22142/2022
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1) Que las presentes actuaciones se originan con el recurso directo
deducido en fecha 14/06/2022 por el Sr. Marcelo Straniero, con patrocinio
letrado, en los términos del artículo 32 de la Ley 24.521, contra la Resolución
Nº 251/2022 emitida por el Consejo Superior de la Universidad Nacional de
Cuyo, que ordenó la clausura definitiva de las actuaciones relacionadas con el
Sumario Administrativo dispuesto por Resolución Nº 657/2021R y la sanción
de cesantía por grave y deliberado incumplimiento al deber de observar una
actitud ética acorde a su calidad de empleado universitario, en concurso ideal
con la prohibición de desarrollar acciones que supongan discriminación por
razón del sexo, materializado en las prácticas inadecuadas realizadas en el
ámbito de su consultorio el día 13 de septiembre de 2017 contra la
denunciante J.A., agravado por implicar actos de violencia sexual contra las
mujeres en los términos de la ley 26.485.
Sostiene que el acto impugnado emitido por el Consejo Superior de la
UNCuyo le causa agravios irreversibles configurados por: 1) La violación al
debido proceso, objetivo, justo e imparcial. Ello nace del hecho incontrastable
de la violación del derecho defensa, sin su participación como sindicado y sin
una defensa técnica. 2) Falta esencial en la motivación de la Resolución Nº
251/2022. 3) Violación al principio de legalidad y congruencia, ya que los
hechos no tienen marco histórico, ni contexto, ni un relato circunstanciado y
detallado.
Apunta a que el acto administrativo no especifica cuál es la sanción
que corresponde según el Convenio Colectivo de Trabajo que aplica.
Por otro lado, entiende que existe absoluta ausencia de control de
legalidad y cumplimiento de los requisitos del procedimiento por parte de la
Dirección de Asuntos Legales del Rectorado mediante dictamen Nº 238/2022,
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Luego explica que el objeto de la Resolución del Rector de fecha
31/03/2021, por la cual se dispuso abrir el sumario administrativo y ordenar su
suspensión, ya no es solamente la supuesta inconducta que habría realizado el
13/09/2017, sino que a partir de ahí también la sitúan en la Facultad de
Educación y Ciencias Médicas, lo que acarrea – según su entendimiento – una
violación al principio de congruencia.
Se pregunta cómo logra defenderse sobre supuestas prácticas
inadecuadas en dichas Facultades, cuando lo que se le atribuye – conforme el
informe de fs. 48/52 – es sobre pacientes mujeres en la Dirección General de
Deportes, Recreación y Turismo en la fecha señalada.
Indica que ese error grosero le impidió brindar las explicaciones
correspondientes, porque se ignora cómo, dónde y cuándo habría realizado las
inconductas atribuidas en la Facultad de Educación y Ciencias Médicas. Por
consiguiente, no puede desarrollar una actividad de descargo o aclaración de
las conductas que se le achacan.
De todo lo expuesto, infiere que no ha logrado advertir, o mejor dicho
describir, cuál es la conducta y el rol que le cabe en la pieza administrativa de
origen ni el acto administrativo objeto del recurso.
Manifiesta que para poder brindar las explicaciones que en su
oportunidad le fueron solicitadas, requiere necesariamente la función
específica de atribuir una conducta cierta para que pueda defenderse a
derecho, ya que nadie puede ejercitarlos si no sabe a ciencia cierta cuál es el
proceder o comportamiento del que se le inculpa.
Remarca que del informe obrante a fs. 48/52 y a fs. 103/110 se advierte
una absoluta falta de descripción del rol que le cabe en aquella pieza
administrativa. Agrega que se ha realizado una extensa, confusa, imprecisa e
inespecífica relación de los hechos respecto de la prueba aportada en autos,
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imposibilitando con este proceder el legítimo ejercicio de la defensa, con la
amplitud que exige la Constitución Nacional a través del principio del debido
proceso legal.
Relata que se ha omitido efectuar una enunciación clara, precisa,
circunstanciada y específica de las circunstancias de tiempo, modo y lugar que
le permita ejercer eficientemente el derecho de defensa, lo que lleva
inexorablemente a la invalidez de la resolución cuya nulidad se persigue.
Sostiene que los Instructores Sumariantes han eludido respetar el
principio de congruencia que deben guardar siempre los hechos objeto de cada
acto de imputación a medida que avanza cualquier proceso.
Alega que la falta de explicación de aquellos extremos, le impide
acercar elementos de prueba, sea para mejorar la situación en la que está
involucrado o bien con el objeto de negar probadamente los hechos que se le
atribuyen.
Identifica como vicios del acto impugnado la falta de motivación,
porque no expone el conjunto de razonamientos tanto fácticos como jurídicos.
Refiere que el informe firmado por los Dres. Sebastián Calvi y Nicolás
Abraham, lejos de fundamentar y justificar sus conclusiones con la prueba
incorporada y la normativa aplicable, se ha limitado a suponer y endilgar
responsabilidad administrativa en base a meras suposiciones y afirmaciones
que carecen por completo de apoyo en los hechos acreditados en el sumario.
Se agravia de que el único fundamento que tiene el Consejo Superior
para arribar a su conclusión es la dogmática afirmación de que debe ser
responsable de cesantía y nada más, sin atender a la totalidad de las
testimoniales rendidas, la instrumental acompañada, al texto de la ley ni a la
intención del legislador.
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Subraya que el acto atacado carece de causa y resulta claramente
desproporcionado e injustificado, correspondiendo declarar su nulidad en
función de lo dispuesto por el artículo 14, 15, y concordantes de la Ley Nº
19.549.
Sostiene que no se dan los presupuestos de la responsabilidad que se le
atribuye a su mandante, ya que de la totalidad de las testimoniales rendidas y
prueba instrumental acompañadas, se desprende que las conductas
denunciadas, son falaces y contradictorias.
Arguye que al no habérsele reconocido el derecho a ser oído en la
debida forma y al derecho de defensa eficaz, se ha incurrido en una amplia
violación al derecho a un trato igualitario y no discriminatorio.
Invoca la existencia de derechos previsionales y de carácter
alimentario, los cuales gozan de una especial protección constitucional y
convencional.
