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Guía N° 4

EN LA ORACION: SABER CALLARi

El silencio lleno moneditas de la viuda echadas en el


cepillo del templo fueron la palabra de
• «El séptimo día descansó Dios de todas aquellas dos mujeres (Lc 21, 2 y Jn 12,
3); los discípulos no decían nada durante
las cosas que había hecho» (Gn 2, 1). Y
aquel desayuno con el Señor Resucitado
del descanso de Dios nació una de sus
en Tiberíades porque su presencia
criaturas más hermosas: el silencio. Y
anegaba todas las palabras en el río del
aparecieron con él el misterio de una
gozo (Jn 21, 12).
noche con estrellas, la belleza de un
bosque lleno de pájaros dormidos, el
secreto de un manantial que nace, el • Jesús habló mucho de los caminos de
esplendor de un águila volando, la Palestina, pero la gente entendía aún me-
sorpresa de una planta que florece. jor el lenguaje de sus manos cuando
curaban o tocaban al leproso o jugaban
• Y también fue posible desde entonces el con los niños. Y el de sus pies cuando
acudían a casa de la gentuza mal vista o
milagro del callar humano, ese que nos
cuando iban a casa de Jairo a despertar a
invade cuando las palabras se nos
su hija de la muerte. Pero llegó un
quedan pequeñas y nos basta abrazar
momento en que ya ni las palabras ni los
largamente al amigo después de una
gestos de cercanía fueron suficientes y
prolongada ausencia, caminar en
por eso escogió el lenguaje más
compañía sin necesidad de decir nada,
elocuente de la entrega, el pan roto y
contemplar absortos la belleza que nos
repartido, el de la sangre derramada. Y
desborda...
en la eucaristía se nos recuerda cada día,
no que digamos lo que El decía, sino que
• La Biblia está llena de silencios cargados
sigamos haciendo en su memoria su mis-
de plenitud: Job optó por él cuando Dios mo gesto silencioso de amar hasta el fin.
interrumpió en su vida (Job 40, 3);
Jeremías hizo la experiencia de que es
• Quizá María, la madre de Jesús, de quien
bueno esperar en silencio su salvación
el evangelio nos ha conservado pocas
(Lam 3, 26); el hijo pródigo se quedó a
palabras y mucho callar, pueda ense-
medias de la explicación que llevaba pre-
ñarnos mejor que nadie cómo encontrar
parada al encontrarse en los brazos de su
y guardar en nuestra oración hoy esa
padre (Lc 15,21); el frasco de perfume
perla preciosa del silencio.
roto a los pies de Jesús y las dos
Saber callar
Para el camino N°4

Aprendemos a orar desde el silencio


• Busca un objeto que exprese algo de lo de vivirlos con más intensidad en la
que experimentas o sientes en este mo- próxima misa en la que participes y
mento, algo que refleje algún rasgo de tu comunica después si has descubierto algo
situación (una rama seca, una piedra, una más sobre la importancia del silencio.
flor, un utensilio de trabajo, etc.). Ponlo • El evangelio habla de que María guar-
delante de ti; míralo largamente tratando daba todo en silencio dentro de su cora-
de identificarte con él y quédate un rato zón. Comenta la experiencia que tienes
en silencio delante de Dios, dejando que de guardar algo en el corazón con mucho
ese objeto hable en nombre tuyo, más silencio, misterio, cariño. Haz un rato de
allá de tus propias palabras. (Pueden oración ante María pidiéndole que te
hacerla también en grupo y explicar enseñe a hacer silencio creyente.
después por qué han elegido ese
símbolo.)
• Dedica un rato a descubrir las posibili-
dades expresivas que tienen tus manos.
Date cuenta de cómo pueden expresar ac-
titudes de acogida, apertura, petición,
ofrenda, entrega... Toma conciencia de lo
que quieres decirle a Dios en este
momento de tu vida y en vez de
expresarlo con palabras, hazlo a través de
la postura de tus manos. Cuando te
sientas distraído, vuelve suavemente la
atención a tus manos que están hablando
en lugar tuyo.
• Un medio sencillo y muy eficaz para
conseguir una actitud de silencio es cen-
trarse en la propia respiración. Procura
hacerla profunda y sosegadamente, siente
el aire que inspiras y expiras, expresa por
medio de tu respiración tu deseo de Dios
y tu abandono en El.
• Lee en grupo el Salmo 139 y haz después
un rato de silencio centrado en la
coincidencia de saberse conocido por
Dios hasta el fondo de las entrañas,
dejando que su mirada pacifique y
reconcilie nuestras zonas de oscuridad o
desconfianza.
• También en grupo, reflexiona sobre los
momentos de silencio que haya lo largo
de la celebración eucarística. Piensa entre
todos qué significan, por qué se hacen,
qué contenido querríamos darles. Trata

2
i
Tomado del Libro: “Iniciar en la oración”, de Dolores Alexaindre y Teresa Berruela, Edit. CCS, Cuadernos Proyecto Catequista 1

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