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Historia Universal Siglo veintiuno Volumen 2 LOS IMPERIOS DEL ANTIGUO ORIENTE Del Paleolitico a Ia mitad del segundo milenio Compilado por Elena Cassin, Jean, Bottéro y Jean Vercoutter México historia E universal oa siglo x) 7. El Egipto arcaico (I y II dinastias tinitas) Con el reinado de Narmer finaliza el largo perfodo de for macién del Egipto faradnico. En adelante ane eee su ‘oa fijada en un sistema de escritura que ya no cambiard y una otganizacién monérquica centralizada. Durante dos siglos apro- ie Fein va i na gobernado por dos dinastfas, am- 8 ofiginatias del sur, de la ciudad de Tinis, prSeima dos, de donde procede el adjetivo tinita. Las ee ‘a tienen su capital administrativa en Menfis, situada en el extre- mo meridional del Delta, desde donde pueden gobernar los teinos del sur y del norte, puesto que Egipto sélo tiene atin eal en Ia persona del ‘rey, y esta unidad parece bastante 1. FUENTES ¥ CRONOLOGIA A partir de Ia época tinita, las fuentes de Ja historia egipcia son més abundantes que en Ia época,predinistca. La arqueo: Jogia contina suministrando numerosos e importantes datos, pero ya Ia completan Jas fuentes literarias. En efecto, algunos templos guardan anales reales en los que los acontecimientos se anotaban afio por afio. Sélo uno de estos documentos ha Hegado hasta nosotros, el que se conoce bsjo el nombre de «Piedra de Palermo» (véase més arriba, capitulo 6, pég. 195), ero es suficiente para probar la existencia de tales anales Estos han permitido a los escribas de diversas épocas compila Jas listas reales: enumeracién de los soberanos muertos 2 los que se les continga asegurando un culto funerario durante cier- tas épocas del afio en determinados santuatios en cuyas paredes estaban grabadas 0 pintadas Jas listas. Las actualmente conoci- das son: In lista de Karnak, que enumera 62 faraones de la I Dinastia hasta Thutmosis’ TI, y fue compilada hacia el afio 1500 a. C.; Ia lista de Abidos, que comprende 76 nom- bres reales de la Dinastia I a la XIX y data del afio 1300 a. C. ¥, finalmente, la lista de Saggarah, con 47 nombres de sobera hos, desde el sexto rey de la I Dinastfa hasta Ramsés II, que fue compuesta hacia el afio 1250 a. C. A Jos lamados anales de Palermo y a les diferentes listas gue acabamos de enumerar conviene affadir el Papiro real de Turf, que nos ha conservado una lista real de tipo diferente al de las listas monumentales. Comienza, en primer lugar, por 209, ; Ja enumeracién de las dinastias divinas a las que se atribuye el haber gobernado Egipto antes que las dinastfas humanas;, ade- més, da para cada rey la duracién del reinado en aos, meses y dias. Compuesto entze 1300 y 1200, este papiro proporciona fos nombres de todos los.reyes egipcios desde Ja I a la XIX Di- nastfas; constituye, pues, una fuente histérica incomparable. Fue encontrado intacto en una sepultura a comienzos del si- fo xx, pero fue tan mal tratado por sus primeros poseedores que, desgraciadamente, se rompié en numerosos fragmentox que atin no se ha logrado colecar en st sitio, por lo que subsisten importantes lagunas. ‘A’los anales y listas reales compuestos por Jos egipcios en Ja época faraénica se afiade a obra de Manetén, sacerdote gipcio de Helidpolis que vivié en el siglo x antes de nuestra cera. A peticién de Tolomeo II, escribié una historia de Egipto sirviéndose de antiguos documentos, sin duda del tipo de.la Piedra de Palermo y del Papiro de Turin, Por desgracia su obra, las Aegyptiace, destruida durante el incendio de la Bi- blioteca de Alejandria, sélo mos es conocida por Jos extractos que los crondgrafos cristianos habian consignado de ella. Estos, por lo menos, nos han conservado Ie lista manetoniana de los reyes egipcios, con la duracién de sus reinados respectives. Es- tin distribuidos en XXXI Dinastias. Este es el esquema de 1a historia de Egipto que todavia utilizamos. ‘Ast, gracias a las fuentes escritas postetiores a la épeea ar- caica, poseemos los nombres de los reyes de las I y I Dinastfas en orden cronolégico. Las fuentes arqueol6gicas, por sti: parte, han suministrado do- cumentos epigréficos para cada uno de los reinados. El ‘nico problema estriba en encontrar la equivalencia entre los nombres conservados por las listas posteriores y los inseritos en lcs mo- numentos originales. En efecto, desde Ia época tinita, cada faraén egipcio posefa varios nombres cuyo conjunto constituye la titulacién real oficial. Ademds,: por razones que desconoce- ‘mos, las listas del Imperio Nuevo no hen xetenido para desig- nat ‘a un mismo faran el nombre utilizado por éste en sus propios monumentos. Los historiadores modernos se han visto Obligados por ello a proceder a un delicado trabajo de identi- ficaciSn cuyo resultado no es siempre seguro. ‘La cronologfa absoluta, por su parte, todavia plantea proble- mas, Manetéa proporciona una cronologta relativa por la soma de Ia duracién de los reinados que enumera, Se encuentra de este modo, siguiendo Jas diferentes fuentes que nos han trans- mitido su obra, una duracién total de doscientos cincuenta y tres-doscientos cincuenta y dos afios para la I Dinastia y de 203 tucscientos dosdoscientos noventa y siete aiios para la II, es decir, unos quinientos cincuenta y cinco 0 quinientos cuarents y nueve afios para toda Ia época tinita, Ademés, a pesar de sus lagunas, la Piedra de Palermo permite calcular esta misma du- racién en cuatrocientos cincuenta afios aproximadamente. Incluso si se prefiere esta wltima cifra a la de Manetén, una duracién de cuatro siglos y medio para la época tinita ha parecido « los historiadores atin demasiado larga para incluitla en el cuadro de la cronologia general de Egipto (véase més arriba, pégi ‘nas 202-203) y, generalmente, ‘se ha reducido a dos siglos. Ade- més, los ptimeros estudios criticos de 1a cronologia absoluta hhabfan fijado los comienzos de la monarqufa tinita en el aio 3200 a, C. (Ed. Meyer). Por diversas razones, Ia tendencia actual es la de reducit esta fecha en dos siglos por lo menos. Ast, el primer fara6n habria comenzado a reinar hacia el afio 3000 a, C., 0 incluso, segtin algunos autores, hacia el 2850 solamente (Scharff y Mooregart, 1950). Si se aceptan las fechas intermedias, 1a época tinita se situarfa entre el aio 3000 y el 2800. Se ha advertido, por otra parte, que este lapso de tiempo era demasiado breve para explicar los hechos observados yy especialmente el estado de completa ruina de las tumbas rea es de la I Dinastia, antes incluso del final de la época tinita (W. B. Emery). Como se ve, la cronologia de este perfodo sain no esté fjada con garantias. TI, MENES ¥ EL PROBLEMA DEL PRIMER FARAON Manetén, e1 Papiro de Turin y la lista real de Abidos coin ciden al afirmar que el primer fara6n egipcio se Uamaba Menes (Manes). Sin embargo, ninguno de los documentos encontrados hhasta ahora muestra este nombre de manera indiscutible. Be sdndose en Ia escena representada sobre Ja paleta votiva del rey Narmer (véase més arriba, capitulo 6, pég. 197) se admitia generalmente que éste habia sido el primer rey de Egipto que Ilevé 1a doble corona del alto y bajo Egipto y que, por tanto, jinauguraba la monarqufa. Dicho de otra forma, se tenfan dos nombres diferentes para una misma persona: uno de ellos, Nar met, dado por un documento contemporineo a los hechos; el ‘otro, Menes, proporcionado pot fuentes posteriores al afio 1700, por lo menos. Esta contradiccién ha’sido explicada: de diverse formas: segin unos, Narmer era uno de los nombres de Menes, con lo que ambos nombres designarfan al mismo personaje (véase Gredseloff, 1944, y Gardiner, 1961); segin otros, Nar mer serfa el predecesor de Menes, al que habria que identifcer con el rey Aha (cf, W. B. Emery, 1963); una sltima teoria 204 sugiere que Narmer seria Menes, pero habrfa tomado el nombre de Aha después de su victoria sobre el norte (J. Vandier, 1962). El hecho de que también