Dice que ha sido víctima de un trato discriminatorio al no reconocerse
el estado jurídico de inocencia, y la intachable y ascendente trayectoria laboral
en todos los ámbitos de la UNCuyo.
Ofrece prueba, funda en derecho, hace reserva del caso federal.
2) Que, en fecha 31/08/2022 esta Cámara se declaró competente para
entender en los presentes obrados, conforme lo dispuesto por el art. 32 de la
Ley de Educación Superior Nº 24.521, y ordena correr traslado del recurso
directo a la UNCuyo.
3) En fecha 11/10/2022 se presentó la demandada por intermedio de
apoderado, constituyó domicilio y contestó recurso, formuló una negativa
general y particular de los hechos invocados por la recurrente.
Afirma que el Sr. Straniero omitió información importante, miente
respecto al desconocimiento de los hechos que se le imputan y a una
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imaginaria violación del derecho de defensa, inventando un artilugio jurídico
con un texto que a las claras no tiene cohesión y que tampoco refiere a alguna
prueba para acreditar lo que pretende.
Dice que el actor centra toda su fundamentación en tres cuestiones:
supuesta imposibilidad de conocer los hechos que se le acusan; supuesta
violación del derecho de defensa y del debido proceso; y falta de motivación
del acto.
Respecto a la supuesta imposibilidad de conocer los hechos, indica que
a fs. 7 obra la cédula de notificación diligenciada por la Instrucción Sumarial
al Sr. Marcelo Mario Straniero, quien la recibió en su dirección de correo
electrónico con fecha 15/04/2021 a las 10:03 hs. junto con la Resolución Nº
657/2021R, notificándole el inicio del sumario, las razones del mismo y las
fechas en que se habrían cometido los hechos investigados.
Destaca que en ese momento, la pieza administrativa se encontraba
bajo secreto de sumario, tal como lo indica el art. 46 del Reglamento de
Investigaciones Administrativas, aprobado por el Decreto Nº 467/99 del Poder
Ejecutivo Nacional y adoptado por la Universidad Nacional de Cuyo a través
de la Ordenanza Nº 32/2020CS.
Expresa que en fecha 3/06/2021 se celebró la primera audiencia para
tomar declaración indagatoria al sumariado, que por cierto no se presentó a
pesar de encontrándose correctamente notificado al efecto.
Enfatiza que además tampoco compareció a la segunda audiencia
indagatoria celebrada con fecha 8/06/2021, ni solicitó que se fijara nueva
audiencia para declarar (art. 74 R.I.A.) en ningún momento del trámite
sumarial.
Refiere que en el informe del art. 108 del Reglamento el Instructor
Sumariante efectuó un análisis pormenorizado de la denuncia, los testimonios
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y las pruebas recabadas hasta ese momento, y que fue notificado al Sr.
Straniero conforme cédula de pág. 61.
Agrega que dicho instrumento fue acompañado del traslado con la
totalidad de las actuaciones del expediente obrantes hasta ese momento a
través del link “Se le informa que podrá acceder a las actuaciones y al
Reglamento de Investigaciones Administrativas incorporado al ámbito de la
UNCuyo a través de la Ordenanza 32/2020CS, a través del
siguientelinkhttps://universidadcuyomy.sharepoint.com/:f:/g/personal/sumari
os_ms_uncu_edu_ar/EqBh4vgCeVFPpXBq9oQyZp4BOh7tiRX76V1mhctWiLo
MvQ?e=LGbSCi”. Sin embargo, el Sr. Straniero no presentó descargo ni
pruebas.
Concluye que el recurrente pudo conocer detallada y
circunstanciadamente todos los hechos objetos de la imputación en su contra,
motivo por el cual no existe ninguna violación de la garantía del debido
proceso.
En cuanto al agravio de la violación al debido proceso y/o derecho de
defensa, resalta que el Sr. Straniero no ejerció su derecho de defensa porque
no quiso, no porque la Universidad se lo haya privado, coartado o cercenado
como maliciosamente relata con el único objeto de confundir al Tribunal.
Subraya que en autos fue debida y correctamente notificado de todas
las resoluciones, conforme impone la Ordenanza Nº 32/2020CS “Reglamento
de Investigaciones Administrativas”, y que se le remitió íntegramente el
expediente digital, pero no compareció a las dos audiencias indagatorias, y
que a pesar de haber tenido la oportunidad de presentar el descargo y las
pruebas que hicieran a su derecho, no lo hizo.
También reseña que no ha existido en este procedimiento alguna
conducta discriminatoria y/o contradictoria por parte de la Instrucción.
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Considera que el actor se limita a expresar genéricamente y sin puntualizar las
mencionadas conductas, por lo que su discurso se vuelve absolutamente vago
e impreciso.
En relación a la falta de motivación invocada por el accionante, afirma
que la resolución 251/2022 guarda una exacta congruencia con los hechos
denunciados y probados a lo largo de todo el procedimiento, toda vez que el
informe del art. 108 emitido por el Instructor Sumariante es completo,
enumera correctamente los hechos y hace una valoración objetiva y justa de la
prueba rendida.
Entiende que las circunstancias denunciadas, así como también la
aplicación del derecho y la “defensa” de Straniero fueron valoradas
acertadamente, y la sanción de cesantía se corresponde con la gravedad de las
conductas realizadas por el actor y comprobadas en el expediente.
Sobre el control de legalidad y cumplimiento de requisitos de
Procedimiento arguye que fue efectuado conforme el art. 122 del Reglamento
de Investigaciones Administrativas.
Respecto a la sanción impuesta, sostiene que la resolución Nº 251/2022
no adolece de vicio alguno, y mucho menos de forma por carecer de
motivación, como incorrectamente se agravia el actor, ya que se encuentra
correctamente impuesta en razón de los hechos, las pruebas, la valoración de
las mismas, y la correcta aplicación de la norma.
Por otro lado, impugna la defensa de prescripción que introduce el
accionante. Refiere que la relación entre el recurrente y la Universidad
Nacional de Cuyo se rige por el Convenio Colectivo de Trabajo para Docentes
de las Instituciones Universitarias Nacionales, homologado por el decreto Nº
1246/2015.
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Sobre ese aspecto, señala que el CCT en cuestión establece en su art.
