habían corrido
mejor suerte que ella. Se las veía bien, seguían gozando de una belleza
espectacular, y sus cuerpos no habían perdido ni un ápice de aquella irresistible
y salvaje lujuria que una vez tanto gusto a su antiguo amo. Le gusto verlas allí,
completamente desnudas, con las manos esposadas hacia delante y un collar
de cuero sujetándolas a la pared. Ninguna de las dos se atrevía a sentarse,
evidentemente el pánico seguía siendo su mayor compañero.

Los ojos empezaron a acostumbrarse a la penumbra y esto parece que ayudó a


dulcificar un poco la tensión. Las dos se sentaron lentamente, y por fin una de
ellas se atrevió a hablar. Era Puta, la que un día fue una de las favoritas del que
hoy era seguramente el hombre más rico de la isla.
-Esto es una pesadilla.

Nuevo espeso silencio. Y de nuevo es la misma quien habla. No se dirige a


nadie en concreto, más bien esta reflexionando para ella misma, con la mirada
perdida en ninguna parte.

-Esto es una autentica pesadilla. No pude ser verdad. Si esta es la vida que nos
espera, prefiero cualquier cosa antes que este infierno.

Su compañera la mira, también con terror en la mirada, y tras un momento de


indecisión comenta.

-No creo que puedas decidir.

-¿Pero que te han hecho? ¿Tú te has visto?

Silencio absoluto.

-Algo le pasa, seguramente le han hecho algo para que no pueda hablar.

-No me han hecho nada, pero esta prohibido hablar.

-Bueno, si esta prohibido ahora no nos oye nadie.

-Tú no conoces al nuevo amo

-Lo dices como si lo supiera y lo adivinara todo.

-Ya veras con el tiempo.

-Bueno, por lo menos dinos algo. No te imaginas el aspecto que tienes.

-Estoy muy mal verdad?

-No, estas espectacular, físicamente estas bien, me refiero a todas esas cosas
que llevas puestas.

-Te refieres a las restricciones. Mas os vale acostumbraros cuanto antes a ellas,
porque seguro formaran parte de vuestro cuerpo a partir de ahora. Como veis
ni el collar de metal, ni los grilletes de los pies, ni los de las manos y los codos,
ni por supuesto las anillas de los pezones, el clítoris, la nariz y la lengua se
pueden quitar. Cuando me los pusieron se remacharon de forma permanente.
Yo ya casi estoy acostumbrada después de tantos meses, es como si no tuviera
manos, y en cuanto a andar con las cadenas, bueno terminas dando el paso
justo para no caerte. Y las anillas, bueno, están puestas para que el amo las
utilice cuando quiera.

-Pero y las cadenas de los codos, todo el día con las tetas sacadas hacia fuera.

-Si, duelen mucho al principio los hombros, pero al final no notas nada. Ya os
digo, no es eso precisamente lo peor.

-Ya imagino. Lo peor es tirar del carro. ¿Es muy pesado?


-No. Bueno a mí ya no me lo parece.

-Oye antes e visto que hacías tus necesidades en esa paja, es un poco guarro,
no te parece?

-Si, y hacerlo en medio de la calle también.

-¿Como en medio de la calle?

-Si, la mayoría de los animales lo hacen donde les viene las ganas, pero
nuestro amo eso no lo permite, así que primera lección, no lo hagáis nunca en
la calle.

-Perdona antes has dicho animales.

-Si, he dicho animales. Tú eras hasta ahora una esclava, desde este momento
ya no eres ni eso, eres sencillamente un animal de carga, y te trataran como
tal.

-¿Qué uniforme te ponen para salir a la calle?

La esclava sonríe de forma irónica y mira con simpatía a sus dos compañeras.

-No me estáis escuchando verdad? Cuando antes he dicho que somos bestias
de carga, he querido decir exactamente eso. ¿Tú has visto alguna vez a un
animal de tiro con uniforme? Bueno pues este que ves es mi uniforme.

-Quieres decir que vas desnuda por la calle?

-Yo hace ya años que no se lo que es una prenda de vestir. Si. Voy desnuda,
mis únicas prendas de vestir son los cencerros que el amo me pone, y el latigo
cuando decide usarlo. Y os diré que no termino de superarlo. No puedo dejar de
sentirme avergonzada, vejada, tremendamente humillada cada vez que
pasamos por una calle llena de gente y el amo decide que caminemos al trote
para que suenen con fuerza mis cencerros, o utiliza el latigo para llamar la
atención.

Nuevo y espeso silencio.

-La comida es buena supongo, porque a ti te veo con buen aspecto.

-Esto es una fabrica de piensos para animales como nosotras. Me dan de comer
dos veces al día. Una a media mañana, y otra por la noche. Es una especie de
papilla con un sabor......bueno yo ya no se a lo que sabe, porque es lo único
que comemos las bestias. Si te puedo decir que cuando lo fabrican utilizan
cereales como base, añadiéndole complejos vitamínicos, varias medicinas como
antibióticos, antiparásitos, además de anticonceptivos para no quedarte
preñada, ya habéis visto antes que pueden usarte los obreros de la fábrica.

-De eso quería hablarte. Son un poco salvajes verdad ? Pero tiene sus ventajas,
porque tú no pasas necesidad de sexo. Nosotras llevamos casi tres semanas sin
nada.
-Que equivocada estas. Ya te darás cuenta que esta total y absolutamente
prohibido tener un orgasmo sin el consentimiento previo del amo. Y ese
permiso no lo tendrás nunca, yo por lo menos en todos estos meses no......

-O sea que llevas meses enteros sin correrte.

-No, ese fue mi error, que en dos ocasiones no pude aguantar, y en una casi
me cuesta la vida, y en la otra......en fin de la otra ya os hablare. Esto es muy
serio, el amo tiene un sexto sentido que detecta, supongo que por el olor, o el
sabor, o no se que puta mierda de cosa, cuando te has corrido, y os lo hará
pagar caro. Os cueste lo que os cueste, no lo hagáis.

-No me digas que tu esta noche, después de follarte a seis tíos no as gozado
nada.

-Si, como una loca, pero sin llegar al orgasmo de ninguna manera.

-Y esto sucede todas las noches.

-Si. Bueno a veces vienen 2, otras 4, incluso otras ninguno. Pero lo dices como
si fuera algo maravilloso. Estas muy equivocada. Esta es la peor tortura de
todas. Imagina que vas a tener 6 orgasmos en media hora, y tienes que
voluntariamente renunciar a ellos. Y lo peor no es esto, algunos fines de
semana o algún puente, el amo me presta para que los empleados me lleven
con ellos. Aquí puede suceder de todo, y ocurrirte las cosas mas insospechadas.
Algunos me utilizan simplemente para hincharse de follar el fin de semana.
Entramos en su piso el viernes por la tarde, me ata la cadena a la pata de la
cama, y me folla hasta que no puede más. Me desengancha el Lunes por la
mañana temprano, y de vuelta a la fábrica. Otros, que suelen ser los casados,
me llevan a su casa para que goce también su mujer. Se montan entonces
unos tríos tremendos. Ese fin de semana me lo paso chupándole el coño a la
señora. Y no se, los que más miedo me dan son los de los más viejos. El ultimo
fin de semana me llevaron a un chalet a la afueras, todo fue bien hasta el
Domingo, que se presento con un pony. Bueno pues hasta que el pony no me
monto, no se quedaron satisfechos. No, no pongáis esa cara, lo peor fue
cuando tuve que lamer la leche que el pony derramó por el suelo, y luego la
que derramaron los dos amigos cuando se las tuve que chupar a los dos a la
vez. Tampoco es nada inusual que me lleven a casa de alguno y allí se monten
unas orgías de 15 o 20 hombres, a los que tengo que satisfacer naturalmente.
¿Y sabéis lo peor? Lo peor es que estoy todo el santo día caliente como una
perra, sabiendo que no podré saciarme nunca. Es, os lo aseguro, mi peor
pesadilla.

Junta las piernas, las restriega enérgicamente, y deja los ojos en blanco, para
continuar hablando después.

- Bueno, contarme vosotras, quien os compro finalmente?

-Estuvimos todo el tiempo con el antiguo capataz del amo D. Andrés. Es


definitivamente un buen hombre. Desde el primer día nos vistió, nos asigno
nuestra cama junto al resto de trabajadoras y nos metió en el invernadero,
asignándonos una cuota de producción. El problema es que nosotras de
agricultura nada de nada. Comparadas con nuestras compañeras no llegábamos
ni a la mitad. Nos cambio entonces y nos dio un uniforme de sirvientas y nos
metió en la casa. Pero aquí dos mujeres ya maduritas, desde el mismo
momento de entrar y ver nuestra edad y nuestro físico fueron sinceras, y
recuerdo que cuando hablaron con el amo no se cortaron un pelo. No nos
querían ni en la casa, ni en el invernadero, ni en ningún sitio. Así que este buen
hombre nos devolvió al invernadero y nos dijo: Haced lo que podáis. Ha sido un
tiempo estupendo pero muy aburrido. Nos bestia bastante bien, no nos ponía
restricciones para salir por la finca, y nunca se metió con nostras por el trabajo.
Eso si, en cuanto pudo, nos ha vendido al primero que ha llegado, al bestia este
que tienes por amo. En cuanto hemos llegado a la fabrica nos ha desnudado,
nos ha puesto estas esposas y nos ha amarrado a la pared.

-Os va a resultar muy duro vuestro cambio de vida, muy, muy duro. Por cierto,
no se os ocurrió escaparos en todo este tiempo?

-Que no se nos ocurrió, por supuesto. Era imposible. La finca de este amo esta
totalmente electrificada, con cámaras de vigilancia, con perros amaestrados,
con un sistema no se que de satélite. Bueno lo intentamos hace un mes, no
mejor dicho lo intento ella, y casi se la comen viva los perros. Yo creo que ese
fue nuestro error, lo que decidió a nuestro amo a vendernos. Pero no creas que
lo tiene para que nadie salga, sino para que no entren. Le habían robado hace
un año más de cuatro veces. Ahora entiendo que seria una estupidez con esa
clase de amo intentar escapar.

Nadie respondió, cada una absorta en sus pensamientos, fue dejándose


acariciar por el sueño.

A la mañana siguiente, y a una hora mucho más temprana de lo habitual, se


presenta en el establo el amo acompañado de dos hombres. Desengancha la
cadena y las cuerdas que unían las esclavas a los enganches de la pared, y
sacándolas fuera las sitúa frente a los dos extraños.

-Bueno Luís, esta es mi bestia, y estas las acabo de comprar. Como te decía
quiero algo de calidad, pero austero, sin lujos, sin demasiado coste.

Se acerca entonces a Guarra para ayudarse de forma grafica en las


instrucciones que da al hombre.

-Como ves el collar es rustico pero practico. La cadena no muy larga, que no
arrastre. Las manos y los codos tienen que quedar muy juntos, sin enganches.

En la cadena de los pies con 30 centímetros es suficiente. Por supuesto todos


los cierres los quiero con remaches. Para que quiero inútiles aperturas y
pérdida de llaves y tonterías, si estas restricciones ya no se las van a quitar
nunca. A bueno, los zapatos, ¿Tu tienes también zapatos, verdad?

Entra al establo y saca los zapatos de su animal, calzándolo mientras continúa


hablando.

-Quiero algo fuerte, resistentes para trotar mucho. Estos me han salido buenos.
En menos de un año solo he gastado 3 pares. En fin como tú veas, los quiero
eso si con bastante tacón, como comprenderás quiero que mis animales
reluzcan elegantes.
Ambos hombres sonríen socarronamente.

-Y ahora el tema de las inserciones. Como ves con estas bestias nuevas no
tengo problema, tienen hechos los orificios de las tetas, del coño, de las orejas,
pero nos faltan el de la nariz y la lengua. Mira, aprovechando que tienes que
llamar al veterinario, vamos ha hacer una cosa que tengo pensado hace
tiempo. Las vamos a marcar. Tengo arriba en mi estudio unos bocetos casi
definitivos. ¿Si te los doy ahora los tendrás listos para esta tarde?

-Hombre Joaquín, yo soy herrero, así que no hago milagros. Pero bueno por ser
para ti, intentare hacer un esfuerzo.

-Espera que te lo traigo ahora mismo y ya me dices.

No tarda dos minutos en apareces de nuevo con un folio medio arrugado en la


mano, y unos dibujos y garabatos escritos en el con lápiz. Se lo muestra al
herrero, le comenta algunos detalles, y finalmente, como no queriendo, pero
sin posibilidad de decisión, el hombre habla.

-Bueno. Haré lo que pueda. No es fácil lo que me pides. De hecho es un dibujo


bastante complejo. Muy bonito, precioso, pero muy difícil de hacer. Ahora
mismo pongo al niño con el barro. Con suerte estará seco para media tarde, y
entonces tendré que echar el hierro, que por lo menos en otras dos horas no
estará preparado. Que bueno como mucho, y si no falla nada, por lo menos
hasta las 8 o las 9 no esta hecho. Ahora yo respondo por mí, y esto tiene que
hacerlo el veterinario, si quieres garantías de que te quede luego bonito y
lucido.

-No te preocupes que del veterinario me ocupo yo. A las 6 lo tienes en tu taller.
Le vais haciendo a estas dos las inserciones de la nariz y la lengua, que para las
9 ya estaré yo allí. Quiero estar delante cuando las marquemos.

-Piénsatelo bien Joaquín. Mira que no es el primero que ha marcado a sus


animales y luego a querido venderlos, y pierden mucho valor.

-Esta decidido. Mira yo con mi trabajo dejo constantemente a las bestias fuera,
en la calle, sin que nadie las vigile, y se que últimamente los robos son muy
frecuentes. No te digo que no me las roben, pero si van marcadas, se lo
piensan dos veces.

Cuando comenzó su trabajo aquella mañana Guarra no sabia si sentía


satisfacción, deseo, o sencillamente miedo de lo que le esperaba aquella noche.
Sin embargo el pánico y la desesperación de sus compañeras fueron en
aumento a lo largo de la mañana. Conforme el herrero les iba colocando las
restricciones y notaban el paso del collar y la cadena, o la incomodidad de los
grilletes en manos, pies y codos. Y el terror, el autentico pavor de pensar que
aquellos remaches ya no daban posibilidad a apertura alguna.

Eran ya pasadas las 10 cuando llego Joaquín al taller del herrero. En una
esquina estaba su hijo y aprendiz limando y dando los últimos retoques al
hierro con el que marcarían a las bestias. Sentados en una mesa charlaban y
tomaban una copa el herrero y el veterinario, que al ver a Joaquín se levanto
alzando los brazos.
-Por fin. ¿Has visto la hora que es? Si no fueras tu..........

-Si, si, si, ya lo se que me aprecias, y además me lo cobras muy bien para
demostrármelo. Venga no quiero enfados.

En el centro de la herrería, junto a una amplia mesa, y enganchadas a ella por


su nueva cadena están las dos esclavas. Tienen la nariz enrojecida, la boca
entreabierta, y el pánico desbocado se refleja en sus gestos y miradas.

Joaquin viene contento, casi eufórico.

