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Objetivos:
Dinámica de trabajo:
• Lluvia de ideas en la pizarra sobre lo que significa “una persona que está
atenta” y lo contrario.
• Escribir una carta a Claudina para hablarle de las situación que nosotros
vivimos cómo jóvenes (lo que nos preocupa, lo que necesitamos, lo que
echamos de menos, nuestros miedos cuando pensamos en el futuro…)
¿Cómo nos gustaría que Claudina estuviera hoy atenta a nuestras
necesidades e inquietudes?.
Carta a CLAUDINA, Mujer ATENTA a nuestra
realidad y a las necesidades de nuestro tiempo.
Querida Claudina :
Las cartas pertenecen a los diez últimos años de su vida. La más antigua es de
alrededor de 1827, época de su plenitud. Nueve años después de aquel 6 de Octubre
de 1818 en que siguiendo la voz de Dios manifestada por el padre Andrés Coindre,
había dejado definitivamente su hogar para entregarse del todo a Dios y al bien de los
jóvenes
Las cartas que se conservan de Claudina nos permiten acercarnos a esta mujer “que
ardía en celo por nuestro Dios” y que, por ello mismo, tenía un corazón con toda la
ternura de su rica personalidad. Son cartas “familiares” que nos dan a conocer cómo
era Claudina.
CARTA Nº 8: Anotaciones
Las cartas que se conservan de Claudina nos permiten acercarnos a esta mujer “que
ardía en celo por nuestro Dios” y que, por ello mismo, tenía un corazón con toda la
ternura de su rica personalidad. Son cartas “familiares” que nos dan a conocer cómo
era Claudina.
Han pasado menos de dos meses desde la última carta. La situación ha variado
poco. Hay más optimismo respecto a la suerte de Fourviére, pero la Madre todavía no
se atreve a proseguir las reparaciones y las obras que habían quedado interrumpidas
por la revolución de abril de 1834.
Esta carta nos da varios detalles que nos ayudan a conocer cómo funcionaba la
Providencia y el amor y cuidado que la Madre San Ignacio tenía por sus protegidas.
Notemos de nuevo la delicadeza y cariño con que Claudina habla de las niñas, y su
gozo al ver los progresos de la pequeña Dachaux a la que valora; sabe que por su
carácter debe vencerse mucho. Y en los consejos que da a su sobrina Emma, vemos
a la excelente educadora: recta y firme, pero llena de bondad.
Su sobrina se encontraba en su casa de campo de Pommiers; lo sabemos por una
carta que se ha conservado de su madre, la Sra. Mayet. Emma, muy piadosa, hacía
un verdadero sacrificio al estar tan lejos de la iglesia; su madre le habla de ello.
Claudio, que se preparaba para el sacerdocio, estaba muy cerca de la Angélica, en
los Mínimos. Muy devoto de la Virgen, iba con frecuencia al santuario de Fourviére
pero, por sus ocupaciones, dejaba las visitas familiares para el tiempo de vacaciones.
La Madre San Ignacio, verdaderamente humilde, ve las virtudes de los demás y se
considera inferior. También su humildad la lleva a ser agradecida en todo al Señor y a
los otros.
En esta época, la Madre Fundadora iba ya muy avanzada en la redacción de las
Reglas de la Congregación. En ellas, uno de los apartados habla de « La Clausura »,
bastante rigurosa respecto a las salidas del convento. Así notamos en las cartas de la
Madre que no se trata en general de ir a visitar a los familiares.
En la carta que hemos mencionado hace poco de la Sra. Mayet, ésta habla de las «
flores de Roma » que perfuman su cuarto y que le ha mandado su hermana la M. San
Ignacio, y espontáneamente añade: «ella tiene la suerte de poder gozar de las flores
(como Emma en Pommiers) sin tener que hacer el sacrificio de privarse de los
sermones y funciones religiosas ».
La Providencia prospera y el número de niñas aumenta, lo cual llena de gozo el
corazón de la Madre. Hay dificultades, pero sabe superarlas con fortaleza y humildad.
Las penas no faltaban. Entre otras: habían fallecido en El Puy, con poco intervalo, dos
religiosas: la H. San Pablo, María Fillol, y la M. San Hilario, María Claudina Cholle; las
dos tenían poco más de 30 años. La M. San Hilario era hermana mayor de la M. San
Potino; la Madre Fundadora había puesto grandes esperanzas en ella, y acababa de
nombrarla « Hermana Vocal», o sea, consejera capitular.
La carta que estamos comentando debió ir en el paquetito en que la Madre envió el
pañuelo para la Sra. Dachaux, ya que no lleva los timbres del correo.