32: “(…) Los plazos de prescripción para la aplicación de las sanciones
disciplinarias, se computarán de la siguiente forma: a) Causales que dieran
lugar a la aplicación de apercibimiento y suspensión: seis (6) meses. b)
Causales que dieran lugar a la cesantía: un (1) año. c) Causales que dieran
lugar a la exoneración: dos (2) años. En todos los casos, el plazo se contará a
partir del momento de la comisión de la falta o desde que se haya tomado
“(…) Los plazos de prescripción para la aplicación de las sanciones
disciplinarias, se computarán de la siguiente forma: b) Causales que dieran
lugar a la cesantía: un (1) año. c) Causales que dieran lugar a la
exoneración: dos (2) años. En todos los casos, el plazo se contará a partir del
momento de la comisión de la falta o desde que se haya tomado conocimiento
de la misma; y se interrumpe con el inicio del proceso (…)”.
De esta manera, concluye que si la Universidad Nacional de Cuyo
tomó conocimiento de la falta del Sr. Straniero con fecha 07/11/2019 e inició
el procedimiento administrativo de Información Sumaria el día 26/12/2019
(Res. 6576/2019R), es decir 50 días posteriores, de ninguna manera puede
afirmarse que la aplicación de la sanción se encontraba prescripta, e incluso el
sumariado no presentó ningún pedido de prescripción en el expediente
administrativo.
Para finalizar, manifiesta que no debe soslayarse el plexo normativo de
rango constitucional, que tanto a nivel de los tratados internacionales de
derechos humanos (art. 75. Inc. 22, C.N.), como legal, se presentan como
ineludibles pautas interpretativas a ser respetadas en el caso de marras. Cita la
Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
Contra la Mujer, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia Contra la Mujer de Belem do Pará, el Plan de Acción de
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Universidades Nacionales para darse sus estatutos de estructuras, organización
y funcionamiento y, a la vez, la capacidad para autogobernarse de acuerdo a
los criterios propios, eligiendo sus autoridades y profesores, fijando el régimen
disciplinario sin interferencia alguna de los poderes Legislativo o Ejecutivo.
En sintonía con ello, la revisión de las decisiones de una Universidad
Nacional se encuentra limitada por el marco legal del recurso directo incoado,
toda vez que, el art. 32 de la ley 24.521, establece: “(…) contra las
resoluciones definitivas de las instituciones universitarias nacionales
impugnadas con fundamento en la interpretación de las leyes de la Nación,
los estatutos y demás normas internas, solo podrá interponerse recurso de
apelación ante la Cámara Federal de Apelaciones con competencia en el
lugar donde tiene su sede principal la institución universitaria (…)”.
Sobre ese punto, resulta menester tener presente que la Corte Suprema
de Justicia de la Nación ha sostenido que los pronunciamientos emitidos por
las Universidades en el orden interno, disciplinario, administrativo y docente
no pueden, como principio, ser revisados indiscriminadamente por la
magistratura judicial sin invadir atribuciones propias de sus autoridades; pero
que ello es así mientras se respeten en sustancia los derechos y garantías
establecidas en la Constitución Nacional y no constituyan un proceder
manifiestamente arbitrario (CSJN, Fallos: 307:295 y 2106; 323:620; 325:999
y 332:161, entre otros).
En esta línea de razonamiento, el control judicial de las decisiones que
las instituciones universitarias adoptan en ejercicio de funciones propias, se
limita a la revisión de su legalidad en la medida en que se encuentren regladas
y al examen de la razonabilidad de los actos respectivos, verificando la
ausencia de arbitrariedad.
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Entonces, las facultades de esta Cámara se ven limitadas al control de
la debida aplicación de las normas estatutarias y legales vigentes, es decir,
verificar la legitimidad del acto administrativo, por lo que se deberá
determinar si presenta o no vicios que lo tornen nulo o anulable (art. 14 y 15
ley 19539).
6) Que, habiendo analizado los hechos ventilados en el expediente
administrativo acompañado como prueba, el cual dio fundamento al acto
impugnado, cabe destacar que la cuestión venida a consideración corresponde
que sea tratada a la luz de la denominada perspectiva de género, tal como voté
recientemente, adhiriendo a los fundamentos del colega preopinante, en autos
N° FMZ 7233/2021/CA1, caratulados: “Aguirre Mauro C/ Universidad
Nacional de Cuyo s/ Recurso Directo Ley de Educación Superior Ley 24.521”,
de fecha 30/11/2022.
Desde ese punto de vista, se observa que los hechos denunciados e
imputados al actor, involucran conductas seguidas en contra de una estudiante,
en su condición de mujer, lo que obliga a actuar de una manera global sobre el
conflicto jurídico, sin estereotipos discriminatorios, observando un método
crítico de conocimiento de la norma y de los hechos, y entre otras pautas,
considerar y valorar la prueba rendida en la causa de conformidad con las
disposiciones de la ley 26485 (B.O. 14/04/2009) de “Protección integral para
prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos
en que desarrollen sus relaciones interpersonales”; también con la Ley 27499
– Ley Micaela (de Capacitación Obligatoria en Género para todas las personas
que integran los tres poderes del Estado), con la “Convención Interamericana
para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer Belem Do
Pará” (Ley 24632, B.O. 09/04/1996), con la “Convención sobre la eliminación
de todas las formas de discriminación contra la mujer CEDAW” (Ley 23179,
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B.O. 03/06/1985) y con el Convenio OIT Nº 190 sobre “Eliminación de la
violencia y el acoso en el mundo del Trabajo”(10/06/2019), ratificado
mediante ley del Congreso de la Nación N° 27580 (BO. 15/12/2020). Ello
porque la Constitución Nacional, en su art. 75 inc. 22, confirió jerarquía
constitucional a los tratados internacionales sobre derechos humanos,
complementarios de los derechos y garantías establecidos en la primera parte
de la Constitución Nacional.
La ley 26485 define a la violencia contra las mujeres como: “(…) toda
conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el
ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de
poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica,
sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal.
Quedan comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus agentes. Se
considera violencia indirecta, a los efectos de la presente ley, toda conducta,
acción omisión, disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga a
la mujer en desventaja con respecto al varón (…)” (art. 4).
