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Libertad e igualdad en el derecho de asociacion A propésito de los alardes privados de Irin y Fuenterrabia Dr. Don Jesus Alfaro Aguila-Real Catedratico de Derecho Mercantil Universidad de Le Rioja, 1. Quiero comenzar agradeciendo a la Fundacién del Alarde de Fuenterrablay a la Junta de! Alarde de San Marcial de Irdin la invitacién que me han cursado para participar en estas jornadas. Y quiero hacerlo reconociéndoles que, aunque no desde el principio, estoy realmente feliz de hacerlo, Creo que, aunque sea dificil de explicar y entender para algunos, en el asunto en el que se enmarcan estas iornadas, los partidarios de los alardes tradicionales son los que estén del lado de la libertad, 2. A estas alturas de las jornadas que celebramos, debe estar claro que el problema de los alardes no puede plantearse ya en los mismos términos que hace unos aos, términos que provocaron la sentencia del Tribunal Superior de Justicia del Pais Vasco de 17 de enero de 1998. Como se reconocia en la propia demanda, entonces se trataba de impugnar la decis6n de "una Administracién Publica, e! ‘Ayuntamiento de Indn (que) no reconoce... 6! derecho... al acceso de las mujeres a la fiesta principal de la ciudad”. Entonces se discutié el problema como una cuestién de aplicacién del art. 14 de la Constitucién que prohibe a los poderes publicos discriminar a los ciudadanos por raz6n de sexo. Como decia también la demanda, “el presente asunto se configura como el derecho de las mujeres a particiar en condiciones de igualdad respecto a los hombres en un acto festivo regulado promovido y financiado por una administracién publica”. Yo tengo mis un derecho dudas de que-cito de nuevo la demanda- “la participacién en la fiesta Vineulado a la ciudadania, cuyo ejercicio pleno queda invalidado para las mujeres porladiferenciacion ene! trato que aquellasreciben respecto de sus conciudadanos hombres”. En realidad, la intervenci6n publica en el Alarde se limitaba a organizar una tradicién social de Irin y Fuenterrabla. Por lo que no me parece que sea tanto la Administracién la que discrimine como la propia tradicin social y, por tanto, la propia sociedad, lo que parecen reconocer las demandantes cuando reprochan al ayuntamiento que “avale e impulse... un trato discriminatorio” en vez de remover los obstaculos arraigados histdricamente que impiden dicha igualdad” Y, consiguientemente, tampoco me parece que la Constituci6n exija que se adapten a ella las fiestas y tradiciones populares anteriores a ella. Si asi fuera, habria que prohibir los toros (proteccién de los animales), todas las fiestas catélicas en las que las mujeres no participan en pie de igualdad con los hombres, y todas las fiestas que reflejan planteamientos de épocas pasadas {Creen Ustedes que es conforme con la Constitucién que un representante del Gobierno del Estado dirja todos los afos un discurso a una estatua que representa al apdstol Santiago 0 que las fiestas locales de toda Espafia se celebren en honor de algun santo catdlico? éPor qué los agnésticos han de soportar que se financie con fondos publicos un festejo religioso? £No se discrimina continuamente a los no catélicos cuyas fiestas no se celebran, ni son dias no laborables ni se organizan actos financiados por fondos publicos para festejarlos? Y es que, en el fondo, en todos estos supuestos, aunque las fiestas estén organizadas por una administracién publica, es muy dudoso que las reglas que se establecen para su realizacién sean reglas de derecho administrativo y normas publicas. Este planteamiento es probablemente, el que esta detrés de la -por otra parte desafortunada- sentencia del Tribunal Constitucional en materia de titulos nobiliarios (STC 126/1997), que Ustedes conocen seguramente por la notable difusion que ha tenido. En esta sentencia, el Tribunal Constitucional ha admitido la discriminacién de la mujer en el acceso al titulo nobiliario reconociendo validez @ las ordenanzas de dichos titulos que preveian la preferencia del varén sobre la mujer para heredar dichos titulos nobiliarios. El argumento se resume afirmando que los titulos nobiliarios "son como son, ono son’ es decir, que son un resto del antiguo régimen que han de poder mantenerse como eran o declararse sin valor. La sentencia es tanto més importante pare el caso de los Alardes cuanto que la intervencién estatal en el reconocimiento y asignacién de