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Universidad Nacional de San Martin – Licenciatura en Artes

Antropología y Sociología del Arte


Prof. Lic. Lidia C. Schärer – Clase 8

Clase Nº8

Al reencontrarnos nuevamente y como ya es costumbre iniciamos con una


frase para pensar y pensarnos; en palabras de Peter Scott: “Probablemente, el
erudito itinerante de la Edad Media haya sido reemplazado por el conferencista
viajero que saltaba de avión en avión y de conferencia en conferencia, y a la vez
probablemente éste se haya visto superado por la revolución de la tecnología
informática, con las teleconferencias internacionales transmitidas desde el propio
hogar, y todo eso”. Y en estas circunstancias de un mundo en rápida
globalización, nos acercamos a los temas de “Arte Popular (folklore/artesanías)” y
de “Arte Culto”.

Acordando con J. P. Warnier en este recorrido de historia fugaz; inscribimos


el tema de hoy:

“La historia cultural comienza bajo el signo de la más extrema fragmentación. La


humanidad se construye dispersándose por casi toda la superficie de las tierras
emergidas. La diversidad lingüística, social y cultural es enorme, a pesar de las
comunicaciones constantes, pero lentas, que se dan en todo el mundo. La
revolución neolítica se caracteriza por dos movimientos en sentido contrario: la
multiplicación de pequeñas comunidades de agricultores cada vez más
fragmentadas y, en algunos sitios, la constitución de grandes conglomerados
sociopolíticos. Esta revolución sienta las bases sociales, políticas y religiosas de
sistemas de transportes y de comunicaciones, que, muy lentamente, reducen el
aislamiento y el encierro en sí mismos de los grupos locales. El desarrollo de los
intercambios comerciales y de la moneda afecta a sectores cada vez más
numerosos de la actividad humana, entre ellos, la cultura. La revolución industrial
transforma por completo las economías tradicionales y da nacimiento a las
industrias de la cultura. La mundialización de los flujos mediáticos, financieros,
comerciales, migratorios y tecnológicos se intensifica en la década de 1970. Y
culmina con el derrumbe de la economía dirigista de tipo soviético con lo cual la
<mundialización de la cultura> adquiere su configuración actual y sin duda
provisoria. Ésta se caracteriza por el encuentro entre, por un lado, hombres
inscriptos en culturas fragmentadas, locales, arraigadas en el largo curso de la
historia y, por el otro, bienes y servicios puestos en el mercado por industrias

1
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recientes y globalizadas, en virtud de sistemas de intercambios y de comunicación
de gran capacidad”. 1

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De la cultura popular y el arte popular


En este encuentro solo pretendo, enmarcar algunos conceptos cuya
distinción es objeto de análisis y crítica desde los inicios de la teoría estética; por
ello aquí los contextualizamos en el desarrollo del pensamiento antropológico y de
la sociología de la cultura.2

1
J.P. Warnier. La mundialización de la cultura. Ed. Gedisa, Barcelona, 1999, p. 49
2
No cabe duda que el desarrollo comunicacional del siglo XX, sumado a la movilidad de los individuos
debido a diversas circunstancias; algunas gratas las más dramáticas, han hecho que la diversidad cultural no
quede restringida al saber de viajeros que relatan lo exótico; sino que forma parte del cotidiano de quienes
migran a las grandes urbes en busca de mejores oportunidades laborales (provenientes de áreas rurales o
provinciales); a su vez de otros, sencillamente que como turistas son actores y espectadores de estas
realidades; sin olvidar estos tiempos de nomadismo obligado en busca de refugio debido a la violencia. Ante
esta movilidad, la diversidad forma parte de nuestro cotidiano (sobre todo para quienes vivimos en las
“grandes ciudades”) y es allí donde los estudiosos sociales debemos estar preparados para las articulaciones
entre lo tradicional/moderno; culto/popular; etc. En esta nueva línea que se constituye en la
transdiciplinariedad entre antropología y sociología; surge la articulación en los planteamientos de Pierre
Bourdieu.

2
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En cuanto a la conformación histórica del concepto de cultura popular,
recomiendo el texto de Renato Ortiz “Románticos y Folkloristas” 3, el cual a través
de un magnífico estudio hecha luz a un tema, muchas veces controversial.