-¿Sabéis una cosa? Acabo de enterarme de los nombres de las tres bestias. Los
nombres me los ha dicho su antiguo dueño, al que acabo de contratar como
comercial. La que ya tenía se llama Guarra. Bueno eso ya lo sabia, y hace
honor a su nombre, es una autentica hembra hambrienta.

Se acerca a la mesa y tira de una de las cadenas.

-Esta tiene que ser, si, no me puedo equivocar, con este cuerpo tan
espectacular, tiene que ser Puta. Y esta que nos queda, joder que mirada,
cuanto vicio tiene que haber dentro, esta es Salida. Bueno.....me parecen unos
nombres perfectos. Solo una cosa. Esto, seria posible añadir sus nombres a la
marca?

-Vamos no me jodas Joaquín, que son las diez de la noche. A estas horas es
imposible hacer nada.

-Si. Venga, no te enfades. Que os parece si quedamos para mañana por la


tarde? Quiero que me tengas preparadas las letras para que luzcan encima de
mi marca. ¿Os va bien a las 4?

Ante la cara de seriedad y contrariedad de los otros Joaquín esgrime su frase


definitiva.

-Lo pagare todo. Y sabéis que pago bien.

Aquella noche ninguna de las tres esclavas podía dormir. Guarra intentaba dar
ánimos, sin mucha convicción la verdad.

-Tampoco es tan terrible, pensarlo desde el punto de vista positivo.

-¿Y puedes decirme cual es?

-El amo lo ha dicho, estamos expuestas a que nos roben.

-¿Y tu crees que eso seria peor? Esto es lo peor que nos podía pasar.

-imagina que nos roban y nos llevan a no se donde, para no se que, con no se
quien......

-Vale, lo has intentado, pero no funciona. Joder que incomodo es esto, yo no


puedo estar todo el día con estas cadenas puestas. Me duelen los hombros
horrores, y el collar, como aprieta el collar, y lo que pesa. Es imposible dormir
así. Si tenemos las manos encadenadas a la espalda, como vamos a ponernos
para dormir?

-No te desesperes que no consigues nada. Yo lo hago siempre de lado. Te tirará


la cadena de la pared, pero te terminas acostumbrando.

-¿Dolerá mucho?

-No lo se.

-Espero que sea rápido por lo menos.

Todo el trabajo se programo aquel día en función del gran acontecimiento.


Fueron invitados los obreros, los vecinos, los amigos, algunos clientes, los más
allegados al fin y al cabo. Aquello significaba que un trabajador cualquiera, un
obrero, un don nadie, conseguía éxito y fortuna, pasando a desempeñar un
puesto respetable en la sociedad. Nadie que fuese un don nadie marcaba un
mismo día a tres animales.

A las 4.36 de la tarde entraban por la puerta trasera del amplio patio del
herrero, Joaquín, su hermano y socio del negocio familiar, y su hijo mayor,
tirando cada uno de una cadena ala que iba unida una desencajada y
descompuesta esclava.

Sonaron los aplausos, los vítores, las bromas. Y joaquin se fue sonriente a
donde estaba al herrero y el veterinario. En el patio podían estar en ese
momento más de 150 personas.

-¿Todo listo? Déjame ver el hierro. Si, perfecto. Empezamos con esta.

Tirando casi a la fuerza se acercan a una especie de taburete alargado y alto.

El veterinario habla entonces con Joaquin.

-Tu dirás lo que quieres, y como lo quieres.

-Aremos dos marcas. Una en la teta izquierda y otra en el culo, en el glúteo


derecho. Quiero una señal bien visible, pero sin deformaciones posteriores y
que resulte elegante. Se que tu eres el mejor.

Con decisión cogen a la esclava entre varios hombres, la colocan boca abajo
sobre el taburete y con varias cuerdas inmovilizan cualquier parte de su cuerpo
que pudiera moverse. Dos hombres suben además encima de ella. Uno justo
debajo del culo, donde empiezan las piernas, y otro donde empieza la espalda.

Otro sujeta sus pies, y un último su cabeza.

Todos quieren ver el acontecimiento. Se arremolinan alrededor de la mesa


alargada, y el gran corro que se forma guarda un silencio expectante.

El hierro hace ya varios minutos que esta en el fuego. El veterinario coge


entonces una especie de liquido blanquecino y lo unta donde le ha indicado
Joaquin. Se acerca al fuego, tantea con la punta de un dedo el extremo de la
marca, y espera unos segundos más. Por fin coge decidido el hierro, y con
precisión lo pega durante 2 segundos justos en la carne receptora.

El olor a quemado se confunde con el grito desgarrado del animal que sobresale
por encima de los vítores y aplausos de la gente. Todos sonríen.

Al instante el veterinario pone una gasa con pomada y la sujeta con


esparadrapo. Sin perder un segundo desatan al animal y le dan la vuelta.
Misma operación pero al revés. Esta vez joaquin tiene la precaución de poner el
bozal al animal. No quiere escándalos innecesarios. El veterinario, con el hierro
en una mano y señalando con el pulgar de la otra interroga a Joaquin con la
mirada. Este confirma en un rápido movimiento afirmativo, y el hierro es
aplicado dos segundos justos en ese lugar. De nuevo olor a carne chamuscada,
pero esta vez con un sonido gutural ahogado en la garganta del animal. Solo
salen al exterior de su cuerpo lágrimas abundantes y convulsiones de dolor, de
un dolor indescriptible que no sentía hasta entonces. Aquello era peor de lo que
imaginó. Y no tuvo alivio la gasa con pomada para evitar infecciones que le
aplico el veterinario.

Le tocaba a salida. Y aguanto mejor de lo que pensaba ella. Cuando


terminaron, y la llevaron junto a Guarra para amarrarla con la cadena del cuello
a un poste situado en el centro del patio, creyó que se desmayaría. Que aquel
dolor era insoportable. No le ocurrió nada, se limito a aguantar el dolor, a llorar
de rabia, dolor e impotencia, y a intentar no pensar en la vida que le esperaba.

Lo de Puta fue peor. Primero se meo encima cuando la subieron al caballete.


Después armo un revuelo tremendo, hasta el punto que hicieron falta hasta
ocho hombres para inmovilizarla, y por ultimo el veterinario termino muy
cabreado; tuvo que calentar el hierro varias veces porque aquel entupido
animal no era capaz de estarse quieto y no cogia el punto de contacto optimo.

Para los asistentes aquello fue espectacular, aplaudiendo primero la


incontinencia urinaria del animal, y jaleando después su pertinaz resistencia.
Por fin fue llevada arrastrando los pies donde estaban sus compañeras, y
enganchada con la cadena al poste. Allí se fue recuperando.

Joaquin quería agasajar a sus invitados, agradeciéndoles la amabilidad de


acudir al evento, y contrato los servicios de un catering. En cuestión de
minutos, se prepararon mesas, sillas, aperitivos, bebidas, y hasta una sorpresa.

Acababa de llegar una banda de música

Fue desde luego una tarde maravillosa para Joaquin y su entorno de amigos y
familiares. Estuvieron comiendo, bebiendo, charlando, bailando. ¿Qué más se
podía pedir?

No fue tan maravillosa para sus tres animales. Cuando ya estaban marcadas, y
creían que el suplicio había terminado, todavía les quedaban muchas horas de
estar de pie, amarradas a la estaca del centro, siendo el centro de atención de
los invitados, el objeto codiciado por todos y expuesto por Joaquin como triunfo
personal. Fueron horas y horas, minuto tras minuto, con la herida del fuego
abrasando la piel, sin poder moverse para encontrar una postura cómoda, con
unos zapatos de tacón incomodísimos, con una sed y un hambre ya casi
insoportable.
Cuando cerca de la media noche su amo amarro las cadenas del collar al
establo, quito los zapatos y los bozales, apagando la luz, y dando por concluida
una jornada inolvidable para él, las tres esclavas se abalanzaron sobre el cubo
de agua primero, y el cuenco de la comida después, de tal forma que realmente
precian animales desesperados. En las tres o cuatro últimas horas la sed llego a
ser más fuerte que el propio dolor de las heridas.

En los seis meses siguientes, tal y como pronosticó Joaquin, las cosas fueron
bastante bien para el y su familia. Todo parecía crecer y desarrollarse a su
alrededor. Tanto en el plano familiar- tuvo otra hija, está con su nueva mujer,
con la que llevaba casado casi dos años- como en el laboral, donde consiguió
hacer una formula mejorada y más barata de su pienso- que por supuesto
patentó- y que consiguió situar como el más vendido de la isla. Por fin se daban
cuenta los habitantes propietarios de animales, que era mejor para sus bestias
y para sus bolsillos, consumir aquel pienso, que dar sobras y desperdicios, que
a la larga minaban la salud de sus animales. Se contrataron a 6 nuevos
empleados, se hicieron necesarios los servicios de un gestor financiero, además
de 3 repartidores que se encargaban de entregar los pedidos hechos por los
clientes. Joaquin se permitió además el lujo de disponer de una secretaria
personal. Se trataba de su sobrina, recién salida de la universidad, y un
portento de inteligencia, según su padre. En realidad fue su padre quien, tras la
insinuación de Joaquin de que necesitaba alguien que le ayudase en los
tramites diarios, le dijo que de más gastos nada de nada, que la mitad de la
empresa era suya, y se quería una secretaria, tendría que apañarse con su hija.
La chica en cuestión resulto ser un portento de eficacia e inteligencia. En pocos
días informatizo todos los documentos, asigno nuevos horarios, optimizo las
cargas de trabajo de cada obrero, y seguía trabajando, según dijo, porque en la
fábrica se gastaba mucho y era necesario reducir el gasto, y esto se conseguía
fundamentalmente con la mano de obra. Joaquin bromeaba con su hermano
diciéndole.

-Hermano, no te descuides que tu hija nos despide y nos quedamos sin trabajo,
y tú me dirás a nuestra edad.

Para las esclavas el paso del tiempo era tan insustancial como el viento
insensible de la primavera. Daba igual un día que otro. Incluso una hora que
otra. Cada minuto traía aparejado su suplicio particular.

--VIDA ANIMAL 6--

Hacia ya casi 3 años que formaban parte del negocio de Joaquin, D. Joaquín de
un tiempo a esta parte. A pesar del paso del tiempo no olvidaban los duros
comienzos. La tarde que fueron marcadas quedo tan incrustada en su carne
como en su mente. La piel fue chamuscada para que no se borrase nunca, y su
resistencia fue también definitivamente abrasada, para que entendiesen cual
era su posición y el sitio que tenían en la isla. Habían sido marcadas como lo
que eran, son y serán siempre: Simples animales de carga propiedad de
D.Joaquín. Desde aquel momento en que el hierro al rojo chamusca la carne, la
mente entiende que la degradación a la condición de bestia es definitiva y total.

Al principio fue muy duro. El trabajo era agotador, llegando algunos dias a
exprimir la última gota de sudor en el esfuerzo. La humillación y la vergüenza
total, al tener que caminar enganchadas de un carro como simples bestias,
desnudas, encadenadas, a latigazos. La mente hundida cada vez que se
miraban el pecho marcado con las iniciales en arabesco de FGF (Familia Gander
Fuintur) y justo encima y pegado a el, su nombre de animal, la forma en que se
dirigían a ellas cada vez que requerían su atención. No eran ni siquiera un
número, era Puta, o Guarra, o Salida, para mayor degradación.

Y eran jóvenes, fuertes, atractivas, muy atractivas, y sin embargo su vida


sexual estaba totalmente retenida y coartada para conseguir un mayor
rendimiento. Su amo se creía-y con el tiempo llego a serlo- un experto en la
materia, y leía cualquier cosa que se publicaba sobre el tema. Según afirmaba,
los animales rendían más en estado de excitación, cuando tenían el coño
hinchado y los jugos vaginales chorreaban por las piernas, y se volvían
holgazanes cuando estaban satisfechos sexualmente.

Las cosas habían cambiado desde luego en todo este tiempo. Se notaba la
mano de una mujer dirigiendo la empresa. Desde hacia dos años el reparto se
realizaba en carros mas grandes tirados por dos bestias, y la tercera iba
enganchada detrás de reserva. No se paraba, y la jornada era continua de 9 de
la mañana a 10 de la noche. Se trabajaba al trote, no caminando, con lo que se
repartía casi un tercio más rápido. Aquí el problema lo dieron las bestias; las de
tiro se agotaban y la de reserva no seguía el ritmo de trote y retrasaba a las
otras. La nueva gerente, así le gustaba que la llamaran, se enfado bastante y
en un solo día que hizo ella misma el reparto, soluciono el problema. Para
empezar cambio el latigo habitual por otro que también ella misma se encargo
de comprar. Era del mismo tamaño y peso, a la vista casi no tenia diferencias.
Solo los animales notaban al contacto como a todo lo largo del latigo unos
diminutos cristales al chocar con la piel se incrustaban y liberaban una
sustancia urticante, que hacia reaccionar a la piel de forma tan violenta que si
bien no llegaba a sangrar, si resultaba tan doloroso como una quemadura.

La mañana que se estreno fue como siempre, los animales empezaron al trote,
pero poco antes de darles el pienso, sobre las 12, ya comenzaban a resoplar y
descendía este ritmo de trote. El primer latigazo cayó sobre el culo de Puta, que
instintivamente encogió los glúteos, y dio un grito que solo el bozal amortiguo.
Cuando el segundo impacto callo sobre la espalda de Salida, esta se
convulsiono violentamente. Las dos miraron al repartidor que iba subido al
carro y entendieron perfectamente que aquello seria insoportable si no
conseguían lo que aquel hombre quería. El ritmo de trote no volvió a
descender. Y no fue necesario el uso de este latigo más de 4 o 5 veces por
semana. En cuanto al problema del animal de reserva, la nueva jefa lo arreglo
a los diez minutos de empezar el reparto. Vio rápidamente que el animal se
retrasaba porque iba enganchada con la cadena del cuello, y dejaba esta en
algunas ocasiones tirante para que le ayudase a caminar. Se bajo, y cogiendo
otra cadena más fina que iba en el carro, la engancho donde iba la del cuello y
las anillas del clítoris del animal.

-Veras como ahora no te retrasas si no quieres perder tu preciosos coño.

Efectivamente el animal que iba de repuesto nunca más dejo que la cadena que
enganchaba su cuello con el carro quedase tirante, sobre todo porque otra
cadena más pequeña y más corta enganchaba su clítoris con el mismo carro.

La fábrica había pasado de tener 8 empleados, a más de 31. Y el privilegio de


disfrutar un rato de los animales, que D. Joaquin había establecido como un
premio, su hija lo transformó en una obligación. Tenían una cuota mínima que
cumplir, y que daba derecho al disfrute de los animales, pero el que no cumplía
esa cuota de productividad, iba a la calle.

También habían cambiado las formas, a la jefa le parecía algo indigno tener que
hacerlo en el mismo establo, así que acondicionó unas pequeñas habitaciones
cuando se amplio la fabrica, donde disfrutaban los empleados mas limpieza y
comodidad.

