Está en la página 1de 10

TUTORÍA CLAUDINA ESO 2008

Objetivos:

• Profundizar en lo que significa estar atentos.

• Descubrir en la vida de Claudina a través de algunas cartas que


conservamos de ella, cómo estuvo atenta a Dios, a las necesidades del
momento que vivió y a los demás.

• Pensar cómo estaría atenta Claudina a lo que vivimos nosotros hoy y


qué consejos nos daría.

Dinámica de trabajo:

• Lluvia de ideas en la pizarra sobre lo que significa “una persona que está
atenta” y lo contrario.

• Hacer tres ó cuatro grupos en la clase. Entregarles a cada grupo una de


las cartas de Claudina.

 ¿Qué es lo que más te llama la atención de la carta?


 ¿Qué descubres en ella que exprese que Claudina fue una mujer
atenta?
 ¿Te han aportado algo nuevo en tu conocimiento de Claudina?

• Escribir una carta a Claudina para hablarle de las situación que nosotros
vivimos cómo jóvenes (lo que nos preocupa, lo que necesitamos, lo que
echamos de menos, nuestros miedos cuando pensamos en el futuro…)
¿Cómo nos gustaría que Claudina estuviera hoy atenta a nuestras
necesidades e inquietudes?.
Carta a CLAUDINA, Mujer ATENTA a nuestra
realidad y a las necesidades de nuestro tiempo.

Querida Claudina :
Las cartas pertenecen a los diez últimos años de su vida. La más antigua es de
alrededor de 1827, época de su plenitud. Nueve años después de aquel 6 de Octubre
de 1818 en que siguiendo la voz de Dios manifestada por el padre Andrés Coindre,
había dejado definitivamente su hogar para entregarse del todo a Dios y al bien de los
jóvenes

Las cartas que se conservan de Claudina nos permiten acercarnos a esta mujer “que
ardía en celo por nuestro Dios” y que, por ello mismo, tenía un corazón con toda la
ternura de su rica personalidad. Son cartas “familiares” que nos dan a conocer cómo
era Claudina.

Siempre se ha valorado la humildad de Claudina. Su sobrino el padre Mayet, llegó a


decir “no hablaba jamás de sí misma”. Al leer sus cartas se constata fácilmente esta
virtud: no se pone nunca en primer plano; apenas alguna vez alude a sus
enfermedades y achaques y cuando lo hace, siempre es con moderación. Su interés
se centra totalmente en los demás.

**Cuando aparece en la firma Mª Ignacio es el nombre que Claudina recibió como


religiosa.

Carta 8: A su sobrina Emma Mayet

Felicitación de Año Nuevo. Incertidumbres acerca Fourviére. Noticias de la niña


Duchaux, de la Providencia.
Fourviére, 27 de enero de 1835.

Mi muy querida sobrina: He tardado mucho en contestar a tu cariñosa carta y a tu


felicitación, pero puedes estar bien segura de que no he esperado hasta hoy para
presentar al Señor mis peticiones por ti y por tu familia. Quiera este Señor tan bueno
escucharlas, y conservarte a tu hijita a quien tú educarás para Él, enseñándole a
conocerle y a amarle. Es ciertamente el único y verdadero consuelo que podemos
tener en esta triste vida, tan llena de cruces y de aflicciones. Durante nuestras tristes
jornadas de abril, yo me decía a menudo: ¡ay!, qué dignos de lástima son los que no
tienen ninguna religión; no tienen ningún consuelo, ya que solamente Dios nos puede
sostener en nuestras penas y hacer que las llevemos con resignación. Tú misma, mi
querida Emma, tienes experiencia de ello: has pasado por grandes penas, pero tu
conformidad con la santa voluntad de Dios ha disminuido su amargura. El Señor te ha
probado durante algún tiempo, pero ahora te ha dado una hijita que es todo tu gozo y
consuelo y que te hace olvidar las penas pasadas; ya te sonríe, ya te conoce; he aquí,
así lo pienso yo, alegrías muy grandes para una madre que ama a sus hijos con tanta
ternura como tú: cuentan maravillas. Espero que esta primavera podremos
conocernos y que después, como la pequeña María, pensará en su tía religiosa.