el rey Escorpién haya Wevado la able corona del alto y bajo Egipto (véase arriba, capitulo 6, pé- sina 198) vuelve a plantear el problema. Si admitimos que el reyEscorpién es Menes (A. J. Arkell), la dificultad esttiba en ampliar hasta nueve los nombres de los soberanos de la I Di- nastfa conocidos por Jos monumentos, alli donde Manetén sélo cita ocho. El problema se puede aborder también bajo otro fngulo. Segén una tradicién referida por Herédoto (Il, 99) y Manet6n, el primer faradn de la monarquia tinita setfa también dl fundador de Menfis. De acuerdo con esto, se ha tratado de ver la escena de Ja fundacién de Ia ciudad en la maza del rey- Escorpién, Io que confirmaria la identifcacién de Menes con ste rey (A. J. Arkell); pero, por otra patte, se ha hecho observar que el més antiguo de los grandes monumentos que se conocen en Saggarah, la necrépolis de Mentis, se remonta al rey Aha, lo que daria un argumento a favor de su identificacién ‘con Menes (W. B. Emery). Como se ve, esta cuestién, muy compleja, no puede resol- verse con absoluta certidumbre. Aunque In identificacién de Narmer con Menes parece 1a mejor solucién, las otras identi- ficaciones no pueden rechazarse a la ligera. ‘Manetén califica a las dos primeras dinast{as de «tinitas». Esto se puede, interpretar de dos maneras: 0 bien todas las fa- nilias reinantes eran otiundas de Ja regién de Abidos, © bien su capital administrativa estaba situada en Tinis. Ahora bien: por una parte, en una vasta nectépolis arcaica de Abidos se han encontrado tumbas indiscutiblemente reales, y, por otra, W.B. Emery ha descubierto en Saggarah una serie de grandes tumbas de la misma época, comenzando con 1a del Horus Aba. La costumbre egipeia ha sido siempre que los reyes se hicieran cnterrar cerca de su residencia. De ahi el dilema: si la necré- polis real estaba en Abidos, 1a capital se encontraba en sus proximidades, pero gqué significan entonces las grandes tum- bas de Saqgarah? ¢Tumbas de altos funcionatios? En este caso sus dimensiones harfan creer que en la époce tinita los funcio- ratios eran mds poderosos que el rey; si la necrépolis estaba cen Saqgarah, la capital debfa estar en Menfis, lo que parece confirmado por la importancia de las nectépolis privadas arcai cas encontradas recientemente en Saqqarah y en Heludn, pero entonces, ¢por qué hay tumbas reales en Abidos? Se ha su- puesto que el rey, al reinar @ a vez sobre el alto y el bajo Eyipto, debfa tener dos tumbas, una como fara6n del sur y aiza como soberano del norte; una de las dos sepulruras se- tia, pues, un cenotafio. Como las tumbas fueron saqueadas 205 “po proeeiait como en Abidos, es dificil resol A ia. En Abidos se ha encontrado un brazo de eos fesgubierto gran-mimero de estelas reales, 1o que quizl spore eines ss considera Ressplis sed. Pero, como rae ri identificacién de Menes, iste soluci tiva y la discusién peemanece abierte, “iS dein. IT. 1A DINASTIA Para reconstruir Ja historia de I I Dis is tae ‘istoria la inastia, disponemos to de i sdicaciones de Manetén como de los objetos scones oe, necsépalis ie Abidos y de Saqgarah, sobre todo Is equefias tablillas de marfil o de ébano, que son importantes Pee Tepresentan pictogréficamente el ‘acontecimiento’ me se, Peer acaecido en el afio de su redaccién, Gracias a estos rae ge ee puede: establecerse el orden de sucesién Ser y hacerse una idea de lo acaecido durante sus Para exponer esta historia utilizarc Jos ialeepes] clasts remos los nombres dados a lonumentos, con prefe ia ili pot Manetén y las listas reales, sos a * tos wens Narme Menes?} Aha ie Djer (0 Khent) ‘MerytNeit (reina) Usdiy (0 Djet) Udimu (0 Den) AdjibMiebis Semerkhet Qa Narmer, si fuera realmente Menes, hebria fundsdo Menfi ero, con excepcién de algunos objets encontados en Ao Zs monumentos que nos lo han hecho conocer provienen todos le Hictacémpolis, Sewiin Manetén, Menes reing sesenta,y dos ats y fue saptado por un hipopdtamo. Abe, por el convach © conoce por numerosos monumentos que hacen alusign a wc, torias sobre los nubios, sobre Jos libios y quisi sobre los ey cios del norte, lo que parece indicar que Ia unifcacion ee todavia precaria, Les mismas fuentes mencionan numeroses fee tas religiosas, y la fundacién de un templo en Sais tera in diosa Neit. Segin Manetén, el hijo de Menes teind Cares ¥ siete aos y construyé el palacio real de Menfisy esto nednis 206 Djer (o Kbent): na tumba de Abidos ha proporcionado nu- rmerosos objetos, especialmente un brazalete compuesto por cuen- tas multicolores de turquest, amatista y lapislézuli y_amuletos con su nombre. Una tablila de Abidos con su nombre quizé haga alusién a Ia sparicida heliaca de Sirio (véase més abs- jo, pig. 216 s,). Si esta interpretacién es correcta, el calendario solar sc habria adoptado bajo Djer y su teinado deberia in- cluir Jos afios 2785-2782 a, C., en cronologia absoluta. Segtin la tradicién menetoniana, hibria reinado treinta y un afios. Se ha supuesto que a Djer le sucedié una reine, Meryt-Neit (W. B. Emery, 1963), pero Manetén no 1a menciona y pasa directamente de Djer a Uadjy (o Djet), conocido también por el nombre de rey Serpiente. Como Djer, éste hizo expediciones fuera de Egipto, y se ha encontrado huellas de su paso por el desiertoardbigo, en el camino que conduce al mar Rojo. Los compiladores de Manet6n le atribuyen unos veintitrés y otros cuarenta y dos afios de reindo; afiaden que una gtan cerestia hhizo estragos en Egipto bajo su reinado y que construyé «las pirfmides préximas a Kokome», localidad que se ha identificado con Saqgerah. ‘A Usdiy sucedi6 Udinu 0 Den (la lectura Udimu no ¢s se- gura), conocido por numerosos objetos encontrados en su tum- ba de Abidos. Uno de los més importantes de éstos es una tablilla ‘que representa al rey cumpliendo los ritos de Ja fiesta Sed, destinada esencialmente a repetit la coronacién y, pot ello, ‘a renovar el poder del rey, que era en parte de esencia mégica. Como sus predecesores, Udimu realizé actividades bélicas: otra tablilla Jo muestra Iuchando contra los enemigos orientales. La Piedra de Palermo menciona bajo su reindo un empadrona- miento general del pafs y numetosas fiestas religiosas. Reind vveinte afios, después de Io: cuales le sucedié Adjib-Micbis, = quien Manetén atribuye veintiséis afios de reinado. Su nombre ‘se encuentra a menudo borrado en los monumentos, lo que in- dica que existieron entonces agitaciones politicas. La Piedra de Palermo menciona una expedicién militar contra los némadas y Ia fundacién de ciudades. La supresién del nombre de Adjib- ‘Miebis en algunos monumentos fue sin duda obra de su suce- sor, Semerkbet, quien, segin se supone, fue un usurpador, lo que confirmarfa quizé In mencién enigmética que de él hace ‘Manetén: «Bajo su reinado se produjeron numerosos prodigios y una gran calamidad cay$ sobre Egipto.» Reiné solamente dieciocho aos y fue sucedido por Qe, tiltimo rey de Ta dinas- ta, que hizo sufrir a los monumentos de Semerkhet Ia misma suette que éte habfa hecho sufrir a los de Adjib. No poseemos niingin dato sobre su reinado, excepto que también celebr6 una fiesta Sed. 207 Con el reinado de Qa finaliza ta I Dinastia que, segiin Ma net6n, permanecié durante dos siglos y medio en el poder. No se conocen las razones de su desapaticién 1V, LATE DINASTIA ‘Aungue no se pueda decir con exactitud dénde se encon- traba a capital administrativa de Egipto bajo la I Dinastia, no hay duda alguna de que a partir de la IL se establecié en Menfis. En efecto, desde el advenimiento de esta dinastia no hay mis tumbas reales en Abidos; este hecho por si solo justifica el cambio de dinastia atestiguado por Manetén. La IT Dinastia, segin Manetén, comprende nueve faraones, pero Jos monumentos no han reyelado hasta el presente més que siete, quizé ocho, que son: Hotepsekhemuy Nebre' (0 Raneb) Nineter (o Neterimu) Uneg, Senedj Sckhemib-Peribsen Khisekhem ‘Khasekhemuy Hotepsekbemuy es el ptimer rey de la dinastfa. Su