Dentro de los tipos de violencia contra la mujer, la ley recepta
especialmente la violencia psicológica, definida en el artículo 5 como aquella
que: “(…) causa daño emocional y disminución de la autoestima o perjudica
y perturba el pleno desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus
acciones, comportamientos, creencias y decisiones, mediante amenaza, acoso,
hostigamiento, restricción, humillación, deshonra, descrédito, manipulación
aislamiento. Incluye también la culpabilización, vigilancia constante,
exigencia de obediencia sumisión, coerción verbal, persecución, insulto,
indiferencia, abandono, celos excesivos, chantaje, ridiculización, explotación
y limitación del derecho de circulación o cualquier otro medio que cause
perjuicio a su salud psicológica y a la autodeterminación”; y a la violencia
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simbólica, como aquella que se ejerce “a través de patrones estereotipados,
mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación,
desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la
subordinación de la mujer en la sociedad (…)”.
También resulta relevante mencionar, en este punto, lo dispuesto
respecto al rol de los tres poderes del Estado, sean del ámbito nacional o
provincial, a quienes impone la obligación de adoptar las medidas necesarias y
ratificar en cada una de sus actuaciones el respeto irrestricto del derecho
constitucional a la igualdad entre mujeres y varones (Art. 7), y diseñar
políticas públicas, promoviendo su articulación y coordinación con los
distintos Ministerios y Secretarías del Poder Ejecutivo Nacional,
jurisdicciones provinciales y municipales, universidades y organizaciones de
la sociedad civil con competencia en la materia.
En este marco normativo debe procurarse “(…) promover y
garantizar la remoción de patrones socioculturales que promueven y
sostienen la desigualdad de género y las relaciones de poder sobre las
mujeres (…)” (art. 2 ley 26485) y con este objetivo la ley proporciona una
herramienta para valorar las pruebas rendidas en la causa, la que impone que
los organismos del Estado deberán garantizar a las mujeres, en cualquier
procedimiento judicial o administrativo, además de todos los derechos
reconocidos en la Constitución Nacional, los Tratados Internacionales de
Derechos Humanos ratificados por la Nación Argentina, la ley 26485 y las
leyes que en consecuencia se dicten, el derecho y garantía “(…) a la amplitud
probatoria para acreditar los hechos denunciados, teniendo en cuenta las
circunstancias especiales en las que se desarrollan los actos de violencia y
quiénes son sus naturales testigos (…)” (Art. 16 inc. i, ley 26485).
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Estas disposiciones legales resultan concordantes con las normas
internacionales previstas por la “Convención Interamericana para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra la mujer”, “Belem Do Pará”, por la
“Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación
contra la mujer” “CEDAW”, y el Convenio OIT Nº 190 sobre “Eliminación de
la violencia y el acoso en el mundo del Trabajo”, todas destinadas a proteger
los derechos de la mujer en todos los ámbitos de su vida, y disponen
mecanismos para combatir la discriminación y la violencia contra las mujeres.
De esta manera, juzgar con perspectiva de género, es una condición
necesaria para garantizar el ejercicio de los derechos de las mujeres, la
igualdad de género y la tutela judicial efectiva, evitando la reproducción de
estereotipos que dan por supuesto el modo en el que deben comportarse las
personas en función de su sexo o género.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso “Masacre
de las dos erres c. Guatemala” del año 2009, ha precisado la importancia
de fallar con perspectiva de género, al decir “(…) Puede afirmarse que la
aplicación de la perspectiva de género, enriquece la manera de mirar la
realidad y de actuar sobre ella, y de ahí la necesidad de mencionarla y
aplicarla en el Caso de Las Dos Erres. En materia de derechos humanos
permite, entre otras cosas, visualizar inequidades construidas de
manera artificial, socioculturalmente y detectar mejor la especificidad
en la protección que precisan quienes sufren desigualdad o
discriminación. Ofrece, pues, grandes ventajas y posibilidades para la
efectiva tutela de las personas y concretamente, de las mujeres (…)”
(www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_211_esp.pdfpágina 91).
Ahora bien, como se analizará a continuación, la prueba rendida en
autos evidencia que dentro del ámbito universitario se produjo un menoscabo
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de la integridad psicofísica de la denunciante en su condición de mujer. Ello
obliga a que los hechos sean leídos, interpretados y entendidos con una visión
amplia, aceptando la existencia de condiciones culturales e históricas, de
desigualdad entre hombres y mujeres, en el marco de la legislación que
protege a las mujeres contra todo acto de violencia y discriminación.
En ese entendimiento corresponde, entre otras pautas, considerar la
amplitud probatoria prevista en el inciso i) del art. 16 de la ley 26485 a fin de
acreditar la materialidad de los hechos y la responsabilidad del acusado,
teniendo en cuenta las circunstancias especiales en las que se desarrollan los
actos de violencia y quiénes son sus naturales testigos.
El estándar de prueba exigido para alcanzar el grado de certeza
necesario, se satisface de un modo distinto al que se exige en otros supuestos,
dado que por su naturaleza, estos hechos, en general, son llevados a cabo en
ámbitos íntimos, sin injerencia de terceras personas que pudieran actuar como
testigos.
Por ello, el relato de la víctima suele ser la única prueba directa de los
hechos, y lo único a lo que el Juez se puede remitir para efectuar su
reconstrucción histórica.
Sobre ese aspecto, la doctrina especializada tiene dicho que “(…) la
declaración de la víctima debe analizarse teniendo en cuenta si entre ella y su
agresor existe o existió una relación asimétrica de poder. En este examen no
puede faltar la información sobre posibles contactos entre la víctima y su
victimario, o sobre la existencia de amenazas o manipulaciones que alteren el
relato; o incluso sobre las consecuencias generadas por la denuncia en el
plano económico, afectivo o familiar (…)” (Di Corleto, Julieta. Igualdad y
diferencia en la valoración de la prueba: estándares probatorios en casos de
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violencia de género, en Julieta Di Corleto (comp.), Género y justicia penal,
Didot, Buenos Aires, 2017, p. 298/299).
Deviene oportuno lo expresado, por las cuestiones que más adelante se
han de ventilar.
7) En este orden de ideas, y teniendo en cuenta la normativa aplicable,
corresponde adentrarse en el tratamiento del recurso interpuesto.