Con respecto al concepto de cultura popular, para clasificarlo, voy a seguir a


Claudio Lobeto, quien como él mismo expresa, durante muchos años
innumerables trabajos trataron de esclarecer matrices teóricas que pudieran
explicar la relación entre sujetos sociales y expresiones culturales. Es así como:

“Fue posible acceder a caracterizaciones que resumieron las manifestaciones


culturales y artísticas, en dos categorías complementarias y opuestas: cultura de
élite y cultura popular, vinculando la pertenencia a una clase social con una
producción simbólica determinada.
Esta tipología se amplió con la aparición de la reproducción técnica y el uso
generalizado de los medios masivos de comunicación, dando lugar a lo que se
conoció como la cultura de masas”. 4
A partir de esto el problema de la cultura popular se complejizo; lo cual
según el autor podemos sintetizar en tres diferentes lineamientos:

“Una de las corrientes, referida a los medios masivos y su alcance en la


distribución y circulación de los productos culturales, llevó a que se identificara la
cultura de masas con la cultura popular, otorgando de esta forma valores
fundamentales al grado de masividad de un bien simbólico.
En este sentido, la cultura popular fue entendida como aquellas acciones
realizadas con independencia del sujeto social interviniente, priorizándose el rol
difusor de los medios masivos de comunicación en detrimento del agente
productor, quien asiste en forma pasiva a la construcción de fenómenos
denominados como “populares”. [……] “Desde esta óptica, lo popular se vincula
con la cantidad, más relacionada con una lógica mercantilista donde lo popular es
vaciado de contenido”. 5

En otra línea de pensamiento:

“Lo popular es emparentado con masividad o multitudes. Lo masivo no como


opuesto a la cultura popular, ni como “fagocitador” de ésta, sino como el lugar
desde donde se interpela lo popular. En última instancia, la interpretación que
sobre la cultura popular operan las industrias y políticas culturales.

3
Renato Ortiz http://red.pucp.edu.pe/ridei/files/2011/08/080917.pdf
(La versión original del trabajo esta publicada en portugués)
4
Claudio Lobeto. Cultura Popular: Hacia una redefinición
http://pendientedemigracion.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/C/cultura_popular.htm
5
Op- Cit

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En América Latina, la expresión más clara de esta tendencia se manifestó en la
aplicación de políticas culturales de los gobiernos populistas durante las décadas
del 40 y el 50. El cine, la radio y la televisión constituyeron medios fundamentales
en la ejecución de estas políticas públicas.
En los años posteriores, los 60 y 70, y acorde a la coyuntura socio-histórica
mundial, esta tendencia llegó a ser importante, observándose entonces como
artistas e intelectuales se vincularon con los sectores sociales subalternos,
tomando de estos, prácticas que posteriormente volcaron a manifestaciones
consideradas de neto corte elitista. Esta línea de análisis significó la reaparición de
la discusión en torno a la existencia de un “arte comprometido con el pueblo” en
oposición a la noción del “arte por el arte”, adjudicando a esta última el estar al
servicio de las clases hegemónicas.” 6
En cuanto a la tercera línea:

“Es aquella en que lo popular está dado por los contenidos temáticos
exclusivamente. Posición asumida por los “folkloristas” y en general para quienes
lo prioritario se sitúa entre la ritualización del pasado (artesanías, fiestas, prácticas
comunitaria, etc.) y la cosificación y mistificación del producto cultural, obviando
tanto el proceso en el cual se encuentra inmerso dicho producto y los sujetos
productores, como los diferentes cambios que suceden en las instancias de
circulación y recepción de una acción cultural”. 7
El autor muy acertadamente nos convoca a pensar la actualidad:

“El marco histórico actual signado por la “globalización” y la mundialización de la


cultura, fue marcando importantes modificaciones en los métodos de producción
que repercuten en la estructura económico-social. Coyuntura que nos sitúa en un
punto de inflexión desde el cual aparece el agotamiento de estas categorizaciones
clásicas y presupone el desafío de encontrar nuevas conceptualizaciones teóricas.
Este proceso de homogeneización de la cultura, cumplen un rol fundamental los
medios masivos y las nuevas tecnologías que diluyen o reafirman según los
casos, las identidades culturales y convierten el planeta en un solo mercado
mundial tendiendo a conformar la existencia de públicos cada vez más
homogéneos pero simultáneamente cada vez mas fragmentados.
La pluralidad como concepto, deja lugar a la “desterritorialización” y a la
“hibridación”, resultando cada vez más dificultoso, encontrar naciones,
comunidades o grupos sociales donde lo cultural aparezca en “estado puro” y no
contaminado. Así la “hibridez” como categoría se universaliza, el
descoleccionamiento se torna cotidiano y supera la clasificación, el arte culto se
mixtura con lo masivo, lo popular se nutre de la cultura de masas, la publicidad