Seguimos en la misma incertidumbre acerca de nuestra casa. No se sabe nada


cierto respecto a las fortificaciones. Se han dirigido muchas peticiones a la Cámara
para que no se haga de Fourviére un fuerte; todavía no se ha recibido respuesta
alguna. Yo confío tan sólo en la protección de la Santísima Virgen y en las oraciones
de las almas buenas.
No te puedo dar noticias muy satisfactorias de la pequeña Duchaux. Cuando la
recibimos tenía casi doce años; hasta entonces, se pasaba parte del día en las calles
de Villefranche dándose puñetazos con los golfillos; un día, uno le dejó la cara
ensangrentada. Al principio, su comportamiento era a tenor de su anterior formación.
Ha cambiado mucho, pero todavía le queda mucho por hacer. Espero que, con la
ayuda de Dios, podremos hacer algo de ella, pero ¡queda tanto por hacer!; un día se
porta bien y al otro, mal. Si finalmente cambia, yo creo que podrá llegar a ser una
buena chica; es bonita y una buena obrera para su edad, pero cuando ella quiere, y
no lo quiere siempre. Su salud es buena. Ya te he contado mucho de esta pequeña;
termino.
Te ruego que felicites el nuevo año a tu marido y que me encomiendes a sus
fervorosas oraciones. Abrazo a la pequeña María y deseo mucho conocerla.
Y tú, mi querida Emma, recibe la seguridad del más tierno cariño de tu tía que te
quiere,
María Ignacio

Señora Mayet de Perroud Villefranche departamento del Ródano

CARTA Nº 8: Anotaciones

Linda carta en la que explícitamente la M. María Ignacio nos da a conocer su amor e


interés por las niñas «las más pobres, las que tienen más defectos, menos cualidades.»,
y su pedagogía del amor. Amaba a sus protegidas tal como eran para que llegaran a
ser lo que debían y podían. Y como las amaba, confiaba en ellas, las creía capaces de
mejorar. El amor es la mejor pedagogía; y perfecta cuando se apoya en la gracia de
Dios.
También en esta carta nos da toda una teología del sufrimiento, de la cruz. La Madre
deja entrever su alma afligida pero al mismo tiempo llena de la paz y del consuelo del
que confía en Dios y cree en su amor. Pasó por muchas penas en esta vida, y no
fueron las menos las dificultades económicas. Las contempo-ráneas hablan en ge-
neral de carestía y de momentos en que la Madre se encontraba sin dinero cuando
tenía en su casa tantas personas a quienes alimentar y cuidar. En el censo de 1835
constan en Fourviére: 40 religiosas y 86 alumnas de la Providencia (por falta de
espacio, en este tiempo se había suprimido momentáneamente el pensionado); se señala
también: «gran edificio y construcción de una capilla».
Claudina, además de hablar de la «pequeña María» hija de Emma, alude a otra
«pequeña María», hija de Alina su sobrina mayor, que contaba ahora cinco años y
pasaba muchas temporadas con los abuelos de Lyón. A menudo la llevaban a
Fourviére a ver a su tía religiosa a la que quería mucho.
Las cartas pertenecen a los diez últimos años de su vida. La más antigua es de
alrededor de 1827, época de su plenitud. Nueve años después de aquel 6 de Octubre
de 1818 en que siguiendo la voz de Dios manifestada por el padre Andrés Coindre,
había dejado definitivamente su hogar para entregarse del todo a Dios y al bien de los
jóvenes

Las cartas que se conservan de Claudina nos permiten acercarnos a esta mujer “que
ardía en celo por nuestro Dios” y que, por ello mismo, tenía un corazón con toda la
ternura de su rica personalidad. Son cartas “familiares” que nos dan a conocer cómo
era Claudina.

Siempre se ha valorado la humildad de Claudina. Su sobrino el padre Mayet, llegó a


decir “no hablaba jamás de sí misma”. Al leer sus cartas se constata fácilmente esta
virtud: no se pone nunca en primer plano; apenas alguna vez alude a sus
enfermedades y achaques y cuando lo hace, siempre es con moderación. Su interés
se centra totalmente en los demás.
**Cuando aparece en la firma Mª Ignacio es el nombre que Claudina recibió como
religiosa.

Carta 9: A su sobrina Emma Mayet

La niña Duchaux envía un regalo a su madre. Consejos a Emma para su salud y


educación de su hija. Alabanzas de Claudio, su ahijado. Dificultades en la fabricación.