titulos nobiliarios eS 126 muy superior, probablemente, a la intervencién real de la Administracion publica como Administraci6n publica, en la organizacion de las fiestas populares. Sin entrar ahora en que decirle a la hermana mayor que no va a ser marquesa porque el titulo va a su hermano pequefio es, probablemente, mucho mas ofensivo para su dignidad que decirle que no participa como soldado en el alarde. En todo caso, me interesa destacar que la no participacién de las mujeres en los alardes tradicionales no los convierte, en ningun caso, ni siquiera cuando organizados por los Ayuntamientos en una tradicién que no respete los derechos humanos 0 que suponga “una vulneracion de tales derechos” que los convierta en “un anacronismo intolerable” como se dijo en la discusién que precedié a la demanda en el Ayuntamiento de Irun hace un par de afos. Porque resulta simplemente ridiculo afirmar que hay un derecho fundamental a participar en un desfile. Resulta, por ello, incomprensible que se compare este supuesto con las discriminaciones histéricas que impidieron a la mujer acceder a los puestos de trabajo directivos 0 a la emancipacién econdmica en general. 3. De todas formas, hoy la situacién es otra. La transformacién de los alardes en una actividad organizada y desarrollada por asociaciones de cardcter privado modifica radicalmente la perspectiva. El comportamiento y las decisiones que toma una asociacién privada no pueden analizarse como si fueran actos del Estado’. Ni siquiera nos vale comenzar el andlisis en los mismos términos y adaptar después las reglas que hemos formulado en el caso de una actuacién estatal a las asociaciones privadas. Como dijera el Tribunal Supremo en la sentencia de 2 de febrero de 1996, las normas que rigen para la actuaci6n del Estado o de los poderes publicos en general no pueden aplicarse, mi siquiera por analogia a las relaciones puramente civiles ni, dentro de ellas, al derecho de asociaciones en el que los asociados se dan una norma estatutaria o se adhieren a ella de modo voluntario. Y es que el articulo 14 de la Constitucién -el que consagra /a igualdad ante la ley- no es aplicable a las relaciones entre particulares®, No hay en la Constitucién un derecho a que los demas nos traten de igual forma a todos y, por tanto, tampoco hay ninguna obligacion para un particular de tratar igual a todas las personas con las ‘V, ampliamente, J. ALFARO, “La expulsion de asociados y la confianza en el Derecho Privado”; 1997/1 pp 155-186, Taal ue se relaciona ni de seleccionar equitativamente a las personas con las que se relaciona, El respeto a la libertad de los individuos exige reconocer que las decisiones individuales valen porque son queridas por los particulares, no porque su contenido ‘sea conforme con una escala de valores constitucionales determinada. Si se afirmara la vigencia del principio de igualdad en las relaciones entre particulares llegarlamos a conclusiones absurdas (tendriamos que repartir nuestras compras equitativamente entre los distintos comerciantes) y, lo que es peor, llegariamos a la desaparicion de las libertades. Se estaria privando a los ciudadanos del derecho a decidir como les plazca con quién quieren compartir su vida, su ocio, su tiempo, sus pasiones o su suefios. Pero, imaginando un panorama algo menos tenebroso, tampoce es posible una sociedad de individuos libres si los individuos han de dar razones, han de justificar sus decisiones. Un sistema ce libertades se funda en la idea de que lo que hay que justificar es la prohibicién, no la libertad de actuacién. El nivel de libertad efectiva de los ciudadanos se veria muy reducido si, cuando deciden actuar en una u otra forma, tuvieran que tener en cuenta que el Estado les exigiré que expliquen las razones por las que han actuado asi. Ante el temor de que las razones. de uno no sean comprendidas, los ciudadanos que tengan preferencias que no coincidan con las mayoritarias se autorreprimiran en mucha mayor medida de lo que Io harian en otro caso. Por tanto, para analizar el problema no podemos seguir hablando de derecho a la igualdad y de prohibicién de discriminacién. Este es el punto de partida cuando ‘examinamos una decisién de! Estado. Cuando examinamos una decision de una asociaci6n privada, el punto de partida es el derecho a la libertad y los limites a la libertad, 4, Justificar por qué es muy sencillo. Existe una diferencia fundamental entre las relaciones