Las cartas pertenecen a los diez últimos años de su vida. La más antigua es de
alrededor de 1827, época de su plenitud. Nueve años después de aquel 6 de Octubre
de 1818 en que siguiendo la voz de Dios manifestada por el padre Andrés Coindre,
había dejado definitivamente su hogar para entregarse del todo a Dios y al bien de los
jóvenes
Las cartas que se conservan de Claudina nos permiten acercarnos a esta mujer “que
ardía en celo por nuestro Dios” y que, por ello mismo, tenía un corazón con toda la
ternura de su rica personalidad. Son cartas “familiares” que nos dan a conocer cómo
era Claudina.
Hacía sólo cinco días que la Madre había escrito la carta anterior a los Perroud.
Pero ahora se presentaba un caso urgente y se trataba del bien de una de sus
acogidas. Carta preciosa que nos hace conocer directamente el interés y el desvelo de
Claudina por sus niñas y jóvenes, no sólo cuando las tenía en casa, sino también
cuando salían de ella.
Al cerrar la casa de Belleville, varias niñas pasaron a la Providencia de Fourviére. En
el libro de cuentas de dicha casa, se anotó el 16 de mayo de 1832: «Pagado diligencia
niñas y Hermanas». Esta niña Pelletier era una de ellas. El autor Francis Mandy, en su
reciente artículo Belleville, la Maison du Sacré-Coeur, publica casualmente el contrato
hecho en 1827 entre los padres de Jacqueline Pelletier y la Madre Borja, Superiora de
nuestro convento de Belleville, documento que ha encontrado entre los del notario
Chassaignon de dicha población. Muy bueno para nosotras dicho contrato porque nos
da detalles muy interesantes sobre la Providencia.
Desde 1827, era párroco de Belleville el Rdo. Sr. Donnet (la Madre escribe en su
carta Donnay; la ortografía no estaba bien fijada en aquella época), muy conocido de
Claudina Thévenet desde los tiempos de la Asociación del Sagrado Corazón. Este
sacerdote había sido compañero del P. Andrés Coindre en los Misioneros de los
Cartujos y le había reemplazado a veces en las reuniones de las Asociadas. También
por este motivo conocía a Emma Mayet. Al llegar a Belleville y conocer a Justo Perroud,
soltero y muy buen cristiano, pensó que haría buena pareja con Emma; procuró que
se conocieran, y se realizó el matrimonio.
Poco podría aprovecharse la « pequeña » Pelletier de los consejos del Rdo. Donnet.
Precisamente el día anterior a la fecha de esta carta, había sido preconizado obispo;
fue consagrado el 31 de mayo y pasó a Nancy como obispo auxiliar. Poco más tarde, en
1837, fue nombrado obispo de Burdeos donde permaneció muchos años como tal,
hasta su muerte en 1882. Desde 1852, era también cardenal.
En esta carta la Madre firma de nuevo: María Thévenet, en vez de: María Ignacio.
¿Fue de nuevo una distracción? Son los dos únicos casos, de tantas firmas que se
conservan, en que encontramos esta denominación.
Las cartas pertenecen a los diez últimos años de su vida. La más antigua es de
alrededor de 1827, época de su plenitud. Nueve años después de aquel 6 de Octubre
de 1818 en que siguiendo la voz de Dios manifestada por el padre Andrés Coindre,
había dejado definitivamente su hogar para entregarse del todo a Dios y al bien de los
jóvenes
Las cartas que se conservan de Claudina nos permiten acercarnos a esta mujer “que
ardía en celo por nuestro Dios” y que, por ello mismo, tenía un corazón con toda la
ternura de su rica personalidad. Son cartas “familiares” que nos dan a conocer cómo
era Claudina.
Respuesta a la carta recibida de Emma. Mejoría del Sr. Perroud. Noticias de la niña
Dachaux. Condiciones para la compra de una vaca.
El original que conservamos de esta carta tiene estropeado el borde y así falta un
poco del final de las líneas del penúltimo párrafo, pero es fácil adivinar lo que había.
Esta carta nos habla de nuevo del amor que la Madre tenía a sus huerfanitas y de la
confianza en su capacidad de mejora. También de su atención a la psicología infantil; su
sobrinita María tenía ahora cerca de un año y medio.
Respecto a las condiciones que pone para la compra de la vaca, notemos que esta
fecha 13 de febrero corresponde a unos días antes de empezar la Cuaresma este año:
era el sábado anterior al miércoles de ceniza. Por los detalles que da, se trata de una
compra distinta de la de abril último.