nom bre, que significa «el doble poder esté pacificado», parece be cer alusién 2 luchas entre el sur y el norte que se habrfan visto apaciguadas con el advenimiento del soberano. Desgre iadamente, a partir de su reinado dejan de usarse Jas tabllls epSnimas de Ia I Dinastfa y se reemplazan por impresiones de cilindros que nos proporcionan nombres de funcionatios y nos informan sobre el desarrollo de Ia administracidn, peto que no suministran indicaciones sobte los acontecimientos. politicos 0 religiosos. Ademés, los datos consignados en la Piedra de Pa- Jesmo son muy incompletos al refetirse a esta época; asi, pues, sélo disponemos de escasas fuentes pata trazat Ia historia, fue- ta del orden de sucesién de los cinco primeros reyes. Manetén informa que bajo el reinado de Hotepsekhemuy «se abrié una ‘tieta en el suelo de Bubastis y numerosas personas perecieron», ‘A Hotepsekhemuy, que reiné treinta y ocho atios, sucedié Ne- Bre, que reiné treinta y nueve aos, y Manet6n afiade que bajo su teinado «fueron adorados como dioses Jos toros Apis en Menfis, Mnevis en Helidpolis y el macho cabrfo de Men- des». En realidad, estos cultos, al menos el de Apis, se remon- tan a los comienzos de 1a primera dinastfa. Nineter (0 Nete- 208 rimu) sucedié a Nebre’. La Viedra de yatermo menciona celebracién de fiestas religiosas y 1a realizacién del empadso- namiento. Manetén le atribuye cuarenta y siete afios de reinado, precisando que fue entonces cuando «se decidié que las muje- res podrian ejercer el poder real». Apenss sc conocen Ios su- cesores de Nineter: el primero, Uneg, cuyo nombre Gnicamente se encuentra en los vasos hallados en la Pirémide escalonida de Saqqarah, reind diccisiete afios, si es que corresponde al Tlas de Manet6n; Senedj, el Sethenes de Manct6n, le sucedié y teind, segin este vltimo, durante cuarenta y un afios. Ya antes de Ja unificacién del pafs, la corona estaba bajo 1 patrocinio del dioshaleén Horus, hasta el punto de que Horus X» era una de las formas de designar al rey. Todo parecia indicar que el Alto Egipto no hab(a guardado el re everdo del dios Seth que, en la época amratiense, era el dios de la capital meridional Ombos. Luego, el sucesor de Sened, después de haber sido entronizado bajo el nombre de eel Horus Sekhemiby, cambié este nombre por el de Seth-Peribsen. No se conocen bien las razones de este cambio de nombre; se tiende a explicarlas por una revuclta general del norte coatra al sur. En efecto, el «Seth» Peribsen sbandond Menfis 0, al menos, se hizo enterrar en Abidos. Después de su reinsdo, parece que la unidad se restablecié con bastante rapide:, y fa dinastia finaliza con dos reyes de nombres tan semejantes que uno se pregunta sino se trataba de una misma y tinica persona. Al primero, Kbasekbem, s6lo se le conoce por los monumentos encontrados en Hieracémpolis; éste seria el que, partiendo del sur, babrfa:restablecido la vnidad en el pais. Conseguida esta victoria, es posible que Khisekhem tomara el nombre de Khdsekhemuy, pero otros autores prefieren ver en este ultimo un soberano diferente. ‘De este modo acaba, de forma todavia confusa para noso:ros, la segunda dinastfa y, con ella, el perfodo tinita ¥. CONCLUSIONES ACERCA DEL EGIPTO ARCAICO ‘Aunque los rasgos esenciales de la civilizacién egipcia ya se han adquitido en los iltimos afios del predindstico reciente, 1a Goca tinita es la que va a precisar y desarrollar esos rasgos. La unidad del pafs esbozada bajo los wltimos reyes predinésticos ‘quedaba por consolidar. Parece que, a este efecto, los faraones tinites emplearon dos medios: pot una parte, la fuerza ar mada para reptimir las revueltas y, por otra, una politica de tlianza por matrimonios que se cree descubrit en los nombres de las reinas de la primera dinastia, tales como HerNeit, MerytNeit, NeitHotep, formados todos con el nombre de la 209 a C— hr, Ss lL Nei, y Dice vista los santo oe ee me rene a Dre wsta tos santuatios de Buto y de Seis Le i Salman central en Mente, en et ary rng © (pues éste se exten: i ‘istice del Payu las maromas del Bele) bates og 2 SE%D Brescia y, quiaé, de concliacién. En fine ef ne oF Hie tran de Ice tnita, Nimate-Apis, que conten, Ge Maine de Avis, el dios mis popular de Menke, sees fr fos ftones la segunda ctntinsguen eee mis dt none, Baw pies ean co iis a politica de Ja monarquia BEETS 2, elomtts, produce sr ements tio unificado supera ta crisis de Ia época de Parlier’ & reconstrye ficilmente al final de in segunda dines” 7 rovechando Ta paz interior, la monmguia erie ued penetra en Nubia, al menos volverse hacia el exterior, Dj hasta la segunda carat, dons jeve la catarata, donde ie I se , se encontré un relieve con Fates onmemoraba una victoria sobre los pueblos ae siertos.limftrofes, wall rechaza le, especialmente. contra los liblos. de fedunes el ste,» Adib Mics menions a victoria sobee sah 8 ee nade cn genera dee delete dal lesrdenes interio araones de a 111 ‘feted interiors, los faraones dela Il Dials sere sens menos no hemos conservado.huellay de alvo en Jo que concieene al su I Dnata penetraron pofindanen i se oe dl eduinos, quizé de eastigar am Patecan set aliados de los rebelde del nove, | del desierto oriental que, a través del macizo costero, une al valle del Nilo con el mar Rojo, y el nombre de Nebre’ en la ata del desierto occidental, Finalmente, el matfil, el ébano, y quizé la obsidiana, Hegeban a Egipto desde el lejano sur por | el alto valle del Nilo. 1 “Ya época tinita conacié el establecimiento de una monarquia centrelizeda ayudada por una administracién que se va orge- nizando pavlatinamente. La unidad de Egipto teposa en la per- Sona del rey y los funcionarios dependen directamente de él. Entre los ms importantes de dstos figuran los que vigilan los tuabajos piblicos, especialmente el adjmer (literalmente cava dor de candles»), que gard a ser el jefe de 1a provincia, el fpomarca. No es’ seguro, aunque sf posible, que existiee’ ya tun visit. El canciller, uno de los més altos funcionarios, se ocupa del censo que se realiza cada dos afios y en el que el ganado parece tener la preferencia, sin que se olviden por ello | fos Bienes rafces y mucbles. El tesoro esti compuesto por gra- rneros para almacenar los tributos en especie, ya que wno de fos deberes esenciales de Ja monarquia es prever las malas cre- cidas del Nilo; por ello existe una administracién del agua (per mu), encargada, sin duds, de notificar al rey as pers- pectivas de la cosecha. En resumen, la administracién tinita re- | posa sobre la revalorizacién agricola del pafs, que depende a su vez de Ia buena marcha del sistema de irrigacién, Esta ad- ministracién, ayudada por Ia difusién de la escritura, fue caz: se fundaron nuevas ciudades, se crearon vifiedos, se con- quistaron tierras al desierto y se sanearon los pantanos. El centro administrative se fij6 en Menfis, que quedaré como capital de Egipto durante varios siglos. ‘La propia monarquia se organiza: se precisan las ceremo- niag de entronizacién; Ia fiesta Sed, estrechamente ligada al poder real, se celebra cada vez més regularmente; alrededor dde la persona del rey se crea una corte con sus titulos. El faraén, representante y descendiente del dios Horus, tiende a ser considerado como un dios. Las técnicas transmitidas al Egipto tinita- por las culturas predindsticas se mejoran: es éta la gran época de Ia talla de vasos de piedta con el sbandono progresivo, en consecuencis, de Ia cerdmica decorada, Los escultores dominan las piedras més duras y ctean Jas primeras obras macstras del arte egipcio, como Ia estela del rey Serpiente (Uadiy) y Ia estatua de Khisekhem, Las estelas fonererias grabadas aparecen en las tumbas. Los artesanos de los metales saben hacer estatuas de ‘cobre y los joyeros fabrican joyas admirables, como las del rey Djer, El perfeccionamiento de la técnica entrafia el de la farquitectura: las tumbas son cada vez més grandes y més ait complejas. Completamente de adobe