entre particulares y las relaciones entre particulares y el Estado. Estado sdlo hay uno y los individuos no pueden sustraerse a su accion. Asociaciones 2\,, brevemente, J. ALFARO, Voz "Igualdad” Enciclopedia Juridica Bésica, Madrid 1996, tomo Il, PP 3961-3365 ® Estas afitmaciones estén largamente fundamentadas con muchas indicaciones bibliogrficas en J ALFARO, “Autonoma Privada y Derechos fundementales; ADC 1999 pp 67-122. Une perspecta diferente es la de J, M, BILBAO UBILLOS, ke pe Madrid 1997, a Mibertad ¢ igualdad en el derecho de asociacion hay muchas y los cludadanos pueden entrar y salir libremente de ellas y, sobre todo, dirigirse 0 crear una asociaci6n competidora de cualquiera de las existentes, Frente a la opresi6n Estatal, el ciudadano ha de recurrir, necesariamente al Derecho. Frente a la opresi6n por parte de una asociacién, el ciudadano puede abandonarla, ingresar en otra semejante o, incluso, crear una de nueva planta para perseguir idénticos fines. La autonomia privada, como expresi6n del derecho al libre desarrollo de la personalidad incluye no sélo el derecho a regular nuestras relaciones con otros particulares como tengamos por convenient (libertad de pactos) sino también el derecho a seleccionar a las personas con las que deseamos entablar relaciones negociales o de cualquier otro tipo. Por lo tanto, los particulares no tienen derecho a exigir de otro particular que contrate con ellos ni siquiera si éste lo ha hecho con otras personas en idéntica situacién. La existencia de alternativas razonablemente disponibles para el “rechazado” hacen innecesaria e inconstitucional la vigencia del principio de igualdad entre particulares. Esta trascendental diferencia responde ala esencia del derecho de asociacién La funcion del derecho de asociacién en un Estado que respete los derechos: fundamentales es permitir la realizacién personal de los individuos (“el libre desarrollo de la personalidad” al que se refiere el articulo 10 CE), es decir, que los ciudadanos puedan perseguir los fines que tengan por conveniente (y que pueden ser distintos de los que la mayoria de la sociedad considera més dignos) en unién de otras personas consiguiendo de esta forma lo que no podrfan conseguir actuando aisladamente. Por tanto, el derecho de asociacién es el instrumento para que el pluralismo social se exprese eficazmente. Y como no podemos estar seguros de dénde est la verdad, es la garantia de que en el debate publico se expresarén todas las opciones que tienen algiin apoyo entre los individuos. No en vano, en Estados Unidos cuya Constitucién no recoge expresamente el derecho de asociacién, el Tribunal Supremo lo ha “deducido" de la libertad de expresion Este planteamiento conduce, necesariamente, a afirmar como contenido esencial del derecho de asociacién -y asi lo ha reconocido en repetidas ocasiones el Tibunal Constitucional- el derecho de autoorganizacién de las asociaciones, es decir, la libertad de los miembros de una asociacion para regular sus relaciones ~ .e-como tengan por conveniente y la prohibiciOn al Estado de injerirse para organizarsé en dichas relaciones. Por tanto, ni los jueces ni el legisledor ni, por supuesto, las administraciones publicas pueden establecer qué fines ha de perseguir una asociacién, qué medios ha de emplear o qué requisitos ha de reunir un sujeto para poder ser miembro de una asociacién 0 en qué casos se pierde la condicién de socios. Garantizando la posibilidad de autonormacién, se asegura que las distintas escalas de valores presentes en una sociedad pluralista pueden manifestarse y no se imponen a los grupos sociales las valoraciones mayoritarias o estatales. El derecho de autoorganizacién, como derecho de libertad de los particulares frente a la intervencién del Estado, garantiza ast la pluralidad social Por esta razon es inconstitucional una ley -como la vasca de asociaciones- que imponga a las asociaciones privadas la obligacion de funcionamiento democratico. Con buen criterio la Constitucién exige funcionamiento y estructura democréticos s6lo a los partidos politicos y a las organizaciones sindicales y empresariales por la relevante funcién publica que cumplen, pero obligar a ser democraticas a las asociaciones seria tanto como destrozar e' nucleo -el contenido esencial- del derecho de asociacién: se estaria imponiendo a los grupos sociales -minoritarios- las valoraciones mayoritarias 0 estatales. Imgoner una estructura