(Fourviere), 14 de marzo de 1835.


Mi muy querida Emma: Recurro a tu amabilidad para pedirte que hagas llegar a la
señora Duchaux el pañuelo de indiana que su hija tiene el gusto de regalarle. Estos
días he pagado las tareas a nuestras niñas, y como esta pequeña se ha comportado
muy bien estos tres últimos meses, después de hacer sus cómpralas para Pascua, le
ha quedado todavía para poder hacer un regalito a su madre. Creo que ésta tendrá
tanto gusto en recibirlo como su hija en ofrecérselo. Dile que no se preocupe por
mandar algo a su pequeña en cambio; tiene todo lo necesario.
61
Dentro de tres meses pagaré nuevamente lo que hayan ganado por sus tareas, y
estoy segura de que tendrá por lo menos veinte francos.
Creo que esta niña será algún día el consuelo de su pobre madre. Si, como lo
espero, el juicio y más aún la piedad llevan la ventaja, será una buena muchacha; pero
ha de hacerse mucha violencia.
¿En dónde te encuentras ahora, mi querida Emma? Seguramente estás en el
campo, a no ser que te hayas quedado en el pueblo para poder ir a oír las
instrucciones de cuaresma. He tenido noticias de tu linda hijita, pero querría hacerle
una pequeña reconvención: que no te deja dormir por la noche y que duerme todo el
día. Me parece que ahora que tiene ya siete u ocho meses, tú podrías no darle
razones, pero sí, poco a poco, regular su sueño; me parece que podrías hacerla
pasear un poco durante el día, distraerla con algunos juguetitos. A ti te ha de
ocasionar forzosamente una gran fatiga puesto que el sueño de la noche nunca se
puede recuperar. ¡Pobres madres, cuántas penas y cuántas preocupaciones os dan
vuestros hijos!
No te doy noticias de la familia: tú las sabes ya con detalle por tus hermanas.
Claudio es siempre un santo; uno de estos días pasados tenía que hablarle; le
mandé un recado que entrase al ir a Misa a Fourviére, pero que no era sólo para verlo
sino que tenía algo que decirle; de todos modos, vino a verme en la época de año
nuevo y durante las vacaciones, cosa que no había hecho todavía. Admiro su virtud y
me examino a menudo a mí misma; te aseguro que esto me da lugar a tristes
reflexiones al ver cuan lejos estoy de él.
Tu marido en este momento está muy ocupado con los trabajos del campo, puesto
que es el tiempo de ello. Dile muchas cosas de mi parte y asegúrale mi sincera estima.
Nuestra Providencia aumenta cada día. El trabajo va bien pero se trabaja
penosamente: las sedas no son tan buenas ahora; casi todos los (hilos de seda)
gruesos de Nápoles son variables lo que hace mucho más difícil la fabricación. Sin
embargo, a pesar de todas estas pequeñas molestias, agradezco a Dios con toda mi
alma el tener trabajo.
Estamos siempre casi en el mismo punto respecto a nuestras reparaciones; sin
embargo, son mayores nuestras esperanzas que los temores.
Termino, mi querida sobrina, encomendándonos a tus fervorosas oraciones y a las
de tu querido marido; nosotras no os olvidamos en las nuestras.
Toda tuya, mi querida Emma, con el más tierno afecto, tu tía que te quiere,
María Ignacio
Señora Mayet de Perroud Villefranche departamento del
Ródano
CARTA Nº 9: Anotaciones