al comienzo de la I Di nastfa, se cubren después con una béveda en saledizo, y, final- ‘mente, la piedra tallada y la madera se emplean cada'vez mis. Tenemos pocos datos sobre las creencias de esta época: slo se ha encontrado un santuario en Abidos, No obstante, sabemos por la Piedra de Palermo y las excavaciones que los faraones tinitas construyeron 0 reconstruyeron templos en los que se rendia culto a los grandes dioses: Horus, Re', Osiris, Isis, Min, Anubis, Neit, Socaris. El culto a los animales sagra dos desempefia ya un papel importante. La tumba se considera Ja vivienda permanente del muerto; en ellas se amontonan ali mentos, muebles y objetos de todas clases; se entiercan servi dores alrededor de 1a tumba, lo que ha inducido a pensar en la posibilidad de que hubiesen sido sactificados después de 1 muerte del soberano para asegurar su servicio en la otra vide (W. B. Emery). Esta costumbre, si es que lleg6 a exist, des aparecié hacia el final de Ia I Dinastla. La creencia de una supervivencia del muerto en el cielo, en compaiiia del Sol, parece indicada por Ia presencia de, barcos enterrados cerca de las sepulturas humanas, barcos que permitirfan al difunto se ‘guir la barca solar o desplazarse a su gusto. ‘Asi, cuando se acaba el perfodo tinita, Ia realeza faraénice ‘est bien establecids. El soberano ditige una administracicn muy centralizada y ya jerarquizada. El pafs, bien regado, ¢s préspero. Artistas y artesanos poseen ya las témnicas que van a difundirse luego. 212 8. El Imperio Antiguo Cuando la IIT Dinastia inaugura lo que se ama el Imperio Antiguo, un poder que duraré aproximadamente desde el ao 2700 hasta el 2300 a. C., Egipto est unificado. Desde Ja pri- ‘mera catarata hasta el Mediterréneo no existe sino una sola nacién, aunque los faraones continéan tituléndose «Rey del Alto y del Bajo Egipto». Las instituciones estin establecidas so- ‘bre la base de una monarquia de derecho divino. El territorio agricola ya esté constituido y Ja religién tiene ya establecidos ‘sus rasgos fundamentales. También se han adquirido ya las téc- nicas, incluidas las superiores, como Ja escritura, el arte 0 la arquitectura, "Antes de exponer Ja historia del Imperio Antiguo conviene ‘una mirada de conjunto a los caracteres permanentes de icién que acaba de nacer. di esta civi AMBIENTE NATURAL in egipcia debe mucho al ambiente natural en el que nace; s6lo existe gracias al valle del Nilo y la historia de este iiltimo ha desempefiado un gran papel en su evolucién. ‘Al final de la era terciatia, como consecuencia de un hun rmiento, el bajo valle del Nilo se convierte cn un golfo marino desde Ia costa actual del Mediterréneo hasta cerca de elQab (cfr. mapa). Durante todo el Plioceno, enormes depésitos cal- cireos matinos van sellenando poco a poco este golfo, después de Jo cual un movimiento general de elevacién leva la caliza 4 180-200 m. sobre el nivel del mar. El Nilo vuelve @ cavar fentonces su lecho en estos depésitos; mucho més poderoso de Jo que es hoy, configura alli un amplio valle que los aluviones van a rellenar’ progresivamente de limo a medida que el caudal del fo disminuye y ya més despacio. Este limo es el que pro- dace la riqueza del valle, mientras que los acantilados caleéreos proporcionan el sflex que contienen y, al mismo tiempo, un excelente material de construccién Geogréficamente, Egipto esté formado por dos zonas muy diferentes: una de ellas es el Delta en el que el valle de alu- viones es muy amplio, y Ia otra, a partir del Fayum, un estre- cho coredor de tierras cultivables enclavado, podrlamos decir, entre dos desiertos, que constituye el alto Egipto. Asi, pues, al Delta, rico y marftimo, se opone el Said, mis pobre y como 23 ‘sfixiado por el desierto, El vinico lazo de unién entre las dos regiones es el Nilo y su régimen, Desde Herédoto es un lugar comiin decir que Egipto es un don del Nilo», pero es el reflejo de la realidad. En efecto, cl clima en Egipto es drido, las precipitaciones anvales son insignificantes y, si el Nilo no existiese, Egipto seria un de. sierto como el Sahera y el Negev, situsdos en la misma I titud, Por iiltimo, si el rfo no tuviese un régimen muy partion, lar s6lo se habrian podido cultivar algunas tierras de las ort, llas de su curso. Por tanto, lo que verdaderamente constituye la riqueza de Egipto no es tanto el Nilo como Ia erecida del Nilo, que Je proporciona el agua y el limo sin los cuales aquélla no exist EI fenémeno de Ja inundacién es muy complejo, El elemen: to esencial proviene de las luvias monzdnicas de primavera que, abatiéndose sobre el macizo etfope, determinan la crecida de Jos afluentes abisinios del Nilo, el Nilo Azul y el Atbara Desde principios de agosto hasta finales de octubre, Egipto std recubierto por Tas aguas. Sus tietras se empapan de hume. dad y_reciben el limo attancado a las tierras volednicas de Abisinia. Pero, aunque Ja crecida tiene un aspecto bienhechor, puede ser también catastréfica: la subida de las aguas es muy brusca, y si actuara ibremente la violenta cotriente artancarfa todo por ultimo, y muy en especial, recordemos que no existe fenémeno ms caprichoso. De diez ctecidas sucesivas, apenas tres son satisfactorias; las otras siete son o demasiado débiles © demasiado fuertes, Por tanto, no es una paradoja decir que el origen real de la civilizacién egipcia reside en el hecho de ditigir Ia crecida, EL hombre emples muchos medios para ello. Primero levanté diques de proteccién a lo largo de las otillas del tfo. Des- pués claboré un sistema complejo de canales y de diques de retencién que Je permitié controlar, literalmente, la inunds- cién, Una vez que el Nilo quedé ‘forzido a pasar por los diques sucesivos situados desde Asuin hasta el Delta, se corté In violencia de Ja corriente, y ademfs se logré que las aguas Permanccieran més tiempo en los campos y depositaran en ellos el Timo en suspensién, Por sltimo, mediante un allanamiento riguroso del valle y el establecimiento de una red de cansles de conduccién, los egipcios legaron graduelmente a transpor. tar el agua a tiertas notmalmente fuera del aleance de la cre. cida. Si el Nilo y su crecida son fendmenos de la naturaleza, Egipto, por el contrario, es una creacién humana, Para obtener este extraotdinario resultado que es el oasis epipcio, era necesaria una organizacién rigurosa. Esta necesi dad es la que explica en gran medida el répido desarrollo 214 de la civilizacin en Epipto. La importancia concedida por Ia administracién tinita a Ia excavacién de los candles y a la vi- gilancia del régimen de tas aguas (cf. més arriba, pég. 211) atestigua que en esta época ya se ha concluido la organiza. ci6n del pats, El segundo método utilizado por el hombre para paliar las eficiencias del Nilo fue a acumulacién sistemética de reser- wai he PRON Gira o ARE eee SINAt’ Fig. 14. Egipto en Ia época de los imperios antiguo y medio. . 