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x¿El aborto es una cuestión derechos humanos?

Diversas interpretaciones reconocidas del derecho internacional de los derechos


humanos consideran que negar a las mujeres, niñas y otras personas embarazadas el
acceso al aborto constituye una forma de discriminación y atenta contra una
variedad de derechos humanos. Los órganos creados en virtud de tratados de
derechos humanos de las Naciones Unidas hacen llamados periódicos a los
gobiernos para que despenalicen el aborto en todos los casos, y para que, como
mínimo, garanticen el acceso al aborto seguro y legal en algunas

¿El derecho a la vida se encuentra en riesgo cuando se restringe o


prohíbe el acceso al aborto?
Sí. Restringir legalmente el aborto a menudo provoca que haya más abortos
practicados de manera ilegal, que pueden resultar inseguros y generar una mayor
mortalidad y morbilidad maternas. Como resultado, la falta de acceso al aborto
seguro y legal pone en riesgo las vidas de las personas embarazadas

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha indicado que las complicaciones en el


embarazo y el nacimiento son la causa principal de muerte de niñas y mujeres
jóvenes de entre 15 y 19 años, y que las niñas de entre 10 y 14 años tienen un mayor
riesgo de sufrir problemas de salud y de muerte debido al embarazo que las
personas adultas. La OMS también ha concluido que eliminar las restricciones al
aborto redunda en una reducción de la mortalidad materna.

El Comité de Derechos Humanos (CDH) de la ONU, que monitorea el cumplimiento


por los estados del PIDCP, ha señalado la relación entre leyes restrictivas de aborto y
amenazas a la vida de las mujeres y las niñas. Ha aclarado en forma expresa que los
Estados Parte no pueden regular el acceso al aborto de un modo que obligue a las
personas embarazadas a recurrir a abortos inseguros, y que los Estados deben
garantizar el acceso seguro, legal y efectivo al aborto para prevenir riesgos para la
vida y la salud de las personas embarazas, y para asegurar que no sufran dolor ni
padecimientos profundos, particularmente en casos en los que el embarazo sea
resultado de violación sexual o incesto, o el embarazo sea inviable.

¿Las políticas restrictivas sobre aborto reducen las tasas del aborto?
Las restricciones al aborto no impiden que haya abortos. Múltiples
investigaciones demostraron que cuando se prohíbe o se restringe el aborto, la
cantidad de abortos no disminuye. Los abortos simplemente pasan a ser
clandestinos. Esto aumenta el riesgo de procedimientos inseguros y de que se
denuncie a las personas a la policía o se las procese penalmente en relación con
presuntos abortos

La OMS también ha señalado que la falta de acceso a una atención del aborto


segura, asequible, oportuna y respetuosa, así como la promoción del estigma
asociado con el aborto, pone en riesgo de por vida el bienestar físico y mental de
quienes solicitan abortos.El Comité de los Derechos del Niño también ha señalado
que las leyes punitivas sobre aborto violan el derecho de las niñas a no ser
discriminadas.

¿Quiénes se verán más perjudicados por las restricciones al acceso al


aborto?
El Comité de Derechos Humanos de la ONU, como así también el Comité para la
Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, también ha destacado que las
restricciones al aborto generan una práctica desproporcionada de abortos ilegales e
inseguros entre mujeres de sectores pobres y rurales o mujeres que no pueden
viajar fuera de una jurisdicción donde se prohíbe el aborto. El Comité de los
Derechos del Niño también ha señalado que las leyes punitivas sobre aborto violan el
derecho de las niñas a no ser discriminadas.

Asimismo, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ha destacado


que “[h]ay muchas leyes, políticas y prácticas que socavan la autonomía y el derecho
a la igualdad y la no discriminación en el pleno disfrute del derecho a la salud sexual
y reproductiva, por ejemplo la penalización del aborto o las leyes restrictivas al
respecto”. También señaló que las restricciones al aborto afectan en particular a las
mujeres que viven en la pobreza o que tienen un menor nivel o ningún tipo de
educación formal. En este sentido, seis expertos de la ONU expresaron en un
comunicado de prensa conjunto de 2015 que, en El Salvador, “la prohibición
absoluta del aborto afecta en mayor medida a las mujeres pobres”.