Han pasado menos de dos meses desde la última carta. La situación ha variado
poco. Hay más optimismo respecto a la suerte de Fourviére, pero la Madre todavía no
se atreve a proseguir las reparaciones y las obras que habían quedado interrumpidas
por la revolución de abril de 1834.
Esta carta nos da varios detalles que nos ayudan a conocer cómo funcionaba la
Providencia y el amor y cuidado que la Madre San Ignacio tenía por sus protegidas.
Notemos de nuevo la delicadeza y cariño con que Claudina habla de las niñas, y su
gozo al ver los progresos de la pequeña Dachaux a la que valora; sabe que por su
carácter debe vencerse mucho. Y en los consejos que da a su sobrina Emma, vemos
a la excelente educadora: recta y firme, pero llena de bondad.
Su sobrina se encontraba en su casa de campo de Pommiers; lo sabemos por una
carta que se ha conservado de su madre, la Sra. Mayet. Emma, muy piadosa, hacía
un verdadero sacrificio al estar tan lejos de la iglesia; su madre le habla de ello.
Claudio, que se preparaba para el sacerdocio, estaba muy cerca de la Angélica, en
los Mínimos. Muy devoto de la Virgen, iba con frecuencia al santuario de Fourviére
pero, por sus ocupaciones, dejaba las visitas familiares para el tiempo de vacaciones.
La Madre San Ignacio, verdaderamente humilde, ve las virtudes de los demás y se
considera inferior. También su humildad la lleva a ser agradecida en todo al Señor y a
los otros.
En esta época, la Madre Fundadora iba ya muy avanzada en la redacción de las
Reglas de la Congregación. En ellas, uno de los apartados habla de « La Clausura »,
bastante rigurosa respecto a las salidas del convento. Así notamos en las cartas de la
Madre que no se trata en general de ir a visitar a los familiares.
En la carta que hemos mencionado hace poco de la Sra. Mayet, ésta habla de las «
flores de Roma » que perfuman su cuarto y que le ha mandado su hermana la M. San
Ignacio, y espontáneamente añade: «ella tiene la suerte de poder gozar de las flores
(como Emma en Pommiers) sin tener que hacer el sacrificio de privarse de los
sermones y funciones religiosas ».
La Providencia prospera y el número de niñas aumenta, lo cual llena de gozo el
corazón de la Madre. Hay dificultades, pero sabe superarlas con fortaleza y humildad.
Las penas no faltaban. Entre otras: habían fallecido en El Puy, con poco intervalo, dos
religiosas: la H. San Pablo, María Fillol, y la M. San Hilario, María Claudina Cholle; las
dos tenían poco más de 30 años. La M. San Hilario era hermana mayor de la M. San
Potino; la Madre Fundadora había puesto grandes esperanzas en ella, y acababa de
nombrarla « Hermana Vocal», o sea, consejera capitular.
La carta que estamos comentando debió ir en el paquetito en que la Madre envió el
pañuelo para la Sra. Dachaux, ya que no lleva los timbres del correo.
Las cartas pertenecen a los diez últimos años de su vida. La más antigua es de
alrededor de 1827, época de su plenitud. Nueve años después de aquel 6 de Octubre
de 1818 en que siguiendo la voz de Dios manifestada por el padre Andrés Coindre,
había dejado definitivamente su hogar para entregarse del todo a Dios y al bien de los
jóvenes

Las cartas que se conservan de Claudina nos permiten acercarnos a esta mujer “que
ardía en celo por nuestro Dios” y que, por ello mismo, tenía un corazón con toda la
ternura de su rica personalidad. Son cartas “familiares” que nos dan a conocer cómo
era Claudina.

Siempre se ha valorado la humildad de Claudina. Su sobrino el padre Mayet, llegó a


decir “no hablaba jamás de sí misma”. Al leer sus cartas se constata fácilmente esta
virtud: no se pone nunca en primer plano; apenas alguna vez alude a sus
enfermedades y achaques y cuando lo hace, siempre es con moderación. Su interés
se centra totalmente en los demás.

**Cuando aparece en la firma Mª Ignacio es el nombre que Claudina recibió como


religiosa.

Carta 11: A su sobrina Emma Mayet


Encomienda a una joven que sale de la Providencia. Insiste en la compra de la
vaca.

(Fourviére), 7 de abril de 1835.