25 sen los afios de buena crecida, para subvenir a las neces Pees ova imundacign fuera insuficiente. El atesoro reals & exenciaimente un granero; cada provincia tiene el suyo In buena administracién tiene como doble objetivo el mantener los diques y canales en buen estado y el velar para que lot franeros estén siempre llenos. Este imperative ha debido, com Siuir fuertemente al establecimiento de un régimen autoritario Centralizado yal desarrollo de una administracign fic: ‘Pero aunque, las condiciones, fisicas exigen Ia. presencia ‘una autoridad fuerte, la geografia tiende su vez « la descem Tuulizacién del poder. En efecto, Bgipto es casi 35 veces mit largo que ancho. Dondequiera que se instale, el poder cen cati_slempre alejado de los pequefios centrov admisistadses Gque se esealonan a lo largo del Nilo, en el interior de ios ‘culos valles agticolas. De aqui surgird la tentacién en Tada uri “de estas ~pequefias“capitales provinciales “de erigise Gn princpados independiente: en el momento en ave el pod feal se. debilita ‘o comete Ia imprudencia de res de Thasiadas libertades, La historia de Egipto es as{ una, sucesi Fe perfodos de fuerte centralizacién (Lmperio Antiguo, Imps fio ‘Medio, Imperio Nuevo), interrumpides por periodos, escentalizaci6n (Primero y Segundo, Perfodos. Intermedios) Estos ltimos periodos son ademis épocas de carestia ¥ des6rdenes, pues el mantenimiento del sistema de control 4 Mo es de tal mancra imperativo que la menor debili oder central se paga con desastres econémicos, ques # st Ye Fallin la vuelta a un poder fuertemente centralizado 11, CRONOLOGIA < egipcios deben a le crecida del Nilo no s6lo la pros petiad te su pais, sino también el haber tenido el mei Pitendario de todos los pueblos de la antigiedad. Seatin frecesidades de la agricultura, su afio estaba primitivamente dividido en tres estaciones: Ia estacién abet, durante Js cul fos campos estaban cubiertos de agua por la inundaciéns cetacién perch, que vela la siembra, la germinacién, y It me duracién de las plantas, y, por time, 's estacién shen, ada en Ja recoleccién y el entrojamiento, te ne esiba pues, con la imundacén, y durante. bus tante ‘tiempo el primer aio debié coincidir con el comicao9 de la subida de las aguas. En un determinado momento, es egipcios observaron que este fenémeno coincidia con Je spar eer en el horizonte de la estrella Sothis (esipcio: Sepedet) fsuestra Sitio, justo antes de la salida del Sol. En este ort Feliaco de Sothjs debieron ver la causa misma de Ja inunde| 216 coon y Ge et nicieron el primero del ano. A partir de entonces l afio egipcio quedé dividido en tres estaciones de cuatro me- ses de treinta dias, es decir, trescientos sesenta dias, a los que se afiadfan otros cinco suplementarios (que los griegos lamaron Enayéuevar_ ['nyépai]) que totalizaban trescientos sesenta y cin- co dias, Este afio solar, muy superior a todos los cémputos basados en las Iunaciones, no era, sin embargo, perfecto. El afio solar real es de trescientos sesenta y cinco dias y cuarto, y no de trescientos sesenta y cinco, de forma que, cada cuatro afos, el aiio oficial egipcio evaba un dia de adelanto sobre dl afio astronémico. Al cabo de ciento veinte afios el adelanto era de un mes, y de més de cuatro meses al cabo de cinco si- alos. Las estaciones reales se encontraban entonces enteramente desfasadas. Sélo después de mil cuatrocientos sesenta afios el primet dia del afio astrondmico coincidia de.nuevo con el pri- mer’ dia .del. afio. del calendatio oficial. Este perfodo de mil custrocientos. sesenta afios es lo que se llama un perfodo sotfaco. Por supuesto, los egipcios se dieron cuenta répidamen- te de que Ia estacién real peret, por ejemplo, durante la que sembraban, se encontraba, segtin el calendario ‘oficial, en plena cstacién de las cosechas (shemu). De esta manera Censorino se daba cuenta de que existia una coincidencia entre el orto helfa- co de Sothis y el primer dia del afio del calendario egipcio, en dl afio 139 de nuestra era. Esto ha permitido a los astrénomos modernos calcular que el mismo fenémeno se debié producir también en los afios 2773 y 1317 a. C. Asi, pues, diferentes ingcripciones jeroglificas indican que, bajo Thutmosis TIT, el orto heliaco de Sothis se habia producido el dia 28 del tercer mes de shemu, que este mismo orto habia sido observado el noveno dia del mismo mes bajo Amenofis I, y por tltimo, que, bajo Se- sostris IIT, Sothis habia aparecido ‘en el afio 7, el dia 16 del cuarto mes de peret. Estas observaciones permitieton fijar sélida- mente tres hitos cronolégicos: el afio 7 de Sesostris III co- trespondié al 1877, dos afios més o menos, el afio 9 de Ame- nofis T al 1536, -y el reinado de Thutmosis ITT debié incluir la fecha de 1469. A partir de estas fechas se ha podido fijar, gracias a Mane- t6n, al Papiro de Turin y a los propios monumentos, una cro- nologia de los soberanos de Egipto que ciertamente no esté exenta de errores, pero que, sin embargo, es satisfactoria. No obstante, queda una cuestién sin aclarar: no se posee ninguna fecha sotfaca pata los reinados anteriores al de Sesostris III, y, en consecuencia, Ia cronologia anterior a este reinado sigue siendo incierta. Se sabe que la adopcién del calendario no se pudo hacer més que al comienzo de un perfodo sotiaco; dicho de otro modo, en el 2773, 0 en el 4233. Durante mucho tiem- 217 po se ha crefdo que se habia hecho en el 4233, pero las feches obtenidas por el Carbono 14 han demostrado que en esta époct Egipto estaba: todavia en pleno Neolitico. Por esto se admite cen la actualidad que fue hacia el 2773 cuando se adopts el calendario solat. Es posible que esta fecha pertenezca al rei- nado del rey Dier, pero también es probable que este aconte- cimiento se produjese en el Imperio Antiguo, durante el rei- nado de Djeser, de la III Dinastfa. MME, LA TIT DINASTIA No se conocen las razones que levaron a Manetén a iniciar la ITT Dinastia con la muerte de Khisekhemuy. Sélo una cosa cs cierta: Djeser, cuya figura domina la dinastfa, estaba empa- rentado con Khisekhemuy por su madre Nimadt-Apis, mujer de este titimo. Se ha Megado a pensar que quizé ésta sélo cera una esposa secundaria del iiltimo rey de la segunda dinas- tia; In esposa principal no habrfa tenido hijos, 0 s6lo hijas, y serian los hijos de Ia segunda esposa los que habrfan sucedido a su padre. La historia de la III Dinastia plentea todavia numerosos pro- blemas: no se ha establecido de una manera muy segura ni cl miimeto ni el orden de sucesién de los reyes que In compo- nen, Se ha crefdo durante mucho tiempo que .Djeser, puesto que era hijo de Khasekhemoy, habrfa sido ef primer rey de Ja dinastia, Recientes descubrimientos han demostrado que su reinado estuvo precedido indudablemente por el del Horus Sanakbt, su hermano muy probablemente. No se sabe nada de ste Sanakht, salvo que su monumento funerario fue sin nin- guna duda el punto de partida de Ia pirémide escalonada. El nombre de Dieser, su sucesor, s6lo se conoce por monu- mentos tardfos. En efecto, bajo la ITT Dinastia, como en la época tinita, los faraones utilizen en sus monumentos su nom bre de Horus. Por ello el nico nombre consignado en Ia pitt mide escalonada es el de Neterietkhet, y s6lo por les inscrip- ciones del Imperio Nuevo y las de épocas atin més recientes sabemos que Neterierkhet y Djeser son una misma persona. EI hecho esencial del reinado de Djeser es Ia construccién del gran conjunto arquitecténico conocido como la Pirimide esce onada, que se eleva en el Ifmite del desierto, en Saqgarah, algo més al sur que las grandes pirdmides. Es obra de Imhotep, arquitecto, médico, sacerdote, hechicero y funcionatio de Dje ser. Es el primer edificio enteramente de piedra que nos ha Iegado Ja civilizacién egipcia y Ie valié a su creador, Imhotep, vun renombre tal que més tarde fue divinizado. Los propios 218 sriegos lo identificaron con Asclepio, ef dios de la medicina, y Ie adoraron bajo el nombre de Imuthes. La pirdmide escalonada propiamente dicha, con sus seis pisos que dominan la lanura y el valle desde una altura de 63 me- tos, no es més que una parte del gran complejo creado Imbotep. Se ha supuesto que por lo menos una parte de exte conjunto, el templo funerario, era Ia réplica en piedra del pa lacio real de ladrillos construido por Djeser en Menfis. La pi- rimide, en su estado actual, es el resultado de miiltiples modi- ficaciones. Comenzé por ser una simple mastaba, es decir, un paralelepfpedo del mismo tipo que las sepulturas reales y civiles de las dos primeras dinastfas (ver pags. 231 y 244). La red de corredores y de cémaras subterréneas excavados en Ia roca y que recubre Ja maciza mamposterfa de Ja pitémide comprende més de 11 cémaras funeratias que se suponen construidas pari Ja familia de Djeser. En la fachada norte de la pirdmide se evantaba un templo en el que se rendfa culto funeratio al rey muerto; en este templo es donde se ha encontrado una estatua del rey de tamafio natural. Pero el