Podemos agrupar los agravios del actor de la siguiente manera: 1
Violación de la garantía del debido proceso y de defensa en juicio. Bajo
este punto se analizarán los agravios identificados como: Violación al debido
proceso, objetivo, justo e imparcial; el impedimento de ser parte activa en el
proceso y en su defensa; ausencia en el control de legalidad y cumplimiento de
los requisitos de procedimiento por parte de la Dirección de Asuntos Legales
del Rectorado; y la Universidad no ha tenido en cuenta el sistema de
prescripción de la capacidad de investigación administrativa. 2 Falta de
motivación de la Resolución Nº 251/2022, donde serán tratados los agravios
relativos a la violación al principio de legalidad y congruencia la cual se
habría producido por la falta de marco histórico, y de un relato circunstanciado
y detallado de los hechos.
7.a. En relación al primer agravio, se advierte que el recurrente ha sido
notificado oportunamente de los actos procesales que hacían a su defensa, y se
le dio oportunidad de ejercerla en tiempo y forma, garantizando el debido
proceso legal.
Así surge de las constancias del expediente administrativo electrónico
Nº E CUY: 0022707/2019, que mediante constancia de envío al email del
sumariado marcelo_straniero@yahoo.com.ar el día 15/04/2021 se le notificó
la apertura del sumario administrativo (Res. 657/2021), comunicación que fue
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recibida ese mismo día mediante el siguiente email “Notifidado. Desde este
año no concurro a DDRyT por Dispensacion etaria e Hipertensión”.
No menos importante resulta destacar que de los considerandos de la
resolución de apertura del sumario como de las conclusiones del informe del
art. 38 del reglamento de investigaciones administrativas elaborado el día
05/03/2021 por el instructor sumariante, se desprende que la finalidad del
procedimiento es investigar incumplimientos en el desempeño de funciones el
día 13/09/2017 en la revisación médica realizada a la jugadora J.A., en los
consultorios de la Dirección General de Deportes, Recreación y Turismo,
establecer el alcance del perjuicio sufrido por la Universidad y, eventualmente
proponer sanciones.
Asimismo, se notificó a esa misma casilla de email la Resolución nro.
2/21 que fijó audiencia indagatoria para el día 03/06/2012 a las 10:30hs, y
para el caso de incomparecencia el día 8/06/2021 a la misma hora.
Posteriormente, el instructor sumariante y el secretario de sumarios
dejaron constancia los días 3 y 8 de junio del año 2021 respectivamente de la
incomparecencia del Sr. Marcelo Mario Straniero a prestar declaración
indagatoria en ambas audiencias.
Luego, habiéndose dictado el Informe del Artículo 108 del Reglamento
de Investigaciones Administrativas, surge acreditada la cédula electrónica
enviada el día 17/11/2021 al email marcelo_straniero@yahoo.com.ar a través
de la cual se notificó la Resolución 6/21 que ordenó remitir a dicha casilla de
correo electrónico las actuaciones digitales de todo el sumario administrativo,
y otorgar el plazo de diez (10) días para formular descargo, con o sin
asistencia letrada, efectuar su defensa y proponer medidas de prueba que
estime oportunas.
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Sin embargo, no se advierte que el ahora recurrente se haya hecho
cargo de los hechos denunciados, ya que, a pesar de haber sido debidamente
notificado de manera precisa de las distintas etapas del procedimiento
sumarial, en ningún momento compareció ni efectuó algún tipo de
presentación a tal efecto. Recién al interponer el recurso judicial se ha limitado
a sostener que no ha logrado advertir la conducta o el rol que se le reprocha en
la pieza administrativa.
Del cuadro de situación esbozado resulta que el actor tuvo la
posibilidad de ser oído en sede administrativa, fue notificado de todas las
medidas y disposiciones emanadas de autoridad competente de la Universidad
demandada, y tuvo la oportunidad de ejercer las defensas pertinentes.
Es decir, el Sr. Straniero tomó conocimiento de la investigación
administrativa desde su apertura, no así de la información sumaria que
recolectó la prueba de cargo, ya que tal como lo prevé el art. 46 del decreto
467/99, debe ser secreta y no se admiten debates ni defensas, salvo la
solicitud de medidas de pruebas. También fue notificado de todas las
resoluciones, y pudo hacer uso de las presentaciones y recursos pertinentes
hasta el presente control judicial, lo cual hace justamente a la garantía del
debido proceso.
Al respecto, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha señalado
como elemento del derecho de defensa en juicio que el Estado debe proveer
los medios para que el proceso se desarrolle en paridad de condiciones entre
las partes (CSJN, Fallos: 312:1928). Y que la notificación de las distintas
etapas fundamentales del proceso: “(…) tiene por objeto proporcionar a los
litigantes la oportunidad de ejercer sus defensas con la amplitud que exige el
debido proceso y plantear las cuestiones que crean conducentes para la
correcta solución de la causa (…)” (Fallos: 315:283 y sus citas).
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De acuerdo a los actos anteriormente detallados, no se evidencia que
haya existido violación al debido proceso, objetivo, justo e imparcial, como
tampoco que se le haya impedido al recurrente su participación activa en el
proceso y en su defensa.
Por el contrario, la Resolución administrativa que decidió la cesantía
del recurrente, constituye una derivación razonada del derecho vigente, con
arreglo a las circunstancias del caso, se sustenta en los elementos de prueba
conducente y concordante que se han producido en el sumario administrativo,
sin que los agravios formulados sean suficientes para desvirtuar la legalidad de
la decisión adoptada.
7.b. A continuación, corresponde evaluar el agravio sobre prescripción
de la capacidad de investigación que invoca el interesado, en tanto su
admisión alcanzaría para invalidar la resolución cuestionada.
A fin de echar luz sobre la defensa introducida por el agente
cesanteado, estimo oportuno precisar el plexo normativo involucrado en la
especie, adelantando que no resultó consumado el plazo de prescripción
aludido debido a que estuvo suspendido a raíz de la información sumaria que
se llevó a cabo de manera previa al inicio del sumario administrativo.
Veamos. La situación del agente investigado en este punto debe
resolverse conforme el artículo 32 del Convenio Colectivo de Docentes de las
Universidades Nacionales aprobado mediante Decreto Nº 1246/2015 del
Poder Ejecutivo Nacional – por el cargo docente que tiene en la Universidad
(v. certificación de tareas de fecha 03/09/2021 agregada al expediente
administrativo). De esta manera, al aplicarle la sanción disciplinaria de
cesantía, la facultad sancionatoria de la Universidad es de un año contado
“(…) a partir del momento de la comisión de la falta o desde que se haya
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tomado conocimiento de la misma y se interrumpe con el inicio del proceso
(…)”.