6
Op.Cit.
7
Op. Cit.

4
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tiñe la estética popular y así sucesivamente es posible seguir desagregando,
relacionando e integrando manifestaciones culturales de diversa índole y
procedencias.
Lo elitista, lo popular y lo masivo como categorías resultan en la actualidad
insuficientes para clasificar fenómenos culturales y artísticos. Nuevas
contradicciones aparecen y lo que años atrás pareció relativamente fácil de ser
identificable, hoy se expresa en el vaciamiento de matrices teóricas incapaces de
dar cuenta del campo cultural y también del estético”. 8

Estatua en piedra del Chac-mool, en el Museo del Hombre, su réplica contemporánea, la figura
tendida de Henry Moore, se expone en el Museo de Arte Moderno.
http://miguelrojasmix.net/wp/?p=145

En referencia a las conceptualizaciones acerca del arte popular, nos parece


muy atinado pensar como José Alcina Franch, que el arte es un comportamiento
común a todos los hombres y sociedades, y tal como planteamos anteriormente
(Clase Nº 3), forma parte de esas categorías o fenómenos universales. Si bien es
cierto que aun hoy en día encontramos sujetos que realizan objetos tradicionales,
en contextos tradicionales, alejados de la idea occidental de arte y de las
exigencias del mercado planetario; también debemos enfocarnos en todos
aquellos otros productores/artistas que en los diferentes espacios culturales nos
proveen de sus creaciones. Si bien esto nos excede en la propuesta de hoy, es
importante que lo tengamos en cuenta.

Acordando con Emma Sánchez Montañés quién a propósito de este


recorrido dice:

“Podríamos terminar preguntándonos entonces el porqué de esa particular


calificación, la de arte indígena en América del Norte y la de arte popular en
Hispanoamérica. Y la respuesta tal vez tenga que ver con la peculiar

8
Op. Cit.

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consideración de la identidad de cada uno de esos dos ámbitos, con su historia,
con el pasado de sus culturas indígenas, con el proceso de conquista y
colonización, y sobre todo con la visión que de ese <<cuarto mundo>> se tiene
desde las instituciones de los <<blancos>>.
En el caso de América del Norte, y para ser más precisos, en Canadá y Estados
Unidos, no parece plantearse ningún problema ante la consideración como Arte de
al menos una buena parte de las manufacturas realizadas por o entre nativos. Sin
embargo no son Arte, sin más. La diferencia se plantea en el calificativo
<<indígena>> o <<nativo>>. Es arte, sí, pero de los otros, no de nosotros. La
distancia cultural (racial?) se plantea pues en términos, los blancos y los indios,
como siempre ha sido a lo largo de la historia.
En el ámbito hispanoamericano, sin embargo, no se usa el calificativo de
indígena, sino de popular. Y aunque en los años 50 del siglo pasado <<Alfred
Métraux se veía en la necesidad de explicar la sustitución de <<arte indígena>>
por <<arte popular>> para evitar el sentido peyorativo de indígena>>, el término
popular no carece precisamente de sentido peyorativo. Es probable que la razón
última de ese cambio de término se deba a que la separación, que de alguna
manera debe establecerse ya no está tan clara a nivel cultural. La distinción es
claramente de clase. La clase dominante es criolla, mestizada y probablemente el
artista culto tiene tanto de indio como el popular, solo que por circunstancias de
nacimiento ha tenido la suerte de recibir otro tipo de educación. Pero por lo mismo
el arte de los otros, de los pobres, de los campesinos, no puede reconocerse
nunca como Arte, debe llevar algún calificativo que de algún modo lo caracterice y
marque las debidas diferencias”. 9
Siguiendo a esta autora, nos parece interesante explayarnos acerca de
Hispanoamérica, la que nos habla de ese agobiante peso que significa el “gran
arte precolombino”; el cual siempre está presente a la hora de valorar las
realizaciones de los grupos indígenas actuales. Hoy en día la denominación:

(…) “más generalizada para este arte indígena contemporáneo podría ser hoy la
de <<arte popular>>(o artes populares) , aunque el término <<artesanías>> ha
sido más utilizado en el pasado. Y también hay quien maneja indistintamente
ambos conceptos o engloban uno dentro del otro.”10

Más adelante la autora refiere al tema artesanías:

“Esa diferenciación entre arte popular y artesanía se considera entonces desde


el punto de vista de la producción. La artesanía implica un taller, una división del
trabajo, salarios, una fabricación en serie, mientras que el arte popular sería un
9
Emma Sánchez Montañez. Arte Indígena Contemporáneo. ¿Arte Popular? Revista Española de
Antropología Americana, 2003, vol. Extraordinario, p. 81
10
Op. Cit. p. 76

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trabajo doméstico, ajeno a la producción organizada. Pero el artista popular podría
ser corrompido por el mercado, producir en serie, copiar y convertirse entonces en
artesano”. 11

Posteriormente y en lúcido análisis, nos dice:

“Pero la existencia de un arte popular frente a un arte oficial podría tener que
ver con la aparición de clases sociales, pero no en el sentido marxista del
concepto, sino en el sentido cultural, siguiendo la afirmación de Matos Moctezuma
de que la <<dicotomía arte oficial y arte popular surge desde el momento en que la
sociedad se divide en clases, y es la clase dirigente la que marca los cánones a
seguir dentro del terreno artístico>>. Por lo tanto el arte popular o más
precisamente el arte realizado por las clases populares tendría una larga tradición
en América.
En el ámbito de una sociedad no especializada, el conocimiento de las
diferentes pautas de comportamiento es de carácter general. Todos los individuos
son capaces de cubrir todo tipo de necesidades, incluso las de carácter religioso y
artístico. En esas culturas el arte, dada la inexistencia de especialistas, puede ser
realizado por cualquiera y está dirigido a toda la comunidad, lo que no impide que
sea reconocida y valorada la habilidad particular. En la mayor parte de los casos
ese arte se realiza sobre materiales y objetos de uso cotidiano, no apreciándose la
existencia de materiales especiales para su elaboración.
En el ámbito de una sociedad especializada y estratificada se produce la
separación entre dos grupos claramente diferenciados, la élite y el pueblo común.
Esa élite, nobleza o clase dirigente se sustenta con el trabajo y las aportaciones
del pueblo, está exenta de las tareas inmediatas de producción y debe, por lo
tanto, legitimar, de modo bien visible a los ojos de los demás, su supremacía, su
importancia, su distancia y sobre todo la necesidad de que las cosas sigan siendo
así. Con la existencia de las ciudades, el abismo existente se ahonda aún más; la
élite urbana se va distanciando cada vez más de la masa campesina. Ha surgido
una cultura <<oficial>>, que a través de una religión <<oficial>> institucionalizada
y de un arte <<oficial>>, marca claramente las diferencias. Los dioses, propicios
siempre a la élite, se plasman en esculturas y pinturas, residen en importantes
templos y, en muchos casos, la propia clase dirigente se diviniza, haciéndose
enterrar en medio de enorme fastuosidad y riqueza. El trabajo de las artes está
ahora en manos de especialistas que trabajan para y por encargo de esa nobleza
y siguiendo en todo momento sus directrices.
Mientras tanto el pueblo, que conoce y acepta relativamente esos dioses,
esos peculiares estilos artísticos, continúa manteniendo su cultura tradicional, sus