conjunto de construcciones més importente se le- vanta hacia el sur de la pirdmide misma, En el centto se en- cuentra un inmenso patio rectangular, flanqueado al este y al sur por capillas y cémaras anejas, entre las que hay dos gran- des pabellones que parecen simbolizar, respectivamente, los rei- nos del sur y del norte; trece edificios més pequefios serfan osiblemente los santuatios de los dioses de los diferentes no- mos. Se supone que el patio y los edificios estaban destinados a Ia celebracién de Ia fiesta Sed. El complejo de Saqqarah esté rodeado por un inmenso ecinto amurallado con resaltes y con baluartes que delimita ‘una superficie de mis de 600 metros de largo por 300 metros de ancho, ¢ imita, en piedra tallada, las fachadas con resaltes de Jes tumbas y palacios de la época tinita. Una de les caracceris- ticas de la pirdmide escalonada es In de set la escrupulosa imi- tacién en piedra de una arquitectura en adobe y madera. Asi, por ejemplo, las puertas de los santuarios estén construidas con piedras aparejadas y figuran estar entreabiertas; los certo- jos, goznes, paneles, vigas, barreras, todo lo que evidente- ‘mente era de madera, se hacfa en Saqqath con una bella piedra caliza blanca. Imhotep emplea por primera vex la co- Jumna, pero no se atreve atin a levantatla libreménte, permanece uunida a las paredes. Aparece ya a columna papitiforme cuyo fuste es también la copia fiel y gigantesca de un tallo de papiro, ¥, por tiltimo, Ja columna estriada. En las ‘cdmaras subterréncas, algunas de las cuales estén recubiertas con plecas decoradas de Joza azul y con paneles de piedra calcfrea finamente esculpidos 219 cen relieve se han encontrado vatios millares de vasoe platos Ge alabastro, esquisto, pérfido, mérm serpentina, etc. ol, cuarzo, cristal de roca, “algunos de ellos estaban grabados con el nom Bre de los faraones de Jas T y 11 Dinastlas. reciente descubrimiento (19 pan inseabeda ae proporiona ad | jeser: Sekbemkbet. Este , Se Die Seeplaia que Te conti se Uc wate de rc ce SD aac cae nolitico de alabastio que, | de 13% subterréneos se componen Baked ae encontré un satcEago 0 or desgraci, esté vacio. | ‘EL descubtimiento de la pirfmide Kiet a. permitdo atibuir por compen a pirémide escalonada, Sera: la de Zawietel-Aryén, al sor de debs ithe a Khiba, Yo que permite establecer el que deba set at aefen de sucesiOn de los reyes de Ia TU guiente manera: 1. Horus Sanakht, posiblemente el Hors N sor deta pirdmide e | 2, Horus Neterierkhet, ‘Djeser, construct calonada. ; o for ‘Sekhemkhet, Djeser-Teti_ ( >. Metmide inacabada de Saggareh- 4. Horus Khaba, constructor de Tawiet-el-Aryén. 5, Hors X..., porblemente el Nebkare’ de le lista real de de Ia pirdmide escalonada de Saqaarah (Gerny, 1958). 6. Horus Huni, constructor ‘Meidum. dura gr algunos mess Y f Ginicamente se sabe 3 f justia, El altimo rey, Hus, conoid anito encontrado en Elefantina, habs ide de Meidum, que luego terminaria de la IV Dinastfa. Caio seo dese cate ca gs cael "Manetén enumera nueve, que habrian es todavia sauy ince, is ‘Ahora bien, ur seis reyes. , sae nado durante doscientos,catorce 9s See ide la pitkmide inacabada d¢ 20 (4951). de una pirdmide escalo- ij ie escalonada de Sekhem scién, a Ia TI Dinastia | ‘también inacabada, cuya fecha noe a pirfmide inacabada de ) ee sr reinado fue el pensltimo de la de nombre del sucesot jeinar_més que seis i6n de su_pirdmide, ‘a terminar. Los i Gizeh, Es probeble | fT Dinastia de la si Nebka del Papiro | ), constructor de I run fragmento de fe comenzado Ia pit Snefru, ol primer Te ja de Ia TIT Dinastis El descubrimiento in Sekhembhet demuest que las excavaciones pueden todavia reservar sorpresas en la historia de esta dinastia, Los nombres de tres de los reyes de la dinastia (Sanakht, Djeser, Sekhemkhet), al haber sido descubiertos en el Uadi Maghara, nos hacen remontar a esta época las primeras expe- diciones militares egipcias en la peninsula del Sinai, destinadas sin duda a obtener turquesas, Se ha supuesto que Huni habla fortificado Elefantina, y, confiados en un documento muy pos- terior ya que data de la época ptolemaica, que Djeser habia anexionado a Egipto Ia regién situada entre Asuén y Takompso (Kesr brim), es decir, toda la baja Nubia. Como quiera que sea, el complejo de Ja pirdmide escalonada de Saqgarah es Jo que nos permite juzgar mejor la obra de 1a III Dinastia. Este conjunto valora la importancia de los titos religiosos en la ‘ceremonia de coronacién del rey: El atte egipcio esté ya en la posesién plena de sus medios y el pais conoce un perfodo de considerable riqueza. Esto se puede juzgar por los casi 30.000 va- sos encontrados en Ia pitiinide de Saggarah, y por Ia belleza de las tumbas que los particulares pueden ahora mandarse cons- truir, como la de Hesy-Re', contemporéneo de Djeser, cuyos paneles de madera esculpida cuentan entre las obtas maestras del arte egipcio. Durante Ia IIT Dinastfa es cuando se prepara el perfodo que algunos consideran, con sobrados motives, como la época més importante de la civilizacién egipcia: la IV Di- nastfa, WW. LA TV DINASTIA No existe ningiin monumento construido por el hombre que tenga un renombre tan universal como las grandes. pirdmides de Gizeh, y, sin embargo, sus constructores atin no se co- rnocen, ni mucho menos, tan bien como la importancia de es- tos ‘monumentos podria’ hacernos creer, El mtimero, y hasta el orden de sucesién de los reinados de la IV Dinastfa, no son en absoluto seguros. Manetén da para los cuatro primeros faraones el orden siguiente: Snefru, Kheops, Khefren y Mice- tino, pero Jas fuentes mds antiguas, como el Papiro de Turin, interealan Didufri (0 Radjedef) entre Kheops y Khefren, y tuno © dos faraones, segtin las fuentes, entre Khefren y Miceri- fo, Después de Micerino, Manetén enumera cuatro faraones, mientras que el Papiro de Turin no da mas que dos. Se puede observar el mismo desacuerdo en lo que se refiere a Ia dutacién de Jos reinados: Manetén hace reinar a Kheops y a Micerino durante sesenta y tres ais cada uno, mientras que el Papiro de Turin no les concede més que veintitrés y dieciocho aiios zat de reinado respectivamente. Desgraciadamente, las fuentes ar- ueolégicas apenas esclarecen la historia, En lo que se refiere a la IV Dinastfa, se poseen algunos monumentos privados que nos informan ya sobre Ia vida coti- diana en Egipto durante esta época, pero Jos monumentos reales, por el contrario, apenas nos proporcionan informacién y en especial las grandes pirimides no han suministrado préctica- mente ningin documento escrito sobre sus constructores. Sélo se conoce bien el arte. Pero aunque Ja IV Dinast{a no hubiese aportado mas que la perfeccién de sus monumentos y de sus estatuas, merecerfa un lugar de primera categoria en la historia de la humanidad. Para Ia exposicién de los acontecimientos, seguiremos el orden de sucesién de los faraones tal y como se ha podido establecer por los monumentos, es decir: 1. Snefru (veinticuatro afios de reinado, segin el Papiro de de Turia). 