El Comité CEDAW, que monitorea el cumplimiento de la CEDAW, indicó que:

Los abortos en condiciones de riesgo son una de las principales causas


de morbilidad y mortalidad materna. Por este motivo, los Estados
deberían legalizar el aborto, cuando menos en casos de violación
sexual, incesto, amenazas a la vida y/o salud de la mujer embarazada
o malformación fetal grave, y además brindar a las mujeres acceso a
servicios de atención de calidad después de un aborto, especialmente
cuando se presenten complicaciones a raíz de un aborto en
condiciones de riesgo. Los Estados Partes deberían además eliminar
las medidas punitivas para las mujeres que se someten a abortos.

Al igual que el Comité CEDAW, el Comité de Derechos Humanos, el Comité de


Derechos Económicos, Sociales y Culturales (que supervisa el PIDESC) y el Comité
contra la Tortura, (que monitorea el CCT), han exhortado a que se eliminen las
sanciones para supuestos de aborto y a que se implementen medidas que garanticen
el acceso seguro y legal al aborto. Cuando el aborto seguro no está disponible, esto
puede implicar riesgos para la salud mental, incluida la angustia severa y el riesgo de
suicidio. El nexo entre salud mental y restricciones al acceso a la salud reproductiva
es tan evidente que el Comité de la ONU contra la Tortura ha expresado
preocupación por la angustia y el padecimiento físico y mental severos que
experimentan mujeres y niñas debido a las restricciones al aborto, y concluyó que la
criminalización y la inaccesibilidad del aborto pueden ser incompatibles con el deber
de un gobierno de reconocer el derecho a no sufrir torturas ni otros tratos o castigos
crueles, inhumanos o degradantes.

No es interrupción. Interrumpir es detener la continuidad de una acción, o sea, que