11
Op. Cit. p. 77

7
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antiguas costumbres, sus formas particulares de cultos privados, sus
manifestaciones artísticas propias. Este hecho no significa la existencia de dos
realidades en pugna y enfrentadas, lo que puede suceder en algunos casos; ni
tiene que existir una separación radical entre el arte oficial y el arte popular, e
incluso es corriente la existencia de una influencia mutua, lo que no solamente ha
ocurrido en diferentes épocas y culturas sino que continua sucediendo. Se trata de
dos manifestaciones culturales relativamente diferentes, la de la élite y la del
pueblo o gente común, diferencia que todavía puede encontrarse.
Y en este sentido podríamos proponer una definición más de arte popular
como el arte realizado por artistas no sujetos a ningún tipo de instituciones
oficiales (iglesia, política, escuelas) y cuya técnica y estilo reproducen las formas
más tradicionales de la cultura – lo que no quiere decir que las instituciones
oficiales no lo utilicen después-.
En esta definición recogemos algunos conceptos que nos parecen significativos
para la consideración de la naturaleza de lo que pudiera considerarse como arte
popular, como la no sujeción de los artistas a las directrices de las instituciones
oficiales, sea cual sea el carácter de las mismas, el reconocimiento del rol de esos
artistas, sean o no especialistas, o el mantenimiento de pautas tradicionales, las
cuales pueden proceder de diversos orígenes.
Remontándonos entonces al pasado, podríamos considerar que el arte popular
actual americano se ha configurado, a través de un largo proceso que comenzó
con la Conquista, como una síntesis de elementos prehispánicos, más o menos
transformados, de elementos occidentales e incluso de nuevas artes introducidas
que se asimilaron y acabaron siendo consideradas como indígenas por los propios
nativos. Del mismo modo, el arte popular indígena americano, en el momento de
la conquista, sería el resultado de la mezcla de elementos tradicionales que
provendrían de las diferentes civilizaciones prehispánicas junto con elementos de
los pueblos sometidos a esos estados. Nuestro desconocimiento del <<arte
popular prehispánico>> se debería a que generalmente tanto la arqueología como
los estudios sobre arte se dedican al estudio de la cultura y de las élites
prehispánicas”. 12

12
Op. Cit. p. 79/80

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Máscara funeraria, cultura Maya. En jade, obsidiana y nácar.


(Museo de Arquitectura Maya, Campeche, México)
(Imagen disponible en la web)

Vaso, figura antropomorfa. Cerámica decorada. Chupicuaro (Olmeca), México.


The Michael C. Rockefeller Memorail Collection . USA
(Imagen disponible en la web)

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De los artesanos y el arte popular
En referencia a las definiciones de Arte Popular y Artesanías Folklóricas o
Tradicionales voy a recurrir al magnífico Diccionario Folklórico Argentino de Félix
Coluccio, uno de nuestros estudiosos del folklore no solo de nuestro país, sino de
la América hispana.

“Arte Popular: Género de expresión artística que realizan pobladores autóctonos


o indígenas de una región determinada, caracterizado por espontaneidad,
empirismo e intuición. Las artes populares americanas se destacan por su
grandiosidad, su colorido y en algunos casos por una belleza estilizada, que el arte
culto del continente ha encontrado en ellas una fuente inagotable de inspiración y
un camino de regreso para abrevarse en fuentes purísimas. Algunas veces se le
llama arte primitivo, pero conviene aclarar que no siempre una arte primitivo ha
pasado a convertirse en arte popular ni siempre el arte popular se caracteriza por
un primitivismo absoluto”. 13

Típica imagen en la Avenida Argentina, Quito, Ecuador.


Indígena de las sierras con su bulto de artesanías.
(Foto L.C.S.)

13
Félix Coluccio. Diccionario Folklórico Argentino. Ed. Plus Ultra, Buenos Aires, 1981, p. 48

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Tradicional puesto callejero de día domingo, en Avenida Argentina, Quito, Ecuador.


(Foto L.C.S.)

“Artesanías Folklóricas o Tradicionales: Constituyen manifestaciones del folklore


material, consistentes en objetos cuya finalidad es satisfacer necesidades de las
comunidades en que afloran, lo cual implica no solo lo utilitario sino también lo
estético o artístico.
Generalmente se elaboran a mano, aunque no pocas veces coadyuvan
herramientas simples y máquinas elementales, estando la tarea por lo común a
cargo del grupo familiar que ha heredado la técnica de sus mayores, habiéndose
producido la transmisión del conocimiento por vía oral y en forma empírica tal cual
lo reclaman los fundamentos de los hechos folklóricos.
El país es un gigantesco taller artesanal y ha ocurrido que las artesanías han
tenido desde sus orígenes prehispánicos hasta nuestros días, períodos de
esplendor, decadencia, resurrección y estatismo.
Su estudio científico, a nivel nacional, fue enfocado por el Fondo Nacional de las
Artes a través de la obra emprendida y cristalizada por Augusto Raúl Cortazar,
modestamente continuada por el modestamente suscribe, cuando le sucediera
como Director en dicho organismo, y por una pléyade de estudiosos cuya tarea
continua a la fecha.
Las artesanías folklóricas o tradicionales no pueden desglosarse en su estudio,
sin incluir el período magnífico que va desde 1958 a 1975, en que el Fondo