2. Kheops (Khufu —veintiteés afios de reinedo, segin el Ps pito de Turin) Didufri (Radjedeb—ocho afios de reinado). Kheften (Khaefte' —duracién del reinado desconocida). Micetino (Menkaure' — dieciocho afos de reinado). Shepseskaf (omitido en el Papiro de Turin). Por Ja ausencia de documentos con garantia suficente es im- posible fijar las fechas de uno de los reinados; la dinastia per- manece en el poder desde el afio 2700 hasta el 2500 aproxi- madamente, Snefru. Como sucede frecuentemente en los cambios de las dinastias manetonianas, no existe ruptura evidente entre la IIT y la IV Dinastia. Snefru es, posiblemente, un hijo de Huni. Pero, hijo de una esposa secundaria, Meresankh, parece que confitmé sus derechos a la corona casindose, en vida de su padre, “con iu hermenastra Heteferes, heredera directa de Honi. Este hecho se volverd a producir frecuentemente en Ja historia de Egipto. Gracias a la Piedra de Palermo, el reinado de Snefru es el mejor conocido de Ia dinastfa. Realizé una expedicién militar a Nubia de la que volvié con 7.000 prisioneros y 200.000 cx bezas de ganado, lo que supone, si las cifras son exactas, una penetracién profunda en Africa. A continuacién se volvid’ con- tra los libios, a los que vencié, capturando 11.000 hombres y 13.100 cabezas de ganado, Los telievés del Uadi Maghara nos dan a conocer, ademés, que mand6 realizar vatias expediciones al Sinaf. La Piedea de Palermo menciona, por tltimo, méltiples construccfones de templos, fortalezas y palacios en todo Egipto, 222 Jo que explica sin ninguna duda el hecho de que enviara expe- diciones maritimas al Ltbano (una compuesta de 40 navios de alta mar) para conseguir madera pera In construccién: cedros ¥ Binos. Snefru terminé Ia pirimide de su padre, en Meidum; des- pués se hizo construir para l dos pirimides en Dahshur, a 7 km al sur de Saqgarah, Una de ellas se conoce bajo el nom- bre de Pirdmide Romboidal (Bent Pyramid), pues presenta una doble pendiente; 1a otra, de planta cuadrada y de 95 m de al- tura, es la primera pirdmide auténtica de Egipto y la que seré imiteda por los otros fartones de Ja dinastia. ‘A partir del reinado de Snefru, Ia f6rmula de sepultura real del Imperio “Antiguo esté bien establecida. La pirémide no es més que. una parte de un conjunto que esté compuesto, en el valle, por un pequefio templo al que llega el rfo por un canal, donde arriba el berco funeratio en el momento del ente- rramiento real; es lo que los egiptélogos laman el etemplo del valle», Una rampa, o calzada, cubierta conduce desde el santuario hasta el templo funerario propiamente dicho, cons- truido ante Ia fachada este de la pinimide. En él se celebra ef cculto al rey muerto, Las caras de In pirdmide estin orientadas segin Jos puntos cardinales. La cmara sepulcral esté excavada cen Ia roca, bajo la pirdmide; nicamente Kheops situard est ccdmara en’ el centro del monumento. Por wltimo, un muro e modo de cerca rodea la pitémide; entre este muro y Ja pirdmide se excavaban fosos oblongos en los que se depositaban los barcos para uso del rey. Desde entonces todas las pirémides contarin con estos cuatro elementos y sélo la decotacién ve- riard de una dinastia a otra, Kheops (en egipcio, Kbufu). Es el y de Heteferes. Sucedié normalmente a su padre. Como Ia Piedra de Palermo esté mutilada a partir del reinado de Snefru, no proporciona ningin dato sobre los scontecimientos del reinado de Kheops, cuya duracién misma es incierta (veintitrés afios sein el Papiro de Turin y sesenta y tres segin Manet6n). Y, sin embargo, # 41 se debe el mayor monumento que se haya jams construido por la mano del hombre. Es imposible ha- cerse una idea de Ia importancia de la gran pirdmide de Gizeh, construida por Kheops cerca de Io que es hoy El Cairo, sin recurrir a las comparaciones. Se ha podido recalcar que, cuando era nueva, alcanzaba una altura de 144 m (hoy es de 138 m), que su base, un cuadrado casi perfecto, mide més de 227 m de ado, lo que representa una superficie de 51.529 m', es decir, mis de 5 hectéreas; todo esto apenas habla del esfuerzo que supuso. Pero se ha calculido que se habrfa necesitado alrede dor de 2.300.000 bloques de piedra calcdrea para construirla, de 223 ‘un peso de dos toneladas y media por término medio, y algunos hasta de 15 toneladas; estas proporciones podrian sgrupar en su superficie de base el conjunto de las catedrales, de Florencia, Milén, San Pedro de Roma, Westminster y San Pablo de Lon tes; "Jos blogues que la constituyen, tellados en cubos de 50 em de ledo-y puestos no junto a otro, cubrirfan una dis- tancia. igual a Jos */; de la Jongitud del Ecuador. Sélo estas ‘comparaciones logran damnos ‘una idea de 1a masa prodigioss Gue es la pirimide de Kheops, una de las siete maravillas del mundo para Jos antiguos. "Y, sin embargo, la mole misma no es nada comparada con ta perfeccidn de’ su. construccién. Las caras estén riguross. meme orientadas segin los cuatro puntos cardinales, el méximo Garor de angulo no sobrepasa apenas los cinco grados. Los dsr gglos son dngolos rectos casi perfects. Por diltimo, los. blogues we los cimientos sucesivos estén colocados unos sobre otras Sih argamasa, y, sin embargo, es imposible, segin las comps: taciones habituales, deslizar entre ellos Ja ldmina de un cuchillo, por lo perfectamente que estén ajustados. ‘Si, como es probable, Kheops no reiné més que veintitrés ais, fue necesatio, para que Ia pirimide estuviera terminada en @1 momento de su muerte, que los obreros, canteros, artesanos Y albafles egipcios extrajeran de la montafa, tllaran, transpos Toran y pusieran cada dia de su reinado més de 300 bloques de piedta caleéres, es decir, unas 800 toneladas de piedra, lo (que exigié, pensamos, unos 100.000 hombres. Esto solamente fara la pirdmide, pues al mismo tiempo se constrafan el tem Blo funerario enlosado con basalto y con columnas de_granito, Th calzada 0 rampa, el 5. Neferefre‘Raneferre! +del > 2 » 6. Neuserre'-Ini i> 44 > 7. Menkauhor B > 9» 8. Djedkare“Isesi 28639 » 44» 9. Unas 30» 33> 248 ios 27 ‘Las cifras dadas por Manetén parecen demasiado altas a juzgar por las del Papiro de Turin y pot las més altas conoci- Gas pot los monumentos. Si se tiene en cuenta que dos de las cifras del Papito de Turin se han perdido y que algunas de las tapas dadas por esta fuente son muy exiguas, se puede esta blecer que la dinastia permanecié en el poder durante ciento ‘reinta afios aproximadamente (2480 a 2350). ‘Segiin los monumentos y las fuentes que tenemos a nuestra disposicién, no existié ruptura alguna entre Ia IV y V Dinas tas. Parece, en efecto, que Userkaf, primer rey de la V Di- nastia, habfa sido un descendiente de una rama menor de la familia de Kheops, un nieto de Didufti. Siguiendo 1a costumbre establecida, consolidé sus derechos a Ia corona casindose con tuna descendiente de la rama primogénita, hija de Micerino. ‘De esta manera, la V Dinastia sucede a la 1V de forma similar a como, ésta habfa sucedido a la III, y, sin embargo, un relato popular del final del Imperio Medio (Papiro Westear) repre- Senta su advenimiento de un modo completamente, diferente: bajo ef reinado de Kheops el dios Re‘ en persona habria engen- dredo a los tres primeros reyes de ln V Dinastia. Su madre habria sido Redjedet, mujer de un gran sacerdote de Heliépolis. ‘Aunque falso, el relato es interesante porque pone de mani- fiesto el cardcter esencial de ls historia de la V Dinastia: Is importancia del dios Re‘ de Heli6polis y de su hija Hathor, asi_como posiblemente de su sacerdocio, A partir dela V Di- astia es cuando el titulo de shijo de Re'» aparece regular- mente en la titulaciéa real. El relato popular no hace més {que interpretar a su manera el origen del t{tulo real. La Piedra de Palermo enumera las numerosas construcciones de templos y Jas donaciones piadosas de la dinastfa, y Herédoto, por su par~ te, ha respetado la tradicién del fervor religioso que distingue a los reyes de la V Dinastia. Userkaf hizo construir su pirdmide en Saqgarah, cerca de la pirdmide escalonada; en ella se ha encontrado una admirable cabeza teal que habia pertenccido a un coloso. La pirdmide funeratia de Userkaf, como todas las de la dinastia, es mucho ‘menos importante que las de Gizeh, pero, sobre todo, en lugar de estar como estas ‘iltimas, enteramente construidas con blo- {ques aparejedos, se componen de un nécleo de mamposteris suelta, y aun de un simple relleno, revestido de piedras talladas. Por esto han resistide muy poco al tiempo y en le actualidad no ptesentan més que cimulos de piedras amorfas. Userkaf y sus stcesores, hasta Tsesi, consagran una parte minima de sus Chaya, a he nlf ale atts mmammennys funeratiog, PEED todos ellos construyen templos al dios Re’. Todavia no se ha ‘explicado de manera satisfactoria el hecho de que cada uno de 228 clos juzgara conveniente edificar un templo personal a la