democratica a todas las asociaciones implica negar a los ciudadanos su derecho a utilizar una escala de valores aut6noma y distinta de la del Estado en sus relaciones con otros particulares. Solo un Estado totalitario puede hacer tal cosa, Para que vean las terribles consecuencias que una norma semejante tendria, piensen sélo en todas las asociaciones de cardcter ideoldgico o religioso en las que tige el principio de jerarquia. jLa Iglesia devendrla una asociacién ilegal! El Tribunal Constitucional ha sido consciente de la importancia para el pluralismo social que tiene un escrupuloso respeto del derecho de autoorganizacién societaria por parte de los poderes piblicos. Asi, en la STC 104/1999, se reclamaba, por parte de unos individuos, que una asociacién los reconociera como miembros de la misma, y pretendian demostrar su condicién de socios por el hecho de que disponian de unos recibos. Pues bien, tanto la Audiencia Provincial como el Tribunal Supremo obligaron a la asociacién a considerar socios a tales personas, a pesar de que no cumplian los requisitos estatutarios para serlo. El Tribunal Constitucional reprocha a los tribunales citados su escaso respeto por la libertad de la asociacion y su derecho a seleccionar a sus ma —EE————————— Libertad ¢ igualdad en el derecho de asociacién miembros y afirma que Io que hicieron los tribunales inferiores fue “crear por analogia una regla extra-estatutaria” segun la cual, no son socios tnicamente los que cumplan los requisitos establecidos en los estatutos, sino cualquiera que hubiera pagado los recibos correspondientes 5. La conclusién no se deja esperar: en materia de asociaciones privades, la regla general -y con muy pocas excepciones- es [a libertad. La libertad de autoorganizacion limita severamente las posibilidades de injerencia de los poderes publicos en la organizacién interna ce las sociedades y, sefialadamente, en la decision acerca de quién puede o no ser miembro de una asociacién. Exigir requisitos arbitrarios para pertenecer a una asociacién constituye un ejercicio legitimo de la libertad de asociaciér y no puede ser més beneficioso para el pluralismo social porque tales requisitos garantizaran la homogeneidad interna de la asociacion y la pluralidad externa de las asociaciones ya que los ciudadanos se dirigirén 2 aquella que mejor satisfaga sus necesidades y, en el caso de que no exista ninguna que las satisfaga perfectamente, crearén su propia asociacion para perseguir los fines que tengan por conveniente y en la forma que tengan por conveniente. En un pals tan poco liberal como Espafia, hay que recordar continuamente el flaco favor que se hace a la libertad cuando se pretende meter la democracia en lugares en los que las decisiones no son ni deben ser colectiva sino individualmente tomadas* Podemos, pues, extraer una primera conclusién para los Alardes. La libertad de asociaci6n ampara, en principio, alos miembros de las asociaciones que organizan los alardes tradicionales para decidir como les plazca sobre quién participa en el destile, quién lleva el fusil 0 quién dispara el carton. 6. Naturalmente, como cualquier otra libertad, la libertad de las asociaciones para determinar quienes pueden ingresar en ella o como han de regularse las relaciones entre los socios tiene los limites que rigen para toda la autonomia privada, A saber, la nulidad de las reglas privadas que sean contrarias al orden publico. En nuestro caso, al orden publico constitucional. Este limite se concreta en dos reglas. 7, en le Ineratura més reciente. P SALVADOR, (Gi), Asosiacionas. dacachas fundamentals. ‘autonornia privada, Madrid 1997 an a) La primera se refiere a las asociaciones con posicién de dominio, o como dice el Tibunal Constitucional en su sentencia 218/88 asociaciones que ostenten “una posicién dominante en el campo econémico, cultural, social profesional de manera que la pertenencia 0 exclusién de ella supusiese un perjuicio significativo para el afectado” es decir, a aquellas asociaciones que carecen de competencia efectiva. La raz6n es muy simple. Si en un sector determinado sélo hay una asociacién y no es posible crear otra, los ciudadanos no tendrian garantizada su libertad, porque -como sefialébamos antes- ante la opresién por parte de la asociacion dominante 0 monopolista, no podrian dirigirse a otra. Por tanto, si una asociacién tiene posicion de dominio, hay que someter a control judicial sus decisiones