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Nacional de las Artes realizó tareas de esclarecimiento en todo el país, hizo el
Censo de Artesano, instauró el Régimen de estímulo de las artesanías, montó
exposiciones que recorrieron todo el país y aún el exterior, citando por caso la que
personalmente llevé en 1974 a Bucarest (Rumania) en ocasión del Congreso
Mundial de Población y a México, en el mismo año, al celebrarse las reuniones del
Congreso de Americanistas. Por otra parte se proyecto el Mercado Nacional de
Artesanías, que en 1979, se inauguró en su propia sede. […….] Junto a las
artesanías folklóricas se encuentran las artesanías etnográficas, como ocurre en
las provincias del Chaco, Salta, Formosa, Neuquén, etc. donde hay comunidades
indígenas, toba, mataco, chané, chorote, mapuche, etc. que han reflotado sus
artesanías con apoyo estatal, muchas de las cuales están en período de
transculturación en áreas folklóricas, proceso que también sufre o ha sufrido el
elemento humano propiamente dicho.”14

Artesanías tradicionales de Guatemala


(Imagen disponible en la web)

En este acápite no podemos dejar de citar los aportes de Augusto Raúl


Cortazar, quién no solo desde los conceptos teóricos para el abordaje de los
fenómenos folklóricos en su contexto humano y cultural; sino como integrante del
Directorio del Fondo Nacional de las Artes, dirigió y propicio investigaciones en el
campo de las artesanías argentinas, el relevamiento nacional de artesanos y sus

14
Op. Cit. p. 48/49

12
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producciones; tal como lo explicaba Félix Coluccio; también bajo su asesoramiento
y coordinación general desde el Fondo Nacional de las Artes se auspicio la
realización de 23 películas que documentan las expresiones folklóricas del país;
fueron filmadas bajo la dirección de Jorge Preloran. Entre estas joyas del cine
antropológico podemos citar: Araucanos de Ruca Choroi, Artesanías
Santiagüeñas, Feria de Yavi, Feria de Simoca, , Hermógenes Cayo, Casabindo,
Quilino, entre otras.

Quienes consideramos al Dr. Augusto Raúl Cortazar, nuestro Maestro,


como es mi caso, valoramos las enseñanzas recibidas, ya que como educador
que era nos presento los hechos difíciles de manera que parecieran fáciles, nos
inculco el amor a la investigación seria y profunda; la valoración del trabajo de
campo, como ese contacto vívido y vivificante con la comunidad y sus miembros y
el aprender a mirar y ver la realidad de los fenómenos sin negación o prejuicio.

Dr. Augusto Raúl Cortazar


(Imagen disponible en la web)

Con las enseñanzas recibidas comprendimos que las manos del hombre
son los artífices de la transformación de la materia, las mismas manos que cavan

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la tierra, recogen cosechas, encienden fuego, señalan animales y challan a la
Pachamama 16 .

Estas manos, las de los artesanos, por lo general son de campesinos;


miembros de comunidades con una economía de base agrícola, pastoril y
“artesanal”, organizadas en unidades de producción familiar las que se aglutinan
en aldeas. Estos conjuntos sociales se ligan a las estructuras políticas y
económicas por un vínculo que implica a la vez subordinación y excentricidad.

El carácter de excentricidad se evidencia a través del mantenimiento de


aspectos tradicionales en la cosmovisión, tal la presencia de rituales en los cuales
los elementos de la naturaleza, de los que la sociedad depende, están presentes.
Por ejemplo, la tierra, que como entidad fecunda, se corresponde a la importancia
de esta como ordenadora de la economía y soporte del sistema ecológico.

También los artesanos provienen de los grupos aborígenes, los que en el


caso de nuestro país, hallamos en áreas marginales de sus suelos natales o bien
migrados a las grandes ciudades con un marcado proceso de desintegración
cultural, en el que tratan que las artesanías sobrevivan como un referente de su
cultura ancestral. 17

Tallas en madera. Comunidad Qom (Toba) de Resistencia, Chaco - (Colección L.C.S.)

15
Challar: ofrendar
16
Pachamama: Madre Tierra en la cosmovisión andina
17
Clemente López. Comunicación personal, Cacique de la Comunidad Qom de Derqui (Prov. De Buenos
Aires), Derqui, 1997/99

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A continuación presentare un breve recorrido a través de nuestro
patrimonio artesanal vigente.

TEJIDO

La tejeduría es una de las artesanías de mayor raigambre en nuestro país.