Cada animal, nada más llega del reparto era aseado e introducido en una de
estas habitaciones. Una vez satisfechas las necesidades de los empleados,
volvían al establo para pasar la noche.

Esta hubiera sido su vida hasta el desgaste definitivo, pare el que quedaban
todavía varios años, si no hubiese ocurrido algo relativamente habitual, pero
que nadie puede imaginar le va tocar.

Seguramente todo estaba planeado desde hacia tiempo ya que tal como fueron
los hechos, no cabía nada para la improvisación.

Un Martes normal de trabajo, cuando todavía no eran las 2 de la tarde, y en


una de las paradas para surtir a un cliente habitual, nada más entrar el
repartidor al bar del cliente, de la parte de la cabina de un furgón pequeño que
ha parado justo al lado del carro bajan tres hombres. En menos de 1 minuto
dos de ellos desenganchan los arneses del carro, mientras el tercero con un
soplete corta las cadenas que sujetaban a los animales de tiro a la pared del
bar y al de repuesto al carro. Abran la parte trasera del furgón, y cogiendo en
peso entre dos a cada una de las esclavas las vas introduciendo tumbadas en el
suelo del vehiculo. Uno de ellos entra en la parte de atrás, y los otros dos
delante. Arrancan a toda prisa y dejan el pueblo. Nadie pasaba en ese
momento por la calle, y cuando media hora después sale el repartidor, solo
puede llamar a la policía para denunciar el robo y testificar que no ha visto
nada, que no tiene testigos, y que supone está despedido.

Las esclavas no han reaccionado, primero por la sorpresa y rapidez de la


actuación, y segundo porque en sus condiciones, encadenadas de pies y manos
y con la boca tapada por un bozal, difícilmente podrían hacer algo.

Cuando se encuentran en el furgón y ven detenidamente al joven que las


acompaña comprenden por fin que aquello es sencillamente un robo, y el
material robado son precisamente ellas.

El viaje dura aproximadamente una hora por carreteras bastante mal


conservadas, y cuando el furgón se para y se abren las puertas está dentro de
un almacén recién construido, en uno de cuyo extremos unas habitaciones
llaman la atención. Hacia allí son llevadas, cogidas por los hombros y las
piernas entre dos hombres, para no perder tiempo, e introducidas en unas
habitaciones totalmente blancas e inmaculadas, asépticas. Aquí son
depositadas en unas camillas azules. Cuando segundos después entran tres
hombres con batas verdes, mascarillas, y uno de ellos con una jeringa en la
mano, comprenden que están en un quirófano.

La recuperación de la conciencia es lenta, y se van asimilando las realidades


que se habían escapado de forma artificial. Están las tres en una misma
habitación bien iluminada acostadas en una cómoda cama y enchufadas a un
gotero del que va saliendo suero y entrando a trabes de una cánula al brazo
izquierdo. ¿El brazo? La segunda sensación es rara, hacia años que no la
sentían. Los brazos y piernas están sueltos. Y el collar de metal. No están
encadenadas. Nada restringe sus movimientos. Solo esa modorra que apenas
les permite tener abiertos los ojos, y de la que se van recuperando poco a
poco. ¿Qué ha podido pasar? Están medio dormidas, pero acostadas en una
cama, no están encadenadas, y les han puesto suero. Después de 3 horas de
somnolencia parece que están ya recuperadas, solo sienten un intenso dolor en
los vendajes que tienen en el pecho y el glúteo. Entonces una nueva sorpresa.
Un hombre con bata entra y les pone en el gotero otro líquido. En unos
segundos el dolor desaparece. Aquella noche el mismo hombre les sirvió en una
bandeja una cena que a ellas les supo como el mejor manjar del mundo. El
único problema fue el uso de los cubiertos. Les dolían los hombros y las
articulaciones, y el uso de las manos fue difícil después de años sin utilizarlas.
Aquellos simples espárragos cocidos con una sopa ligera, el pollo asado, y el
yogur final les pareció un autentico placer para el paladar.

Otra sensación nueva fue la de poder andar de forma natural. No tenían


cadenas en los pies. Y poder hacer sus necesidades en privado, dentro del
pequeño cuarto de baño que había en la habitación.

Al día siguiente, después de un profundo y agradable sueño, otro hombre


entro, y amablemente les retiro los vendajes. En donde una vez tuvieron una
marca hecha al fuego, ahora tenían un trozo de piel injertado de la planta del
pie, ya casi invisible.

A los dos dias de estar en aquella habitación entro una mujer con traje, gafas y
una edad indeterminada, pero más de sesenta en cualquier caso, y con un
maquillaje y un humor de bastante mal gusto. Se sentó en el único sillón que
había, y las tres pacientes, que acababan de desayunar, se apoyaron en la
cama esperando sus palabras.

- Me llamo Mariíta. Vosotras me llamareis desde este momento Señora. Como


veis se os ha liberado de todo tipo de cadenas y restricciones. De hecho esa
puerta nunca ha estado echada. Me resulta curioso, y al mismo tiempo
agradable, vuestra docilidad. No habéis intentado siquiera abrirla. Bien. Como
veis también hemos eliminado las marcas, esas horribles y antiestéticas marcas
que traíais. Lo primero que habéis de saber es que hemos hecho algunas
modificaciones en vuestro cuerpo, pequeñas desde luego, pero importantes. A
ti por ejemplo te hemos arreglado algunos dientes que tenias algo
desencajados, por eso te ha dolido un poco la boca estos dias. Y a ti te hemos
aumentado solo un poco el pecho y al mismo tiempo se ha corregido una ligera
flaccidez en la mama derecha. O a ti, te hemos cambiado el tabique nasal y se
ha reducido un poco. Pero la más importante, es que lleváis insertado debajo
de la vejiga, justo al lado del clítoris, un pequeñísimo chip conectado a las
terminaciones nerviosas de vuestro sexo. ¿Veis este aparatito que tengo en la
mano? Es un mando a distancia que funciona por satélite. Y esta conectado al
chip que vosotras lleváis en el coño. Desde cualquier parte del mundo quien
tenga este chip decidirá si sentiréis placer, o picor, o ardor, o ansiedad, o
sencillamente tanto dolor que deseareis estar muertas.

Ahora pertenecéis a una empresa internacional que fundamentalmente se


encarga de cubrir pedidos de hombres o corporaciones muy ricas y poderosas.
Vuestro cuerpo es en este momento prácticamente perfecto, y vuestra mente
creemos que también para nuestros intereses. Portaros como os corresponde y
todo ira bien, hacer lo que en estos momentos estoy observando, y os aseguro
que será muy duro.¡¡ Cuando yo este en vuestra presencia nunca, repito nunca,
permanezcáis sentadas como estáis ahora!!

Cuando la mujer apretó dos teclas del pequeño artilugio que tenia en la mano,
las tres esclavas cayeron al suelo de forma fulminante, como si les hubiesen
cortado las piernas. Sus ojos en blanco, y la boca intentando inhalar el aire que
les faltaba, sin poder controlar ningún movimiento del cuerpo, indicaban
claramente que aquello tenia que ser algo realmente diabólico.

Solo duro unos segundos, apenas 3 o 4, pero cuando pudieron incorporarse, y


consiguieron mantenerse de pie frente a la señora, comprendieron que aquel
aparatito les podía producir más dolor en unos segundos que toda una vida de
latigazos. Las tres se pusieron de pie, manteniendo el equilibrio frente a la
mujer, y siguiendo escuchado sus palabras.

-Como veis no necesito ni cadenas ni látigos para castigaros. Esa postura que
tenéis ahora ya es más correcta. Dentro de dos dias nos vamos a Berlín. Allí
tenemos que entregar un pedido. Se trata de un cliente muy importante, y
espero que alguna de vosotras cubra sus expectativas. Tenéis por tanto dos
dias para aprender a vestiros, comer, beber, andar, hablar y follar como
autenticas señoritas. Pero, y esto es lo mas importante, nunca olvidéis lo que
sois.

FIN?

VIDA ANIMAL EXTRA

A pesar de la confusión del robo y todos los problemas que trajo consigo, la
vida volvió a la normalidad de la fábrica solo una semana después.

Los tres animales robados hacia solo dos semanas que habían sido adquiridos,
pero el seguro cubrió parte de los gastos, lo que permitió comprar rápidamente
otros nuevos para no bajar el ritmo de producción.

La sorpresa de Cerda, Guarra y Puta la noche del incidente fue grande, al


comprobar que sus compañeras no regresaban aquella noche al corral. Pero
aún fue mayor cuando al dia siguiente se encontraron a otras tres nuevas que
acababan de llegar.

No sabían nada y la incertidumbre se apoderaba de todas ellas. Solo algún


comentario que habían podido escuchar les daba pistas sobre lo que pasaba,
pero nada cierto sabían todavía.

Contemplando la cara y los gestos de las nuevas, seguramente tampoco les


dirían gran cosa. Esperaron a que el guarda de la fábrica las situara a cada una
en su cuadra, que en realidad son cubículos independientes de un metro de alto
por dos de profundidad y80 centímetrosde ancho, con una reja y un candado en
la entrada. Cada noche el guarda es el encargado de coger a los animales una
vez que han terminado sus servicios correspondientes con los obreros de la
fabrica, y asearlos convenientemente- esto se hace dentro del corral, y consiste
en coger una manguera y un cepillo áspero y restregar convenientemente con
jabón en abundancia- una vez lavadas, cada bestia es enganchada a una corta
cadena y unida a su collar se une a la propia reja de cierre, de forma que halla
suficiente largura como para permitir darse la vuelta. Una vez acostadas sobre
manta del suelo, la esclava queda prácticamente inmovilizada y con la cabeza
pegada a la reja.

Esto les permite comunicarse entre ellas, pues los corrales están uno al lado del
otro.

Son los momentos de más relajación y descanso. Nunca se duermen sin charlar
un poco, y si bien el cansancio y el agotamiento son absolutos, siempre les
agrada cambiar impresiones.

Además es el único momento del dia que no tienen el bozal puesto. Sus culos
están libres del maldito bolo que les ponen para la cola, y si bien sus pies,
manos y codos permanecen encadenados, y la corta cadena unida a su collar
apenas les permite moverse, ya se han acostumbrado y el descanso es
relativamente bueno, y eso ayuda un poco de charla antes de dormir.

Como siempre es Guarra la que tiene más curiosidad y pregunta a una de las
nuevas. Una hembra entrada en años, por lo menos 31- con un cuerpo
contundente y musculoso y unas tetas desproporcionadas pero muy erguidas-.

-¿Cuándo os han comprado?

Las tres hembras nuevas permaneces en sus respectivos corrales, y aunque no


pueden verlas, en sus rostros se refleja el pánico y la incertidumbre de un
futuro nada halagüeño.

Entre sollozos se escucha la respuesta.

--Nos han traído esta tarde. Pero no se lo que va a pasar, estamos muy
preocupadas.

-¿Estas llorando?

-No…..bueno si. Tengo mucho miedo, nos han hecho cosas horribles.

-Bueno tranquilízate un poco. No arreglaras nada llorando. A ver, hazme tu


primero las preguntas.

-No se, es que no se nada. ¿Dónde estamos?

-El sitio exacto de la isla no lo se, lo que si te puedo decir es que esto es una
fabrica de piensos para animales y esta una ciudad no muy grande.

Nuevo silencio y nuevos sollozos apagados y contenidos.

-Bueno vamos a ver- sigue hablando guarra- ¿De donde venís?


-Yo acabo de llegar. Me condenaron a cadena perpetua en mi país, y no se
como he terminado aquí. Mis dos compañeras estaban retenidas en una ciudad
española y estaban………….eran putas. Algo debieron hacer mal porque han
terminado aquí también. ¿Qué nos van ha hacer?

-No os han dicho nada de nada?

-Yo me he tirado sin hablar con nadie desde que me metieron en una caja
cerrada, que parecía un ataúd, hasta esta mañana que lo han abierto. Me he
meado encima y en pensado morirme de sed. Creo que por lo menos he estado
dentro 2 días. Las otras dos igual. Su antiguo jefe les dijo que ya no las quería
y lo mismo que yo.

-Bueno tranquilizaros un poco. Vamos a ver. Imagino que os han comprado en


algún sitio.

-Si, esta mañana llego un hombre cuando nos sacaron de las cajas y después
de mirarnos como si fuéramos ganado le pago a otro dinero.

-Ya. Bueno mirad, habéis sido compradas por el dueño de la fabrica, que
seguro os va dedicar a transporte.

Guarra les fue explicando de la manera más suave posible cual era su nueva
situación.

-Tenéis que entender desde un principio que ya no sois personas. No sois


nadie. De este lugar no se puede escapar, y nadie va a venir a buscaros,
porque nadie sabe que estáis aquí. Como habréis comprendido en este sitio es
legal la esclavitud en las mujeres. Por tanto hay esclavas. Pero esto no es lo
importante. Lo que si tenéis que comprender muy claro es que desde que os
compro el amo habéis pasado a ser animales. Y no esperéis que se os trate de
otra forma.

Los llantos y las lágrimas arrecian y los sollozos de desconsuelo son ya


generales.

-Lo mejor que podéis hacer es aceptar la nueva situación. Nosotras tres
pasamos por lo mismo, y al final no sirve para nada tanta lágrima y tanto
lamento.

-No entiendo nada de lo que nos esta pasando.

-Yo te lo explicaré. Es muy sencillo. Sabes donde estamos? En una cuadra,


encerradas y encadenadas, como los animales. Sabes que nos dan de comer?
Pienso compuesto, como a los animales. Tenemos brazos? No, porque los
tenemos siempre encadenados a la espalda, igual que los animales. Podemos
hablar? No, primero porque nos ponen el bozo, y segundo porque esta
prohibido. Exactamente igual que los animales.

Tenemos ropa? No, nuestra condición no lo exige, por tanto nos dejan
desnudas, igual que a los animales.

Guarra iba a seguir pero Puta le quito la palabra.


-        Podemos follar? No. Bueno si, cuando y donde lo dice el amo. Pero
cuidado con correrse, porque el castigo es terrible. Y lo peor es que no puedes
ni siquiera tocarte….siempre con las manos a la espalda…..Dios, estoy siempre
tan cachonda. …Lo mismo que los puñeteros animales.

-Por eso os digo, lo mejor es aceptar lo que tenéis, porque si no será peor.

Yo hace tiempo que pensé en escapar o cambiar mi condición. Se que moriré


así, y no se………en realidad…

-Y que nos van ha hacer, a que nos dedicaremos.

-No quiero asustaros, pero al principio viene lo más difícil. Para empezar os
marcaran con la señal del amo. Esto es muy doloroso, pero pasa en unos días.
Luego vendrá el entrenamiento. Estoy segura que os dedicareis a lo mismo que
nosotras. El trabajo es sencillo, sencillamente tirareis de un carro como las
mulas. Es muy sencillo pero muy agotador. No podéis descuidaros ni un
momento, el látigo duele como si os arrancaran la piel.

-Es horroroso.