en términos mucho més intensos que los de cualquier asociacién®. Asi, una asociacién con posicién de dominio no puede expulsar sin razones fundadas a tun socio ni puede discriminar en el acceso a sus prestaciones 0 actividades. Si aplicamos este limite al caso de los Alardes, estariamos tentados -en un juicio apresurado- de afirmar que los alardes tradicionales tienen posicién de dominio en el “mercado de los alardes” ya que, segtin me han explicado, el éxito de convocatoria del alarde privado en el caso de Iran es muy superior al que obtiene el alarde organizado por el Ayuntamiento. Sin embargo, esta conclusién seria ‘engajiosa. Para determinar si una asociacién tiene posicién de dominio lo decisivo es si la asociacién esta sometida a competencia efectiva o potencial por parte de otras asociaciones. Y, en el caso de los alardes la competencia existe o puede existir en la forma de organizacién de desfiles por parte de otras asociaciones. En este sentido, no hay barreras de entrada que impidan la constitucién de asociaciones competidoras con la existente y, consecuentemente, no puede afirmarse que las asociaciones organizadoras de los alardes tradicionales detenten una posicién de dominio. Por el contrario, y por ejemplo si en el deporte organizado de una region, las leyes establecen que s6lo exista una asociacién “oficial”, dichas leves constituyen una barrera de entrada invencible que garantiza el monopolio de la asociacion existente® STC 210180 de 22:1 vl comentario de MARIN LOPEZ, By 141868 pt “TS ena S 24 382, CCC 281802 p 285 qe se ccupa de an coms nero en ure aot cofcial» en la que les sregias estattarias...deben ser corcc que informan a Constitucion Ser consecuentes con los valores qu Libertad ¢ igualdad en el derecho de asociacién ‘Ademés, es relevante preguntarnos sil particular “rechazado” por ja asociacién le es exigible que, si desea obtener los bienes derivados de la pertenencia a la asociacién, se dirija a otra o constituya una nueva. Y en este juicio, es muy importante en qué medida dichos bienes ofrecidos por la asociacion contribuyen de manera significativa 0 no al “libre desarrollo de la personalidad” del sujeto rechazado de forma que, como afirma Pablo Salvador, cuanto més trivial sea el objeto de la asociacién, menos legitima serd la exigencia del tercero para que se obligue a la asociacién a admittirie, Pues bien, la aplicacion de estos criterios confirma que los alardes no constituyen asociaciones con posicién de dominio en cuanto que es exigible a las mujeres rechazadas que se dirjan al alarde publico en el caso de Irin que constituyan su propia asociacién para organizar su propio alarde. Y, ‘ademas, no parece que sea altamente valioso para el desarrollo de la personalidad de las mujeres participar en un desfile que rememora las milicias propias de otros tiempos b) El segundo limite a la libertad de las asociaciones para decidir sin injerencias estatales sobre su organizacién interna y sobre a quicn aceptan y a quien expulsan de la asociacién derivado igualmente del orden pablico constitucional es el de la nulidad de las decisiones o reglas de la asociacion que deban considerarse atentatorias contra la dignidad humana del tercero afectado por el rechazo de la asociacion. El derecho a no ser tratado como un ser inferior (igual dignidad de todas las personas) vincula no sélo a los poderes piblicos sino también a los particulares de modo que se ejercita abusivamente el derecho ano convatar cuando se rechaza a alguien de forma que el rechazo es equivalente a un nsulto al rechazado consistente en afirmar su inferioridad. Nadie, ni el Estado nilos particulares, puede tratar a otro como si no fuera un ser humano”. ble, concretar cudndo la negativa de una asociacion @ de personas constituye un atentado contra la Noes facil, pero es posi admitir a un determinado grupo dignidad de las mismas y, por tanto, ©: ‘entro de la vida social espafiola el respeto la dignidad humana- zando la Constitucién y su articulo 10 -al poner en el c le K.W. CANARIS, «Grundrechte und Privatrechts, 7 En este punto, el trabajo mas importante 08 & oP 184 (1984), p 21058 imponen a la asociacién la obligacion de aceptar a estas personas. Los criteriog que nos permiten responder a esta cuestion son variados. El primero pasa por tener en cuenta el tipo de actividad 0 sector social en o que la asociaci6n actia. Es por esta raz6n por la que nos encontramos prohibiciones