luego se reanuda. En el aborto podríamos hablar de frenar, liquidar, finiquitar,
sacrificar, extirpar, truncar, tronchar, erradicar, triturar… pero de interrumpir, ni por
asomo.
• No es voluntaria. Un 75% de las mujeres que abortan no lo hacen por decisión
libre, sino obligadas por presiones insoportables de sus parejas, de sus familias y de
su trabajo, frente a las que no ven otra salida. Si no se dan opciones, si no se facilitan
alternativas, la decisión no es voluntaria, es obligatoria.
• No es feminista. La activista gay Beatriz Gimeno afirma que «en el fondo del
debate sobre el aborto late el miedo milenario a que las mujeres controlen sus
cuerpos y su sexualidad sin permiso de los hombres». La realidad es que las
feministas fundamentalistas odian hasta tal punto ser ellas las embarazadas en lugar
de los hombres, que prefieren matar esa vida antes que reconocerse diferentes al
género masculino. Y antes que ayudar a las mujeres que sí quieren tener esa vida.
• No es un derecho. Ninguna mujer tiene derecho a matar una vida. Aunque viva
dentro de su cuerpo. Es esa vida la que tiene derecho a ser protegida. Igual que es el
niño el que tiene derecho a ser adoptado, no sus futuros padres quienes tienen
derecho a adoptar.
• No es socialista. Más bien lo contrario, es absolutamente capitalista. Las clínicas
abortistas son un negocio millonario amparado por el Estado y los Gobiernos
Autonómicos, cuyo único fin es el lucro (por 3.200 € son capaces de abortar a un no
nacido sano de 26 semanas). El camino hacia un centro abortista es más conocido y
facilitado que el camino hacia los ginecólogos que defienden la vida. Por algo será.
• No es salud. Los centros de aborto no informan a la mujer sobre los detalles de
este tipo de intervención, las consecuencias físicas y psicológicas que tiene. Desde
perforaciones uterinas, pérdidas y prematuridad del siguiente hijo hasta alteraciones
del deseo sexual, esterilidad y graves alteraciones psiquiátricas. El síndrome post-
aborto es una traumática y dolorosa realidad que siempre se ha tratado de ocultar.
• No es constitucional. «La vida del nasciturus, en cuanto éste encarna un valor
fundamental —la vida humana— garantizada en el artículo 15 de la Constitución,
constituye un bien jurídico cuya protección encuentra en dicho precepto
fundamento constitucional» (sentencia 53/1985 del Tribunal Constitucional).
• No es solidaria. Si tomamos la solidadridad como sinónimo de apoyo, respaldo,
ayuda o defensa, el aborto es justo lo contrario. Porque ni apoya a la mujer
embarazada, ni respalda su situación, ni la ayuda a superarla ni, desde luego,
defiende la vida que lleva dentro. Frente a los valores de entrega, caridad y amor al
otro, los partidarios del aborto transmiten conceptos puramente egoístas: mi
cuerpo, mi derecho, mi bienestar, mi comodidad, mi vida… yo, mi, me, conmigo.
• No es un logro de la sociedad. Todos los expertos coinciden: el aborto es un
fracaso de la sociedad. Existe una reveladora carencia de recursos e interés, por
parte del Estado, en la asistencia, la formación y la información. Algo que, según el
doctor Jesús Poveda, evitaría 3 de cada 4 abortos. Eso sí que sería un logro de la
sociedad.
• No defiende a la mujer. Defender a la mujer es informar de las opciones y ofrecer
los apoyos necesarios para que puedan, si quieren, tener a su hijo y atenderlo. Y eso
no lo hacen ni las asociaciones proabortistas ni las feministas ni, desde luego, el
Estado. Sí organizaciones provida, como Fundación Madrina, que ya ha atendido a
140.000 mujeres en ocho años.
• No es progresista. No dejar nacer a un ser humano es matar todo su futuro. No
dejar nacer cientos de miles de seres humanos es matar el futuro de una sociedad. Y,
de paso, envejecer considerablemente la población. ¿Es eso progreso? ¿Ésta es la
evolución que queremos? ¿Cuál será el próximo ´avance´?
• No es moderno. Ganarse los votos de los jóvenes incitando a las adolescentes a
realizar un acto de gran trascendencia disfrazado de bagatela, sin contar siquiera con
el consejo de sus padres, no es ser moderno, es ser miserable. La nueva ley
convertirá el aborto no va a hacer más felices a las adolescentes; sólo las hará más
inconscientes y, a la larga, más desgraciadas.
• No es inocuo. Un aborto no es una irrelevante operación de apendicitis o de
agmíldalas. Es la muerte y extracción de un ser vivo singular, independiente de la
madre que lo cobija. Y es, en muchos casos, una experiencia traumática que puede
provocar secuelas psicológicas severas cuando la mujer (o la niña) que ha abortado
es consciente de que lo que le han extirpado es a su propio hijo.
• No es libertad. Hoy, abolida la esclavitud, nadie es dueño de nadie; nadie es
propiedad de nadie. Ni siquiera un hijo. La madre no concibe a su hijo como una
propiedad suya; es más, tiene la obligación moral (y natural) de
• No es ciencia. En la Declaración de Madrid, más de 2.000 Académicos, médicos y
expertos se han unido para afirmar que «existe sobrada evidencia científica de que la
vida empieza en el momento de la fecundación»; «el cigoto es una combinación
nueva y singular», con ADN propio. Aunque para la Ministra Aído, un feto de 13
semanas sea un ser vivo pero no un ser humano, «porque eso no tiene ninguna base
científica».
• No es racional. Para la Comisión de expertos de la Ministra Aído, el feto no es
viable antes de la semana 22, y por tanto no es ser humano y por tanto es eliminable
sin problemas. Pero a partir de ese tan preciso momento, por arte de magia, el feto
ya sí es viable y por tanto se convierte en ser humano y por tanto ya no es
eliminable. Todo muy racional y científico.
• No respeta los derechos humanos. No me lo invento yo, lo dice la Declaración
Universal de los Derechos Humanos: «Todos los seres humanos nacen libres e
iguales en dignidad y derechos» (Art. 1). «Todo individuo tiene derecho a la vida, a la
libertad y a la seguridad de su persona» (Art. 3).
• No es económicamente rentable. El aborto es un negocio más que rentable, pero
sólo para los centros abortistas, claro. Para el resto de la sociedad es una gigantesca
pérdida económica. Conrado Giménez, presidente de

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