-No. Lo peor no es eso. Lo peor es………….bueno no se, cada una tiene su punto
débil. Para Puta lo peor es la abstinencia. Se hace muy insoportable tener
constantemente ganas de follar y no poder hacerlo. Y así un  dia tras otro. Para
mí sin embargo lo más jodido es la humillación que tenemos que soportar.
Después de tanto tiempo no soporto todavía el ir desnuda y que me
miren……..en fin.

-¿Cuánto tiempo lleváis aquí?

-Mucho, y lo que nos queda.

Es cierto que mucho tiempo habían pasado como animales de la granja, pero
sin embargo sus días estaban contados con aquel amo.

No habían pasado 2 semanas cuando una mañana les sorprendió el que fuera la
peluquera quien las sacara del corral y se esmerase especialmente en
acicalarlas. Las ducho con esmero y concienzudamente, las perfumo, las
maquillo de forma especial y en el peinado tardo más de lo habitual.

No fueron enganchadas al carro, sino que les pusieron una cadena enganchada
al collar y las ataron en una esquina de la fábrica.

Algo pasaba, y la experiencia les habia hecho temer a los cambios.

Las tres se miraron de forma interrogativa. Aquel esmero especial en


arreglarlas, el no ponerles el bozo y el bolo de la cola…………..

Que pasaría.

A media mañana la incógnita fue despejada. Un hombre de aspecto rudo y


pueblerino se presento en la fábrica. El amo salio a recibirle y los dos se
dirigieron a la esquina donde estaban las tres hembras.
- Ya te digo. Me desaguo de ellas porque tengo nuevas bestias. Pero son
magníficos animales.

-Puedo comprobarlo?

-Por supuesto.

El hombre se tomo su tiempo. Sabia perfectamente lo que hacia y lo que


quería. No era evidentemente el primer animal que compraba. Empezando por
la dentadura, y siguiendo por el color de las pupilas, la firmeza de las tetas, el
ancho del esfínter anal, la dureza de los muslos y pantorrillas, La humedad del
coño y su dilatación,………todo, lo miro todo hasta el mas mínimo detalle de
cada una de ellas.

Tampoco para ellas aquella era la primera vez, y sabían por experiencia que o
mejor era colaborar. Así que se dejaron hacer y facilitando la labor del
comprador abrieron sus bocas, sus piernas y sus culos todo lo que les fue
posible.

-Bueno, que te parece.

-Bien y mal.

-Ya.

-Tu sabes igual que yo que estos animales tienen poca salida en el mercado.
Los tienes marcados- un error para mi marcar a los animales- tienen marcas
evidentes de actividad sexual intensa, y lo mas importante, yo solo necesito
dos, no tres.

-Ya, pero es que yo vendo el lote completo.

-Hace mucho tiempo que nos conocemos Joaquín. Ni tu me vas a engañar a mi


ni yo a ti. Estos animales son buenos, si, pero no los vas a vender en la vida.
De hecho te hago un favor comprándotelos. Venga, dime precio.

-4000

-Te has vuelto loco?

-3000 y no se hable mas.

-Te doy 2000 y solo me llevo a dos. No necesito más.

-Eso es una ridiculez. También sabemos los dos que valen mucho más.

-Y también sabemos los dos que no tienen salida, y que si yo ahora me acerco
al mercado por ese precio compro lo que me de la gana.

-Hombre tampoco lo que te de la gana……mira, 2.500 y lo cerramos. Te llevas


las tres

-2000 y ni uno mas. Lo tomas o lo dejas. Y no quiero tres, solo necesito dos.
D. Joaquín se queda pensativo, esta claro que está tentado. Y mientras lo hace
ninguno de los hombres repara en los ojos y las caras de pánico que se les han
puesto alas tres esclavas.

No lo esperaban, y lo peor, la incertidumbre es lo que mas miedo les da.

Aquel hombre tiene pinta de granjero, pero puede ser cualquier cosa. Y si las
compran para un bar? O peor, piensa Puta, y si es dueño de un prostíbulo, y
tiene que pasar todo el dia follando sin poder correrse, seria horrible, más de lo
que lo es ahora.

Porque les hace aquello el amo?

La respuesta es inmediata. No las necesita. Tiene tres animales nuevos que se


esfuerzan a su nivel y con los que los trabajadores se sienten más felices.

No da mucho tiempo para muchas mas reflexiones.

El amo se ha decidido.

-Vale. Acepto porque somos amigos. Dime las que quieres.

-No, te dirá la que no quiero. Esta no me sirve. Se le ha mojado el coño incluso


antes de que yo lo explorase. Es seguramente un caso perdido. Quédatela tu, a
mi no me sirve. El dinero te lo ingreso con la factura del próximo pedido, te
parece?

-Si si, sin problema.

Guarra y Cerda son desatadas de la pared y el nuevo amo tira de ellas


satisfecho. Cuando se dirige a pequeño tractor aparcado en la puerta sonríe
mientras mira de reojo sus nuevas adquisiciones. No ha estado mal aquella
operación. Le gustan las hembras como aquellas. Es cierto que están marcadas
y tiene varias señas de su indisciplina. Pero se deleita comprobando que sus
cuerpos completamente desnudos son perfectos, jóvenes, fuertes, ideales para
lo que necesita.

Engancha las dos cadenas a la parte trasera del tractor y se marcha sonriente.

El vehiculo no es evidentemente veloz, pero si obliga a las dos esclavas a


caminar con  paso rápido. Sus zapatos y los grilletes de los tobillos no facilitan
la tarea, pero están acostumbradas y al final adaptan sus pasos a la marcha del
tractor.

El viaje no dura mucho, pues la granja de su nuevo amo esta cerca. Por
caminos rurales, pero bien pavimentados, en 30 minutos llegan a su nuevo
destino. Se trata de una casa bastante bien arreglada que seguramente conoció
tiempos mejores, pero que no denota abandono, sino mal gusto en la
decoración. Esta rodeada por grandes extensiones de terreno en las que se
cultiva en estos momentos patatas y maíz.  Parece no haber nadie en la finca, y
sin embargo cuando el vehiculo se detiene a la entrada de unos cobertizos
anexos a la parte anterior de la vivienda, dos mujeres muy bien vestidas y
elegantes se acercan. Se quedan mirando de forma expectante a las dos
esclavas y luego se dirigen al dueño.

-¿Esto es lo que has comprado? Papa no nos sirven para nada.

La chica, una joven casi adolescente es la hija del amo. A su lado la que es su
madre, con el mismo todo de enfado deja traslucir su mal humor.

-No eres capaz de hacer nada bien. ¿Para que queremos nosotros dos animales
como estos? Ya tenemos suficientes. Yo te pedí otra cosa. Algo más fino. Que
me sirviera en la casa.

El hombre, que parece estar acostumbrado al mal humor de su mujer e hija, las
mira resignado al principio, y bastante mala leche después.

-¿Sabéis lo que he pensado? Que os podéis ir las dos a la mismísima mierda.


En realidad había comprado estos dos animales para vosotras, pero veo que no
os gustan. Bien. El molino cada vez funciona peor. Allí seguro que les saco
provecho. ¿Todavía no habéis entendido que no somos ricos? Ojala pudiera
comprar lo que quiero. Solo me alcanzaba para esto. Pero tranquilas, no os
preocupéis, la próxima vez os diré cual es el presupuesto y vosotras haréis la
compra.

Madre e hija se miran cómplices, y es la madre la que se dirige a su marido, ya


en un tono totalmente diferente.

-Cariño no te pongas así. Sabemos perfectamente que eres un experto


conocedor de los animales. Pero entiende nuestra decepción. Estas dos
esclavas son animales de tiro, usadas, marcadas,………….no se es que no es lo
que yo quería.

-Ya. Tú querías una nueva, recién traída, Jovencita,  a estrenar vamos. ¿Tú
sabes lo que vale eso? Si, si lo sabes. Y deberías saber también que no
podemos permitírnoslo.

-Bueno, cariño….perdona. Vamos ha hacer una cosa. Llamare a Cloe a ver que
podemos hacer.- se acerca entonces a la parte trasera del tractor donde siguen
enganchadas las esclavas y las examina de cerca- en realidad tampoco están
tan mal. De hecho están bastante bien….con unos pocos arreglos nos servirán
para la casa. No son animales domésticos, pero haremos que lo sean. En fin
que le vamos ha hacer.

Cloe era una mujer madura pero no vieja, con un aspecto muy cuidado y la
cara de constante enfado no la abandonaba ni cuando sonreía. En realidad era
una lesbiana solterona, vecina de los granjeros, prácticamente arruinada por el
juego y los vicios ocultos, que todos conocían, y que malvivía ejerciendo de
prostituta, proxeneta y sobre todo peluquera y estilista de la zona. Todos
confiaban sus animales a ella, pero ninguna se ponía personalmente en sus
manos.

Unos minutos más tarde aparece cloe y se dirige directamente a las esclavas,
que siguen esperando que hagan con ellas en el mismo sitio.
-Cloe cariño, como ves mi marido sigue tan entupido como siempre. Le pedí
algo en condiciones para la casa, y fíjate lo que me ha traído……no se que
puedo hacer.

Ambas mujeres observan con ojos ávidos y expertos a las esclavas, con la hija
detrás atenta a todos los detalles.

-Si, no parece gran cosa. Pero realmente tú que quieres?

-Pues lo que todo el mundo. Una seria la criada de la casa y la otra mi esclava
particular. Es que este hombre me tiene totalmente abandonada. No conoce lo
que es un detalle. Y estoy muy cansada de tener que llevar yo sola las labores
de la casa.

- Si. Escúchame amiga. Puedo hacer algo, pero necesito comprar alguna cosilla
y un poco de tiempo. Si te parece dentro de un par de horas estaré contigo.

-Estupendo. Así te quedas a almorzar con nosotras y luego tomamos café.

Mientras en la fábrica de D. Joaquín, la suerte de Puta parece estar bastante


incierta. Después de la marcha de sus compañeras, el propio D. Joaquín a
cogido la cadena y la a metido en su cuadra, limitándose a echar la puerta, sin
molestarse siquiera en enganchar dicha cadena.

Nadie se molesta en traerle algo de comer. Aquella noche apura los restos de
agua que tiene en la cubeta, pero nadie aparece por su cuadra.

Siente el hambre, pero sobre todo es la incertidumbre lo que la tiene sin haber
podido dormir y con un estado de nervios absoluto, que aumenta cuando
aquella mañana han sacado a las nuevas bestias para engancharlas a los
carros. Casi ha sentido envidia, ellas por lo menos saben lo que tienen que
hacer y cual es su futuro.

Por fin a media mañana llega el amo. Viene acompañado por la cuidadora que
todas las mañanas se encarga de maquillarlas, y peinarlas.

La sacan de la cuadra y como siempre se pone en manos de esta mujer.

-Marlo, quiero algo especial, voy a intentar alquilarla, ya que venderla es


imposible. Arréglamela bien. Voy a intentar colocarla en la casa de domingo. A
el le gustan las cosas adornadas y estrambóticas, no se, ponle medias, o……..,
tu entiendes mas que yo de esto.

-Si. Vete tranquilo y déjame trabajar. Pásate en una media hora y a ver que he
podido hacer.

Y efectivamente, en media hora es perfectamente maquillada, su pelo es


recogido en un todazo de adornos primorosas, Unas bonitas campanillas
doradas adornan sus pezones, y si, efectivamente, unas medias de encajes son
el complemento perfecto de unos zapatos púrpuras, cerrados pero muy
elegantes. La cuidadora ha intentado que lucieran más el collar y los grilletes de
las manos, los codos y los pies, pero ha resultado imposible. Es acero, y no ha
podido hacer más. Se nota que son ya de bastante uso, pero aquí ella no puede
hacer nada, a no ser que venga el herrero, con sus herramientas, etc., etc., No
creé que Joaquín se complique tanto la vida.

Finalmente, y temiendo el mal gusto del Dueño, decide ella misma elegir un
bozal pequeño, que en realidad es una pequeña bola y apenas tapa su
esplendido y lucido maquillaje. Pensaba ponerle al animal unas campanitas
pequeñitas en el clítoris, pero finalmente lo descarta, demasiado recargado,
piensa.

Mientras llega D. Joaquín repasa pequeños detalles y como siempre se siente


satisfecha con su trabajo. Sabe que es muy buena. En poquísimo tiempo a
conseguido que aquel animal luzca resplandeciente. No obstante queda
pensativa, mirando su obra, y sabiendo que algo se le escapa. El animal esta
magnifico, Perfectamente maquillado, con colores fuertes y llamativos, el
peinado perfecto, recogido para que no moleste en su labor y realce su belleza
natural, los pechos destacados con un ligero toque de color en los pezones y
rematados por las campanillas. Y el resto del cuerpo desnudo, sin nada mas
que su belleza natural, dejándolo que luzca su encanto. Además aquel animal
pude lucirlo tranquilamente. Es alta, esbelta, con piernas firmes y un vientre
perfectos. Pero lo que mas le gusta a la cuidadora es el culo. Sencillamente
perfecto, espectacular, y no seria menos la espalda si los codos y las manos
dejaran que la luciera. Lastima que tenga que llevarlos encadenados justo en
este lugar. Pero claro, que le van ha hacer, en algún lado tendrán que poner los
codos y los brazos del animal……esta ella en sus pensamientos y divagaciones,
cuando se da cuenta que le falta algo, justo eso es lo que la tenia intranquila.
Falta brillo. Con un aceite especial unta todo el cuerpo de la esclava, que ahora
si reluce con todo esplendor.

Incluso D. Joaquín se sorprende un tanto al llegar.

-Coño eres buena. No reconozco a este animal. La creía más vieja y


desgastada. Esta estupenda. Bueno, a ver si conseguimos algo.

-Solo le falta una cosa…..bueno un par de cosas.-si si, dime

-La primera es evidente, si vas a venderla, ese collar y esas cadenas no son los
más apropiados. Y lo segundo…………bueno tu sabes mejor que yo que este
animal es muy activo sexualmente y no creo que consigas.

-Si, lo se perfectamente. Es una guarra incorregible. ¿Qué ha hecho esta vez?

-Se ha corrido como una perra mientras le untaba un poco de aceite. Ella cree
que no me he dado cuenta, pero llevo ya muchos años en mi oficio para que se
me escape algo así.

D. Joaquín la interrumpe de forma casi violenta, coge de la pares una cadena


que une con un grueso candado al collar de Puta, y mientras sale maldiciendo
se despide de la cuidadora

-Lo se perfectamente. Y ese es uno de los motivos para que me deshaga de


ella. Y por cierto no la vendo, esto ya no es vendible en ningún sitio. Solo voy a
intentar colocarla como desecho de alquiler.
A no mas de dos manzanas, a las que han tardado solo unos minutos en llegar,
pues los tirones y maldiciones del amo no han cesado mientras aceleraba el
paso, entran a una viejo y rancio lugar donde les recibe un hombre con aspecto
siniestro y sonrisa falsa.

-Hombre.D.Joquin, que haces tu aquí?

-Tengo un negocio para proponerte.

-Tú dirás.

-Yo te dejo este animal para que lo alquiles. Las ganancias serán a medias.
¿Aceptas?

-Yo trabajo con mis propios animales. No alquilo los de otros.