legales de discriminacién que se imponen también a los particulares en actividades especialmente importantes para que las personas puedan desarrollar sy personalidad. Asi, por ejemplo, el Tribunal Constitucional ha admitido la validez de fionaba un club de polo entre cuyos requisitos una clausula de una asociacion que ge: para pertenecer al club se exigia que el candidato a socio fuera noble. Y la razon es que no parece que sea imprescindible para el libre desarrollo de la personalidad de nadie poder pertenecer a un club de polo. Por la misma razén, no tengo dudas de la perfecta constitucionalidad de las sociedades gastronémicas sélo para hombres, Sin embargo, cuando de las actividades de “tiempo libre” pasamos al trabajo y la profesién (el trabajo es, en las sociedades modernas, la forma principal de desarrollo de la personalidad de cada uno) observamos que jel legislador! impone a los particulares una prohibicién de discriminar (art. 17 del Estatuto de los trabajadores} Con este precepto, el Estado protege la dignidad de las mujeres negando cualquier validez a un “mensaje” que enviarfa el empresario discriminador, mensaje que rezaria que las mujeres son incapaces de, por ejemplo, dirigir empresas. La discriminacién en el trabajo afecta casi directamente a la dignidad del discriminado. Un segundo medio para concreter la regla consiste en examinar los criterios discriminatorios empleados por la asociacion. Es obvio, por ejemplo, que no &s inconstitucional una asociacién s6lo para calvos o s6lo para personas que midan més de dos metros. Pero tampoco Io es -y asi lo ha sostenido el Tribunal Constitucional- una asociacién sélo para nobles ni lo son, en general, las que ‘excluyen a personas que pertenezcan (0 no) a una determinada religidn 0 creencia El caso de los boy scouts de California es especialmente expresivo. EI Tribunal ‘Supremo de este Estado declaré que la asociacién de los boy scouts podia expulsar de su seno a un miembro que se habia declarado ateo. Esta discriminacién por razén de religion no es odiosa y la expulsién (0 la no admisién en su caso) 9° implica insultar la dignidad de! excluido. Al contrario, debe permitirse 2 !3 Libertad ¢ igualdad en el derecho de asociacion asociaciones discriminar si queremos que el derecho de asociacién cumple la funcién que expusimos con anterioridad: que la gente se una a los que son como. ellos, piensan como ellos, trabajan como ellos o practican el sexo como ellos para poder desarrollar, en compaiia de otros, la propia personalidad. En el otro extreme, las asociaciones racistas, son, en general, inconstitucionales: rechazar a alguien por su raza -salvo casos excepcionales- implica “insultarle” llamandole inferior y, por tanto, dafiando su dignidad. El mejor ejemplo de este tipo de casos nos lo proporciona el caso de los establecimientos publicos (discotecas © bares) que discriminan en el acceso a los mismos sobre la base de criterios racistas. Yo habia “inventado” este caso, pero he comprobado, posteriormente, que hay una sentencia alemana de la Audiencia Territorial de Frankfurt que decidié un caso asi. El duefio de un bar habia puesto en la puerta del establecimiento un cartel en turco y en alemédn que decia “No se permite la entrada a los turcos”. El Tribunal consideré que tamaria discriminacién no implicaba un atentado contra la dignidad de los turcos. A mi uicio, si El cartel de marras estaba enviando el siguiente mensaje: “los turcos sois seres inferiores a los alemanes y los alemanes <> no nos mezclamos con turcos”, No cabe un mayor insulto. Naturalmente, no son inconstitucionales las asociaciones sdlo de gitanos, sdlo de negros o solo de marroquies ya que no se ofende la dignidad de! payo, del blanco o del espariol porque no le dejen pertenecer a ella 7. El caso del sexo esté entre medias de la raza y la altura o el peso como criterio para decidir si el rechazo es inconstitucional 0 no, es decir ni todas las asociaciones s6lo para hombres son constitucionales ni todas son inconstitucionales. Para decidir si el sexo es un criterio inconstitucional de discriminacion por particulares hay que preguntarse si el rechazo de las mujeres resar--por parte de la asociacién- un juicio de valor peyorativo sobre la ‘de la mujer respecto delhombre. Y el problema es que no puede contestarse con carécter general con un sf o un no para todas las asociaciones implica expr (menor dignidad: iuicio machista, es decir, el que