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Este resumen describe las críticas de Jorge Luis Borges a la película de 1941 El hombre y la bestia dirigida por Victor Fleming. Borges argumenta que la película difama la novela original de Robert Louis Stevenson al presentar una versión simplificada de la dualidad moral de Jekyll y Hyde. También critica que la película resuelve el misterio de su identidad desde el inicio en lugar de guardar la sorpresa para el final como en la novela.
Este resumen describe las críticas de Jorge Luis Borges a la película de 1941 El hombre y la bestia dirigida por Victor Fleming. Borges argumenta que la película difama la novela original de Robert Louis Stevenson al presentar una versión simplificada de la dualidad moral de Jekyll y Hyde. También critica que la película resuelve el misterio de su identidad desde el inicio en lugar de guardar la sorpresa para el final como en la novela.
Este resumen describe las críticas de Jorge Luis Borges a la película de 1941 El hombre y la bestia dirigida por Victor Fleming. Borges argumenta que la película difama la novela original de Robert Louis Stevenson al presentar una versión simplificada de la dualidad moral de Jekyll y Hyde. También critica que la película resuelve el misterio de su identidad desde el inicio en lugar de guardar la sorpresa para el final como en la novela.
Hollywood, por tercera vez, ha difamado a Robert Louis Stevenson. Esta
difamación se titula El hombre y la bestia: la ha perpetrado Victor Fleming, que repite con aciaga fidelidad los errores estéticos y morales de la versión (de la perversión) de Mamoulian. Empiezo por los últimos, los morales. En la novela de 1886, el doctor Jekyll es moralmente dual, como lo son todos los hombres, en tanto que su hipóstasis —Edward Hyde— es malvada sin tregua y sin aleación; en el film de 1941, el doctor Jekyll es un joven patólogo que ejerce la castidad, en tanto que su hipóstasis —Hyde— es un calavera, con rasgos de sadista y de acróbata. El Bien, para los pensadores de Hollywood, es el noviazgo con la pudorosa y pudiente Miss Lana Turner, el Mal (…), la cohabitación ilegal con Fröken Ingrid Bergman o Miriam Hopkins. (…) La estructura del film es aun más rudimental que su teología. En el libro, la identidad de Jekyll y de Hyde es una sorpresa: el autor la reserva para el final del noveno capítulo. El relato alegórico finge ser un cuento policial; no hay lector que adivine que Hyde y Jekyll son la misma persona; el propio título nos hace postular que son dos. Nada tan fácil como trasladar al cinematógrafo ese procedimiento. Imaginemos cualquier problema policial; dos actores que el público reconoce figuran en la trama (George Raft y Spencer Tracy, digamos); pueden usar palabras análogas, pueden mencionar hechos que presuponen un pasado común; cuando el problema es indescifrable, uno de ellos absorbe la droga mágica y se cambia en el otro. (…). Más civilizado que yo, Victor Fleming elude todo asombro y todo misterio; en las escenas iniciales del film, Spencer Tracy apura sin miedo el versátil brebaje y se transforma en Spencer Tracy con distinta peluca y rasgos negroides.
En: Borges, Jorge Luis, Obras completas (1923- 1972), Buenos Aires, Emecé, 1974, pág. 285/ 286