Por su parte, dicho artículo prevé en el último párrafo que “(…) Se
aplicará supletoriamente lo dispuesto en el Capítulo Séptimo y Octavo de la
ley 25164, su decreto reglamentario y el procedimiento de sumario
administrativo establecido mediante decreto 467/99 (…)”.
Entonces, ante la falta de previsión en dicho CCT sobre los supuestos
de suspensión de los plazos de prescripción, deviene aplicable por lo
señalado anteriormente – el decreto reglamentario 1421/2002 de la ley 25164,
que en el art. 37 prescribe: “(…) Los plazos de prescripción que
correspondan, se suspenderán en los siguientes supuestos: I) Por la
iniciación de la información sumaria o del sumario y hasta la finalización
de éste. II) En los supuestos de iniciación de sumarios por hechos que puedan
configurar delitos, hasta la resolución de la causa penal. III) Con la
iniciación del procedimiento previsto en el artículo 35 del presente y hasta su
finalización (…)” (el resaltado no pertenece al original).
En tales términos, se advierte que la UNCuyo tomó conocimiento de
manera concreta y cierta de los hechos denunciados el día 08/11/2019 a través
de la Conserjería en Sexualidad, Identidad de Género y Situaciones de
Violencia Patriarcal de la Secretaria de Bienestar Universitario (ver fs. 01/04
Sum. Adm.).
Ahora, según surge a fs. 08/09 del expediente administrativo, en fecha
26/12/2019 se dispuso mediante Resolución 6576 iniciar información
sumaria al médico Mario Straniero, a fin de comprobar la existencia de hechos
que pudieran dar lugar a la instrucción de sumario por prácticas inadecuadas
en pacientes mujeres en las Facultades de Educación y Ciencias Médicas, y en
la Dirección General de Deportes, Recreación y Turismo.
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Posteriormente, el día 02/03/2021 mediante Resolución 1/21 se ordenó
la clausura de las actuaciones sustanciadas.
Consecuentemente con ello, el Rector de la UNCuyo resolvió, a través
de la Resolución 657/2021 del 31/03/2021, la apertura de sumario
administrativo contra el médico Straniero, con la finalidad de determinar la
responsabilidad por incumplimientos en el desempeño de sus funciones;
proceso que se clausuró con la Resolución cuya validez hoy se discute, que
aplicó como sanción la cesantía por grave y deliberado incumplimiento al
deber de observar una actitud ética acorde a su calidad de empleado
universitario, en concurso ideal con la prohibición de desarrollar acciones que
supongan discriminación por razón del sexo, materializado en las prácticas
inadecuadas realizadas en el ámbito de su consultorio el día 13/09/2017 contra
la denunciante J.A., agravado por implicar actos de violencia sexual contra las
mujeres en los términos de la ley 26.485.
Así las cosas, teniendo en cuenta que el plazo de prescripción comenzó
el día 08/11/2019 (fecha en que tomó conocimiento de los hechos la Casa de
Altos Estudios), y que mediante Resolución 6576 del 26/12/2019 se ordenó el
inicio de la información sumaria, que de acuerdo a los términos del art. 37 del
decreto 1421/2022 tiene efectos suspensivos de la prescripción hasta su
finalización, se puede concluir que no transcurrió el plazo de un año que
determina el art. 32 del CCT para las causales que dieran lugar a la cesantía,
toda vez que el 2/03/2021 se dispuso la clausura de la información sumaria y
seguidamente el día 31 de ese mes se ordenó la apertura de la investigación
administrativa que interrumpe dicho plazo.
Por consiguiente, al no verificarse que hubiese transcurrido el plazo de
prescripción para aplicar la sanción de cesantía, sella en forma negativa la
suerte del agravio esbozado por el actor.
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7.c. En cuanto al agravio referido a la ausencia de control de legalidad
por parte de la Dirección de Asuntos Legales del Rectorado, lo cierto es que
no ha sido adecuadamente desarrollado por el demandante en su escrito
recursivo como para advertir desacierto alguno en el criterio adoptado en el
dictamen 238/2022.
Cabe resaltar que el dictamen que emana de dicha Dirección constituye
un requisito de naturaleza instrumental íntimamente ligado a la garantía del
debido proceso, por el cual se analiza la controversia planteada a la luz de los
principios jurídicos, disposiciones estatutarias y normativa emanada del
Consejo Superior y del Rectorado, a fin de garantizar que todo acto
administrativo que pudiera afectar derechos subjetivos o intereses legítimos de
los administrados respete el ordenamiento jurídico vigente.
Contrariamente a lo señalado por el recurrente, se desprende que la
Dirección de Asuntos Legales ha cumplido con lo dispuesto en los arts. 118 y
122 del decreto 467/99 (adoptado en el ámbito de la UNCuyo mediante
Ordenanza 60/2004 CS y su modificatoria 32/2020 CS), y en tal sentido, en el
dictamen fechado el 24/02/2022 ha desarrollado un análisis concreto de la
investigación administrativa cursada contra el agente sumariado, sin advertir
incumplimientos o vicios en sus distintas etapas que hayan podido afectar el
derecho de defensa y debido proceso, concluyendo que corresponde al
Consejo Superior de la UNCuyo resolver sobre la clausura del sumario, y
aprobar o no la propuesta el informe del instructor sumariante sobre la sanción
de cesantía al Méd. Straniero por los incumplimientos imputados.
Por tales razones, no cabe más que desestimar las quejas y pretensiones
formuladas sobre ese punto.
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De ambos testimonios surge de manera clara y coincidente la situación
de violencia vivida el día 13/09/2017 por una estudiante y jugadora de hockey
universitaria a manos del agente investigado.
Las funcionarias manifiestan que J.A. les relató como el Sr. Straniero,
en instancias de una revisación médica, le subió la remera, tocó sus piernas, la
parte baja del abdomen, y miró sus pechos, en un exceso de la práctica médica
que debía realizar, aprovechándose de la situación de vulnerabilidad que
genera el hecho de estar la paciente sola en el consultorio y no habiendo nadie
más en el lugar.