divi- nidad tutelar. Ademés, esta prictica desaparecerd antes del final des dna, al romper definitivamente con ella Djedkare'Isesi y Unas. ‘Aunque Jor textos atestiguan que existieron scis templos de Re’, solamente se han encontrado y excavado dos de ellos, el de Userkaf y el de Neuserre'. Estén compuestos por un obe- lisco erigido en un amplio patio abierto y construido sobre una gran basa en forma de tronco de pirémide, s{mbolo sin duda de Ia colina primitiva surgida del caos otiginario; delante de él se encuentra un gran altar para los sacrificios. Se Mega al tem- plo por una zampa cubierta que subia desde el valle. Alrededor del patio central se encuentran las construcciones anejas para Vivienda de los sacerdotes y la preparacién de los sacrificios. Fuera del recinto amurallado, en el lado sur, se habia construido tuna barca ggante, representacién de 1a barca en la que se crefa que el Sol recorria su petiplo celeste diario. Estos templos fstaban decorados con escenas en telieve, una especie de him- thos en imagenes en honor de Re’. En ellas estén representadas las estaciones, as{ como la flora y la fauna creadas pot el dios. ‘Del reinado de Userkaf en sf solamente se sabe que, quizé como reacciéa contra la autocracia de Jos grandes faraones de la IV Dinastfa 0 por otras razones mal conocidas, comienza fa umentar el poder de las grandes familias provinciales. User- af no reina més que siete aos, segin el Papiro de Turin. Sabure’ suwcedié normalmente a Userkaf. Aunque el Papiro de Turfn no le concede mas que doce afios de reinado, perma- necié en el poder catorce affos si se da crédito a la Piedra de Palermo, Inauguré la necrOpolis real de Abusir, al norte de Saqgarah, que debfa ser la del resto de la dinastia. Los muros de los templos funerarios ya estén decorados con relieves, y estos uiltimos son los que nos proporcionan algunos datos sobre dl reinado de Sahure'. Sabemos que emprendié campaiias contra Jos libios (capturé ala soujer y a los hijos de su rey) y contra los beduinos del noreste, La representacién de 050s sitios en una pared, ye pecialmente la de barcos egipcios de altura en los que aparecen textranjeros barbados, indican que Sahure', siguiendo Ia tadicién de la IV Dinastfa, estaba en contacto con Ja costa sirio-pales- tina, Ademés, Ia Piedra de Palermo nos da a conocer que envié tuna expedicidn al lejano pais de Punt, préximo a la costa de Jos somalies, y una estela con su nombre nos ha revelado que 4 también utilizd Ja cantera de dioritagneis, al _noroeste de ‘Abu Simbel, de donde proviene 1a estatua de Kheops de El Cairo, lo que implica el control de la baja Nubia y, quiz el de Ja alta Nubia. 229 Kabat (Neferirkare’) era hermano de Sahute', Su reinado duré por lo menos diez afios, segiin la Piedra de Palermo. Manetén le concede un periodo de veinte aifos de dutacién, y, sin embargo, Kakai no tuvo tiempo de terminat los templos’ de Su pirimide, que fueron concluidos por sus sucesores. Al pa. ecer, durante su reinado fue cuando se grabé la Piedra “le Paletmo, y se poseen archivos en papiro, compuestos hacia el final de la dinastia, que se refieren a la’ administracién de. su templo funerario, Los sucesores inmediatos de Neferiskate'Kakai, Shepseskare’ Izi y Neferefre' (Raneferre'), apenas nos han dejado més recuer. do que su nombre y la duracién de su reinado; el primero per pranecetfa siete aiios en el poder, y el segundo, conocido ‘por Manetén, habrfa reinado veinte afios. A estos soberanos, pric. ticamente desconocidos, les sucede Neuserre'-Ini, algo més cono. sido gracias @ las suinas de su conjunto funeratio de Abusi Reiné, sin duda, durante una treintena de afios, y sus monu Mentos muesttan que, como Sahure', envié expediciones lita. res, especialmente al Sinai. El séptimo soberano de la dinastia, Menkawbor, que reiné ocho afios, no dejé més que su nombre grabado en tna roca del Sinaf, Pero Djedkare“Izesi, que le sucedi6, tuvo el més largo einado de la dinastfa. En ‘efecto, los archivos del templo de Kakai, que se remontan a su reinado, menciorian el veinteavo censo de ganado. Como éste se efectuaba cada dos afios, Isesi debié permanecer en el poder por lo menos treinta y nueve aifos Se encuentran los rastros de expediciones de su época al Sinai, al Usdi Hammamat, en las canteras cercanas a Abu Simbel, Uno de sus funcionarios nos hace saber que recogié en Egipto a un enano del pais de Punt, y, por tltimo, se han encontrado. objetos con el nombre de Isesi en Biblos, Unas, el stim rey de la V Dinastis, tuvo, como su pre- decesor, un largo reinado, de por Jo menos treinta afios (Papiro de Turin). Es el primer faraén que inscribe en las cimares subterrineas de su pirdmide largos textos religiosos. Estos few. fos de las pirdmides son Jos que mejor nos informan sobre Ja religién funeraria real de la poca antigua. A yeces se en. cuentran datos sobre el estado del Egipto predindstico en com. pilaciones de fuentes extremadamente antiguas. Las escenas gra. badas en las paredes de la calzada que lleva el templo funerario Tepresentan, entre otras: una jirafa, asidt tra, una batalla entre egipcios y extranjeros y, finalmente, unos egipcios enflaquecidos por una época de carestl nas, de una notable calidad artistica, nos informan sobte el teinado de Unas menos de lo que se podria esperar, pues las Teyendas que las acompafian estdn destruidas; sin embargo, son 230 suficientes para demostrar que Unas realiz6 una politica activa con respecto a los pueblos préximos a Egipto. Con Unas termina la V Dinastia, Esta nos ha dejado menos monumentos reales que 1a de los constructores, de las grandes pirdmides; en cambio, bajo su reinado, los particulares se han ‘ido acostumbrando poco a poco a decorar sus tumbas, 0 mas- tebas (de un nombre arabe que hace slusién a la forma exterior de estos monumentos), con escenas de la vida privada. Estas escenas, en las que Jos artistas del Imperio Antiguo dieron libre curso su inspiraci6n y a su fantasia creadora, constituyen una fuente incomparable de conocimientos no slo del arte, sino también de la cultura egiptia de esta época. Por lo demés, su propia riqueza nos demuestra de manera suficiente que el poder real ha comenzado a debiltarse. Existe gran diferencia entre Kheops, soberbiamente enterrado en su gigantesea pirimide, fue- ts de toda compancién con las tums de sos fonconaios que se agrupan en toro a él, y Unas, cuyo monumento funeratio silo te distingue. ya de lo. de sea fonclonasios por la forma misma de la pirimide que, ademés, es ahora mucho més re- oe Secorciin de Tas tambes contemporéneas de la V’ Dic rastia, como las de Jos llamados Ti, Mereruka y Ptabhotep, en- tze ott0s, puede soportar a comparacién con los relieves de las calzadas reales. Este debilitamiento del poder real se va a ace- Jerar durante 1a dinastia siguiente y va a alterar ya las carac- terfsticas de Ie civilizacién del Impetio Antiguo. Por esto es por lo que conviene volver a observar ahora Jo que fue la civilizacién egipcia Jo largo de las IL, IV y V Dinastias, que sefialan el apogeo del Impetio Antiguo, ‘VI. EA CIVIEIZACION EGIPCIA DURANTE EL IMPERIO ANTIGUO Durante el Imperio Antiguo Egipto se convierte en una de las grandes civilizaciones de la Antigiiedad preclisica. El fa- ra6n reina sobre un pals que se extiende desde In segunda catarata, por Jo menos, hasta les costes del Mediterréneo. Por su extensién, Egipto es, pues, uno de los estados més poderosos, © el més poderoso de esta civilizacién; por su arte es uno de Jos més importantes. Por estas razones es necesario tener una visién de conjunto del Egipto del Impetio Antiguo. 8) La organizacién polttica y administrativa Como hemos tenido ocasién de demostrar, Egipto no pudo prospetar hasta que los trabajos exigidos para la utilizacién y el control de Ia crecida del Nilo se realizaron al tiempo en todo el pats. Estos trabajos necesitan una administracién com- 21

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