-De acuerdo. Cuanto me das por este?

El siniestro personaje, que desprende un rancio olor a orín y suciedad, se


acerca más a ellos y coge la cadena que don Joaquín mantiene tensa.

El la tensa aún mas, hasta tener a Puta a solo unos centimetritos de su cara.

Ella no deja de mirar al suelo, mientras oleadas de pánico y miedo recorren


como un frió escalofrío todo su cuerpo.

-Ummmm. No. Este animal no vale nada. No conseguirás venderlo en ningún


sitio, tú lo sabes perfectamente Joaquín.

-Bueno y entonces que quieres que haga, a mi ya no me sirve para nada.

-no se es tu problema, porque vienes a mi negocio?

-Si, tienes razón, no se que coños hago aquí. Me voy.

-La única solución que tienes es deshacerte de ella, y eso requiere un papeleo y
un coste solo en trámites que no vale la pena.

-Si Blas, lo se. Bueno ya veré lo que hago. Gracias por escucharme.

-Y el caso es que da pena, porque el animal no es viejo, y parece conservarse


bien……..

-Bueno lo quieres o no. Si estas pensando en que te lo regale, ni lo sueñes.

-Tu no has regalado nunca ni unos buenos días, viejo amigo

Aquel viejo amigo suena con tanta crudeza y sarcasmo, que casi parece un
insulto.

-Adiós Blas
-¿Y si hacemos una casa? Tu me dejas al animal, y del total de beneficios que
saque dentro de un año, te llevas el………30%

-Vale.

No ha dudado ni medio segundo. Y eso es porque si el otro hubiese insistido


seguramente se la habría regalado.

-Lo único, Joaquín, que si tengo perdidas, también tendremos que


repartírnoslas.

-Si, vale, tu intenta sacarle partido y nos vemos dentro de un año.

-Hasta el año que viene amigo.

En esta vida la suerte lo es todo. Y eso es lo que piensa el dueño de la fabrica


de piensos cuando sale de la vieja tienda de alquiler de animales del que fuera
en otros tiempos su socio y amigo.

Ya hace mucho tiempo que dejaron de hablarse, y de ser grandes amigos en su


infancia y primeros pasos en los negocios, pasaron a odiarse el uno al otro casi
con la misma intensidad.

No les a tratado igual la vida. Mientras uno tiene éxito, progreso, y familia, el
otro es un viejo sádico, que malvive regentando el pequeño comercio de
alquiler de animales de desecho. Su clientela deja poco dinero, pues conviven
con mugre y miseria. Allí solo se acercan granjeros arruinados, dueños de
pequeños bares y algún que otro propietario de puticlub de saldos. Y estos son
los mejores.

Puta se da cuenta de su nueva condición nada mas cerrar la puerta de salida su


antiguo amo. El nuevo se acerca y con sus manos rugosas y grasientas le soba
las tetas e introduce sus dedos todo lo que puede en su coño.

Tirando con brusquedad amarra la cadena del cuello a corta distancia del suelo
y acto seguido y de un  solo golpe la penetra por el culo.

Es rápido, limpio, y apenas tiene tiempo la esclava para gozarlo. Sin embargo
un estremecimiento en sus piernas la delata.

El dueño, que es perro viejo, se da cuenta al instante del detalle y cuando


termina, se sube rápidamente los pantalones y desengancha la cadena, tirando
de ella con firmeza.

La introduce en una oscura y húmeda habitación con olor a orines y moho. Al


principio no se da cuenta, pero al acostumbrar sus ojos a la luz se da cuenta
que no están solos, a lo largote la pared, de pie y enganchadas por el cuello
hay por lo menos 8 o 9 esclavas. Ella es también enganchada tocando su nariz
casi a la pared.

La cadena apenas le permite torcer el cuello, pero finalmente distingue la


silueta de las otras esclavas.
Lo que puede ver es tan horrible que entiende por fin que aquel sitio debe ser
lo mas sórdido de la isla. Todas son esclavas entradas en años, alguna
seguramente rondara ya los 35 años. Y también cada una de ellas refleja en su
físico las marcas de los años pasados. Una seguramente a sido propiedad de un
amo capricho pues luce, o padece, unos enormes pechos desproporcionados,
que hacen compañía a unos labios y unos pómulos también retocados
artificialmente. No es feo, pero aquellas proporciones son evidentemente
fingidas. Nadie puede tener unos pechos tan grandes. Se fija bien en ella y
descubre sus sufrimiento, la cara de padecimiento con gestos de constante
dolor. A las dos o tres horas de permanecer en aquella postura lo entenderá:
Aquella mujer llevara horas o días allí amarrada a corta distancia de la pared de
pie, subida en unos enormes zapatos de tacón y sus piernas apenas son ya
capaces de aguantarla. No puede quitárselos pues una cámara las vigila
constantemente y seguramente el castigo por hacerlo es horrible. Justo a su
lado izquierdo se distinguen claramente las señas de los castigos de otra
esclava. Tiene cicatrices superficiales de latigazos por toda la espalda, el culo y
las piernas. Aquellas señales ya no desaparecerán nunca. Su cuerpo es muy
atractivo, casi espectacular, alto, esbelto, muy proporcionado, pero las señas
de que durante mucho tiempo a sido animal de tiro, o trabajado en alguna
noria, o..Bueno sencillamente su amo era aficionado al látigo, son mas que
evidentes. Un poco mas lejos otra esclava cambia constantemente de un pie a
otro el peso del cuerpo, ya no aguantará mucho mas. No es muy alta. Más bien
es bajita, a pesar de los grandes zapatos de tacón  que lleva como todas ellas.
Los músculos los mantiene tensionados, y le resulta difícil determinar su edad,
pues su cara permanece casi irreconocible. Tiene un enorme aro que le
atraviesa el tabique nasal, otro que le cruza la lengua, lo que la obliga a
mantenerla siempre sacada, y otros dos en cada oreja. Seguramente no es fea,
ni su edad será demasiado grande, pero su aspecto de fatiga y abatimiento es
absoluto.

Igual que ella observa a las otras, también se da cuenta que ella esta siendo el
centro de atención. Todas la miran. Y al igual que ella, estarán preguntándose
que clase de esclava es. Y también es consciente por fin que su aspecto puede
resultar algo “raro”. No tiene señales de latigazos, pero sus manos, codos y
pies encadenados, no son muy habituales. Bueno tampoco son tan anormales,
si eres un animal de tiro y llevas un carro, piensa ella. Porque se fijan entonces
tanto en ella? Su conclusión es sencilla, es nueva.

Pasan las horas y no pasa nada. Todas se remueven inquietas. La de las


grandes tetas ya ha hecho dos intentos para quitarse los zapatos. En el primero
se ha dado cuenta que la cadena que la une a la pared está tan tensa que si se
descalza terminará ahorcada. En el segundo se ha quitado un zapato, y tras
mirar a la cámara que las enfoca directamente, lo ha pensado mejor y no sin
dificultad ha vuelto a ponérselo con ayuda del otro pie.

Así que sigue agitándose cada vez con más nerviosismo. Todas la miran, y
todas la comprenden, pues lo que tienen en común es precisamente su
atuendo. Todas están completamente desnudas, y con zapatos de alto tacón.
En lo demás nada en común. Cada una lleva un determinado maquillaje o
peinado, y mientras algunas llevan cadenas en los tobillos, otras no los llevan.
O mientras unas llevan encadenadas las muñecas y los codos, otras solo las
muñecas. Aquel a de ser necesariamente un amo terrible, pues nadie habla, y
solo ella y dos más llevan el bozal puesto. Todas se miran, a veces con ojos de
complicidad y compasión mutua, pero ninguna se atreva a decir una sola
palabra.

Seguramente es ya bien entrada la tarde cuando se presenta de nuevo el


dueño y situándose en el centro del calabozo- pues no cabria otro nombre para
aquel sórdido lugar- habla con sequedad y contundencia.

-Escuchadme bien. Algunas sois nuevas y no sabéis mucho de este lugar. Mi


negocio es una tienda de alquiler. Y es de alquiler porque ya no servís ninguna
de vosotras para venderos. En realidad os tengo aquí más que nada por
compasión. Pero mi compasión y paciencia tienen un limite. Y ese límite no va
más allá de 1 semana. Alguna de vosotras lleva aquí ya 4 días, si en dos mas
no la consiguo colocar en algún sitio, me la quitare de encima.

-No ha dicho quien es, pero los temblores y el pánico reflejados en la esclava
de las grandes tetas la delatan- No os preocupéis, y estar tranquilas si lo que
os preocupa es la forma en que desapareceréis. Nadie os va a matar. Bueno
por  lo menos eso me parece. Lo que hace el camión de recogida de sobrantes
no lo se. Os he dicho antes que nadie os mataría, pero eso no es del todo
cierto. Yo mismo lo haré si alguna es devuelta por quien la alquile.

El hombre sigue hablando un rato, pero ninguna es capaz de asimilar tanta


atrocidad. Cuando termina la que no esta temblando, tiene tanto pánico que
simplemente es incapaz de reaccionar.

Cuando Puta piensa que no resistirá ninguna de ellas toda la noche en aquella
postura, tras marcharse el nuevo amo, unos minutos después entra y las va
desenganchando , y le dan un poco mas de largura a la cadena para que por lo
menos puedan sentarse en el suelo.

Cuando vuelva a salir y hecha la puerta metálica de nuevo lleva con el a la


tetada y a Puta. Un hombre bajito entrado en años y con gafas oscuras esta
esperando en la entrada de la tienda.

-        Esto es lo único que puedo darte por lo que me vas a pagar.

El hombre se acerca- es evidente que no ve muy bien- y no tarda en coger las


dos cadenas que le ofrece el comerciante.

-Me sirven perfectamente. Para lo que las quiero…………

-Son para el bar no?

-Si. No tengo tiempo de limpiarlo, y cada vez son mas guarros la pandilla de
golfos y vagos que tengo de clientela.

-No te van bien las cosas?

-Para que te voy a engañar, mi barrio no es precisamente del centro, y para


dos vasos de vino que se toma alguno, lo tengo que aguantar toda la mañana,
o todo el día, pero en fin que quieres que te diga……..

-A ver si tengo tiempo y me paso un día de estos.


-Cuando quieras. Seguro que no me engañas? Esta de las tetas tan grandes no
me da buena espina.

Tira de la cadena y se acerca hasta casi rozar a la asustada esclava.

-Que si hombre. Además, para lo que la quieres, tu mismo has dicho que las
utilizaras para la limpieza.

Aquella esclava a de verse muy perdida, pues comprende que si aquel hombre
decide no llevársela será su fin. Y no duda en cuanto le afloja la cadena en
arrodillarse, y con sus enormes tetas haciendo de escoba, recoge los restos de
papeles y suciedad del suelo. Y aunque tiene las manos encadenadas a la
espalda, aprovecha que no lleva bozal y tras hacer un pequeño montículo de
papeles los va recogiendo con la boca y no duda en tragárselos. A intentado en
todo momento levantar el culo todo lo que podía para que los hombres
pudieran ver su culo abierto y la humedad de su coño expuesto y vibrante.
Cuando termina se da la vuelta y de rodillas se acerca donde permanece atento
y divertido el dueño del bar con el comerciante y sin dudarlo por un solo
instante saca todo lo que puede la lengua y lame hasta sacar brillo a los
gastados y sucios zapatos.

Los hombres se miran con sonrisa cómplice.

-Bueno, esta si me puede servir, pero la otra, a ver….

Tira de Puta y se la acerca también mucho a su rostro.

Es guapa y joven, como ha terminado aquí?

-Pues no se es que a veces…

-Ya, no me digas mas. Mira la señas de la teta, y además si no me equivoco…..

Tres dedos son introducidos sin miramiento en su húmedo coño, que


rápidamente reacciona. En solo unos segundos sus caderas ya tienen vida
propia y se balancea adelante y atrás esperando y deseando que el hombre
continúe y tenga la suerte de que meta otro dedo por el culo.

-        Lo ves, es superior a ella. No puede controlarse. Si la dejáramos suelta


se mataría ella misma a pajas. Por eso lleva tantas restricciones. Bueno, no hay
problema. Le dejares las cadenas y el bozo por lo pronto, y si se le ocurre
correrse sin mi permiso, seguramente maldecirá haber nacido, si es que no lo
ha hecho ya.

Los dos hombres vuelven a sonreír cómplices de sus ocurrencias.

-Vale, me las quedo las dos. En tres meses si me va bien, renovamos el


contrato, o igual te las compro, no se….

-No vemos entonces la semana que viene, yo me paso por el bar.

Aquel local sucio y destartalado seguramente solo tiene de bar el nombre.


Situado en una esquina de un barrio marginal de la ciudad, al lado de una zona
de almacenes, una casa vieja y corrompida por la humedad y los años sirvió al
dueño para utilizar los bajos de dicha vivienda y abrir un garito apestoso y
decrepito. Si la calle donde se encuentra y su aspecto exterior son depresivos y
tristes, en su interior no se puede encontrar nada mejor.

Una sola barra al fondo y tres o cuatro mesas viejas son todo su mobiliario.

Tan solo unas cuantas bebidas alcohólicas detrás de la barra y un tirador de


cerveza puede ser todo el parecido de aquel antro a un bar. normal.

En la casa donde han quedado Cerda y Guarra, la tarde trascurre sin


demasiados incidentes. La amiga peluquera se presentó al poco rato y llevaba
con ella a un hombre que resulto ser un herrero. En poco mas de una hora el
hombre había conseguido quitar todas las cadenas y el horrible y desgastado
collar que restringían los movimientos de las esclavas. Fueron sustituidos por
otros, también de acero, pero casi nuevo, Las manos em vez encadenarlas a la
espalda fueron sujetas delante y con un poco mas de holgura, y en los pies,
tras comprobar la altura de los escalones, la medidas de las cadenas fueron
ajustados a esta altura. El collar, si bien mas grueso, era mas ligero y con
algún detalle de adorno.

Los zapatos fueron cambiados por unos nuevos de altísimo tacón también, pero
de charol reluciente en negro y cerrados en la punta. El vestuario fue
completado con una cofia blanca preciosa insertada en un recogido moño muy
estilizado del que caían dos o tres mechones de pelo, y un mini delantal,
también blanco y con terminaciones de fantasía que cubría desde la parte baja
del ombligo hasta justo por encima del pubis. Se ataba por detrás con sendas
tiras de la misma tela. Unas medias negras con ligero totalmente blanco fue el
complemento perfecto.

Eran dos doncellas y lo parecían realmente. Se sorprendió la nueva ama, se


sorprendió su hija, el marido quedo con la boca abierta cuando las vio, y hasta
las propias esclavas al verse la una a la otra quedaron encantadas. La verdad
es que seguían siendo dos jóvenes y atractivas esclavas con un cuerpo y una
belleza totalmente sensual y espectacular.