pretende que el hombre precisamente porque el pre] ry extendido hasta tiempos recientes pero, puede es superior a la mujer estaba mu NJW 1985, pp 1720 s citado por 4] NEUNER, Pivatracht und Sozialstaat, Munich 1998, p 183. ye un prejuicio dominant en las sociedades mas considerarse que hoy no constitu) ae tas. desarrolladas, aunque sigan existiendo muchos mach! Esta evolucion tiene importantes efectos sobre el problema que analizamos, @) Ast, como no insulta quien quiere sino quien puede, aunque Un grupo machista pretenda afirmar la superioridad masculina a dignidad de éstas puede no verse afectada © ya minoritario y el rechazo se vueWva contra los propios discriminadores en forma “cavernicolas” semejantes. Si esto es lo que sucede, la rechazando en su seno a las mujeres, 1n absoluto porque ese prejuicio sea de desprecio social por dignidad de las mujeres rechazades no se ve afectada en absolut como no se ve afectada la dignidad de cualquier de nosotros porque no nos admitan en una asociacion de Grandes de Espafia y, por tanto, la asociacién en cuesti6n no sera inconstitucional. En el caso norteamericano al que me he referido anteriormente, se expulsé de los boy scouts a uno que se declaré ateo y a otro que se declaré homosexual. Y nunca he podido evitar pensar, en primer lugar, que ivaya caverna que deben ser los boy scouts en América! Y, en segundo lugar, équé pintaban un ateo y un homosexual en una asoclacion tan reaccionaria? ¢cémo podian estar a gusto en una asociacién asi? Comprenderén pues que aun teniendo gran simpatia por los ateos y los homosexuales, esté perfectamente de acuerdo con la sentencia del Tribunal Supremo de California que consideré legitima la expulsion de ambos. b) La creciente conciencia social de la igualdad entre el hombre y la mujer provoca igualmente que las mujeres puedan responder frente a la discriminacién creando una asociacion slo para mujeres. Y estas asociaciones pueden Proporcionarle un status semejante al de la asociacién masculina Consecuentemente, y de nuevo, el rechazo del grupo s6lo para hombres a admitit mujeres no supone un atentado contra la dignidad de las mujeres rechazadas si €stas pueden responder creando una asociacion semejante. Obsérvese la conexién existente entre este argumento y el relativo a las asociaciones con posicién de dominio y se comprender por qué no son inconstitucionales las sociedades gastrondmicas sélo para hombres. ¢) Lamisma evolucién social en sentido igualitarista ha provocado como efecto Libertad e igualdad en el derecho de ociacion [a progresiva reducci6n de los espacios para las relaciones entre personas del mismo sexo. Una sociedad cada vez menos machista es una sociedad donde cada vez existen menos ocasiones para que los hombres se relacionen s6lo con otros varones y las mujeres s6lo con mujeres, Y se estaré de acuerdo en que los hombres y las mujeres desean a menudo relacionarse s6lo con hombres o mujeres respectivamente. Por ejemplo, cuando se trata de divertirse, a menudo, los varones prefieren hacerlo con varones y las mujeres prefieren hacerlo con mujeres exclusivamente. Excluyo, naturalmente, la diversion sexual. Esta preferencia tiene muy buenas razones tras de s{ que no es cuestién de analizar ahora aunque piensen, simplemente, que es muy dificil para un hombre hablar de sexo, por ejemplo, con mujeres, no porque los hombres sean més timidos sino, simplemente, porque el hombre querré hablar de mujeres y las mujeres querrén hablar de hombres, de ahi que, cuando se trata de hablar de sexo, los hombres se junten con otros hombres, y las mujeres con otras mujeres. Si hay un espacio donde esta “separacion” entre hombres y mujeres no puede considerarse en modo alguno contrario a la dignidad de las mujeres y, por el contrario, expresion de ciertas necesidades individuales y sociales es el espacio del ocio y la diversi6n por lo que una asociaciéon liidica s6lo de hombres y que, por tanto, no admita mujeres no puede considerarse inconstitucional. 