La textilería prehispánica del área andina se destacó por el hilado, los teñidos y
diseños, ejerciendo su influencia por todo el noroeste aun después de la llegada
de los conquistadores.

En este arte, de gran vigencia en la actualidad, confluyeron lo indígena y lo


europeo, produciendo un mestizaje variable según las regiones. Instrumentos y
técnicas fueron asimilados por ambos dando como resultado manifestaciones
potentes y multiformes, donde cada pieza es una creación original de valor
individual impregnada de sensibilidad, sabiduría y respeto por la herencia de los
mayores.

Se destacan de Santiago del Estero, especialmente la tejeduría


atamisqueña, loretana y de Salavina. El barracán y picote, telas tradicionales de la
región puneña. Catamarca y La Rioja se destacan también por las decoraciones
de neto origen hispánico. El bordado sobrepuesto de dibujos florales con brillantes
colores, los que se realizan a posteriori de haber sacado la tela del telar. También
tejidos de hilo, delicados como las randas (Simoca, Tucumán). Lana de oveja,
llama y algodón se entremezcla en los productos del noroeste.

En la región pampeana y desde el sur de Mendoza el proceso de


araucanización dejó su impronta, siendo las comunidades mapuches de Neuquén
y Chubut exponentes de esta producción artesanal. De la región litoral llega el
ñanduty y los “ahopoí”(tela de algodón en el área misionera).
Así los más variados productos surgen de los artesanos: ponchos, fajas,
sobrecamas, colchas, matras (mantas de lana gruesa usada por los gauchos para
dormir en el suelo), peleros( piezas de lana para el caballo), caronillas
(sobrepuesto que se coloca sobre el recado de múltiples colores), alforjas,
chuspas ( bolsita donde se guardan las hojas de coca y el tabaco, características
del área andina), etc.

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Típicas fajas del noroeste.


(Colección L.C.S.)

Típica manta de las tejedoras de Santiago del Estero


(Foto disponible en la web)

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FIBRA VEGETAL

Las manufacturas de fibra vegetal es una de las artes populares que hunde
sus raíces en la profundidad de la historia cultural de la humanidad. De neta
función utilitaria puede observarse en muchos de los casos la realización artística
del artesano en donde el objeto de uso se combina con el objeto artístico.

Cabe recordar aquí los trabajos en paja de trigo con adornos de chala y
plumas teñidas de Quilino (Córdoba); los tradicionales canastos “bombo” (Río
Hondo, Santiago del Estero); los canastos cainguá de Misiones, de caña
tacuarembó y hojas y fibras de palma; las abundantes muestras del Delta del
Paraná; y toda otra riquísima producción de objetos en olmo, poleo, tala, hojas de
cortadera, varillas de membrillo, suncho, caña hueca, simbol.

Muñeca en palma. San Luis


(Colección L.C.S.)

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Talla de cabeza de Cristo en palma. Concordia, Entre Ríos


(Colección L.C.S.)

ALFARERÍA

La mayoría de los pueblos indígenas que habitaron el actual territorio


nacional, dejaron testimonio de sus conocimientos sobre cerámica. Diversidad de
formas así como de estilos decorativos lo prueban en los hallazgos arqueológicos.

Esa calidad de la tradición prehispánica hoy se ha perdido, pero aún


perdura el milagro del barro; una marea de cacharros, vasijas y tinajas de líneas
simples y decoración acorde a los “nuevos gustos”, se encuentra a lo largo de los
valles y quebradas del noroeste; Humahuaca, Tilcara, Purmamarca, Cafayate,
Cachi, Santa María del Valle; o una incursión al área serrana de Mina Clavero
(Córdoba), con su característica cerámica negra.

También hallamos esta expresión de arte popular entre los grupos


aborígenes de la llanura chaqueña (toba, mocoví, pilagá y mataco); o entre los
chiriguano – chané en el este salteño.

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Típica figura en barro cocido representando a la Pachamama. Esta figura es fácil de encontrar hoy
en día en los mercados de las localidades a lo largo de la Quebrada de Humahuaca (Jujuy).
(Colección L.C.S)

Conjunto de tetera y azucarera realizadas por el artesano Roque Tarcaya.


(Humahuca, Jujuy) – (Colección L.C.S.)

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Figuras en arcilla volcánica realizadas por el artesano Oltra


(Quebrada de Humahuca, Jujuy) – (Colección L.C.S.)