Solo si alguien se fijaba en la marca del culo podía deducir que habían sido de
otro propietario, o las señas en las tetas que las delataban como animales
conflictivos por diversos motivos. Pero las sorpresas no acabaron aquí. Cuando
la peluquera hubo terminado y todos pudieron admirar las nueva compra, la
estilista de animales se acerco a su amiga y tras consultarle, de dirigió
directamente a las nuevas doncellas. Estas, por propia experiencia seguían
expectantes y con la mirada clavada en el suelo, todos los detalles del suceso
en el que ellas eran evidentemente las protagonistas.

-Como sabéis ahora sois propiedad de un nuevo amo. Esta es una casa con
reconocido prestigio, admirada y querida por mucha gente. Y eso a de seguir
siendo así. Solo esperamos todos que ninguna de vosotras meta la pata.
Sabemos lo que sois, y eso no lo podremos cambiar, pero si al menos
disimular. Las normas básicas que tendréis desde este momento son las
siguientes.: Podéis hablar, cuidado, solo con los amos, siempre que pidáis
permiso para ello. Para no perder las formas, cada vez que os dirijáis a ellos
empezareis o terminareis la frase con la palabra amo. Esta claro?
-Las dos esclavas están atentas y sus reflejos son rápidos. Las dos contestan al
mismo tiempo.

-Si ama.

Una de ellas, Guarra concretamente, casi cae al suelo de la sorpresa y la fuerza


de la bofetada que le atraviesa la cara.

-Además de sucias y depravadas sois entupidas. Es que no prestáis atención


cuando se os dice algo? La mujer queda expectante pues espera una respuesta.

Y la respuesta tarda unos segundos pues las dos esclavas son conscientes que
la siguiente bofetada está al caer y no terminan de entender porque. La propia
guarra se da cuenta por fin.

-Volviéndose donde esta su nueva ama y sin levantar la mirada del suelo le
habla.

-Puedo contestar ama?

-Bien, muy bien. Cuando se presta atención se comprenden las cosas.

-Si, contesta a mi amiga.

-Hemos entendido perfectamente ama.

Nueva bofetada.

-No entupida, yo no soy tu ama. Tus amos solo son mi amiga, su marido y su
hija.  Cuando te dirijas  a mi llámame simplemente señora, o si es alguien
importante excelentísima señora.

La mujer mira al cielo y en un gesto de paciencia continua.

-Norma numero dos. Me dice mi amiga que habéis sido hasta ahora animales
de tiro. Igual os habéis pensado que habéis dejado de serlo. No os confundáis,
seguís siendo animales, solo que ahora sois animales domésticos. Y como es
lógico nadie quiere tener animales peligrosos o ariscos en casa. Prefiere tener
animales sumisos y cariñosos. Que quiere decir esto? Como no sois muy listas
os lo explicare. Nunca, repito, nunca, estaréis de pie delante de vuestros amos,
a su misma altura. Habréis de estar siempre por debajo. Ni que decir tiene que
cuando os crucéis con ellos también habréis de arrodillaros al pasar ellos…….

Las mira a las dos, esperando su reacción.

Si esta vez esta claro, en un segundo las dos se arrodillan.

-Correcto. Ellos están delante, vosotras no podéis estar de pie. Pero no es esa
la postura. A ver, culo levantado, arriba. Las rodillas en el suelo y las
pantorrillas y los muslos en tensión….espalada recta…bien…manos a la nuca y
pechos fuera. Perfecto. Así estaréis hasta que ellos os manden algo o
sencillamente se marchen. En este momento el herrero esta colocando en la
cocina y en alguna de las habitaciones un arnés y una cadena de la que os
engancharan alguna vez los amos si creen que debéis permanecer en ese lugar.
No se donde querrá mi amiga que durmáis, pero lo normal es que la domestica
duerma en la cocina y tu doncella particular en tu habitación, por si necesitaras
algo en algún momento de la noche. Resumiendo y para no perder mucho el
tiempo con vosotras, os diré que vigilareis especialmente tres cosas. Como
estáis, donde estáis, y como os comportáis. Como estáis: Os he puesto el traje
a las dos de doncellas. A mi me parece bonito, pero eso es una elección de mi
amiga. Lo normal es tener los animales domésticos desnudos lógicamente, pero
a mi este traje y las medias me parecen interesantes- mira a su amiga
mientras habla- fíjate que no tapando nada si insinúa y resalta muchas cosas.
Bueno pues procurad no ensuciarlo y cuidarlo como si fuera vuestra propia
vida. Donde estáis. Lógicamente en donde os lo digan vuestros amos, pero si
no, la domestica en la cocina y la particular en la habitación. Y como os
compartáis, bueno, ya os he explicado lo básico, pero depende de vosotras lo
buenos animales que lleguéis a ser. Tengo una clienta a la que arreglo la
mascota. Es un encanto de perrita. Cuando la compro pensaba hacer de ella un
animal de tiro para su granja, pero termino quedándosela como perrita. Y es
que se nota que adora a su ama. Si se sienta, ella rápidamente se sitúa delante
para que ella no tenga los pies en el suelo, si se le cae un trozo de comida de la
mesa, ella lo recoge con su boca sin tardanza y se lo ofrece. Si esta parada y su
ama está cerca, no deja de lamerle los zapatos….no se detalles que no les ha
enseñado nadie, pero que dicen mucho de su condición de animal domestico.

-Eres un sol amiga mia.

-No. Simplemente hago bien mi trabajo.

Todo parecía que había sido aclarado. El nuevo amo se quedo mirando a su
mujer e hija, pensando para sus adentros, que una vez mas las dos mujeres
hacían su voluntad, y el se quedaba esperando. No es este el deseo que el
tenia, ni había comprado aquellos dos animales para esto.

Las dos mujeres cogieron cada una a una esclava y se metieron en la casa.

Mientras el ama subía a Cerda a su habitación y enganchaba la cadena a los


pies de la cama, su hija hacia lo propio con Guarra en la cocina.

En el bar la tarde trascurre tranquila, como siempre. Solo unos cuantos clientes
sentados en las mesas tomando café y el tiempo pasando lentamente. El dueño
a decidido usar a cada una de sus nuevas adquisiciones para una tarea en su
local, asegurándose antes que cada una de ellas hará bien su trabajo.

-A ver tu, te llamas Puta, por lo que pone en tu teta. Estoy seguro que lo eres.
Bien, voy a ser generoso y te quitare el bozal que llevas puesto. Hablaras solo
cuando yo te lo diga, lo tienes claro?

-Si amo

-Bien. Tu te vas a dedicar a servir las mesas y tener contentos a los clientes.
Como no me fío mucho de ti, te voy a dejar las cadenas que te pusieron en las
manos y los pies. También te colocare un arnés a la cintura que servirá para
que lleves los pedidos a las mesas.
Y tu como te llamas?

-No tengo nombre amo.

-Como coño no vas a tener nombre? Como te llamaba tu ultimo amo?

-Nunca me hablaba amo.

-Joder que gente mas rara hay por el mundo. Bueno pues te
llamaras…………..tetuda. A ver, tetada, tu tienes básicamente dos trabajos, uno
mantener limpio el local, y otro poner en la bandeja de puta lo que ella te pida.
Por supuesto si alguien te lo pide en la barra también es cosa tuya.

A ti te voy a soltar las manos y te las encadenare por delante, para que puedas
trabajar bien. Las cadenas de los pies te los voy a dejar. No me fío de ninguna
de vosotras. Si alguna intenta irse, o simplemente salir del local sin mi permiso
la mataré directamente. Si veo que no atendéis bien a los clientes os mataré a
latigazos. Y por ultimo, si alguna se corre sin mi permiso, le arrancare el coño
con unas tenazas, textualmente, con unas tenazas  le destripare sus partes.

Mientras habla a soltado las cadenas de las manos de tetada y las ha vuelto a
encadenar por delante. No puede evitar excitarse mientras trastea tan cerca de
aquellas enormes tetas.

-Coño………me he puesto cachondo.

Pasan unos segundos y una expectación parece que flota por el aire.

-Como es la primera vez, lo voy a repetir, pero será la última. Coño, parece que
me he puesto cachondo….

Unos segundos mas, y por fin las esclavas comprenden. Tetada baja
rápidamente la cremallera y saca el eminente miembro de su nuevo amo. Las
dos de rodillas se dedican a succionar y sacar todo el jugo de la polla de su
amo. Se turnan, las dos a la vez, y como ya tienen experiencia, no dejan
escapar ni una gota, cuando esté se corre. De nuevo tetada delicadamente, casi
amorosamente guarda el pene en su sitio y cierra de nuevo la cremallera.

-Bien, no sois malas. Un poco lentas, pero voluntariosas. Espero ese mismo
esmero con los clientes. Vamos a ver, en poco mas de una hora empezara a
llegar gente. Mientras llegan voy a bajar unas medias preciosas que tengo en
mi cuarto. Tu te pones unas y otras se las pones a puta. Zapatos no tengo,
pero esos que lleváis están bien Cuando termines, tu te pones en la puerta a
esperar a los clientes, mientras guarra va barriendo el local y poniéndolo
bonito. Acompañaras a los clientes cuando entren y si se sientan en alguna
mesa, tetuda te pondrá el  artefacto este y les servirás allí. Si se acercan a la
barra, tu te vuelves a la puerta y tetuda les servirá. Esta claro todo?

-Si amo- Contestan las dos al unísono.

Cuando baja de su dormitorio y les entrega las medias que les había dicho,
aprovecha para dar unas ultimas instrucciones. .
-Es muy importante mantener a los clientes contentos. Yo estere por aquí.
Como conozco a estos salvajes estoy seguro que querrán hacer cosas con
vosotras. Aprovecharemos el cuarto de atrás, donde tengo el almacén. Como
yo estaré por aquí, me encargare de cobrarles. Vosotras simplemente hacer
que lo pasen bien.

Las medias no son nuevas, pero si llamativas y atractivas, negras y con


fantasías una de ellas, terminadas ambas en ligero. 

Tetuda se puso sus medias rápidamente haciendo equilibrios sobre sus zapatos,
y con algo más de dificultad vistió a su compañera también que no podía
hacerlo sola al tener los brazos encadenados a la espalda

Ya estaban preparadas para trabajar.

En la casa del granjero la nueva vida de Guarra y cerda paso en pocos días de
la incertidumbre a la monotonía. La labor de ambas consistía básicamente en
satisfacer a sus nuevos amos, o más bien a sus nuevas excéntricas y
caprichosas amas.

Madre e hija, lesbianas incorregibles y sádicas depravadas aprovechaban


cualquier momento para satisfacerse y torturar y humillar a sus nuevos
juguetes.

Cerda fue encadenada a la barra que recorría la cocina, y solo la soltaba la


repelente hija para subirla a su dormitorio y hacer todo lo que a su mente
calenturienta y sádica se le ocurría. Su trabajo era hacer y servir la comida y
mantener limpia y pulcra la cocina. Dormía en el suelo, acurrucada en un
rincón. Se despertaba con las primeras luces del día y preparaba el desayuno
de los tres miembros de la familia. El primero en llegar siempre era el amo, que
nunca desayunaba con la hija y la esposa. Se sentaba soñoliento en un extremo
de la mesa y de recojo, casi con timidez, observaba como la esclava le serbia el
café y las tostadas untadas de mantequilla. Ella se sentía observada y podía
notar la excitación del hombre, que aumentaba cuando se le acercaba en
silencio y solo podía escucharse el tintineo de la cadena del cuello y los grilletes
al andar, acompasados con el clic de los tacones. Cuando la bebida y las
tostadas estaban servidas la esclava se arrodillaba al lado de su amo, casi
rozándolo, y con las manos en la nuca y la espalada totalmente recta sacaba
los pechos todo lo que podía. Sus rodillas en el suelo, el culo levantado y las
piernas completamente abiertas. El hombre comía, miraba, casi siempre de
reojo, y alguna directamente, y reprimía las ganas de poseer allí mismo lo que
el había pagado. Ningún hombre normal podría resistir tener una hembra de
aquellas características a su lado, desnuda y ofrecida de aquella manera, y no
desearla.

Pero era conocedor de que sus dos queridas mujeres, esposa e hija, ya estarían
despiertas y a punto de llegar. Así que siempre suspiraba cuando terminaba, y
dirigiéndose a la pared desenganchaba la cadena que unía el collar de la
esclava a la barra situada en la pared y tirando de ella sacaba a esta a la parte
trasera del jardín de la casa. Allí un trozo de terreno había sido acondicionado
con arena y tierra. La esclava sabía que aquel era el momento de desocupar
sus intestinos. El amo no tenía ni tiempo ni paciencia, así que en menos de tres
minutos tenía que hacer sus necesidades. Estaba acostumbrada a que la
observaran y terminó por casi no importarle. Se dirija dócilmente a la arena, y
mientras el amo le daba toda la largura a la cadena, ella se agachaba y
desocupaba sus intestinos. Rápidamente cogía una pala y entraba los restos, y
con la misma rapidez se acercaba a un cubo con agua y jabón y limpiaba
concienzudamente sus partes íntimas. El amo seguía excitándose cada vez
más. Pero también seguía reprimiéndose y todo su ardor se calmaba alguna
que otra vez con una sonora palmada en el culo cuando se dirigían de nuevo a
la cocina. Aquí era de nuevo enganchada la cadena al tubo de la pared y el amo
se marchaba.

Ella quitaba rápidamente los platos y tazas usados y se preparaba mas tostadas
y café caliente. Aprovechando el espejo de la puerta de un armario siempre
dedicaba estos momento para retocarse el pelo y la cara, estirar y quitar alguna
posible arruga de la cofia y el mini delantal que cubría su ombligo y anudar y
apretar el nudo de este. Revisaba el maquillaje y tras lavarse con rapidez la
cara en el fregadero, sacaba el maquillaje que el ama le había comprado y que
guardaba en una cajita con los detergentes y artículos de limpieza, y con
maestría y una eficacia insólitas se maquillaba al gusto que ella sabia agradaba
a sus amas. Es decir, labios rojos muy fuertes, un poco de color en las mejillas
y negro suave en las pestañas, con una sombra de azul muy suave en los
parpados.

Un rojo más ligero también en los pezones y rosa pálido en los labios del
clítoris. Conocedora de que a las amas les gustaba encontrársela en perfecto
estado, se acostumbro a hacer todo en pocos minutos, y con bastante buen
resultado, pues cuando las dos entraban en la cocina, siempre lo hacían juntas,
ella las esperaba en su rincón convenientemente aseada, lavada, perfumada,
maquillada. En su rincón, arrodillada, la mirada al suelo, las manos en la nuca y
el culo levantado y las piernas abiertas.

Esperaba que ambas estuvieran sentadas, para pedir permiso.

-Puedo hablar ama?

-Si

-Sirvo ya el desayuno ama?

-Si

Como un resorte se levantaba y servía el café y las tostadas, y al igual que con
el amo, se situaba de rodillas al lado de la mesa.

La diferencia era que el amo contenía las ganas, pero ellas no se reprimían en
absoluto. La madre solía ser más tranquila, tras haber pasado la noche con
guarra, pero la hija siempre bajaba al desayuno con la cabeza calenturienta de
la noche anterior. Eran momentos tensos para la esclava.