Mi querida Emma: Esta carta te la entregará la pequeña Pelletier que sale de
nuestra Providencia. Su padre, que es de Belleville, me ha escrito diciéndome que le
había encontrado una colocación en Villefranche; no sé exactamente en dónde, pero
por lo que me dice, me imagino que es en casa del hijo del Sr. Perin, negociante.
Había retrasado unos días el viaje para poder informarme de la casa en la que el
señor Pelletier colocaba a su hija, pero me ha escrito de nuevo, de modo que ya no
puedo diferirlo más. La haré acompañar al coche de Melineau como me ha indicado su
padre y haré que la recomienden al conductor que es muy buena persona; pero yo
deseo vivamente saber donde va a estar esta pequeña: si es una familia piadosa y si
la vigilarán un poco; sólo tiene 19 años y no tiene experiencia. Yo le he dicho mucho
que vaya a ver al Reverendo Sr. Donnet; te ruego que tengas la bondad de
recomendársela pues esta pobre pequeña sólo podrá recibir consejos de él, y a esta
edad se tiene poco juicio y especialmente esta joven que es muy niña y que no tiene
todavía un carácter bien formado.
Te estaría muy agradecida, mi querida sobrina, si me pudieras decir algo acerca
de la casa donde estará colocada. Si de vez en cuando puedes encontrarla y darle
algunos buenos consejos, harás un gran acto de caridad muy agradable a Dios y que
me dará gran alegría. ¡Deseo tanto que estas chicas se comporten bien cuando salen
de nuestra casa!; pero, por desgracia, no siempre se realizan mis deseos.
La semana pasada escribí a tu marido pidiéndole que me comprara una vaca;
comprendo que me hago pesada con mis demandas, pero tu querido esposo cumple
tan bien mis encargos que caigo siempre en la tentación de molestar. Quizá tendrá
más dificultad en encontrarla ahora que al empezar el invierno; ya me imagino que
será más cara. En verano cuestan menos, pero prefiero pagar más y tenerla ya.
Espero que todos os encontréis bien y que tu pequeña se haga más fuerte cada día
y más graciosa al ir comprendiendo más.
Os deseo todas las bendiciones divinas, tanto espirituales como temporales.
Siempre tuya, mi querida sobrina, y de tu querido esposo. Tu tía que mucho os
quiere.
María Thévenet

Señora Mayet de Perroud en su casa Villef ranche departamento


del Ródano

CARTA N° 11: Anotaciones

Hacía sólo cinco días que la Madre había escrito la carta anterior a los Perroud.
Pero ahora se presentaba un caso urgente y se trataba del bien de una de sus
acogidas. Carta preciosa que nos hace conocer directamente el interés y el desvelo de
Claudina por sus niñas y jóvenes, no sólo cuando las tenía en casa, sino también
cuando salían de ella.
Al cerrar la casa de Belleville, varias niñas pasaron a la Providencia de Fourviére. En
el libro de cuentas de dicha casa, se anotó el 16 de mayo de 1832: «Pagado diligencia
niñas y Hermanas». Esta niña Pelletier era una de ellas. El autor Francis Mandy, en su
reciente artículo Belleville, la Maison du Sacré-Coeur, publica casualmente el contrato
hecho en 1827 entre los padres de Jacqueline Pelletier y la Madre Borja, Superiora de
nuestro convento de Belleville, documento que ha encontrado entre los del notario
Chassaignon de dicha población. Muy bueno para nosotras dicho contrato porque nos
da detalles muy interesantes sobre la Providencia.
Desde 1827, era párroco de Belleville el Rdo. Sr. Donnet (la Madre escribe en su
carta Donnay; la ortografía no estaba bien fijada en aquella época), muy conocido de
Claudina Thévenet desde los tiempos de la Asociación del Sagrado Corazón. Este
sacerdote había sido compañero del P. Andrés Coindre en los Misioneros de los
Cartujos y le había reemplazado a veces en las reuniones de las Asociadas. También
por este motivo conocía a Emma Mayet. Al llegar a Belleville y conocer a Justo Perroud,
soltero y muy buen cristiano, pensó que haría buena pareja con Emma; procuró que
se conocieran, y se realizó el matrimonio.
Poco podría aprovecharse la « pequeña » Pelletier de los consejos del Rdo. Donnet.
Precisamente el día anterior a la fecha de esta carta, había sido preconizado obispo;
fue consagrado el 31 de mayo y pasó a Nancy como obispo auxiliar. Poco más tarde, en
1837, fue nombrado obispo de Burdeos donde permaneció muchos años como tal,
hasta su muerte en 1882. Desde 1852, era también cardenal.
En esta carta la Madre firma de nuevo: María Thévenet, en vez de: María Ignacio.
¿Fue de nuevo una distracción? Son los dos únicos casos, de tantas firmas que se
conservan, en que encontramos esta denominación.
Las cartas pertenecen a los diez últimos años de su vida. La más antigua es de
alrededor de 1827, época de su plenitud. Nueve años después de aquel 6 de Octubre
de 1818 en que siguiendo la voz de Dios manifestada por el padre Andrés Coindre,
había dejado definitivamente su hogar para entregarse del todo a Dios y al bien de los
jóvenes

Las cartas que se conservan de Claudina nos permiten acercarnos a esta mujer “que
ardía en celo por nuestro Dios” y que, por ello mismo, tenía un corazón con toda la
ternura de su rica personalidad. Son cartas “familiares” que nos dan a conocer cómo
era Claudina.