Ello también se encuentra acreditado del listado acompañado el día
29/12/2020 por la Dirección General de Deportes, Turismo y Recreación de la
UNCuyo, del cual se desprende que efectivamente el día 13/09/2017 la
estudiante J.A. fue atendida por el Méd. Straniero en su consultorio (v. fs. 25 y
25vta. del expediente administrativo).
De las declaraciones testimoniales, y conforme lo puntualiza el
instructor sumariante en su informe final, surge también que el agente
sumariado habría tenido un accionar similar al que se investiga en autos en las
Facultades de Educación y de Ciencias Médicas en oportunidades anteriores.
Asimismo, se encuentra incorporada a la pieza administrativa una nota
de fecha 05/11/2019 enviada a la Sra. Aleyda Yañez por el Dr. Ignacio Rogé,
Director del Servicio Médico Aconcagua, informando que el ahora actor
acostumbraba a atender y tratar de forma distinta a hombres y mujeres,
realizando acciones que incomodaban a estas últimas, tanto en el trato diario
como en el ámbito profesional.
Efectuadas la precisiones precedentes, resulta claro que la sanción
impuesta no sólo fue debida y ampliamente fundada sobre la base de la
normativa aplicable al caso, sino también sobre la prueba recabada
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(principalmente el relato de la víctima) que demostró la configuración de los
hechos que importaron las faltas endilgadas, circunstancia que el interesado no
logró rebatir con los escasos elementos de prueba aportados.
En casos como el que nos ocupa, revisten fundamental relevancia –
como fue señalado anteriormente las declaraciones testimoniales, pues las
conductas vejatorias y de abuso de la posición dominante son normalmente
efectuadas de forma verbal, encubierta, subrepticia, o artera, sin dejar
constancia documentada de las mismas, por lo que en la mayoría de los casos
la única prueba de la que dispone la víctima, sobre la realidad fáctica que da
sustento a la controversia jurídica, será su declaración personal y la
testimonial y un cúmulo de indicios que por resultar verdaderos, graves,
precisos y concordantes, podrán formar la convicción judicial (en igual
sentido, esta Cámara Federal, Sala B, autos FMZ 7233/2021/CA1,
caratulados: “Aguirre Mauro c/ Universidad Nacional de Cuyo s/ Recurso
Directo Ley de Educación Superior Ley 24.521”, de fecha 30/11/2022).
También tiene especial preponderancia la prueba indiciaria
incorporada mediante nota enviada por el Dr. Rogé y los hechos que se
desprenden del aporte de las denunciantes sobre un accionar similar al
investigado que habrían vivido alumnas de la Facultad de la Educación y de
Ciencias Médicas, que si bien no fueron objeto del sumario administrativo, se
las debe considerar, tal como lo explica el instructor sumariante en su informe
final, para contextualizar el hecho investigado.
A los fines de reforzar lo antedicho, particularmente sobre la prueba
indiciaria, la doctrina especializada sostiene que “(…) las características en
las que se desarrolla la violencia de género incitan a reflexionar sobre la
existencia de otros elementos que pueden ser cruzados con la versión de la
víctima o bien llenar los vacíos dejaos por la ausencia de declaración o su
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retractación – la actuación de la víctima en el proceso penal no siempre es
uniforme y en ello influye la dependencia económica, social y psicológica, o
incluso la falta de respuesta o el maltrato de la justicia…Por lo demás,
profundizar las investigaciones, encontrar otros medios de prueba directa o
recurrir a indicios evita la fragmentación del núcleo probatorio y la
construcción de hipótesis absurdas desde el punto de vista de la experiencia
(…)” (Di Corleto, Julieta, op.cit., Cap. 10, página 300).
En atención a ello, resulta evidente la necesidad de mirar más allá y
hacer una valoración de la prueba conteste con las exigencias requeridas por,
entre otros cuerpos normativos, la Convención de Belém Do Pará.
La misma, en su art. 7.b., reza: “(…) Los Estados Partes condenan
todas las formas de violencia contra la mujer y convienen en adoptar, por
todos los medios apropiados y sin dilaciones, políticas orientadas a prevenir,
sancionar y erradicar dicha violencia y en llevar a cabo lo siguiente:…b.
Actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar la
violencia contra la mujer (…)”.
Incluso hay que tener en cuenta el cambio de paradigma que viene
dado por la entrada en vigencia de la ley 26485, el cual si bien no transforma
las reglas respecto de la recolección y valoración probatoria, lo que sí hace es,
entre otras cosas, exigir que los jueces al momento de fallar tuvieran en cuenta
los indicios graves, precisos y concordantes que surgieran del contexto.
Por su parte, la CIDH ha dicho que “(…) El desarrollo de la
jurisprudencia internacional ha consolidado la idea de que el deber de debida
diligencia, tanto en la prevención como en la protección judicial, se relaciona
con la necesidad de evitar la impunidad en casos de violaciones a los
derechos humanos. Para ello, una adecuada investigación sienta las bases
necesarias, por un lado, para cumplir con la obligación de esclarecer los
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hechos y sancionar a los perpetradores, y por el otro, para prevenir futuras
violaciones. En efecto, desde sus primeras decisiones, la Corte
Interamericana ha relacionado la impunidad con la ausencia de respeto y
garantía de los derechos humanos: Si el aparato del Estado actúa de modo
que tal violación quede impune y no se restablezca, en cuanto sea posible, a
la víctima en la plenitud de sus derechos, puede afirmarse que ha incumplido
el deber de garantizar su libre y pleno ejercicio a las personas sujetas a su
jurisdicción (…)” (CIDH, Caso “Velásquez Rodriguez vs. Honduras”, párrs.
174 y 176, publicado por la Defensoría General de la Nación en
“Discriminación de género en las sentencias judiciales”, Buenos Aires, 2010,
página 28).
Entonces, en sintonía con la obligación de investigar con debida
diligencia, es preciso destacar que la Administración y el Poder Judicial no
podrían – y no deberían – dejar impune una conducta de violencia de género
contra las mujeres por el hecho de no haberse cumplido alguna formalidad, ya
que se estaría cayendo en un excesivo rigor formal.