A la joven le encantaba tirar pedacitos de tostada al suelo para que su nuevo


juguete los recogiese con la boca, o hacia que se le derramase la leche para
que esta tuviese que lamer los restos del suelo. Madre e hija se divertían
calladamente viendo como su esclava se arrodillaba y lamia con fruición el
suelo mientras no reprimían tocar las partes más íntimas de la infeliz mientras
permanecía agachada.
A pesar de todo fueron momentos relativamente tranquilos y para la fogosa
esclava casi diríamos que felices. El trabajo era sencillo, nada agotador, y lo
mejor de todo, la inexperiencia de las nuevas amas, que descubrió la
observadora esclava, le permitió hacer cosas que antes le resultaban
impensables. Así, había pasado tanto tiempo con una abstinencia total de sexo,
que llego a ser casi la peor tortura que padeció. Aquí sin embargo pasaba horas
y horas sola en la cocina con el tiempo muerto como único compañero. Al darse
cuenta que las nuevas amas no sabían ni imaginaban lo que había estado
haciendo, su desbordante imaginación y su ardor sin límite hicieron el resto.
Empezó por masturbarse una vez al día y rápidamente utilizando solo sus
manos. Pero en muy poco tiempo descubrió que una cocina podía ser mucho
más divertida de lo que parecía. Y término utilizando cucharones, palos de
fregonas y escobas, y toda la fruta imaginable. Pasaba horas y horas
masturbándose. Ella misma fue la primera sorprendía al comprobar que su
apetito sexual no conocía limites.

Su otra faceta, que no desconocía, pero que también le sorprendió fue el placer
y el estasis con el mismo sexo. Por lo menos dos o tres veces en la semana la
hija de los amos bajaba a la cocina, desenganchaba la cadena de la pared y la
subía a su habitación. Aquí la joven y la esclava daban rienda suelta a sus
fantasías y lujurias mas depravadas. Y más de una noche no tuvieron fuerzas
para volver a la cocina y termino pasando la noche encadenada  a los pies de la
cama de la joven.

Su compañera casi había corrido su misma suerte, o más, segur el punto de


vista que se mirase. Lo peor de todo es que a ella nunca lego a gustarle el sexo
con las mujeres, y todo lo que su ama le pedía lo hacía forzadamente. Por eso
cada noche para ella era como un trabajo cuando tenía que hacer todas las
cosas inimaginables que su ama le pedía. Su autentico momento de placer era
el momento en que se quedaba sola y habría el armario donde el ama guardaba
un autentico arsenal de los más variados juguetes sexuales existentes en el
mercado. Termino por hacerse una autentica experta en su utilización, y estos
llegaron a ser sus auténticos momentos de placer.

La monotonía era interrumpida siempre por los sábados.

Las amas invitaban sus amigas.

Aquellos significaba que las dos esclavas eran encadenadas primera hora en la
barra de la cocina y se dedicaban toda la mañana a preparar la comida de las
invitadas.

Poco antes del medio día llegaba la amiga peluquera y se dedicaba a ciclar a las
esclavas.

Aseo en profundidad, maquillaje cuidado y refinado, peinado nuevo, siempre


recogido y discreto, y como un día especial que era, uniforme limpio y a ser
posible nuevo. Aquel Sábado concretamente llevo una cofia pequeña en blanco
con ribetes negros de fantasía, que coloco con especial esmero delante el moño
y tras la gomina que mantenía el pelo recogido.

También era nuevo el delantal. Blanco brillante.


En el bar nada imprevisto sucedió con la llegada de las nuevas esclavas. A
media tarde llegaban algunos clientes, la mayoría parada y jubilada. Se
sentaban en alguna mesa y esperaban a que puta se acercase a servirles.
Muchos bares de la ciudad utilizaban esclavas para servir y aquello no pareció
sorprenderles. Miraban encantados, eso sí, entre divertidos y excitados, cuando
la hermosa y espectacular hembra se acercaba a la mesa y con el tintineo de
los grilletes de los tobillos y el movimiento oscilante de sus tetas les
preguntaba que querían tomar.

Nunca empezaban la partida de dómino haza que la esclava no regresaba a la


mesa y todos contenían la respiración cuando ella se acercaba haciendo
equilibrio para no tirar las consumiciones que Tetuda había colocado sobre la
bandeja que colgaba del collar de Puta. Su movimiento de cadres se acentuaba
caminando sobre aquellos enormes tacones. Cuando llegaba a la mesa
cuidadosamente se inclinaba para que su bandeja se apoyase sobre la mesa.
Por supuesto tenía que esperar que fuesen los propios clientes los que cogiesen
las bebidas, pues ella tenía las manos y los codos encadenados a la espalda, 
pero también era el momento en que su culo quedaba empinado y expuesto.
Ella sabía muy bien lo que tenía que hacer. Se habría de piernas y su sexo
quedaba así abierto y expuesto también. No llego a servir ni una sola mesa sin
que algún cliente o todos, la sobaran el culo, le acariciasen las tetas, o
metiesen los dedos o alguna botella, o los objetos más variopintos dentro de su
húmedo coño.

Hasta que la ultima bebida no había sido retirada de la bandeja permanecía


agachada, y más de una vez tuvo que aguantar en esta postura durante todo el
tiempo que los clientes estuvieron en la mesa, horas incluso.

Cuando entrada la noche llegaban más clientes el propio amo se ocupaba de


que la esclava quedase libre lo más pronto posible para que sirviese todas la
mesas. Se paseaba entre los clientes, charlaba con ellos, jugaba alguna partida
o cerraba los tratos que después de cerrar las esclavas se ocuparían de cumplir.
Para poco después de la media noche ya no quedaba nadie, y era el momento
de terminar la jornada. Raro era el día que no tenían que satisfacer a algún
cliente, y solo los fines de semana había que guardar turno pues llegaban a
juntarse entre ocho o diez. No eran hombres ni delicados, ni exigentes, ni
aseados, ni ricos. Así que en la habitación que había detrás del almacén, y en
un camastro viejo con una colchoneta aún más vieja, hacían las esclavas sus
servicios.

Cuando el último cliente abandonaba el local, el dueño lo acompañaba y echaba


la puerta. Se iba entonces hacia la barra y desenganchaba a tetuda de la
cadena a la que permanecía enganchado su collar. Era una cadena larga que le
permitía comerse dentro de la barra, pero no salir de ella.

La esclava se lanzaba con rapidez y barría, fregaba y aseaba el local y las


mesas.

Mientras su amo se sentaba en una de las mesas y hacia la caja, o algún


pedido, Generalmente no le apetecía, pero puta se arrodillaba a su lado por si
tuviese ganas su amo de alguna mamada o cualquier otra cosa.

Lo habitual es que terminase en unos momentos y se relajaba entonces viendo


como su tetuda esclava se afanaba a toda prisa en la limpieza del local.
Aquellos saltitos que daban con sus tacones por los grilletes de sus tobillos, el
balanceo constante de sus tetas, las posturas forzadas de las manos
encadenadas por delante, y su completa desnudez, terminaban por excitarlo.
Puta permanecía muy atenta, y a la más mínima señal su boca permanecía
receptiva y húmeda para lamer el miembro de su amo.

Era mucha la maestría de aquella esclava y vasa siempre terminaba por


correrse rápido en su boca. Tetuda los observaba y sabía que le quedaba muy
poco tiempo para terminar. Hacer esperar a su amo era lo último que ella
quería.

El amo abría entonces una iqueña puerta que daba a in minúsculo patio donde
un desgastado inodoro y un barreñ

VIDA ANIMAL EXTRA 2

Si alguien puede creer en el destino, esta puede ser una buena ocasión para
reafirmarse en sus convicciones.

Después de pasar por varios amos, servir en casas, en bares, en granjas, en


fábricas….terminaban en el mismo sitio: El abrasador mercado de esclavas
esperando a que alguien las comprara. Metidas en un cuchitril cerrado y oscuro
con otras 5 desgraciadas.

La historia casi se repetía una y otra vez. Los últimos amos se habían
divorciado, y las deudas de la familia salieron a flote. Fue necesario vender o
embargar todas las propiedades, incluidas las esclavas por supuesto. De ellas
se hizo cargo un banco acreedor, junto con la casa y todo su contenido, con
cuya venta esperaban subsanar parte de la deuda. La casa ya había sido
vendida a un buen precio, cosa que no ocurriría con las esclavas.

A la hora habitual de comienzo de la puja las tres esclavas, junto a otras cinco
en esta ocasión, estaban de nuevo subidas en la tarima situada en el centro del
mercado, dispuestas para su venta. Era un martes, un día más bien flojo de
afluencia en la plaza. Los días fuertes eran los viernes y sobre todo los sábados.
Eso significaba que no abría grandes compradores y la mercancía que se ofrecía
tampoco estaba considerada como de primera calidad. También era costumbre
en aquel mercado guardar los mejores ejemplares para viernes o sábado,
donde se ofrecían los ejemplares individualmente. El resto de la semana
simplemente el producto era expuesto y eran los compradores los que se
interesaban y pedían información o examinar la posible compra. De manera que
un poco antes de la exposición dos empleados entraron al cubículo donde
estaban las esclavas, y mientras uno de ellos unía sus collares con cadenas,
otro les ponía zapatos de tacón, les arreglaba el pelo y las repasaba todo el
cuerpo con una esponja húmeda que hacia brillar su cuerpo.

A todas luces se veía que aquello era un producto de saldo. Ninguna virgen,
ninguna sin marcas. Si bien eran todavía jóvenes y todas ellas con cuerpos
espectaculares, también se veían claramente los restos de castigos, las marcas
de antiguos amos, otras marcas indicando su condición, anillas en nariz,
lengua, clítoris, etc.…y por supuesto todas con restricciones en pies, manos y
codos, en forma de cadenas. Unas más largas, otras muy cortas. El collar que
cada una llevaba era también diferente, dependiendo del lugar de donde
venían. El empleado encargado de prepararlas sabía que tendría poco trabajo
en esta ocasión. Tenía que desnudarlas, y estos ejemplares hacía mucho
tiempo que no habían visto nada semejante a un vestido o algo que cubriera su
completa desnudez. Tenía que encadenarles pies y manos, y estas no solo
venían con grilletes en tobillos y muñecas, sino que la mayoría traía también
encadenados los codos a la espalda, algunos con cierre permanente, no se
podía quitar si no era con la intervención de un herrero. Su aspecto físico era
bastante aceptable. Parecían bien alimentadas, ninguna señal reciente de látigo
o cepo, y el pelo…..aquel empleado era perro viejo. Si alguna traía el pelo corto
no había problema, y si lo tenía largo, sencillamente lo remojaba un poco y lo
recogía en un apretado moño. Durante un tiempo tuvieron una mujer que se
encargaba del maquillaje, pero eran mejores tiempos, hoy lo hacia el mismo
empleado, y con la experiencia había descubierto que con solo un poco de
sombre de ojos, unos polvos para las mejillas y buen pintalabios, era suficiente.
En no más tres o cuatro minutos tenia lista a una esclava para ser expuesta. El
problema de los zapatos le surgía cuando dos o tres calzaban el mismo número.
El no le daba demasiada importancia hasta el día que su jefe le explico algo.

-Tienes que entender una cosa. El zapato es muy importante por dos motivos.
Uno porque es la única prenda que viste la esclava, y eso, aunque tú no te des
cuenta, les da seguridad, les hace sentir mejor y más atractivas. Y eso es
cierto, les hace estar más elegantes, justo el segundo motivo por el que se los
ponemos. Por eso he gastado tanto dinero en ellos, y por eso te pedí cuando
los compraste que fuesen de tacón alto y fino.

Así que aquella mañana solo tuvo que entrar, sacarlas a la puerta del cobertizo,
maquillarlas un poco, arreglarles el pelo, ponerles los zapatos, y unir sus
collares con una gruesa cadena.

Satisfecho de su labor cogió la cadena que colgaba de la primera de la fila, tiro


de ella, hizo sonar fuertemente el látigo que llevaba en la otra mano, y se
dirigió al centro de la plaza. Subió a la tarima y cuando estuvo en el centro y
dejo a las esclavas al borde la misma, soltó la cadena del cuello de la primera y
dejo expuesto el material. Su jefe lo esperaba libreta en mano justo frente a la
tarima, esperarando que se acercaran posibles compradores.

Era, a todas luces, un día flojo, muy flojo. Poca gente en la plaza, los
vendedores de los puestos con cara de aburridos, muy poco movimiento. A los
cinco minutos de empezar, ni siquiera un curioso se acercaba a la tarima de
venta de esclavas.

Era también evidente que aquellas esclavas tenían experiencia. Y sabían lo que
se esperaba de ellas. Desde el momento que el empleado las dejos en
exposición bajaron la vista al suelo, sacaron sus tetas todo lo que les fue
posible, abrieron sus piernas todo lo ancho que les permita la cadena de sus
tobillos, y no movieron un solo musculo.

El primer posible comprador se acerco de forma dubitativa, sin mucha


convicción. Paso por delante de la tarima un par de veces mirando el artículo, y
no parecía terminar de decidirse. El encargado tuvo que animarle para que se
acercara definitivamente.

-Buenos días caballeros. Buscan ustedes alguna cosa en especial? Díganme y


les podre ayudar…
El hombre, de unos cincuenta años, con aspecto de empleado, vestido de forma
correcta pero claramente sin lujos, se acompañaba de otro señor de su misma
edad más fino y con mejores ropas, más elegante.

-No no, muchas gracias, solo estamos mirando, es usted muy amable.

Mientras respondía al vendedor no dejaba de mirar el material.

-Encantado de ayudarle señor. Estamos aquí para eso. Veo que igual tengo algo
para usted que puede interesarle. No le llama la atención nada en especial?

-Si bueno, no sé, llevo unos días dándole vueltas al tema. Dependiendo
de…..aquella, la segunda por la izquierda….

En decimas de segundo el vendedor miro a su ayudante que permanecía atento


en la pequeña escalera de subida. Este, rápido y entrenado se acerco al grupo
de esclavas y con agilidad asombrosa soltó y volvió a unir cadenas, de forma
que el grupo ahora lo formaban siete esclavas unidas por unas cadenas en sus
cuellos, y una de ellas era conducida, tirando de otra cadena, hacia la escalera.
En menos de un minuto la esclava estaba junto al posible comprador. Era una
hembra de edad indeterminada, entre veinticinco y treinta años. Morena y con
el pelo muy cortó. Guapa, ojos grandes y pómulos y labios carnosos. Espalda
no muy ancha y pechos bastante grandes pero no exagerados. No se los habían
agrandado, estaba claro que eran naturales. Se mantenían firmes. Vientre liso y
fibroso, y piernas proporcionadas y firmes. No muy largas ni musculosas.