Siempre se ha valorado la humildad de Claudina. Su sobrino el padre Mayet, llegó a


decir “no hablaba jamás de sí misma”. Al leer sus cartas se constata fácilmente esta
virtud: no se pone nunca en primer plano; apenas alguna vez alude a sus
enfermedades y achaques y cuando lo hace, siempre es con moderación. Su interés
se centra totalmente en los demás.
**Cuando aparece en la firma Mª Ignacio es el nombre que Claudina recibió como
religiosa.

Carta 13: A su sobrina Emma Mayet

Respuesta a la carta recibida de Emma. Mejoría del Sr. Perroud. Noticias de la niña
Dachaux. Condiciones para la compra de una vaca.

(Fourviére), 4 de enero de 1836.

Mi muy querida sobrina: Seguramente habrás recibido ya mi carta, que se cruzó


con la tuya.
Te felicito de todo corazón por la mejora de tu marido. Me conmueve tu bondad de
escribirme; teniendo a tu marido tan enfermo y con todas tus ocupaciones, todavía te
preocupas por mi vaca lechera. Tú no olvidas nunca lo que puede dar gusto a tus
familiares; en esto reconozco bien a mi querida Emma.
Te decía en mi carta que rogaríamos intensamente por tu querido marido.
Continuaremos rogando hasta que se restablezca del todo. Dile, por favor, la alegría
que he tenido al saber que estaba mejor; esperemos que este mejor vaya aumentando
cada día y que muy pronto esté del todo bien.
Me pides noticias de la pequeña Dachaux. Su conducta es muy variable, pero esta
niña tiene buen corazón. Cuando le dije que tu ma-
rido sufría mucho, en seguida me dijo: « Madre, voy a hacer una novena por él ».
Tiene defectos, pero con el tiempo disminuirán, y cuando la piedad predomine en ella,
yo espero que será un buen sujeto.
Unas palabras acerca de la vaca lechera. La encuentro un poco cara, pero no
importa, la compraré de todos modos. Ya sabes que la primera que compré me dijeron
que tendría el ternerito dentro del mes, y fue mucho más tarde. He aquí, pues, las
condiciones que pongo: no la pagaré hasta que haya tenido el ternero, y si el 13 de
febrero todavía no lo ha tenido, restaré diez francos por mes del precio convenido,
pues la compro tan sólo para tener leche esta cuaresma. Si aceptan estas
condiciones, tendré la seguridad de no perder. Si tuviera un buen granero, no sería
tan exigente, pero mi granero está en la bodega, la comida que damos a los animales
es en gran parte la zanahoria, y si tengo una bestia de más, no tendré más remedio
que comprar heno.
Te pido me dispenses por hablar tanto sobre esta cuestión, y por todas las
molestias que te doy; pero eres tan complaciente que llego a ser importuna.
Adiós, mi muy querida Emma; recibe, lo mismo que mi querido sobrino, la
seguridad de mis mejores deseos. A mi gentil pequeña María hay que darle algo más
palpable y hablarle con un lenguaje que entienda; así pues, te ruego que cuando
tengas ocasión, hagas recoger en casa de tu padre un paquetito de caramelos que va
a su nombre.
Adiós otra vez. Tu tía que te quiere mucho,
María Ignacio

Señora Mayet de Perroud en Villefranche departamento del


Ródano

CARTA N° 13: Anotaciones

El original que conservamos de esta carta tiene estropeado el borde y así falta un
poco del final de las líneas del penúltimo párrafo, pero es fácil adivinar lo que había.
Esta carta nos habla de nuevo del amor que la Madre tenía a sus huerfanitas y de la
confianza en su capacidad de mejora. También de su atención a la psicología infantil; su
sobrinita María tenía ahora cerca de un año y medio.
Respecto a las condiciones que pone para la compra de la vaca, notemos que esta
fecha 13 de febrero corresponde a unos días antes de empezar la Cuaresma este año:
era el sábado anterior al miércoles de ceniza. Por los detalles que da, se trata de una
compra distinta de la de abril último.

También podría gustarte