IMAGINERÍA

“Imaginería es la talla o pintura de imágenes religiosas. Esta tradición de


origen europeo floreció con nuevo vigor en tierras del virreinato. A principios del
siglo XIX comenzó a decaer la rica producción colonial y los santeros populares
los que mantendrán viva hasta el presente la tradición hispanoamericana”. Así en
las manos de los santeros criollos, maderas, cardones y telas se transforman en
materiales de artes y de fe. Estos artesanos legan asombrosos documentos de
credos y creencias plasmados a través de una candorosa y sincera devoción.

Con el nombre de Hermogenes Cayo, que fue el imaginero por excelencia


de nuestra tierra andina, creo necesario rendir homenaje a los pocos cultores de
este arte que encontramos hoy día en distintas áreas, como por ejemplo
Perugoirria (Corrientes).

MADERA – ASTA – HIERRO

Hoy día estas artesanías han perdido el esplendor de antaño, los utensilios
fabricados dejaron de ser prácticos, para dar paso a otros en materiales menos

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nobles, aun así en las manos artesanas en las que perduran, podemos observar el
toque artístico que las ha caracterizado.

Talla en madera de cabeza de Cristo. (Córdoba)


(Colección L.C.S.)

PLATERÍA

Hoy ya no existe más que en la leyenda, las rutas hacia las tierras del “oro
blanco”, la plata, y de las antiguas minas, solo el recuerdo lejano y los topónimos.
Pero el culto a este metal dúctil y sonoro no ha desaparecido, ni ha menguado el
fuego de las fraguas, en donde como antaño se convierte en utensilio, adorno o
pieza de colección.

El mate de plata mantiene su vigencia y es casi un símbolo nacional,


facones, estribos, espuelas, frenteras para bastos, cabezas para rebenques, son
solo algunos de los ejemplos, en los cuales podemos entrever el espíritu creador
del artesano.

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CUERO

Como alguien dijo muy bien “el cuero es una aventura que no cesa. Al
principio es rebelde como un potro; después se deja cabalgar por la imaginación
del hombre y se adapta a sus necesidades materiales. Llevan siglos recorriendo
juntos un largo camino sin que decline el sol de su amistad”.

Larga sería la enumeración de los productos así como


infinitos sus usos y aplicaciones. Huasqueros, trenzadores, talabarteros, son las
manos incansables de las que brotan lazos, bozales, rebenques, maneas, riendas,
entre otros.

Hasta aquí este breve recorrido por algunas de las producciones


artesanales que distinguen las distintas regiones de nuestro país, en este andar es
posible que escuchemos “las artesanías ya se acabaron”; “ya no las hacen como
antes”, porque “antes eran mejores”, y ahí podemos responder, es cierto, son
diferentes por que los gustos y necesidades han cambiado, pero la esencia de la
tradición se conserva y los artesanos están vivos y presentes.

Del Parcial

Les recuerdo que el parcial es en la Clase Nº 9, que los temas, bibliografía y


videos incluyen hasta la Clase Nº 7. En los próximos días se subirá la clase del
parcial.

Lectura Obligatoria

García Canclini, Néstor (2001): Culturas Híbridas


Ed. Paidos, Buenos Aires, cap. 5

Videos

El uso religioso del papel amate


https://www.youtube.com/watch?v=z49aqFgFLhE

Hermogenes Cayo
http://www.youtube.com/watch?v=pXbxAft_q7M

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Bibliografía de la Clase

Arte Popular y Artesanías Tradicionales de la Argentina


Eudeba, Buenos Aires, 1964
Castro, Sixto (2002): Reivindicación estética del arte popular
Revista de Filosofía, vol. 27, Nº 2, p. 431/451
Colombres, Adolfo (1987): Sobre la cultura y el arte popular
Ediciones del Sol, Buenos Aires
García Canclini, N. (1982): Las culturas populares en el capitalismo
Ed. Nueva Imagen, México
------ (2004): ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de lo popular?
Diálogos en la acción, primera etapa, p. 153/165
Lago, Tomas (1978): Arte Popular Chileno
Editorial Universitaria, Cormorán, Santiago de Chile
Martin, Alicia (comp.) (2005): Folclore en las grandes ciudades
Libros del Zorzal, Buenos Aires
Teorías del Folklore en América Latina
Biblioteca INIDEF 1, CONAC, Venezuela, 1975

Hasta el próximo encuentro.

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