-Ha elegido usted bien. Esta hembra acaba de entrarnos, de hecho acabo de
ponerla a la venta. Ha sido toda su vida domestica. Parece ser que tenía un
amo bastante estricto, de ahí sus anillas en nariz y….a ver, abre la boca….si, en
lengua, y seguramente…las piernas…efectivamente, en clítoris. Su amo la
quería bien controlada. No parece muy conflictiva, como ve ninguna marca que
lo indique, sus tetas están limpias. Curiosamente no tiene anillas en los
pezones…a ver, no ni señales de haberlas llevado nunca, están intactos. Otra
ventaja es que ningún amo la ha marcado. Ni por delante, a ver, no….ni en el
culo, nada, no tiene marcas. Por cierto la espalda está prácticamente intacta,
solo si repasa con la mano notara resto de algún castigo. Sí, Creo que esta es
una buena elección.

-Si desde luego…pero el precio…

-Por el precio no se preocupe, estamos hablando entre hombres, seguro que


nos entendemos.

El comprador parece dubitativo, y su amigo permanece en un segundo plano,


pero mueve la cabeza negativamente.

-Si lo que usted quiere es una hembra de verdad creo que no se equivoca. No
sé, compruébelo usted mismo-sin soltar la cadena se dirige a la esclava de
forma contundente, cortante, casi amenazadora-salta todo lo que puedas….así-
La esclava, sin dejar de mirar al suelo hace esfuerzos inhumanos por saltar
todo lo que puede. A ello no ayuda mucho el hecho de llevar tobillos, muñecas
y codos encadenados. Ni por supuesto aquellos tacones enormes de aguja. Pero
como ya tiene experiencia sabe el objetivo último de aquella petición y mueve
todo lo que le es posible sus tetas, tanto hacia arriba y abajo como a los lados.
Se para cuando el amo tira de la cadena y su respiración agitada apenas le
permite continuar.

-Compruébelo usted mismo- Tirando del cuello sitúa a la esclava a escasos


centímetros del comprador. Este comprende, y con precaución al principio pero
con saciedad al fin al ver al sonriente vendedor, soba hasta la saciedad las
tetas de la esclava.

-Como vera son naturales, y bastante bien proporcionados.

-Desde luego, pero yo lo que querría comprobar es…

Parece que no termina de decidirse….es bastante tímido, por lo que parece.

-Ya. No me diga mas- Sin miramientos el vendedor introduce tres dedos en el


coño de la esclava, que da un respingo y un suspiro casi infinitos- No amigo,
desde luego no es virgen, pero está en perfecto estado. Déjeme su mano-
Guiado por el vendedor el caballero introduce un dedo, pero después va
cogiendo confianza y termina por examinar más que detenimiento el coño de su
posible futura esclava. Esta permanece con las piernas abiertas, la mirada en el
suelo y el coño chorreante esperando una nueva inspección.

-Ve que le decía? Mírese los dedos….además es muy ardiente el ejemplar este.

-Mire usted, yo lo que quiero saber es si el culo…

-Ya ya, discúlpeme por mi torpeza. Date la vuelta, vamos a mirarte el culo,
agáchate-La esclava sabe lo que aquello significa, así que rápidamente se da la
vuelta, abre las piernas y agacha su cabeza todo lo que puede. Con las palanas
de las manos separa sus glúteos.

El vendedor introduce dos dedos rápidamente, por lo que la esclava se


estremece de nuevo y hace que se tambalee, casi se cae de la excitación.

-Ha tenido usted suerte caballero. Esta hembra es totalmente virgen. Parece
que sus amos no les gustaba mucho ese tema…en fin es su suerte.

El comprador no puede ver la expresión de sorpresa de la esclava, que


comprende que ha de cambiarla rápidamente tras el palmetazo en los glúteos
del vendedor.

-Arriba, ya te puedes enderezar.

Si el comprador supiera que su culo ha sido visitado por dos pollas a la vez, o le
fueron insertados desde bolos para ponerle colas, hasta….bueno ya no recuerda
cuantos objetos le hacía llevar su penúltimo amo. Por no hablar del
último…..Llego a tener puesto días enteros un cinturón de castidad con dos
enormes consoladores. Uno en el coño y otro en el culo…..Bueno….el comprador
era claramente un  ignorante, y el vendedor un sinvergüenza.

-No se…..no termino de verlo claro…


-Usted toma esa decisión pero……gira que te veamos bien- la esclava empieza a
girar sobre sí misma- un ejempla como este, le aseguro que será difícil
encontrar.

-Bueno va a depender del precio.

-El precio. Caballero la de dije antes que so no sería problema. Además tiene
usted la suerte de que estoy de saldo. Tengo inventario e inspección del
ministerio. Así que estos ejemplares los tengo que tener vendidos para el
viernes. Mire, en condiciones normales, valdría 9000€, yo se lo voy a ofrecer
por 7000€. No va a encontrar nada mejor, se lo digo yo.

-Pues tenemos un problema. Yo no pienso gastar más de 5000€.

-No. Imposible. Este ejemplar vale mucho mas….si se lo estoy regalando.

-No podemos entendernos entonces. Lo siento de verdad.

El hombre se gira, pero el vendedor no parece dispuesto a perder la ocasión. ¿A


dicho 5000€?

-Es de lo que dispongo. Ni uno más.

-Por supuesto. No podemos gastar lo que no tenemos- el vendedor mira a su


atento empleado, que permanece en un segundo plano, pero sin perder detalle
de todo lo que ocurre- sin embargo, lo que sí puedo hacer es ofrecerle el
material que tengo disponible a ese precio. ¿Qué le parece? Ernesto, llévate
este ejemplar y tráeme el segundo, creo que acertaremos con los gustos del
señor.

En un minuto el implado coge la cadena, sube a la tarima, engancha a la


esclava y suelta la que le ha pedido su jefe.

Es Guarra, y al igual que su compañera, rápidamente se sitúa frente al


comprador con la mirada baja y las piernas abiertas.

-¿Qué me dice? Este ejemplar es también bastante bueno. ¿Quiere que lo


examinemos?

-¿Y porque es más barata que la otra?

-Uhmmmm, no sé, si usted quiere pagarme los 9000€ por esta, ningún
problema.

-No lo entiendo, el agujero de atrás es….

-Vamos a comprobarlo caballero…

No hace falta dar indicaciones. Guarra sabe perfectamente lo que ha de hacer.


Rápidamente se da la vuelta y se coloca en la posición para facilitar el examen
minucioso de su culo. Así permanece mientras los hombres siguen
conversando, pues no ha recibido ninguna otra indicación.
-Nada. Este ejemplar también es virgen. Tiene usted mucha suerte……pero no
termino de verlo decidido…y a su amigo que le parece? No ha dicho nada usted
señor.

-Bueno en realidad no es mi amigo, es mi compañero del ministerio. Igual que


yo, es inspector, y estamos comprobando que se cumplen las normas
establecidas- La expresión del vendedor cambia y se torna sombría y distante-

-Vamos a ver. Necesito ver su licencia, su documentación personal y la


documentación de venta de estos ejemplares que tiene expuestos.

-Si señor. Ernesto, vete a la oficina, volando, y tráete todo lo que tengamos
allí. Ya estas tardando…

La oficina está en la otra parte de la plaza, pero en cinco minutos y a carrera


tendida el empleado aparece con tres carpetas en la mano.

Guarra sigue agachada, con las piernas abiertas y los glúteos abiertos por sus
manos, con el culo en total exposición.

-Vamos a ver esta documentación. Y esta esclava, por favor, que vuelva a su
sitio.

El funcionario se toma su tiempo, y con ayuda de su compañero, comprueban y


separan varios documentos. Guarra ha sido encadenada en su lugar, y ambos
vendedores, empleado y jefe, permanecen expectantes.

-Bueno…..la documentación del puesto de venta es correcta. Se caduca en unos


meses, no olvide renovarla y acudir con el pago efectuado. Los documentos de
las esclavas que tiene usted hoy a la venta también son legales. Solo falta el
sello de cesión de venta del banco. Esta el documento, pero no aparece el sello.
Y es obligatorio. No olvide pasar y que se lo pongan en este documento……el
problema, y bastante serio lo tenemos en otro tema…. ¿Usted conoce las
normas verdad?

-Si señor, creo que sí.

-Bueno pues entonces tenemos dos problemas, uno por conocerlas y otro por
incumplirlas. Bueno en realidad da igual, si no las conociera también las tendría
que haber cumplido. Ha intentado usted venderme una escala como virgen
anal, cuando en realidad no era cierto, sino todo lo contrario.

-Pero si usted ni siquiera ha comprobado el estado….

-A ver, escúcheme, no ha leído los documentos que acompañan a cada esclavo.


En este documento…..a ver…si este. Lo ve? Viene especificado claramente el
recorrido de la esclava, los amos que ha tenido, y si se cumpliesen las normas,
las restricciones impuestas y los castigos que cada ejemplar a tenido. Bueno
pues en este esclava concretamente, si lo especifica, y con bastante claridad……
ve donde indica…” la esclava es sometida al castigo de permanecer con cinturón
con inserción en clítoris y ano durante jornadas prolongadas y a veces
continuadas” o donde indica……bueno es igual….en cuanto al segundo ejemplar
que ha intentado venderme, a mi pregunta de por qué era más barato, usted
estaba en la obligación de informar al posible comprador que esa esclava en
concreto tenia señas en pecho y glúteos que indicaban su rebeldía y otras
características propias del ejemplar. No he mirado su historial, pero estoy
seguro que tampoco es virgen anal. Con lo que tengo ahora mismo sería
suficiente para retirarle la licencia por muchos años, así que no voy a seguir
buscando. No quiero ser pesimista, pero es posible que tras mi informe este
usted en paro por lo menos dos años.

-Dios mío. Me va usted a arruinar la vida.

El tono del funcionario, ante la pesadumbre, casi lagrimas, del comerciante, se


vuelve conciliadora, prácticamente paternal y amigable.

-Si, Ha tenido usted mala suerte. Pero mire yo no soy un ogro sin corazón. Ni
es mi intención arruinar la vida de nadie. La mala suerte que tiene usted hoy es
que hemos entrado a la plaza. Si mi compañero y yo en vez de entrar a la plaza
hubiésemos seguido en dirección al bar de Joaquín, que era donde teníamos
pensado ir cuando salimos del ministerio, usted estaría en este momento
haciendo normalmente su trabajo. Esa ha sido su mala suerte. La dirección de
nuestros pasos. ¿Me comprende….?

El vendedor mira al funcionario detenidamente. Aquella última pregunta


significa algo, le ha querido enviar un mensaje. De pronto, cuando mira al
callado compañero del hombre y este hace una pequeña seña con la cabeza
afirmando sus pensamientos lo ve todo claro.

-Si. Ya. Son sus pasos. Bien. Vamos a jugar a imaginar. Usted se imagina que
algo pudiera hacer cambiar la dirección de esos pasos?

-Efectivamente. Nada de esto hubiese ocurrido.

-Dígame usted entonces que podría hacer cambiar la dirección de esos pasos.

- Ve aquel camión que está entrando en la plaza? Se va a aparcar justo delante


de donde yo estoy ahora. Si estas ocho esclavas son subidas a ese camión y no
se hace ninguna pregunta mas, los pasos de mi compañero y yo mismo, serán
directos al mesón. Aquí no habrá pasado nada. Buenos días señor. Nos
llevamos toda su documentación para hacer alguna que otra comprobación
cuando volvamos a la oficina. Puede pasar mañana por mi oficina y retirarla.

El camión acaba de aparcar, y un rudo hombre baja con cara de pocos amigos.

-Es aquí donde tiene mi mercancía? Tengo algo de prisa. Si Me dice lo que
tengo que cargar terminare antes.

-Si. Estas ocho esclavas.

Sin perder un segundo el hombre sube a la tarima, coge la cadena que cuelga
del cuello de la primera y sin más delicadeza tira con brusquedad de él. A
trompicones las esclavas bajan y son empujadas, igual que sacos de patatas al
cerrado camión. El Hombre sube, busca entre el amasijo de cadenas y cuerpos
la cadena que cuelga y la ata a una de las esquinas del remolque. Las esclavas,
pegadas una a otra se sientan o acuestan en el suelo intentando no caer en las
curvas y trompicones del vehículo.

El vendedor y su empleado tardan todavía unos minutos en reaccionar.

-Coño, joder se han ido hasta con los zapatos, que eran míos. No se puede ser
más jalapillas. Me han cazado, han venido a cazarme. Y los hijos de puta estos
son nuevos….me tenía que haber dado cuenta.

El viaje del camión es corto. A tan solo unas calles, no más de cinco minutos,
un hombre espera en la puerta de un edificio con varios puestos de descarga y
un gran letrero donde puede leerse” Almacén municipal de animales”. A uno de
estos puestos de descarga se dirige el conductor donde deja su mercancía y
recibe un sobre totalmente cerrado a cambio. Tiene instrucciones claras de a
quien a de entregarlo.

En este establecimiento municipal terminan los animales y esclavos que dejan


de tener dueño. El municipio se ocupa de buscarles nuevos amos. Aquí acuden
también las personas que no pueden pagar los precios de una subasta, pues los
precios son muchísimo mas bajos, igual que la calidad.

En una gran sala, especia de jaula gigante las ocho esclavas son introducidas y
pese a la oscuridad, pueden ver que no están solas. Otras esclavas permanecen
en la habitación. De pie, sentadas, apoyadas contra la pared, alguna incluso
acostada en el suelo. Aquello parece un despojo de animales. Silencio absoluto
y rostro de miedo y resignación.

Sin embargo hay algo que desconocen, y es que su estancia aquí será muy
corta, tan corta como unos minutos.  Igual de rápido que entraron, salen. Y de
nuevo en otro remolque. Pero en esta ocasión se trata de una especie de jaula
con ruedas más bien hecho de forma artesanal. Su tracción no es mecánica.
Seis esclavas, unidas por cuello y cintura aun grueso madero son la fuerza de
empuje del artefacto. El camino el largo, casi una hora a muy buen paso. Se
trata de una finca a las afueras y a la entrada un gran letrero les da la
bienvenida: Granja experimental animal. Gobierno de la nación.  Un hombre
vestido de granjero les espera al final del camino.

-Antes de bajaros de la jaula y asignaros la labor que haréis cada una de


vosotros es necesario que sepáis algunas cosas. Estáis en una granja
experimental en la que el gobierno tiene puestas grandes expectativas. Se trata
de crear una agricultura y una cultura totalmente ecológicas y respeto al medio
ambiente. Eso significa que aquí no veréis ni pesticidas, ni abonos compuestos,
ni toda esa mierda industrial. Por supuesto tampoco tenemos maquinas. El
aporte físico lo hacen de forma natural animales. Todas vosotras hace tiempo
que dejasteis de ser personas. Eso no me preocupa. Pero por si acaso os lo voy
a recordar. Vais a ser los animales de la granja. Portaros como tales y se os
tratara de igual modo.

Mientras el hombre habla otro empleado las ha hecho bajar de la jaula y les ha
ido quitando la cadena que unía sus collares.

-Para empezar, quitaros esos zapatos. Se os va a proporcionar otros, también


de tacón, pero más duros y resistentes. No os los quitéis nunca, está prohibido.
No os marcaremos. Bueno alguna de vosotras ya está marcada, ósea que sería
inútil y poco estético volver a hacerlo. Simplemente usareis diferente calzado
según el sitio al que valláis. Tu iras al pozo, el encargado se ocupara de ti.

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