Bajo esas premisas, podemos concluir que el testimonio recibido en la
oficina de Consejería de Sexualidades, Identidades de Géneros y Situaciones
de Violencia Patriarcal de la UNCuyo, ha sido correctamente considerado y
valorado por la instrucción y el Consejo Superior en su armónico conjunto,
como también los indicios relacionados con el hecho que se investiga y que
permiten inferir su existencia en el contexto de violencia de género.
Por consiguiente, si bien el apelante manifiesta que no ha sido
respetado el debido proceso ni el derecho de defensa, no expone de qué
manera una valoración distinta del sumario administrativo podría cambiar la
conclusión arribada en el acto recurrido.
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De ese modo, mal puede afirmarse que no se encuentra por demás
acreditado un comportamiento de parte del actor reñido con el deber que le
correspondía en razón de su función en la Universidad Nacional de Cuyo de
prestar el servicio encuadrando su cumplimiento en principios éticos, de
responsabilidad y rendimientos, y con la prohibición de valerse directa o
indirectamente de facultades o prerrogativas inherentes a sus funciones en la
institución universitaria para fines ajenos a dicha función, y desarrollar
cualquier acción u omisión que represente discriminación por razón de raza,
religión, étnica, nacionalidad, opinión, género, orientación sexual o cualquier
otra condición o circunstancia personal o social (arts. 28 inc. c. y 29 incs. b y e
del CCT – decreto 1246/2015). En especial, teniendo en cuenta la relación
asimétrica que existió entre el agente y la estudiante en el marco de una
revisión médica.
El incumplimiento de esas obligaciones evidencia que el recurrente no
ha respetado las reglas éticas que orientan la acción dentro de la comunidad
universitaria, científica o profesional.
Aún cuando tengamos que resaltar la trascendente finalidad tuitiva de
la aplicación de las disposiciones de la ley 26485 ley de protección integral
para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los
ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales y demás normas de
carácter local e internacional, lo cierto es que las diversas inconductas
acreditadas y atribuidas al actor constituyen, antes que nada, una trasgresión a
los derechos más fundamentales de igualdad y libertad que les asisten a toda
persona, conforme lo consagra nuestra Carta Magna (arts. 14, 16 y 19 de la
CN).
En consecuencia, la conducta achacada, por el máximo órgano de la
UNCuyo al Méd. Straniero dista mucho de la conducta intachable que debe
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tener en pleno ejercicio de su función, que abusando de su posición dominante
y prevaliéndose de ella, cometió los hechos contra una estudiante en un
ambiente que debe ser seguro como es la Universidad Pública.
Para finalizar, cabe recordar que, aun cuando no exista instrucción
penal sobre el hecho denunciado, el derecho disciplinario no se rige en forma
estricta por los principios propios del derecho penal, en la medida en que las
sanciones de este tipo no importan el ejercicio de la jurisdicción criminal
propiamente dicha ni el poder ordinario de imponer penas, particularmente
porque se aplican a las personas que están en una relación —jerárquica o no—
de sujeción y persiguen imponer la observancia de los deberes funcionales
(cfr. Cámara Contenciosa Administrativa Federal, Sala IV, expediente nro.
116/2015 caratulado “Centauro SA c/ ENM EconomíaDGA s/ código
aduanero ley 22415 art 70”, resol. del 25/02/16).
En efecto, el bien jurídico tutelado por el primero es, en último
término, el bien común; en cambio, el tutelado por el segundo es el buen orden
y decoro de la organización administrativa. El ejercicio del poder disciplinario
compete a la Administración Pública, por sí y ante sí; en cambio, el del poder
punitivo penal sólo corresponde en forma exclusiva y originaria, al órgano
judicial. De lo expuesto se colige que la diferencia de naturaleza entre la
sanción penal y la administrativa, y la consecuente independencia entre
ambas, implicará que determinadas conductas puedan constituir faltas
disciplinarias sin ser ilícitos penales, y a la inversa.
Por todo lo expuesto, cabe concluir que el acto administrativo
impugnado cumple con todos los requisitos esenciales de validez (cfr. art. 7º y
8º de la ley 19.549) y supera satisfactoriamente el control judicial previsto en
el art. 32 de la ley 24.521, por lo que una interpretación diferente conformaría,
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sin razonabilidad alguna, una intromisión inadmisible en la tan mentada
autonomía universitaria de la Universidad Nacional de Cuyo.
De esta forma, por los argumentos apuntados, corresponde rechazar el
agravio impetrado.
8) Respecto de las costas generadas en la presente instancia, estimo
que las mismas deberán imponerse a la parte recurrente vencida, en razón del
principio objetivo de la derrota (art. 68 del CPCCN).
9) En cuanto a los honorarios profesionales intervinientes, corresponde
regularlos conforme lo establece la ley 27423, atento a la fecha de
interposición del recurso.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, a través de la Acordada
25/2022 indicó que el valor de la Unidad de Medida Arancelaria (UMA)
equivale a la suma de $ 10.400 a partir del 1 de septiembre de 2022 en función
de lo dispuesto por el artículo 19 de la Ley 27.423.
Por lo tanto, resulta adecuado regular los honorarios profesionales de
la siguiente manera: por la parte demandada, regular al Dr. Ignacio Estrada, en
la suma $ 101.920 equivalente a 9,8 UMAs, atento a la labor desarrollada y la
complejidad de la cuestión planteada.
En cuanto a los letrados patrocinantes de la parte actora vencida,
regular honorarios a los Dres. Armando Francisco Surballe y Enoc Hugo Ortiz
la suma de $ 44.512 equivalente a 4,28 UMAs a cada uno.
Sobre la cuestión propuesta, los
Sres. Jueces de Cámara Dr.
Manuel Alberto Pizarro y Gustavo Castiñeira de Dios, dijeron
Que adhieren al voto que antecede.
En virtud de lo expuesto, por unanimidad, SE RESUELVE: 1) NO
HACER LUGAR al recurso directo planteado por la parte actora, y en
consecuencia, confirmar la Resolución Nº 251/2022 CS por los fundamentos
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expuestos. 2) IMPONER las costas a la parte actora vencida (cfr. art. 68 del
CPCCN). 3) REGULAR los honorarios de los profesionales actuantes
conforme el punto 9 de la presente resolución.
Protocolícese. Notifíquese. Publíquese.
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