8, Todos estos argumentos les habrén permitido adivinar por qué no considero que sea inconstitucional la negativa a admitir mujeres por parte de las asociaciones 0 fundaciones organizadoras de los aardes tradicionales. No veo por ningtin lado que al constituirse como asociaciones “sblo para hombres” estén expresando que consideran a la mujer como un ser inferior.Y, sobre todo, tal mensaje careceria absolutamente de aceptacion social porque como dijo muy bien la fiscal en uno de los procesos penales abiertos como consecuencia de los altercados, "no #s de recibo establecer que la dignided de las mujeres sea algo tan banal que quede menoscabada por e! hecho de no panticipar en un desfile formado exclusivamente por hombres”. Resulta casi ridiculo afirmar que, al no dejarles participar en un desfile se esta considerando a las mujeres “c contra su dignidad e integridad moral omo si no fueran seres humanos igualmente dignos” y, por tanto, se atenta porque en los alardes, aplaudan o eritiquen a sus maridos, novies, hijos o padres en lugar de desfilar con ellos. Que el articulo 2° de las ordenanzas del Alarde dp Iran diga que participar en el Alarde constituye para todo Irundarra “un titulo ge honor y un acto de servicio voluntario” es una simple afirmacién simpética pero ng asa de ahi y, desde luego, dificilmente puede utilizarse, en sentido contrario, para afirmar que se priva a las mujeres de un “titulo de honor". Si, ademés, y especialmente importante, tenemos en cuenta que las mujeres pueden responder organizando un alarde sélo para mujeres 0 convirtiendo al alarde mixtoen la mejor fiesta del mundo, no se vé por lado alguno de qué modo la discriminacién sexual practicada por las asociaciones organizadoras de los alardes en la seleccién de sus miembros es atentatoria contra la dignidad de las mujeres y, por tanto, inconstitucional. Una practica social puede perpetuar prejuicios inaceptables si se trata de una préctica “en serio”. Pero una fiesta, no. 9. Déjenme terminar con tres observaciones. La primera es que los poderes publicos han de actuar con una enorme prudencia a la hora de intervenir y tratar de “configurar” las preferencias de los ciudadanos respecto de su tiempo libre y su realizacion personal. Tal injerencia seria -esa st- contraria al debido respeto a la libertad individual y a la dignidad de las personas que deben poder divertirse como y.con quien les parezca. La segunda es que el mantenimiento del alarde tradicional puede tener plena justificacién incluso para la causa feminista. En las fiestas Populares se rememora, a menudo, el pasado y se recrean hechos o aspectos de la vida del pasado. Un alarde tradicicnal ha de servir, precisamente, para recordar os tiempos en los que las mujeres tenian un papel secundario y menor en la vida Social, es decir, para que no olvidemos que la igualdad juridica entre hombres ¥ mujeres es de hace muy poco. Y nada mejor que la ritualizacién que supone una fiesta para mantener viva esa conciencia. El que aparece disfrazado de esclavo negro en un desfile conmemorativo no ve menoscabada su dignidad por ello. Muy al contrario, el desfile nos recuerda que hubo un tiempo en el que se podian poser Personas. La no participacién de mujeres en los alardes es, no cabe duds, anacrénico. Y lo eran mas, y lamento su supresién, los requisitos que habian d@ reunir las cantineras ("reconocida belleza, hermosura y simpatia y solteras’). Pe'© Puede que no sea una buena idea suprimir los anacronismos en las fiestas. A! contrario, conservarlos puede ser la mejor forma de que no se nos olvide que Un? ae Libertad ¢ ignaldad en el derecho de asociacin vez los hombres y las mujeres no erar iguales. La tercera es que no estoy nada Seguro de que las mujeres no tengan una participacion muy activa en la fiesta que son los alardes. A lo mejor, la Unica forma de hacer “especial” su participacién consiste, precisamente, en que no sean soldados y si existe aunque sélo sea una posibilidad de que asi sea, se impone con mayor fuerza a los poderes puiblicos la obligacién de abstenerse de intentar configurar las relaciones sociales al gusto de cualquier mayorla, En este sentido, no dejo de preguntarme que si resulta que la no participacién de las mujeres como soldados afecta a su dignidad es qué las mujeres, novias, amigas, madres hijes de los que desfilan no tienen conciencia de su dignidad al -no ya tolerar sino- apoyar un alarde sin mujeres desfilando? Seamos respetuosos con la libertad de los demés: ellas-y no los poderes puiblicos- son las que estén en mejores condiciones para valorarlo que conviene a su dignidad yi siguen llenando las calles de Irin y Hondarribia para aplaudira los que desfilan, no las consideremos alienadas inconscientes sometidas al vardn. Porque no hay ninguna raz6n para pensar que somos més listos que ellas.

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